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Prueba de Metamorfomagia #13


Amara Majlis
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Deja que tu compañero responda querida. Cada uno es diferente, y la decisión es individual. —soltó con una sonrisa.

Amara se puso a pensar si lo mejor era entregarles la varita ahora mismo o al final de la prueba, creyendo que era posible que la necesitarán aún cuando harían uso de la metamorfomagia. Se dedicó a buscar entre sus ropas su propia varita, la cual comenzó a crecer al contacto de su mano hasta convertirse en una vara de madera de un metro con sesenta centímetros. Con aquella misma vara golpeó el suelo tres veces apareciendo un par de canastas tejidas con la varita de cada uno y el anillo que tendrían que usar durante toda la prueba.

Adelante jovencita, ahí está su varita, tome su varita y el anillo que se encuentre a su lado. Ese anillo será la vía de comunicación entre usted y yo, estaré viendo lo que ocurre en aquel lugar, si necesita que le saque de aquel sitio hágamelo saber con el anillo, pero si no completas la prueba no podrás ser metamorfomaga, así que estando completamente segura entra al portal.

Justo la puerta con el signo de la metamorfomagia comenzó a abrirse dando paso a que la Malfoy de cabello blanquecino, se enfrentará a su prueba final. Al mismo tiempo que todo eso ocurría, Majlis había escuchado las palabras de Jocker, al igual que sus pensamientos y aprovechando que Felicity entraba a la prueba final, ella optó por vestir al patriarca de los Black Lestrange con un traje gris humo y una camisa negra. La argelina no sabía de moda, pero había estado paseando por diferentes lugares de Londres y a los magos les gustaba vestir siempre de forma oscura, esperaba que el Malfoy se sintiera igual de cómodo con esa ropa.

Joven Malfoy, su varita y el anillo que le permitirá estar comunicado conmigo están en aquella cesta tejida, haga favor de tomarlas. Si escuchó las palabras que le dije a su compañera no es necesario que las repita. Cuando se encuentre preparado para enfrentar la prueba final, crucé el portal.
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Para cuando Amara hizo aparecer sobre el cuerpo del patriarca de los Black Lestrange un traje de color gris humo, una camisa negra y un par de zapatos, el hechicero ya había adoptado su forma común y natural, dejando atrás la apariencia casi adolescente del joven que había aparecido frente al espejo en el laberinto.

Joven Malfoy, su varita y el anillo que le permitirá estar comunicado conmigo están en aquella cesta tejida, haga favor de tomarlas. Si escuchó las palabras que le dije a su compañera no es necesario que las repita. Cuando se encuentre preparado para enfrentar la prueba final, cruce el portal.

Jocker asintió con la cabeza, tomó los objetos que la Arcano señalaba en una cesta y se dispuso a cruzar el portal a paso firme. Tener consigo su varita le daba más seguridad y confianza; y es que tenía a su disposición una muy diversa gama de hechizos, maldiciones e invocaciones que podía usar a su favor en caso de requerirlo.

Lo primero con que se encontró tras cruzar el portal fue un túnel que lo recibió en total oscuridad. Bastó con que Jocker realizara una pequeña floritura y siseara la palabra lumus para tener visibilidad del camino. Cuando pasaron varios minutos de caminata, el camino en horizontal terminó y un agujero en el suelo parecía llamarle por su nombre.

Como acto casi reflejo, Jocker se llevó la mano al pecho; esperaba encontrarse con el anillo que contenía los accesorios del libro del Aprendiz de Brujo y de la Fortaleza, y es que, combinando el Anillo detector de Enemigos y el Amuleto volador, podía lanzarse de cabeza, si quería, al vacío.

Tras lanzarse, pasaron algunas horas hasta que finalmente tocó el suelo. El amuleto volador le había permitido salir ileso de la caída, que después de algunos minutos se volvió un descenso tan tedioso que le habían permitido al animago incluso dormitar.

Bébeme —leyó en voz alta Jocker, que había tomado en sus manos una pequeña botella vacía con una etiqueta escrita con perfecta caligrafía y que se encontraba junto a una galleta mordida.

El lugar en donde el animago se encontraba en medio de una circunferencia que medía poco más de 5 metros de radio. Pocas opciones tenía de seguir avanzando si no se las ingeniaba para avanzar en aquella, la última, prueba de metamorfomagia. Podía recurrir a Amara, lo sabía, pero prefirió investigar el lugar primero.

Tras unos breves instantes, Jocker notó que una pequeña puerta de 25 centímetros de altura estaba incrustada en un costado. Sonrió al recordar que debía hacer uso de la metamorfomagia durante la prueba, por lo que no tardó en disminuir su estatura para cruzar la puerta que estaba a medio abrir.

Al empujar la puerta, una fresca brisa le recibió. Un esplendoroso y exótico bosque con un camino de piedras que parecía cruzarlo le daba la bienvenida.

—Ey, oye, tú —escuchó decir de pronto de una voz masculina bastante aguda.

Era la 2da vez que alguien le llamaba con un “ey, tú” en aquella prueba. Alzó una ceja a modo de reproche.

¿Sabes dónde se metió esa niña estafadora? Después del juicio por el robo de las tartas desapareció y nadie más supo de ella. Quiero reclamarle por el premio que me dio por ganar la carrera de secarse. ¡Estaba agrio el dulce que nos dio!

Si no fuese porque Jocker vio a un ratón de su estatura acercarse para hablarle, seguramente le hubiese llamado la atención por hablarle tan confianzudamente; la sorpresa fue muchísimo mayor cuando un pato, un dodo, un aguilucho y un loro se unieron al ratón para hablar el uno sobre el otro.

Conozco a muchas niñas, pero a ninguna que sea estafadora… quizás, si la describes o me das su nombre puedo ayudarte —respondió Jocker, intentando mantener la calma y su cordura.

En su vida, había visto a todo tipo de seres mágicos, pero jamás se había encontrado con animales comunes y corrientes que tuviesen la capacidad de hablar. ¿Estaría en otra dimensión?

Lizz, se llama Lizz —dijo rápido el dodo.

Que se llama Alicia, burro —respondió el pato.

¡¿Me oyes rebuznar?! —gritó quejándose el dodo, mientras aleteaba intentando elevarse por los aires sin resultados.

Jocker se alejó cuando vio que era totalmente improductivo esperar respuesta de los animales que comenzaron a discutir y gritarse incoherencias los unos a los otros. Se preguntaba qué era lo que debía hacer en aquel lugar, pues, suponía que el usar su habilidad de la forma en la que lo había hecho hasta ahora no era la totalidad de las cosas que debía hacer.

¿Eres amigo de Alicia? —escuchó decir de pronto —Te pareces mucho a ella.

Lamento decirte que no conozco a ninguna Alicia, sr… ¿Conejo?

Te pareces porque andas en dos patas y tu cuerpo tiene la forma de un humano, tu cabeza no tiene el tamañote que tiene la cabeza de la rei… ¡Oh por Dios! Espero nadie haya escuchado que mencioné que Su Majestad tiene una cabezota del tamaño de una sand… ¡Oh no! Lo he dicho otra vez…

Jocker intentó calmar al conejo que comenzó a tirarse de las orejas para pasar a taparse la boca y luego saltar para después enrollarse y repetir sin parar el ciclo. Para lograrlo, usó la metamorfomagia para transformarse en un conejo similar a él.

Tras una breve charla, el conejo le contó a Jocker las aventuras y desventuras de una niña llamada Alicia que había llegado hasta El País de las Maravillas –que así se llamaba aquel lugar- y que se había metido en mil y un problemas antes de desaparecer frente a toda corte en un juicio encabezado por la Reina de Corazones.

Con toda la información obtenida, Jocker continuó avanzando por el sendero, hasta que se encontró con lo que parecía ser un bosque de setas gigantes. Su mente, para entonces se estaba viendo un tanto afectada por el ambiente que le rodeaba, al punto de no ser del todo consciente de la apariencia que había adoptado después de charlar con el Conejo.

¿Quién eres tú? —escuchó decir a una Oruga.

Ya no lo sé, señor. He cambiado tantas veces que ya no lo sé.

Tampoco yo lo sé. Explícate.

Es que no podría explicarme, señor. Porque yo ya no soy yo. No puedo explicarme con más claridad porque tampoco lo entiendo yo.

¿Pero ‘exacticamente’ qué es lo que te preocupa?

¿‘Exacticamente’?

¿Por qué quieres la metamorfomagia, Jocker Black Lestrange?

Jocker se quedó en silencio. Ya le había respondido hace algunos días a Amara que sabía que el don estaba en sus genes cuando ella le había preguntado algo parecido, mas ahora se daba cuenta que no le había respondido la pregunta.

¿Por qué quiero la metamorfomagia?

¿Por qué quieres la metamorfomagia, Jocker? —repitió la pregunta la Oruga, muy pacientemente.

Jocker pensaba una y otra vez las posibles respuestas que podía dar, pero ninguna de ellas le satisfacía del todo. Todas le parecían demasiado superficiales y sin sentido, aunque quizás, la influencia del País de las Maravillas le estaba afectando muchísimo más de lo que cualquiera pudiera imaginar. Tardó varios minutos para llegar a la que sería su respuesta.

No es que quiera conseguirla como si fuese un objeto o un accesorio… no quiero tenerla porque no es algo que alguien pueda tener y luego dejar de tener… es algo que se es. Yo soy metamorfomago.

La oruga soltó una carcajada que la hizo poner roja al punto de atragantarse de la risa. Jocker la miró con extrañeza. En un estado mental normal, seguramente se hubiese sentido ofendido aquella actitud, pero realmente tenía mucha curiosidad respecto del porqué de la risa de su interlocutor.

La risa de la crisálida desapareció de golpe. Y es que estaba a punto de nacer una mariposa que no tardó en extender sus alas frente a Jocker, que alucinaba por las sensaciones que le producían los colores que le parecía oler y saborear.

Jocker extendió su mano derecha para alcanzar a la crisálida y dio un par de pasos para acercarse. Sin saber cómo, había atravesado una puerta que lo llevó de vuelta frente a Amara Majlis, que le sonreía.

אהבה מושלמת באה במהירות, וכל השקרים צורחים מושתקים


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- Perfecto.

 

Felicity tomó la cesta con ganas y se puso el anillo en el único dedo que le quedaba libre en la mano izquierda, el corazón. Los otros dos que lo salvaguardaban estaban ocupados por anillos muy significativos que le regalaron tiempo atrás algunas personas preciadas. Tomó la varita con la derecha y se adentró en el portal, decidida.

 

La oscuridad de la noche la envolvió. Altos edificios la rodeaban, derrochando un lujo y poderío impresionantes. Luces parpadeantes iluminaban los letreros de los negocios y edificios. Las calles restaban extremadamente limpias si se comparaba con el corazón de Londres y reinaba un silencio estremecedor. Se encontraba nada más y nada menos que en la lujosa ciudad de Singapur. Pero no todo era lujo. Cuandos e conocía bien la ciudad, uno era conocedor de la pobreza que también habitaba en el, en rincones olvidados.

 

- Felicity.

 

A la mortífaga se le erizó la piel y dio la vuelta sobre sus talones. ¿Era un sueño? tenía que serlo... ¿cómo era posible sino? Parpadeó varias veces antes de poder articular palabra. No, no parecía un sueño. Kiral Chong se encontraba frente a ella, específicamente a dos metros. Hacía un año visitó aquella ciudad por dos meses con el afán de incrementar su fortuna a costa de algunos trapicheros y, a día de hoy, no había pagado aun algunas deudas...

 

No lo recordaba tan alto, ni tan robusto. Moreno si y más con aquella larga capa blanca en la que iba ataviado que acentuaba aun más el color de su piel.

 

- Kiral - tragó saliva - ahora no es momento, no aquí, en plena calle, ya conoces las normas de este lugar, sobretodo para los magos.

 

-¿Y crees que me importa? - escupió el mago, con voz sumamente ronca - me debes una buena suma de dinero.

 

"Medio millón de galeones, nada más y nada menos" pensó Felicity, consciente de que en su bóveda solo quedaban poco más de doscientos mil.

 

- Te lo devolveré, ya lo sabes. Una Malfoy siempre paga sus deudas - "o el abuelo Malfoy" , añadió para sus adentros - o quizá podamos llegar a un trato. Puedo ofrecerte un huevo de dragón. No todo el mundo tiene uno - ofreció, optimista.

 

La mortífaga supo al instante que el hombre no iba a acceder a ningún cambio. El brillo de los ojos le avisó del peligro un segundo antes de que él lanzara un hechizo de agarre. Vio volar las cuerdas hacia ella y se agachó de forma instintiva. Las dos cuerdas pasaron de largo muy arriba y se dio cuenta que, sin quererlo, sus piernas se había acortado, dejándola en una estatura casi de una enana. En otra ocasión hubiera sido risible pero ahora, ante el peligro que se avecinaba con un nuevo movimiento de varita, Felicity transformó la tercera cuerda, que se había enrollado en su brazo izquierdo sin impedirle ninguna acción, en una víspera asesina a la que ordenó atacar a Kiral.

 

No esperó a ver si daría resultado. La anterior experiencia en Singapur le recordaba que era muy difícil acabar con él. Pero tal vez, podría despistarle. Echó a correr, como alma que lleva el diablo, recuperando en cada paso un tramo de sus piernas hasta que, al doblar la esquina de una de las calles, volvía a ser la figura esbelta de la mortífaga temida en Ottery. Aquí, sin embargo, era ella la que temía que le encontrara. Oyó el sonido de la Aparición y supo que el hombre hacía trampa. La debía tener a escasos metros y ella no se atrevía a usar el mismo truco. Las calles allá eran verdaderos laberintos que se entrecruzaban, cambiaban de nivel, se retorcían sin seguir una dirección definida. Ella no podía arriesgarse a sufrir una despartición que la dejara en las manos de aquel mafioso.

 

Una pared le cortó el paso. Una construcción de bambú interrumpió su galope por aquella sucia callejuela. Felicity se transformó tan rápido que casi se mareó con el cambio de visión de humana a monita. Sus manos y pies prensiles, libres del lindo calzado que había llevado minutos antes, se agarraron a aquel andamio improvisado de cañas y trepó con una agilidad pasmosa. El paso del hombre se detuvo, seguro que guiado por la sorpresa.

 

Sin embargo, tras dos metamorfosis, Felicity necesitaba descansar, algo que no le iba a dejar aquel hombre ávido de un dinero que no tenía. Sabía lo suficiente para comprender que tendría que huir, ya, sin dilación, sin más espera. Pero no podía. La magia se paga, transformarse cansa, duele, te hace vulnerable… Entró por una ventana abierta, aún con apariencia animal en sus manos y piernas. Se sentó en el suelo, agotada, intentando respirar. Le oía venir, llegaba…

 

Kiral estaba allá, entrando…

 

Una viejecita de rasgos orientales, ojos cansados y pelo gris recogido en un moñito sencillo casi a la altura de la nuca, recibió al hombre. Felicity había recordado, en el último instante, una de las escenas de antaño, en la que ambos no estaban mal, en la que habían compartido experiencias y recuerdos. Se transformó en su madre.

 

- Hijo… ¿ me das un sorbo de té pimentado? – Felicity recordaba que él le había dicho una vez que era la bebida preferida de su madre. Se había puesto una manta de uno de los sofás bajos de aquella humilde vivienda y llevaba la cabeza agachada como una buena china. Sentada en el suelo y con la manta envolviéndola, tapando sus pies desnudos que iban dejando de ser garras a escondidas, Felicity sonrió levemente al muchacho, como en aquella foto que le había enseñado un día.

 

El hombre dudó. Tal vez le pudiera la rabia de no encontrar a la deudora pero ver su madre allá, en un estado vulnerable, pidiéndole comida y bebida… Chong la observó sólo un instante y buscó la cocina. Su madre antes que nada. Era el ser más amado de su vida, él, que era un soltero empedernido. Entró en una habitación chiquita y Felicity sonrió. Era lo que necesitaba. Un poco de descanso, recuperar el resuello y desaparecer…

 

O así lo creía ella. Al pensar en irse de aquella habitación con aquella manta vieja, vio la luz del portal que se abría y recordó que, al fin, salía de su interior, demostrando que era capaz de usar la metamorfomagia en las situaciones más increíbles.

Mortífaga retirada
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Amara miraba la prueba de ambos Malfoy, ahí dentro se mostraba un poco la personalidad de cada uno, por lo que la prueba de Jock se le había hecho tan curiosa e inusual, era la primera vez que alguien hacía su prueba en forma de reflexión. Estuvo a nada de reír cuando el mago hizo una media transformación en un conejo blanco, que parecía estar bien hecho de no haber sido que su cuerpo era el de una persona, así como algunas facciones de su cuerpo. Eso le robó una sonrisa del rostro, misma sonrisa con la que le dio la bienvenida al otro lado del portal, cuando el patriarca de los Black Lestrange había podido salir de aquel lugar.

Bienvenido Jock, Felicitaciones. Te has vinculado con éxito al anillo de la Metamorfomagia, usa la habilidad con sabiduría.

Tras dedicarle esas palabras a Jock, este se alejó, Amara esperaba que sus palabras no quedaran en saco roto y que cada una de las personas vinculadas a su anillo, estuvieran usando el anillo con sabiduría. Por otro lado, la prueba de la joven Malfoy le había llamado un poco la atención. No era usual que alguien hiciera un tipo de prueba así, una persona cobrándole una cuantiosa cantidad de galeones no era normal, la argelina al ver la situación, pensó que el hombre escondía algo más, y que la prueba de Felicity era justamente esa, descubrir todos sus planes.

El portal de Felicity se había abierto una vez más, cuando la mujer de cabellera blanca había logrado huir de aquella persona que buscaba hacer algo malo con ella, pero cuando esta lo cruzó en lugar de llevarla frente a Majlis, la había hecho aparecer en el lugar donde Kiral hacía varios de sus actos vandálicos. En aquel sitió tenia a dos niños de unos siete u ocho años de edad, a los que debía ayudar a rescatar.

«Lo has venido haciendo muy bien. Estas a un paso de vincularte»

Sus palabras eran escuchadas en la cabeza de la Malfoy, cuando lograra rescatar aquellos niños y encarcelar a Kiral, Amara creía que el portal iba a poner a la fémina frente a ella, para decirle que se había vinculado con satisfacción al anillo de la habilidad.

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Felicity pensó que había superado la prueba de metamorfomagia. Pero debió de haber algún error con el portal. Pues en vez de aparecer frente la arcana, apareció de nuevo donde se encontraba Kiral. Levantó los hombros con incertidumbre y se aferró fuertemente a su varita.

 

Esta vez la situación era muy diferente. Kiral tenía a dos niños apresados entre seis y ocho años de edad. La mortífaga arrugó el ceño. Algo no le cuadraba. ¿Qué era aquello? ¿Qué pretendía Kiral? Arrugó la nariz. Había demasiada humedad. Demasiada suciedad. No reconocía la estancia pero suponía que se trataba de alguna escondida habitación subterránea de algún lujoso edificio de la ciudad.

 

- No puede ser. - siseó para sí misma viendo las caras de asustados de los niños.

 

Kiral no era una persona que hiciera daño porque sí. Siempre tenía un motivo. En su caso particular que le debía medio millón de galeones. Pero no imaginaba al mago moreno haciendo daño a unos niños porque sí. Es verdad que podía ser rudo y maleducado pero ¿era capaz de tanto?

 

Felicity cerró los ojos y empezó a cambiar de aspecto pero negó con la cabeza, convencida.

 

- Esto no es real - dijo en voz alta - ¿o si...? ¿y si sí... qué me importa a mí?

 

Era cierto. A ella los asuntos ajenos le eran indiferentes. Era una criminal y solo le importaba poner a salvo su pellejo. Aquel asunto no le implicaba para nada y nadie, absolutamente nadie, podía cambiar aquel parecer de la Malfoy. Era egoísta y no iba a ponerse a salvar al mundo ni a ser la heroína de nadie. A menos que hubiera público, entonces podía interesarle meramente por limpiar su imagen pero no era el caso.

 

-He dicho que no es real...

 

De pronto, la imagen se difuminó hasta desaparecer y algo la arrastró fuertemente, como si la cogieran del estómago. Aquello le provocó varias arcadas. Se tapó la boca con ambas manos, no sin antes cerciorarse de que ponía a salvo la varita en el bolsillo delantero de su traje.

 

-¿Amara? - farfulló, antes de salírsele por la boca todo lo que había comido en las últimas 24 horas... cerca de los pies de la arcana, salpicándole los zapatos- lo siento, creo que tu portal está roto pero por fin he llegado sana y salva.

 

Le dedicó una sonrisa, limpiándose la boca rápidamente con la manga.

Mortífaga retirada
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