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Kutsy Stroud Lenteric

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Mensajes publicados por Kutsy Stroud Lenteric

  1. Sonreí al escuchar como Cillan, me había llamado pequeña. No sabía si esa era la primera vez que alguien me decía de esa forma, pero, lo disfrutaba enormemente. Parecía entusiasmado de verme ahí, por lo que mis nervios se fueron diluyendo poco a poco conforme transcurrió el tiempo.

     

    Mi compañero de clases era más intuitivo de lo que pudiera imaginar, puesto que, lo vi alejarse de mi lado para dirigirse hacía uno de aquellos pequeños bares, que exhibían exóticas bebidas. Unos momentos después, volvió con dos tarros de una bebida que parecía cerveza. Acepté gustosa la bebida, sin lugar a duda, sería un buen lugar para conocer un poco más sobre él.

     

    Gracias —le dije mientras tomaba el tarro de cerveza y le daba el primer sorbo. ¡Sabía deliciosa! Mientras los dos bebíamos el me hizo una pregunta que con gusto respondí. Era demasiado reservada en clases, por lo que no me sorprendió que me cuestionara sobre mis familias— Yo pertenezco a la familia Rambaldi y Myrddin —añadí mirándolo fijamente— y dime… —no pude terminar de formular mi pregunta ya que de pronto, una chica de vestido azul <<parecía que todos nos habíamos puesto de acuerdo para usar una prenda de ese color>> pensé. Se acercó amablemente a saludarnos— hola —le respondí con una sonrisa. Estaba contenta de saber que la fiesta me daría la oportunidad de conocer gente nueva y de socializar un poco.

     

    Cuando estaba por preguntarle su nombre a aquella chica de cabello castaño, distinguí a unos pasos detrás de ella, a otro de mis compañeros de clases. El cual portaba un esmoquin. Viktor tapó los ojos de aquella joven mientras le decía algo al oído. Acto seguido, beso su mejilla y por la manera como la contemplaba me hacía sospechar que ellos eran más que sólo amigos. Bebí un poco más de la cerveza que sostenía entre las manos mientras aquel chico de esmoquin nos saludaba —Hola, Viktor —exclamé cuando Cillan nos propuso que tomáramos asiento en uno de aquellos puff.

     

    Todo era nuevo y brillante. Ya ni siquiera recordaba la razón del porque estaba en aquella fiesta. La noche era joven y por vez primera no la detestaba, al contrario, deseaba que esta durara un tiempo incalculable. Resultaba agradable compartir tiempo con gente nueva. Tan pronto como nos sentamos, una nueva joven de vestido blanco se acerco a la chica de vestido azul. Me pareció que ésta le había dicho algo al oído, aunque, no estaba segura. La recién llegada nos pregunto como iba todo, a lo que respondí —¡Bien! Y tú, ¿cómo estás? —Le pregunté una vez que Cillan que estaba sentado a mi lado derecho, terminaba de hacerle una pregunta.

  2. Datos Personales:


    Nombre del personaje: Kutsy Evans Moody

    Sexo: Femenino

    Edad: Joven

    Nacionalidad: Alemana

    Familia(s):
    * Evans McGonagall
    * Moody

    Padre(s) Sanguíneo: ---

    Padre(s) Adoptivo: ---

    Trabajo: --


    Poderes Mágicos:

    Rango Social: Unicornios de Plata

    Bando: Neutral

    Rango dentro del Bando: ---

    Puntos de poder en objetos: 140

    Hechizos adicionales: --

    Puntos de poder en criaturas: 40

    Criaturas controlables en asaltos y duelos: --

    Habilidades Mágicas: ---

    Conocimientos Especiales:
    *Artes Oscuras
    * Pociones
    *Runas Antiguas

    Medallas: --


    Perfil del personaje

    Raza: Demonio

    Aspecto Físico:

    Leyla es una chica de 1.60 cm de estatura. Posee un cuerpo esbelto, además, de unas piernas ágiles y firmes. Su rostro es ligeramente ovalado. Tiene labios finos, suaves y blanquecinos. Su boca es pequeña, su nariz es fina y levemente puntiaguda. Cabello negro, lacio y largo. Éste le llega dos dedos por debajo de la cintura, a veces suele atárselo en una coleta alta, aunque, preferiblemente lo lleva suelto la mayor parte del tiempo.

    El color de su piel es pálido, debido a su poca exposición al sol. Posee una frente amplia por donde cae parte de su cabello cubriendo su rostro de forma desenfadada. Sus ojos son dos polos opuestos atribuidos por los muggles a un padecimiento genético llamado Heterocromía iridum, Lo que hace que Leyla tenga las pupilas de distinto color, mientras su ojo derecho es de un azul intenso el izquierdo es otra historia, ya que, es del mismo color de su cabello, tan negro como la oscuridad misma.

    Antes de unirse al mundo mágico ella solía usar siempre una sudadera de tono gris perla, pantalones de mezclilla desgastados y zapatos deportivos. Una vez que se integra al mundo de la mágica, opta por los vestidos casuales, prefiriendo colores como el negro, violeta, azul marino y verde botella. Prefiere los zapatos de piso sencillos o sandalias, el único accesorio que no puede faltar en su vestimenta es un collar de plata del cual cuelga un dije en forma de media luna.

    Cualidades Psicológicas:

    Leyla es una joven de sentimientos variables, soñadora de corazón, entusiasta, protectora de aquellos que le permiten compartir su vida, cariñosa, distante a momentos de mucha presión, puede llegar a ser indiferente cuando no tiene que decir, comprensiva, leal, cortés, prefiere mil veces evitar una confrontación aunque a últimas fechas comprende que las buenas intenciones no son suficientes siempre así que también puede ser impulsiva y habla de más cuando se siente cómoda y en confianza.

    Con el tiempo la joven demonio fue definiendo su propia personalidad así como su carácter conforme se fue adaptando a un mundo que en muchas ocasiones le causo confusión, no obstante, gracias a su curiosidad innata y predisposición a ayudar a los demás, además, de mostrarse amigable con los de su alrededor forjo un carácter protector por sus seres amados, así como una personalidad un tanto inestable, regida principalmente por sus estados de ánimos cambiantes, mas siempre ha llevado como código el herir a las personas lo menos posible porque consciente es de que… ¡Absolutamente nadie es perfecto!

    Con el pasar del tiempo su confianza en nuevas personas disminuyó por un par de meses ya que se enfrento a la tracción y la mentira, mas comprendió que eso era parte de la vida. Que era así como el mundo se manejaba y que ella no estaba exenta de ello, sin embargo debido a su idea de que nadie tiene derecho de juzgar a los demás da vuelta a la página y sigue su camino. Los cambios inesperados provocan en Kutsy cierta inestabilidad emocional que supera con ayuda de quienes la rodean y la conocen, sabiendo que no siempre puede ser la chica sonriente y positiva.

    Es poco usual que se llegue a enojar, es una persona bastante tranquila, disfruta enormemente de la compañía de aquellos que cree importantes lo que la hace alguien muy cariñosa con los niños y claro también con los que se lo permiten. Esta dispuesta a ayudar como sea a quien se lo solicite y lo hace con todo el gusto del mundo.

    Al ingresar por primera vez al mundo mágico sus nervios llegaban a traicionarla cuando se enfrentaba a nuevos lugares lo que provocaba torpes movimientos, sin embargo, al pasar el tiempo supera eso y ahora se muestra más segura ante los demás por lo que se vuelve mucho más sociable. Es fiel a todos aquellos que le demuestran su cariño, además, de un poco imprudente, educada cuando la ocasión así lo amerita, producto de la educación que recibe por parte de su institutriz. Respetuosa así como también suele comportarse en ocasiones como una niña ya que disfruta de dar largas caminatas descalza.

    Por el tiempo que intenta descifrar los fragmentos de sus memorias se muestra como una joven atada a su tristeza e insegura, pero al pasar los meses, muchos sucesos le harían recapacitar y ver las cosas de distinto modo. Finalmente, después de retirarse al inframundo por un largo tiempo y volver, decide dejar el tema atrás y dar un paso hacía delante, sabe que en esas oscuras sombras está parte de su yo, sin embargo si en algo se caracterizaba a la joven demonio es que no guardaba rencor aun la lastimasen terriblemente. Posee una fortaleza que se engrandece aún más cuando sabe que le necesitan por lo que para los que la requieren se mantendrá de pie sin importar nada.

    El defecto de sus ojos pasa a tener otro significado al comprende que sólo es el resultado de su alma rota, la cual se encuentra dividida entre la oscuridad y la luz. La tristeza es parte de si, la lleva tatuada a la piel, sin embargo ante todo mantendrá una sonrisa para todo aquel que la necesite, puesto que innegablemente es una persona entusiasta, aunque eso lo niegue con ferocidad. Y tras reencontrarse con su alma gemela se convierte en una confiable y cariñosa mujer, en algunos casos hasta indecisa.

    Historia:

    La figura de una pequeña criatura se recortaba contra la pared a su derecha mientras la llama de la vela titilaba con suavidad acompañada del sonido característico de la punta de la pluma contra el papel, cada línea era escrita con devoción, cuidado y por supuesto amor. Después de todo aquel ser le profesaba un gran cariño a la joven bruja de la que llevaba tiempo escribiendo, hacía demasiado tiempo que comenzará con esa tarea al enterarse del propio sello que recaía sobre la señora: Astartea…


    En el inframundo era conocida bajo varios nombres pero el legítimo era: Astartea, nieta de lucifer e hija de Magnus. La misión de esa mujer de largo cabello negro y de frías pupilas azules consistía en una de las más yermas encomiendas que podrían merecer seres como los demonios. Ya que su tarea la convertiría vertiginosamente, a petición de su abuelo al saber de su existencia y siendo la única mujer de los hijos de su primogénito, en una recolectora de frío corazón, rasgos desprovistos de cualquier tipo de emoción e inexistente alma.

    Era la encargada de llevar a las almas agónicas al destino más cruel conocido por el hombre, cometido que la sumía en un constante aislamiento no sólo impuesto por ella si no por su progenitor quien le tenía estrictamente prohibido entablar conversación lejos de la supervisión de los guardianes que Lucifer había ordenado para su protección. Se le catalogaba como la poseedora de una belleza incomparable pero de igual forma de una letalidad fatal, a causa del vacío en su pecho que hacía las emociones que fluían cerca de él fueran eclipsadas por la desesperación y la terrible sensación de que la oscuridad era capaz de acabar con el más inquebrantable atisbo de esperanza.

    Mas dentro de toda esa estéril existencia una de los pocos placeres de los que disfrutaba era de leer, por lo que se le podía encontrar en completo silencio y concentrada entre gigantescos papiros en los que deslizaba, con avidez, las yemas de sus dedos con la intención de alejar los alaridos de los condenados, de sus vanas suplicas porque un “ángel”, cómo solían llamarle, les diera la gracia de escapar a su destino.

    Su estancia en el infierno estuvo plagada de momentos tanto agónicos y felices. El primer acontecimiento que le llevó a recuperar sus emociones y corazón fue el haber encontrado, en quien menos espero, a su alma gemela. Un suceso al que su padre temía grandemente mas sin sospecharlo la hija Magnus comenzaría a soñar con el duque del infierno después de conocerle en una de las tantas ceremonias a la que se veía obligada asistir. Sin embargo esa noche lúgubre algo había captado la atención de la señora de la luna, nombre que adquirió ya que se decía que cuando uno estaba por perecer cerca de ella un resplandor plateado le cubría haciendo creer al moribundo que observaba la luna directamente.

    A pesar de las prohibiciones el amor entre ambos demonios prolifero, cómo la hierva en un jardín. Sus encuentros se hicieron aún más constantes cuando Astaroth decidiera formar parte de su escolta personal, ella jugaría con él llevándole a los confines mismos del inframundo sólo por cumplir sus propios caprichos, junto al Duque se sentía viva y el cambio comenzaría a notarse en la aparición de sonrisas efímeras que fueron el indicio con el que su abuelo confirma su traición… Condenándole a vivir sin el amor de su vida, amenazándole bajo la primicia de que él será sometido a la más terrible de las torturas para un ser demoniaco.

    Ante el descubrimiento de su amorío ambos amantes intentan escapar para consumar su unión de la cual, la dama de la luna quedaría embarazada de mellizos. Annelisse, su hermosa hija y Demian su primogénito; un príncipe que le arrebatarían de sus brazos a los pocos minutos de nacer, acontecimiento que la debilitaría grandemente delegando todas sus tareas a un demonio de menor rango por veinte años en los que viviría en completa ignorancia de que Astaroth, el amor de su vida, sigue con vida y con la constante culpa de no haber tenido la fuerza de defender a su hijo quien esta segura aún vive.

    Su abuelo al ver que Annelisse finalmente tiene la edad para asumir el puesto que su padre ha dejado, le indica a Magnus que la madre de Annelisse sea la misma quien la entregue. Petición a la que se niega tanto como sus poderes se lo permiten, mas estos habían aminorado a lo largo de los veinte años debido a la amarga tristeza que experimentara al saber que dos seres que amaba inmensamente se encontraban lejos de ella. Y ante la renuencia, la cual fue tomada como la última insolencia de su progenie, Lucifer manda a matar a su nieta, frente a los ojos de Astartea la cual queda sumida en un letargo del que se rehúsa despertar para finalmente ser desterrada por su propio padre borrando en el proceso todo recuerdo de quien fuera y lo que había vivido.

    Nació de la unión de dos demonios: **Magnus Stroud y una demonio cuyo nombre jamás fue revelado, producto de un encuentro casual, la cual durante un viaje que realizará a Alemania conocería a un adinerado, extravagante y extraño terrateniente de apellido Stroud. Una antigua familia de la que se decía muchas cosas como que en más de un siglo no había existido heredero alguno. Que quien se veía rondar por los pasillos del castillo familiar, era un ente demoniaco, y variadas historias que los pobladores se dedicaban a contar a los turistas, las cuales Magnus aprovechaba para mantener a los curiosos y tenía la oportunidad de llevar a cabo cada una de las encomiendas que su padre le solicitara.

    La aventura entre la pareja sólo duraría el tiempo en que ella estuviera embarazada ya que a petición de él, accedería a cederle por completo la vida de la pequeña Leyla, a los cinco días de su nacimiento. La niña de tez pálida, tendría la particularidad de poseer una pupila completamente de color negro, único indicio de su raza y de su pasado en el inframundo, y una de un intenso y profundo tono azul que le recordaría su humanidad la cual le otorgaría su padre como una manera de eximirse de todas las injurias que cometiera contra ella. Le daría la oportunidad de llevar una vida normal, al menos esa había sido su primera intención al ocultar su existencia de Lucifer, sellando sus poderes y recuerdos en el proceso.

    Situación que dejaría a Kutsy con una constante sensación de no pertenecer a ningún sitio, antes de cumplir el año de vida, Magnus decide que el lugar perfecto para esconder definitivamente a su hija de su padre es Londres, en un apartado sitio donde sabe la madre de la niña nunca la buscaría y podrá mantenerla a salvo. La pequeña niña crece bajo los cuidados de los sirvientes, los cuales le temen a excepción de Sofía la mujer que fungía como su nana y la doncella más joven que llevará por nombre Anna con la que se sentiría muy cercana considerándola su única amiga.

    De niña tendría la habilidad de hablar en lenguas muertas durante sus sueños lo que la haría sufrir de constantes pesadillas, también a los seis años de edad tendría contacto por primera vez con la magia al conocer a un jovencito que al igual que ella contaría con la particularidad de la heterocromia, él se convertiría en su compañero de juegos a lo largo de un año de vida donde viviría aventuras inimaginables y se percataría que sus heridas se curaban con más rapidez que las de un ser humano normal.

    A los quince años descubriría finalmente que no era humana debido a una gitana que su propio padre mató, por la furia que despertara al saber que su hija nuevamente quedaría expuesta ya que el sello que la mantenía siendo una humana en apariencia se había fisurado. Haciendo que Kutsy decida alejarse de su progenitor al sentirse sumamente defraudada con lo que a esa corta edad, mortal, abandona su casa en busca de las respuestas sobre su pasado y su naturaleza. Mas su abuelo, al enterarse de su paradero y existencia, la manda a matarla enviando en su búsqueda esbirros que fragmentan su mente y con ello hacen colapsar el control que su padre tenía sobre ella llevándole a la muerte por protegerle hasta en el último instante.

    Dejando a Leyla sumida en un sueño del que le costaría regresar cuatro años, tiempo en el que se encontraría internada en un hospital psiquiátrico, donde sería abusada sexualmente cada noche desde su ingreso por el siquiatra que llevara su caso. Su propia identidad se mezclaría con sus recuerdos humanos y los que ostentara al ser Astartea, convirtiéndole en alguien sumamente diferente a quién fue y quién era. Finalmente la presencia de una mujer la haría volver en si al detectar en su persona el pacto que Magnus hiciera siglos atrás con aquellos seres provenientes de la tierra. Sería Huntress, quien se convertiría en su primera madre y le mostraría un mundo del que poco conoce y donde se comprometería con uno de los descendientes de dicho linaje.

    Una vez escapa de su cautiverio y con un nombre que le ha otorgado su primogénito se interna en el mundo mágico en busca de su madre, siendo recibida y adoptada en la familia Rambaldi por Ashley Atkins y en la Myrddin por Huntress, como su hija sanguínea. Tras la ruptura del compromiso con Mikhail Dubrinsky y la desaparición de su primera madre, quien le mintiera haciéndole creer que era la persona que buscaba abandona ambas familias y es durante su educación mágica que conoce a Cillian un joven del que se enamoraría en primera instancia y al que le juraría lealtad sin miramientos, haciendo que la relación de ellos creciera a tal punto que junto a Rías, formarían una familia llamada: Loveless de la cual sería matriarca por un corto tiempo.

    Tras dejar el patriarcado se dedica a la búsqueda de su madre mientras comienza a trabajar en el ministerio como Inefable, cargo que debe abandonar tras una extraña enfermedad que la invade y la hace dejar de igual forma la marca, bando al que perteneciera tras salir de la academia y en el cual conocería a una de sus mejores amigas, Fengari Nabierre Black que junto a Ania Evans Weasley, forjarían un grupo al que llamarían Las FAK`s Atómicas, sin embargo ambas brujas abandonarían Londres misteriosamente dejando que la Stroud, continuara con su búsqueda la cual tiene finalmente un acercamiento cuando ingresa a la Selwyn como hija sanguínea de Lyra, teniendo el primer indicio de saber que Lucifer era algo cercano a ella.

    No obstante por asares del destino… Nuevamente se ve obligada a dejar la familia, al igual que su puesto en San Mungo para comenzar a trabajar en el Departamento de Control y Regulación de Criaturas Mágicas, en el que actualmente es jefa de oficina. Donde conoce a una mujer que se gana su respeto y admiración, pidiendo así que Bel Evans McGonagall le adopté como su ahijada, dando comienzo a bellas y atrevidas aventuras a su lado. Para ella Bel no es más que su madrina, la considera como su madre. Es también en ese tiempo que ingresa a la orden tras meditar y revaluar sus sentimientos con respecto a la guerra mágica en la que se ve inmersa, bando donde forjaría varias amistades y se sentiría en su hogar.

    Una de las amistades que formaría en la orden sería con Kyttara Gryffindor Rambaldi, por la cual se reencontraría con el amor de su vida… Ethan Amílcar Lenteric en la familia en la que fuera hija adoptiva de Ashley. Y desde el momento que se conocieran tras un dolor de cabeza del demonio su amor volvería a proliferar con fuerza y no se separarían uno del otro jamás. Junto a él continuaría con la búsqueda de su madre que la llevaría a formar parte de la Black Lestrange donde conocería a Mía Black Lestrange, la cual la aceptara como su hija, la bella mujer de ojos verdes le recibiría con los brazos abiertos y le presentaría a todos sus hermanos, suceso que hace que Stroud se sienta feliz, pero de entre todos los que conoce crearía un lazo aún más fuerte con Divied E. Potter Black, el cual le prometería que seguirían siendo hermanos a pesar de no compartir lazo sanguíneo.

    Actualmente Stroud se encuentra casada con el heredero Lenteric, junto a él y su sobrino Darian Mcnair fundaría la familia Lenteric, en la cual hace aún más estrecha su relación con Darian, convirtiendose en su padrino al ingresar nuevamente a la orden, después de un periodo de descanso. Un joven mago que le enseña a sonreír y jamás perder la fe en si misma, su hermosa novia aceptaría ser su dama de honor, uniendo aún más a los miembros de la familia en la que ahora es matriarca.

    Pertenencias:

    Objeto Mágico Legendario:
    Válido sólo para Orden de Merlín.


    Objeto Mágicos:

     

    Objeto: Varita Mágica.
    Clasificación: AA
    Puntos de Poder: 20

    Pociones Mágicas:

    Objeto: Poción para Olvidar
    Clasificación: AAA
    Puntos de Poder: 40

     

    Objeto: Fluido Explosivo
    Clasificación: AAAA
    Puntos de Poder: 80

    Criaturas Mágicas:

    Criatura: Lobo
    Clasificación: X
    Puntos de poder: 10

    Criatura: Gato
    Clasificación: X
    Puntos de poder: 10

    Criatura: Zorro
    Clasificación: X
    Puntos de poder: 10

    Criatura: Serpiente
    Clasificación: X
    Puntos de poder: 10

    Criaturas en la Reserva:

    Criatura 1: Descripción
    Clasificación: Categoría que le corresponde
    Puntos de poder: Puntos que le corresponden

    Libros de Hechizos:

    Libro: --
    Nivel: --

    Poderes de Criaturas:

    Tipo de Poder: --

    Consumibles en Batallas:

    Nombre: --
    Descripción: --
    Categoría: --

    Elfos:
    *Elfo 1: Dunkel, pequeño elfo que lleva como distintivo un corbatín de color rojo.

    Licencias, Tasas y Registros:

    Licencia de Aparición: Obtenida.

    Licencia de Vuelo de Escoba: Obtenida

    Registro de xxx:

    *Registro de Raza: Demonio

    *Registro de maternidad:

    • Hija: Emma Viktoria Lenteric Stroud: MM
    • Hija: Minerva Dalí Lenteric Stroud: MM

    *Estado Civil: Casada con Ethan Lenteric. Estado civil: Divorciada de Ethan Lenteric el 03/12/2018, certificado por la Oficina del Ministro y Servicios Administrativos del Wizengamot.

     

    *Registro de Inmigrante: MM


    Personajes Secundarios:
    * Personaje 1
    * Personaje 2
    * Personaje 3
    * Personaje 4
    * Personaje 5

    Otros Datos:

    Otros Datos:
    *En sus primeros inicios lleva un dije de media luna que tiene incrustado cuatro piedras preciosas. En la punta superior sobre sale un rubí que tiene la forma de un perfecto hexágono y a lo largo descansan también tres pequeños zafiros azules en forma de rombos.

    *Leyla tiene tatuado sobre el hombro par de símbolos que asemejaban a un ojo <o>.

    *En la muñeca derecha lleva la pulsera que su esposo le regalara en la playa, la cual tras su divorcio la entierra cerca de un manzano que mando plantar a un lado de la cabaña, de la familia Lenteric.

    *Adora estar descalza por lo que es usual verla sin calzado en su hogar.

    *Tiene una cicatriz sobre el omoplato izquierdo, producto de un viejo enfrentamiento que no recuerda.

    *En los primeros meses de la vida de Emma, le pide al padre de la pequeña duerma con ellos ya que teme despertar y darse cuenta que todo es un sueño.

    *Como toda madre, demuestra grandes celos hacía las féminas que rondan cerca de su primogénito, Demian Lenteric.

    *Adora las manzanas por sobre cualquier fruto, por lo que invariablemente entre su ropas lleva un par consigo.

    *El elemento con el que se siente plenamente identificada es el agua.

    *Se dedica a pintar cuando realmente se siente muy triste y canta cuando algo la tiene feliz.

    *Le gusta quedarse en silencio por largo rato ya que así encuentra paz en ella misma.

    *Su lobo, es una hembra que lleva por nombre Cían.

    *Descripción de la varita: Treinta centímetros. Madera de sauce y pelo de unicornio. Tiene en la base un pequeño anillo de platino en el cual se puede apreciar un delicado grabado que recita: “DRAGOSTE”.

    Cronología de Cargos:

    Premios y Reconocimientos:



    Links de Interés Referentes al Personaje:

    Link al Perfil de Comprador MM: 276
    Link a Bóveda Personal: Bóveda n° 101762
    Link a Bóveda Trastero: ---
    Link a Bóveda de Negocio:
    Bóveda N° 106838 Negocio A brillar mi amor

    Bóveda N° 95760 Negocio Fabricantes de Mentiras (negocio activo del que no es socia)
    Bóveda N° 107990 Negocio Heaven Hell (cerrado)
    Link a Bóveda Familiar 1: Familia Evans McGonagall
    Link a Bóveda Familiar 2: Familia Moody

  3. Suspiré con algo de pesar al estar sentada en la orilla de mi cama. Parecía que los rumores de una gran fiesta, eran completamente ciertos. No me catalogaba precisamente como una chica que gustara de la algarabía de las fiestas, pero, no podía negar que esa parte curiosa de mí. Comenzaba a hacer mella en mi interior, al preguntarme ¿cómo sería, asistir a una fiesta mágica? Por más que intentaba desterrar esa idea de mi cabeza, no lograba poner atención a la lectura del libro de duelo que recién había sacado de la biblioteca.

     

    No conocía a casi nadie y mis andanzas en el mundo mágico eran tan pocas que, no tenía mucha confianza de asistir a un evento de esa magnitud. Y a pesar de ello, algo inexplicable me incitaba a levantarme y encontrar aquellos trasladores que se encontraban escondidos en la academia, aun a pesar de que aquella manera de viajar no era de mis preferidas.

     

    Completamente derrotada, al intentar vanamente de alejar mis pensamientos de la palabra fiesta, considere que lo mejor era que me fuera a dormir. Cerré el libro que había estado leyendo y lo guarde en mi mochila. Tal vez, esa noche podría dormir y no tendría que terminar dando vueltas en la cama antes de conseguir caer en un sueño ligero. Aunque, probablemente eso sería esperar demasiado. Me coloqué el pijama que consistía en camisón de color violeta que me llegaba por debajo de las rodillas, además, de que trence mi cabello para poder dormir más cómodamente.

     

    Me acosté no muy convencida de poder conciliar el sueño; en aquella noche en la que me encontraba sumamente inquieta. Mis ojos contemplaron el techo gris, a la espera de poder encontrar un poco de paz. Quizás, transcurrieron diez minutos cuando un recuerdo que me había perseguido las últimas noches, inundo de pronto mi mente.

     

    Todavía recordaba aquellos desesperados y agónicos alaridos. Al igual que la noche anterior, me devane los sesos intentado discernir con claridad lo que significaba aquella pesadilla. Sólo rostros borrosos, gritos y una sensación de desesperación era lo único que obtenía ante aquellas oscuras imágenes.

     

    Me giré sobre mi costado derecho pretendido de esta manera alejar aquel detestable recuerdo. Mis ojos se cerraron con premura cuando el llanto los anegó. Unas cuantas lágrimas rodaron por mis mejillas ante el sentimiento de desolación que experimentaba en ese momento. Agradecí internamente el encontrarme sola, porque no me agradaba en lo absoluto que me vieran llorar. Un sollozo escapo de mi boca ante la tristeza que sentía. Lo que más aborrecía era ese sentimiento de soledad que en ocasiones me hacía sentir sumamente miserable.

     

    ¡Basta! —Dije al mismo tiempo que me levantaba y limpiaba con molestia las lágrimas que aún escurrían por mis mejillas. Al estar sentada en la cama, inspiré con algo de amargura. Realmente mi deseo más grande en ese instante, era alejar lo más posible de mí; aquel estado de ánimo tan deprimente. Así que, mis dudas sobre asistir a aquella fiesta quedaron reducidas a cenizas. No me quedaría en aquella habitación un minuto más. Encendí las luces antes de dirigirme al armario y escoger lo que vestiría para la fiesta.

     

    Miré por un par de minutos mi guardarropa antes de atreverme a sacar un pequeño short azul marino y una blusa de tirantes rosa claro. También tomé un par de sandalias de color blanco. Probablemente la combinación de colores resultara completamente desastrosa, pero, eso poco me importaba. Lo único que anhelaba era alejar esa sensación de soledad lo más posible de mi interior. Y si para eso tenía que internarme en una fiesta, así lo haría.

     

    Me dirigí al baño para lavarme la cara y borrar aquellos caminos salados que habían formado las lágrimas sobre mi rostro. Contemplé mi reflejo en aquel pequeño espejo rectangular, no me veía precisamente muy animada, sin embargo, aquellas pupilas me devolvieron en respuesta una mirada de determinación.

     

    Dejaría mi cabello trenzado, no tenía el humor para cepillarlo. Quince minutos después, ya me encontraba recorriendo la academia en busca de aquellos trasladores que prometían brindarme un poco de consuelo. Finalmente, encontré lo que buscaba, sin miramientos lo sujeté entre mis dedos y por vez primera no me molesto en lo absoluto la sensación de ser succionada de improvisto.

     

    Inspiré profundamente cuando mis pies tocaron nuevamente tierra, aunque, en esta ocasión era arena blanca lo que adornaba aquel bello y exótico lugar. No sabía que la fiesta se desarrollaría en una playa. Inesperadamente una ligera sonrisa se dibujó sobre mis labios ante el majestuoso espectác*** del que era testigo. A pesar de que era de noche el clima era de lo más cálido, la brisa del mar hizo llegar hasta mí, aquel peculiar olor a sal que con gusto y gozo recibió mi pequeña nariz.

     

    Sin lugar a duda había tomado una certera decisión al dejar de lado mis temores con respecto a asistir a la fiesta. Al voltear a mi derecha divise a uno de mis compañeros de generales, el cual ya caminaba sobre uno de los caminos de piedra. Siguiendo su ejemplo, me acerque hacía la luz crepitante de las antorchas que se encontraban en aquel lugar, por donde cuatro largas mesas estaban a la espera de los invitados, además, de pequeños bares que lucían a plena vista de todos. Distintas bebidas que yo, aún no conocía.

     

    Por un momento, me perdí admirando la decoración del lugar, que no me di cuenta de los collares hawaianos que colgaban en percheros a lo largo de la playa. Aunque poco importo, ya que estaba más entretenida en acercarme a aquel chico que llevaba puesto unos pantalones cortos de color azul. No habíamos tenido la oportunidad de entablar una conversación fuera de la academia, por lo que experimentaba cierta curiosidad por conocer a aquel chico llamado Cillan, fuera de clases.

     

    ¡Hola, Cillan! —Exclame tímidamente—es agradable encontrarme aquí —añadí al ver que había advertido mi presencia. De cierta forma esperaba que esa primera fiesta resultara una experiencia inolvidable. Por esa noche me olvidaría de mis pesadillas y de mis recuerdos. Sólo quería disfrutar de un poco de música y compañía.

  4. Escuché de pronto tras de mí la voz de una joven, la cual me había hecho algunas preguntas por lo que giré sobre mis talones para contemplar a aquella desconocida chica que llevaba puesta una túnica negra y me sonreía amablemente.

     

    Hola —respondí un tanto nerviosa por la inesperada llegada de aquella joven— sí, yo soy la nueva integrante de la casa. Mi nombre es Leyla Kutsy Stroud. Y ¿tú eres? —Le pregunté mientras posaba mis manos a mis costados.

     

    Me alegra ver que ella también llevaba puesto un atuendo muggle como lo llamaban algunos. Yo por mi parte vestía un vestido negro de manga larga que me llegaba justo por arriba de las rodillas, además, de unos zapatos negros de piso.

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  5. Después de un día un tanto agotador, había decidido definitivamente, quedarme en la sala común de mi casa. Ya que, no consideraba para nada conveniente el hecho de ir y venir de mi casa hacía la academia. Y sobre todo porque aún no sabía aparecerme y tampoco contaba con la licencia para volar.

     

    Con algo de fastidio, después de estar dando vueltas sobre la cama; intentado vanamente de dormir aunque fuera un par de horas. Tuve que aceptar que la mañana finalmente había hecho su aparición. Cuando la luz que se filtraba por la pequeña ventana de mi habitación comenzó a lastimarme los ojos.

     

    Pasé con algo de frustración mi mano derecha por mi cabello negro. Tenía que darme prisa si no quería llegar tarde a mi primera clase de Rol Básico. La carta que me anunciaba el comienzo de aquella asignatura descansaba sobre la mesita de noche que se encontraba del lado derecho de mi cama, al igual que mi varita.

     

    Aun hoy, me costaba creer que yo era una bruja. Y que de cierta forma pertenecía a un mundo donde la magia era cosa de todos los días y no de un cuento de fantasía. Suspiré al mismo tiempo que contemplaba mi reflejo, en el pequeño espejo rectangular del baño, después de darme una rápida ducha.

     

    Mis ojos siempre me recordaban que la luz y la oscuridad eran parte de uno mismo, puesto que, representaban de cierta forma la dualidad de un ser humano. Aunque quizás, yo no debería estar pensando en tal cosa. A final de cuentas yo no era humana. Razón por la cual mi corazón latía más rápido de lo habitual.

     

    Después de cepillarme el cabello, decidí que había llegado el momento de vestirme. Había escogido para esta ocasión un vestido color vino, de mangas cortas. Que tenía como detalle un pequeño lazo negro alrededor de la cintura, el cual se amarraba tras la espalda formando un pequeño moño. Además, de unas sandalias que se ataban al tobillo con un ligero listón de color negro.

     

    Una vez que termine de arreglarme y de colgar el dije de media luna en mi cuello. Tomé presurosa la mochila que había dejado sobre la cama, en la cual, metí un par de pergaminos, plumas y tinta. No volvería a olvidarme de aquellos pequeños detalles. Recogí mi varita y la guarde en la bolsa de enfrente de la mochila mientras me la colgaba sobre el hombro derecho. Contemplé el pequeño reloj de mi habitación antes de salir casi corriendo de aquel lugar, ya que sólo quedaban diez minutos para el comienzo de la clase.

     

    Cuando llegué a la academia, no perdí tiempo intentado contemplar el clima ni lo que ocurría a mi alredor. Lo único que deseaba en ese momento era no llegar tan tarde. Mientras corría por entre los distintos pasillos de la escuela, mi cabello se movía a merced de mi acelerada carrera.

     

    Después de un par minutos; pasados de la hora indicada. Hallé el salón donde tomaría mis clases de rol básico. Inspiré profundamente antes de abrir la puerta y contemplar que está, ya había comenzado. Sentí que los colores se me subían al rostro. ¡Había llegado irrevocablemente tarde! Sabía que ese era el salón indicado, ya que, reconocí a varios de mis compañeros de generales.

     

    Traté de que mi fortuita llegada pasara desapercibida, así que un poco avergonzada me senté en el primer pupitre que encontré desocupado. Entrelace mis manos en mi regazo a la espera de mi turno para presentarme. Después de la presentación de Elizabeth llegó mi turno.

     

    Todavía tenía los nervios a flor de piel, por lo que sólo me limite a decir unas cuantas palabras —¡Buenos días compañeros y maestras! Espero perdonen mi impuntualidad —añadí contemplando a las dos mujeres que se encontraban en la parte de enfrente del aula— mi nombre es Leyla Kutsy Stroud.

     

     

    Off

     

    ¡Hola a todos! ^_^

     

    Mi nombre muggle es Gabriela, soy de México. Uno de mis pasatiempos favoritos es leer, por lo que ahora que estoy vacaciones es lo que más hago. Estoy estudiando la universidad. Me encantan los felinos, son mi adoración :3 Hace poco mi mamá y yo adoptamos un pequeño gato al cual nombramos Nokia.

    Saludos.

  6. Finalmente, mi clase de generales había concluido. Y aunque todo pareciera completamente fuera de serie. Aquella primera aventura había resultado bastante vigorizante y un tanto extenuante. Aunque, si alguien me preguntara al respecto, diría que, no recordaba mucho. Aquel efímero pensamiento dibujo una fugaz sonrisa sobre mis labios.

     

    Ahora tenía casa. La ceremonia de selección había concluido. Y un brillante y llamativo dragón resplandecía en la parte posterior de mi muñeca. Durante mi estancia en la academia pertenecería a la noble casa de Dragones de Lancashire. Mi corazón se encontraba sobresaltado, por la emoción que experimentaba ante la idea de explorar aquel el fuego que sobresalía de las fauces de la imponente estatua del Colacuerno.

     

    Me habían dicho que este me transportaría hasta la casa de los Dragones. Mis ojos admiraron las llamas por un par de minutos, al encontrar una fascinación por ese brillo y bailoteo que llevaban un ritmo que muy pocos comprendían. Quizás, ésa era la razón por la que había quedado seleccionada en aquella morada, aunque, todavía tenía mis dudas.

     

    Como hipnotizada por el resplandor de aquel fuego, que sabía no me haría daño alguno, caminé hasta entrar a las fauces de aquella estatua. Las llamas me cubrieron y tan sólo fue necesario que transcurriera un corto tiempo para que fuera transportada a la casa de los Dragones de Lancashire. Que decían se encontraba en un volcán.

     

    En esta ocasión no cerré los ojos, no quería perderme de ningún detalle, además, extrañamente el fuego parecía darme cierta tranquilidad. No sabía el porque de aquella rara sensación por lo que simplemente me limite a sonreír. Una vez que llegue a mi destino, mi mirada recorrió aquel basto lugar por donde había grandes cuadros colgados en las paredes.

     

    Me interne poco a poco en aquel desconocido sitio olvidándome, por completo que primero debía haber llamado. Sin embargo, estaba tan abstraída contemplando cada detalle de mi nueva casa que poco importaba lo demás. Mi cabello negro se agito un poco cuando de pronto una chica de cabello rosado pasaba a un lado mío sin advertir mi presencia. Fue demasiado tarde cuando mis labios pronunciaron un suave —hola —ya que aquella desconocida chica había desaparecido de mi vista.

  7. Las presentaciones finalmente habían terminado. El ambiente a mi alrededor lucía tranquilo y pacifico por lo que mis nervios se disiparon como la niebla cuando sale el sol. Mi corazón latía presuroso dentro de mi pecho, pero eso era algo muy habitual en mí. Mi mirada recorrió aquel sitio en busca de un buen lugar para sentarme, ya que consideraba que de nada serviría estar de pie. Al no hallar un sitio adecuado simplemente me senté con tranquilidad sobre el piso, colocando mis manos sobre mi regazo.

     

    Había rostros conocidos y nuevos a mí alrededor. Lo único que esperaba era no hacer el completo ridíc***. Intentado alejar ese pensamiento, me concentre en el hecho de que el profesor Leandro había comenzado la clase. Mágicamente había hecho aparecer frente a todos nosotros un pergamino por donde se iban escribiendo cada definición que salía de su boca.

     

    No logré evitar que una sonrisa irónica apareciera en mis labios, al escuchar al profesor decir que ya éramos mayorcitos para saber que debíamos tomar nota. Traté de tomar nota mental de cada frase dicha por mis profesores. Todo lo que habían mencionado sin lugar a duda era de suma importancia, internamente lamentaba el hecho de no haber traído un par de pergaminos para tomar apuntes. Por fortuna, la maestra Mía se había mostrado muy amable al entregarnos a cada uno un pergamino con las definiciones que nos habían explicado durante esa primera clase.

     

    Cuando aquella mujer de cabellos rubios preguntó si había dudas o si nos gustaría ejemplificar, lo antes dicho de forma práctica, mi compañero Viktor, fue el primero en tomar la palabra. Sugiriendo que, lo mejor era que los profesores tuvieran un duelo entre ellos. Yo simplemente guarde silencio mientras los demás concordaban con la idea de aquel chico de ojos azules.

     

    Hasta que de pronto, la voz de una chica de cabello negro atrajo mi atención. No había notado su llegada por lo que me desconcertó un poco su presencia. ¿Quién era ella? Me pregunté internamente al mismo tiempo que esa desconocida chica hablaba. La única respuesta que tuve a esa interrogante, era que al parecer se encontraba un tanto aburrida, ya que, a comparación de mis compañeros se hallaba en total desacuerdo con la idea de que los profesores se enfrentaran en un duelo.

     

    Cierto era que, sus palabras no sólo guardaban un deseo casi reverencial por el duelo. Si no también, una verdad que provoco un ligero estremecimiento por todo mi cuerpo. Puesto que era un hecho que el momento de poner en práctica lo visto en clase estaba más cerca de lo que hubiera deseado.

     

    Simplemente me limité a observar el semblante de mis compañeros, algunos lucían sorprendidos con la presencia de aquella chica de ojos miel, otros tantos no mostraban emoción alguna. Por mi parte, estaba más concentrada en que el pergamino que nos habían dado no terminara más arrugado de lo que ya estaba.

  8. Me encontraba recostada sobre la cama, tratando infructuosamente de alejar aquellas pesadillas que aún daban vueltas en mi cabeza, como pequeños remolinos de viento que dejan sólo desorden a su paso. Suspiré con algo de desgana, no podía creer que aquella primera aventura en la academia había terminado. Y que ahora tendría que asistir a mi primera clase de duelo básico.

     

    Aún sostenía entre los dedos de mi mano izquierda, la carta que una amable lechuza me había entregado, hacía un par de días atrás. Lo único bueno de todo ese asunto, era que al menos esa noche no tendría que intentar vanamente conciliar el sueño, ante esa promesa, una fugaz sonrisa se dibujó sobre mi boca.

     

    Había decidido usar un vestido casual, color verde botella, con mangas tres cuartos para mejor movilidad. Además, de unos sencillos zapatos de piso, de color negro. Los cuales lucían como único adorno, un pequeño moño en tono verde en la parte de enfrente. En esta ocasión dejaría mi cabello suelto.

     

    Me incorporé de la cama un poco más tranquila, después de estar meditando por un par de minutos sobre mi pasado. Había llegado el momento de dirigirme a la academia y a la que sería mi primera clase de duelo básico. No sabía que esperar o sentir al respecto, lo único que me alegraba un poco, era el hecho de al menos esa noche mis oscuros recuerdos tendrían que esperar mi regreso.

     

    Antes de salir hacía la academia tomé mi varita y la guardé en el pequeño bolso negro que llevaría conmigo, a aquella nueva aventura. Después de caminar por un buen tiempo, finalmente mis ojos divisaron a lo lejos aquella edificación en la que se escondían un sin fin de secretos, aventuras y muchas cosas más. No tuve tiempo de admirar su belleza ya que el tiempo empezaba a correr en contra mía.

     

    Así que, una vez que estuve dentro de aquel lugar, me apresure a buscar el aula donde tomaríamos clase. Finalmente, después de unos cuantos minutos, logré hallar el salón en el momento justo que un chico que portaba a mi parecer un traje bastante costoso, entraba en aquel sitio.

     

    Con algo de nerviosismo, abrí la puerta para darme cuenta de que no había nadie ahí, más que unas cuantas mascadas. Rodé los ojos al percatarme que esas mascadas eran sin lugar a duda, trasladores. Sujeté entre mis manos la que se encontraba sobre el pupitre más cercano a la salida.

     

    Sólo fue cuestión de una fracción de segundos para que mis ojos contemplaran maravillados el imponente edificio del Taj mahal. Que se levantaba esplendoroso bajo los tenues rayos de la luna, compañera inseparable de la noche. Suspiré al contemplar aquel bello espectáculo, no tuve más tiempo para seguir admirando aquel paisaje, puesto que, las presentaciones ya habían comenzado.

     

    Me acerque al pequeño grupo que se encontraba alrededor de los que parecían ser los profesores. Mi corazón dio un pequeño brinco al reconocer a la profesora Black, me alegraba de cierta forma ver algunos rostros conocidos. Esto me ayudaría para mantener mis nervios a raya, al menos durante la presentación. Después, de que Cillan, Viktor y un chico que no conocía, llamado Kritzai terminaran de presentarse, llego mi turno.

     

    El profesor Leandro nos había hecho un par de preguntas que le gustaría contestáramos. Y aun cuando no estaba segura, que lo que diría fuera del todo cierto, las respondería con todo gusto. No me agradaba ser el centro de atención, pero, en ese preciso instante, tendría que serlo por un par de minutos. Así que, inspirando profundamente e intentado aparentar tranquilidad miré a mis profesores y compañeros.

     

    ¡Buenas noches! —Dije primero que nada –mi nombre es Leyla Kutsy Stroud, algunos de los presentes ya me conocen— intente sonreír para ocultar que los nervios comenzaban a vencerme. La palabra duelo no era de mi agrado, sin embargo, consideraba que no sería buena idea externar aquella idea.

     

    Lo que espero de esta clase es aprender a defenderme. Y lo que pienso al respecto sobre los duelos, es que en muchos casos considero que no son necesarios —.Quizás, las últimas palabras que había pronunciado no habían sido las correctas y habían sonado contradictorias, sin embargo, poseían una verdad que mi corazón intentaba creer.

     

     

    Off.

     

    ¡Hola!

     

    Mi nombre muggle es Gabriela, actualmente estoy estudiando la universidad. Soy de México. Uno de mis pasatiempos favoritos es leer. Hace poco me uní al foro quizás, hace menos de un mes. Ha sido toda una experiencia ir conociendo poco a poco el foro. xD

    Espero que nos divirtamos mucho en esta clase.

    Saludos.

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  9. A pesar de que todo, era un caos absoluto a nuestro alrededor. Sabía que había formulado una pregunta en el peor de los momentos. Sin embargo, no lograba alejar la mirada de Viktor de mis pensamientos. No dejaba de pensar en lo que aquel chico había visto en esas páginas. Me causaba una curiosidad inmensurable que me recorría el cuerpo en busca de un escapé. Ésa era la razón por la que había formulado aquella absurda pregunta.

     

    Maya, la dulce chica, que había viajado con aquel joven de ojos azules, estaba resultado ser más valiente y determinada, de lo que había aparentado en su presentación. En definitiva, tenía que admitir que las apariencias engañan, pero, ese no era el momento para analizar a mis compañeros. Cierto era que, me había dejado llevar por mi propia curiosidad y por mis ansias de obtener respuestas.

     

    Así que ahora, debía prestar atención a lo que estaba pasando a mi alrededor. No había cavidad en esos instantes, para las preguntas absurdas ni las dudas. Ya que, nuestras vidas corrían peligro. Podía notar la preocupación en la mirada de la profesora Evans. El hechizo de una de mis compañeras, que nos pidió pensar en flores, resulto ser de mucha ayuda.

     

    Todo indicaba, que la única manera de salir de la biblioteca con vida, era descifrando el verdadero poder del libro. De aquel libro que la profesora Bínfeyd había ofrecido, para que uno de nosotros lo leyéramos. En un primer instante no podía creer lo que había salido de los labios de aquella mujer. ¿Leerlo? Sólo fue cuestión de que mi mirada se posara en Viktor, el cual lucía mucho mejor gracias a los cuidados de Maya, para que Jazmín pidiera leer aquel extraño libro.

     

    Mi curiosidad me obligó a dar unos pasos, hacía la chica que ahora sostenía el libro del destino entre sus manos, justo en el instante, en el que mi mano se iba a posar sobre su brazo. Una luz cegadora nos cubrió a todos, de pies a cabeza. Era tal, la intensidad de aquella luz, que cerré los ojos fuertemente. La sensación no era, en lo más mínimo agradable, pues, no tenía ni idea de lo que había ocurrido.

     

    Cuando mis ojos percibieron que la luz había descendido, estos se abrieron para encontrarse con un basto paisaje de verdes pastos. No podía creer lo que había ocurrido. ¿Qué era ese lugar? ¿Qué había ocurrido? Tantas preguntas y ni una sola respuesta. Suspiré con cierta pesadumbre, al percatarme que Cillan cuestionaba al respecto a las profesoras. Que hasta ahora no habían dicho palabra alguna.

     

    Miré a mí alrededor para poder vislumbrar algún lugar conocido, pero, esto resultaba completamente inútil, ya que, lo único que nos rodeaba era un paisaje basto en vegetación. Mis demás compañeros lucían igual de confundidos que yo. Coloqué mis manos en mi rostro al sentirme confusa y un tanto aterrada. Y si las palabras dichas por Cillan, eran ciertas.

     

    Si realmente estábamos dentro del libro. ¿Qué posibilidades había de que resolviéramos aquel acertijo? Comenzaba a sospechar que yo, detestaba los acertijos, sobre todo, porque mi propia vida resultaba un misterio para mí. La cabeza comenzó a dolerme con forme más preguntas se formulaban dentro de ella.

     

    Sabía que no debía desesperar. Aun así, ante la mirada de mis demás compañeros me senté sobre la hierba que estaba bajo mis pies. Cerré los ojos en busca de una respuesta. De una respuesta que intentaba eludirme, como las alimañas cuando huyen de la luz —¿qué hacíamos ahí? ¿Qué significaba todo eso? —Repliqué en un susurro. De pronto, recordé una frase que había leído hace unos años en un libro— todas las grandes verdades son simples —fue lo último que dije antes de quedarme nuevamente callada.

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  10. Me encontraba algo adolorida. Tan pronto, como cerré los ojos, una sensación de alivio y confort me recorrió el cuerpo, como una cálida brisa de verano. Mis parpados se abrieron, en el momento que escuché la voz aterciopelada de la maestra Blanck. Su mirada, a pesar de causar un ligero escalofrío en mí, logró que mis temores desaparecieran por unos breves momentos.

     

    Deje de contemplarla cuando se percató que la observaba. Su manera de hablar había hecho que mis compañeros se sintieran un poco más seguros, o al menos pensaran dos veces el contradecir las palabras dichas por aquella mujer de rostro angelical, que lucía ligeramente aburrida.

     

    Me levanté del lugar donde me encontraba y me acerque a mis compañeros mientras inesperadamente la profesora Evans desaparecía dentro de la cocina, para prepararse seguramente un tentempié. Un par de mis compañeros, la contemplaron algo confundidos, por su actitud tan tranquila. Aunque, supuse que esa fachada de tranquilidad era para lograr que los ánimos entre nosotros se mantuvieran estables.

     

    Cuando salió de la cocina, nos indicó que deberíamos ponernos las capuchas y seguir a Hakart uno a uno para no ser descubiertos, ya que él, nos guiaría hasta el desagüe, donde nos introduciríamos para poder llegar a la biblioteca. Sentía que el tiempo parecía correr en nuestra contra, cada vez que veía desaparecer a uno de mis compañeros fuera de la casa. Al llegar mi turno, me encontraba nerviosa, por lo que aferré con fuerza mi varita contra la palma de mi mano. Finalmente, cuando todos estuvimos reunidos en el punto indicado, nos introdujimos en aquel sucio lugar.

     

    Mi sentido del olfato fue atacado con premura por un fuerte olor; que contenía notas de podredumbre y huevo podrido, por lo que casi en un acto reflejo, cubrí con mi mano izquierda mi nariz y mi boca. Con lo cual, apenas y logré que aquel fétido olor no hiciera mayores estragos en mi olfato. Agradecí inmensamente el escuchar aquel chirrido metálico sobre nuestras cabezas, ya que eso significaba que nuestro viaje por ese oscuro y asqueroso sitio había concluido.

     

    Al llegar a la biblioteca lo primero que hice fue aspirar con fuerza una bocanada de aire puro, dejando que la capucha que cubría mi rostro se deslizara lentamente tras mi espalda. Apenas y había alzado la vista para contemplar aquella basta biblioteca por donde más de un millar de libros descansaban, quietos en cada una de las estanterías, cuando las profesoras nos pidieron que nos separáramos y buscáramos minuciosamente el libro del destino.

     

    Así que, emprendiendo el camino hacía el ala suroeste, de aquella majestuosa biblioteca, me perdí entre aquellos libros que lucían silenciosos. Cada uno, con sus lomos resplandecientes de colores metálicos. Mis ojos, miraban con insistencia cada una de las portadas de aquellas obras. Que guardaban entre sus páginas, el más bello deleite para un ser viviente. Un suspiro de frustración escapó de mis labios, al percatarme que, sería un milagro si alguno de nosotros encontrara ese libro. Era como querer hallar una aguja en un pajar.

     

    Me recargue distraídamente sobre uno de aquellos estantes. Cuando de pronto, todo se volvió… un caos. Escuché gritos a lo lejos, por lo que me enderecé justo en el momento, en el que los libros de las dos estanterías, que se encontraban a mis costados comenzaron a caer, asemejando una avalancha que amenazaba con aplastarme viva si no buscaba pronto un refugió.

     

    No sabía que había ocurrido, lo único claro que tenía, era que debía buscar la manera de refugiarme de aquellas estanterías. Que se tambaleaban por una fuerza invisible. Así que, corrí en dirección hacía el centro de la biblioteca. Mis pasos eran detenidos debes en cuando por un par de libros que asemejaban proyectiles, cuyo único objetivo, era acertar en el blanco.

     

    Mi respiración era cada vez más agitada, al darme cuenta que ese lugar comenzaba asemejarse más a un laberinto. Estaba por perder la poca calma que todavía me quedaba, cuando divisé a Jazmín, a lo lejos, debido a la distancia, no logré divisar que alguien iba a su lado. Corrí hacía su posición, pero un par de libros me hicieron tropezar inesperadamente. Haciéndome caer de improvisto contra el frío piso plateado, mi cabello cayó sobre mi rostro, impidiéndome ver la dirección que siguió aquella chica que había sido mi compañera en la barca.

     

    Inspiré con frustración mientras me levantaba y volvía a tratar de encontrar a Jazmín. Con todo y que estaba molesta conmigo misma, me dirigí hacía la pared que se encontraba a mi izquierda. Sentí un poco de alivio en el momento que la palma de mi mano tocó la pared, ya que ese lugar parecía el más seguro. Pegué mi espalda lo más que pude contra la pared y caminé de lado. Mi varita descansaba aún entre mis dedos, en espera de un nuevo enfrentamiento.

     

    Cuando estaba por llegar, al centro de la biblioteca, logré contemplar a unos metros de distancia a Cillan que llevaba a uno de nuestros compañeros, al cual no pude reconocer en ese momento. Puesto que, lucía sumamente desmejorado. Apresuré mis pasos temiendo que uno de nosotros, estuviera gravemente herido.

     

    Finalmente, después de recorrer aquel laberinto, conseguí llegar hasta el centro de la biblioteca; donde todo ese caos había surgido. Observé como algunos de mis compañeros intentaban hablar con las profesoras, con respecto al libro que sostenían las manos de Viktor. No logré evitar mirar sus ojos, los cuales contemplaban atentamente algo que, los demás éramos incapaces de vislumbrar.

     

    Apenas y prestaba atención a lo que mis compañeros decían, ya que me encontraba más interesada en la mirada desencajada de aquel chico. Que sostenía fuertemente el libro del destino entre sus manos. Él lucía perturbado por lo que había visto en aquellas páginas. Quería acercarme a su lado, pero, no lo creí conveniente, puesto que, Maya lo abrazaba fuertemente contra ella. Así que busque una respuesta en la profesora Black —¿Qué le ha sucedido a Viktor? —Le pregunté a mi profesora que se encontraba frente a mí.

     

    off

     

    Los ratoncitos serán mi perdición. Saludos.

  11. Las presentaciones finalmente habían concluido y a pesar del amargo sabor de boca que experimentaba, a causa de permitir que los nervios me traicionaran. Al ver la forma dulce como se había comportado aquella bella mujer, de ojos verdes, me hizo darme cuenta de que debía tomar las cosas con calma, después de todo, yo había decidido conscientemente ir al encuentro de aquella nueva aventura.

     

    Así que, olvidándome del trago amargo que había experimentado durante mis breves momentos frente a mis nuevos compañeros, relajé un poco mi postura. Solté un poco los brazos a mis lados e inspiré para tranquilizarme. Además, las cosas parecían haber comenzado de una manera muy buena. Cada uno de mis nuevos compañeros parecía ser una buena persona.

     

    Tenía que admitir muy a mi pesar que lo estaba disfrutando. Que mi temor de estar rodeada de magos y brujas había sido una exageración de mi parte. Sin embargo, estar tranquila para mí no resultaba algo sencillo. Tenía que concentrarme en que el latido de mi corazón no dejara al descubierto que éste latía aún más rápido que el de los demás.

     

    Mientras acomodaba disimuladamente un mechón de mi cabello, sobre el lado izquierdo de mi rostro, la profesora comenzó a explicarnos que el lugar donde nos encontrábamos era conocido como el mar de plata que deberíamos evitar cualquier contacto con el ya que sería, lo último que haríamos.

     

    No pude evitar mirar por unos breves momentos, el maravilloso espectác*** que era aquel lugar. Por donde los rayos del sol se reflejaban al igual que la luz sobre un espejo. La quietud, era sin lugar a duda, una advertencia silenciosa del peligro que se corría en ese sitio. Pasé saliva al imaginar lo que aquella simple advertencia guardaba en si.

     

    Lo que a continuación salió de los labios de la profesora Evans provocó en mí, un escalofrío que me recorrió desde la nuca hasta la parte inferior de la espalda. Acaso mis oídos habían escuchado bien. ¿Una misión? Sí, teníamos una misión en una ciudad llamada “la ciudad de plata” donde se hallaba escondido nuestro objetivo.

     

    Un libro que era de suma importancia destruir, ya que, por las palabras dichas por aquella mujer de cabello ondulado, si este cayera en manos equivocadas… ¡sería un completo desastre! La palabra destino ínsito en mi interior una serie de emociones inesperadas. Era como si existiera una lucha interna por el bien y el mal. Puesto que aquel que poseyera tal conocimiento tendría un poder ilimitado sobre los demás.

     

    Aunque mis razones, para nada podrían declararse con respecto a la obtención del poder, lo único interesante para mí, de aquel libro, era que posiblemente podría ayudarme a saber finalmente quien había sido yo. O al menos darme un panorama más claro con respecto a mi propia existencia. Alejé aquellas absurdas ideas meneando suavemente la cabeza de un lado a otro, después de todo, nuestra misión consistía en destruir el libro del destino.

     

    De pronto quince embarcaciones que eran lideradas por un hombre reservado y que para nada lucía contento intercambió un par de frases con nuestra profesora. La cual antes de abordar la barca más cercana, junto aquel hombre de piel grisácea y túnica de un solo tono. Nos gritó que debíamos utilizar los ropajes que estaban escondidos en cada una de las barcas para pasar desapercibidos, además, de que deberíamos ir en parejas.

     

    Observé como Maya era ayudada por Viktor a subir su equipaje. Fue ahí, cuando caí en cuenta, de que había sido una insensatez de mi parte sólo viajar con lo necesario pero, se había vuelto una costumbre en mí, después de todo, cuando se ha vivido por tanto tiempo a solas en una ciudad, sin contar con un lugar a donde llegar. Sólo cuentas con lo que llevas puesto. Estaba consciente de que ese hábito tendría que cambiarlo. Puesto que mi vida ahora era completamente diferente. Suspiré ante mi falta de criterio.

     

    Olvidé por un momento mi pesar al observar como Jazmín intentaba subir su baúl a una embarcación. A pesar de que no sabía que esperar de aquella inesperada misión no podía simplemente retractarme e irme. Porque entonces nunca me lo perdonaría. Ahora las cosas eran distintas, tenía gente a mi alrededor que cuidaría de mí y a la que yo cuidaría también. Además, no debía olvidar la razón por la que finalmente me había decidido pertenecer a aquel mundo que a los ojos de un simple mortal pasaría completamente desapercibido. Así que me apresure a ayudar a esa chica de cabello negro la cual me sonrió amablemente.

     

    ¿Podría ir contigo? —Le pregunté. Ella simplemente asintió ante mi petición. Una vez que todos subimos a las embarcaciones y nos colocamos aquellas túnicas que servirían para pasar desapercibidos en aquella ciudad que despertaba de cierta forma curiosidad y temor en mi interior. Olvidé por un instante ese temor al observar como la embarcación donde mi nueva compañera y yo íbamos comenzó a moverse lentamente sobre aquel lago que resultaba bello y letal a la vez. Una mezcla bastante atrayente para cualquier curioso.

     

    Mis ojos se perdieron en la belleza de los rayos del sol que se refractaban sobre la superficie de aquel inmenso cuerpo de agua, dándome la sensación de que estos parecían danzar grácilmente. Conforme nos alejábamos de la orilla, aquellos testigos mudos que eran los árboles desaparecieron poco a poco, de mi vista. Sólo él suave murmulló del agua que golpeaba la embarcación era lo único que rompía el silencio en el que todo se hallaba sumido.

     

    Contemplé a mi compañera para darme cuenta de que ésta sonreía y miraba en todas direcciones. Seguramente en espera de divisar finalmente la ciudad de la que nos habían hablado. Estaba por preguntarle algo a Jazmín cuando inesperadamente llegamos a nuestro destino. Sonaba algo irónico utilizar aquella palabra puesto que precisamente a eso veníamos, a destruir nuestros destinos. Nuevamente mi cuerpo fue víctima de un escalofrío. Destino… ¿qué era eso? Me pregunté mientras la profesora nos guiaba a casa de aquel hombre llamado Harkat.

     

    Me olvidé por un momento de que nuestras propias vidas corrían peligro ya que los ancianos protegerían lo que era suyo sin importar nada. Lo interesante de toda esta misión era ¿qué tanto estábamos dispuestos arriesgar para lograr nuestro objetivo? Yo no estaba segura, de poder responder aquella pregunta que formuló en silencio mi interior.

     

    Las capuchas resultaban ser suficientemente largas para ocultar nuestros rostros, lo cual me dificultaba en gran medida poder apreciar aquella ciudad que resplandecía con un brillo muy especial. Podía escuchar las risas de los niños a mí alrededor. Mas lo que llamó mi atención y detuvo por un instante mi andar fue la suave melodía de una caja de música.

     

    Levanté la cabeza hacía mi derecha para contemplar de donde provenía aquella bella melodía. Una niña de no más de dos años sostenía entre sus delicadas manos una pequeña caja musical, mientras era mecida entre los cálidos brazos de su madre, la cual besaba con ternura la frente de aquella pequeña que reía contenta. No supe descifrar el porque una lágrima caprichosa brotó de mi ojo derecho, ante aquella escena. De no ser porque alguien jaló de mis ropajes me habría quedado en ese sitio por más tiempo.

     

    Limpié la solitaria lágrima que escurrió por mi mejilla antes de seguir mi camino. Una vez que entramos en la casa de Harkat, la cual resultaba ser un lugar muy espacioso. Una sensación de agobio se apoderó de mí unos instantes, al contemplar el color de las paredes. De cierta forma aquel único tono me traía vagos recuerdos de un lugar al que jamás deseaba regresar. Intenté alejar aquellos recuerdos concentrándome en la razón del porque nos encontrábamos en aquella mágica ciudad.

     

    Froté mis manos al percibir que estas estaban heladas al mismo tiempo que la profesora Evans y mis demás compañeros nos dirigíamos a la sala, donde planearíamos la forma más segura de entrar a la biblioteca ,para cumplir con nuestra misión. Sin embargo, un fuerte estruendo rompió la repentina calma en la que todos nos hallábamos inmersos.

     

    Mi corazón de por si ya acelerado, por las emociones tan diversas que había experimentado en tan corto tiempo, palpitó aún más fuerte cuando de repente nos encontramos rodeados por cincuenta hombres que seguramente sólo estaban ahí con la única misión de acabar con nosotros. Apenas y escuche el grito de la profesora Evans que pedía sacáramos las varitas, cuando todo a mi alrededor se convirtió en caos.

     

    A pesar de sentirme completamente insegura al no tener ni la más remota idea de que hacer con ese instrumento que aferré con fuerza entre los dedos de mi mano derecha. El momento de responder la pregunta que se había formulado en mi interior había llegado antes de lo planeado.

     

    Un sudor frío comenzó a perlarme la frente al reconocer en los ojos de aquellos hombres determinación y coraje. De cierta forma entendía su sentir. Nosotros no estábamos precisamente en ese lugar para hacer amistades, si no… para acabar con algo que era suyo, con un objeto que sin lugar a duda protegerían con su propia vida.

     

    Di un paso hacía atrás ante la posibilidad de tener que elegir entre morir ahí o tratar de cumplir con aquella misión que ante mis ojos, resultaba descabellada. Sin embargo, ¿quién era yo?, para desobedecer las órdenes dadas por aquella mujer que lucía preocupada y luchaba valientemente para protegernos. Viktor se adelantó a decir unas cuantas palabras para calmar los ánimos e infundir un poco de valor.

     

    Fue sólo cuestión de una fracción de segundos para que una pelea por nuestras vidas se desatara. Yo de magia no sabía absolutamente nada. Sólo tenía claro que si me quedaba en ese sitio sin hacer nada, moría como una cobarde. Cerré los ojos por unos instantes antes de que en mis oídos fueran testigos de los gritos desesperados de una de mis compañeras. Al voltear a mi derecha mis ojos observaron como Emalie era torturada por un par de esos hombres que vestían los mismos ropajes que nosotros.

     

    Ante mi distracción un hombre de no más de uno ochenta de estatura me lanzó contra la pared. No comprendía como lo había hecho. El aire en mis pulmones fue expulsado de forma violenta cuando mi cuerpo se estrelló contra la pared. El golpe me desorientó dejándome tirada e indefensa sobre las frías baldosas. Una risa sarcástica inundó mis oídos.

     

    Y se supone que son ustedes los que destruirán el libro del destino —me dijo aquel desconocido hombre de cabellos blancos y mirada fría. Intenté responder pero estaba demasiado confusa y adolorida—. Morirás ¿lo sabes? —replicó seguro de cada palabra. Aquella simple y llana palabra la había escuchado ya tantas veces que no resultaba nuevo para mí. Sonreí ante mención de aquel vocablo que parecía tatuado a mi piel. Aquel hombre me miró extrañado por mi reacción.

     

    ¡Sí, nosotros hemos venido a destruir ese libro! —Le respondí segura de cada palabra al mismo tiempo que me levantaba haciendo caso omiso del dolor que recorrió mi cuerpo con parsimonia. Sujeté con determinación mi varita. No tenía ni idea de cómo debía utilizarse pero al menos, moriría intentado cumplir con la misión que se nos había encomendado.

     

    La mirada de aquel desconocido hombre se tornó sorprendida y desafiante. —¡Ésa es una absurda idea viniendo de alguien tan inexperto! Observa a tu alrededor. Ustedes no saldrán con vida de esto —exclamó al mismo tiempo que extendía su brazo derecho. A pesar de experimentar una necesidad inmensa de echar un vistazo a mí entorno, para comprobar que las palabras dichas por su boca, fueran mentiras. Había aprendido que lo importante en un enfrentamiento es jamás perder de vista al oponente. Por lo que tuve que hacer caso omiso de los gritos que se mezclaban como una melodía triste y confusa.

     

    Me paré firmemente frente a aquel hombre de ropajes monocromáticos, levantando en alto mi varita sin dejar de apuntar a su pecho. Una nueva sensación de poder recorrió mi cuerpo hasta posarse en la punta de aquel pequeño pedazo de madera que resultaría ser mi salvación.

     

    De cierta forma lamentaba no haber podido tener más tiempo para disfrutar de las maravillas que aquel mundo podría brindarme. Sin embargo, si algo recordaba, era que no me rendiría tan fácil. Mientras el cuerpo me reclamaba en silencio el dolor que me había inflingido aquel inesperado ataque y mi corazón atronaba en mis oídos. No había manera de retractarme de cada decisión que me llevó a estar en ese preciso instante. Donde mi vida pendía de un hilo.

     

    —Vamos niña, no me hagas reír, sé bien que no sabes utilizar esa varita —añadió con burla al ver que había dado un paso hacía él. A pesar de que sus palabras guardaban una veracidad escalofriante no deje que notara que tenía toda la razón. Mi respiración era pausada debido a que me molestaba respirar un poco después del golpe y el brazo izquierdo me estaba matando.

     

    ¡Te demostrare lo contrarió! —Le grité con todas mis fuerzas. Lo que él no sabía, era que había puesto bastante atención al hechizo que la profesora Evans había hecho poco después de que quedáramos rodeados. Sólo esperaba poder ejecutar aquel hechizo, de manera correcta. Estaba consciente de que, si cometía un error lo pagaría caro—. Incarcerus —exclamé segura de mí. No me quedaba de otra más que confiar que eso fuera suficiente para salvar mi propia vida.

     

    Para mi sorpresa y la de mi atacante unas gruesas cuerdas rodearon su cuerpo. Dejándolo completamente inmóvil frente a mí. Mi corazón desbocado parecía aliviado de que al menos en esta ocasión aún seguiría latiendo dentro de mi pecho. Un suspiro de cansancio escapó de mis delgados y pálidos labios al comprobar que aun cuando no había hecho mucho la situación parecía controlada.

     

    Al observar a mí alrededor por primera vez después de aquellos angustiosos momentos, puede comprobar que la situación parecía mejor de lo que hubiera podido imaginar. Apenas y presté atención a uno de mis compañeros que intentaba llamar la atención de la profesora. Yo por mi parte ante la mirada molesta de aquel hombre capturado. Me senté justo a unos metros de él. Apoyé con cuidado la espalda contra la pared. Mi cuerpo me reclamaba en silenció las heridas que seguramente tenía internas. Eso poco importaba ya que al menos en esta ocasión todo había resultado relativamente bien.

     

    Cerré los ojos ante el dolor punzante de mi brazo izquierdo. Sabía que no era para nada una buena idea bajar la guardia frente al oponente, pero, no me sentía para nada bien. Mi respiración se mantenía aún pausada a pesar de los gritos de algunos de los hombres que yacían aprisionados. Habíamos tenido suerte sin lugar a duda. Mucha suerte.

     

    Off:

    Perdonar mi tardanza. ¡Bienvenida a la clase Mía! :lol:

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  12. Mi día no había comenzado de la mejor manera, ya que, aun cuando intentara dejar de lado mis pesadillas nocturnas estas parecían perseguirme sin tregua alguna, aunque bueno, debía admitir que a comparación de mi antigua vida, ese día no se le comparaba en lo absoluto. Las cosas habían cambiado en tan sólo un par de semanas y sin sospecharlo un poco, mi vida cambiaría una vez más. Existía tanto por aprender de aquel nuevo mundo. Apenas y me estaba acostumbrando a la idea de ser una bruja.

     

    Aún aquella palabra me sonaba rara y confusa. Sobre todo considerando que poco sabía de ese mundo o de mi propia vida. Aunque eso para nada era algo nuevo para mí, después de todo, la mayor parte del tiempo no sabía quién era. Y ahora debía asistir a la academia de magia y hechicería. No estaba completamente segura de querer asistir, puesto que, jamás en mi vida había estado rodeada de tantos magos y brujas. Ese hecho me ponía sumamente nerviosa y aun cuando no deseara admitirlo una parte de mí, se encontraba emocionada.

     

    ¡Todo era nuevo para mí! Que en un primer momento no supe discernir con toda claridad las emociones que me embargaron al abrir aquella misiva, con la que daría inicio una nueva etapa en mi vida. Una sensación extraña de calidez me recorrió el pecho al saber que me habían aceptado en aquel colegio.No sabía si eso de ir a la escuela resultaría ser una buena idea. Pero a pesar de mis temores y dudas, tomaría el consejo, de aquella hermosa mujer que me acogió en su casa, ella tenía razón al decir que lo mejor era que mantuviera la cabeza ocupada. Para que puediera olvidar aquellas escalofriantes y abrumadores pesadillas de mi pasado.

     

    Era por eso que el día que recibí mi carta de aceptación, además, de un pequeño paquete delicadamente envuelto en papel beige no me encontraba de buen humos. Ahora que sólo faltaban un par de horas, para la hora pactada, mi corazón no dejaba de palpitar rápidamente ante lo desconocido. Sabía que debía darme prisa para no llegar tarde a tan importante suceso. Me sentía igual que una chiquilla que esta a punto de ir a su primer día de clases.

     

    Miré de reojo el pequeño paquete, que yacía sobre el tocador, de caoba negra, fue ahí que recordé lo que sentí cuando lo sujete entre las manos por primera vez. Era como sentir el palpitar de un corazón que a su propio ritmó, marcaba el momento en el que conocería a mi nueva profesora y compañeros.

     

    Suspiré al mismo tiempo que bajaba los hombros al prestar atención a lo que descansaba sobre la cama. Un sobrio y sencillo vestido de color negro, con mangas largas de tul del mismo tono era lo que había intentado eludir durante toda la mañana. No es que no le agradeciera el gesto tan amable que había tenido aquella bella mujer al brindarme un guardarropa nuevo. No estaba segura de que ese vestido resultara un buen atuendo.

     

    Después de deliberarlo por unos minutos más, me dije a mi misma que a nadie le importaría lo que llevara puesto, así que tomé el vestido entre mis manos y me dispuse a cambiarme. Escogí unos zapatos de piso del mismo color. Por un momento le preste atención a la chica que se reflejaba sobre aquel espejo.

     

    Aquella joven de cabello negro lucía un vestido, de mangas largas, el cual apenas cubría el principio de sus rodillas blancas. Por un momento tuve la extraña sensación de no conocer aquella joven que se miraba al espejo, ya que lucía...alegre. Inesperadamente una sonrisa se dibujo en mis delgados labios al reconocer que mi vida estaba por dar un giro de ciento ochenta grados una vez más.

     

    Inspiré profundamente al mismo tiempo que me cepillaba el cabello y me hacía una coleta que sujeté con ayuda de un listón violeta, deje que algunos mechones cayeran sobre mi rostro, ocultando con ello algo que no me agradaba del todo. Miré el reloj que se encontraba a un lado de la cama para percatarme que sólo faltaban diez minutos, para la hora pactada, recogí la pequeña bolsa violeta que estaba sobre la cama, en la cual había guardado mi varita.

     

    Agarré la caja entre mis manos y deslice con cuidado la soga que sujetaba la tapa de aquel bello presente. Mi sorpresa fue grande al descubrir que dentro de aquella caja se encontraba una más pequeña hecha de plata, tomé la pequeña y resplandeciente caja entre mis manos. Deslice los dedos por cada uno de los vértices experimentando una sensación de absoluta curiosidad. Era como sostener un corazón expuesto, un corazón que esconde una grandiosa y antigua magia.

     

    Con premura y emoción deslicé la tapa de aquella pequeña caja. Mis ojos parpadearon al ver que en su interior se encontraba una gota de cristal que resplandeció por un momento bajo la luz artificial del candelabro que estaba sobre mi cabeza.En el momento justo en el que mi dedo índice toco la superficie de aquella pequeña gota todo a mi alrededor se desdibujó, haciéndome experimentar una sensación de vértigo impresionante. Era como si alguien inesperadamente hubiera jalado de mi arrastrándome hacía un lugar desconocido.

     

    El miedo se mezcló con mi curiosidad al no tener ni la más remota idea de lo que sucedía. Aun así, aferré con fuerza y determinación la pequeña bolsa que traía conmigo. De pronto, como si sólo hubiera transcurrido una fracción de segundo, mis pies volvieron a tocar tierra nuevamente. Por un instante me sentí mareada al darme cuenta que ya no me encontraba en mi habitación. Si no en un bosque.

     

    Contemplé entre perpleja y emocionada aquel bello paisaje que se extendía frente a mí. Los árboles a mi alrededor tenían un brillo especial, al girar la cabeza un poco a mi izquierda, pude apreciar un tranquilo y hermoso lago que resplandecía igual que la plata bajo los rayos del sol. Por un momento me pregunte si el lago era de plata. Al volver la vista al frente, me percate de que a unos cuantos metros de mí ya un pequeño grupo de chicos se estaba reuniendo alrededor de la orilla de aquel misterioso lago.

     

    Supuse que se trataría de mis compañeros por lo que inspiré antes de dar el primer paso hacía el comienzo de aquella aventura. Mientras cada paso que daba, me acercaba un poco más a aquellos chicos, que no conocí, mi corazón latía fuertemente dentro de mi pecho. Sabía que no debía estar nerviosa pero aún así no podía dejar de aferrar nerviosamente el tirante de la bolsa que llevaba atravesada frente al pecho.

     

    Cuando finalmente llegue hasta aquel pequeño grupo de alumnos pude contemplar a una bella mujer de ojos verdes quien me sonrió cuando nuestras miradas se encontraron. Había llegado justo a tiempo, ya que cuando llegué a la orilla del lago aquella bella mujer de cabello ondulado y mirada coqueta nos daba la bienvenida. Después, nos indicó que debíamos presentarnos frente a todos los demás.

     

    No logré evitar suspirar ante la mención de la palabra presentación. Me sentía como si me hubiera tragado un ciento de mariposas que revoloteaban felices en mi estomago mientras yo moría de nervios. Lo que me dio un poco de consuelo, era observar que la mayoría de los chicos que estaban a mi alrededor parecían más entretenidos en mirara sus zapatos o sus manos.

     

    De pronto, un muchacho que llevaba puesta una chamarra roja fue el primero en presentarse. Trate de no mirarlo mucho ya que parecía nervioso, lo cual de cierta forma me tranquilizó, ya que no era la única que me sentía de aquella manera. La siguiente en presentarse fue una chica de nombre Emalie Myrddin.

     

    Después, de que Emalie se presentara nadie lucía muy dispuesto a ser el siguiente. Hasta que una chica de aspecto hindú fue la siguiente en presentarse frente a la clase. Para nada parecía estarlo pasando bien. No me agradó ver que sus ojos se notaban cristalinos una vez que termino de presentarse. Inhalé profundamente al contemplar como intentaba ocultar las lágrimas que escurrían por sus mejillas.

     

    A pesar de temer que los nervios me traicionaran y no supiera que decir. Decidí que había llegado el momento de acabar con esa presentación de una vez por todas. Así que tratando de que mis pasos se notaran seguros me pare frente a aquel grupo de chicos que no conocía.

     

    ¡Hola a todos! —Dije primeramente— Mi nombre es... —los nervios comenzaban a vencerme al sentirme observada— mi nombre es Leyla Kutsy Stroud —exclamé finalmente bajando un poco la mirada hacía mis manos que se entrelazaban nerviosas—. Espero que todos nos llevemos bien —esas fueron mis últimas palabras antes de retirarme para dejar que alguien más se presentara. Me sentía algo mal por sólo haber sido capaz de decir mi nombre.

     

    Off:

    Bueno, bueno, probando, probando...creo que el micrófono no sirve. :lol:

    ¡Hola a todos y a la inteligente chica que será nuestra profesora!

    Mi nombre muggle es Gabriela, soy de México. Actualmente estoy estudiando la universidad. Y al igual que Emmanuel yo también estoy de vaciones. Por lo que por ahora cuento con tiempo de sobra (Creo que eso sonó algo raro). :huh:

     

    Yo también espero que podamos divertirnos mucho. Y que aquel que quiera iniciar una guerra de comida cuenta con mi apoyo, sobre todo cuando nuestra querida profesora nos ha dado permiso. Así deberían ser las clases muggle, serían más divertidas, o ustedes ¿qué opinan? :P

     

    En cuanto a mi personaje, aún no lo defino completamente. Sin embargo, como habrán notado trate de hacer el mejor esfuerzo por plasmar algunas características de esa chica.

    Y ciertamente al igual que Maya yo también estaba muy nerviosa al escribir esto, ya que al igual que ella yo también me uní a este mundo hace poco.

    Cuídense.

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  13. ¡Hola a todos los integrantes de la familia Rambaldi!

    Aquí dejo mi formulario. Espero me acepten como un miembro más de su familia.

    Ashley me dijo que los últimos datos eran opcionales, por eso no los he puesto.

    Espero me aceptes como tu hija Ashley, después de todo, casi somos como tocayas. :lol:

     

    Marca

    - Nombre: Kutsy

    - Ficha de personaje: ---

    - Bóveda personal:---

    - ¿Qué parentesco quieres tener? ¿Con quien?

    Hija de Ashley Atkins.

    - ¿Quieres que la Rambaldi sea tu familia sanguinea o adoptiva?

    Adoptiva.

    - Link a una imagen del dormitorio que tendrá vuestro personaje en la mansión.

    habitación.

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    Para asi agregarles al grupo de la familia que tenemos ahí.

    - Email*:

    - Cumpleaños:

    - Edad:

    - País:México

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

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