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David Lannister

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  1. Hola, paso a pedir mi entrada en la familia. Lo que está en blanco es, obviamente, que no lo puedo rellenar, no que se me haya olvidado o pasado por alto xD.
  2. Hola *-* Iba a pasarme por aquí el otro día, pero al final me acabo pasando hoy. Debo admitir que estoy algo ciego, al principio no veía la ficha de registro xD, pero acá va. Creo que es todo.
  3. La magia de la gala y de la situación se congeló, su corazón se paralizó ante una nueva información que, aunque podría habérsela imaginado en alguna ocasión, nunca se esperaba que fuese cierta. Encubierta por palabras bonitas se enteró de que la irlandesa estuvo con otros hombres durante el tiempo que pasó fuera. ¿Cuántos y quiénes? Eso era lo de menos y puede que fuese mejor no saber tantos datos, no lo preguntaría. ¿Cómo se lo debía tomar? Todo acto tenía su consecuencia y estaba descubriendo cual había sido la consecuencia de haberse marchado de forma impulsiva y sin avisar. Era completamente desagradable enterarse de una cosa así. A pesar de la dureza de la noticia lo cierto es que su primera reacción fue sonreír, como si le hubieran costado un chiste malo pero que le hubiese logrado sacar una tonta sonrisa. Al principio eso creía, que era un chiste, una broma de mal gusto como venganza de su desaparición. Cuando bajó la mirada se dio cuenta de que no estaba mintiendo y si lo hacía era mejor actriz y mentirosa de lo que recordaba. Vaya, al final puede que la castaña no le hubiese echado de menos tanto como había dado a entender desde que se reencontraron. El espacio que dejó en su corazón fue llenado. Su rostro pasó a estar serio, ahora no encontraba motivo para sonreír. —Yo… yo… —no sabía qué decir. —¿Insinuas lo que creo que insinuas? —acabó preguntando. Necesitaba una nueva confirmación, necesitaba volver a escuchárselo. Bueno, no lo necesitaba, lo cierto es que no le haría nada de gracia volver a oírlo, pero quería confirmarlo, quizá su cabeza le había jugado una mala pasada y ella no se estaba refiriendo a eso. ¿Qué clase de persona rompía la magia de una fecha tan señalada diciendo eso? Puaj. Tú le has preguntado. Le recordó una voz interior. Ser curioso no siempre era positivo, a veces era mejor no enterarse de ciertas cosas que lo único que te producirán será dolor. Dejó de abrazarla con tanta efusividad, se alejó unos centímetros aunque sin dejar de abrazarla, quería poder mirarla mejor los ojos. —¿Qué crees que es mejor? —preguntó antes de darle las dos opciones. —¿Vivir feliz en la mentira o triste en la verdad? Quería saber su punto de vista porque él no lo tenía claro. ¿Prefería no enterarse de nada de lo que hubiese hecho Kassandra y estar feliz por volver a verla? ¿O prefería saberlo todo pero sentirse triste, desplazado y poco valioso? Negó con la cabeza, frustrado. Todo era tan complicado… Y lo peor, las cosas bonitas que le continuaba diciendo, eso le hacía sentirse una persona horrible si se enfadaba. Ahora, puede que prefiriese a la licántropa enfadada para tener una excusa que le permitiese estar enfadado a él también. Suspiró y agachó la cabeza, mirando al suelo. ¿Y si ya hubiera llegado tan tarde que lo mejor era no haber vuelto? Se preguntó a sí mismo. —Diste muy pronto por hecho que jamás vendría… quizá nunca lo tendría que haber hecho, ¿verdad? Habló con cierta frialdad, separándose completamente. Estaba enfadado consigo mismo, con ella y con todo el mundo que se le cruzase por delante en esos momentos. Le dio la espalda y por segundos pensó en marcharse. Su orgullo y su egocentrismo eran elevados y se acababan de haber visto dañados. Nunca perdonaba, era vengativo y la traición era lo peor de todo. Al mismo tiempo, sentía que se estaba comportado de forma injusta, él había hecho algo que no debió y su acto no podía quedarse sin consecuencia, así que podría decirse que ambos estaban en paz. Puede que ambos se hubieran hecho daño y nada ganarían si se lo recordaban o no lo olvidaban y lo tenían siempre presente. —Espero que te lo hayas pasado muy bien todo este tiempo, Weasley. —soltó de manera borde, incluso con desprecio. Pero por su cabeza la idea que le había surgido de marcharse de allí desapareció. Ese era su lugar. Se giró, volvió a mirarla fijamente a los ojos con el rostro serio que no había sido capaz de abandonar durante este último instante. Dio un paso a ella, volviendo a pegarse y esta vez no usó sus manos y sus brazos para abrazarla, lo que hizo fuese sujetar sus dos mejillas con delicadeza, obviamente una con cada mano. De forma impulsiva y sin pensarlo dos veces le plantó un beso en los labios, ladeando su cuello mínimamente para poder hacerlo mejor. Apasionado y tierno a partes iguales. Pasados unos segundos se separó, pero su cabeza no retrocedió, siguió avanzando para acercarse a su oído.n —Pero me perteneces… —murmuró con suavidad. La quería para él, la quería.
  4. Todo estaba saliendo a pedir de boca. En ninguna de las veces que se imaginó un reencuentro se esperaba que se encontrase tan receptiva, hecho que agradeció enormemente. Puede que la magia que poseía de por sí la celebración de San Valentín colaborase para que estuviera así. Sin duda el encuentro se había producido en el momento y día oportuno. Se sentía privilegiado por tenerla entre sus brazos, de nuevo juntos como habían estado en un pasado que parecía más cercano que nunca, todos los recuerdos le habían vuelvo y todos junto a ella eran felices, agradables de recordar. No recordaba un mal gesto, una mala mirada, ni ninguna discusión con ella. Habían sido de esas relaciones que se describían en los cuentos y que terminaban con un juntos para siempre, aunque para ellos no había sido así. Su sonrisa le hizo volver a sonreír, con mayor amplitud cuando sintió su mano en la mejilla con delicadeza. La miraba fijamente a sus ojos marrones sin dejar de abrazarla, no quería soltarla y volver a estar separados. Puede que tuviese miedo de que ella le hiciese lo mismo que le había hecho él, pero si ocurría no podría reprochárselo. No dijo nada, estaba claro que sí había vuelto y sí, a ella. Quería recuperar todo el tiempo que habían perdido a pesar de que lo pasado, pasado está y esos años jamás podrían ser recuperados. Fue poco inteligente alejándose de una mujer como la que tenía en frente, pero al mismo tiempo la distancia le había hecho darse cuenta de que la necesitaba y es que no te das cuenta de lo valioso que es algo hasta que lo pierdes. En ese sentido estaba agradecido de haber tomado la decisión que tomó en su día, pero aún así lo volvería a hacer y menos sin avisar, sin dejarle siquiera una nota. —Sólo si tú me lo pides. —respondió en voz baja, en un susurro. —¿Me lo pedirás? Y sinceramente no quería que se lo pidiese. La primera vez se habían separado por iniciativa del joven Lannister, era justo que la segunda fuese decisión de la licántropa. Suspirando profundamente la abrazó con mayor intensidad después de apartarle un mechón castaño del rostro, quería quedarse mirándola todo el tiempo. Una de las cosas que quería hacer pronto era sacarse una fotografía junto a ella, para en caso de volver a estar alejados, aunque fuese por horas, pudiese mirarla como si estuvieran tan pegados como ahora. —Feliz San Valentín. —le deseó con sinceridad. Todavía no se lo había deseado, habían tenido cosas más importantes que decirse primero pero hoy no era un día cualquier solamente porque se reencontrasen, también era el día de los enamorados. Respecto a eso, tenía una buena pregunta que realizar. En su día fueron dos enamorados que mantenían una relación sentimental, ¿qué eran muchos meses después? Se lo había preguntado a sí mismo antes, pero no había encontrado el momento oportuno para preguntarle su opinión y ahora, que Peeves pasaba muy cerca de ellos vestido de forma graciosa, era el momento. —Cuando me fui eras mi novia... —realizó una pausa antes de proseguir. —Y yo nunca te he dejado... No en el término que se refería porque nunca habían cortado. ¿Ella le había dejado? Pronto lo descubriría. Sería demasiado optimista pensar que en cinco minutos recuperaría todo lo que había perdido por iniciativa propia, pero aún así le pareció oportuno preguntar. Una de las razones por las que estaba muy interesado en la respuesta era conocer su actual estado sentimental, no parecía a simple vista que hubiera nadie más en su vida, pero era una chica buena, atractiva e inteligente... todo podía ser.
  5. Pues antes de que mi madre en otra familia me mate por tardar, me paso por aquí para pedirla como madre y que lo sea doblemente. No tengo ficha ni bóveda por el momento ._. aunque ya va siendo hora de que me las vaya haciendo... así que a la hora de rellenar el registro tengo que dejar eso vacío. Nick: David Lannister Ficha Personal: -- Bóveda Personal: -- Parentesco: Hijo de Kyttara Gryffindor Pues eso sería todo. *Dejo galletas a mi madrina que anda por encima y me voy*
  6. Se encogió de hombros ante la complicación que le resultaba darle una respuesta a su pregunta. Afirmar que había sido todo por culpa del destino podía entenderse como una insinuación a que no había buscado ese encuentro entre ambos. Era verdad y mentira a partes iguales. ¿Cómo iba a imaginarse que la encontraría allí? Sus dotes adivinatorios eran nulos, además de sentir una excentricidad desmedida por esa rama de la magia. Bien era cierto que llevaba tiempo pensando un reencuentro, pero... ¿cómo se presentaba una persona después de tanto tiempo? ¿Con qué excusa? Respiró profundamente mientras sus oídos se deleitaban con la voz de la irlandesa. Sus palabras eran como cuchilladas. Empezaba a sentirse culpable de lo que había sucedido, a pesar de que lo era nunca había tenido ese sentido de culpabilidad, no era de esos que asumieran con facilidad sus errores. Prefería echarle las culpas a otro para quedar siempre como el bueno. Sin embargo, le costaba imaginarse una excusa que le hiciese justificarse, posiblemente no había nada que decir que pudiese arreglarlo y lo mejor era esperar que se desahogase, que ella soltase por su boca todo lo que tenía dentro. Durante un instante agachó la cabeza, en ningún momento había tratado de hacerle daño, de preocuparla y necesitaba hacerle ver que no lo hizo con mala fe. —Mi preocupación nunca fue menor... —hizo una pausa tragando saliva. —Siempre supe que estarías bien. —afirmó. Tenía la capacidad para defenderse por sí misma de todos los peligros que pudiesen acecharla, estuvo preocupado pero siempre seguro de que nunca estaría mal. De estarlo, hubiese vuelto en la primera oportunidad que tuviese. Esperaba de corazón que no hubiera sufrido por su culpa, que durante todo el tiempo su vida había sido buena o incluso mejor que antaño. Puede, incluso, que si sus éxitos laborales fuesen mayores que en el pasado se debiesen gracias al Lannister, que dejó de privarla de un tiempo que dedicaban al amor y pudo centrarse en su trabajo y en otras ocupaciones que seguramente tendría. Muchos pensamientos y emociones rondaban por su cabeza. Ocurrió un hecho que le sorprendió gratamente. Entre sus brazos se colocó la muchacha y a dicho movimiento el joven alumno respondió apoyando su cabeza levemente sobre la de ella. La rodeó con sus brazos fuertemente pero sin llegar a causar daño, únicamente para que ambos se pudiesen sentir unidos. Podía sentir su respiración, podía inhalar el aroma que soltaba su pelo y que era un viejo conocido. Esa situación le hizo volver a sonreír con mayor amplitud que al comienzo, el tiempo se había vuelto a paralizar hasta que el silencio fue roto. Sus ojos se cerraron. —Porque nadie se ha atrevido a matarme, mi corazón sigue latiendo... —murmuró, guardando silencio. Tomó la pregunta como si fuese la continuación a su afirmación de que estaba vivo. Sabía que la castaña no la había hecho con esas intenciones, puede que incluso hubiese sido una pregunta retórica, pero decidió contestar de esa forma para darle una gota de humor que sirviese para seguir rompiendo el hielo. Se decía que con los ojos cerrados toda sensación se vivía con mayor intensidad y él lo estaba comprobando por sí mismo, seguía sin abrirlos y por el momento no tenía intención de hacerlo. Acercó sus labios al oído de la profesora hasta que quedó a escasos milímetros. —Por ti. Así fue como terminó la frase, susurrando esas dos palabras. Era San Valentín y a pesar de todo quería ser romántico, decirle eso le parecía serlo. Dio un tímido beso sobre su cabeza para volver a apoyarla sobre ella como antes y quedó inmóvil, en silencio. Sus palabras tenían un mensaje oculto, tenía ganas de recuperar la relación que en su día mantuvieron. Donde hubo fuego cenizas quedan. Se sentía con el deber de disculparse por mucho que le costase hacer una cosa tan sencilla como esa, su orgullo era enorme, pero... ¿Si con ella no lo dejaba a un lado, con quién lo haría? —Perdón. —musitó tan suave que temió que no lo hubiese oído.
  7. Sus sentidos se habían detenido en una única persona, haciendo que ignorase todo lo que sucedía a su alrededor como si hubiese desaparecido por arte de magia. Los jóvenes seguían disfrutando de una velada donde el amor triunfaba mientras el Slytherin sentía como recibía una cuchillada en su corazón cuando vio como la castaña apartó la mirada de golpe. Mala señal. Se había comportado como si acabase de ver algo indeseable, horripilante. No se lo culpaba, puede que tuviese más de un motivo para estar enfadada con el joven. ¿Él los tenía para estarlo? Desde luego. Nunca pareció preocuparse por su ubicación, no dio muestras de buscarle en ningún momento. Puede que le resultase una liberación su marcha, puede que no. Lo cierto es que no estaba para saberlo. No lo digas en voz alta a no ser que quieras salir de la gala a pedradas. Le aconsejó una voz interior. Sería horriblemente sucio echarle la culpa de no ir en su busca y ese no era su estilo, no con ella. Sus ojos se cruzaron, definitivamente había optado por mirarle y su corazón dio un vuelco. Hasta entonces no había pasado tanto tiempo fue de Londres, su hogar. Carecía de la experiencia necesaria para saber qué decir en una situación así. Para su liberación ella fue la que tomó la palabra, la que habló aunque lo hiciese de forma tan baja que casi no la escucha. Asintió como respuesta sin perder la tímida sonrisa y se atrevió a dar un paso al frente para quedar aún más cerca de su… ¿qué se suponía que eran en la actualidad? Ni él mismo lo sabía. Con fingida seguridad agarró una mano de la irlandesa y la sujetó entre las suyas. —El destino es caprichoso… —soltó en un susurro. Sus manos cálidas por venir durante todo el trayecto en los bolsillos de la túnica de gala sujetaban su mano sin soltarla en ningún momento. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que tocó su piel? Inspiró profundamente con la intención de continuar hablando y conseguir romper el hielo. Lo normal era que ambos tuvieran muchas cosas de las que charlar o inclusive discutir, aunque las palabras estaban reacias a salir de la boca. En cualquier caso se alegraba de haber vuelto a escuchar su bonita voz, no se le había olvidado. —Haciendo que nuestro encuentro se produzca justamente aquí. —finalizó la frase que comenzó segundos atrás. El destino les había deparado un encuentro de película, en una celebración de San Valentín y en Hogwarts, uno de los lugares más hermosos del mundo mágico donde todos tenían fuertes recuerdos de sus años de estudiante. Despacio dejó su mano y se separó unos centímetros, no quería incordiar con su cercanía y su desmedido atrevimiento. Le producía intriga saber qué hacía, si esperaba a alguien o simplemente estaba en la misma situación que el Lannister. De ninguna manera quería ser un incordio, menos un día como hoy.
  8. La fecha marcada en el calendario por todos los enamorados del mundo, tanto del mágico como del muggle, había llegado. Un evento con la capacidad de hacer perfecta una noche de ensueño donde solamente tienes tus ojos y el resto de los sentidos para una persona, así como de que te den ganas de vomitar arco-iris por la manera cursi que las felices parejas tienen de comportarse.Todo depende del punto de vista de cada uno y sobre todo si vas solo o acompañado. Ser de los que mira o ser de los que besa marca la diferencia. ¿Es triste ir solo a una fiesta de San Valentín? Definitivamente sí, horrible, te hace sentir una envidia por el resto que no es nada buena, pero era el mejor plan que tenía para ese día. Con suerte no sería el único en ir solo. Se celebraba en Hogwarts, previsiblemente se encontraría con algunos compañeros, profesores y ex-alumnos, podría resultar ser un buen día para conocer nueva gente y afianzar relaciones con otros que conocía pero no lo suficiente. Se necesitaba amigos en todos lados. Para la ocasión no podía ir de cualquier manera, tenía que ir presentable y lo suficientemente atrayente como para no pasar desapercibido. Eso resultaría un mazazo inesperado para su alta autoestima. Siempre había tenido una idea que podría atraer al resto y no era otra que echarse poción Amortentia por el cuerpo, puede que el aroma quedase impregnado en su ropa y en su cuerpo y ya se sabía, olía diferente para cada uno con lo que le gustaba. Un día lo probaría, a lo mejor no funcionaba, pero por intentarlo no pasaba nada. Medidas desesperadas para situaciones desesperadas. El caso es que después de mirar una y otra vez su amplío armario se decantó por un elegante traje de color gris oscuro, una camisa blanca y una corbata verde en honor a su casa en el colegio, un bonito guiño a Slytherin. Hacía frío, mucho frío para ir únicamente con eso, por ello se había puesto por encima una larga túnica de gala, completamente negra, al igual que los zapatos impolutos que llevaba. Los que se acercasen lo suficiente podrían disfrutar de un aroma de frutas del bosque que había utilizado como perfume. Y con todo listo, se dirigió hasta el castillo con cierto nerviosismo, hacía tiempo que no acudía a ninguna celebración de ese estilo, tenía miedo por descubrir que se encontraría allí, pero deseaba volver a casa con una sonrisa en los labios significante de que su noche había sido de ensueño. Cruzó los jardines nevados de manera lenta, le encantaba pisar la nieve, le gustaba esa textura bajo sus pies. Llegó a la fiesta en el Gran Salón. ¿Es un intento de vestirle como Cupido? Bue, no exactamente, le faltaban las flechas y el arco, sin embrago, no pudo evitarlo y se echó a reír a ver a Peeves de esa manera. Pobre, luego se quejan de que hagan travesuras pero después de lo que le han obligado a ponerse poca travesura es pequeña. Y es que sentía cierto aprecio por él, sus bromas pesadas le hacían divertirse siempre que no fuese él quien las sufriese, aunque a veces también le divertían incluso así. Reírse de los demás era divertido, aunque no con malas intenciones, el único objetivo era pasarlo bien. Se preguntaba si para San Valentín había preparado algo grande y especial, por dentro deseaba que sí, que hiciese algo que entretuviese la fiesta y pusiese de mal humor a otros, pero habría que esperar hasta que ocurriese para descubrirlo. Los colores que inundaban el Gran Comedor no eran sus preferidos, pero todo en conjunto hacía que el lugar estuviera fantástico. Pista de baile... esperaba que los que se pusiesen a ella supieran, no quería sentir vergüenza ajena. Caminó por la estancia buscando una persona sola con la que charlar y quizá buscando algo que tomar, un trago que llevarse a la boca. De un momento a otro se quedó completamente parado. A un par de metros de distancia visualizó un rostro que le resultaba extremadamente familiar, que le traía recuerdos de su pasado, de una época de su vida que quizá nunca olvidase, pero no... ¡No podía ser! ¿O sí? Se acercó más a ella hasta quedar a un metro, puede que menos. Era ella o su gemela, no había otra y no recordaba que tuviese una gemela, por lo tanto... Su respiración se aceleró y el nerviosismo que llevaba aumentó sin que se diera cuenta, intentó decir algo pero también se había quedado sin palabras. Tragó saliva sin dejar de mirarla. ¿Ella la reconocería o no sería capaz de recordarlo? Había pasado mucho tiempo. Permaneció parado mirándola fijamente a los ojos. Las dos alternativas que podían suceder eran sencillas, o lo tomaba por un loco por mirarla de esa forma tanto tiempo, o lo reconocía. Su interior esperaba, obviamente, que sucediese lo segundo. Ser recordado por ella sería una bonita noticia un día como hoy, aunque... ¿qué decir ante lo sucedido? Callado admitió para si mismo que después de hoy no debería de presumir de valentía delante de nadie por mostrar tal cobardía en ese instante. No se atrevía siquiera a saludarla educadamente. Involuntariamente en sus labios se dibujó una pequeña sonrisa, tímida pero sincera.
  9. Touché. Su argumento lo había convencido. Un buen caballero siempre invitaba y eso haría, a pesar de que encima no llevaba mucho dinero. Su voz era encantadora, dulce para los oídos. La señorita no era una camarera, era la hija de los dueños del negocio. Era una afirmación sin demasiada importancia, pero nunca estaba de más conocer esa clase de datos sobre otras personas, así sabía bien con quién estaba charlando. Sin duda alguna ella no tendría que pagar para tomar un trago allí, pero el ojiazul había decidido que la invitaría y no cambiaba de opinión tan fácilmente. Hoy se sentía generoso. —Has acertado. ¡10 puntos para ti! —al decir aquello se sentía como si estuviera en el colegio. Sí, era nuevo por allí y no le importaba reconocerlo. Cuando se acercó, también pudo analizar su rostro con detenimiento. La castaña no carecía de atractivo, pero no reconocía esas cosas abiertamente así de primeras. Era algo frío u orgulloso para reconocerlo tan pronto, además tal vez fuese demasiado atrevido decirlo ya. La música seguía sonando de fondo, aunque no le estaba prestando atención. —He de intuir que conoces a muchas personas, ¿es así? —preguntó mostrando interés en la respuesta. Alguien que conociese a pocos no se percataría de la llegada de una nueva persona. Agarró su vaso para dar un nuevo trago y le ofreció el suyo a su acompañante por si quería volver a beber. Hace unos segundos había dejado su cuello al descubierto, dejando ver su pálida piel y le resultó imposible no clavar sus ojos en el. —Tienes suerte de que no sea un vampiro. —bromeó con una amable sonrisa posando el vaso y colocándose en el sofá sin alejarse de ella, no era molesto tenerla cerca. ¿Y quién era ella? Todavía no conocía su nombre y tenía ganas de descubrirlo. —¿Con quién tengo el placer de hablar? @@Nats Rambaldi Crowley
  10. El sofá era cómodo, estaba a gusto. Se acomodó pasando un brazo por encima del reposadero y se colocó una pierna sobre la otra esperando un whisky de fuego que no tardó en llegar. Una castaña a la que miró de arriba abajo y que llevaba un sensual vestido rojo se lo acercó poniéndoselo sobre la pequeña mesa para después sentarse a su lado. No le importó, lo cierto es que le agradaba tener compañía a pesar de que era una completa desconocida. Le devolvió la mirada clavando sus ojos azules en los suyos, de un color similar. Se fijó que ella también estaba tomando lo mismo. —Sí, supongo que podré. —respondió. No pasaba nada por invitarla a una copa, pagar un trago más no le resultaría un gran esfuerzo, pero sólo lo haría si le caía bien. No era una persona que destacase especialmente por ser generosa, no al menos con los desconocidos. Agarró el whisky y la imitó tomando un pequeño trago antes de volver a posar el recipiente en el lugar que estaba. —Pero... ¿por qué debería? —preguntó tranquilamente sin quitarle la mirada de encima y con la intriga de saber qué diría. Ella había sido directa y eso, en parte, le gustaba. Los rodeos le mareaban. Por algún motivo pensaba que era una camarera del negocio. Al fin y al cabo le llevó la bebida cuando no tenía obligación, ¿Alguien que no fuese una empleada lo haría? Quería descubrir si hablaba con una empleada, con una cliente o con ambas cosas a la vez. —¿No vas muy elegante para ser una camarera? —cuestionó sin rodeos. No era nadie para determinar cómo debía de ir cada uno vestido, pero vaya, en caso de estar trabajando esos zapatos que llevaba no parecían ser muy cómodos para estar un buen rato de pie. Entrelazó sus dedos y apoyó sus manos sobre el estómago. @@Nats Rambaldi Crowley
  11. Quedarse encerrado en la mansión o en el castillo no le gustaba, a veces estaba bien porque era agradable compartir momentos con los familiares y los allegados más íntimos, pero no lo más habitual. Era de los que prefería salir a dar una vuelta, dar un paseo, disfrutar de una buena compañía, ir de compras o simplemente tomar una copa relajadamente. El Callejón Diagon tenía un gran número de negocios de todo tipo, de todos los tamaños, de todos los colores. En ellos se podía hacer cualquier cosa que uno desease, sólo se necesitaba encontrar el lugar adecuado. Lo más sencillo de encontrar era uno donde poder tomar una copa, en la mayoría las servían y un buen whisky de fuego es igual en un lugar que en otro. Lo importante, lo que marcaba la diferencia entre unos y otros era el aspecto, la decoración o la habilidad de los empleados. Había encontrado un bar, que desde su juicio, cumplía todos los requisitos para molestarse en entrar. El letrero rezaba Doyle´s. No había entrado antes, hacía poco tiempo que rondaba por el callejón y todo lo que viera y descubriera dentro sería una novedad y algo desconocido. Eso era lo que más le gustaba. Abrió la puerta y accedió al bar restaurante. Llevaba puesto un traje negro, nada mágico, la ropa que normalmente utilizaban los magos no era de su agrado a pesar de que lo habitual era verlo en túnica cuando estaba en el mundo mágico, en el muggle estaba claro que no, no era lo adecuado. La planta baja parecía ser la que funcionaba como bar, en ella se quedaría. Desde fuera ya había visto que tenía varias. No descartaba acercarse luego a la planta alta para comer algo, no había cenado y no sería de extrañar que pronto le entrasen las ganas de probar un buen bocado. Una interesante música de fondo complacía a sus oídos. En el centro del lugar había una pista de baile, pero no creía que fuera a ponerse a bailar y menos solo. El baile no era una de su cualidades y posiblemente nunca lo sería, no tenía intención de aprender. Suerte que le agradaba el rojo, era el color predominante con diferencia, prácticamente todo era de ese color. Su preferido era el naranja, no demasiado diferente. Se acercó a la barra, solamente por un instante para pedir lo que desearía tomar. Los sillones tenían pinta de ser muy cómodos y no dejaría pasar la oportunidad de sentarse en uno. Y así hizo, tras pedir un whisky de fuego se dirigió a uno de los sillones tan elegantes que había, uno lo más apartados posible. Se sentó esperando que no tardasen en llevarle el whisky de fuego y contempló el resto del local como hacía siempre que llegaba a un nuevo lugar. Le gustaba mirar, observar y curiosear, casi todo en el mundo le llamaba la atención aunque fuese por escasos segundos. Se acomodó en el sillón, estuvo a punto de apoyar sus pies en una pequeña mesa que tenía delante, pero resistió las ganas para no parecer irrespetuoso.
  12. Hola *-* Nombre: David Lannister Ficha de personaje: Pronto. Bóveda personal: Pronto. ¿Qué parentesco quieres tener? ¿Con quien? Hijo de Kyttara, si ella me acepta xD. ¿Quieres que la Rambaldi sea tu familia sanguínea o adoptiva? Sanguinea. Bando (Fenixiano, mortífago o neutral). Al ser aprendiz soy neutral xD. Link a tu cuenta en Facebook (*): La traigo cuando la ficha, mucha pereza de buscarla ahora xD Skype (*): david.___. son 3 _ Edad: 20 País: España
  13. Nick en hl.org: David Lannister Nombre: David Casa de Hogwarts: Slytherin País: España

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