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Gomita Haughton Westrong

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Mensajes publicados por Gomita Haughton Westrong

  1. Sexta planta. Heridas y resucitación de aurores

    Rol tres. Salida.


    Paú había hecho el mejor de los trabajos al igual que siempre, y eso me valió a que ahora estuviera totalmente recuperada. Sabía que éstas entradas y salidas al hospital más frecuentes que ir a trabajar continuarían mientras los ataques mortífagos siguiesen igual. Aunque ahora no tenía cabeza para pensar en otra cosa que no fuera mi salida, por lo que me senté en la camilla y miré a la sanadora con aire distraído.

    —Siempre me pasa... —dije, pero interrumpí dejando la frase a la mitad.

    Las cosas en la planta seis habían cambiado muchísimo desde la última vez que realicé yo misma mi trabajo en mis tiempos como sanadora, ahora había algunos empleados más y me daba mucho gusto darme cuenta de quienes estarían ahora que no me encontraría yo. Una sensación de nostalgia llegó a mí al comprender que las cosas ya no serían como antes y que extrañaría aquellos momentos en los cuales terminaba casi muerta de cansancio al hacer mi trabajo.

    —Tengo que irme... —dije sin más mientras me ponía de pie. Había hecho todo lo que Paú me había indicado y ahora me sentía bien físicamente. Moralmente ya mejoraría. El tiempo se encargaría de darme una mano —muchas gracias amiga —dije y me acerqué a ella para darle un abrazo.

    Luego me despedí rápidamente por el miedo de que mi sensibilidad hiciera aparición. No era momento de ponerme triste ni mucho menos así que peiné mi cabello con mis dedos lo mejor que pude hasta que quedó un poco presentable, miré mi ropa y ya con mi varita en mano la reparé utilizando algunos hechizos sencillos que había aprendido en Hogwarts, suspiré hondo y me dirigí a la salida de la habitación.

    —Fue sin querer, es caprichoso el azar —comencé a tararear una canción mientras caminaba por el pasillo sin mirar atrás —no te busqué ni me viniste a buscar... —el sonido suave de mis zapatillas de piso hacían un poco de eco por el camino que recorría.

    Se había llegado el día de la despedida tanto de paciente, así como de sanadora y me sentía un poco triste. Sabía que era el momento justo y ya no sería más necesaria ahí, y esa idea me ayudó a irme con tranquilidad. Ahora, no solamente había un sanador como en mis comienzos de aprendiz, sino todo un pequeño grupo de fenixianos que llevarían a cabo el trabajo de manera responsable.
  2. Hola, vengo a dejar mis datos para seguir dentro de la familia :3

     

    Nick: Gomita Haughton Westrong

    Ficha: Gomita :3

    Bóveda:

    Parentesco: Hija de Evarela Black

     

    ¿Nos llevas en la ficha? Si [X] No [ ]

    *En caso de que sea NO: ¿Piensas ponernos como familia en tu ficha?

    Aspiraciones o bando de pertenencia: Soy fenixiana, próximamente neutral

     

    Bueno, creo que eso es todo, pero seguiré poniendo algunas cosas más para alcanzar el número de líneas reglamentario, porque ya con mi skin y el tamaño de la pantalla de mi pc no se sabe jajaja *reparto papas fritas* n.n

  3. Sexta planta. Heridas y resucitación de aurores.

    Rol dos. Curada por Paú +.+


    No tenía idea del tiempo que había permanecido inerte sobre las sillas del pasillo en la planta seis. Mis heridas continuaban molestándome a tal grado que había terminado durmiéndome y quizá había sido lo mejor, ya que de esta forma no sentiría dolor. Todo el mundo me daba vueltas, tenía una sensación tan extraña que no podía describir sobre todo cuando creí ver una silueta de alguien acercándose a mí.

    Intenté enfocar la mirada pero aquella figura no terminaba por volverse nítida, por lo que me fue imposible darme cuenta de quién se trataba. Intenté frotarme los ojos con las pocas fuerzas que me quedaban hasta que sentí que alguien se hacía cargo de mí y de esta forma terminé perdiendo el sentido totalmente. Si alguien hubiese estado a mi lado durante aquellos días, habría sabido que mi vida había terminado en ese mismo momento.

    —Yo quiero quedarme —respondí sin más.

    De inmediato, había logrado reconocer a aquella voz que me decía que regresara, ésta salía de la silueta que había visto minutos, o tal vez horas antes y entonces lo entendí. No era la primera vez que terminaba en aquél plano que se encuentra entre la vida y la muerte y mis ojos se llenaron de lágrimas. La última vez que recordaba lo sucedido en ese mismo lugar, había encontrado a alguien muy especial para mí y la situación se había vuelto a repetir.

    —Quiero quedarme contigo... —volví a mencionar.

    Sin embargo, una vez más escuché la misma frase en la cual me decía que tenía que volver a "mi lugar", que no está de más decir que ya no quería considerarlo como tal debido a que poco a poco iba perdiendo aquella motivación que me impulsaba a quedarme. Había logrado pasar un minuto, tal vez una hora, cuando sentí un fuerte dolor en el cuerpo y alcancé a reconocer una luz a lo lejos y por segunda vez no quería seguirla, pero al final me decidí y me dejé arrastrar luego de la despedida.

    —Pensé que te harían bien algunos galeones extras —dije débilmente con la garganta seca y los ojos llenos de lágrimas.


    Había logrado despertar.
  4. Planta seis. Heridos y resucitación de aurores


    Realmente no estaba segura si tenía que estar en ese lugar o no, sin embargo había sido el lugar en el que aparecí luego de haber pasado un largo tiempo prisionera en la cárcel mortífaga. Hacía mucho tiempo que no había probado el confinamiento hasta algunas semanas atrás, cuando al acudir al local de uno de mis amigos, donde había sido capturada como civil. Aquello ya no era una novedad, ya que por lo regular ellos no se detenían en averiguar si se pertenecía al bando de la luz o no, simplemente atacaban y punto. Esa era su misión.

    Un pequeño huroncito blanco de ojos negros custodiaba mi cuerpo, el cual yacía inconsciente en un par de sillas que se encontraban en el pasillo que hacía de salita de espera. El pequeño había dado un salto desde el suelo y ahora se encontraba sobre mi estómago, olfateando mi rostro y acercando sus pequeños bogotes a éste, los cuales me habrían provocado cosquillas de haber estado despierta. La imagen que mostraba no era la más agradable: mi falda larga y blusa desgarradas, mi cabello negro revuelto y mi piel llena de moretones producto de los múltiples hechizos destinados a matarme.

    –Hermanito... –dije de pronto en una débil exhalación, con la esperanza de que aquél que jamás me abandonaba se encontrara a mi lado.
  5. Bueno ya me despedí del msn pero no puedo irme sin antes dar las gracias por la genial firma que me hicieron chicas!!! ya me la puse porque me gustó mucho y también el avatar+.+ se nota que trabajaron mucho para hacerlas y sacarlas tan pronto, están muy lindas la verdad *O* *dejo bolsitas de papas fritas como agradecimiento*

     

    Ahora sí ya me voy a dormir n.n buenas noches a todos y que descansen n.n

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  6. Hola... n.n

     

    Me cuelo a la petición de firmas puedo? *O* no me había fijado que ya abrió el tópic y me puse a buscar imágenes desde hace un rato, me cuesta mucho trabajo encontrar una con la que me identifique porque todas son princesas así re tiernas pero dibujitos y no me gustan tanto :3 suerte que está pixar y am... se valen pelis con personas de verdad? Disney tiene pelis con personajes de carne y hueso y bueno... es que así me gustan más x.x

     

    La imagen que me gusta es esta:

     

    DIARIO DE UNA PRINCESA: http://img.rtvslo.si/_up/upload/2013/02/26/64968220_princess-diaries-msyugioh123-29100934-700-853.jpg

     

     

    Ay Boss... pues a ver qué sale, además... no somos plagiadors porque no tenemos cinco años en el foro u.ú

     

    Jiji n.n

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  7. —¡Aquí! ¡Aquí estoy! —dije con un poco más energía cuando escuché la voz de Felicity.

    En ese momento desconocía la situación en la que ella se encontraba y también ignoraba que ella había desaparecido un momento después. Realmente desconocía la mecánica mediante la cual ocurría, solamente sabía que los presos solían desaparecer para caer en el hospital y era seguro que me había pasado una que otra ocasión. O tal vez muchas, ya que mi estancia dentro de ese lugar era bastante frecuente.

    —¡Hermano! —comencé con mi escándalo en vista de que nadie me escuchaba.

    Era extraño, sabía que ese dementor que habían dejado dentro de la celda podría darme una lección si me movía, y también estaba consciente de la horrible sensación que se experimentaba al tener tan cerca una criatura así. No tenía intención de moverme, pero nadie había hablado nada acerca de hacer un poco de ruido para anunciar la presencia a cualquiera de mis compañeros y, de estar presente, a mi hermano también.

    —¿Hay alguien? —continué gritando ahora que mis fuerzas me daban para hacerlo —¡Mikael! —volví a llamar a mi gemelo en voz mucho más alta.
  8. Como podía haber estado encerrada un día, podía haber sido una semana. Mi condición anterior me había impedido darme cuenta, por lo que me encontraba totalmente confundida. Me sentía totalmente cansada y sin fuerzas para moverme o decir algo, además sabía que si lo intentaba, mi compañero de celda se encargaría de mí. La sensación era terrible, si bien podía controlar mis miedos y demonios internos, era bastante difícil hacerlo bajo la presencia de semejante ser que se llevaba la poca felicidad que sentía en ese momento.

    —¿Hola? —volví a preguntar, confiaba en que si habían capturado a mi gemelo, éste se encontrara en una de las celdas cercanas, pero el silencio me hizo darme cuenta que él no estaba ahí.

    Suspiré con pesar e intenté sentarme, pero el dolor en mi cuerpo se hizo patente una vez más y decidí quedarme como estaba por mi bien mientras me preguntaba cuánto tiempo duraría todo aquello. Mi mente aún se encontraba un tanto confusa, suponía que por efecto de mi reciente resucitación, la cual yo desconocía. Para mí había sido simplemente un despertar casi normal si dejaba de lado las heridas que tenía dispersas en todo mi cuerpo y los amarres que tenía que soportar también a causa de mi confinamiento.

    —¡Mikael! —me atreví a gritar con mayor energía.
  9. Otra vez estaba en prisión. Y había terminado capturada en una de mis visitas al callejón Diagon, como ocurría casi siempre. Todo había ocurrido tan rápido en el Tommy Mel's que jamás me habría imaginado que no tendría tiempo ni siquiera de sacar la varita ante ese grupo de mortífagos que habían ido por mí. Seguramente tampoco esperaban que yo ni siquiera hubiera pensado en llamar a mis compañeros de bando. Ahora gracias a aquella decisión habían terminado con mi vida y me encontraba encerrada entre los muros de Nurmengard sin remedio.

    El piso duro de la prisión y las paredes heladas, lo cual no sabía decir si se debía a la presencia de los dementores que custodiaban cada una de las celdas o era simplemente un efecto más de magia negra, no provocaban el menor efecto en mi cuerpo sin vida que yacía en el piso luego de que uno de mis secuestradores me dejara en él. No había tomado el tiempo de revivirme, como pasaba la mayoría de las veces, pero pronto alguien más, a quien no lograba ver debido a una venda en los ojos que me lo impedía, me hizo beber una poción y luego curó parcialmente mis heridas.

    —Ayuda... —dije con debilidad al sentir el efecto que causaba el dementor, al cual no había logrado ver.

    Todo mi cuerpo me dolía a tal grado que no podía intentar moverme al menos un poco. Aunque realmente sería imposible hacerlo debido a que también me encontraba totalmente atada contra el suelo. En ese momento me pregunté si en realidad sería tan peligrosa como para que mi captor se tomara tantas molestias en inmovilizarme, pero ese pensamiento fue desviado hacia uno totalmente distinto ¿En dónde había quedado mi hermano? ¿Mi mascota? Según recordaba, no tardarían mucho en llegar al lugar del que había sido arrebatada con brutalidad.

    —¡Hermanito! —grité lo más claramente que me permitieron mis fuerzas.

    La mortífaga que se había encargado de mí había hablado pero por la sorpresa no le había respondido y en su lugar había llamado a mi hermano. Habían sido muchas veces las que terminaba dentro de la prisión, pero ninguna había sido tratada como aquella, había en ese secuestro algo diferente y no era solamente el hecho de las ataduras. Jamás había imaginado que sería precisamente Lyra quien me había vuelto a la vida, nunca me pasaría por la cabeza que ella era una mortífaga contra la cual había peleado tantas veces junto con mis compañeros de bando.
  10. Definitivamente me había perdido. Jamás había pasado por este lugar antes y no tenía ni la más mínima idea de qué hacer. La gente iba y venía con rapidez, nadie se detenía a ver siquiera una escena extraña de una chica que corría por el pasillo del lugar con un pequeño hurón blanco de ojos negros corriendo tras ella. Me detuve en medio del pasillo y me quedé inmóvil, mientras que Edyan trepaba por mis piernas y saltaba a mis brazos.

    —¿Por dónde era? —me pregunté. Tal vez si preguntaba a alguno de los ocupados empleados pudiese orientarme un poco.

    Me acerqué rápidamente a una chica que llevaba una carpeta con documentos, al parecer iba de prisa así que simplemente pregunté por la oficina de Kris Gryffindor. No fue difícil orientarme, ella me miró a través de sus gafas de mica delgada y giró su rostro hacia una puerta que se encontraba a un par de metros, tal vez tres. Luego de darle las gracias, corrí hacia allá con el huroncito en mis brazos.

    —Buenos días... —dije cuando toqué a la puerta, pero nadie respondió. Luego escuché un extraño sonido proveniente del interior y me incliné un poco para observar a través del orificio de la cerradura —¡Oh, por Merlín!

    Me separé de la puerta mientras me llevaba ambas manos a mi boca. Lo que acababa de ver era a una criatura arrancando el papel de las paredes del lugar, el cual ya se veía bastante destruido.
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  11. En realidad se sentía frío y una sensación de desamparo se apoderaba de mí. Me sentí totalmente indefensa pero no quería dar semejante imagen a quien me estuviese mirando, así que disimulé levantando mi rostro y dirigiéndolo hacia la mortífaga, de quien no entendía cómo podía ser inmune al poder de ese dementor que acechaba mi celda. Hacía un momento había tenido la sensación de que dentro de las celdas se encontraba alguien conocido, pero luego me di cuenta de que había sido un engaño de mis sentidos.

    —Sí, hace frío —mencioné seria —y sí, he notado que ya caí presa de nuevo.

    Era cierto que estando sin la luz en mi rostro había terminado capturada en varias ocasiones, de las cuales realmente no recordaba el número exacto. Otras tantas y muy numerosas también, habían sido cuando caía en batalla como fenixiana, lo cual lograba ocultar muy fácilmente cubriendo mi rostro. Me sentía cansada y realmente adolorida, cerré los ojos e intenté abrazarme a mí misma, cosa que me fue imposible debido a las cadenas, así que permanecí quieta mirando hacia la salida de la prisión.

    —¿Que si soy qué? —el interrogatorio había comenzado por parte de Valentine —no sé de qué me hablas... —mentí —¿Qué quieren de mí?

    Jamás habría imaginado que aquella mortífaga era ni más ni menos que mi amiga, aquella chica a la que había conocido en la Academia de Magia, la misma con la que Mikael socializara en uno de los negocios de mi amigo.
  12. Hija ilustre de Nurmengard*


    Mi cuerpo sin vida era llevado por una mortífaga a quien se le había ocurrido cazarme junto con algunas otras compañeras, y eso había sido ni más ni menos que dentro de mi casa. Justamente en la habitación de mi tío al que acababa de conocer. Si mal no recordaba, aunque en este momento era incapaz de recordar nada debido a mi estado... es decir, si estuviese viva podría recordar que lo último que hacía en aquél lugar era buscar un gatito, la mascota de mi tío que seguramente habría conocido de no ser por las visitas inesperadas.

    Valentine me llevaba cargando y era una suerte que no me arrastrase del cabello como otros mortífagos solían hacer. Jamás me di cuenta de que era depositada en el interior de una celda y mucho menos que me ataban de muñecas y tobillos con algunas cadenas mágicas. Yo me encontraba pálida, llena de moretones, mi cabello revuelto y mi ropa desgarrada. ¿Cuántos hechizos habían caído sobre mí? No tenía la menos idea debido a que no tuve la oportunidad de levantar mi varita siquiera, pero seguramente pronto lo averiguaría.

    Mi incapacidad de escapar en ese estado era evidente, seguramente algún otro mortífago me habría abandonado ahí pero Valentine de inmediato me apuntó con su varita para hacerme despertar. La sensación de volver a la vida después de semejantes heridas no se compararía con nada, lancé un gemido de dolor casi imperceptible y cerré mis ojos lo más fuerte que pude debido a mi poca energía y luego fui capaz de sentir mi cuerpo inmóvil y atado. Abrí mis ojos muy despacio y pude reconocer una silueta de alguien a quien no podía ver el rostro.

    —¿Quién yo? —pregunté al escuchar a Valentine —¿Dónde estoy?

    Luego miré mis muñecas y pasé mi vista hacia mis tobillos, los cuales se encontraban atados y suspiré. Una vez más me encontraba dentro de la prisión y acababa de darme cuenta. Con mucha debilidad, levanté mi mano para quitar de mi rostro un mechón de cabello revuelto que me estorbaba la visión y observé de nuevo a la mortífaga. Fue en ese momento cuando una voz me distrajo y levanté el rostro un poco con la intención de escuchar mejor.

    —¿Adonis? —pregunté, ya que de inmediato la voz me pareció familiar —¿Mikael? —solté segundos después.


    ~*~

    *El nombre está protegido conforme a la ley, se prohíbe su reproducción parcial o total en cualquier forma, incluyendo escaneado, fotocopiado, por cassete, CD, fotografía etc., sin consentimiento expreso y por escrito de su autor Elodia Riddle.

    :3
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  13. ―¿Estás segura de que no pasa nada? ―preguntó mi hermano ―porque de verdad te noto un poco... sensible, no sé.

    ―Claro que no me pasa nada ¿Qué tendría que pasar? ―le respondí yo sin soltar el abrazo, abrazo que él me había correspondido.

    Me encontraba perdida en mis sensaciones que no me di cuenta de las conversaciones que se escuchaban en el interior de la librería, jamás me habría imaginado que un grupo de chicos a los que conocía se encontraban tan cerca. Yo simplemente me dediqué a permanecer ahí, recibiendo el abrazo de mi gemelo mientras los recuerdos me pasaban por la mente como un verdadero torbellino.

    ―De acuerdo hermanita ―fueron las últimas palabras que me dijo antes de cambiar drásticamente y comenzar a comportarse como el Mikael al que yo conocía a la perfección ―¿Buscamos tu libro favorito?

    ―Tengo muchos libros favoritos, no sé a cuál te refieres ―le dije con un poco de extrañeza.

    ―Ah sí, me refiero al del momento ―dijo al mismo tiempo que se dibujaba una débil sonrisa de burla en su rostro ―el del secuestrador de las alcantarillas.

    ―¡¡Mikael!! ―le grité, pero de inmediato llevé ambas manos a mi boca y me quedé callada al escuchar a Doña Severina ―disculpe ―susurré hacia la señora, quien ya se encargaba de otras cosas ―¿Ves lo que provocas? ¿Cómo te atreves?

    Mi hermano jamás cambiaría, Mikael se había alejado de mí con una débil sonrisa de suficiencia y me quedé totalmente enrojecida con tanta rabia y vergüenza, que tenía muchas ganas de arrojarle un libro por la cabeza. Luego miré mis manos y me di cuenta de que, efectivamente, tenía forma de complacer mi deseo. Lo demás no es necesario explicarlo, simplemente sucedió que extendí mi brazo hacia arriba y le arrojé el ejemplar con fuerza.

    ―Ay Merlín... ―susurré mientras me deslizaba con sigilo entre los anaqueles para esconderme.

    ―Ahora sí que sacaste boleto... ―dijo mi hermano luego de que el libro efectivamente le diese en la cabeza y luego cayera abierto al piso para cerrarse luego, haciendo un ruido con un leve eco cuando sucedía.
  14. Cuarta planta. Psicología y psiquiatría

    En la oficina de Zeth


    Toqué una vez más a la puerta con la mirada un tanto perdida, realmente no estaba muy segura de querer ver a mi amigo precisamente dentro de ese lugar. Aunque luego de un momento de reflexión, comprendí que una conversación hacia un profesional sería lo más adecuado. Mis pensamientos se habían visto interrumpidos al escuchar el sonido de la puerta cuando ésta se abrió dejando a la vista la figura del vampiro al fondo, sentado en un sillón.

    —Buenos días —respondí a su saludo y mostré una sutil sonrisa —no... todavía nadie me ha vuelto loca, tal vez yo lo hice sin ayuda de nadie —me reí divertida para ocultar la tristeza que me albergaba.

    En ese momento tomé aire hondo, retiré un mechón de mi cabello suelto, llevé mis manos a mi espalda y entrelacé mis dedos de inmediato. Luego miré al piso y sonreí tristemente mientras movía levemente uno de mis pies para levantar la mirada cuando el joven mago se acercó a mí para invitarme tomar asiento. Yo acepté, entré muy despacio sintiendo muchas dudas pero al fin me senté en el lugar correspondiente con mi mirada perdida en el escritorio.

    —Nunca pensé que terminaría aquí como paciente —le dije intentando sonreír para evitar que las lágrimas se asomaran en mis ojos.


    Sexta planta. Heridas y resucitación de aurores

    Alta de Hermioneluna


    La fenixiana pronto comenzó a mejorar gracias a la acción de las pociones y los hechizos realizados con la varita. Su piel comenzó a cerrarse y cada una de las heridas internas que la chica podría tener gracias a semejantes maldiciones. Las situación en el pueblo era bastante insegura, ya no se podía salir a las calles con seguridad y sin el temor de ser atacado alguna vez.

    —A mí también me da mucho gusto verte, lástima que sea en estas condiciones... —mencioné con un poco de pesar, pero sin demostrarlo demasiado en mi semblante —¿De verdad es la primera vez que te encierran en Nurmengard? —le pregunté —yo ya perdí la cuenta de las veces que he caído en ella —le dije con una sonrisa.

    Luego continué con el llenado de la ficha de alta y una vez que la tuve terminada, se la entregué a Hermione mencionándole la importancia de entregarla en recepción para que le pudiesen dejar salir del hospital. Ella seguramente ya se encontraría totalmente recuperada, solamente hacía falta darle una última poción, por lo que tomé el frasco de la vitrina y se lo di.

    —Con este recuperarás la sangre perdida —le dije —espera diez minutos, descansa y luego podrás irte.
  15. Sexta planta. Heridas y resucitación de aurores

    Recibo a Hermioneluna


    Dejé a Felicity descansando mientras yo salía de la habitación para llevar la poción revitalizante, luego pasaría también por la ficha de alta para entregarla cuando se pusiera mejor. Las enfermeras se encontraban realizando sus actividades, una de ellas al pasar me sonrió de forma amable y respondí el gesto. Froté mis ojos y anudé mejor mi cabello en una colita alta, ya qu algunos mechones de cabello se habían escapado. Luego alisé mi bata blanca y continué mi recorrido por el pasillo.

    —¿Qué quieres tú? ¿Tener una experiencia...? —comencé a tararear en voz baja.

    En cierto modo me envolvía un halo de tranquilidad, durante todo el tiempo que me encontraba dentro del hospital había dado lo mejor de mí y así sería hasta el momento de mi retirada. Aquello me producía un poco de nostalgia pero mi decisión estaba clara y no había más que pensar. Sonreí un poco triste al recordar algunas experiencias vividas dentro de esa planta, cuando me encontraba de aprendiz completamente sola y terminaba muerta de cansancio luego de curar a un sinfín de fenixianos que acudían heridos o sin vida al sexto piso.

    —¡Por Merlín! —dije de pronto al ver a una chica que se acercaba herida por el pasillo —¡Una camilla! —grité, y en cuestión de segundos una de las enfermeras se hizo cargo del asunto.

    En ella acostaría a Hermione y la llevaría a la primera habitación desocupada que encontrara. Una vez dentro de ella, comencé con los hechizos de curación con mi varita, mientras la enfermera a mi lado preparaba las pociones necesarias para devolverle la salud a la chica, a la cual por cierto era primera vez que veía dentro del hospital. Los hechizos pronto comenzarían a hacer efecto y la chica se recuperaría gracias al efecto de la medicina mágica, la cual no dejaba de sorprenderme a causa de su increíble rapidez.

    —Déjame adivinar... mortífagos ¿Cierto? —pregunté una vez que la vi mejor.
  16. Sexta planta. Heridas y resucitación de aurores

    Recibo a Felicity


    Aún estaba por hacer algunas cosas importantes antes de, por lo que después de ver a mi amigo a la cuarta planta, decidí volver rápidamente hacia mi lugar de trabajo. Por lo regular éste permanecía totalmente desierto, pero debido a los continuos ataques mortífagos que se estaban dando desde siempre, había temporadas "altas" en las cuales los pacientes llegaban por grupos heridos al hospital.

    Hasta ese momento aún no había ocurrido nada de aquello, sin embargo pronto, al dar la vuelta a las escaleras y doblar para recorrer el pasillo, pude notar la presencia de una fenixiana que lo recorría a varios metros de distancia. Caminé hacia ella y le miré fijamente, luego me di cuenta de quién se trataba y al verla herida me asusté bastante. La joven no se encontraba sin sentido, por lo que el dolor seguramente sería bastante.

    —¡Por Merlín! —dije en voz alta mientras llamaba a una de las enfermeras pidiendo una camilla rápidamente —creo que mejor no te pregunto quién es el causante de esto...

    Mientras tanto, la enfermera había llegado con la camilla, luego le pedí a la fenixiana que se recostara mientras le ayudaba con ello. En cuestión de segundos me encontraba empujando la camilla hacia el interior de una de las habitaciones, la más cercana que estuvo desocupada y tomé la varita mágica para apuntar al pecho de Felicity. Un par de episkeys fueron suficientes para detener la hemorragia por suerte.

    —Espera un poco... —mencioné mientras me dirigía a la vitrina con las pociones y extraje un frasco ámbar, cuyo contenido era nada más y nada menos que de poción reabastecedora de sangre —bébelo...

    Esperé un momento, a esas alturas las heridas producidas por la katana habrían desaparecido y en su lugar quedaría la piel lisa y sana, como si no hubiese sido dañada nunca. Luego comencé a llenar el formato de alta mientras le dejaba descansar un poco después de que se tomara la poción.
  17. Cuarta planta. Psicología y psiquiatría

    Con Zeth Black Lestrange


    Había pasado alrededor de media hora desde que terminaba mis actividades en la planta del hospital, me encontraba ahora sentada en una de las sillas de la sala de espera, respirando hondo, con las piernas estiradas mientras mi cabeza se apoyaba en la pared. En la silla de al lado, descansaba una caja con algunos frascos que anteriormente hubiesen contenido todo tipo de pociones curativas, los cuales estaban a punto de ser rellenados para continuar con su uso. Froté mis ojos con mi mano y luego me levanté de mi lugar cuando se me ocurrió algo.

    Sin pensarlo dos veces, tomé la caja de las pociones y me dirigí al pequeño almacén en la que se guardaban el resto, de pronto había pensado que si terminaba aquello rápido, podría dar un paseo por el resto de las plantas del hospital como lo solía hacer en el pasado. Rellenar los frascos no me ocupó demasiado tiempo, por lo que una vez finalizado todo, dejé en su lugar para salir hacia el pasillo con rapidez, dejando escuchar el sonido de mis pasos mientras que mi bata blanca se agitaba por mi movimiento al caminar.

    Pronto estuve en la planta cinco, después de bajar las escaleras pero continué mi camino hasta llegar a la cuarta, aquella a la que hubiese visitado en dos o tal vez tres ocasiones y que me causara un desagradable sabor de boca. Sin embargo, estaba consciente de que aquello había ocurrido en el pasado y ahora las cosas eran bastante diferentes, por lo que continué con decisión. Mientras recorría el pasillo, pude apreciar las paredes y el suelo blanco, idéntico al del resto de los pisos y sonreí para mis adentros.

    La gente iba y venía, tanto pacientes vestidos de civil como sanadores que, ataviados con sus respectivas batas, se dedicaban a cumplir con sus labores. El murmullo de los mismos era casi imperceptible, pero dada mi costumbre a trabajar casi en el más absoluto silencio, podía escucharlo con suma facilidad mientras recorría el pasillo observando cada una de las puertas que conformaban los consultorios y los pabellones de estancia breve y prolongada de la planta de psiquiatría. No sabía en dónde podría estar, pero lo encontraría.

    Aquello no me llevaría más de quince minutos, luego de preguntar a un par de visitantes que se encontraban en los pasillos y a algunas enfermeras del lugar, pude descubrir cuál era la oficina de mi amigo y sonreí satisfecha. Me alejé rápidamente después de dar las gracias y continué mi camino en dirección a mi destino. Aún llevaba mi bata puesta, por lo que nadie interrumpió mi recorrido creyendo tal vez que me encontraba ahí por asuntos de trabajo que, si lo analizaba detenidamente, bien podría serlo...

    —Buenos días... —saludé al tocar a la oficina de Zeth Black Lestrange y esperé su respuesta.
  18. Sexta planta. Heridas y resucitación de aurores


    El lugar se había quedado totalmente vacío dejando como único sonido el aire acondicionado que se tenía en esa planta, al igual que en el resto del hospital. Las enfermeras trabajaban entretenidas en una de las habitaciones preparando el material de curación que regularmente se requería y el resto de sanadoras se dedicaban a otras cosas también. Yo me encontraba en medio del pasillo portando mi bata blanca sobre mi ropa, mi cabello sostenido en una colita alta con un listón del mismo color.

    El maquillaje era neutro, casi nulo, simplemente un poco de brillo labial y delineador negro alrededor de mis ojos cafés. Aún sostenía en mis brazos la tabla con las hojas vacías para expedientes de los futuros pacientes de esa planta. Mi mirada se encontraba perdida mientras levantaba mi rostro levemente hacia el techo del pasillo, mientras que una de las enfermeras salía de la habitación, me miraba detenidamente de arriba a abajo y se retiraba luego. Mi cabeza estaba llena de pensamientos, recuerdos e ideas que me hacían mantener esa actitud distraída.

    Suspiré. El día de mi llegada a San Mungo como aprendiz me había hecho inmensamente feliz, ni qué decir cuando logré ascender y mantener mi planta como sanadora al graduarme de la academia. Todos aquellos días había sido feliz de verdad por lo que me preguntaba cómo fue que aquello se fue perdiendo hasta llegar a sentirme como me encontraba en este momento. Negué con la cabeza mientras una ligera sonrisa triste aparecía en mi rostro y froté levemente mis ojos. La vida se compone de ciclos...

    Había logrado muchas cosas, de eso no me podía quejar, mi estancia aquí había sido más agradable como nadie podría imaginarse y me llevaría ese recuerdo a donde quiera que fuese. Me di la vuelta y dejé el blanco resplandor del pasillo para dirigirme a la pequeña cafetería en la que solía prepararme mis deliciosas tortas ahogadas, o disfrutar de aquellos tacos que alguna vez me llevara mi hermano. Mikael... en ese momento mi pensamiento se centró en su persona y sonreí, esta vez con verdadera alegría.

    Me sentía un poco confundida, no sabía qué hacer. Tal vez hablar con mis compañeras de planta, aquellas grandes amigas y fenixianas que me habían apoyado durante todo el camino transcurrido desde que fui una simple aprendiz, hasta que logré pisar la Orden del Fénix. Inmediatamente descarté la idea, sabía que ellas se encontrarían ocupadas en sus actividades y no tenía por qué interrumpirlas. Seguramente ya tendría oportunidad de platicar con ellas después.
  19. ―¿Qué no se supone que en una librería, biblioteca y demás se tiene que estar callado?

    ―Sí, pero estoy en un momento de rebeldía.

    ―Si te castigan no es mi problema.

    ―Tranquilízate, no creo que me escuchen...

    Aún nos encontrábamos en el área de libros de terror, mi hermano había hecho un comentario debido a mi tendencia a tararear en voz baja. Era una canción casi inaudible pero debido al silencio que reinaba el lugar, era posible que alguien me pudiese escuchar y terminaría regañándome luego de hacerme callar. Mientras pensaba que no sería posible, retiré un mechón de mi cabello que estorbaba en mi rostro y tomé uno de los libros del anaquel para abrirlo con cuidado mientras Mikael se distraía un par de metros más allá.

    ―No me digas que no te lo advertí...

    Mencionó mi gemelo sin que yo me diera cuenta, debido al volumen extremadamente bajo de su voz y continuó su camino hacia un anaquel un poco más alejado, frente al cual extendió su brazo y tomó uno de los libros que tenía frente a él. Yo, sin darme cuenta de aquello, hojeaba con cuidado el ejemplar que había elegido mientras caminaba distraída hacia una de las mesas más alejadas del lugar, dándome cuenta de la presencia de algunas chicas en el lugar y sonreí al reconocer a algunas compañeras a las cuales sonreí.

    Al parecer Xell, Biny, Cye, Poly... se encontraban organizando algo raro que no alcanzaba a escuchar. Mi hermano aún se encontraba distraído hojeando el libro que había tomado y decidí acercarme despacio a él aprovechando que tenía la guardia baja. Caminé sin hacer ruido esquivando las mesas y sillas a mi paso con el libro entre mis brazos, estaba a punto de llegar a mi objetivo, ya me encontraba a medio metro cuando la voz inesperada, un susurro del chico me sobresaltó.

    ―¿Te diviertes?

    ―Pero... ¿Cómo?

    ―No lo sé... instinto tal vez, ojos en la espalda a lo mejor.

    ―Oh... de acuerdo...

    Me había quedado inmóvil al escucharlo hablar mientras éste mantenía su vista fija en las páginas del libro, sin girarse hacia mí siquiera y sonreí. Sorprendida claro, pero entendiendo que Mikael solía siempre tener una especie de alarma fisiológica que le avisaba de cualquier cosa y eso me hacía un poco de gracia por un lado, pero me impresionaba por el otro. No era para menos que, dentro de su trabajo que aún no podía descubrir con exactitud en qué consistía, le fuese de suma utilidad.

    ―Hermanito... ¿Recuerdas que con frecuencia desaparezco del pueblo?

    ―Sí claro... sueles desaparecer por semanas, eso no se me sale de la cabeza. Es imposible.

    ―Pues... prometo que ya no volverá a pasar, lo prometo en serio.

    ―¿Sucede algo? Te noto rara...

    Había decidido hablar con él y no me había tomado por sorpresa el hecho de que él sospechara que algo extraño estaba sucediendo. Sería imposible que no se diese cuenta ya que él me conocía perfectamente bien debido a que habíamos crecido juntos. Y el hecho de ser gemelos lo hacía todo mucho más interesante, ya que siempre se había sabido que nosotros tenemos una extraña conexión. Después de escuchar su pregunta, yo sonreí mirando al piso sin dejar de abrazar al libro y luego levanté la mirada hasta cruzarme con la suya.

    ―No, no pasa nada...

    Y le di un fuerte abrazo...
  20. Jefa de casa


    Cerré el libro que tenía en mis manos, el cual leía sentada al pie de un árbol que se encontraba dentro de los jardines de la Academia de Magia. Froté mis ojos un poco al sentirlos irritados y suspiré cuando sentí el suave y frío viento soplando y revolviendo un poco mis largos y ondulados cabellos negros. Al levantar la mirada hacia las copas de los árboles, me di cuenta que las hojas se agitaban suavemente mientras mis manos, ahora ya vacías al haber dejado el libro en el suelo, se encontraban vacías.

    Los recuerdos de aquellos días en los que había sido estudiante de aquella escuela habían llegado a mi mente con una fuerza impresionante, tanto que me arrebataron un suspiro de nostalgia. Habían sido muchas experiencias las que había tenido siendo alumna, los cuales todavía me dejaban recuerdos gratos y algunos no tanto. Había pasado mucho tiempo desde entonces y ahora, mientras por mi mente pasaba que como jefa de casa de los Tritones del Río Wye tenía que continuar con mi camino, me puse de pie con cuidado.

    ―Edy... no te alejes demasiado porque podrías perderte ―mencioné a mi mascota, un huroncito blanco de ojos negros que jugaba corriendo alrededor del tronco del árbol.

    El pequeño continuaba su carrera cuando yo alisé la blusa negra de manga larga que llevaba puesta, sacudí mi larga y amplia falda al más clásico estilo de los cincuentas al igual que mis zapatillas de piso. Una vez que confirmé que no llevaba un recuerdo del pasto en el que estaba sentada segundos atrás, me incliné para tomar mi libro, el cual ya llevaba un separador en la página que había interrumpido mi lectura. Segundos después, me dirigí al interior de la Academia con rumbo a la casa de los tritones.

    ―Ven acá... ―mencioné a Edyan cuando éste se acercó para correr a mi alrededor.

    Abracé al pequeño huroncito junto con el libro que llevaba, continué mi camino al enorme edificio que componía la Academia y entré en silencio dándome cuenta de los murmullos de los estudiantes al ir y venir por los pasillos de la misma. Mi andar casi silencioso se confundía con los pasos de aquellos con los que me cruzaba y se me adelantaban apresurados para llegar a sus clases, mientras que yo continuaba con total tranquilidad, realmente no necesitaba llegar corriendo a ningún lado, aquellos días se habían quedado muy atrás.

    ―Buenas Rey Tritón ―dije pensando que había sido increíble la forma en que llegué frente a la estatua sin darme cuenta.

    Una vez que le di la contraseña, ésta me dejó pasar al igual que siempre y me dirigí al interior del pasillo. Aún llevaba mi huroncito en brazos, el cual comenzaba a agitar sus bigotes y a observar muy atento aquél lugar que le parecía extraordinariamente familiar. Y lo era, ya que ya desde ese tiempo, ya me hacía cargo del animalito cuando todavía era una estudiante de aquella casa de agua. El pequeño comenzaba a inquietarse y mi corazón empezó a latir más fuerte al ver la puerta a la que dentro de pocos segundos atravesé.

    ―Buenos días... ―saludé a mi nueva compañera de casa y sonreí, era la primera vez que trabajaríamos juntas y estaba segura que todo saldría muy bien.

    Pasó un momento más, los chicos comenzaron a llegar y mientras tanto, escuché atentamente las palabras que la nueva jefa de casa les dirigía a los mismos y esperé la reacción de los presentes cuando hubo terminado. Acto seguido, asentí con mi cabeza y luego decidí que tenía que hablar. Curiosamente aquella capacidad no era uno de mis más preciados dones, pero algo tenía que decir aún a pesar de ser siempre extremadamente callada hacia los alumnos de la casa, así que esperé unos segundos y comencé.

    ―Mi nombre es Gomita Haughton Westrong, ―comencé ―y junto con Etoile dirigiré ésta que a partir de ahora es su casa también ―continué mientras me acercaba a una mesita para depositar el libro que llevaba ―bien... me gustaría que todos se presentaran para conocerlos un poco mejor ―finalicé esperando la respuesta de los chicos al momento que Edyan saltó de entre mis brazos y cayó de pie sobre la mesita.


    OFF:

    Bienvenidos chicos!! mi nombre muggle es Alma, soy de México y me gustan las papas fritas jiji, no sé qué más decir pero pueden rolear cuando quieran y presentarse +.+

    *Dejo papas fritas* :3
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  21. Sexta planta. Heridos y resucitación de aurores

    Alta a Felicity


    Había pasado un corto tiempo desde que dejara a la fenixiana terminar de curarse sus heridas mientras yo me encargaba de atender a otros heridos que habían llegado en ese momento. Una vez que despedí a todos, me alejé por el pasillo con un par de pociones para rellenar el anaquel de la habitación donde la chica se encontraba descansando y fue ahí cuando me di cuenta de que acababa de despertar.

    -Am... sí claro -respondí a su pregunta y luego me acerqué a la vitrina con las pociones, tomé una que le serviría y se la di -con esto será suficiente...

    Luego busqué la ficha de alta y cuando estuvo llena, se la entregué a la fenixiana. Esto le permitiría retirarse del hospital de inmediato, luego recordé algo.

    -Mira -mencioné un minuto después -creo que esta túnica te puede servir...

    Mencioné entregándole la prenda a la paciente.
  22. Sexta planta. Heridos y resucitación de aurores

    Dando de alta a Jank


    Sabía que las heridas del chico comenzaban a sanar totalmente, tanto las internas como las superficiales y sonreí satisfecha. Mientras esperaba a qe despertara, comencé a llenar la ficha de alta para dejarlo salir y así aprovechar un poco el tiempo. La enfermera le terminaba de dar las últimas curaciones y yo recogía los frascos de las pociones que había utilizado para él.

    Lo único que hacía falta ahora sería suministrarle una poción revitalizante, por lo que su salida del hospital sería en cuestión de una hora cuando mucho. Una vez que terminé de ver su ficha y confirmar que se encontraba totalmente llena, miré de nuevo al chico, el cual vestía ahora una bata hospitalaria y sonreí. Esperaba qe el joven notara aquello o de lo contrario se iría del sanatorio disfrazado de paciente.

    -No des las gracias, me da gusto verte bien... me pagarías bien no mirándote de nuevo en esas condiciones...

    En ese momento le entregué su ficha de alta y una poción revitalizante, seguramente ya estaría listo para salir. El no ver al fenixiano en calidad de paciente sería imposible y lo sabía...
  23. Sexta planta. Heridas y resucitación de aurores

    Recibo a Jank


    Había atendido a dos fenixianas que habían sido heridas por los mortífagos y una de ellas se recuperaba logrando salir de la planta. Ella me había dado las gracias y sonreí alegre al ver que se había repuesto totalmente y comienzo a recoger los frascos de las pociones mientras dejo dormir a Felicity. Ya terminaría de curarla cuando recobrara el sentido, pero por el momento me pondría a seguir con mis actividades.

    —Piensa en mí... —comencé a cantar en voz baja.

    En ese momento salí al pasillo y me di cuenta de que había un cuerpo de alguien sobre una de las camillas. Corrí lo más rápido que pude con cuidado para no resbalar y caerme, y cuando llegué le tomé los signos vitales al chico, quien no era otro que Jank, un compañero miembro de la orden del fénix. No tenía que preguntar el motivo que lo tenía en esas condiciones, seguramente las mismas de siempre...

    —Mortífagos...

    Y comencé con la curación del chico. Pociones y hechizos fueron pasando por su cuerpocuando lo llevé a la sala de la resurrección. Esperaba que al igual que los demás pacients, él también pudiese rcuperarse rápido.


    OFF:

    Mal rol... con la luz de mi cuarto apagada n.n
  24. Sexta planta. Heridas y resucitación de aurores

    Alta Bínfeyd


    Sonreí con satisfacción al ver cómo las heridas de las chicas comenzaban a desaparecer, realmente la medicina mágica eran una maravilla. Ahora lo importante era esperar a que ambas despertaran para darles su alta, la cual ya había comenzado a llenar para aprovechar el tiempo. Mientras realizaba aquello, la enfermera continuaba revisando los signos vitales de ambas, que seguramente ya se encontrarían estables.

    Una poción revitalizante sería suficiente para devolverles las energías, sabía que ambas, al ser fenixianas no podían quedarse mucho tiempo descansando dentro del hospital. Ya muchas veces había notado cómo se iban al prime signo de mejoría y eso me hacía un poco de gracia, ya que yo lo hice en varias ocasiones también. Tenía que aceptar que no me importaba que lo hicieran, siempre y cuando se sintieran mejor.

    Ahora solamente me preocupaba una cosa, y era el revisar el estado del bebé que tenía en su vientre una de las fenixianas, así que pasé mi varita por el cuerpo de Felicity y suspiré aliviada. Al parecer todo estaba bien y eso me alegró. Minutos después comencé a retirar los frascos vacíos de todas aquellas pociones que había utilizado, y cuando se Bínfeyd despertó, le entregué la ficha de alta para que pudiese salir del hospital sin problemas.
  25. Sexta planta. Heridos y resucitación de aurores

    Recibo a Felicity y Bínfeyd


    Había pasado un tiempo desde la última vez que curaba a alguien, es más... desde la última ocasión en la que crucé palabras con las enfermeras y demás personal de la planta seis. Sabía que ahora tendría tiempo para terminar de realizar algunas actividades retrasadas en el hospital, así que comencé a ordenar las prioridades anotándolas en una libreta para llevar el control.

    Una vez que terminé con aquello, salí de una delas habitaciones y me fui tarareando en voz baja una cancioncilla que llevaba grabada desde días atrás, y fue ahí cuando me di cuenta de que no me encontraba sola. Corrí rápidamente hacia las camillas en las que descansaban un par de chicas, una de ellas en pleno embarazo, pero ambas en condiciones terribles de salud, por lo que tenía que actuar rápido.

    Después de llamar a una d las enfermeras de la planta, caminé lo más rápidamente que pude hacia la sala de resucitación llevando una de las camillas mientras que la enfermera se llevaba la otra. Las pociones estaban listas para ser utilizados y, después de transformar los jirones de ropas que las chicas vestían en batas de paciente de hospital, comencé con las curaciones con la varita mientras la enfermera administraba las pociones.

    Pronto las heridas, tanto internas como externas comenzaron a desaparecer, la muñeca de Felicity estaba en buenas condiciones luego de un par de episkeys y Bínfeyd estaba totalmente recuperada. Al menos ambas se veían bien físicamente, pero hacía falta terminar la curación con algunas pociones que les devolverían la vitalidad.


    OFF:

    Rol rápido x.x lo siento mucho >.<

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