El Puño de Diagón (MM B: 111585)

[Dennis Delacour]

La rubia esperaba por las respuestas de su novia a las preguntas que le había planteado mientras ponía sus manos ahora entre aquellos guantes en la cintura a modo de postura molesta mientras esperaba las palabras que tuviera que decir la Triviani. Pero lo que hizo la ojigris la tomo por sorpresa ya que incluso antes de responder a cualquier cosa se acercó a ella y rodeándola con sus brazos quedó a escasos centímetros de sus labios, normalmente a esta distancia era imposible para la Delacour concentrarse y no terminar besando a la bruja pero debía mantener su postura de enfado.

 

Realmente no iba a poder seguir con esa actitud y menos con las palabras que salieron de la boca de Zoe, y cuando se acercó a su cuello sintió como si a través de su piel se desplazara un impulso eléctrico, su rostro se calentó de inmediato ante sus palabras y olvidó su enojo y solo deseo no tener en sus manos aquellos guantes para poder aferrar sus manos a la cintura de su novia y acercarla aún más. Cuando habló acerca de que la podía revisar desnuda sus ojos se abrieron ante la impresión, ese no era el lugar para aquello pero la situación la estaba tentando demasiado.

 

Escucho su disculpa y sintió su lengua en su cuello seguida de un pequeño beso, para cuando se alejó un poco para luego darle un beso en su frente ya su enojo había caído al piso y estaba en medio de muchos otros sentimientos menos ese. Se acercó a Zoe y como pudo debido a aquellos guantes la abrazó empujándola contra las cuerdas del ring para dejar un apasionado beso en sus labios. Cuando terminó de besarla se mantuvo así de cerca mirándola fijamente antes de hablarle — Y a mi me provoca cumplir tus deseos amor pero este no es el lugar, ya que si quieres luego ir a otro sitio no me opongo — dijo para volver a besarla — pero si vuelves a preocuparme de esa manera creeme que pasara mucho tiempo para que yo vuelva a cumplir alguno de tus deseos — termino de decir para darle otro beso terminando con un pequeño mordisco.

 

Se alejó de su novia lentamente después de eso y chocando entre sí los guantes le sonrió — vamos a practicar o sientes que en este momento no puedes por que te tiembla todo? — dijo riendo mientras daba unos pasos hacía atrás al centro del ring en medio de risas.

 

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[Zoella Triviani]

Una risa brotó de mis labios ante la reacción de la Delacour, sentí las cuerdas chocar contra mi espalda y luego sus labios pegándose a los míos en un apasionado beso, luego de algunos segundo se alejó y al abrir mis ojos observé esas iris azules brillar como solo sus ojos lo hacían, una sonrisa traviesa apareció en mis labios a la par de que mis manos bajaban de su espalda baja a sus glúteos, escuché sus palabras y mi sonrisa coqueta solo aumentó. Sus besos me llenaban de infinitas sensaciones totalmente indescriptibles. Un gruñido salió de mi garganta ante su mordisco.

 

Deseé volver a tomarla entre mis brazos y dedicarme sólo a besarla, pero quería entrenarla un poco y retomar parte de mis viejas costumbres. Choqué mis guantes, y caminé hasta quedar a dos metros de ella, troné un poco los huesos de mi cuello y me erguí en posición de combate - Créeme, la que terminará temblando eres tú, y será de total placer - mi comentario fue acompañado de un guió coqueto en su dirección y un beso que lancé al aire.

 

Me sería difícil no distraerme con los movimientos que su cuerpo realizaría, pero pondría todo mi empeño en ello.

 

@@Dennis Delacour

[Dennis Delacour]

No pudo evitar reír y que sus mejillas se incendiaran por el comentario de su novia, sentía la cara arder y eso solo era ella quien solía causarlo. Era increíble que a pesar del tiempo que ya llevaban compartiendo aún tuviera el poder de hacer que su sangre se acumulara de esa manera en su rostro ante cualquier mirada, frase o gesto que hacía para ella, en su presencia a veces era imposible recuperar su tono habitual de piel y siempre se mantenían de un color rosa sus mejillas y el calor la inundaba.

 

Pero que podía pedir si frente a ella perdía su rumbo, estaba tremendamente enojada con ella y ahora no podía evitar tener una sonrisa de tonta enamorada por estar compartiendo su tiempo con ella. Pero de algo estaba segura no le iba a poner fácil aquella práctica, podría desquitarse un poco de las preocupaciones que a veces le causaba así que pensaba divertirse.

 

Se acercó despacio a Zoe con los brazos a bajo sonriéndole coquetamente lo que hizo que bajara un poco la guardia, en ese momento lanzó un derechazo atinandole a la mandíbula de la Triviani tomándola por sorpresa — No deberías dejarte distraer por unos ojos bonitos mi amor — dijo con tono de voz suave mientras daba un par de pasos hacía atrás y se reía de la expresión de su novia, poniendo sus puños en guardia a la altura de su barbilla.

 

— Y bueno me vas a mostrar algunos movimientos o prefieres que te siga dando una paliza bebé — en serio que su humor había cambiado del cielo a la tierra después de ese par de besos, ahora solo quería molestar un poco a Zoe pero para divertirse.

 

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[Zoella Triviani]

Verla caminar hacia mi, de esa manera tan seductiva me descolocó y me hizo bajar totalmente la guardía. Estaba embobada, observando como su cuerpo se meneaba y como esa expresión coqueta me hacía tener pensamientos para nada disponibles ante cualquier publico. Quise alzarla en mis brazos, y acorralarla contra una esquina pero su movimiento me tomó por sorpresa, haciéndome dar unos pasos hacia atrás mientras tomaba mi mandíbula. La miré sorprendida, con ojos brillantes y de admiración, escogerla había sido la mejor decisión que había tomado hasta ahora.

 

- Tus ojos no son lo que me distrae, preciosa. Me distrae eso que tienes más abajo del cuello, ¿me permites dejar un camino de besos por todo ese escote? - pedí, colocándome otra vez en posición y acercándome a ella.

 

Concentrarme se me estaba haciendo tarea difícil, más de lo que había imaginado. Tener a la Delacour frente a mis ojos, vestida de tal forma y toda sonrojada me llevaba a un viaje de recuerdos, recuerdos que siempre recreaba en mi memoria. Recuerdos que causaban estragos en mi. Me sentía desfallecer, y las ganas de fundirme entre sus brazos aumentaban con el pasar de los segundos.

 

Me acerqué a su cuerpo con velocidad y sin previo aviso la tomé de la cintura levantándola para después tirarme sobre ella en el piso del cuadrilátero, quedando sobre ella para inmovilizar con algo de fuerza sus brazos con mi manos por sobre su cuerpo y dejar mis piernas a cada lado de las suyas, acortando todo movimiento. Nuestros rostros quedaron a escasos centímetros y sin despegar la mirada de la suya rocé nuestras narices y luego nuestros labios, en un pequeño y quedo roce. Sonreí, a sabiendas de lo que con su mirada decía y me dispuse a hablar en un bajo y lento susurro, seduciéndola con cada palabra soltada.

 

- Te voy a mostrar algún par de movimientos, lo que no se aún es si entran entre movimientos de pelea o en que clasificación podríamos ponerlos - sin despegar la mirada de sus ojos, comencé a dejar besos en su barbilla para bajar por su cuello y entretenerme un buen rato en dejar un pequeño chupón en él, volví a observarla mientras mis besos eran dejados sobre sus clavículas y luego su pecho descubierto, deseaba dejar más marcas, pero no sabía si aquello sería de su total agrado.

 

@@Dennis Delacour

[Dennis Delacour]

No pudo evitar sonreír y a la vez sonrojarse ante las palabras de la Triviani, cuando quería lograba ponerla de mil colores con solo un par de frases o una mirada, era complicado resistirse a sus encantos y más a esa sonrisa que te volvía una completa tonta enamorada en cuestión de segundos, ya llevaban algunos meses y aún así aún no lograba controlar el volverse roja como un tomatico ante cada cosa que decía. — Tienes que pedir permiso para hacerlo? te creía una chica más decidida y rebelde — dijo en un tono dulce mientras le hacía un ligero puchero a su novia.

 

Tal vez sus palabras tuvieron un efecto mayor al que esperaba porque en cuestión de segundos la ojigris la había derribado literalmente, dejándola sobre aquel cuadrilátero totalmente sorprendida ante su acción y más cuando ella quedó sobre su cuerpo dedicándole miradas que podrían derribar los muros de cualquier castillo sin duda alguna. Sonrió ante su corto y suave beso, solo había sido un ligero roce de sus labios y ella ya tenía esa mirada totalmente perdida por la bruja que la miraba desde arriba.

 

Las últimas palabras que le dedicó hicieron que el calor se agolpara en sus mejillas, a veces podía ser tan condenadamente sexy, en esos momentos simplemente daba por perdida cualquier batalla. Sintió sus besos pero cuando se detuvo parte del tiempo en su cuello entendió que estaba haciendo — Zoella Triviani más te vale que no estés dejando ninguna marca porque sino tendrás que huir muy rápido apenas te levantes — dijo en un tono mezcla de seriedad pero también algo coqueto, era difícil enojarse con ella cuando estaba dejando pequeños besos.

 

Logró soltar sus manos para acercar a Zoe y darle un beso lento antes de decirle al oído — Creo que no podríamos clasificarlos en ninguna categoría a decir verdad, pero al menos por ahora tendras que esperar porque no dare un show a tus empleados — termino de decir para morder la oreja de su novia la cual se dedicó a observar el lugar donde estaban los chucks que trabajaban para ella, aprovechando ese descuido se giró para quedar sobre Zoe. Adoraba a la bruja pero por más que quisiera estar en sus brazos y disfrutar de toda ella era algo que no haría en público — y entonces qué vas a hacer ahora? — pregunto dándole un pequeño beso antes de ponerse en pie nuevamente.

 

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[Zoella Triviani]

Y riéndome por sus palabras la volví a besar cortamente para levantar la vista y ver como los elfos desviaban la mirada rápidamente, continuando con sus actividades. El lugar estaba solo, y los elfos eran las únicas criaturas que permanecían permanentemente en el local, atendiendo cualquier asunto que se presentara. Mi descuido fue aprovechado por la Delacour para invertir los papeles y ser ella quien estuviera sobre mi ahora. Sentí su pequeño beso y mientras se levantó hizo una pregunta. Me incorporé y me dispuse a imitarla para quedar de pie a su lado.

 

- Vamos a mi despacho - solté, abrazándola para aparecer frente al escritorio - aquí tendremos mayor privacidad - solté, besando sus labios y tomándola de la mano para caminar hasta la silla detrás del escritorio, donde me senté y la invité a sentarse en mis piernas. La tomé de la cintura y me quedé observándola un poco, era hermosa, más de lo que cualquier otra mujer con la que hubiese estado y aquello me sobrepasaba en un buen sentido. acerqué mi mano a su mejilla y dejé una caricia en el para atraerla nuevamente a mis labios y besarla de una forma más profunda y apasionada.

 

Segundos después, cuando el aire se agotaba nos alejamos y le regalé una sonrisa. Era el momento de hacerlo - Dennis, lo he meditado bastante en los últimos días. Y si, se que aún tenemos una conversación pendiente pero antes de eso quiero mostrarte de donde vengo, mis raíces y enseñarte todo lo que pasé con los lugares donde visitaremos - empecé, y estiré mi mano para abrir la primera gaveta del viejo escritorio y tomar un sobre que coloqué sobre sus muslos - ¿Quieres venir a Italia conmigo? Debo hacer un viaje de negocios, y si de esos negocios los cuales no te gustan. Pero no puedo simplemente dejarlos, es algo complicado de lo cual ya te contaré. Pero por favor acompáñame, necesito que conozcas más de mi origen para que entiendas muchas cosas, y me parece lo correcto llevarte hasta allá - finalicé, mordiéndome el labio mientras la observaba. Dentro del sobre, dos boletos de avión a Italia reposaban. Y si, aunque simplemente podríamos trasladarnos con magia hasta allá, mostrarle de manera muggle como era todo me parecía la forma correcta.

 

@@Dennis Delacour

[Dennis Delacour]

Después de lanzarle la pregunta a la Triviani nos hizo aparecer en su oficina, lejos de la mirada curiosa de los elfos y de cualquier persona que pudiera llegar al local. La verdad es que me encantaban sus muestras de afecto pero obviamente tampoco quería que personas ajenas a nuestra relación terminarán viendo cosas de más ya que esto era algo solo de dos.

 

Se dejó llevar a la silla tras el escritorio y respondió a aquel beso cargado de amor que le daba su novia. Adoraba tenerla en sus brazos y ver sus ojos brillar cuando estaban tan cerca. Su mirada era algo maravilloso, un infinito de color gris en donde podía perderse por horas y sentirse a salvo. La adoraba demasiado y eso además de llenarla de felicidad a veces la asustaba un poco porque sabía que tenían muchas cosas que aclarar también, y eso se lo recordó cuando le dijo que tenían aún una conversación pendiente.

 

La Delacour sabía que tenían mucho por hablar pero después de haber estado alejadas tanto tiempo no lo había soportado más y había dejado de lado al menos por ahora aquella conversación ya que lo que quería era estar junto a su hermosa y cariñosa novia.

 

No vio venir aquella invitación de parte de la Triviani a que la acompañará a Italia, no era que le agradaba aquellos negocios de los que le hablaba y sabía que ese era un tema delicado a tratar también, pero el hecho de que quisiera que estuviera a su lado para mostrarle de donde venía le enternecio sobremanera el corazón y sintió sus ojos llenarse de lágrimas de amor y felicidad. Tomando el rostro de Zoe entre sus brazos dejó un tierno beso en sus labios para luego responder a su propuesta. - claro que quiero ir contigo, quiero saber todo de ti para entender tu vida y para formar parte de ella siempre - dijo con una sonrisa mientras llenaba el rostro de su novia de pequeños besos. Tenían un camino complicado delante pero haría todo lo posible porque las cosas funcionarán.

 

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[Ada Camille Dumbledore]

La cita estaba dada en un Local de Londres, sin avisar a nadie y sola había tomado camino hacia el callejón Diagon a cumplír con el encuentro, pocos sabían de la relación que tenía con aquella mujer de belleza sin igual. No era parte de su círculo social, pero radicaba en una ser fundamental para su vida. Una gran capa de color púrpura cubria a la rubia de pies a cabeza y su rostro no era distinguible por las personas a su alrededor.

 

Al entrar al local divisó los cuadriláteros dispuestos en el gran salón del que constaba el negocio, no era muy fan de los deportes de contacto y menos de aquellos donde se veía sangre, sudor y lágrimas implicados. Sus pasatiempos eran más intelectuales y enredados.

 

Avanzó buscando a la mujer que había venido a ver, seguramente ella ya estaba allí y con su gran destreza pasaba desapercibida hacia los ojos azules de la rubia.

 

Con tranquilidad espero a ver aparecer a quien tanto anhelaba ver.

 

@@Zoella Triviani

[Zoella Triviani]

La mano de la calva movía la pluma elegantemente sobre los pergaminos del escritorio. Donde firmaba el traslado de los cadáveres al C.R.A.A. para hacer experimento con ellos. Mezclaba con su indice el hielo dentro del vaso lleno de ron, derritiendo los cubitos que se mezclaban con el licor. Tomaba dos sorbos cada tanto y cambiaba los pergaminos cuando terminaba.

 

El sonido de dos toques a la puerta llegó, la pequeña elfina anunciaba de la llegada de su hija adoptiva, y le indicó le dijera que ya subiría. Bebió los tres dedos de alcohol de un solo sorbo y se levantó, alisando su pantalón de vestir gris. Tomó el blazer del mismo color y cubrió sus hombros descubiertos por el top negro que cubría sus pechos y dejaba a la vista su marcado abdomen.

 

Su calva brillaba bajo la luz de los bombillos y con cada paso que daba sus altos zapatos de tacón sonaban dentro del vacío local. De forma calmada se acercó a Ada, le regaló una suave sonrisa y observó a los elfos que pululaban por el lugar, quienes con tan solo ver los ojos severos de la bruja, huyeron rumbo al almacén donde dormía.

 

- ¿Que te trae por aquí, querida? - interrogó con suavidad, manteniendo ambas manos guardadas en sus bolsillos. Expectante por lo que su hija quisiera decirle.

 

@@Ada Camille Dumbledore

[Ada Camille Dumbledore]

La rubia esperaba de Pie en el interesante local, había venido en busca de la mujer que con cariño y dedicación desde su infancia había formado su carácter y era la artífice de la fuerza y decisión de la rubia, los zapatos de tacón de la Triviani resonaron tras ella y logro ver a la maravillosa mujer que admirada tanto.

 

- Madre querida...

 

Se acerco y le beso las mejillas y se alejo de nuevo, era de modales perfectos la mujer que estaba frente a mi

 

- Vine a presentarte mis respetos y a verte por supuesto, te vez tan hermosa como siempre. Quiero darte una noticia también que espero sea para ti de motivo de orgullo. He sido nombrada Ministro de Francia y quiero velar por los intereses de nuestra familia, por eso quiero que Lady trabaje conmigo, se lo propondré esta semana y así podre mantenerlos informados de todo lo que nos convenga desde mi posición.

 

No sabia bien porque pero su aprobación era la única que necesitaba, quería velar por los intereses de los que amaba, sobretodo de ella.

 

@@Zoella Triviani