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Libro del Equilibrio - Junio 2022


Bakari
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Era bastante curioso, a primera vista, que la planta organizativa de Uagadou le hubiera señalado a él como el guía para la enseñanza del libro del equilibrio cuando él vivía y disfrutaba el caos. Sin embargo, al darle una mirada más profunda ¿qué era más justo y equilibrado que el caos? El caos le otorgaba las mismas oportunidades a todos, no se trata de mayor o menor habilidad, solo de suerte. Por lo mismo, Bakari solía divagar sobre el nombre del libro que enseñaría ¿enseñar sobre el hielo y el fuego era equilibrio? ¿sobre el veneno y antiveneno? Tal vez era equilibrio, pero sonaba más a dos fuerzas opuestas que luchaban entre sí.

Sus pensamientos divagaban mientras esperaba a su único pupilo. Sentado, en posición de loto, en la cálida arena. Sus huesos ya estaban algo desgastados por la edad, pero aquello no le impedía mantener aquella posición por el tiempo suficiente que debería tardar su aprendiz. Esperaba que no tardara demasiado y que fuese una aventura entretenida para ambos, no tenía suficiente juventud como para estar perdiendo su tiempo o, al menos, preferiría perderlo de otra forma.

Por supuesto, Bakari no sería tan amable con su pupilo por lo que ya había preparado una pequeña prueba antes de que siquiera tuviera la oportunidad de presentarse. El lugar de reunión estaba cerca de un kilómetro de distancia del último punto que permitía la aparición y desaparición. El resto de camino sería un típico desierto, solo arena y nada más que arena. Sin embargo, dentro de la arena normal también se encontraba Arena del Hechicero por lo que ante la más mínima brisa que levantase la arena llevaría a la ceguera de cualquier mago y bruja que caminara por tal lugar.

Al llegar, Bakari le explicaría el porqué de su ceguera y más detalles -aunque esperaba que él ya lo reconociera- sin embargo, la atraía más la idea de saber cómo encontraría el camino hasta él: ¿Alguna habilidad? ¿algún conocimiento? ¿simple suerte? Como regente del caos, esperaba que fuera esto último, pero como guerrero Uzza también esperaba que fuera por su propia capacidad.

@ Tazz

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El tejido entramado que regía los recientes acontecimientos ocurridos dentro de circulo ponían en sobre aviso al nipón. Nada invadía sus pensamientos mientras meditaba, era su momento para disfrutar de sí mismo y su subconsciente. Estaba amaneciendo, el sol se colaba por la rendija de la cuadriculada ventana de la posada en la que se había hospedado la noche anterior. Había decidido ir en transponte muggle, al menos hasta llegar a la ciudad capital, para tener tiempo de asimilar y hacerse a la idea de lo que estaba a punto de comenzar, sus próximos estudios que correspondían al libro del equilibrio. ¿Lo conseguiré esta vez? La duda se le coló como lo hacían los primeros rayos solares a través de la ventana de la habitación. ¿Su mente y corazón caótico eran capaces esta vez de someterse al equilibrio?

—¡Lo haré mejor esta vez! — resopló para sí mismo mientras estiraba las extremidades, poco a poco y con cuidado se levantó para darse una ducha y ponerse en marcha hacia el punto de encuentro que le había indicado el Uzza que le enseñaría en esa ocasión. Su llegada a EL Cairo, capital de Egipto le había resultado un poco ajetreado, las grandes tormentas de arena que soplaban sobre el desierto africano provocaron varias turbulencias mientras lo sobrevolaba. 

Cuando Toji leyó la misiva que le habían enviado desde Uagadou le instaba a llegar a un punto concreto del desierto, en donde no se podía aparecer. Debía de buscar el camino hasta encontrarse con el Uzza que le esperaba para enseñarle sobre la magia del equilibrio. Esa misma mañana Fushiguro se calzó sus zapatos y se vistió con ropa cómoda para poder caminar por el desierto, por encima su característico haori negro y estampados de color plata y blanco. Una vez listo, Toji abandonó la posada y salió dirección al desierto. Llegó a un pequeño poblado de granjeros y criadores de camellos que se habían emplazado justo al borde de donde se podía aparecer. Amablemente el nipón pidió en la lengua local que le alquilasen uno de los camellos para poder llegar al punto de encuentro, Toji había leído en libros muggles que esas criaturas eran las indicadas para atravesar largos caminos por el inhóspito e incierto desierto. 

Los muggles que le habían alquilado el camello le sugirieron que llevase un pañuelo para poder taparse la cara en caso de tormenta. Toji miró desconcertado y un poco confundido por qué no le veía la lógica a lo que le estaban diciendo, pero no lo dijo, simplemente asintió conforme había sido informado. Se aventuró a montarse en la criatura, acomodando la catana que llevaba sujeta a su cintura empezó la ruta. La arena del desierto estaba tranquila, al menos de momento… mientras disfrutaba de las vistas que ofrecía el mar dorado que se extendía allá por donde su cambio de visión le permitía ver. —¿Iré por el camino correcto? — se preguntó en voz alta, no esperaba que nadie le responda ni mucho menos la criatura que lo llevaba en su lomo. 

Pasado unos minutos la una pequeña brisa se empezaba a levantar, los negros ojos de Toji se resentían con cada parpadeo y poco a poco la visión se le nublaba. ¿Pero que estaba sucediendo? ¿Era cierto lo que los locales le habían advertido antes de partir hacia el desierto? Fushiguro pasó sus manos por sus ojos para aclar su visión, pero no tuvo éxito, poco a poco la oscuridad se apoderó del nipón. Su respiración se tornó más rápida, más acelerada que le hacía competencia con las palpitaciones de su corazón. NO entendía nada de lo que estaba pasando. —Quizás sea obra del Uzza, una especie de prueba… — tal como vino se fue aquel pensamiento de su cabeza, no podría ser que sin siquiera conocerse y de buenas a primeras el guerrero le prepare una “trampa” antes siquiera de empezar la clase… ¿o es que ya había empezado la clase? Como bien pudo, sacó la varita del interior del haori y apuntó a su cara. —Casco Burbuja — Toji se hechizó a sí mismo para colocarse una protección provisional, todo gracias a sus grandes conocimientos en encantamientos. Acto seguido pensó en curarse para restablecer poco a poco su visión y mientras llevaba el casco se colocó el anillo de amistad con las bestias para comunicarse con el camello y guiarlo a través de la tormenta, creando un vínculo mental con la criatura. 

—¿Pretendía dejarme perdido en medio del desierto? — acusó al Uzza bajándose de la criatura. Miró desafiante al anciano que se encontraba sentado en posición de meditación. 

@ Bakari

 

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Una generosa sonrisa se forma en sus labios al ver la llegada de su alumno. No precisamente porque tuviera deseos filantrópicos de enseñar, sino porque sus desgastados huesos comenzaban a quejarse por mantenerse en tal posición por tanto tiempo. Quizás fuera por el alivio de levantarse que poco le importa el tono acusatorio de la pregunta de su aprendiz, el cual ni siquiera se digna a presentarse o siquiera saludar. Por suerte para el mago, Bakari no le preocupaba realmente la formalidad de las cosas pues muchas veces el verdadero espíritu se escondía detrás de palabras vanas y actitudes superfluas que solo se realizaban para contentar al otro sin reflejar su valor real.

— No realmente, aunque sinceramente no me preocupa si te perdieras en el desierto. Si no tienes tal capacidad mínima de llegar a la clase ¿cómo esperas ser digno de vincularte con la magia que yace en el libro? — responde sin intención de justificarse, ni tampoco esperando una respuesta.

— Bueno, deduzco a través de tus dichos que has sido afectado por la Arena de Hechicero ¿no? Pues esta arena es el resultado de los huesos cristalizados de un mago que ha muerto mediante fuego mágico ¿bastante tétrico, no? Me pregunto a quién se le habrá ocurrido... En fin, si lanzas esta arena al aire es capaz de cegar a un oponente, dejándolo solo con la capacidad de realizar hechizos que no requieran puntería por un tiempo no menor. Te recomiendo tener cuidado al ocuparlo, porque en un futuro aprenderás que existen hechizos que protegen tus sentidos, así que deberás aprender a ser sabio al momento de elegir tu rival.

A pesar de ser miembro del pueblo Uzza, siempre había divagado sobre la historia real de esta arena ¿habría sido un familiar o amigo que mientras recogía las cenizas de su ser querido que había quedado ciego y descubierto su propiedad mágica? Por supuesto, la historia que se contaba entre el pueblo era bastante más espiritual y mítica. A pesar de ser un hombre bastante espiritual, no se dejaba cegar por ello aunque si le atribuía el descubrimiento accidental a la mano de la Diosa que les entregaba nuevas herramientas para luchar por su causa.

— El libro de equilibrio provee a su portador el poder de manejar el ataque y la defensa. Por ejemplo, te entrega un hechizo venenoso como el Cinaede, el cual es extraído a partir de los Pétalos de Pensamiento. Alrededor del objetivo surgirá un gas invisible que penetra en el acto en sus vías respiratorias, cortándolas, para pasar posteriormente a la sangre, provocando la paralización del sistema nervioso y circulatorio y, en consecuencia, la muerte. Lo tenebroso del hechizo, es que el bezoar no actúa contra este veneno y la potencia de éste aumenta a la par del nivel mágico del mago que lanza el hechizo.

» Pero como dije anteriormente, como provee un hechizo venenoso también te entrega un anillo antiveneno, el cual sirve para evitar los efectos de los venenos más comunes, si uno lo lleva puesto cuando es envenenado aunque no es capaz de resistir el veneno de un basilisco.

» También te enseña un hechizo llamado Flechas de fuego que dispara una andanada de filamentos de fuego. Los filamentos de fuego incendian la piel y producen heridas sangrantes y es por eso que se necesita primero apagarlas con un aguamenti, y una vez apagado el fuego puedes proceder con un episkey para sanar las heridas.

» Y siguiendo la lógica anterior... si hay fuego y buscamos equilibrio ¿qué debería existir? Pues un hechizo de hielo que en vez de quemarte, te congela. Un pequeño frasquito de cristal transparente que contiene una diminuta arena de color plata, las semillas de hielo. Convierte en hielo cualquier superficie alrededor, por lo que una pequeña cantidad puede convertir en hielo una zona de más de 100 m2. Las semillas se agotan si uno las utiliza muy seguidas, pero se van reponiendo conforme pasa el tiempo. El frasquito es muy fácil de portar, dado que puede llevarse al cuello, como un colgante y es especial para congelar criaturas no ofuscables.

— ¿Alguna duda?

Bakari tenía preparada una pequeña prueba previa al duelo de práctica que tendrían que realizar, pero no tenía intenciones de enviarlo a la muerte por lo que quería asegurarse de que el mago entendiera todo antes de entrar. Por supuesto, existía el Amuleto de la Resurección pero ¿no haría a su aprendiz relajarse al no temerle a la muerte? Por lo tanto, prefería ignorar este potente amuleto al menos por ahora.

@ Tazz

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A Toji no le gustó la expresión impasible del profesor, este permanecía impávido ante las palabras desafiantes de su nuevo pupilo. Como fuera, Fushiguro no iba a comenzar una ridícula batalla de gallos entre profesor y alumno, no era de esos que desafiaban a cualquiera solo por el simple hecho de querer hacerlo… ¿O debería hacerlo? Realmente podía si quisiera, pero estaba allí por una razón más poderosa que su orgullo y no iba a dejar que la singularidad del anciano que iba a entrenarlo en la magia del equilibrio opaque los verdaderos motivos que habían llevado hasta allí a Toji. —Por supuesto maestro, desde luego que soy digno de aprender los conocimientos que tenga usted buenamente a trasmitirme…— respondió intentando sonar lo más calmado posible, era su oportunidad para superar el primer encuentro con el guerrero anciano. —… es simplemente que me tomó por sorpresa, nada más — sentenció acomodándose el haori que llevaba sobre los hombros.

—Está usted en lo cierto, junto con el libro venían varios artículos que traje conmigo… pero no caí que lo del desierto era obra de la arena del hechicero— confesó ya con un poco más de humildad. Su educación tradicional no le permitía desviarse de la verdad y no iba a conseguir nada siguiendo por ese camino, así que asumió su falta con una ligera reverencia en forma de disculpa. Sin embargo, el siguiente comentario del anciano sacó a Toji de su letargo provocando una mueca un poco divertida en su rostro. ¿Enserio que la característica más destacable de la arena del hechicero había sido descubierta sin querer? Miró al guerrero con otros ojos, quien le diría al mago oscuro que un guerrero versado en la magia guerrera y devoto como solo ellos lo eran, pusiera en entredicho las historias sobre su propio pueblo, aunque el anciano no haya pronunciado nada al respeto Toji leyó entre líneas. 

—Si que tengo una pregunta, maestro… — dijo cuando este acabó la explicación de los diferentes objetos y hechizos que venían vinculados a la magia del equilibrio. — … entiendo que el anillo anti-veneno protege al portador de los efectos del Cinaede, pero si el mago objetivo del Cinaede también lleva consigo un anillo anti-veneno no le haría efecto ¿no? ¿O mi planteamiento es erróneo? — esta parte del uso del hechizo y su anillo de defensa no le quedaba muy claro al nipón por lo que esperaba que el guerrero Uzza se la aclarase enseguida. 

@ Bakari

 

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Escucha atentamente la pregunta que su aprendiz manifiesta.

— En efecto, cualquiera que sea portador del anillo del veneno es inmune al veneno. Por supuesto, el veneno de basilisco es una excepción porque es tan poderoso que es capaz de destruir un horrocrux... pero, sí, protege del veneno de los pétalos de pensamientos también conocido como cinaede.

Con un golpecito de su vara de cristal que usaba como apoyo, la arena circundante comienza a vibrar y dar pequeños saltos. Una pequeña pirámide nacía lentamente a unos metros a la izquierda de Bakari, deteniéndose al alcanzar unos tres metros de altura. La puerta era un rectángulo sencillo que no tenía ningún adorno especial, ni runas, ni jeroglíficos ni nada: solo una puerta sencilla en una pirámide pequeña igualmente simple.

— Ya que manejas a grandes rasgos la teoría de los poderes ¿por qué no ponerlo en práctica?

Menciona apuntando a la pirámide, sin entrar en mucho detalle. La pirámide constaba de tres pisos más el vestíbulo que servía de entrada, por supuesto todos los pisos, menos el vestíbulo, se encontraban ocultos bajo la arena. ¿El objetivo? Llegar al último piso donde encontraría el portal que lo llevaría al lugar del duelo donde pondría en práctica no solo el uso de los hechizos sino su capacidad de reacción y estrategia.

El primer piso, representaba al primer equilibrio: el veneno y su defensa. En aquel lugar, variadas criaturas venenosas se interpondrían en su camino, desde serpientes hasta escorpiones, pasando por arañas peligrosamente letales. Bakari no se caracterizaba por su amabilidad por lo que dentro de las serpientes se encontraba una bastante particular. Su característica física distintiva era una pluma escarlata sobre la cabeza que lo hacía reconocible como un basilisco, aunque su tamaño fuera similar a cualquier otra serpiente del lugar. El mago tendría que ser cuidadoso y saber distinguir entre sus rivales para poder defenderse de manera correcta. Por supuesto, el basilisco como casi cualquier criatura de tan alta peligrosidad, tenía defensas muy poderosas en estado natural pero aquella modificación creada por el Uzza tenía una gran debilidad: el veneno extraído del pétalo de pensamiento.

El segundo y tercer piso, también tendrían sus propias pruebas pero primero había que saber si el aprendiz podía superar al primer piso.

— Si tienes alguna duda durante esta solitaria aventura, puedes realizarla y te responderé como si estuviera a tu lado. No te preocupes. Solo enfócate en llegar vivo al último piso. Mucho éxito.

Señala antes de enviar al aprendiz a través de la puerta de la pirámide.

Off.-
El anillo solo te protege en on rol, en duelos, redadas y asedios no lo hace, pues no es un poder que exista para aquellos usos.

@ Tazz

Editado por Bakari
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