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Zeth Black Lestrange

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Mensajes publicados por Zeth Black Lestrange

  1. ...

     

     

    Tres aromas distintos se mezclaban entre las brumas de mi pesadilla. El olor a uvas fermentadas, aún danzaba a mí alrededor, mientras, el recuerdo de las botellas de whiskey, parecían haber vaciado su contenido bajo mis sienes. Maderas y cortezas húmedas, y el inconfundible olor a sangre humana. Lentamente, empezaba a estructurar mi postura, levantando mi cuerpo del charco disuelto de alcoholes. Para cuando el agua de la ducha se había llevado el recuerdo de otra noche de copas —dejando únicamente las punzadas del licor remetiendo desde adentro de mi cráneo—, mis ojos ya se fijaban en las letras entintadas de la carta emitida desde la Academia de Magia.

     

    Horas después, me hallaba aminando a través de los pasillos abovedados de los jardines exteriores de la institución mágica.

     

    Mis translucidas orbes reptaban sobre los detalles que enmarcaban el sendero que seguía; entre columnas de piedra y techos altos, me dirigía hacia el ala donde se desarrollaban las clases de conocimientos especiales. Envuelto en una gabardina de piel, mis manos se adentraban en los bolsillos del jean, donde un medallón labrado y un par de monedas tintineaban en cada paso. Bajo uno de los bolsillos internos de mi largo saco, se camuflaba mi varita de Vid, y en otro compartimiento, un vuela pluma y varios trozos de pergamino encerrados en un portaplanos. Mis lánguidos dedos, arreaban los mechones azabaches que surcaban sobre mi faz, arrastrándolos entre el tacto de las yemas y mi cabeza martilleando.

     

    Los rayos de luz, atravesaban las hojas de los arboles, cayendo como agujas incineradas sobre mi gélida piel, arañando cálidamente los ángulos afilados de mi severa faz que, enmarcaban la mirada inconmovible con la que atisbaba una sólida puerta labrada. Envuelto en tinieblas, y con una sonrisa irónica, empujé con precisión la lámina de madera, adentrándome hacia un salón de carácter cíclico, de paredes sinuosas. La iluminación que radiaba la habitación, se introducía a través de los ventanales ubicados estratégicamente para aprovechar la luz natural, en contraste al suelo encantado donde diversas galaxias y estrellas se trasladaban por el universo. <<Interesante encantamiento>>.

     

    Analizando los detalles del entorno, volví mi atención hacia las sombras de un mago que yacía al frente de una pizarra de extensión negra, donde mi nombre se encontraba grabado. El hechicero se hallaba próximo a un monumental escritorio, destacándose entre las columnas de pupitres. Enarcando una ceja ante la poca audiencia para la catedra, inhalé hondamente quitando las manos de los bolsillos, con intenciones de ubicarme en uno de los pupitres de la segunda fila. Raspando levemente la garganta, mantuve mis facciones endurecidas, afilando mis orbitas plateadas, saboreando el semblante familiar del docente, pues no era difícil olvidar el rostro del líder del bando al que le debes fidelidad.

     

    —Buenos días. — saludé movimiento levemente mi cabeza hacia un costado, en un intento de controlar un semblante sardónico.

     

    Posteriormente, el Haughton respondió a mi saludo, agregando rápidamente un escueto argumento sobre el curso afín. Entre tanto, esquivaba las mesas desordenadas, hasta llegar al ejemplar más cercano a una ventana; de la que no dude en aprovechar unos segundos de las visuales que proporcionaba. Cayendo en mí asiento de manera relajada, escuchaba con atención la pregunta del mortífago, manteniéndome en silencio mientras llevaba mí surda hacia superficie lisa del pupitre y colgaba el codo de mi otro brazo en el respaldo de mi silla, enfocando mi visión en un punto en particular, entre una partícula de polvo y el ojo derecho del exponente.

     

    —mi nombre es Zeth Black Lestrange. Trabajo en el área de sicología en el hospital de San Mungo, y cuento con un par de locales en Diagón— expliqué haciendo una pausa, para continuar con la pregunta sugerida.

     

    —Las leyes mágicas, son preceptos dictados por una autoridad, o una asamblea de autoridades, en nuestra sociedad mágica, el Wizengamot . Creadas y aprobadas con la misión de regir a los magos y brujas con un Orden en particular— hice una pausa —dichas leyes se realizan en función de dictar los mandatos para los gobernados. Normas donde se mandan o prohíben algo en referencia a la paz y justicia de toda una comunidad; estas leyes contienen además las disposiciones por las que los usuarios mágicos, poseerán ciertos derechos y obligaciones que respetar frente al Ministerio.

     

    —me dio la gana de estudiar Leyes Mágicas, porque quiero ser capaz de poder desenvolverme correctamente en las jurisdicciones legales del ministerio. Además, tengo aspiraciones ligadas específicamente con departamentos que manejan frecuentemente los decálogos de la ley. — concluí descendiendo el brazo que colgada de la espalda de mi silla, apoyando el peso de mi altivo porte en la misma.

     

     

     

    Buenas noches, espero que no sea tarde, mi internet ha estado con muy mala conexión. y aqui aún es siete :D jaja

     

    Bueno, no sé si me conozcas off-roll, asi que me presentaré. Me llamo Daniel y soy de Perú, tengo 21 años y estudio actualmente arquitectura. uhmmm qué más... qué más.. me gusta el género post-apocalyptico y apocalyptico. soy adicto a los videojuegos y las historietas. Y espero que esto sea suficiente. Me agrada mucho que seas mi profesor, porque creo que es la excusa perfecta para conocer al lider de la Marca.

     

    Nos estamos leyendo. gracias totales!

     

  2.  

    Rol con Kass

     

     

    Después de observar los dulces que la castaña me ofrecía, extendí mi brazo hasta coger la aza del café de la Weasley, llevándolo con precisión hasta mis labios, para absorber el líquido tibio. Sellando mi boca con una sonrisa desafiante. —Nada mal— comenté después llevando mis brazos bajo mi cabeza, abrazando mis antebrazos para alargar mi actitud relajada. —gracias. Otro café no estaría mal, pero que sea un irlandés. —Estiré las sombras de sonrisa hacia la derecha —sin alcohol no tiene chiste.

     

    Con la oración de la hechicera aun en la mente, reflexioné. —se han extrañar las trillizas —pausé— nada mal tu trabajo. Se nota que, te mantendrás, con vida.

    Enarcando una ceja mientras contenía un gesto de sarcasmo entre mis labios, esquivé unos segundos el semblante de la joven para centrarme en los números de un mágico reloj empotrado en la pared. Inspiré profundamente y torcí levemente la nuca para apoyar el peso de mi porte en el espaldar acolchado de la silla. Observando momentáneamente la superficie aparentemente compactada y sin poros del techo, entre tanto, la joven Black Lestrange desenvainaba un folder con una nueva plantilla.

     

    —Libremente por donde quiera— murmuré con sarcasmo cogiendo el papiro —el concepto de “libre” es muy amplio— mascullé con diversión graficando los datos sobre el pergamino. —no todos los días tengo que pedir un especial Permiso Para realizar mi boda fuera del país— confesé con una afilada sonrisa. —y necesito que me ayudes con eso.

     

    Ministerio de Magia

    Departamento de Cooperación Mágica Internacional

    Organismo Internacional de Normas de Instrucción Mágica y Oficina Internacional de Ley Mágica

     

     

    Plantilla para Pasaporte

     

     

     

    Nombre:Zeth Black Lestrange

    Edad: 108 años.

    Sexo: masculino.

    País de origen: Italia.

    Ficha de personaje:Ficha

     

     

    Entregándole el pergamino, perfilé mi porte dejando caer la palma de mi diestra sobre la extensión de su escritorio, tamborileando segundos después, la marcha nupcial.

     

     

    OFF ROLL:

     

    Lo sé, me registré con la nacional japonesa y ahora he "errado" en el dato. lo que pasa es que ya no quiero hacer a Zeth japonés, sino italiano. ¿los motivos? que la madre de Zeth ha roleado que él nació en Italia, y quiero respetar ese detalle. Además de que le daré un ligero giro a la historia de mi personaje.

     

    Por si acaso, dejo el registro nuevamente, con el dato corregido:

     

    Ministerio de Magia

    Departamento de Cooperación Mágica Internacional

    Confederación Internacional de Magos, Sede Británica

     

    Ficha de registro de Brujas y Magos inmigrantes

     

     

    Nombre: Zeth Black Lestrange

    Ficha: Ficha

    Nacionalidad: Italiano.

    Motivo de inmigración: motivos familiares.

    Situación actual en Gran Bretaña: residente.

  3. ...

     

    Guarda que nos hemos llenado de hijas! jajaja habrá que eliminar a algunas (? es broma -.-

     

    muy buenas tardes familia, vengo para ver lo del asunto de las adopciones, solo para ver quienes son mis nuevas adquisisiones hijas. y si, Litah ya eres abuela, pero hace rato.. xDD! asi que Navidad será epoca de gastos y mas gastos x.x

     

    Jock, ya que estas generoso, yo tambien quiero un zorrito :D

     

    sin mas, me quito. gracias totales!

  4.  

     

     

    Observando a la Weasley, desempeñándose en su habitad de trabajo, torcí las cejas reprimiendo la risa. La taza de café marcando un círculo en la superficie de su escritorio antiguo y las docenas de carpetas que se apilaban desequilibradamente a un extremo. Definitivamente, era su área de trabajo. Subiendo los brazos sobre mi nuca, en una postura maleable y relajada —sí. Tampoco yo lo creo. — vociferé cogiendo la taza humeante de la Weasley, bebiendo el líquido caliente. —he estado aburrido. Hace mucho que no converso con las trillizas, y tu ya no te pasas a visitarme— agregué mientras cogía la pluma y la tinta.

     

    —Me quedo sin personas a quienes fastidiar— confesé sardónicamente, arrastrando un extremo de la sonrisa hacia un costado.

     

    Mientras graficaba las respuestas en el formulario del pergamino, esforzaba los pensamientos con el fin de recordar el país en el que nací. Las imágenes de los arboles de zakura, la arquitectura militar y la cultura de su gente. Las ciudades de noche, Tokio y el silencio de las madrugadas. Entrecerrando los ojos, me pareció sentir la temperatura de la brisa de la nación ponja, junto al olor del aderezo de sho-yu sobre el korokke, croquetas de pescado. El sabor de las ciruelas en el kakigori, y la variedad de wagashi con los que había crecido. Inhalando profundamente, materialicé el siguiente vuelo que tomaría hacia Tokio.

     

    Entregándole el pergamino a la castaña, le pregunté enarcando las cejas: —y dime polilla, ¿tú, cómo has estado?

     

     

    Ministerio de Magia

    Departamento de Cooperación Mágica Internacional

    Confederación Internacional de Magos, Sede Británica

     

    Ficha de registro de Brujas y Magos inmigrantes

     

     

    Nombre: Zeth Black Lestrange

    Ficha: Ficha de Zeth Black Lestrange

    Nacionalidad: Japonesa

    Motivo de inmigración: motivos familiares.

    Situación actual en Gran Bretaña: residente.

     

     

    —no se te ocurra preguntar, el motivo de mi inmigración. Lo cual es, bastante obvio. ¿Qué más tengo que llenar?

  5. zzZZZzzz... buenas noches gente x.x

     

    Bienvenida nuevamente a la Familia Danna. esperemos que esta vez tu estadia sea mas larga, aqui estamos tus amigos, tu familia, asi que mas te vale no irte de nuevo o te desheredo y te niego como hija mia B)

     

    en fin, portate bien y por si no quedó claro, te acepto, te aceptamos Mia y yo, como nuestra hija.

     

    nuevamente, bienvenida.

     

     

    .....

     

     

     

    May, si aún quieres a alguien para adoptarte, si gustas puedo hacerlo yo.

  6.  

     

    Los segundos transcurrían y la mujer que atendía la recepción, continuaba deliberando con sus pensamientos sin quitar la mirada de mi porte. Durante varios segundos pensé errar ante mi entendimiento, y negar lo que los labios arrugados de la fémina exponían. Enarcando una ceja, e injuriando mentalmente el encontrarme en aquella sala, desvié mi afilada vista aguardando a que la esquib se dignara a ofrecerme el formulario que le exigí. Sin embargo, una nueva presencia en el salón, empezaba a desatar los metódicos tratos que dábamos en las cárceles de Nurmengard. Dirigiendo mis mordaces orbes hacia la hechicera que se había aglomerado a la longeva recepcionista, presioné una ceja para evitar enarcarla, manteniendo un semblante gélido y endurecido.

     

    Mi vista atisbaba afiladamente a la fémina, mientras, volvía mi atención hacia la maniática recepcionista, tratando de ignorar como la Potter intentaba analizar mis gestos, ¿Por qué me suceden estas cosas a mi? Me dije mentalmente, deslizando mis translucidas orbes hacia la superficie de la puerta de la directora. Las sombras se habían agrupado bajo mis ojos, y el color níveo de mi piel acentuaba mi punzante visión. Al instante de sentir su tacto sobre mi brazo, mi postura se endureció aun mas, girando rápidamente mi semblante hacia la bruja —no, me toques— vociferé con voz modulada pero seria.

     

    La definición y el contexto del que me estaba embadurnando durante mi estadía en la planta, empezaba a evaporar mi sentido de tolerancia. No contaba con el tiempo necesario para perder el tiempo, charloteando con educadas damas que buscaban un interés común. Inhalando profundamente percibía como otra mujer se adentraba en el salón. Maldiciendo mi mala suerte, y la razón instintiva que nunca antes me había traído hasta ese departamento del ministerio, me giré hacia la mujer de avanzada edad esbozando una sardónica sonrisa, tragándome la explicación lógica de la situación.

     

    Inmediatamente, cuando mi mano se presionó contra el bolsillo que guardaba mi varita y mis ojos se plantaron en la fragilidad del cuello de la mujer de cabellos canosos, un sentimiento retorcido y oscuro se deslizó en mis pensamientos. Posteriormente la imagen del cuerpo joven mutilado de la Potter, y el charco de hemoglobina que se deslizaban desde los torrentes sanguíneos desagarrados de la ultima bruja; atrajeron las sombras de una sonrisa toxica.

    —Necesito la autorización de un permiso, de la directora.— dije cogiendo una planilla vacía que descansaba sobre su escritorio. Redactando las respuestas, le entregué el formulario. —es urgente.

     

    Reserva del subforo de celebraciones

     

     

    • Celebración: [X] Boda [] Jubilación [] Bautizo [] Otros:
    • Interesados: Mía Black Lestrange & Zeth Black Lestrange
    • Fecha deseada: 22 de marzo al 05 de abril del 2013.
    • Duración de la celebración: 15 días.
    • Lugar de emplazamiento: París, Francia.
    • Topics: 6
    • Header personalizado (1060x180): [X]Sí [] No
    • Servicios de seguridad* dará derecho a que no se asalte la boda o se hagan redadas : [X]Sí [] No
    • Cobertura de El Profeta (a elegir cuantas quieran): [X]Invitación [X]Artícul0 [X]Entrevista []Ninguna
    • Servicios de departamentos ministeriales: [X]Sí [] No
      • Departamento de Transportes
      • Departamento de Cooperación Mágica Internacional

      [*]Bóveda (link) que asumirá el cobro: Bóveda 89222

     

    Posando mis tenebrosos ojos en la anciana para cerciorarme de que el mensaje haya sido entendido, me dirigí hacia la puerta, no sin antes atisbar mis gélidas orbitas en las mujeres restantes, como un pacto de volvernos a ver. Posteriormente, continué mi camino manteniendo el porte altivo y serio hasta desaparecer de las instalaciones.

  7.  

     

    Cuarta Planta

    Psiquiatría y Psicología

    Rol con Gomita

     

     

     

    Descendiendo las manos a través de la extensión de la bata blanca que colgaba de mis hombros sobre una camisa negra, introduje mi diestra en el bolsillo para buscar un objeto envuelto en papel arrugado. Mientras, mantenía mi vista incisiva en la pequeña hermana de mi mejor amigo; acortando la distancia, me ubiqué delante del sillón que se encontraba al frente del asiento de Gomita. Antes de sentarme, estiré la mano derecha para ofrecerle el dulce de limón que guardaba sobre mi palma, al ser aceptado, me senté apoyando mis brazos en los muslos de cada pierna, juntando las manos para percibir las reacciones de la Haughton.

     

    —las cosas han cambiado tanto. Hacía mucho tiempo que no conversábamos.

     

    Arrojándole el caramelo a la pequeña Haughton, en un gesto informal para quitarle peso a la reunión, estiré una sonrisa mientras aguardaba a una respuesta. Observando cómo lo cogía entre sus manos, inhalé profundamente desviando la atención hacia un zumbido que aumentaba conforme pasaban los microsegundos, y en un instante, el origen del susurro se adentro por medio del espacio entre la lámina de manera y el marco de la puerta, estrellándose contra la superficie transparente de la pequeña mesa de centro.

     

    Rápidamente, cogí el contenido del memorándum que aguardaba aun en forma de avión de papel sobre el mueble. Al parecer, el pergamino se había quedado atorado en alguna rendija del elevador, pues la punta de la nariz estaba aplastada, ¿así que te perdiste?, dije observando el estado del memo y prosiguiendo a desdoblarlo. Leyendo el contenido, observe el remitente y la planta indicada, enarcando la ceja, releí el mensaje frunciendo el ceño.

     

    —gomita, ¿puedes esperarme un momento?— dije mientras mantenía la mirada en los grafismos de la nota, “Tenemos un paciente con un trastorno de personalidad complejo y, aparentemente, posesión demoníaca.” Posesión y trastorno de identidad, interesantes características en un común denominador. Realmente interesante. Las teorías no tardaron en formularse en mi cabeza.

     

    —Ha surgido algo, regresaré pronto.

  8.  

     

     

    Parecía que el viaje en el ascensor había durado apenas unos segundos. Descendiendo del elevador alargué mis brazos sobre mi cabeza, estirando los músculos mientras mis ojos atisbaban hacia la superficie de dos puertas que se posicionaban en los extremos de la planta. Una de ellas contenía una placa que la identificaba como el departamento que estaba buscando. Inhalando profundamente del escaso aire del pasillo, me acerqué hacia la puerta destinada.

     

    Ingresando en el ambiente, una bruja aguardaba en un corredor. Introduciendo las manos en los bolsillos de mis jeans, me acerqué a ésta para cuestionarla sobre la ubicación de la oficina que estaba buscando. Instantáneamente, me respondió.

     

    —Que buena atención— vociferé alargando una sonrisa sarcástica.

     

    Caminando por uno de los extremos del pasillo, me acerqué hacia el lado izquierdo del mismo, donde una puerta aguardaba con un letrero distinto: Confederación Internacional de Magos, Sede Británica. Esbozando una sonrisa en mi gélida faz, introduje mi mano izquierda en el bolsillo interno de mi chaqueta tipo sastre, donde un pergamino se encontraba enrollado con un misterioso contenido graficado en su superficie. En el interior, las ondas castañas de una joven muy conocida, alargaron la sonrisa de mi rostro, acercando mi postura sardónica hacia ella.

     

    Entre tanto, cogía una de las planillas que reposaban en una pila, me sentaba en una silla vacía delante de su escritorio.

    —bien, empecemos con el papeleo— dije sonriendo mientras mi postura se relajaba en el espaldar del sillón.

  9.  

     

    Aquella planta no me era desconocía, la reconocía por la poco interaccion que alguna vez tuve con el departamento, en mi corto tiempo como director de una dependencia afin. En un hall casi circular que aperturaba varias puertas, una de ellas pertenecía al lugar a fin donde me disponía asistir. Inhalando del aire que ululaba en el vacio del recibidor, enarqué una ceja sintiendo el aroma familiar de un ente que debía encontrarse en el interior de aquella dependencia.

     

    Las sombras de una sonrisa se posaron sobre mi aparente imperturbable faz, manteniendo un porte altivo, mientras, ingresaba al interior de los SAW. Una chaqueta negra de sastre abrazaba mi torso sobre una camisa blanca, mi surda dentro del bolsillo de mis jeans, y la diestra con un pergamino que había solicitado con anterioridad a otra oficina que visitaría después. Instantáneamente, el movimiento del personal me dio la bienvenida a la caótica asistencia de los Servicios Administrativos del Wizengamot.

     

    De pie a mitad del salón, sentía como se acortaban las medidas de la habitación. Torciendo una sonrisa sarcástica, me acerqué a uno de los escritorios donde parecía encontrarse un empleado.

    —buenas tardes, ¿Dónde puedo realizar formular el trámite para mi boda?— cuestioné fijándome en las personas que se hallaban ahí.— Además del registro de una niña.

  10.  

     

    Observé el cuerpo de la odefa destrozado entre los muros. Volviéndome hacia el otro mago, me fijé en Jank, su cuerpo casi mutilado y ensangrentado, la piel empezaba a palidecerse y probablemente no pasarían muchos días antes de empezar a pudrirse. Enterrando mis dedos en su cuero cabelludo, arrastre el cuerpo del fenixiano hacia otra celda, donde el olor putrefacto combinaría perfectamente con su estampa moribumda.

     

    Lanzándolo en el interior, sobre un charco de excremento, cortesía del rinoceronte que aplastaba a su compañera. Como diría mi elfina “Al menos, todo dentro combina”, hablando de la moda de los elfos.

     

    Registrando los detalles de la celda, y observando que los jirones de la ropa del mago no podía ocultar el tamaño de una varita, me retiré de la celda, cerrándola con una cadena normal y un candado del que habia perdido la llave hace mucho, y posteriormente, rodeando los barrones con una cadena mágica, con ayuda de mi varita de vid, finalicé el hecho.

     

    —bueno, creo que me quedare por aquí a observar los destrozos de carne.

  11. ...

     

     

     

    Observando el cuerpo moribumdo de Bínfeyd entre el muro y el cuerno del rinoceronte cerca de su cuello, presionando contra su piel y perforando lentamente mientras ella empezaba a estremecerse antes de caer muerta. Oia como empezaba a balbucear algunas palabras, seguramente era el delirio antes de morir. Cuando la carne empezaba a ser desgarrada cerca de su aorta, y la sangre fluia notablemente manchando su cuerpo, el rinoceronte se apartó al instante en el que de mi varita salía un rayo:

     

    —. Sectusempra— el rayo asotó contra su cuerpo encrustrandola en las astillas del concreto del muro, el impacto en el pecho producía heridas mortales.

     

    — avada kedavra — vociferé en el mismo punto donde el anterior rayo impactó.

  12. ...

     

     

    El león africano saltó instantamente en el cuerpo débil de la fenixiana, mordiéndole el brazo y arrancándole la varita, destrozando la madera en los dientes, mientras, el rinoceronte avanzó toscamente hacia ella para estanparla contra un muro. El impacto del expelliarmus en Jank, hizo que este no alcanzara a coger la varita que Bínfeyd esperaba alcanzarle, por lo que rápidamente me incorporé en nuevos encantamientos.

    —Incárcerus— invoqué rápidamente, logrando atar a JAnk con tres diferentes cuerdas, una en los tobillos, otra en las muñecas, y la ultima en la garganta. Rápidamente, exclamé otro echizo.

     

    —avada kedavra— exclamé hacia Jank, logrando un rayo que impacto en su pecho.

  13.  

    Recorriendo rápidamente por los pasillos empedrados del fuerte mortífago. Acortaba camino hasta llegar al escenario donde se encontraban la mayoría de magos y brujas. Oculto bajo las sombras naturales de la prisión, cerca de una galería de celdas, observa sigilosamente los movimientos de una mujer. Inmediatamente, me volví hacia el cuerpo luminoso que cubría su rostro, reconociendo rápidamente su procedencia fenixiana, elevé mi varita mentalizando el hechizo.

     

    —Silencius— vociferé rápidamente enmudeciendo a la echicera, evitando que su encatamiento desvanecedor hiciera efecto en las cadenas. Esperando que Bínfeyd Y. Evans Sóldez perdiera la oportunidad de contraatacar, instantameamente continué con el siguiente encantamiento:

     

    –Expeliarmus- musité hacia Jank, logrando un rayo que lo azotó hasta el fondo del calabozo.

  14.  

    Mientras caminaba por los pasillos de la prisión, escuchaba el sonido de las explosiones en las afueras de la edificación, quieto y con la cabeza ubicada en el siguiente portal que llevaba a otro ambiente, divisé un banco de roca junto a la pared. Y a su lado, una estructura con mayores dimensiones, con la apariencia de un mortífago de piedra en el centro de una pileta llena de moho y agua turbia. Enarcando una ceja presioné mi varita de vid, señalé la primera estructura, la banca de dimensiones importantes, unos dos metros de ancho por 1,5m de alto.

     

    —Morphos— vociferé observando como la roca se transformaba en un león africano del mismo tamaño que la roca. Instantáneamente, se ubicó delante de mí.

     

    Y observando lo hecho anteriormente, musité nuevamente señalando la majestuosa estatua: —Morphos— rápidamente, la roca tallada de dos metros de alto y otros dos metro de ancho se transformó en la criatura que había mentalizado, un rinoceronte. Coronando su altura con el arco del cuerno que se alzaba hacia el cielo. Avanzando hasta la edificación totalmente despejada, me introduje en los pasillos, manteniendo al felino delante de mí seguidos por el rinoceronte.

     

    Las criaturas me acompañaban a través de los pasillos hasta llegar a un escenario común. El león delante mio, y el rinoceronte detrás de mi ubicación, cuidándome las espaldas.

  15. ...

     

     

     

     

    Tumbado en una superficie solida, mis ojos se encontraban ocultos tras varios mechones oscuros que cubrían gran parte de mi rostro. El sol, se esforzaba por penetrar sus rayos a través de los vacios que cabían entre cada formación de las varas del barandal de mi balcón. Exhausto y con un dolor terrible bajo el pecho, inhalaba profundamente el olor inconfundible de uvas fermentadas en todos los rincones de la sala de estar de mi habitación. Las colillas de cigarro desparramadas por el suelo alfombrado del dormitorio y algunos cofres que se hallaban escondidos en el w.c. amontonados en un rincón.

     

    Cerca de una columna, parecía encontrarse el ventilador encendido, enviando grandes ráfagas de viento hacia mi torso desnudo, donde una solución fría empapaba mi mano. Alzando la surda para plantarla en el piso, me impulsé hacia delante sintiendo como un cosquilleo empezaba a nacer en lo alto de mi columna vertebral. Como un calambre avanzando a lo largo de la espina dorsal, quemando mi piel de una manera familiar.

     

    Abriendo los ojos, observaba la materia fría que manchaba mi abdomen. Ignorando la sangre que dejaba un rastro naciente desde mi mandíbula, me puse en pie, sacudiendo la cabeza, mientras ingresaba al cuarto para coger una larga túnica con la cual vestí todo mi cuerpo. Cogiendo la varita de vid que se hallaba en el bolsillo de mi pantalón, realicé una floritura para cubrir mi rostro con una careta marfil, desapareciendo inmediatamente de los ambientes de la mansión Black Lestrange.

     

    Observando mediante las cavidades de mí mascara, recorría uno de los pasillos solitarios de la prisión mortífaga, captando la presencia de otra mortífaga a varios metros delante mío.

  16.  

     

    Estaba paseándome por los pasillos de Nurmengard, con una vinera en la diestra y jugueteando con una daga en la mano izquierda. Mientras escuchaba los pasos de otras sombras a lo lejos. Los días en la prisión transcurrían de una manera peculiar, entre noches absolutamente largas y mañanas que no brillaban con la luz del sol. La leve claridad de las antorchas era lo único que parecía iluminar los pasillos tenebrosos del fuerte de piedra.

     

    Inhalando profundamente, observé una banca de piedra donde me tumbé, sacando un reproductor de sonido del bolsillo de mi túnica, para oir un par de canciones muggles que últimamente habían atrapo mi atención.

     

    —am the son, and the heir, of a shyness that is criminally vulgar. I am the son and heir, oh, of nothing in particular. you shut your mouth, how can you say, i go about things the wrong way? I am human and i need to be loved , just like everybody else does.

  17. ...

     

     

    Cuarta Planta

    Psiquiatría y Psicología

    Rol con Gomita

     

     

    Escuchando la respuesta inmediata de la joven Haughton, enarqué una ceja estirando los labios hacia un lado, poniéndome en pie para apoyarme en el alféizar de una ventana que se hallaba al frente. Enredando los brazos sobre el pecho, apuntaba mis translucidas orbes hacia la mirada turbada de la pequeña pelioscuro. Mi visión observaba los detalles que sus gestos realizaban por condescendencia, encontrando un brillo anormal en ellos.

     

    Inhalando profundamente, esperé a que tomara asiento en uno de los sillones de la improvisada sala de estar, esperando a que se sintiera cómoda para conversar. Sus ojos esquivos y los movimientos inquietos de sus manos, habían cambiado su semblante natural, puesto que empezaba a observar en ella una postura diferente a la que había tenido la oportunidad de ver en ella como amiga, ahora la observaba como una paciente que acudía a mi consultorio.

     

    La sensación de la necesidad de compartir y ser escuchada por los magos y brujas que visitaban las instalaciones de psicología, era el fondo frio que me arrastraba y me obligaba a permanecer en mi puesto. A veces, también deseaba compartir y que alguien oyera mis gritos.

     

    Lentamente, la hechicera empezó a articular una oración, de la que analicé más que solo el sentido —nunca pensé que terminaría aquí como sanador— confesé estirando una sonrisa sardónica.

     

    —¿Qué te parece, estar aquí con un amigo?

     

     

    Distrayéndome un segundo a causa de unos pasos en los pasillos, desvié unos segundos mi caustica mirada hacia una pareja en el pasillo, encontrando a Aland;la jefa de la planta en compañía de un muchacho muy joven. Torciendo una ceja y alzando el mentón, respondí el saludo con intenciones de volverme a mi interlocutora, sin embargo, la voz tintineante de uno de los elfos que asistían al personal de San Mungo, se acercó a ella de manera apresurada expresando una emergencia en las instalaciones. Quedándome en silencio, esperaba que de necesitar manos, me avisarían de inmediato.

  18. ...

     

     

    Cuarta Planta

    Psiquiatría y Psicología

    Rol con Gomita

     

     

    Las docenas de historiales clínicos se vaciaban entre ellas, dejando entrever las innumerables hojas clasificadas que guardaban los datos personales e información relevante sobre cada uno de los magos y brujas que habían sido admitidos en la planta. En el techo, el sonido de las aspas del ventilador, ululaban rítmicamente pareciendo apropiarse de toda la atención en la habitación. Las persianas del ventanal posterior, totalmente cerradas, impedían el ingreso de las luces del hall y los pasillos anexos, mas, la tenue iluminación de la lámpara de mesa, apenas aclaraba el perímetro donde me ubicaba.

     

    Inhalando profundamente, arrojé hacia la colapsada mesa; los fólderes que presionaba entre mis dedos, ignorando el desorden que gobernaba el mueble de cristal.

     

    Mis cabellos caían rebeldemente sobre mi frente, como ramas largas bañadas de la oscuridad de la noche, ensombreciendo mi semblante y ocultando el grisáceo brillo afilado de mis orbes. La respiración había desaparecido para dar una mayor trascendencia a los susurros de las páginas al ser cambiadas. Mi postura, articulada de una manera irreal, perfectamente rígida ante la atención de los párrafos hallados entre los capítulos tediosos del libro de Psicología Experimental que, precedía al anterior texto de filosofía que estudiaba. Haciendo una pausa en el análisis, apoyé la diestra sobre un grupo de carpetas.

    —Veamos qué me dicen— mascullé aspiré el aire entre las cavidades de la boca. Inflando los pulmones, me detuve un segundo —esto…

     

    Tumbando mi postura en el espaldar de la silla, giré lentamente mi asiento hasta volverme a la enorme librería que se empotraba en aquel muro. El aire que transitaba en el ducto de ventilación, parecía debilitarse con el paso de los segundos, mientras mis ojos se sostenían del lomo granate de un libro delgado. Perfilando la visión, captando el adormecimiento de los músculos, mis sentidos dirigían mi visión hacia el pomo de la puerta del consultorio. Quieto y con las sombras de las cejas alzándose sobre mis órbitas gélidas, oí la inconfundible voz de Gomita, desde el otro lado del salón.

     

    Cogiendo la varita de vid, hice una floritura que azotó la lamina de la puerta hacia adentro, permitiéndome observar a la Haughton —buenos días gomita. ¿Ya te volvieron loca?— pregunté estirando mis labios hacia un costado.

     

    Poniéndome en pie, me acerqué a ella invitándola a sentarse en los sillones ubicados en el lado opuesto de mi escritorio —¿sucede algo?

     

  19. ...

     

     

    Cuarta Planta

    Psiquiatría y Psicología

     

     

    El silencio gobernaba casi a totalidad, la mayoría de las habitaciones del ala de psicología. Donde un enigmático y sofocante sigilo, enmascaraba las presencias caóticas de varios huéspedes de las cámaras de psiquiatría. Aquella sensación que azotaba contra el entendimiento, el Sentirse aislado en el piso mas desolado —aparentemente— de un edificio en constante movimiento, las paredes níveas esforzando una imagen pulcra, transparente, los constantes pasillos que se articulaban en pasajes sin fin, ramificaciones de corredores desconocidos, arrullos a mitad de la noche, y voces persiguiendo las guardias. No estaba solo. Pero eso, no era lo más preocupante.

     

    Al otro extremo de la planta, un insignificante ruido similar a un ronroneo, partía desde uno de los consultorios. Ahí, donde tan solo el sonido de una hoja de papel cortando el viento, se producía a cada roce de la yema de mi índice. Inhalando fuertemente el aroma a pergamino y tinta, mis sentidos se adormecían en aquella perfecta postura de lectura, con la espalda recta y cada músculo entumecido; la mirada fija, analizando los gráficos impresos en los párrafos del libro, haciéndome de nuevos conceptos y buscando nuevas dinámicas para aplicar dichos conocimientos sobre la materia.

     

    Estaba obsesionado con la razón de ser de la psicología, la idea de entender a precisión las almas, presionaba fuertemente en las cavidades de mi lógica.

     

    El escritorio se encontraba revestido con varios tomos predispuestos en capítulos señalados con plumillas, evitando perder de vista las oraciones más relevantes que había hallado en mi estudio. Sobre una hoja de papel que parecía ser el resultado de un test, descansaba una taza de café que despedía un aroma muy disimulado a granos tostados, madera ahumada y una especia familia —whiskey—, alrededor de la misma, una aureola se dibujaba levemente, empañando las letras de imprenta. Fuera de la habitación, se alcanzaban a oír los pasos de algunos empleados del edificio, recorriendo la planta para coger alguna encomienda o similar, y en la pared enchapada de porcelanato magistral de la recepción, las tenues campanas del reloj antiguo marcaba otra hora.

    Mas mi concentración estaba dedicada al párrafo que sostenía mi vista.

     

    Había cambiado los textos de psicología experimental, por uno de meramente filosofía, que en la mayoría de su contenido, se centraba en la explicación y fundamentación del estudio pragmático a la ciencia del entendimiento del espíritu, sus facultades y operaciones. La información era valiosa y diferente a sus predecesores, montando una posición distinta a la demás bibliografía, era un punto de vista más subjetivo, más humano. Donde la síntesis del objeto a narrar, englobaba un conjunto de saberes que alentaban el estudio de “entender” y “practicar“ las acciones propiamente “humanas”, de una manera incomprensiblemente racional. Me adentraba a terrenos desconocidos a mi especie.

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  20.  

     

    Enarcando una ceja, mantuve la postura intacta, con la mano derecha firme en el tacto de la varita de vid, registraba con atención cada detalle del entorno que me rodeaba, atisbando sin reparos en las rocas monumentales que se habían desprendido de la extensión rocosa de la montaña, estirando una sonrisa gélida tras la máscara marfil. Avancé un par de pasos, sigilosa y atentamente a la vez, empozando mi visión en el cuerpo altivo de concreto que se alzaba en un extremo del paraje desolado, reconociendo sin esfuerzo la estructura típica del edificio que usaban los fenixianos como cárcel.

     

    Observando unos segundos los movimientos de mis compañeros de bando, exploraba visualmente mi alrededor, señalando con la mirada troncos secos de arboles que posiblemente me servirían de apoyo. Inhalando el aire me apoyé en la superficie inexacta de un árbol con hojas marchitas, devorando con las orbitas translucidas de mis ojos, cada paso que se realizaba para penetrar en Abaddon. Divisando nuevamente las rocas, consideré el tamaño de dos ejemplares, calculando dos metros de alto por un metro y medio de ancho, encontrándola perfecta para mi primer encantamiento. La segunda roca, era medio metro más pequeña, pero de la misma manera serviría.

    —Morphos— vociferé observando como la primera roca se transformaba en un rinoceronte del mismo tamaño que la roca, coronando su altura con el arco del cuerno que se alzaba hacia el cielo. Instantáneamente, se ubicó delante de mí.

    Y observando lo hecho anteriormente, musité nuevamente señalando la roca centímetros detrás: —Morphos— rápidamente, se transformó en la criatura que había mentalizado, un león africano que se mantuvo a mi diestra. Avanzando hasta la edificación totalmente despejada, me introduje en los pasillos, manteniendo al felino delante mío, seguidos por el rinoceronte.

  21.  

     

    Inhalando profundamente del aroma a tabaco y madera tostada, me volví hacia la repisa empotrada a la pared, donde varios gabinetes con divisiones en placas de cristal, contenían una variada colección de botellas que despedían una fragante aglomeración de olores, despertando los sentidos del gusto. Revisando con la visión, perforé mis translucidas orbes en la etiqueta de un frasco de aspecto singular, absorbiendo las notas añejas de uva que aun ululaban cerca del corcho que sellaba el sabio líquido.

     

    Extendiendo mi mano para coger el ejemplar, me detuve un instante degustando de un pequeño hormigueo que nacía bajo el misterioso tatuaje que se expandía en el centro de mi espalda, sobre la espina dorsal, alentando mi atención hacia una señal intima, una llamada misteriosa. Curvando las sombras de una sonrisa sardónica, reposé la botella sobre la superficie de la encimera de granito de la barra, relajando mi cuello con movimientos ásperos a la altura de los costados de mi nuca.

     

    Volviéndome hacia la joven acompañante que me interrogaba, sentada sobre un bando al otro lado del mesón, al lado de mí copa. —el whiskey no es bueno para las niñas— vociferé mientras fijaba mi visión en la superficie ondulante de la copa de la Drycar.

     

    Con una rápida floritura por parte de mi varita de vid, señale mis vestimentas desde los pies hasta el último cabello sobre mi cabeza, ocultando mi identidad bajo una larga túnica negra, que me cubría a totalidad sobre mi torso desnudo. Mis manos envueltas en guantes de piel oscura, cogían la vara mágica, atisbando con la gélida mirada a través de la máscara blanca de la que apenas se podía percibir el color de mis ojos. —¿Te llevo?— cuestioné a la joven, mientras notaba que ella también era llamada. Instantáneamente al sentir el tacto de la fémina, desaparecimos del bar de la Tía Veneno.

     

    Poco después, me materialicé en un extraño lugar, un suelo pedregoso que se extendía en un escenario natural entre montañas altas… -Cáucaso, Armenia- escuché decir a una de las mortífagas que ya se encontraban ahí.

  22. ...

     

     

     

     

    Cuarta Planta

    Psicología y Psiquiatría

    Rol con Aland

     

     

     

    A pesar de mi postura rígida, natural en cada uno de mis huesos, un hilo dorado acompañado de varios susurros aun arañaban las cavidades de mis pensamientos. Era como en un sueño, o tal vez como un recuerdo, guardado de manera celosa en el baúl profundo de mis memorias. Suavemente cantándome detrás de mi vista, detrás de mis oídos, detrás de mi razón. Se graficaba extrañamente, aparecía como la niebla avanzando de la nada y de manera sigilosa; me esforzaba por no caer en el hueco oscuro que se formaba en medio de la bruma espesa. Me era imposible dejar de oír aquella voz, aquel gemido agonizante que quemaba mi audición, sin siquiera saber si provenía del exterior… de mi mente.

     

    Inhalando el aire frio de los pasillos, me mantuve en una perfecta postura, mi espalda recta y mis ojos clavados en el frente, mientras, una camilla de fierro plateado descendía de la caja del ascensor de servicio, arrollaron las chirriantes ruedas, el perfecto brillo del suelo del salón del hall. Sometido al encantamiento de la fémina, la camilla exponía el cuerpo moribundo de un mago amortiguado con las vendas amarradas a la litera de traslado.

     

    Alzando la ceja sobre mi vista, observaba los rasgos del paciente que amordazaron, con las manos dentro de los bolsillos de mi bata, avancé unos pasos hacia la mujer que analizaba los signos vitales del mago, ignorando la luz de la linterna, fruncí mi ceño desconociendo la identidad del estoico enfermo. —Nuevo amigo— musité observando analíticamente con mis orbes afiladas, las reacciones tardías y por momentos nulas del joven. La Black Triviani continuaba ensimismada en la operación de análisis que efectuaba, por lo que descendí mi visión hasta el tablero de campo que reposaba en un soporte de la camilla.

    —Veamos quien eres— me dije analizando el historial clínico del paciente. Empezando por su nombre y las indicaciones más relevantes. —¿Dijiste congelamiento?— cuestioné dejando la tapa del folder metálico caer sobre los papiros aglomerados, enarcando una ceja, devolví el cuaderno a su sitio —¿crees que tiene secuelas?

     

    Volviendo mi rostro a la mortífaga, escuchaba desinteresadamente lo que ésta me vociferaba, cautivado por el gesto de sus labios, perforándose con la presión de los diminutos músculos de so rostro. Mis traslucidos orbes viajaron al primer salón ambientado para el descanso de los pacientes, suponiendo que un par de sedantes serian suministrados para relajar aun más, las consecuencias del aparatoso encantamiento. Un trastorno desconocido que esperaba no fuera mayor a una pérdida de memoria leve, la amnesia conducida por el shock postraumático de su cerebro trabajando lentamente por mantener sus funciones vitales a pesar de la compresión de la conciencia.

     

    Finalmente, volviéndome nuevamente a mi jefa, había ignorado su apreciación sobre mi estado de ánimo, centrándome en secundar la atención. Mis glaciales orbitas, se posicionaron sobre el inconsciente muchacho. Vociferé: —me parece que necesitaras un ungüento para tus labios.

     

    —un examen cognitivo para el paciente sería preciso a penas despierte del…— mascullé deteniéndome al oír el clamo de asistencia del encamillado. Observando como sacudía las muñecas, estirando las bandas elásticas que lo anudaban a la tarima metálica —¿quieres que lo nockee?— sugerí con un tono irónicamente preocupado, manteniendo la mirada envenenada y mi rostro neutral.

  23.  

     

    Con el ceño fruncido sobre la carne endurecida que envolvía mi cráneo, atisbé con fiereza los cuerpos que se veían a lo lejos, observando claramente la señal de que habíamos concluido con la labor de aquella noche. Enarcando una ceja bajo la máscara de marfil, observé a las criaturas que me acompañaban, el león sentado sobre sus patas, apoyado en el muro del pasillo por donde caminaba, y el rinoceronte lamiendo el rostro de una odefa.

     

    Sacudí la cabeza y volví la palma de mi mano hacia mi frente, moviéndome sigilosamente a través del corredor por el que había llegado, en mi espalda, el león daba un rugido perezoso sacudiendo la melena, acompañándome mientras me disponía a retirarme de las instalaciones fenixianas. Abaddon, no era del todo ageno a la arquitectura rocosa y deconstructivista. La luz dela luna señalaba el final, atravesado el portal, me encaminé hacia un punto menos caliente, donde el aire no arrastraba sulfuro.

     

    Dándole un último vistazo al entorno del lugar, inhalé profundamente acomodando mi mascara sobre el rostro, observando al rinoceronte que se habia aglomerado junto a nosotros, echándose en la tierra al igual que el león momentos atrás, enarqué una ceja y medité seriamente sobre el refrán “igual que su dueño”. Alcé mas la ceja y desaparecí dejando las criaturas.

  24.  

    Una corriente eléctrica avanzaba desde mi garganta hasta la punta de mi índice, en la mano que aprisionaba la vara de vid. Inahlando el oxigeno que llenaba el espacio, me encaminé ágilmente por los pasillos de la prisión fenixiana, atravesando las penumbras, manteniéndome en misterio mientras mis sentidos se explayaban por instinto, concentradas en cualquier sombra u olor que denote la presencia de alguna ave cercana.

     

    Pronto, observé a una fenixiana cerca de mi posición, apresurándome en ubicarme a metros de distancia. —Incárcerus— exclamé de inmediato lanzando tres cuerdas desde mi varita. Las cuerdas eran disparadas hacia Heliké , amarrando en primer lugar ambas muñecas en un lazo, luego los tobillos y posteriormente un tercer lazo alrededor de su cuello presionando sus conductos respiratorios.

     

    –Ve y atacala— expliqué a la bestia ploma, señalando hacia la odefa (Heliké)

     

    El rinoceronte se apresuró, tumbando sus patas delanteras con tanta fuerza sobre HElike, quien presionó con tanta fuerza, la caja toraxica del mago, que el sonido de sus costillas esforzándose para sostener el peso del animal, llegaron a mis oídos.

     

    Inmediatamente, continué con la varita, sin perder tiempo, vocifere: —Seccionatus— invoqué apareciendo una lluvia de doce medias lunas, viajando filosamente hasta Heliké .

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  25.  

    Con la postura altiva y los orbes atisbados cualquier movimiento en falso, reconocía los terrenos sigilosos que aperturaban el ingreso a Abaddon. Caminando entre la tierra, blandiendo el borde de mi túnica raptando sobre las piedras; registraba toda materia solida que serviría de aporte para efectuar algún encantamiento de respaldo, rocas ubicadas de manera desordenada cerca de mi ubicación, plantas secas y ramas aglomeradas cerca del tronco arrugado de un árbol viejo.

     

    Pronto, las sombras de una sonrisa aparecieron lentamente sobre mi níveo rostro, bajo la máscara marfil, elevando lentamente la minúscula línea que tatuada en mis carnes muertas. Observando con atención, como los primeros movimientos del grupo se hacían bajo el manto tenebroso de la noche, derribando las primeras defensas que compensaban el ataque. Bajo mi manga negra, mis dedos frígidos sostenían el astil labrado, realizando pequeñas florituras sin importancia, movilizando la muñeca.

     

    —¿y bien?— musité modulando el tono de mi voz, camuflándome con la brisa caliente agolpándose cerca de mi ubicación. Instantáneamente, seguida de una ráfaga de viento, se marcó el inicio del ingreso a la cárcel fenixiana, acortando rápidamente la distancia entre mi rápido desplazamiento y un ambiente interior de la edificación. Mientras ingresaba, ralentizaba mi paso, caminando por los pasillos adosados, maniobraba mi varita entre los dedos, dirigiéndome a una mesa de escritorio bastante amplia.

     

    —Morphos— dije rápidamente logrando que el mueble se transformara en un león con las dimensiones de la mesa.

     

    Con el león ubicándose en mi perímetro, busqué algún otro objeto útil, atisbando un montón de cajas de madera apiladas cerca de la unión de dos paredes, señalando con la varita de vid, vociferé nuevamente: —Morphos— apareciendo un rinoceronte que se unió en mi exploración mientras caminaba por un pasillo, con el león delante mío.

     

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