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Prueba del Libro del Caos - Marzo 2022


Bakari
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La tormenta mutó en un tornado que golpeaba con violencia el domo de energía, Bakari no se inmutó y se mantuvo impasible ante el espectácu.lo. Estaban sanos y salvos, ni la madre naturaleza era capaz de arremeter contra el poder que poseía el Uzza, desafiando aquellas fuerzas que solían regir todo lo que acontecía dentro o fuera del mundo que habitaban los seres vivos. 

El viento susurraba con fuerza un mensaje difícil de entender, para aquel que no estuviera del todo conectado y comprometido con la exitosa vinculación al libro del Caos. Martin se había quedado en el camino, pero Adrian se mantuvo firme y atento a todo lo enseñado por el guerrero. Aunque tuvo un ligero traspié en lo que respectaba a uno de los señores del Caos, no lo culpaba, pero tampoco le excusaba. Era exigente por excelencia, justamente por eso sus aprendices partían de esas tierras con nuevos conocimientos en su bitácora personal

— Espero que este preparado, preste atención a cada movimiento. No sea que le juegue en contra un pequeño descuido, le arroje sin remedio a los brazos de la muerte—indicaba lanzando un dado de 10 caras— Invoco a las fuerzas del Caos para obtener poder—la rueda de poder era elegida por el hombre, dejando que la misma guiará sus acciones dentro de la contienda. Centrando sus ojos en su contendiente, no dudo en lanzar el primer hechizo que le pondría en un serio predicamento—sintiendo el poder que emanaba de su varita pensaba sin reparo alguno. 

—Arena de hechicero—aquel conjuro eran los huesos cristalizados de un mago que murió a causa de fuego mágico. Al ser lanzado por Bakari al aire imposibilitó en el acto a @ Adrian Wild , dejandole como única opción usar hechizos de tipo efecto o invocaciones. Preparado para lo que le viniera en contra, no se movió el sitio donde estaba en pie con firmeza.

—Buena suerte—era lo último que salió de sus labios.

C O N D I C I O N E S

Editado por Kaori Moody
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Tras desvelar a los dos últimos Señores del Caos y mientras terminaba su explicación, Bakari me condujo hacia una zona alejada de donde habíamos estado hasta entonces, dejando a Martin aparte de lo que fuera a ocurrir a continuación. La tormenta pareció enfurecerse aún más cuando el ultimo de los Señores del Caos, que gozaba del privilegio mismo de llevar dicho título por su imprevisibilidad, apareció en la sexta porción de aquel gran círculo de piedra. El viento rugió y los truenos y relámpagos parecieron fusionarse en un huracán que hizo vibrar todo el espacio, amenazando con destruir el domo de protección que impedía que aquel temporal nos llevase consigo.

Las voces del viento, hasta entonces difíciles de entender, se hicieron totalmente comprensibles para mis oídos. Era el Caos, susurrando los cambios en su interior, esas corrientes, como las de aire que nos azotaban, que iban de un lado para otro, y a las que podías sumarte o dejar pasar. Era toda esa energía suelta y descontrolada que cruzaba por todos los recovecos del cuerpo y te permitía atraparla durante unos instantes para tratar de canalizarla hacia algo concreto. El Caos me estaba hablando; me decía que podía hacer uso de él y que quizá, y sólo quizá, pudiera ayudarme.

Un tremendo respeto por hacer uso de semejantes fuerzas me inundó y temí no ser capaz de demostrar que podía canalizarlas. «¿Cómo conseguiré que el Caos me sea favorable?», pensé. Cada vez que vuelvo a aquel pensamiento me doy cuenta de que todavía no había entendido del todo lo que significaba que "el Caos te sea favorable". No era cuestión de aprender a dominarlo, sino de adaptarse a su aleatoriedad.

Bakari invocó a una de las ruedas tras advertirme que tuviera cuidado y estuviera alerta en todo momento. Asentí, apretando los dientes ante su invocación, y antes de que pudiera decir o hacer nada, el Guerrero ya me había cegado con aquella nube de huesos cristalizados. Sentí el fuerte escozor y tuve que cerrarlos, pero no me amedranté. El Caos me susurró. Tampoco dudé. Tenía que atrapar aquella oportunidad.

Invoco la Rueda del Tiempo. —Un dado de tres caras apareció en mi mano y la rueda giró sobre mi cabeza, aunque no pude verla. Lancé el dado y confié en su efecto. Supe que había sido el deseado cuando, con una ráfaga de aire que pareció crear una onda expansiva, recuperé la vista y Bakari parecía encontrarse en la posición inicial. Me sorprendió, desde luego, pero tenía la suficiente experiencia como para saber que no podía dormirme en los laureles—. Ahora sí que hemos empezado la prueba.

«Maldición», pensé en una rápida batida de mi varita hacia el maestro Uzza. Aquello me daría tiempo, pues su siguiente hechizo no saldría bien. Pero tuve la sensación de que quizá debiera protegerme ante lo inesperado.

Cantar de Eleboro —murmuré, protegiendo todos mis sentidos de cualquier ataque que pudiera afectarlos.

Todavía no me creía que la suerte me hubiera favorecido de aquella manera. Las voces del Caos parecieron reirse a mi alrededor. Tenían razón. Aquello no había hecho más que empezar.

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Resultado del dado para la Rueda del Tiempo:

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✤ Viajero de la noche ✤

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Bakari admiraba sin duda el tesón demostrado por Adrian, desatándose dentro del interior del Uzza una encarnizada batalla entre el Caos o la elección de la siguiente rueda que invocaría. Deseaba que su alumno aprendiera con detalle el dominio exacto de cada uno de los poderes que poco a poco se fueron revelando dentro del libro que era propiedad del aprendiz.

— Muy sensato de su parte seguir mis consejos, espero que la buena estrella siga brillando a su favor—comentaba el guerrero sintiendo como la tierra volvía a retumbar con violencia. Era el Caos puro en su máxima expresión demostrando de lo que era capaz, arrasando con su fuerza a todo aquello que considerará que no poseía lo necesario para formar parte de su mundo o espacio. Sus ojos se centraron en el hombre que estaba delante de el, dando un fuerte golpe con su pie contra el suelo se dejaba ir una vez más— Invoco las fuerzas del Caos para hacer uso de la Rueda del Caos—lanzando un dado de 10 caras aquel que apareciera con antelación en su mano tras realizar su primer ataque, era una lastima que el resultado no fue favorable, pero así eran esos poderes, caprichosos.

Aguamenti—pensó sin demasiado esfuerzo Bakari, resultando una versión bizarra de su encantamiento. No salió agua sino todo lo opuesto a ello, ladeando la cabeza observaba los trozos de colores que salían sin parar de la punta de su arma. Recobrando la compostura, no perdió tiempo y arremetió con algo que pondría en serias dificultades a Adrian.

—Flechas de Fuego—aquel conjuro paso por la mente del Uzza como lo hace una ventisca entre las ramas de un árbol. No necesito emitir una sola palabra o sonido, solo ver como varios filamentos de fuego salían disparados de su varita, pegando en el cuerpo del Wild, quemando el mismo, causándole heridas que debía sanar. Pero antes que nada prestar atención a un detalle que era crucial en ese momento, actuar de manera inteligente y no dejarse llevar por la adrenalina que poco a poco inundaba el ambiente que les rodeaba.

Su aprendiz protegió sus sentidos, pero no protegió la parte más importante que poseía y eso era su templo. Aquello que lo hacia estar con vida dentro del mundo, el cascarón que resguardaba la esencia que era su existencia, dentro del cual estaban los órganos, sistemas, músculos y diversos componentes que le hacían ser un ser viviente.

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Puntos de Poder: 7 PP - 1 PP (Cinaede) = 6 PP

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Aunque temía de los posibles efectos favorables que pudiera causarle aquella Rueda del Caos a Bakari, me sentí aliviado al ver que, efectivamente, había ganado tiempo con la fortuna de la rueda anteriormente invocada y aquella maldición que le había lanzado. Tras un infructífero hechizo por su parte y mi protección de los sentidos, sin embargo, vi un gran número de filamentos de fuego volando hacia mí. Por suerte, el espacio que nos distanciaba era el suficiente como para que me diera tiempo a generar a mi alrededor un «Obsistens» que absorbió por completo toda aquella andanada ígnea.

Sobre el domo que nos protegía, aquel huracán parecía crecer y expulsar rayos en todas las direcciones. La tormenta era ahora un gigante sobre nuestras cabezas, furibundo, que parecía imbuir todo a nuestro alrededor de auténtico Caos. Pensé en invocar a uno de los Señores del Caos, pero todavía no me sentía preparado para enfentarme a uno al que no pudiera controlar después. Necesitaba ganar algo más de tiempo.

Úsala... Úsala... —Las voces del Caos se arremolinaron en mis oídos.

No tuve que preguntar a qué se referían. Bakari ya me había dado aquella respuesta.

Invoco la Rueda del Caos —dije, haciendo aparecer en la palma de mi mano el dado de diez caras que lancé al aire.

La rueda que había aparecido sobre mi cabeza comenzó a girar. Y desapareció. No senti nada especial, pero no podía perder más tiempo.

Cinaede.

El gas venenoso recubrió al instante la figura del Guerrero Uzza y provocó graves heridas en todo su sistema respiratorio. Aquello me daría el tiempo que necesitaba. Bakari necesitaría limpiar sus conductos con un "Anapneo" de inmediato, pero aún así le quedarían secuelas del daño ya producido, así que si quería curarse del todo debería detenerse a ello. Esperaba que tomara aquella decisión, pues en el fondo sabía que aquel Guerrero estaba más que acostumbrado a sufrir heridas y continuar con la batalla.

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Resultado del dado para la Rueda del Caos:

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—Silencius—pensó Bakari justo antes de que Adrian pudiera, siquiera pronunciar las dos primeras letras del Cinaede. Dejándolo mudo anulando de ese modo, el efecto que deseaba lanzar contra el Uzza. El prestar atención era de vital importancia, sobre todo cuando se estaba tratando con las fuerza del Caos— Casi concreta su misión, pero la tormenta no le ha sonreído en lo absoluto—sentenció fijando sus ojos en el hombre. Estaba convencido de que merecía vincularse con el libro del Caos, pero aún no hacia uso de ninguno de los señores que estaban a su disposición.

El tiempo apremia, no quedaba demasiado para desperdiciarlo y menos echarlo en saco roto. El Uzza concentro toda la energía que poseía en el cuchillo con mango de madera que llevaba anudado a su muñeca, aquel objeto que el acompañará en sus inicios como aprendiz de los conocimientos que actualmente impartía a otros que deseaban obtener mayor y control sobre el poder que nacieron—Invoco las Fuerzas del Caos, para invocar al Señor del Caos—lanzando un dado de 7 caras, esperaba que la tirada fuera un 2 o 4, pero en su lugar había obtenido un 1. 

Manteniéndose firme en el mismo sitio, donde comenzará la contienda, junto a él, un gigante de un solo ojo, se levantaba imponente, un Ciclope. Aquel señor del caos actuaba como un mercenario a sus ordenes, permitiéndole acceder al invocador a hechizos a los que quizá no tuviera acceso, aunque claro, ese no era el caso de Bakari.  Lo miró por unos breves segundos y luego sin pronunciar palabra alguna el Ciclope le envió un Conjuntivitis al Wild. El rayo salió despedido en dirección al mago con el objetivo de afectarle temporalmente la vista. 

—Flechas de fuego—pensaba de nueva cuenta, esta vez era Bakari quien lo atacaba, dando esta vez en el blanco. Sabiendo que Adrian tenia el cuerpo cubierto por varias heridas, sangrantes y antes de evitar que el daño fuera mayor, debía apagar las llamas si deseaba estar sano y salvo. 

Eso si lograba curarse con éxito, porque el guerrero no le facilitaría para nada las cosas, dando un ligero latigazo con su varita, esperaba la siguiente acción del Wild, quien lo tenía un poco complicado. 

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El gran Cíclope apareció al lado de Bakari. Aquella vez la suerte le había sonreído al Guerrero Uzza. Traté de recordar rápidamente cuál era el beneficio que aquel señor del Caos le otorgaba al hombre, dando rápido con la respuesta. Me preparé para afrontar cualquier hechizo que aquella criatura pudiera lanzarme... Pero nada ocurrió. ¿Cómo era posible? Parecía haber tratado de realizar algún conjuro a juzgar por sus movimientos. Una leve y sutil melodía se entremezcló con los vientos huracanados que nos azotaban. Era el Cantar de Eleboro, que me había defendido en sus últimos minutos de permanencia. Sonreí y agité mi varita en un rápido movimiento direccionado hacia los pies de Bakari. Un claro «Zancadilla» formado en mi mente hizo el resto. Las nuevas flechas de fuego que me envió se desviaron al caer el diestro guerrero al suelo, y aquel valioso tiempo ganado me sirvió para gritar:

¡Invoco a las fuerzas del Caos para invocar a un Señor del Caos!

El dado que apareció en mi mano izquierda tenía un tacto peculiar. Los susurros del viento a mi alrededor parecieron querer adevertirme, pero aquella vez no los escuché. No con la suficiente atención. Lancé el dado.

— Un tres... —murmuré, repasando rápidamente el resultado asociado a cada Señor del Caos—. Maldición.

Un Trol apareció detrás de mí, arrastrando su mazo y avanzando muy lentamente hacia mi posición. Digamos que, durante un tiempo, aquel duelo iba a volverse un poco complicado. Si la definición de "duelo" implica a dos personas en batalla... ¿En qué se había convertido aquel enfrentamiento? Quizá me deje el lector que lo mencione como un "cuatruelo" y sí, hemos pensado lo mismo: ahí ya había demasiadas personas.

Tenía dos opciones: protegerme por adelantado, o tratar de evitar que Bakari me volviese a atacar. Acababa de tratar de lanzarme unas flechas de fuego y todavía se estaba liberando de las cuerdas que le habían hecho caer cuando rasgué el espacio que nos separaba con la varita.

Arena de Hechicero.

Tenía que seguir desviando sus posibles ataques. Al menos, ahora no podría apuntar.

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