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Lawan Nguyen Thanh

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Mensajes publicados por Lawan Nguyen Thanh

  1. <<Ni una sola pregunta>> pensó el vampiro frunciendo el entrecejo. Observó a las dos tres brujas alejarse en busca de pistas de lo que estaba pasando, él por su parte se acercó a una de las serpientes que colgaba inerte desde un árbol. El aspecto que tenían era, a simple vista, normal. Los colmillos no habían sido retirados y tampoco las glándulas que secretaban los tan letales venenos. Ninguna parecía haber sufrido daños físicos, era más bien, como si se hubiesen quedado dormidas.

    Cerró los ojos para sentir alguna vibración o algún cambió en la atmosfera que le indicara el camino a seguir, después de todo la magia y las criaturas mágicas siempre dejan alguna huella. Concentrado como estaba puso sentir las presencias de sus tres alumnas dirigirse al rió, acompañadas por dos de sus fieles compañeras y de Hayley a quien más que compañera la consideraba su amiga, quizá se debiera a que no era una serpiente común y corriente, se trataba de una animaga que pese a todos sus intentos, no podía volver a su estado humano. El movimiento cercano de unas plantas lo hicieron salir de esa especie de transe en el que había entrado, abrió los ojos en el preciso momento en que una boa se acercaba lentamente hacía donde él estaba.

    —Ya esss muy tarde — siseó, en los ojos del animal estaban completamente negros—Pronto volverán… y no podrásss hacer nada, ya no tienesss poder en ellasss… — El Arcano comprendió de golpe lo que había sucedido y el peligro que estaban corriendo sus alumnas.

    —Kỳ đà… —Siseó alejándose rápidamente en dirección al rio.

    Las encontró en la orilla, en compañía de una Ilea. Claro que conocía a la serpiente, era la fiel lacaya de un basilisco milenario que siempre buscaba la oportunidad para revelarse en contra del arcano o de quien quisiera controlar a los de su especie. Aunque era claro que en esa oportunidad un mago o bruja oscuro lo estaba ayudando, con algún motivo personal sin duda alguna.

    —No han sssido los mugglesss... —siseó el anciano — Aléjense del agua…— y luego señalo con la varita a Ilea —Tu… debí adivinar que estabas involucrada… Maldita vivirá —dijo y la serpiente pareció sonreír para luego deslizarse fuera del alcance de las brujas y sus compañeras serpientes.

    De pronto del rio empezaron a emerger serpientes de varios tamaños y especies, los ojos de las mismas están negros, vidriosos, como si estuvieran en una especie de transe, prisioneras en su cuerpo. Avanzaron con intención de atacarlos por lo que no les quedaría más remedio que defenderse.

    —Procuren no matarlas… hay que lograr que vuelvan en sí, que se resistan al poder que las está controlando—dijo en el idioma de los humanos.

    —Hayley… no dejess que se escapé —siseó en dirección de la animaga. No le preocupo encomendarle esa misión, la conocía desde hace mucho tiempo y sabía de lo que era capaz.

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  2. La cobra real estaba fascinada observando a las dos mujeres interactuar con Nailah y Aremi, sin duda alguna ellas tenían un espíritu aventurero, además de que les gustaban los halagos. <<Quizasss lasss he subessstimado… aunque no creo que Kỳ đà sssea tan dosssil>> siseó la serpiente mientras se desenroscaba y con su lengua viperina captaba un nuevo aroma. <<Interessante>> siseaba ya de camino a la entrada del bungaló.

    —Vaya que interesante... —dijo el Arcano al ver a las dos serpientes que se habían acercado a sus jóvenes alumnas— Para eso estas aquí… para aprender de ellas, para crear un lazo que te ayude a controlarlas, para entenderlas a pesar de lo peligrosas que puedan llegar a ser —Dijo el arcano poniéndose en pie. —Bien veamos cuanta influencia pueden ejercer en ellas… Recuerden que deben ganarse su respeto… el miedo no funciona con ellas, son traicioneras por naturaleza no lo olviden — Les recordó el longevo vampiro pero en ese momento una diminuta víbora se colocó sobre su hombro siseando algo que tan solo el Arcano pudo escuchar.

    —Han hecho lo que he pedido… —siseó en respuesta, su rostro lucía preocupado. La serpiente asintió con la cabeza y el respondió —Graciasss— luego de aquello se volvió a dirigirse a sus alumnas.

    —Vamos señoritas… tenemos trabajo que hacer —Se colocó su sombrero y empezó a caminar hasta la entrada o salida, ahora daba lo mismo, dentro de poco estarían muy muy lejos de ahí.

    ***

    <<Tu eresss como yo… o yo era como tu>> siseó la cobra real dejándose llevar por la curiosidad, frente a ella estaba una mujer no muy alta, de cabello lacio y castaño, muy guapa a decir verdad.

    <<¿Bussscasss a Lawan verdad?... ven conmigo, yo sssé dónde está >>siseó, segura de que podía escucharla y entenderla. <<¿Cómo te llamas gatita?>>preguntó la serpiente quien sin permiso de la mujer se había enroscado y deslizado hasta reposar despreocupada en los hombros de Lyra.

     

    ***
    —Una nueva alumna…—Dijo Lawan emocionado ante la posibilidad de ver la alucinación que tendría la mujer apenas tocará aquella burbuja invisible que rodeaba su pequeño oasis. Sin embargó, recordó que tenía cosas más importantes que hacer que ponerse a jugar con sus alumnas, suspiró resignado y tras un leve movimiento de su varita quitó el encantamiento — Señorita… Selwyn ha estado a punto de no encontrarnos… veo que ha hecho amistades en el camino —siseó el mago, observando a su amiga en los hombros de la recién llegada.

    Una vez dichas esas palabras el vampiro invocó su vara de cristal, misma que simulaba ser una serpiente enroscada en su mano, tras varias y complicadas fortuitas, seguidos de un encantamiento pronunciado en su idioma natal, un destello verde envolvió al Arcano, a sus tres alumnas y a sus respectivas serpientes, transportándolos a una selva muy remota en algún lugar perdido del mundo.

    El ambiente húmedo y una suave llovizna les dio la bienvenida, los sonidos selváticos no se hicieron esperar, monos aulladores, insectos y el canto de algunas aves reinaban por doquier. El mago observó a su alrededor buscando quien sabe qué cosa, hasta que sin previo aviso les indicó el camino a seguir.

    —Se preguntaran por que las he traído aquí… pues bien, me ha llegado el rumor que algo o alguien está matando a las serpientes de este habitad y vamos a averiguar si esos rumores son verdad. —Siguió caminando apartando las ramas a su paso… —Para eso tendrán que lograr que las posibles víctimas confíen en ustedes y las ayuden a resolver el misterio —aquello iba a ser complicado para las mujeres ya que seguramente las serpientes estarían más desconfiadas, manipuladoras y agresivas que de costumbre.

     

    —¿Preguntas?... —dijo al llegar a un lugar que más bien parecía un cementerio de serpientes. La mirada de Lawan se ensombreció, ¿quién o qué podría estar haciendo semejante cosa?, ¿podrían sus estudiantes dar con el responsable de aquella barbarie?. Esas y varias preguntas más rondaban la mente del Vampiro, el por su parte ya tenía una leve idea de lo que estaba pasando, pero tenía que dejarlas aprender que sus sentidos se activen y que su conexión con los reptiles vaya más allá, que no se limiten a simplemente poder comprender lo que dicen.

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  3. Los parpados achinados y arrugados de Lawan se achicaron por unos segundos. Sus ojos, rasgados e indescifrables, admiraban la silueta de Leah como si se tratara de una nueva especie de serpiente a la que jamás había investigado. Quizás, de cierta manera, sí lo era, aunque ella no lo comprendiera para ese entonces. Relamió los labios satisfactoriamente cuando la bruja logró atinar a lo que su cobra real parlamentaba en un dialecto conocido para Lawan, pero hasta el momento poco explorado por Ivaskov. Casi podía visualizarse en Can Tho, creyendo que aquellos murmullos siseados solo soltaban palabras sarcásticas e inexplicables..


    — Mejor que bien — Lawan se apolló de las rodillas para levantarse de su aposento y estiró la espalda elevando los delgados dedos al aire, alcanzado la cabeza de una boa arborícora colgada del techo, haciendo crujir sus huesos lumbares tan fuerte que tuvo la impresión de que resonó por toda la morada. El Arcano le propinó una sonrisa de recompensa, sin esforzarse demasiado. No necesitaba recurrir a la legilimancia para enterarse que tras toda aquella máscara de agriedad y confianza, existía una bruja con ganas de aprender el complicado e inimitable lenguaje —. Pero no todo se trata de diálogos. El verdadero hablante de pársel logra una conexión mucho más profunda que la física o la mental. Digamos.. ¿cómo decirlo en inglés? — se rascó la cabeza, tratando de encontrar una, mientras se acercaba a la mesita al escuchar que Mía por fin reaccionaba —. Existencial, tal vez.


    Elaboró el mismo proceso que con el berbaje que había ingerido Leah y se lo entregó a Mía en un cuenco más pintoresco.


    — Me gusta tu determinación, muchacha. — empezó. Le hizo una seña con los dedos para que ingiriera el líquido, a la par que se giraba y atraía con magia una módica caja repleta de anzuelos y examinaba el resto de su contenido —. Es un factor indispensable si deseas interpretar cada uno de los mensajes y señales que, durante el transcurso de tu vida, deseen transmitirte. Y sí, son inteligentes, tal como nosotros. En ocasiones, yo diría que su intuición supera nuestra capacidad analítica. Y la paciencia, al igual que en un humano, no siempre resulta abundante en ellas — metió la mano dentro del empaque metálico y, con dos dedos, extrajo un pequeño ratón que se revoloteaba en el aire tratando por todos los medios de huir. No pasaron muchos segundos para que su agonía terminara de un solo bocado por parte de su cobra real, cuyo cuerpo se desplazó mediante un brinco repentino que nadie se esperó, excepto Lawan —. A veces, solo necesitas complacerlas para conseguir lo que quieres; después de todo, siguien siendo bastante interesadas.


    Su vartia de cristal se materializó entonces por segunda vez, centellante. La caja metálica se cerró y la cobra real se enrroscó en el manojo, sin siquiera preguntar. Lawan hizo desaparecer los cuencos al instante que Mía terminaba de beber y los devolvió a sus respectivos lugares de la cocina, aquella pequeña estancia alejada repleta de nuevas crías que aún soñaban con la vida. Bastó, también, que la agitara dos segundos para que su convencional caña de pescar, de metales oxidados y cordones mugrosos, apareciera sujeta a sus hombros por hilos invisibles. Lawan se acercó a una de las paredes abiertas del bungaló y dirigió su mirada al cielo nublado que acontecía aquella tarde. La lluvia y la humedad no les resultarían un obstácul0 si lograban una verdadera alianza con las criaturas..


    — Las serpientes — continuó de repente, manteniendo la mirada hacia las nubles — no son animales dóciles a las que se les puede acariciar por placer. Existe un vínculo individual que deben establecer primero con cada una, y siempre será distinto — volteó el rostro hacia las brujas, adoptando una mirada mucho más seria y pensativa. Necesitaba que comprendieran la importancia que tenía el respeto que debían ganarse de las criaturas. Sino, serían víctimas eternas de un círculo de burlas e improperios siseados por el resto de su convivencia con éstas. Y eso ya no dependería de Lawan, desgraciadamente —. ¿Qué tal si empezamos por eso?


    — Como si pudieran— siseó su cobra, quien todavía yacía enrroscada sobre su malentín de anzuelos. Lawan solo soltó un suspiro de resignación, echándole un ojo acusador.


    — Tengo 47 inquilinas en esta humilde vivienda, y he escuchado que muchas están ansiosas a que experimenten con ellas. ¿Se sienten identificadas con alguna en particular?

  4. Evitó sonreír al ver la reacción de una de sus alumnas, al parecer su pequeña prueba la había hecho desconfiar y hacía bien. El longevo Arcano a pesar de la apariencia relajada que siempre mostraba era una persona a la cual era mejor temer y tener de buen humor. La observó con mayor detenimiento y luego de un momento se dirigió a una mesita, apartó con cuidado a una pequeña serpiente verde y empezó a mezclar varios líquidos y machacar varias hierbas mágicas provenientes de su natal Vietnam, luego sin que la bruja siquiera lo notara hizo que su vara de cristal, enroscada en su mano como una serpiente, desatara algo de su magia sobre el brebaje que estaba preparando. Cuando este estuvo listo lo vertió en un cuenco pequeño y se lo tendió a Leah que había encontrado al fin un lugar donde tomar asiento.

    —Vamos bebe…—dijo el mago —Tranquila, no hay trucos esta vez. —Aseguro y era verdad —Es algo que te ayudará a que el dolor de cabeza se vaya y que tu mente se abra… se relaje y puedas comprender mejor a mis amigas —le explicó. —Ya has demostrado que tienes el don, ahora hay que perfeccionarlo, pero sobre todo ganarte el respeto de ellas… si esto último no sucede de nada servirá que puedas entenderlas —sentenció y su tono de voz sonaba firme.

    Aquel brebaje que le estaba ofreciendo era una receta muy antigua que su abuela y madre le daban a él cuando era tan solo un niño. Apartó aquel recuerdo pues siempre lo hacía añorar el pasado o desear abrazar a la muerte tan solo para poder verlos un segundo más. Volvió a centrar la atención en las jóvenes que estabas ahí para aprender de él.

    —Así que una serpiente… —era claro que se refería al patronus de la muchacha —¿De qué especie? —preguntó mientras se acercaba a la otra rubia que ahora sabía era Mia. Con aquella pregunta se daría mejor una idea de qué clase de bruja era.

    Mientras esperaba fue a ver a la otra joven que al parecer había quedado en estado de shock luego de haber salido de la visión, a lo mejor había sido demasiado para ella. Hizo una mueca de preocupación y en ese momento apareció su mas fiel compañera, la cobra real empezó a subir por el costado de la Black Lestrange analizándola

     

    —¿Tan rápido has perdido una alumna? — siseo burlona —Te dije que esa prueba era peligrosa... Aunque yo creo que ha sido ella... —añadió y su cabeza se dirigió hacia la Ivashkov

     

    —Calla... ya debe reaccionar — siseó el Arcano. La verdad era que lo que decía su amiga era precisamente lo que él ya había pensado, la interrupción de Leah en la alucinación de Mia quizá había dejado secuelas. —Disculpa querida... no era a ti —añadió dirigiéndose a Leah. —Respóndeme lo que pregunte y por favor termina tu bebida — animó a la joven que aun lucía desconfiada.



  5. —Recuérdame corregir ese fallo —siseó el vampiro mientras se rascaba la cabeza, confundido.

     

    Otra alumna había llegado y al igual que la primera chocó con la barrera mágica que él había colocado, aquella que llevaba a sus aprendices a una pequeña prueba en la cual tenían que demostrar que tenían la habilidad innata de hablar con las serpientes. Pero algo extraño sucedió pues la bruja que acaba de llegar cayó en la misma prueba que la anterior.

     

    — Tu falla arruinó la diversión...— respondió la cobra —Con ella hubiese podido ganar otra semana sin tener que cazar...—añadió visiblemente decepcionada, se metió en el Áo dài de Lawan y tras deslizarse unos cuantos segundos ya estuvo en el suelo lista para ir en busca de un bocadillo.

     

    El anciano por su parte aguardó paciente a que las dos jovencitas pasaran su prueba y así lo hicieron <<Nunca… siempre lo será>> dijo la primera y a pesar de que la respuesta era errónea, había logrado pasar la prueba. <<Cuando está entreabierta>> dijo la recién llegada quien estaba en lo correcto. Las dos le habían demostrado en ese momento que tenían el don, pero de nada les serviría si no aprendían a dominarlo.

     

    — Bienvenidas — Dijo el Arcano tras mover su mano disipando la barrera mágica, sacándolas por fin de aquella ilusión en la que habían caído. — Mi nombre es Lawan... y les enseñare a dominar la habilidad de hablar con las serpientes... Pero eso ya lo deben saber — añadió mientras las invitaba a pasar a su humilde morada — Pónganse cómodas... aunque tengan cuidado de donde ponen sus cosas... — recomendó pues a pesar de que no se las viera a simple vista, con él vivían muchas serpientes de tamaños muy variados y para muestra la enorme boa que los vigilaba desde lo alto del techo o una pequeña falsa coral escondida entre la decoración.

     

    —Por favor preséntense y cuéntenme que las ha motivado a inscribirse en mi clase — En realidad él sabía perfectamente de quienes se trataba lo que no tenía del todo claro era quien era quien ya que las dos eran rubias.

     

    Apenas había llegado a la universidad el Arcano les había pedido a varias de sus mas fieles serpientes lo mantengan informado de absolutamente todo, la información era poder eso todo el mundo lo sabía y el tenía mucha información, no había nada en la Universidad y sus alrededores que no lo supiera.

  6. Lawan se había encargado de hacer unas cuantas modificaciones al oasis en el que habitaba desde que se mudó a la Universidad. Una barrera invisible rodeaba el lugar y sus variopintos efectos afectarían únicamente a los magos y brujas que se inscribieran en su clase. Los alumnos que la tocaran entrarían en una ilusión tan realista que todos sus sentidos se verían afectados, teniendo la sensación de ver, escuchar, sentir, pensar, como si de verdad estuvieran en la misteriosa y peligrosa isla lha da Queimada Grande.

    —Ha llegado alguien… —siseó una de las incontables serpientes que vivían con él. El vampiro sonrió levemente mientras dejaba de lado los anzuelos que había estado preparando.

    —Veamos si puede pasar la pequeña prueba… — siseó mientras se encaminaba al lugar en donde una mujer rubia envuelta en una túnica negra lo miraba sin mirar.

    ***
    En la mente de la bruja todo era diferente, en ese momento estaría siendo observada por algunas serpientes que intentarían confundirla, claro en caso de que pudiera entenderlas. Algunas quizá intentarían ayudarla, sin embargo la mayoría de ellas querrá verla fallar.

    <<Regressa>> siseaban las serpientes <<Intrusa>> decían otras molestas <<muerte>> decían otras acercándose peligrosamente a la bruja. <<entre…. abierta>> siseo una voz justo en el hombro de la Black Lestrange, se trataba de una serpiente diminuta de un intenso color verde. Mientras que oculta entre la maleza, una pitón adulta de un tamaño poco natural aguardaba paciente a que la bruja estuviera a su alcance. <<un poco más… acércate un poco más… >> siseaba sin quitarle la mirada de encima.

    Al parecer la rubia no les tenía miedo, un error que a muchos podría llevar a la muerte, después de todo las serpientes son traicioneras. Apenas la tuvo a su alcance la pitón se lanzó sobre ella envolviéndola y comenzando a apretarla, miró los ojos de la bruja preguntándose si seguirían tan verdes una vez que estuviera muerta.

    Era ahí cuando la prueba empezaba, la aprendiz de Lawan tendría que lograr liberarse y para ello tenía que lograr descifrar el acertijo que la pitón repetía, con cada repetición apretaría más y más hasta matar a la intrusa. <<Cuando una puerta deja de ser una puerta>> repitió la primera vez con un siseó lento.

    ****
    —¿Apostamos si pasa o no pasa? —preguntó Lawan a su fiel cobra real. —Yo digo que no —se aventuró a decir, no le agradaba que no les tuviera miedo a las serpientes.

    —Si gano tu cazaras mi comida por una semana… —Al ver que el Arcano asentía siseo —si pasa. —no estaba del todo segura pero para ellos era tan solo un juego.

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    Ficha de Lawan Nguyen Thant

    ARCANO DE LOS HABLANTES DE PARSEL
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    Nombre: Lawan Nguyen Thanh.

    Sexo: Masculino.

    Nacionalidad: Vietnamita.

    Raza: Vampiro.

    Edad: 270 años, aunque su apariencia es la de un hombre de unos 60 años.

    hWRd9Xv.pngAnillo: Porta el Anillo del hablante de Pársel. Está asociado a la prueba que se exige realizar a todos los aspirantes para conseguir la habilidad, así como a la prueba para convertirse en Arcano. Por ello reúne características mágicas asociadas a la habilidad y otros poderes mágicos que tienen más que ver con la personalidad del arcano que lo posee. El de Lawan, es una antigua reliquia de oro blanco con varias serpientes, que a pesar del tamaño están perfectamente talladas en él. Por ser el anillo original, acumula en él todas las propiedades mágicas asociadas al resto de los anillos de los hablantes de parsel lo que le da su extraordinario control sobre las serpientes. El Anillo posee un aura de un verde translúcido que le otorga a Lawan una sensibilidad especial ante cualquier tipo de veneno, siendo capaz de detectarlos y también de anularlos.

    Objetos y Posesiones: No posee muchas cosas en realidad, ya que es un vampiro errante. Tiene unos cuantos libros, una colección de cañas de pescar y anzuelos de todo tipo. Lo que si posee y más que una posesión es su amiga más fiel, es una serpiente cobra real, que va con él a todas partes. Además de eso tiene una relación muy cercana con un Basilisco (rey de las serpientes), que siempre cuida de él y lo protege.

    Vara de Cristal: Cuando Lawan invoca su varita se trasforma en una serpiente de platino, que se enrolla en la mano de su poseedor, dejando a la vista únicamente la cabeza del animal. La misma posee unos ojos que dan la impresión de mirarte, cuando Lawan la usa y desata su magia. De los ojos de la serpiente se desprende un brillo cegador, pues su magia además de antigua es muy poderosa. Originalmente la varita del Encantador de Hanói es de madera de pino, 27 centímetros con núcleo de veneno de basilisco.

    Conocimientos y habilidades mágicas: Es un hablante de Pársel innato, tiene una relación muy abierta con las serpientes, puesto que no solo habla con ellas sino que ha aprendido a desarrollar empatía con estos reptiles, y tiene un poder de convencimiento con ellas mucho más avanzado que el que tiene con los humanos. Esta empatía no solo hace que las serpientes lo entiendan, sino que éstas, sean de la especie que sean, lo obedecen y cumplen sus órdenes sin ningún reparo. Por ello, se le ha dado el sobrenombre del Encantador de Hanói (Hà Nội quyến rũ) siendo muy popular en los mercados y rutas pesqueras de todo Vietnam, Laos, Tailandia y en varias partes del mundo.

    Además de eso Lawan es un extraordinario pescador no sólo con el método tradicional de caña y red, sino que, gracias a su habilidad del Pársel, ha logrado dominar las mismas técnicas que las serpientes de agua dulce de Vietnam, quienes las han compartido con él. Por otro lado, se dice que además de hablar parsel, sus amigas las serpientes le han enseñado otros idiomas por lo que ahora puede comunicarse con un sin número de animales, al menos en el nivel básico. Aunque el plan de Lawan es llegar a controlarlos a todos.

    Aspecto Físico: Lawan es un hombre alto y de complexión delgada, su cabello negro siempre despeinado y corto, sus ojos rasgados y su afilada nariz le otorgan ese aire asiático y exótico que las personas del oeste buscan en los oriundos de su región. Cabe decir que siempre lleva consigo su Nón Lá, sombrero típico de su nación.

    Lawan tiene un cuerpo muy bien cuidado, aunque en él se pueden observar varias marcas de quemaduras que sufrió cuando incendiaron la aldea en la cual vivía. A pesar de eso, el trabajo de pescador y su afición a practicarlo con las serpientes le han otorgado un físico envidiable para alguien de su edad, siendo capaz de pescar con las manos, copiando la misma técnica de las serpientes marinas.

    A pesar del calor abrupto de la Universidad, Lawan siempre viste con su Áo dài, traje típico de su país de origen. Si no se le encuentra leyendo un libro o platicando con las serpientes, Lawan estará con las manos sobre la caña, intentando sentir algún movimiento en el agua, proveniente de un pez que sea cautivado por sus carnadas.

    Características psicológicas: Prudente y a menudo misterioso, Lawan es un hombre independiente, y le da igual lo que los demás piensen de él. Puede parecer algo lento y relajado, pero en realidad es muy analítico y paciente. Siempre esperará la verdadera oportunidad para realizar sus planes, demostrando esta cualidad al ser un excelente pescador. Le cuesta mucho confiar en las personas, quizá se deba a que desde hace muchísimo tiempo sus compañeras y únicas amigas han sido las serpientes. Es callado, aunque muy educado, y si alguien le hace conversar, responderá analizando cada una de las palabras. Siente atracción por lo macabro y en innumerables ocasiones se ha visto atraído por la magia oscura, aunque nunca la ha practicado.

    Vivienda en la Universidad: Podría considerarse que Lawan vive en su propio oasis en el desierto que es la Universidad. Ha conseguid una estancia al aire libre, donde varios pilares soportan un bungaló que en su interior alberga diversidad de árboles que, gracias a los cuidados del hombre, han aprendido a sobrevivir en el caluroso clima del lugar. De piso de nogal, la estancia se encuentra no solo con muchos árboles, sino que Lawan comparte su habitación con 47 inquilinos más. La mayoría serpientes del sur de Asia, pero con varios ejemplares de África, Sudamérica y serpientes acuáticas que acompañan al actual Arcano.

    Un río artificial de buen tamaño rodea su hogar, que gracias a la sombra que le aportan los árboles y la vegetación que ha creado se ha convertido en un lugar bastante agradable para la pesca y la relajación. Este sistema está diseñado no solo para recordar su verde hogar en Vietnam, sino para atraer aves, insectos y reptiles, para que sus compañeros de habitación tengan una fuente de alimento.

    Sin contar con eso, Lawan no tiene muchas cosas, ya que sólo posee una pequeña mesa, una modesta cama y tres cojines, los cuales son para él todos sus muebles. Además, ostenta una habitación con varias cañas, redes, y un par de libros de peces, planta y serpientes, justamente allí guarda todo lo relacionado con su afición de la pesca. Es por esto que Lawan pasa su tiempo en la orilla de su rio pescando o nadando, revisando los árboles, o simplemente recostado en el templado piso teniendo una buena conversación con sus "compañeras de habitación".

    Historia:

    Hijo de un pescador y de una vendedora de flores, Lawan nace en la actual ciudad de Can Tho, al sur de Vietnam. Los padres del hombre, personas humildes que han aprendido a vivir en un pueblo muggle, llevaban un estilo sencillo y pacífico de vida, lo cual le otorgó a Lawan un par de padres cariñosos y aprendió el trabajo duro desde joven.

    Hatnaree madre de Lawan es descendiente y heredera de la familia Thanh una noble familia de magos del sur de Asia, donde toda la línea principal de la familia tiene la capacidad de ser hablantes de Pársel, más al enamorarse de Nichan Nguyen, un simple pescador muggle, y contraer matrimonio con él, se pensó que el legado de la lengua Pársel de la familia Thanh había llegado a su fin. Al nacer Lawan, su abuela y su madre estaban convencidas que el joven, al ser mestizo, podría haber heredado los poderes de un mago, pero no tan extraordinaria habilidad.

    Pese a que la familia pensó que la herencia del Pársel había sido perdida, Hatnaree insistió en las habilidades de Lawan y madre e hijo, iban todos los días a los campos de arroz a la recolección de flores, a 3 kilómetros de Can Tho, a una zona donde habitan las serpientes, con la esperanza de que el joven niño se relacionara con las serpientes. Hatnaree hizo todo lo posible y a la edad de 7 años su esfuerzo dio frutos, al poder observar como su pequeño hijo mantenía una conversación infantil con un ejemplar de buen tamaño.

    Cuando el niño, no se encontraba pescando con su padre, o vendiendo flores, pasaba el tiempo con su madre, la cual le sirvió de tutora mágica, enseñándole todo lo básico y desarrollando el Pársel en los campos de arroz. Hatnaree y Lawan deciden adoptar una pequeña serpiente como mascota, una boa constrictora que, poco a poco, se convierte en la mejor amiga de Lawan.

    Su vida fue muy tranquila y transcurrió en su pueblo natal junto a su familia, hasta que antes de cumplir los sesenta años, las continuas guerras y conflictos políticos acabaron con casi todo lo que conocía. En uno de los enfrentamientos, quemaron la aldea en donde él habitaba con sus seres queridos matando a todos, incluyendo a su esposa, hijos y nietos. Él, herido de gravedad y sin ganas ya de vivir, es ayudado por una serpiente logrando escapar de la matanza. Al borde de la muerte, se refugió en la inmensa vegetación que circundaba los campos de arroz que solía frecuentar.

    Pasados varios días en completa inconsciencia, cuando Lawan abrió los ojos, se encontraba en una cueva rodeado de incontables serpientes y de un hombre misterioso de piel pálida y sangre fría que se hacía llamar a sí mismo como el encantador de serpientes (con rắn quyến rũ). Las quemaduras que tenía a lo largo de todo su cuerpo eran demasiado graves, así que Rắn le ofreció la inmortalidad no sólo para salvarle la vida, sino también para así poder enseñarle el verdadero control y empatía que significaba hablar Pársel.

    Es así como Lawan a pesar de todo el dolor que sentía por haber perdido a sus seres queridos, acepta convertirse en vampiro y discípulo de Rắn, quien por largo tiempo le enseñó la verdadera destreza de comunicarse con las serpientes. Viajaron alrededor del mundo para perfeccionar la habilidad hasta que, en Indonesia, Rắn encuentra la muerte, dejando todas sus posesiones a Lawan entre ellas su varita mágica que no duda en ponerse al servició de su nuevo amo.

    Rắn había sido Arcano en la Universidad y, a menudo, le había hablado a Lawan de aquella experiencia. Fue uno de los pocos Arcanos que abandonó su puesto en vida. Sin embargo, Rắn nunca dejó de añorar sus años en la Universidad. Tanto le había hablado a Lawan de ella que, a la muerte de su maestro, éste se dirigió a la Universidad dispuesto a ofrecerse como Arcano y a hacer la prueba que le convirtiera en uno de ellos. Sin embargo, su barco naufragó y fue capturado por piratas birmanos. Lawan escapó, gracias a su magia y a su habilidad, pero se vio obligado a tomar un rumbo bien distinto. Poco se sabe sobre lo que sucedió después, salvo que Lawan pasó muchos años en Japón y que allí aprendió grandes secretos y artes mágicas, sin embargo, son muchos los misterios que rodean aquella época en la vida de Lawan.

    Más de veinte años habían pasado de aquello, cuando Lawan se presentó un día en la Universidad. Hizo la prueba e, inesperadamente, se convirtió en Arcano, tomando a su cargo la habilidad de Hablante de Pársel. No fue muy bien recibido por la plantilla de la Universidad que fuese alguien desconocido, quien superara la prueba y se convirtiera en Arcano. Pero el Ouróboros había hablado y entregado el Anillo a Lawan.

    Tardaron en aceptarlo, pero al día de hoy, es uno de los Arcanos más veteranos de la Universidad. Se le considera excéntrico y suele proponer a sus alumnos pruebas pintorescas.

    Aún recuerda con cariño y mucho respeto a Rắn y su vida en Asia. Ahora es un hombre solitario que solo se siente cómodo con las serpientes, esos animales que han estado a su lado toda la vida. Cada que puede, regresa a Vietnam pero no puede soportar el recuerdo de la vida que tuvo en aquel lugar, así que suele refugiarse en sus clases en la Universidad, en donde espera poder encontrar algún discípulo digno de poder trasmitirle todos sus conocimientos.



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    Lawan Nguyen Thant

    ARCANO DE LOS HABLANTES DE PARSEL
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    Los lugares favoritos de Lawan eran aquellos en donde no debía usar la lengua de los humanos. Había vivido y estudiado tanto tiempo a las serpientes y víboras más peligrosas que realmente se sentía como una de ellas. Añoraba los campos de arroz en donde su madre le ayudó a desarrollar el lenguaje de las serpientes (de los magos oscuros, se dice), aquellos días en donde inocentemente lograba decir palabras sueltas en un siseo y se emocionaba cuando el animal decidía obedecerlo.

     

     

    En aquellos tiempos no era tan poderoso, pero tampoco tenía que preocuparse por nada más y ahora aquella época le parecía tan solo un sueño lejano, a pesar que sobre su piel llevaba grabado un recordatorio de que de verdad sucedió, de que verdad lo perdió todo. Apartó la mirada del reflejo que las quietas aguas le brindaban y al hacerlo también apartó aquellas imágenes que siempre lograban atormentarlo.

     

     

    — Nuevamente tienes esa mirada…— dijo su fiel compañera en un siseó — Deberías dejar que los muertos descansen en paz y centrarte en lo que viene —Aconsejó el reptil.

     

     

    —Seguro nadie tiene lo necesario… —le respondió sin darle importancia mientras se acomodaba su Nón Lá, se ponía en pie y observaba lo pescado esa mañana, que no era mucho.

     

     

    Aunque en realidad no le gustaba su nueva vida. Tenía por delante muchos años y esperaba al menos encontrar a alguien que tuviera el don innato de hablar con las serpientes y poder enseñarle un poco de lo que él sabía, lo que aquello significaba en realidad y todo el poder que se podía llegar a tener. Sin mucha prisa se encamino hacía su pequeño Oasis en donde justo debajo del bungaló en el que vivía, junto a sus amigas reptiles, se podía observar un negro portal que mismo que emitía una misteriosa aura verde igual a al de su anillo. Aquel portal es una variación del Haz de la Noche. No se cierra y solamente brinda paso a aquellos que son aptos para el arte de hablar con las serpientes.

     

     

     

    El destino de aquel oscuro portal es un secreto para todos aquellos que nunca lo han cruzado. Inclusive aquellos que lleguen a la Ilha da Queimada Grande regresarán al Campus sin saber la localización exacta de aquel paraíso para las serpientes. Todo eso para proteger el lugar, puesto que para visitarlo se necesita permisos especiales que solamente son concedidos a magos experimentados ya que es un lugar muy peligroso. Si algún muggle encontraba por accidente la ubicación, sin duda también encontraba la muerte. Él, por su puesto, tienía autorización para visitarla y conocía cada rincón de la isla.

     

     

    El sitio en el que el portal desembocaba en la isla era muy sencillo. Una playa como cualquiera, si no tomabas en cuenta a las incontables serpientes esparcidas por todo el lugar. Lawan sabía que pronto alguien acudiría, por lo que se había encargado de adecuar todo con anticipación, aunque eso había inquietado a los habitantes de la Isla, después de todo no eran amantes de los intrusos.

     

     

    —Lawannnn —se escuchó de pronto, era un susurro que parecía venir de todas partes y que a cualquier mago común y corriente le hubiera helado la sangre, claro si pudieran escuchar el llamado —Lawannnn— volvió a repetir y tan solo instantes después y sin previo aviso una serpiente gigante apareció frente a él. Se trataba de Kỳ đà.

     

     

     

    —Nunca lo conseguirás…—Dijo Lawan sin inmutarse mientras sonreía. —Pero lo de llamarme ha sido nuevo… aunque te has delatado —Comentó mientras acariciaba con cariño al cabeza del Basilisco —Gracias por venir tan pronto —Añadió.

     

     

    Kỳ đà había desarrollado afecto por Lawan y entre ellos había cierta camaradería, que los convertía en amigos. Una amistad peligrosa teniendo en cuenta que uno de los dos poseía una mirada mortífera y el otro era un poderoso Arcano. Aunque el respeto que se tenían mutuamente era más fuerte, tanto que el Rey de las Serpientes optaba por cerrar sus ojos cuando estaba cerca de su amigo.

     

     

    —Algún día te sorprenderé…Dime que necesitas—siseó el gigantesco reptil.

     

     

    —Me veo forzado a enseñar mis habilidades y será en la Isla en donde rindan una prueba mortal los elegidos — empezó a explicar —Quiero que te asegures de tener todo bajo control… dentro de poco habrá un elegido… — Kỳ đà se removió incómodo.

     

     

    —Sabes que no nos gustan los intrusos… — le respondió el basilisco—Además las cosas se están saliendo de control. Tú eres quien debe ir… —el siseo paro de pronto. Lawan lucía serio y su aura había cambiado, tanto que su interlocutor dejo de hablar al notarlo.

     

     

    —Quien sea el elegido sabrá manejar la situación o morir en el intento. —Corto sin más. La verdad era que él deseaba pasar más tiempo en la Isla pero el plan que tenía en mente requería que su ausencia se sintiera. — Todo estará bien Kỳ đà… Lo prometo —El Basilisco no dijo nada más, simplemente se alejó. Confiaba plenamente en el mago.

     

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