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Libro del Druida


Gahíji
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Sentado tocando el laúd bajo el árbol de fuego. Cantando una tonada tan antigua como el tiempo mismo, mientras mi fiel sirviente Nkuku dentro de la choza atiende los quehaceres.

 

laqad rafaena ruuwsuna 'iilaa aljanat

lm nueid nahtamu bialjue

alshay' al'akthar 'ahamiyatan hu haqinaan

'aslihatana hi 'ahlamuna

waladayna ghad wadih 'amamana

kunaa nantazir fatratan tawilatan

 

Así me encontraba, deseoso de que absolutamente ningún ser vivo molestara la paz y tranquilidad que disfrutaba. Deseaba que hiciera calor. Tanto que nadie pudiera soportarlo. Mi tez grisácea. Mi cabello blanco, trenzado. Mi nombre desconocido. Si supieran lo poderoso que es el Ren no se atreverían a decirlo.

 

Pasos…

 

-¿Por qué me molestan? ¿No tienen nada mejor que hacer? ¿Qué es lo que desean? –Pregunto sin ningún tipo de miramientos- No estoy para juegos, hablen o lárguense de una vez, tengo mejores cosas que hacer que estar aquí en presencia de ustedes

 

Dejo el laúd a un lado. Los observo. Los estudio. No tienen la fuerza necesaria para recibir entrenamiento.

 

Sentí como perdía el control y la ira se apoderaba de mi mente. El vínculo con Nkuku hizo que calmara un poco las ganas de utilizar los poderes oscuros a mi disposición para quitarme aquellas molestias frente a mí. No tenía más opción que darles una oportunidad, si lo que expresaban no era interesante o podían convencerme todo finalizaría allí. No me importaba nada. Jamás lo hizo y en más de los 190 años que poseía no iba a cambiar eso. Dijeran lo que dijeran. No me importaba quitar una vida.

 

 

@ @@Zoella Triviani @@Jeremy Triviani @

Editado por Niko Uzumaki
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La Triviani caminó a pasos lentos por los grandes suelos de Uagadou, había cruzado las nubes de la Montaña de la Luna que llevaban a la antigua escuela de magia, para ser aprendiz bajo el Uzza Gahíji. Observó el ambiente, hacía bastante no paseaba por los pasillos de la academia y solo recordaba como casi muere bajo la tutela de Khufu. Negó con su cabeza, recordando la gran lucha contra dicho guerrero que le otorgó darle un gran aprendizaje en cuanto a los libros que hasta ahora había cursado.

 

Acomodó sus anillos en sus dedos y ajustó los amuletos Volador y de curación. Escondió el amuleto de resurrección entre su holgada camisa gris y dejó a la vista el nuevo amuleto, el que combatiría las defensas carcelarias. La Triviani llevaba pocas cosas encima, su varita la tenía guardada en el bolsillo trasero de su jeans caqui y sus zapatillas negras protegían a sus pies de cada paso que daba. Las artes Uzzas no era algo que atrajera a la Zoella del todo, pero la sed de poder la llevaba a cursar cada que podía. Su calva brillaba aquel día, gracias al sol que se encontraba en su pico máximo y calentaba la escuela africana.

 

Se adentro al Oasis, donde logró escuchar un canto y observó una figura de cabellos largos, blancos y trenzados. Supo que aquel sería su maestro Uzza. Escuchó las palabras ante su llegada y sólo siguió acercándose, en silencio hasta quedar a escasos pasos y toparse con una mirada fría y desdeñosa. Relamió sus labios y prosiguió a hablar - Vengo a aprender de las artes de los Uzzas - contestó sin más, aguardando a que alguno de sus hermanos llegara y no la dejaran cursando sola.

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Se fijó con más atención en el árbol mientras terminaba de acortar su distancia con el profesor, observando con la curiosidad creciendo en su interior. Quizás significaba algo más de lo que aparentaba, quizás por eso había escogido ese lugar para la clase. Pero él no preguntaría, tenía la intención de cruzar palabras lo menos posible con él y no darle alas a jugar.

Escucho a sus espaldas como sus compañeros de la clase iban apareciendo y hundió un poco más los pies en la arena, cruzando los brazos para aguardar. El proceso era un poco perturbador porque tenía los ojos negros de Badru mirando y cuando hablo, no tardó en meditar la respuesta.

Si le daba demasiada información, era posible que la usara en su contra. Y si no se la daba, probablemente haría que se esforzara en demostrárselo por las malas. Dio el tiempo a que alguno de sus compañeros hiciera los honores, se limitó a aclararse la garganta para llamar la atención del Uzza y hacer que lo mirara otra vez. Los ojos del gitano estaban enmarcados por un par de ojeras, una mirada de seriedad que resultaba retadora incluso cuando él no lo quería.

Aprender. respondió con firmeza, enarcando una ceja como si fuera evidente.

Un ademán de su mano para saludar a su hermana menor, quien estaba a unos pocos metros de él, habían tomado caminos diferentes para llegar al encuentro.

 

 

pd: se mando solo +.+

Editado por Matthew Triviani

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El vampiro estaba concentrando en aparecer en Uagadou sin mayores problemas. Llevaba puesto una remera blanca lisa sin imágenes, un chaleco de cuero negro sin mangas, y unos jeans gastados que eran amplios para que cayeran cómodamente sobre sus piernas. Las zapatillas blancas deportivas, brillaban por la limpieza que un hechizo impermeable le había dejado. En sus manos y rodeando el cuello, Jeremy llevaba anillos y los amuletos que le habían dado las clases anteriores de libros mágicos. Sabia que ese día aprendería a utilizar los adquiridos en el ultimo tiempo.



Lo único que le habían hecho tener ganas de gritar bien fuerte, fue el calor del clima, cuando apareció en el oasis donde seria la clase. Sabia por la indicación que le iba dando la varita, donde estaría el profesor. Era lo único que calmaba su mal humor, aunque este, empezaba a crecer a medida que el sol se volvía mas intenso con el correr de los minutos. Por lo demás, cuando estaba llegando a donde estaba en anciano de pelos canos, pudo oler a sus dos hermanos a poca distancia. Apuro el paso hasta poder verlos.



El Árbol de Fuego le dio la bienvenida con la música que acompañaba el laúd tocado por el guerrero. Jeremy disfruto de las notas musicales antes de que acabara y Gahiji demostrara su descontento con la presencia de los hermanos Triviani en aquella tierra.



-Deseamos aprender, Guerrero. Lamentamos tener que interrumpir su música -Respondió el rubio, repitiendo las palabras de sus hermanos. No creía que nadie fuera de visita a esos lugares a morirse de calor si no era por un motivo muy especial. El de ellos, lo era. Querían salir de ahí con nuevos conocimientos mágicos aprendidos.

Editado por Jeremy Triviani

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Volví a estudiarlos. No tenían ningún potencial, aquello seria una pérdida de tiempo para mí. Sin embargo, gracias a la influencia y la paz que proporcionaba la conexión con Nkuku debía darles al menos una oportunidad. Pero no pensaba soportar tonterías. Si no servían para las artes guerreras que domino nada impediría que me deshiciera de ellos.

 

-Deseo aprender querrá decir –miró a Jeremy- no puede decidir por los demás.

 

Colocándome de pie definitivamente debía comenzar con la instrucción, no deseaba darle muchas más vueltas al asunto, estaba vinculado y me había comprometido a enseñar, aunque muchos de aquellos que llegaban a mi presencia no valían la pena. El amuleto que llevaba en el pecho refulgía de calor, aunque para mí, no fuera absolutamente nada. Mientras apoyaba el laúd en el árbol aguardaba unos segundos más si alguien llegaba tarde. Odiaba la tardanza. De irnos de allí quien llegará retardado aun podía alcanzarnos, si se atrevía a continuar con el aprendizaje.

 

-Al menos espero hayan abierto el libro, les advierto que no les daré mucho tiempo de pensar, tendrán que dejarse guiar por sus instintos, quiero ver a donde me piensan llevar ustedes –Sabia que sonaba extraño, aunque, si eran listos, deberían haber adivinado ya mis intenciones- para su fortuna o desgracia la clase no será aquí –sonreí observando sus caras- vamos a viajar, espero al menos uno de ustedes regrese con vida.

 

No necesitaba varita para hacer aquella invocación, ni siquiera sería necesario usar mi vara de cristal. Solo me concentre en el destino al que deseaba ir. El portal que abrí no era muy grande. No era necesario usar todo mi poder para ello, solo había canalizado lo suficiente como para que este fuera de mi altura. El remolino frente a mi comenzó a agitarse. No hice mucho más que voltearme y mirar a cada aprendiz a los ojos.

 

-Espero que lo hayan adivinado, esto que acabo de conjurar es lo que se suele llamar un haz de noche o fulgura nox –explique- este les permitirá según los conocimientos que posean viajar de un lugar a otro, si son nigrománticos pueden ir al mundo de los muertos, si han estudiado runas o historia de la magia fácilmente pueden ir al pasado, si solo tienen el conocimiento de la videncia el futuro es el destino.

 

Coloque la espada tallada en la espalda y di unos pasos. Yo había elegido el primer destino, luego, cada uno de ellos practicaría realizando el fulgura nox para llevarnos al lugar donde desearan y una vez allí seguiríamos con cada uno de aquellos puntos d que debían aprender y dominar.

 

~ 0 ~ 0 ~ 0 ~ 0 ~ 0 ~

 

En algún lugar del presente…

 

El ambiente no podía ser más caluroso. Aparecimos frente a unas cosas que estaban intactas. Aunque nadie vivía por el momento en aquel pueblo, alguna vez fue un lugar concurrido y lleno de actividad. ¿Qué lo hacía tan especial? ¿Por qué estaba deshabitado?, el rio de lava que cruzaba por el centro del pueblo era la respuesta.

 

-Pueden hidratarse si gustan, quizás debí advertirles a dónde los traería, bueno, mi error –me burle de ellos con el poco sentido del humor que tengo- si la ropa que traen les incomoda pueden cambiarse, una vez que estén preparados continuaremos

Editado por Gahíji
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Si se ponía a analizar la actual situación, no sabría definir qué era peor. Estar en ese desierto o tener que estar con Gahíji. Ese Uzza se había ganado un desprecio particular en el momento en el que los había obligado a arriesgar su vida sin un motivo especifico, simplemente por diversión. Pero lo peor de todo era, en realidad, que antes no los había informado sobre que irían a un lugar tan seco, donde el agua no era el recurso que abundaba.

Triviani siempre viajaba con los amuletos obtenidos en las clases de sus libros, actualmente portaba los del Druida, aunque su conocimiento para ellos sea casi nulo, y el libro bajo su brazo. Esperaba no tener que sacrificar vidas ajenas para lograr su propósito, solo quería aprender y poder hacerlo junto a sus hermanos, era extraño, últimamente el gitano no pensaba ni deseaba la muerte, era más como una persona solitaria con convicciones extrañas.

Agradeció mentalmente el hecho de haber sido precavido y vestir con ropa ligera, si bien llevaba todo un traje cubierto. El calor de aquel lugar comenzaba a agotarlo, y eso que sólo estaba caminando en dirección al portal, que era lo más parecido a un espiral perfecto que giraba sobre si, en el aire. Escuchó con atención las palabras que anteriormente había dicho el guerrero, el gitano conocía el Fulgura Nox, por su madre, ella lo había conjurado en otras oportunidades, y la curiosidad del brujo lo llevaron a investigar de que se trataba, pero jamás había logrado crear uno.

Cruzando el portal de Gahíji - en algún lugar del presente.


Lo primero que lo impacto fue el clima, de nuevo en un desierto. Su frente comenzaba a humedecerse gracias al sudor, mientras que se peinaba con la mano evitando que sus mechones de cabello sirvieran de conductos para el fluido que terminaría de atravesarle el rostro entero. Lo segundo, fue la cantidad de hogares abandonados y la nula población.

Las típicas interrogantes de los Uzza seguramente tendrían algún acertijo, o algo capcioso en ella, que les daría la respuesta. No entendía por qué siempre se basaban en el ser dignos o no de sus conocimientos, eso era algo que debía comprobar. Matthew no era alguien de muchas palabras, prefería llamar al silencio y solo responder, o atacar en el momento que fuera requerido... Pero dado que un gran rio de lava cruzaba por el medio del pueblo, no aguanto la necesidad de preguntar por qué eso estaba ahí.

¿Acaso genera algún tipo de poder sobre su vara de cristal? señalo con la surda el rio, dirigiéndose a Gahíji.

Jeremy y Zoella manifestaron su opinión.

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Jeremy asintió dando lugar a ser corregido por el anciano. Aunque tenia conocimientos sobre el pensar de sus hermanos y sabia que estaban allí reunidos en mutuo acuerdo, para aprender sobre el libro nuevo, no iba a contradecir abiertamente al Uzza. Ni se le paso por la cabeza. No ganaría nada con ello y estaba lejos de demostrar la nueva faceta de tranquilidad que estaba intentando llevar adelante desde hacia varios días. Aunque tuviera poco éxito hasta ese momento. La poca paciencia parecía haber crecido dentro de su personalidad y aquello no acababa de gustarle del todo.

 

-Leí el libro -Murmuro a las palabras del Uzza. Esta vez se contuvo de asentir en gesto afirmativo. No quería dar mas mala impresión.

 

Aunque notaba las palabras rudas del Guerrero, el vampiro aguardo paciente. Sabia que aquella forma era regular en los lugares donde se necesitaba fomentar el valor de las personas. Aunque estaría muy de acuerdo con ese procedimiento, él usaba mas la provocación que venia del enojo. ¿Debía enojarse? No seria una tarea difícil de hacer. Solía ponerse furioso con mucha rapidez. Cambio a un gesto mas hosco cuando escucho que viajarían, aunque su expresión volvió a cambiar, por una de interés, cuando pudo ver el portal. Aunque muchas de esa fuente de magia lo habían llevado a diferentes lados, como al mismo infierno, siempre había sido en compañía. Le resultaba sumamente interesante poder aprender a controlar eso para hacer sus propios portales.

 

Ingreso por el portal detrás del uzza y de su hermano.

 

 

Cruzando el portal del guerrero - En algún lugar del presente...

 

Jeremy noto el calor sofocante del nuevo sitio. Aquellas tierras áridas tenían un mínimo de diez grados arriba que el anterior. Era insoportable y la fuente que despedía un vapor insoportable, era un río de lava que cruzaba un poblado desierto. Ni un alma podria sobrevivir con aquellas temperaturas y gases, por mucho tiempo. ¿Donde habría ido esa gente? ¿Encontrarían sus cadáveres cubiertos de cenizas?

 

-Podría ser que un volcán exploto cerca de aquí y destruyo todo a su paso -Acotó pensando en que esa era la respuesta indicada.

 

Podía sentir que su cuerpo se empezaba a empapar en sudor. No se llevaba bien con las temperaturas tan elevadas. Y no podía hidratarse en esos momentos. Sus hermanos no eran alimento para el... bueno... ya no.

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Los tres Triviani se encontraban reunidos frente a Gahíji, quien dejó el laúd apoyado en el árbol para dirigirse con aquella sequedad al rubio. La bruja observó en silencio cada movimiento de los tres hombres a su alrededor, con especial atención al Uzza que impartirá las clases aquella vez para ellos. Escuchó sobre la lectura previa al libro y asintió, percibiendo la invocación del Fulgura Nox, hechizo que había llamado la total atención de la bruja en cuanto culminó su lectura del libro. La calva deseaba emplear aquel hechizo para viajar al pasado, y descubrir lo que por años había anhelado, saber la razón de que Jeremy la dejara, así y aunque la destroce completamente.

Observó a sus hermanos y caminó hasta el portal, cruzandolo frente a ellos.

Cruzando el portal - En algún lugar del presente...


Se adelantó y cruzó tras el mago, pisando suelo árido y topándose con un ambiente caluroso. Observó el río de lava y como cenizas caían del suelo. En el horizonte, un volcán humeante se observaba, un pueblo desolado los rodeaba. Escuchó al Uzza y a sus hermanos, sin embargo, la bruja sabía dónde estaban.

 

- Es Perú ¿O me equivoco? Ese que está allá es el volcán de Ubinas, el cual parece haber erupcionado nuevamente - comentó, alejándose un par de pasos del grupo - ¿Puedo hacer un haz de noche ahora? - soltó, para alejarse un par de pasos más y comenzar a intentar armar un portal, imaginando las viejas calles de Italia, justo donde fue encontrada por Leggio.

 

La bruja deseaba regresar al pasado, pero no llevaría a sus hermanos y menos al uzza a las profundidades de su infancia - Fulgura Nox - vociferó, para que el guerrero la escuchara mientras ella intentaba abrir un gran portal lo suficientemente fuerte para que todos pasaran.

 

Un pequeño remolino que llevaba a un callejón apareció, la Triviani lo reconoció y soltó un chillido, desconcentrando la magia de sus manos y haciendo desaparecer toda posibilidad de abrir un portal. Bufó e intentó nuevamente, comenzando a hacer crecer nuevamente el portal poco a poco...

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No me quedó más remedio que esperar a que estuvieran preparados. Mientras observaba el lago de fuego, escuche la pregunta hecha por el Triviani. Había muchas posibilidades o respuestas para aquella incógnita que surgió en aquel instante. Sonreí. Lo mire a los ojos. Volví a examinar el paisaje y a disfrutar con el intenso calor que emanaba el ambiente.

 

-Yo soy fuego –respondí- tanto yo, como mi vara de cristal podemos hacer grandes cosas, solo que, no necesito invocar o utilizar el instrumento mágico para jugar con fuego, puedo hacer lo que deseo con gran facilidad, el entrenamiento dado por mis maestros me permite –moví la mano mientras susurraba algo que nadie fue capaz de escuchar para que en la palma apareciera una lengua de fuego de color azul con el centro (su corazón) de un color intenso y brillante- utilizar el fuego como lo desee.

 

Sopesé las palabras del otro Triviani negando con la cabeza. Si bien, era probable la teoría que exponía, en este caso no era exactamente correcta. Aun así su esfuerzo merecía algo de crédito. Levanté un dedo para llamar su atención y así explicar la razón de aquello, solo que, Zoella rompió el hilo de mis pensamientos intentando realizar el Fulgura Nox y dando una descripción del lugar al que ella creía que habíamos ido.

 

-No se adelante a los acontecimientos señorita Triviani –la observe- le prometo que una vez que realicemos nuestro primer ejercicio, usted podrá intentar utilizar el haz de la noche y llevarnos al lugar donde usted crea conveniente para seguir con sus enseñanzas.

 

Sin inmutarme observe un pequeño punto en todo aquel inhóspito ambiente. Había localizado lo que deseaba solo que no sería nada fácil para los hermanos Triviani. Esperaba que fueran lo suficientemente inteligentes como para realizar aquella practica rápido porque alguno podrá morir y eso, no me importaba nada. Un alumno mas, un alumno menos, lejos de Knunu podía hacer lo que quisiera sin que la conciencia me jugara una mala pasada.

 

-Observen el ambiente, todo lo que les rodea –pedí- estamos aquí para que recolecten provisiones –dibuje una sonrisa- solo que deberán hacerlo rápido, pienso atacar a uno de ustedes justo dentro de unos 5 minutos –reí- se preguntaran ¿qué es lo que deben buscar?

 

Moví la mano e hice aparecer un diagrama en un pergamino, el dibujo de un lirio de colores extraños, del color de la lava. Lo mostré e hice que el pergamino quedara a los pies de los hermanos.

 

-Si en verdad abrieron sus libros, habrán leído o recordaran que los lirios de fuego son similares a los lirios normales solo que su color es parecido a la lava como pueden ver –señalé el dibujo- estos lirios se dan en lugares como este, de extremo calor por eso decidí traerlos a un viejo lugar con las condiciones exactas que necesitan –desaparecí el fuego de mi mano- una vez que hayan encontrado el lirio o los lirios deberán recoger su polen, este les protegerá si lo pasan por su piel del fuego, si lo inhalan sus órganos vitales estarán protegidos, si es soplado y este penetra sus poros e indumentarias también estos les protegerán de las llamas.

 

Guarde silencio esperando que la explicación haya sido suficiente, de no ser asi tendrían poco tiempo para salir de aquello.

 

zujajat saghira –recité haciendo aparecer 3 frasquitos en forma de colgante, los cuales repartí a cada uno de aquellos aprendices- coloquen el polen allí, una vez que lo rellenen el poder que los vincula hará que se llenen con el pasar de las horas si usan el polen muy seguido.

 

Me aparte unos cuantos pasos escogiendo quien sería la victima de mi ataque.

 

-Como les dije, tienen cinco minutos para recolectar y usar el polen para protegerse del fuego que pienso lanzarle a uno de ustedes –advertí- pueden ayudarse entre sí, lo que quiere decir, es que si uno logra encontrar el lirio puede escoger impregnarse a sí mismo o ayudar a alguien más –sabia ya quien iba a sufrir las consecuencias- pero antes de que corra el tiempo –hice aparecer un reloj de arena con la cantidad justa para que fueran cinco minutos- les ayudare con otra cosa

 

nariin –dije. La invocación fue rápida y precisa. La lluvia de polen de lirios de fuego cayó sobre mí cubriéndome. Aunque no necesitaba para nada aquello debía mostrarles la invocación a los aprendices.

 

-Lo que acabo de conjurar se llama "ígnea" y si prestaron la suficiente atención vieron que es una lluvia de polen de lirios de fuego que pueden invocar sobre un compañero o en si mismos y esta les conferirá inmunidad a cualquier fuego –Observé a mi victima- si uno de ustedes no logra encontrar el lirio a tiempo pueden ayudar a su compañero o a sí mismos utilizando esta invocación.

 

~ 0 ~ 0 ~ 0 ~ 0 ~ 0 ~

 

5 minutos después…

 

nar altinin –conjuré enviando la potente llamarada de fuego de dragón sobre Zoella.

 

Ahora todo dependería de ella y de sus hermanos. Si no había logrado encontrar el polen o utilizar el ígnea podría morir quemada.

 

~ 0 ~ 0 ~ 0 ~ 0 ~ 0 ~

 

10 minutos después…

 

-Bien, nada mal, diría que pueden hacerlo mejor, pero para ser la primera vez supongo que debo aceptar el esfuerzo –sonrei- Ahora señorita Zoella, le concedo lo que tanto usted quería, puede conjurar el haz de la noche y llevarnos a otro sitio donde realizaremos la siguiente practica, luego será uno de ellos –señalando a los restantes- quien hará el portal

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La bruja dejó de hacer lo que hacía cuando escuchó la reprimenda de Gahíji a lo que estaba haciendo. Asintió y dio un pequeño respingo en respuesta y presto total atención a lo que el Uzza les soltaba. Las expresiones y formas de hablar del hombre llamaron la atención de la Triviani, quien analizó cada movimiento, expresión, mirada y palabra que soltaba, guardando en su memoria el comportamiento que guardaba para con ellos.

 

La bruja miró a su alrededor cuando el Uzza lo indicó, entendiendo lo que el guerrero les indicaba. Miró su muñeca, donde guardaba un reloj muggle y se recordó estar al pendiente de los minutos que pasaran. Bajó la vista al pergamino en sus pies, donde un lirio de color muy parecido a la lava se encontraba ilustrado. La bruja los reconoció del libro, Lirios de Fuego.

 

La Triviani quedó encantaba por la forma de dicha flor, y deseaba poder obtener a toda costa dicho polen a su total disposición. Tomó uno de los frascos que el guerrero les repartía y lo colgó en su cuello, escuchando las siguientes palabras del hombre. El Uzza se alejó y la Triviani supo que ya se acercaba la hora de actuar, esperaba no ser ella a quien el guerrero atacara.

 

Vió las acciones y la invocación del usa, y recordó el hechizo para usarlo en tal caso que fuera necesario. Tan pronto el usa giró el reloj de arena la bruja comenzó a correr por entre los montículos de cenizas que ahí se encontraban.

 

5 MINUTOS DESPUÉS

La Triviani había pasado un par de veces por el frente de Gahíji, quien sólo les observaba en silencio. Justo en ese momento, a varios metros del Uzza, la bruja observaba el horizonte intentando visualizar los lirios de fuego, sus hermanos estaban un tanto más lejos de ella, y a sus espaldas logró escuchar el hechizo lanzado por el Uzza.

 

Se giró y sin dudarlo pensó en un Salvaguarda Mágica volviéndose intangible ante el fuego que ahora pasaba su cuerpo, la bruja se reprimió mentalmente al no usar el hechizo facilitado por el Uzza y el que ella recordaba del libro. Golpeó su frente y se giró a sus hermanos, para volver a seguir buscando los Lirios de Fuego.

 

10 MINUTOS DESPUÉS.

Zoella asintió a las palabras dichas por el guerrero mientras escondía el polen de los lirios en su bolsillo. Concentró su mente y empezó a invocar el portal.

 

- Fulgura Nox - vociferó, con la suficiente fuerza para comenzar a ver otro ambiente ilustrarse al otro lado del portal. La bruja tenía en mente las montañas Italianas de Dolomitas, lugar donde excursión un tiempo en busca de flores mágicas para su venta ilegal. Esperó a que todos pasaran y cruzó el portal, mientras pisaba con algo de melancolía las tierras Italianas.

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