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Aaron Black Yaxley

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Mensajes publicados por Aaron Black Yaxley

  1. Un momento como este era de esperarse, ¡un enfrentamiento de clanes! ... por magia. El poder era algo a lo que genuinamente me había entregado ¿quién no lo haría?, sobre todo por la contingencia que atravesaba el mundo mágico. Sin embargo, no había apostado por los líderes de clanes, aquellos nuevos maestros de conocimiento que habían llegado a la ciudadela de magos tenebrosos; sin ir más lejos, habían tomado posesión del puerto, el bosque y la biblioteca de la Torre Negra ¡nos tenían a su merced! ... y no me gustaba para nada. A pesar de ello, era cauto y observaba a menudo sus quehaceres, después de todo y gracias a uno de ellos, la capitana Asra Boswell, había conseguido dos horrocruxes, pergaminos y rituales que se habían perdido desde la guerra mágica de Tom Riddle y el niño que sobrevivió. 

    - Sería más sencillo con Cassian muerto... -comenté a Sagitas- así como con muchos otros. Vámonos de aquí, todo esto será útil para el bando... - les dije tras dar media vuelta y murmurar una seca despedida a la maestra del puerto bajo una sutil muestra de indiferencia. 

    Los pasos de mis botas resonaron por la sala de capitanía dentro del barco en que nos encontrábamos y justo al llegar a la puerta, sentí el reproche de madame Boswell. Una cortina de hielo se interponía bajo el umbral

    -Por cada pago, un día menos Aaron Black...

    Eso había dicho tras mirarle por el rabillo de la gris mirada que me caracterizaba, observando la punta de sus dedos apuntando hacia la salida con un degradé de hielo compacto que se evaporaba como disparo de cañón muggle. Eso era lo que había venido a aprender, el pago del alma por el uso de aquellas condenadas al sufrimiento eterno. 

    ¿A qué se habrá referido con un día menos teniendo un par de horrocrux de por medio? ¿Sería el destino algo real ante los diversos caminos que la adivinación pudiese enseñar según y la suerte del individuo?... Que curiosa y filosófica era la naturaleza que nos daba la vida, aquella que nos había formado como seres distintos del muggle, aquellos idílicamente especiales.

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  2.  

    Cuarto turno especial de buscador

    Kalevi

    Ni tan mareado, el joven buscador de los Tutshil Tornados buscaba obtener la delantera en la persecución de la snitch. Por las gradas se coreaban las anotaciones que mantenían un peleado marcador y así también los gritos con los que alentaban a cada persecutor de la veloz pelotita dorada cuando se acercaban a las galerías en búsqueda de su objetivo; veloces cuán aves en picada, iban bajando los dos en una diagonal que les hizo rozar la punta de los botines con el césped. 

    Pocos eran los metros que separaban a Kalevi de Helene, a quién solo lograba verle la tiesa paja de su escoba y un abultado por encima al ir a ras del palo de su comet. El viento en su rostro le mantenía fresco pero a su vez solo hacía que aumentase su sed al ir secándole cada vez más la boca; las manos aferradas a la madera recogieron las escoba hacia su pecho para elevarse en giros cuando tuvo que esquivar una bludger que por poco le vuelve a volar los nuevos dientes que estaban en desarrollo. ¡Justo en el momento que estuvo a punto de sobrepasar a su contendora!

  3. Segundo Turno especial de buscador

    Kalevi

    La velocidad tras la snitch traía un poco mareado a Kalevi, quien a su vez, pensaba que aquellas faltas de enfoque eran más por las pociones que le había dado tía Maida para regenerar sus dientes que por las fuerzas de giro que producía cada sondeo a través del campo de juego. Aún recordaba haber estado tras la bruja, pendiente de qué cosas mezclaba  para finalizar en un líquido lila con notas escarlata que debía tomar una vez al día, con el desayuno, pues y al ser un ávido lector, había visto por ahí que un pugilista medio mago y medio muggle había regenerado sus dientes con una poción algo extraña... hoy tenía dos corridas de afilados y triangulares dientes de tiburón. 

    -¡Vamos Kalevi! ¡te amamos Kalevi! ¡dame una K...- coreaban unas brujas de más o menos su edad; buscador, joven, atrapaba la snitch, entre otras cosas, le hacían ser el adolescente número 1 de la versión teenager de Corazón de Bruja. 

    Veloz como la bluddger que evadía en ese instante, regaló una sonrisa a su fanaticada. Las paletas y la mayoría de dientes que se ven en una expresión de felicidad como aquella, dejó a la vista que aún nacían ¡tenía dientes de bebé!... la mueca de abstención y enardecida pasión por el jugador le hizo cerrar la boca, adoptando una seria mirada como lo hubiera hecho su padrino y se dedicó a lo suyo, seguir tras la snitch dorada

    -¡En una semana estarán listos tus dientes!- le había dicho Black Yaxley.

  4. -¿Sabes bailar? ¡mira, es fácil!... uno, dos... uno, dos... ¿ves?... ¡ven Aaron, no seas aburrido!

    Su voz, la cabellera al compás de la melodía, una media vuelta y el vuelo de su vestido girando armónicamente junto a su figura bajo la tenue luz de un salón, escondido quizás, en qué rincón de mi memoria. Vagos recuerdos de una juventud donde no habían aspiraciones políticas, no había una diferencia de sangres pues ella era tan bruja como yo un mago, ¡sin máscaras! sin conflictos, solo ella, danzando tan delicada y ligera como un diente de león entre las brisas de la primavera. Memorias que como bien decían, clarificaban imágenes ante la música que se oía por el entorno... ¡qué magia aquella! qué hechizos perdidos en el tiempo en una simple melodía. 

    La voz de Ada me devolvió a mi sitio, al presente, a la beneficencia que habían organizado los Moody. Parecía divertirse, por lo que sonreí vagamente y levanté la copa en correspondencia. 

    -El vino va bien, aunque no tanto como los de guarda que hay bajo el castillo- comenté mientras observaba el tinte rojo a contraluz; di un genuino giro al líquido escarlata y bebí un sorbo más para degustarlo- ¡mmm! una excelente cosecha, sin duda alguna... ¿Qué tal el baile con ese señor?...-volví a preguntar mientras perdía la fría mirada gris en la máscara de Goldor, uno de los mortífagos que había atacado Kings Cross. Por suerte nadie lo había visto, pero porqué asistía a una fiesta con aquella apariencia ¡una de la casta!- ...insensato... inmaduro ...- sorteé en un murmullo que apagó la sonrisa que había regalado a mi nieta. Y sin siquiera tener que disculparme, solté las palabras mera inercia de un conflicto sentimental- no lo digo por el señor Moody eh, ¿cuál es que era su nombre, Richard?...- inferí luego del comentario que sorpresivamente realizaba una bruja que se unió a nuestro brindis.

    Viéndole mejor, a quien portaba la máscara de Mael mientras Ada intercambiaba palabras con la recién llegada, me fijé que la figura era de una chica ¡una bruja! ¿qué demonios?. Tomé la mano de Ada, dejé mi copa levitando e hice lo mismo con la suya- me acercaría a esa bruja discretamente- di un paso hacia la pista de baile y le invité al siguiente vals que entonaba un violinista. 

    -Con su permiso señorita...- sostuve en un vacío para esperar que, quien parecía ser amiga de Ada, me dijese su nombre, para luego tender la mano hacia mi nieta- ven cariño, tu abuelo aún recuerda algunos pasos de baile...- elevé un tanto su mano junto a la mía y apoyando la otra por su espalda, en la lumbar, nos adentramos entre las parejas- uno, dos... uno, dos...- expresé junto a ella al tiempo que nos deleitábamos el compás de un lado a otro, entre sutiles y genuinos movimientos que nos hacían ver como una excepcional pareja de gran trayectoria artística. A veces nos alejábamos intercambiando el juego de manos para darle una media vuelta y volver a bailar de un lado a otro- ¿ves? ... observa esto...

    Bastó un giro en pareja para extender mi brazo sin soltar la mano de Ada, girando el rostro hacia la joven que tan discretamente se había unido a nuestro brindis. Espigado frente a ella no le di tiempo de pensar, entonces tomé su mano y la traje a bailar junto a nosotros entre el tumulto de brujas y magos que ya hacían del lugar una enmascarada como correspondía, con bailes de vals al compás de la música en vivo.

    Sin embargo y de manera solapada, observaba seriamente a la bruja que traía la máscara del mortífago, alternando la tierna mirada de un abuelo a su nieta. 

    -¿Podemos bailar de a tres, verdad?...

    @Ada Camille Dumbledore @Hannity Ollivander Evans @Dana Gryffindor

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  5. Si bien no había sido invitado expresamente, había oído hablar de la fiesta por la parlanchina de mi prima, Maida Yaxley. Se probaba vestidos y máscaras todas la mañanas o al menos las que estuve en casa de mi padrino, lugar donde ella vivía junto a Gatiux, el desaparecido Near, la fantasmagórica Tini, entre otros como el mismísimo y viejo Orión; ¡era evidente que estaba feliz de asistir! y oír el canturreo por los pasillos, como si imaginase un vals soñado, me causaba cierta gracia. En más de alguna oportunidad me regaló un empujoncito bailarín cuando nos encontrábamos dentro de la manor. 

    Los días pasaron y un par de fechas antes de la famosa beneficencia, fue mi nieta quien me pidió asistir como acompañante a tan afamada enmascarada. Ada y yo teníamos esa relación consentida que hay con tus abuelos, aunque yo no conocí al mío más que por las hazañas en una que otra cantina. De hecho, ni recordaba el rostro vívido de Fernando Black- con suerte el de mi madre- sino tan solo su cuadro dentro del castillo, que en la mayoría de las veces, estaba vacío. Generaciones que se fueron olvidando con el tiempo. 

    ¿Qué habría de malo en participar de un lugar donde comes, bebes y bailas prácticamente gratis?, ¿Qué habría de malo en asistir a una mansión presuntamente fenixiana?, al menos por el legado que precedía a su apellido y aunque sin ser prejuicioso, luego de la muerte de Elvis, los Gryffindor habían presentado lealtades a las prédicas mortífagas que se enseñaban hoy en día: Pureza y libertad. ¿Qué habría de malo?...

    -¿Cómo me veo?- le había preguntado a mi hermosa y joven acompañante. 

    Ya de una adultez donde los rasgos y las facciones eran más duras, la voz más ronca y el cabello con los primeros tintes grises, me encontraba en la misma sala junto a Ada, observando su reflejo a través del espejo. Llevé ambas manos a unos cordones platinados que caían por sobre mis hombros y afirmé la capa de viaje con un nudo simple y un prendedor muy especial, la cabeza de un ciervo dorado con astas. Bajo aquella tela oscura que me cubría por completo, vestía una chaqueta de cuello prusiano con dos pliegues que caían por los costados, ajustada a un ancho cinturón que extendía otra correa cruzando el pecho donde llevaría envainada la varita. Los pantalones contrastaban opacos ante las brillantes botas que formalizaba. 

    Dicho tal y tras un intercambio de sonrisas bajo una máscara que cubría la mitad superior del rostro, extendí la mano y nos consumismos entre fuego negro para reaparecer cercanos a los terrenos donde se haría aquella reunión. La recepción fue bastante amena y el lugar parecía cumplir con su cometido, sin obviar que la música de fondo armonizaba todo a total perfección; rápidamente alcancé una copa de vino sobre una de las bandejas que sobrevolaban el lugar y tan solo asentí ante quienes saludaba la joven bruja que me había invitado hasta allí. Luego ella se fue a bailar junto al anfitrión y me quedé por allí, admirando rostros enmascarados, vestimentas extravagantes y una decoración de primera. 

     

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  6. Turno especial de buscador: Agarre de Snitch.

    Kalevi Rosier Black

     

    -¡kalevi tu casco!...

    El joven buscador de los Tornados casi olvidaba la protección que le cuidaría de no morir en el campo de juego; los golpeadores a veces podían ser bastante brutos sin obviar la velocidad que agarraban magos de su posición por intentar atrapar a la snitch dorada ¡cualquier desvío mal hecho podría ser fatal!. Se contaba que un buscador se sacó un brazo una vez por golpearse contra uno de los aros del guardián. Sin embargo, ahí estaba el buscador profesional más joven de todos los tiempos, surcando los cielos para darle otra alegría a sus compañeros de equipo. 

    Los tantos de Aedis se coreaban por las gradas y a pesar de que en principio no fueron los favoritos, el estadio comenzó a teñirse de celeste a medida que la quaffle pasaba los aros del equipo rival ¡era un completa locura!; no se sabía cómo ni qué clase de pociones, pero de pronto los rostros de la hinchada de la doble T se transformaron en los rostros de sus jugadores favoritos. Lástima que al no ser una poción multijugos, solo tomaban las facciones más no los cuerpos: habían Jeremys altos, pequeños, Aedis más rellenitas y otras tan delgados como un elfo, sin contar a unos pequeños de cinco años con el rostro de la cazadora Darla. 

    Los golpes de la bludger en el rostro de Kalevi de seguro le harían preguntarse porqué estaba allí, sin dientes y arrimado a su escoba intentando atrapar la pelotita dorada ¿qué ganaba él?, no quería la fama de su tío ni que lo saludaran por el callejón Diagon cada dos pasos, ¡él estaba allí porque la adrenalina de volar le hacía sentir vivo! y también por la promesa que había hecho a su madre: "Seré el campeón y buscador más joven de la historia del Quidditch". 

    Pasar a la nieta de su tio, Ada, había sido difícil pues la bruja había comenzado con una velocidad estratosféricamente envidiable, pero aún así, el peso de un joven mago como Rosier le hacía parecer una flecha sobrevolando el campo. Su giro, como decían los comentaristas a las reacciones de juego, era de temer y lo había demostrado al atrapar la snitch contra las urracas cuando saltó por sobre su buscadora y volvió a caer en su escoba para dar una vuelta fenomenal y volver tras su cometido...pero ahora iba algo mareado, goteando sangre que de vez en cuando caía sobre el público. 

    -Dónde estás, dónde estás ....

    Kalevi veía doble, ¡mucha gente en el campo de juego! hasta que por fin se le cruzó la snitch. Entrecerrando sus ojos dirigió su vuelo en búsqueda de su pequeño trofeo- la pelotita infame se juntaba y separaba en dos cada ciertas milésimas de segundo- fue entonces que decidió que le seguiría el curso hasta y por algoritmo, atraparla en alguna de sus uniones. El viento había secado la sangre en su boca pero por dentro su sabor era asqueroso...¡había escupido cuatro dientes con un golpe de bludger que le había regalado el equipo rival!...

    -¡Malditos bribones!... -gritaba, en ese momento, un entusiasmado Aaron viendo a quien quería como si fuese su propio hijo. 

    De pronto, el muchacho pareció desmayarse, caer de la escoba bajo sorpresa de todos los espectadores, sin embargo cuando se desplomó en tierra firme con una escoba que parecía automóvil muggle de quinta mano y sin mantenciones, estiró su brazo hacia un costado  extendiendo la palma de la mano para mostrarle a todas y todos que la snitch estaba en poder de los Tutshill Tornados... ¡GANABAN NUEVAMENTE EL PARTIDO!

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  7. Nombre con link de Bóveda Familiar que permite la donación: Familia Riddle
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  8.  

    KALEVI ROSIER BLACK

    Turno especial 6 de buscador.
    Agarre.

    -¿Qué opinas de las críticas que se han dado por tu edad?...

    -¿Es verdad que el ex mandatario inglés te ha conseguido un puesto en los Tutshill Tornados?

    -¿Cómo esperas ganarle a la veloz buscadora de las Montrose Magpies?

    -¡Kalevi! Aquí para Magik Politike... ¿Piensas hacer carrera en Tutshill Tornados o estarás a la venta próximamente?...

    Las preguntas bombardeaban a cabeza del joven mago, que a sus dieciséis años, se encontraba sentado tras un mesón junto a sus compañeros. A sus espaldas relucía el escudo del equipo; una estructura metálica que sobresalía de una densa neblina celestina, las doble T daban vueltas de vez en cuando haciendo alusión a su nombre, un tornado. El chico no sabía cómo responder a todo eso, pues y en muchas ocasiones la prensa había sido muy insidiosa sobre todo por la relación que mantenía con su padrino, Aaron Black Yaxley. 

    -Yo... esto...- titubeó frente a un micrófono muggle. El Quiddicth, si bien violento, no era un deporte discriminatorio- me siento a gusto con mis compañeros ¿saben?...- el sonido se acopló y varias brujas y magos se taparon los oídos como si oyesen un cántico desagradable de mandrágoras. Kalevi pestañeó un par de veces y golpeó dos veces el micrófono- ... disculpen. Como les decía, estamos aquí para obtener la copa y no...- observó dudoso a quién le había preguntado por la edad, habían muchas personas de distintos puntos de prensa allí- ... no me siento mal por mi edad, al contrario, quiero ser el buscador y campeón más joven de la historia... -sonrió nervioso. Era notoria la inexperiencia ante una treintena de entrevistadores- ¡Y sí! mi tío está muy feliz...

    La última declaración había quedado a la duda de los distintos informativos deportivos mágicos. El joven Rosier había sido el último en contestar preguntas, cuando el director técnico junto con la capitana habían dado por finalizado el punto de prensa a menos de una hora del partido. Kalevi se apegó al hijo de su padrino y le dio un amigable puño en el brazo; Jeremy era considerablemente más alto que él. Seguramente le dijo que no respondió nada a las preguntas que le hicieron y el joven buscador solo sonrió devolviendo su queja con un puño como se vio... Saldría en alguna portada al día siguiente. 

    -¿Lo hice bien?- consultó a su capitana, antes de dejar el salón rumbo a los camarines. 

    ***

    -¡Aedis anota otro tanto para los alocados y revoltosos Tornados! ....

    Las graderías  estallaban en gritos de emoción, serpentinas celestes y chispas que dibujaban la silueta de la cazadora dando una vuelta por toda la cancha para saludar a la hinchada que ya no podía más de orgullo. Al mismo tiempo, los golpeadores desviaban las bludger de la cabeza de sus camaradas en lo que parecía un hostil paleto de playa... ¡Hasta que le dio a uno en el rostro! ... de seguro quedaría bonito después de eso, comentaban por sonorus los comentaristas mientras algunos fanáticos de las urracas acompañaban con muecas de dolor y rostros tapados entre las manos. 

    Los guardianes habían tenido un arduo partido entre anotaciones y penales que mantuvieron la emoción de lo que parecía ser el verdadero inicio de la temporada. Ya nadie comía grajeas de sus paquetes o castañas tostadas, nadie bebía de sus pajillas cuando la snitch fue puesta en escena sobre una pantalla que alternaba entre ambos buscadores...

    >>Porqué esta cosa no va más rápido...

    Eso era lo que el chico de ojos verdes y cabello alocado se repetía una y otra vez, impaciente e impotente de no poder acortar distancias entre él y ella. Se llevaban por cuatro o seis metros de ventaja. Surcaban las graderías, los pilares de anotación, esquivaban bludgers y cuánto cazador con la quaffle ¡parecían dos mosquitos a lo lejos! hasta que Helene estiró el brazo ¡parecía estar cerca de la snitch!...

    -Oh mi**...

    Kalevi apegó el pecho a su escoba, tomó una corriente de aire y se lanzó en picada tras la espalda de Helene, entonces pasó algo inesperado. La snitch dorada se suspendió por menos de quizás qué centésima de segundo, bajó como si comenzara a dibujar un cuadrado y retrocedió todo lo avanzado a gran velocidad... Al mismo tiempo, el joven buscador de la doble T, menos experimentado pero con una capacidad mayor de reflejo, se paró en sus escoba, saltó pisando izquierda en la espalda de la bruja y derecha en su hombro, para volver a brincar y caer sobre su vehículo mágico quedando de cabeza sobre el suelo a varios metros y devolverse tras la Snitch...

    No oyó a nadie, no sintió nada, nada más que la sola adrenalina de tomar la ventaja y ver a la pequeña bolita dorada frente a él. El viento rozaba su piel, se sentía como una genuina caricia de satisfacción mientras la sonrisa comenzaba  a dibujarse en su rostro...Nunca vio que en frente, más allá de la snitch dorada, estaba la hinchada de los Tutshill Tornados tras los aros de Maida a quién esquivó con soltura y justo antes de estrellarse, alzó ambas manos como un bebé dando sus primeros pasos y saltó de la escoba agarrando a la dorada con fuerza...

    Sintió una red, una red mágica que lo salvó de pasar más allá del estadio y cayó sobre los brazos y aguerridos gritos de su fanaticada. ¡Había atrapado la snitch y la hinchada lo celebraba con fuertes vítores y aplausos!

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  9. Vidas, la vida, aquella concepción quedó bailando dentro de mi cabeza mientras aún nos encontrábamos con mi otro yo frente a la puerta de la pequeña salita, en lo alto de la torre del castillo Black. ¿Sería acaso un elemento sustancial del arte que estaba aprendiendo en esos momentos? ¡claro que sí! la nigromancia iba más allá que predicciones previa invocación de los muertos o prácticas para causar daño a los demás, esas cosas quedaban más para los ansiosos de conocer su futuro o los débiles, por requerir de otros, lo que no podrían lograr por ellos mismos. 

    - Nunca he intentado ser un héroe...- respondí a quien paradójicamente, vestía, caracterizaba y hablaba igual que yo- ni tampoco un villano. Solo quiero entregarle a mi gente lo que le corresponde...

    >>La libertad- dijeron ambos. 

    - ¿Cuánto te ha costado esa libertad?- me preguntó mi experimentado futuro- ¿Qué nos costó esa libertad?...

    - La soledad...- murmuré.

    Siempre había actuado por mis propios lineamientos, lejos de una familia predilecta, de una abuela que intentó guiarme por un camino de paz muy distinto al que predicaban los fenixianos, alejado de hermanos, amigos como Roxanne, Dorothy, Soamily, Perseus... ¡genuina ingenuidad! ¡niñez!... atrapado por lo que otros denominaban magia oscura, negra, ¡prohibida! pero que yo comencé a ver como escondida, fuera del conocimiento público ¡no por su poder! ¡no por su práctica!... Por su libertad. 

    -Tras esta puerta hay una vida que deberás tomar... 

    Se oía fácil. Tampoco es que me hubiese dolido tomar otras para la creación de mis horrocrux, sin embargo la de Elvis sí me había afectado y es por ello que hoy por hoy, mi alma guardaba su honor como duelista en el prendedor de la familia Yaxley, aún así, el resto de vidas muggles en Kings Cross u otras en el camino no remordían en lo más mínimo mi conciencia... al menos no allí, no a mi yo actual. 

    -Yo no fui capaz de hacerlo...- confesó el Aaron con el que había llegado hasta allí- ... simplemente no pude, pero tú, yo, nosotros ...

    El mago llevó la palma de la mano hasta la cruda madera para empujarla un poco y vislumbrar a un niño apoyado en el borde de una ventana sin cristal. Ese niño era yo de pequeño.

    -Aaron...

    De pronto sentí la voz de Caelum, él y yo habíamos entrado con las máscaras que distinguían nuestra apariencia mortífaga- la de él más gastada y bien golpeada. La mía tan rústica como la de él, pero no tan maltratada por los años y las batallas- El pequeño yo se volteó y nos observó con algo de incredulidad. ¡Cómo habrán sido esos tiempos! ¡cómo!... a pesar de lo que significó Lord Voldemort, su vil poderío y las historias que poco a poco se fueron prohibiendo entre brujas y magos, para un niño como yo de casi diez años, era normal ver a otros enmascarados dentro del castillo Black. 

    -¿Eres amigo de mi hermana?...- cuestionó el pequeño Black con un tono mucho más agudo. Ingenuo. 

    -Algo así...- contestó el otro Aaron que me acompañaba-... tú debes ser el pequeño hijo de Mahía, ¿verdad?...

    -¿Mi madre está aquí en el castillo?- preguntó emocionado la pequeña versión de mí. Sus ganas en el nombre de la bruja eran la más pura concepción de un amor entre madre e hijo, o en este caso, hijo a madre, madre ausente.

    -Oh...- se apresuró a responder el otro mago en una sutil sorpresa de desesperanza- no muchacho. Tu madre no está aquí, pero te ha querido dejar un mensaje...

    Yo observaba todo a un par de metros, espigado y con un asombro que no sería visible por la identidad que escondía la apariencia de Caelum, mi seudónimo con el que era reconocido entre los mortifagos de la actualidad.

    -...Si quieres verla debes hacer un encantamiento con la varita, uno muy fácil que te enseñará el amigo con el cual vine hasta aquí...

    -...¿Un encantamiento?... - preguntó el chico quien sacaba su varita, una que en esos años era casi del porte de su antebrazo.

    -...es fácil de pronunciar, deberás lanzármelo a mí y así yo lo recibiré para abrir un portal mágico y poder enseñarte a tu madre...

    - ¿Qué hechizo me...le enseñarás?...- cuestioné acercándome un par de pasos. El susurro de mi apariencia rebotó en cada rincón de la salita. Un flechazo de recuerdos me vino a la mente, ¡una luz!, un verde destello...

    -El Avada Kedavra...

    A esa edad ningún niño de la edad podría conocer los maleficios prohibidos. Estaba solo, siempre lo estuve y algunas veces era Nius quien me acompañaba (mi elfo), pero dentro de las paredes del castillo Black el ego era tan grande que cada uno velaba por sí solo. ¿Qué protecciones habrían contra la inocencia de un crío? 

    Alcancé el muñeca de mi otro yo, de Caelum, evitando que le enseñase a un niño tal acto de maldad ¡una maldición asesina!. Entonces él, sin querer alertar a la versión ingenua de ambos, me tomó el hombro y buscó la serenidad del momento. La insensata y engañosa serenidad. 

    -Ahí lo tienes... por eso no fui capaz. Pero para llegar a ser alguien que busque equilibrio dentro de la piedad que dices tener, es algo que debe pasar. Pasará entre nosotros, aquí, donde no existen otros...

    -¿Qué es un avada kedavra?...- preguntó el pequeño Aaron.

    - Un encantamiento muy fácil. Solo debes tener la intención de que yo desaparezca como una palabra...¿ves?, es muy simple. ¿Puedes concentrarte en eso eh?... para ver a tu madre, ya sabes...

    ¡Que vil acto era el que estaba a punto de cometer! ¿cómo es que no recordaba nada de esto si supuestamente y por lógica, estábamos en alguna línea temporal a al cuál no lograba llegar? Caelum me observó y se hincó frente al muchacho. 

    -Deberás utilizar el obliviate, luego...

    ¿Yo? ... ¿yo hice que ésto pasara? me obligué a ...¿olvidar?

    -¿Qué ganamos con ésto?...

    El tipo se puso de pie.

    -Comprenderás que con el paso de los años, la delicada línea entre la vida y la muerte, depende de un conocimiento y manejo único de la frialdad... la ausencia de sentimientos y para ello, esa inocencia de querer el amor de una ma...ya sabes, el amor ausente, ¡debes dominarlo Caelum! ¡dominar tus instintos!...

    El chico parecía querer irse. 

    -Espera... a tu madre, ¿recuerdas?. Solo tomará diez segundos, pero no olvides la intención de querer que yo desaparezca como una palabra ¿sí?...

    Incrédulo, el pequeño Aaron quien solo tenía ganas de ir a jugar un rato con los caballos del establo, recorrer los jardines y quizás reunirse con tía Lu para que lo llevase donde su prima Maida, asintió. Después de todo, me estaba convenciendo a mí de lograr ir más allá...

    -Ahora...¡apunta!...3....

    -Ava...

    -2....

    -da...keda..

    -1...

    -¡Avada Kedavra!

    El resplandor bañó de una esmeraldina luz las paredes frías en lo alto de la torre. El destello fue tal que la luz se dispersó por la ventana hacia las copas de los árboles que formaban el bosque y de pronto, todo se volvió un cúmulo de emociones, escenas que pasaban rápidamente por mi cabeza. ¡El cincel! ¡Caelum! yo me había esculpido para formar lo que era, un vil mago sin sentimiento alguno... había logrado expulsar aquél amor propio, aquel ego, aquella inocencia que me llevaría a ser el mago más cruel de la historia de la magia. Un pago original, un pecado de atentar contra la vida misma, un paso para conocer los lineamientos de vida y muerte...¡la existencia de seguir allí a pesar de haberme ....de haberme asesinado!  

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  10.  

    Tercer turno especial de buscador: Kalevi Rosier Black- 16 años.

    Ambos buscadores parecían dos estelas de luz a la vista del público. De seguro más de algún espectador ocuparía los lentes especiales para avanzar o retroceder en las jugadas y con ello poder apreciar a Kalevi y su par rival por el campo de juego; el joven Rosier siempre estuvo a pocos metros de su contrincante, esquivando a los cazadores y los pilares de los aros de guardián cuando ameritaba. El buscador de los Tutshill Tornados se preguntaba si hacía bien en seguir a la buscadora de las Montrose Magpies, quien ágil entre las corrientes de aire, parecía ir tras de algo...

    -¡OHlosien...!!!

    Pero aquello no había sido finalizado; fugaz como dos chispas, Kalevi había pasado a llevar unos cuántos sombreros de bruja entre las gradas con la punta de sus bototos y aunque nadie pudiese alcanzarles a decir algo, el joven mago agradecía no haberle dado en la sien a alguien porque a la velocidad que traían de seguro los dejaba inconscientes. A pesar de ello, al joven buscador de la doble T le había costado un par de metros de distancia el haber rozado las cabezas del público.

    Subieron en una recta que de traer la boca abierta les llenaría de aire los cachetes con la dentadura a plena vista, pero la concentración era tal y la ventaja de ir tras la bruja de las urracas le proporcionaba tanta velocidad que ni se fijó en las muecas que pudiese estar haciendo. Solo respiraba profundo y exhalaba serenamente surcando los cielos. 

  11.  

    Segundo turno especial de buscador.

    A pesar del dolor que sentía y el moretón que de seguro le quedaría, el joven buscador de los Tutshill Tornados, embistió el vuelo tras la bruja que le sacaba un aproximado de cinco metros de ventaja. El viento blandía su rebelde cabello al compás de los pliegues de la celeste túnica que le distinguía como un cometa sobre las gradas, su visión era clara tras el cristal de las antiparras y su respiración tan serena, que a pesar de la adrenalina, era notorio el disfrute de vuelo sobre la escoba. 

    La verdad era que Kalevi, a pesar de ser búlgaro, no conocía mucho de sus tierras de origen. Desde pequeño había sido criado por su madre y, también actualmente, por quién era su padrino. Para él estar allí era sobrevolar corrientes de aire desconocidas; ¡le emocionaba oír el cántico de su hinchada! las ovaciones del público avivando a los miembros de su equipo, su nombre y joven rostro entre chispas que lo enseñaban sonriendo desde un lateral de las graderías. ¡Kalevi era un niño! un joven de dieciséis años que a su edad, disfrutar de aquellas cosas era su máxima emoción. 

    -¡¡¡Y los Tutshill Tornados anotan el primer gol del partido!!!...

    Miles de estallidos celestes decoraron formando una cúpula que terminó con una lluvia de filamentos destellantes entre el alarido del público y las celebraciones de los compañeros del joven Rosier quienes elevaban los brazos y saludaban al público, todo eso visto a grandes rasgos por el buscador de la celeste con la doble T que intentaba acortar la distancia con la veloz bruja de las urracas. Para los seguidores de la famosa snitch no había treguas ni pausas.  

    Aferrado y uno solo con su escoba, Kalevi aprovechó el corte de viento que la buscadora rival le proporcionaba, alcanzando gran velocidad para ir acortando las distancias. ¡¡Iban tan rápido que no había bludger que pudiese darles!!

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  12. Primer turno especial de buscador.

    A su corta edad, Kalevi aún se preguntaba cómo había conseguido una plaza en el equipo ¡parecía un sueño hecho realidad!, aunque y a pesar de sus habilidades para montar la escoba, era claro que su padrino, ex mandatario inglés y hoy presidente de uno de los partidos políticos más influyentes del mundo mágico, había movido cielo mar y tierra para que su consentido sobrino tuviese una oportunidad con las ligas superiores del deporte mágico más alocado de todos los tiempos. De eso ya había pasado un año, tan solo doce meses para que lo llamasen a primera división y ahí estaba él, cabello rebelde, antiparras, algunas protecciones y el uniforme celeste de los Tutshill tornados

    Suspendido sobre su escoba de la Comet Trading Company y formado junto al resto de sus compañeros, fijó sus verdes ojos en la caja que acababa de abrir el árbitro- un hombrón de dos metros que le recordó alguna de las amistades de su tío y el temor reverencial que representaban- observando como las bludger salían disparadas cuan cañones de barco pirata, de esos que había leído en un libro de cuentos que le había regalado Aaron, titulado: Las Crónicas de Enaria, y la pelotita dorada extendía sus delicadas y revoloteadas alas para blandirlas a mil por hora y perderse por el campo de juego. La Quaffle fue lanzada y el partido dio comienzo con una rápida reacción del equipo rival. 

    Las ovaciones ensordecían los zumbidos de las escobas, las pasadas por los costados casi rosando los pliegues que ondeaban la guardia del joven buscador, y los gritos fueron aún mayores en el momento que una de las cazadoras de Montrose Magpies pasaba la quaffle a uno de sus compañeros; la bludger pasó a medio metro de Kalevi quien siguió la trayectoria, admirando por sobre su hombro el golpe que la dura bola daba en uno de los brazos de un mago con rasgos orientales. Su tío, como él llamaba a todos los mayores (y todos eran más viejos que él), parecía haber pegado a esa bludger con una efectiva y apasionante intención de lesionar al rival... el joven Rosier no lo culpaba ¡el quidditch era un deporte hostil!

    Nunca vio si Maida había conseguido evadir el golpe de la misma bludger, que como el tenis de los muggles, un golpeador de las urracas había dirigido en su contra. Sin embargo, la efusiva sorpresa de alivio en los rostros de quienes alentaban a los Tutshill Tornados, le dieron a entender que todo iba de maravilla para su equipo. 

    De pronto y entre que se cobraban los penales concluyendo en un marcador sin anotaciones, la snitch dorada zumbó velozmente muy cercano a Kalevi quien pudo mirar como aquella diminuta bola, en comparación a las demás, se perdía entre el público...

    -Ahí estás chiquita...- murmuró el joven mago para acechar su cometido ¡cuando de pronto! la buscadora de las urracas pasó rápidamente por su lado blandiendo algunas mechas locas de su cabello.

    Apegando el pecho a su escoba y estirando las piernas hacia las posaderas de base, quiso lancharse cuan flecha detrás de su rival cuando sintió un fuerte golpe en el costado derecho bajo el brazo, lo que le hizo dar tres vueltas al eje que sujetaba con firmeza, viendo todo de pies a cabezas por un par de segundos como si estuviese dentro de una lavadora. Chistó el remesón y llevó su mano al lugar afectado por la bludger para finalmente bufar una mueca de desprecio al golpeador de los Montrose Magpies. No había logrado siquiera avanzar un centímetro y los abucheos de su hinchada recriminaban la acción del golpeador... Al menos seguirían alentándole. 

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