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Ficha de T-Max


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Nombre del Personaje (Nick): T-Max.

 

Rango Social:

 

Sexo: - Masculino -

 

Edad:: - Joven -

 

Nacionalidad: - Desconocida. Sus primeros pasos los dio en Inglaterra, aparentemente. -

 

 

Padre(s) Sanguíneo: - Arabella Gryffindor -

 

 

Familia Sanguínea: - Familia Gryffindor -

 

 

Patriarca/Matriarca:

 

 

Padre(s) Adoptivos:

 

 

Familia Adoptiva:

 

 

Raza: - Demonio -

 

 

Trabajo:

 

Bando: - Neutral -

 

 

Rango dentro del Bando:

 

Habilidades Mágicas:

 

Conocimientos Especiales:

 

Objeto Mágico Legendario:

 

Imagen IPB

Objetos Mágicos:

Certificados por el Ministerio de Magia.

Objeto: Varita Mágica: Pluma de Fénix. Madera de Acebo. 32 Centímetros.

Clasificación: AA

Puntos: 20

Total de puntos: 20

 

Licencia de Aparición:

 

Licencia de Vuelo de Escoba

 

Mascotas:

 

Aspecto Físico:

 

 

- De complexión recia y fuerte, es alto, alcanzando el 1'85. Su media melena, de un oscuro color carmesí, producto de su sangre demoníaca, es lisa. La suele llevar despeinada, y el flequillo, largo hasta los ojos. Estos, profundamente verdes, son fruto de la sangre Gryffindor que circula por sus venas. A lo largo de sus rígidos brazos se pueden ver profundas venas negras que contrastan con la palidez de su nívea piel.

 

El puente de la nariz está cruzado por sendas cicatrices, que se cruzan en el mismo. Una de ellas llega hasta la mitad de una de sus mejillas, mientras que la otra no se aleja demasiado de la nariz.

 

Su indumentaria suele presentarse de dos formas diferentes:

 

1ª: Chaleco naranja, que utiliza sin ningún tipo de camisas o similares y que alcanza el límite inferior de su estómago, sin rozar su prenda inferior. Asimismo, porta unos pantalones carmesíes, de resplandor similar al de su cabello, y que descienden hasta unas botas negras, cuya punta metálica destaca sobre el resto de la indumentaria. Sus manos las cubren sendos guantes de cuero, que no van más allá de la muñeca.

 

- Accesorios: Un collar índigo, con la forma de un ave. La hebilla de su cinturón imita la forma de un largo reptil azul.

 

2ª: Camisa ámbar, de manga larga, totalmente lisa, con motivos de fuego en los brazos. Sobre esta camisa viste otra nívea, apretada contra su pecho, y larga. Un pantalón de cuero negro cubre sus piernas, extendiéndose hasta el límite inferior de sus rodillas. Como en la otra indumentaria, lleva unas botas brunas, aunque más altas y algo más anchas. Sigue portando los mismos guantes negros.

 

- Accesorios: Un collar negro, en el que se ve la silueta de un león. -

 

Cualidades Psicológicas:

 

- No se caracteriza demasiado por su sociabilidad. Suele presentarse serio y formal ante la gente que desconoce, y solamente ha llegado a reír de corazón y a mostrarse tal cual es con su familia, con aquellas personas que ha llegado a amar.

 

A raíz del dolor que ha sentido a lo largo de su historia, se siente mejor viviendo en soledad, con la compañía de sus dos únicas mascotas. Pese a eso, valora la lealtad y la fidelidad por encima de cualquier otra cosa, y sería capaz de dar la vida por sus seres queridos.

 

Independientemente de su relación con otras personas, es terriblemente ambicioso, capaz de deshacerse de todo el que se cruce en su camino (exceptuando a su familia) para conseguir lo que su corazón desea.

 

No cree en que su corazón deba depender a una única persona. La fidelidad, en ese sentido, está marcada por la devoción que sienta la otra persona hacia él mismo. Desde el momento en que el amor de su pareja empiece a flaquear, el de él desaparecerá. -

 

Historia de Personaje: Ascensos, Despidos, Bodas, Divorcios, Adopciones…

 

 

No tiene recuerdos del lugar donde nació, ni tampoco del lugar donde residió en los primeros años de su vida. El recuerdo más arcaico que tiene es el de una casa en llamas, el de unos gritos desgarradores, el de una inmensa colina de humo elevándose hasta el cielo, el de si mismo corriendo en dirección a la arboleda que cubría los alrededores.

 

Durante los meses que le siguieron, se mantuvo sobreviviendo a base de bayas, criaturas inmundas y especias en la profundidad de aquel bosque bruno, sin más compañía que su propia soledad. Aprendió a subsistir solo, a desarrollar el propio lenguaje escuchando las palabras de viajeros extraviados voluntariamente del camino, a convivir con la naturaleza, con los cuatro elementos, con los animales más desarrollados. Ganó fuerza, velocidad, resistencia, destreza... al verse obligado a sobrevivir con la única ayuda de su cuerpo.

 

Con el tiempo, descubrió su verdadero ser, la raza a la que pertenecía. Desarrolló una gran agresividad contra el mundo humano que lo rodeaba, que no hizo sino aumentar cuando ''sucesos extraños'', que dañaban el bosque, tenían lugar a su alrededor: los árboles se prendían en llamas, criaturas que había tratado con cariño perecían tras cruzarse con él, y toda superficie sobre la que dormía se acababa pudriendo con el tiempo. La confusión que se adueñó de su mente fue tal que estuvo a punto de perder el juicio, pues no sabía a que se debía la destrucción de aquel lugar en el que se había criado. Pero, en el fondo, sabía que era culpa suya...

 

Sin embargo, tres sucesos le salvaron de la condena que estaba escrita a fuego en su destino. Tres caminos diferentes que centraban sus finales en su propia persona...

 

El que le hizo ver luz al final del túnel, el que dibujó, por primera vez, una sonrisa en su tez pálida, acaeció, como no podía ser de otra manera, durante una gélida noche. Sus brazos no sentían la presencia de la brisa que paseaba por su piel, ni la lluvia que los rozaba cual dagas soltadas desde las nubes. Recogido junto a las raíces de uno de aquellos árboles, intentaba alejarse del agua a la que tanto había llegado a temer, pues, cada vez que el cielo rugía con aquella fuerza atronadora, entendía que la Naturaleza se había enfadado. Y la lluvia era la manifestación física de aquel enfado.

 

Sus ojos paseaban en derredor buscando algún hueco, en aquellos viejos amigos, donde poder guarecerse hasta que el tiempo se calmase. Pero no halló nada más que pequeños recovecos en el árbol que se extendía, algo y magnánimo, frente a él. Y, aunque tal vez hubiera encontrado alguno en aquel, no se hubiera atrevido a acercarse por miedo a la lluvia. Sabía que, en algunas ocasiones, a aquella manifestación física la acompañaba una fuerte descarga de energía, cuyos efectos sintió una vez entre sus carnes. Por eso, se limitó a mirar al suelo, frente a si, con la esperanza de que aquel mal no se alargase demasiado.

 

Hubo un momento en que un intenso resplandor invadió toda la parcela que se extendía ante el brillo esmeralda de sus ojos inciertos. Los tapó, confundido y asustado, girando la cabeza al tiempo. Y, únicamente cuando entre el espacio que dejaba sus dedos pudo ver que ya no quedaba nada de aquella energía manifestada, se atrevió a mirar: no había trozo de hierba carbonizado a la vista, ni rama de árbol prendida en llamas frente a si mismo. Lo único que alcanzó a ver fue un pequeño ave, de color azul, vuelta con el rostro hacia el cielo, que piaba con debilidad, moviendo sus pequeñas alitas con el fin de volver a elevarse una vez más.

 

Abriendo los ojos al máximo, el muchacho sintió un grave impulso. Algo le instaba a aproximarse al ave, pero un estallido de luz en el cielo le obligó a pegarse al árbol, una vez más. En mitad del estallido de luz distinguió una extraña sombra, que se perdió entre las copas de los árboles. Pero que, poco tiempo después, olvidó.

 

Transcurrieron los segundos en perpetuo silencio hasta que una hermosa melodía, cargada de felicidad suprema, invadió la atmósfera. Girando su rostro, el muchacho adivinó el lugar de procedencia de aquella sinfonía celestial una vez detuvo su mirada en el ave azul. Se hinchaba su pecho al mismo tiempo que emitía aquel cántico. Pero, pese a la felicidad que se denotaba en su trinar, el muchacho supo que poco tiempo le quedaba de vida. Y, desafiando a los elementos y a la propia madre naturaleza, salió de su nido y se acercó al ave. Mirándole con desconfianza, el pájaro azul abrió el pico, aumentando la intensidad de su cántico de bienestar. Recogiéndole con dedos nerviosos, supo que debía hacer algo para devolverle la vida a aquel ave, cuya energía ya discurría entre la blancura de sus dedos desnudos. Se arrodilló sobre la hierba, sentándose sobre los talones, y acercó a aquella pequeña ave al contacto de su pecho. Le protegió de la sustancia acuática que cubría sus hombros y la mayor parte de su cuerpo, hasta que no notó al líquido elemento fluir por él. Luego, corrió raudo y veloz junto al árbol en el que había visto tantas minúsculas cavidades. Allí dejó al ave, reposando. Había extinguido su canto, y no había perecido, pues todavía palpitaba su minúsculo y zarco pecho...

 

La mañana les alcanzó, como tantas otras veces. Despertaron los dos al mismo tiempo, pájaro y joven. Fue enorme la sonrisa del muchacho al sentir el peso, y la fidelidad, del ave sobre su hombro, así como la inteligente mirada de aquella criatura. Cuando pudo posar sus ojos en él, se dio cuenta de que sus alas, que debieran ser de un color azul moteado, eran de un suave áureo. El joven bautizó al ave, de alas leonadas, como Relámpago, y nunca se llegaron a separar. Aquel episodio marcó el primer cambio en la vida del muchacho.

 

El segundo acontecimiento sucedió, de una manera más breve y rauda, muchos años después, cuando el joven comenzó a explorar más allá del bosque. Un río fluía junto a la arboleda, acompañado por un pequeño sendero que pocos se aventuraban a recorrer. Ante él se sentaron ambos, Relámpago y el muchacho. El ave recorría el borde del lago, a la búsqueda de pequeños insectos marinos que se atrevían a separarse demasiado del agua. Los recogía con su pico, y los tragaba con facilidad, mientras su amigo, que no su dueño, lo contemplaba y sonreía al ver lo rápido que se había vuelto al cazar.

 

Sin embargo, tras posar sus alas en tierra, el joven notó que se volvía netamente más patoso. Tras aproximar sus pequeñas patitas al agua, tropezó e, irremediablemente, cayó al agua. Levantándose nada más oír el inútil batir de alas del ave, el muchacho se aproximó al borde del agua, y oteó más allá de la superficie cristalina de esta. Su pequeño amigo se hundía, y se hundía, llamándole con ojos tristes al mismo tiempo. Pero él no podía hacer nada. El agua no era su elemento, y no sabía desenvolverse en ella.

 

Se dejó caer al suelo, marcándose las venas en sus brazos desnudos. A su alrededor, la hierba se empezó a carbonizar, como no había ocurrido desde el insólito suceso que acaeció durante aquella noche de lluvia. Quiso saltar al agua y recuperarlo, pero el temor paralizó sus piernas... Todo su cuerpo quedó inmóvil ante aquello. Y, sin quererlo, dejó que una lágrima escapara de entre sus párpados...

 

De pronto, algo saltó desde el bosque. Una sombra alargada, de color glauco, se elevó por el cielo cual ave, cayendo al lado del muchacho de ojos verdes. Cruzaron una larga mirada. El joven recordó la silueta de aquella criatura. La misma criatura que había aparecido cuando había encontrado a Relámpago. Ahora podía verlo como realmente era: no tenía pelo, y sus ojos brillaban con fuerza, así como la pústula que se adivinaba en su frente, y que relucía con toda su fuerza carmesí. La criatura desconectó su mirada de la del muchacho, y se lanzó al agua. Las membranas en sus manos y pies le impulsaban con rapidez hacia el fondo marino, en donde todavía luchaba por sobrevivir el ave.

 

Al cabo de varios segundos, con Relámpago inmóvil entre sus dedos, emergió la criatura del agua. Dejó al pájaro frente al joven, y se separó levemente. Con manos temblorosas, el chico aproximó dos dedos al pecho del ave, y apretó. Un chorro de agua emanó del fondo de Relámpago, salpicando al muchacho. En seguida, alzó su cuerpo del suelo, aproximándose a la criatura. Se posó sobre su hombro, agradecida. Y ambas dirigieron sus ojos hacia el joven. En aquel instante, una fuerza sobrenatural pareció unificar a los tres seres. De ese modo, sintieron que ya formaban parte de la misma comunidad, y de que ya nunca se separarían. El joven bautizó a aquella nueva criatura con el nombre de Aqua. Aquel episodio marcó el segundo cambio en la vida del muchacho.

 

El tercer y último cambio, que definiría su vida actual, lo vivió muy lejos de allí, meses después de conocer a Aqua, durante la noche. Llegaron, tras mucho viajar, a una planicie extremadamente grande, rodeada por un mustio bosque, que bien les recordaba al lugar en el que se habían criado. Allí, arrodillada frente a una enorme losa de piedra, reposaba una joven de larga melena negra y profundos ojos verdes. Se sintió, de repente, violentamente tímido al verla delante de él. Se ocultó tras los árboles, y la observó detenidamente. Una rosa negra residía en la mano siniestra, la que tenía visible. Una rosa negra que dejó caer, al cabo de varios segundos, delante del enorme pilar.

 

De pronto, Relámpago del hombro del joven. Moviéndose con rapidez, se detuvo a escasos centímetros de ella, mirándola con sus ojos grandes. De igual modo, Aqua salto, con la ligereza que lo caracterizaba, hasta posarse junto al ave, con los ojos fijos en la doncella de cabello negro.

 

El tiempo pareció detenerse durante el lapso en el que ambas criaturas la observaban. Pero no transcurrieron demasiados minutos antes de que ella se volviese, y les devolviese la mirada. Sonrió, cuando ellos inclinaron, sutilmente, la cabeza ante ella. Luego, se separaron, dejando libre el camino para que la muchacha pudiera ver al joven que, todavía, se escondía entre los árboles, y que observaba con atónito estupor la escena.

 

- ¿Quién eres? – Inquirió la suave voz que emanó de ella, al tiempo que se levantaba En la mano derecha, la que no había sujetado la rosa, la que había quedado oculta ante sus ojos, llevaba una gruesa vara de madera, con pequeñas ramificaciones que enredaban todo su contorno. – ¿Necesitas ayuda? Me llamo Arabella.

 

La muda respuesta que el joven emitió obligó a la muchacha, de nombre Arabella, a avanzar varios pasos hacia el frente. Las dos criaturas se separaron más para permitirle más libertad de movimientos.

 

- Uhm... Me da la impresión de que estás perdido. ¿Es eso? – El joven se agazapó todavía más bajo las ramas, quedando solamente a la vista sus ojos y el flequillo rojo. – ¿Estás bien? No pareces herido.

 

De pronto, Aqua emitió un sonido raro. Arabella se giró hacia él, confundida. La criatura asintió, imitando lo que parecía ser una sonrisa.

 

- Vosotros parecéis conocerlo más que yo. ¿Por qué no le animáis a que salga? – Susurró, mirando sutilmente al muchacho mientras se dirigía hacia los dos animales.

 

El joven se quedó inmóvil, por un instante. Luego, retrocedió, repentinamente, desapareciendo del alcance de la vista de la dama. Casi al mismo tiempo, Relámpago se elevó en el aire, avanzando luego hacia la arboleda. Aqua le imitó, deslizándose con pericia entre las ramas.

 

Cuando él sintió a las criaturas al lado suyo, se avergonzó. Sabía que ellas le instaban a salir, pues señalaban hacia él mismo y hacia el exterior. Pero algo se lo impedía. Algo que nunca le había importado.

 

- Sé que es lo que le pasa... – Murmuró Arabella hacia el trío. Enarbolando la varita en el aire, al tiempo que sus manos se elevaban, apuntó al chico. – Será cosa de un momento... Dejadme hacer, criaturas.

 

De la punta hechizada de aquel instrumento mágico emanó una intensa línea de energía que, brotando, cubrió la totalidad del objeto. Arrastró partículas de polvo que emanaban en el aire a su alrededor cuando la fuerza acumulada retrocedía hacia la diestra de la muchacha, coincidiendo tal efecto con el momento en que dirigía el brazo hacia el cielo. Con una sonrisa en sus labios rojos, señaló con fuerza al muchacho, haciendo uso de la varita. Con un intenso estallido que batió la hierba, emanóse un portentoso rayo, que iluminó el claro con la energía de un supernova.

 

Aqua y Relámpago se dirigieron hacia el muchacho, dispuestos a defenderle con sus cuerpos débiles. Pero el denso ardor que poseía el hechizo apartó a las frágiles criaturas, cuyos pesos no pudieron mantenerlos sujetos a la superficie. Al segundo, alcanzó al muchacho. El pecho se le volvió intensamente rojo, un segundo antes de que el hechizo le golpease con violencia, aventándolo al suelo.

 

Todo se volvió borroso al momento y, mientras se levantaba, intentaba enfocar la vista, pero no lo lograba. Escuchó pasos próximos a él. Desesperado de repente, posó una rodilla en el suelo, y se elevó. Apoyó una de sus manos en la pierna y... Un momento...

 

Bajó los ojos. Por sus extremidades inferiores corría un delgado pantalón de lino blanco, que impedía la visión de sus piernas. En el torso, tapándoselo, residía una camisa, exenta de mangas, de un intenso color níveo. Se maravilló al sentir el delicado tacto de la ropa, tan suave como el cuerpo de Relámpago. Hacía mucho tiempo que no notaba algo así, tanto que ya lo había olvidado.

 

El roce que sintió en el hombro, el contacto de una piel, no le despistó del delicado tacto de la ropa. Pero la voz de ella sí que le sacó de su estupor:

 

- Estás solo... Lo he visto en tus ojos. – El joven alzó la mirada hasta toparse con la de ella. Por extraño que resultase, llevaba una daga pequeña en la mano derecha. La varita, al parecer, había desaparecido. – Y no solo he visto eso... He visto muchísimo más. He reconocido algo en ti que solamente había reconocido en los miembros de mi propia familia. – Arabella echó un vistazo a las criaturas, que esperaban en el prado, inmóviles, en calma. – No sé de dónde has salido, ni si lo que te ofrezco te resultará atractivo, pero... ¿Te gustaría formar parte de la estirpe de los Gryffindor?

 

Un intenso escalofrío recorrió la piel del joven cual centella. Sin pensarlo, asintió con ligereza...

 

 

Corría entre la densa lluvia que se había levantado. Una intensa estela de humo emanaba desde el interior de su mano derecha, la cual sujetaba con la restante, al tiempo que un pequeño riachuelo de sangre emanaba de ella. Relámpago volaba tras él. Aqua les seguía de cerca de través de los árboles.

 

Y, de pie en medio del claro, residía Arabella, con aquel cuchillo todavía sujeto, punta enrojecida con algún líquido elemento carmesí. De sus dedos diestros descendían minúsculas gotas de sangre que golpeaban, incesantemente, la hierba glauca

 

- Ahora eres parte de la familia, Sangre de mi Sangre... Bienvenido, Max... – Bautizó ella, sonriendo, misteriosa...

 

Su vida, de verdad, comienza cuando regresó, hace escaso tiempo, al seno de la familia, con las dos criaturas junto a él. Arabella le recibió con una sonrisa y los brazos abiertos, y le acompañó a su morada, dispuesta a presentarle al resto de leones...

Otros Datos:

 

Link a Bóveda Personal:

Link a Bóveda de Negocio:

Link a Bóveda Familiar Principal (La Sanguínea): http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=80701


http://i768.photobucket.com/albums/xx329/TMaxScorpion/Wallpapers/Firma-SaintSeiya-Milo2.jpg

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  • 2 semanas más tarde...
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Ficha para criaturas mágicas y bestias

 

Nombre: Relámpago.

Especie: Jobberknoll.

Clasificación del ministerio: XX.

Color: Azul. El borde de sus alas es dorado.

Tamaño: Algo más grande que un gorrión.

Sexo: Macho.

Edad: Desconocida.

Ambiente en el que vive: Mansión Gryffindor.

Alimentación que recibe: Cualquier pequeño insecto que sea capaz de encontrar.

 

Ficha para criaturas mágicas y bestias

 

Nombre: Aqua.

Especie: Clabbert.

Clasificación del ministerio: XX.

Color: Verde Esmeralda.

Tamaño: 1'50 metros.

Sexo: Macho.

Edad: Desconocida.

Ambiente en el que vive: Mansión Gryffindor.

Alimentación que recibe: Cualquier tipo de animal de pequeño tamaño (aves, lagartos...)

 

 

Registrado por Bastian Dolohov, Jefe de la División de Bestias.

Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas

 

 

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Registro de Demonios.

 

* Nombre del registrado: T-Max.

* Tipo de espíritu: Salvaje || Íncubo.

* Lugar de Residencia: Mansión Gryffindor.

 

* Características físicas: Complexión recia y fuerte. Alto, alcanzando el 1'85.

Media melena, color carmesí oscuro, completamente lisa. La suele llevar despeinada, y el flequillo, hasta los ojos. Los ojos son de color esmeralda .Tiene el cuerpo ligeramente pálido, y por sus brazos se pueden ver sus profundas venas negras. El puente de la nariz está cruzado por sendas cicatrices, que se cruzan en el mismo. Una de ellas llega hasta la mitad de una de sus mejillas, mientras que la otra no se aleja demasiado de la nariz.

 

* ¿Puede cambiar su físico de alguna forma? No, no puede

* Poderes o dones: Tiene una fuerza, una velocidad y una resistencia superior a la normal

* Características peligrosas: Cuando pierde el control, su fuerza y su velocidad aumentan aún más, no así la resistencia.

* Causas que le pueden descontrolar: Ataques dirigidos hacia la naturaleza. Ataques dirigidos hacia sus mascotas. Ataques dirigidos hacia los miembros de su familia. Cercanía extrema con un alto número de personas.

 

Registrado como VAMPIRO por la Oficina de Espíritus.

Departamento de Control y Regulación de Criaturas Magícas.

 

Mónica Malfoy Haughton.

✤        P R O V E H I T O   I N  A L T U M       ✤
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~ M O R T I F A G A  R E T I R A D A ~
E X - Á N G E L  C A I D O

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  • 1 mes más tarde...
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Objetos Mágicos:

Certificados por el Ministerio de Magia.

El Ministerio de Magia informa que los siguientes objetos de T-Max han sido certificados y le recuerda que estos objetos no tienen ningún costo. Para añadir más objetos, deberá acudir a la Tienda Ministerial.

 

Objeto: Varita mágica.

Clasificación: AA

Puntos: 20

Total de puntos: 20

Atentamente:

Sally Sigel

Miembro del Winzegamot

Moderadora de Harrylatino.org

 

Nota: La ficha y el perfil ya han sido actualizados.

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