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Soamily Evans McGonagall

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Mensajes publicados por Soamily Evans McGonagall

  1. ¡Ay no! siempre llego tarde. Bueno, hola, yo soy Soamily.

     

    Los que me conocen, o saben algo de mi, esperarán que rellene esto con absolutamente nada bueno porque no soy experta haciéndolo, pero me esforzaré. Off soy Laura Soamily, el segundo es real, lo creó mi padre para mí y significa según su léxico ¨Mujer de luz¨. Me gusta mucho leer, mi vida se centra en el estudio, entrenar mucho deporte, y básicamente eso. Estudio medicina veterinaria, vivo en Colombia, he viajado por varios países, y eso hace que quiera conocer más y saber más. Obviamente me gusta Hp, y todas las sagas, y combinarlo con la escritura como lo hacemos hace que esté aquí, aunque me resulte difícil con los horarios de mi vida igual lo intento, estoy en el foro aproximadamente hace dos años, pero tuve una ausencia prolongada de la cual regreso y por eso ando un poco perdida en duelo ( sin mencionar que nunca fui la mejor ).

     

    On tengo a Soa, que es introvertida y un poco seria, pero siempre cumple con su deber. Es Evans Mcgonagall, matriarca y bueno, nada más hasta el momento; recién regreso de muchas cosas off y no he tenido tiempo para ponerla al día. Quiero y necesito esta tutoría para no morir en cada duelo hahaha.

     

    Saludos a todos, y ya me pongo al día con todo; lo prometo. Besosss.

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  2. hola, aquí regalan firmas me dijeron (?) hahahaha, no, vine a que Pau me de besitos y me voy.

     

    No, vine a inscribirme a la brigada del amor, de los vagos(?) ay no, odio que sea spam, porque pondría; vine a inscribirme. hahahaha vine a inscribirme, vine a inscribirme... vine a inscribirme.

     

    Pau, si no hay claridad; vine a inscribirme (?) hahaha besosss

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  3. Quería creer que era mentira, y que la chica que estaba explicándome aquello no era mi madre. Cuando regresé, pensé que la gente estaba sobre reaccionando, pero era cierto; nadie quería estar con ella. Tenía un poco de desconcierto, no estaba segura de muchas cosas, pero me dolía por ella, más allá de todo era mi progenitora. La vi llorar, hablar y contarme lo de su hija; algo que ya sabía. Se levantó, me besó y terminó con un ¨te quiero, hija¨. Quedé atónita por un segundo, recobrándome poco a poco. Claro que iría a visitarla, cuando estuviera más calmada y hubiera adquirido más información, no porque quisiera seguir sus pasos, claro, sólo porque no podíamos quedar así. Miré a Lisa mientras le correspondía el abrazo.

     

    -Estoy bien- afirmé, mientras arremolinaba mi larga cabellera en mi cabeza, despejando mi rostro- hablaré luego con ella, la verdad no logro comprender- si bien los bandos, como todo en el mundo tanto mágico como muggle tenían sus defectos, ambos eran corruptos e interesados por algunas cosas, era fuerzas opuestas; estaban contrarrestados por lo bueno y lo malo. Había un bando en el que por falta de conocimiento propio no podía afirmar, quizá fueran compañeros entre sí, pero los ideales por los que se movilizaban por las calles eran inhumanos y crueles. Sin bien la orden no era perfecta, porque lo sabía, lo había vivido, se mantenía firme por por lo que todos idealizábamos; igualdad, entre magos y magos, entre muggles y magos, y entre sangres ¨pura¨ y sangres ¨impura¨. o quizá Felicity jamás había pensado de esa manera, no podía afirmarlo.

     

    -Creo que deberíamos irnos, Lisa- habíamos llamado la atención más de lo usual y aceptable, mezclando bandos y nombres- saqué algunos galeones de mi bolsillo, dejando quizá más de los necesarios, para los elfos y para compensar el daño y el escándalo, además de ayudar para el local que hacía poco había abierto, y felicitar a su dueña por el gusto, y los dejé sobre la mesa- ¿Vamos a alguna mansión?- terminé, esperando una afirmativa. Comenzamos a salir por el local, hombro con hombro, sintiendo la compañía de mi tía. Le agradecí haberse quedado, el hecho de que estuviera a mi lado significaba mucho para mi.

     

    -Podemos encontrarnos con Mei, si te parece- unos días atrás había quedado con la Delacour de verla, y aquel día por información de mis elfos estaba disponible. Según lo que sabía ambas tenían una relación magnífica, y las tres estaríamos bien. Me cohibí de hablar más sobre los bandos, las decisiones y mi madre; ya lo haríamos cuando estuviéramos en otro lugar- ¿A qué castillo? quisiera conocer los recién nacidos ¿Vamos?- finalicé, impaciente por llegar a nuestro destino y poder contar con ambas chicas para platicar abiertamente. Salimos del local, con un poco de presura y esperando que nadie nos hubiera escuchado, deseando que no ganáramos problemas- Gracias- finalicé, sonriendo a la Rambaldi para por último desaparecer del lugar.

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  4. -¡Por Merlin!- después de que todo estuvo claro, de que la Delacour me reconociera tal y como siempre había sido y seguía siendo, me soltó la sorpresa-¡Felicidades, Mei!- dije en un grito un poco ahogado- Claro que iré a conocerlos, seré una tía impecable- bromeé, consciente de que obviamente no sería su tía, pero sí estaría para ambas criaturas siempre que me necesitaran, sería como una protectora- ¿Y sus nombres?- no estaba segura de poder preguntarle sobre su pareja sin abrir heridas del pasado, porque no conocía la situación actual, sólo me había enterado de que ya no se encontraba con quien todos recordábamos haberla visto siempre.

     

    Escuché lo que decía, y estuve totalmente de acuerdo en que el sitio era tan inapropiado como la conversación, por ende no insistí. Continuamos caminando, al compás del viento, dejando que éste nos acariciara; nos atravesara con sus invisibles brazos.

     

    -Bueno, jamás dudé en que regresar sería mi mejor decisión. Sin embargo, te confieso que los cambios tan radicales me han tomado por sorpresa- era algo que quizá todos los que habíamos estados antes podíamos notar y lamentar; algunas personas habían desaparecido, otras escogido diferentes caminos, y poco a poco se perdían en el tiempo. Miré a la chica, mientras jugueteaba con mi varita, siendo diestra bajé mi mano derecha y comencé a apuntar al suelo, haciendo cambios nada radicales en el jardín, sólo para entretenerme.

     

    -¿Te parece bien si vamos al castillo? puedo conocer a tus elfos, digo hijos, y hablar allí- al terminar pensé que la broma había sido un poco dura para una madre primeriza, pues los instintos maternos cambiaban a las mujeres de una manera radical e increíble, lo había visto antes. Así que esperé que no le molestara, y que su respuesta fuera una positiva, para estar tranquilas y poder conversar. Tenía al frente a una amiga, a una confidente y a una madre, una mujer que se mostraba capaz de dar la vida por sus recién nacidos, de sacrificar todo, a final de cuentas; con la entrega que siempre la había caracterizado.

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  5. -Nos quedaremos aquí- manifesté inmóvil, sin separar los ojos de Felicity. De regreso a mi silla apunté con mi varita al desastre que había hecho, haciéndolo desaparecer en un segundo, con Lisa a mi lado- Hablaremos en voz baja, pero hablaremos aquí, si aún quieren hablar- miré alrededor, esperanzada en que no hubieran muchas personas que pudieran reconocernos, aunque, aquello era difícil. Me acerqué lo máximo que pude a la Rambaldi, aferrándome a algo que me hiciera desear estar allí. Suspiré, y observé como mi pecho subía y bajaba rápidamente, con la inseguridad de aquel mal rato. Miré con aprensión a mi madre, todavía esperando su anhelada respuesta.

     

    -No existe ¿Verdad? no hay ninguna respuesta ni explicación. Te diré que pasa, esto es nada más que uno de tus caprichos, esperaremos unos meses más y todo volverá a ser como antes- Lo dije con repugnancia, casi escupiendo las palabras. Es que la rubia no comprendía que no podía vivir así, que ser indecisa e inestable no lograban que llegara a ningún lugar. No la odiaba, como parecía que hacía su hermana, pero en aquel momento me vi nublada, por una de las primeras veces en mi vida, por el dolor y la resistencia que sentía.

     

    Aplaudí, y sonreí con ironía y ventaja, más suave de lo que había pronunciado mis anteriores palabras, para no llamar la atención de aquella manera, algo que en definitiva odiaba. ¿Podría mi propia madre arremeter contra su hija? al juzgar por la reacción de Lisa; sí, si podía. ¿Qué era lo que le había sucedido? ¿Era posible que una sola persona cargara con tanto en su interior?. En lo que a mi respectaba, siempre había sido una chica calmada, bastante tranquila, y mis problemas emocionales no causaban gran problema, a decir verdad. Pero ahora podía darme cuenta que algunas personas cargaban con dolores y rabias, que no superaban lo que hacía mucho debía estar en el pasado, dejando así que interviniera en su presente.

     

    -Eras, una de las personas más importantes ¿Sabías eso? una persona que jamás habría imaginado seguiría sus vanos deseos tan lejos- mi voz se quebró, pero aún así, y con la lágrima que rodaba en mi mejilla continué, tan firme como si nada estuviera sucediendo- no creí que tus desequilibrios llegaran a este extremo, imaginé que era pasajero, y fruto de la cercanía lo que hacía que a veces te pensara tan insegura de ti misma. Pero veo que me equivoqué- terminé, secando mis rostro rápidamente, para dar paso a lo que su débil defensa pudiera admitir.

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  6. Claro que ni me sorprendía ni tenía problema alguno con que la pareja de Lisa fuera Xell, la vieja Xell. Sonreí, me alegraba mucho que las dos brujas estuvieran en semejante historia, era de todo mi agrado. Antes de poder contestar, antes de siquiera analizar lo que estaba sucediendo, sucedió. No podía creerlo, ¿Lisa y Felicity en aquella situación?. Parpadeé perpleja, al tiempo que veía el disgusto en ambos rostros, y dejaba que la Rambaldi se alejara un poco, para recibir a mi madre, dejé que me abrazara como deseaba y luego, cuando estuvimos separadas esperé un poco; reparando en que inevitablemente teníamos un físico bastante parecido, comenzando por nuestros cabellos.

     

    -Entonces, dime que es lo que pasa- interrogué, con seriedad y debo admitir mucha curiosidad. Sabía que Lisa iba a estar bien en el lugar más alejado del local, mientras la Weasley me sacaba todas aquellas dudas- Explícame, dime que todo aquello no es cierto- más que rabia, sentía una decepción que hacía que mi interior se revolcara buscando alguna solución. ¿Felicity, la madre que había inculcado aquellos ideales que jamás olvidaría, se encontraba allí sin una buena explicación para todo aquello?, al sentir el silencio de la bruja, no pude controlarme más, y fue como si una bomba que había estado guardando hacía mucho tiempo explotara con la fuerza que sólo llegado ese punto podía mantener.

     

    -¡Dime, qué es esto! o te juro que jamás podría mirarte a los ojos de nuevo- grité, al tiempo que tiraba los dos platos que habían en la mesa; no esperaba que aquello sonara tan rudo y duro, pero el momento fue de esa manera. Miré de reojo a Lisa, quien seguía esperando, y no quería que se fuera. Sentía tantas cosas, quería que mi progenitora me respondiera inmediatamente, aunque, cociéndola, quizá hablaría de mucho menos de lo que yo necesitaba. giré la cabeza, negando, dándole a entender corporalmente, que tenía que poseer motivos bastantes buenos, para regresar a lo que éramos. Clavé mis orbes azules en ella, alzando las cejas, instándola a hablar.

     

    -Sigo esperando, Madre- el adjetivo familiar que utilicé lo teñí de rabia y sarcasmo, dejando atrás los clichés.

  7. El elfo había regresado con un increíble café, espumoso y en el punto perfecto de temperatura. El cual estuve a punto de escupir cuando escuché las últimas palabras pronunciadas por la chica; ¿Pareja? ¿Lisa?. No es que fuera un hecho imposible, pues la chica era demasiado atractiva, pero jamás la había imaginado compartiendo con alguien un poco de su ingenio. Sin embargo, la veía más madura, más tranquila y segura de lo que jamás había pensado. Algo de suma importancia había cambiado en sus ojos, algo en su manera de expresarse hizo que mi corazón diera un vuelvo... ¿Podría ser?. No lo sabía, y por el momento no tenía manera de averiguarlo, así que continúe hablando con la Weasley.

     

    -Debo admitir que no me sorprende tanto como parece. Quizá antes hubiera sido diferente, pero ahora, en la forma en que te veo... - No sabía cómo expresarle que me encantaba su cambio sin que sintiera que antes era peor, pero habían maneras de variaciones que siempre traían consigo cosas buenas, como al contrario, por supuesto- Luces y estás diferente, en un buen sentido. Me alegra tanto por ti, mereces eso y mucho más. Quizá hasta una hija como yo- Tuve que mezclar una pequeña broma, para que no se convirtiera en una charla tan seria como se estaba tornando. - Bueno, ¿Quien es el afortunado?, y por favor, ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Dónde está Felicity?- No pude contenerme más, necesitaba ahuyentar esa pregunta de mi cabeza; ¿Qué era verdad y qué era mentira de todo lo que estaba circulando por las calles?.

     

    -La gente ha estado particularmente interesada en mi regreso, como si esperaran algo de mi... no estoy muy segura qué es, pero sí que no puedo aguantar más rumores ni murmullos en la calle sin escuchar la versión de mis personas de confianza, así que; te escucho- No estaba siendo nada sutil ni paciente, más bien, me estaba desquitando con Lisa, de una manera buena claro. No sabía cual iba a ser su reacción, pero como tía y amiga, sabía que no atentaría contra mí de ninguna manera, quizá luego tendría que contestarle algunas preguntas, pero ahora era su turno de hacerme saber qué sucedía y llenarme de felicidad con sus noticias de vida personal. Clavé mis orbes en la bruja, y dejé ver una sonrisa tímida y pícara, de una sobrina curiosa que la necesitaba.

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  8. Conociéndola como la conocía; algo pasaba por la mente de Mei sin darle mucha ventaja para disimularlo, aunque hay que admitir que lo intentó. Bajé la mirada; era cierto, todo lo que decían por las calles, lo que la gente susurraba cuando caminaba por lo callejones. ¿Cómo podía darle a entender a la Delacour que siempre sería del bando en el que guardábamos tantos recuerdos? siempre había sido algo callada, un poco restringida a la hora de hablar, pero no tenía caso; no con ella. Ardía de ganas por conocer la historia de todas las personas que se habían ido, algunos para lugares desconocidos, otros para nuestro bando contrario. Miré fijamente a la bruja, intentado con todo mi ahínco que creyera lo que disponía a decirle.

     

    -Vamos sin rodeos, Mei ¿Vale?- Comencé, con más valor y seguridad del que mi voz solía sustentar- Me conoces, sabes a lo que regresé- No tenía que aclarar a qué me refería, sabía que me estaba comprendiendo- Pero necesito, ahora más que nunca, que me ayudes a regresar como es debido. Necesito conocer la situación actual de todo y todos, no sé que es lo que puedo hacer o a quien debería otorgar mi confianza, algo que jamás dudaría de otorgar a ti- Con eso resumía todo; no pertenecería a los seguidores de la asquerosa marca, no iba a desaparecer de nuevo, y anhelaba la guía de la Black. La miré expectante, si me rechazaba ( algo que no estaba en mis opciones ), no sabría a quien más acudir. Es que todo estaba sucediendo demasiado rápido.

     

    ¿Dónde estaba Felicity? quizá sería mala idea nombrarla, por si los rumores eran ciertos; tal vez Mei se descontrolaría un poco. Sin embargo, nadie había sido partícipe de darme a conocer el actual paradero de las personas por las que me preguntaba. Comencé a caminar al ritmo de la bruja, mientras daba tiempo para que respondiera mis preguntas, o que aclarara lo que esperaba de mi. Había, aunque leve para mis recuerdos de lo que la chica era, una posibilidad de que ésta se negara a permanecer a mi lado ahora que tanto la necesitaba, y si sucedía así lo más seguro es que no tendría manera alguna de regresar como yo deseaba, con la lealtad que siempre me había caracterizado.

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  9. Observé la capa negra, y el inconfundible andar y postura de la chica. Sonreí inmediatamente la vi, al tiempo que la instaba a sentarse con mis largos brazos. Había estado observando la decoración del lugar, pero mi atención se centró en Lisa; era bueno verla, hacía que mi corazón diera un vuelco, que sintiera que realmente había regresado. Recordé cuando solía estar en la mansión y la Weasley llegaba, cuando hablábamos sobre cosas de gran importancia para ambas; íbamos a estar la una para la otra ahí, para todo, y esperaba que la chica lo supiera sin necesidad de las palabras.

     

    -No te creas, lo he hecho más yo- Yo la había echado de menos, entre todas las persona que extrañaba, la Rambaldi era una de las que encabezaba mi lista- Claro que me quedaré, ahora más que nunca- La abracé sin aviso previo, algo que no saldría tan fácil de mi si no se tratara de una persona tan cercana. La reparé; había cambiado, pero en un buen sentido. No quería mezclar mi regreso con nada de los bandos de nuestro mundo por ahora, pero los rumores de lo que a la bruja concernía eran potentes, y en algún momento basada en la confianza que manejábamos le preguntaría hasta que punto debería creerlos.

     

    -Mi lugar es aquí. Pero bueno, ya te contaré que fue lo que pasó, por ahora es tu turno- Clavé mis orbes en ella, expectante a lo que pudiera decirme. Quería que me contara todo lo que había sucedido, porque hacía más de un día del nombre que no aparecía por aquellos lugares. Siempre había pertenecido a la Orden del fénix, feliz y leal a mis principios, pero con la ausencia obviamente ya no era auror, sin embargo, mi regreso constaba en eso; retomar la antigua vida que tanto extrañaba. Comenzaríamos con lo básico, luego quizá habláramos del tema.

     

    No me había percatado de la presencia del pequeño elfo que me había atendido al principio, y me sentí un poco avergonzada por no notar que aún seguí allí.- A mi puedes traerme con lo que esperan que continuemos regresando al lugar, y puedes felicitar a tus amos por la idea de tan espléndido local.- Miré expectante a Lisa, esperando a que ordenara algo al elfo, para dar pie a nuestra pendiente conversación.

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  10. Sin mostrar ninguna emoción, nada que delatara lo que estaba pensando en aquel momento, miré a Sagitas y a su acompañante Hayame, quien parecía dispuesta a reaccionar ante cualquier situación que la incomodara. No era mi intención hacer de aquello un mal momento para nadie, pero estaban siendo realmente dramáticas; las personas así me aburrían. Escuché lo que decía Aaron, las palabras que cruzaba con la Potter Blue. Guardé silencio y bajé mi cabeza, intentando alejar todo con lo que no estaba de acuerdo.

     

    -Si, soy hija de Felicity. No estoy justificando a Aaron de ninguna manera, pero me parece que cuentan con uno elfos bastantes sensibles. Le di las gracias a la criatura- ¿Qué esperaban? no iba a brindar golosinas. Observé atenta a las brujas, carente de sentimientos en mi rostro. Me abracé del codo de mi amigo y dejé que pagara la cuenta; en otra ocasión sería yo la anfitriona. Lo miré, haciendo un gesto de risa, algo que sólo el y yo comprenderíamos-Como sugerencia les diría que hagan un curso práctico de manejo de emociones para elfos; póngalo a mi cuenta. Nos vemos pronto, Sagitas- No tenía absolutamente nada contra aquella chica, así que no busqué motivo para continuar con la discusión.

     

    Pasé al lado de ambas, sin intención alguna de despedirme de la otra bruja que nos observaba con sus inquisitivos y rojos ojos; no me asustaba, ni un poco. Si bien hacía mucho no practicaba, mantenía mi varita conmigo, y era imposible olvidar todo lo que en un tiempo había hecho con tanto ahínco. Nos alejamos, con los brazos aún juntos; se sentía bien estar junto a alguien que conocía bien. Reí cuando Aaron aterrorizó al elfo- No cambias, Aaron, y sería un delito pedirte que lo hicieras- No era partícipe del abuso, pero lo del chico pertenecía a lo lacónico, podría decirse- Continuemos nuestro encuentro en un lugar más acorde, Black- le guiñé uno de mis azulados ojos, al tiempo que me alejaba consciente de lo caro que le iba a costar a Leandro reparar ese error.

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  11. -Wow- Pronuncié al sentir que subía en aquellos cojines. La idea era perfecta para un establecimiento, además, al lugar le sobraba lo agradable. El viento hizo que mi blanca cabellera subiera de repente, y la mueca en mi cara debió haberse visto bastante graciosa. Me acomodé mi vestimenta y el cabello, mientras enfocaba una mesa un poco alejada, aunque no habían muchas personas, a decir verdad, sólo una bruja visible en el lugar. Tomé asiento, al tiempo que se acercaba un pequeño elfo. Le sonreí e informé que no tardaría en llegar mi compañía.

     

    No recordaba la última vez que había visto a Lisa, pero la verdad estaba ansiosa por hacerlo. Es que no había visto a nadie en mucho tiempo, y se trataba de alguien a quien verdad apreciaba. Mi mente comenzó a divagar en el asunto de los bandos, en lo cambiado que estaba todo; ¿A dónde habían ido todos? Gode, Mey, todas las personas que alguna vez habían combatido conmigo. De los seguidores de la marca no tenía noticias hacía mucho, la última vez que había defendido el bando o una cárcel del mismo era un vago y lejano recuerdo.

     

    Había encomendado a Sandeep enviar la carta a Lisa, pero no me había cerciorado de preguntarle si así lo había hecho; mi elfo podía resultar un poco olvidadizo. Aunque, si la bruja no venía podía tomarme algo, y terminar de resolver los asuntos que invadían mi descanso. Jmaás había visto el lugar antes, pero al repararlo profundamente me pareció que habían hecho un excelente trabajo. No me quedaba otra opción que esperar, mientras mordía levemente mi labio inferior.

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  12. -Bueno, no es para tanto- Comencé aquello con mucha amabilidad, excusándome en nombre de Aaron- Acabo de agradecer al elfo por sus servicios, y me excuso en nombre de mi acompañante- No iba a irme, no habíamos hecho nada contra ningún elfo, si bien el Black fue maleducado, lo reparé inmediatamente. Miré a Sagitas, ya conocía a aquella bruja, o al menos, podía recordarla. Instintivamente me paré, con decisión. No quería liarme, y llegué a pensar que podríamos irnos, pero me convencí una vez más que no fue un error tan grave.

     

    -Aaron es un poco impulsivo, y no creo que sea un caso tan extremo. Además, he venido aquí hace mucho tiempo, y la falta de respeto se sitúa en que me saquen de esta manera y me pidan no regresar, ¿No crees, Sagitas?- Quizá la mujer no me recordara, pero yo sí, siempre rondaba por los terrenos mágicos, era alguien a quien podía al menos llamar por su nombre. Miré expectante al joven, esperando que dijera algo, algo que lo comprometiera en su error, aunque conociéndolo, armaría un embrollo.

     

    Subí mis brazos y tomé con una sola mano mi rubia cabellera, haciendo una coleta de caballo con ella, mientras alzaba mis ojos mirando expectante a Aaro, Sagitas y a su acompañante. No es que no quisiera irme del lugar; era lo de menor importancia, es que en realidad estaban reaccionando con mucha impulsividad, aunque quizá sólo se tratara de un poco de estrés generado por dirigir el local. Guardé silencio, esperando a que alguien más pronunciara las siguientes palabras.

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  13. Escuché atentamente todo lo que el Black tenía para decirme, al tiempo que sonreía al elfo por prestarnos sus servicios, ya que el mago era un muy engreído hechicero proveniente de una familia muy elitista, por no llamarlos de otra manera. Tomaba pequeños sorbos y devolvía el vaso a la mesa de vez en cuando. ¿Con quien se había vinculado? , ya creía saberlo; Aaron, mirando a sus lindos ojos me revelaba que había decidido vivir una vida muy diferente a la mía. Era algo que siempre había sabido, y, a pesar de eso; quería al chico profundamente. Alcé una ceja haciéndole saber que entendía.

     

    -Te encanta tenerme como amiga, presumido. Puedo asegurarte que te encantaría tenerme como esposa, enano- Respondí a sus palabras sin esfuerzo alguno. Bueno, al menos el chico había tenido tiempos interesante, a decir verdad lo mío no había logrado llegar hasta ese punto-Bueno, yo intenté aprender otra clase de cosas ¿Sabes?, pero la verdad es que me quedo aquí. Tampoco he visto a nadie, literal y lamentablemente eres el primero que veo. y por lo que noto me seguías, precioso- hice un énfasis especial en el adjetivo que utilicé con el Lestrange.

     

    Su tos me confirmó mis sospechas; el chico tenía aversión a la orden, lo cual lo llevaba directamente al bando opuesto. Quizá estuviera equivocada, pero conservaba mi hipótesis firmemente. De todas maneras, yo ya no pertenecía a la orden, mi rango, mi responsabilidad y todo lo perteneciente a ella estaba en mi pasado. Sin embargo, había regresado para hacerme cargo de ese asunto, y lo haría. Guardé silencio mientras bebía un poco del refrescante zumo. Clavé mis orbes en Aaron, recopilando cosas, y aclarando mi mente un poco. No tenía claro cómo iba a seguir de ahora en adelante, pero lo haría.

     

    -¿Y qué es lo que harás?- Solté sin más, esperando una respuesta cualquiera, porque estaba segura que el Black no me contaría de plano ( y menos en el establecimiento ) sus planes, que quizá no fueran muy apropiados -¿Podríamos comenzar con un duelo?- Mi pregunta era honesta; necesitaba practicar, además de que me sentía desprotegida por la falta de práctica, si planeaba regresar necesitaba ser buena en lo que hacía. Quizá fuera buena idea para el mago, aunque estaba segura que había cedido algunos puntos al invitarlo a algo, y peor; invitarlo a un duelo.

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  14. -Bueno, bueno. ¿Pero a quién tengo aquí? el viejo Aaron y su indeseable cara- Reí, enseñándole mis dientes, el tiempo que el poco viento que acompañaba al lugar hacía que mi cabello jugaba libremente sobre mi espalda, alcanzando a llegar un poco a mi rostro- Tengo que admitir que no cambias, Black; igual de desdeñoso que siempre- Acompañé el comentario con un gesto de disgusto, obviamente fingido. El chico, para decir verdad, era bastante atractivo, y su aire pícaro, hacían de su complemento algo increíble. Recordé como en una ocasión tuvimos que salvarnos mutuamente en clase de duelo; hubiéramos terminado muy lastimados de no haber sido así.

     

    -Bueno si, a decir verdad espero a alguien, que llegada esta hora quizá no venga, así que no estaría mal un zumo de naranja- Me desconcertaba la actitud de Leandro, no era la primera vez que no llegaba puntual, o que no llegaba. Tenía muchos asuntos pendientes con el mago, pero si éste no aparecía, quizá estarían así hasta el fin de nuestros días; no lo buscaría. Decidí alegrarme el día con mi viejo amigo- Pues, lo mismo que tú supongo; salvándome de algunas locuras- La frase aludía a muchas cosas en general, aunque en nuestro mundo sonaba irónica; no había muchas locuras que lograran incomodarnos- ¿Tú? dime que ha pasado, y déjate de sarcasmos- Quería saber que había sido de su vida.

     

    - A propósito, ¿Te casaste con Dorothy?- Lo dije en broma, claro, pero quizá el Lestrange tenía información de la chica. Le guiñé el ojo al chico, convocándolo a ser insolente, como siempre había nuestro trato. Jugueteé con mis largos dedos sobre la mesa, moviéndoos rápidamente mientras el mago se pensaba sus respuestas. - No mucho para mi, la verdad. He regresado, A, querido, y planeo quedarme. Estuve lejos, conociendo otra vida, pero pertenezco aquí. No sé nada de nadie, no hablo con ninguno hace muchísimo tiempo, pero soy como el fénix, tonto- hice un gesto gracioso, mientras terminaba aquella corta y nada interesante historia.

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  15. Con todo el ahínco y la fuerza que mi cuerpo me brindó giré con rapidez, alzando la varita que de tantas cosas me había salvado. Apunté, sin pensarlo dos veces; quizá práctica del tiempo, quizá la poca confianza en el entorno. Parpadeé, siendo consciente de lo que sucedía. No era nadie tratando de herirme, no había ningún mago oscuro tras aquel grito con mi nombre, era sólo Mei, mi antigua y querida amiga Mei. Sonreí, pidiendo disculpas con mi cuerpo al tiempo que delataba mi blanca sonrisa a la mujer. Me acerqué, y sin dudarlo abracé a la chica; cuánto la había extrañado.

     

    -De todos los lugares que pude haber elegido para regresar; me alegro de no haberme equivocado- al explorar la cara de la profesora, aquellos recuerdos regresaron a mi mente; aquel tiempo en el que era aprendiz de todo lo que me podían enseñar, atacando seguidores de la marca, creciendo de todas las maneras que podría imaginar. Aunque ahora todo estaba en el pasado, mi larga ausencia había logrado que ya no perteneciera a la orden del fénix; triste resultado. Sin embargo, una de mis intenciones al regresar, era ayudar a la causa a la que siempre había pertenecido.

     

    -Necesito, con urgencia, que hablemos del futuro querida amiga; regresé para quedarme- hice énfasis en mis palabras, dándole a entender a Mei que hablaba enserio, que no me volvería a desubicar.

     

    Llevaba unas botas negras altas, un pantalón rojo oscuro ceñido a mis delgadas piernas, y una camiseta en caída libre blanca. Mi cabellera lisa, intocable como siempre, caía hasta mi cintura, deslumbrando su color. Comencé a caminar con la bruja, mientras recorría los jardines con mis ojos; allí había comenzado todo mi historia. Recordé a Dorothy, a Roxanne y a Aaron, como aprendimos a defendernos sin titubear. Aunque, la época de la juventud había caducado, sentía que era diferente ahora, que de alguna manera; era capaz de muchas cosas más.

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  16. -No, quizá sea demasiado tarde- lo dije en voz alta, sin temor alguno de los mago alrededor escucharan aquellas palabras. No estaba convencida de regresar a aquel mundo; mi mundo. Haber estado ausente tanto tiempo hacía que los recuerdos se desvanecieran rápidamente, y que mis sentimientos no fueran muy claros al respecto. Suspiré por última vez, confiando en lo que ya había decidido. Entré en el lugar, sin estar muy segura de qué o quien esperaba; analizando que cambios notables habían ocurrido en el mundo mágico desde aquella prolongada ausencia.

     

    El sonido del piano me hizo sentir cómoda, sin embargo, con recelo y firmeza miré alrededor. Ya no sabía nada de nadie, no reconocía a los traidores, a los peligrosos de tratar. Ni siquiera sabía nada de Mei, de ninguno de los aurores que solían ser mis más confidentes amigos. Ahora estaba desconectada del mundo, lejos de todos. Al menos, si alguien me veía, me reconocería inmediatamente; mi larga cabellera dorada, lisa y llena de vida. Mis ojos azules, brillantes aquel día. No había cambiado mucho en el exterior, aunque en el interior había ocurrido una tormenta. Llevaba un vestido blanco, largo, quizá un poco llamativo para un cuerpo tan alto, pero aquella timidez que me caracterizaba, había cedido un poco con el tiempo.

     

    Tomé asiento, sin reconocer a nadie en el lugar. Iba a ser un largo viaje, un renacer. Pero estaba bien, porque era lo que deseaba, o al menos eso creía. ¿Sería Leandro el mismo chico que le brindó aquel regalo en su graduación cuando era una pequeña primeriza? no lo sabía, y no tenía manera de averiguarlo hasta que el chico llegara. O quizá ni vendría, lo cierto es que ahora no me quedaba nada de certeza sobre nada, sólo podría esperar y suplicar un buen comienzo.

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  17. Primera planta-Box siete

    Había retrocedido un poco, para dejar que las chicas hicieran un buen trabajo. A pesar de estar cansada, podría hacer el trabajo que requería Ginevra, pero deseaba dejarlo en manos de Kailey, poco a poco tomaríamos más experiencia en los ámbitos que necesitábamos pulir. Observé como todo resultaba un éxito, y sólo me adelante para observar el estado de la paciente en recuperación y anotar algunas observaciones en las fichas. Todo estaba resuelto, sólo restaba esperar a que la bruja se sintiera tan bien como para marcharse por su cuenta.

     

    -Me adelantaré un poco, Kailey, terminaré algunas fichas- sonreí a la Malfoy y me alejé por el pasillo con mi blanco cabello bailando a mi espalda. Llegué al principio de la planta y busqué algunas fichas que había de terminar lo más pronto posible, mientras tatareaba una simple melodía. Mis azules y almendrados ojos se alzaron al escuchar unos jadeos. Me adelanté rápida y cautelosamente, para observar a una mujer en un estado enfermizo y aterrador; su color era blanco, pero podría fácilmente confundirse con el verde, y su peso no sobrepasaría los cuarenta kilogramos.

     

    -¿Qué ha…?- tuve que correr para no dejar que la mujer diera de bruces al suelo, y haciendo acopio de todas mis fuerzas pude depositarla en una camilla. La trasladé a la primera habitación y le suministré algunas pociones, hierbas y algo de ayuda con mi varita; necesitaría de todo para recomponer a la bruja. Al examinar su cuerpo pude percatarme de heridas sangrantes, pero estas no lucían recientes, era como si la mujer llevara escapando o buscando algo hacía algunos días.

     

    -Que extraño- musité, esperando que en cualquier momento llegara mi compañera; nuestra actividad normal comenzaría de nuevo.

  18. Primera planta

    Escuché tanto a Kailey como a Aland, mientras hacía gestos de dolor. Lo más fácil sería ver la conducta de Ginevra, pero por el momento resultaría imposible. Apostaba, por nuestros conocimientos como sanadoras, y los de Aland como psicóloga, que el meollo residía en un problema psiquíatra, pero no podía decirlo. Me acomodé junto a la Malfoy en la cama de la paciente, al tiempo que meditaba de nuevo las posibles causas de su estado.

     

    -¿Dónde se encuentra nuestra nueva aprendiz?-Kailey me había comentado algo sobre la chica, pero hasta el momento no la había visto presente en el lugar. Sabía que todos los presentes sentíamos impotencia y desespero; ser sanador implicaba dar con el punto exacto, el talón de Aquiles que debíamos curar. Y cuando no lográbamos ayudar a un enfermo, la paciencia solía agotarse. Al menos en mi caso. ¿Qué poseía Ginevra? No conocía ninguna criatura capaz de hacer aquello.

     

    -¿Qué será de su vida aquí?- respondí a la posibilidad de Kailey, porque de la segunda no estaba segura; dejarla alejarse de aquella manera aunque un poco controlada, era un riesgo bastante grande, y recaía en nadie más que nosotras mismas-Podría tener más de un trastorno, es decir, despersonalización y algo que explique lo físico ¿No es así?- la pregunta resultaba ignorante y un poco tonta, pero prefería eso a soltar comentarios elevados de los que podría arrepentirme; no sabía mucho de psiquiatría.

     

    Suspiré un poco abatida; ojalá la paciente tuviera un problema de nuevo. Aunque era un pensamiento mezquino, ya que sólo conllevaba al dolor de la chica, era necesario que sucediera, puesto que sólo si sabíamos a qué nos enfrentábamos, podríamos curarlo, o en su defecto contraatacar y ejercer cierto control. Me incliné de nuevo sobre el cuerpo de Ginevra, como si en cualquier de su boca pudiera emanar la verdad.

  19. Primera planta

    Agradecí que la chica no estuviera en una posición defensiva, y con cautela escuché cada una de sus palabras. Así que era cierto que el trabajo se había incrementado, y por lo que comenzaba a entender; bastante aumento. Sonreí, y sin miramientos seguí a la Malfoy. Teníamos una nueva aprendiz, algo bueno, pues ya seríamos tres en aquella planta, aunque al no estar tan sola como antes, estaríamos en cuestiones laborales todo el tiempo. Me interné con Kailey, y mantuve mi cabeza firme al introducirme junto a Ginevra.

     

    -Buen día-pude percatarme de la presencia de Brodik, a quien le brindé una sonrisa, y de algunas personas más, a decir verdad no conocía a ninguno a excepción de la paladín.Tomé la historia clínica, y procedí a escuchar a mi compañera. En mucho tiempo que ambas llevábamos trabajando aquello, quizá ese sería nuestro único caso de aquella índole, al menos, en mi caso así era. Entrecerré los ojos mientras observaba con detenimiento a la paciente; tal vez de trataba de un problema psicológico. Sin embargo, no permití que las palabras se colaran por mi boca.

     

    -Supongo que lo mejor será esperar los resultados de la prueba psicológica, de ser negativos; procederemos de otra manera…¿Qué opinas tú, Kailey?- me había contado todo sobre Ginevra, pero su punto de vista, sin ningún diagnóstico específico, no había salido al aire, y era importante para mí. Bodrik parecía un poco nerviosa por la presencia de la chica, y supuse, que alguna información de la que hablaba era importante, al menos para ella. Aguardé, observando a cada una de las chicas, y esperando una respuesta de la Malfoy, con mis claros ojos clavados en ella.

  20. Primera Planta

    Me sentía fatal. Necesitaba y ansiaba ver a Kailey para explicarle todo. Había reposado en una ausencia excesiva, y, era consciente de lo mal que aquello se veía. No obstante, no había tenido opción alguna; requería de ese tiempo para terminar algunos asuntos urgentes. Mi largo y rubio cabello, aquel que podía confundirse con el blanco de la nieve, reposaba libre, mientras una vestimenta blanca era todo lo que me acompañaba, y mi varita, claro. Busqué a la Malfoy en la planta, y al parecer había tenido trabajo, lo cual me hizo sentir mucho peor.

     

    -Siento la ausencia, Kailey- comencé, sin muestra alguna de altitud, ni soberbia-me ha resultado físicamente imposible asistir, espero comprendas- no era una persona cálida ni sentimental, pero a la hora de disculparme al haber cometido una falla, lo hacía con todo el empeño posible. No obstante, era suficiente con lo que había dicho. Me acerqué hasta ella, y quisé preguntar qué había sucedido, pero guardé silencio por unos largos segundos.

     

    En mi tiempo en la planta, poco pasaba, pero, por lo que había escuchado, el movimiento había regresado al lugar, y quizá, Kailey había soportado mucho. Esperaba, que no hubiera sido así, y que en medio del trabajo normal, hubiera tenido buenos días. Aunque, recordaba aquellos días llenos de soledad en la planta; me sentía tan importante al mundo mágico como un muggle.

     

    -¿Qué ha pasado?¿Hay algo en lo que pueda ayudarte ahora mismo?- era lo único que restaba por hacer; comenzar a trabajar de nuevo, esperando que la chica retomara nuestra limitada relación hasta el momento de nuevo, y que entendiera cómo lo sentía. Si lo hacía, el ambiente resultaría mucho mejor, sino, tendríamos que trabajar, fuera como fuese; no podría permitirme más días sin horarios laborales.

  21. -¿Te das cuenta, pedazo de sonso, que quedas como poco más de lo que eres; un tonto egocéntrico?- Quería a Aaron, pero su ego intencionado me enfurecía a límites inexpugnables. Sonreí con sarcasmo y repugnancia, mientras enseñaba mis blancas perlas a Black. La gota de brady fue literalmente aquella que rebosó la copa, y sin pensarlo me abalancé sobre el chico. Con una mano pude sentarlo en la silla que reposaba tras él, tras esto, tomé una copa llena de aquel licor y dejé caer un poco sobre aquel frenético amigo.

     

    -Brindo porque tu estupidez sea eterna, y nunca dejes que algo bueno se te contagie; sigue igual de bobalicón, Black- levanté la copa y regresé a mi sitio, sin hacer ruido alguno que pudiera molestar. Si alguien saldría mal de la reunión no sería, yo, y si alguien perdería la paciencia, preferiría que fuera mi compañero. Odiaba el licor, jamás tomaba un solo trago de aquel desagradable líquido, por lo que devolví la copa en un movimiento casi imperceptible a su lugar de origen.

     

    Sabía a qué se refería Roxanne, y sonreí al escuchar su comentario, sin embargo, no saqué el tema a luz. Me acomodé un poco mejor, y dejé que la tranquilidad se apoderara de mí; estábamos teniendo buenos momentos, aunque estuviera allí el presumido de Aaron, igual sentía tanto afecto por él como por los demás presentes. ¿Qué pasaba con Dorothy? Quería acercarme a la castaña y preguntarle, pero sabía que no era el momento adecuado, por lo que decidí que tras la reunión lo haría. Saboreé mis labios con asco; aún tenía el sabor del brandy.

     

    Off

     

    Pongo un poco de drama, porque moriremos de sueño (?) hahaha *siente zape de Roxanne* besos, chicos.

  22. Me divertían intensamente los comentarios sobre el matrimonio; ninguno de los presente había tomado la decisión, el único de los cinco había sido Percy, y el chico aún no llegaba. Por mi parte, ni siquiera había tenido un compañero; no lo necesitaba en absoluto, no lo deseaba. Sonreí a los chicos mientras escucha lo que decían, aunque no intervine, pues consideraba respetable el hecho de hacerlo, así nunca fuera a ser el caso conmigo. Mi cabello blanco como la nieve reposaba libre, y así lo dejaría por un rato.

     

    Poco después llegó el faltante del grupo, y con él vino a mí una sensación de vergüenza. Sonreí a Percy, y me levanté del asiento continuo al de Aaron. Le brindé un abrazo al Ryddleturn y proseguí a excusarme, aunque no tuviera las palabras concretas para lograrlo.

     

    -Siento mucho no haber asistido, querido Percy, a decir verdad el tiempo no lo facilitó en absoluto- había enviado un presente para el chico con Bronwen, quizá hubiera llegado, o quizá aún estuviera la pobre y vieja lechuza en busca del lugar correcto-Envié algo con mi desgastada lechuza, no sé si ya llegó, pero lo único que puedo decirte es que me alegra inmensamente que seas feliz- lo último fue un susurro en su oído; no quería parecer sentimental en aquel encuentro.

     

    Tomé asiento de nuevo, para escuchar el tonto comentario del Black; siempre haciendo alarde. Le dediqué una sonrisa fría y burlona, de esas que sólo me salían especialmente para el engreído de Aaron. Observé a cada chico, y pude ver que las chicas no estaban muy atentas; tal vez había algo que supieran que nosotros no, y nos lo diría, o quizá sólo estaban un poco dispersas. Pero a decir verdad, era extraño.

     

    -No queremos saber nada sobre ti, eso seguro- alcé mis cejas en gesto de superioridad fingido, una vez más en tono satírico-Bueno, pero ahora que llegó el recién casado; podría brindarnos algunas clases de esto, que la verdad a mí se me da fatal-no tenía que recordarlo, pues los chicos sabían mejor que nadie lo poco amorosa que resultaba, y el comentario sólo venía a inducir un poco a la conversación en decadencia.

  23. -¡Pero pensé que este chico ya no respiraba!- al ver a Aaron, dejé escapar un pequeño suspiro; extrañaba a aquellos chicos de verdad, aunque, jamás me permitiría decirlo en voz alta-debo admitir, querido Aaron, que estás tan ridíc*** como siempre, y por cierto; puedo enseñarte algunas buenas bromas- el colacuerno no había permanecido mucho tiempo en mi hombro, y a pesar de que el humo me fastidiara inmensamente; no le daría la victoria al chico. Le guiñé uno de mis claros ojos, que aún seguían clavados en su figura.

     

    Sólo faltaba Percy, a quien le debía una disculpa. El tiempo no había estado a mi favor en cuanto a su matrimonio concernía, sin embargo, no tenía excusa laboral alguna para el fallo que representé, aunque, seguro que hubieron muchas personas más indispensables que estuvieron a su lado. No obstante, tendría que hablar con él. Crucé mis largas piernas en busca de comodidad, mientras arrastraba mi larga y plateada cabellera a mi hombro derecho.

     

    -¿Nos has traído a este lugar a escuchar cuentos, o pensamos hacer algo interesante?- sabía que el comentario le caería pesado a la Rambaldi, pero lo decía sólo por fastidiarla, además de preguntar qué haríamos-Ya todos felizmente casados, con cara de abuelos, y tan aburridos como siempre…¿Qué haré yo?- claro que decía aquello por tanto tiempo separados, pero en realidad no sabía nada de la vida de ninguno; era realmente triste.

     

    Mi pie alcanzaba a rozar el del Black, y sólo con intensión de fastidiar al chico comencé a depositar pequeños empujones con intervalos en sus piernas, mientras añadía un gesto dramático y exagerado al momento. No era la mejor habladora, jamás lo había sido, para ello estaban Dorothy y Roxanne, por lo que esperé a que entablaran alguna conversación, por el momento continuaba molestando a mi amigo; hacía mucho, mucho que no lo veía.

  24. No quería, no deseaba más visitas de ninguna de mis lechuzas, aquel día me había pasado contestando cartas, papeles que debía rellenar dentro de la Orden, en mi trabajo como sanadora, e incluso enviando algunas importantes a amigos y conocidos con fines específicos. Cuando vi a Myrcella atravesar los campos del castillo e internarse en mi habitación, suspiré abatida por el peso que aquello suponía; más trabajo. A parte del que realizaba en aquel momento, claro.

     

    Tomé la carta, y por su empaque, pude deducir de quien se trataba esta vez; Rambaldi. Abrí la invitación, y leí rápida y alegremente todo lo que tenía por decir, aunque la verdad no era mucho, me invitaba a una reunión de aquellos que habíamos cursado juntos la academia. Divisé el nombre de Percy entre los invitados y me sentí fatal, pues no había tenido tiempo de acudir a su unión amorosa, pero de la mejor gana lo habría hecho; el tiempo no lo facilitó.

     

    Me levanté del escritorio, y tras agradecer a la lechuza y brindarle un poco de caricias, me alejé hacía el vestidor para cambiar aquella blanca vestimenta. No era mis especialidad vestirme como lo hacían Dorothy y Roxanne, pero algo hacía por mi figura. Utilicé un pantalón negro, una esqueleto gris, unas botas negras y mi cabello casi blanco en una simple coleta; me veía sencilla y poco llamativa, tal como me gustaba.

     

    Dejaría el trabajo para otro día, ya que una invitación como aquella no se recibía todos los días, aunque proviniendo de la chica que nos había invitado; podría llegar a suceder. Me encaminé hasta la librería, y me introduje con sumo cuidado en no hacer ningún ruido. Ahora todos estábamos sumidos en nuestras vidas, pero recordar viejos tiempo no nos haría ningún mal; al contrario. Pude ver dos siluetas, y mi corazón después de mucho tiempo estalló en felicidad.

     

    -¡Pero qué feas que están! ¿Qué no tienen tiempo para arreglar esas caras un poco?- abracé a cada una de las chicas, tomé asiento, y me percaté de que ninguno de los chicos había llegado-Supongo que saben lo malas que son las reuniones de Rox, por eso no se aparecerán- al contrario de la Westrong, quien además de amiga era mi hermana, no poseía aquel encanto innato, ni lo dulce de las palabras, pero al lado de ellas; nada tenía que esforzar más allá de ser quien era.

     

    -¿Qué es lo que haremos? ¿Defendernos de estatuas como aquella vez que casi mueren por malas?- citaba en recuerdo una de nuestras clases como aprendices de magia en la academia, y recordaba vívidamente el día en que teníamos que luchar contra aquellas rígidas y peligrosas estatuas; no nos salió nada fácil librarnos de ellas, pero después de mucho insistir, y trabajar en equipo conseguimos salir con vida.

  25. Primera Planta

    ¿Dónde estaba la Malfoy? Regresé buscándola, esperanzada en encontrar compañía en la planta. Aquel día, tras recibir y herido, aplicarle curación y darlo de alta, había sido tranquilo; sin mucho trabajo. Suspiré abatida, y me encaminé hacia el lugar en donde podría rellenar algunas planillas con datos que faltaban en la información requerida. En vano continué buscando a Kailey, pues la chica no se encontraba en la planta.

     

    De pronto, una bruja de alta edad ingresó con graves dificultades, aunque ayudada por un mago, y antes de pensarlo dos veces, estuve al lado de ambos con una camilla blanca equipada para recibir pacientes. No me ocupé de preguntar qué había sucedido, pues la atención que necesitaba era urgente. Le llevé, con rapidez pero delicadeza hasta una habitación, la más cercana. Saqué mi varita, y tras ayudar un poco con magia me dispuse a darle una poción.

     

    -No debe usted subestimar el poder de las criaturas, una como está podría dejarla sin respiración en poco minutos, si su descarga hubiera sido más potente, o quizá con más tiempo, habría muerto inmediatamente- le brindé la poción, y le pedí que firmara la planilla, algo a lo que no accedió de ninguna manera. No importaba, pues luego , a la hora de dejarla ir, debería hacerlo. Esperé a que mi compañera llegara pronto, de verdad quería contar con alguien en aquel lugar.

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