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Historia de la Magia


Anne Gaunt M.
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Sonrió ante las palabras de Antoni, ya que tenia razón. Ambos eran así, sedientos de aprendizaje. Ya habían tenido experiencias anteriores y disfrutaba de los viajes en el tiempo, aunque en el ultimo hubiese estado cautiva unos días, el momento fue memorable. Por eso cuando la profesora comenzó a hablar, toda su atención fue a parar con ella. Las palabras de la Gaunt la llenaban tanto como leer un libro, su posición era digna de una niña de tres años que observaba embelesada como le leían un cuento, sin atreverse a interrumpir para conocer todo la historia. Había olvidado su porte de señorita para apoyar sus codos en el pupitre y descansar su rostro entre sus manos.

 

-Además cuando somos pequeños podemos realizar magia sin algún instrumento, recuerdo haberle hecho caer el pelo a un primo cuando tenia 8, porque me había molestado en algo- sonrió maliciosamente.

En cuanto Anne termino de hablar, realizo algo que Alegna no pudo ver, pero que dedujo en cuanto lo vio, de un salto se levanto de su asiento y asomo la cabeza queriendo ver a donde iban, un campamento militar, sonrió de lado y volvió a la clase donde la profesora ya llevaba su atuendo, suspiro resignada y se ato lo mas fuerte su cabello violeta, no quería que su peculiar color los delatara y con una floritura de varita cambio sus ropas por un vestido verde olivo largo para ocultar sus zapatillas, las mangas se le ceñían hasta los codos dejando unos pliegue amplios que llegaban hasta sus manos, el torso se vio aprisionado en un corset que definía su cintura y le levantaba el busto, termino con una ultima sacudida de varita donde una capa se materializo, ocultando su cabeza hasta casi los ojos.

 

-¿Qué? Mi cabello es llamativo - se justifico ante la mirada de sus compañeros.

 

Traspaso el umbral posicionándose cerca de la profesora, y observando, se podía tantear que esta emocionada, sus orbes se movían de aquí para allá y casi estaba en puntas de pie, mas parecía un leopardo a punto de atacar. Metió su mano en la túnica y resguardo su varita en un bolsillo interno, sentirla cerca, picándole las costillas la tranquilizaba de sobremanera.

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El vampiro apartó la mirada de la bruja sonrojada y se dispuso a escuchar a Alegna, sí que se acordaba de ella en el ministerio, la había ayudado a ocultar su alcohol. No sabía si era normal que en Londres se bebiera al mediodía, pero tampoco recordaba si ella era inglesa. Tal vez fuera de otro país donde se alcoholizaban en el almuerzo. Asintió de forma inconsciente a las palabras de ella sobre la historia y la curiosidad que le despertaban.

 

Sin embargo cuando le tocó hablar a Antony llevó la conversación a un plano mucho más interesante, Jeremy se acomodó mejor en el asiento para escuchar al mago y no perderse nada. Era realmente llamativo que con solo dos o tres palabras ya hubieran despertado sus ganas de saber más sobre aquello. Tal vez debería empezar a frecuentar la biblioteca del Refugio para otra cosa que no fuera libros de plantas o mejoras de las cosechas de cannabis.

 

Cuando Anne retomó la palabra, amplió el concepto de Antony agregando información nueva sobre la magia sin varita. En la memoria del Askar resonó un recuerdo sobre una bruja que utilizo un hechizo sin varita, canalizando una bola de energía que salió de su propia mano y voló hacia… No, no quería recordar tanto, volvió al presente a concentrarse en las palabras de la profesora.

 

Jeremy se acordaba de Merlín un dibujito muggle que veía de pequeño, pero sabía que no hablaban de esa caricatura, sino que de seguro estaba basado en alguien mágico de las leyendas, seguro un mago poderosísimo de los primeros de la antigüedad. Rió con la historia de Alegna y su primo, mientras Anne se disculpaba y se alejaba de ellos.

 

El vampiro se disponía a hablar sobre un incidente en su niñez, cuando una avalancha de nieve lo atrapó, hasta que la pronunciación de un hechizo llamó su atención. Guardó silencio para disfrutar del espectáculo. Nunca había visto un portal en su vida y ese era genial a sus ojos. Siempre las primeras veces eran geniales ¿no?

 

La impresión lo dejó mudo, hasta que Anne se puso en movimiento cambiando su aspecto, para después pasar por el agujero al pasado. El vampiro todavía un poco impresionado, se quedó mirando los cambios de la bruja de pelo violeta y frunció la ceja al ver que se tapaba casi toda la cabeza con una capucha.

 

-Mi turno -Dijo poniéndose de pie y utilizando su varita para cambiar un poco su vestimenta. Podría haberse puesto una capa o una túnica que cubriera todo, pero Jeremy no iba a desaprovechar su primer viaje al pasado.

 

Cambio su remera por una cota de malla con mangas tres cuarto, y su campera por una placa de cuero endurecido para su pechera. Su jeans pasó a ser de cuero oscuro y sus botas dos placas de metal opaco que lo cubrían hasta los muslos, y dos más que cubrían sus antebrazos. Luego se colgó un cinturón con una espada. No usaría casco, tenía varita para protegerse que le cortaran la cabeza.

 

Su disfraz era el sueño de cualquier chico, sonrió feliz de la vida. Traspaso el portal sin mirar atrás, anhelando una buena aventura. Se encontró en un bosque, y respiro profundo, llenando sus pulmones de naturaleza. Cualquier bosque siempre le provocaría nostalgia de su antiguo hogar. Lo único que no encajaba eran los ruidos de metales y de gente bulliciosa.

 

-¿Nos vamos en busca de magos extintos, madame? -Bromeó sonriendo, ofreciéndole su brazo a Anne, mientras esperaban que Antony cruzara. Miro de reojo a Alegna e intento hacerle un chiste para distraerla - ¿Quieres que intenté cambiar tu pelo de color? Puedo hacerlo... la última vez que lo hice, mi hermano Callum, estuvo pelado un mes.

Editado por Jeremy Barton

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El peliverde agradeció con una venia a la profesora Gaunt por dar tan valiosa información sobre como se usa la magia desde tiempos antiguos y como esas practicas útiles seguían prevaleciendo aún en estos días que existían magos jóvenes con la creencia que eran cosas del presente, pero mucho servía estar al tanto de lo que fue antes y como se modifico e incluso mejoro hasta nuestros días.

 

Por su problemático pasado, Ryvak no asistió a Hogwarts, por el contrario asistió a una llamada academia mágica que estaba por extinguirse y quizás por eso los profesores traspasaron un poco la línea cuando asistió al curso de duelo...los maestros les dieron licencia de usar una gran variedad de hechizos de cuyos nombres aún recuerda y en todos esos cursos que participo (ya que sus calificaciones siempre en duelos apestaban y no acreditaba, por lo que le tomo un año graduarse...siempre tuvo problemas para decidirse a lastimar a los demás, máxime si eran sus compañeros...) pudo usar interesantes ataques y defensas grandiosas como el fortificum...necrohand...¡esos si que eran hechizos interesantes! pero ahora solo eran recuerdos y mucho le recalcaban que no podía manejar ese clase de magia...tiene sus limitantes y mucho muy marcadas pero solo queda aceptar que hay cosas que no son para él y listo.

 

Se puso de pie al último, porque aún pensaba si Anne había elegido el momento en que Arturo era príncipe o rey? podía ir con la indumentaria de aprendiz de Merlin o de caballero... mientras seguía pensando en los pros y los contras, de su bolsillo interno saco un pequeño recipiente, este previsto con anterioridad, pues debía pasar desapercibido y Alegna ya lo conocía bajo el efecto de esa poción para modificar el color de su cabello peliverde a castaño...no tendría mucho tiempo para estar bajo el efecto de la poción, a lo sumo tres horas, así que guardo la poción en sus ropas y mejor opto por un ropaje de caballero al que sumo la espada que le obsequio Axel Rexdemort...

 

Al enfilar sus pasos al portal mágico, también cayo en la cuenta del gran poder de su amiga Anne, se requiere conocimientos para lograr abrir portales al pasado y ella los poseía de forma basta, lo que le hacía admirarla más.

Fue el último que cruzo el portal y ya los demás se encuentran ansiosos de iniciar aquella aventura...

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Alegna fue la primera en aparecer por el portal, casi justo detrás suya. Se giró para mirarla y asintió con gesto de aprobación, podría mezclarse en el tiempo artúrico sin llamar demasiado la atención. Aunque el pelo podría ser un problema, esperaba no tener que lanzarle un hechizo en mitad de aquella excursión. Decidió no hacer ningún comentario al respecto para no enturbiar la emoción que parecía emanar de la Black, la cual comprendía perfectamente: ella se sentía igual cada vez que se sumergía en los misterios del pasado. El siguiente en aparecer fue Jeremy, debidamente ataviado para la época. Anne esbozó una amplia sonrisa ante su vestuario, había sabido introducirse en la época perfectamente. Además, parecía igual de ansioso que Alegna por lo que tenían por ver por allí. Cuando le ofreció el brazo, apoyó su mano en el antebrazo del chico.

 

Magos extintos cuya magia llega hasta nuestros tiempos, sir Jeremy —le respondió, mientras intentaba adoptar un gesto inocente poco habitual en ella. Tuvo que hacer serios esfuerzos por no echarse a reír, y mucho más aún cuando el Askar bromeó con Alegna sobre cambiarle el color del pelo, añadiendo una anécdota con su hermano Callum, al que ella había conocido brevemente en la Cantina semanas atrás. ¿O no sería exactamente una broma?—. Nada, nada, aquí nadie toca el pelo de los demás, solo seamos cautos o nos veremos envueltos en un buen lío. ¿Dónde está Antoni? Ah...

 

La pregunta se respondió por sí sola en cuanto el muchacho apareció tras el portal. En cuanto lo hizo, Anne se soltó del Askar y caminó de nuevo junto al portal, haciendo que su magia se disolviera en el aire. Ahora estaban en el pasado, sin posibilidad de volver a su época hasta que ella volviera a conjurar un portal. Aquella idea no le incomodaba, lo había vivido bastantes veces ya. Pero no estaba segura de cómo lo tomarían sus alumnos, así que decidió guardarse aquella información para ella misma.

 

Vale, antes de movernos de aquí tenemos que tener claras algunas cosas muy básicas. Esta gente, en esta época, se mueven por el honor ante todo, así que tenemos que cuidar nuestra forma de hablar y actuar. También son de costumbres rectas... tened cuidado con faltarles al respeto o hacer algo que consideren ofensivo, o nos meteremos en un buen lío. Y por supuesto... no podemos intervenir en nada, pase lo que pase —aquella parte era la más importante—. Debéis comprender algo. Esto no es una simulación, sino un momento de nuestra historia muy anterior a nosotros. Cualquier hecho que alteremos puede tener importantísimas consecuencias en el futuro... es decir, en nuestro presente. Pase lo que pase, no podemos intervenir —reafirmó una vez más, como si así pudiera meter aquella información en la cabeza de sus alumnos con más facilidad.

 

Dicho aquello, les hizo un gesto con la cabeza para que la siguieran introduciéndose en la frondosidad de aquel bosquecillo.

 

También tenemos que tener alguna coartada por si alguien nos encuentra, o nos habla, aunque sería perfecto que no fuera así. Por si acaso, diremos que estamos viajando a Camelot para visitar a unos familiares, ¿de acuerdo? ¿Alguna duda? —de repente, se acordó de algo importante—. ¡Ah, sí! Los nombres, cuidado con eso. Vosotros —señaló a los chicos— seréis caballeros, y recemos para que no nos pregunten de dónde. Nosotras somos ladies, protegidas por los chicos. A partir de ahora, soy Lady Anne de Cork —detuvo la caminata y se giró hacia los tres, haciendo una reverencia al estilo antiguo estirando su túnica hacia los lados mientras se inclinaba. Luego soltó una risita—. Id pensando vuestra tapadera también, por si acaso.

 

Dicho aquello, retomó su caminar mientras miraba a su alrededor. Se respiraba la naturaleza de una forma muy distinta a como lo hacía cuando salía a caminar en el presente. El aire era más puro, la naturaleza más salvaje. Se notaba que el hombre no tenía el mismo dominio que en la actualidad sobre la tierra. No tardaron mucho en salir a otra explanada que correspondía al final del bosquejo. Y allí había un campamento militar y metros de pradera vacía con algunos matorrales dispersos. Y al fondo, una cadena montañosa entre la que destacaba un reino. Miró a sus alumnos de reojo y luego les señaló con la cabeza aquel fondo: aquello era Camelot.

 

Vaya, no he fallado en la ubicación tanto como había pensado al principio.

 

El campamento que tenían a pocos metros, aunque aún quedaban ocultos por la vegetación y podían observarlo sin ser vistos, tenía al menos varias decenas de tiendas de tela gruesa clara sobre postes de madera, con algunas fogatas dispersas por aquí y por allá sobre las que pendían calderos humeantes y soldados ocupando distintos espacios para entrenar entre sí, contra postes de madera o simplemente afilando sus armas y limpiando sus armaduras. Al parecer, estaban allí asentados esperando algo, pues no tenía sentido que estuvieran a tan "poca" distancia de Camelot tanto si volvían de un viaje como si iban. Aunque tampoco merecía la pena informarse, pues no le parecía percibir magia en ellos.

 

Os dejo algo de tiempo por si queréis echar un vistazo. Pero cuidado, que no os vean. No distingo ningún mago por aquí, suelen llevar ropajes distintos a los de los caballeros y demás soldados. Túnicas no, o no como nosotros, pero siempre llevan algún emblema distintivo en la ropa. O capas. En cualquier caso, tenéis unos minutos para ojear el campamento y en cuanto terminéis, nos vamos para Camelot. Allí seguro que encontramos muchas cosas mejores.

 

 

@ @@Alegna Black @

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Sir Jeremy sonrió a su profesora, disfrutando de su compañía. Tenía que confesar que tampoco le molestaban sus compañeros, ellos parecían saber mucho de historia y podía escucharlos comparar puntos de vista. Vio como Anne se soltaba de él para ir a cerrar el portal. No se sorprendió aunque pensó que quedaría abierto para cuando regresaran de su paseo.

 

Las palabras de la Gaunt sobre las consecuencias de sus actos, dejo pensando al vampiro. No pensaba hacer ninguna tontería pero… ¿qué pasaba si los magos aprendices de Merlín se dieran cuentan que eran del futuro y los atacaban? ¿No se defenderían? ¿Quedarían ahí para siempre? Esa posibilidad era preocupante, pero decidió no adelantarse con cosas que no deberían pasar si jugaba bien su papel.

 

Caminando sin problemas, siguiendo a la mujer por el bosquecito mientras la odia hablar, el Askar noto que Antony llevaba una armadura de caballero como él, aunque en mejor estado. Le hizo seña del pulgar para arriba, para no interrumpir a Anne, que se paró y les hizo una inclinación mostrando su nueva identidad como Lady. Se quiso morir de amor.

 

-Yo seré Sir Jeremy o Jerry de… -Agregó saliendo de su distracción - ¿Canterbury? ¿De dónde somos Antony? -Le tiro la bola a su compañero ya que no tenía idea de dónde podía ser, era ruso y nulo en historia inglesa antigua.

 

Terminando sus excusas mentales, siguió caminando detrás de Anne, aunque se tomó un segundo para ver si sus compañeros los seguían, y continuó caminando más tranquilo al ver que así era. No tardaron en llegar al límite del bosque donde se extendía el campo abierto donde había un asentamiento militar, y mucho más al fondo un reino. Se veía magnífico, lamento no haberse comprado una cámara mágica para tomar ese recuerdo.

 

-Genial, entonces vamos a disfrutar del pasado -Dijo en voz alta en vampiro saliendo de las plantas. Le hizo señas a los demás, mientras se iba acercando al campamento, ignoro a todos los que se lo quedaban mirando con sospecha y hasta lo señalaban hablando entre ellos.

 

El Askar fue recorriendo los pasillos de tierra con especies de carpas militares, y espiaba dentro sin detenerse, veía mesas, soldados durmiendo, jugando, formándose en entrenamientos. Hasta que vio donde estaba lo que buscaba. Se acercó al lugar y entró. El calor lo envolvió al instante.

 

Había dos forjas de acero en el centro lo que emanaba el calor atroz de la carpa, luego una mesa tenía pedazos de metales, petos, partes de armadura y espadas melladas o rotas. Un hombre gordo y barbudo con dos brazos musculoso, estaba dándole forma con un yunque a un metal alargado que estaba de color naranja. En el aire se olía el azufre.

 

-No se aceptan más pedidos -Gritó el hombre haciéndole señas a su aprendiz para que echara al intruso.

 

-No, no -Negó Jeremy levantando las manos para mostrar sus palmas - ¡Tengo oro!

 

El aprendiz se detuvo y miró a su mentor con dudas, esperando la reafirmación de lo que debía hacer. El robusto hombre observó al rubio antes de arrancar un hacha de su caballete de trabajo y empezar a acercarse con el enojo pintado en sus ojos.

 

-¿Intentas comprarme, bastardo? -Vociferó a todo pulmón, y tenía unos pulmones muy grandes.

 

El vampiro lo vio venir y su único miedo fue, que si lo mataban, no llegaría a ver a Anne recorriendo el camino al altar donde la esperaría él. No veía posibilidad de escape sin usar su varita. La sacó de la cintura donde colgaba la espada.

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Salió al impecable bosquecillo, mientras sus compañeros la seguían Antony y Jeremy se habían vestido de soldados medievales y sus cotas de mallas brillaban con el sol. El día estaba hermoso, aunque la Black ya se estaba arrepintió do de su atuendo, no le gustaba ir muy abrigada, ya que el exceso de ropa solía estorbar al correr.

 

-Inténtalo cariño - bromeo la Black sonriendo de lado.

 

Sabia que el joven solo bromeaba, y que no se atrevería a tocarla, en lo poco que lo conocía ya lo había leído, el chico era atento, servicial, cariñoso, respetuoso. Cualidades que Alegna no creía atractivas. ¿Cómo lo hacia? Leyendo los gestos de las personas. El la ayudo en el atrio, aunque la bebida era insignificante, se preocupo de que la despidieran sin siquiera conocerla, el gesto de las flores hacia su. ¿novia? El tenderle el brazo para que Anne caminara con él, el deseo de hacer participe a Antony que solo era oyente. Todo eso era el Askar, a pesar de su edad, que posiblemente tenia mas que ella al ser vampiro, era un niño investigando.

 

Suspiro. Y camino al ultimo de todos, prefería observar mas de lejos. El chico se adentro al campamento, la Black sonrió pensando en que de seguro era mas curioso que ella ya que se metía en cada carpa que encontrase. Llego hasta la forja donde se tomo mas tiempo charlando con los herreros del lugar, Alegna lo observaba de reojo ya que se había parado a acariciar los caballos. Paso la mano por el lomo de uno negro con cresta blanca, un animal magnifico.

 

-Mujer, no puedes estar aquí

 

La voz gruesa de un militar la saco de su divertimento, acicalar al caballo con sus manos, la capucha ocultaba la mitad de su mirada y por eso el hombre no vio que la chica enarcaba una ceja. Se volvió hacia él, un hombre mayor de cuarenta, tenia el cabello negro corto, la cota de malla de plata que refulgía al sol, por como lo miraban los demás debía de tener cargo importante, la chica se cruzo de brazos, esta vez mirando con sus orbes verdes a los azules de él. De momento el hombre no se amedrentó, pero como la chica no parpadeaba y lo miraba intensamente, por lo que se sintió intimidado y miro al disturbio de la forja. Alegna siguió la vista de él pero solo porque el volumen de las voces le llegaron, Jeremy se había metido en un problema.

 

-Por Merlín - suspiro en voz alta mientras se dirigía hacia el lugar. Por lo que veía el herrero se disponía a decapitar al Askar.

 

-Jeremy, al fin te encuentro hermano - agarro el brazo del Askar después de hacerse paso entre los curiosos Muchas gracias caballero, ay hermano no te puedo dejar solo ni un minuto, niño travieso

 

Tomo de la oreja al chico alejándolo de la forja, no sabia donde andaban los demás, esperando con todo su ser que guardara su varita. Doblo una tienda y lo soltó.

 

-Diablos Askar, casi nos delatas y no llevamos una hora -Caminaba de un lado para el otro, mientras pensaba que hacer y reunirse con los demás, ella tenia experiencia en viajes al tiempo y sabia que no debían interferir en los sucesos, esperaba que el incidente no hubiese provocado nada en el futuro.

 

-¿Señora, puedo hablar con usted?- el oficial apareció y la Black se puso blanca ¿Cuánto había escuchado?

 

-Señora, creo que me debe una explicación ¿Por qué esta en el campamento?

 

La chica miro al militar y luego a su compañero, buscando tiempo o ideas para salvar sus pellejos, aunque era raro que no le preguntara al hombre sino a la mujer, suspiro esperando que un milagro los salvara, su mente se había bloqueado y solo esperaba retorciendo sus manos, mientras sus orbes buscaban un escape.

 

-Buscan a Merlín -la voz provenía de las espaldas de la Black pero ella no lo conocía.

 

 

@ @ @Antony nick dificil jaja

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Usar el portal mágico de Anne, le convenció de que era el mejor modo de viajar...tan solo atravesar lo, llego a un bosque muy interesante, escuchaba ese golpeteo de espadas y al momento en su interior, vino ese recuerdo grato de cuando su amigo Axel le dio su primera lección de lucha con espadas...la emoción le envolvió y por reflejo llevo su mano a la empuñadura de su espada, Anne cerró el portal, una buena medida para que ninguna persona o ser, lo atravesará.

 

 

Se sintió aliviado de llegar justo en el momento de la explicación de Anne, tanto de como se comportaban en esa época en especial y el cuidado que tenían que tener de no intervenir...al menos con la profesora Ayra, los alumnos iban al pasado como fantasmas y eso garantizaba a la profesora, disminuir el riesgo de que algún alumno modificara el pasado...claro que no lo mencionaría a los demás, sobretodo al ver su gran entusiasmo...

 

 

Con un gesto de su cabeza, la profesora Anne les indico a todos que la siguieran y ahí vamos, caminando entre la espesura del bosque mientras nos decía que era mejor hacer algo con nuestros nombres...si...no podía mencionar su verdadero nombre...lo cual era una buena idea...tomar un nombre conocido de los aliados al reino de Camelot...y aún más acorde si es que dirían que iban a ver un familiar...

 

Anne se presento con su nueva identidad, le respondí con una inclinación y una reverencia como vi hacer una vez a Alegrando Magno ante Cleopatra...(en otro viaje al pasado, de esa clase que le fascina tanto!: "Historia de la Magia")

 

Su sonrisa muy tenue y responde a Sir Jerry

 

--... de Northumbria Sir Jerry, una familia noble, fiel y aliada a Camelot -- Respondo seguro de mi, para después caminar detrás del compañero y la profesora, esperaba ir como antes, al último, pero Alegna me gano la idea, tal vez por nuestro anterior viaje...

 

 

Anne nos invitaba a ver el campamento al que llegamos y Sir Jerry se adelanto de inmediato a curiosear por todo el lugar, asomandose en las tiendas y revisando cada rincón...entro a una gran carpa y lo peor podía pasar, me incline un minuto, miré a ambos lados y alrededor, aún no me veía nadie...

 

--Aparitio! -- Me concentre bastante en mi mente, tenía los parpados cerrados para ver con claridad aquel viejo libro de las familias nobles, sus sellos y escudos...requería un pergamino con un escudo grabado...necesitaba visualizarlo del todo bien para conseguir un pergamino que se viera como oficial...

 

 

Gran alboroto hubo entonces, de la carpa donde entro Sir Jerry se escuchaba tremendo grito que era una amenaza, entro Alegna después y saca a Sir Jeremy de una oreja...? ¿también jala las orejas aún sin ser tu cumpleaños? ???

 

Se quedo de momento pensativo...¿y ahora?...enrollo el pergamino y lo sujeto con un lazo, con el en la mano camino hacía donde vio marcharse a Alegna, vio como la interrogaba un militar de alto rango...esto no pintaba bien...no lo miraban, escondida su varita en la bracera de piel de su antebrazo, levanto su brazo y apunto a uno de aquellos militares...este se quedo quieto unos segundos y después camino firme hacia donde tienen acorralados a Sir Jerry y Lady Alegna...

 

--Buscan a Merlin...-- Pronuncia aquel caballero, mientras él busca con la mirada a Anne, pero tal vez ella está bastante lejos...¿Y si prueba en entregar el pergamino?

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Sus alumnos se disgregaron por el lugar, algo que Anne había previsto desde el principio. Solo esperaba que siguieran sus indicaciones al pie de la letra y no se metieran en líos, bastante tenía con ser enemiga del Ministerio de Magia de Egipto como para enemistarse también con el inglés por alterar el pasado. Menos mal que en Egipto solo había destruido un par de edificios, y además sin querer. Aunque aquello no había servido de excusa, y no alcanzaba a comprender el porqué.

 

Vio cómo Jeremy se alejaba de su lado y sonrió, Alegna le siguió y Antoni tampoco se quedó atrás. Bueno, mientras no se metieran en líos...

 

Ella prosiguió con su propia investigación, era un momento único para curiosear las plantas que había a las afueras del campamento, algunas le habían parecido de lo más interesante. Vio unas florecillas malvas del tamaño de la uña del meñique que enseguida captaron su atención y se inclinó sobre ellas, rozándolas con la yema de los dedos. Al instante, sintió el tacto rasposo de éstas. ¿Cómo era posible? ¡Si parecían de lo más suaves desde lejos! Le pareció tan insólito que volvió a palparla, aunque esta vez con algo más de precaución. Tras examinarla un poco más, cortó un par de ellas y las guardó en su bolsito, que llevaba colgado y camuflado con la túnica.

 

Cuando se puso de pie y quiso darse la vuelta, se chocó de bruces con alguien. Alguien bastante más alto que ella y fuerte, al menos en apariencia. Alzó la vista para mirar a los ojos de un soldados sudoroso que la observaba con un gesto que no gustó para nada a la Gaunt. Se retiró de su alcance tan rápido como pudo, con un hábil movimiento.

 

¿Qué hace una beldad como tú en un sitio como éste? —preguntó. Su voz era grave, incluso desagradable al oído de la bruja, que ya estaba buscando una vía de escape que no pasara por partirle el cuello allí, aprovechando que nadie les veía. «Bella va a ser la patada que te vas a llevar como te acerques», pensó. Inconscientemente, su mente había conectado con la del soldado, que abrió muchos los ojos al percibir aquel pensamiento procedente de la mujer. Había aprendido a usar la legilimancia hacía ya bastante tiempo, y aprovechaba aquel poder en su beneficio siempre que podía. Pero, al ver el gesto del hombre, comprendió que había cometido un grave error al no contener su pensamiento.

 

Se giró para alejarse del soldado, pero evidentemente éste no tenía intención alguna de perderla de vista. Aunque ya no había lujuria en su mirada, sino desconfianza y sospecha.

 

¡Eres una hechicera! Pero no eres de las aprendices del gran br...

 

No iba a quedarse a escuchar mucho más. De repente, un revuelo cobró vida en el centro del campamento pero no podía comprobar de qué se trataba desde su posición. Solo podía desear que no tuviera nada que ver con sus alumnos. Aun así, pensó que podría servir para despistar a aquel hombre.

 

¡Eh, vuelve aquí! ¡Soldados, a las armas! ¡Hay una hechicera enemiga en el campamento!

 

Anne se mordió el labio inferior y, agarrándose la túnica para alzarla un poco y que no la molestase al correr (ya le daba igual que vieran sus botas, tan poco acordes con la época), se escabulló del alcance de aquel hombre metiéndose entre las tiendas y procurando no toparse con nadie. Y tampoco sabía hacia dónde se estaba dirigiendo. Pero se quedó estupefacta cuando desembocó en un punto donde había un grupo de personas reunidos, entre los cuales estaban Jeremy y Alegna. También Antoni estaba allí. Y alguien se había colocado tras el trío, pero no alcanzó a verle la cara. Solo se fijó en que no llevaba armadura, y parecía más viejo que los demás a pesar de que su porte era imponente. Tenía el pelo largo de un color blanco de lo más llamativo. Y su voz era profunda.

 

Buscan a Merlín.

 

La voz del desconocido hizo que todos se detuvieran, tanto en movimiento como en murmullos. Incluso los cuatro viajeros se habían quedado petrificados. Había algo en él extraño, diferente. Y Anne no pudo dejar de sorprenderse cuando vio que los otros parecían respetarle. O quizás más bien lo veneraban teniendo en cuenta que los gestos fieros y desconfiados habían mutado por completo. Alguien la agarró entonces por la espalda, sobresaltándola.

 

¡Al fin te encontré!

 

Era el mismo soldado del que había huído un poco antes, que ahora apretaba su hombro con una fuerza descomunal. Ella se zafó del agarre con un tirón y retrocedió, acercándose así a sus alumnos. Pero el soldado ahora miraba al hombre que había parado aquella revuelta, y también su gesto había cambiado por completo. Esta vez, Anne se giró para observarle y se topó con un par de ojos castaños que la miraban fijamente. De repente se sintió pequeña a su lado y tuvo que desviar la mirada para deshacerse de aquella sensación.

 

Sigan con sus tareas, muchachos, estas personas quedan a mi cargo a partir de ahora. Síganme, por favor.

 

No dijo más, sino que se envolvió un poco mejor en la capa que llevaba de color azul oscuro con terminaciones elegantes y comenzó a caminar alejándose de la improvisada reunión. Anne gesticuló a sus tres alumnos para que siguieran al extraño sintiendo una inquietud creciente en su interior, como un nudo en el pecho. ¿De verdad aquel hombre era...? Solo de pensarlo, sentía que aquella especie de nudo que sentía en el tórax se agrandaría hasta hacerla explotar. Había vivido momentos realmente épicos, como cuando conoció a Alejandro Magno... pero Merlín era un tema muy distinto.

 

Y no sólo eso sino que... ¿cómo les había encontrado tan rápido? ¿Y por qué no había desconfiado de ellos? Carraspeó con la garganta sin saber bien qué iba a decir y entonces el hombre alzó una mano sin parar de caminar.

 

Aún no, joven. Espere hasta que estemos solos, las paredes tienen oídos.

 

Y la Gaunt cerró la boca de nuevo obedientemente. Qué menos junto a un mago de tal calibre. Miró de reojo a sus alumnos, pero entonces la marcha terminó junto a una tienda un poco más pequeña que las demás y no pudo decirles nada. El hombre de pelo blanco apartó el telón que que tapaba la entrada a ésta y luego se echó a un lado, indicándoles que pasaran con un gesto de la cabeza. Anne dudó un instante pero al final accedió y entró en la tienda. Y cuando los cuatro magos hubieron pasado, el anciano les siguió hasta el interior.

 

Bien... bien —les dijo. La warlock observó el interior del lugar, tan distinto a lo que parecía desde fuera. Era una sala enorme, con un alfombrado que hacía de suelo para cubrir la hierba del campo y varias estanterías dispersas en los laterales de tela, que lucían firmes desde dentro. Además, había un catre con varias mantas en una esquina y un apartado cerca con una especie de cortina que posiblemente fuese como un vestidor. Además, había un escritorio de madera lleno de pergaminos antiguos con ilustraciones preciosas y una pluma que escribía sola en uno de ellos—. Tengo muchísima curiosidad por saber de dónde habéis salido. O mejor dicho, de cuándo. Y sobre todo, cómo. ¿Alguno quiere comenzar con la historia?

 

 

 

@ @@Alegna Black @

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La joven se da la vuelta despacio, buscando a la persona que había hablado, sus orbes verdes se clavaron en los castaños del individuo, tan diferente a los que había en la época. Su túnica destacaba entre las marrones y blancas que cubren las carpas o las oscuras que usaban los militares, boqueo un par de veces pero de sus labios no salía sonido algunas, ni siquiera un gorgojo. No vio como las demás personas miraban al individuo entre una mezcla de admiración y temor.

 

El bullicio cercano la sobresalto pisando el pie de Jeremy, vio a Antony pero la que causaba revuelo era la profesora, esta al igual que la Black se queda muda ante la presencia, las palabras del hombre suenan a orden más que a petición, y los ojos de la Gaunt la invitan a seguirlo. Alegna se posiciona cerca de su profesora y el hombre, ve como Anne trata de hablar pero es interrumpida, hasta que llegan a lo que parece un lugar seguro. La vista no está nada mal. A pesar de estar en un campamento las comodidades no se hacen esperar, el catre se ve reconfortadle y la peli violeta se pregunto si podría sentarse un rato, demasiadas emociones por un día. Camino tranquila hasta donde estaban los pergaminos y sonrió al ver la pluma.

 

-Estamos en clase-Se atrevió a hablar primero-¿Por qué no te sorprende? ¿Acaso ya has estado en una situación similar?

 

La Black tomo uno de los pergaminos y este salió de sus dedos hasta el hombre que los había auxiliado, la chica lo miro sorprendida ya que solo había chasqueado los dedos. Supo al instante que necesitaba saber como lo había hecho, ella amaba su varita, pero en ocasiones era algo incomoda.

 

-La curiosidad es buena en ocasiones pero algunas veces lleva a la muerte ¿lo sabías?-El mago miro a la chica de pelo violeta y se sentó campante en una butaca que apareció de la nada-Digamos que estamos en guerra en estos momentos, que todos llevan a un mago o aprendiz al campamento, que debemos mantenernos alerta, y que debemos poner artilugios por si la magia llega a aparecer, y ustedes usaron eso para llegar. ¿O me equivoco?

 

Sonrió de lado dejando ver una hilera de dientes, la chica pensó que debieron haber pensado eso, al menos que la Gaunt nunca pensara llegar al campamento sino al mismo Camelot donde la seguridad mágica seria el doble en caso de hallarse el rey ahí. El sonrojo de Alegna se noto a pesar de su capucha, rogo que Antony no la viera, pues podía decir algo que se le marcara aun más el nerviosismo.

Editado por Alegna Black

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El barbudo herrero no llegó a decapitar a Jeremy. Fue interrumpido por Alegna que entró a la carpa, lo más campante para llevarse al vampiro de la oreja como si tuviera tres años. Resultó tan convincente la actuación, que los hombres dejaron que se fueran sin poner ninguna resistencia. El mago se frotó la oreja con una mueca, sus ojos estaban ocupados en buscar a Anne. ¿Dónde estaba? ¿Tanto se había alejado de la Gaunt? Maldijo su arraigada costumbre de explorar por su cuenta.

 

-No es mi culpa, solo estaba buscando…-Calló sus protestas cuando dos hombres se acercaron a ellos para pedir explicaciones.

 

El Askar movió su mano a la empuñadura de su espada, dando la clara señal que habría pelea, pero un extraño hombre habló detrás de Alegna. Por el rabillo del ojo pudo ver a Antony que estaba cerca. La situación pendía de un hilo, cualquier movimiento, sería tomado como una provocación. No tuvo tiempo de pensar mucho más, su Anne apareció unos instante antes sus ojos; en el momento que Alegna lo pisó fuerte desconcertándolo y provocándole ganas de darle un empujón.

 

El ceño de Jeremy se iba volviendo más profundo a medida que volvía a centrar su mirada en Anne que se defendía de un hombre que intentó agarrarla, al ver eso, el vampiro desenvaino la espada sin dudarlo, con la clara idea de atacar. No hizo falta. Cuando el hombre viejo hablo, los demás soldados obedecieron sin protestar. Quedaron a cargo del imponente anciano que les pidió que lo siguieran. El Askar negó con la cabeza y enfundó su espada con toda la violencia que pudo aplicar.

 

Mataría al cabrón ese, antes de regresar al presente. Siguió a su grupo sin estar de acuerdo en nada. Estaba seguro que caerían en una trampa. Jeremy no se daba cuenta de nada, su mente estaba tan nublada, que solo miraba la espalda del anciano con vehemencia. Atento a cualquier movimiento que este hiciera. Ingresaron cada uno por turnos a una carpa pequeña, una vez dentro pudo comprobar que era enorme. Su ceño fruncido se disolvió al pensar en una posibilidad sobre el anciano “Seguro es un hechicero como nosotros” se acercó a Anne para decirle, pero el hombre mayor habló e interrumpió su idea.

 

Jeremy abrió grande los ojos asombrado cuando el hombre le quitó a Alegna el pergamino, sin utilizar varita. Escucho las palabras que Alegna le decía al anciano y las que este le respondía mientras se sentaba en una silla conjurada por él mismo. ¿Acaso los estaba amenazando? El vampiro no confiaba en el extraño de ojos castaños, volvió moverse colocándose detrás de Anne y arrimándose su espalda sin llegar a tocarla en ningún momento.

 

-Somos cuatro, podemos contra él -Le susurro cerca del oído apenas despegando los labios. -Podemos obligarlo a que nos lleve a conocer a Merlín. Solo da la orden y que empiece el show.

 

Se quedó allí a esperar la respuesta de la bruja, mientras veía a Antonhy allí parado y el sonrojo de Alegna. El mago no pudo evitar sonreír y mirar el suelo alfombrado. Estaban en el pasado, atrapados en una carpa con un anciano misterioso que utilizaba poderes sin varita y no podía pensar con claridad por la cercanía de la Gaunt. Sacudió la cabeza y con gruñido tomó su varita. ¿Chillarían igual los magos del pasado cuando se les lanzaba un cruciatus?

 

 

 

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