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Libro de Hermes Trimegisto - Abril 2022


Gahíji
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Las lunas pasan y la incompetencia de los aprendices sigue sorprendiéndome. Apoyado en Aphophys observo el fuego. Bajo el árbol de fuego descanso. Aprovecho cada segundo de paz y tranquilidad. Aprovecho sentir la energía de la magia antigua que emana de tan ancestral parte de la naturaleza para retomar las fuerzas perdidas tras la decepcionante actuación de cada uno de los alumnos que se les ocurre pasar frente a mí.

 

-Siempre es lo mismo, ¿No te parece? -susurro sabiendo que el dragón podría escucharme perfectamente- el ciclo se repite una y otra vez, no hay reto, emoción, solo decepción y que me hagan perder mi tiempo

 

El dragón bufo. Abrió los ojos y lanzo una bocanada de fuego al cielo como protesta.

 

-A mi no me veas, Knunu es quien no me permite matarlos antes de comenzar, además, perfectamente se que no comes porquerías, por lo que no te los ofrezco.

 

El fiel sirviente no perdía ni una sola palabra de la conversación. Con el seño fruncido intentaba reprendernos. Yo era el maestro. Podía hacer lo que me viniera en gana y él lo sabía perfectamente.

 

-'aeata alnasihat liman yatlub aleilm faqat baed 'an 'udrik jahlahu -sigo observando el fuego, solamente esperando- aitlub alkathir min nafsik watawaqae alqalil min alakhrin. bihadhih altariqat satuafir almataeiba.

 

Tome el laúd. Comencé a tocar. Las estrellas comenzaban a aparecer en el firmamento. Pronto se acabaría mi tranquilidad. Necesitaba hallar paz, antes de la tormenta o de la llegada de aquellos quienes no se merecían ni mi conocimiento ni mi tiempo. Deje con los ojos cerrados que mi instinto sacara la hermosa y antigua melodía.

 

@ Goderic Slithering  @ Emily Karkarov  @ Cillian Haughton

Editado por Kaori Moody
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Solo cuando su secretaria llega y le hace un recordatorio, es cuando Goderic se da cuenta que el día de continuar con sus estudios de los conocimientos Uzza había llegado. Por suerte, cuenta con un equipo competente y que es capaz de administrar bien sus horarios, reuniones y vida privada. Su agenda del resto del día ya había sido cuidadosamente organizada para contar con el tiempo suficiente como para su aprendizaje. Sin embargo, estaba seguro que apenas terminara tendría que volver a trabajar rápidamente por alguna emergencia o similar.

Arma su kit que siempre utiliza para sus aventuras con los Guerreros Uzzas, que consistía en diversas pociones, objetos y artefactos que pudieran serle útil, todo almacenado en su monedero piel de Moke que le proporciona la comodidad suficiente como para transportar tantos elementos sin dificultar su movilidad. Su vestimenta, como siempre, era bastante sencilla aunque por su cargo presidencial debía asegurarse que la comodidad no sobrepase la elegancia y buen gusto.

Al llegar escucha una melodía que, aunque sonara bien ejecutada y con un aura vetusto, no le parece hermosa. Supone que, como todo arte la belleza se encuentra en el espectador. Sin embargo, dudaba que alguien que fuera despiadado, desquiciado y egoísta -según lo decían los rumores de los estudiantes previos- fuera capaz de tocar su alma con su música y, por ende, no culpaba a la pieza sino al músico que la interpreta: Gahíji.

Buenos días — saluda acompañando con un gesto de saludo, justo en una pausa musical.

Podía tener una aversión previa basada en el prejuicio formado por comentarios, pero no por ello sería irrespetuoso ni interrumpiría una expresión artística ajena. Había sido el primero en llegar y, esperaba, que el resto de sus compañeros no tardasen en llegar pues creía que sería algo incómodo estar de pie frente al Uzza junto a su sirviente vinculado.

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El Uzza todavia tiene los ojos cerrados cuando Emily llega. La melodía que toca le es desconocida y le parece extraño que esté tan concentrado en la canción, sin reparar en la presencia de los alumnos que han llegado hasta el momento. Lo que no le extraña es la presencia de un dragón al lado de Gahiji. Sabe que si se vincula con el libro podrá utilizar el amuleto de dragón, permitiéndole comunicarse con dichas criaturas. Y si bien adquirir más conocimientos y más poder era muy satisfactorio, el objetivo de la bruja era controlar de mejor manera a sus dragones.

Así se había convencido de que debía ir con los uzza una vez más. El camino recorrido con ellos había sido largo y cansado. Llevaba años estudiando la magia de los libros, había invertido varias horas de entrenamiento para dominarla. Había sin duda dedicado una gran parte de su vida a aguantar las pruebas que los guerreros solían ponerle, cada clase más retadora que la anterior.

Aprovecha que su presencia no ha llamado la atención y se quita la capa de viaje para guardarlo en su bolso, que acomoda cruzándolo sobre el hombro para evitar que se cayera. Dentro, gracias al hechizo de expansión indetectable, lleva los objetos que cree necesarios para la clase, entre ellos algunas pociones y su navaja multiusos. El libro de Hermes Trimegisto también está entre las múltiples cosas que ha llevado, junto a unas botas de repuesto y algunos snacks, pues nunca podía estar segura de si estaría con el uzza por días o solo por unas horas.

—Hola, guerrero

Emily saluda cuando cree que la canción ha terminado, aunque tampoco da mucho tiempo para que pudiera proseguir. No le apetecía interrumpir y que pensara que era maleducada y tampoco quería hacer enojar a Gahiji por un detalle como ese. También hace un gesto de saludo, esta vez dirigido a su compañero, algo sorprendida de verlo a pesar de sus ocupaciones. No puede evitar preguntarse si es que más personas se unirían a la clase.

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Cillian fue el último en llegar a la ubicación a la que el Guerrero Uzza los había citado. Hacía ya un par de meses que se había dado a la tarea de avanzar lo más que le fuera posible en la adquisición de aquel tipo de conocimientos, pero lamentablemente nunca pocas veces había tenido algún compañero que lo acompañara en el viaje así que cuando pudo observar que había dos personas más aparte del Ghají en aquel lugar, realizó un leve gesto de asentimiento.

Avanzó lentamente hasta estar a solo un par de pasos de sus compañeros y en ese momento no pudo evitar darle un rápido vistazo al trasero del hombre que sería su compañero, ¿sería a acaso que tendría la oportunidad de tocarlo? A simple vista las dos personas que tenía frente a él parecían simple desconocidos, pero al estar a su lado se percató de que le parecían un tanto conocidos. Pero… ¿De dónde? En los últimos días el rubio tenía la cabeza hecha un lío ya que sus responsabilidades habían aumentado de forma exponencial. Al ser el último en llegar, no alcanzo a escuchar más que las últimas notas de la canción del Guerrero Uzza.

- Hola…

Saludó de forma general, nunca había sido de las personas que se dedican a realizar saludos personalizados. Si no tenía algún tipo de información incorrecta, él era el último así que la clase seguro comenzaría en cualquier momento.

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Odio las tardanzas. Me hicieron esperar más de la cuenta. Mi paciencia tiene un límite y la última gota derramo el vaso como dicen los muggles. ¿Qué podía esperar de los aprendices cuando en mis más de 190 años casi ninguno había valido la pena? Cada clase, cada sesión, cada cambio de luna era el mismo ciclo. ¿Resignación?, no. ¿Poca tolerancia ante los vagos intentos de los estudiantes para intentar obtener un conocimiento que definitivamente se les iba a salir de las manos y los sobrepasaba?, definitivamente era la respuesta correcta. Como cada vez iba a perder mi tiempo y no iba a valer la pena el esfuerzo.

 

Pose los ojos en cada uno de los aprendices para penetrar en sus mentes, solo, y por el simple hecho de saber a qué podría enfrentarme, lo que vi, me dio la razón.

 

-Empecemos -dije- les advierto que no soy tan condescendiente y tan misericordioso como mis compañeros Uzzas quienes ya se han cruzado en sus caminos, por lo que espero estén preparados y sean dignos (lo cual dudo) de obtener la vinculación con el conocimiento.

 

No iba a jugar y decirle palabras bonitas, lo mejor es sencillamente, decirles la verdad para que después no hubiera ningún tipo de lloriqueo, porque no les haya advertido en el problema en el cual se estaban metiendo. Sabía que los libros estaban en blanco, esta vez seria así y que las palabras comenzarían a escribirse una vez diera las explicaciones correspondientes. Sin embargo, había una excepción, si eran listos ya deberían haber colocado en su cuerpo el artilugio que venía con aquel tomo.

 

-Debo suponer que no trajeron ningún compañero dragón – observe a Aphophys quien dormitaba- tendremos que llamar a los demás.

 

Sin decir una palabra más el animal gruño y lanzo una llamarada airada al cielo. Segundos después 3 dragones aparecieron sobrevolando el lugar.

 

El primero, un Ironbelly ucraniano El más grande de los dragones, con escamas plateadas, fuertes garras y los ojos de color rojo intenso. Era sabido que los de esta especie eran lentos volando, pero su capacidad de destrucción no tiene límites para arrasar con todo lo que se le ponga debajo. El segundo un Hébrido Negro con ojos color purpura, escamas rugosas, una cresta de puntas a lo largo del lomo y la cola terminada en forma de flecha y el tercero un Longhorn Rumano con escamas de color verde oscuro y largos cuernos dorados y brillantes con los que cornea a la presa antes de asarla. Allí estaban los dragones que se utilizarían en la clase.

 

-Si no lo han hecho, es hora de que se coloquen el Amuleto Dragon, el cual permitirá controlar uno de estos dragones y comunicarse con ellos, además de permitir que los monten para volar sobre ellos.

 

Una vez dicho aquello las palabras comenzaron a aparecer en cada uno de los libros de los aprendices. Aunque era obvio que si no lograban aprobar y vincularse con el conocimiento estos desaparecerían de sus memorias y el libro volvería a tener las páginas en blanco.

 

- ¿Qué esperan?, intenten controlarlos y montar sobre ellos…

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Apenas el Guerrero Uzza comenzó a hablar, Cillian intentó poner toda la atención posible. Sobre los otros libros tenía algo de información, gracias a los rumores que había escuchado, sobre el contenido de los mismos lo cual era algo que no podía decir sobre el libro de Hermes Trimegisto. Sobre ese libro sabía más bien poco, había escuchado que contenía un gran poder que pocos magos habían logrado controlar hasta el momento y solo eso.

Así que cuando escucho sobre los dragones se sorprendió, cosa que no hubiera pasado si antes de asistir a la clase se hubiera molestado en darle un pequeño vistazo al contenido del libro. No lo hizo porque sabía que sus páginas estarían en blanco y aunque dentro estuvieran algunos amuletos relacionados a los poderes del libro, igual casi siempre era imposible saber con exactitud para qué funcionaba cada uno de ellos hasta el momento de la clase.

Estuvo durante un par de segundos sumergido en sus propios pensamientos y no volvió al presente hasta el momento en que el Guerrero Uzza insistió en que comenzarán a desarrollarse dentro de la clase. Fue en ese momento que Cillian sacó de sus pantalones su monedero de piel de Moke y rebuscó dentro el libro en cuestión, una vez que lo encontró, sacó el pequeño amuleto con forma de dragón.

— ¿Y se supone que con este podremos controlar a esas criaturas? —Inquirió a Gahíji una vez que el libro estaba de vuelta en su monedero y este en su bolsillo.

Tenía sus dudas, no iba a negarlo, pero aún así lo colgó alrededor de su cuello y sin realmente quererlo se decidió a dar el primer paso. Eligió acercarse al Hebrido Negro, en sus primeros pasos se podía notar que el temor recorria cada parte de su cuerpo, pero poco a poco se iba armando de un poco más de valor. Mientras más cerca estaba del dragón podía sentir como una extraña conexión se iba formando entre ellos.

¿Sería acaso que lograría controlar a aquel dragón? Cillian intentaba hacerle saber que no existía problema alguno, que no le haría daño así que él tampoco tenía por qué hacerle daño. Cuando menos lo esperó, ya estaba lo demasiado cerca del dragón como para poder tocarlo así que alargó lentamente su mano hasta entrar en contacto con el dragón y fue en ese momento en que comprendió el poder de aquel amuleto. Casi podría decir que en ese momento el dragón y él eran uno mismo.

— Entonces, ¿se supone que debo montarlo?

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-Si, con ese amuleto podrían controlar a los dragones y montarlos, claro está, si son los suficientemente inteligentes y no pecan de cobardes -respondí

 

Al parecer solo hubo un valiente que dio un paso al frente, los otros como cualquiera podría sospechar una vez que ven a los dragones quedaron en Schok, cosa que a mi me tenia sin cuidado y no me importaba en lo mas mínimo, a la final, si se hacían en los pantalones o les sucedía alguna cosa, eran ellos quienes acarrearían con las consecuencias y la humillación, no yo. De igual manera, pasara lo que pasara, tenía que continuar.

 

-Deben entender que este libro tare consigo secretos y responsabilidades, unas más catastróficas que otras, por ejemplo, el Ígnea máxima que permite que de la varita del mago invocador surja una lluvia de polen de lirios de fuego y confiere inmunidad a cualquier fuego, además se diferencia del Ígnea normal que debieron haber visto en el libro del Druida porque este les permite protegerse tanto al invocador como a otra persona, en cambio, el Ígnea normal solo permite a uno u otro -observe al aprendiz esperando que los otros reaccionaran. Era mejor que lo hicieran o en verdad lo pagarían con sus vidas- El Himno de Eléboro también es una invocación verbal donde surge una vibración musical, apenas audible, que protege los sentidos del mago y los agudiza de forma extraordinaria, vigorizándolos. Este confiere inmunidad a cualquier ataque contra la vista, el oído, el tacto, el gusto o el olfato

 

No era necesario que yo ordenara nada, los dragones habían recibido las instrucciones antes de que todo aquello comenzara y sabían exactamente en qué momento actuar. Una vez que había dado la explicación de aquellas nuevas invocaciones y estas quedaran plasmadas en los libros de los aprendices los 3 dragones lanzaron sus llamaradas a los alumnos que estaban frente a ellos a una distancia suficiente como para quemarlos si no reaccionaban a tiempo. Ahora vería si el único que había prestado atención o se había movido había entendido y si los otros no terminarían chamuscados por su miedo.

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Cuando el uzza habla de no haber llevado a sus dragones como compañía de repente se siente algo confundida. Claro, está consciente de que van a usar el amuleto del dragón que venía con el libro, pero no pensó que sería prudente movilizarse con sus dragones. No es que no pudiese controlarlos, pero había cierta prudencia que debía manejarse con criaturas como aquellas. Aunque, si lo piensa bien, quizás si hubiera podido escabullirse con el vipertooth peruano. Era pequeño -o pequeño para ser un dragón- y podía esconderse de los muggles. O su Opaleye de las antípodas que, aunque más grande y llamativo, era mucho más manejable.

Pensar en las criaturas hace que se distraiga de lo que Gahiji está diciendo y se pierde al primero de sus compañeros eligiendo el dragón. Eso le deja la elección entre el Ironbelly ucraniano y el Longhor rumano. Cillian se había encargado de elegir bien, a simple vista la opción más “segura” era el que había elegido. Tras dubitar durante por unos minutos, Emily se acerca lentamente al longhorn, pensando que si debe sobre él podría agarrarse mejor de las escamas con mayor facilidad que con el ironbelly, simplemente por la diferencia de tamaño entre los dragones.

Antes de estar lo suficientemente cerca saca de su bolso el colgante. Tiene una delicada forma de dragón, sospecha que está hecho de oro. Se lo pone sobre el cuello y lo guarda bajo la blusa, asegurando que no se caiga o se enrede de alguna forma. Asume que si más personas han podido usar el colgante para usar a los dragones como medio de transporte ella también va a poder. Y si no puede, al menos usará la salvaguarda mágica para hacerse intangible y el amuleto volador para planear lo suficiente para caer en algún lugar seguro sin hacerse daño.

Sonaba como un plan sólido, por lo que sus pasos son seguros cuando pone una mano sobre el dragón, rodeándolo para encontrarse lo más lejos que puede de los largos cuernos con los que podría lastimarla, incluso sin querer.

—Hola, yo soy Emily —saluda al dragón con naturalidad, sintiendo con el amuleto que están estableciendo un vínculo. Un vínculo que está segura solo va a durar mientras el amuleto sirva o mientras el uzza quiera que el dragón se deje domar por él.

Se agarra de las escamas para subir por el dragón, trepando con algo de dificultad. Podría haber hecho la tarea más fácil volando con una escoba, pero se sentía con la confianza de poder hacerlo por su cuenta, mostrando que no tenía miedo al dragón.  Cuando observa una llamarada en su dirección. Sin pensarlo demasiado, mueve su varita e invoca polem de lirio de fuegos que le cubre su cuerpo y protege de la llamarada lanzada y de futuras que vengan. Le sorprende lo fácil que le resulta protegerse pero supone que es gracias a los instintos de supervivencia.

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La llegada de otro mago, al que le devuelve el saludo, finaliza el grupo de tres. Ignora los comentarios y actitud de Gahiji ¿desde cuándo sus compañeros Uzza habían sido misericordiosos? El nivel de arrogancia del guerrero, al parecer, le había llevado a distorsionar su visión de la realidad. Por suerte, Goderic se había tenido que reunir un sin número de veces con embajadores, directores y otras personas influyentes que se caracterizaban por poseer un ego tan inflado y una actitud tan inhóspita que ya se había acostumbrado a mostrar una sonrisa cordial mientras divaga sobre las personalidades ajenas.

— Si me disculpan.

Utilizando el Haz de la noche, abre un portal que utiliza para viajar al bosque donde se encuentra su dragón zombie. Si le hubiera avisado de antemano, hubiera realizado el viaje llevándolo, pero ante la falta de claridad del guerrero -o de la organización- había decidido dejar su dragón en su residencia. A pesar de tener también un Hébrido negro, se decide por la criatura zombificada para evaluar la utilidad del amuleto en un dragón en tal condición. La imagen del dragón tratando de cruzar el portal era, relativamente, graciosa. Por suerte, Goderic poseía la fuerza suficiente como para que su portal tuviera un tamaño y resistencia suficiente para que el dragón -a duras penas- pudiera cruzarlo aunque tuviera que arrastrarse para ello.

Le parecía algo innecesario utilizar el amuleto pues Goderic ya ha montado dragones previamente. Una de las condiciones para sacar a sus criaturas de la reserva de Newt Scamander era, precisamente, poder controlar a sus dragones y para ello lo había utilizado como montura, demostrando su dominio y control sobre éste. Además, gracias a los conocimientos del grimorio de Godric Gryffindor, había mejorado sus habilidades de adoctrinamiento de criaturas mágicas. Sin embargo, esperaba que con el amuleto la afinidad con sus dragones se intensificaran.

Al regresar, alcanza a escuchar lo suficiente de la explicación del guerrero sobre el Ignea Máxima y el Himno de Eléboro. Mientras la escucha, se sube al dragón mientras el amuleto que colgaba de su cuello potencia la comunicación con su dragón zombie. Se sorprende al ser capaz de hacerlo, por lo que comienza a dudar sobre si el dragón realmente es un no-muerto o solo una subclase viviente de dragón. Podría aprovechar el amuleto para averiguarlo.

Cuando está a punto de preguntarle a su criatura zombificada sobre sus orígenes, nota que el único dragón que se encontraba sin montar, el Ironbelly Ucraniano, lo mira amenazadoramente. Podía notar en aquellos ojos rojizos un intenso deseo de violencia. De pronto, lanza una fuerte llamarada. Goderic sabía que los Ironbelly podían producir chorros de fuego de hasta 3,560 grados Fahrenheit lo cuál era más de la mitad de la temperatura de la superficie del sol. Estaba claro que, de no defenderse, moriría sin dejar huella alguna.

El mago no cree que le sea demasiado complicado realizar el ignea máxima debido a su semejanza con hechizos previos. A pesar de ser más poderosos, la base y esencia era la misma. Sin embargo, la explicación del Uzza tenía algo mal con lo que él sabía pero primero sabe que debe protegerse de la llamarada. Moviendo su varita según el movimiento que recordaba invoca una lluvia de polen de lirios de fuego que, rociándose sobre su cuerpo, le da la protección suficiente para mantenerse seguro de la llama del dragón.

Una vez seguro, se dirige al Guerrero Gahiji con una voz neutra y diplomática para que no puedan malinterpretarse sus palabras como una burla o desafio a la autoridad.

"De la varita del mago surge una lluvia de polen de lirios de fuego que rocía al mago que la invoca. Confiere inmunidad a cualquier fuego".— recita casi textualmente la definición de Ignea que había aprendido en el libro de Druida.— Me temo que el Ignea no permite “a uno u otro” como mencionó usted Guerrero. Además, según lo que he visto, con el Ignea máxima solo se puede elegir rociarse sobre sí mismo o bien sobre otro mago que se encuentre a su lado, pero no sobre ambos. O quizas entendí o escuché mal.

Su dragón zombie miraba con natural odio hacia el Ironbelly y bufaba con fuerza y contínuamente, amenazando al otro animal. Goderic, utilizando el amuleto, trataba de calmarlo y evitar que iniciara una masacre con su aliento venenoso pero sabe que si seguían lanzando llamaradas hacia su dirección poco podría hacer para evitar el caos. Acaricia su lomo -levemente descompuesto- tratando de calmarlo, aunque duda que pueda sentir algo debido al estado de su cuerpo.

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Para el momento en que Gahíji daba una breve explicación sobre los poderes que el libro de Hermes Trimegisto les brindaba, Cillian se encontraba ya intentando montar al dragón que había elegido. Si bien aún sentía un poco de temor, había logrado controlarse y eso era algo que el dragón parecía sentir y aceptar. 

Una vez en lomo del dragón escucho como Goderic cuestionaba al Guerrero Uzza, al parecer había un poco de discrepancia entre la información que tenía Gahíji y el aprendiz, pero... ¿quién de ellos tendría la razón? Cillian espero un par de segundos a qué se diera una respuesta a aquello, solo para después pedirle Hebrido Negro que levantara en vuelo.

A pesar de sus años trabajando para el Ministerio de Magia en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, nunca antes había volado en un dragón así que aquella sensación era algo completamente nuevo para él. Sobrevoló el espacio en que se encontraban durante un par de minutos y después volvió justo al lugar de donde habían despegado.

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