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Prueba de Videncia — Matthew Black Triviani


Sajag
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El sol había llegado al punto más alto en el cielo, con unas nubes que se acercaban de un color gris plomizo presagiando una posible tormenta. Las aguas del lago chocaban contra el borde de la tierra, desprendiendo algunos pedacitos de barro que caían al oscuro fondo para unirse a más barro. Nunca nadie podría haber dicho que criaturas habitaban aquellas aguas, lo único que Sajag sabía es que los alumnos estaban totalmente obligados a cruzarlo, si querían empezar con la prueba.

Ya es hora, muchacho, no tenemos tiempo que perder. ¿Has traído la borra de té? Si no has bebido el té como te lo indiqué anoche, entonces lamento decirte que debemos postergar la prueba al próximo mes

Pero Sajag lanzaba aquella advertencia por la mera manera de ser que se anticipaba a todo. Había obtenido algunas visiones con Matthew adentrándose a la pirámide, asi que ellas le servían como respuesta a su pregunta. Solo quería saber que sus alumnos realmente estaban interesados y preocupados por la prueba. Le hizo algunas señas al chico acercándose al borde del lago.

En el camino hacia la pirámide, encontrarás cuatro de estas cajas de madera. Están encantadas y no se abren con una simple llave, sino mediante el uso de objetos. Está claro que estos objetos están relacionados a la Videncia. En cada uno de ellos deberás utilizar un medio de videncia para conocer qué sucederá el próximo mes en el mundo mágico. Se avecina algo, alumno.

Había una caja en el borde del LAGO, otra cuando atravesara el agua entre los SETOS. La tercera la encontraría entre los pasillos del LABERINTO y la última en la puerta de la PIRAMIDE. ¿Qué había dentro? Sólo Matthew lo sabía. Sólo debía asegurarse de utilizar algún medio dentro de la videncia, como las cartas, bolas de cristal o cualquier cosa que le brindara algo de información. Si era cierta o no, eso sólo lo podría deducir el joven alumno.

Le hizo una seña que empezara.

— Recuerde que en éste camino podré acompañarlo, hasta llegar dentro de la pirámide. Dentro del portal, estará solo.

@ Matthew Black Triviani

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Habia despertado de su repentino desmayo, lagunas con recuerdos invadían su mente, solo recordaba a Sajag otorgándole un brebaje extraño, y ahora se encontraba entre plantas de ribera, encandilado por el sol en su máximo esplendor, rodeado de nubes que presagiaban una tormenta, la brisa fresca proveniente del lago que se agitaba por el viento y su rostro contaminado con pequeñas gotas de agua.

     Sí, creo que eso he bebido antes de aparecer aquí, poco recuerdo de lo anterior.      no sabia si estaba siendo totalmente sincero. 

Como siempre, Sajag tenia razón, tanto su cuerpo como su mente necesitaban un descanso después de lo ocurrido y aunque hubiese podido continuar, no imaginaba como habría terminado al final de aquel día. Acto seguido, el Arcano le hizo entrega de una serie de instrucciones que le servirían como autoayuda para lo que estaba por venir, ¿cuatro cajas? pensaba en sus adentros, intentaba recordar aquellos objetos que pudieran ser útiles para la Videncia -rasco su nuca y observó hacia la derecha- había una bolsa de Moke, al parecer un poco enterrada por las condiciones climáticas de la Isla, por lo que solo se acerco hacia ella y la tomo de su cordel, para tirar hacia arriba y observar su interior. 

     ¿Puedo utilizar mi magia para ayudarme en ésto?     murmuro en voz baja, preguntándose a sí mismo. 

Lo primero que tomó del bolso, fue una vela, cuya llama no se apagaría ni con el viento ni con el agua, pero aun asi si que se consumiría como una vela normal, tenia unas inscripciones en idioma antiguo tallado en su cuerpo. Su trabajo, hasta el momento sencillo, consistía en llevarla hasta la pirámide, al parecer la leyenda que contenía era que lo protegería de malos espíritus intentando adentrarse en su mente y cuando ésta se consumiera, debería valerse por su destreza mágica y habilidad. Estaba convencido, de que su real tarea era poder valerse por si mismo, y aquella vela no era más que un incentivo, pero lo ultimo que podría perder, era la esperanza. 

Camino hacia el costado de Sajag, donde le señalaba la primer caja de madera , tenia una similitud a un baúl de siete cerrojos, se inclino hacia ella y posó ambas manos sobre ella, intentando encontrar signos ocultos,      Castaño...     comentó como curiosidad     Una madera un poco extraña para las cajas, según los escritos obtenidos antes de la destruccion del Ministerio de Magia Británico, eran utilizadas por los jefes del Wizengamot      .

Pero por supuesto, al escuchar la explicación de su maestro, supo que debía utilizar algo del arte que le diera la respuesta para poder abrirlo. Hurgo entre los amplios espacios del bolso de Moke, y encontró un juego de cartas del tarot, junto con un pañuelo de color violeta con un bello dibujo de sol y luna, simulando ser un yinyang en tonalidades doradas y cobrizas. 

Lo estiro a un costado y mezclo las cartas mientras respiraba profundo. Barajó y bajó cinco cartas en forma de cruz. Aquellas cartas no hicieron que el gitano se inmutara, no era algo ajeno para él, pero aquellas cartas decían claramente algo malévolo. 

             MUERTE (invertida) 

RUEDA DE LA FORTUNA (invertida)                              -                                            EL DIABLO

  FUERZA

Muerte: Aquella carta indicaba cambios en el futuro, se podía dar en casi cualquier aspecto de la vida, pero de seguro seria uno permanente. Sugería una completa separación entre el pasado y el futuro, probablemente muy doloroso. Su pregunta había sido en tiempo presente, por lo que significaba puntualmente que un evento se aproximaría, perdería algo valioso de su vida y llegará de forma imprevista. 

Rueda de la Fortuna: Ciclos en su vida, nuevos inicios, probablemente encontrará eventos negativos, fuera de su control e influencia. Deberá atender aquellas que pueda controlar y no sufrir por las desgracias. 

Fuerza: La más básica forma del poder, él la poseía de alguna manera, ésta carta le indicaba que se encontraba luchando por una meta, algo lo orientaba hacia la luz, probablemente tienda a enfrentarse a los problemas que se avecinaban con valentía y conquistará aquellos obstáculos. 

El Diablo: No hay escapatoria de su destino, el aviso estaba claro, evitar las trampas, dependerá de su astucia, el mal asechara, la carta no predice la condenación, si no la necesidad de prudencia. 

Todas aquellas cartas le dieron una pista de como lograr abrir aquella caja, un nombre... Una persona o inclusive un animal que haya existido. Observó nuevamente la caja, las cartas, y recordaba el material que era utilizado en ella, ¿Tendría algo que ver con los ex Jefes del Wizengamot? según los antiguos pergaminos, eran diestros en las artes de la herbología y animales mágicos. Según las palabras de Sajag, los cofres contenían la profecía de lo algo que se avecinaba al mundo mágico. 

     ¡Un Qilin!     exclamó y acto seguido toco el cofre.

Un pequeño -clac- y el cofre se abrió, dejando ver su contenido; un trozo de papel amarillento, como si se tratase de un mensaje fragmentado. Lo guardó en un bolsillo de su camisa y se levantó. Una floritura de su varita y las cartas, junto con el pañuelo se ordenaron y guardaron dentro del bolso de Moke. 

«Bueno, cruzar el lago. ¿Qué tan peligroso puede ser? Ya lo he hecho muchas veces, y esta vez no será la...»

Sus pensamientos fueron cortados por algo que no había visto antes. Lo que tenía frente a sus ojos seguía siendo un lago, el mismo que recordaba, sólo que este era infinito. Tuvo que cerrar y abrir los ojos más de dos veces para asegurarse de lo que veía, preguntándose si era real o una simple ilusión. Avanzó con cautela hasta agacharse en la orilla, donde sumergió la mano e incluso salpicó su rostro para darse cuenta de que sí era agua, pero entonces, ¿por qué no lograba ver lo que había al otro lado? ¿Por qué sólo seguía viendo más y más agua? Se giró para buscar alguna respuesta en Sajag, pero claro, él ya se había marchado. 

Construir una balsa y remar y remar, lo cual no tenía ningún punto si jamás iba a encontrar un final. También podía congelar el lago y deslizarse por él, pero la situación seguiría siendo la misma. Al final optó por lanzar algunas semillas de hielo que de inmediato congelaron el agua convirtiéndola en una superficie sólida y firme, lo suficiente para soportar el peso de alguien como el. Hizo el primer intento de caminar y estuvo casi seguro de que transcurrieron alrededor de quince minutos, miró hacia atrás y era como si apenas hubiera dado un paso.

«Que mier** es éste lago...»

Dejó que su mente viajara hacia la residencia del Arcano, donde la agradable situacibn que antes había vivido no dejaba de sonar y eso lo tranquilizó. Estaba viendo, pero con los ojos cerrados. De inmediato trajo esos gritos de espanto al lugar donde ahora se encontraba y pudo visualizar el lago de antes, sin infinitos ni imposibles y tal como antes. caminó, caminó creyendo que cada paso que daba era el correcto y así lo siguió haciendo hasta llegar a la orilla y sólo en ese momento abrió los ojos. Lo había logrado.

Con la primera prueba superada Matthew recuperó la confianza en sí mismo y el lago volvió a ser el mismo cuando el efecto de las semillas desapareció, se sentía un poco más cerca de su destino, pero antes debía enfrentar lo que sea que le estuviera esperando dentro del laberinto. Allí podría encontrarse con cualquier cosa, el laberinto era muy cambiante, impredecible y peligroso, la cantidad de criaturas que se podían encontrar no las había visto nunca en otro lado, al menos no reunidas en un mismo sitio. Quién quiera que haya sido creador de ese lugar debía ser muy poderoso.

Al meterse entre los setos, encontró una caja, de la que antes había hablado Sajag, esa era diferente a la anterior, tenia otro color y su madera era diferente. Era de Cerezo, según los conocimientos fruto de la amplia lectura que poseía Matthew.

     ¿Se abrira de la misma manera que la anterior?     sabia que nadie lo escucharía, por eso hablaba en alto, somo si estuviera completamente solo, pero sus sentidos le advertían que no. La vela se movía con la brisa proveniente de los pasillos del laberinto, aquello podía ser de utilidad para salir de allí, ya que el viento entraría por un camino abierto. 

Busco en su bolso de Moke, y encontró una Bola de Cristal. Una inscripción, que decía "pertenece a Sybill Trelawney" al primer contacto ésta se ilumino, y entre una espesa niebla comenzó a mostrarle diferentes imágenes relacionadas a su pasado. ¿Por que lo hacia? era algo que estaba por descubrir. Mostró su niñez, los momentos en los cuales había sido abandonado por sus padres y los caminos por los cuales había transitado. Todo aquello tenia una connotación negativa para el gitano, pero algo que podía relacionar era la figura de su padre, se repetía en diversos escenarios, y si bien la Adivinación no era una ciencia exacta, algo tendría que ver para abrir la caja. 

No le faltaba el valor, a pesar de los peligros que pudiera encontrar, aquello no lo haría retroceder, de hecho, podía decirse que sus miedos nada tenían que ver con lo que estaba observando. Su mayor reto estaba representado por el mismo, y sus propios traumas, los seres que Black más temía no se encontraban allí. 

«Es el tiempo, la clave es el tiempo, el futuro»

     Inquisidor     recito como si fuera un encantamiento, y la caja se abrió. Otro fragmento del texto. Aún, no podía descifrar la profecía que Sajag había colocado ahí, pero estaba seguro de que pronto lo haría. 

Convencido de que estaría preparado para cualquier cosa que surgiera, Matthew empuñó su varita. Una vez pasando los setos, se adentró hacia el labertindo, donde no encontró nada extraordinario, nada que le dijera que un dragón estuviera a punto de atacarlo o que una acromantula -le dio un escalofrió con solo pensarlas, las detestaba- quisiera comérselo. 

El Nigromante aminoró el paso, mientras se acercaba, observando cómo la Esfinge movía la cola en señal de advertencia. Lo que parecía fascinante de aquella criatura, ademas su cuerpo de león y cabeza de mujer, era lo más letales que podían llegar a ser si no se encontraban de buen humor. Intentaba encontrar con su mirada la tercer caja, intento un accio, pero no surtió efecto, aquella madera debía estar encantada contra conjuros, por lo que una mueca se dibujo en sus facciones, admiraba los retos. 

     ¿Una sirena?      escuchaba sus cantos, a pocos metros de el.      Se decía que atraían a los marineros con sus hipnos, dirigiendolos a un destino fatal. Para el infortunio de ellas, Matthew no estaba interesado en sus encantos, las decapitaria de ser necesario, solo buscaba informacion, ellas vivían ahí y seguramente sabrían donde encontrar la caja. 

Ahí se encontraban, sobre una piedra, luciendo un rostro casi perfecto, cantando y moviendo sus manos. 

     Necesito informacion sobre una caja escondida, seguramente habrá visto a un señor por aquí, dejándola en algún lugar del laberinto.      intento ser amable, pero no sabia si lo había logrado, su acento Rumano era tan marcado, que dejaba en evidencia ser extranjero, y no sabia si las sirenas tomarían a bien su pedido. 

-¿Que tienes para nosotras? sabemos donde esta eso que buscas... O quizás no lo sabemos... Acércate, no te haremos daño... 

     No es necesario, puedo mantener mi distancia, me preocupa lo que pueda hacerles. Después de todo, la sangre de Sirena es algo que escasea. ¿Me ayudaran, o tendré que hacerlo a la fuerza?     hablo en un tono amenazante, giró su varita y lanzó una maldición hacia ella, haciéndola caer de aquella roca, mientras se retorcía, se acercó a ella y pisó su cola. Empujo su arma mágica hacia ella, y nuevamente la atacó. 

-¡Esta por allá! ¡ya déjala!- gritaban con desesperación, señalando el lado izquierdo del laberinto. 

Sus gélidos y profundos ojos negros recorrieron lentamente a las criaturas y se marchó por donde le habían indicado. La muerte se veía reflejada en ellos en algunas oportunidades, y eso, les daba una advertencia. 

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Bueno, cuando tenga puente termino las ultimas dos cajas. 😄 

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@ Matthew Black Triviani

Sajag era un mago que realmente no se adelantaba con el destino de sus alumnos en cuanto a sus pruebas. Confiaba en que cada uno de ellos llegarían al portal con todas las herramientas posible. Y no se preocupaba por nada del mundo porque él mismo podría empujarles y ayudarles un poco hasta llegar al umbral que separaba la Sala Circular de la prueba. ¿Cuál era realmente su preocupación? Lo que pasaba dentro de la prueba. Primero porque su videncia no lo ayudaba a ver qué sucedería, Sajag solo sabían si entraban y salían con vida, o jamás saldrían. Y segundo, porque tenía que enseñarles a usar la habilidad tanto dentro como fuera del portal.

Ahora estaba en la nada misma, en el todo. Sajag era la prueba, Sajag era las visiones que tenía Matthew, Sajag era cada una de las barreras que se anteponían del alumno con la Gran Pirámide. Llegaba un poco de información al respecto: veía una bandera negra ondeando en un campo dorado. Unas flores rojas emergían de aquellas aguas doradas. Una mujer se encontraba por encima de una balsa, su túnica blanca ondeaba al viento, arrastrando miles de símbolos extraños, como si fuera hojas caídas en un otoño templado. El rostro de la mujer se iba consumiendo hasta quedar a la vista una calavera, oscura, tenebrosa, desde el fondo de las cuencas donde estaban sus ojos, había un fuego infernal, que ayudaba a transformar nuevamente su rostro con unos cuernos alargados, tanto como su barba, para luego al transcurrir unos segundos, volver al rostro de la mujer.

Sajag esperaba paciencia. Sajag sabía que Matthew llegaría al portal sin problema. Solo necesitaba que utilice ésa misma seguridad en cada centímetro de su prueba.

Editado por Sajag
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No había sido una pregunta, era más bien una afirmación aberrante que le advertía que su presencia no era grata por aquellos lados. 

     ¿Una bruja?     cuestiono al ver a una persona desconocida entre capaz de ropa sentada sobre la caja.

En su caso la frase si salió más a modo de sorpresa.

Acércate, Licántropo.

Matthew hizo lo que le pidió, sin embargo, no se acercó del todo, sino que se mantuvo unos cinco pasos alejado de ella, en caso de que tuviera que defenderse o correr. Estuvo a punto de preguntar lo obvio, pero al ver a la mujer a los ojos supo que no había manera de que la dejara pasar así nada más. Esperó un largo rato hasta que la criatura volvió a hablar.

Escoge tres cartas... Cada una representara los cambios que se encuentran detrás de mí, solo una es la correcta. En caso de que te equivoques, no te entregare la caja, y no hay forma de que puedas evitar que desaparezca con ella. 

Black solamente la miró y enarco una ceja, le cortaría el cuello antes de que siquiera pudiera moverse con la caja, estaba más cerca de su destino, no permitiría que una mujer desconocida frustrara su intento por consagrarse con aquel don. 

Matthew asintió, sabía que hablaba muy en serio y dudaba de que pudiera salir sin pelear de aquella situación, o por lo menos esa sensación le daba, de todos modos debía hacer su mejor esfuerzo si lo que quería era llegar hasta la pirámide. Avanzó solo un paso más y estiró la mano para partir la baraja a la mitad, luego volver a juntarla y una vez más partirla antes de elegir sus tres cartas. En su otra mano la vela seguía intacta, tal como le había dicho la instrucción.

El Loco, La Fuerza y La Estrella —en ese orden sacó las tres cartas, cada una le diría cosas totalmente distintas o similares y dependía de él identificar cual era el camino que debía seguir. Empezó con la primera.

Nuevamente las cartas del Tarot le ayudarían a abrir aquella caja, de tener las respuestas correctas, podría hacerlo. 

El Loco indica que se avecinaba un tiempo falto de disciplina y sentido común, lleno de desorden por propia voluntad. También es probable que últimamente sus relaciones estuvieran tomando un rumbo inusual, o que su vida tuviera cierto nivel de desorganización que la dejaran sin saber qué hacer, pero de igual modo le aconsejaba que a veces era sano lanzarse al vacío y arriesgarse. La Fuerza representa su fortaleza interior, la cual estaría a prueba en los próximos días y por muy difíciles que fueran las circunstancias que tuviera que enfrentar, no debía bajar la guardia; era prácticamente seguro lograr lo que deseaba, siempre y cuando fuera constante. Esta carta es la del valor, la acción, lo vital y la gentileza. Por último, La Estrella le decía que actuara de manera natural y con delicadeza para permitir que las cosas lleguen por sí solas. El éxito estaba cerca. Era momento de conquistar el corazón de las personas a su alrededor y conseguir los objetivos. Esta carta es la de la esperanza y el influjo astral, por lo que sí se sentía perdido, debía pedirle al Universo que la dejara ver la estrella que le sirviría de guía.

Tras haber analizado de nuevo el significado de las cartas, dejó a un lado la primera, actualmente no se encontraba en esa situación ni tampoco quería estarlo y de elegir ese camino probablemente entorpecería todo el avance conseguido hasta ahora. Las que más dudas le daban eran las dos últimas, ambas eran buenas, pero la última tenía una peculiaridad que tenía más que ver con la videncia vinculada al Universo y por muy sorprendente que pareciera, era lo más la que convencía. La estrella de la que hablaba debía ser su ojo interior y éste le dictaba que el camino que debía seguir era el tercero.

     Elijo la estrella.

La Bruja hizo un gesto de molestia, porque seguro ya contaba conque el gitano tomara una mala decisión y sin oponer resistencia se hizo a un lado para dejar que pasara.

¡La próxima no tendrás tanta suerte! —le gritó al final cuando ya se alejaba.

La vela ya se había consumido más de la mitad y quedaba poco para que se apagara. La Bruja de mala gana, le entregó aquella caja, y al contacto con sus manos ésta se abrió... No era de sorprender, otro fragmento de pergamino yacía en su fondo, ya con esa, la nota estaba casi terminada. Al final del laberinto, pudo ver la pirámide, lo único que debía hacer era caminar un par de metros más y etaria allí en la pirámide en el momento exacto en que la vela se extinguiría, pero al ver el estado en el que se encontraba decidió ir más despacio, aunque no mucho, era muy difícil calcular el tiempo exacto para que ambas cosas ocurrieran al mismo tiempo. 

Tras cruzar el laberinto y tener la pirámide a tan solo pocos pasos de donde se encontraba, Matthew empezó a sentirse extraño. Por instinto fue revisando con la palma de su mano libre las partes de su cuerpo, sólo para estar seguro de si en el camino alguna rama o planta mal ubicada lo había rozado o herido, lo que explicaría mucho lo que en esos momentos estaba sintiendo. ¿Sería veneno? Entonces recordó aquellos extraños pétalos a los que estuvo expuesto en la clase del Uzza del Libro de los Ancestros y que la habían hecho ver otras cosas.

     ¡La ultima!     exclamó cuando la observó, levantó su mirada y estaba en la entrada de la pirámide. 

Ya estaba cerca de la prueba final, el abrir la caja era lo que haría que Matthew descubriera el mensaje oculto, según lo profetizado por Sajag, algo que cambiaria el mundo magico... Pero cual mundo, el suyo, o el de todos?, era su incógnita. 

Ésta ultima era extraña, conocía su lenguaje, era nórdico, runas talladas en la superficie que al parecer le daban un mensaje. 

Busco en el bolso de moke algo que lo ayudara, y recordó su bolsa aterciopelada de Runas talladas en hueso, pero en ese momento no las traía consigo, por lo que intento buscar algunas dentro que pudieran ayudarlo a crear unas provisorias. 

Invoco su daga de hueso, aquella que le otorgaban los poderes Uzza y de unas pequeñas rocas que estaban revueltas, talló los símbolos que tenia la caja. 

La primera era Ansuz, que indicaba una señal, Magalaz, que señalaba la oscuridad y caos & por ultimo, Nauthiz.

¿Que significaba aquello? las tomo entre sus manos y cerro los ojos, intentando descifrar el mensaje, esperando que algún tipo de mensaje bajase a través de su ojo interior, las Runas muchas veces servían para determinar algunas cosas, incluido el futuro, mensajes y presagios malditos. 

Todo eso daba un claro mensaje, una guerra se estaba por aproximar, pero aun no comprendia, si la guerra seria para él, o para el resto del mundo. Mágicamente, la caja se había abierto, sin siquiera emitir una palabra, parecía ser que el nombre que resonaba en su mente, había sido transmitido y con ello, abierto la caja nórdica. 

Por fin, los fragmentos estaban unidos, una luz dorada se genero sellando los pergaminos, pero para su infortunio, estaban en blanco... Tal vez, el mensaje aparecía al final, o cuando se enfrentase a las siete puertas. 

@ Sajag

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  • 4 semanas más tarde...

Las imágenes en aquel preciso momento, habían invadido la mente de Sajag. El Arcano era muy habilidoso en cuestiones de cerrar su mente y despejar su camino en un momento de paz y tranquilidad. Sin embargo, había cuestiones que estaban ocurriendo dentro del mundo mágico que alteraba un poco la realidad. Las visiones se mezclaban con los alumnos, en ése instante lo que Matthew recibía del universo, Sajag también lo veía.

Si, podía ver aquellas cartas, podía ver cada uno de los obstác-ul0s que intentaba saltear el joven alumno y que eficazmente lo lograba. Las instancias impuestas era pan comido y el arcano no necesitaba la videncia para saber lo que iba a pasar. Sin embargo luego de observar al pupilo, en cuanto las puertas de la pirámide se abrieron, el Arcano de la Videncia lo recibió con una leve sonrisa y un postura tranquila, como meditando.

Has hecho un buen trabajo, Matthew. Jamás dudaría de ti, joven. Andando, no tenemos tiempo que perder… —el arcano le hizo unas señas al chico, mientras éste se acercaba al centro de la sala circular, donde la estrella se erguía en siete puntas, portando los objetos mágicos. Sajag tomó uno de ellos y lo tendió ante el pupilo. El aro de metal brillaba como la luna, sobre la palma de su mano. Esperaba que el chico lo tomara y se lo colocara en su dedo, antes de entrar al portal, que en ése instante aparecía cerca de nosotros—. Hasta aquí te he dado todas las herramientas que consideraba oportunas. Hasta aquí, te he acompañado y me he asegurado que tu don es muy fuerte. Pero te encuentras solo. Recuerda todo lo que has aprendido y diferencia las visiones del mundo real. Eso será tu faro en medio de la oscuridad, eso te llevará de regreso aquí. Estaré esperándote.

Cuando el chico estuviera listo, solo debía atravesar el portal, realizar la prueba y salir. Solo sabría que todo había salido bien, cuando su anillo fuera igual al de Sajag. Dentro del portal no podría recibir ninguna ayuda, es más, ni siquiera sabría que estaba enfrentando la prueba. Pero Sajag confiaba en que haría un trabajo de maravillas.

@ Matthew Black Triviani
 

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  • 1 año más tarde...

Hizo una mueca de felicidad, casi indetectable, cuando Sajag lo felicito por su esfuerzo.

Extendió su mano y recibió uno de los artefactos que el anciano le entregaba, su actitud se mantenía tranquila, su pálido rostro permanecía inquebrantable por lo que aquella puerta le había preparado, ¿o su mente? eso era algo que ponía un poco nervioso al gitano, el no poder prever lo que pasaría una vez que subiera la escalinata que lo sumergiera en la brillante luz blanca. ¿Podría realmente lograr lo que se había propuesto? Matthew se consideraba un mago hábil en muchos aspectos, pero sí su propia mente era quien iba a hacerle la prueba, entonces a lo mejor, tendría problemas. 

Miró el anillo de su mano y devolvió sus azabaches hacia Sajag, grabó sus palabras en lo más profundo de su cabeza y se aferró a ello. "Eso será tu faro en medio de la oscuridad" dió unos cuantos pasos y subió por la pequeña escalera para perderse en la inmensidad de aquel vacío. 

Después de unos cuantos segundos, dentro del portal. 

Echó la cabeza hacia atrás, impulsado por una fuerza mayor a la que había conocido hasta el momento. Ya sabía que era un brujo poderoso y no por su sangre, no porque sus padres se lo hubieran querido meter en la cabeza desde que había aprendido a hablar, no porque su bando precisara que fuera poderoso, o que su familia lo intimara a serlo para llevar bien en alto el apellido. No, era poderoso porque dentro de sí coexistían dos identidades. Dos almas tan iguales y distintas que lo hacían ser conocedor del pasado y del futuro. Quizá era el destino, escrito cuando decidió meterse en los profundos bosques de Siberia y encontrar sus raíces, sagradas, profanadas por los Mercenarios. O quizá era una maldición por ser quien era, simplemente.

Black supo de inmediato que ya no controlaba su cuerpo, y aunque podia verlo, oirlo, sentirlo y olerlo todo, no era quien controlaba sus acciones. Lo supo porque sus manos jugando con el anillo provisional que Sajag le había entregado dejaron de moverse, porque su respiración se volvió agitada, intranquila y nerviosa, asustadizo, no como había sido hasta segundos atrás. Sus labios se arrugaron, se encontraba atrapado dentro de su propia mente, rodeado d imagenes que reconocía como ajenas. Ahora, la presencia que había coexistido con el mismo tomando control completo de su cuerpo y sus acciones para llevar a cabo la tarea que el Arcano ya parecía conocer y que él también, aunque hubiera estado negándose a él mismo. 

    No es él quien deba tomar la decisión de entrar en el Portal, porque se que si hubiera sido más listo, no hubiera se presentado a la Prueba    dijo Patricia, mientras apuntaba con su propia varita hacia una imagen residual frente a, ahora ella. ¿De quién era la imagen que Patricia veía frente a ella?     No sé por qué me guardas tanto rencor. Teníamos destinos diferentes, nunca podríamos haber hecho otra cosa con nuestra miserable existencia y lo sabes muy bien, lo supiste incluso antes de conocerme, ¿o no puedes recordarlo?    abrió los ojos, casi hasta el extremo de dejar su órbita, girando la cabeza con una maquiavélica sonrisa    .

Ella lamentaba haberlo perdido y lo había notado con claridad cuando había visto a Matthew. 

Comenzó a recitar unas palabras en una lengua extinta. El cuarto aparentemente vacío tembló y se tornó negro, mientras Patricia caminaba dentro del círculo de la estrella de siete puntas y tomaba una vela hecha con cera. Luego materializó la daga del Sacrificio, aquella que había aprendido a utilizar de unos libros ocultos que Black atesoraba; cortó la palma de su mano y la derramó sobre la vela, cubriendola y la misma se encendió, iluminando el lugar con una clara luz rojiza. Entonces, volvió a sentir el tirón en la parte posterior de su cabeza, Matthew había vuelto a su cuerpo con una exhalación profunda, como si hubiera estado debajo del agua por un tiempo prolongado. 

Con un perturbador silbido invocó a su fiel sirviente y mascota; Odisk. 
Aquel gato negro salió desde la profundidad del salon oscuro, con un suave y reconfortante maullido. 
Se acercó a Odisk y dejó la vela en su costado, con la mano aún sangrando. Como reflejo de su fidelidad, Odisk se regocijo en ella.

    Si no regreso antes que se consuma, el alma de Patricia se perderá en el limbo del Portal... No dejes que la llama se extinga    murmuró, depositando también la Daga del sacrificio en el piso.

    Báleyr le había enseñado algunas cosas sobre las almas atrapadas entre planos, y no era el momento de morir, Odisk. El destino puede reescribirse. 

La sangre goteaba en el suelo de la Pirámide desde mi mano, dejando un pequeño charco y un camino. Si se perdía dentro, Patricia moriría. Si lograba salir a tiempo, encontraría la forma de devolverle su forma. 

De pronto unas nubes se formaron, una fría llovizna caía sobre su rostro, árboles tenian ramas desnudas y el aliento que salía de su boca creaba vapor. 

    Invierno.      dijo, abriéndose paso.

Apenas tenía una capa fina puesta sobre él, algo poco prudente si estaba enfrentando el invierno Londinense, pero aquello no era, real del todo. Si podía notar que las imágenes eran muy vividas, pero no eran reales, o por lo menos era tan real como podía ser dentro de su mente. Observó alrededor y se encontró un paraje desconocido, no era lobres, ni Ottery, estaba parado en medio de un paraje boscoso, la nieve recien caida cubría parte de sus zapatos, allí donde se encontraba parado. Lo único visible era el humo que se elevaba hacia el cielo desde alguna fogata cercana. 

Se internó en el bosque, sorteando las ramas caídas y posibles pozos ocultos por la nevada, acercándose poco a poco a la fuente de la fogata. Algo tiraba por la parte trasera de su cabeza, pero despejó aquella sensación mientras avanzaba cautelosamente, esperando no encontrarse con cazadores o algo similar. Sin embargo, delante de él, había lo que parecía una zona de campaña. Alguien había levantado una precaria tienda hecha de piel de animal y ahora cocinaba algo en el fuego que había preparado a metro y medio de la entrada. 

    ¿Que estaba cantando?    se preguntó mientras observaba al hombre de barba larga y cabello color castaño claro. Un enorme abrigo de piel cubría gran parte de su torso y los guantes con los dedos cortados le permitían tomar una especie de atizador que usaba para esparcir las brasas. 

Un sonido proveniente de los árboles le hizo girar la cabeza hacia la derecha, medio oculto, como estaba detrás de un amontonamiento de nieve, escondido a la vista. Contra un arbol, habia una mujer atada con las manos a la espalda, tenía un feo corte en su cabeza y su cabello se enmarañaba allí donde aparentemente la sangre se le había pegado y coagulado. 

    Por fin te despiertas, bruja   el hombre miró de reojo a la mujer y luego sonrió, mostrando un implante de oro    . Me has costado dos buenos hombres y mis tres perros de caza, pero ya te tengo en mi poder... Quien diría que el acónito es bueno para atrapar a cosas como tú.      Levantó la mano mostrando unas ramas verde con unas hermosas flores lilas que parecen campanitas. 

La nariz de Black se arrugó, aquella planta era mortal para su raza. No entendía del todo porque la mujer estaba allí, ni quién era él, pero posiblemente debería recurrir a asesinar al cazador. 

Se quedó expectante de la situación. Esa mujer... La observó de nuevo, sus ojos esmeraldas que de ellos brillaban con una luz diabólica, mientras mostraba los dientes y gruñía algo que causó gracia al cazador. Si, él era un cazador y ella su presa. ¡Una licántropo!, se llevó las manos a los bolsillos para buscar su varita, pero al dar un paso hacia atrás, quebró una rama, que hizo que el hombre se pusiera alerta, de pie, mirando alrededor. 

Me quedé horrorizada. Esa mujer... La miré de nuevo. Los ojos esmeraldas de ella brillaban con una luz diabólica mientras mostraba los dientes y gruñía, algo que causó gracia al cazador. Sí, él era un cazador y ella su presa. Una licántropo. Me llevé las manos a la boca para ahogar un grito pero no evitó que el hombre se pusiera alerta, de pie, mirando alrededor.

    No puede ser cierto... ¿Como se dejó capturar tan fácilmente? ¡débil!    musitó enojado, ahora solo deseaba matarlos a ambos. 

El cazador se volvió de nuevo hacia la mujer en el árbol, lo que sabía porque sus pisadas se dirigen hacia su derecha y volvió a asomarse. 

El cazador se volvió de nuevo hacia la mujer en el árbol, lo sabía porque sus pisadas se dirigían hacia mi derecha. Volví a asomarme.

Apretó los dientes mientras recordaba... Sí, recordaba la escena de tortura.

Sabía lo que venía después, sus ojos se llenaron de rabia. Vio al hombre desatar del árbol a la mujer y colocar sus manos sobre su cabeza, estiradas, atadas con una estaca en el suelo. Semi inconsciente, apenas era capaz de darse cuenta de lo que iba a suceder, mientras el cazador desabrochaba sus pantalones. Pero no podía quedarse a contemplar semejante acto de crueldad -solo porque no el dolor no iba a ser causado por él mismo, aunque tampoco aprobaba aquellas prácticas de tortura- salió de su escondite y a viva voz, gritó.

    ¡Avada Kedavra!

Pero lo atravesó, impactó contra el tronco de un árbol cercano, simplemente se evaporó. 

Continuó intentando que él se detuviera, pero no hacía más que dañar el tronco del árbol al que anteriormente había impactado, hasta reducirlo a astillas. 

Sus ojos se llenaron de lágrimas, impotente, como aquella vez en el bosque... Pero no entendía por qué, esos recuerdos no eran suyos, todo giraba a su alrededor, cerró sus ojos y aun podía sentir como la situación le daba vueltas, cuando volvió a abrirlos, ya no estaba en el bosque nevado, sino a cientos d kilómetros, en una noche tibia y estrellada, escuchando los gritos que salían de un enorme castillo en el Condado de York. 

Sus ojos aún continuaban derramando pequeñas gotas de lágrimas mientras miraba su alrededor. Conocía aquella ubicación aunque nunca había estado y un escalofrío recorrió su columna vertebral mientras se movía, presuroso, hacia el patio principal del Castillo. Instintivamente tocó el anillo que llevaba consigo, aquel que unifica todos los libros de hechizos y habilidades que había adquirido. Pero se sorprendió al encontrarse con uno inesperado. La sensación al tocarlo fue de tibieza y... ¿buenas intenciones? Era como si el anillo le hablara y le dijera que todo iba a estar bien, que él podía continuar. Frunció su ceño y continuó el paso. 

A pocos metros de la entrada, había un reguero de personas muertas. Si el olfato de Licántropo no le fallaba, algunos eran humanos, pero otros... De su raza. Su estómago se cerró, la rabia lo había invadido nuevamente. Sentimientos tan ajenos para Black, que aún estaba descubriendo que estaba sucediendo con él mismo. En uno de los cuerpos, había una mujer de cabello oscuro, arrodillada a su lado, junto a ella, un hombre sostenía en sus brazos a la mujer rubia y otro maldecía desde la distancia, mordiéndose los nudillos. 

    Noooo    un desgarrador sonido salió de los labios del hombre, que estaba junto a la mujer. Eso le había dicho más de lo que necesitaba saber y sintió que tenía el corazón en su puño. 

    No quiero    susurro para si mismo    . No quiero ver ésto

 El pasado, no el suyo, sino el de Patricia... Todos sus antepasados. ¿Estaba condenado a ver los pasados, presentes y futuros de todo el mundo al poseer aquella habilidad? ¿Seria su perdicion ser capaz de saber cuando alguien amado iba a morir, cuando su partida era inminente? ... No sabía si podría vivir realmente sabiendo que de algún modo iba a llegar la visión de su propia muerte, la de su primogénito. 

Tú nunca ignoraste lo que pasaría, Matthew❞ dijo una voz dentro de su cabeza. Patricia... ❝Siempre tuviste el don contigo, solo que estaba dormido hasta que decidiste ir con el Arcano, la Videncia no se hace, se nace con ella y tú tienes el don, como lo tuve yo y como lo tendrán tus hijos y su descendencia. Quizá nunca se despierte en ellos o quizás lo haga en todos, no lo sabes, pero no puedes sacarlo de ti porque eres así.❞ Black se estremeció de nuevo, volvió la vista hacia sus hermanos Licántropos.

    ¿Viste esto venir?    le preguntó. 

No, yo ignoraba mis dones, a veces venían y a veces no. No tenia idea como utilizarlos. Me entrené mucho después con Sajag para poder llegar a saber más de ellos, si hubiera tenido la capacidad de hacerlo antes, nunca hubiera dejado que nada hiriera a Abraham.❞ sus palabras parecían sonar sinceras. ❝Esto destruyó a Abraham por completo, y yo lo amaba, con todo mi corazón. Lo más preciado que he tenido en la vida... La única persona que siempre vio lo que yo era y me quiso igual.❞ no había mentira en sus palabras, mientras Patricia le contaba eso, supo que ella no era tan mala como siempre la creyó. Quizás era algo rebelde, pero no malvada. 

    ¿Y qué hay de tu propia muerte, la intuías?     se arriesgó a saber.

Siempre supe que podría morir, y siempre supe que sería a manos de un ser querido... Yo no estaba destinada a vivir tantos años, Matthew. La maldición que lleva mi sangre debía terminar con mi vida a los treinta años y no lo hizo porque alguien me convirtió en un ser inmortal, pero sabía que tarde o temprano mi vida a iba a terminar y quizá este es el momento.❞ suspiró y sintió su pesar en cada palabra. ❝No me enorgullezco de la mayor cantidad de cosas que he hecho en mi vida, pero siempre fueron para sobrevivir o salvar a un ser amado. Unirme a las filas Mortífagas fue un acto de lealtad para con mi hermana Dánae.

    ¿De qué hablas?    preguntó

¿Creíste que no sabía que tenía que conseguir su sangre para entrar al portal? Lo vi, hace años. Cuando hice mi prueba, vi su muerte en mis manos. Yo parada, delante del portal, daga en mano y su sangre recorriendo mi piel... No podía resistir perderlo... Yo había perdido tanto...❞ hizo una pausa y entonces Matthew miró su alrededor.

    ¿Entonces puedo irme?     estaba nervioso, deseaba saber más, pero su tiempo se agotaba. El portal se había aparecido frente a ellos, y la puerta se abrió unos centímetros. 

Mi pasado ahora es tuyo, los posibles escenarios de nuestras muertes también, pero seguiremos juntos.

La escena del castillo cambió mientras él hablaba con Patricia, y se transportaban a una playa fría, las olas rompían contra una cabaña que se suponía albergaba botes y había tres brujas batiéndose a duelo. La melena de su hermana era facilmente reconocible, y tambien el pelo oscuro de su sobrina. Pero la tercera mujer, a pesar de llevar su máscara, sabía que era su prima. 

Ésta es mi muerte, y nuestro comienzo... Matthew.

Y entonces lo supo. Todo lo que había pasado hasta el momento en la vida, lo habían llevado hasta allí, a cursar Videncia, conocer a Sajag, entrar al portal y todo lo llevaba a buscar la forma de devolver a Patricia su cuerpo o sacarla para siempre del suyo, tuvo una sensación de claridad que llevaba tiempo buscando, su mano se apretó alrededor de su anillo y una luz blanca lo envolvió. Ya sabía que debía hacer entonces. 

La piedra del anillo de Videncia resplandeció cuando se dirigía la puerta abierta de la Gran Pirámide y di un paso en el exterior, hacia la escalinata que ahora aparecía ante mis ojos para dejarme marchar.
 

@ Sajag

Editado por Matthew Black Triviani
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Lo que veían los aprendices de Arcanos dependía absolutamente de ellos mismos, de las fuerzas que podían atar y desatar una vez entrados en el portal. Por eso no podían intervenir, era la prueba final lo que les correspondía surcar a ellos solos, sus palabras no habían sido vanas antes de que el Triviani cruzara el umbral con el anillo del aprendiz; el tenía el poder de despertar su propia Videncia si era capaz de sobrellevar sus propios recuerdos y separarlas de visiones futuras. Los videntes no controlaban el futuro porque todo aquello dependía de la voluntad de los involucrados, era una ciencia por demás delicada. Como intentar sacar intacta la tela de una araña.

La visión de Matthew era complicada para los de estómagos débiles, incluso Sajas mismo pudo sentir su angustia cuando por fin derramó las lágrimas que generalmente se prohibía a sí mismo en el día a día. La conclusión del arcano en su fuero interno era siempre la misma, los magos se limitaban mucho con los estatutos que les habían marcado la sociedad y la interminable guerra en la que solo terminaban enredándose más. Ellos estaban fuera de semejante alcance trivial, y sus aprendices igual.

Respiró hondo cuando le vio clarificar la mente y entender lo que la mujer intentaba enseñarle, lo que su propia mente —y el muchacho lo sabía—, ahora le develaba. Estaba listo para unirse a las contadas filas de videntes, ya fuera que decidiera usar las artes en el futuro o no; se sentía en paz con lo que el destino le había deparado para el resto de su vida mágica. Hubo algo en ese sinfín de maldiciones asesinas que desgarró para bien su interior y le permitió terminar de conectarse con el anillo, con su Videncia, que resplandecía haciéndole saber victorioso o por lo menos bien encaminado de esta aventura psíquica.

 

@ Matthew Black Triviani

 

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