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Lawan Nguyen Thanh

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Mensajes publicados por Lawan Nguyen Thanh

  1. Siendo tan delgado, no era ninguna sorpresa que se confundiera entre las delgadas ramas y los cuerpos de las serpientes, que se movían o colgaban parsimoniosamente por toda la playa. Él también se movía de forma similar, tan lento que a veces costaba creer que no lo hiciera a propósito. Sin embargo, el sonido alarmado de los cascabeles de algunas y el siseo amenazante de otras hizo que el hombre reaccionara con la velocidad de un humano, echando su cuerpo hacia atrás para ver hacia el lugar donde había empezado el alboroto. Sus ojos vidriosos dieron con una mujer, una muchacha que parecía paralizada por el miedo y que, a juzgar por la forma en que se había detenido en seco, no había sido capar de ver a la constrictor que descendía de una rama hasta su cuerpo.

     

    Lawan, sin apurarse demasiado, terminó de alimentar a las serpientes que estaban llamando su atención con siseos de reclamo y salió detrás del delgado árbol cuando la cabeza plana de la serpiente empezaba ya a tocar el hombro de la muchacha. Si ésta corría o sufría un infarto, parecía sin traer sin cuidado al vietnamita. Su interés estaba en los ojos de Anne, viendo su terror, pasando a través de él como si fuese una serpiente más, acercándose como si también quisiera enrrollarse en su cuello como la constrictor. Bajar levantamente y apretar, despacio, como ella lo estaba haciendo.

     

    —¿Qué hace usted, intrusa, en mi playa?

     

    El hablar del Arcano era como un rumor, bajo, como un siseo. De no ser porque hablaba fuerte y claro, habría sido difícil determinar si era Parsel o, lo que era, inglés.

     

    —A juzgar por su rigidez, por sus ojos tan abiertos y la escasa respiración, puedo imaginar que no siente amor ni aprecio por mis niñas —esbozó una sonrisa torcida—, entonces, ¿por qué debería usted entrar en mi playa? El miedo no es respeto, antes de que lo use como excusa.

     

    Pero, francamente, Lawan no estaba seguro de si la muchacha llegaría a decir nada en ese estado. Rodando los ojos, estiró la mano hacia la constrictor, que lo miró indiferentemente con la cabeza ya a la altura de las piernas de la Gaunt. Era una bestia de animal, de todas, la peor que pudo haber decidido enroscarse en el cuerpo de Anne.

     

    Compórtate, Siza, dejemos que se explique.

     

    Dijo en Parsel, a lo que la serpiente respondió con un siseo similar.

     

    Cinco minutos.

     

    Cinco minutos serán...

     

    —¿Y bien? —preguntó en inglés a la chica, cuando la constrictor se retiró.

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  2. Lawan mira, taciturno, al joven Benjamín quien parece decidido a seguir su prueba. Presiente en él un carácter rebelde, guerrero, al expresar su duda antes de atravesar la puerta. El Arcano permanece en silencio porque contestar ahora, que no le oye, es una pérdida de tiempo. Lawan sabe que, si regresa, no le hará falta saberlo. Si no regresa, tampoco lo sabrá porque se habrá perdido antes de saber que el Portal tiene la fuerza suficiente para borrar cualquier recuerdo de que una vez supo hablar Parsel, más fuerte que cualquier Obliviate de esos que lanzan los magos mundanos de aquella sociedad en la que habita ahora, en el Ateneo. Pero allá, en la pirámide, en el salón circular cuyo suelo tiene la imagen del Ouroboros, perdería el don de entender el pársel por mucho que lo tenga en su sangre y ahora su mente lo entienda.

     

    Lawan no contesta y permanece impertérrito, con la mirada perdida en otra dirección alejada del Portal. ¿Para qué mirar si no podrá ver nada? Lo que ocurre le es opaco para el Arcano. Benjamín está ahora sólo, a su suerte. Lo que ocurra allá dentro supondrá su regreso como Hablante de Parsel o su no regreso, perdido en uno no-lugar. No parece afectarle la espera pero el vampiro respira con la boca semiabierta por la incertidumbre que no quiere mostrar, enseñando la punta de sus colmillos.

     

    Espera, toqueteando el anillo blanco que está vinculado a todos los anillos de Hablantes de Parsel. Tal vez le gustaría estar pescando en su casita del Ateneo para tranquilizar su ánima. El muchacho no sale. Aún no sale. Pescar le aliviaría la espera. Pero sabe que su deber es estar ahí, esperando. Si Benjamín se siente en peligro, el anillo lo notará y él obligará al Portal a que lo devuelva, a pesar que eso supondría el fin de los recuerdos, de aquellos recuerdos, para el joven.

     

    Pero tampoco llega la señal de apremio. Lawan Nguyen Thanh supone que es buena señal aunque aún no sale. No, aún sigue en la prueba.

     

    Espera. De una manera u otra, saldrá y él tendrá que estar allá, esperándole.

  3. Observa el avance de Benjamin de pie junto al portal. Recuerda cada una de las pruebas de sus aprendices anteriores, recuerda como sortearon cada obstáculo puesto y la forma en que aveces tenían que poner en riesgo su propia vida para salvar a sus compañeras o para continuar con su aprendizaje. Sabe que Ben está cerca pues así se lo comunican las serpientes que están dispersas por toda la isla.

     

    —Te estaba esperando, sabía que llegarías.

     

    Siente la presencia de Ben incluso antes que la de la serpiente de compañía se anunciara. Sabe que es una buena señal por las experiencias pasadas. Aún no se voltea, tiene la varita mágica apuntando hacia el portal que gira a mucha velocidad, mostrando por tiempos la puerta de cada habilidad. Dice palabras más antiguas que el pársel, palabras llenas de magia.

     

    El portal deja de girar para mostrar únicamente la puerta correspondiente a la habilidad de pársel. Pasa unos segundos, la puerta comienza a brillas y finalmente se abre dando paso a las realidades del portal. Chasquea los dedos y en consecuencia la puerta vibra, el anillo del aprendiz se desprende de la puerta y se acerca flotando a la mano de Lawan.

     

    Tengo que preguntar ¿Seguirás con la prueba? Si estás de acuerdo acéptalo y llama al anillo, él se acercará a tus manos y cuando cruces comenzará la prueba real.

  4. Se mantiene de pie, nuevamente esperando. Con los ojos cerrados, concentrado, observa lo que sucede en los alrededores de su vivienda. No puede descuidar a las serpientes mucho tiempo o estas intentarás alejar de cualquier forma a los jóvenes que tomó como aprendices. Pero también observa a Benjamin acercándose con una pequeña serpiente enroscada en su brazo izquierdo.

     

    Se voltea y abre los ojos. Observa el lago, observa la isla y muy en el fondo -con un brillo un tanto fantasmagórico- la pirámide en dónde el Portal espera diseñar una nueva prueba. Levanta ambas manos, sosteniendo la varita en una, y comienza a recitar un cántico en dónde cada palabra está imbuida en magia. Las dice en pársel, porque de esa forma los hechizos son incluso más poderosos. Le presenta su respeto a la isla, le da indicaciones sobre las pequeñas pruebas que Benajamin deberá sortear antes de enfrentarse al Portal.

     

    Sabe que su aprendiz está cerca, que le quedan pocos minutos de camino. Aunque no ve lo que sucede en la isla, los cambios que suceden para cumplir con sus requerimientos, siente cada movimiento y la aparición de cada nueva criatura. Se dibuja en su cabeza el nuevo camino del laberinto e inclusive le parece sentir el movimiento perpetuo del Portal.

     

    —Benjamin Karkarov, acudiste —hace una seña con la mano: no hables, escucha —. El día de hoy demostrarás que eres digno y que estás preparado.

     

    Mueve la varita mágica abajo mientras apunta en dirección del lago, dibuja también varias florituras en el aire. En el momento en que el pequeño barco, y el embarcadero, se hunden comienza la primera prueba para Benjamin.

     

    —Tienes tiempo, no se cuanto. Imagino que el suficiente. Antes de cruzar el portal tienes que demostrarle a la isla que eres digno y que estás preparado. Hay dos barcos en el lago, que pronto saldrán de las profundidades. Cada uno está custodiado por una serpiente guardiana. El un barco se hundirá en la mitad y morirás, el otro te permitirá cruzar. El un guardián siempre dice la verdad y el otro siempre miente. Elige sabiamente.

     

    Deja de hablar por un momento pues el agua del lago comienza a reventar en pequeñas burbujas que no tardan en desaparecer.

     

    —La isla intentará arrebatarte a tu compañera, mientras luchas con los peligros de la isla debes protegerla o consideré que eres indigno y no te dejaré continuar. Finalmente te vas a enfrentar al laberinto. Hay un pequeño basilisco, su mirada no es aún mortal. Solo él conoce el camino seguro, si logras que te crea y confíe en ti te guiará. Te espero en la pirámide.

     

    Sin decir otra palabra desaparece.

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  5. —Me gusta como piensas

     

    Lawan interrumpe la pequeña charla filosófica que Benjamin tiene con la serpiente. Preguntar sobre como se comunica con las serpientes incluso cuando ellas están lejos, o incluso con más de una al mismo tiempo, es una pregunta trampa. Cualquier respuesta por parte de los alumnos puede ser correcta aunque nunca lo son del todo. Algunos se acercan mucho y otros están muy lejos. Ben está en el grupo de aquellos que no están cerca pero tampoco lejos. Tiene idea de como lo hace pero no es totalmente acertada.

     

    —Tienes razón en algo, y es que solamente yo conozco exactamente como funciona mi capacidad de estar y no estar. Hemos llegado a un punto en que ya no puedes estar más aquí. Debemos irnos, tengo preguntas que hacerte.

     

    Mueve la varita mágica con su cuerpo real, en el mundo en dónde se encuentra físicamente, alejado de las ilusiones y visiones. En cuanto Benjamin abre los ojos mueva la varita nuevamente, haciendo que las bayas que antes dejó caer desaparecieran.

     

    —Aunque ahora conoces como funciona el pársel quizá aún te cueste entender algunas cosas, en especial si se dicen muy rápido. Sin embargo no es algo que yo pueda enseñarte ya, sabes todo lo que necesitas saber. Aún así tendrás que practica. ¿Estás dispuesto a atravesar el portal? Si es así, dímelo. Dímelo y vete, vete a practicar por dos semanas. Ve a algún lugar en dónde solamente puedas usar pársel. Entonces en dos semanas te esperaré en la isla.

  6. Aunque es paciente y le gusta esperar, también prefiere que las cosas continúen lo más rápido posible cuando ello depende de él. Lawan mantiene parte de su concentración en la serpiente que está junto a la nueva aprendiz, pero también en la pequeña serpiente que guía paso a paso a Benjamin en el camino que debe seguir hacia dominar el pársel. Comer de la baya sin morir no es una forma milagrosa de entender a las serpientes. Todo lo contrario, solamente aquellos que tienen el pársel en la sangre pueden comerla sin morir teniendo la más dolorosa de las muertes existentes. La baya permite, entre otras cosas y otras formas, mantener a quien la come en una estado semiconsciente en dónde es mucho más sencillo moldear su cerebro para que entienda lo que se niega a entender.

     

    —Ahora podemos hablar de la forma en que me gusta hacerlo...

     

    Apenas mueve los labios, pues es en realidad su lengua la que toquetea con las palabras. Abre o cierra la boca levemente solamente cuando necesita decir algo más complejo o elaborado. En general, la experiencia le ha llevado a poder pronunciar cualquier palabra moviendo únicamente la lengua para darle su sonido característico.

     

    —Imagino que ella explicó como funcionan las cosas aquí. Hemos dicho pocas cosas pero en la realidad han pasado ya un par de horas. Tu cerebro trabaja a nivel más primitivo, mucho más lento de lo normal. Si despertaras ahora podrías repetir y entender cada una de las palabras que hayas dicho o escuchado. Si permanecemos más horas llegará un momento en que tu cerebro acepte que el pársel forma parte de su propia estructura y deje de negarse a entenderlo. Pero, por su puesto, estar aquí tiene un precio. Tienes que pedirle que te deje estar, que no te mate. Estaré yendo y viniendo, más siempre estaré aquí. Dile como es que lo logro y te dejará estar con vida hasta que vuelva, que será cuando nuevamente te pedirá una prueba de merecer este lugar.

     

    La serpiente, que está enrollada en el brazo de Benjamin, aprieta más hasta casi hacerle daño.

     

    —¿Cómo lo hace?

     

    Lawan, aunque presta atención, ya no está en aquella visión pues espera que en la realidad Mónica esté ya lista para comenzar con el entrenamiento.

  7. Intenta comprender no lo que Benjamin dice, puesto que eso lo hace ya a la perfección, sino lo que siente. Odia a todos aquellos que pretenden obligar a las serpientes a hacer cosas que ellas jamás harían por voluntad propia. Entender el significado de una palabra en cualquier idioma es sencillo; lo complicado es entender todo lo que conlleva decir una palabra. El pársel es, según lo ha estudiado, una lengua bastante antigua. Una lengua que no necesita del lenguaje corporal para expresarse; es o no es, significa o no. Pero aún así, los años que lleva enseñando le han dejado también enseñanzas: es capaz de encontrar diferencias en como distintas personas dicen una misma palabra.

     

    Y por eso sabe que puede confiar en Benjamin, sabe de alguna forma que el mago no está mintiendo.

     

    —Aunque no los use en tu contra deberías temer al veneno. Respeta siempre a una serpiente, más siente pavor por su veneno. He decidido que te enseñaré, y probablemente use métodos que no te gustarán. Lo primero que debes hacer es comer la baya que tienes en tu mano. Si la comes bien lograremos abrir tu mente, en caso contrario su veneno te matará. Debes convencer a la serpiente que rodea tu brazo que te enseñe, depende totalmente de ti.

     

    Cierra los ojos y deja de escuchar. Ya no depende de él, depende del joven ruso. Es él quien debe encontrar el camino hacia el saber, es él quien debe convencer a la serpiente (que probablemente será su eterna compañera) que le indique como consumir el fruto sin peligro. No recuerda un número exacto, pero sabe que muchos han muerto en esa prueba, ya sea porque no han sacado palabra a sus compañeras o porque ellas mintieron. Espera que Ben avance, no le gusta dar explicaciones, le parece que es bastante aburrido.

     

    Con la mirada perdida detrás de los párpados, envía palabras inteligibles a las serpientes que vigilan a la bruja. Aún está un poco alejada, pero la distancia es suficiente como para que él pueda intervenir. Varias serpientes aparecen aparentemente de la nada. Algunas logran envolverse al rededor de las piernas Mónica; amenazantes.

     

    -¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?

  8. Sonríe mientras observa, desde la realidad fuera del portal, como avanzaba la prueba en la que Ishaya estaba inmerso. El portal juzgó positivamente el desenvolvimiento del mago en las pruebas de aquella otra realidad mezclada con ficción y deseos propios del pensamiento del mago que está siendo juzgado. Él recuerda aún su prueba y cada una de las complicaciones que sufrió.

     

    El portal brilla nuevamente y él escucha sus palabras. Son notas en parsel, son pequeñas palabras que indican hechizos primitivos que es mejor no conocer; palabras que puede entender únicamente por el vínculo que tiene con el portal. Son los inicios del pársel, el punto inicial dónde la magia decidió que era buena idea que algunos magos elegidos pudieran comunicarse con las serpientes.

     

    Las palabras callan, dejan de retumbar en su mente. De forma inmediata, lo que parece real en el portal deja de serlo. Se difumina, se corrompe en cuanto el viento deja de soplar y el agua deja de moverse; esa realidad alternativa creada para poner a prueba al mago deja de existir y lo escupe hacia el mundo del que proviene.

     

    —Ishaya Triviani. Felicidades por superar la prueba del Portal. Recuerda que la magia no es buena ni mala, no es perversa ni bondadosa. Usa sabiamente tu habilidad o las serpientes te repudiarán.

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  9. Permaneció aun quieto, observando de la forma en que él sabía observar. Pero aquella posición de aparentemente no hacer nada no duró por mucho tiempo. Comenzó a moverse luego de que soltó la caña de pescar. De la misma forma en que la serpiente envuelta al rededor de Benjamin escuchó la respuesta él lo hizo. No es una respuesta que termine de complacerlo, sin embargo si que sintió fue suficiente para avanzar, para dar el siguiente paso en el camino de aprendizaje de su aprendiz.

     

    —Por ahora no te mataré

     

    La serpiente esperaba asustar un poco a quien pensó sería su víctima. Ella entendió las palabras de Benjamin, porque aunque él no lo sabía, la gran mayoría de las palabras que dijo salieron de su boca en una lenguaje bastante complejo y primitivo: el pársel. Aflojó el agarre que tenía al rededor del pecho del joven mago pero no se apartó. Aún Lawan estaba indeciso, aún estaba considerando teniendo en cuenta variables que solo él conocía.

     

    —Conozco venenos capaces de aflojar la lengua, venenos que son mucho más poderosos que el veritaserum. Tengo venenos que te harán suplicar la muerte, venenos que causar más dolor que la maldición cruciatus. Son estos venenos los que correrán por tus venas si me mientes, son esos venenos los que te matarán si tus palabras tiene un solo ápice de falsedad ¿Estás dispuesto a tomar el riesgo?

     

    No esperó una respuesta, él conocía la respuesta por el brillo en los ojos de Benjamin. Conocía la repuesta por como respiraba el mago, por como pasaba la saliva en incluso por como olía su sudor.

     

    Déjalo ir

     

    Mientras esperaba que la serpiente cumpliera con su orden, que lo iba a hacer pero le gustaba hacerlo esperar, volvió a sentarse pero ahora sobre una roca musgosa. Dejó caer una pequeña funda de tela en el suelo y observó como varias bayas se extendían por el suelo y algunas se llenaban de tierra y suciedad.

  10. Aunque desde la perspectiva de su aprendiz la continuidad del tiempo no se ha visto afectada, Lawan observó como con el pasar de los segundos las fuerzas de la naturaleza inherentes al portal crean cada uno de los detalles de la realidad alternativa en dónde la prueba como tal se desarrollará. Parte de los místico del portal consistía en que tenía la capacidad de formar historias y cuentos a partir de los pensamientos de la persona a quien estaba evaluando.

     

    Así, Lawan vio caras que que no le interesaban en lo más mínimo. Para él la interminable batalla entre la orden del fénix y la marca tenebrosa era algo sin importancia y carente de sentido real; algo apenas significativo comparando con la inmensidad de caos que podía venir por parte del portal en caso de que algo fuese mal. Para su tranquilidad y la del mundo, era algo que jamás había sucedido.

     

    Aún de pié, chasqueó los dedos justo delante de sus ojos. Prefería olvidar, prefería no conocer nada de aquello que no le importaba. Sonrió en cuanto las cosas retomaron su curso, en cuanto el tiempo comenzó a transcurrir en el mundo elaborado por el portal.

  11. Está sentado sin hacer absolutamente nada, esperando que algo suceda. Le gusta decir que una de sus mejores cualidades es la paciencia. Se pone de pie. A ojos de cualquier observador Lawan se levantó porque se cansó de esperar. Pero no, él sabía lo que estaba por suceder, lo que pronto pasaría. Y lo sabía porque los sonidos provenientes de sus serpientes llegaban a él junto al viento, porque golpeaban en sus oídos anunciando la presencia de alguien que aún se encontraba a unos pocos minutos de distancia.

     

    Está esperando de nuevo, pero de pie. Un par de minutos más, minutos en los que simplemente se dedicaba a escuchar. Y entonces sucedió, escuchó que alguien lo llamaba, escuchó la llegada de su nuevo aprendiz, del nuevo mago que tenía que descubrir su vínculo con las serpientes, un nuevo aprendiz cuyo principal objetivo sería entender la magia de las palabras, la magia de una de las lenguas más antiguas y rudimentarias pero al mismo tiempo una de las más complejas.

     

    - Ve

     

    La serpiente que antes estaba oculta abandonó su escondite. Se trataba de una cobra, bastante venenosa y grande, que se enroscó al rededor del cuerpo de Benjamin, el nuevo alumno.

     

    - ¿Qué buscas? ¿Qué es lo que quieres?

     

    El vampiro aún estaba de pie, quieto, a la espera de que algo sucediera producto del encuentro del mago y la serpiente.

  12. Fuera

     

    Dijo una sola palabra y fue suficiente. Las serpientes que estaban al rango de aquella palabra dejaron de hacer todo lo que hacían en ese momento. Las que estaban unidas se separaron y las que se acercaban dieron media vuelta. Todas las serpientes, absolutamente todas, comenzaron a alejarse. Dejaron a los dos magos solos, la parte más importa de aquella prueba estaba por comenzar. Era el momento en que Ishaya demostraría realmente su control de la lengua con más magia conocida.

     

    Se volteó sin decir nada, su silencio demostraba de alguna forma su aprobación. Durante el recorrido en la isla lo hizo bien, demostró cierto control no solo con el pársel. Poder decirle cosas a las serpientes no era suficiente para hacer que estas obedezcan, era necesario de alguna forma comprender la naturaleza de los reptiles.

     

    —Ishaya Triviani, la isla te ha aceptado. ¿Estás listo para demostrarle al portal el dominio de tu habilidad? Si decides continuar no te podré ayudar, si das media vuelta el portal jamás se volverá a abrir para ti. Toma este anillo si quieres continuar, el anillo del aprendiz—le dijo al mago en pársel.

     

    No esperó una respuesta, no por el momento. Ishaya debía contestarle al portal, debía hacerle conocer su decisión dando media vuelta y huyendo a la seguridad o por el contrario continuando y sorteando los peligros que podían haber al otro lado.

     

    Dijo palabras antiguas, palabras que solamente él podía comprender. Palabras que compartían una raíz común con el pársel aunque eran mucho más primitivas. Las puertas dejaron de girar, dejaron de desaparecer y aparecer. Un último siseo hizo falta para que la puerta de los hablantes de pársel se abriera.

  13. Conforme Ishaya y las tres serpientes se alejaban era mucho más probable que algún pes se acercara y mordiera la carnada. Se puso de pie en cuanto algo picó. Tiró suavemente del hilo con la mano libre, haciendo un poco de fuerza para que el pes se enganchara bien. Repitió aquel movimiento un par de veces más hasta que finalmente con un fuerte tirón sacó al animal del agua. Lo desenganchó y luego de curarlo lo liberó de vuelta al agua.

     

    Mientras lo hacía no dejó de estar pendiente de su aprendiz, por el momento lo estaba haciendo bien. Caminó por unos minutos sin dejar de observar. Fue cuando logró vislumbrar que el mago estaba atascado, o quizás no. Sin embargo, decidió brindar ayuda, una pequeña ayuda. No le facilitaría las cosas, en absoluto, sino que intentaría hacer que Ishaya sacara a flote todo lo que aprendió todas las veces que recorrió aquella isla.

     

    Recuerda

     

    Dijo una sola palabra en Parsel, una palabra que llegaría a su pupilo a través de todas y cada una de las serpientes de la isla. Cualquiera que escuchara aquella palabra la transmitiría a la serpiente más cercana, y esta a su vez a la más cercana hasta finalmente comunicar el mensaje a Ishaya y sus acompañantes.

     

    Ishaya debía recordar que los lenguajes humanos eran débiles y contenía muy poca magia. También debía recordar el vínculo que creó con cada anillo. Seguiría sin poder usar su varita, sin embargo, el vínculo creado entre un anillo de habilidad y un mago era capaz de trascender.

  14. Superar la primera prueba no era fácil pero la segunda no requeriría de mayor esfuerzo que el dialéctico. Era el mejor momento para demostrar que tenía facilidad de comprensión de la lengua Parsel. Era difícil hablarla pero también era más difícil entenderlo cuando lo usan para hipnotizar y convencer... Esa era la misión de una de las serpientes que custodiaban el laberinto. Sería una gran prueba que demostraría el nivel de conocimiento del muchacho.

     

    Lawan permanecía en silencio y presublimente ajeno a lo que sucedía pero no perdió ni una sola de las palabras que le decían y las argumentaciones que se expresaban en aquella segunda prueba. Era merecedor de elogio que no sólo escuchara a las dos serpientes que le susurraban que las siguiera sino que también pidiera la opinión de sus propias acompañantes. Era un hombre sin par, no cabía duda...

     

    - Bien hecho, sr. Tonks Triviani... Bien hecho...

     

    Esa voz fue un susurro parseliano que se extendió, sin darse cuenta, por entre los matojos y los árboles que rodeaban el Laberinto. Tal vez el muchacho lo oyera; tal vez no... Pero en ese apoyo había un cierto orgullo por la forma en la que aquel hombre iba enfrentándose a su destino. Si seguía así, si superaba la tercera puerta, iba a ser un auténtico candidato para vincularse al anillo ante el Portal de la Habilidades.

     

    Permaneció atento a lo que sucediera ahora... Iba a ser una prueba casi insalvable.

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  15. Se podría acusar al Arcano de Parsel de no temer por la vida de su pupilo. Su pose tranquila parecía imperturbable ante las aventuras del muchacho se mantuvo hasta el final. Sin embargo, Lawan era un vampiro y, por tanto, estaba al tanto de todo lo que sucedía en el lago. Su oído captaba hasta el último susurro que la criatura marina emitía, hasta el último golpe de las gotas de agua al salir despedidas entre las violentas olas provocadas por su ataque, hasta el mínimo ronquido de las serpientes que acompañaban al hombre en su ruta hacia la otra orilla.

     

    Aunque era imposible la pesca en aquellas aguas turbulentas, Lawan permanecía allá, con el rostro impasible, cazando en la orilla del lago. Sus nervios estaban preparados para una reacción rápida si ocurría algo anómalo. Si fuera necesaria su intervención, el Arcano llegaría al lugar en un instante. Escuchaba la conversación; era curioso que las serpientes se hubieras enrollado en el hombre en busca de protección. Era algo anormal en ellas puesto que no solían tomar tanta confianza con una persona.

     

    Era mejor no intervenir. Estaba seguro que él podría sólo.

     

    Al menos de momento. Al menos, en esta primera fase de la prueba. Si las serpientes buscaban su refugio... Si la Bestia del agua entendía que él quería protegerlas, aún a costa de su propia vida... Pasaría la prueba sin ningún tipo de problemas.

     

    Esperaba que pudiera solventar su siguiente fase con la misma soltura. Lawan siguió impasible y movió levemente el anzuelo de su caña de pescar. Le esperaba una dura jornada de espera mientras el pupilo avanzaba rumbo a la pirámide para conseguir su Gran Prueba.

  16. El muchacho Ishaya era valiente. O tal vez un iluso. Aseguró que quería continuar. No se hizo esperar, empezó la prueba y se alejó del Arcano. El Vietnamita le vio alejarse, con las tres serpientes dentro de la barca. La distancia era amplia y la profundidad del lago era inmensa. Sin embargo, el joven mago encontró la forma de morphosear algún objeto oculto en las aguas y convertirlo en sauros. Lawan observó con desagrado cómo empujaban la barca hacia la orilla opuesta. No le gustaba. Estos reptiles podrían comer cualquier tipo de animal que se encontrara en su camino y él temía por las tres serpientes a las que el mago debía proteger. Esperaba que supiera lo que hacía.

     

    Además, no duraría demasiado ese tipo de hechizo, sobre todo cuando fueran atacados por la bestia marina que descansaba en el fondo y que destrozaría el bote. El Arcano era prudente, sabía esperar. En un momento estaba a este lado y, al instante, apareció en el otro lado. Se sentó a la orilla y en sus manos apareció una de sus cañas de pescar. La escena ocurriría más arriba, esperaría con calma a que todo sucediera y, mientras, pescaría un rato.

     

    Lo que sucediera allá dependería del joven Ishaya y él no podía evitarlo. En realidad, no quería evitarlo. Su deber era enseñar a los aprendices para que llegaran hasta la prueba. El valor para conseguirlo eran obra de ellos; Lawan no podía intervenir, excepto en casos de extrema necesidad, para llevarse al imprudente que hubiera intentado cruzar el Portal sin estar preparado. Entonces sí, se levantaría, dejaría su caña y ayudaría a aquel muchacho rubio de piel muy blanca a salir de aquello.

     

    Hasta entonces, seguiría pescando, acompañado de su cobra real que le acompañaba a todas partes.

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  17. Los aprendices del viejo Arcano eran muy rápidos para aceptar que estaban listos para la prueba, incluso superaban con éxito los osbtáculos que iban encontrando en el camino, pero todo parecía cambiar una vez cruzaban el portal, pues allí ni el mismo Lawan sabía que les podría estar esperando, pero fuese cual sea el escenario, todos caían en la tentación de apretar el anillo de aprendiz que les acompañaba para que así el Arcano fuese a su rescate. Hasta ahora nadie lo había hecho, pero él sabía que ese día pronto llegaría. ¿Sería Ishaya? Eso estaba por verse.

    —Bienvenido —dijo sin ninguna sorpresa, realmente lo esperaba. Su mirada se mantuvo neutral hasta que vio a los tres reptiles que lo acompañaban, sólo en ese momento Lawan dejó ver una paternal sonrisa —Me complace ver que vienes acompañado, no sólo porque veo que las has cuidado bien, sino porque las vas a necesitar.

     

    A unos pocos metros de donde se encontraban, un pequeño bote de madera con capacidad para una sóla persona se balanceaba por el movimiento del agua. Lo primero que Ishaya haría sería cruzar el río, pero no había remos ni tampoco podía hacer uso de la magia enseñada por Uzzas ni otros Arcanos, allí lo único que tenía a su favor eran los pocos hechizos neutrales que su varita podía conjugar. Sin embargo, arreglárselas para cruzar el río no era problema, el chico podría hacerlo nadando si quisiera intentarlo, pero a mitad de camino se le habrían cansado los brazos y moriría ahogado. Además, tampoco podía olvidar de las tres serpientes que tenía a su cuidado, a ellas también debería cuidarlas.

     

    —Sé que este paisaje no es desconocido para ti, sin embargo tengo que advertirte que el río es más profundo de lo que parece y más extenso de lo que cualquiera puede pensar, existe el rumor de que dependiendo del día podría hacerse interminable, esperemos que hoy no sea uno de esos días —hizo una pausa. —Pero el gran peligro se oculta en las profundidades, donde una gran criatura marina no tardará en subir para hacer añicos el bote y llevarte con ella hasta su hogar, a menos que de verdad te ganes su simpatía, a menos que le demuestres que no eres un hombre destructor y que le demuestres que tus intenciones son buenas. Un hablante de pársel no es inofensivo y yo confío en que esa criatura marina sabrá mejor que yo si tienes o no buenas intenciones.

     

    Si Ishaya terminaba con esa primera prueba, lo siguiente que se encontraría serían dos entradas a un laberinto tan grande que era imposible de rodear. En cada entrada dos serpientes de cascabel le esperaban, tan sólo una le diría cuál era el camino correcto, la otra mentiría mandándolo hacia su propia muerte. Discernir cual decía la verdad era su tarea. Si lograba identificar el camino correcto, se encontraría con una alberca llena de las serpientes más venenosas y letales del planeta, pero el único modo de seguir avanzando era sumergirse. Para que el veneno de una mordedura de serpiente actuara podía llevar tiempo, dependiendo del tipo, pero cuando eran demasiadas apenas la persona podía durar 5 minutos respirando. Sin embargo había un modo de que Ishaya saliera ileso, si realmente había aprendido algo utilizaría su ingenio y astucia para averiguarlo.

     

    Finalmente, en el pequeño espacio que lo separaba de la entrada a la pirámide, la figura de un hombre alto, con aspecto asesino lo estaría esperando. Pese a tener el rostro cubierto por una bufanda, en su mirada se notaba que sus intenciones no eran buenas y aunque Ishaya seguramente fuese un gran mago, allí su magia no tendría efecto alguno. Lo único que el extraño hombre le pediría a cambio sería a sus tres serpientes, de lo contrario no se movería y de querer enfrentarse a un duelo, él saldría ganando, pues tenía en su poder todos los anillos y libros que pertenecían a Ishaya.

     

    — Te lo preguntaré una última vez.. ¿Estás listo?

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  18. - Puedes retirarte Kidoh. – La voz de anciano se hizo presente cuando apareció detrás de la escena entre la maleza, su rostro no mostraba ninguna señal de preocupación, al parecer todo estaba en orden.

     

    El viejo hombre se acercó a la serpiente caída y a Ishaya, para sonreírle. – Es muy difícil ganar la confianza de alguien, pero lo has hecho bien.- El arcano ya no hablaba en lengua humana, todas las palabras que salían de su boca eran especialmente para las serpientes y ahora para Ishaya. El cual parecía entender sin ningún problema.

     

    -No dudaste en proteger a alguien, eso demuestra tu valor y que eres un ser de confianza. – Lawan se inclinó para revisar a Do. - Las serpientes no muestran su lado débil, y te comportaste como una, estas a la altura de las circunstancias. – Cerrando los ojos para palpar a la serpiente pequeña. – Ahora entiendo como sedujiste a mis compañeros arcanos, eres un ser especial.- Los silbidos y susurros del viejo asiático eran claros y no dudaba que Ishaya los entendiera.

     

    -Te pido una disculpa Do, y tu mostraste que tienes talento. – Do empezó a moverse lentamente. – Tengo fe en que eres un ser humano excepcional. – Levantándose del suelo, para darle un pequeño saco de tela sucia. – Tus pertenencias.- Los ojos rasgados del hombre de enfocaron en el pecho del alumno. – Te pido una disculpa nuevamente.- Bajando un poco la cabeza hacía la serpiente.

     

    -Dos semanas.- El anciano señalo con sus huesudos dedos de su mano derecha. – Yo no puedo enseñarte ya nada, solo soy un mentor que te ayudo a entender lo que pasaba en tu interior. – El hombre suspiró y sonrió. - Tú eres un digno aprendiz, pero necesitas práctica.-

     

    -Considero que estarás listo para entonces y deseo que hagas la prueba de los hablantes. – La oscuridad de la noche cada vez se hacía más fuerte.

     

    -Te pido que cuides de ellas. - La mirada del hombre busco a las tres serpientes que parecía que no entendían bien lo que estaba ocurriendo. - ¿Deseas hacer la prueba de los hablantes? – Preguntó y suspiró tranquilo. - Si aceptas cuida de ellas tres, ellas te ayudaran a entender mejor como funciona esta magia que tienes en tu interior. –

     

    Lawan dio media vuelta en la oscuridad, la luna no parecía iluminar el lugar, pues la oscuridad era cada vez más fuerte. – Ya conoces la isla, desde hoy en dos semanas, no quiero que traigas nada de joyas, amuletos o varita, nada ostentoso, quiero algo sencillo y humilde. – Dando un par de pasos para sumergirse en la penumbra de la noche. – Cuida a mis serpientes… perdón… a tus serpientes, si aceptas el trato regresa con ellas a la isla. –

     

    Fueron las últimas palabras de Lawan cuando desapareció dejando a las serpientes y a Ishaya en la oscuridad, quizá esa confianza de viejo y sabio permitía saber que el joven pupilo aceptaría el reto y cuidaría a las serpientes.

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  19. El anciano miraba el cielo, mientras su fiel compañero Wootang se encontraba a su lado. – ¿Crees que el humano tiene lo necesario? - La sonrisa del Arcano le sirvió de respuesta a la serpiente. – Creo que es un hombre interesante y no dudo que tenga lo necesario, vamos a preparar la cena, estoy seguro que regresaran con hambre. –

     

     

    Kidoh el gran pitón de Lawan observaba con determinación y lentitud bajo las hojas, el anciano le había dado una misión, probar que Ishaya podría ganarse el respeto de las serpientes.

     

    Para eso había estado siguiendo el rastro del pupilo y las serpientes, mientras la noche se aproximaba paulatinamente sobre ellos, fue el momento que Kidoh buscaba.

     

    -El humano es un i******.- Se arrastró hacía ellos para taparles el paso. – Pero más ustedes tres que le siguen el juego.- Kidoh era una serpiente de gran tamaño, las compañeras de Ishaya no podían comparársele. – Nunca aprenderá a entenderlo, puede ser muy poderoso pero es solo un humano iluso. -

     

    La serpiente era altiva, una actitud que enfureció rápidamente a Do. El cual dejo a Ishaya detrás para enfrentarse a Kidoh. Las otras dos serpientes observaron con temor, la escena era extraña, acaso Do estaba intentando demostrar que Kidoh estaba equivocado.

     

    La luna empezaba a esconderse bajo las nubes, oscureciendo cada vez más. Cuando un comentario final desato la ira de Do, la cual se le lanzó atacar a Kidoh con una mordida veloz.

     

    Pero el gran tamaño del pitón fue suficiente para detenerlo en seco y someterlo con el peso.

     

    -El humano no me agrada, ni tu tampoco, el Laoshi no te extrañara.- Fueron las palabras de Kidoh el cual abusando de su tamaño empezó a asfixiar a Do, las otras serpientes observaban, sin saber que hacer.- El laoshi me dio oportunidad de hacer con él lo que yo quiera, y un idi*** como tú no me lo impedirá.-

     

    -Sepáralos.- Susurró Tuyen. – El laoshi te encomendó protegernos, dile que los separe A’hn.- La serpiente estaba preocupada, mientras ella se arrastraba detrás de Ishaya buscando protección y A’hn estaba muda.

     

    Ishaya sería capaz de interceder por Do, tendría el valor de enfrentarse a una serpiente con las manos desnudas, tal como lo dijo el Arcano por defender a una serpiente que ni siquiera le agradaba y solo lo acompañaba por compromiso.

     

    Do se levantó mostrando los colmillos, volvería a atacar a Kidoh a muerte si Ishaya no actuaba deprisa.

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  20. Lawan se dedico a mirar al joven Ishaya en silencio. Observaba atento sus movimientos, tomó el cuenco y dio un sorbo lento.

     

    - Flor de loto, tiene un sabor fuerte. También tiene jazmín ¿Puedes olerlo? Es un aroma profundo, producido por los pétalos. Y un poco de canela, ese sabor picante es lo que hace este té tan bueno.-

     

    Después de dar otro sorbo, esperando que su alumno hiciera lo mismo.

     

    -No es un té mágico, no va a potenciar tus habilidades, ni cosas así.- Dando un nuevo trago, la cara del anciano no mostraba mucho.

     

    - Es una infusión relajante, ayuda a tranquilizar los nervios.- Una sonrisa bajo aquel arrugado rostro aparecía tímidamente, mientras susurraba algo y las serpientes obedecían. – Tienes el don pero necesitamos despertarlo.-

     

    -El primer paso es aceptar el regalo que es esta habilidad, después es aprender que no es una habilidad que te haga superior, necesitas ganarte el respeto de las serpientes.-

     

    Señalando con la mirada a todas las criaturas que los rodeaban. – Las serpientes son seres especiales, que infunden terror, sabiduría y otras patrañas en las diferentes culturas.- Bebió de nuevo. – Aprender de ellas es una tarea difícil, algunas son más amables que otras. – Observando con algo de curiosidad aquella pequeña serpiente que observaba a Ishaya. – Muéstranos que eres un ser de confianza y que mereces el respeto de las serpientes.-

     

    El anciano movió la mano derecha y las serpientes empezaron a alejarse poco a poco. – Te presentó a Do.- Apuntando al suelo mientras una serpiente verde con ojos amarillos se acercaba lentamente. – Ella es Tuyen.- Señalando a una víbora con colores semejantes a la hojarasca. – Y esta pequeña es A’nh – Mostrando a aquella pequeña serpiente que había llamado la atención del joven pupilo.

     

    - Do es grosero, irrespetuoso, se enoja fácilmente y no escucha. Tuyen es más pasiva, calmada, pero tiene un veneno poderoso, no confíes tanto en ella. A’hn… parece que la conoces.- El anciano estaba ideando algo. - Ishaya cuida a mis serpientes, los terrenos son bastos, aliméntalas, compréndelas, y regresa antes del anochecer. –

     

    -Estoy seguro que podrás entender sus peticiones, ganarte el respeto de las tres, pon atención a sus demandas, estoy completamente seguro que podrás aprender algo de este pequeño viaje. Calculo que en 4 horas anochecerá, así que regresa a mi casa pronto. –

     

    El laoshi sabía que Ishaya necesitaba aprender a entender a las serpientes, el objetivo de esa misión era que el joven mago aprendiera a escuchar.

     

    -Intenta conversar con ellas, al principio pensaras que hablas solo, pero poco a poco veras que la conversación fluye. Termina tu té y te espero para la hora de la cena… otra cosa, mi cabeza dura, déjame tu varita, tus anillos, no uses magia. – El viejo señalo la puerta de salida.

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  21. Lawan sonrió disimuladamente, Ishaya parecía ser un diamante en bruto, no era la primera vez que el joven conocía a un arcano, así que el anciano asimilo que el hombre debería ser más poderoso que la media de hechiceros y brujas que había conocido anteriormente.

    Un siseo bajo fue suficiente para que el pitón que acompañaba al viejo se alejara arrastrándose sobre el piso desapareciendo entre la flora y su camuflaje natural, mientras se acercaban a la casa de Lawan.

    Al llegar Ishaya pudo apreciar donde vivía el Arcano, una pequeña sala con piso de bambú y una mesa en el centro. – Vamos.- Dijo el hombre desde el patio, donde se podía ver un pequeño estanque y un árbol que daba sombra, a continuación se quitó sus zapatos y entro a la estancia.

    -Es algo pequeño, pero sirve para lo que necesito.- Con una agilidad envidiable considerando su edad, el pequeño hombre se sentó sobre el suelo y cruzo sus piernas. Había escuchado con atención la respuesta de Ishaya, Lawan colocó sobre el piso la vara de cristal e invito al hombre a sentarse enfrente de el, junto la diminuta mesa de madera.

    -Cuando predominaban las narraciones de la guerra.- La voz de Lawan era lenta.- Se asoció el parsel a la magia negra, a la magia prohibida. Muchos callaron sus voces, otros crecieron con miedo, muchos se escondieron. – Lawan suspiró, uno de esos suspiros comunes en los ancianos, recordando tiempos mejores, muchos ancianos vivían en el pasado y Lawan no era la excepción.

    -Cuando me invitaron a la Universidad, se buscó quebrar el paradigma, buscar la comunicación del pasado y el futuro. No muchos magos vienen a mi buscando conocimiento.- Lawan se levantó y arrastro sus descalzos pies hacia la humilde cocina que tenía al lado.- Principalmente porque es una habilidad que no se puede aprender. – Lawan se agacho buscando hiervas en un cajón, para continuar.- Necesitas un linaje de sangre, que exista en ti un ápice de sangre. – Con un movimiento de sus dedos, Lawan encontró una oxidada y barata tetera donde metió una mezcla de hojas, agua y tomó dos cuencos entre sus brazos.

    -¿Conoces a alguien en tu familia que domine el idioma? – Preguntó el anciano acercándose una vez más para sentarse enfrente el señor Triviani. - ¿Has escuchado susurros? – con un movimiento de sus huesudos dedos, un fuego brillante y azul nació en el centro de la mesa, Lawan colocó la tetera sobre el mismo. – No significa que escuches palabras en tu idioma, el parsel se escucha como susurros, no es que puedas traducir literalmente a tu lengua madre el idioma de las serpientes. –

    -Cierra los ojos, relaja tu respiración. – Lawan hizo lo mismo. – Tranquiliza tu cuerpo, escucha los latidos de tu corazón, pon en calma tu mente. - El arcano susurró, extraños sonidos que se fueron multiplicando, poco a poco y el silencio desapareció.

    Una, dos, ocho, catorce, en un abrir y cerrar de ojos, treinta y cuatro serpientes acudieron a la sala, diferentes especies, diferentes tamaños e incluso diferentes intenciones. Las criaturas se arrastraban desde el jardín exterior, la cocina y la habitación del viejo mago hacía Ishaya.

    -Ishaya.- Aun con los ojos cerrados. - ¿Escuchas los susurros? ¿Puedes entenderlos? ¿No me refiero a traducirlos, puedes entenderlos? ¿Al menos un poco? -

    Un sonido chillón destrozó la atmosfera, la tetera demandaba atención. - ¿Podrías servirnos el té? – Abriendo sus rasgados ojos, bajo aquel cabello negro y cano. Lawan sonrió. - ¿Qué te motiva aprender esta lengua? Sé que quieres poder, pero yo pregunto, ¿Qué te motiva? –

    Las treinta y cuatro serpientes estaban rodeando a los dos hombres, sus ojos curiosos se enfocaron con atención a los movimientos del aprendiz, no con una mirada amenazante, era un interés diferente. – Danos una respuesta. – Incentivo el anciano y arrugado Arcano, apuntando con los ojos los dos cuencos de porcelana sobre la mesa.

  22. La mirada de Lawan era dura, sus rasgados ojos observaban con desdén al hombre en el suelo. El anciano suspiró y se puso de pie limpiando sus manos de tierra con su ropa de lana, e intentando cambiar de expresión. El arcano era un hombre impulsivo desde joven.

    -Las serpientes sufren lo mismo.- Moviendo su mano hacia la derecha, lo que Kidoh tomó como una orden, soltando lentamente el cuerpo del hombre. – El Parsel es una habilidad que muchos ven mal.- El enorme pitón se arrastró hasta su dueño, colocándose a la izquierda de Lawan con pausados movimientos. – Auguro que serás capaz de aprender.- Ofreciendo su delgada mano junto con una sonrisa extraña, la dentadura vieja y las arrugas del rostro del arcano definitivamente le daban un aire curioso entre risueño y molesto.

    -Yo soy Lawan, el responsable entre los arcanos de abrir las puertas a la lengua de las serpientes, él es Kidoh, es mi compañero del día de hoy.- El enorme pitón siseó algo, a lo que el anciano respondió sin premura en parsel. Los ojos verdes de la serpiente se clavaron en el hombre el cual se puso de pie. - ¿Escuchaste las palabras de Kidoh? – Demandó el arcano, sumándose a Kidoh y mirando los ojos del hombre. - Pregunta tu nombre. -

    El anciano tosió un poco y respiro lentamente, sin dejar de contemplar al joven hombre. - Veo unos ojos interesantes.- Susurró el anciano, las palabras de Lawan eran una combinación extraña de lo que pensaba y costumbres asiáticas. – Pero este muchachón no piensa lo mismo. – El pitón levanto la cabeza amenazantemente. – Vamos a mis aposentos, allí te podre conocer más y saber si eres adecuado para dominar esta maravillosa lengua que es el parsel, además de lavarte un poco.- Lawan notó que las ropas del mago manchadas con lodo.

    Usando su vara como bastón, dio media vuelta seguido del animal para mostrarle el camino al mago. – ¿Sabías que no tienes oportunidad contra mí… y menos con una docena de serpientes dispuestas a atacarte? - Lawan sonrió y rio un poco, intentando romper la tensión. Él siempre tenía la costumbre de recibir a todos sus nuevos alumnos con poderosos ataques, y hasta ahora solo aquel hombre que lo seguía había tenido las agallas de intentar defenderse, sin duda un ser humano único que había llamado su atención. – Vamos esa es mi casa.- Señalo después de unos minutos de caminar sobre las hojas, apuntando el bungaló que se divisaba a lo lejos.

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  23. -Un invitado no deseado. –

     

    -Depende de lo que consideres no deseado.-

     

    El silencio reino un segundo, cuando el anciano se levantó lentamente del suelo para salir en busca de aquel hombre.

    La residencia de Lawan era un lugar extraño, el calor sofocante del desierto y la humedad del aire se mezclaban haciendo ambiente pesado y cansado para los forasteros de Inglaterra.

     

    El sendero estaba marcado con hojas aplanadas contra la mojada tierra del lugar. La pequeña figura bajo aquel sombrero de paja, el delgado y huesudo hombre caminaba con cierta facilidad sobre ese terreno.

     

    Lawan levantó una ceja con incredulidad al ver al recién llegado, y una rara expresión se forma sobre su arrugado rostro. – Tienes razón.- Fue lo que el Arcano susurró para acercarse lo suficiente al mago.

     

    Los rasgados ojos del anciano no tenían ningún gesto cuando tuvo al mago enfrente de él. Solamente levantó la mano derecha e hizo un pequeño movimiento. Desde la tierra húmeda una enorme pitón atacó.

     

    El animal se abalanzó desde la espalda del mago, el cual no tuvo tiempo ni de presentarse. Cayendo de pecho sobre el enlodado suelo repleto de hojas, la serpiente de más de 70 kilos se enredó rápidamente sobre el hombre.

     

    -Kidoh no lo sueltes.- Balbuceo en Parsel el anciano a la serpiente, la cual empezó a aplicar una mayor fuerza sobre el mago en el suelo. – No me interesan coleccionistas de habilidades.- Las palabras del Arcano Lawan fueron claras y concisas para que el hombre las entendiera.

     

    - ¿Qué deseas aquí? – Preguntó el pequeño hombre, la serpiente seguía aplicando poco a poco más fuerza. – Si tu respuesta no nos gusta, Kidoh te anulara la entrada de Oxigeno. - Poniéndose en cuclillas, para mirar el rostro del mago que había llegado hasta allí. – Solo se detiene cuando tu corazón deja de latir. – Haciendo un movimiento circular con su bastón, la vara de cristal inutilizaría todos sus anillos y su varita, Lawan esperaba la respuesta y Kidoh parecía emocionado, la pitón birmana disfrutaba asfixiar a sus víctimas.

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  24. El Arcano estiró la mano, para sorpresa de Teki, atravesando el portal. La imagen se volvió difusa y por un segundo, ambos sintieron como si estuvieran pasando a otra realidad. Pero lo cierto era que estaban sacando algo de ahí, a Axel. Para su tamaño y contextura, Lawan no debía tener la fuerza que estaba demostrando tener. Sin embargo, logró sacar al muchacho como si pesara muy poco y arrastrarlo con sumo cuidado hasta que quedó rendido a sus pies. Se veía casi indefenso en esa posición pero a pesar de eso, irradiaba la fuerza única de quien ha salido victorioso.

    Su amiga y fiel compañera en los años venideros se deslizó por el brazo de Lawan hasta caer al suelo con un sonido seco, para acercarse y tocar con su lengua bífida la pálida mejilla del joven danés. El hombre por su parte tomó asiento como lo hacía en su casa, con sus mesas bajas y sus tapetes cómodos y decorados. Cruzó las piernas, apoyó una mano en cada rodilla y esperó con paciencia a que Axel volviera en sí. Según sus cálculos, no faltaba mucho.

    «Bienvenido de vuelta, Axel Rexdemort»

    Saludó amablemente, con una ligera sonrisa asomándose en la comisura de sus labios, justo cuando el muchacho empezaba a pestañear para ver dónde se encntraba.

    «Ha sido una prueba más que interesante. Pero lo más importante, ha sido exitosa. ¿Verdad, Teki?»

    «Estupendo»

    El siseo del Parsel entre el anciano y la serpiente resonaban en la sala como murmullos potentes y elegantes. Dentro de lo extraño y lo automáticamente relacionado con algo negativo, por la mala reputación de las serpientes, era una lengua hermosa. O más bien hipnotizante. El vietnamita estiró su huesuda y arrugada mano para que Axel la tomara, poniendo una fuerza menos evidente que la que había usado al sacarlo del portal para ayudarlo a sentarse. Una vez que ambos estuvieron al mismo nivel, cosa bastante simbólica, Teki se acurrucó en el regazo de Axel y Lawan señaló el anillo.

    «Ahora te pertenece» por arte de magia, como todo lo que rodeaba sus vidas, el anillo se hizo más hermoso, como el que portaba Lawan, adaptándose al dedo de Axel «El anillo de poder sólo concentra la energía que ya posees, demuestra que has superado las pruebas y te has superado a ti mismo. Ahora eres un Hablante de Parsel y puedes irte a casa»

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  25. Una prueba curiosa, debía admitir. Los ojos del anciano observaban con interés lo que sucedía dentro del portal, sorprendido y a su vez complacido con Axel. Ya sin darse cuenta había empezado a entender, pensar y hablar en Parsel sin proponérselo. Antes le costaba y había necesitado empujones, ahora el Parsel hablaría a través de él con tanta facilidad como su lengua materna. El mismo Lawan tenía problemas para evitar el siseo que se escaba eventualmente tras su inglés tosco, como una sombra verbal, y ni hablar del vietnamita. Así ocurriría con el danés.

    Pero más allá de sus logros, merecedores de una recompensa, había que reconocer el esfuerzo que hacía para adaptarse a la comunidad de serpientes que lo rodeaba. Había entablado una amistad con Teki, se había ganado la confianza de las serpientes de su casa y todas las de las pruebas terrestres. Ahora se enfrentaba a una más complicada. Si aquello era real o no, Lawan no podía decirlo con seguridad. El portal mezclaba la realidad con los miedos o barreras más grandes de la mente, pero que ocurriera en su cabeza no quería decir que no fuera de verdad. Así que los descubrimientos o daños ocurridos dentro del portal, lo marcarían y lo harían crecer en la habilidad. Y él estaba propenso a un gran futuro, si descubría lo que estaba pasando. Lawan sonrió cuando Teki intentó, una vez más, ir con él.

    <<Está yendo justo al árbol>>

    Dijo a la serpiente, dando golpecitos en su cabeza con el índice.

    <<No debes interrumpirlo, es asunto suyo. Observa y veamos qué hay detrás>>

    <<Bien...>>

    Si era peligroso o no, estaban por verlo. Pero Lawan creía que el peligro estaba en los miedos de Axel y no en la serpiente del árbol, tendría que combatir con ellos y seguramente lo haría espléndido. Pero el Arcano estaba expectante, esperaba con ansias un debate digno de recordar.

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