Herbología XII

[Leah Snegovik]

—Me temo que no veo las líneas —aseguró, sintiendo una pequeña gota de sudor frío bajar por la nuca mientras apretaba ligeramente la mandíbula. La planta apretaba cada vez más fuerte y después de haber escuchado el nombre en francés, sabía a qué se referían con exactitud—. Sé que no voy a morir, sólo debo admitir que duele como el demonio.

 

Ladeó el cuello primero hacia un costado y luego hacia el otro, consiguiendo que tronara con la misma brusquedad en que la planta empezaba succionarla. Sin embargo, aquello le otorgó la cantidad de relajación que necesitaba. Sus ojos se enfocaron en la Esfinge en cuanto apareció y frunció el ceño muy concentrada en lo que decía, por encima del dolor que sus piernas estaban sufriendo. Desde que escuchó la palabra "Jueves" su cerebro empezó a trabajar a gran velocidad, como si estuviera en una especie de concurso y el premio mayor fuera no quedar lisiada. Mañana era la clave. Si era el día de mañana, siendo hoy jueves, entonces tendría que ser viernes. Y para que viernes fuese el día de ayer, tenía que estar en sábado.

 

—El borracho lo dijo un sábado porque ayer sería viernes, que es el día después de jueves, siendo el día de mañana —respondió, al mismo tiempo que Niko, lo que consiguió como resultado un pequeño coro desafinado.

 

Cuando hubo acabado, sintió un inmediato alivio en los tobillos que pronto había dejado de sentir debido a la presión. Poco a poco la circulación pareció retornar a sus extremidades y así fue como, después de unos segundos de recuperación y de punzadas de alivio y dolor alternadas, logró sacar una pierna. Estaba un poco aturdida y la sangre que empezó a bajar nuevamente a sus piernas la hizo tambalearse un poco, pero se ayudó con la planta para poder salir y luego, cuando lo hizo, se inclinó algo torcida ante la Esfinge. La hermosa y peligrosa criatura la observaba con cautela y le regresó la reverencia, cosa que no sucedió con Niko.

 

Ivashkov tardó un poco más de la cuenta en darse cuenta de este hecho, puesto que perdió varios segundos en revisar los cardenales que había obtenido por la planta y en recuperar una bota, que se había quedado en el interior de la subespecie del lazo del diablo. Al hacerlo, sus ojos dieron con los de Niko y supo que algo había salido mal. ¿Entonces...? Pestañeó. Ella había respondido en francés por inercia, ya que había relacionado a la criatura y a la planta con el país en el que estaban y no había pensado en inglés. Pero Niko no, razón por la que quizás la Esfinge parecía dispuesta a arrancarle la cabeza. Se preguntó si debería atacarla o no.

 

—Profesor, ¿cuáles son esos trucos que mencionó antes? —sacudió una pierna y luego la otra, recuperando una coloración normal y no el rojizo morado que habían tomado ahí abajo, justo después de calzarse la bota—. Me gustaría intentarlo, si no le importa.

 

Dicho esto, con todo el respeto del mundo y cojeando un poco, pasó frente a la Esfinge y se paró junto a Niko, que cada vez estaba más abajo.

 

—Quizás deberíamos hacerlo antes de que se enfade —murmuró sólo para que Nathan la escuchara.

[Nate Weasley]

Nathan se lo pensó unos segundos, pero finalmente termino enseñando una sonrisa orgullosa al ver que sus alumnos habían logrado resolver el enigma de la Esfinge, quien en vez de atacar se mantuvo estática en su lugar, casi como anonadada. A pesar de las insistencias de sus pupilos, el Weasley se mantuvo quieto en su lugar sin emitir palabra, esperando que algo pasase antes de poder proceder a liberar a su alumna de las garras de aquel extraño espécimen mágico.

 

Finalmente, tras aproximadamente un minuto de silencio, la Esfinge desapareció detrás de un arbusto y Nathan se acercó hasta su alumna, empuñando su varita. Estaba a punto de pronunciar el hechizo liberador cuando recordó que antes debería de explicarles mejor la razón de la situación.

 

- Verán, lo que acaban de presenciar es un fenómeno muy extraño que se da a veces en la magia. Esta planta y la Esfinge son un perfecto ejemplo de la interacción entre los animales y las plantas herbológicas, se trata de vínculos muy fuertes que unen empáticamente a ambos espécimenes de manera que el atacar a uno hará que el otro ataque al atacante de la primer especie. De la misma manera, cuando sienten peligro inminente, la sensación de alerta es percibida por la otra criatura. Eso fue lo que pasó cuando la planta te sintió a tí, Leah, y por eso la esfinge vino en su socorro.

 

Se tomó una pausa y acercó la varita hasta apenas una pulgada de las raíces de la planta, que se mantenía estática.

 

- Lo que nosotros hicimos fue algo aún más extraño, llamado disociación ánimo-botánica, lo cual básicamente quiere decir que al resolver el enigma planteado por la esfinge, rompimos transitoriamente ese vínculo y ahora sí podremos librarte de la planta, Leah. El haberlo hecho antes hubiese significado que la planta nos habría atacado. Prestad atención - el Weasley carraspeó, y tras una corta floritura pronunció - ¡Mordremasia Evanesca!

 

El efecto del hechizo fue casi instantáneo, dado que las ramas comenzaron a retraerse hasta que finalmente soltaron a Leah, a quien Nathan le dio un pequeño tirón para traerla a tierra firme, sana y salva. A continuación, él hizo algo por lo cual se sorprendió a sí mismo, pero el Weasley podía llegar hasta extremos insospechados con tal de que sus alumnos aprendiesen. Soltó su varita y la dejó junto a los pies de Leah y Niko, y de un solo salto se zambulló en las ramas de aquella planta.

 

Por unos segundos, tras aterrizar, se quedó completamente estático, para que así la planta no lo atacase a pesar de que sus ramas lo estaban cubriendo totalmente... no faltaba demasiado tiempo para que lo asfixiasen.

 

- ¿Piensan rescatarme, o que? - inquirió Nathan, esperando no haberse equivocado.

 

@@Niko Uzumaki @

[Leah Snegovik]

—¡Mordremasia Evanesca!

 

Si algo tenía a su favor en una situación como esa, era la velocidad con la que podía aprender un hechizo. Había tardado un par de minutos en acudir a la ayuda de Nathan, únicamente porque había repasado la floritura rápidamente una y otra vez, recordando las palabras en su mente hasta que tomaron una estructura sólida dentro de su cabeza. Así que cuando soltó el hechizo en contra de la planta que había intentado matarla minutos antes, este resultó efectivo aunque nunca lo hubiera invocado antes. Las observó alejarse del cuerpo del profesor como si hubieran sido reprendidos por su madre y sonriente, aún con los músculos entumecidos por los apretones previos, avanzó hacia él.

 

Era una mujer no demasiado alta y con un cuerpo esbelto que podría dar falsos pensamientos a las personas que la rodeaban, pero era mucho más fuerte de lo que parecía. Le tendió una mano al Weasley y lo ayudó a salir de su prisión vegetal dando un tirón certero hacia arriba, haciendo que se le facilitara la tarea de salir. Cuando estuvo en tierra firme y fuera de peligro, la rubia invocó su varita con una floritura y se la entregó con naturalidad. Ahora los tres estaban llenos de tierra, algo de verde y un poco de sudor justificado, pero había una grata sensación en el aire. Acomodó su cabello casi de forma despreocupada, pensando y entonces recordó algo, lo que la llevó a mirar una vez más a Nathan.

 

—Profesor, ¿cuál era la misión que debíamos cumplir al llegar a la reserva? —la expresión de curiosidad iba de la mano con su tono de voz, casi infantil ante la incertidumbre.

 

Pero si mal no recordaba, Nathan había dicho que tenía que hacer algo ahí y por eso había conseguido el permiso del Ministerio de Magia para viajar.

 

—Deberíamos darnos prisa, es posible que estemos cerca de la hora para regresar con el Traslador y le aseguro que los franceses no tienen demasiado sentido del humor —esbozó una sonrisa divertida—. Ese hechizo, no lo había visto antes, ¿pertenece a una rama específica de la magia, como Encantamientos, o únicamente a la Herbología?

[Niko Uzumaki]

Nathan comenzó a hablar de nuevo, se notaba mucho la pasión con la que hablaba acerca de los temas de la clase. Lamentablemente no era lo que el Tonks esperaba aprender en esa clase, pero seguía siendo muy interesante. El Knight deseaba aprender más sobre plantas y algo mucho más relacionado con las bases de la Herbología, pero no podía quejarse. Los directores siempre habían dado la oportunidad de dar temas variados y él mismo como director de la antigua Academia de Magia y Hechicería había votado a favor de dicha decisión.

 

Las acciones sucedieron muy rápido, el profesor utilizó un hechizo que nunca antes había escuchado y que con seguridad no sería capaz de replicar rápidamente - Eso no lo es que mejor manejo - Pensó, en una anterior época había sido un muy buen duelista y había ascendido rápidamente en su bando debido a ello pero le habían dejado de gustar y a decir verdad su varita estaba bastante oxidada como para realizar encantamientos nuevos, quizás todo podía salir muy mal.

 

- Pero... ¿qué demonios haces? - No entendía que buscaba su compañero de bando con lanzarse a la muerte. La planta había demostrado ser muy fuerte, las marcas en su cuerpo lo podían demostrar y ahora se le ocurría la gran idea de dejarse atrapar nuevamente. No obstante, Leah fue mucho más veloz y eficaz al realizar el mismo hechizo que había utilizado el hombre unos minutos antes - Sin duda a ella le gusta eso - Pensó, sus palabras no las podía escuchar ninguna persona, a Leah se le notaba su gusto por los encantamientos.

 

- Cuando decías que sería muy parecido a Encantamientos, no pensé que tendría tantas similitudes - El Tonks sentía que la diferencia entre su clase y la de la profesora cuyo nombre no recordaba no era muy evidente - Eso depende de los franceses que conozcas - Respondió el Tonks ante las palabras de la mujer, Pierre era un hombre con muy buen sentido del humor y uno de los más amables que conocía. Sin duda, el Tonks siempre lo defendía dado que era bastante diferente para ser francés.

 

- Aunque sí deberíamos darnos prisa - Más que nada quería aprender sobre herbología y no sobre nuevos encantamientos. Su falta de conocimiento sobre las plantas y sus cuidados eran lo que habían motivado su decisión de tomar la clase, pero no estaba logrando cumplir sus objetivos, o al menos no de la manera que esperaba.