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Leyes Mágica y Conocimiento de Maldiciones


Cissy Macnair
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Las palabras de su compañero Niko no se dejaron esperar más, y luego de quejarse contra Cissy acerca de su peculiar comportamiento para con él, comenzó con una serie de preguntas con respecto a la historia que la profesora les había narrado pacientemente en aquellas recónditas instalaciones del bar turco. -Así que el Dumbledore prefiere zanjar la mayor parte de los asuntos con una pizca de diplomacia en vez de usar la varita… Mira Joana, parece que es otro el que tiene miedo de enfrentarse a los mercenarios- comentó el pelirrojo hacia la Macnair con cierta picardía, esperando que ésta le siguiera el juego para molestar al Tonks por un momento y así amenizar la plática de todos. <<Shamballa y la Piedra Chintamani>> meditó un par de minutos acerca de aquellas palabras, tratando de buscar en sus recuerdos por si acaso en alguna oportunidad había oído sobre aquel tema; y fugazmente se encendió una tenue ampolleta en su cerebro. -Esa piedra de los deseos es muy conocida en el marco de las tradiciones budista e hinduista… algunos le dicen El Gran Magneto o La Piedra Negra que cayó del cielo- expresó el inefable, tratando de analizar si recordaba algo más.

 

-¿Irnos a pie? Pero profesora Macnair… ¡Castalia! Quizá sería bueno usar algún tipo de transporte aéreo… ¿Tienen alguna criatura con alas?- preguntó Thomas con curiosidad; pero las posibles respuestas fueron interrumpidas por la entrada del “amigo” de su maestra, el cual venía a informarles que una guardia mágica turca había pasado por ahí; hecho que los puso en alarma inmediatamente, tanto así que la abuela de Joana quiso partir de forma inmediata al lugar que ella misma decía conocer bien. Tras escuchar lo que su profesora le comentaba a Niko, el ojiverde decidió inquirir en un detalle técnico en el cual no había pensado antes si la única alternativa de traslado sería a pie. -Cissy… Por las causalidades de la vida… ¿Tienes dinero muggle para movernos acá?- cuestionó, al mismo tiempo que revisaba su bolso con hechizo expansible con el afán de encontrar algo que les pudiese ser de gran ayuda. -¡Bingo! Tengo unos cuantos dólares… ¿Nos servirán?- añadió tras revisar su monedero, esperando que alguien le respondiese mientras caminaban en pleno atardecer, imaginándose a él mismo siendo el sacrificio de sangre que seguramente Joana propondría.

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Sí, no era momento para eso, estaban en peligro y debía tomarse las cosas con seriedad, pero no dejaba de parecerle gracioso el papel de “valiente” que había adoptado el Gryffindor sin previo aviso, posiblemente al haberse cansado de todas las burlas por parte de Joana y Niko, este último pareciendo haber gastado su humor en dichas bromas. El hecho, habiendo intercambiado papeles entre ellos o no, es que ambos tenían infinidad de preguntas por hacerle a su abuela, mientras que ella solo se dedicaba a escuchar.

 

Estaba bastante acostumbrada a que los miembros de sus familias, no solo la Macnair, sino la Crowley también, terminaran metidos en líos que dejasen en riesgo a los demás; en esos casos prefería saber solo lo básico e ir enterándose de lo demás en el camino, si resultaba necesario saberlo. Entendía que hay cosas que no pueden ser contadas. Además, tenía la esperanza de ser apoyada por su familia sin importar el problema en el que se metiese o sin tener que contar la historia de su vida, por lo que intentaba hacer lo mismo. Lazarevic era el tipo malo, quería conseguir algo que le haría poderoso y tomar la vida de Cissy, suficiente para tener a la demonio del lado de su abuela.

 

—¿Shambala? ¿Chintamani? —Repitió con duda. A pesar de no recordar tener conocimiento sobre ello, las palabras se le hacían familiares, quizás solo debido a lo rítmicas que sonaban en sus labios, puesto que, después de forzar su mente por algunos segundos, seguía sin ubicar de dónde podría haber aprendido sobre ellas, aun tras la rápida explicación de la profesora.

 

Si bien la clase podría estar siendo dada en condiciones imprevistas, aquello formaba parte de lo que deseaba aprender. No aspiraba ser como el gran Señor Tenebroso, ni siquiera como el tal Larazevic; no ansiaba tener control sobre la comunidad mágica, mucho menos el mundo, pero sí aprender sobre el poder. Más que eso, en realidad, su meta a largo plazo era ser una bruja poderosa.

 

—No creo que tú seas quien para hablar sobre los métodos de Niko, Thomas —respondió al mago que había interrumpido sus pensamientos con el comentario sobre la preferencia hacia la diplomacia de su compañero—. No todo se puede resolver usando varita. De hecho, nos has demostrado cómo se pueden empeorar las cosas.

 

La verdad era que compartía el ánimo de pelirrojo por molestar al otro mago, pero se negaba a mostrarse de acuerdo o seguir su juego. En cambio, por supuesto, seguiría en su contra.

 

¿A pie? —Cuestionó calculando cuánto tiempo tardarían en regresar a las heladas montañas, sin considerar el estado de cansancio en el que se encontrarían al hacerlo. Claro, Thomas tenía otros brillantes pensamientos—. Nada sirve más para no llamar la atención que salir volando en un hipogrifo, ¿no es así, compañero?

 

Iba a preguntar por qué era necesario que el sacrificio se tratase de la sangre de su abuela, preocupada al respecto, aunque bien podría haber bromeado sobre desangrar a Thomas, con sus innovadoras ideas, en su lugar; mas no hubo tiempo. El momento de su precipitada salida llegó anunciado por el hombre que les había recibido, sobresaltándolos por un segundo.

 

La Macnair salió junto al grupo, observando cómo el exterior era bañando con las luces doradas del atardecer mientras Cissy le daba indicaciones a Niko y Thomas resaltaba sus escasos eran sus recursos para moverse entre los muggles. Casi se ríe de eso último, ¿quién necesitaba dinero muggle? Luego recordó su incapacidad de usar magia sin tener encima al gobierno turco en pocos segundos, o su falta de conocimientos sobre el idioma.

 

¿Y si usamos multijugos? —No sabía qué tan complicado seria el asunto para Niko, pero siempre se podía encontrar una forma “ilegal” de hacer las cosas, ¿no? ¿Para qué pasar por turistas si podían encontrar a un grupo de locales y hacerse con sus documentos y apariencias?

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- La próxima vez que digas eso, no vas a terminar muy bien - Sentenció Niko mientras miraba de forma poco agradable a Thomas, sin olvidar las ganas de matarlo que tenía. Incluso siendo un miembro de la Orden del Fénix, el mago había despertado en él muchas emociones y no precisamente las mejores. Además, era evidente que el Tonks tenía mucho más poder y que saldría muy bien librado si lo hacía usar su varita.

 

- Alguien que lo haga callar por favor. Tengo tantas ganas de hacerle un Langlock - Niko estaba de acuerdo con Joa nuevamente, la peor idea sería volar en un Hipogrifo o cualquier criatura con alas, sería lo más evidente y con seguridad la guardia mágica turca los podría capturar muy rápido. Definitivamente, el Gryffindor no era la persona con las mejores ideas del mundo.

 

- Guarda eso por favor, que solo demuestras lo extranjeros que somos y lo que menos quiero es que me tomen por un mago que viene de Estados Unidos - Como buen inglés, Niko odiaba que lo confundieran con los provenientes de dicho país y no estaba muy feliz como para tener que corregir a los turcos. El Tonks ni hambre tenía así que tampoco necesitarían dinero, lo único que quería era salir de dicho país, luego tendría tiempo para agitar su varita y aparecer algo de comer.

 

- ¿Multijugos? - Las palabras de su compañera de clase se mantuvieron en su mente - Esa es una muy buena idea, tengo suficiente para todos en mi maleta. Por suerte siempre llevo todas mis pociones conmigo así que podremos usarla, solo falta el toque final que no pienso conseguirlo yo - Al menos cambiar su forma física los haría ver como un local.

 

- De paso, creo que voy a necesitar un poco de esta - Dijo mientras sacaba su Felix Felicis de la maleta, rápidamente abrió el frasco y tomó un poco. Dado que su tarea consistía en arreglar todas las relaciones y llegar a algún trato con los turcos, necesitaría un poco de suerte.

 

El Tonks sabía que la profesora de la clase trabajaba para la Logia, pero no sabía si tenía con ella alguna poción o algún objeto que les pudiera facilitar el trabajo. Niko solo contaba con sus pociones, su capa "camaleón" y su lechuza. Sus otras pertenencias se habían quedado en su habitación.

 

- Definitivamente, me siento mucho mejor y listo para realizar mi trabajo - Finalizó mientras miraba a la profesora de la clase en busca de una respuesta y de su plan. Solo esperaba que Thomas no generara más problemas, estaba cansado de cuidarlo y sin magia no podría hacer mucho por él.

 

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Thomas me exasperaba, muchísimo. Ahora comprendía por qué Joana lo miraba de aquella forma tan... asesina.

 

-No vamos a ir hasta el Himalaya a pie, sino que vamos a salir de la frontera controlada por la magia a pie y luego podremos desaparecernos. Creo que he quitado el rastreador que tenía sobre mí... o al menos eso me pareció- dije, interrumpiendo sus palabras y continuando camino rumbo a la embajada inglesa-. Lo único que tienes que hacer, Niko, es interpretar el papel para el que has venido a estudiar: debes parecer un diplomático total al cual ha acudido un grupo de turistas porque han perdido sus papeles... Dentro de la embajada, los turcos no poseen sus restricciones de magia, así que podremos utilizar un Confundus con el embajador para que nos ayude a escapar.

 

Y en mi cabeza todo eso sonaba perfecto, pero no sabía qué tan bien iba a funcionar la trama y, ciertamente, no lo sabríamos hasta que hubiéramos llegado a destino y montado la escena.

 

Nos detuvimos unas cuadras más adelante del bar, en un lugar donde no transitaban muchas personas. Íbamos a tener que volver a vestirnos como ingleses y aparentar cierto aturdimiento por encontrarnos allí. Necesitaríamos un mapa y algunos folletos, desde luego, para parecer un poco más tontos, así que quizás lo mejor sería seguir a algún grupo de turistas que estuviera con un guía local para hacernos con esos artículos.

 

-Ah, si, lo del sacrificio- hice una mueca-. Lazarevic no necesita un sacrificio para entrar al templo, sino para entrar a Shamabala y nosotros no vamos a entrar a la ciudad sagrada- apunté con el dedo a los tres, como si los estuviera acusando-. Lo único que haremos es entrar al templo y sellar la entrada a la ciudad... pero de eso nos vamos a encargar cuando estemos allí-los miré un momento y luego dije-. Vamos a ponernos nuestra ropa inglesa de nuevo. Tendremos que pasar por turistas que han perdido sus papeles para meternos en la embajada. Oh y no, no saldremos volando en nada.. por favor... no más de esas ideas.

 

Parecía que a Thomas no sólo le gustaba llamar la atención con sus hechizos fallidos, sino que también las pobres criaturas mágicas podrían sufrir en su presencia. Hubiéramos podido irnos en escoba, quizás, pero no quería que nos atraparan los guardias aéreos y nos detuvieran. No, mejor seguir el plan inicial de ir a la embajada.

 

Nos inmiscuimos entre un montón de turistas que acababan de bajar de un autobús y estaban por entrar a un museo muggle. Tomé de la cartera semi abierta de una dama un mapa de Turquía y un par de lentes oscuros que usé para colocar en mi cabeza, junto al pañuelo que antes había usado para cubrir mi rostro. También agarré algunos folletos que estaba entregando el ayudante del guía, escritos en francés, inglés, portugués, italiano y español.

 

-Con esto estamos... ahora, tenemos que llegar a la embajada y parecer preocupados- la última parte no iba a ser difícil.

 

Una cuadras después, nos encontramos frente a un edificio que no tenía nada particular más allá de su fachada turca, con sus azulejos de colores brillantes y el aroma a incienso que parecía colmar todo el aire alrededor. Unas gruesas rejas negras evitaban que cualquiera entrara al lugar y dos magos apostados en en la entrada impedían que los intrusos pasaran. Para los muggles, aquello no era más que un viejo edificio derruído e incluso los guardias parecían ser ignorados por los lugareños, pero los magos podían ver más allá de su fachada.

 

-Es aquí- dije, en un perfecto acento irlandés, mi lengua nativa.

 

Me giré hacia Niko, quien momentos antes se había tomado un Felix Felicis y asentí.

 

-Una vez que estemos adentro, debes pedir hablar con algún agente de cooperación mágica. Debes decirles que somos ciudadanos ingleses y que hemos perdido nuestros pasaportes y dinero, así como nuestro equipaje. Intenta parecer lo más... conciliador posible. Una vez que lo tengas distraído, podremos hechizarlo y usaremos la multijugos para que uno de nosotros se haga pasar por él y nos saque de aquí- le dije por lo bajo, mientras nos reuníamos los cuatro en círculo-. Si las cosas se complican, intentaremos desaparecernos. Pero tengan en cuenta que es la embajada, seguramente tenga hechizo anti-aparición.

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-Bueno, mejor no digo nada. Parece que están de excelente humor si no me escuchan- expresó el Gryffindor mientras agachaba la cabeza; tal parecía que su idea de usar dinero muggle de transacción a nivel mundial, como lo eran los dólares, no era opción para sus compañeros; por lo que se limitó a guardarlos nuevamente en su monedero, pensando en que a lo mejor hubiese sido una mejor alternativa contar con euros. -¿Multijugos? ¡Puaj! Nunca he bebido aquella poción; además dicen que sabe a pipí de troll añoso- comentó con cierto asco, tratando de rehusarse a utilizar aquel brebaje como solución a su problema de camuflarse con los muggles turcos y la guardia mágica de la zona. -¿Usar Confundus en el embajador? Pero profesora Macnair… no sería mejor usar una maldición imperdo…- fue lo que alcanzó a decir con ánimos de hacer alusión al hechizo Imperius, debido a que el gorro islamita que llevaba en la cabeza se cayó y cortó la frase que estaba anunciando en el mismo momento en que comenzaron una vez más a cambiarse de ropa.

 

Fue así que, posterior a la explicación de Cissy sobre aquello que realizarían estando en los territorios de aquel templo que daba ingreso a la ciudad sagrada, se inmiscuyeron entre un cúmulo de viajeros que descendían de un bus interurbano con intenciones de visitar un bello museo de la metrópoli; con el propósito de robar instrumentos que les sirvieran de ayuda para acudir a la embajada como turistas que habían extraviado su documentación. <<¿Qué fue lo que dijo?>> se cuestionó tras oír la frase de su profesora con un acento que no conocía; una vez que llegaron frente a un edificio de donde discurría un desagradable aroma a incienso que le provocaba un estornudo cada ciertos minutos expuesto al olor que tanto le fastidiaba. -Buena suerte, Niko- manifestó antes de desarmar el círculo que habían conformado los cuatro en la entrada de la delegación; anhelando que dicho trago de Felix Felicis que el Dumbledore había bebido con antelación, le sirviera de empuje para que todo lo que tenían que hacer allí dentro saliese a la perfección. <<Espero no ser yo el que tenga que tomarse esa repugnante poción>> pensó segundos antes de emprender la misión.

Editado por Enrick W. Ryddleturn
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- Diplomático... turistas... papeles... embajada - La tarea dada por Cissy no sería fácil, Niko intentaba recordar todo lo que le había dicho y tendría que esforzarse mucho para lograr hacer todo lo que ella le pedía, pero si quería aprobar la clase debería poner a prueba su imaginación y su capacidad de convencimiento.

 

- ¿Hechizar al embajador? - El Tonks esperaba que eso no fuera parte de su trabajo, ya era suficiente tener que engañar a algunos de los miembros de la embajada británica. Seguro alguno de sus compañeros o la misma profesora realizarían dicho encantamiento, aunque quizás Thomas y sus desastres no sería el más adecuado para realizar una tarea tan compleja e importantes.

 

Y justo Thomas dijo lo que menos quería escuchar el Knight - No, me niego a permitir que utilicemos una de las imperdonables sobre el embajador. No quiero ir a Azkaban por culpa tuya y de tus ideas poco buenas - Nuevamente lo fulminó con su mirada, sin duda se estaba ganando su odio y estaba comenzando a ganar muchos puestos en su lista de personas indeseables.

 

Niko sacó nuevamente su ropa y se vistió nuevamente, nuevamente parecía un inglés y él mismo. Estaba cansado de usar aquella ropa que ni suya era, así que no podía estar más feliz y lo mejor es que entraría a la embajada de su país, pero no precisamente por las razones correctas. Aunque todo podía ser peor, decían por ahí.

 

La profesora de la clase los llevó junto a un grupo de turistas que iban a entrar a un museo muggle y con mucha agilidad logró quitarle un mapa de Turquía y unos lentes oscuros a una señora - Vaya, se nota que no es la primera vez que hace una cosa como estas - Pensó, mientras observaba todo a su alrededor, Cissy había logrado conseguir algunos folletos que complementarían su actuación.

 

Según el folleto se encontraban en el Museo de las Artes Turcas e Islámicas, Niko estaba muy concentrado pensando en la historia que tendría que contar para poder acceder a la embajada británica. El grupo había comenzado a caminar, pero no decía nada, solo pensaba en todos los detalles y el orden de los hechos.

 

- Es aquí - Dichas palabras acabaron con la concentración de Niko, sabía que el gran momento había llegado, por suerte su conocimiento en Idiomas le permitía entender varios de ellos y diferentes acentos, incluyendo el irlandés. Atentamente escuchó las últimas indicaciones de la profesora de la clase - Agente de cooperación internacional... conciliador... hechizarlo... multijugos - Todo era claro y esperaba que no tuvieran que recurrir a su última opción, en caso de necesitar desaparecer sería porque todo iba a mal y la culpa sería suya.

 

- Muy bien, es hora - Niko comenzó a caminar ignorado por completo lo dicho por Thomas. Sus acompañantes lo siguieron, mientras él respiraba y pensaba una y otra vez en todo lo que tendría que decir. En su mente la historia era perfecta pero no sabía cuál sería la reacción de los miembros de la embajada.

 

- Buenas tardes - Dijo observando fijamente a uno de los guardias sin perder su cara de desesperación que había estado practicando en el camino - Necesitamos su ayuda, acaban de robarnos todas nuestras pertenencias, incluyendo nuestros pasaportes y todo nuestro dinero - Agregó, su cara iba cambiando poco a poco, casi al punto de ponerse a llorar.

 

- Estábamos intentando entrar al Museo de las Artes Turcas e Islámicas y un señor se acercó para ofrecer un producto y nos robó todo lo que teníamos. Mire, aquí tenemos los folletos que nos dieron a la entrada junto con un mapa del país. Es todo lo que nos han dejado - Su voz comenzó a ser más débil, si no lograba aprender Leyes Mágicas, al menos lograría aprender a ser un actor.

 

- Nos podría dejar ingresar para hablar con un Agente de cooperación internacional. Necesitamos hablar con ellos, no tenemos nada. Ni las tarjetas para ingresar a la habitación nos han dejado, hemos tenido que caminar desde allá para llegar hasta este lugar - Agregó, su historia había resultado un poco convincente al menos para los guardias, quienes abrieron las puertas y los dejaron entrar. No obstante, nada aseguraba que les dejarían hablar con el Agente.

 

- Al menos hemos logrado entrar - Susurró mientras caminaba junto con sus compañeros hasta la puerta principal del lugar en donde se encontraba una bruja esperando. Seguro ella sería la encargada de recibir nuestra petición y la encargada de decidir si era necesario hablar con un Agente o no, pero Niko sabía que era necesario y tendría que lograrlo como fuera.

Editado por Niko Uzumaki

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El alquimista del futuro tomó unas gafas negras y se cubrió los orbes esmeraldas antes de ingresar a las inmediaciones de la embajada; no olvidando coger unos cuantos folletos que habían conseguido del tumulto de muggles a las afueras del Museo de las Artes Turcas e Islámicas. Estaba un poco nervioso, pero era normal en él; debido a que sus emociones afloraban a pelos cuando estaba haciendo algo que era incorrecto o moralmente mal visto por el común de las personas; él era un mago de valores bien instaurados, y lo que estaban a punto de cometer era de cierta manera un crimen. -Buenas tardes- saludó igualmente a los guardias a la entrada del edificio diplomático, quedándose absolutamente quieto cuando Niko se decidió a hablar con uno de ellos con tal de explicarles el motivo de su visita inesperada.

 

La actuación de su compañero era verdaderamente magistral; si el jurado cosmopolita de los premios más codiciados por el mundo hollywoodense lo estuvieran viendo detrás de una pantalla, seguramente se ganaría un Óscar. <<No sabía los dotes que tenía como actor>> pensó para sí mismo el Gryffindor, no pudiendo controlar el bosquejar de una pequeña sonrisa en su níveo rostro tras imaginar al Dumbledore subiendo a los escenarios muggles para recibir su estatuilla dorada. Pero fue cuando el Tonks nombró al agente de cooperación internacional, que el mago recobró la compostura y la seriedad del asunto; escapándosele (de vez en cuando) un estornudo debido al fuerte aroma del incienso que impregnaba el distrito de aquel repugnante olor hostigador. Luego de aquel convincente relato, los escoltas los dejaron avanzar a través del umbral de ingreso al establecimiento mágico; encontrándose de frente con la bruja recepcionista.

Editado por Enrick W. Ryddleturn
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Casi miró con suficiencia a Thomas cuando, tanto su abuela como Niko, aprobaron su idea de usar poción multijugos, feliz de haber aportado algo más útil que salir volando en un hipogrifo en un país donde no eran menos que indeseados. Por supuesto, Cissy y Niko seguían viendo la forma de hacer las cosas tan legal como fuese posible, y, aunque todavía pensase que era más fácil robar la documentación de alguien más, debía reconocer que mientras más se apegasen a las vías adecuadas, menos probable sería que llamasen la atención; siempre y cuando ignorasen la parte de hechizar al embajador.

 

—Bien podríamos ir a dar un paseo por la dichosa ciudad sagrada, darle un buen uso a la sangre de Thomas, parece que no le llega al cerebro —bromeó en un susurró mientras volvían a acomodarse en sus propias ropas, antes de ir a “tomar prestados” los elementos necesarios para su engaños. Por su parte, también consiguió unos lentes, era algo muy de turistas, ¿no? Además se las arregló para hacerse con un gorro de hombre, no para ella evidentemente, sino para ocultar el llamativo cabello del Gryffindor justo antes de entrar a la embajada. Debía reconocer que, por primera vez desde que se encontrasen en la Universidad, estaba de acuerdo con él en cuanto al hacer uso de la maldición Imperius; les facilitaría las cosas y ahorraría tiempo, así que, por un momento le tomó de sorpresa la firme negativa del Tonks al respecto.

 

Como mortífaga, estaba tan acostumbrada a las maldiciones imperdonables, que a veces olvidaba el fuerte rechazo hacia éstas en la comunidad mágica en general, tan arraigado que el mago desechaba la primera buena idea que daba su compañero, incluso en semejante situación. Sin embargo, la Macnair lo tendría en cuenta. Niko estaba allí para aprender de leyes, ella de maldiciones, ¿por qué no practicar?

 

Aun así, prefirió no decir nada, se concentró en memorizar el acento de su abuela; si bien lo había escuchado durante la mayor parte de su infancia, era extraño hacerlo después de pasar tanto tiempo rodeada de ingleses. De igual manera, posiblemente sin servir de más, siempre y cuando hablase con cualquier acento británico, le ayudaba a mantener la mente en otras cosas, aunque ya estuviese planeando su futura fuga en caso que el plan no resultase.

 

—No llames la atención —susurró caminando tomada del brazo de Thomas, mientras observaba, a su parecer, la patética actuación de Niko. ¿Qué era eso de tarjetas para ingresar a la habitación? Seguro había en Turquía al menos una posada mágica que no necesitase de aquellos medios muggles. Tuvo que esforzarse en mantener un rostro preocupado y no mostrar el desprecio que sentía mientras continuaba murmurando para el torpe mago—. Serás tú quien tome la multijugos, no me importa si sabe a moco de troll. Te comportarás y no harás ninguna locura, de lo contrario, te juro que te mato.

 

Le dirigió una mirada a su abuela, deseando que entendiese la idea detrás de las cortas indicaciones. Sabía que ella y el otro mago podrían dudar que el pelirrojo fuese capaz de cumplir con tan importante papel, ella misma desconfiaba terriblemente de las capacidades de su compañero, pero no tenía otra opción. Si todo salía mal, Cissy y Niko serían capaces de escapar; ella podría no ser la bruja más poderosa, pero al ser pelinegra, sería fácil perderse entre la multitud; en cambio Thomas, con su cabello pareciendo fogata andante, no lo tendría tan fácil, necesitaba la multijugos. Si bien hubiese preferido que les esperase lejos de la vista de los empleados de la embajada, era demasiado tarde para eso o evitar que saludara. Al menos había alcanzado a cubrir parcialmente su cabellera con el gorro robado, solo esperaba que no se le ocurriera invocar un patronus o algo más que le hiciese memorable.

 

Con el olor a incienso haciéndose cada vez más insoportable, decidió alejarse de Gryffindor y sus alergias, rebuscando disimuladamente su varita entre sus bolsillos en caso de resultar necesaria para “convencer” a la recepcionista.

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Niko estaba tan concentrado en hacer bien la tarea que le había encargado Cissy que había comenzado a ignorar a su compañeros, incluyendo sus peleas dignas de dos niños pequeños. Capaz podrían aparecer en una comedia muggle sobre niños discutiendo, tenían los papeles ya solo necesitaban un poco de ayuda para verse más jóvenes y con magia no resultaría muy difícil cambiar su forma física.

 

- Buenas tardes señorita - El Tonks comenzó a hablar con la recepcionista que parecía mucho más fácil de convencer. Su trabajo terminaría cuando lograran hablar con el agente de Cooperación Internacional, en dicho momento sus compañeros o su profesora serían los encargados de hechizarlo. Niko se negaba del todo a realizarle un encantamiento a un miembro de la embajada británica y más si resultaba ser un diplomático.

 

- Tal como le informaba al guardia, nos han robado y nos hemos quedado sin nuestros papeles, el dinero y todo lo necesario para poder sobrevivir en este país. Nos gustaría hablar con un agente de Cooperación Internacional para que nos pueda ayudar a salir del país y regresar a Inglaterra - El Knight no podría indicarle a qué parte del país irían dado que no quería darle a conocer sus identidades, aunque sabía que sería mucho más fácil si daban a conocer sus cargos en el Ministerio de Magia, especialmente el de Cissy.

 

- ¿Y por qué justo con un agente de cooperación internacional? - Preguntó la mujer, si Niko fuera ella tampoco le permitiría hablar con uno de ellos, pero tendría que inventar una historia creíble pero que no diera a conocer su identidad. Aunque había pensando una muy buena, relacionada con la corona británica, los muggles que controlaban las relaciones diplomáticas del Reino Unido mientras que su Primer Ministro se encargaba de ser el Jefe de Gobierno.

 

- Resulta que el joven que me acompaña es el Enlace del Ministro de Magia con la Reina Isabel II - La mujer no estaba tan informada de ese tipo de cosas, dado que el Ministro tenía muchos asesores y no todos eran conocidos así que no tendría que realizar muchas preguntas. Aunque tampoco sabía que dicho cargo no existía y no había ningún enlace. Si el Ministro debía hablar con la Reina lo hacía personalmente, no a través de otra persona - Y debemos llegar al Reino Unido lo más pronto posible, mi amigo tiene un evento muy importante con todos los miembros de la corona británica - El Dumbledore la miró con mucha seriedad, sabía que había dicho muchas mentiras en los últimos segundos. Thomas no conocía a la Reina y quizás nunca lo haría, pero necesitaba inventar una historia.

 

- Está bien, entiendo su situación. Voy a guiarlos a la oficina de uno de nuestros asesores - La bruja era muy ingenua y había creído toda la historia de Niko. El mago sonrió y miró a todos sus acompañantes, esperando que entendieran que pronto sería su hora de hacer algo por sus vidas y encantar al asesor.

 

- Perfecto - Agregó - Espero que podamos salir de Turquía lo más pronto posible - Pensó, solo quería volver a Londres para realizar sus actividades cotidianas, abandonar su país, su casa y su lugar de trabajo no lo tenían muy feliz y menos para tener que realizar dicha aventura.

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-Claro que no pretendo llamar la atención, Joana; pero si continúas reprendiéndome como a un niño de menos de cinco años... créeme que pensaré en la patética opción de hacerlo para que todos nos ganemos una hermosa celda en Azkabán… ¿Qué te parece la idea?- bufó el mago hacia su compañera, al mismo tiempo que se acomodaba el gorro que ésta le había tendido con tal de ocultar su rojiza y ondulada cabellera; y también las gafas que se habían corrido unos centímetros luego de que la Macnair le tomara del brazo por sorpresa. Fue en eso que un nuevo estornudo alérgico brotó exageradamente, instando a la bruja de mirada penetrante para que se corriera de su lado por lo dramatizado que resultaba ser el proceder del inefable ante el incienso que impregnaba todo el ambiente de la embajada. <<Suena muy convincente>> pensó tras oír las explicaciones que Niko le daba a la recepcionista, esperando que la mujer no demorase mucho tiempo en darles el pase para platicar con el agente de Cooperación Internacional, pues las horas pasaban y el período de resguardo del templo se agotaba frente a sus narices. <<¿Pero qué es lo que dice este idio…>> meditó para sus adentros cuando el Dumbledore comunicó a la secretaria acerca de la supuesta identidad del Gryffindor y un nexo directo con la Corona Británica. -Es todo cierto- se limitó a decir, incentivando a que la bruja comprendiera la situación.

 

-Gracias a Merlín- exclamó una vez que la señorita decidió guiarlos hasta el asesor, quien era el próximo blanco del grupo de magos. -Cissy… ¿Qué sigue ahora? Yo no quiero que me den esa cosa asquerosa para beber, ni menos tener que hacerme pasar por un tipo que seguramente es un gor…- alcanzó a susurrar hacia su profesora; ya que la mujer que les había permitido el paso ahora les abría la puerta del hombre a quien buscaban; humano que claramente era adicto al shawarma y todas esas cosas grasosas que a ciencia cierta le habían hecho subir unos cuantos kilos. -La obesidad es mala compañera- masculló en dirección a Joana, no pudiendo evitar soltar una risita burlona al analizar de cerca la inflada figura de quien los escucharía en unos segundos. -Buenas tardes… soy Nabih Chadud, agente de Cooperación Mágica de Turquía. Tomen asiento… ¿En qué puedo ayudarles?- manifestó el regordete tras el escritorio que cubría parte de su enorme panza, al mismo tiempo que se rascaba su acentuada narizota que probablemente le permitía olfatear hasta el más mínimo detalle de la comida antes de lanzársela a la boca de un único mordisco.

Editado por Enrick W. Ryddleturn
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