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Suluk Akku

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Todo lo publicado por Suluk Akku

  1. Suluk se estaba cansando un poco de esperar a sus alumnas. Ella sabía bien que los obstáculos que había agregado dentro de aquella isla no era para nada fácil de atravesar, pero su gran adrenalina en su pequeño cuerpo, le había hecho imaginar que lo harían más rápido. ¿Acaso no estaban nerviosas por entrar a la prueba? ¿O la estaban retrasando por temor a ella? Suluk negaba con la cabeza, mientras la nieve se empezaba a acumular tanto afuera como adentro de aquel sitio. - Se hace tarde, muchachas. Deben apresurarse o el portal no se abrirá para ustedes. ¿Por qué les mentía? Suluk Akku ni siquiera lo sabía. Les había dicho eso simplemente porque los nervios ya habían dejado de molestar y ahora la habían invadido las ansias. Los obstáculos eran lo de menos, a la Arcana de la Animagia le interesaba mucho más ver como se desenvolvían dentro del Portal. La Vieja miró hacia atrás y de reojo pudo notar aquella puerta. Aunque no era visible para todos, solo para los que ella quisiera y los demás Arcanos. Las tres chicas habían sido invitadas, asi que solamente les quedaba atravesar el último caldero. Suluk giró la cabeza y una vez más, miró por su ventana que le servía de gran ayuda.
  2. Suluk Akku

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    Todo estaba saliendo tal como lo esperaba, Nathan acababa de terminar la primera parte de su aprendizaje y el momento de continuar había llegado. La Arcana escuchó atentamente las palabras de la mujer mientras su nuevo estudiante se sentaba a su lado - Claro que puedes, pero ahora no es el momento - La Arcana tenía bastantes alumnos y no podía perder de vista ningún detalle así que no había tiempo para hablar sobre su historia que era bien larga aunque no pareciera - Sí, podría hacerlo pero primero necesitamos que la tenga - Lo que no sabía la mujer es que llevaba mucho tiempo sin tener descendencia pero la anciana no podía negarse a su petición. - Abundan los pájaros, al menos conozco mucho de ellos - La Arcana estaba sumida en sus pensamientos, tendrían que continuar con la clase aunque Anna y Evarela aún no habían terminado la primera parte. Su nuevo estudiante estaba pensando en algo muy interesante, pero al parecer no estaba interesado en contarle así que se levantó de su silla y miró a Nathan - Excelente, lo has hecho muy bien. Es hora de continuar con tu aprendizaje - El joven era el más avanzado de la clase y tenía que enseñarle otras cosas para que estuviera preparado para su prueba. - Bueno, los cuatro vamos a viajar, espero que hayan traído suficiente ropa para el frío - La arcana abrió un portal con su Haz de la Noche, su destino era una ciudad al norte de Noruega: Tromsø - Vamos a Noruega, necesito que todos ingresen conmigo al portal, va a quedar abierto para que sus otras compañeras puedan buscarnos o si llega la señorita que debe hablar conmigo - La arcana fue la primera en cruzar, esperaba que sus estudiantes lo hicieran para continuar con el aprendizaje de la animagia. - Keaton tu primera tarea te la asignaré después - El joven había sido el último en llegar pero no quería dejarlo en dicha actividad, sería lo último que haría con el mago - Quiero que los tres piensen en qué rasgos y características adquieren de su animal al transformarse y en cuáles mantienen de su forma humana - La forma animal no implicaba la perdida de las características y era algo muy importante que debían entender. Los animagos simplemente adoptan formas animales para realizar alguna actividad o cumplir con un objetivo. - Para esto, necesito que vayan a dar un paseo y exploren la ciudad, van a encontrar algunos retos y peligros en el camino que los harán transformarse. Al finalizar su paseo tendrán que venir nuevamente hasta acá - Otra cosa que debían entender es que los animagos no necesitaban estar en el hábitat natural de su animal para realizar la transformación. - Señorita Lisa - La anciana estaba concentrada en que Nathan y Keaton abandonaran el lugar en el que se encontraba - Lamentablemente no puede realizar esta actividad, así que tendrá que quedarse conmigo. Espero que pronto podamos realizar todo - Era una pena no poder continuar con todo como se debía pero la mujer había tomado una decisión - Ahora sí, ¿qué me quería preguntar? - Con la partida de los dos hombres, tendría un poco de tiempo para responder sus preguntas, al menos mientras llegaban Anna y Evarela.
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    La Arcana seguía en el interior del sueño de Nathan y había perdido por completo la conexión con sus otros aprendices, al menos por unos segundos - Ya casi lo logras - El joven había descubierto un par de cosas y pronto regresaría de su sueño, sería el primero en continuar el viaje con ella a algún lugar del mundo que aún ella misma no tenía claro - Te espero, solo tu puedes decidir en qué momento regresar - Fueron las últimas palabras de la anciana, el Weasley había completado su tarea y tendría que regresar solo si él lo consideraba apropiado. - Otra ave - Suspiró, con ella eran tres las personas capaces de volar por los cielos. Lo que no sabían sus estudiantes es que adoptar la forma de un animal volador no era algo muy fácil y tenía muchos retos. Dominar la habilidad de volar no le resultaba fácil a todos los animagos, algunos incluso nunca lo aprendían pero por faltar de dominio y no por falta de capacidad o de magia - Tienes que realizar la misma tarea que los demás - La última gema que tenía en su collar descendió sobre la mujer y la llevó a un sueño que solo ellas podrían ver. - Tendrás un reto bastante particular - La arcana había preparado algo particular para Evarela - Tendrás que aprender muy rápido lo que te une a dicho animal tanto física como mentalmente. Solo tienes 30 minutos - La arcana no le daría toda la información, estaba sostenida en el aire y a los 30 minutos caería y solo realizando una transformación efectiva podría salvarse - Espero que nos veamos de regreso y hayas logrado aprender lo necesario - Ya conocía su tarea, solo tendría que hacerla y observar atentamente a todas las águilas. Una de sus estudiantes no estaba muy feliz por no poder continuar con su sueño, pero la magia que tenía que aprender era muy poderosa y única - Claro que es justo, la magia de la Sala de las Siete Puertas es única y no se puede replicar - La mujer no estaba convencida y encontraría la forma de obtener los conocimientos que deseaba - En ese caso sí, pero la persona debe hablar conmigo para que pueda haber dos anillos ligados a una misma magia - La arcana entendía muy bien su situación, pero era algo que debía entender - Si gustas, puedes esperar sentada pero debo atender a los otros estudiantes - Justo en ese momento sintió la presencia de un nuevo mago en su vivienda, sin duda era el estudiante que había estado esperando. - Buenas tardes Keaton, eso ya lo sabía - La Arcana tenía toda la información y no era necesario que la repitiera, estaba interesada en conocer nuevos datos sobre su estudiante - Mejor me cuentas un poco sobre ti y tus conocimientos sobre animagia. ¿Te has transformado alguna vez? En caso de haberlo realizado, ¿en qué animal? - Suluk tenía pensado realizar un viaje así que quizás le asignaría una tarea diferente que a todos los otros aprendices.
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    - Interesante - Aseguró Suluk, ella también podía adoptar la forma de un animal de los cielos, así que algo compartían pero Anna no tenía muy claras las razones de su transformación, así que necesitaría una lección adicional - Ya has escuchado la tarea de tus compañeros, en tu caso deberás realizar la misma - La mujer hizo una leve pausa, la tarea podía parecer la misma pero sus gemas se encargarían de garantizar que no fuera así. - Algo te puedo asegurar antes de iniciar y es que la vas a vivir de una forma muy diferente - Anna no sabía el sueño que estaban teniendo sus compañeros. Lisa se encontraba en una batalla interna por encontrar su esencia y entender su forma animal, junto al gran poder de la Animagia y su magia única, mientras que Nathan estaba teniendo un pequeño acercamiento con una manada de coyotes albinos, un animal lleno de muchos misterios. - Está gema te ayudará en tu camino - Una nueva gema salió del collar de la Arcana y se paró sobre la cabeza de Anna, inmediatamente su mente se desconectó por completo de la realidad y se comenzaron a observar algunas imágenes únicamente en su mente. Anna estaba convertida en su forma animal y solo podría recuperar su forma humana si lograba encontrar la respuesta a su pregunta. No sería una tarea fácil pero la mujer tenía todo lo necesario para cumplir con la tarea. - Anna cuando estés lista, vas a poder recuperar tu forma humana y regresar de tu sueño - La Arcana podía comunicarse con sus alumnos dentro del sueño y ayudarlos un poco. Anna se encontraba volando sobre un gran bosque lleno de árboles de gran copa y de misterios aún por resolver que solo los dueños del cielo podrían resolver. La Arcana sonrió al observar que el sueño había quedado muy bien diseñado y que tenía los retos necesarios para aprender a dominar la animagia. - Vas muy bien, pero no te fijes solo en las características físicas - La Arcana había entrado en la mente de Nathan, el joven estaba realizando un muy buen trabajo con lo físico del animal, pero lo más importante era la parte mental y su conexión con dicho animal - Seguro en poco tiempo vas a regresar de tu sueño - Todo estaba avanzando muy rápido y espera verlo de nuevo muy pronto para poder continuar con el aprendizaje.
  5. El aullido que resonaba a una gran distancia de allí, hizo sonreír a Suluk. Siempre a su mente recaía el pensamiento de que los magos y brujas que vivían en Ottery St. Catchpole eran excéntricos, creídos y un poco egoístas, pero a medida que pasaban los días y los alumnos, Suluk Akku creía que había un poco de esperanza. Ella no solo les enseñaba a controlar su animal interior, sino que los cambiaba como personas. Las cosas no eran fáciles para entrar al portal, así que esperaba que eso cambiara sus vidas. Las columnas colosales de humo iban cambiando de color según los aspirantes que llegaban a ellas y que lograban encontrar el ingrediente perfecto. Suluk estaba segura que si metían una roca, un poco de agua del lago o un cabello, sería lo mismo pero lo que realmente importaba era cómo habían llegado hasta allí. Asi también sería la prueba. Nadie sabia a ciencia cierta lo que sucedía para cada uno. Siempre era diferente pero en la experiencia de la Arcana, conocía que podía suceder cualquier cosa. Y era peor que esos simples obstácul0s. - Un rayo de sol, vida, las nubes se renuevas a cada día. Noche, sueño. Es el paso a un nuevo comienzo. La Arcana murmuraba ésas palabras pero entre medio, realizaba extraños movimientos con sus dedos. Por momentos cerraba los ojos, en otros su Cayado expulsaba diferentes tonos de luz. Las nubes empezaron a arremolinarse sobre el cielo del Ateneo. El sol parecía que se oscurecía cada vez más. La brisa se enfriaba, igual que el suelo. Y la noche caía sobre la Universidad.
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    El sueño de Lisa estaba saliendo tal como lo esperaba la anciana, pero tendría que interferir. El poder de la Animagia era único y el dominio total era algo que solo los Arcanos podían lograr. No obstante, al ser una habilidad y poder único de cada mago, se mantenía reservada en el anillo del aspirante, del Arcano o en el Aro de la habilidad y ellos tenían el derecho de compartirlo o no. Una de las estudiantes que estaba presentado su prueba también podía convertirse en loba y mientras no terminara la prueba, nadie podría adoptar dicha forma. Los poderes de dicha transformación estaban en su anillo del aspirante y solo ella podría decidir si compartir o no sus conocimientos con otra persona, pero por ahora Lisa tendría que pensar muy bien en sus poderes. - Lisa, la Animagia es única y no se puede repetir. Sus poderes son muy delicados y la marca que le da cada mago a su anillo hace que no sea posible de replicar, alguien más ha estudiado la magia de convertirse en un lobo - La Arcana no podía enseñar nuevamente dicha magia, de su collar salió una segunda gema que tocó a la mujer y su sueño se borró por completo. Esta vez su mente quedó completamente en blanco y de ella dependía lo que viera, pero algo estaba claro, no serían lobos. Su tarea con la bruja había terminado, justo en ese momento recibió una notificación de la dirección de la Universidad, tenía un nuevo alumno y esperaba que llegara pronto para poder salir de viaje con él y los otros alumnos. Sacó uno pergamino con el sello de la habilidad y rápidamente escribió: Joven Keaton, Lo espero en mi vivienda lo más pronto posible para iniciar la enseñanza de los conocimientos de la Animagia. Puede ingresar sin necesidad de golpear y le recomiendo venir con ropa suficiente, puede estar haciendo mucho frío a su llegada. Suluk La carta se dobló mágicamente y salió por una de las ventanas de su casa, en pocos segundos llegaría a las manos de su nuevo alumno. Aún esperaba la respuesta de sus otras dos estudiantes, pero ninguna había tomado la iniciativa. @@Keaton Ravenclaw @ @@Anna T. Ryddleturn @@Evarela Black Haughton
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    Suluk se dedicó a comer la carne y la ensalada mientras dos de sus estudiantes tomaban la palabra, todo lo que había dicho era muy interesante - Creo que conocen lo suficiente sobre sus animales, pero hay algo muy importante que ha mencionado Lisa - Hizo una leve pausa, debían entender que la esencia era lo que más importaba en una habilidad como la animagia, las transformaciones no era una casualidad, mucho menos el animal en el que se podían transformar. - Hoy espero que aprendan a entender muchas cosas y vamos por la primera lección sobre animagia - Siguió hablando, ya había terminado su comida al igual que la mayoría de los estudiantes y pronto tendrían que viajar - Es muy importante entender las características que hacen que adoptemos la forma de cierto animal y no de otro. Por ejemplo, Lisa cree que los hurones son muy interesantes, pero se transforma en un lobo y no en un hurón. ¿A qué se debe esto? - Preguntó, esperando que alguno de sus estudiantes tuviera una respuesta al menos en su mente. - Si no tienen la respuesta, tendrán que encontrarla ustedes mismos - Su primera tarea no sería fácil, tendrían que analizar sus mentes para identificar las características físicas y, especialmente, las psicológicas que los hacen adoptar su forma animal. Suluk movió su mano un poco para hacer que una de las ventanas de su vivienda se abriera un poco, su collar comenzó a atraer un poco de nieve que se convirtió en gemas preciosas. - Antes de asignarles su primera actividad, voy a responder a la pregunta - Una de las estudiantes había realizado una pregunta muy interesante - Sí se puede adoptar la forma de más de una especie, pero para ello deben estudiar mucho y dominar a la perfección la habilidad. En mi caso puedo transformarme en cualquier animal pero llevo mucho tiempo siendo Arcana - La respuesta era simple, se podía pero solo los magos con mucha experiencia podían hacerlo. - Lisa y Nathan, ahora que conozco su forma animal tendrán que encontrar la respuesta a mi pregunta y decirme qué características físicas y psicológicas suyas los hace convertirse en una loba o en un coyote albino - Las instrucciones eran claras, pero no podrían ayudarse y tendrían que encontrar la respuesta solos - Estas gemas los ayudaran un poco en su labor - El collar de Suluk soltó dos gemas que inmediatamente comenzaron a recrear imágenes en las mentes de sus estudiantes, entrarían en una especie de sueño del cual solo despertarían si cumplían con la tarea. Ambos magos comenzaron a ver en su mente un bosque lleno de nieve, en alguna zona del norte de América. Con una pequeña diferencia, Lisa solo podía ver lobos para poder detallar su comportamiento y Nathan solo podía ver coyotes - Usen bien sus poderes y su mente - La Arcana podía comunicarse con ellos en cualquier momento de la clase y esta no sería la excepción. - Y ahora, me faltan ustedes dos - Anna y Evarela aún no habían dado a conocer su forma animal y tenían que hacerlo antes de continuar con la clase - ¿Quién quiere ser la primera? - Estaba muy interesada en conocer más sobre sus estudiantes. Además, estaba muy ansiosa por realizar un pequeño viaje.
  8. Suluk miraba hacia el cielo, donde se elevaba aquella segunda columna de humo que había cambiado de color. Asintió. Aunque sabía que todos los magos y brujas de aquel país eran creídos, muchos mostraban que habían aprendido algo. Suluk no sabía a ciencia cierta que elementos estaban incluyendo en aquellas pociones, pero al menos estaba funcionando. ¿Acaso la Arcana aseguraba que funcionaría? Ella no lo sabía, porque cada persona funcionaban diferente, de hecho esperaba que no pudieran llegar al portal. - La Sala Circular en sagrada. De verdad deben merecerlo La vieja murmuraba para ella misma, mientras su voz retumbaba entre las paredes y todo quedaba quieto como siempre. Parecía como si el sitio sintiera que alguien se estaba acercando. Ahora Suluk, con un segundo movimiento de su Vara, tenía dos ventanas, ya que ambas alumnos habían tomado diferentes caminos. Y la tercera ni siquiera había llegado a los territorios de la Universidad. - Hace demasiado calor aquí La Arcana Akku llevó una mano enguantada a su cuello, tomando una piedra de su collar y girándola sobre si misma. El techo de la sala circular, empezó a taparse con nubes tan grises, tan espesas y tan reales, que inmediatamente empezó a caer nieve. Ésta desaparecía a medio metro del suelo pero lo que le importaba a la Arcana, no era que se invadiera todo de un manto blanco, aquello no era bueno para el Ouroboros, sino la temperatura. Ésta descendió unos cuantos centígrados bajo cero y ahora estaba mejor.
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    Era como si los chicos hubiesen podido leer su mente, pero Suluk sabía que su poder era demasiado grande y no podrían hacerlo. Una de las mujeres tomó el mando del grupo y repartió todas las tareas rápidamente, Suluk había decidido sentarse para poder reforzar sus encantamientos sanadores con su Vara de cristal. Su bastón blanco brillante se encontraba en sus manos y comenzó a emitir un destello cegador para terminar de curarla y reforzar sus huesos. - Me gusta verlos trabajando en equipo - La Arcana no se había ganado su fama de charlatana y de decir todo lo que pensaba en vano, no le gustaba guardarse las cosas y prefería hablar. El grupo estaba realizando muy bien las cosas, algo muy importante para aprender a dominar su habilidad. La mayoría de los animales siempre trabajaban en grupo y entender su forma de realizar las cosas era muy importante para los animagos. La mujer tenía pensado ayudarles un poco con todo, pero todo estaba saliendo muy bien y decidió verlos para analizar un poco su actitud. En poco tiempo los escucharía y podría conocer su forma animal, pero antes de realizar la parte práctica, necesitaba conocer más detalles de cada uno de los estudiantes y por supuesto de sus personalidades. Lisa se había encargado de reforzar las defensas y de darle comida a sus animales, su actitud de liderazgo le generaba mucha curiosidad a Suluk - Creo que ya me siento mucho mejor - Respondió a su pregunta, su vara de cristal se había encargado de todo el trabajo y ya se encontraba mejor - Creo que es hora de comer, si quieres le ayudamos a tu compañera a servir la comida - La mujer estaba lista para tener una charla con ellos. - No es necesario realizar una ensalada, yo tengo suficiente guardada - La Arcana sonrió, ya conocía el nombre de una de sus estudiantes, la que menos había ayudado. Se levantó de la silla con un poco de ayuda de Lisa y tomó toda la ensalada, rápidamente la colocó en la mesa que había sido acomodada previamente por el único hombre de la clase y el que más ternura le generaba. - Muchas gracias, pequeño - El joven había hecho un gran trabajo, justo en ese momento Anna llegó con la carne que había preparado muy amablemente para todos - Perfecto - La Arcana les indicó a todos que se sentaran para compartir la carne y la ensalada. Espero a que todos se sentaran antes de hacerlo ella. El momento de hablar había llegado, todavía no conocía sus nombres ya le empezaba a incomodar un poco. - Lo siento mucho por lo sucedido afuera, pero seguramente todos ya me conocen o al menos saben mi nombre, así que no necesito presentarme - La Arcana llevaba mucho tiempo viviendo en dicho lugar como para necesitar una presentación - Ustedes sí necesitan una presentación, me gustaría conocer sus nombres - Eso no era la único que deseaba saber, tenía que analizar sus conocimientos sobre la habilidad que deseaban aprender a manejar - Además, quiero que cada uno me diga que sabe de la animagia y en qué animal se pueden convertir si ya lo han hecho - Hizo una leve pausa antes de continuar - Si no lo han hecho, quiero que me digan en cuál creen que se pueden convertir - Pronto entenderían sus preguntas, por ahora solo tendrían que responderlas.
  10. Suluk se encontraba flotando a varios centímetros del suelo, alrededor de dos metros. La Vieja Arcana miraba a través de los cristales de una ventana, aunque era extraño, ya que dentro del Ateneo no había ventanas, menos dentro de la Sala Circular. Con la base de su bastón, se levantaba en el aire. Y con la piedra en la punta, reflejaba aquella especie de ventana. Pero no era una, sino que era una proyección que le mostraba lo que hacían sus alumnos. No tenía muchas ganas de ir escondiéndose, mirando en primera persona. Asi que se contuvo para ver como ambas brujas empezaban el camino rumbo donde se encontraba. Suluk no estaba nerviosa, de hecho siempre esperaba que alguno de aquellos londinenses se equivocaran. Los consideraba crédulos, egoístas y era la única dentro del Consejo que si dependiera de ella sola, levantaría todo de allí y partiría lejos. Felicity Malfoy había obtenido la primera esfera, como Sofia Elizabeth Granger. Las dos habían cruzado recién un cuarto de camino pero sabía que la verdadera prueba no eran los calderos, sino tras cruzar el umbral. La Arcana se mantuvo con los ojos entrecerrados. Los cristales eran mágicos, asi que no mostraba solamente la copa de los árboles y el cielo, sino que reflejaba lo que ella necesitaba. Lo que verdaderamente le sorprendía era Juve. Al parecer había estado lista por un momento pero ya no. Suluk Akku se acomodó el cuello de su ropa, que era tan peludo como sus animales. No tenía ni frío ni calor, pero si pudiera invocar sus nieves, entonces lo haría allí mismo.
  11. Suluk Akku

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    Suluk se sentía extraña. Parecía que se encontraba flotando entre medio de todas ésas personas. El salón donde se encontraba parada, era tan enorme que cuando levantaba la vista, veía oscuridad en vez de un techo. Las paredes eran grises. Tenían hermosos tapices, al igual que las ventanas con coloridos vitrales. Había antorchas y en medio de ésa habitación, un circulo con siete sillas. Siete especie de tronos, uno diferente al otro. Por momentos, la luz del sol se posaba en la mesa que se encontraba justo entre todo eso. Tenía runas grabadas y símbolos circulares extraños. - Comienza la sesión. Por favor, señores. El Consejo ya debe comenzar... Había media docena más de figuras aparte de la Arcana, que se estaba viendo ella misma pero muchos años atrás. ¿Unos cincuenta? No estaba segura. El silencio invadió de lleno la habitación, un sitio más que sagrado para los Arcanos que habían llegado rápidamente. La Sala del Consejo. Era un sitio único, mágico. Donde estaban a punto de discutir un tema tan importante que llevaria tres días y dos noches. Aunque todos los presentes allí no lo sabían. La única puerta del lugar se abrió de golpe. Todos giraron la vista al ver como ésta se rompía en pedazos y aparecía una figura encapuchada. Suluk se despertó. Estaba adolorida. Sentí la cabeza pesada, un pinchazo en su espalda y un dolor tremendo en su costilla. Ni hablar del hombro, parecía que algún gigante estuviera sentado. Abrió los ojos como pudo, sintiendo voces extrañas, sabiendo que había personas alrededor. Pero debía estabilizarse antes de hacer nada. Sin decir palabra alguna, su collar emitió una luz tan fuerte como el sol. Las nubes se arremolinaron alrededor de la Casita. El cielo se volvió tan gris plomizo que empezó a desprender nieve. Ahora era el turno de la Vara de Cristal de Suluk. Ésta emanaba una sustancia azulada, como una nube liquida. Que se arrastró por el lateral de la Arcana y llegó a cada herida o dolor. - ¿Qué pasó? ¿Qué sucedio? ¡Maldito pajarraco! dijo Suluk dándose cuenta que los que estaban allí, eran justamente las personas a las que estaba decidida a encontrarse. Miró al cielo, pero en cuanto la nieve empezó a caer, la misma figura negra que la había hecho caer, desapareció. La Vieja Arcana se levantó. Primero con una rodilla y levantó el peso con una mano. Al estar de pie no había mucha más diferencia que un niño, pero ésa bruja tenía 400 años. Miró uno a uno a los jóvenes. - Lamento lo que sucedió, chicos. No esperaba que la clase empezara así. Lo siento. ¿Qué les parece una rica cena? Debo darle de comer a mis perros, a mi y a ustedes. ¿Me ayudan? Allí podremos ponernos al corriente. Tal vez los chicos estaban pensando que no era buena idea que Suluk Akku caminara como si nada, pero la magia que poseía era demasiado fuerte. Sin embargo, estando a cubierta, debería volver a reforzar sus encantamientos sanadores. Suluk pudo ver varias cosas. Los alumnos más antiguos estaban enfrentando la prueba. Los nuevos, además de haberse reagrupado, la estaban queriendo atender y para mejorar la situación, incluso estaban haciéndole compañía a sus animales. Eso era bueno. - Entremos que afuera se va a poner cada vez peor. Adentro con un poco de calor y una buena cena, podremos presentarnos y todo. Esperaba que los chicos la ayudaran porque no estaba realmente con los ánimos para hacer todo.
  12. La Universidad se encontraba más tranquila que nunca. Pero no porque hubiera menos alumnos que asistían o menos actividades, sino por la zona donde se encontraban todos: El Ateneo. Todo era enorme, todo era tranquilo, todo era majestuoso, tan mágico que en cada centímetro que uno se detuviera, podía sentir una energía extraña, como si te acariciara el rostro y te hiciera cosquillas detrás de las orejas. Varios aspirantes a la habilidad de la animagia, fueron convocados a media tarde, donde el sol ya había llegado al punto más alto y empezaba a descender. Sus rayos iluminaban todo de un color dorado y la brisa rozaba la copa de los árboles, produciendo un hermoso sonido relajante, como si los árboles estuvieran susurrándole cosas a las personas que habían empezado a aparecer allí, a los caminos que empezaban en la Universidad y terminaban en diferentes puntos, como aquel, cerca del lago. Cuatro columnas de humo violáceo, se elevaban en el cielo. Empezaban en cuatro puntos determinados, ascendían y se perdían hasta por encima de las nubes. En su base, no había nada extraño. Muchos seguramente se preguntarían que demonios estaría pasando, pero Suluk Akku, la Arcana de la Animagia, se había encargado de colocar algunos encantamientos para que en cuanto se acercaran a ellos, perdieran noción de lo que habían visto y se desmayaran. Solamente le interesaban pocas personas, y entre ellas no serían afectadas Juve, Felicity y Sofia. Esas columnas eran magia en su estado más puro. Marcaban los puntos a los que las brujas debían llegar. Pero no simplemente era colocarse al lado de ellas, sino en cada una, debían hurgar dentro de los calderos que despedían ésa niebla y encontrarse con una esfera de cristal. Pero no era tan fácil como meter la mano, la Arcana había hecho algunos encantamientos. Eran obstácülos. Obstácülos que se encontraban allí para avanzar de a poco y poder llegar al mismo centro de la Sala Circular, donde se encontraban las Siete Puertas. Lo primero que escucharían las brujas sería una voz, que les murmuraba »¿Están listas? ¿Están listas para realizar la prueba de la habilidad?« Había cuatro columnas. Cada una de éstas emergían de un caldero. Había uno pegado al lago. Otro en el borde donde los árboles rodeaban a la isla. El tercero estaba entre los altos y tupidos setos. Y el último, en la entrada de la pirámide. Y en cada uno de ellos, debían introducir un ingrediente fundamental, que haría brillar la esfera con una luz tan resplandeciente como el sol, que la niebla pasaría a un color blanco, blanco como la nieve misma. Ésa sería la señal que les permitiría seguir al siguiente punto. Suluk estaba dentro de la sala, donde también estaba la estrella de cinco puntas, el ouroboros y los aros de la habilidad. Pero para eso aún faltaba y ella vigilaría a los chicos como se desenvolvían para llegar. Aunque la verdadera prueba estaba pasando el umbral de la Puerta de la Animagia. - Los ingredientes deben añadirlos ustedes. Algo dentro de su mente, de sus recuerdos y de su experiencia, les va a decir cuáles son. Los van a encontrar aquí mismo. Solamente deben saber donde buscar. Ésa voz resonaba nuevamente. Pero ahora más firme. @ @ @.
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    Animagia

    Suluk se arrancó algunas perlas de su collar y con un movimiento de su varita, éstas brillaron intensamente. Eran de un color tan azulado, que parecía que varias lunas brillaran sobre la palma de sus manos. La nieve había empezado a caer dentro de aquel iglú, ya que la Anciana Arcana podía controlar el clima, principalmente la nieve y con un soplido, ésas perlas desaparecieron. La primera apareció delante de las narices de Felicity Malfoy. Aquella bruja había demostrado tener grandes habilidades con su animagia. La Vieja lamentaba demasiado haberla hecho esperar, pero a veces se retrasaba demasiado con las cosas. La segunda pequeña piedra, apareció en presencia de Juv Malfoy Croft. Dentro del ático se había explayado como la Arcana esperaba, y la había dejado a un lado por unos segundos, pero ahora había llegado el momento. Por último, la tercer piedrita, tan azul como el reflejo de la nieve del polo donde se encontraban, apareció donde estaba Sofia Elizabeth Granger G., aquella hermosa dalmata que le habia gustado jugar. - Éstas piedras serán el portal que las lleven a la Prueba. Llegó la hora. Demuestren todo lo que saben y todo lo que son La voz de la Suluk Akku resonaba en los oídos de las brujas. Éstas sabrían que seria hora de partir. Debían llegar nuevamente a la Universidad. Luego de algunos cosas que debían atravesar, podrían llegar a la misma Sala Circular, donde se encontraban las Siete Puertas. La Anciana Esquimal desapareció, esperando que el resto de los alumnos estuvieran merodeando por alli. Debía ir a realizar todos los preparativos antes que las jóvenes aspirantes al aro de la habilidad llegaran. - No se olviden de pisar la piedra para activarla Resonó por último su voz y todo quedó en silencio. La aurora boreal se disipó como si alguien hubiera apagado un interruptor. @ @ @. ¤ ¤ ¤ ¤ ¤ ¤ ¤ ¤ ¤ ¤ Suluk se había tardado un par de horas en realizar todos los preparativos para la prueba. Al parecer todo había salido como esperaba. Los primeros cinco alumnos ya habían regresado por el portal y eso significaba muchas cosas, como que podía adoptarse a los londinenses, como que éstos se podían adaptar a sus costumbres y que sus enseñanzas llegaban a los oídos necios de aquellos magos y brujas. Podía admitir que era una buena maestra. Solamente esperaba que prosperara. Agradecía que le había enviado una carta en ése instante a los alumnos que aún deambulaban. Queridos alumnos. Me he retrasado. No sé como pedirles perdón. Me encantaría invitarlos a comer como recompensa, pero presiento que cuando llegue, hubiesen acabado con toda la comida que se encontraba en mi heladera. Tambien me gustaria ir a pasear por alli por una agradable sorpresa, pero primero debemos juntarnos todos. Los espero en mi casa, en los terrenos más alejados de la Universidad. Suluk Akku~ Pero en el camino de regreso a su casita, después de encargarse que ésa carta llegara a cada destinatario, lo último que se acordaba la Arcana es que algo se acercaba a ella. Al principio era como un punto negro en el cielo. Se iba haciendo cada vez más grande, pero ella convertida en gaviota ártica casi lo había ignorado. Se dio cuenta que ése había sido el error más grande. Ése objeto se hizo cada vez más enorme, hasta que le dió de lleno en medio del aire y cayó. Cayó en picada, intentando desplegar sus alas pero su cabeza le daba vueltas. Se convirtió en otro animal volador, pero era igual de inútil. Su cabeza estaba totalmente en blanco. Incluso llegó a convertirse en ése enorme ejemplar de oso, pero así impactó en el suelo. Escuchó resonar un par de huesos quebrarse. Sentía la cabeza tan pesada que creía que se le caería. ¿Dónde estaba? Algo cálido recorría el pecho que estaba sobre el suelo. Pudo levantar la cabeza. Su choza estaba a unos veinte metros. No estaba muy segura. Y así perdió el conocimiento. Ya no era un oso, sino una vieja demasiada anciana, recubierta por montones de pieles y su vara a un lado. Sus arrugados ojos estaban cerrados y su respiración era casi imperceptible. En 300 años jamás le había pasado eso. @ @@Anna T. Ryddleturn @
  14. Suluk Akku

    Listado de Animagos

    Listado de personas que han aprobado la Habilidad de Animagia en el Ateneo de Habilidades. Bastian Karkarov Malfoy - Tigre Elvis F. Gryffindor - Búho Gatiux - Gato * Lyra Katara Selwyn - Gato * Sally Sigel - Mariposa Sofia Elizabeth Granger G - Perro Juv Malfoy Croft - Guepardo Felicity Malfoy - Lobo. Nathan A. Weasley - Coyote. Anna T. Ryddleturn - Halcón. Niko Uzumaki - Puma. Ishaya - Cisne. Mei Black Delacour - Gorrión. Thomas E. Gryffindor - Mono. Pik Macnair - Cuervo. Heliké Rambaldi Vladimir - Buitre. Sagitas E. Potter Blue - Cachalote Mia Black Lestrange - Zorro Ariel Aries Bra Yaxley - Caballo Keaton Ravenclaw - Pantera Leah Ivashkov - Lince Alessandra G. Delacour - Liebre Arya T. Macnair - Chacal Bel Evans McGonagall - Caberú Anne Gaunt - Águila marina de Steller Orión Yaxley - Oso Lisa Weasley Delacour - Lobo Xell Vladimir - Golondrina Emmet Haughton Gaunt - Caracal Jock - Zorro Candela Triviani - Quiróptero (Murciélago) Beltis - Irbis Eileen Moody - Lechuza Mackenzie Malfoy - Cobra Real Crazy Malfoy - Koala Dennis Delacour - Guacamayo azul Hayame Snape Potter Black - Murciélago Taurogirl Lavigne - Serval Roxanne W. - Mamba Negra Feyre Rhiannon Macnair - Hurón Anthony Ryvak Dracony -Tiburón Blanco Eobard Thawne - Camaleón de Parson Demian Luxure - Jaguar Mica Gryffindor - Colibrí Gabrielle Delacour - Conejo Ludwig Malfoy Haughton - Delfín Ada Camille Dumbledore - Lince Ibérico No se permite convertirse en un animal en el que otra persona se convierta. *Comparten animal desde antes de que las habilidades se registren en las fichas de personaje NOTA: Mientras no se retiren las habilidades de las fichas de personaje, los animales registrados antes de las reformas no se consideran libres. Lista anterior: http://www.harrylatino.org/topic/100799-lista-de-animagos/
  15. Elvis había sido el primero en llegar. Ansioso como se le veía por hacer la prueba, no se había dado cuenta de su estado. - ¿Bebiste la poción para lograr la llave del embarcadero? -Suluk abrió los ojos horrorizada. -Para los humanos esa poción es mortal y no hay antídoto capaz de contrarestarla. Era cierto y no valía la pena endulzar las cosas. Ningún hechizo, ningún beozar salvaría a Elvis. Lamentablemente, el mago sólo tenía una oportunidad. - Tu prueba se complicará, pero el Portal es la única posibilidad que tienes para salvar la vida. Dentro de poco te notarás enfermo, quizás antes de entrar al Portal, pero aún así, ese Portal es la única oportunidad que tienes para salvarte. Sólo ahí podrás encontrar la curación que necesitas. Apenas había terminado de hablar, cuando llegó Lyra. La bruja presentaba un aspecto saludable y Suluk se alegró de ello. - Si mueres en el portal, Lyra, no tendrás más vida en la que disfrutar una habilidad. No hay regreso posible cuando se atraviesan las puertas de la muerte. Sé que en vuestra tierra tenéis lugares de resucitación, pero créeme, morir en el Portal, es definitivo y no hay forma de que un muerto adquiera una habilidad. Volvía a ser triste tener que contestar con palabras amargas, pero así era. La muerte quizás fuera la siguiente gran aventura o quizás diera paso a otra vida en algún mundo, en otra dimensión, en otro tiempo... pero nadie que muriera dentro del Portal podría volver a hacer la Prueba con su mismo cuerpo, pues éste ya no existiría. Los demás terminaron de llegar. A todos ellos les hizo la misma pregunta y todos ellos respondieron la habían respondido afirmativamente. Estaban deseosos de realizar la prueba y Suluk admiraba su determinación. Sally había sido la última en llegar y Suluk se la llevó a un aparte, mientras los demás charlaban. - Sally, me preguntaste porqué el Espejo de Cliodne no te había dado la razón de porqué te conviertes en una mariposa. No quise responderte entonces porque... bien, son cosas sobre las que uno mismo debe reflexionar. ¿Has encontrado tu respuesta? -Suluk creía importante que Sally hubiera meditado sobre ese particular, sin embargo, sabía por experiencia que a veces no era fácil encontrar ese tipo de respuestas.- Cuando vi lo que el Espejo de Cliodne te mostraba, deduje que era el amor lo que te hacía volverte una mariposa, una forma de poder jugar con tu hijo y de poder hacerte fácilmente presente para tus seres queridos, de estar en todas partes, llevando felicidad, belleza y alegría a tus seres queridos. Aunque deduzco que esa no es la única razón de porqué te conviertes en mariposa o no te harías esa pregunta. -Suluk hizo una pausa.- ¿Te has dado cuenta de que la mariposa es un símbolo del alma y de la reencarnación? Lamentablemente, yo no puedo darte la respuesta a tu pregunta. Pero te aseguro que si buscas en tu interior, terminarás por encontrarla. Piensa en la Imagen de Poder que te transmitió el espejo, concéntrate en ella y pregúntate porqué esa imagen te da poder y no otra en específico. Esperaba que Sally encontrara su respuesta, pero debía ocuparse también del resto, que ya miraban, ansiosos, en dirección a ella. - Bien, pronto atravesaréis el Portal y comenzará vuestra Prueba. No obstante, debo advertiros. Estáis muy mal acostumbrados todos vosotros -les regañó-. Usáis vuestra habilidad tan poco que no os dais cuenta de lo poderosos que sois. Fijaros que muchas de las pruebas que superasteis, podríais haberlas pasado fácilmente bajo vuestra forma animaga, pero aún así, preferísteis utilizar conjuros. Sabed que no siempre tendréis una varita a mano y que la habilidad de animagia no requiere de ella. No precisáis conjuros para hablar con los animales, basta con que os transforméis. Y en cuanto a la poción, bueno, esa poción es mortal para un humano, pero no para un animal, como algunos pudisteis comprobar. No os habría pasado nada, de haberla ingerido bajo vuestra forma animal. Espero un segundo antes de continuar, necesitaba estar segura de que sus palabras lograban el efecto que pretendía. El Portal no se andaría con menudencias, les exigiría una y otra vez, dominar la habilidad de la Animagia. - Es importante que os deis cuenta de la importancia de vuestra habilidad. La domináis, pero no la valoráis. Sabed que sois muy poderosos y no os olvidéis de ello, pues el Portal os pondrá a prueba. Los aspirantes habían hablado y la suerte estaba echada. Era hora de activar el Portal de las Siete Puertas. Suluk bajó la mirada hacia el suelo del salón circular en donde se encontraba el Ouroboros y, dentro de él, la estrella de cinco puntas que contenía. Engarzados a ella, reposaban miles de anillos con el símbolo de cada una de las habilidades. Escogió cinco anillos que portaban el distintivo de la Animagia y los extrajo de sus respectivos engarces. Al momento, seis de las Siete Puertas que contenía el Portal desaparecieron y una única Puerta permaneció a la vista de los alumnos, emitiendo un zumbido constante y destellos azulados alrededor del símbolo de la habilidad que tenía grabado en su centro. Era la Puerta de la Animagia. La Arcana les fue entregando el Anillo del Aspirante a cada uno de sus alumnos, mientras les daba las últimas indicaciones. - Ahora el Portal está activado y ya no hay marcha atrás. Éstos que os estoy entregando son los Anillos de Aspirante, que mantienen un vínculo con mi propio Anillo -señaló el aro que lucía en su mano derecha, portando el símbolo de la habilidad, un poco más grande que los que acaba de entregar a sus alumnos. - Yo no entraré al Portal con vosotros, pues nadie puede atravesar la misma puerta dos veces, salvo que sea para realizar la Prueba de la Tabla Esmeralda por la que un mago o bruja se convierte en Arcano. Estaréis solos ante los peligros y retos a los que el Portal os haga enfrentaros, pero si alguno de vosotros llegara a decidir abandonar la prueba, será consciente del Anillo que porta en su dedo y sólo con la voluntad de abandonar y la acción de tocar el Anillo, podrá regresar aquí. Recordad que si eso ocurriera, nunca más podrá acceder a la Puerta de la Animagia. Mientras ella hablaba, los alumnos se habían ido poniendo los Anillos del Aspirante. Al hacerlo, cada uno de ellos se había vuelto único y característico. Las pequeñas aristas internas habían adquirido movimiento, vibración y color, diferentes en cada caso, dependiendo del mago o bruja que los portaba. Aún no estaban vinculados, pues era necesario completar la Prueba para que esos anillos se convirtieran en el Anillo de la Habilidad, pero aún así, cada uno de ellos era ya, de algún modo, diferente del resto. - Recordad que cuando atraveséis la Puerta de la Animagia, penetraréis a un Portal mágico de magia tan poderosa como desconocida. Ni siquiera hoy en día somos capaces de comprender todos los poderes del portal que vais a atravesar. Puede que os lleve a un mundo similar al nuestro o puede que no. Puede que sea un mundo real o puede que sea un mundo de la mente. Puede que os lleve al pasado o al futuro o que, al contrario, os haga permanecer en el presente. Puede que a lo largo de la prueba atraveséis más de uno de esos mundos o puede que toda la prueba se desarrolle en el mismo lugar. Puede que os encontréis solos o que os encontréis a otras personas, conocidas o no. Lo que sí os puedo decir es que la prueba nunca es dos veces igual. Yo estaré pendiente de lo que ocurra, pues mi Anillo me permitirá observar, pero no podré estar ahí para ayudaros. Enumeró de memoria las cosas importantes que debía decirles y revisó si se había dejado alguna. Ni todo se podía contar ni era fácil explicar aquella experiencia a aquellos que aún no la habían vivido. Aún así, aún podía decirles algo más. - En la Puerta de la Animagia, perderéis la forma humana nada más entrar al Portal. Después, a lo largo de la Prueba, habrá veces que la experimentaréis con vuestra forma animal y en otras ocasiones bajo la forma humana. No obstante, -hizo una pausa, pues quería remarcar bien lo que iba a decir a continuación- desde el momento en que entréis en el Portal no tendréis completa consciencia de qué o quiénes sois. No recordaréis estar haciendo una Prueba y viviréis todo lo que ocurra allí dentro como si fuera una experiencia vital. Da igual que el portal os conduzca a un mundo real o a un mundo imaginado, vosotros lo viviréis como real. De hecho, nadie tiene muy claro cuándo ha estado en un mundo real y cuando no. Lo deducimos por los muertos. A veces, si alguien muere, aparece su cuerpo cuando el Portal se desactiva, al retornar el Anillo del Aspirante a la estrella de cinco puntas. Creemos que en esos casos, el mundo en el que estaban no era real. Otras veces, en cambio, el Anillo retorna, señal de que el aspirante ha muerto, pero el cuerpo nunca llega a aparecer, por lo que pensamos que en ese caso, el mundo en el que estaba era un mundo real. Y, en ocasiones, el Anillo no retorna y el aspirante tampoco. Se pierden por los mundos, viven sus vidas, olvidados de lo que una vez fueron y persiguieron, sin que se pueda hacer nada por hacerlos regresar. <<También sabemos que algunas veces lo que ha ocurrido en esta Prueba ha tenido efectos en el mundo real, por lo que no queda otra opción que deducir que el portal los envió a un mundo real. Pero no es así en otros casos. Nadie sabe muy bien de qué depende ni porqué el Portal actúa como actúa. >> <<Recordad pues que ni estando en vuestra forma animal ni estando en vuestra forma humana tendréis plena consciencia de quienes sois, sólo una leve impronta. Lo más profundo de vosotros mismos, permanecerá. Vuestras emociones, vuestros miedos, vuestros deseos más profundos, quizás vuestros seres más queridos permanecerán. Pero no recordaréis estar haciendo una prueba y vuestro pasado se desdibujará y sólo tendréis retazos del mismo. >> <<En un momento dado, el Portal os propondrá un reto. Ese reto será único para cada uno de vosotros y os obligará a pasar un número variable de pruebas. Lo que es seguro es que, al menos una de ellas, deberéis superarla bajo vuestra forma animal y otra bajo vuestra forma humana. Debéis saber también que no será vuestra propia voluntad la que os lleve a vivir unas experiencias u otras, el Portal os llevará a ellas sin que podáis ordenarle lo que deseáis experimentar e, igualmente, no tendréis capacidad de decisión sobre cuándo estaréis con vuestra forma humana y cuándo con vuestra forma animal. Es el propio portal quien te convierte en una u otra cosa sin que nadie pueda hacer nada por evitarlo.>> <<No perdáis de vista el Anillo. Salvo que hayáis decidido abandonar, en cuyo caso, adquiriréis conciencia del Anillo, no sabréis lo que es ni lo que representa, lo habréis olvidado. Sin embargo, el Anillo será vuestra guía. Hacedle caso. Cada cierto tiempo, lo notaréis brillar y una voz se repetirá en vuestra mente invitándoos a seguir adelante. Perservera, será la palabra que, cada cierto tiempo, escucharéis en vuestra mente, sin que sepáis qué significa. No la comprenderéis, pero os ayudará a cumplir la prueba.>> Suluk miró a sus alumnos con detenimiento. Esperaba que las indicaciones se les quedaran bien gravadas, pues una vez que cruzaran el Portal, todo dependería de sí mismos. Ella sólo podría ser una mera observadora, una tabla de salvación de urgencia para casos tan desesperados que les llevaran a abandonar la prueba. Cuando vio que estaban preparados se acercó a la Puerta de la Animagia y, antes de cederles el paso, les hizo una última observación. - Cuando la prueba la realiza más de una persona a la vez, es probable que el Portal os lleve a algunos de vosotros al mismo lugar. No es seguro ni se puede prever. Sin embargo, si algunos de vosotros queréis estar juntos, cuando el Portal os traslade de mundos o, ahora al acceder al portal, daros la mano. Nunca habrá una total seguridad de que el Portal acceda, pero siempre es más probable que esteis juntos si entráis de la mano. Suluk se apartó tocando la Puerta de la Animagia, que al momento desapareció y dejó ver un muro de luz blanca y cegadora. Ahora era cosa de ellos y de lo que el Portal les propusiera como reto, algo que Suluk sabía que, en el fondo, no marcaba una gran diferencia, porque a la postre y aunque nunca llegaran a darse cuenta de ello, lo que el Portal les propusiera como reto, también dependía, en gran medida, de ellos. Ella no podía controlar nada de lo que fuera a suceder a continuación.
  16. El collar de cuentas de hielo arrancaba destellos a la luna plateada y refulgía en el cuello de Suluk confiriéndole a su rostro un brillo sobrenatural. Necesitaba gemas recién tomadas, incubadas en una noche clara y helada. La nieve caía en copos grandes y livianos que se posaban sobre la capa de pieles de la Arcana como una caricia invernal, mientras ella paseaba sobre el manto blanco, inmune al frío y absorta en sus pensamientos. Mientras tanto, el collar de cuentas de hielo iba haciendo su trabajo y no pasó mucho tiempo hasta que Suluk decidió que estaba completado. Al llegar a su casa ni siquiera se molestó en colgar su capa en el perchero de pared. Se quitó el collar de cuentas de hielo y lo acunó unos instantes entre sus ajadas y pálidas manos. Cuando las abrió, un puñado de gemas de todos los colores brillaba entre ellas. Con cuidado, seleccionó cinco de aquellas gemas y dejó el resto en el cofre de gemas que tenía junto a la chimenea. Violeta, plata, rojo, amarillo y azul era el color de las cinco gemas seleccionadas, una por cada uno de los aspirantes que iban a realizar la Prueba de la Habilidad, Gatiux, Lyra, Bastian, Sally y Elvis. Se sentó con las piernas cruzadas junto al fuego, cerró los ojos y, acunando las cinco gemas entre sus dedos, comenzó a murmurar un antiguo cántico inuit. Clareaba ya el día y en la chimenea tan sólo ardían ya unas pocas brasas moribundas, cuando Suluk Akku cesó en su melodía, se despidió de los espíritus del Oso y del Lobo, de la sabiduría del Fuego y del Agua y del Viento Ancestral y se incorporó para dar la bienvenida a un gran día, un día decisivo, en el que sus cinco primeros alumnos ingleses realizarían la prueba de la habilidad. Ni todos los cánticos ni todos los totems servirían para librar a sus alumnos del peligro que les esperaba, pero al menos confiaba que le dieran a ella sabiduría para saberlos guiar. Cuando salió de su casa una hora después, un sol matinal despuntaba en el horizonte de un día despejado y caluroso, como solían ser todos los días en aquella Universidad, fuera de los muros que rodeaban la casa de Suluk. Tomó su forma de gaviota ártica y echó a volar hacia el centro mismo de la Universidad, hacia la Gran Pirámide en cuyo interior se encontraba el Portal de las Siete Puertas. Su forma animaga le permitía evitar los recovecos de las callejuelas, las grandes avenidas repletas de magos y brujas deseosos de charlas ociosas o dispuestos a forzar un encuentro casual para pedir algún favor, consejo o cualquier otra necesidad, los puentes que cruzaban el serpenteante río y otros tantos obstáculos que la habrían retrasado más de lo necesario. Hacer el trayecto volando le permitió llegar al centro de la Universidad en apenas media hora, en lugar de la probable larguísima hora que le habría tomado llegar hasta allí bajo su forma humana. Ante ella se encontraba el enorme lago en cuyo mismísimo centro se erigía una isla perfectamente circular. Desde allí, no podía ver la Gran Pirámide pues estaba más allá del bosque de altísimos árboles que rodeaba el perímetro de la isla, en el centro de un laberinto de altos setos que tampoco podía apreciarse desde la orilla del lago en la que se encontraba Suluk. Había quedado con los alumnos que habían accedido a realizar la Prueba de la Habilidad en la Gran Pirámide. Lo que sus alumnos no sabían era que todo el centro de la Universidad -el lago, la isla y la propia Pirámide que contenía el Portal de las Siete Puertas- era un lugar protegido por potentes encantamientos y rodeado de una magia antigua tan poderosa como desconocida para la gran mayoría de los magos y brujas. Sólo aquellos que habían realizado la Prueba de la Tabla Esmeralda, completando los siete portales para convertirse en Arcano, podían llegar a la Gran Pirámide libremente. A todos los demás magos y brujas se les exigía, en primer lugar, una invitación formal realizada por un Arcano. Tal invitación ya se había producido en aquel momento, pues Suluk había ofrecido a aquellos cinco alumnos, con los que muy pronto se encontraría, la posibilidad de realizar la Prueba y los había emplazado a encontrarse en el mismísimo Centro. Pero no bastaba la invitación de un Arcano para acceder a la Gran Pirámide. Suluk estaba obligada a fijar cuatro obstáculos que los invitados a realizar la Prueba deberían superar si querían llegar al lugar en el que habían sido emplazados. Estas pruebas eran insoslayables. Por más que Suluk hubiera querido evitarlas, no habría podido. El lugar exigía a cualquier invitado que demostrara su capacidad mágica y su sabiduría, si querían acceder a la Gran Pirámide y conocer los secretos del Ouróboros y sus Siete Portales. Sólo un Arcano podía fijar qué retos deberían superarse, pero ni siquiera el Arcano podía obviarlos o hacerlos baladís. Cualquier prueba que no se considerara apta, y por tanto difícil, sería rechazada por aquel lugar encantado. Suluk decidió que colocaría la primera las pruebas justo en donde se encontraba, en la orilla del lago que conducía a la isla, junto al único embarcadero habilitado. Recuperó su forma humana e invocó su Vara de Cristal. La varita mágica de Suluk, de madera de sauce enano y núcleo formado por hielo e hilos de luz de una aurora boreal, se convirtió en un largo bastón de cristal mágico de dos metros de altura, de color blanco azulado, brillante y traslúcido. El largo mango estaba tallado con finísimos cristales que dibujan una cola de oso enroscada alrededor y el báculo terminaba en una cristalina cabeza de Amarok, el Espíritu del Gran Lobo, de cuyas fauces abiertas comenzaron a surgir poderosos hechizos, emitiendo un destello cegador. Apuntando al lago que tenía frente a ella, prohibió que éste pudiera ser atravesado de ningún modo, salvo tomando una de las cinco pequeñas embarcaciones amarradas a los postes del embarcadero. Si alguno de sus alumnos intentaba sobrevolarlo, caería al lago. Si alguno intentaba atravesarlo nadando, se ahogaría irremediablemente. Por supuesto, los encantamientos antiaparición no eran siquiera necesarios, pues toda la Universidad disponía ya de ellos. Nadie podría desaparecerse para volver a aparecer en la isla. Tampoco los trasládores funcionarían y las criaturas del agua no serían de ayuda en ningún sentido. Sólo existiría un método de llegar a la isla y ese método pasaba por tomar la pequeña barquita. Cerró mágicamente el embarcadero en cuyo interior se encontraban y cinco llaves se materializaron ante sus ojos. Sólo esas llaves darían acceso al embarcadero y, por tanto, a las barcas que les podrían llevar a la isla. Finalmente, tomó agua del lago y la repartió en cinco cuencos en cuyos fondos se encontraban cada una de las llaves. Volvió a apuntar con la Vara de Cristal a los cuencos y el agua se tornó en una poción encantada. No podrían extraer la llave sin beber la poción, pero cualquier humano, fuese de la raza que fuese, moriría al beber aquella poción. Satisfecha con la primera de las pruebas, Suluk sonrió mientras colocaba las cinco gemas que había recolectado aquella noche delante de cada uno de los cuencos. Violeta, plata, rojo, amarillo y azul, un color para cada aspirante y serían ellos mismos quienes deberían adivinar qué cuenco le estaba destinado a cada uno de ellos. No les dejó ninguna pista, si habían prestado atención al camino que habían recorrido hasta allí, adivinarían fácilmente qué cuenco estaba destinado a cada uno de ellos. La Arcana de Animagia volvió a convertirse en una gaviota ártica y cruzó el lago en dirección a la isla. Ella no necesitaba superar ningún obstáculo, bien ganado se lo tenía, pues el Portal de las Siete Puertas no se lo había puesto nada fácil cuando realizó la Prueba de la Tabla Esmeralda que la convirtió en Arcana y la vinculó con su Anillo. Llegó a la orilla de la isla y sorteó los altos árboles que rodeaban toda la isla, internándose en el bosque. Pudo oír a lo lejos el rugido de un dragón y el inconfundible aullido de una quimera. Las ramas de los árboles y las lianas que colgaban de ellos resultaban extrañamente amenazadoras, pues parecían tener vida propia, moviéndose al compás de un viento inexistente en todas las direcciones, encogiéndose, retorciéndose, estirando, apretando, atrapando.... La imponente presencia de Suluk mantenía a raya aquellos árboles vivientes, pero sus alumnos no tendrían tanta suerte. Aún así, aquel bosque con sus peligrosas criaturas y sus amenazadoras ramas no era una de las pruebas que debía fijar Suluk a sus alumnos. La Arcana ya había decidido cuál sería el siguiente reto que deberían superar los aspirantes, mucho antes de llegar allí, por lo que tomando su forma humana de nuevo, se dirigió al lugar en donde sabía que un Cancerbero tenía su morada y, de nuevo apuntando con su Vara de Cristal, encantó todos los caminos para que, todos ellos, condujeran inexorablemente a aquel preciso lugar. Si querían llegar a la Gran Pirámide, todos los aspirantes deberían lograr que aquel Cancerbero les dejara pasar. Obviamente necesitarían música, pero no cualquier música, sino la que la Arcana Suluk estaba dejando indicada, en aquel mismo momento, en pequeñas notas que el viento iba desperdigando entre las ramas de los árboles. Sólo esas precisas notas, con su entonación, timbre y cadencia determinados lograrían dormir y apaciguar a la bestia. Si querían pasar, sus alumnos deberían encontrar siete notas no repetidas cada uno de ellos, pues si algo detestaba aquella criatura era las melodías repetidas. Tendrían que pasar uno por uno y cantarle a la criatura una melodía con las siete notas de la escala musical sin que ninguno de ellos pudiera repetir una sola nota de la misma manera. Suluk dejó atrás el Cancerbero y anduvo el resto del sendero del bosque hasta que los árboles se fueron haciendo más pequeños y la vegetación menos espesa. Poco después, se encontraba en un gran claro, cuya única vegetación eran los altos setos que conformaban un laberinto. No había ninguna otra forma de llegar a la Gran Pirámide que atravesando el laberinto, pues ésta se encontraba en su mismo centro. Una esfinge se encontraba junto a la entrada del laberinto. Suluk le dio indicaciones y la esfinge asintió con un gruñido gutural. Las órdenes habían sido claras: cinco acertijos concretos para cinco alumnos escogidos. Repasó sus notas para estar segura de que las indicaciones habían sido las correctas. Bastian tendría que responder al acertijo de la primera nota. ¿Qué hijo hace nacer a la madre que lo hizo nacer? El acertijo para Gatiux la obligaría a pensar, aunque Suluk creía que podría encontrar la respuesta sin mucha demora. Cuanto más se lava, mas sucia queda. ¿A qué me refiero? -le preguntaría la esfinge. La tercera nota contenía el acertijo al que debería responder Elvis. Estás dentro de él, pero no puedes entrar en él. ¿Qué es? Sally tendría que responder al acertijo de la cuarta nota. En la tierra verás una y en la luna verás otra, pero no busques en el cielo, que ninguna encontrarás. Finalmente, la esfinge le plantearía a Lyra el siguiente acertijo. ¿Que es aquello que, sin salir de su casa, por todos los sitios pasa? Alzó de nuevo la Vara de Cristal y encantó el laberinto, de tal forma que escondió de la vista de cualquiera que recorriera el laberinto a pie cada salida que llevaba al centro donde se encontraba la Gran Pirámide. Además, encantó el aire para que nada ni nadie de tamaño superior a un gorrión pudiera sobrevolarlo. Y encantó también el suelo para que nada ni nadie pudiera cavar o atravesar de cualquier forma los setos. Los aspirantes tendrían que atravesarlo a pie y no podrían ver ninguna de las salidas. Antes de marcharse, le dio a la esfinge una última instrucción. - Cuando los despidas, una vez que acierten sus acertijos, diles a todos ellos que sólo lograrán encontrar la salida si desde arriba alguien los guía. Por fin estaban completados los cuatro obstáculos y Suluk se alejó, satisfecha, camino de la Gran Pirámide, donde esperaba encontrarse con sus alumnos al mediodía. Quedaban todavía dos horas, tiempo más que suficiente para llegar hasta allí, pero esperaba que sus alumnos hubieran tomado la precaución de salir con tiempo suficiente. Era una estructura antiquísima de impresionantes bloques de piedra, no muy diferente de las pirámides que los muggles están acostumbrados a admirar en Egipto, pero en ésta, de cada junta destellaban hilos mágicos de un color azulado y el conjunto entero era de un dorado tan brillante que resultaba cegador a la vista. La puerta era de cristal con siete anillos en círculo grabados en bronce. Sin mediar palabra, Suluk posó su mano sobre el Anillo que representaba la animagia y la puerta se abrió silenciosa y dispuesta. El interior de la pirámide era un salón circular. En el suelo destacaba el relieve de una estrella de cinco puntas dentro de una circunferencia formada por una serpiente que se muerde la cola, representando el Ouroboros. Se encontraba en el Portal de las Siete Puertas, que se encontraban dispuestas alrededor del Ouroboros, equidistantes entre sí, algo que habría sido imposible para la matemática muggle, pues un círculo no es divisible en siete partes. Sin embargo, las puertas cambiaban de lugar a cada instante, apareciendo unas y desapareciendo otras, por lo que un mago, siempre vería puertas equidistantes. Cada una de ellas, tenía el Anillo de la Habilidad que representada, grabado en bronce. Cuando Suluk activara el Ouróboros, al entregar los anillos a los aspirantes, la puerta de la Animagia quedaría fija y dispuesta y las demás desaparecerían. Pero todavía no había llegado el momento. Debía esperar a que sus alumnos llegaran. Cuando al fin los aspirantes llegaron, Suluk se dispuso a activar la Prueba, pero antes debía de preguntarles, por última vez, si estaban dispuestos a enfrentar el reto. - Si habéis llegado hasta aquí, es porque aceptasteis, en primer lugar, realizar la Prueba. No obstante, he de volveros a preguntar. ¿Estáis preparados para realizar la Prueba de la Animagia? Como ya sabéis, si habéis leído El Portal de las Siete Puertas y Breves apuntes sobre las Pruebas de las Habilidades, se trata de una prueba muy peligrosa. Cuando os entregue los Anillos del Aspirante a la habilidad de la Animagia, la Prueba se activará y ya no tendrá vuelta atrás. Podéis morir en el intento o perderos para siempre en uno de los mundos del Portal sin que nadie jamás pueda haceros regresar. También puede ser que, en mitad de la prueba, decidáis que no queréis continuar. Si ese es el caso, a través de los Anillos podré sacaros de ahí, pero el Portal jamás os dejará volver a pasar. Nunca más tendréis opción de realizar la Prueba de la Animagia. Suluk miró a sus alumnos uno por uno, evaluando su resolución. Veía emociones en ellos comparables a las que ella misma había sentido durante su primera vez en el Portal de las Siete Puertas. - Todavía estáis a tiempo de echaros atrás -continuó. Si ahora decidís no hacer la prueba, tendréis la posibilidad de volverla a hacer más adelante. Hasta tres veces se puede preguntar, pero no más de tres veces se ha de preguntar. Si rechazáis hacer la prueba tres veces, el portal tampoco os dejará nunca entrar. Esperaba que que les quedara lo suficientemente claro. Los libros que les había indicado leer lo especificaban varias veces, pero era importante que sus alumnos se dieran verdadera cuenta de las consecuencias de rechazar la Prueba. - ¿Alguna duda antes de que active el Portal?
  17. Suluk Akku

    Animagia

    - ¿No sabías que la animagia no precisaba varita? ¡Ah, estos magos y su dependencia de la varita! -Gruñó Suluk ante el comentario de Lyra. - Por supuesto que no, pequeña. Necesitas ser mago y aprender la habilidad, pero como la mayoría de las otras habilidades, no se precisa utilizar la varita para experimentar la habilidad. Sus alumnos habían respondido con prontitud y entusiasmo y eso la alegraba sobremanera. Confiaba en ellos y sabía que lograrían hacer una prueba ejemplar. No obstante, debía hablarles de la prueba, pues los peligros eran innumerables. Vio llegar a Juve y se paró un momento a escucharla. - No te preocupes, Juve, a veces todos nos retrasamos, pero seguro que conseguimos recuperar esas demoras con un poco de paciencia. ¿No es cierto? La Arcana sonrió mientras se acercaba al lugar en donde los cinco que primero realizarían la prueba la esperaban. - Por cierto, Juve, Sofia anda reuniendo a todos. Si os parece, nos adentraremos todos como animagos en las extensas llanuras del Polo Norte. -Volvió la mirada y vio a Felicity que también acababa de llegar al iglú. -Me alegra que estés aquí, Felicity. ¿Has oído lo que le acabo de decir a Juve? Nos vamos de excursión. Prepararos y tomad algo caliente, que nos pondremos en marcha enseguida. Se acercó al grupo de cinco, pensando que también a ella le gustaría prepararse algo caliente. ¿Tal vez un chocolate bien espeso? ¡Claro! Elvis lo acababa de proponer y no era una mala idea. - ¡Vamos por ese chocolate Elvis! Será reconfortante. Se llevó a los cinco primeros aspirantes a una mesita apartada y creó alrededor de ellos una Salvaguarda contra oídos indiscretos. Nadie más fuera de aquel reducido grupo podría escuchar lo que allí se dijera. - Es mi deber informaros de que os considero preparados para realizar la prueba de la animagia -comenzó Suluk. -No será fácil. Se trata de una prueba difícil y peligrosa, aunque creo que haberos traído a este lugar os será de utilidad. La prueba consiste en entrar en un portal que puede conducir a cualquier mundo, igual que aquí. Pero al contrario que en este lugar, desde aquel portal también se puede acceder a mundos irreales, creados por la propia mente o, incluso por el propio Portal. No podré ayudaros, pues yo no puedo volver a cruzar ese umbral. Estaréis solos y seréis sometidos a pruebas que podrán en riesgo vuestra propia vida o incluso vuestra capacidad de regresar a este mundo. Debo preguntaros formalmente e igual de formalmente debéis contestarme en este preciso momento. ¿Deseáis afrontar la Prueba de la Habilidad de la Animagia? Suluk esperó a que los cinco alumnos respondieran. Era la pregunta formal. Sin ella, la prueba no podía comenzar. - Aún podréis echaros atrás, pero los que perseveréis en vuestra decisión de hacer la prueba, debéis acudir mañana al mediodía a la Gran Pirámide, justo en el centro de la Universidad. Para llegar hasta allí, deberéis llegar al lago central. Allí hay una isla y en el centro de esa isla, bordeada en sus orillas por un gran bosque, se encuentra un laberinto, dentro del cuál, encontraréis la Pirámide. Yo os estaré esperando allí. Esperó por si sus alumnos tenían alguna duda o querían contarle algo más. Al fin y al cabo, muchos de ellos no le habían contado sus experiencias con la aurora boreal y le gustaría escucharlas. Pero tiempo al tiempo, aún tenía que darles alguna indicación más. - Ahora os iréis a descansar y a prepararos. Es necesario que, antes de acudir a la Prueba, hayáis leído estos libros -Suluk tomó dos libros de una estantería e hizo copias mágicas de ambos para entregarles un ejemplar de cada libro a cada uno de los cinco aspirantes. -Se llaman El Portal de las Siete Puertas y Breves apuntes sobre las Pruebas de las Habilidades, leedlos con detenimiento, pues os informarán de cosas que necesitáis saber. Mañana, de todos modos, os explicaré con más detalle, antes de que crucéis el Portal. Tras escuchar lo que los cinco alumnos tenían que decir, les acompañó a la salida que les llevaría de vuelta a la casa de Suluk y de ahí a la Universidad. Mientras los alumnos cruzaban el portal de vuelta a la Universidad, una avispada lechuza lo cruzó en dirección a ella. Tomó la carta que traía y la leyó. Era de una nueva alumna y no una cualquiera, sino la propia directora de la Universidad. Redactó unas notas rápidas y las enrolló en la pata de la lechuza, que salió volando por el portal, en busca de su destinatario. La nota decía lo siguiente. Luego volvió donde se encontraban el resto de sus alumnos, todavía en el Polo Norte. - Y bien, ¿qué os apetece hacer? -Les preguntó. - ¿Nos quedamos en este mundo o preferís visitar algún otro?
  18. Suluk Akku

    Animagia

    Suluk no encontró a Jocker en casa cuando volvió. Estuvo esperando un buen rato, pero el aspirante no apareció. Pensó que igual se había ido a dar alguna vuelta por los jardines o acercado al Campo de Cliodne, por lo que se dedicó a leer varios informes, mientras observaba un extraño dispositivo con forma de pequeño espejo sobre el escritorio. No le podía mostrar lo que ocurría más allá del Portal que conducía al Polo Norte, pero si alguien trataba de entrar en contacto con ella, a través de otro espejo gemelo situado en el iglu, les serviría para comunicarse. Extrañada por la ausencia de Jocker, Suluk consultó las gemas que le indicaban la presencia de alguna persona en los alrededores de su casa, sin éxito alguno. Envió a los malamutes en busca de Jocker, por si acaso éste había decidido utilizar algún tipo de magia especial, no había que olvidar que la mayoría de sus alumnos eran poderosos magos. Pero tampoco los malamutes tuvieron éxito alguno. Finalmente, decidió abandonar la casa y hacerse llegar hasta el portal donde estaban el resto de sus alumnos. No se molestó en dejar ninguna nota. Si Jocker se aparecía, que esperara. Si no aparecería... allá él. A Suluk le gustaban muy poco los alumnos poco comprometidos. Menos aún los soberbios que consideraban que estaban por encima de las normas de educación más básicas. Murmurando enfadada consigo misma por haber perdido el tiempo para nada, volvió a entrar por el portal que conducía al Polo Norte. El espectáculo de la aurora boreal cayendo en infinitos y sutiles hilos de colores sobre el manto blanco polar la dejó sobrecogida, como siempre. Por más que visitara ese lugar, no podía dejar de admirarlo. Aunque no todos, muchos de sus alumnos habían tomado su forma animaga. Ella también sintió el deseo de hacerlo y en un instante se convirtió en una hermosa gaviota ártica y no se privó de volar a sus anchas por el paisaje invernal, mientras observaba dónde estaban todos sus alumnos y qué estaban haciendo. Estuvo un buen rato observándoles, determinando quiénes deberían de ser los primeros en realizar la prueba, era una decisión muy difícil, pero debía tomarla. No todos podían realizar la prueba al mismo tiempo, aunque confiaba que la mayoría de ellos pudieran superarla pronto. A pesar de que su forma hacía que se confundiera con el paisaje, a la primera que vio fue a la linda gatita persa en la que se convertía Lyra. Oscilaba de un mundo a otro y parecía estar experimentando. - Hola Lyra, ¿cómo ha ido la experiencia? - Las palabras no eran exactamente palabras en el lenguaje que sólo los animales comprenden, pero aún así, lo que la gaviota ártica quería comunicarle a la gatita persa era perfectamente entendible por ambas. - Tengo que hablar contigo, cuando hayas terminado de experimentar, por supuesto. Estaré en el Iglu. No muy lejos de allí se encontraba Bastian, en su forma humana. Suluk se acercó hacia él y se posó en su hombro, sin molestarse en pedir permiso. No le hacía mucha gracia retomar a su forma humana, pues estaba disfrutando de su vuelo, pero quería hablar con él. - Ha llegado el momento de que hablemos, Bastian. Espera en el Iglu, ahora mismo iré. Se iba a volver a transformar, cuando notó la presencia de Gatiux, Elvis y Sally en su forma humana no muy lejos de allí. No estaban juntos, pero salvo Elvis, los demás estaban solos. Se acercó, alternativamente a Gatiux y Sally y para ambas el mensaje fue el mismo. - Es momento de que os hable de la Prueba. Os espero dentro del Iglu cuando estéis listas. Por último, se acercó adonde Elvis se encontraba hablando con Sofia. - Sí, sería una buena idea explorar el horizonte -comentó sonriendo, pues no había podido evitar escuchar el comentario del joven. -Elvis, si no te importa, quisiera hablar contigo en el Iglu, luego podemos seguir todos juntos con la exploración un rato más. Tras dirigir aquellas escuetas palabras a los cinco que serían los primeros designados para realizar la prueba, Suluk se dirigió a Sofía. - ¿Me ayudas a reunir al resto? Enseguida estaré lista y podemos aventurarnos a dar un paseo por aquí todos juntos. Suluk confiaba en que Sofia estuviera pronto preparada, al igual que Asuhr, con un poco de suerte, las pruebas casi podrían ser simultáneas, pero de momento sólo podían atravesar el portal un máximo de 5 aspirantes al mismo tiempo. En cuanto a los demás alumnos, tendría que hablar con ellos. Tenían que ponerle más interés, si querían conseguir la habilidad.
  19. Suluk Akku

    Animagia

    El nuevo aspirante se había presentado en la clase y, sin apenas presentaciones, se había dirigido hacia el espejo. -Bienvenido, Jocker Black Lestrange -respondió Suluk a las espaldas de Jocker, pues el joven ya se encontraba frente al espejo. A Suluk no le importaban las prisas, pero consideraba imprudente las premuras. Ciertamente, apenas sabía nada de aquel joven, pues no había tenido oportunidad de leer informes sobre él y, si bien había contado con unos pocos minutos de presentación cuando lo invitó a trasladarse hasta ellos, no se le había ocurrido pensar que el nuevo alumno sería tan impulsivo como para meterse de cabeza en el espejo sin realizar el más mínimo comentario sobre sí mismo. -Bueno -se dijo Suluk en un susurro -tiene las instrucciones y el espejo no hace daño a nadie. Lo más que le puede pasar es que descubra algo sobre sí mismo que no le guste mucho. Aquel pensamiento, le hizo recordar a Mackenzie y a Asuhr. Mientras seguía observando a Jocker, Suluk miró por el rabillo del ojo hacia donde estaban las chicas. Mackenzie parecía recuperada de la experiencia, aunque Suluk había vivido lo suficiente para conocer a las personas y algo le decía que esa chica se mostraría imperturbable pasara lo que pasara. Asuhr en cambio era la viva imagen de la confusión. Sin perder detalle de lo que ocurría con Jocker, siguió observando a la chica Uzza y, de pronto, a Suluk se le iluminó la mirada. Conocía a la perfección esa expresión que se mostraba ahora en el rostro de Asuhr. Conocimiento y aceptación era, ni más ni menos, lo que la provocaba. Aquella chica lo había conseguido. No tuvo que esperar mucho para comprobarlo. Un instante después, una hermosa cobra real se materializaba ante sus ojos. - Felicidades, Asuhr. ¡Lo has conseguido! -La felicitó la Arcana, acariciando suavemente la piel escamada del animal. - ¡Bien! ¡Bien! Parece que todos habéis avanzado mucho hoy, así que os dejaré el resto del día libre. A ti no, Jocker, quédate por aquí e inspecciona el Campo de Cliodne. Si observas con atención, descubrirás cosas interesantes. Intenta hablar con alguno de los seres que viven aquí. Trata de que te cuenten sus historias y aprende de ellas. Verás que en lo que se refiere a la Animagia, muchas cosas pueden salir mal. Es una habilidad peligrosa y las transformarciones y destransformaciones muchas veces no salen bien. Como para corroborar las palabras de Suluk, justo al terminar de hablar, un pequeño ratón entró corriendo al comedor y se aupó al regazo de la Arcana. Lo tomó con cariño y le sonrió, mientras le acariciaba el pequeño lomo. Tenía el cuerpo de un ratón, pero su rostro no era el afilado que correspondía a su raza. Allí donde debería haber estado el hocico, se perfilaba una graciosa nariz achatada justo encima de una boca de labios rojos, perfectamente dibujados. Dos ojos humanos, de un intenso verde, miraban desde las cuencas de la pequeña criatura. ****** Habían pasado varias semanas y los chicos progresaban. Suluk estaba muy satisfecha, pero se encontraba con un grave dilema. Sólo cinco podrían realizar la prueba en primer lugar y quizás tuviera ya a más de 5 alumnos preparados. Se aproximaba el momento en que tendría que elegir a aquellos a los que debería proponerles realizar la prueba en primer lugar. Era aún pronto aquella mañana, pero Suluk ya había tomado una importante decisión. Se encontraba en su escritorio examinando los informes que por fin había logrado obtener sobre Jocker. Por algún extraño motivo, habían tardado mucho en llegar. Aún no había salido el sol, pero la Arcana ya había desayunado y preparado algo de comer para aquellos que, como muchas otras noches, habían decidido quedarse a dormir allí. A pesar de lo temprano que era, sus alumnos no tardarían en estar en condiciones de afrontar lo que aquel día les reservaba. Y efectivamente, no se equivocaba, una hora más tarde, apenas había sol, los aspirantes a la habilidad de la Animagia estaban preparados para una nueva lección, aunque en aquella ocasión, esa lección no iba a ser la misma para todos. - Jocker, quédate en la casa y pon un poco de orden por aquí. Ya sabes, las camas, los platos, el polvo... en fin, todas esas cosillas -le guiñó un ojo y sus ojos chispearon, acompañando una enorme sonrisa. -No te preocupes, no tardaré en volver. Los demás, poneros ropas de abrigo, las vais a necesitar. ¡Vamos, seguidme! ¡Ah! Se me olvidaba, no os llevéis nada. Ningún objeto personal. Sólo vosotros y la ropa. Nada de varitas. No las vais a necesitar. Suluk tomó su propia capa forrada de piel de oso y se cubrió con la capucha. En los jardines de la casa nevaba aquella mañana, gracias a los encantamientos climáticos, y la temperatura era más baja de lo que los alumnos estaban acostumbrados, teniendo en cuenta que la Arcana había procurado que no pasaran demasiado frío. Pero aquel día, no se había molestado en disminuir el frío glacial del exterior. Primero, porque el único que permanecería allí iba a ser Jocker y no le vendría mal pasar algo de frío. El calor nubla la mente. Pero sobre todo, porque en el lugar al que se dirigían les esperaba el frío ártico. Más valía que se fueran acostumbrando. Los condujo hasta un lago helado que los alumnos habían podido contemplar muchas veces en los jardines de Suluk y caminó por el borde, hasta llegar a una pequeña poza de aguas cristalinas que, en contra de todo pronóstico, eran las únicas que no se habían helado. Parecían desprender un resplandor azulado. - Sé que parece agua y bastante fría -señaló la pequeña poza ante las miradas confusas y algo displicentes de sus alumnos- el caso es que no es exactamente agua. Suluk apuntó con la varita y un arco de cristal que reflejaba los colores del arco iris ascendió a la superficie, justo por encima de la poza. En su interior, una haz de energía giraba en un torbellino de rayos azules y blancos. - Como veis, es otro portal. Aunque éste está protegido por un encantamiento que sólo yo puedo activar. Suluk dejó el portal abierto y con un gesto de la mano les indicó que lo atravesaran. Cuando todos los presentes lo hubieron cruzado, lo hizo ella también y cerró el portal. Un manto blanco, hasta donde abarcaba la vista, se extendía ante los ojos de Suluk. Respiró con añoranza y se impregnó de las increíbles fuerzas mágicas que podían sentirse en aquel lugar. No había nada, sólo llanuras interminables de hielo y nieve, en medio de una noche estrellada y sin luna. Era el invierno ártico y se encontraban precisamente en el centro del Polo Norte. Ante ellos, como hilos mágicos que navegaran por el cielo a su libre albedrío, se desplegaba en todo su esplendor una aurora boreal. Habían tenido suerte y la que los visitaba en aquella noche ártica era de proporciones tan gigantescas que cubría todo el firmamento de haces de luz verdes, púrpuras, azules y dorados. - Es hermosa -afirmó Suluk sobrecogida. -Tan hermosa que podríamos considerarlo un buen presagio -sonrió. - Estamos en el centro del Polo Norte, aunque si he de seros sincera, os diré que éste es un lugar tan mágico, que sólo es accesible por los magos. Si os he dicho que no trajerais ningún objeto, es porque la magia aquí es tan fuerte, que cualquier interferencia puede provocar efectos tan poderosos como incontrolables. Suluk alzó la mano al cielo y un haz de luz azul se posó suavemente entre sus dedos. Giró, se retorció juguetón y volvió de nuevo al firmamento. - Muchos de vosotros estáis preparados, casi -subrayó la última palabra- para realizar la prueba de la habilidad. Se trata de una prueba peligrosa que exige el dominio absoluto de todo lo que habéis aprendido estos días. No todos podréis realizar la prueba al mismo tiempo, pues sólo un máximo de 5 personas pueden realizarla al mismo tiempo. No obstante, dado que casi estáis preparados, os he traído a este lugar. Os aseguro que os ayudará mucho esta experiencia para afrontar la prueba con éxito, cuando seáis llamados a realizarla. Suluk hizo un pausa y observó a sus alumnos. ¿De verdad estaban preparados? La prueba era peligrosa y, además, sólo podía ser realizada una vez. Tendría que meditar mucho quiénes serían los cinco alumnos que la realizarían primero. - Aquí, en este lugar, se diluyen las fronteras. Los mundos se tocan entre sí y mil universos paralelos confluyen en este lugar. Desde aquí se puede ir a otros mundos, incluso a otras dimensiones. Se puede viajar al presente, al pasado, al futuro, a las estrellas... Aquí no hay fronteras. Sólo hay magia. Y está en estado puro. La Arcana alzó la mano de nuevo y dos haces de luz de la aurora boreal se acercaron sumisos al llamado de su voluntad. Su voluntad hizo el resto y, al instante, los haces de luz se transformaron en un amplio iglú. - Quiero que experimentéis con vuestra habilidad aquí, donde la magia no sigue las reglas tradicionales. Estaré al tanto de lo que ocurra y, además, os dejo un iglú totalmente equipado. Dentro tendréis también la forma de comunicaros conmigo, si ocurriera cualquier emergencia. Yo volveré un rato a la casa. Y sin más, Suluk volvió a atravesar el portal, cerrándolo de nuevo, de vuelta hacia su casa, donde Jocker debería estar limpiando a conciencia.
  20. Suluk Akku

    Animagia

    Suluk estaba muy satisfecha con sus alumnos. Ya cuando los vio entrar en la Casa de Cliodne sintió que volvían un poco más sabios de su experiencia en el Campo de Cliodne. Les había hecho enfrentarse al mayor temor que podían esperar de la animagia, pero lo habían superado con éxito, venciendo el temor y aprendiendo de él. Todavía veía dudas en las caras de algunos de sus alumnos, pero también notaba que la mayoría de ellos habían ganado poder con la habilidad. Miró a la chica Uzza, ella era la más retrasada del grupo, pues nunca se había transformado, pero estaba segura de que empezaba a comprender y no tardaría demasiado en intentar su primera transformación. Suluk estaba segura de ello. Cuando tras la explicación sobre el Espejo de Cliodne, Katara le había preguntado si podrían volver a visitar a los infortunados que vivían en el Campo de Cliodne, Suluk sonrió satisfecha. Le gustaba que la gente se implicara en las cosas, que tomaran partido. ¿Qué sería de la vida sin la pasión que nos lleva a darle a cada instante lo mejor de nosotros mismos? - Claro que sí, Katara. Me encantará que me ayudes a cuidar el Campo de Cliodne. Siempre agradezco las visitas de mis antiguos alumnos, aunque vengan sólo a charlar o a tomar un café calentito, pero más allá de que vengas a visitarme, el Campo de Cliodne siempre estará abierto para cualquier animago que desee ayudar. Hay mucho por hacer y muy pocas manos. Las tuyas son bienvenidas, por supuesto, aunque sólo vengas a charlar y a hacerles compañía. Antes de que comenzaran con la experiencia del espejo, Suluk se acercó a saludar a Juve, a quien no había tenido oportunidad de darle la bienvenida a la clase todavía. - Me alegro de que hayas sabido llegar por ti misma al Campo de Cliodne, veo que te estás adaptando muy bien a la clase, muchacha. Bienvenida. Los alumnos se fueron sumergiendo con interés en la experiencia del Espejo de Cliodne. Todos ellos fueron turnándose y cada uno de ellos fue ganando conocimiento sobre sí mismo. Suluk lo veía en sus caras, en sus miiradas, en sus gestos, tras abandonar el lugar frente al espejo y pasar el turno al siguiente de sus compañeros. Conocimiento y aceptación. Suluk creía que lo estaban consiguiendo. ¿Estaba Bastian más seguro? ¿Había perdido la tensión, el miedo que le provocaba transformarse? Suluk creía adivinar que sí, al menos en parte. Felicity, la joven que había llegado tarde, no lo había hecho mal. Notaba la habilidad fuerte en ella, pero había tanta tristeza en su interior... Lyra, Elvis, Sally y Mackenzie no parecían tener muchos problemas con la habilidad. Cada vez se desenvolvían mejor. Incluso Juve, que había llegado tarde y se había adaptado tan bien. En cuanto a Sofía y a Gatiux... cuando terminaron su experiencia frente al espejo, Suluk sonreía con mucha satisfacción. Tal y como había previsto, lo habían logrado. O mucho se equivocaba o la habilidad era de ellas de nuevo. Algo extraño ocurrió cuando Mackenzie estaba a punto de terminar su turno. La chica Uzza, Asuhr, se le había ido acercando poco a poco. Parecía confundida, incluso temerosa. Suluk no quiso intervenir cuando el espejo las atrapó a ambas en su fuerza. Sabía que no era peligroso, todo lo más podía ser impactante sufrir una de aquellas experiencias conjuntas, pero si el destino lo había querido así, mejor era dejar que sus hilos se tejieran como quisiera disponer el Universo. Consciente, sin embargo, de la importancia de aquel momento para las brujas que lo estaban insperando, Suluk prestó especial atención a cuánto sucedía. No podía comprender todas las imágenes que veía, a pesar de lo que había leído de Mackenzie y Asuhr. En gran medida, era un experiencia personal y sobre la parte más íntima de aquellas jóvenes, Suluk sabía poco. Lo que sí le quedaba claro es que había un vínculo entre Asuhr y Mackenzie que ni siquiera ellas comprendían. Tampoco la Arcana. La experiencia terminó en enfrentamiento y Suluk no se sorprendió. Agradeció a Elvis su rápida intervención, pues aquellas dos jóvenes estaban tan alteradas que a la Arcana no le hubiera extrañado que hicieran alguna tontería. - Basta, chicas. Elvis tiene razón -sentenció con voz calmada, levantándose de su butaca, la vara de cristal lista para actuar si la situación se salía de control. Suluk dio tiempo para que Mackenzie y Asuhr se serenaran, confiando en que pronto escamparía aquella tormenta. Aún estaba allí, mirándolas, cuando una de las gemas que tenía en el bolsillo, comenzó a emitir un calor inusitado. La tomó entre sus manos y cerró los ojos. La gema, una de las obtenidas con su collar de cuentas de hielo, servía para avisarle de la presencia de alguien en su casa. Vio a un joven al que no reconoció y se preguntó si sería un nuevo alumno. Lamentaba que, de ser así, Suluk no hubiera tenido tiempo de leer informes de él con anterioridad, pero la clase estaba siendo tan concurrida que a la Arcana no le había quedado mucho tiempo para nada más. Justo en ese momento, una lechuza pasó volando por su cabeza y dejó caer una nota. Era de la oficina de inscripciones de la Universidad. Efectivamente, tenía un nuevo alumno. - Parece que vamos a tener más compañía -anunció. Escribió rápidamente una nota para Jocker y encantó una pequeña figurita de porcelana que encontró sobre la mesa. -Portus -pronunció. A continuación, enrolló la nota para el nuevo alumno y envolvió la figura de porcelana en una pequeña tela, atando ambas a la pata de la lechuza, que se había quedado esperando. - Lleva esto a Jocker Black Lestrange. El texto de la nota dirigida a @@Jock decía lo siguiente.
  21. Suluk Akku

    Animagia

    Cuando despertó, estaba cubierta en sudor y las mantas se habían desparramado por el suelo. Suspiró con resignación. Quizás sus alumnos pensaran que hacía frío, pero había tenido que modificar el clima lo suficiente para que no les castañetearan los dientes, lo que a ella le estaba suponiendo pasar calor. Todo sea por el bien del conocimiento y la sabiduría -se dijo- incorporándose de la cama y restregándose los ojos. Se aseó un poco en una tina de agua sin calentar y se colocó una túnica gris, bordada con runas, que tenía una sola abertura en la parte de la cabeza y llevaba incorporada con capucha de piel de oso. Cuando estuvo lista, salió hacia la cocina dispuesta desayunar. No tardó en encontrarse con Felicity, que se encontraba sola, deambulando por la casa. - ¡Vaya, por fin llegaste! -Exclamó. - Y veo que tu compañera Juve también ha aparecido esta mañana -estaba consultando una gema verde, fabricada con su collar de cuentas de hielo, que le decía quiénes se encontraban en los alrededores. Pero Felicity obviamente lo ignoraba, así que forzosamente aquello le tuvo que causar extrañeza. - ¿Quieres desayunar, Felicity? La anciana sonrió con picardia, sabedora de que el hecho de que la llamara por su nombre le resultaría desconcertante a su interlocutora. Suluk había leído lo suficiente sobre cada uno de sus alumnos como para conocerlos a todos, incluso aunque no se hubiera molestado en consultar también retratos y fotografías, pero obviamente no había querido prescindir de ellas, pues ya lo dice el refrán, una imagen vale más que mil palabras. Cuando la Arcana sació su apetito, se levantó de la mesa con aire resuelto y le hizo señas a Felicity para que la acompañara. - ¡Vamos! La mayoría de tus compañeros están en el Campo de Cliodne, así que vamos hacia allí a buscarlos. Tu vienes conmigo, así te enseñaré el lugar. Más adelante, tendrás que volver allí, pues es importante que aprendas las lecciones que el lugar puede proporcionarte, pero eso cuando hayamos terminado con otras cosas -sus ojos chispearon con brío-. Cuando volvamos, quiero que friegues los platos del desayuno, luego tenemos tarea con un espejo mágico y no podemos demorarnos mucho, pues tenemos que salir de excursión. Así que no se nos puede hacer muy tarde, tendrás que volver al Campo de Cliodne en otro momento. Suluk miró al sol, calculando la hora y asintió. Tenían tiempo de sobra, todavía era temprano. Caminaba más despacio de lo que su fortaleza le habría permitido, pero lo hacía con toda intención. Quería aprovechar el corto camino hacia la casita en la que se encontraba el portal que llevaba al Campo de Cliodne para hablar con Felicity y que le contara algo sobre sí misma y sobre la animagia. - Por cierto, supongo que sabes quién era Cliodne, ¿verdad? Una brava irlandesa, sí señor -asintió para sí misma-. Era una poderosa animaga, ¿lo sabías? Se convertía en un ave marina, pero descubrió la forma de convertirse también en una ola marina. Tenía tres pájaros mágicos que curaban con su canto a los enfermos, mientras éstos dormían. Sí, era muy poderosa, también descubrió las propiedades del Rocío de Luna. La Arcana miró a Felicity estudiando su expresión y tras una breve pausa continuó hablando. - ¿Qué sabes de la animagia? ¿Ya te has transformado alguna vez? ¿En qué animal te conviertes? Suluk escuchó lo que la joven tuviera que decir y después entró en la casita y atravesó el portal. Ya en el Campo de Cliodne buscó a Bertie y le pidió que reuniera a los chicos y los llevara hasta la casa de Cliodne. Ella no se quedó a esperar, Bertie llevaría a sus alumnos. Caminó por un sendero de piedra, a cuyos lados crecían hermosas hayas y acebos. No tardó en llegar a una bifurcación y tomó el camino de la derecha que bordeaba la margen de un pequeño riachuelo. Siguió el curso del río, hasta adentrarse en una zona del bosque, en donde había tantos árboles y tan altos, que apenas se vislumbraba el sol, penetrando entre los escasos huecos por los que la tupida naturaleza dejaba ver el cielo matinal. En lo más frondoso del bosque, había una casa con la forma de un ave marina. Dos ventanas en la parte superior, simulaban los ojos de la criatura y un enorme balcón curvado, en tonos amarillos, representaba su pico. En la parte baja de la casa, una bóveda que cubría un pequeño lago interior, demarcaba la separación entre las patas y sus formas abultadas en los laterales, de un blanco inmaculado, dibujaban perfectamente el cuerpo de la criatura. Casi parecía que la casita fuera a graznar de un momento a otro. Era la casa de Cliodne. Suluk entró en la casa de Cliodne y recorrió los pasillos hasta un enorme salón, cuyas paredes estaban repletas de retratos. Los suelos y paredes eran de madera noble y en el centro de la estancia, lucía una gran mesa de caoba, sobre la que colgaba un enorme círculo de velas que alumbraba con gracia el interior. Esperó a que sus alumnos terminaran de llegar y entonces comenzó a hablar. - Espero que hayáis sacado algún lección de vuestra visita al Campo de Cliodne. Dado que sus alumnos eran instruidos, supuso que habrían oído hablar de la bruja. Aunque imaginó que les extrañaría aquel nombre, así que decidió desvelar lo que sus alumnos estarían preguntándose. - Este lugar se llama así en honor a su creadora. Era una animaga muy poderosa y fue ella quien comenzó a preocuparse por aquellos casos en los que la transformación salía mal. Después de ella, otros muchos Animagos nos hemos encargado de este lugar, procurando recoger a todos los que podemos y traerlos aquí, para cuidarlos y, si se puede, tratar de curarlos, quitarles los bloqueos, en fin, hacer lo que se pueda por ellos. Pero no siempre es posible. La realidad es que son pocas las veces que tenemos éxito. Al menos lo intentamos y, cuando no lo logramos, aquí pueden vivir felices y atendidos en la medida que precisen. Suluk miró a los presentes, preguntándose si alguno de ellos también habría sentido el deseo de "curar" a aquellos seres desgraciados. Se encogió de hombros y avanzó hacia un espejo de grandes proporciones que se encontraba al fondo del salón. - Éste es el espejo de Cliodne. Es un espejo mágico. -Suluk acarició con respeto la superficie de cristal y el marco de madera de ébano. -Os habréis dado cuenta ya de que hay una constante en las transformaciones que salen mal. Sí, a veces hay también accidentes. Pero más allá de los accidentes, una gran parte de las transformaciones que no salen bien, son por dos motivos: Uno -enumeró con el dedo índice- no nos conocemos y dos -levantó el dedo corazón- no nos aceptamos. Conocimiento de nuestra naturaleza y aceptación de la misma. Esa es clave. Quien se conoce y se acepta no debe temer las dudas, los miedos y los bloqueos que normalmente provocan los accidentes que habéis visto. Se colocó frente al espejo y le sonrió. Su reflejo le devolvió la sonrisa. - ¿Otra vez aquí, pequeña gaviota? -La voz que procedía de alguna parte indefinida del espejo era de mujer. Suave y dulce, armoniosa, con un timbre más bien agudo, pero para nada molesto. -¿Nuevos alumnos? - Muéstrame quién soy -le ordenó Suluk al espejo. - Como quieras -respondió el espejo, dejando escapar un suspiro. Al momento, el reflejo de Suluk desapareció de la superficie de cristal y se transformó en una neblina que fue ondulando hasta mostrar el rostro de una niña con ojos alegres y despiertos. Era el rostro de Suluk, no había duda. Sus mismos ojos chispeantes, su misma sonrisa, pero ahora su piel estaba tersa y suave como la de una niña de 11 años y sus cabellos eran de un negro tan brillante que parecía seda. - Sí, esa soy yo -río Suluk- pero muéstrame algo más. Háblame de mi naturaleza animal. El espejo mostró una gaviota, surcando un mar helado de embravecidas olas. Suluk respiró hondo, absorbiendo la plenitud que le proporcionaba aquella imagen. Se sentía tan identificada con la escena que casi le parecía estar ahí, en medio de aquel mar furioso. Era la gaviota, pero de alguna forma, también era el mar y el hielo y las olas que rompían contra los glaciares con un incansable ímpetu. Veía en aquella escena sus ansias de libertad, su voluntad de hierro, su fortaleza y el deseo de explorar los límites del conocimiento. Contra viento y marea, tal era Suluk. La Arcana se apartó del espejo y el reflejo se deshizo en el acto. Se volvió hacia los estudiantes, tratando de averiguar si habían comprendido lo que tenían que hacer o debía darles más explicaciones. - El espejo os ayudará a conoceros y cuando encontréis la imagen que en verdad os representa, la reconoceréis. Mientras vuestro conocimiento de vosotros mismos no sea perfecto, el espejo no os devolverá la imagen que buscáis. Puede que divague, que muestre imágenes poco claras o inexactas. Sólo cuando os conozcáis, os mostrará la imagen que necesitáis. Esa imagen os ayudará siempre. Podréis acudir a ella en vuestra mente siempre que lo necesitéis y os dará fuerza, voluntad y sabiduría. Agarraros a ella cuando las olas de la vida os tambaleen y esa imagen os hará florecer. Es mágica, puesto que es la mejor representación de la verdad sobre vosotros mismos. No la temáis, aceptarla. La verdad os hará libres y sabios. No sólo eso, os hará poderosos. La Anciana se retiró, dejando que los estudiantes se acercaran al espejo. De pronto, cayó en la cuenta de que algunos de ellos eran tímidos. - No temáis que los demás vean vuestro reflejo en el espejo. Podéis evitarlo. Sólo tenéis que pedirle que os muestre su reflejo a vosotros únicamente. -Miró a Gatiux y Asuhr y decidió añadir algo más. -Los que habéis perdido la habilidad de transformaros, el espejo puede seros de gran ayuda. Podéis pedirle que os muestre vuestros bloqueos. Asuhr, también te puede ser útil para conocer tu naturaleza animal, pregunta al espejo, él te ayudará. El espejo os mostrará a todos aquello que le pidáis conocer sobre vosotros mismos: quiénes sois, quiénes no sois, qué es lo que os bloquea, qué animal os representa mejor... en fin, probadlo, probadlo, él os guiará. Suluk se retiró al fondo del comedor y se sentó en un butacón junto a la chimenea, observando lo que ocurría a su alrededor.
  22. Suluk Akku

    Animagia

    La Arcana de Animagia había estado picoteando frutas y dulces sin comedimiento. Escuchaba el interesante debate que se había suscitado con mucha atención, ora asintiendo ante algo, ora negando alguna cuestión, haciendo gestos aprobatorios con las manos o animándoles a que siguieran hablando. En algún momento, había hecho breves comentarios o respondido de forma vaga, pero la mayor parte de las veces, sus aportaciones se habían limitado a escuetos y misteriosos monosílabos. Su memoria era buena, no obstante. Tiempo habría de responder a sus preguntas e inquietudes de forma más extensa. Así que, durante aquel rato largo, había preferido dejar a los chicos hablar sin monopolizar el debate ni quitarles la libertad de llevarlo hacia donde quisieran. Le gustaba escuchar. Una vez, hacía tantos años que casi parecía otra vida, había escuchado a un Maestro insistir en esa preciada asignatura vital. Aprended a escuchar -solía decirles, una y otra vez, interrumpiéndose en mitad de una explicación o de cualquier demostración-. Aprended a escuchar -repetía, casi como una cantinela-. Quien no escucha, no entiende, quien no entiende, no aprende, quien no aprende... Suluk recordaba que aquello sonaba tanto a canción que hasta habían llegado a inventarle una melodía, que repetían de modo burlesco, cuando el Maestro no les oía. Y sin embargo, muchos años más tarde, Suluk había comprendido la gran sabiduría contenida en aquella simple lección. Quien escucha a los demás, se escucha a sí mismo. Quien escucha la vida, aprende a escrutar los silencios. Quien escucha, comprende. Y quien comprende, no sólo aprende, sino que aprehende. La última en hablar había sido Asuhr, la chica Uzza. Suluk había tenido que aguantarse mucho para aceptar a aquella alumna. Dudaba que pudiera tratarla como al resto. El simple hecho de que procediera de un pueblo de salvajes y ladrones, le molestaba. La Universidad y los Arcanos llevaban tantos siglos enemistados con el Pueblo Uzza que era difícil que no le importara. Sin embargo, había tenido que ceder, una vez más, a los deseos del Ministerio inglés, que exigía respeto y aceptación hacia los Uzza. Lo único que la consolaba era el hecho de que las gentes de la Tierra de Uzza debían de estar rabiando tanto como ellos, pues también a ellos les habían exigido aceptación y respeto hacia los Arcanos. Tan difícil era para los unos como para los otros, aceptarse y respetarse. Volvió a mirarla, cuando terminó de hablar y trató de ver en ella algo que pudiera respetar, algo que la hiciera olvidar el pueblo al que pertenecía. Lo que había visto de ella, mientras estuvo dentro de la casa, no hablaba mucho a su favor, así que decidió quedarse con lo que había dicho Elvis. Libertad y visión profunda de las cosas. Eso podía respetarlo y, de momento, debería bastar. Se había hecho el silencio, después de la pregunta de la chica, que nadie respondió, así que Suluk decidió que era buen momento para tomar el turno. - Difícil convertirse en animal común ya es. Más, si en una criatura mágica te quieres transformar, una poderosa fuerza crees que tu magia es -Suluk sonrió, divertida. No había olvidado lo que escuchó decir a sus alumnos mientras hacían las tareas dentro de la casa y a ella también le gustaban las películas muggles. - No me gusta decir que algo es imposible -continuó- aunque sí bastante improbable. De hecho, no existe ningún registro de ningún mago o bruja que haya logrado convertirse en una criatura mágica. Te diré más, jovencita, aunque a mi no me guste hablar de imposibles, lo cierto es que, con toda probabilidad, un criatura mágica tiene su naturaleza animal, primigenia e instintiva, muy tamizada por la magia, por lo que es bastante improbable que ninguna sea apta para lograr una transformación de animagia. Quién sabe, quizás la leyenda que nos ha relatado Bastian sobre Albus Dumbledore sea cierta, pero cómo el mismo ha dicho. No hay registros. Suluk hizo una pequeña pausa para beber agua, aunque observó con atención los gestos que se dibujaban en el rostro de la joven Uzza. Le pareció que la respuesta la aliviaba de alguna forma, pero no adivinaba la razón. - Como ha señalado Aine, cuando te transformas en animago, tus sentidos están más despiertos, eres más ágil y no te preocupan tanto las etiquetas y el protocolo. Se nos despierta ese lado del que no somos normalmente conscientes, esa parte animal que ha mencionado Gatiux y habéis explicado tan bien todos vosotros. Así que, Asuhr, me temo que no, no es posible convertirse en ninguna criatura mágica, fénix incluidos. Suluk sonrió y observó gestos de asentimiento a su alrededor. Le gustaba aquel grupo. Eran despiertos y tenían interés por aprender. Con lo tarde que era y ninguno había mirado el reloj o levantado la mano para decir que quería ir al servicio o, simplemente, marcharse a dormir a su casa o adónde sea que durmieran en la Universidad, que ya era hora. Claro que igual sólo era porque ella era una anciana arrugada más sabia por vieja que por nada, pero al fin y al cabo, Arcana, y como todos los Arcanos, tenía fama de ser un poco particular y bastante exigente. Todo se andaría, pero de momento la noche no había terminado. - Es muy interesante la limitación que nos ha hecho ver Katara. Los animagos, cuando se transforman en su animal, no pueden hablar como humanos. Sin embargo, esta limitación me lleva a hablaros, a su vez, de una poderosa capacidad de los animagos, que estoy segura que todos los que os habéis transformado alguna vez, habéis experimentado y, a pesar de ello, no la habéis mencionado. Los animagos, transformados en sus animales, pueden comunicarse entre ellos. No sólo eso, un animago puede comunicarse con otros animales, cuando está en su forma animal y no es necesario que éstos sean de su misma raza o especie. Cierto -Suluk levantó un dedo, remarcando atención- cuanto mejor es la transformación y más poderoso el animago, mayor capacidad de comunicación con otros animales. Por los gestos de sus alumnos, Suluk comprendió que la mayoría habían experimentado esta capacidad, aunque le dio la impresión de que pocos eran conscientes del alcance que tenía. Bien, eso lo iban a poder comprobar muy pronto. Pero quería comentar algunas cosas más del debate tan interesante que habían tenido sus jóvenes alumnos. - Libertad. Algo muy importante que casi todos habéis mencionado. Tal y como ha dicho Gatiux, cuando te fundes con tu parte animal, se borran las preocupaciones banales de los humanos o, como muy bien ha puntualizado Elvis, la animagia nos ayuda a poder extendernos, a ser más que nosotros mismos, pero sin olvidar quienes somos. Muy cierto. La animagia nos permite vivir la vida en su forma más simple y eso nos hace ver lo que de verdad cuenta en nuestras vidas, nos hace caer en la cuenta de lo que de verdad es importante y, por tanto, nos ayuda a ser lo que realmente somos. Nos da la libertad de ser nosotros mismos. <<Capacidades y limitaciones. Las habéis enumerado casi todas. Se conserva la mente humana, aunque los sentimientos se hacen menos complejos. Tal y como ha explicado Bastian, ésta es la principal diferencia entre un animago y otro tipo de transformación. Un animago puede transformarse cuando lo desee, sin necesidad de varita y, además ni la varita ni las ropas se pierden ni se dejan perdidas por ningún lado cuando uno se transforma. Simplemente, se transforman con él. Una capacidad que nadie ha mencionado -Suluk hizo una pausa a ver si alguien adivinaba- la vida de un animago transformado no se acorta en función de la esperanza de vida de un animal. Un rata vive muy poco tiempo, pero un animago transformado en rata puede vivir muchísimos años. >> <<Por el lado de las limitaciones, vayamos a la más importante. Sally la ha expresado muy bien. El animal en que logras convertirte tiene mucho que ver con tu personalidad, con tu ser interior. Y como bien ha dicho Sophie, la animagia se compone tanto del deseo de convertirse como de algo en el mago que le facilita esta habilidad. Exacto, chicas. Y aquí tenéis la razón de porqué un animago sólo puede convertirse en un animal. Mañana hablaremos más sobre esto. Aunque muy interesante la teoría, no debéis pensar que un animal agresivo denota una personalidad agresiva, no tiene porqué ser así. Ni mucho menos. Las personas somos seres complejos y nuestra personalidad tiene miles de matices y motivaciones. Pero por hoy, es mejor dejar este tema aquí.>> Suluk no se olvidaba de la pregunta que le había hecho Aine. Probablemente, ahora estaría suponiendo que los rumores sobre ella eran falsos. - Sí, Ainé. Es cierto lo que te han dicho. Yo puedo transformarme en muchos animales. Pero el mérito no es del todo mío -le guiñó un ojo y le mostró el Anillo de la Animagia que lucía en el dedo- sino de este anillo. No, no se puede quitar -rió con ganas, por si a alguno se le había ocurrido- está vinculado y no funcionaría con nadie que no fuera Arcano de Animagia. Aparte del anillo, también mis años cuentan. Uno no puede llegar a mi edad sin aprender un par de trucos. Ahora reía a placer y aprovechó para tomarse un respiro. Ya había hablado demasiado por aquella noche. Era muy tarde ya y todos tenían que dormir, pero quería mostrarles algo todavía antes de dejarles descansar. - Mañana hablaremos más despacio de vuestros problemas con la habilidad. Sí, Sophie -volvió la vista hacia la joven- se puede perder la habilidad. Mañana veremos eso con detenimiento, al igual que todas esas cosas que os preocupan. Pero ahora quiero enseñaros algo. Se levantó de la mesa y les hizo un gesto con la mano para que la siguieran. - Venid, venid conmigo. No tardaremos mucho. Suluk caminó unos metros por la nieve, hasta llegar a una pequeña casita con una puerta circular. Se parecía a las casitas de los cuentos, pero ésta estaba rodeada de nieve, en lugar de estar en medio de un bosque. Era tan pequeña que no parecía que fuesen a caber todos dentro. - No es lo que parece a simple vista. En realidad, nos vamos a trasladar a otro lugar. La casita es sólo un portal. Tranquilos, no hará frío allá donde vamos -aclaró, viendo que muchos se estaban comenzando a abrigar-. Os hablaré aquí, porque una vez que lleguemos, no quiero que hagamos ruido. Podríamos despertarlos. Hemos hablado de las capacidades y las limitaciones de la animagia, pero antes de empezar a practicar las transformaciones, quiero que prestéis atención a una pregunta importante. ¿Qué puede salir mal? La respuesta la vais a encontrar nada más cruzar este portal. Sin decir una palabra más, Suluk abrió la puerta y un resplandor azulado iluminó el lugar. Después de cruzarlo, se encontraban en un lugar muy diferente. Era un jardín, pero era un jardín tan enorme que más bien parecía un bosque. Había casitas, muy similares a la que simulaba el portal que habían atravesado. Algunas eran más grandes y otras más pequeñitas. Las había, incluso, diminutas. La temperatura era muy agradable y el cielo estaba cubierto de un frondoso manto de estrellas. A lo lejos, una figura pequeña, indistinguible en la distancia, se acercó hacia ellos con un farolillo en la mano. Suluk se encaminó hacia él y lo saludó. Comentaron algo entre susurros y la anciana Arcana de Animagia lo siguió con gesto ensombrecido, haciéndoles señas a sus alumnos para que no hicieran ruido. A la luz de la farola, la pequeña figura era la de un muchacho no mucho mayor de 20 años. No es que fuese bajito, sino que sólo la parte superior de su cuerpo tenía forma humana. De cintura para abajo, su cuerpo era el de un pequeño conejito. Se llamaba Bertie y Suluk lo trataba con infinita ternura. Bertie los condujo hasta un pequeño claro rodeado de frondosas hayas. Allí, acostados entre mullidas ramitas, dormitaban una variedad increíble de animales. Pero ninguno de ellos parecía realmente un animal. Algunos eran casi humanos, salvo por alguna extremidad de forma animal. Muchos rostros de forma humana no denotaban inteligencia o consciencia alguna. Varios tenían la mirada desviada y perdida y, aunque acostados, no parecían estar dormidos. Había un gatito, éste sí, dormido sobre unas amapolas, cuyas garras tenían la forma de manos y pies humanos. A su lado, un pajarillo con boca y nariz de niño, trataba de emitir sonidos humanos entre trino y trino, sin éxito alguno. Un poco más allá, un perrillo sin ninguna de sus patas, permanecía recostado, con los ojos muy abiertos, mirando a las estrellas. Había docenas, cientos, de animales que no eran animales y por todas partes las luces encendidas de las casitas, les advertían de que aquello que estaban viendo, sólo era una pequeña parte de lo que podía ir mal. - ¿Qué puede ir mal? -Preguntó Suluk en un susurro, casi para sí misma. - Todo. Si alguien se hubiera fijado, habría visto una lágrima resbalar silenciosa por el rostro de Suluk. - Ahora id a dormir. Los que quieran dormir en la casa, hay habitaciones de sobra, como habréis podido comprobar. Los que marchen a dormir a sus casas, mañana nos vemos temprano, después del desayuno. Meditad esta noche sobre lo que habéis visto aquí y volved mañana. Quiero que habléis con ellos. Los que podáis y así lo deseis, podéis utilizar vuestra forma animaga para comunicaros con ellos. Dejad que os cuenten sus historias. Los que no os transforméis... bueno, también tenéis a Bertie y otros muchos parecidos a él. Buscadlos, hablad con ellos. Aprended de ellos. Nos vemos mañana. Suluk se quedó allí un rato más. Ella también tenía que aprender. La vida era eso, después de todo. Un aprendizaje.
  23. Suluk Akku

    Animagia

    La anciana no se había apartado mucho de la casa. Había estado revoloteando por el tejado, observando lo que ocurría en el interior a través de las ventanas. Por supuesto, tenía también otros ayudantes a los que preguntar, si su propia observación de las cosas no bastaba. Sus propios malamutes, por ejemplo. Y, aunque ese chico, Bastian, hubiera acabado con todas las plagas que pudiera contener la casa, aún le quedaba la gema azul que había dejado junto a la repisa de la chimenea, registrando todo cuanto se dijera e hiciesen sus alumnos. Hasta el momento, todo iba bien. Eran un grupo de jóvenes trabajadores, bien dispuestos y bastante apañados, por lo que había podido observar. Algunos eran ambiciosos y otros quisquillosos, pera nada que no se pudiera pulir con un buen entrenamiento. Cuando el olor de la cena se filtró por la ventana y un aroma de verduras con arroz y ricas salsas inundó sus sentidos, decidió que había llegado el momento de recuperar su forma humana y disfrutar de una suculenta cena. Le hubiera gustado esperar a las dos alumnas que aún no habían aparecido, pero se estaba haciendo tarde y, si no volvía, los chicos empezarían a cenar sin ella. Estaban casi a punto de hacerlo, de hecho. Caminaba hacia la puerta, cuando observó una figura de una chica en la nieve. Parecía triste y preocupada. Suluk movió la cabeza a un lado y a otro. La tristeza no era buena para nada, pero menos que nada para aprender cualquier cosa. Y además, allá fuera iba a coger un pasmo. La anciana apuntó con su varita a la antena metereológica que tenía en el tejado y apagó los encantamientos climáticos. La nieve seguiría ahí y el calor no sería tan insoportable, como en el resto de la Universidad, pero la temperatura sería más agradable. Suluk se acercó a la chica, invocando una manta. –Anda, abrígate un poco –le habló con dulzura– hace frío aquí afuera. Voy a ver si logro hacer un poco más cálido este lugar para que podamos cenar todos fuera ese arroz con verduritas que huele tan rico. Si quieres puedes ayudarme. La Arcana no insistió. Sabía por experiencia que cuando uno está triste, es mejor dejarle un poco de espacio y soledad. Pero no perdió de vista a la chica, la soledad en demasía era peligrosa. Se acercó hacia la zona donde habían dispuesto la mesa y cubrió la nieve con una alfombra amplia y mullida, para que los pies de los chicos estuvieran calentitos. Los pies fríos no ayudaban a pensar y quería a sus jóvenes pupilos bien despiertos. Luego cubrió toda la zona con una amplia carpa, que les diera un poco de intimidad, pero dejó que la tela fuera transparente, para que pudieran ver las estrellas. Éstas solían ser inspiradoras y eso era lo que sus chicos necesitaban. Mucha inspiración. Por último, apuntó con su vara a las cuatro esquinas de la gran carpa y formó cuatro enormes pedestales en los que prendieron al momento sendos fuegos, cálidos y agradables. Eso bastaría para mantener el frío a raya durante toda la velada. ¡Ah! Se le olvidaba un detalle. Al momento, varios jarrones con flores aromáticas adornaron la mesa. Las flores aportaban alegría y eso era fundamental. La alegría era la sabia de la vida. Entró en la casa y se sacudió la nieve de la capa, tendiéndola en el perchero. –Bueno chicos, ¿cómo se os ha dado la tarea? Ahora me contaréis durante la cena. Pero salgamos fuera, que la mesa está dispuesta allí y todo está preparado. Viendo que sus alumnos la miraban temerosos, probablemente pensando que estaba loca por querer cerrar en mitad de la noche helada, decidió tranquilizarlos. Ya les había hecho el numerito de la desubicación, ahora necesitaba reubicarlos. –Vamos, no hará frío allá fuera, está todo dispuesto para que pasemos una cálida velada –subrayó las últimas palabras sonriendo. Suluk dejó que los chicos saciaran el apetito tranquilos, sin forzar la conversación y dejando que los chicos le explicaran la extraña experiencia de realizar tareas domésticas durante una clase de animagia. Se rió ante muchas de las ocurrencias de sus alumnos y sólo cuando llegaron a los postres, decidió que había llegado el momento de ponerse más seria. –Y bien, ha sido una tarde intensa, pero supongo que estáis aquí porque queréis aprender Animagia. ¿No es así? Miró uno a uno a sus alumnos y sus ojillos repletos de arrugas, sonrieron con vigorosa pasión, como si fuera una niña ante el aprendizaje de su primer conjuro. –Vamos pues. Tengo unas preguntas para vosotros. ¿Qué es un animago? ¿Cuáles son sus capacidades y cuáles sus limitaciones? ¿En qué se diferencia la animagia de una transformación en un animal cualquiera? Eran muchas preguntas, pero también eran muchos alumnos y había que crear espacio para el debate y el intercambio de opiniones. –No hace falta que me hagáis un examen. Quiero conocer vuestros conocimientos sobre la habilidad, tanto como vuestras opiniones y necesidades. Y si alguno no sabe, no importa, ya aprenderá –afirmó la anciana con una confianza sincera que destilaba entusiasmo por todos los poros de su piel-. Supongo que no hace falta que os diga, que por mucho que haya leído sobre vosotros, estaría muy interesada en conocer de vuestra propia boca, cuál es vuestra capacidad actual con esta habilidad y vuestras necesidades de aprendizaje. No importa que nunca hayáis experimentado, estamos aquí para aprender a hacerlo. Y tampoco importa que ya os transforméis con maestría, si estáis aquí es por algo. Así que todo cuenta y tiene valor. Suluk se arrellanó en su asiento con las piernas encogidas, en una postura familiar, que muchos habrían juzgado poco propia de una Arcana, pero ella estaba decidida a que sus alumnos se sintieran como en casa y perdieran cualquier miedo o reparo a hablar con libertad.
  24. Suluk Akku

    Animagia

    Hacía ya rato que Suluk había abandonado su forma de escorpión y examinaba los papeles ministeriales sobre su escritorio, cuando la efigie de una nutria de piedra, colocada en la pared, comenzó a emitir un leve clickeo continuo. Era la señal que indicaba que sus pequeñas hermanas de pelo, carne y hueso, que solían deambular entre la nieve y los riachuelos helados que recorrían el murete de entrada a la casa, habían detectado la presencia de alguien en las inmediaciones. Por el tipo de sonido, Suluk sabía que, a priori, sus pequeñas vigilantes no habían detectado ninguna amenaza. Miró por la ventana y comprobó la posición del sol. Sin duda era ya la hora indicada para que llegaran los ingleses que estaba esperando. Por lo que había leído en los informes que le habían remitido, iba a tener que dar clase a un variopinto de grupo de extranjeros. Los había estudiado a todos y cada uno de ellos, pero los papeles raras veces daban una impresión exacta de las personas. Si iba a enseñarlos, lo primero que haría sería conocerlos. Suluk miró a su alrededor y sonrió satisfecha por la idea que se le acababa de ocurrir. Se echó hacia atrás en el respaldo de su sillón y esperó a que la puerta de entrada del murete exterior se abriera y diera paso a sus pupilos, pero al cabo de varios minutos, comprendió que sus queridos alumnos no tenían intención de entrar. Valoró la posibilidad de dejarlos allá fuera, calentándose al inclemente sol de la Universidad y seguir a lo suyo, pero llevaba siendo Arcana mucho tiempo y por más que la situación actual de las cosas no le gustara, sentía que tenía una responsabilidad. Se cubrió con su capa blanca de piel de morsa, toda ella grabada con jeroglíficos inuit, y salió al exterior donde la ventisca seguía rugiendo y escupiendo nieve. Los malamutes corrieron tras ella en cuanto la vieron salir al exterior. También ellos habían detectado la presencia de intrusos y ladraban mientras corrían en pos de su ama, que a pesar de su baja estatura y su avanzada edad, mantenía un buen paso. Al cabo de pocos minutos, se encontraba frente al murete que rodeaba su jardín, delante de la cancela de entrada. Los malamutes callaron a una imperiosa señal de su mano y Suluk se quedó escuchando un rato las voces que le llegaban del otro lado del muro de hielo. Sabía que sus alumnos estarían disfrutando de un cálido día invernal, repleto de los pequeños sonidos que acompañaban cualquier riachuelo en aquellas latitudes, pues su casa se encontraba precísamente junto al río que bordeaba la Universidad. Para ellos, el muro de hielo tan sólo sería un muro de barro cocido, semejante a tantos otros que rodeaban los jardines de las casas en la Universidad y, por supuesto, no se habrían enterado de que a cinco metros de ellos el calor y el sol daban paso a una impetuosa ventisca ártica que había dejado ya un manto de dos metros de nieve virgen. Acarició una gema carmesí en el bolsillo de su túnica y las palabras llegaron a ella con suficiente claridad, a través de la ventisca. —Elvis, deberías contarnos, ¿cómo es la arcana Suluk Akku?- Era la voz de una mujer. El sonido era suave, calmado y Suluk asintió con gusto. La joven o la mujer, no podía decirlo sólo por la voz, continuó hablando. —Al menos tu tienes la ventaja de conocer a todo el nuevo profesorado, me refiero a los arcanos y guerreros, igual que Agatha. El tal Elvis era el director de la Universidad. Suluk lo conocía, pues había tenido que concretar detalles sobre los alumnos con él. De hecho, varios de los informes ministeriales sobre los que iban a ser sus aprendices procedían de su puño y letra. Sin embargo, el aludido no respondió. Sin duda, porque enseguida hizo acto de presencia una segunda voz. —Elvis, Gatiux, Katara. Un gusto verlos ¿Llevan ya esperando ya mucho tiempo? Ésta era una voz masculina, bastante potente y grave. Aquel timbre denotaba musculatura, sin duda alguna y, además, tenía un levísimo acento que no pasó desapercibido para la Arcna. ¿Ruso? Entonces no había duda, la nueva voz debía corresponder a Bastian Sergéevich Malfoy. La misma voz continuó hablando. —Dicen que puede tomar la forma de cualquier animal ¿Es cierto eso, Elvis? Sin duda alguna, aquel era Bastian. Y ahora ya sabía quienes esperaban fuera: Elvis, Gatiux, Katara y Bastian. Bien, sólo conocía un poco a Elvis y no demasiado. De los demás, sólo había visto retratos e informes de aquel mahaha ministerio inglés. Y por la conversación, estaba claro que ellos tenían tantas ganas de conocerla a ella como a la inversa. Había alguien más, una presencia animaga, pudo detectarla con facilidad. Sospechaba cuál era el animal, y por tanto, quién había efectuado la transformación, pero no tuvo que esperar mucho para comprobar que estaba en lo cierto, cuando unas palabras y una nueva voz se añadieron a las anteriores. —Ya sabéis. Por si no puedo volver a hacerlo. He indagado mucho sobre estos personajes y no están muy contentos de prestar sus conocimientos. Y no hay nada que me encante más que mi forma animaga. No quisiera desprenderme de ella.- La voz de Aine desprendía firmeza y seguridad. —Es lo menos que espero que haga, Bastian, si va a enseñarme algo ¿Entonces, esperamos aquí o nos adentramos? Firmeza, seguridad y resolución. Digna hermana de la Viceministra, que lamentablemente, también estaría en su clase. Como si no la hubiera tenido que aguantar ya lo suficiente. Sin esperar más, abrió la puerta y los miró a cada uno de ellos con intensidad no disimulada. — ¿Y bien? ¿Tan difícil es encontrar la casa de Suluk, la vieja Arcana de Animagia que vive en el linde de la Universidad, junto al río que la bordea? Ya, ya, igual de difícil que llamar a la puerta o entrar directamente, pues abierta estaba, me supongo. No esperó ninguna respuesta, se dio la vuelta y echó a andar a través del manto de nieve virgen. — ¡Vamos! Hace rato que os espero. Hay mucho por hacer. Espero que hayáis venido abrigados, como podéis ver, no me gusta nada el calor de la Universidad. Nada como el viento, la nieve y el hielo para que el cerebro no se oxide con los años. Un poco después llegó a la puerta de su casa que, misteriosamente, se encontraba despejaba de nieve. La abrió y les hizo una seña para que entraran. — Supongo que tu eres Gatiux -señaló a una chica de pelo violeta— y tu Bastian -apuntó con su cayado al joven que había hablado antes, tal y como indicaban su voz y sus retratos, tenía una figura atlética—. Y bien, supongo que tu eres Katara, ¿no es así? -Esta vez el cayado de madera apuntaba a una chica de piel blanca, ojos café y pelo castaño—. Sin duda alguna, nuestra chica resuelta es Aine, ¿no es cierto? —La vara de madera señalaba ahora a la recién llegada—. Y queda Elvis, por supuesto, el director de esta institución milenaria. Por supuesto, Suluk no disimuló el reproche que cargaron sus últimas palabras. ¡Directores ingleses en el Consejo de la Universidad! Prefirió olvidarse del malestar que le causaba. Al fin y al cabo, aquel joven iba a ser su pupilo, tenía una responsabilidad para con él. — Como veis, ya me sé vuestros nombres, así que necesito conocer algo más de vosotros que no esté escrito en los registros ministeriales. No, no tengo mucho interés por escuchar lo que me queráis contar, ahora mismo. Como os dije, hay mucho que hacer. Elvis, tu te encargarás de los malamutes. Hay que limpiarles la pelambre, adecentar sus cubiles y, por supuesto, darles de comer. Ainé, he visto que eres resuelta, así que te toca el baño. Límpialo bien y a fondo y si te sobra tiempo, hasta puedes hacerme un resumen de los informes ministeriales que hay encima de mi escritorio. Katara, tu ordenarás los libros, objetos y estanterías. Como puedes ver, hay mucho polvo acumulado y hasta hielo adherido a las paredes. No tengo tiempo de limpiar y ordenar, últimamente. Gatiux, a ti te toca la cena. A ver qué nos preparas. Y Bastian, lo tuyo es el suelo, friégalo bien y deja las alfombras sin pelos ni pequeñas criaturas. Por supuesto, los boggarts y las plagas de cualquier tipo, también es cosa tuya. ¿De acuerdo, todos? -No esperó contestación- Sí, sí claro que estáis de acuerdo, esto no es una democracia. ¿Queréis aprender? ¡Pues a trabajar! Suluk sonrió para sí con satisfacción. Nada como el trabajo duro para conocer a las personas. Sin duda iba a aprender mucho de sus alumnos. — ¡Ah, se me olvidaba! Cómo os organicéis para las tareas es cosa vuestra. Hasta podéis colaboraros. Eso sí, no quiero vagos en mi clase. Yo volveré enseguida. Y sin más, Suluk se convirtió en una gaviota y salió volando por una de las ventanas.
  25. Suluk Akku

    Arcanos

    Ficha de Suluk Akku ARCANO DE ANIMAGIA ____________________ Nombre: Suluk Akku Sexo: Mujer Nacionalidad: Groenlandia Raza, grupo étnico: Esquimal (Inuit) Edad: Tiene más de 400 años. Anillo: Porta el Anillo de la Animagia, una antigua reliquia asociada a la magia de las transformaciones y a las pruebas para obtener la habilidad y para convertirse en Arcano. El Anillo de Suluk, al ser la reliquia original, acumula en él todas las propiedades mágicas asociadas al resto de Anillos de Animagia, lo que le permite transformarse en casi cualquier animal que desee, aunque no sienta afinidad con él. Consiste en un aro de pequeños diamantes engarzados que giran todos ellos en movimientos rotativos constantes, emitiendo destellos y un fino hilo de luz plateada serpenteando entre los engarces. En su centro, se destaca un diamante de mayor tamaño que no rota como el resto y del que parece emanar un brillo azulado. Se dice que es el poder del hielo el que se concentra en la joya central y que es gracias a él y a su Magia de Conservación que Suluk posee memoria, resistencia y fortaleza a un nivel extraordinario. Objetos y Posesiones: En un enorme baúl de hierro guarda sus posesiones más preciadas, entre ellas, una carta de su madre, muerta al nacer ella, un arco de caza del que fue su primer marido, a quien sólo disfrutó durante una luna, antes de que un oso polar le arrancara las entrañas y un talismán inuit del que sólo ella conoce su uso mágico, si es que lo tiene. Además posee muchos aparatos extraños relacionados con la metereología, fruto de su propia invención. Su invento más preciado es un collar de cuentas de hielo que atrae la nieve y la convierte en gemas preciosas dotadas de propiedades mágicas increíbles. Vara de Cristal: Al invocar la Vara de Cristal, la varita mágica de Suluk se convierte en un bastón de cristal mágico de 2 metros de altura. El cristal es de un color blanco azulado, brillante y traslúcido. El largo mango está tallado con finísimos cristales que dibujan una cola de oso enroscada alrededor. El báculo termina en la cristalina cabeza de Amarok, el Espíritu del Gran Lobo, de cuyas fauces abiertas surgen los poderosos hechizos, tan potentes y rápidos que hacen que la vara de cristal emita un destello cegador. La varita de Suluk es, en origen, elástica, de 27 centímetros de largo y madera de sauce enano. Su núcleo está formado de hielo e hilos de luz de una aurora boreal. Conocimientos y habilidades mágicas: Es una reconocida experta en la magia de Transformaciones, una de las pocas animagas que es capaz de transformarse en más de un animal. Sus transformaciones animagas más comunes son la gaviota ártica (su nombre significa "Alas del Norte"), el oso polar y el escorpión del desierto. No obstante, es capaz de transformarse en cualquier animal. También es muy hábil en la transformación de otras personas, criaturas, objetos y materiales sutiles. En ocasiones, ella misma se ha transformado en algo muy diferente a un animal, pero sus convicciones le llevan a renegar de ese tipo de transformaciones, pues mantiene la teoría de que sólo con los animales, el alma del mago es capaz de permanecer intacta. Al margen de la magia de transformaciones y de la habilidad de la animagia de la que es Arcana en la Universidad, posee conocimientos mágicos muy avanzados en metereologia, siendo esta rama mágica uno de sus hobbys principales, al punto de que su casa en la Universidad está llena de extraños inventos relacionados con los clima. Aspecto Físico: Su apariencia es la de una anciana esquimal, con el rostro curtido y lleno de arrugas, ojos rasgados y grises, pelo largo y cano, bajita y rechoncha. En el Polo Norte no se diferenciaría mucho de cualquier otra anciana inuit que pudiéramos ver sentada en su iglú, cubierta de pieles mientras despelleja el pescado para la cena. Incluso, viviendo en un clima desértico y extremadamente cálido, como es el clima de la Universidad, Suluk suele vestir túnicas de lana marrón recubiertas con pieles esquimales y es que sus conocimientos de meterología le permiten controlar el frío y el calor a voluntad y, sinceramente, Suluk odia el calor y el clima de la Universidad. Quizás el vivir tan alejada de sus añorados hielos árticos sea una de las principales razones que le han llevado a construir todo tipo de inventos para controlar el clima. Características psicológicas: Gran charlatana y de fácil sonrisa. Extrovertida y de espíritu jovial y animado, raras veces se la ve enfadada. No tiene pelos en la lengua y suele "agasajar" a quienes la frecuentan con verdades que otros entenderían que era de buena educación callar. A veces se escuda en su avanzada edad para tomarse licencias que otros dudarían en tomar. Rebelde sin causa conocida, es muy dada a criticarlo todo. Eso sí, siempre con humor y buen talante, sin perder la jovialidad. En la Universidad hay quien la considera demasiado charlatana y campechana para ser una Arcana, con muy poco respeto por guardar la honorabilidad del cargo que ocupa. Sin embargo, es una excelente maestra y nadie pone en duda sus capacidades y habilidades mágicas. Más de una vez ha dejado boquiabiertos a sus oyentes en charlas y conferencias sobre magia muy avanzada. Desde luego, lo que nadie le puede negar es su veteranía en la Universidad. Lleva más de 300 años siendo Arcana y, por ello, su voz tiene mucho peso en el Consejo de Arcanos. Vivienda en la Universidad: Al contrario que otros Arcanos, vive en una zona de la ciudad alejada del Palacio que acoge las aulas y la biblioteca de la Universidad. Su vivienda es una casita pequeña junto al río que bordea la ciudad, de una sola planta y con un murete bajo, alrededor del jardín que rodea la casa, de una sola planta. Lo que llama la atención, aparte de la escasa suntuosidad de su residencia, muy por debajo, incluso, tanto en tamaño como en lujos, de las casas que los estudiantes suelen alquilar, es que en lugar de fuentes, palmeras, flores y cactus, en su jardín sólo hay hielo, nieve y estanques helados. Y en lugar de barro cocido rojizo, las paredes son de hielo macizo, por lo que la vivienda casi parecería un iglú, sino fuera por su planta cuadrada, en lugar de circular. Una antena de tres esferas plateadas, situada en el tejado de la casa, es la que consigue que el clima que impera en su vivienda sea una recreación del de su tierra natal en el Polo Norte. Una extraña roca con una cavidad en su centro de la que no se ve el fondo, es otro de sus muchos inventos climáticos. Según dice, la roca mantiene alejadas las tormentas de arenas que suelen asolar la Universidad. Pero su invento más preciado es un collar de cuentas de hielo que atrae la nieve y la convierte en gemas preciosas dotadas de propiedades mágicas increíbles. La casa solo tiene cuatro habitaciones. El salón es una amplia sala con el suelo cubierto de pieles sin más mobiliario que una chimenea en la que raras veces hay fuego encendido. La cocina y el baño son sencillos y austeros, con el mobiliario de piedra y escasos útiles, los indispensables. Por último, el dormitorio de Suluk es una pequeña estancia con un camastro recubierto de gruesas pieles invernales, un cuadro de una aurora boreal y una amplia mesa de piedra, siempre llena de libros y pergaminos. En un enorme baúl de hierro guarda sus posesiones más preciadas, entre ellas, una carta de su madre, muerta al nacer ella, un arco de caza del que fue su primer marido, a quien sólo disfrutó durante una luna, antes de que un oso polar le arrancara las entrañas y un talismán inuit del que sólo ella conoce su uso mágico, si es que lo tiene. Historia: Suluk Akku nació en el Norte de Groenladia en una de las noches más frías que se recuerdan y durante una de las auroras boreales más bellas que se hayan visto jamás. Su madre muggle no sobrevió al parto y de su padre, Suluk no supo nada hasta muchos años más tarde. Fue criada por su abuela, una esquimal de la tribu inuit que jamás había oído hablar de magia ni de magos. Tuvo una infancia sencilla y feliz hasta que empezó a manifestar poderes que los suyos consideraron, primero, rarezas y más adelante, cuando la magia era ya imposible de ocultar, procedentes de algún demonio que se había apoderado del cuerpo de la niña. Tras ser sometida a los rituales de rigor para tratar de sacar al demonio de su cuerpo, cuando tenía 14 años, Suluk fue abandonada por los suyos al frío del invierno ártico, esperando que los vientos y las nieves se la llevaran de este mundo a la tierra de los espíritus. Pero no ocurrió así. Contra todo pronóstico, Suluk sobrevivió. Ella siempre ha pensado que aquella experiencia despertó en ella la habilidad para controlar el clima, por pura necesidad. Perdida y sola en el invierno ártico, Suluk luchó por sobrevivir. Aprendió a pescar y a cazar, explotó al máximo sus poderes y más de una vez, la magia estuvo a punto de matarla, al no tener conocimientos mágicos de ningún tipo. Sin embargo, cuando pasó el invierno y las borrascas cedieron, Suluk emprendió un viaje hacia lo desconocido. Viajó hacia el sur y cuando llegó al sur, siguió caminando, aún más al sur, allí donde su madre muerta, le explicaba en una carta escrita 15 años atrás, quién era su padre y dónde podría encontrarlo. Sería muy largo de explicar aquel primer viaje de Suluk. Baste decir, por el momento, que al cabo de cinco años arribó a las tierras de Canadá, hasta un poblado de Ojibwa. Allí vivía un anciano chamán que años antes había vivido una terrible aventura en el Ártico. Se llamaba Inini Nibi Noodin y era un mago. Acababa de cumplir 20 años cuando Suluk se enteró de que era una bruja. A esa edad, la mayor parte de los magos han estudiado ya magia varios años. Suluk, en cambio, no sabía nada de nada, si bien sus capacidades eran notables y era capaz de hacer hechizos por sí misma que otros hubieran considerado impensables. La necesidad de sobrevivir en las más duras condiciones había despertado su instinto mágico hasta un nivel que a otros magos inexpertos les habría matado. En cambio, en Suluk, la magia aprendió a manifestarse de una forma que no estaba escrita en los manuales. Fue esa capacidad la que llamó la atención del viejo chamán que, sorprendido y entusiasmado, se encargó de instruirla, a la vez que aprendía de ella conjuros que no conocía. Pasó varios años con su padre, ayudándole en los cuidados médicos, mágicos y espirituales de la tribu. Allí su magia no era rechazada, sino al contrario, reconocida. Se casó con un guerreo Ojibwa, pero quiso el destino que su matrimonio apenas durara una luna. Una maravillosa luna tan llena de amor que Suluk aún la recuerda con nostalgia. Poco después, llegaron los franceses y, con ellos, el fin del mundo que Suluk había aprendido a amar. Muy pronto, la civilización invadió el pequeño poblado y magos llegados de muy lejos venían a conocer a su padre y a aprender una magia que aquellos magos les resultaba extraña. Suluk no había usado una varita en su vida. No la necesitaba. Y, sin embargo, aquellos magos europeos no sabían hacer magia sin ella. Con el tiempo llegaron otros, algunos venidos de muy lejos, de tierras que no conocían la nieve ni los hielos. Uno de aquellos magos era Youssef, un mago egipcio que se enamoró perdidamente de Suluk. Fue el quien le habló por primera vez de una Universidad en el lejano Egipto, un lugar en el que el sol abrasaba y las laderas heladas eran desiertos de arena fina y dorada. Youssef era un reconocido mago experto en transformaciones, que daba clases en la Universidad junto al Arcano de Animagia. Por aquel entonces, Suluk ya era animaga y, haciendo honor a su nombre, que significa "Alas del Norte" en el lenguaje de los Inuit, sabía transformarse en una gaviota ártica. Se estableció allí en el poblado y se casó con Sulukk. Eran una familia feliz y los niños no tardaron en llegar, pero al cabo de pocos años, Youssef comenzó a añorar sus clases y su Universidad. Siempre le decía a Suluk que allí, en la Universidad, sus dotes serían muy apreciadas y ella podría aprender de los mejores magos. Finalmente, decidieron partir. A Suluk le dolió dejar su querido Norte y separarse de los Ojibwa y de Noodin, su padre, pero la sed de conocimientos pudo más que cualquier otra cosa. No había cumplido los 30 años, cuando Sulukk llegó a la Universidad. Estudió todas las artes mágicas durante largos años en la Universidad y, con el tiempo, Youssef pasó a ser el Arcano de Animagia y ella su ayudante. Era feliz así y así pensó que transcurriría su vida. Sabía que los Arcanos son longevos, gracias al Anillo de la Habilidad, y nunca pensó que ella le sobreviviría. Pero cuando Suluk era ya anciana, la viruela de dragón hizo estragos en su familia. Youssef, dos de sus hijos, cuatro de sus nietos y un bisnieto murieron en aquella epidemia. Eran los albores del Siglo XVIII, Suluk estaba a punto de cumplir 100 años y, cuando Suluk maldijo a aquel aciago destino que la había dejado con vida, llevándose por delante a tantos de su familia, el mundo la miraba indiferente, a punto de cambiar, de transformarse por completo y, aunque ella no podía imaginarlo, su vida acababa de empezar. Suluk era una eminente maga, experta en la magia de transformaciones y reputada animaga, cuando falleció Youssef, el anterior Arcano de la Habilidad. Había sido su ayudante durante muchos años y jamás pensó que ella misma pudiera llegar a convertirse en Arcano. Aunque éstos son muy longevos, no pueden ser muy viejos cuando realizan la Prueba de la Tabla Esmeralda que les permite convertirse en Arcanos. La prueba es peligrosa y nunca es ofrecida a ningún mago mayor de sesenta años. Su longevidad es una consecuencia del Anillo de la Habilidad, que portan por el hecho de ser Arcanos. Suluk tenía ya 100 años, difícilmente le ofrecerían la posibilidad de convertirse en Arcano. Y tampoco lo deseaba. Abandonó la Universidad junto a la familia que le quedaba y regresó junto al pueblo Ojibwa o lo que quedaba ya de él, pues los conquistadores habían arrasado poblados y costumbres. Por aquel entonces, los magos canadienses habían comenzado a vivir en comunidades, ocultos de los no-maj. No eran pocos los que se convertían en activistas contra los conquistadores o contra los terribles expoliadores de los mares. Y, aunque Suluk era anciana, aún le quedaban energías suficientes para luchar contra lo que ella consideraba justo. Su voz se dejaba oír entre los magos y los no-maj, escribía artículos en los periódicos, asistía a reuniones y se oponía una y otra vez , con envidiable energía para su edad, a que los mares fueran arrasados y a que los conquistadores abolieran las costumbres de los pueblos canadienses. Poco tenía que perder, pues no esperaba que su vida durara muchos años más. Pero el destino es caprichoso. Mientras Suluk recorría con sus gastados pies puertos y plazas exigiendo justicia y escribía con sus gastadas manos panfletos subversivos, en la Universidad, allá en el lejano Egipto, un aspirante tras otro moría en la Prueba de la Tabla Esmeralda. El Anillo de la Animagia continuaba engastado en el Ouroboros, igual que había quedado tras la muerte de Youssef. Sin más opciones, viendo que pasaban los años y la Universidad seguía sin tener un Arcano de Animagia, decidieron escribir a Suluk. Suluk se rió al recibir la carta. Era vieja, terriblemente vieja, y la Prueba de la Tabla Esmeralda sólo podía adelantar un poco su muerte. No sabía si estaba en condiciones de negarse, pues todo mago a quien le ofrecían la prueba y la rechazaba se convertía en un proscrito con quien la Universidad ya no contaría jamás. Tampoco le importaba, ciertamente. Proscrita o muerta, poca diferencia había. Su vida ya estaba a punto de concluir y Suluk ansiaba ya el fin y reencontrarse con su familia en las esferas celestiales. Quizás fuera esa la razón que la llevó a aceptar. Se despidió de los suyos, pensando que no volvería a verlos jamás, y una vez más se embarcó en un largo viaje, de vuelta a la Universidad. Contra todo pronóstico, Suluk superó la Prueba y se convirtió en la Arcana de Animagia más anciana que el mundo había visto jamás. El Anillo le aportaba una vitalidad que a Suluk, en su ancianidad, hasta le parecía grosera. Se sentía con las mismas fuerzas que en su juventud, el mismo entusiasmo, las mismas ganas. Pasó largos años entregada con pasión a sus clases y a sus pupilos. Su vida se alargaba y se alargaba y ella casi se sentía culpable por ello. Tal vez era esa culpa la que la llevaba a tomarse algunos periodos de ausencia, mientras se dedicaba a luchar por el bien mayor, como ella siempre suele decir. Y así, sin dejar de ser la Arcana de Animagia y oculta por distintos nombres, Suluk estuvo allí, cuando los suyos luchaban por salvar a las ballenas; estuvo allí, cuando las mujeres luchaban por sus derechos; estuvo allí, cuando el mundo se volvió loco y decidió aniquilarse en dos grandes guerras. Y, hasta hoy, Suluk nunca ha dejado de luchar por el bien mayor. Muchas son las historias que nos podría contar Suluk de sus 300 años como Arcana. Ha vivido tanto y tan intensamente que su vida está llena de anécdotas y sabiduría. Muy largas serían de narrar aquí y ahora, pero quizás, en otro momento, os las podamos contar.

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