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Prueba de Oclumancia #4


Aailyah Sauda
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Llegaron a través del Portal que Sauda había creado, allí junto al río del bosque donde le gustaba recibir y adiestrar a sus alumnos en el noble arte del dominio la Oclumancia. Lyra la había acompañado pues, tal y como le había explicado, no era posible aparecerse en aquella parte del Ateneo así que debían llegar con la magia de los arcanos o caminando. En frente se veía la isla en cuyo interior se encontraba la Gran Pirámide que contenía el Portal de las Siete Puertas, que era el objetivo de ambas mujeres. Pero, para poder llegar hasta él, debería pasar cuatro obstáculos meticulosamente preparados por Sauda, que la esperaría en la Pirámide mientras la observaba desde su mente, atenta por si necesitaba algún tipo de guía o ayuda.

 

— Será sencillo, querida, porque el verdadero reto te espera allá —le indicó, señalando con la punta de su vara de cristal en un majestuoso movimiento de su brazo. Seguía mostrándose aparentemente joven, aunque sus movimientos daban que pensar sobre la edad de la mujer—. Tendrás que cruzar el lago, y después el bosque. Yo te esperaré en la entrada al salón circular donde está el Portal, ¿de acuerdo? No lo olvides, la concentración será tu mayor aliada en esta penúltima prueba. No dudes en ningún momento, sé que puedes hacerlo. Te espero allí, querida Lyra. Suerte.

 

Y, haciendo gala de sus grandísimos poderes, se esfumó del lugar dejando a la Selwyn completamente sola. Cruzar el lago no sería un problema, solo debía tomar uno de los botes que había allí en la orilla y desplazarse hasta el otro extremo, con magia o sin ella, eso quedaría a su elección. Lo verdaderamente difícil sería recordar qué era lo que quería hacer, pues Sauda había dejado un encantamiento gaseoso en la superficie del lago para embotar la mente de su aprendiz y hacerla olvidar constantemente su interés por dominar la Oclumancia. Con un buen control de su mente, podría zafarse de sus efectos sin problemas.

 

Cuando alcanzara la otra orilla, debería internarse en el bosque y atravesar un sendero plagado de doxys. Sauda estaba segura de que no supondrían ningún reto especial para Lyra. A continuación, un poco más adelante, debería hacer frente a un boggar, que no haría sino intentar retenerla y desconcentrarla. Igualmente sabía que podría superar aquello sin ninguna dificultad.

 

Por último, cuando alcanzase la entrada de la Pirámide, no podría avanzar hasta ella a causa de una especie de muro transparente que la mantendría allí durante unos segundos. A continuación, se le presentaría alguien muy importante para ella para intentar atacarla mentalmente, por lo que debería usar la oclumancia para demostrar una vez más que estaba lista para afrontar la Prueba. Quién fuera esa persona y qué le dijera para intentar disuadirla de su empeño por adquirir el anillo de oclumancia dependería enteramente de ella, de su estado de ánimo y sus recuerdos en aquel instante pues, justo cuando llegara hasta allí, Sauda se introduciría en su cabeza para poder crear aquella aparición, que obviamente no era real pero debería vencer demostrando su dominio oclumántico. Una vez lo consiguiera, la arcana la esperaba en el interior de la Pirámide para darle las últimas indicaciones.

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Apenas dije que aceptaba hacer la prueba, cuando la arcana creo un portal el cual atravesamos las dos juntas. Estaba ya acostumbrada a usar ese medio de transporte el cual me parecía mucho mejor que la aparición o los trasladadores, los cuales odiaba. Admiré la vara de cristal que tenía la arcana cuando lo creo, en esos momentos me encntraba también luchando por tener la mia.

El lugar era el mismo que ya conocía, donde había comenzado las otras pruebas, el lago. Escuché atenta las palabras de la arcana.

-La veré ahi, arcana Sauda.- Respondí antes de que desapareciera.

Llevaba la misma ropa con la que había llegado al principio de la clase tennis, ropa informal de lino misma que consistía en un pantalón color gris plomo que hacia juego con una chamarra delgada pero caliente del mismo material y color. Debajo de la chamarra llevaba puesta una playera de mangas cortas, de color zinnwaldita Decidí quitarme la chamarra y dejarla en el bote que utilizaría para llegar al otro lado del lago.

En la mano derecha llevaba mi varita y los anillos de las otras habilidades que había obtenido. Colgados al cuello, los anillos acomodados en las cadenas de los colgantes que venía en cada libro. No solo llevaba los anillos, sino los diferentes colgantes que algunos contenían, era mejor asi, traerlos todos en la mano era imposible.

Me alegró ver que la arcana no me los había quitado, si bien sabia que era mejor no abusar de ellos. Me subí al bote, sabiendo queno todo sería tan fácil. Empecé a remar, si me cansaba podía usar un hechizo, pero al remar me podía relajar y preparar mejor para lo que me esperaba. Todo parecía estar nomal en el lago, hasta que llegue a la mitad del camino.

-Te ves muy cansada, ¿estas segura que quieres llegar a la orilla? Deberías descansar un poco, ¿porqué no regresas y te vas a casa a dormir? Te lo has ganado.- Dijo uno voz enel sitio, que parecía querer alejarme de mi meta.

-No, tengo que llegar, quiero hacer la prueba.- Proteste en voz alta, aunque sin griltar. El dueño de esa voz me escucharía donde sea.

-Entonces duerme en el bote, te prometo que no te caeras. Estoy preocupado por ti, de verdad, te ves muy cansada. Mira, estas empezando a soltar los remos, ¿ves que tengo razón?- Dijo de nuevo la voz, mientras notaba que efectivamente empezaba a soltar uno de los remos, afortunadamente lo detuve a tiempo. .

La voz se escuchaba en todo el lago. Era demasiado tranquilizadora, hipnotizadora. Parecía estar arrullándome y llevándome al mundo de los sueños, cuando me di cuenta que la voz en realidad solo estaba en mi mente.

-¡OCLUMENS!- Pensé.

De inmediato se formo en mi mente un enorme y grueso muro que impidió el paso de los pensamientos ajenos, porque empezaba a darme sueño como decía el lago.O de quien fuera la voz, bien podría ser un hechizo.

Suspire, mientras seguia remando tranquilamente, hasta llegar a la otra orilla. Sabia que el bosque era engañoso, muchas pruebas aunque no lo pareciera a simple vista. Siempre me gustaba detenerme unos segundos, lo cual hice al bajar del bote. Esa pausa me ayudaba a cargar energía y continuar, preparándome para lo que pudiera encontrar en el bosque, siempre era diferente. Tenía que encontrar el laberinto para llegar a la pirámide.

Empecé a buscar la entrada del laberinto, en cada visita parecía cambiar de lugar. Cuando por fin la encontré y quería llegar a la misma, no pude continuar mi camino al ver que estaba plagado de doxys. Intenté pasar al creer que estaban dormidas, pero unas cinco me bloquearon el paso.

No entendía lo que me decian, hasta que use el anillo de amistad con las bestias.. Ni siquiera me lo puse en un dedo, solo tenía que pensar en el para activarlo, bastaba que lo llevara como dije para poder usarlo. Por fin empecé a entender lo que esas criaturas decían, sabiendo que gracias a mi nivel de magia y al conocimiento de cuidado de criaturas mágicas que tenía, podía comunicarme con ellas .

-No pasarás.- Dijo la que parecía ser la líder.

-Por favor, vengo en voz de paz.- Dije en voz alta.

-Tenemos órdenes de bloquear el camino al laberinto.- Contestó otra y la jefa la miró un poco feo.

-No tienes que darle explicaciones, si ataca muerde.- Reprochó.

Me fije a mi alrededor. Al parecer era época de puesta, porque algunas estaban cavando hoyos, seguramente para poner sus huevecillos después. Empecé a sentir frío y me acorde que deje mi charra en el bote, me encogí de hombros al recordarlo.

-Sé porqué están a la defensiva.- Dije señalando los hoyos recién cavados, algunos ya con huevecillos y las doyxs cubriéndolos.-¿No creen que si quisiera, podría mandarles unos hechizos? No tengo poderes tan grandes como para mandarles llamaradas de fuego, pero los tengo y no los he usaado, no quiero hacerles daño, solo quiero pasar y continuar mi camino.

Esperaba que las doxy me hicieran caso. Podría usar varios hechizos, inclusive intentar esquivarlas con mi forma animaga, pero de esta forma con la ayuda del anillo era lo mejor. Semillas de hielo, orbis bestiarum y otros me servirían, pero la arcana no me perdonaría si les hacia daño. A decir verdad, yo tampoco. Solo estaban protegiendo lo suyo.

Las doxys formaron un cículo como para deliberar. La discusión había llamado la atención de otras hadas mordelonas como se les conocía también y se habían acercado, formando un cerco más grande.

-Esta bien, puedes pasar. Pero si pisas un solo agujero y destruyes un solo huevecillo, te atacaremos.- Dijo la líder.

-No lo haré, no les haré daño a los huevecillos.- Protesté.

Las doxys se hicieron a un lado y me dejaron pasar, mientras caminaba lentamente para poder llegar a la entrada del laberinto. Pude atravesar ese sendero sin pisar ni un huevecillo, por lo que se olvidaron de mi.

Busque la entrada al laberinto, por fin la encontré por lo que hice una pausa nuevamente. Quería prepararme mentalmente para lo que fuera a encontrar en el mismo y poder llegar sana y salva a la gran pirámide, donde el mayorr reto de la prueba me esperaba. Sin embargo, sabia que todavía tenía que enfrentar más cosas en mi camino. Apenas era el comienzo de la aventura.

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Lyra demostró aún más destreza mágica de la que Sauda había visto durante la clase con ella. Se zafó perfectamente del primer obstáculo, el que quería impedirle cruzar el lago para iniciar el viaje por el bosque hasta la pirámide, y luego no encontró problemas para tomar el camino correcto tras darse una pausa al bajar del bote.

 

Las doxys salieron a su paso y Sauda aguardó, en tensión, para ver cómo reaccionaba la Selwyn. Sin embargo, lo hizo a la perfección. Le recordó a los métodos usados por otra aprendiz tiempo atrás, la cual había conseguido su anillo de habilidda hacía ya un tiempo. Usó aquel poder proveniente de los guerreros uzza que ella ya conocía, había visto que muchos de los magos de aquella comunidad los usaban con gran destreza. No aprobaba muchos de sus poderes, pero si estos eran usados para el bien... entonces ella no se oponía a su uso. Las doxys finalmente cedieron ante Lyra, y le permitieron el paso con la condición de que no dañara sus nidos y huevos. Lyra accedió y pudo continuar su camino sin problemas.

 

«Excelente», pensó, impaciente por ver cómo continuaba.

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Segui atravesando el bosque, ¿porqué había pensado primero en un laberinto? Movi la cabeza negativamente, pensando que los recuerdos de las pruebas anteriores me habían hecho pensar en el mismo. De todas formas, el bosque estaba igual de confuso que uno. Tenía que concentrarme y dejar de divagar.

-Concentrate, ¿cómo piensas llegar a ser una oclumante si no te concentras?- Me reproché mentalmente.

Me mordí los labios. En ese momento no sabia donde setaba porque solo había estado recorriendo el laberinto sin fijarme bien en el camino. Era muy tarde para regresar al prinicipio y empezar de nuevo. En ese momento el camino se dividía en tres. Podía seguir derecho, por la izquierda o a la derecha. Decidí ir por el de la derecha, no sin haberle pedido ayuda a mi varita con un "orientame".

Era curiososo que este hechizo de orientación no se encontrará entre los estudiados en la academia, pero lo había logrado aprender en encantamientos, lo que me daba ventaja en esa esta clase. Di unos pasos más y me encontré con una acromántula, que no parecía nada amigable. Intente calmarme, al fin y al cabo tenía el poder para controlarla, si bien no necesitaba hacer uso del anillo nuevamente.

-Vamos, pequeña, ¿me dejas pasar por favor?- Le pedi.

-No.- Fue su respuesta.

El chasquido de las pinzas me causaba cierta alerta, pues parecía estar enfadándose. No iba a dialogar con ella pero no quería usar el Obsistens para librarme la misma, no me gustaba el chillido que hacian cuando desaparecían por el cerco de materia luminosa, sonaban asustadas. En ese momento, en lo que decidía como actuar, se activo el anillo de plagas.. Me descontrolé un momento, la acromántula no era una plaga, entonces sonreí.

-¡Aja! Eres un boggart.- Comenté, señalandolo. Pensé de inmediato en alguna forma graciosa que pudiera tomar.¡Riddíkulus!

No bastaba con mandar el hechizo - el cual había impactado -, uno tenía que poder reirse del mismo en voz alta del mismo. El que tenia delante se convirtió en una bola de estambre negro de gran tamaño, la cual se fue rodando.

Por un momento pensé en convertirme en la minina persa que era para jugar con la bola de estambre enorme que tenía delante de mi, pero recorde a lo que había venido. A lo mejor podría regresar por la misma, lo cual me dejo pensativa ¿podía uno pasear por el laberinto sin necesidad de tener una prueba de por medio? Lo dudaba.

Segui mi recorrido y por fin encontré la entrada a la gran Pirámide, pero no pude avanzar hasta ella, cuando vi a mis tíos, los que me heredaron la familia Selwyn. Parecían estar muy tristes y por un momento olvide que estaban muertos.

-Katara, ¿porque cerraste el castillo? Nosotros te educamos ahi cuando no estabas en Hogwarts, era parte de tu pasado y lo merecías.- Me dijo mi tía con reproche.

-Confiamos en ti, pensamos que lucharías por esa familia, pero la dejaste escapar.- Comentó el que creia que era mi tío.

Era todo demasiado real, los reproches siguieron por un tiempo. Era cierto que me había arrepentido de cerrar la Selwyn más cuando mis hijas Eliah y Maida regresaron, pero no tenía caso tanto espacio solo para nosotros.

-Lo siento, sé que fue lo mejor.- Contesté con un nudo en la garganta.

-No podrás enfrentar esa prueba, da la vuelta y regresa.- Dijo mi tía.

-Si, ni lo intentes, no pudiste con una obligación como la de tener una familia, ¿cómo pasarás esa prueba si ni pudiste hacer eso?- Mi tío hizo una pausa.-Hazle caso a tu tia, escapa como haces siempre que hay un conflicto.

Me sentía triste, casi a punto de hacerles caso, cuando recordé como eran mis tíos en realidad. Casi habían logrado engañarme pero me di cuenta a tiempo. Ni siqieran estaban enfrente de mi, sino en mi mente.

-¡OCLUMENS!- Pensé.

El enorme muro volvió a formarse una vez más en mi mente, protegiéndola de pensamientos ajenos. Me había encontrado en un momento de debilidad, estando tan reciente el cierre de la Selwyn. Mis hijas regresaron poco después y me la pasaba pensando si no cometi un error.

Decidi en ese momento que no, que era lo mejor. Deje de ver a mis tíos, de escuchar sus voces y por fin vi la entrada al salón circular que ya conocía. Me limpie los ojos con el dorso de la mano derecha, no había podido evitar que una que lágrima rebelde se me escapara. Debía tener más cuidado, no podía llorar en cada habilidad que quería cursar.

Deje que pasaran un par de minutos y atravesé la puerta de la misma, llegando al salón circular. No tarde en descubrir a la arcana Sauda y sonrei.

-Arcana Sauda, por fin logré llegar.- Comenté, resaltando lo obvio.

Pasaba tanto tiempo visitando la Gran Pirámide, que si pudiera pediría alojamiento en la misma, pero ni los arcanos lo tenían. Lo que más lamentaba es que durante todo ese tiempo nunca me había podido aprender el primer nombre de la arca. Sauda era mucho más fácil de que se le quedara grabado a uno.

Solo me quedaba esperar sus instrucciones. Al menos me sentia orgullosa de haber llegado hasta ahi, sin haber dañado ninguna criatura o planta.

Editado por Lyra Katara Selwyn

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Sauda sonrió ante la idea de Lyra de transformarse en una minina persa, se había olvidado de intentar jugar con aquella habilidad de la joven para intentar obligarla a transformarse durante sus lecciones. No obstante, desvió aquellos pensamientos de su mente sabiendo que eran algo que nada tenía que ver por el momento: la Selwyn estaba enfrascada en su pre-aventura antes de sumergirse en las profundidades y misterios del Portal de Oclumancia. También pudo deshacerse de la ilusión que la arcana creó en su mente y, cuando la vio atravesar la puerta del salón circular, apoyó parte de su peso en la vara de cristal mientras le dedicaba una sonrisa cargada de ternura a la mujer. Incluso sin que atravesara el Portal ya se sentía orgullosa de sus progresos.

 

Bienvenida querida, excelente desempeño en el camino —la saludó, mientras su mano libre lentamente con el puño cerrado. Ceremoniosamente, giró la mano y luego extendió los dedos para dejar a la vista lo que había mantenido allí guardado durante el rato que llevaba en la Pirámide: el anillo de aspirante de Lyra—. Ten, Lyra, te has ganado la oportunidad de demostrar que este anillo es tuyo. Ahora es un anillo de aspirante, pero espero que pronto se convierta en un anillo de oclumancia, aunque no necesitas muchas explicaciones porque ya has pasado anteriormente por aquí, ¿cierto? —guardó unos instantes de silencio para dejar a la chica retomar el aliento, así como tomar la joya que le ofrecía—. No obstante, es mi deber como arcana recordarte que aún estás a tiempo de dar un paso al costado para evitar el enfrentamiento con el Portal porque, una vez entres, solo podrás salir de dos formas: como auténtica oclumante, o como alguien vetado para adquirir esta maravillosa habilidad nunca más. Piénsatelo bien, querida pupila —le explicó, aunque sabía que la Selwyn continuaría adelante—. Si estás dispuesta a afrontar la Prueba entonces... adelante, yo te esperaré aquí. Mi Anillo de Habilidad, que es de donde sale el tuyo de aspirante, me servirá para poder acompañarte en todo momento durante tu prueba: no obstante, lo que debas hacer ahí dentro será cosa enteramente tuya. Pero nunca viene mal un poco de apoyo moral, ¿no crees? —añadió, rozándole suavemente el brazo. Luego señaló el portal con la cabeza—. Adelante, no mires atrás. Y recuerda... proteje tu mente.

 

Luego guardó silencio, no tenía nada más que decirle. Sabía que Lyra podía afrontar la prueba sin problemas, estaba preparada y la había puesto a prueba en distintas circunstancias y situaciones para ver si cedía ante la presión, cosa que no había sucedido. Así que solo le restaba esperar para ver qué le tenía el Portal preparado... y cómo se las apañaba ella para sacar lo mejor de sí misma. Confiaba plenamente en las capacidades de la mujer, así que no tuvo más que observar cómo la puerta se abría y una claridad cegadora invadía la estancia, esperando a la Selwyn para poderla atrapar en su magia.

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La arcana Sauda parecía estar sastifecha con mis logros, lo cual me ánimo mas a seguir adelante, no iba a rendirme ahora que estaba tan cerca de tener el anillo de oclumante. Tome el anillo de aspirante y lo puse con los otros en la mano derecha, sería el último que pondría en esta mano. Si en algún futuro lograba tener más habilidades, irían en la izquierda.

 

Asentí al escuchar ante las palabras de la arcana. Era cierto que ya había estado en el sitio muchas veces, pero mi meta era seguir estudiando las habilidades que pudiera. Todavía sentia cierto recelo por nigromancia, la única habilidad en la que había desistido y eso me motivaba a no tener otra habilidad que no pudiera aprobar.

 

-Estoy dispuesta a presentar los retos que me prepare el portal, arcana.- Respondí en voz alta, mientras sentia el roce con mi brazo.-Opino igual, un poco de ayuda moral nunca esta de más.

 

La puerta se abrió y una luz cegadora lleno la estancia, por lo que no dude en atravesarlo.

 

~~~*~~~

 

Estabámos en la mansión londinense que mi padre habia cedido a los mortífagos. Su alianza con Tom Ryddle había sido muy fuerte y duro a pesar de que ya tenía más de veinte años en que había dejado Hogwarts.

 

Empezaba la época de los setentas y era difícil investigar cual era mi edad. Gracias a que los demonios tenían capacidad de mantenerse en cierta edad igual que los vámpiros, era imposible saberlo.

 

-¡Pero señor!- Tenía la confianza suficiente con el ahora llamado Lord Voldemort como para protestar.-¿Cómo es posible que pongas a una niña a darme clases?

 

Señale a la persona que acababa de entrar a los mortífagos, junto con su esposo, Bellatrix Lestrange. No tardo en convertirse en una de las preferidas de Tom gracias a sus poderes oclumanticos.

 

-Es una niña, pero tiene suficiente control de su mente, cosa que tu no tienes. Es muy fácil entar a ella y eso me preocupa.- Comentó Rydldle.

 

Suspire. Ryddle siempre intentaba explotar mi habilidad de animagia, pero temia que no pudiera proteger mi mente estando convertida en una minina persa blanca. Como deseaba estar en casa de mis tíos o en mi trabajo en "El profeta."

 

-No nos sirve que estes en el puesto de reportera, si cualquiera puede entrar en tu mente y ver para quien trabajas en realidad. - Protestó Ryddle.

 

Era inútil hablar con el, de repente se cerraba y no había opinión que contará más que la de el. En aquel entonces el gobierno se creia demasiado seguro, hasta que empezaron a haber desapariciones y robos misteriosos, mismos de los que yo me encargaba de culpar al gobierno en mis noticias.

 

-Necesito descansar.- Dije levantándome.

 

Justo en ese momento, antes de salir del cuarto desobedeciendo órdenes, escuché una voz en mi mente, misma que me mandaba convertirme en una minina persa blanca.

 

-No quiero hacerlo, no es el momento.- Protesté mentalmente.

 

El esfuerzo fue en vano, gracias a la orden mental me converti en una minina persa blanca, estirándome por completo sin darme cuenta de que me habían controlado facilmente.

 

Bellatrix Lestrange sonreia ante mi debilidad, al parecer ella quería llegar a ser la favorita de Ryddle, aunque a mi no me importaba ya ese puesto.

 

-¿Lo ves, Katara? Si yo pude entrar en tu mente tan fácil, ¿quien diría que no lo puede hacer un auror experimentado?- Preguntó, molesto.

 

Ryddle era experto en legilimancia, eso lo sabia. En ese momento su habilidad me habia dado más miedo de lo normal al darme cuenta de que no le importaba manipular la mente de las personas que le apoyaban .¿Qué impediría que otro cometiera un delito y ordenara que uno se entregara?

 

Cada vez más odiaba estar cerca de él, pero una vezque se había entrado en su mundo no habia forma de escapar. La nueva chica y su esposo, los Lestrange no me agradaban para nada, confirmado por las torturas y ver como les gustaba matar, de una forma que ni siquiera algunos demonios eran capaces.

 

Una cosa era segura y es que si quería salir de ese mundo, tenía que proteger mi mente, o me descubrirían fácilmente. Acepté tomar las clases con bellatrix, resignada.

 

No era consciente que solo estaba en una prueba del portal, que me había llevado a un pasado alterno que nada afectaría la realidad actual. Sin embargo, miré los anillos que llevaba en la mano, uno de ellos tenía un brillo especial.

 

No sospechaba que mi prueba era esa, demostrar en ese pasado que hubiera podido huir del mismo usando la oclumancia. Movi la cabeza negativamente, notando que tenía en mi mano mi varita, cosa rara, estaba usando una túnica gris oscuro, había dejado de usar vestimenta muggle en esa época porque a Ryddle no le agradaba.

 

Me lleve la mano al cuello y note que tenía los amuletos ganados hasta entonces y los anillos acomodados en sus respectivas cadenas, el portal no me los había quitado, si bien en ese momento no entendía porque usaba tanto adorno y no me decían nada mis acompañantes.

 

Era un poco irónico que Ryddle no se hubiera dado cuenta que en su necesidad de que si alguna vez era capturada no pudieran penetrar mi mente, el me estaba dando armas para protegerme de él.

 

Todavía faltaban grandes retos por superar, de alguna forma lo sabia.

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Lyra había atravesado el Portal, y ahora se encontraba a merced de éste. Volvió a salir aquel personaje que ya había visto en sus pensamientos anteriormente, pero Sauda no podía averiguar demasiado de él porque la Selwyn no se lo había permitido, al menos por el momento. Aguardó, inmóvil, mientras la veía inmersa en una situación de la que prácticamente no entendía nada, aunque tampoco le importaba: su trabajo era velar por el bienestar de Lyra ahora, puesto que se encontraba en manos del Portal y ya no podía más que sacarla de allí si la veía en serio peligro. Tampoco le gustaba recurrir a eso si no era estrictamente necesario porque si un aspirante salía del Portal antes de que éste diera por terminada su prueba, jamás lo dejaría regresar a intentarlo. No al menos para la habilidad de la cual hubiese salido antes de tiempo.

 

Apretó los dientes cuando la sintió vulnerable ante el ataque de uno de los presentes, una joven que parecía muy decidida a superar a todo el que intentara medirse con ella para superarlo y quedar por encima ante los ojos de aquel Riddle que tan cercano parecía ser a Katara. O lo había sido en el pasado, al menos.

 

Pero Lyra pareció reaccionar, o quizás simplemente había olvidado que se encontraba en el Portal: había aceptado ser ayudada por aquella mujer. Sauda no podía más que esperar para ver qué le tenía preparado el Portal a continuación, mientras manoseaba con cierto nerviosismo su vara de cristal.

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Tiempo después de que me convencieran de las clases de oclumancia, veia los anillos que tenía en la mano derecha. Tres eran muy parecidos, el otro todavía no se veia tan fuerte, por decirlo de alguna forma, pero se veia diferente, especial. Era como si me estuviera intentando decir algo.

 

No pude seguir observándolo, tomé con más fuerza mi varita mágica que había dejado en la repisa de la ventana. A veces me entretenía mirando el paisaje para olvidar la situación con Ryddle, se estaba saliendo de control. Era cierto que compartía gran parte de sus ideales, pero estaba también a magos, solo para que le dieran información de los nacidos de muggle que el creía que estaban ocultos y debían desaparecer. En esos métodos no estaba de acuerdo.

 

Me preparé. Muchas veces venia Voldemort como se hacia llamar ahora junto con Bellatrix, para comprobar mis progresos en la oclumancia. Senti como mi mente se ponía en blanco y una voz me ordenaba convertirme en una minina persa blanca, cosa que pro un momento quise hacer, pero me negue.

 

-¡OCLUMENS!- Dije mentalmente, formando un muro que bloqueo cualquier pensamiento extraño.

 

Me di vuelta lentamente, mirando al que ahora se hacia llamar "señor". Parecía estar sastifecho.

 

-Bien hecho. Veo que ya estas preparada para protegerte, si pudiste detenerme.- Comentó.-¿Has tenido alguna nueva visión recientemente?

 

-No, señor. Las mismas que le dije antes: Sirius Black acabará en prisión, uno de sus sirvientes volverá arrepentido, solo esas.- Comenté.

 

Casi no iba a misiones. A Ryddle servía más como oráculo, como en batallas, aunque algunas cosas me las guardaba. En ese momento, una nueva visión vino a mi, pero esa nunca la diría. En esa visión era derrotado por un bebé, tras haber matado a sus padres.

 

-Creo que acaba de tener una visión, mi señor.- Dijo la chica conocida como Bellatrix.

 

-Veamos si es cierto, lo comprobaré.Afirmo Ryddle.

 

Afortunadamente estaba preparada para enfrentarlo. Normalmente no le hubiera negado información, pero la barrera de mi mente no solo era poderosa, sino que había descubierto como hacerla indetectable, porque Voldemort siempre sabia eso.

 

Me estaba arriesgando bastante con esa jugada, pero solo tuve que pensar Oclumens y se formo la barrera nuevamente, poderosa e indetectable. Me sentía sastifecha de mis progresos.

 

-Dice la verdad, Bellatrix.Solo están las visiones que me ha informado nada.- Comentó.

 

Bellatrix estaba enfadada, sabia lo que hacia puesto que ella podía hacerlo, pero era inútil convencerlo de lo contrario. Me mantuve tranquila, sin mostrar emociones.

 

-Pero señor, estoy segura...- Protestó la ahora lugarteniente.

 

-Bella, ¿estas diciendo acaso que es más fuerte que mi legilimancia?- Preguntó molesto Voldemort.

 

Eso basto para que dejara de insistir, porque nadie podía ser mejor que él. El anillo que llevaba en la mano derecha estaba brillando más fuerte que nunca, por lo que comprendí que tenía que salir de ahi.

 

Espere que se fueran, tenian una misión esa tarde. No empaque nada, solo me lleve lo que tenía puesto, incluido los anillos de la mano derecha, y los amuletos que también tenían varios anillos colgados en su cadena como si fueran dijes.

 

Con mi varita en la mano derecha, logré escapar de la mansión en la que vivía. Tendría que renunciar también a mi trabajo en ese entonces y desaparecer un tiempo, pero sabia que lo lograría con ayuda de mi padre, al menos hasta la caída de Voldemort. ¿Volvería? Lo más seguro es que si, pero mientras tanto podría vivir tranqulamente, protegida por la oclumania.

 

Llevaba caminando una cuadra, cuando senti una extraño vertigo, como si estuviera siendo llevaba a otro sitio en una especie de trasladador invisible. Vagamente al ver los anillos recorde que estaba en la prueba y que el portal me estaba llevando a otra parte, pero ¿a dónde? Pronto lo sabria.

 

Años después.

Supe que a Voldemort no le había hecho nada de gracia perder a su vidente, pero afortunadamente estuve protegida gracias a mi padre, no hubo necesidad de hacer el encantamiento fidelius para eso, tan grande eran sus medios.

 

No estaba consciente de que todavía seguia en la prueba y que esa realidad nunca existió en el mundo en el que vivía, ya que me había quedado con Voldemort hasta el final, pero en esa realidad deserte, si bien todavía seguia creyendo en los ideales mortífagos, no me gustaba el trato que daba Voldemort ni sus medidas tan extremistas.

 

En ese tiempo recuperé una amistad perdida, misma que también buscaba forma de esconderse del terror de esa guerra. Nunca me hubiera encontrado pero en su desesperación hizo unpacto con el diablo. Al escuchar su historia, mi padre me conto de Denise y me propuso contactarla, reanudando nuestra amistad.

 

Estuve de acuerdo y la amistad creció. Afortunadamente para Denise no tenía familia igual que yo, por lo que fue más fácil escondernos. La caida de Voldemort no tardo en suceder como me mostró esa visión que me dio confianza y empecé a ser descuidada, saliendo de nuevo, olvidándome de que tenía seguidores, una de las más peligrosas y locas, Bellatrix Lestrange.

 

-Ella debe saber donde esta esa muggle, Denise.- Dijo el mortífago mientras me apuntaba.

 

-Lo sé, pero la tortura no servirá con ella.- Comentó Bellatrix.-Sabes que hacer, solo vigila y si viene alguien mata.

 

El mortífago que la acompañaba debía de ser bueno en legilimancia, porque note que empezaban a buscar en mis recuerdos, no se preocupó en atacarme de otra forma.

 

-Oclumens- Pensé.

 

De inmediato en mi mente se creo esa barrera protectora, por lo que no pudieron conseguir penetrarla. Mi oponente podía ser muy bueno, pero yo lo era también. En ese momento brillo el cuarto anillo que tenía en mi mano derecha, senti que era su forma de darme apoyo, aunque ¿un anillo podía hacer eso?

 

-Oclumens pensé nuevamente al escucharlos decir el imperius y por segunda ocasión, les impedi entrar en mi mente.

 

Dudaba que Denise tuviera la misma fuerza y voluntad que y por protegerme si alguna vez era acorralada de ese modo, pero no importaba. No la traicionaría, aunque dudaba volver a verla después de eso.

 

Estábamos en una calle poco transitada a esa hora. Acababa de salir del centro comercial que había en la misma y casi nadie acostumbraba usar esa salida, por lo mismo. Se decían que asaltaban mucho, aunque protegida por mi varita nunca lograron asaltarme, hasta ahora. No querían aturdirme ni torturarme porque no podrían obtener información.

 

Detecte un nuevo ataque a mi mente, realizado por el otro mortífago. Mi mente se puso en blanco por un breve instante, pero reaccione a tiempo.

 

-Oclumens - Me protegí, bloqueando el ataque por completo.

 

Ambos estaban furiosos y cansados, sabia que pronto se desesperarían, pr lo que busque una salida, no era bueno usar la desaparición ahi, algún hechizo podría darme mientras lo intentaba.

 

-Salvaguardia mágica.- Pensé.

 

De inmediato me volvi intangible, aprovechando una distracción para escapar por la puerta del centro comercial ya cerrada. El policia muggle la había cerrado en cuanto sali, puesto que fui la última cliente y después se había alejado, por lo que no se dio cuenta de la batalla.

 

Escuché los gritos de furia de mis oponentes, afortunadamente solo habían sido dos y siempre hubo forma de defenderme, al estar otro vigilando o intentando entrar en mi mente.

 

Empecé a correr dentro del centro, activando sin querer algunas alarmas, pero en lo que los guardias llegaban extrañados sentí de nuevo ese extraño vertigo, indicando que me llevaba el portal a otro sitio.

 

En ese momento comprendí que si me había ido bien con el control de mi mente, se lo debía a alguien más, a la Arcana Sauda y no a Bellatrix. Bellatrix nunca me hubiera entrenado de tal forma que pudiera vencerla.

 

¡Eso era! Estaba en la prueba. Deseaba que regresar a casa fuera mi siguiente destino, pero solo el portal decidiría si ya estaba lista para ser oclumante o necesitaba vivir alguna otra experiencia.

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  • 2 semanas más tarde...

La prueba a la que Lyra tuvo que enfrentarse se endureció conforme pasaron los minutos. Se sucedieron otro par de escenas que ayudaron a Sauda a comprender un poco mejor la época de su vida que la Selwyn parecía querer ocultar y que, sin embargo, había protagonizado indirectamente su clase de Oclumancia. La anciana no iba a juzgar a su alumna por su pasado, eso lo tenía claro, pero sí era cierto que le causaba mucha curiosidad todo aquel tema y por eso, cuando vio que la prueba del Portal la hizo avanzar unos años en el tiempo, se removió inquieta en el sitio en el que estaba, impaciente por ver qué vendría a continuación.

 

Tuvo que contenerse mucho, con el rostro torcido, mientras veía a la mujer esforzarse por proteger su mente de las acometidas del Portal, camuflándose en los distintos personajes que poblaban los recuerdos de Lyra y por eso, cuando consiguió zafarse de ellos, entornó los ojos mientras buscaba con su mente la conexión existente entre su anillo de habilidad y el de su pupila, que hasta aquel instante había sido el de aspirante. Pero ya no lo sería más. Éste había cambiado ligeramente, adquiriendo la apariencia que su nueva dueña le había otorgado inconscientemente pero, en su esencia, no era más que un fragmento del que Sauda llevaba en su mano. Ahora Lyra era una auténtica oclumante, pues así lo había determinado el Portal.

 

La puerta que había aparecido ante la Selwyn la conduciría de nuevo hacia la Pirámide, y la anciana esperó hasta que ella llegó a su lado. Cuando lo hizo, no pudo más que sonreirle con cariño y orgullo a partes iguales.

 

Excelente trabajo, Lyra, excelente. Ahora el Portal te ha reconocido como bruja oclumante, ¡mira tu mano! —le indicó, con alegría—. Me siento muy orgullosa de ti, sabía que lo conseguirías. Aquí se separan nuestros caminos, querida, aunque siempre estaremos conectadas gracias a ese anillo, cuyo poder proviene del mio. Además, no dudes de que me encontrarás siempre que necesites cualquier cosa de mí. Al fin y al cabo, los pupilos nunca dejan de ser pupilos para sus maestros —añadió, con un guiño cariñoso—. No olvides que todo poder conlleva una gran responsabilidad, Katara, espero que sepas aprovechar lo que has aprendido aquí. Protege tu mente... es lo más poderoso que tenemos. Y mucha suerte en todo lo que emprendas.

 

No le dijo nada más, pues sabía que no era necesario. Simplemente se alejó del lugar tras dedicarle una última sonrisa a aquella joven que tan buen sabor de boca le había dejado tras el esfuerzo que la había visto realizar.

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El portal me había dejado fuera de la pirámide, aunque no estaba segura si de verdad la prueba había terminado o si era otra prueba por lo que no me atrevía a abair la puerta de la misma. Estaba justo entre los límites del bosque y la prueba.

 

Me atrevi a entrar, no podía quedarme todo el tiempo afuera y el recibimiento que me dio la arcana me hizo comprender que había hecho bien las cosas, por lo que le sonrei también.

 

Mire mi mano como indico la arcana y vi el cambio. Ya no era el anillo de aspirante, sino el de la habilidad. Era hermoso, un anillo de madera labrada con incrustaciones de onyx. La emoción que sentí fue bastante grande, haciendo que mi respiración por un momento se acelerara. Poco a poco logré que volviera a su ritmo normal.

 

-Gracias a usted por todo lo que me ha enseñado, arcana Sauda. Ahora me siento capaz de protegerme en varios sentidos, empezando por mi mente.- Comenté.

 

No solamente la defensa contra los hechizos era importante, sino también proteger la mente. Al estar uno vulnerable, podía ser más fácil controlar y manipular a uno, pagando un precio demasiado alto a veces. Estaba segura de que un ataque mental no iba a volver a pasarme, por lo que me quede tranquila.

 

-No la defraudaré, arcana. Puede estar segura de eso.- Alcancé a decir antes de que se fuera.

 

Una vez que salió hice lo mismo. Hubiera podido usar el haz de la noche, pero preferi aparecerme en los terrenos de la universidad. No quería remar de regreso y suponía que al haber pasado la prueba, podía evitar el lago nuevamente.

 

Asi fue. Sorprendentemente, me encontré al conejito que me había acompañado al principio y que al parecer estuvo esperandome este tiempo, acercándose para que lo acariciara, lo cual hice.

 

-¿Te vienes conmigo?- Pregunté.

 

Como respuesta, el conejo brinco a mis brazos y lo cargue. Era momento de abrir el portal esa vez para no cansar mucho a mi nueva mascota con un viaje.

 

-Lo cuidaré bien, arcana Sauda. No se preocupe por él.- Dije en voz alta.

 

Me concentré y pense en un Fulgura Nox. En frente de mi apareció un portal de mi tamaño y pude ver el cuarto que tenía en la cabaña de Chrookshans. Una vez que lo atravesé y deje libre a mi nuevo amigo, el portal se cerro.

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