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Herbología 5: Clase Conocimientos Enero 2016


Sagitas E. Potter Blue
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¡No, no y no!

Bastante tenía yo con empezar el año nuevo de limpieza en el lago de mi "Parque de las Lamentaciones" para que encima el Director Elvis y la Directora Agatha me metieran en una clase de Herología. ¡No tenía tiempo! Las lluvias en el Norte de Londres habían provocado la subida de los ríos y habían arrastrado un montón de porquería hacia el hueco que alimentaba el lago de mi negocio. La rivera estaba plagada de brozas, leños, hierbas arrastradas, contaminación de los muggles que echaban a los ríos... ¿Quién iba a querer pasear por el Parque con tal paisaje sucio?

Tocaba limpieza.

Ni mi primo Elvis podría evitar que hoy me dedicara a mi negocio. Lo siento. Nada de clases.

¡Hey, espera, Sagitas, reflexiona...! Me había gastado mucho (muchísimo, una cantidad desorbitada) de galeones en unos criaturas preciosas que iba a traer el Parque... ¡Necesitaba mi sueldo de profesora!

Pero a grandes males... Grandes remedios...

Así que escribí una nota a cada una de las alumnas (que iban a ser Ayudantes Voluntarias Técnicas de Limpieza) para citarlas en el Parque:




 

A la atención de : @ Couchs , @Mónica Malfoy Haughton , @


De: Sagitas E. Potter Blue, Profesora Suplente de Herbología en el Ateneo.


Texto:


Queridas alumnas, tenéis el honor de participar en una clase de Herbología en vivo y en directo en el espacio natural de "El Parque de las Lamentaciones", un lugar único lleno de plantas y animales donde podréis disfrutar de una clase especial al aire libre. Os espero aquí en cuanto estéis preparada para una gran aventura.


Sagita E. Potter Blue.


Adjunto:

guantes de dragón

peto de jardín

redecilla del pelo y sombrero de paja

traje de pescador de río

Libro de "Plantas Acuáticas Maravillosas" de Winogrand

 




Cuando acabé de leer lo escrito, sonreí por lo bajini. Iba a tener ayuda gratis de limpieza en el lago y dar la clase de Herbología. ¡¡Todo solucionado!! Ahora a esperar a que lleguen y que empiecen a trabajar para mí, digo..., a aprender Herbología.



EDITO para poner bien la mención a Mónica, que no salió. Editado por Sagitas E. Potter Blue

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Recibió a tiempo la invitación a aquella clase a la que se había inscripto, tal vez incluso antes de lo que pensaba. Acababa de beber la última botella de cerveza en su festejo de fin de año, sintiendo el mareo y la euforia típica para ese tipo de circunstancias.

Nuevamente Sagitas sería su profesora, cuestión que le agradaba tras la divertida clase de Estudios Muggles que había cursado a su cargo. Como en la pasada ocación, la profesora había adjuntado la vestimenta correspondiente para la clase. Sonrió, pensando el modo de hacer más "apropiado" su traje, sin embargo entró en la cuenta de que tal vez el estar cubierta le sería útil a la hora de tocar tierra y otras cosas relacionadas a la materia.

No sabía mucho de Herbología, en realidad no sabía nada. Había llegado a esa asignatura por seguir a su madre y su hermana, con la intención de poder molestarlas y pasar el rato con personas de su agrado, de modo que no podía arrisgarse a cambiar el atuendo y sufrir por ello de cosas como... ¿ensuciarse?

Así que, un poco disconforme por ocultar su bella figura en ese tipo de prendas tan poco agraciada, se alistó y partió a su clase. El sitio en que se dictaría era uno muy bello según el comentario general, aunque no recordaba haber estado antes allí. Se hablaba de un hermoso parque lleno de naturaleza y criaturas de gran variedad...

De eso se hablaba sí, pero no fue lo que encontró al llegar. Se sintió agradecida por no haber alterado la vestimenta, pues era evidente que se vería metida en un desagradable lodazal prontamente. Caminó dubitativa en busca de su profesora, intentando disimular el mareo que la acompañaba. Lo mejor sería que no intententase moverse ni hablar demasiado, y nadie notaría su estado.

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Tauro se sentía ligeramente aturdida por la conmoción de los últimos días, empezando por el trajín de la gente que iba de un lugar a otro, primero con las compras navideñas y luego con el revuelo de la celebración muggle por el nuevo año que se avecinaba, tantas celebraciones la hacían desear no querer salir nunca de casa e irse a vivir al lugar más apartado que pudiera encontrar; el esta rodeada de tantas personas no era de sus hobbies favoritos, aun siendo Directora de Criaturas prefería la compañía de los animales que se encontraban en la Reserva.

 

-¿Pero qué tenemos aquí? -comentó al ver frente a su ventana a una lechuza regordeta que sostenía un sobre, el animal no parecía tener intenciones de dejar de picotear con fuerza hasta que fuese notada -Ya voy, ya voy -dijo enfurruñada, preguntándose qué haría a esa hora de la mañana, tan temprano, cuando se suponía que todos debían estar durmiendo. Abrió la ventana de golpe, lo que ocasionó que el ave perdiera un poco el equilibrio y al Tauro arrancar el sobre de su pata se llevara un cariñoso mordisco al que respondió con un -¡Ay!

 

-Vaya -suspiró, terminando de leer la primera parte antes de ver el listado de cosas que tenía que llevar. Lo de los guantes de dragón tenía sentido, pero ¿y todo lo demás? Luego recordó quién era la encargada de dictar la clase y de repente todo cobró un poco de sentido... o al menos eso quería creer.

 

-Supongo que tendré que darme prisa, ya puedes irte -dijo esta vez más amable a la lechuza, que luego de recibir un terrón de azúcar se marchó volando. Por nada del mundo Taurogirl se presentaría en el ''Parque de las Lamentaciones'' vistiendo de aquella manera tan ridícula, no sin antes ver que los demás también lo hacían. Metió todo lo que se encontraba en la lista en un morral y se vistió con un par de vaqueros, una blusa de mangas cortas y zapatillas, el tipo de ropa que eliges cuando tienes un jardín y sabes que te vas a ensuciar o simplemente si eres de los que te gusta jugar en el barro.Finalmente amarró su larga melena en una coleta y se marchó.

 

Apenas hubo puesto un pie en el parque se arrepintió. Quiso dar media vuelta, pero Sagitas ya la había pillado.

 

-Creo que me he perdido -mintió a su vieja amiga.

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-- Y yo que pensaba que no te atreverías a venir, Tau -- le dije a mi amiga. ¿Perderse? Vamos, seguro, estaba dando media vuelta y se alejaba. Si sabría yo reconocer los rasgos de alguien que quería escabullirse de una clase. -- Anda, ponte la ropa que te envié o cogerás un catarro en el agua. Vamos a empezar a estudiar las plantas marinas.

 

Yo también me estaba poniendo el traje de pescador, con la varita sostenida en la oreja mientras me colocaba aquellas botas de plástico y la ropa con tirantes. Me envolví el pelo con la redecilla, todo mientras silbaba una cancioncilla.

 

-- Hola, Agatha, te encuentro en otra clase... Bienvenida a Herbología. -- El miedo a la directora ya se lo había perdido en la primera clase que había compartido con ella. Ahora sabía que no descontaban del sueldo los posibles desastres que ocurrieran. Además, éste era mi negocio, así que difícilmente les iba a caer una denuncia por mi parte.

 

Al menos ella había venía con la ropa ya puesta. Yo no tardé en acomodarme y ponerme los guantes de dragón, bien ajustados para que no entrara agua en las manos.

 

-- Os aconsejo que os pongáis la redecilla. Hay Grindilows, unos cuantos, aunque no sé el número exacto. Entre los que compré y lo que se han reproducido... Les gusta tirar del pelo a los bañistas despistados. Y silbar de vez en cuanto. Compré un Kelpie y no les gusta el ruidillo que emitimos. Es muy sensible y me da algo de pena hacerle daño así, pero no puedo permitir que se coma a mis alumnas.

 

Entré en el agua, silbando de vez en cuanto. El borde del lago era un verdadero lodozal y menos mal que iba preparada con la ropa adecuada. Aquello estaba lleno de porquería de los muggles, de ramas rotas, de hojas secas (bueno, húmedas por el agua...)

 

-- Pufff, con tanta broza del desbordamiento del río no se ve nada. Tendremos que usar los Accio y Evanesco para ver las algas que hay debajo del agua.

 

Y empecé a limpiar la zona con una gran sonrisa en la boca. Ay, que iba a tener ayuda gratis y encima iba a ganar dinerito extra...

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A regañadientes se puso la ridícula ropa que debía usar para aquella ¿clase? Aun no estaba segura de lo que iban a hacer o lo que tendría planeado la ex Directora de Accidentes para ellas, cosa que la hacía desconfiar aun más. Lo dicho, su aspecto no era precisamente el de una Líder Mortífaga, eso de fingir que no pertenecías al bando te hacía pasar por este tipo de situaciones vergonzosas en las que no quedaba más remedio que seguir con el teatro, aunque Sagitas sabía algo de su pasado, alguna vez le había hecho un favor a la bruja de cabellos violetas.

-¿Esto es realmente necesario? -preguntó y al saber la respuesta se apresuró a colocarse esa terrible malla negra, lo que menos deseaba era perder alguno de sus hermosos mechones azules y ver al Kelpie la emocionaba; ella también tenía uno, que pasaría a buscar a la Reserva Mágica una vez terminara con la clase.

-Evanesco, evanesco -repitió como lora. Ya sea que la estuviesen usando o no para hacer limpieza gratis, no quería ensuciarse ni resbalarse entre tanto barro y cosas que resultaban desagradables a los ojos.

-¿Y esto básicamente nos ayudará a... ? -la interrumpió Tauro luego de ir a por la décima alga.

-¿Podremos ver todas esas criaturas que has ido comprando? Las malas lenguas dicen que tú sola has acabado con el stock del Magic Mall -lo que en realidad quería ver era el Kelpie y alguna otra criatura que hubiese adquirido de manera ilegal. Conocía a Sagitas desde hacía años y sabía que a veces, sólo a veces, rompía un poco las reglas.

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Cuando la citación de la universidad había llegado a sus manos no pudo más que arrugar el ceño. Le resultaba algo diferente a las que había solido recibir y algo le decía que para bien o para mal la clase no sería nada aburrida. Pero si algo le causó curiosidad fue el lugar en el que supuestamente aprenderían los nuevos conocimientos ¿No era aquel sitio un negocio privado? Recordaba haber leído aquel nombre en los informes del concilio de mercaderes cuando era directora del mismo, así que estaba segura de que no estaba vinculado a la universidad. Qué raro.

Encontrarse en el lugar indicado no disipó sus sospechas ¿Qué hacían dando una clase de tal calibre en un lugar atestado de porquería? Estaba segura de que en el lago había mas basura que especies sanas y eso solo a juzgar por el aspecto. Miedo le daba meter los pies, -ya cubiertos por las botas-, en el lodazal que la esperaba. Miedo le daría a merlín el calibre del enojo con el que Mónica podía salir de allí.

- ¿Hola? - su voz chocó contra cada árbol cercano. Llegaba algo tarde pero estaba segura de escuchar voces y solo tuvo que caminar algo por la orilla del lago para ver tres figuras femeninas charlando entre ellas y ya bien dispuestas para... ¿Para la clase? Si es que a lo que estaban apunto de hacer se le podía llamar así.

Se alegró de haberse puesto la horripilante ropa y las botas que le habían enviado y de haberse recogido el pelo en un moño bajo la redecilla. Al menos así no acabaría con la melena llena de barro ni con todo el pelo enredado en ninguna rama.

- ¿Qué estáis haciendo? - se puso los brazos en jarras y se hizo notar alzando la voz. A las que reconoció fue a su hija y a su sobrina, mientras que a la tercera bruja... creyó conocerla. Estaba segurisima de que había visto aquel pelo en algún sitio.

 

Sería la profesora, claro estaba.

Editado por Monica Malfoy Haughton
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- ¡Mónica! -exclamó en cuanto vio a la bruja que al igual que las demás se había rendido con la vestimenta -Al parecer estamos tratando de limpiar este lugar para luego aprender todo en cuanto a la herbología o eso me han dicho -dijo sin mirar a nadie en particular, aunque por el tono de su voz era obvio que le hablaba a Sagitas, haciéndole notar que Tauro sabía, o por lo menos sospechaba, que algo tramaba, que algo se traía entre manos - Has llegado justo a tiempo para escuchar lo que nos tienen que decir sobre las algas -sonrió.

 

Agatha, por otro lado, continuaba con su labor en silencio, eran las pocas veces que la líder Mortífaga la había escuchado hablar, tampoco es que fuera de muchas palabras, pero la mujer simplemente era más callada que una piedra. Tauro continuó con la labor por unos minutos más, hasta haberse librado de casi toda la suciedad y empezó a sudar, alzó una mano y se limpió el sudor de la frente, se rehusaba a seguir realizando aquella tediosa tarea.

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- ¿Y la parte provechosa de limpiar este sitio cual es? - arrugó la nariz observando el aspecto, aún asqueroso, del lugar en el que se encontraban. Miró a su hija Agatha, por suerte directora de a la universidad y quiso hacerle un interrogatorio sobre lo lugares en los que no debería permitirse dar una clase de tal calibre. Pero claro, luego pensó que aquel no era el momento ni el lugar para ejercer de madre. Mucho menos cuando la hija de la que hablaba ya era toda una mujer y sabía perfectamente lo que hacía-. Que yo sepa este parque no forma parte de las instalaciones de la universidad ¿No es cierto?

 

Se cruzó de hombros y apretó los labios. Aquel día no tenía un humor especialmente bueno, así que no sería fácil hacer que se metiera en aquel berenjenal. Mientra había estado hablando las otras tres habían limpiado buena parte de los residuos que ensuciaban el escenario y este empezaba a tomar otro aspecto mucho más sano y vigoroso.

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Sonreía para mis adentros, halagada por los rumores que se habían extendido sobre mi afición a las compras compulsivas en la tienda. Hice un ademán ambiguo con el que quería quitarle importancia.

 

-- Anda, anda, Tau... Son exagerados... Por lo que sé, cuando dejé de comprar aún quedaban excedentes -- ciertamente, no muchos, pero eso no lo iba a confesar en voz alta. -- También me he comprado un kelpie especial en la última gala...

 

Mientras hablaba, ayudaba a las muchachas a limpiar todos los deshechos, más que nada para que no dijeran que me aprovechaba de ellas (aunque era justamente lo que estaba haciendo, pero no quería que se notara tanto).

 

-- ¡Cuidado, Tau, que ahí pasa una sire...! Un bicho...

 

Ejem... Disimulé apenas. Se suponía que no había sirenas en el pueblo, ya que eran una especie de criaturas protegidas que no se vendían en la tienda y de cuyo tráfico, si se enteraban, podían costar muy caro. Y Tau había sido directora de Criaturas durante un tiempo, así que lo sabía. Prefería carraspear y prestar atención a Mónica, la otra alumna que llegaba en ese momento.

 

-- Bienvenida, bienvenida. Os voy a enseñar una plantación de branquialgas que hay en esta orilla, pero no se veía con tanta broza del desbordamiento del río allá arriba. ¿Sabéis para qué sirven las branquialgas? Son realmente excitantes...

 

Mi tono era realmente cautivador. La Herbología no era mi fuerte, sólo era una profesora suplente, pero disfrutaba con aquellos ejemplares que había "usurpado" del invernadero de la Universidad. Esperaba que las tres alumnas disfrutaran como yo de aquellas hermosísimas plantas.

 

-- Oh, vamos, alumna -- le contesté a Mónica, con una sonrisa. -- El parque no pertenece a la Universidad, completamente cierto, pero no me creo que disfrutes de una clase con bancos, pizarra y libros de teoría si puedes observar la naturaleza en vivo y en directo. ¿O eres una urbanita que gusta de pisar asfalto y piedra antes que mancharse los zapatos de barro?

 

Y moví el agua ahora clara para alejar la mano de un grindilow y señalar unas plantas parecidas a la lechuga de agua.

 

-- Esto son branquialgas, una forma natural de conseguir morphosear el cuerpo de manera que se pueda respirar bajo el agua. ¡Es excepcionalmente rápida! Lo malo es que sólo dura una hora exacta. No tiene efectos secundarios y crece en el limo de las riberas, con lo que es relativamente fácil su cultivo. Lo único malo es su sabor, has de realmente tener ganas de bucear de forma libre para tragarte un montón de estas hierbas. Los magos prefieren usar el casco burbuja y nadar de forma más sencilla antes de tragarse esto, parece goma de neumático quemado.

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Sonrió a Sagitas. No se sorprendía de encontrarla en esa clase pues amablemente había ofrecido hacer la suplencia. Era extraño que nadie se ofreciese para una clase con tantas alternativas, pensó mirando como la bruja se adentraba en el lago tras advertirles la necesidad de utilizar la redecilla. Negó levemente con la cabeza, sin dudas no querría ser profesora de un conocimiento que requiriese tal vestuario.


Se resignó y puso la redecilla en su cabello antes de empezar a moverse, intentando seguir a la profesora. Mientras lo hacía volteó hacia su hermana, la cual parecía reacia aún a ponerse el vestuario asignado. Una vez su hermana se incorporó a la marcha, empezó a señalar el pantano con su varita. No pronunciaba el hechizo pues no era necesario, haciendo desaparecer toda posible porquería que se cruzase para notar el fondo de a poco más limpio del desbordado río.


Tau sugirió ver todas las criaturas compradas por Sagitas, aunque eso suponía pasar allí más de una clase, en vista al gran número de ejemplares adquiridos por la bruja.


La llegada de Mónica la sorprendió ensimismada volviendo a su tarea. La saludó con la mano libre y dejó que Tau le respondiera. Al parecer su madre no quedó del todo conforme con la respuesta y empezó a indagar respecto a los sitios en que deberían o no dictarse clases. Tal vez tenía razón, conversaría con Sagitas una vez finalizada la clase pero, de momento, ella era la profesora y no cuestionaría su criterio frente a otras alumnas.


Sagitas pasó a hablar de las branquialgas, esas las conocía. Sabía que había en el invernadero de la Universidad ¿o ya no? Tiempo atrás las había visto allí… o eso creía.


- Profesora, una consulta… ¿cómo conoce el sabor de los neumáticos quemados? Ni siquiera los hay aquí…- se había quedado con esa última frase.

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