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Nate Weasley

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Todo lo publicado por Nate Weasley

  1. Saldo anterior 43100 G Ingresos N° de posteos del mes Diciembre 2016: Ganancia por posteos: 0 G ( * 50 G) Ingreso por rating: 1500 G (calificación 3 * 500 G) Total Ingresos --- 1500 G Egresos Impuesto Diciembre 2016: -500 G Impuesto por Inactividad, menos de 5 posteos Diciembre 2016: -500 G Total Egresos --- -1000 G Ingresos Totales Diciembre 2016: 500 G TOTAL en Bóveda: 43600 G
  2. - Tiene que estar j0diéndome - y en efecto, sí lo estaba, dado que segundos después el Weasley abrió espontáneamente los ojos para encontrarse en su habitación de la mansión Weasley. No había sido más que un sueño en la corta siesta que había tomado al volver de trabajar, tal parecía que sus ansias por visitar a Madeleine y revelarle lo que estaba ocurriendo eran más grandes de lo que pensaba, más su ansiedad encontró algo que lo apaciguase en cuanto observó que fue un patronus lo que lo había despertado, dado que su luz blanquecina resplandecía en toda la habitación, obligándolo a entrecerrar los ojos mientras trataba de mirar a los animalillos que hablaban con la voz de la directora del Cuartel de Aurores. Obediente, se vistió rápidamente y, tras tomar su varita y el paquete que tenía que enseñarle a la Stark, Moody o cual demonios fuese su apellido, se aventuró fuera de su casa siguiendo a los quetzales, que terminarían por guiarlo a donde estaba la mujer. Casi como si hubiesen percibido su ansiedad por llegar a destino rápidamente, el patronus dobló en una esquina y luego se metió en el sendero que terminaba en la puerta de una pequeña cabaña. No tenía ni idea de que los Moody tenían otra propiedad además de su imponente castillo en aquella tierra tan fría que Nathan había visitado una vez, más agradeció de sobremanera lo acogedor del clima de Ottery por sobre el que había experimentado aquella vez. - Bueno, ahora sí, aquí vamos. - dijo Nathan, y comenzó a caminar por el sendero hasta llegar a la puerta principal. A diferencia de su sueño, el no estar completamente espabilado lo tenía algo más sereno, más eso no quitaba que siguiese algo molesto por la cantidad de vueltas que Madeleine le había dado al tema. Tocó la puerta con sus nudillos y esperó que lo atendiesen. * - * A lo que uno tiene que recurrir cuando lee roles dormido o_ó
  3. Una parte de sí estaba aliviado porque su compañero parecía haber entendido que la distracción venía de parte suya y, de alguna manera, se había hecho con un coche y ahora estaba valiéndose de él para -- algo peligrosamente -- abrirse paso entre medio de la multitud. La otra parte, sin embargo, estaba severamente preocupado por los incidentes de seguridad que ambos alumnos y la profesora habían causado en aquel festival; la policía londinense tendría un importante festín para comenzar el año y lo más probable era que, para frustración de los oficiales públicos, sus investigaciones no llegarían a absolutamente nada: los tres magos disponían de recursos para escapar de allí indemnes que los muggles no podían ni imaginar. Nathan se preguntaba dónde estaba su profesora mientras contemplaba como Ernest operaba el carro mágico de manera desastrosa, poniendo en peligro la vida de varias decenas de muggles que apenas llegaban a correrse para que el auto no le aplastase los pies. En cuestión de segundos, los pocos oficiales presentes se repartieron entre el telón encendido fuego (del cual Nathan se alejaba cada vez más, como la mayoría de la gente que lo rodeaba) y el auto en el cual iba Ernest. Esperaba que el mago tuviese la sensatez de escapar en cuanto fuese posible o muy probablemente sería arrestado y luego, como cualquier otro mago haría, utilizaría la aparición para zafarse generando aún más problemas. Contrario a lo que esperaba, y casi como si Ernest lo hiciese a propósito, el joven condujo (si eso podía llamarse conducir) hasta donde estaba el Weasley, quien aún vestía como una mujer musulmana, por lo que no tuvo más opción que adentrarse en el coche y cubrirse el rostro mientras Ernest hacía lo posible para manejarse entre la multitud. No obstante, a pesar de que Ernest libraba una batalla campal contra los pedales y que la multitud hacía lo mejor por moverse del camino, finalmente los oficiales de seguridad les alcanzaron y los rodearon a una velocidad asombrosa, sin dejarles otra opción más que detener el coche (lo cual hizo Nathan, algo bruscamente, valiéndose del freno de mano). Nathan casi esperaba que los oficiales los arrastrasen fuera del vehículo, más ellos se vieron interrumpidos por una oficial mujer con traje de camuflaje que se hizo presente entre medio de ellos. Pudo escuchar su voz que junto con sus rasgos faciales la delató como su profesora, quien finalmente había acudido en su rescate al ver cuánto se habían desmadrado las cosas. Echándole una última mirada a su compañero y valiéndose del pañuelo para cubrir la mayor parte de su rostro, salió del coche con las manos en alto y rápidamente comenzó a saltar en una pata mientras la otra se mantenía en el aire semi-flexionada. - Cuánta falta de respeto. La comunidad londinense nunca me había hecho esto. No sé quien es este joven, el me obligó a entrar en su vehículo. Nada de torres ni que se yo que se cuanto, quiero mi abogado ya mismo señora y no me venga con esas cosas del ejército ni que cosa ni nada, soy una ciudadana y como tal demando respeto. - dijo Nathan, tratando de agudizar su voz para recurrir a su falsetto, que simulaba la voz de la mujer.
  4. Saldo anterior 13750 G Ingresos N° de posteos del mes Diciembre 2016: 7 Ganancia por posteos: 350 G (7 * 50 G) Ingreso por rating: 1500 G (calificación 3 * 500 G) Total Ingresos --- 1850 G Egresos Impuesto Diciembre 2016: -500 G Impuesto por Inactividad, menos de 5 posteos Diciembre 2016: -0 G Total Egresos --- -500 G Ingresos Totales Diciembre 2016: 1350 G TOTAL en Bóveda: 15100 G
  5. El fuego lo rodeaba completamente: se encontraba en alguna especie de bosque a juzgar por los pocos árboles que había cerca de él, más pronto ellos perecerían bajo el efecto del anillo de fuego que comenzaba a cercarlo lentamente desde todas direcciones. No estaba del todo seguro de qué tenía que hacer, a pesar de que ese parecía ser el tercer y anteúltimo elemento de la naturaleza que tenía que atravesar para vencer la prueba, más debía decidirse rápidamente dado que en cuestión de segundos el fuego (que avanzaba a una velocidad particularmente rápida) lo alcanzaría y eso significaría el fin de la prueba. Tomó coraje y apuntó con su varita al anillo de fuego sin elegir ninguna dirección en particular y con un simple hechizo las llamas se vieron consumidas momentáneamente: justo el tiempo necesario para que Nathan aprovechase el hueco para escapar del anillo. No obstante, el portal no se lo hizo tan fácil y a manera de represalia trazó un pasillo de fuego que lo siguió a ambos lados a medida que corría, adelantándose un poco incluso de manera que poco a poco iba trazándole el camino a través de un bosque que le resultaba vagamente familiar por la configuración de sus árboles. No fue hasta que el sendero lo llevó a una cabaña en el medio de un claro que entendió donde estaba: los bosques de Albania. Esa era la cabaña donde había sido secuestrado y donde había pasado varios meses en cautiverio más aquello no explicaba verdaderamente cual era su propósito allí. Sin saber que más hacer, entró en la cabaña e inmediatamente se encontró con la habitación en la cual lo habían mantenido cerrado, la cual se encontraba en verdad en el sótano. Fue entonces que entendió cual era el propósito de la prueba en este tercer obstáculo y supo, mientras veía como poco a poco el fuego comenzaba a consumir la cabaña, que debía encontrar todos los detalles de su propia memoria que habían sido modificados; debía reconstruir la versión original del recuerdo tal y como la Arcana le había enseñado. Poco a poco, valiéndose del respaldo original que la Arcana le había enseñado a crear, fue notando los errores en aquella imagen: su habitación en realidad no tenía ventanas y la mayoría de los muebles allí presentes no habían estado en su celda; en una de las paredes debía haber una cañería a la cual habían esposado a Nathan y, por último, el piso no era de madera sino de tierra húmeda con trozos de piedra y ladrillo. Fue en cuanto modificó este último detalle que, en un costado de la habitación, apareció una escalera que lo llevaría al verdadero sótano de la cabaña. Sin dudarlo un segundo, y apurado por el fuego que estaba a punto de alcanzarlo, descendió las escaleras a toda velocidad hasta llegar a un túnel sembrado en total penumbra. En cuanto miró hacia atrás, no había rastro de la escalera ni del fuego que lo había perseguido. Supo entonces que había vencido al tercer elemento y que, al encontrarse en un túnel subterráneo, se encontraba precisamente en el seno del cuarto. Un obstáculo más y sólo quizá, si el portal lo dejaba y la profecía que había escuchado era cierta, se iría a casa.
  6. Saldo anterior 7650 G Ingresos N° de posteos del mes Diciembre 2016: 1 Ganancia por posteos: 50 G (1 * 50 G) Ingreso por rating: 2000 G (calificación 4 * 500 G) Total Ingresos --- 2050 G Egresos Impuesto Diciembre 2016: -500 G Impuesto por Inactividad, menos de 5 posteos Diciembre 2016: -500 G Total Egresos --- -1000 G Ingresos Totales Diciembre 2016: 1050 G TOTAL en Bóveda: 8700 G
  7. El Portal no dejaba de sorprenderlo cada vez que entraba para realizar una prueba; era la primera vez en sus tres oportunidades que las instrucciones le habían llegado de manera tan clara, o para ser más franco era la primera vez que le habían dado instrucciones. De cualquier manera, no estaba del todo seguro sobre que significaba eso de atravesar los cuatro elementos y no le hacía la más mínima gracia, si a los de la naturaleza se refería, tener que atravesar el fuego. Se valía simplemente de la tranquilidad que le otorgaba la certeza de que, independientemente el dolor y el sufrimiento que experimentase, era claramente temporal y no más que un obstáculo diseñado para ponerlo a prueba a él y a su resistencia. Abrió los ojos en cuanto salió del agua, esperando encontrar la playa no muy lejos de él y el océano agitarse a sus pies. No obstante, todo parecía haber cambiado dado que ahora se encontraba en el medio del aire, no había nada a sus pies ni a su alrededor, era como estar en el vacío con la salvedad de que estaba rodeado por un cielo azul con unas cuantas nubes salpicadas por toda su extensión. Lo más extraño de todo no era el paisaje sino el hecho de que Nathan parecía estar levitando, sin un verdadero soporte sobre la tierra ni algo de lo que pendía; su cuerpo simplemente flotaba en el aire burlándose de la gravedad. Deleitado por aquel fenómeno, aprovechó a juguetear un poco y descubrió que, a una velocidad muy lenta, podía moverse y hacer como si nadaba o planeaba en el aire. Algo llamó su atención y volteó la cabeza inmediatamente hacia donde venía el ruido; a lo lejos se avecinaba una enorme tormenta con un paquete de nubes tan denso y oscuro que solo podía tratarse de una tormenta eléctrica. En efecto, en cuestión de segundos y a medida que se acercaba a impresionante velocidad, comenzó a escuchar el ruido de los truenos y observó el resplandor de los rayos en cuanto se proyectaban sobre el cielo. Se mantuvo tranquilo y esperó la tormenta hasta que vio algo que hizo que se le pusieran los pelos de punta: en el medio de la tormenta, no demasiado lejos de él, había una especie de espiral de viento: un tornado, y se acercaba a toda velocidad. - Demonios - vociferó mientras comenzaba a correr, movilizarse o lo que fuese (la falta de gravedad le hacía difícil coordinar sus movimientos y tener completo control sobre sus articulaciones), alejándose lo más posible del tornado. No obstante, su marcha era demasiado lenta y en cuestión de segundos, el tornado estaba a menos de diez metros del Weasley, quien se preguntó que tipo de prueba era aquella mientras trataba de relajarse diciendo que ese era el obstáculo del viento, el segundo de los elementos; si superaba la prueba, solo restarían dos. Segundos después, inexorablemente, el tornado le alcanzó y lo sumió en el medio de su vorágine. Nathan esperaba una serie de sacudidas violentas mientras su cuerpo seguía los espirales del fenómeno climático, más eso nunca pasó. En vez de eso, se encontró en una especie de túnel vertical cuyas paredes estaban compuestas por el mismo tornado que soplaba cada vez más violentamente. Un extremo del túnel consistía en una vorágine más pequeña de un color negro violáceo, mientras que el otro (y mas lejano) se trataba del mismísimo cielo y se hacía cada vez más grande conforme las espirales del tornado se hacían más y más amplias. A cada segundo que pasaba, Nathan se acercaba más y más al extremo negro violáceo que parecía ser un agujero negro. Todavía no entendía bien de que se trataba la prueba, pero estaba seguro de que no quería acabar allí y que, el hacerlo, significaría el fin de la prueba sin obtener la habilidad. Escudriñó la vista y notó que el agujero negro tenía pequeños fragmentos luminosos en su contorno, que a medida que se acercaba los pudo distinguir como sus propios recuerdos. Eran un total de cuatro y oscilaban alrededor del marco junto con la nebulosa, como invitándolo a explorarlos. No estaba seguro de como, pero de alguna manera logró ingresar en uno de los recuerdos, y en cuanto entró todo cobró sentido dado que lo único que veía era fuego a su alrededor.
  8. - Más le vale que me escuche de una vez por todas. Como me salga devuelta con tonterías de una misión y me haga estar más de una hora arriba de una escoba, la mataré. Debería haberme hecho cargo yo mismo del asunto, pero no, yo y mi bocota tuvimos que venir a consultarle la vez pasada y ahora, por si fuera poco, me hace venir al medio de la nada con un frío del demonio para que me salga con una perorata de no haber venido antes. Condenada mujer, no me extraña que viva en un lugar así. - sentenció el Weasley mientras se cruzaba de brazos, intentando cubrir su pecho contra el frío viento que allí hacía lo más posible, y caminaba a través del corto sendero que antecedía el muro de piedra que lo dejaría en la entrada del hogar de los Moody. Días atrás había recorrido aquel mismo sendero con la intención de mostrarle el paquete que, en ese entonces portaba dentro de su túnica, y ahora llevaba en la mochila que colgaba de sus hombros. No había tenido ni oportunidad de referir su motivo de visita que la niña lo sumergió en una inesperada más inolvidable aventura con su madre Catherine y un initié, por lo que había pospuesto por días su inquietud hasta que finalmente recibió el patronus. Era evidente que Madeleine no estaba al tanto de la seriedad del asunto, dado que de saberlo no le habría hecho esperar tanto, más Nathan estaba procurando dejárselo pasar mientras invocaba toda la paciencia del mundo que sabía terminaría necesitando para no mandarla al demonio. Finalmente llegó frente al alto muro de piedra que lo separaba de los interiores del castillo; ya tenía demasiado frío como para esperar que el espíritu o lo que demonios fuese le avisase de su presencia a los habitantes de la mansión, por lo que directamente apoyó su varita contra su garganta, justo a la altura de la laringe, y con un encantamiento vociferador, llamó a la puerta. - ¡Oye, Moody! Rápido, que hace frío y tengo otras cosas que hacer. - desde luego, aquello era mentira: había reservado la tarde para lidiar con aquel asunto, más estaba ansioso y no quería que lo hiciesen esperar.
  9. Nate Weasley

    Libro de los Druidas

    Se había alejado del punto de encuentro con Badru quizá un poco más de lo que resultaría conveniente, más lo que había creído divisar como el codiciado polen de los lirios no era sino lava que se escurría entre las grietas de la montaña. Debía apurarse, dado que el Guerrero Uzza no le tendría tanta paciencia y en cuanto la mayoría de sus compañeros regresasen, el también tendría que hacerlo entre ellos o quedaría excluido. No permitiría que ello pase, por lo que siguió aventurándose entre las piedras, echando una mirada por encima del hombro cada tanto para asegurarse de no tener visitantes indeseados. Finalmente, detrás de una enorme piedra, encontró un profundo crater de casi medio metro en cuyo fondo discurría lava caliente, pero donde también había un lirio de fuego. Sonrió gratamente mientras estiraba su mano para recoger unos cuantos ejemplares del polen y no duró ni veinte segundos que el calor ya le resultó extremadamente sofocante, por lo que le tomó varios intentos reunir lo que juzgó la suficiente cantidad como para satisfacer al Guerrero Uzza. A continuación, se puso de pie y emprendió el camino de regreso hacia el punto de encuentro. Algo debió de haber pasado o debió de haberse perdido en el camino, dado que el sendero por el cual había llegado hasta allí estaba bloqueado por una especie de géiser cuyo vapor era tan caliente que Nathan estaba seguro que sería incapaz de sobrevivirlo. Meditó utilizar el polen recién adquirido para ello, pero no podía permitirse gastarlo y no estaba seguro de si sus conocimientos fuesen suficientes. - ¡Salvaguarda Mágica! - dijo segundos después, tras meditar sus opciones, y sintió como su cuerpo se volvió lo suficientemente intangible como para que, al acercarse y luego atravesar aquel vapor, no sintiese nada más que un leve cosquilleo incompleto. Satisfecho por su desempeño, retomó la marcha y en cuestión de minutos llegó a donde los esperaba Badru.
  10. Su alumno lo estaba impresionando, algo que muy pocos en verdad lograban. No era su facilidad con los hechizos ni su destacable coraje, varios otros magos que habían pasado bajo su tutela habían demostrado las mismas y hasta a veces más habilidades, sino su interés por la disciplina. Un docente siempre era capaz de notar cuando sus alumnos hacían las cosas por obligación o por placer, y le generaba algo de ilusión pensar que finalmente había encontrado un pupilo al cual podría enseñarle más de lo previsto por el plan de la cátedra. Cuando la clase terminase le ofrecería una versión más extendida del aprendizaje, una que implicaría viajes a lo largo del mundo para que el joven conociese especies herbológicas que Inglaterra no podía ni soñar con albergar. - Buen trabajo, sígueme por favor. - Nathan felicitó a su alumno con una sonrisa y un asentimiento, y a continuación enfiló por el túnel que tenía a su derecha. El segundo obstáculo estaba verdaderamente lejos de allí, unos dos o tres kilómetros en dirección a donde se encontraba Sherlyn, más estaba seguro de que encontraría un tema para conversar con Albus en el camino. - Mientras llegamos a nuestro próximo destino, quiero que recapitulemos un poco, ¿qué usos le encuentras tú a las plantas mágicas, o qué usos imaginas que podrían darseles en situaciones particulares? El túnel estaba vagamente iluminado por antorchas de fuego eterno colocadas a una distancia prudente entre sí, él mismo las había instalado el día anterior mientras realizaba los preparativos para la clase y sabía que debía contar veinticinco antorchas hasta llegar a destino. No obstante, entre medio de la plática con su alumno, rápidamente perdió la cuenta y se decantó por versar con el joven sobre el tema que le había preguntado recién, hasta que súbitamente fueron interrumpidos por un ruido que al Weasley le puso los pelos de punta; ese canto era inconfundible, más no podía explicar su presencia y no quería creerle a sus oídos hasta que sus ojos le dijeron lo mismo: a tan solo cinco metros había una enorme planta carnívora que colgaba del techo. - Varita lista, Albus y preparado para lanzar encantamientos seccionadores. - le dijo Nathan seriamente, haciéndole notar que estaban en una situación de peligro inminente. Nathan apuntó a la planta con su varita - ¡Incondriare Máxima! - soltó, utilizando un encantamiento muy antiguo que había aprendido en una travesía sobre las Islas Galápagos; quizá luego tendría oportunidad de enseñárselo a Albus, pero era magia demasiado avanzada por ahora. El efecto fue instantáneo y la planta se retorció severamente para luego quedarse completamente quieta. Nathan le hizo señas al joven para que lo siguiese y lentamente avanzó; en cuanto estuvo más cerca de la planta se hizo a un lado y se puso paralelo a la pared, avanzando lentamente y alejándose lo más posible de la planta por ahora durmiente. De la nada, y por mala suerte, la planta se despertó y abrió sus fauces para enseñarles sus dientes. Más por instinto que por otra cosa, empujó a su alumno al suelo y el saltó hacia un lado. Sin saber que otra cosa hacer, volvió a apuntar a la criatura con su varita. - ¡Reducto! - sentenció definitivamente, y el hechizo impactó sobre la planta haciendo que explote en varios pedazos, matándola definitivamente. Era algo que no le gustaba hacer, pero no le había quedado otra opción. De repente, el techo comenzó a vibrar intensamente y, segundos después se desmoronó sobre ellos, tras lo cual Nathan perdió la conciencia.
  11. - ¿¡Qué QUÉ!? - pegó un grito de tal intensidad que le sorprendió que Ernest no se sobresaltase, pero es que la acusación de Sagitas lo había tomado tan por sorpresa que no dudaba que la expresión en su rostro debía de ser icónica. Por supuesto, siendo que la mujer estaba en frente de un escenario lleno de personas con un micrófono en mano le daba algún tipo de credibilidad, dado que varios hombres de uniforme comenzaron a acercárseles de todos lados a paso rápido, una mano apuntando hacia ellos y la otra sobre su radio portátil que utilizaban para comunicarse entre ellos. - Demonios, demonios, demonios, demonios. Perdona Ernest, ya lo solucionaré. - su compañero lo miró estupefacto, más Nathan utilizó un encantamiento no verbal que le conjuró una zancadilla sobre los tobillos, haciendo que el mago cayese de bruces al suelo. Aprovechó el estrépito que se había causado y que la gente se partía de risa por el pequeño accidente: estaba seguro de que su calificación no había peligrado dado que había hecho un acting, en su opinión muy convincente, de que el mismo lo empujaba y le ponía el pie para que cayese. Sin pensarlo otro segundo, salió pitando por detrás del telón y comenzó a recorrer una serie de pasillos armados con vallas que lo guiaron en dirección a uno de esos camarines portátiles cuya puerta estaba abierta de par en par. No dudo en entrar en uno de ellos y, para su suerte, no había nadie allí. Sabía que no tardarían en encontrarlo, por lo que examinó la habitación en busca de algo que lo ayudase a zafar de la situación. Tranquilamente hubiera podido desaparecerse del lugar y volver a la Mansión Weasley justo a tiempo para festejar con su abuela y su tía, más aquello le valdría un suspenso. Estaba seguro de que, de alguna forma, Sagitas le estaba observando y esperaba no sólo que se saliese de la situación sino también que rescatase a Ernest del embrollo en el que lo había metido. Se colocó una peluca que le asignaba una larga y lacia cabellera morocha, y tomó un largo pañuelo el cual envolvió alrededor del mismo para semejar una mujer de cultura musulmana. - Esto tendrá que bastar - dijo en cuanto se vio al espejo. Ahora únicamente tenía que crear una distracción lo suficientemente poderosa como para liberar a Ernest, y la respuesta llegó a el inmediatamente cuando a través del espejo vio un encendedor sobre una mesa de maquillaje. Lo tomó, instintivamente y sin pensar en las consecuencias, y salió del camarin a paso rápido. Ninguno de los guardias que había cerca le prestó demasiada atención a pesar de que aquella cultura religiosa no era muy popular en Londres, por lo que el Weasley se aventuró nuevamente hacia el escenario y accionó el encendedor sobre el telón, el cual se prendió fuego y comenzó a arder de inmediato. - Vamos Ernest, ¡tu puedes!
  12. Su mano izquierda jugaba nerviosamente con el anillo que segundos atrás se había colocado en el dedo índice de su mano derecha. Estaba a tan solo centímetros del portal de la puerta de la Oclumancia, su nebulosa verde emitía destellos luminosos que por poco no le obligaban a entrecerrar los párpados para disminuir la cantidad de luz que entraba en sus ojos. Yacía allí, al borde de tomar una enorme decisión, balanceándose sobre sus propios pies yendo continuamente desde el talón hasta las puntas de los dedos, manteniendo el equilibrio en todo momento. Nunca antes se había sentido tan preparado para enfrentar una prueba, más nunca antes había enfrentado tantas cavilaciones. ¿Qué le estaba pasando? Decidió cortar el asunto por lo sano, y sin más dudar, se sumergió en el portal. En cuanto abrió los ojos, la Gran Pirámide había desaparecido. Ya no estaba la Arcana allí, quien le había dado invaluables palabras de apoyo, ni el portal. Se encontraba en el medio de una enorme playa que miraba al océano, ambos iluminados por la tenue luz de la luna y las estrellas que se proyectaban desde el oscuro cielo. El ruido del oleaje lo invadió durante unos segundos, y Nathan pensó que no debía de haber mejor lugar que aquel para lograr el tan valioso estado de paz mental que la Oclumancia requería para ser ejercida correctamente. Sin embargo, de la nada y justo a tiempo para refutar su teoría, apareció una esfera de luz amarillenta frente a él. Una fémina voz habló a través de ella, invitándolo a seguirla. Nathan dudó unos segundos, más rápidamente decidió que era lo único que tenía que hacer por el momento y que probablemente el mismo portal encontraría, si no, la forma de que acabase por seguirla. Varita en mano, comenzó a caminar en dirección al mar, sin apartar la vista de la esfera que cada vez más rápidamente lo orientaba al mago hacia las negras masas acuáticas que tenía por delante. Confirmando la peor de sus sospechas, la luz terminó internándose dentro del océano y Nathan no tuvo opción más que convocar un casco-burbuja y sumergirse en aquellas aguas. La luz que su propia varita emitía era tenue comparada con el resplandor de la esfera, que iluminaba cuarenta metros a la redonda, dándole perfecta visibilidad. De a poco la luz lo fue guiando mar adentro, haciendo que Nathan temiese cada vez más por su vida mientras sentía como su cuerpo se enfriaba lentamente a pesar de los intentos de su propia homeostasis y de su tatuaje mágico por mantener una temperatura corporal aceptable para la fisiología humana. Mar adentro nadó, y nadó, y nadó, hasta que quince minutos después la esfera se detuvo súbitamente en el medio del océano. En lo más oscuro de uno de los elementos escucharás nuestro canto, más para encontrar nuestro tesoro no debes sino viajar hasta por los otros hasta llegar al cuarto >> la misma fémina voz, acompañado de un angelical coro, cantó aquel verso una vez. El mensaje tomó sentido inmediatamente para el Weasley, a pesar de que intrínsecamente no comprendía a qué hacía referencia con 'tesoro'. Antes de que pudiese plantearse otro pensamiento, la canción se repitió a un volumen creciente a tal punto que el Weasley terminó tapándose los oídos. Momentos después, ya no era una canción, sino una combinación de griteríos que el Weasley apenas podía resentir. La primera prueba era clara, era casi predecible, más sabía que no era sino una entrada en calor para lo que fuese que el portal le tuviese preparado. Poco a poco fue construyendo la barrera mental necesaria para que aquellos estímulos auditivos no le molestasen: bloqueó toda entrada de sonido para, a continuación, bloqueó toda entrada de pensamiento. Creó una especie de cortafuegos en su memoria de tal efectividad que pasó unos varios minutos en aquel estado. Tardó mucho tiempo en darse cuenta de que el portal le estaba esperando proceder, pero era tal la paz mental que había adquirido que en ese momento, quería quedarse allí para siempre. A sabiendas de que esa no era una opción, y ya con demasiado frío como para aguantar un minuto más allí, apuntó con su varita al cielo. - ¡Ascendio! - gritó, y sintió un sacudón que lo elevó varios metros. Pasaron tan solo unos segundos hasta que finalmente sintió como su cuerpo rompía la superficie del agua.
  13. Nate Weasley

    Libro de los Druidas

    Nathan había juzgado su respuesta como demasiado escueta, lo cual había sido validado por la indiferencia del guerrero hacia la misma. En un momento, había considerado permanecer en silencio, más no quería que aquello fuese confundido con desinterés por la clase, como ya le había ocurrido en ocasiones anteriores. De todas formas, la pregunta que el hombre había hecho era por demás difícil de contestar y dejaba ver que él y el Uzza tenían acercamientos distintos hacia la docencia, dado que el Weasley siempre había sentido que era él mismo el responsable de hacerle conocer a sus alumnos cuales eran sus límites. Después de todo, el autoconocimiento era una virtud no muy fácil de adquirir. Había algo en la personalidad del hombre que a Nathan no dejaba de llamarle la atención, y no estaba seguro de si era el porte o la particular selección de palabras que hacía. Estaba seguro que no era el aire de autosuficiencia con el que se manejaba el Uzza (después de todo, tenía atributos y cualidades suficientes como para utilizarlo), sino que era algo mucho más hondo, algo que hincaba en los límites del temperamento. Había escuchado a base de varios rumores sobre el pasado difícil que aquellos guerreros tenían, por lo que se abstuvo de juzgarlo y, en cambio, se concentró exclusivamente en lo concerniente a la clase. Luego de una breve introducción teórica al polen de los lirios de fuego, sobre los cuales había leído en el Libro de Hechizos antes de acudir a la clase, el guerrero invocó una vara de cristal y con ella zanjó el aire para materializar un portal de aspecto nebuloso que resplandecía gracias a los breves destellos que emitía en toda su extensión. El guerrero los invitó a pasar por él, y al ver que ninguno de sus compañeros tomaba la iniciativa, Nathan se aventuró al frente de la clase y, tras dedicarle una última mirada a Badru, atravesó la nebulosa. Sintió unos cuantos sacudones acompañados de vorágines de viento, y luego... Calor. Más fuerte de lo que nunca lo había experimentado. Su primer instinto, mientras sus compañeros se materializaban a su lado, fue quitarse la túnica que llevaba por encima de sus pantalones de jean y el sweater, guardando ambos en la mochila junto al libro. Luego, se puso de pie y se quedó completamente boquiabierto por lo impresionante del paisaje que lo rodeaba. No tardó demasiado tiempo en comenzar a sudar, más sabía que ni toda el agua del mundo lo salvaría de deshidratarse si no se hacía con ese polen de los lirios de fuego para protegerlo de aquellas temperaturas. En efecto, mientras el Weasley contemplaba el paisaje del volcán (cuyo estado de actividad le daba un poco de miedo), Badru les instruyó que su primera tarea era encontrar el polen de los lirios de fuego. No tenía mucha idea de como lucían, lo único que había visto eran unas cuantas ilustraciones en el Libro de Hechizos y sabía, por base teórica, que eran similares a la lava y fáciles de confundir. Tendría que prestar suma atención, dado que en ese momento no solo estaba en juego que pasase la clase, sino también su propio estado de salud. No bastó decirle más para que Nathan se aventurase por un camino rocoso que descendía cerca del volcán. Era consciente de que a medida que se acercaba al mismo su peligro aumentaba exponencialmente, pero así también lo hacían sus posibilidades de encontrar aquel codiciado polen.
  14. Saldo Anterior: 2050 G Descuento por Donación Realizada en Enero 2016: -2000 G Propietarios Beneficiados: Emmet Haughton Gaunt (propietario) 2000 G Total en Bóveda: 50 G
  15. La sencillez con la que estaba decorado el interior de la Gran Pirámide no le prevenía sentir su imponencia, mucho menos la gran cantidad de energía mágica que irradiaba el portal que de alguna manera, a pesar de su temporal ausencia, siempre estaba presente allí. Lo primero que Nathan vio al entrar en la misma fue a la Arcana en el centro de la habitación, de pies cruzados, levitando a unos centímetros del aire. Su imagen denotaba tal serenidad que Nathan asumió que un estado de tal concentración era extremadamente necesario para establecer comunicaciones mentales con todos sus pupilos. La mujer pareció advertir su presencia, ahorrándole la incomodidad de tener que interrumpirla en aquella aparente meditación, dado que abrió los ojos y con suma gracia aterrizó en el suelo para luego acercarse a él. Nathan sonrió ante el comentario de la mujer, más poco pudo responder debido a los nervios que sentía por lo que se acercaba, en cuestión de segundos nada más la Arcana le haría una pregunta que sólo podría hacerle una vez en la vida, por lo que debía estar extremadamente seguro de su respuesta. - Nathan Weasley, ¿estás preparado para enfrentarte a la prueba de oclumancia? - lo preguntó de manera tan casual, como si estuviese ofreciéndole un café, que parecía como si fuese una decisión sencilla. No lo era. - Sí, quiero tomar la prueba. - dijo firmemente, y quizá por primera vez desde que había tomado su primera habilidad, lo decía en serio. Esta vez se sentía verdaderamente preparado, esta vez confiaba en sus propios recursos. Esta vez, tenía fe en sí mismo.
  16. El infierno se desató alrededor de los dos magos. Fue tal el griterío que lo rodeó espontáneamente que por unos momentos pensó que alguna catástrofe había ocurrido de repente. Sin embargo, rápidamente cayó en la cuenta de lo que verdaderamente había ocurrido: el reloj había marcado las doce, señalando la salida de un año y el comienzo del 2017. Nathan sonrió espontáneamente y, sorprendiéndose a sí mismo, se unió a la muchedumbre y dejó salir un grito de festejo. Ernest le dio una segunda alegría cuando identificó, efectivamente, a Sagitas arriba del escenario. Sus cabellos morados eran bien reconocibles a la distancia, y su cuidadosa selección de vestimentas daba un mensaje oculto que sólo algunos, el Weasley entre ellos, podrían captar. Sin embargo, todavía estaban a unos cincuenta metros de la mujer y, siendo que ella estaba por encima de un escenario sumamente custodiado, no estaba seguro de cómo llegarían a ella. - En efecto que sí, ¡vamos! - le instó Nathan a su compañero, y juntos empezaron a abrirse camino por entre la multitud, diciendo varios 'permisos' y 'disculpa' en el proceso. Cada vez estaban más y más cerca del escenario, y Nathan de tanto en tanto se permitía mirar a su profesora y reírse por su impresionante carisma y capacidad de, improvisadamente, entretenerlo. Estaba seguro, sin embargo, que los muggles (o al menos aquellos que estaban lo suficientemente sobrios) se preguntarían qué quién era esa mujer y quién la había contratado. No sólo era su vestimenta, sino también el humor que Sagitas manejaba, lo que a más de uno le llamaría la atención; los magos eran simplemente demasiado distintos de los muggles como para amalgamarse tan fácilmente. Finalmente llegaron cerca del escenario y, tal y como se lo esperaba, un guardia les cerró el paso y les pidió que mantuviesen la distancia. Nathan sabía que tenían que llegar a su profesora como fuese además de hacerlo sin magia, algo le decía que la mujer contaba con ello, por lo que no le quedó otra opción más que improvisar. - Verá señor, es que esa mujer ahí arriba del escenario no tiene que estar ahí. Es mi hermana, señor, y está sumamente ebria. ¿Me permitiría pasar y bajarla del escenario? Es el año nuevo.. se le ha ido de las manos, la emoción, ya vió usted. El guardia le sonrió unos segundos, más siguió declinandole la entrada. Demonios >> pensó el Weasley, sabiendo que debería recurrir a cosas más radicales. Aprovechó que en ese momento explotaron una serie de fuegos artificiales y se los señaló al guardia, quien se distrajo el tiempo suficiente como para que Nathan se colase por debajo del brazo del hombre y entrase al escenario. Sin darse cuenta, tanto él como Ernest habían terminado en un rincón del mismo frente a la enorme multitud. Lo único positivo que podía rescatar es que estaban a metros de Sagitas. - ¿Y ahora? - le dijo a Ernest, tratando de esconderse de la multitud.
  17. Nate Weasley

    Libro de los Druidas

    Finalmente el momento había llegado. No más intermediarios. No más misterios. Luego de varios meses de la primera vez que había tomado una clase de los Libros de Hechizos, se le permitiría conocer a uno de los Guerreros Uzza, quien sería el que le impartiría la clase en esta ocasión y quien determinaría su valía para la adquisición de los poderes que el libro era capaz de otorgarle. Era incapaz de ocultar la emoción que aquello le generaba, a tal punto que no podía dejar de temblar mientras sostenía la carta que la Universidad le había enviado citándolo para la clase en cuestión. Desde luego, no podía ser ingenuo ni engañarse a sí mismo; el acceder a una clase con un Guerrero Uzza implicaría un criterio de evaluación muchísimo más exigente del que venía manejando hasta ahora. No sabía demasiado sobre las circunstancias que justificaban la estadía de aquellos guerreros en los terrenos de la Universidad; sin embargo, los rumores en la comunidad mágica eran inequívocos y siempre versaban lo mismo: eran personas sumamente exigentes, por lo que sus clases debían ser tomadas con mayor seriedad que una clase normal. Los terrenos de la Universidad lo vieron hacer acto de presencia aquel día, vestido con una túnica azul marino por encima de una ropa lo suficientemente cómoda para el tipo de actividades que involucraban aquellas clases. Llevaba una mochila colgando de sus espaldas, donde tenía el Libro de los Druidas y una bolsa con todos los amuletos y anillos que le venían a juego. De su cuello pendía un colgante con aquellos anillos y amuletos de los libros pasados, los cuales había traído más a manera de precaución que otra cosa. Llegó al punto de encuentro en cuestión de minutos; el Árbol de Fuego ya estaba rodeado de varias personas que supuso serían sus alumnos quienes rodeaban al profesor. Se colocó junto a uno de sus compañeros de la Orden, Niko, a quien saludó con un simple asentimiento y escuchó la pregunta del profesor. Arqueó las cejas, casi involuntariamente, siendo que de alguna manera había esperado que las primeras palabras del hombre hacia ellos fuesen más... extravagantes, por así decirlo. Dedicó una rápida mirada al resto de sus compañeros y distinguió a Mía entre ellos, con quien conectó transitoriamente la mirada y aprovechó para sonreír levemente. El calor era extenuante, más el Weasley se concentró en escuchar las palabras de sus compañeros en respuesta al Guerrero. Las palabras de Niko le parecieron las más elocuentes respecto del resto del grupo. - No tengo demasiadas certezas, pero sí puedo asegurarle que mi punto de inflexión está bastante alto. Siempre y cuando no vaya en contra de mis principios, haré lo que haga falta. - contestó Nathan, en cuanto sintió que fue su turno, mirando fijamente a Badru. Mantuvo una expresión sería aunque lejos de ser soberbia, luego asintió levemente a manera de conclusión.
  18. La altitud de las paredes del laberinto era tal que la sombra que proyectaban las mismas lo cubría completamente; bajo ningún punto de vista sería capaz de escalar por ellas para ver cuál era el camino correcto y, de poder hacerlo, estaba seguro de que existía algún mecanismo mágico que lo expulsaría de la prueba o le daría una lección que jamas olvidaría por hacer trampa. De todas formas, aquello ni siquiera se le pasó por la mente, le encantaba el desafío que suponían los laberintos y eso se notaba en el paso rápido y alegre que mantenía mientras discurría por los distintos callejones, su varita en su mano diestra, esperando la aparición del tercer obstáculo. Tras girar en una esquina notó algo de un color negro azabache que se desprendía del suelo y se enroscaba por las paredes. Incluso a varios metros de distancia lo reconoció como Lazo del Diablo; siendo un experto en la Herbología, el campo de la magia en el cual estaba más versado y del que tanto había investigado a lo largo de todo el mundo, aquello no sería más que un trámite para él. Sin embargo, estaba seguro de que la Arcana sabía sobre sus excelsos conocimientos en aquella disciplina afín a la botánica, por lo que se advirtió a sí mismo que aquello no sería lo único que se encontrase. A medida que se acercó al lazo del diablo, asesoró poco a poco su extensión y el grosor de sus raíces; en efecto se trataba de uno de los ejemplos más peligrosos de la misma, dado que sus raíces eran especialmente gruesas y tenían pequeños puntos morados que indicaban que estaban llenas de veneno. Sucedía, sin embargo, que el Weasley era uno de aquellos catedráticos de la herbología que estaban en contra de atacar a las plantas, por lo cual no consideraba, por el momento, utilizar encantamientos aturdidores o seccionadores contra la misma. Descartó también el uso de cualquier hechizo o poder que hubiese adquirido a través de los Libros de Hechizos de los Guerreros Uzza. Todos en la comunidad mágica conocían de la enemistad entre Arcanos y Uzza, y había sido precisamente eso lo que lo instó a dejar sus amuletos y anillos en casa. - Tendremos que hacerlo a la antigua. - dijo Nathan, y comenzó a avanzar decididamente, hasta que en cuestión de segundos sus pies se vieron envueltos por el lazo del diablo. La única forma de liberarse de sus ramas sin utilizar magia era mostrándole a la planta que no representaba un enemigo; apenas sintió que sus tobillos eran presionados por las garras de aquella planta, se quedó completamente quieto y comenzó a trabajar en lentas y profundas respiraciones. El truco pareció funcionar, dado que al cabo de unos segundos las raíces se hicieron a un lado y terminaron por darle paso. Nathan continuó su camino, esta vez a un paso más rápido, deseoso de llegar al centro del laberinto y enfrentar el portal de una vez por todas. Sin embargo, no había recorrido ni cincuenta metros cuando escuchó el chillido desgarrador que representaba el canto del Fwooper, un sonido que había escuchado por primera vez años atrás en uno de sus viajes por Islandia y que, a pesar de sus múltiples exposiciones aletargadas por diferentes elementos de protección personal, nunca había llegado a tolerar del todo. Se llevó las manos a los oídos, cubriéndolos para protegerse de aquel canto espantoso. Rastreó el fwooper con la vista, tenía un color lima chillón y estaba posado en una de las paredes, unos metros por encima de él. Al cabo de unos segundos, se sumó otro idéntico pero de color rosado y también comenzó a cantar. No había pasado ni un minuto cuando Nathan apreció que había más de diez de aquellas criaturas, todas cantando al unísono, todas luchando por llevarlo a la locura. Nathan no podría destaparse los oídos y sabía que utilizar magia sobre ellos sería inútil, también sabía que si corría, aquellos animalillos lo seguirían. La respuesta era demasiado clara, sabía lo que tenía que hacer, pero era algo que nunca había hecho antes y no estaba seguro de si podía hacerlo. La única forma de librarse de ellos era volverse inmune a los mismos, debía encontrar la forma de bloquear en su mente la entrada de cualquier estímulo auditivo. Lo primero que hizo, para ganarse un poco de tiempo y poder invocar la mayor concentración posible en aquel ruido insoportable, fue reconstruir la muralla que había activado previamente con la neblina en el lago. Aquello le permitió gozar de un estado transitorio de paz mental, en el cual fue capaz de idear una especie de plan que esperaba funcionase contra aquellos pequeños demonios. Cerró los ojos para poder concentrarse y poco a poco fue imaginándose a aquellas criaturas, las fue detallando en su mente hasta que llegó un punto en el cual prácticamente pudo sentir que aquella ave vivía dentro de su cabeza. Era precisamente eso lo que quería lograr, dado que alrededor de esa imagen fue construyendo una muralla tan sólida de recuerdos y pensamientos que obnubilaban el grito de la criatura. Comprobó que su técnica había sido efectiva cuando al destaparse los oídos, podía escuchar el grito de aquellas criaturas pero en una especie de versión minimizada e inocua. El Weasley sonrió pícaramente y salió corriendo del lugar, giró en varias esquinas hasta que finalmente vio, luego de voltear a la derecha en un pasillo excesivamente largo, que la pirámide estaba a tan solo cuarenta metros de él. Indiferente ya de cualquier cosa, Nathan corrió tan rápido como sus piernas se lo permitían en dirección a la Gran Pirámide y, a medida que recortaba la distancia, podía sentir como la emoción y la ansiedad dentro de sí crecían. Había superado obstáculos muy difíciles y, a pesar de los retrocesos y traspiés, se sentía bastante orgulloso de su jornada. Estaba a unos diez metros del final del laberinto cuando, de repente, una garra del Lazo del Diablo apareció de la nada y le tomó el tobillo, haciéndole trastabillar. Ya demasiado ansioso como para poder calmarse, Nathan desenfundó su varita y le apuntó a la rama, para luego conjurar un efectivo Lumos Solem que hizo que la planta se retorciese levemente y soltara su tobillo. Tras ponerse de pie, reanudó su marcha y finalmente, coronando (por ahora) su aventura con un suspiro, salió del laberinto. La entrada a la Gran Pirámide estaba a tan sólo metros de su posición. Dentro de ella le esperaba el portal y, si el dictamen de la Arcana era favorable, el acceso a la prueba. Aprovechó aquella distancia para calmarse, aminoró la marcha y ejercitó su respiración pausada una vez más, asegurándose que su frecuencia cardíaca volviese a los parámetros normales. Estaba demasiado seguro de que ya había terminado con los obstáculos previos al portal, y fue por eso que lo tomó por sorpresa lo que vio a continuación. Arya. Arya con su varita en alto invocando la Marca Tenebrosa. Aquello no podía ser real... y era tan obvio de qué se trataba que hasta le causó gracia. Sin embargo, la imagen no dejaba de ser devastadora para Nathan quien sintió un nudo en su garganta y una arremetida de furia. Apuntó con su varita a quien no mucho tiempo atrás había sido su amada, y tras meditarlo unos segundos, carraspeó para luego decir: - ¡Riddikulus! - el efecto del encantamiento fue inmediato; Arya seguía en la misma posición, pero ahora sostenía un cuchillo y estaba tratando de reventar una piñata de color verde cuya forma asemejaba una serpiente. Habiendo coronado lo que esperaba fuese el último obstáculo, entró en la Gran Pirámide.
  19. Cualquiera se lo pensaría dos veces, o quizá más, antes de lanzarse de lleno a las garras del lazo del diablo. Después de todo, no eran precisamente atractivas físicamente y tenían la reputación de poder asfixiar a las personas en casos extremos donde los magos (o muggles, si tenían la mala fortuna de encontrarse con dicha planta) no eran capaces de relajarse o combatirlas. Sin embargo, Nathan estaba sumamente familiarizado con aquella especie y no dudó un segundo en dejarse caer sobre sus brazos, quienes rápidamente le cedieron el paso en cuanto vieron que éste permanecía indiferente y calmado, sin representar una amenaza para la integridad de la planta. Cayó en posición de cuclillas al túnel subterráneo al cual la planta le daba acceso, justo a tiempo para escuchar como su alumno aterrizaba sobre la planta. Nathan desenfundó su varita y la apuntó hacia la planta, listo para rescatar a su pupilo en caso de que las cosas no saliesen del todo bien, más ello no fue necesario dado que Albus logró relajarse y la planta, una vez más, dio paso al visitante. El muchacho cayó junto a él y el Weasley le tendió la mano, para ayudarlo a ponerse de pie. - Lo has hecho muy bien para ser tu primera vez, Albus. - le felicitó - Por favor, saca tu varita. En caso de que tú o alguien más no pueda relajarse lo suficiente como para que la planta lo libere, puedes recurrir a distintos hechizos que tendrán distinta eficacia y utilidad según la situación. Si buscas atontar a la planta en general deberás utilizar un hechizo conocido como Lumos Solem, ¿lo conoces? - era un hechizo bastante conocido, pero hacía ya tiempo que no se dictaba en la cátedra de Hogwarts por lo cual era posible que el joven no estuviese familiarizado con él - ¡Lumos Solem! Nathan realizó la floritura correspondiente y, tras pronunciar el hechizo, su varita emitió una luz cuya longitud de onda era idéntica a aquella emitida por el sol. La planta emitió un leve chillido y se retorció incómodamente, a tal punto que se abrió un hoyo entre las ramas lo suficientemente grande como para que alguien pase a través de él. Nathan realizó una vez más la floritura necesaria en el aire, la cual quedó marcada sobre una de las paredes del túnel para que Albus la aprendiese. http://i.imgur.com/TNGa4Ns.png "Lumos Solem" - Si buscas cortar alguna de sus ramas, puedes utilizar un encantamiento seccionador como Diffindo - Nathan hizo aparecer el garabato necesario en la pared, y luego apuntó con su varita a una de las ramas de la planta - ¡Diffindo! - el hechizo salió disparado de su varita e impactó contra una de las ramas, la cual se desprendió completamente de su raíz y cayó junto a ellos; se retorció unos segundos y luego se quedó quieta. - No temas hacerle daño a la planta, tienen una capacidad regenerativa impresionante, mira. - le indicó que mirase al punto donde había cortado la rama, donde una nueva ya estaba creciendo http://i.imgur.com/ZrYreGX.png "Diffindo" - Por último, y dejame advertirte que esto sólo debes reservarlo para casos de extrema urgencia, puedes utilizar Incendio para exterminar la planta definitivamente. Pero ten cuidado, el incendiar la planta hará que ésta expida el veneno que tiene en su médula, el cual es volátil y sumamente tóxico, estarás muerto en cuestión de segundos si llegas a olerlo, por lo que debes salir pitando en cuanto la mates. - Por razones obvias, no efectuaremos incendio sobre la planta dado que estoy seguro de que conoces el hechizo. Sin embargo, es tu turno de realizar ambos encantamientos sobre la planta. Ya tienes las florituras necesarias sobre la pared, por lo que sólo recuerda las dos bases para realizar un encantamiento de buena manera: la mano firme y una buena pronunciación. Nathan dio unos pasos hacia atrás y se dedicó a observar a su alumno.
  20. Nathan tenía por defecto una personalidad sumamente analítica; de alguna manera, siempre afrontaba toda situación sobre las bases de un meticuloso escrutinio que le permitía balancear las situaciones que había atravesado. Era un proceso que realizaba de manera casi inconsciente, a tal punto que se encontraba a sí mismo en el medio de aquel proceso que, para serse franco, disfrutaba bastante por lo provechoso que podía ser. Desde luego, en ocasiones podía resultar mentalmente extenuante y hasta inútil, dado que varias de las situaciones que vivenciaba como miembro de la Orden tenían tal cantidad de matices que eran prácticamente imposibles de analizar. La primera prueba lo había desafiado significativamente, más no era nada que él no pudiese tolerar. En cierta forma podía sacar como provechoso el hecho de que aquello había parecía haberlo espabilado de una vez por todas y, a medida que se acercaba al bosque (lo cual hacía a paso lento, regodeándose de los últimos momentos de aquella transitoria paz) tenía la certeza de que el segundo obstáculo no sería sino más difícil y que debía estar preparado para él. Cuando llegó al borde del bosque y se paró sobre un sendero que se insertaba sinuosamente en el, dio un par de respiraciones profundas para luego comenzar a caminar, varita en mano, por el mismo. Las circunstancias ambientales que lo rodeaban cambiaron extravagantemente en cuestión de unos cincuenta metros; los árboles comenzaron a hacerse más tupidos al igual que la vegetación que crecía más cerca del suelo. La luz que se filtraba entre las copas de los árboles era cada vez menos y su derredor se volvía más y más tétrico cuando las sombras se proyectaban por doquier; incluso la coloración de las plantas era distinta a causa de la falta de luz y el reconfortante verde chillón del principio del camino había sido suplantado por uno mucho más oscuro. Momentos después, creyó escuchar el ruido de una rama partirse a sus espaldas. Nathan se volteó instantáneamente al lugar de donde pensó que provenía el ruido, más allí no había nada ni nadie. El ruido se repitió pero en el extremo contrario del sendero y fue seguido por el sonido de las plantas moverse ante el paso de alguien. Más como reflejo que como otra cosa, alzó su varita y comenzó a escudriñar entre las plantas, buscando encontrar al responsable de aquel sonido. Le pareció ver un par de ojos entre las plantas y poco a poco fue acercándose a él... - ¡AYUDAAAAAAAAAAAAAAAAA! - escuchó que alguien gritaba; un grito extrañamente familiar, un grito desgarrador, un grito de súplica... un grito de tortura. Comenzó a correr en dirección al llamado de auxilio a través de las plantas y ramas. El grito se repetía a un ritmo tan constante y orquestrado que, en retrospectiva, a cualquiera le hubiese llamado la atención, más Nathan estaba demasiado preocupado en salvar a quien estuviese en problemas como para detenerse a pensar en ello. De un momento a otro, un grito idéntico se repitió en el extremo opuesto del bosque. Nathan cambió de dirección y comenzó a correr hacia el nuevo grito, extrañado por el repentino cambio de posición. De repente, el grito comenzó a repetirse desde varios lugares en simultáneo y en ese momento le quedó claro como el agua lo que estaba pasando; esa era la segunda prueba, la Arcana estaba recurriendo a los gritos de tortura que había escuchado en sus períodos que pasaba como prisionero en Nurmengard. Perplejo por la crueldad del recurso que había utilizado la mujer, se quedó quieto en su lugar y se concentró fuertemente en bloquear el influjo de pensamientos que la Arcana estaba creando. Decidió, además, utilizar el primero de los recursos que la arcana le había enseñado cuando llegó a la clase. A medida que volvía al sendero que estaba transitando anteriormente, se cerró él mismo en su mente y comenzó a revisitar uno por uno los recuerdos que tenía de sus estadías en Nurmengard a sabiendas de que la encontraría en uno de ellos. No la encontró en los primeros, más estaba por el sexto cuando le llamó la atención algo que había en la esquina de su celda. Dentro de su mente, se puso de pie y se acercó a dicha esquina, donde la luz de la luna se proyectaba sobre el rostro de la Arcana. La había encontrado, y ahora la haría irse. - Vete. - le dijo el Weasley, quien se concentró en expulsarla de su mente. La mujer lo miró seriamente, más al cabo de unos segundos desapareció. Nathan retornó a su sendero y comenzó a caminar por él a un paso mucho más rápido que el que había utilizado en un principio. Llegó un punto que directamente estaba corriendo, más su mente no estaba concentrado en ello sino en bloquear la entrada de la Arcana a su memoria, lo cual pareció haber logrado dado que cuando cayó de bruces al suelo por haberse tropezado con una rama, observó que ahora se encontraba en el laberinto que lo conduciría a la Gran Pirámide. Se puso de pie y se sacudió la tierra de sus rodillas para luego comenzar a caminar a través del laberinto. Sólo le quedaba un obstáculo más. Un obstáculo más y podría acceder a la prueba.
  21. Nathan tenía por costumbre hacer aquella pregunta a todos sus alumnos en cada una de sus clases de Herbología. Quizá lo hacía a modo de tradición o quizá más bien porque verdaderamente le interesaba lo que ellos tuviesen para decir al respecto; había realizado muchísima investigación al respecto y los resultados eran inconclusos, por lo que se había decantado por contentarse con saber a grandes rasgos que pensaba la comunidad mágica en general. No dejaba de sorprenderse, sin embargo, de la variedad de respuestas que terminaban por ofrecerle sus pupilos. - Es verdaderamente muy interesante eso que comentas, Albus. No he tenido muchos alumnos que han sido capaces de emitir una respuesta tan elocuente como la tuya, te felicito por ello. - el Weasley consideraba que se merecía tal reconocimiento. Tomó una leve pausa antes de responder su última pregunta, observando el terreno que lo observaba y notando que estaban cada vez más cerca de la primera prueba. El sendero de tierra se hacía cada vez más angosto y en cuestión de metros desapareció todo rastro de tierra, siendo remplazado por únicamente césped. Las raíces de los árboles se hacían cada vez más gruesas y la vegetación que los rodeaba se volvía más y más tupida, estaban a tan solo unos veinte metros del primer obstáculo y Nathan no podía dejar de sentirse ansioso al respecto. Esperaba que su alumno disfrutase de la experiencia tanto como él lo esperaba. - Verás, a lo largo de la historia han existido dos grandes teorías al respecto. Por un lado, están aquellos quienes piensan que la magia estuvo primero y que las plantas mágicas no son sino un resultado de la experimentación de algunos magos con plantas muggles y distintos sucesos evolutivos. Por otro lado, hay quienes aseguran que las plantas mágicas son la fuente de todo poder mágico y que son estas quienes nos confirieron, de alguna forma que todavía no logran elucidar, los poderes mágicos a nosotros. Si me preguntas, la primera teoría tiene más opción, pero no deberías descartar la segunda tan fácilmente. Tienen algunos buenos argumentos que, si te interesa, puedo recomendarte libros para que leas. Esperaba que su alumno en verdad estuviese interesado en el tema, más ya habría tiempo de discutirlo dado que, de momento, habían llegado al lugar de la primera prueba. Un pequeño claro los había recibido, pero con la pequeña particularidad de que estaba casi completamente ocupado por lazo del diablo, cuyas tentáculas de color negro azabache se movían vigorosamente y se entrelazaban entre sí. - Bueno, Albus. Así como existen teorías para ello, existen teorías para otras cosas. Soy de esos docentes que piensa que no sólo debes ser capaz de controlar las plantas mágicas con magia, sino también sin ella. Para esta primera prueba, quiero que te zambullas en las garras de este lazo del diablo y aprendas a relajarte. En cuanto lo hagas, el lazo del diablo dejará de verte como presa y te dejará pasar a la segunda prueba, a la cual accederemos por un túnel que está debajo de estas ramas. Tienes prohibido utilizar tu varita o cualquier otro tipo de habilidad mágica, simplemente tienes que relajarte. Si las cosas se ponen feas, yo estaré para rescatarte. Habiendo dicho esto, el Weasley se zambulló y se dejó caer sobre las ramas del lazo del diablo. @@Albus Severus Black
  22. No había señal de su profesora por ningún lado y estaba comenzando a preguntarse si no sería mejor irse a su casa y probar el mes siguiente cuando las circunstancias fuesen distintas y le fuese más fácil encontrar a su profesora. No. Nathan no era ningún cobarde y no dejaría que un desafío como aquel lo viese darse por vencido. Sabía que alguien más debía de estar buscándolo tanto a él como a Sagitas, más si bien el nombre de su compañero le había sonado cuando lo leyó en la lechuza, no podía decir que conocía a Ernest. Ni siquiera sabía como lucía físicamente como para acercársele en caso de encontrarselo. Meditó por unos segundos utilizar la Legilimancia para encontrar a su compañero y profesora, pero no estaba seguro de poder soportar todo el influjo de pensamientos que le vendría como consecuencia de la gran multitud que lo rodeaba. Todavía no dominaba aquella habilidad con destreza y temía meterse en aprietos o desconcentrarse demasiado, por lo que se limitó a seguir escudriñando la multitud. De un segundo a otro, se le ocurrió la idea de que quizá los otros dos también estaban buscándolo a él y que si se quedaba en un solo lugar, eventualmente lo encontrarían. Se hizo a un lado y se apoyó contra la baranda de piedra del puente que daba lugar al palacio. Pasaron unos cuantos minutos durante los cuales se limitó a contemplar el paisaje mientras intercaladamente buscaba en la multitud... a Sagitas sí la conocía, a ella si podría reconocerla. Le pareció oír su nombre entre el griterío pero estaba seguro de que sus oídos le habían engañado. Segundos después, lo escuchó devuelta y vio entre la multitud a un muchacho que repetía su nombre y el de Sagitas sin parar. Lo había encontrado: Ernest. - ¡Oye, Ernest! Por aquí, soy Nathan - le llamó, haciéndole señas para que se le acercase - Uno menos, ahora sólo debemos encontrar a Sagitas. @@Ernest Macnair Wilfred
  23. Era moneda corriente pensar que la práctica hacía al maestro, o que al menos exponía a las personas a determinadas situaciones para que de alguna manera se sintiesen más cómodos al respecto. En gran parte, estaba de acuerdo con ese dicho y era un fiel ejemplo de él en algunos campos de la magia. Sin embargo, no importaba que esta fuese la tercera vez que enfrentase una prueba de la habilidad, no importaba que ya hubiese atravesado el portal dos veces, no importaba que ya había completado satisfactoriamente dos pruebas. No, de alguna manera, aquellas pruebas siempre lograban ponerle los pelos de punta como si de la primera vez se tratase. Independientemente de ello, Nathan no era ningún cobarde y jamás se permitiría perderse aquella oportunidad sin importar cuanta ansiedad le generase. Dicho y hecho, hizo acto de presencia a orillas del lago, el lugar donde habían sido citados para comenzar la prueba; había tomado la quizá inútil precaución de descansar y desayunar bien antes de la prueba dado que, si de algo estaba seguro y si había algo que tenía por certeza, era que su propia mente sería quien fuese desafiada. Ciertamente podría llegar a recurrir a usar su varita y otras habilidades mágicas, pero la Oclumancia era una ciencia, o quizá un arte, que se caracterizaba por el uso de los recursos mentales. No hizo más que asentir a las instrucciones de la Arcana; no creyó que hiciese falta hablar dado que estaba seguro de que la mujer estaba leyendo todos y cada uno de sus pensamientos en aquel momento. Escudriñó con la mirada a otro de sus compañeros, el cual había llegado antes que él y que ya se había montado en su balsa y comenzado a remar para el momento en que Nathan se paró junto a su propia barca; la distancia que el mago había cubierto no era la suficiente como para que el Weasley fuese incapaz de distinguir quien iba a bordo de ella más no ocultó la mueca de disgusto por ver que se trataba de su ex-compañero de bando y escritor de El Profeta, quien en las últimas semanas había escrito una nota periodística que no hacía más que poner en jaque la estabilidad de la guerra mágica. Para controlar sus ganas de arrojarle un maleficio y a sabiendas de que aquellos pensamientos negativos no harían más que desconcentrarlo, se subió a la barca y se colocó en posición. Meditó por unos segundos utilizar la magia para asegurarse de llegar al otro lado lo más rápido posible, pero necesitaba algo con que entretener su mente si quería dejar los pensamientos sobre su ex-compañero a un lado; necesitaba algo con que despejarse. Acto seguido, tomó los remos que descansaban dentro del bote y los colocó en su posición para luego comenzar a remar. En un principio le costó encontrar el ritmo y la intensidad necesaria para que el bote se moviese directamente hacia el otro lado del lago, más en cuestión de momentos ya parecía haberle agarrado la mano a la técnica. A medida que avanzaba a través del lecho acuático, se iba acercando cada vez más a una especie de neblina que descansaba por encima del agua. En cuestión de segundos ya se encontraba inmerso en ella, y hubo algo sumamente sencillo pero igual de esclarecedor que le llamó la atención: a diferencia de cualquier otra neblina común y corriente, esta no parecía afectar su visibilidad, lo cual sólo dejaba lugar a que fuese una barrera mágica, una prueba, una primera evaluación para comprobar su valía. En el mismísimo momento en que aquella realización cruzó sus pensamientos, su mente pareció llenarse de una enorme cantidad de pensamientos burdos, insignificantes y etéreos que lo sacaron de sí por unos momentos. Dejó de remar y la balsa quedó estática en medio del agua. Debía salir de allí, pero no podía concentrarse en remar de manera suficientemente coordinada como para que la balsa, y por ende él, llegase sana y salva al otro lado. Cerró momentáneamente los ojos y recordó todos y cada uno de los consejos que la Arcana le habían enseñado, se permitió que su mente se viese apabullada por unos segundos más y, de repente, comenzó a constituir los escudos que mantenían a aquellos pensamientos fuera. Uno a uno, los fue dejando pasar y obligándolos a salir de su mente, cerrando figurativamente a su vez las compuertas por los que habían venido. En cuestión de segundos logró aislar completamente su aparato psíquico hasta que solamente le quedó la certeza de quien era y qué estaba haciendo. De a poco fue reconstituyendo sistemáticamente su realidad y, al poco tiempo, reanudó la actividad de remar mientras se concentraba con casi todas sus fuerzas en mantener aquellos pensamientos inútiles fuera. Poco a poco la barca fue avanzando a través del agua mientras Nathan hacía su mejor esfuerzo por concentrarse en aquella actividad hasta que, finalmente, la balsa tocó tierra firme y supo que había llegado al otro lado. Mantuvo los ojos cerrados por unos segundos hasta que finalmente se puso de pie y salió de la balsa; ya estaba en la isla, estaba cada vez más cerca de la Gran Pirámide, cada vez más cerca de la prueba. No había rastros de Ishaya por allí, más agradeció su ausencia dado que le permitió recobrar la compostura unos segundos. Una vez más, lo único que tenía por cierto era que seguiría siendo evaluado y puesto a prueba, las jugarretas y trucos dispuestos por la Arcana no habían hecho más que comenzar y Nathan necesitaría poner todo de sí para llegar a la Gran Pirámide y enfrentarse a cualquier cosa que lo esperase allí. Tras haberse recuperado, comenzó a andar con varita en mano en dirección al bosque mientras se preguntaba qué tipo de obstáculo lo estaría esperando allí.
  24. Vengo a inscribirme, al fin! o/ Nick: Nathan A. Weasley ID: 106737 Libro de Hechizos: Libro del Druida Justificante de compra del Libro: Link Rango Social: Órden de la Cruz Dorada Nivel de Magia: XXVI Fecha aproximada de salida de la Academia (versión anterior): Agosto 2010 Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/topic/84203-boveda-de-nathan-a-weasley/ Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/topic/84160-ficha-de-nathan-weasley/ Eso es todo, espero confirmación xD
  25. - ¡Amo Nathan! ¿Ha perdido usted la chaveta? Emm... lo siento, no quise faltarle el respeto, pero es que.. ¡así parece! Su abuela lo matará, ¿cómo es eso de que pasará el año nuevo en otro lado que no sea con su familia? Sabe lo importantes que son estas cosas para su abuela... lo siento, pero me veo obligado a preguntárselo una vez más - el agudo tono de voz de su elfo doméstico le estaba poniendo los pelos de punta. - No, Toño. No he perdido la chaveta ni nada por el estilo, simplemente tengo que cumplir con ciertas... - ¿obligaciones? ¿En verdad podía darse el tupé de llamarlas así siendo que él mismo y por propia voluntad se había apuntado a la clase que estaba a punto de tomar? - ciertas cosas. Tú no te preocupes, Mynerva estará bien. De cualquier manera, estará Lisa aquí para mantener las cosas en orden por si algo llega a salir mal en mi ausencia; no te preocupes, volveré en la mañana. Aquello pareció dar el asunto por zanjado, siendo que el elfo se marchó rechistando por las escaleras, una costumbre que de alguna manera había adquirido con el pasar de los años. No es que al Weasley le molestase; al contrario, en cierta forma le gustaba que el elfo desarrollase su mal genio, pero ciertamente le llamaba la atención. Nathan bufó mientras se sentaba en el borde de su cama y tomaba en sus manos una vez más la carta que su profesora le había hecho llegar; las instrucciones eran por demás particulares más eran tan sucintas que resultaría muy difícil no entenderlas. No estaba seguro de que utilizaban los muggles estos días, por lo que simplemente se decantó por un atuendo lo suficientemente común como para que pasase totalmente desapercibido. Había elegido unos pantalones de vestir negros con una camisa blanca y un suéter de color azul oscuro. El clima londinense le obligaría a protegerse contra el frío invernal, por lo que añadió un sobretodo color azabache por encima de su atuendo y, dejando atrás su varita, algo que le costó demasiado hacer siendo que no podía recordar la última vez que había tenido necesidad de hacerlo, desapareció de su habitación. **** Su figura se rematerializó en el callejón trasero de una tienda que estaba muy cerca del Palacio de Westminster. Tras asentarse propiamente y asegurarse que no había nadie en el callejón que le daría paso a la calle principal, echó a andar por el mismo hasta que finalmente llegó al puente que lo separaba del palacio. - Esto tiene que ser una broma. - dijo mientras echaba a andar por el puente, en dirección a la torre del reloj. ¿Cómo se suponía que encontraría a su profesora allí? Las instrucciones, sin embargo, eran por demás claras: nadie podía saber que él era un mago. A su derredor había cientos de muggles contando los segundos para que el año nuevo llegase, la gran mayoría con sus teléfonos móviles, dispositivos que el Weasley nunca llegó a entender, en mano filmando distintas cosas, todos a la misma vez. Otros, mientras tanto, charlaban con sus parejas o familias mientras disfrutaban de una bebida. Estaba a tan solo metros de la torre del reloj, pero la verdad era que le estaba impacientando un poco tanta gente.

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