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Infiltración


Valky
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Lo escuchaba hablar con una sonrisa divertida en los labios, lo oí divagar un poco sobre cosas a las que le preste especial atención pero no se lo hice notar...lo del torneo sonaba interesante realmente pero era claro que había algo mas debajo de eso y no quería preocuparme, por que seria difícil sacarle mas información a mi tio.

 

-Es una pregunta difícil pero no imposible de responder.- Le mire con una ceja arqueada. -Yo tendría unos métodos muy efectivos para obtener resultados.- Solté una risita divertida por que siempre usaría los métodos mas oscuros sin levantar sospechas.

 

Él había dicho cosas y se había mandado al frente pero yo disimule bastante bien el hecho de que estaba atenta a sus estados de animo...quería que confiara en mi por que si necesitaba ayuda lo haría sin dudar, no me importaría ir en contra de todo el ministerio si de proteger a mi familia se tratara...quizá no compartiera su forma de pensar pero eso no haría que lo abandonara.

 

-Tio tienes mi apoyo y firma a tu disposición...solo deseo que confíes en mi...es repetitivo decirte que cuentas conmigo.- Le mire con ojos suplicantes...una mirada que intentaba decir mas de lo que mis palabras decían.

 

Me acomode el cabello en un gesto tranquilo que no dejara notar la expectativa que realmente tenia. ya tenia demasiada curiosidad y eso podría resultar contraproducente si no había colaboración de la otra parte, quería morder mis labios para no dejar escapar palabras innecesarias.

 

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  • 2 meses más tarde...

Darla Potter Black

Banco de Gringotts

Tiempo actual.

 

Los meses habían transcurrido más veloces de lo que esperaba, había sin embargo una cierta lentitud en algunos acontecimientos, como si ocurrieran en cámara lenta. Recordaba haber escuchado que el Departamento de Cooperación Mágica Internacional junto con la Oficina del Ministro y SAW habían acudido a la antigua Directora para fortalecer la seguridad del Banco.

 

No era que Gringotts no tuviera seguridad, al contrario, la propia Mía Black Lestrange se había ocupado de guiar a las dos representantes del antiguo Ministerio para que verificaran que el lugar era inexpugnable. Darla recordaba los comentarios de uno de los duendes, Kokelf, quien le había dicho sobre cómo la Directora había hecho gala de sus conocimientos del lugar y buscado demostrar, satisfactoriamente según él, la seguridad del más famoso Banco Mágico del mundo.

 

Darla no sabía muy bien qué había ocurrido después, si se debía a la guerra, si algo en dicho recorrido había desencadenado los hechos posteriores o si eran los rumores cada vez más insistentes de que las mafias italianas unidas a los búlgaros habían buscado socavar la confianza de los londinenses y sus nuevos líderes en todas y cada una de las antiguas instituciones mágicas de la isla. Quizás lo habían logrado o quizás solo fueran coincidencias, una serie de eventos desafortunados que había llevado a que tres de los trabajadores de Gringotts, incluyendo su Directora, no estuvieran más en aquella institución.

 

“Todo tenía que ver con todo”, le había dicho Kokelf con un tono de misterio cuando ella le había preguntado sobre los acontecimientos que se habían desarrollado desde la verificación de la seguridad de Gringotts, la posterior declaración de guerra y la caída, una tras otras, de los líderes y las instituciones que éstos lideraban. El Ministro, la Vice Ministra, el propio ministerio, ¿Gringotts?

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  • 1 mes más tarde...
Los meses del último año habían transcurrido con rapidez, ni cuenta me había dado como habían llegado las fiestas de Diciembre y se habían ido con la misma rapidez con que habían llegado. Los cambios en el banco se habían llevado con tranquilidad pese a que aun estábamos sin jefe las cosas marchaban sin problemas o al menos eso se había creído.


Una nueva semana había comenzado como tal había que regresar a la oficina, seguro que por el fin de semana muchas personas se dejarían caer por el banco para los tramites habituales, mas cuando ya llegábamos a un nuevo fin de mes, todos necesitaban galeones para pagar sus cuentos y los distintos gastos.


Aquella mañana había salido atrasado hacía la oficina así que ni el desayuno había podido probar, esperaba poder conseguir algo en las cercanías o alguna de las señoras que solían pasar con sus carritos vendiendo comida a media mañana.


El camino desde el local hacía el banco hacía sido sin inconvenientes por suerte nadie se había cruzado por el camino pues siempre ocurría que cuando uno iba mas tarde se terciaba con alguien que no había visto hacía hace mucho y en esos casos no se le podía cortar la conversación de inmediato, el guardia ya acudía para abrir la puerta cuando recién subía los escalones y un nuevo registro me esperaba antes de poder ir a las oficinas.

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Kokelf, duende de Gringotts.

 

El duende se movía con fluidez entre los distintos archivos y ventanillas, había estado revisando el trabajo de los últimos meses y volvía una y otra vez a revisar los registros. No cabía duda de que parecía todo normal y correcto, pero había algo que aún molestaba al duende, cuya corbata se había ido aflojando a lo largo de su revisión de archivos. Habitualmente pulcro, de gustos delicados, a Kokelf le gustaba lucir un conjunto de trajes de tonos azul marino, con botones dorados, una corbata al tono pero de un grado más oscuro y una camisa blanca, impecable, cuyas mangas recogía con un cubre mangas para mantener la pulcritud de las mismas cuando contaba galeones, sickles y knuts.

 

El duende sacudió su escasa cabellera rubia y tocó con un gesto nervioso la punta de su oreja derecha, solía hacerlo cuando algo le molestaba. Lanzó un insulto en duendigonza y entrecerró sus ojos negros, grandes y brillantes mientras tomaba nota en su propio idioma en la libreta en que llevaba las cuentas y registros. El enorme reloj sobre la pared de su oficina marcó la hora y el duende frunció el ceño. Debería dejar las notas para después, había llegado la hora del ingreso de los trabajadores muggles. El duende cerró su libreta y la guardó bajo llave en su escritorio, colgándose la llave de plata al cuello con una cuerda trenzada muy fina. Tendría que continuar a revisión más tarde.

Editado por Darla Potter Black
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-Buenos días- señale al guardia pase por el umbral que nos revisaba parecido al detector de metales que había en los aeropuertos muggles, solo que este era para verificar la identidad de sus trabajadores, con todo los lios que habían ocurrido cuando empezó la supuesta guerra mágica y el intento de atacar el banco una vez mas, se habían puesto aun mas estrictos.


-¿Sabes si la señorita Darla ya ingreso?- el guardia me negaba con la cabeza, tras todo el registro y la burocracia encaminaba hacía una de las ventanillas aprovecharía a sacar un poco de galeones antes que las puertas fueran abiertas al publico.


-Buenos días, ¿como esta?- señale a Kokelf que ya estaba en su puesto como muchos de los duendes de las distintas ventanillas.


Le entregue la planilla rellenada para el retiro de dinero, -¿Me puedes ayudar con esto por favor?- indique esperando el formulario estuviera bien.

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Kokelf, duende de Gringotts.


El duende levantó la cabeza de lo que estaba anotando y lo que pareció un rictus se dibujó en su boca, increiblemente un observador despistado lo hubiera confundido con una sonrisa, ha saber qué es lo que el duende pensaba, pero su tono amable demostraba que el Granger no le caía mal.


--Buenos días Señor Granger, me encuentro bien, gracias por preguntar ¿y usted? Busca a la Señorita Potter Black? ella aún no ha llegado, me sorprende que no lo hicieran juntos en esta ocasión --comentó el duende convencido de que la pareja iba a todas partes juntas el noventa y nueve por ciento de las veces que los veía.


Darla Potter Black


La pelirroja miró su reloj, ¿cómo podía habérsele hecho tan tarde? Había salido una media hora antes que Seba, se habían despedido con un beso y ella había corrido hacia el local aduanero en donde llegarían los libros de ese mes. Claro que no había sido lo único, una nueva remesa de objetos curiosos y por los cuales debía completar formularios especiales la habían demorado. Tommy, que había ido con ella, tomó los paquetes y se desapareció rumbo al local.


Darla llegó unos minutos después frente a Gringotts, apareciéndose, metió la mano en su bolsillo, sacando la varita para que fuera revisada por los de seguridad y aseguró su bolsa de piel de moke en la cintura. A los de seguridad no les gustaba ese artilugio, pero los chivatoscopios del banco jamás marcaban algún peligro, por lo cual nunca habían obligado a su dueña a vaciar el contenido, estarían horas revisando si fuera así.

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-Hola, estoy muy bien gracias. Gracias, pregunté al guardia pero creo no estaba del todo seguro- sonreí un poco encogiendo del brazo en respuesta a que Darla no había ido conmigo, -Tenía cosas que hacer antes, ya conoce a las chicas- señale bromeando.


-¿Tienes tiempo de llevarme a mi bóveda?, aunque no me molesta si bajas por algunos galeones- pregunté con timidez al duende, quería hacer algunas compras a la salida del trabajo y no tenía mucho efectivo.


Esperé la respuesta de Kokelf tampoco quería incomodarlo sino podía atenderme aun, podía regresar mas tarde y hacer la cola como todos los demás en eso no tenía problemas, tampoco quería abusar de los privilegios de trabajar en el banco.


En esos momentos una sensación diferente se apodero de mi, pero estaba casi seguro que era, solo ella podía provocar que la sintiera de ese modo, me giré por unos segundos para ver a Darla como era examinada por el guardia de seguridad.


Podía haber ido a encontrarla pero no quería hacer perder el tiempo a Kokelf que ya estaba atendiendo y revisando el formulario.

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Kokelf, duende de Gringotts.



El duende escuchó las palabras del mago, explicándole que los guardias no estaban seguros de la llegada de la Potter Black, sacudió la cabeza, haciendo que sus finos y escasos cabellos rubios bailotearan a su alrededor. Tendría que hablar con los de seguridad que no estaban seguros quién había entrado y quién no. El tono de voz del mago había cambiado y Kokelf observó el formulario de extracción que el Granger le tendía, lo tomó con delicadeza y con voz tranquila respondió.


--Por supuesto, no es necesario espere y haga la fila, aún no ingresa nadie y justamente debo ir a revisar que todos los dispositivos estén en orden --dijo mientras comenzaba a revisar que estuviera en orden el formulario, lo cual no debería fallar dado los años que el Granger hacía trabajaba en el Banco, había pasado un año desde agosto de 2016 hasta el año siguiente controlando que todos los demás hicieran en forma correcta su trabajo, y por lo que sabía aún hoy cumplía de vez en cuando esa tediosa función.


--Todo en orden --dijo levantando la vista y agregó --mire, que justo ahí llega su prometida. Si quiere esperarla para luego retirar los galeones lo espero en el pasillo de las bóvedas, adelanto mis controles mientras tanto --observó el duende saliendo de tras su escritorio para dirigirse al área de las bóvedas personales.


Darla Potter Black


La pelirroja esperó que revisaran su varita y la devolvieran con un saludo e ingreso tras todos los controles al hall central del banco, había visto a Seba junto a Kokelf y le había hecho un gesto con la mano como saludo, por lo que en cuanto le dieron el visto bueno se dirigió hacia donde estaba su prometido.


--Hola mi amor, llegaste antes que yo, como siempre había demoras por los objetos de colección --suspiró la bruja, rodeando el cuello de su novio y depositando un beso tierno en sus labios --¿todo bien? --preguntó observando que el mago estaba realizando un trámite personal.

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-Muchas gracias por tu disposición- señale al duende que me daba el visto bueno para ir por algunos galeones, sabía que podía sacar del local pero nunca me había gustado mezclar las cuentas, prefería no tocar las ganancias del local, eso era para seguir invirtiendo en los libros que llegaban cada semana o al menos dos veces al mes, de hecho Darla había ido por la última remeza de ellos con Tommy en la mañana por eso no habíamos llegado juntos.


-¿De verdad? muchas gracias, vuelvo en unos minutos- prometí al duende que se ponía con sus pendientes, encamine mis pasos hacía Darla, aunque nos terminábamos encontrando en el medio del banco.


Bese los labios de mi prometida con amor, mientras posaba una de mis brazos en su cintura, -Hola mi vida, ¿Pero te los entregaron todos?- la guié hacía el pasillo de las bóvedas donde me encontraría con Kokelf.


-Si todo bien, no te preocupes, solo necesito un poco de efectivo- dije sonrojándome un poco, -Quiero hacer unas compras y me fije que tengo pocos galeones, quería aprovechar que aun no abren- quite un mechón rebelde que caía por la frente de la Potter Black.

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La pelirroja se acurruco a su prometido mientras se daban unos segundos buenos días de la mañana y charlaban sobre el pedido que la Potter Black había ido a retirar.

 

--Sí amor, todos, ya se encargó de ellos Tommy, llevó las cajas de los libros y los objetos de colección, pero eso me hizo demorar un poco, al menos pude aparecerme en la puerta y ya estoy aquí --dijo la bruja mientras seguía el camino que su novio le indicaba.

--Ohh, entiendo amor, --pensó unos segundos, pero ya había retirado el día anterior y además venía siendo un poco tacaña, quería gastar en un curso de habilidades pero no terminaba de decidirse, para los gastos diarios tenía y esperaba conseguir algo de efectivo con las ventas de esa semana, por San Valentín, quien no buscaba un libro de poesías buscaba uno de pociones para el amor.

 

La bruja ronroneo cuando su novio le acomodó el cabello y acaricio el suave sonrojo que había aparecido en las mejillas de su prometido, robándole un beso justo antes de llegar a donde el duende los esperaba.

--Entiendo amor, tranquilo --dijo la bruja en el momento que el duende se giraba y la saludaba --buenos días Kokelf ¿cómo estás?

--Buenos días señorita Pottter Black --respondió Kokelf --bien, gracias, espero que usted también --y giró hacia Seba --¿tiene la llave de su bóveda? podemos ir ya hacia su ella si es así --agregó señalando el pasillo iluminado por antiguas luces en las paredes, que parecían llamas de fuego eterno contenido en cristales flotantes.

Editado por Darla Potter Black
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