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vs Morrighan McKenna


That is not my name
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Cuando ingresé al interior de aquel recinto, me quedé un momento en la puerta de entrada con una amplia sonrisa, me encantaba lo que tenía en frente de mi y era un placer el poder haber arreglado un encuentro duelístico en un sitio como ese. Rápidamente baje las escaleras para llegar al centro del lugar, bajando unas 32 escalones aproximadamente.

 

Me subí de inmediato al cuadrilátero que se alzaba a un metro del suelo para acomodarme en una de las esquinas de aquel ring que se utilizaba normalmente en la lucha libre. Cada lado media ocho metros, la distancia máxima que podríamos tener en las diagonales, y nos podíamos recargar en cuatro cuerdas que estaban suspendidas entre las esquinas de aquel sitio de pelea, lo suficiente tensas para que soportaran nuestro peso de manera cómoda y flexible.

 

Saqué mi varita de entre mi amplia y bombacha túnica rosa fosforescente que llevaba grabado varias imágenes de la cultura mexicana, una sociedad que me parecía fascinante y que de la parte mágica seguía teniendo muchas costumbres prehispánicas que enriquecían a los magos y brujas modernos.

 

Alcancé a observar la llegada de mi rival y, de manera rápida, le hice una reverencia como muestra de respeto y agradecimiento por acudir a tiempo a nuestro duelo; sin embargo debía de ser más astuto que él, por ello lancé mi primer movimiento esperando poder ponerlo en desventaja en las primeras etapas de nuestro encuentro para que no nos tardáramos mucho en dicho lugar. Quien sabe, tal vez llegarían los luchadores antes para prepararse y decidieran ayudarnos... quizás sólo eran fantasías mías.

 

- ¡Langlock! - Un hermoso y potente rayo anaranjado salió de la punta de mi varita para impactar en el pecho de mi contrincante y, de esa forma, que sufriera los efectos de mi conjuro, limitándose a manar hechizos no verbales durante una cantidad de tiempo considerable.

 

Nuestro enfrentamiento apenas daba inicio y la adrenalina comenzaba a ser bombeada por todo mi cuerpo, la emoción que sentía al lanzar mis hechizos era indescriptible, sólo esperaba lo mejor para ese día y que pudiéramos demostrar nuestras mejores habilidades en el duelo.

 

@Morrighan McKenna

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Morrighan caminaba con algo de inseguridad. Pisaba cada escalón con cuidado de no caerse, pero incapaz de aferrarse a la baranda. Había algo de aquel lugar que no le gustaba, presentía que nada bueno les esperaría si se quedaban allí mucho tiempo. El suelo era gris, de concreto, y las paredes antes blancas ahora se veían amarillentas y algo descuidadas. En el centro: el cuadrilátero, donde su oponente ya la esperaba. Los rastros de sudor se olían en el ambiente, mezclado con el olor a humedad. No se sentía reciente, pero seguramente el lugar todavía estaba en uso y se realizaba ejercicio allí periódicamente. No pudo contener una mueca de asco, aunque su cara venía expresándolo desde el momento en que había entrado.

 

Corrió las cuerdas para subirse al cuadrilátero, y agachándose pasó por entre medio de ellas. Agradeció no haber traído una túnica, y estar con sus pantalones de jean y sweater verde, o podría haber quedado enganchada. Era demasiado pronto como para quedar en ridículo. Llevaba unas sandalias, que a pesar de que no quería pisar ni tocar nada de lo que se encontrara allí, dejó a los pies del cuadrilátero, bastante lejos de ella, como a unos cinco metros. Luego de hacer un inventario mental de todo lo que había alrededor, respondió la reverencia.

 

Tres cajas, una del tamaño de un zapato, otra mediana, y otra más o menos de un metro por un metro se encontraban a corta distancia de Ishaya. La más lejana era la grande, a unos tres metros, mientras que la pequeña estaba a dos o tres pasos de él. Del techo colgaban varios sacos con arena, pero el único que estaba accesible era uno que parecía el más viejo de todos, justo en el medio de ambos. Detrás de ella, a dos metros, sólo había una caja del tamaño perfecto para que ella entrara cómodamente dentro. Después, no había nada más a la vista.

 

- Protego - Había tratado de pensar en otros hechizos que pudiera usar para evitar defenderse. Después de todo simpemente era una lengua pegada, y mantener silencio un rato. Pero no se le ocurría nada interesante para hacer sin hablar, todos los movimientos disponibles eran rayos y estos dejarían espacio suficiente como para que aquel mago la atacara peor. Por esto al final de cuentas pronunció aquel hechizo con algo de fastidio, absorbiendo el Langock que viajaba hacia ella y dejándola libre de cualquier síntoma. Todavía no podía creer que hasta hacía poco tiempo nunca se había percatado de aquel hechizo, resultaba increíblemente útil.

 

- Pues ahora sí Morphos - esta vez con más entusiasmo es que la bruja convirtió uno de los zapatos del chico en una viuda negra jóven de pequeño tamaño que inmediatamente al quedar sobre su pie desnudo lo dejó infectado de su veneno mortal, obligándolo a curarse pronto si no quería ser víctima de una muerte lenta y dolorosa. Había considerado hacer esto antes de defenderse, y aguantar los efectos del rayo impactado, pero un panorama tan aburrido en el que simplemente tuviera que quedarse esperando a que volviera a atacar, era desolador. No se sentía demasiado conforme con su estrategia, pero hacía lo que podía. El duelo recién comenzaba y aún faltaba mucho por verse.

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- ¡Morphos!

 

Después de observar que el escudo mágico de mi compañera de bando absorbiera mi rayo, lancé el efecto directamente en sus jeans para transformarlo en una hermosa viuda negra, que aparecería en su cadera, arriba de sus glúteos para inyectarle su veneno. Sí, podría defenderse del animal pero me gustaba arreisgarme.

 

Y no lo hizo. Mi araña aiyectó su veneno y subió por us espalda hasta quedar en medio de la misma, lejos de estar con la posibilidad de que la pudiera quitar con un movimiento de su mano, mientras que ella transformaba uno de mis zapatos en otro arácnido aprecio, por lo que simplemente la tiré al suelo y la pise con el pie que mantenía cubierto sin recibir la mordida de aquella criaatura para quedar libre de sus efectos mortales.

 

Continué con mis movimientos, esta vez disparando un potente rayo color narajna de la punta de mi varita sin pronunciar palabra alguna, un babosas que impactaría en el pecho de mi contrincante para producirle un efecto espantoso en su estómago para que comenzara a expulsar a esos pequeños insectos escurridizos, impidiéndole hablar durante el resto del duelo.

 

No había legido ningún hechizo demasiado dañino, al final de cuentas estábamos entrenando por lo que debía de cuidar de mi compañera inclusive en esa situación.

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En aquel momento las condiciones de ambos duelistas eran parejas, sin contar que la única que estaba en ropa interior era ella. Eso no era algo relevante en un duelo, pero sin dudas mostraba mucho más de su cuerpo de lo que estaba dispuesta. Dio varios manotazos con ambas manos, por arriba y por abajo, pero no había manera de que lograra agarrar a aquella araña que se movía unos pasos cada vez que se acercaba a agarrarla. Finalmente, se rindió. Miró fijo al mago, y se tiró al piso de espaldas. Lejos de hacerse daño, sintió como un bulto crecía en su espalda. Claramente aquella viuda negra que se había creído tan inteligente como para evadir sus ataques, había vuelto a su estado original de pantalón. Morrighan no podía considerarse una bruja particularmente pesada, pero era lo suficiente para aplastar a aquella criatura.

 

- Morphos - dijo nuevamente. Pero aquella vez no era para atacar a Ishaya, sino apuntando a sus recién transformados jeans. Sabía que en algún momento se arrepentiría de no haber utilizado alguna otra cosa y quedarse cubierta, pero en aquel momento poco le importaba. Estos inmediatamente se redujeron hasta quedar de forma irregularmente circular sobre la mano de la bruja. Aquel bezoar marrón verdoso, que Morrighan no dubitó ni un segundo en consumir, eliminó todos los efectos del veneno que le había inyectado aquella araña, dejándola libre de todo daño. Se sentía casi mejor que cuando había llegado, esto estaba siendo muy fácil. Incluso demasiado, quizás. Había tenido la esperanza de que aquel mago sería un desafío, pero no había nada de extraordinario por el momento. Esperaba que estuviera guardando sorpresas, y no haciéndola perder el tiempo.

 

Sin embargo, segundos después de que la bruja se curara recibió un nuevo golpe. Sabía que aquello vendría si no se protegía, pero prefería asegurarse de que aquel veneno no seguía corriendo por sus venas antes de poder intentar cualquier otra cosa. Después de todo, un par de babosas no eran gran cosa. Pensando un simple Finite Incantatem volvió a la normalidad. No sólo todavía no había llegado a vomitar ninguna babosa, sino que ya no lo haría, porque el maleficio estaba roto. Era cierto que había perdido la oportunidad de atacar a su oponente, pero qué más daba si ella había logrado salvarse de dos cosas que le dificultarían continuar. Aquel tenía aspecto de ser un mago experimentado, aunque el rosa le quitaba demasiada seriedad. Quería enfrentarse a él en las mejores condiciones que le fueran posibles.

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Pensé de inmediato en un zancadilla luego de ver a mi contrincante transformar su ropa en un bezoar para librarse del veneno que había recibido gracias a mi arácnido, un movimiento que le permitiría estar en condiciones iguales dentro de aquel enfrentamiento así que mi efecto, el lazo en sus tobillos, me daba la oportunidad de mantenerla en una misma posición tumbada en el suelo para asegurar un poco mi estrategia en esos momentos.

 

Hubiera preferido intercambiar unas palabras con la bruja, llevar una conversación para que entendiera que no tenía anda en contra de ella y que esto solo era por entrenamiento, sin embargo había aprendido a base de golpes, duros golpes, que lo mejor era reservarse en ese aspecto cuando se encontraba uno en una situación de batalla.

 

- ¡Expelliarmus! - Lancé con potencia hacia el cuerpo de mi contrincante, expulsando un potente rayo color escarlata de la punta de mi varita directamente al cuerpo de mi contrincante para que, a su impacto, se desprendiera de su varita y esta volara a cinco metros de distancia de su ubicación actual.

 

Tenía dos opciones, elegir protegerse del rayo o quitarse ese impedimento de las piernas, en cualquiera de los dos casos tendría que gastar movimientos para su defensa y yo preocuparme de continuar con una ofensiva marcada, paulatina, dejándola con menos probabilidades de accionar en aquel campo de batalla.

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Era una suerte que hubiera podido tragar su bezoar antes de caer de espaldas al suelo. Habría sido muy desafortunado que con el impacto contra el suelo la mano de la brujo se hubiera aflojado, liberando el bezoar antes de poder curarse. Por suerte aquel no era el caso, y la bruja simplemente quedó sentada en el piso, apoyando su espalda contra las cuerdas que delimitaban el cuadrilátero. Miró sus piernas entrelazadas mágicamente, y luego miró a su contrincante con desconcierto. No entendía para qué había hecho aquello, si no inclinaba la balanza hacia ningún lado, pero tampoco se preocupó mucho. Si aquel mago tenía una estrategia en aquel momento ella no podía verla, a sus ojos él simplemente había perdido una acción.

 

Sin embargo, esto no duró mucho tiempo. Enseguida Morrighan vio cómo un expelliarmus se acercaba velozmente, de manera que dijo - Protego - invocando un escudo transparente, que absorbió por completo el rayo que venía hacia la bruja, permitiéndole conservar su varita. Por el momento todo parecía estar más o menos calmado, ya que ninguno de los dos magos estaba pudiendo sacar una gran ventaja. Eso significaba que sus habilidades eran parejas, lo cual decepcionó un poco a la bruja. Ella siempre esperaba competir con los mejores duelistas que hubiera, aunque le costara la vida, pero en aquel caso al parecer su juicio había sido equivocado. Igualmente siempre apreciaba una buena batalla, aunque fuera con un principiante, pero esperaba que su oponente la sorprendiera con trucos bajo su manga.

 

- Sectusempra- exclamó sin elevar el tono de voz. Aquel encuentro todavía iba demasiado calmado, de manera que Morrighan quería acelerar un poco las cosas. Quizás con eso lograría provocar a su oponente como innumerables veces había hecho, y se ganaría un buen par de ataques. Entrecerró un poco los ojos para enviarle una mirada desafiante al muchacho. "Vamos, vamos. Tirame con todo lo que tengas, mostrame que no estoy desperdiciando mi tiempo". Aquel rayo escarlata ya iba en viaje, prometiendo abrir la piel de Ishaya con cortes tan profundos, que pasados unos pocos segundos si no hacía algo para remediar su situación, acabaría muriendo. No existía en su repertorio un hechizo más letal que aquel.

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Perfecto, estaba en mis manos ese encuentro.

 

- ¡Expelliarmus!

 

Un potente rayo escarlata apareció de nuevo en la punta de mi varita para atravesar la distancia que nos separaba a ambos, mientras que ella también lanzaba su ataque provocando que ambos tuviéramos un intercambio de daños en ese momento. Yo sentí como varias heridas en mi cuerpo aparecían para hacerme sangrar, hecho que provocó un ligero gruñido en mi garganta pero, al mismo tiempo, una sonrisa apareció en mi rostro.

 

Mi compañera de duelo había soltado su varita, mi conjuro provocó que saliera volando de sus manos cinco metros lejos de ella, hacia un costado, cayendo de inmediato fuera del cuadrilátero. Aproveché el momento para pensar en una curación para liberarme de los males del sectusempra, cerrar las heridas y continuar con mis movimientos ahora que podía, dejándola un tanto acorralada en ese momento. Irónico, en verdad.

 

- ¡Accio varita de Morrigan! - Y en seguida, sin ningún problema, tuve en mis manos la varita de mi contrincante al estar en el tiempo preciso dentro de nuestro enfrentamiento. - ¿Sorprendida?

 

Mi respiración se había agitado, pero lo había logrado. La primera parte de nuestro entrenamiento estaba concluyendo dejando un salgo bastante limpio en esos momentos.

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