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Angel.Of.Ice

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Mensajes publicados por Angel.Of.Ice

  1. QUINTA PLANTA - HERIDAS Y RESURRECCIONES DE NEUTRALES DE CIVILES

    Liza M. Rambaldi con Aleera (disculpa la demora) :rolleyes:

     

    Obedecí a la sanadora de la forma más efectiva que pude, moviéndome hacia el lugar indicado y tomando entre mis manos la botella marrón que contenía un extraño líquido. La llevé hasta el lugar dónde una recuperada Taurogirl hablaba con mi jefa, serví un poco de la pócima y se lo alcancé a la paciente, que disfrutó con el sabor. Antes de cerrar la botella pasé un poco a un pequeño frasco que llevaba en un bolsillo de mi túnica, de esa manera no tendría que buscar la pócima cuando quisiera utilizarla. Finalmente dejé la botella en su sitio original. Taurogirl ya se había retirado, no sin darnos las gracias.

     

    -Liza, vamos, las enfermeras y elfos van a terminar con esto -indicó Aleera, que aún seguía en el mismo sitio.

     

    Asentí, echando un vistazo a mi alrededor. La sala estaba hecha un desastre y, lógicamente, mi jefa se refería a la limpieza del lugar. Los elfos lo arreglarían en muy corto tiempo. La sanadora salió de la sala y yo caminé tras ella, al fin y al cabo ese era mi trabajo, yo estaba allí para aprender ayudando. El aroma a éter me dio de lleno, era menor al de los hospitales muggles pero aún así seguía siendo desagradable. Me tapé la nariz con el borde de la túnica durante unos segundos, antes de acostumbrarme al olor y poder respirar con tranquilidad. Confiaba en no marearme.

     

    -Espero que puedas mantener el ritmo -comentó Aleera-. Un caso como el de hoy es rutina por acá. Viste que lo principal fue cerrar y limpiar heridas. De ese modo ahorramos dolor a nuestros pacientes. En cuanto el corazón regresa a latir éstos podrían perder mas sangre y no lo necesitan. El orden de acción es de primera importancia.

     

    -¿No es... "molesto" morir? -inquirí con timidez, ese sería mi futuro si en realidad pensaba formar parte del bando fenixiano-. Digo, no me molesta traerlos de nuevo a la vida. Pero es que para los muggles la muerte es algo definitivo. Aquí es como tomarte unas pequeñas vacaciones -recordé, mientras sacudía lentamente la cabeza de lado a lado, intentando borrar el recuerdo de aquella tristeza que invadía los corazones muggles cada vez que alguien fallecía. Los muertos no regresaban en mi antiguo mundo. Nunca lo hacían.

  2. ¿Hola? *asomo la nariz y alcanzo a ver a Hades* Ah, prometo que esta vez pasaré la clase :rolleyes:

    En mugglelandia me llaman Paula, como a la teacher Mei B), me siento especial (?) Tengo 16 años y soy de Montevideo, Uruguay. Estoy cursando el segundo año de bachillerato diversificado (algo así como el pre-universitario) en físico-matemática. Me gusta la música, sobretodo la banda The Pretty Reckless y la cantante Avril Lavigne, y la gente cree que estoy un poco loca. Físicamente mido 1.70, tengo el cabello rubio oscuro y con rulos, y los ojos de un verde-azul muy extraño. Siempre quiero hacer nuevos amigos, así que estoy disponible para quien quiera conversar.

     

    Mi personaje se llama Elizabeth Cassel Myrddin Rambaldi aunque, como ella no lo sabe, llamenle Liza. Tiene 18 años. Es hija de magos, aunque criada por muggles, es un poco torpe y posee el poder de crear y manipular el fuego y el hielo. Le gustan los lugares abiertos, la música instrumental celta y la clásica, y dibujar. Odia la humedad, lo lugares que la encierran y la gente mentirosa.

    Una demonio joven, llamada Kath, comparte el cuerpo con Liza. Así que será normal verla en una lucha interna y discutir consigo misma.

     

    Creo que eso es todo :unsure:

    Saluditos *reparte florcitas*

  3. Liza M. Rambaldi

     

    Ignoré completamente el comentario de Juve sobre mis modales y esperé la respuesta a mi pregunta que definitivamente no me dejó conforme. Decidí no decir nada más, no valía la pena y tampoco tenía más cuestiones que resolver. Me sorprendió un poco que la profesora Mey no comentara nada, era extraño, pero tal vez ya poseía el conocimiento suficiente. Respiré, inhalando nuevamente aquel olor nauseabundo que reinaba en el lugar.

     

    No respires, me harás vomitar”; mencionó la demonio, quejumbrosa.

     

    -Tengo que respirar, cariño –murmuré, tan bajo que nadie podría haberme oído.

     

    Dylan prosiguió con sus preguntas que me interesaron bastante, yo no mantenía una relación con nadie aunque ¿quién sabe? Quizá algún día lo hiciera y preferiría tener las cosas claras. A continuación, la Black nos dejó en manos de Mey que supuestamente nos llevaría al cuartel de la Orden del Fénix.

     

    ***-***

     

    Chillé, ¿por qué diablos nos trasladaban sin avisar? Estaba harta de los viajecitos mágicos. Bufé y levanté los párpados, que había mantenido cerrados durante la desaparición. Sabía que Juve no vendría, pero me importaba poco lo que ella hiciera o no. Era prácticamente igual con todos los mortífagos.

     

    Eché un vistazo a mí alrededor, el sol iluminaba tenuemente y tiznaba el cielo de un rojo intenso. Quizá no tanto, como vino derramado sobre un mantel blanco. Me levanté del suelo, donde había logrado “aterrizar”, sintiendo el suave césped entre mis manos. El suelo era firme bajo mis pies y el aire puro llenaba mis pulmones. Agradecí haber salido de la fortaleza mortífaga. Busqué a la profesora con la mirada, hasta hallarla frente a todo el grupo.

     

    -Bienvenidos al Cuartel General, mejor conocido como Terrenos de la Orden del Fénix –presentó-. Por mucho que me hubiese gustado traer a la profesora Black con nosotros, esta no puede ingresar a estos terrenos. El Cuartel General de la Orden del Fénix no es un edificio cualquiera decorado según nuestros gustos –explicó, y un recuerdo de aquel aroma nauseabundo sacudió mis sentidos-. Este no es solo un lugar de reunión, escondite o entrenamiento. Aquí reside la fuente de Poder Mágico de la Luz –los caminos de piedra que atravesaban el lugar se iluminaron con pequeñas luces doradas que indicaban el camino-. La protección mágica que resguarda los antiguos secretos de este lugar, veta a Juve por su esencia misma. Ustedes, por otro lado… Por muy malvados que varios se crean –les sonrió a determinados compañeros-. Aún conservan el alma pura. Aún no han elegido. Ahora si me siguen, por favor… No debemos tardarnos demasiado, o la profesora Black se preocupará.

     

    Reprimí una sonrisa. Esas dos mujeres eran polos opuestos y era sumamente divertido verlas en su pelea interna. Por otro lado me sentía completamente segura sobre la condición de mi “esencia”, importaba un comino que tan malos creían, Dylan o Irina, que eran. Caminé por el lugar que la profesora indicaba, disfrutando a intervalos de la visita guiada. Me veía a mi misma allí, varita en mano, entrenando para servir a la luz.

     

    Cursi”, comentó risueña la demonio.

     

    -Cállate –musité.

     

    -¡Aquí estamos! Este es el Templo Blanco –indicó Mey.

     

    Levanté la mirada hasta el lugar donde el enorme edifico parecía unirse con el cielo. Haciendo gala de su nombre, estaba construido de firme mármol. Suspiré, encantada, ya podía sentir el increíble halo de poder que emitía aquel lugar. Moría de ganas por estar allí.

     

    -Solo los miembros de la Orden del Fénix pueden ingresar allí –explicó.

     

    ***--***

     

    Nos encontrábamos en el linde de un bosque. Todo estaba completamente oscuro y yo jugaba, escondiéndome de los demás, a encender una pequeña llamita de fuego en la punta de mi dedo índice. Repentinamente Mey hizo que un enorme tronco se tornara en llamas, encendiendo una enorme fogata. Fijé mi mirada en el fuego, como hipnotizada, sorprendiéndome cuando un brillante fénix se elevó del mismo.

     

    -El fénix tiene varios significados, según la época en que el mago o bruja se encuentren. Para mí, este ser que renace de las cenizas significa la Esperanza. Para muchos la Fuerza y la Protección, al aparecer ante nosotros en los momentos en que lo necesitamos. Cualquiera con la suerte de ver a una pareja de fénix podría comprender por qué también se lo identifica con el “Amor Eterno”, la Amistad y la Lealtad –se detuvo un momento-. Estos son los valores de la Orden del Fénix. Para nosotros la Magia es Poder, sí, pero poder de Creación, no de Destrucción. Y la Magia Oscura siempre trae como consecuencia la destrucción. La magia para nosotros tampoco significa poder de Dominio, por eso defendemos la Libertad, ya sea de brujas, magos, muggles o seres mágicos. Ahorra… -carraspeó- imagino que tendrán varias preguntas que hacerme ¿verdad? Soy todo oídos.

     

    Escuché atenta las preguntas de Irina y Alia, que me resultaron igual de interesantes que de aburridas, se notaba a la legua que ellas no estaban interesadas en formar parte de la Orden del Fénix. La pregunta de Rose ocasionó una ligera sonrisa en mi rostro, era algo muy cierto. Dylan, sin embargo, me llevó a la misma pregunta que me hice la primera vez ¿me relacionaría yo, a ese punto, con alguien de un bando opuesto? ¿Podría el amor por esa persona ser más fuerte que mi lealtad? ¿Me cambiaría de bando por eso? Sacudí la cabeza y esperé mi turno.

     

    -Profesora… -comencé-. Am… Mey. Puede sonar algo tonto, pero no provengo de una familia de magos y nunca se me ilustró en ese tema… ¿Qué fue primero? ¿La Orden del Fénix o los Mortífagos? –inquirí ruborizándome, logrando que las puntas de mi cabello dorado se prendieran fuego inconscientemente.

  4. QUINTA PLANTA - Heridos y Resurrecciones de Neutrales y Civiles.

    Liza M. Rambaldi con Aleera y Taurogirl (atención de Tau)

     

    Los ojos de la Malfoy estaban fijos en mí y sentí que me hacía cada vez más diminuta hasta perderme entre los almohadones del sillón. Obviamente era solo una sensación, ya que la mujer solo me miraba. Yo había levantado la mirada y estaba perdida en la comisura del labio de la sanadora, que parecía moverse de vez en cuando... o tal vez solo lo estaba imaginando. Repentinamente las campanillas de alarma tintinearon logrando captar la atención de Aleera, quien se movió fuera de la oficina con rapidez.

     

    La seguí hacia la sala de urgencias donde esperaba un nuevo paciente. Reconocí a esa persona con facilidad.

     

    -¿Crouchs? -susurré, mientras mi jefa realizaba varios episkey sobre el cuerpo de la muchacha que curaron sus heridas internas y externas.

     

    -Liza, por favor, toma el díctamo y colócalo en las mas grandes -me ordenó la Malfoy.

     

    -A eso voy... -musité, y rebusqué a gran velocidad en los bolsillos de mi túnica-. ¡Aquí estás! -grité, aunque me ruboricé enseguida, y destapé la pequeña botellita esférica que contenía el líquido marrón-. Unas pocas gotas... -me expliqué a mí misma, mientras aplicaba la esencia de díctamo en las heridas más grandes de Taurogirl-. Listo, Aleera. Prosigue. ¿Algo más?

     

    Me moví a un lado y cerré el frasco mientras la piel terminaba de formarse sobre lo que antes habían sido increíbles heridas en el cuerpo de la Crouchs. Finalizado esto, la Evanik terminó su trabajo, pronunciando un sonoro "Enervate".

  5. QUINTA PLANTA - HERIDAS Y RESURRECCIONES DE NEUTRALES Y CIVILES

    Liza M. Rambaldi con Aleera

     

    La sanadora me miró mientras yo hablaba, esperando el momento justo para intervenir. Terminé con mis explicaciones y apoyé las manos nerviosamente sobre mi falda, tamborileando con las puntas de mis dedos sobre las rodillas. Esperando a que ella hablara.

     

    -Mira Liza, esto no es el colegio o la academia. Si estás acá es porque se considera en ustedes personas capacitadas. Lo digo así porque tus compañeras están en la misma situación. Acá no vamos a venir Héctor, Jessie o yo, tomarte de la mano y llevarte sala por sala. Cuando suena la alarma de pacientes debes aparecer junto a la camilla y ponerte a trabajar. Nadie les pide que el primer día resuciten a alguien, solo les pedimos que estén, así van a aprender. Puedes acomodar al paciente, quitar las ropas y limpiar las heridas, incluso si te deja el sanador que te acompaña podrás cerrarlas, te aseguro que nosotros 3 somos accesibles al respecto… Así es como uno se forma, por las ganas, el compromiso, el esfuerzo… si esperas que alguien te sirva todo en bandeja pues estás en el lugar equivocado.

     

    Asentí levemente. Eran muchas cosas que ya sabía, pero me sorprendí al reconocer que necesitaba que alguien me las dijera de nuevo. Me mordí la parte interna de las mejillas hasta que sentí el gusto a óxido en la boca. Por fuera parecía solo una chiquilla rica, en aprietos e indefensa. Por dentro estaba funcionando a toda velocidad, buscaba alguna respuesta que le asegurara a Aleera que podía contar conmigo en este trabajo. No se me ocurría nada.

     

    La sanadora tomó los pergaminos y me mostró uno de ellos, allí había un estricto registro de mis labores. Es decir, todo estaba absolutamente mal. Paseé mi mirada por ahí, no valía la pena leerlo, ya sabía lo que diría.

     

    -Vamos a ver juntas estos meses. Tuviste muchas inasistencias, y una de las cualidades que resaltan en tu perfil es que te falta… ¿hablando en criollo? Meter las manos en la masa -yo sonreí tímidamente por esa expresión-. Cumples las órdenes a tu tiempo pero no sugieres o te involucras por iniciativa propia en la atención. Tenes que intentar involucrarte mas, piensa que la llegada de un paciente es como un hijo, depende exclusivamente de vos. Hasta que no lo ves en condiciones de salir del hospital, debes velar con él aunque debas matar a alguien ¿me entiendes?

     

    Fijé la mirada en la punta del pergamino, realmente estaba pensando en todo lo que ella decía. La gente entraba al hospital todo el tiempo, los civiles eran nuestra responsabilidad, heridos y muertos. Y yo no estaba colaborando en absoluto, solo recargaba los hombros de mis colegas que se veían en la encrucijada de decidir quién necesitaba una atención más inmediata. Por mi culpa, las personas demoraban en volver a sus vidas normales.

     

    -Yo... -empecé, apoyando mi delicada y pálida mano sobre el pergamino-. No quería arruinarlo -mi voz tembló y luché por controlarme, me sentía una completa basura-. Es mi primer trabajo, no planeaba que saliera así -mis ojos se humedecieron y miré mis uñas, ni siquiera había sido capaz de dejarle este trabajo a alguien apto para él. Me sentí peor-.

  6. Liza M. Rambaldi

     

    Sólo tuve tiempo para recuperar el oxígeno antes de que volvieran a trasladarnos de sitio. Gemí, aún me dolían los tobillos por el que me había agarrado aquella asquerosa criatura y también estaba increíblemente mojada. Me sentía como si acabara de salir de una piscina pero, yo solo iba a aquellas en verano y ahora el viento me estaba congelando. Alcé mi varita con dedos temblorosos, apunte directamente a mi ropa y realicé una delicada floritura realizando el hechizo de aire caliente. Un suave y tibio vapor surgió de la punta de la varita y se encargó de mi ropa.

     

    Cuando estuve completamente seca eché un vistazo a mi nuevo entorno. El cielo era de un azul dudoso, como el del cielo cuando va a llover o cuando está a punto de anochecer... o amanecer. Arqueé las cejas, realmente no tenía la menor idea de qué hora era y no sabía cómo averiguarlo. Edificios altos se abrían paso allí y sus sombras se proyectaban haciéndome sentir insegura e indefensa. Caminos sinuosos y angostos, pasillos de piedra negra, corrían entre las construcciones y no dejaban ver ningún final... ningún punto de luz.

     

    Finalmente fijé mis orbes de un dudoso verde mar en mi profesora Juve. A diferencia de mí, ella parecía sentirse completamente cómoda en este lugar y era algo fácil de comprender. Detrás de ella se encontraban varios seres increíbles. Extraños pero increíbles.

    Inhalé profundamente. El olor a putrefacción llenó mis pulmones en forma inmediata. Era una repugnante mezcla de cementerio, basurero y frutas podridas. Arrugué la nariz y desvié mi mirada hasta el suelo, bajo mis pies el suelo era extraño y crujía ligeramente cuando movía mis zapatos Decidí no moverme, por las dudas.

     

    -Bienvenidos sean a la Fortaleza Oscura, espero que no sea tal y como se la imaginaban -presentó la profesora-. Este lugar es el sitio de reunión de los mortífagos, algunas veces lo usamos como campo de entrenamiento…-sonrió con suficiencia- centro de tortura y asesinatos masivos -yo enarqué las cejas- Hoy no les enseñare como matar a un Odefo o algo similar, tampoco tendremos una sesión de tortura auspiciada por su servidora, hoy tendrán el placer de poder preguntarme lo que desean saber de los mortífagos, aquella dudas que les carcomen sus cabecitas y no los dejan de atormentar.

     

    Bufé, como si me importara lo que hacen o nos los mortífagos. Pero Juve seguía hablando y tenía que escucharla.

     

    -Pueden preguntar lo que gusten, ya saben que estoy para responder, hasta las dudas más rebuscadas que puedan emanar de sus mentecitas habidas de conocimiento -ofreció, aunque parecía una cita extraída de un mal libro de ciencias, luego se dirigió a Mey- Igualmente tú, sabes que puedes preguntarme lo que gustes… No prometo darte la respuesta que esperas y de la forma que lo requieres, pero intentare ser decorosa con vos…-siseó- Solo por esta ocasión, no consideres esto una tregua porque no lo es...

     

    Dejé que alguien más se encargara de hacer las preguntas mientras yo buscaba alguna duda inexistente dentro de mi cabeza. Alia se sacrificó por todos y empezó con su cuestionario, casi vomité cuando Juve halagó a la joven bruja. La siguiente fue Rose, con la timidez que la caracterizaba y su suave tono de voz. Finalmente llegó el turno de Irina que con sus preguntas dejaba plasmado su interés en formar parte de los mortios, la miré de arriba a abajo con desprecio.

    Me mordí el labio inferior y luego lo lamí cuidadosamente.

     

    -Juve, danos una razón para unirnos a ustedes. ¿Por qué estás tú en ese bando? -pregunté, sin detenerme a analizar el hecho de haber a tratado a mi profesora como una persona a mi altura. Es decir, sin tratarla de "usted"-. Digo, ¿te gusta estar al margen de la ley? ¿Es divertido tener víctimas? -bajé el dedo acusador con el que la estaba señalando- Quizá no tú, pero he conocido a unos cuantos "encapuchados" -subrayo esta última palabra con un notable sarcasmo- que han atacado a inocentes.

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  7. QUINTA PLANTA - HERIDAS Y RESURRECCIÓN DE NEUTRALES Y CIVILES

    Liza M. Rambaldi con Aleera.

     

    Aburrida de estar de pie decidí entrar en la oficina de Aleera, confiaba en que ella no lo tomara como una falta de respeto, al fin y al cabo ella me había pedido que la esperara allí. Cerré la puerta tras de mí y me senté en uno de los silloncitos que daba al escritorio, apoyé mis manos sobre mi falda y entrelacé los dedos. No tuve que esperar demasiado a apareciera, en pocos minutos pude oír el ligero "click" de la puerta al abrirse y la Felagund-Evanik pasó por mi lado. Ella no reparó en mí, sino que fue directamente a su sillón.

     

    -Liza, imagino que sabes por qué te separé acá ¿cierto? - me preguntó con voz suave, mientras me miraba.

     

    -Bueno... sí -contesté, en un pequeño intervalo de tiempo.

     

    -Bien, no es solo por lo ocurrido recién. Hace tiempo que debimos tener esta pequeña reunión -siguió.

     

    Aleera agitó la varita en el aire, y una carpeta levitó hasta el escritorio. La sanadora la abrió y me enseñó un pergamino en que se podía admirar una foto mía adjuntada a ciertos datos. La reconocí rápidamente, era la misma clase de información que recopilaban los muggles sobre sus empleados... una "ficha de ingreso".

     

    -Como sabes llevas unos cuantos meses con el alta en la institución. Comenzaste al límite, cuando estabas a punto de ser dada de baja. Por una cuestión de esas en las que suelo dar oportunidades a todos mis empleados y porque sé las ansias y los temores de los nuevos, te permití que trabajes con nosotros aún cuando mis superiores recomendaron tu expulsión. Creo que habrás controlado tu cuenta de Gringotts y podrás ver que tus pagos son nulos ¿sabes por qué?

     

    -Porque nunca estoy, y cuando sí estoy no hago absolutamente nada -contesté, sorprendiéndome por mi indiferente tono de voz, aunque en realidad sí me importaba.

     

    -Espero que entonces entiendas que tu desempeño con nosotros es... digamos que deja mucho que desear. A esto le sumamos lo de hoy que me parece una falta grave y sin precedentes. En los años que llevo en San Mungo he visto semejante acto de barbarie y, como espero que comprendas, no lo puedo dejar pasar libremente. Quisiera saber qué ofreces en tu defensa ante todo esto, Liza.

     

    Tragué saliva, estaba como decía mi abuela: "en el horno, con sal y una manzana en la boca". Retorcí mis manos y levanté la mirada, aunque no la fijé en Aleera sino en el hueco de su cuello. Estaba falta de ideas, intentaba crear algo que me salvara de este incómodo momento pero mi mente estaba en blanco, no tenía excusas.

     

    -Yo... -empecé, pero enseguida cambié mi discurso-. Mira. Cuando llegué aquí, por más tarde que haya sido, fui (casi que completamente) ignorada. El único que pareció "interesado" -levanté las manos y cerré los dedos índice y medio de cada una, simbolizando las comillas- en mí fue Héctor, tuvo la intención de enseñarme qué pociones podía usar para ayudar a los pacientes. Aunque eso duró muy poco, ya que todos tuvieron que ponerse a trabajar de nuevo.

     

    Realicé una larga pausa, mientras procuraba armar el resto de mis palabras para no sonar enfada pero tampoco quería parecer suplicante.

     

    -El hecho es que no es para nada sencillo ver como todos hacen algo y yo no, no porque no quiera sino porque no sé cómo. Todo lo que necesitaba era eso, que alguien me ilustrara... -dejé que el volumen de mi voz bajara-. Sé que no colaboré mucho al irme de nuevo y realmente siento mucho lo que sucedió hace unos momentos, no volverá a suceder -suspiré-. Bueno, al menos si no me despides -solté una risilla nerviosa-.

     

    Apoyé mis manos sobre los posa-brazos del sillón y rasqué suavemente el forrado. No tenía mucho más que decir, solo faltaba una cosa.

     

    -Puedo ayudar -aseguré-, en lo que sea. Solamente tienen que mostrarme cómo hacer las cosas -expliqué-. No nací sabiendo -agregué, aunque temí que hubiese sonado como la excusa de una niñita malcriada.

  8. Hola, ¿qué tal?

    Después de darle muchas vueltas al asunto, me he dado cuenta de que mi lugar está en la Órden... Además estoy por acabar la Academia :rolleyes: Y Jank será feliz porque seré odefa xD

     

    En fin, les dejo la fichita:

     

    - ¿Eres miembro o aspirante? Si eres miembro, dinos el rango: Aspirante.

    - Nick: Angel.Of.Ice

    - Nombre Muggle: Paula

    - Edad: 16

    - País: Uruguay.

    - Fecha de Cumpleaños: 21 de Marzo.

     

    Listo, eso es todo.

    Saludines :P

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  9. Liza M. Rambaldi

     

    Luego de que todos evocaran sus recuerdos, la profesora Juve explicó en qué consistiría la siguiente tarea. Me encogí instantáneamente porque no me lo esperaba. Si sabía que ésta clase nos guiaría y nos ayudaría a saber en qué bando queríamos estar pero, nunca creí que nos obligaran a tomar esa decisión de buenas a primeras… que “comprobarían” hasta qué punto éramos capaces de luchar por nuestros ideales.

     

    Cerré los ojos, tenía miedo.

     

    ***-***-***-***-***

     

     

    Me sentía húmeda, como si me hubiese caído dentro de una enorme fosa de agua helada. Estaba tumbada boca abajo y lo único que podía oír era un suave rumor, que mi mente relacionó con un flujo de agua. Inhalé profundamente y arrugué la nariz con fuerza, ¿qué diablos olía tan mal? ¿Dónde estaba? Intenté incorporarme y mis manos resbalaron cuando las apoye a mis lados para impulsarme, este “suelo” se sentía muy resbaladizo…

     

    ¿Pero qué diablos había sido eso? ¿Estaba quedándome loca o de verdad había escuchado un quejido? Volví a presionar el “suelo” y el gemido resurgió debajo de mí.

     

    -¿Qué rayos…? –empecé, mientras procuraba mantenerme estable sobre mis manos y pies, incorporándome con mucho esfuerzo-. Oh, m****… ¡Sáquenme de aquí! –vociferé, dando traspiés hacia atrás.

     

    Giré varias veces sobre mí misma pero no podía ver más allá, estaba metida en una especia de cárcel pero no exactamente de barrotes metálicos. Toqué con la punta del dedo índice el cuerpo que tenía a mi izquierda, que me separaba de todo lo demás, y no me sorprendí cuando este sollozó. Bufé, y ahora ¿cómo salía de ahí?

     

    -Tranquilízate Lizzie… -me dije-. Piensa, ¿qué sabes hacer? –pregunté, aunque sabía esa respuesta-. Ay, dios. Yo solo quemo cosas, no sé qué hago aquí.

     

    Aún tan indispuesta a tomar la iniciativa para salir de mi prisión, levanté mi varita tratando de pensar en un hechizo que me ayudara.

     

    -Am… -balbuceé-.

     

    Y eso fue todo. Exactamente después de que “dijera” eso el agua que oía debajo de mis pies empezó a subir. Mojaba mis zapatillas y enfriaba mis pies. “ca***o”, pensé. “Estas mujeres planean matarme”. Me reí. No, no podían aniquilarme, yo era su alumna… O eso, creí.

     

    -¡Mamita mía! –grité, cuando el líquido oscuro siguió subiendo hasta mis rodillas-. Liza, hasta aquí llegaste. –comenté y sonreí, morir no era algo que me aterrara… lo que me daba miedo era sufrir en el proceso.

     

    ¿Puedes dejar de decir estupideces? Yo no me quiero morir.” –rezongó Kath en mi mente.

     

    Lo siento.”

     

    Apunté a la pared de cuerpos que se levantaba a mi derecha y susurré: Bombarda máxima.

    Giré el rostro para evitar la salpicadura de lo que pensé sería sangre, aunque resultó ser solo una espesa baba negruzca. Acomodé mi cabezo con parsimonia y me adelanté a salir por la abertura recientemente creada.

     

    -¿A dónde crees que vas? –chilló una voz a mis espaldas.

     

    Algo tiró de mis talones y empezó a arrastrarme hacia el agua a una velocidad alarmante.

     

    -No… ¡No, no, no! –bramé, mirando hacia mis pies.

     

    Una criatura de desagradable apariencia me sonreía. Sus manos grises, largas y putrefactas estaban cerradas entorno a mis tobillos y sus ojos rojos, sin blanco ni pupila, estaban clavados en mí.

     

    -Ahora eres nuestra. –canturrearon a coro los cuerpos que formaban la celda con un tono lastimero.

     

    -No… no, claro que no. Yo no…

     

    -¿Eso es todo lo que vas a decir? ¿Acaso no te oí reír, afirmar que no tenías miedo a morir? –el fuego en los ojos rojos del ser me quemaba en el fondo del pecho.

     

    -No lo tengo –afirmé.

     

    -Entonces vendrás con nosotros.

     

    Cerré los ojos preparada a no sentir nada más, a ser esclava de ese repugnante mundo. Pero una imagen flotó en mi mente, una mujer de cabellos castaños y ojos miel me sonreía con dulzura. “¿Mamá?”, pensé. Sí, eso era lo que buscaban. No temía morir porque eso era demasiado sencillo. Temía luchar, porque temía perder.

     

    -Pero si tengo una razón para pelear… todo vale la pena –terminé el razonamiento en voz alta-. Jamás van a tenerme. Jamás –aseguré, mirando fijamente los ojos fogosos de la criatura, y enfilé mi varita hacia ella-. ¡Expulso! -vociferé, viendo como este salía empujada lejos de mi.

     

    Me arrastré hasta salir de la habitación y quedé allí, tendida sobre el suelo, respirando aceleradamente pero a salvo.

     

    *OFF*

     

    Hola, esta mi tercer tarea xD Luego me paso a dejar la cuarta :3

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  10. QUINTA PLANTA - HERIDOS Y RESURRECCIONES DE NEUTRALES Y CIVILES.

    Liza M. Rambaldi con Aleera (y todos los otros :unsure: )

     

    -Yo... Sí, te espero allá -musité.

     

    Retrocedí unos pasos ante el carácter de mi jefa aunque, de un momento a otro, pareció perder el interés en mí. La oí dar órdenes a una de las enfermeras y yo me escabullí fuera de la sala. ¿Qué demonios me había hecho creer que Aleera soportaría mi repentino ataque? Tironeé un mechón de cabello dorado y lo coloqué detrás de mi oreja, enfadada. ¿Quién me había creído que era? Ahora tenía que soportar el sermón de la sanadora.

     

    Caminé hasta la puerta de la oficina de mi jefa y me apoyé contra la pared, esperando que ella no demorara demasiado.

  11. Hola a todos :unsure: Terminé la tarea (o eso creo o.ó) aunque me entreveré un poco con los turnos y las acciones... no sé, aún no los entiendo :sad: Tendré que aprenderlos de nuevo :cry: Me siento burra. Se las dejo en spoiler por ahí debajo :P

    Por otro lado, espero que te haya ido bien en tu examen Fee, yo no puedo decir lo mismo :lol: Pero bueno, aún me faltan varios meses para terminar.

     

    Aquí el análisis del duelo:

     

     

    ANÁLISIS DUELO Tara Lestrange VS Near

     

    Tara: Expelliarmus. Acción 1 – Turno 1

     

    Near: Morphos. Acción 1 – Turno 1 (Intercepta Expelliarmus, hiere a Tara)

     

    Tara: Silencius. Acción 1 – Turno 2

     

    Near: Morphos. (Silenciado, no sale) Acción 2 – Turno 1

     

    Tara: Oppugno. Acción 2 – Turno 2 (Toma control del ave creada por Near y hiere a este último)

     

    Near: Incarcerus. Acción 1 – Turno 2 (Evoca las cuerdas que atan a Tara)

     

    Tara: Evanesco. Acción 1 – Turno 3 (Desaparece las cuerdas)

     

    Near: Morphos. Acción 2 – Turno 2 (Transforma la túnica de Tara en serpiente)

     

    Tara: Oppugno. Acción 2 – Turno 3 (Toma control de la serpiente)

     

    Near: Episkey. Acción 1 – Turno 3 (Se cura de las heridas provocadas por el halcón)

     

    Tara: -

     

    Near: Silencius. Acción 2 – Turno 3 (Previene un próximo hechizo de Tara)

     

    Tara: -

     

     

    Veredicto:

    Gana Near. Tara recibe el ataque del ave que crea Near y moriría porque no se curó, sino que utilizó sus siguientes dos turnos para realizar los dos Oppugno, un Evanesco y un Silencius.

     

     

     

    Y eso es todo. Espero que esté bien.

    Saludos.

  12. Hola Fee, hola Hades. Y mi compañero desaparecido. ¿Cómo están? Yo estoy bien, un poco atareada con el preuniversitario. Entregaré la tarea mañana porque estuve estudiando para una prueba de química. Espero que, aún así, tomen en cuenta la tarea :rolleyes:

    Por otro lado... 28/40. No está mal :3

    Saludos.

    Y relleno porque no sé si llené mis líneas (?)

     

    PD: ¿Llené mis líneas? :ninja: xDD

  13. QUINTA PLANTA – HERIDAS Y RESURRECIÓN DE NEUTRALES Y CIVILES

    Liza M. Rambaldi, con Aleera Evanik Malfoy (y compañía).

     

    Abrí el armario de las pociones y acerqué una pequeña silla para sentarme en ella. Tomé uno de los pequeños frascos de vidrio y lo examiné… “Sería fantástico saber para qué sirve esto”, murmuré tan bajo que nadie me podría oírme. Volví a dejar la pócima en su sitio, temía lo que pudiesen o no hacerme. Pasé el dedo índice de la mano derecha cuidadosamente por la etiqueta de algunos frascos, poniéndome de pie.

     

    -Ni idea de qué hace esto –comenté-. Ni esto… y mucho menos esto –aseguré, arqueando las cejas.

     

    Y, ¿por qué no las pruebas?”, preguntó la voz risueña de Kath en el fondo de mi cabeza.

     

    -Cállate –le ordené, el trabajo no era el lugar adecuado para atender a las est****as ideas de la demonio.

     

    Aburrida”, se quejó ella, alejándose de nuevo a su rincón solitario dónde se quedaba a lamentarse.

     

    De mala gana me levanté y caminé hacia la recepción donde, como siempre, estaba sentada una mujer. Nunca platicaba con ella, ni me interesaba hacerlo, solamente le preguntaba cosas que me incumbían y que tenían respuestas muy directas. Tomé unas planilla de arriba del mostrador y las leí. ¿Cuándo rayos había llegado Ethiane a esta planta? Miré a la recepcionista y le mostré la hoja que tenía claramente escrito el nombre de mi familiar.

     

    -Dime dónde está –le ordené.

     

    Los ojos de la mujer se agrandaron increíblemente, a tal punto que podrían haberla confundido con un elfo doméstico, como diciendo “¿Y tú desde cuándo te crees la dueña de San Mungo?”. Me reí escandalosamente.

     

    -Anda… suéltalo ¿Dónde está?

     

    -La sanadora Aleera ya se la llevó.

     

    -Y a mí, ¿por qué nadie me dice nada? –vociferé, sin dirigirme a nadie en particular, mientras buscaba a mi jefa.

     

    Empecé a alterarme, mi paciencia no era algo que aguantara mucho. Pero no llegué a golpear a nadie, no… desgraciadamente no. Vale, ya. Es que ubiqué la sala. Percy estaba sentado afuera, parecía que cualquier momento se volvería loco y empezaría a patear sillas. Pasé por su costado con sumo cuidado, como si se tratara de un perro rabioso.

     

    -Hola tío… -murmuré.

     

    Ni siquiera pude pensar un discurso, simplemente entré en la sala.

     

    -¿CÓMO SE SUPONE QUE VOY A TRABAJAR SI NADIE ES CAPAZ DE INFORMARME QUE HAY PACIENTES? –le grité a mi jefa, aunque automáticamente me avergoncé de hacerlo, era un comportamiento exageradamente infantil-. Lo siento Aleera pero, no puedo trabajar si no sé cómo, o dónde están las personas. Sería… bueno que me avisaran –rectifiqué-. Por cierto, ¿qué te sucedió Ethiane?

  14. Miré mi varita con el ceño fruncido, "Vaya...", pensé mientras veía flores salir de ella, "no era lo que esperaba", comenté internamente, hubiese sido mucho más divertido dejar a mi profesora sin habla por un momento. Apoyé mi mano derecha en mi cintura y me reí. No estaba tensa, tenía la seguridad de que no intentaría hacerme daño, al fin y al cabo era solo una clase de duelo.

     

    -Realmente genial... -murmuré, retirando por un momento mi atención de Felicity.

     

    Sin embargo, ella no hizo lo mismo y se movió exageradamente antes de pronunciar su siguiente hechizo. Posé mis orbes azules sobre ella y la apunté con mi varita, no tenía la más mínima idea de qué diría la rubia pero seguramente no sería nada bueno.

     

    -¡Silencius!-vociferé, el efecto dejaría a mi oponente sin voz por lo tanto no podría pronunciar su hechizo. A continuación dije-. Petrificus totalus -si el rayo impactaba en mi profesora, ella no podría moverse, quedaría completamente inmovilizada y tendría que perder tiempo en recuperarse.

  15. QUINTA PLANTA - HERIDAS Y RESURRECIÓNES DE NEUTRALES

    Liza M. Rambaldi

     

    Sentí como el calor traspasaba el plástico del enorme vaso mientras este se llenaba de café hasta el bordé. Cuidadosamente lo quité de la cafetera y lo llevé a mis labios, tomando un pequeño trago del líquido negro. El café era casi como agua para mí, al igual que para el resto de los norteamericanos, lo consumía todo el tiempo. Como un elixir de vitalidad la bebida se abrió paso en mi cuerpo devolviéndome parte de mi energía. "Maravilloso", pensé.

     

    Me levanté del asiento de plástico en el que estaba acomodada y me dirigí al pasillo donde se encontraban las puertas a cada sala del quinto piso. Recorrí ése lugar con pasos veloces, buscando algo para hacer y a alguno de los demás aprendices o sanadores.

     

    -¿Heko? ¿Jessie? ¿Aleera? -pregunté con voz suave sin dirigirme a nadie en particular-. ¿Dónde están, chicos?

     

    Acomodé mi cabello rubio con soltura y me dirigí al armario de pociones, a investigar que habría por allí... quizá encontrara algo interesante para hacer.

  16. El hechizo formulado por la profesora me tomó por sorpresa ya que, al ser el primer enfrentamiento de la clase, pensaba que haría algo mucho más sencillo. No había pensado en ninguna forma de defensa y mi mente estaba completamente en blanco. Sentí el crujido de mi muñeca izquierda al quebrarse en mil pedacitos y un dolor punzante y abrasador recorrió mi brazo. Aún así, levanté moví mi varita y alcancé a decir con voz clara:
    Episkey.
    El hechizo sanó mis huesos dejando apenas una leve sensación de molestia. Me levanté del suelo y sacudí mis prendas con la otra mano, quitándome un polvillo blanquecino de encima.

     

    -
    Buenos días, profesora
    –saludé, mientras asentía levemente con la cabeza, sin bajar la varita ni por un segundo-.
    ¿No le importa pasar desapercibida?
    –inquirí-.
    No sé como espera que los muggles no noten su presencia
    –levanté el brazo derecho, el libre, y con un ademán señalé a las ventanas que la bruja había cerrado con su llegada. Luego bajé el brazo hasta mi cabeza y pasé la mano lentamente por mi cabello, pensativa-. Por lo visto no me hará las cosas fáciles ¿eh?.

     

    Examiné rápidamente a la rubia de pies a cabeza, notando la amplia diferencia entre nuestras vestimentas. Sonreí. Si estabas rodeado de muggles no podías mostrarte tanto, ellos tenían reglas y nada podía estar fuera de lugar. Toda anomalía sería rechazada inmediatamente y estudiada en aislamiento. Al menos dentro de sus cabezas... Y por eso no me gustaba que ellos me vieran. Claro, era tan lógico.

     

    -
    Pues bien...
    ¡Séneca!
    –vocalicé. El hechizo surtió efecto en mi profesora, deshidratándola lentamente.

  17. Hola ¿qué tal? :P

    Vengo a pedir los siguientes cambios: la imagen que está al principio la cambiaré por esta: http://images6.fanpop.com/image/photos/33300000/Kesha-kesha-33378754-500-662.jpg

     

     

     

    http://images6.fanpop.com/image/photos/33300000/Kesha-kesha-33378754-500-662.jpg

     

     

     

    Y también cambiaré la edad a 18 años.

    ¡Gracias! :blush:

     

    PD: Otra cosita, pueden cambiarle el título de mi bóveda a "Bóveda de Liza". Igual que encima de la imagen, ahí pongan "Liza M. Rambaldi".

     

    Ahora sí, me fui :ninja:

  18. Liza M. Rambaldi.

     

    La propuesta de las profesoras me dejó helada, nunca le había mostrado a nadie lo que tenía en mi mente y hacerlo era casi como sepultar lo poco que me quedaba de “normalidad”. Vi como uno a uno mis compañeros mostraban algunos de sus recuerdos, demostrándonos su verdadero yó y develando sus más oscuros miedos y secretos. Gemí, no quería abrir mi cabeza frente a tanta gente. Si solo fueran las profesoras…

    Levanté la mirada justo a tiempo para admirar la magia que rodeaba los pensamientos de mi joven compañera, pero ahora era mi turno.

     

    -Eso fue increíble Rose… -musité, antes de prepararme para lo que sería un desastre total.

     

    ¿Huelo miedo?” –susurró una potente voz de mujer en el fondo de mi cabeza.

     

    Ignoré a la demonio por completo, si le contestaba le daría la razón y se apoderaría de mi cuerpo. Y yo no iba a aceptar eso. No recordaba exactamente cuándo había aparecido allí y esperaba nunca hacerlo. Un día no estaba y al otro ya sentía su presencia en cada partícula de mi ser. Suspiré, solo rezaba porque no se liberara mientras enseñaba mis recuerdos.

     

    -*-*-*-*-*-*-

     

    El atardecer caía tras las verdes colinas haciendo que el sol tiznara todo de rosado. La única construcción que se podía avistar era una antigua casa de madera blanca. Una pequeña niña estaba sentada en el escalón que separaba el piso de madera del pórtico del césped que se extendía varios kilómetros antes de llegar a la carretera. La pequeña tenía la mirada fija en el horizonte, ignoraba por completo la forma en la que el viento arremolinaba sus rizos dorados, como si estuviese esperando algo.

     

    La puerta celeste que se encontraba detrás de la pelirrubia se abrió y una regordeta anciana de cabellos blancos y ojos grises salió por allí.

     

    -Ya es hora, mi cielo. ¿Estás segura de que quieres verlo? –preguntó dulcemente, aunque en sus ojos rojos se escondía una completa desesperanza mientras se secaba las lagrimas con un pañuelo de tela.

     

    -Sí, abuela –afirmó la niña, con más seguridad de la esperable para alguien tan pequeño, se levantó con facilidad y se adentró en la casa, no sin antes darle un delicado abrazo a la anciana.

     

    La pequeña subió por las escaleras rápidamente y se metió en una de las habitaciones del primer piso. Caminó lentamente mientras pasaba una de sus manitas por la pared de un verde gastado. Se acercó a la cama y se apoyó sobre la manta amarilla, clavando sus ojos azules en el anciano flacucho y cansado que estaba acostado en ella. El hombre se levantó con un esfuerzo que parecía quitarle hasta el último rastro de vida y tomo la mano de la niña entre las suyas.

     

    -Lizzie… -murmuró el anciano.

     

    Los ojos de la rubiecita se llenaron de lágrimas y apretó la mano de su abuelo. Los recuerdos de la noche anterior aún zumbaban en su cabeza como un enjambre de abejas furiosas. ¿Por qué? –se preguntó- ¿Por qué rayos aquellos seres con capas negras y pequeñas ramas se habían adentrado en su casa? ¿Por qué la querían? ¿Por qué su abuelo la había defendido? ¿Por qué había recibido él todas las luces de colores que se dirigían hacia ella?

    El anciano caminó hasta la ventana, llevando a Liza consigo.

     

    -Es tiempo de que lo hagas, pequeña. Pero antes… -el hombre revolvió entre sus ropajes para sacar un papel amarillento-. Toma esto. No dejes que tu abuela lo vea. Y recuerda… no hay magia más poderosa que el amor.

     

    La niña sonrió, intentando no lucir tan triste. Su abuelo tenía que irse con una buena memoria de la pequeña. Abrió la ventana de par en par y se aferro a las manos del anciano.

     

    -Adiós, abuelo –dijo con esa aguda vocecita que la caracterizaba, incluso cuando fuera una adulta.

     

    El hombre cerró los ojos mientras los cabellos de Liza cobraban vida y estallaban en llamas. El fuego corrió por sus delicados brazos pálidos hasta llegar a sus manos y fundirse con las de su abuelo. Y así siguieron su camino las llamas de un brillante color naranja, quemando cada partícula del anciano hasta que no quedó de él nada más que un polvillo gris que el viento se llevó por la ventana.

     

    *-*-*-*-*

     

    Los hombres encapuchados salieron corriendo. Un joven estaba tirado en el suelo y yo no sentía absolutamente nada más que frío. Un frío insistente que se clavaba en mí como una aguja. Todo lo que podía ver era el cielo, negro, con millones de pintitas blancas que los mortales llamaban estrellas. Intenté moverme pero no podía.

     

    No recordaba esto…” –musité aunque no sentí el movimiento de mis labios, solo el eco de un pensamiento.

    No es tuyo.” –me contestó una voz que conocía de sobra. Kath.

    Oh, no.

    Exacto, Liza. Es mío, y no sé porqué diablos lo tienes.

     

    De pronto un grito agudo rompió con el silencio que reinaba que una silueta me cubrió. Los rizos dorados de la joven lo llenaban todo y el calor de sus lágrimas me bañó.

     

    ¿Te bañó?” -inquirí.

    Espera…” -siseó la demonio.

     

    Me deslicé por el suelo hasta que encontré un punto de agarré, o lo hubiera sido si tuviera manos. Subí por el blanco dedo de la joven que estaba aferrado a los cabellos oscuros del adolescente muerto que acababa de caer.

     

    Seth. Los mortífagos.” -gemí.

     

    Mordí la piel de la rubia y me adentré en su organismo, buscando el lugar perfecto para adueñarme de ella. Necesitaba un huésped y lo necesitaba ahora. Subí y subí, guiada por una corriente ardiente hasta que de pronto me detuve. Estaba rodeada por miles de luces blancas que flotaban en torno a una gran masa rosada. Y supe que era ahí. Me arrastré hasta esa masa y la mordí hasta meterme dentro, y fundí mi organismo con ella.

     

    ¿Lo recuerdas?” -me preguntó Kath.

    Así que de esa manera te encontré, aunque aún no lo entiendo”-comenté.

    Tonta”-se mofó ella-.”Los oscuros me dejaron allí, se desharían de mí. Nadie quiere tener una cría de demonio como mascota.”

    Te matarían, como hicieron con Seth”-resumí.

    Eso es” –afirmó y volvió a centrarse en la historia.

     

    Ahora podía verlo todo, sentía cada parte del cuerpo de la joven y era cuestión de tiempo para oír sus pensamientos también. Todos sus sentidos eran increíbles. Entonces ella se incorporó y levantó en sus brazos con una fuerza sobrehumana al muchacho.

     

    Sabes que lo están oyendo todo ¿verdad?” -inquirió la demonio.

    Claro que sí, y espero que esto les resulte interesante”- respondí, con un tono mordaz.

    ¿Qué harás ahora que sabes cómo llegué a ti?

    Lo mismo que pensaba hacer antes. Ellos mataron inocentes, yo los mataré a ellos.”- aseguré.

     

    *-*-*-*-*

     

    Levanté la cabeza y miré fijamente a ambas profesoras.

     

    -Supongo que ya no oculto mucho ¿verdad? –sonreí y me apoyé sobre el pupitre.

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  19. http://farm3.static.flickr.com/2163/2023044725_99734ed5e0.jpg

    Callejón en Foix - Francia

     

    Liza M. Rambaldi.

     

    Llevaba días paseando por el país donde tenía depositada mi mayor cantidad de sentimientos, ya que Francia era dónde había pasado la mayor parte de mi adolescencia y dónde había vivido y llorado la muerte de mi abuela... o bueno, quién yo creía que era mi abuela. Ahora caminaba entre los pasadizos de Foix con pasos ligeros e iba acomodando mis rizos dorados que se resistían a tomar una forma decente. Bufé, definitivamente no había forma en la cual yo luciera bien. Pero, ¿qué más daba? La remera negra con el dibujo de la tabla periódica de los elementos, el jean gastado y las zapatillas john foos grises no eran precisamente la vestimenta de una dama.

     

    -Oh, no -musité, mientras me escondía detrás de uno de los recovecos de las casas francesas para que no me viesen. Esperé hasta que el reducido grupo de jóvenes despareciera del callejón para volver a caminar con tranquilidad-. Esto de esconderme siempre es increíblemente molesto.

     

    Antes de volver a ponerme en marcha, saqué cuidadosamente mi varita de uno de los bolsillos traseros de mi pantalón. Sabía que no era seguro ponerla allí, pero no tenía dónde meterla. Intenté recordar la letra de la carta que me había llegado de la Academia.

     

    -208... -susurré, comenzando a mirar los números grabados en los lados de las construcciones que se elevaban a mi alrededor. - Perfecto, aquí es... -"Ahora tendré que esperar...", pensé. Y así me senté contra la pared avejentada de una de las casas.

  20. ¡Hola chicos! ¿Qué tal?

    Pues cursaré por primera vez DA y estoy muy contenta por ello. A ver si no me he olvidado de nada de DB. Adam, me presento: soy tu compañera :blush:

     

    En fin, mi nombre es Paula, tengo dieciséis dulces añitos y soy de Uruguay. Llegué aquí desde el .com y me encantó esto de escribir. Soy estudiante de bachillerato, en la especificación físico-matemática, pero vivo para la música porque es lo que realmente adoro. Me gustan los gatos, los arcoiris, el chocolate y la música country.

     

    Bien, mi personaje se llama Liza Myrddin Rambaldi y, lógicamente, pertenece a dichas familias. Hija adoptiva de Lisa Weasley Rambaldi e hija sanguínea de Ángel Myrddin Black Lestrange (o el nombre que se haya puesto Memi ahora). Tiene dieciocho años. Es de la hermosa casa de los Tritones. Se lleva bien con las personas aunque no conoce a muchos ya que pasa la mayoría del tiempo sumida en su propio mundo imaginario o viajando por el mundo. Ama diseñar y luchar cuerpo a cuerpo o con espadas (cosas opuestas, ya que una es muy femenina y la otra no tanto). Le gusta el misterio que representan para ella los mortífagos pero también le atrae la orden del fénix... solo que eso nadie lo sabe.

     

    Y creo que eso es todo :rolleyes: Saludos y... bueno, ¡los veré por ahí! :P

  21. Liza M. Rambaldi.

     

    El frescor del otoño se metía entre mi cabello y me congelaba el cuello. Cerré la puerta de la mansión y me puse la suave chaqueta de color azul que hacía que mis ojos brillaran como dos pequeñas piezas de lapislázuli contra el blanco nieve de mi rostro, le subí la cremallera y tirité. Quizá para los lobos fuera más sencillo enfrentarse al frío por su alta temperatura corporal... O para los vampiros por ser tan fríos pero, para mí, para ésta mezcla entre demonio y ángel no era sencillo.

     

    -¡Ama! ¡Señorita! -chilló alguien detrás de mí.

     

    Sonreí internamente, esa voz la reconocería hasta después de muerta: Vrael, el elfo doméstico que trabajaba para mí. Giré sobre mis talones y le ví, corriendo hacia mí con algo rojo entre las manos, me agaché para que mi rostro quedara frente al suyo.

     

    -¿Qué sucede? -inquirí-. ¿Qué traes? ¿Mamá te ha mandado algo? No podría creerme que ya se haya despertado...

     

    -No. Es su bolso, se lo estaba olvidando, señorita Liza -el joven elfo, que jamás hablaba de sí mismo en tercera persona, que nunca se vestía con harapos y que era la copia psicológica más exacta de un simple adolescente humano, extendió sus brazos hacia mí ofreciéndome el bolso de un brillante rojo pasión.

     

    -Oh, pero que tonta. Gracias... ¿Me harías un favor? -tomé el bolso y, tras pasar la cinta por mi brazo, puse mis manos sobre las suyas-. ¿Me llevas hasta la academia?

     

    El elfo asintió y cerró sus pequeñas y huesudas manos entorno a las mías, mientras me miraba fijamente. Cerré los ojos y escuché el penetrante chasquido que producía el elfo al desparecer de un lugar y aparecer en otro.

     

    --*--*--*--

     

    -Lo sé, los griegos eran homosexuales... ¡Y no me digas que no! -señalé con un dedo acusador al anciano de larga barba que aparentaba estar tomando un infinito vaso de whisky. Ese cuadro era, quizá, mi favorito. Los cuatro ancianos que estaban en el conversaban conmigo de temas tan existenciales que habrían matado a una marmota. Me reí-. Vale, vale. Oigan, me voy a clase, empiezo Bando y Perfil ¿pueden creerlo? ¡Me falta tan poco!

     

    -Suerte, pequeña.

     

    -¡Más te vale que vuelvas a estudiar transformaciones! ¡Me lo has prometido, chiquilla!

     

    -Ya, ya... Viejitos. Cálmense -me quejé, mientras movía las manos, quitándole mi interés al asunto. Me acomodé el cabello mientras les daba la espalda, luego de tirarles un par de besos-. ¡Nos vemos!

     

    Caminé rápidamente entre los jóvenes alumnos de primer y tercer año que revoloteaban por todas partes, en un sentido muy literal. Esquivé a una pequeña niña de fogoso cabello rojo que rozó su pie derecho contra mi cabeza. "Apuesto a que están entusiasmados con Encantamientos", pensé. Yo lo estaría, sobretodo porque no podía flotar de esa manera. Controlé el impulso de pedirles el nombre del encantamiento, se suponía que yo era la adulta. Fruncí el ceño, ésta era exactamente la parte odiosa de ser una niña grande... sobretodo si se tenía en cuenta mi dependencia absoluta de las demás personas.

     

    El chispeante sonido de mis botas contra el suelo de piedra se detuvo en seco cuando llegué a la puerta del salón donde un cartel señalaba "B&P XLVI". "Vaya que me he perdido unas cuantas generaciones", gemí. Mis viajes por el mundo me habían separado demasiado de todo lo que conocía y esto era casi como empezar de cero. Abrí la puerta del salón sin detenerme a pensar qué opinarían de mí y me sorprendió encontrar un aula casi vacía.

     

    -Hola, queridas. Bando y Perfil, ¿cierto? -pregunté, curiosa, mientras me adentraba en el salón y me acercaba a las profesoras para tomar asiento en los pupitres delanteros-. Bueno, eso creo. Lamento llegar tarde... pero las "conozco" -levanté mis brazos y con un ademán abarqué a ambas profesoras-. Mey Potter Black y Aiiden Black. Fenixiana y Mortífaga. -me encogí de hombros-. Los cotilleos sobre los bandos corren rápido, no hay nada que puedan esconderle al mundo -les guiñé un ojo-.

     

    Me quité mi bolso, me senté sobre la mesa del pupitre y crucé mis piernas, una por encima de la otra, en un gesto insolente.

     

    -Mi nombre es Liza Myrddin Rambaldi. Sé que el nombre que utilizo es, en realidad, mi apodo pero no conozco mi nombre así que no se molesten en preguntármelo. Pertenezco a las familias Myrddin y Rambladi, obviamente ¿no? -levanté las cejas y sonreí-. Llevo dieciocho años portando esta excéntrica belleza norteamericana. Y no, no sé de qué bando seré -mis pupilas se dirigieron hasta mi compañera-. Es bueno que tengamos algo en común. Por cierto... amo los muffins -me reí, finalizando mi presentación-.

     

    *OFF*

     

    Hola chicas, espero que nos divirtamos mucho en estas clases. Lamento decirles que no soy nada parecida a mi personaje... psicológicamente hablando. Es una chica muy débil que intenta parecer muy arrogante.

    Para lo que me necesiten, siempre estoy a un MP de distancia :P

    Saluditos.

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  22. Quinta Planta, Heridos y Resurrección de Neutrales.

    Totalmente perdida (?)

     

    Liza Myrddin R.

     

    El traqueteo del ascensor y la tonta música me daban mucho sueño, y si tenía en cuenta que me había levantado temprano... Bostecé mientras terminaba de pasar el brazo izquierdo por la túnica, aún seguía sin sentirla cómoda era muy extraño llevar algo como eso. La abotoné mientras salía del ascensor y caminaba entre el gentío, haciendo golpear la goma de mis botas contra el suelo.

     

    -Permiso... -susurré, mientras me abría paso entre las personas que intentaban meterse al ascensor-. Lo siento. ¿Podría pasar? -murmuré, apenada, mientras el vampiro de penetrantes ojos verdes me gruñía. Yo no era la única que estaba cansada y de mal humor-. Gracias.

     

    Quité la cinta que rodeaba mi muñeca y recogí mi cabello en una coleta que até con la suave tira turquesa, luego rebusqué en mis bolsillos hasta que hallé mis anteojos. Los examiné con cierto disgusto, vaya desastre tener que usar eso... Bufé y me los coloqué a regañadientes, subiéndolos con la uña del dedo índice sobre mi nariz.

     

    -Hola, cielo -saludé, en el momento que me sentaba en la mesada de la recepción y le sonreía a la secretaria-. ¿Qué tal todo? ¿Hay alguien por aquí? -inquirí, y tomé una planilla del lado de atrás del mostrador.

     

    *OFF*

     

    Hola chicos (Aleera, Lili, Jessie, Nathan, etc), he vuelto. No sé de qué van los roles, ¿podrían informarme? Gracias :love:

    Besos.

  23. http://i.imgur.com/8rMc20s.png

     

    Quinta Planta, con Héctor, Lili, Paprika y no sé quién más.

     

    Liza M. Rambaldi.

    Fijé los ojos en Héctor, esperando una respuesta. ¡No teníamos todo el día! Lili necesitaba sangre y la necesitaba ahora, no después, AHORA. Suspiré. Le daría mi sangre, con mucho gusto, pero no sería bueno para la vampiro. Mi sangre era tóxica para los de su especie, veneno puro. El fuego que corría por mis venas la aniquilaría, poco a poco iría quemando todo su organismo. En ese momento de concentración, mientras intentaba pensar una solución, Lili despertó. Yo no me di cuenta de eso pero me lo hizo saber enseguida.

     

    Sentí un agudo dolor que recorría mi brazo, y grité. Volteé la cabeza rápidamente y la vi, allí, prendida de mi brazo. Sus dos mortales colmillos estaban firmemente clavados en mi muñeca, extrayendo gota a gota mi sangre. Me quede congelada, no por miedo, no temía por mi. Temía por ELLA. No pude hacer nada antes de que la chica volviera a caer dormida. Sus mejillas se tornaban rosadas de nuevo. "Mi sangre", pensé. "Mi sangre en sus venas"

    Yo era un ser de fuego. Mitad ángel mitad demonio. La chica ardería. Me aterré.

     

    -Lili, tú no... Mi sangre... -susurré. Pero ya no tenía sentido, era tarde. Giré sobre mis talones y me dirigí a la puerta.

     

    ¿Para qué lo hice? No recuerdo. Lo siguiente fue estar en el aire, con Lili sosteníendome. Gemí cuando sus blancos y finos dientes se clavaron en mi cuello, sentí como la arteria estallaba bajo la presión que la vampiro ejercía sobre mi y el torrente de sangre entró a su boca.

     

    -Lili... suéltame -supliqué-. Basta, por favor... No lo hagas -mi vista se nubló y cerré los ojos. El dolor inicial estaba siendo sustituido por un placer increíble, como si ríos de morfina corrieran por mis venas. No sé de dónde saqué fuerzas pero antes de irme susurré-: Arderás. Fuego por dentro. No debiste... -entonces todo se desmoronó, caí al suelo y me sumí en las sombras.

     

    *OFF*

     

    Lili, NO CONTROLES A MI PERSONAJE >:(

  24. http://i.imgur.com/8rMc20s.png

    http://i.imgur.com/01QJ25Z.png

    Quinta Planta, con Lili, Paprika, Nathan, Héctor, y ahora Ethiane :wacko: ¿Faltó alguien?

     

    Liza M. Rambaldi

     

    Le sonreí amablemente a Héctor, era obvio que no debíamos dejar que las chicas salieran de nuestro control. Me apoyé contra la pared, clavando mis ojos en la luz del techo, al tiempo que él cerraba las puertas de la sala. ¿Qué sentido tenía estar con ellas si estábamos encerrados? ¿Cuál era el riesgo? ¿Que se mataran entre ellas? Eso no me preocupaba. Y me preocupó menos cuando Héctor amarró a Lili a la camilla y la petrificó. "Heko, dile Heko, le gusta más", me recordó una vocecilla interna. Odiaba a esa voz, era mi humilladora interna. Bufé, estar demente y trabajar aquí no iba a ser fácil.

     

    Casi dejo los ojos en blanco cuando sugirió que administráramos pociones, bueno, en realidad solo lo haría yo. "Vamos, Lizzie. No seas tonta, sabías lo que harías cuando pediste este empleo, es mejor que nada", me tranquilicé.

     

    -Vale, Heko. -sonreí- Como tú quie...

     

    No pude acabar, ya que un fugaz Nathan irrumpió en la habitación. Sin mirarnos siquiera al sanador y a mí se acercó a Paprika con una jeringa en la mano, miré atentamente como la sangre llenaba el pequeño tubo. Me pregunté porqué lo hacía hasta que recordé que eran indicaciones de Aleera. A todo esto, ¿dónde estaría la sanadora? El joven aprendiz se acercó a Lili luego de dejar la sangre en un frasco, cogió otra jeringa y pinchó el brazo de la vampiresa. Fruncí el ceño, de seguro que eso no era nada saludable para alguien de su especie.

     

    En efecto, no lo era. Ya que cuando Nathan abandonó la habitación y el hechizo perdió efecto sobre Lili, está se volvió hacia el sanador con la desesperación marcada en los ojos. Me separé de la pared y me acerqué a ella, mientras la muchacha se sumía en la inconsciencia.

     

    -Si tan solo pudiera... -me miré las muñecas, donde las venas se notaban bajo mi pálida piel- Héctor, tienes que alimentarla. ¿Cómo se le ocurrió a Nathan quitarle sangre a una vampiro? ¡Por el Ángel!

     

    *OFF*

    Hola Ethiane :unsure: ¿Me puedo meter en el Rol? Recién llegué a mi trabajo :P

  25. Quinta Planta (Heridos y Resurrección de Neutrales) – Con Aleera, Nathan & Héctor.

    Liza M. Rambaldi (me da flojera escribir Myrddin xD)

    Sentí como la mirada de Aleera se clavaba en mí y contuve el impulso de bajar la mirada. Podría haberme equivocado pero jamás lo demostraría, mi orgullo era la parte más fuerte dentro de mí. Me acomodé un mechón de rulos rubios tras la oreja con un ademán distraído y pestañeé. ¿Podía acabar la inspección de una vez? La sanadora pareció oír mis pensamientos ya que en ese mismo instante decidió dejar de observarme. “Por fin”, suspiré.

     

    -Encantada de conocerte, gracias por lo de Jessie –me dijo la Sanadora-. Nathan y Liza, dejen a Paprika y Lili en una misma sala, Héctor la llevó a la 5 que está vacía. Las quiero lejos de los pacientes en rehabilitación. Sugiero que Liza se quede con Héctor y Nathan me acompañe a la Planta Dos por Anna y Hades, necesitamos un antídoto urgente para saber cómo han llegado esos bombones a nuestras vidas –ordenó- Nathan, necesito muestras de sangre de las pacientes. Liza, lleva la caja a mi oficina, al final del pasillo, y por último espero a Nathan abajo.

     

    La miré, boquiabierta. Nadie (en mi vida) me había dado tantas órdenes juntas, ni tampoco había dicho mi nombre tantas veces. Sonreí y me paré de puntillas, estirándome para que mi ángulo visual llegara hasta el final del pasillo dónde se encontraba el despacho de Aleera. Luego asentí, más para mí que para otros y me puse en acción. Apunté con mi varita a la camilla sobre la cual estaba Paprika y la llevé delante de mí hasta la sala cinco, exactamente donde la Jefa había indicado. Me alegré al descubrir que Lili ya estaba allí en compañía de Héctor. “Genial, no tendré que moverme de aquí”, pensé. Aunque recordé lo de la caja. ¿Qué caja? A no ser que se refiriera a las muestras de sangre… En ese caso, todo tendría sentido.

     

    -Hola… ¿Héctor? –saludé, nerviosa-. Soy Liza, Aleera me pidió que me quedase contigo y te ayudará en todo lo posible. ¿Necesitas algo? -sonreí-.

     

    *OFF*

     

    Me encontré *-* ¿Qué caja Aleera? xD Es mi única duda o.o

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