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Prueba de Animagia #3


Suluk Akku
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Un nuevo alumno había logrado finalizar sus estudios sobre Animagia, pero aún no había obtenido su anillo. Nathan tendría que enfrentar la prueba dentro de la Gran Pirámide en cuyo interior se encontraba el Portal de las Siete Puertas, el cual se abriría y se mantendría estático tan pronto Suluk activara la magia del lugar y le entregara el anillo del aspirante - Todo está listo - Susurró, tendría que ubicar cada una de las pruebas en la isla para que su alumno pudiera atravesar todo y lograr llegar hasta la Gran Pirámide. Su collar también tenía preparadas algunas sorpresas que dejaría en el camino.

 

La arcana adoptó la forma de una gaviota ártica para atravesar desde su casa hasta la parte más externa de la Isla en donde ubicaría el primero de los obstáculos para el Weasley. Su vuelo era bastante natural y no parecía que fuera una bruja convertida en animal, era una de sus actividades favoritas y quizás por eso era su transformación más común - Ya tengo una idea - Su mente seguía pensando mucho en lo que pondría en la isla para que el Weasley pudiera demostrar sus conocimientos, el primer obstáculo debía ser el más complicado y lo había pensado muy bien.

 

Aterrizó con mucha gracia e inmediatamente invocó su Vara de Cristal de 2 metros de altura y que terminaba con la cabeza de Amarok, el Espíritu del Gran Lobo. Su color blanco azulado y brillante generaba destellos muy bellos, al igual que los que generaba su collar al capturar gemas - Espero que me ayudes - Pensó, el Gran Lobo era el encargado de producir los hechizos que generarían los obstáculos, así que necesitaba mucho de él para que todo quedara perfecto y tal como lo deseaba. Aunque siempre había estado a su lado par ayudarle.

 

- Un Kappa - Su Vara hizo aparecer dicha criatura japonesa que no permitiría que Nathan pasara, así que tendría que realizar un muy buen plan para evitarlo y poder ingresar al Bosque - Espero que luches lo suficiente - La arcana no quería que la criatura hiciera que la tarea fuera muy fácil, deseaba que fuera la más difícil y la que más retos le generara al Weasley. Nuevamente adoptó la figura de una gaviota y comenzó a volar por encima de la Isla. Ella podía hacerlo dado que había demostrado sus conocimientos en la prueba para ser Arcana, solo los aspirantes tenían que pasar por los obstáculos y necesitaban una invitación para acceder al laberinto natural formado por árboles.

 

El primer obstáculo estaba listo y el momento de avanzar había llegado, la anciana se encontraba en el aire en busca del lugar más apropiado para el siguiente. También lo tenía muy bien planeado y deseaba que fuera tal como se lo había imaginado, el dominio que tenía sobre el clima era increíble y lo utilizaría para generar una barrera muy grande para su estudiante - Este es perfecto - Nuevamente aterrizó, esta vez en un claro que había entre los árboles - Será una gran barrera - Suluk había adoptado nuevamente su forma humana, estaba muy agradecida al no tener que caminar para atravesar el bosque y el laberinto caminando.

 

- Hielo - Su Vara de Cristal había aparecido nuevamente en sus manos y comenzó a lanzar muchos destellos, poco a poco fue formando una barrera de hielo muy grande. Nathan tendría que buscar la manera más adecuada para lograr acceder al otro lado de la misma. No obstante, era tan gruesa que no bastaría con golpearla para romperla, tendría que pensar en algo mucho más creativo, dado que su forma animal le impedía volar - Es perfecta - Murmuró la mujer, le encantaba ver lo que podía crear con un poco de dominio del clima y de la ayuda del Gran Lobo. El último obstáculo ya estaba construido así que solo tenía que realizar un encantamiento adicional.

 

La entrada del laberinto se encontraba al otro lado de la gran barrera de hielo que acababa de crear, su Vara de Cristal emitió un destello. El laberinto solo podría ser cruzado caminando y tendría que recorrerse por completo para poder llegar a la Gran Pirámide, Nathan no podría utilizar su forma animal para crear huecos que le permitirían avanzar mucho más rápido. Era algo relativamente sencillo, pero el laberinto era muy largo y podría ser una tarea muy larga de realizar - Eso es todo, ya puedo ingresar a la Pirámide - Nuevamente tomó la forma de una gaviota ártica y comenzó a volar en busca del lugar en el que se encontraba el Portal de las Sietes Puertas, allí esperaría a Nathan.

 

La Gran Pirámide era muy vieja y guardaba una magia demasiado antigua y poderosa. Su puerta solo permitía acceso a los arcanos, sus anillos guardaban tanta magia que les permitía abrir la puerta con solo tocarlo. Suluk tocó el anillo con uno de sus dedos y observó atentamente el movimiento de la misma. En el interior se ubicaba la estrella de las cinco puntas sobre el suelo siento parte del Ouroboros. Había pasado el tiempo suficiente para que el Weasley pudiera pasar los obstáculos y así fue - Bienvenido - Las palabras de la arcana denotaban emoción, había adquirido un sentido maternal con el joven mago pero debía comportarse y realizar la prueba como a todos los aprendices.

 

- Sé que ya aceptaste la prueba, pero hay algo que debo preguntar de nuevo. ¿Estás preparado para realizar la prueba de la Animagia? Debes haber leído los siguientes documentos El Portal de las Siete Puertas y Breves apuntes sobre las Pruebas de las Habilidades y sabes que la prueba no será fácil - La arcana hizo una leve pausa - Si tu respuesta es afirmativa, podré entregarte el anillo del aspirante y la Prueba se activará. Solo recuerda que una vez haya empezado la prueba, no puedes abandonar el portal hasta terminar la prueba - La arcana tenía que asegurar que el joven entendiera todos los peligros de la misma para que pudiera tomar la mejor decisión.

 

- Además, debes tener en cuenta que si decides abandonar la prueba, el portal no te va a permitir pasar en una próxima ocasión. Así que si decides rechazarla justo ahora, tendrás dos oportunidades más para realizarla - La arcana dejó de hablar para escuchar la respuesta de su aprendiz, dependiendo de ella le entregaría el anillo del aspirante - De todas formas, si tienes dudas es mejor que las hagas ahora.

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El momento había llegado mucho más rápidamente de lo que el Weasley había pensado originalmente, dado que tan solo días atrás había abandonado aquel pueblo ruso al cual la Arcana lo había llevado con la consigna de aguardar pacientemente hasta que el momento de iniciar la prueba llegase. Sin embargo, a pesar de que había tenido en mente esperar semanas, se sorprendió gratamente cuando la invitación se apareció frente a él una mañana de Junio. Ni siquiera se preocupó por no estar preparado, sabía que de todas las cosas que podía hacer, ninguna lo ayudaría a sentirse mejor respecto de la prueba.

 

- Allá vamos - dijo, en cuanto se apareció en los ateneos correspondientes de la Universidad Mágica, a donde había sido citado.

 

A pesar de concurrir frecuentemente a la Universidad en su labor como docente de conocimientos, nunca antes había visitado aquella parte de los terrenos de la vieja institución mágica. Se trataba de una especie de isla rodeada por una sustanciosa masa de agua que escondía en su núcleo una alta pirámide que podía ver a lo lejos acompañada de una espesa vegetación que la rodeaba en sus trescientos sesenta grados y que complicaría la llegada del Weasley a la misma. Suspiró por lo bajo mientras se acercaba a la isla, a sabiendas de que esta aventura no sería tarea fácil.

 

Pasaron unos cuantos minutos hasta que finalmente llegó al borde de la isla para encontrarse con que el lecho de agua que lo separaba de la orilla opuesta y de la isla propiamente dicha tenía unos dos metros de ancho. Hizo unos pasos hacia atrás, decidido a pegar un buen salto para lograr llegar al otro lado sin mayor problema, cuando notó la presencia de una oscura criatura mágica en la superficie del agua, cuyos tentáculos emergían y desaparecían violentamente en la superficie del agua. Nathan los había visto en su clase de Cuidado de Criaturas Mágicas: un Kappa.

 

El initié recordó todo lo que sabía sobre aquellas demoníacas criaturas: se alimentaban de la sangre humana, la cual gustaban de extraer por medio de estrangulamiento de las víctimas que caían sobre las aguas que habitaban. Oriundas originalmente de Japón y Mongolia, aquellas criaturas no se encontraban en su hábitat natural, pero estaba seguro de que la magia de la arcana que lo había convocado hasta allí sería lo suficientemente poderosa como para hacer que ello fuese insignificante para la criatura: su poder se vería intacto y no daría margen de error. Después de todo, él estaba allí para demostrar su valía.

 

- ¡Reducio! - dijo sin más Nathan tras pensarlo durante unos momentos, apuntando con su varita hacia la criatura, que se encogió tres veces hasta tener el tamaño de apenas un frasco.

 

Con aquella amenaza fuera de su camino, Nathan saltó el lecho de agua y llegó hasta el otro lado de la isla aterrizando en cuclillas para aminorar el impacto del golpe sobre sus rodillas. Miró hacia atrás, observando como el Kappa emitía un ruido desagradable a modo de queja por haber perdido una potencial víctima, más siguió caminando en dirección al bosque, acercándose cada vez más hasta la pirámide que sabía era su objetivo final... allí debía llegar si quería comenzar la prueba; allí debía llegar si quería convertirse en un verdadero animago.

 

El tiempo se volvió como arena líquida, dado que quince minutos pasaron rápidamente hasta que el Weasley llegó a un claro en el medio de aquel enorme bosque cuya vegetación crecía de manera atemorizante en densidad con cada paso que daba. Allí, su camino se vio obstaculizado por una gran barrera cuadrilátera de hielo que se extendía perpendicularmente al suelo desde este hasta el cielo, haciendo que fuese imposible para Nathan pasar hasta el otro lado. Un obstáculo más... Piensa, ¿qué puedes hacer aquí? Debe de haber una salida >> se dijo.

 

En aquel momento lamentó no transformarse en un halcón, dado que eso lo llevaría fácilmente hacia el otro lado. No obstante, estaba seguro de que si originariamente su forma animaga fuese un halcón, Sulukk hubiese encontrado la forma de ponerlo a prueba al igual que ahora. Pensó también en la posibilidad de cavar un hoyo hasta el otro lado y saltear la barrera de ese modo, pero los coyotes no eran animales que se distinguiesen por su habilidad de cavar, y estaba seguro de que no sería tan fácil. Una vez más, tendría que recurrir a la magia pero.. ¿cómo destruír aquella barrera de hielo?

 

- ¡Incendio! - soltó, con la varita apuntada hacia la barrera. Una bola de fuego salió expulsada de su varita e impactó contra la barrera, más cuando el efecto del hechizo desapareció, ésta no había cedido ni un centímetro - ¡Confringo! ¡Bombarda! ¡Diffindo! - uno tras otro fue soltando hechizos, solo para encontrarse con que aquel tipo de magia era inútil... necesitaba algo más poderoso, pero la animagia en este caso sería inútil, ¿qué podía utilizar? La respuesta llegó a su mente antes de que el segundo pasase... magia Uzza.

 

- ¡Salvaguarda Mágica! - gritó, y su cuerpo se volvió etéreo y carente de sustancialidad. Nathan cerró los ojos y, rezando para que aquella barrera no rechazase sus poderes, caminó hacia adelante y cruzó el umbral tratando de invocar cuanta confianza fuese posible, como si esa fuese la clave para que su estrategia funcionase. Fue extraño, dado que a pesar de que su cuerpo carecía completamente de morfología o masa alguna, sintió la sensación de frío cuando éste atravesó la gruesa barrera de hielo... fue tan impactante como tomar una ducha de agua fría en medio de un día de verano.

 

Abrió los ojos segundos después, solo para encontrarse con que había cruzado la barrera exitosamente y que, al mirar hacia atrás, esta había desaparecido como si nunca hubiese existido. El Weasley suspiró y dio respiraciones profundas mientras el efecto del hechizo se dilucidaba y el frío abandonaba su cuerpo, hasta finalmente recobrar completamente la sensibilidad y el control y su temperatura corporal se estabilizó a sus valores normales. Finalmente se enfocó en lo que tenía frente de sí, la entrada a un laberinto, uno tan alto que nuevamente le hizo desear poder transformarse en un halcón.

 

Recordaba haber leído alguna vez que si alguien entraba a un laberinto y mantenía su mano derecha pegada siempre a la pared finalmente terminaría encontrando la salida; y dado que nunca antes había estado en un laberinto, decidió que esa era su mejor opción... después de todo, ¿qué otra cosa podía hacer? Por alguna razón, convertirse en un coyote no parecía ser una muy buena alternativa en ese momento... quizá la Arcana estaba buscando enseñarle que tenía que aprender a distinguir las fortalezas de sus dos formas: la humana y la animaga.

 

Comenzó a transitar por el laberinto, primero a paso lento, luego a un trote y por último casi a velocidad máxima, desesperado por finalmente llegar hasta el centro del laberinto. Sentía que estaba cerca de él, principalmente porque los setos se volvían cada vez más altos, como si estuviesen bloqueándole la vista de la pirámide, la cual se encontraba actualmente fuera de su rango de visión. Corrió, corrió y corrió, sin despegar la mano derecha de la pared, y justo cuando estaba a punto de darse por vencido y sentarse a descansar, giró en una esquina y vio un largo pasillo que lo llevaba directamente hasta la entrada a la Gran Pirámide.

 

Presa de la emoción, aceleró a máxima velocidad, tan rápido como sus piernas lo permitían, y atravesó la distancia que lo separaba de la pirámide en cuestión de segundos solo para encontrarse con que Sulukk, la Arcana, se encontraba allí esperándolo, justo antes de la entrada. La mujer lucía exactamente igual que unos días atrás. El Weasley se frenó sobre sus pasos y recobró el aire mientras escuchaba las palabras de la mujer, a pesar de que sabía perfectamente lo que tenía para decir.

 

- Sí, quiero hacer la prueba. - contestó, aún jadeando, pero tan seguro como nunca.

Editado por Nathan A. Weasley

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- Perfecto, sabía que estabas completamente preparado - Suluk conocía la respuesta del joven, pero las reglas indicaban que debía preguntarle nuevamente antes de ingresar al portal. La anciana se acercó a la estrella de cinco punta y tomó uno de los anillos del aspirante, era liso, plateado pero lleno de magia, aunque no tanta como el suyo - Este anillo nos permitirá comunicarnos una vez hayas ingresado al portal, recuerda que no puedo ayudarte en tu prueba. Si sientes que no puedes continuar, podré sacarte pero el portal no te dejará ingresar nuevamente - La arcana tenía que asegurar que todo era claro para el Weasley para que no cometiera errores y pudiera terminar su prueba rápidamente.

 

- Además, el anillo se personalizará una vez haya terminado la prueba. Siempre vas a poder estar en contacto conmigo mediante dicho anillo así que debes cuidarlo bien - Todos los anillos de la habilidad estaban conectados con el suyo y siempre podía comunicarse con todos los animagos del muno de una forma muy fácil - Es hora - Estiró su mano para que el joven mago pudiera tomar el aro y se lo pusiera, la prueba no podría iniciar hasta que no tuviera todo en su lugar, incluyendo el aro del aspirante.

 

 

- Solo debo advertir que la prueba te puede llevar a cualquier momento del pasado o del futuro. Incluso te puede mantener en el presente, así que ten mucho cuidado. Espero que regreses - La arcana no conocía casos en los que los alumnos no hubiesen regresado después, pero sabía que ese era uno de los peligros de ingresar al portal y debía advertirle a sus estudiantes - Podrás escucharme pero nada más, así que pon mucha atención a todo lo que te rodea y a las voces que vas a comenzar a escuchar, no necesariamente será la mía - La mujer parecía la mamá del joven, dado que había logrado entenderlo y sentía que era un hijo suyo.

 

- Por último, no solo te puede cambiar de época. Debes tener en cuenta que no sabes qué debes realizar y cómo. Las situaciones siempre son diferentes, así que espero que puedas entender muy bien la que te asigne el portal y que podamos hablar nuevamente en otra oportunidad - La arcana quería verlo regresar, no deseaba tener un estudiante perdido en el tiempo y el espacio. La arcana invocó nuevamente su Vara de Cristal, la neesitaba para poder canalizar toda su energía mágica en abrir el portal y realizar una prueba.

 

- Un bello destello - La mujer adoraba el frío y los destellos de su Vara de Cristal le generaban muchos buenos recuerdos - Con esto he activado la magia del portal, así que puedes ingresar en cualquier momento para realizar la prueba - Hizo una leve pausa - Así que si tienes una duda, este es el momento más adecuada para realizarla - Si quería regresar, tenía que tener todo muy claro y preguntar todo en los momentos indicados.

 

- Nos vemos nuevamente en tu regreso - Finalizó la anciana mientras el Weasley ingresaba al portal para pder realizar su prueba y aprender a dominar la Animagia.

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Por alguna razón que aún no llegaba a dilucidar completamente, la voz de la arcana conseguía calmarlo un poco. Claro, no podía ignorar el hecho de que estaba a punto de iniciarse en lo que probablemente sería la aventura más compleja de su vida, pero si que la presencia de la mujer lo hacía sentir, si no a salvo, como si todo iba a salir bien. En el transcurso de las últimas semanas, durante su primer encuentro con ella y en los días posteriores a él, había meditado mucho sobre lo que él había aprendido y sobre todo lo que ella le había enseñado, sólo para llegar a la conclusión de que aquella mujer le había devuelto una parte de sí mismo, una que había perdido hace mucho tiempo.

 

Observó el Anillo del Aspirante, que la mujer sacó prácticamente de la nada, y lo contempló fervientemente en las manos de la Arcana mientras esta le daba lo que parecían ser las últimas indicaciones y advertencias. A esta altura podía sentir como su corazón latía con mayor inotropismo y como su frecuencia respiratoria aumentaba. Levantó temerosamente la vista para enfocar sus ojos en los de la mujer, sólo para encontrar consuelo y ánimos en los de ella, mientras extendía su mano para tomar el Anillo del Aspirante, una amalgama de varios cristales que resplandecía débilmente contra la luz.

 

Asintió levemente a manera de comprensión ante las palabras de la mujer mientras contemplaba fascinado su enorme vara de cristal, la cual se materializó desde el aire en las manos de la Arcana, y el hechizo que salió expedido de esta. De inmediato, y por acción de aquel encantamiento, el portal mágico se abrió enseñando una vorágine de colores chillones que hipnotizaron por unos segundos al Weasley antes de que este se colocase el anillo y mirase por última vez a la arcana.

 

- Sea cual sea el resultado, muchas gracias. - dijo Nathan, sonriéndole, para luego darse vuelta y a paso decidido, sin dudar un solo segundo, atravesar el portal.

 

Duró tan solo unas milésimas de segundo, un universo de color lo rodeó mientras todo su cuerpo se sentía electrizado por la cantidad de energía mágica que estaba contenida en aquel recoveco del espacio. No llegó a disfrutar de aquella espectacular sensación que, así como había comenzado, terminó y todo a su alrededor se volvió negro por otra milésima de segundo, para finalmente tomar la morfología y las características de un lugar que conocía perfectamente, un lugar en el cual había estado mucho tiempo atrás.

 

Lo primero que le llamó la atención, sin embargo, fue su Anillo del Aspirante que comenzó a emitir un resplandor anaranjado y una fuerte vibración que se expandió por todo su miembro superior. Nathan alzó su mano derecha, en cuyo dedo anular descansaba el anillo, para contemplar con mayor nitidez el efecto. La vibración se hizo progresivamente menos intensa y el resplandor se apagó un poco, para finalmente quedar en un estado de tranquilidad en el cual el anillo todavía brillaba. Le tomó unos cuantos segundos más deducir que el anillo finalmente había sido activado, y que ahora verdaderamente estaba en conexión con la Arcana, quien lo esperaba al otro lado del portal.

 

Miró a sus alrededores, a su derecha se encontraba la vera de un río en el cual circulaba un cauce azulado y sin turbulencia, lo cual le permitía reflejar el intenso celeste del cielo que se desplegaba encima de ellos. A su izquierda y por delante y detrás de él, se abrían las inmediaciones de un enorme bosque con una vegetación poco desarrollada y abrumada por el frío invernal, que había acabado con las hojas de gran parte de los árboles y había hecho que la mayor parte de la fauna que allí vivía se retrajera a sus refugios.

 

Lo más destacable, sin embargo, no era la naturaleza sino una pequeña cabaña que yacía a tan sólo cincuenta metros de él, entre los árboles. Era una cabaña de un solo piso, con unas cuantas ventanas iluminadas y una chimenea humeante. Pero no era cualquier cabaña, era aquella en la cual pasaba sus vacaciones junto a su padre y madre cuando el era pequeño, antes de que su padre los abandonara, antes de que su madre lo abandonara a él. Antes, cuando el mundo era un lugar mejor para él y no había tenido que ser víctima de la desidia de las relaciones humanas.

 

Temeroso, caminó a pasos largos en dirección a la cabaña, olvidando por completo que estaba dentro de una prueba y de que se suponía que debía actuar con mayor cautela. Solo quería ver a su padre y a su madre una vez más. Solo quería, por una vez más en su vida, sentir la felicidad que le producía verlos. Finalmente subió los escalones y posó su mano en el picaporte de la puerta principal; creía poder oír un par de voces dentro, era la voz de un hombre... ¡esa debía ser la voz de su padre!. Acto seguido escuchó un gritó ahogado, pero no era un grito de felicidad, fue un grito tan agudo y tan desgarrador en su corta duración que los vellos de la nuca se le erizaron, y supo que no estaba a punto de ver una escena feliz.

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- De nada - La arcana sabía que el Weasley regresaría muy pronto de su prueba pero dependía de lo rápido que la hiciera y de la creatividad que tuviera para enfrentar las situaciones que le presentaría el portal - Hora de descansar - Suluk decidió sentarse, el interior de la Gran Pirámide era muy cómodo y tendría que quedarse en ella hasta que regresara el joven mago. Había sido muy aplicado durante la clase y sus expectativas con respecto a lo que observaría en la prueba eran muy altas.

 

- Solo recuerda una cosa, no puedes transformarte durante la prueba - Los animagos debían estar en la capacidad de mostrar sus conocimientos sobre la habilidad sin tener que adoptar su forma animal. La prueba se sabía que no era fácil y ese era uno de los detalles que hacía que fuera difícil de realizar, tendrían que esforzarse mucho para canalizar su magia y hacerla ver en su forma humana - Interesante - Murmuró, esta vez no la podía escuchar el Weasley, la cabaña a la que el portal lo había llevado era muy buena, pero no entendía muy bien, al parecer había decidido llevarlo al pasado.

 

El grito la hizo sobresaltar un poco - ¿Qué le esperara? - Cuestionó, ella solo podía observar y estar atenta en caso de que el Weasley necesitara ayuda y tuviera que abandonar la prueba, pero sentía lo mismo que los aspirantes debido a la conexión que mantenía con ellos a través del anillo que les entregaba antes de iniciar la prueba - Está haciendo mucho calor - Su collar siempre tenía algunas gemas de nieve congeladas perfectas para modificar el clima un poco, aunque esa solo era una de las muchas formas que tenía para generar nieve.

 

Poco a poco comenzó a hacer más frío y a bajar la temperatura del lugar - Esto está mucho mejor - Suluk no podía negar que odiaba el calor y por eso le encantaba dominar el clima, así siempre podía recordar un poco su lugar de origen y algunas de sus características más importantes, en particular el frío y la bella nieve.

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La voz de la arcana resonó fuertemente en la mente del Weasley, quien por poco la pasa por alto debido al fuerte afluente de recuerdos que comenzaban a traspasar la barrera hasta su consciencia. Algunos de ellos ya los había visto, muchos de ellos lo atormentaban en aquellas noches donde se cuestionaba si su intervención hubiese hecho que las cosas fuesen distintas. Sin embargo sabía que en ese momento de su vista hubiese sido incapaz de hacer algo... era demasiado pequeño como para interceder, o para entender lo que sucedía a su alrededor.

 

Eran recuerdos de una mujer llorando a escondidas en el baño, de un hombre cuya racionalidad y coordinación motora habían sido opacados bajo el efecto del alcohol, de mentiras y encubrimientos, de tristeza y angustia. Eran recuerdos de una parte de su historia que no le gustaba recordar sino, por el contrario, tratar de olvidar. Después de todo, el pasado era el pasado y ya nada podía hacer respecto de él más que desear que hubiese sido distinto, quizá así hubiese tenido un padre, quizá así le hubiese ahorrado el sufrimiento a su madre.

 

- Sólo recuerda una cosa, no puedes transformarte dentro de la prueba. - le advirtió Sulukk, cuya voz entró y salió de su mente con suma rapidez.

 

Nathan retomó la concentración en lo que le estaba pasando y tras emitir un último suspiro, giró el picaporte y abrió la puerta de la cabaña y lo que vio lo tomó completamente por sorpresa: si bien había esperado encontrarse con su madre y su padre en alguna situación de violencia familiar, lo sorprendió ver que si bien las circunstancias eran las que se había esperado, aquella mujer no era su madre y aquel hombre no era su padre... ¿quienes eran aquellas personas?

 

- Hazlo - le dijo la voz de su madre desde un rincón de la habitación, y al girar su cabeza hasta ese punto se sorprendió de verla allí, vestida tal cual estaba la última vez que la había visto, antes de que lo abandonase.

 

Dio unos pasos hacia atrás, repentinamente sorprendido por la aparición de su madre, y se trastabilló con sus propios tobillos hasta que finalmente cayó al suelo sobre sus antebrazos. El desconocido hombre se acercó torpemente hacia él, sus manos cerradas en puños y su coordinación motora a un nivel que indicaba que estaba claramente ebrio.

 

- ¡Hazlo! ¡Vamos, reacciona de una vez! ¡Esta es tu oportunidad de enmendar tu error! - le decía la voz de su madre, instándolo a enfrentar el mayor remordimiento de su vida.

 

Pero no pudo. En cambio, se puso de pie como pudo y comenzó a correr tan rápido como sus piernas lo permitían a través del bosque, lejos de la cabaña y el río. Excepto que ya no había bosque, y que ahora nadie lo perseguía. Excepto que, según podía ver, no había tierra firme debajo de sus pies. Una sensación de pánico comenzó a crecer en su pecho mientras se precipitaba hasta el fondo de un abismo que no parecía tener fin... ¿qué estaba pasando? ¿qué le iba a suceder?

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La nieve había comenzado a caer dentro de la Gran Pirámide, seguramente los otros arcanos y sus aspirantes se llevarían una sorpresa muy grande si entraba en ese momento, pero sabía que era imposible que alguien entrara mientras ella estaba realizando una prueba. Suluk estaba muy feliz con el nuevo clima que había en el lugar, amaba sus poderes y su capacidad de transformarse en varios animales - Por ahora me quedaré por acá - Tenía ganas de volar pero el interior de la Pirámide no era un lugar apropiado para hacerlo, no le daría la libertad necesario para agitar sus alas con fluidez.

 

- ¿Miedo? - Suluk había seguido muy bien las acciones de su aspirante en la prueba, no entendía su reacción. Durante la clase debía aprender que no debía tener miedo, al igual que los animales y en particular su forma animal. La valentía era una característica muy importante de los coyotes y por ahora solo estaba demostrando ser igual de rápido - Eso no será suficiente para el portal - El Weasley solo podía escuchar algunas cosas que la arcana decía y esa no era una de las que podría escuchar, el portal deseaba aspirantes que pudieran demostrar muchas cosas pero por ahora la prueba no era lo que esperaba.

 

- Retomando lo más importante. ¿Qué error? - Suluk estaba muy interesada en saber la causa de dichas palabras, pero ella no era la encargada de controlar la prueba. El Weasley seguía sin poder escucharla, por ahora no quería que lo hiciera, tendría que aprender todo él solo, ella no podía intervenir en la prueba o el portal lo tendría atrapado para siempre. O quizás lo expulsaría y nunca más lo dejaría presentar la prueba de la Animagia.

 

- ¿Qué será lo que viene? - Se preguntó, deseaba conocer más detalles de la situación pero el ritmo lo llevaba el portal.

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A pesar de que enfocaba su mirada sobre lo que estaba por debajo de él, no lograba encontrar tierra firme, agua o superficie alguna sobre la cual pudiese caer una vez que su caída terminase. Parecía que estaba precipitándose en un abismo sin fin, en una vorágine de aire que lo sacudía violentamente pero que no producía ruido alguno. Si no fuese porque su cuerpo se precipitaba en favor de la gravedad, hubiese sospechado que se encontraba en el vacío físico mismo.

 

Y entonces lo entendió. Tanto aquel precipicio, como la escena de la cabaña, eran distintos segmentos de una misma prueba que buscaba testearlo en las formas más irracionales de su inconsciencia; buscaba llevarlo hasta el punto de inflexión sobre sus más grandes temores: la escena de la cabaña había revivido su trauma del pasado, la caída significaba su miedo por el descontrol y la vulnerabilidad... Entendió que la prueba solo cambiaría si actuaba, para bien o para mal, debía actuar si quería que el escenario cambiase. Casi al mismo tiempo, tuvo otra realización, había fallado el primer segmento de la prueba al escapar de uno de sus más grandes miedos.

 

En su mente se encendió una idea que lo tomó por sorpresa pero que no tardó en ejecutar. Rebuscó por debajo de sus ropas el amuleto que había obtenido en su primera clase de los Libros de Hechizos de la Universidad, el cual llevaba colgado al cuello desde entonces, y tras aferrarse al amuleto y sostenerlo firmemente en la mano, sintió como su cuerpo se quedó estático en el aire y comenzó a planear, retomando el control sobre la situación e impidiendo que los principios físicos gobernasen su caída.

 

- Basta - se dijo a sí mismo, y cerró los ojos, conto hasta tres y en cuanto los abrió nuevamente, se sorprendió al encontrarse una vez más frente a la puerta de la cabaña y al escuchar el mismo grito que la primera vez. Era la misma mujer, la misma situación, el mismo obstáculo; la prueba no lo dejaría avanzar hasta que fuese capaz de vencer su miedo más fundacional.

 

Tras dar un largo suspiro y contar hasta tres, giró el picaporte y abrió la puerta para adentrarse en la cabaña. Nuevamente se quedó paralizado por unos segundos y una vez más escuchó las palabras de su madre, instándolo a tomar acción, pero esta vez no dio ningún paso hacia atrás y en cambio avanzó rápidamente hacia el corpulento hombre, quien se acercaba hacia la mujer con tanta agresividad y determinación que no se dio cuenta de la presencia de Nathan.

 

Nathan se colocó en medio del trayecto entre ambos y en vez de esperar a recibir el golpe por parte del hombre, se apresuró a encorvarse de manera tal que colocó ambos brazos en torno al torso del agresor y lo empujó varios metros hasta que finalmente ambos cayeron al suelo. Con suma rapidez, Nathan sacó su varita del bolsillo trasero de su pantalón y con un simple hechizo, el hombre perdió completamente la conciencia y quedó totalmente inmóvil.

 

La escena cambió una vez más antes de que Nathan pudiese atender a la salud de la mujer, y en cuestión de segundos tomó la morfología del living de la Mansión Weasley, uno de los lugares a los cuales Nathan le tenía más cariño gracias a la cantidad de memorias que había vivido allí dentro. Se encontró a sí mismo sentado en un sillón frente a la chimenea junto a una mujer quien reconoció como su madre sentada en el sillón contiguo.

 

- Lo has logrado. Sabía que podías. - le dijo ella, mirándolo fijamente a los ojos.

 

- No creí que podía hacerlo, tuve mucho miedo la primera vez.

 

- Valiente no es aquel que no tiene miedo, Nathan, sino aquel que actúa a pesar de sus miedos. Siempre recuérdalo.

 

Nathan miró fijamente el fuego, que crepitaba dentro de la chimenea y expedía un calor embriagante y reconfortante. Se tomó unos segundos antes de decir las palabras que tanto se resistían a salir de sus labios... aquello requería otra clase de valentía.

 

- Perdona madre, por nunca haber intercedido cuando él... cuando él te golpeaba.

 

- Oh, Nathan. Eras demasiado pequeño como para poder haber hecho algo, y en cualquier caso no duró más que unos meses.... las cosas fueron distintas después de eso.

Aún tenía una última pregunta para hacerle a su madre, pero el hacerlo requería arriesgarse a recibir una respuesta que no quería escuchar. Hacía ya varios meses desde que Felicity lo había abandonado a su suerte y nunca más había dado señales de vida, algunos rumoreaban que se había asociado a las filas oscuras, pero a pesar de todo Nathan tenía la pálida ilusión de que detrás de la partida de la mujer se encontrase una verdaderamente buena razón. Preguntarle el por qué de su partida requeriría vencer el miedo al abandono, a no ser querido... esos miedos calaban más hondo que los otros porque eran los que constituían las verdaderas bases de su personalidad.

La respuesta de su madre podría ser una bola de demolición.

- Madre... ¿por qué me abandonaste? ¿por qué te fuiste? - dijo, con voz rasposa, luego de unos segundos.

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- ¿Un amuleto? Imposible, la magia de esos guerreros no puede ingresar en nuestros portales - El portal siempre le quitaba todos los objetos mágicos a las personas, en especial dicha magia que no le agradaba a la arcana, solo les permitía ingresar con su varita - Debe ser alguna estrategia de la prueba, quizás lo está engañando - El joven no podía escucharla, pero ella estaba muy pendiente de todo lo que estaba sucediendo en el interior de dicha puerta y en algún lugar del mundo y del tiempo que no había logrado determinar.

 

- Eso era lo que esperaba - Si quería salir debía enfrentar sus miedos, al menos eso era lo que Suluk pensaba basada en su experiencia y en todo el tiempo que llevaba siendo arcana de la Animagia. La situación siguió avanzado como ella lo deseaba hasta que cambió nuevamente el lugar - Otra sorpresa - El portal nunca había sido predecible y una vez más lo demostraba, ni siquiera la anciana podía hacerlo. Todas las veces se encargaba de sorprenderla con nuevos retos y con nuevos lugares, aunque eso dependía mucho de cada aspirante.

 

- Muy bien - El Weasley había decidido enfrentar un miedo más y se había arriesgado a realizar una pregunta muy delicada - Quiero conocer la respuesta - Suluk estaba muy interesada en conocer la historia del joven, el cual se había ganado su cariño con muchos actos. Sin duda la prueba había resultado bastante inesperada, nunca antes se había sentido tan íntima y cercana a la situación. Solo el portal sabía qué seguiría pero deseaba que el joven pudiera obtener la respuesta.

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Su madre se tomó varios segundos para responder, durante los cuales ni siquiera osó a mirarlo a los ojos, sino que mantuvo la mirada fija sobre el fuego que ardía con un color rojizo en la chimenea. Era tanta la ansiedad que tenía por finalmente recibir la respuesta a su pregunta que aquellos segundos parecieron minutos, y para cuando su madre habló finalmente, Nathan sentía que su corazón estaba a punto de escapar de su caja torácica.

 

- ¿En verdad quieres que te responda esa pregunta? ¿Qué ganarás con ello? - su madre lo miró a los ojos cuando respondió, más Nathan rápidamente corrió la vista para secarse las lágrimas con las mangas de su remera.

 

- Sí, por favor. - contestó tras carraspear para aclararse la garganta, cerrando por un momento los ojos - Necesito... necesito darle un cierre a esto, necesito un poco de paz.

 

No obstante, cuando abrió los ojos, la imagen una vez más había cambiado. Había estado tan cerca de conseguir la respuesta que sintió una corriente de ira tal que tuvo que hacer todas sus fuerzas para contenerse de no vociferar un grito de rabia en forma de queja. ¿Qué le pasaba a aquel portal? ¿No se suponía que debía enfrentar sus miedos? Miró en dirección al cielo, como si eso fuese a darle un trasluz de la respuesta que su madre estaba por darle, sólo para ver su propia imagen reflejada. Antes de que Nathan pudiese preguntar qué demonios estaba pasando, la voz de su madre resonó en el lugar a modo de respuesta, a pesar de que él no pudo identificar de dónde provenía.

 

- Uno más... uno más Nathan.

 

Y en ese momento, un grito desgarrador resonó tan fuerte que pensó que alguien le estaba gritando al oído. Una corriente de frío recorrió su columna vertebral hasta la base del cerebro cuando notó que aquel grito le resultaba sumamente conocido, y no hubo vello de su cuerpo que no se le erizara cuandooyó aquel llanto infantil que tantas veces había escuchado antes. Las dos personas más importantes de su vida, Arya y Ámbar... eran ellas, eran sus gritos; eran gritos de dolor, de sufrimiento, de tortura. Creyó, por un segundo, que estaba en una pesadilla.

 

Nathan comenzó a dar vueltas sobre sí, buscando frenéticamente la procedencia de aquellos gritos, pero viéndose únicamente a sí mismo en aquellos espejos que conformaban las paredes de la habitación. Los gritos proseguían, se hacían mas fuertes, más difíciles de escuchar mientras las lágrimas comenzaban a resbalar por su rostro, más en ese momento recordó firmemente algo que la Arcana le había dicho en uno de sus primeros encuentros: su forma animaga y su forma humana eran muchas veces un complemento, por lo que quizá tendría que pensar como un coyote para vencer el obstáculo.

 

Los coyotes eran animales muy peculiares, no sólo por sus hábitos alimenticios y de socialización, si no porque eran mayoritariamente muy cautos a la hora de actuar. Cuando cazaban, se acercaban sigilosamente a su presa hasta obtener una posición claramente ventajosa, y sólo atacaban cuando estaban seguros de que ganarían, a pesar de que ese no siempre fuera el caso. Cuando eran cazados, por su parte, se caracterizaban por mantener la calma, eran por demás templados y fríos bajo presión.

 

Eso tenía que hacer. Esa era su respuesta. La calma.

 

Trató de invocar cuanta concentración fuese posible en ese momento, a pesar de aquellos incesantes gritos que le daban ganas de salir corriendo, y cerró los ojos. Se sentó en el suelo cruzando sus rodillas y colocando ambas manos sobre sus muslos, asegurándose de que su espalda estaba recta y tratando de sincronizar su respiración a un ritmo tranquilo, prestando especial atención al movimiento de sus costillas, sus hombros y su abdomen al tiempo de sus inspiraciones y espiraciones; hizo su mejor esfuerzo por bloquear los gritos que resonaban sin cesar en su mente, mantenía los ojos cerrados a pesar de que estos luchaban por abrirse.

 

Hasta que de un momento a otro...

Silencio.

Silencio.

Más silencio.

 

- Ya puedes abrir los ojos, Nathan. - dijo la voz de su madre luego de unos segundos.

 

Nathan abrió los ojos, y una vez más se encontraban en el living de la Mansión Weasley.

 

- ¿Aún quieres conocer la respuesta a esa pregunta? - inquirió la bruja, cuyos orbes negros lo miraban fijamente.

 

Nathan, incapaz de hablar, aún atónito por lo que había pasado, asintió.

 

- La verdad Nathan, es que me gusta pensar que no te abandoné. Verás, unas semanas antes de marcharme de la Mansión Weasley, tuve una discusión muy fuerte con Mynerva respecto de algunas ideas mías y sobre cosas que me estaban pasando en ese momento de mi vida. Mynerva no aceptó mis ideas, y temo decir que no tuve más opción que irme. Pensé en invitarte a venir conmigo, créeme que fue una de las primeras cosas que pasaron por mi mente, pero no estaba segura de si hacerlo sería lo mejor para tí. Entonces me fui, me marché por mi misma; no aguantaba ni un segundo más allí.

 

- ¿Entonces no fue culpa mía que te hayas ido?

 

- ¿Culpa tuya? ¡Claro que no! - contestó su madre, sorprendida ante la insinuación del muchacho - Nathan... hubo quizá más de cien razones por las cuales abandoné todo lo que conocíamos juntos: algunas muy buenas, otras quizá no tanto, pero tu nunca fuiste una de ellas. Ojalá pudiese volver atrás y cambiar las cosas, haría todo tan diferente, pero temo decir que es imposible. - su madre suspiró enérgicamente, poniéndose súbitamente de pié - Y ahora... ahora debo irme, Nathan, pero tengo que pedirte que seas fuerte para lo que resta.. si es que resta algo.

 

- ¿Ya te vas, tan pronto? - preguntó Nathan, poniéndose también de pie.

 

- Créeme, así es mejor.

 

Su madre caminó frente a el y se dirigió hacia la puerta que daba al recibidor de la Mansión Weasley. Nathan la observó posar la mano en el picaporte, cuando de repente se le ocurrió algo.

 

- Ma, ¿todo esto no es real, o sí? Me refiero a que... está pasando dentro del portal, ¿no?

 

- Por supuesto que está pasando dentro del portal Nathan, pero ¿por qué debería eso significar que no es real?.

 

Y con eso, desapareció tras la puerta, y Nathan, a pesar de todo, se sintió satisfecho por primera vez en un largo tiempo.

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