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Agnes Lynn

Magos Expertos
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Mensajes publicados por Agnes Lynn

  1. En cuanto vió donde había caído, Pedrito empezó a llorar de nuevo. Veran, su madrastra malvada le había contado muchas historias acerca de los ogros y de como les gustaba comer niños. Lo amenazaba todos los días para que ser portara bien. Pedrito se esforzó por llorar quedito, para no despertar al ogro que tenía enfrente.

     

    efteling-klein-duimpje-reus.jpg

  2. Mientras tanto, pedrito seguía volando y volando. Pero cómo todo lo bueno tiene su fin, el polvo de hadas que Panchita había puesto en la varita que le había dado se desvaneció y pedrito empezó a caer, primero despacio, pero con más velocidad conforme caía y caía.

     

    http://i.dailymail.co.uk/i/pix/2012/02/26/article-2106581-11E99A0A000005DC-735_634x448.jpg

  3. Un par de hadas se asustaron, al ver esas rocas tan grandes flotando sobre la cabecita del pobre Pedro, que sin saber seguía agitando la varita de un lado al otro. Pancha se elevó en el aire y trató de agarrar a Pedro, pero este ahora volaba muy rápido, dándose la divertida de su vida -y a las hadas un susto.

     

    http://www.cornel1801.com/animated/FernGully-The-Last-Rainforest-1992/pictures/61.jpg

  4. Esta cabaña era una preciosidad, casi se sentía mal por interrumpir la tranquilidad de sus habitantes. Entre las galletas y el chocolate caliente que podía oler en el aire, Scavenger se sentía casi en casa.

     

    La voz de Junny la sacó de sus cavilaciones. No quería arruinar el ambiente del lugar, pero a fin de cuentas se encontraban en un juego, y el punto del juego era divertirse. La bola de Junny se estampó directamente sobre su objetivo, Scavenger sonrió ligeramente.

     

    — Ese árbol es muy bonito — dijo la bruja, casi a modo de disculpa. Su mano estaba helada, por haber cargado la nieve desde la cabaña anterior, movió los dedos antes de ponerse en posición, quería asegurarse de no darle a algo importante.

     

    El objeto en cuestión se encontraba junto a la chimenea, no pudo distinguir qué era exactamente, pero tampoco tenía tiempo para hacerlo. Respirando profundamente, lanzó la bola.

     

    — Voy mejorando en esto — dijo con emoción cuando su vio que dio en el blanco. — En verdad, lamento la interrupción — le volvió a decir a los habitantes de esas cabaña, al momento que de su bolsa sacaba otra bola de nieve.

  5. Tenían el elemento sorpresa, pero no necesariamente el tino. Scavenger puso los ojos en blanco cuando la primera bolita que tiró en dirección al objeto de cristal dio de lleno en la pared. Respiró profundamente. Si iban a lograr algo, tenía que concentrarse.

     

    Para su suerte, tanto Junny como Athena tuvieron más suerte al momento de lanzar sus respectivas bolitas de nieve, al menos la de la Rouvás dio en el objeto, que se tambaleó peligrosamente.

     

    Ya que estaban adentro, no podían distraerse para nada, ya que en cualquier momento podían ser interrumpidas por los habitantes de la cabaña. Scavenger metió la mano a su bolsa y sacó otra bolita.

     

    Antes de que cualquier persona pudiera reaccionar, la morena se puso en posición y con los ojos fijos en la figura cristalina, lanzó la bolita.

     

    — ¡Sí! — dijo cuando vio su bola impactar contra el cristal, que aunque seguía completo, se había desbalanceado considerablemente.

     

    — Ese es el primer golpe — le dijo a sus compañeras. — No creo que esa lampara aguante otro más. Scavenger metió la mano a su bolsa de nuevo, evaluando si era prudente atacar al objeto de nuevo.

     

    Decidiendo que, ahora que habían perdido el elemento sorpresa, atacar sería más difícil, le hizo un gesto a sus compañeras, antes de salir corriendo por la puerta principal. Fría entre sus dedos, sostenía una bola de nieve.

  6. El frío afuera de la cabaña era más fuerte de lo que se imaginaba. Llevaba aún la capa roja que la protegía de la nieve, pero sus manos estaban heladas. De reojo, pudo ver las siluetas de sus compañeros junto a ella, contentos por la distracción que el juego traía.

     

    No les habían dado muchas instrucciones, salvo por el hecho de que tenían que destruir un objeto frágil, eso podrían ser muchas cosas, Scavenger se mordió el labio, habría que improvisar.

     

    Se acercó hacia la cabaña con un número cuatro en la puerta, no conocía a nadie de los que la habitaban, pero esperaba que los recibieran bien.

     

    Antes de llegar a la entrada, se detuvo a juntar nieve con las manos, apretándola hasta formar un par de bolitas que aunque no eran muy grandes, igual podían romper algo frágil si eran lanzadas con fuerza. Miró a sus compañeros, todos estaban haciendo lo mismo que ella. Sin hacer mucho ruido, Scavenger siguió haciendo bolitas hasta que llenó su mochila -que había encantado antes de salir de la cabaña tres para asegurarse de que se mantuviera fría. Una vez tuvo una cantidad suficiente de bolas, le hizo un gesto a sus compañeros. Era hora.

     

    La puerta de la cabaña se abrió con facilidad, al parecer a estos magos no se les había ocurrido proteger su lugar de ningún modo. Scavenger sonrió, esa era la parte fácil.

     

    — Hola — Le dijo a los presentos, al momento en que con su mano sostenía algo blanco. Una bola de nieve.

  7. Odiaba mucho ir tarde, pero entre el trabajo y su memoria se le había olvidado por completo la gala. Cuando al fin llegó a la zona donde, según su invitación, se llevaría a cabo la gala, el lugar estaba casi vacío. Para suerte, las cabañas tenían sus números identificadores en las fachadas, así que encontrar la suya no le costó mucho trabajo.

     

    La mayoría de las cabañas estaban iluminadas, y en algunas se podían ver siluetas moverse detrás de las cortinas. A Scavenger nunca le había emocionado mucho la Navidad, pero la oportunidad de pasar un par de horas con sus amigos y su hermano le era suficiente para sentirse entusiasmada por todas las luces y las decoraciones.

     

    Soltó una carcajada cuando vio el nombre de la cabaña… sólo a Junny o a Kass se les podría ocurrir algo semejante.

     

    — The Naughty Wizards — repitió mientras se reía. Iba a ser una noche divertida.

     

    Un fuerte HoHoHo la recibió en cuanto abrió la puerta. Adiós discreción, pensó la bruja al oír el ruido. Adentro de la cabaña se encontraban ya Noah y Junny, igual Zahil, una bruja a la que conocía de vista, pero de la que había oído puras cosas buenas.

     

    — Hola, chicos — los saludó con una sonrisa. — Perdón por la tardanza. Ya saben cómo es mi memoria. — Señalando alrededor, agregó — Esto es impresionante, ¿quién decoró esta cabaña? Apuesto a que Junny tuvo algo que ver con la decoración, está todo muy mono.

     

    Adentrándose por completo en el vestíbulo, la morena sintió un algo frío caer sobre su cara. Arrugando la nariz, miró hacia arriba. En efecto, copos de hielo caían del techo, y aunque la cabaña estaba cubierta de nieve, no se sentía frío. No queriendo arruinar su ropa, Scavenger tomó una de las capas que colgaban a lado de la puerta y se la echó encima.

     

    — Bueno, al menos no fui la última. — bromeó al tiempo que se sentaba en uno de los sillones cerca de la chimenea. — ¿Cómo están todos? Espero que bien. Ojalá y nos divirtamos mucho, hoy.

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  8. Scavenger se había quedado un poco pensativa mientras bebía su chocolate caliente. Aunque levantarse temprano no le molestaba, era el estar rodeada de gente lo que le resultaba novedoso. Sacudió la cabeza un poco y se enfocó en lo que Cye estaba diciendo acerca de las celebraciones navideñas. Después del brindis, la morena se acercó para darle un abrazo a su madre y a sus hermanos y sobrinos. Con las bufandas y los disfraces todos se veían felices y listos para empezar la fiesta.

     

    Vio a @@Noah Lockhart acercarse a la puerta de la casa, ¿quién podría ser a estas horas? Si bien @ había mencionado que eran libres de invitar a amigos y personas ajenas a la familia, no se imaginaba que alguien hubiese tenido tiempo aún de invitar a alguien. Grata fue su sorpresa cuando encontró a una chica conocida del otro lado de la puerta. Ya la había visto antes en la bótica, en compañía de alguien de la familia.

     

    — Hola — le dijo, caminando hacia la puerta para recibirla. — Creo que no nos han presentado, me llamo Scavenger. Pasa, pasa. No te quedes afuera, que hace frío. — Con un gesto le señaló la casa.

     

    — Todavía queda chocolate caliente en la cocina, creo. Estamos a punto de empezar con la celebración. — añadió, sin querer presionar a la chica.

     

    Caminó hacia la cocina de nuevo, para terminarse el chocolate. Su madre había mencionado algo acerca de un árbol que tenían que buscar y ella estaba muy emocionada por empezar la búsqueda, los terrenos de la casa eran enormes y en ellos había árboles al por mayor. Todavía andaba descalza, así que antes de salir tendría que correr a ponerse un par de zapatos y ropa decente que pudiera soportar el frío.

     

    — Bueno — empezó — ¿vamos a empezar con la búsqueda del árbol?

     

    Esperó a que alguien le respondiera, con una sonrisa.

     

    @@Bodrik @@Rachel Ravenclaw @@Ezra Lockhart @@Ezequiel granger

     

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  9. La emoción en la voz de Sagitas era evidente, la manera en que miraba a las sacerdotisas que tenían a lado, el cómo hablaba de los griegos, era claro que adoraba este periodo de la historia. Scavenger no pudo evitar sonreír, le encantaba cuando la gente se dejaba llevar por los temas que le interesaban, ella misma lo hacía, le hacía pensar que algún día podría ser ella explicándole a la gente lo que la magia significaba para ellos. Lo que había significado también para todos los que vivieron antes de nosotros.

     

    Camino por la sala, igual que en las veces anteriores, la magia en el cuarto se había encargado de adecuar su vestimenta a la época en que se encontraban. Una tela blanca, suave pero gruesa colgaba de su hombro, cubriéndole el torso y las piernas al puro estilo clásico.

     

    — Sabía de la influencia de los griegos en la cultura muggle. Todo se puede rastrear hasta ellos: su política, su filosofía, su arte. No tenía idea de que habían hecho tanto por nosotros también.

     

    >> Me preguntó que habrá sido vivir aquí, sin tener que esconderse. Imagínate poder usar nuestra magia para ayudar a los que no la tienen. — continuó. El entusiasmo de Sagitas se le estaba pegando.

     

    Sin embargo, no pudo evitar recordar lo que su tutora le había dicho en la sala de los egipcios. “Esta es la historia que se repite una y otra vez en todas partes”. Por más genial que fuera el hecho de que la magia era libre en los antiguos días, no cambiaba el hecho de que no lo era ahora. Claro, los magos vivían tan libres como podían, algunos ni siquiera tenían noción del mundo muggle o su funcionamiento. Pero aún así estaban separados.

     

    — ¿Qué fue lo que pasó? — preguntó, aunque intuía la respuesta. A fin de cuentas, en la historia que los muggles conocían, Grecia también había sido derrocada.

     

    Gracias a sus vestimentas, pasaban desapercibidas entre la multitud de gente que se reunía en el templo, toda la atención se concentraba en las sacerdotisas al centro de la sala. El humo salía de su hoguera, espeso y con un olor que ella no podía adivinar bien, pero suponía que era una especie de poción, igual que la habían utilizado en el neolítico. Las sacerdotisas se encontraban susurrando algo que ella no podía entender -aunque la sala las camuflajeaba cambiándoles la ropa, no podía hacerlas entender los lenguajes antiguos.

     

    Miró al oráculo, no podía determinar su edad, pero era claro que había dedicado su vida a entender la magia. Con los ojos cerrados y las manos en el aire, el ritual que llevaba a cabo desprendía una cantidad de poder considerable. Scavenger podía sentir la magia en el cuarto. Cuando al fin la sibila habló, la multitud soltó un grito de sorpresa.

     

    — No deben ser noticias tan buenas — le dijo a Sagitas, la gente no parecía feliz y no dudaban en demostrarlo.

     

    Esquivando a un par de personas, Scavenger se acercó a la sibila. La magia en el cuarto no le permitía interactuar directamente con los escenarios que pisaban, pero eso no le quitaba la curiosidad. Los griegos fueron la civilización más importante para la cultura occidental, y de todos modos muchas de sus enseñanzas habían terminado perdidas.

     

    — Me pregunto qué tanto habremos perdido nosotros en la biblioteca de Alejandría — comentó en voz alta. — Ellos tenían un entendimiento de la magia que nosotros no podemos ni empezar a comprender.

     

    Sabía que era momento de pasar a otra habitación, pero tenía muchas ganas de quedarse ahí un momento más, escuchando a Sagitas hablar de esta gran civilización.

  10. Scavenger guardó silencio mientras Sagitas hablaba, la exposición era en sí impresionante, pero no sería nada sin los comentarios y la guía que su compañera de bando le ofrecía, ella quería tomar cada palabra y nunca olvidarla.

     

    No le pasó por alto la manera en la que Sagitas había evitado hablar del sacerdote y el ritual con el espejo, pero decidió no cuestionarlo. Puede que estuviera en un lugar donde la magia no funcionaba como ella estaba acostumbrada, pero eso no evitaba el escalofrío que le recorría la piel cuando se topaba con algo malo, algo oscuro. Con un suspiro, se alejó del sacerdote. El mal existía en conjunto con el hombre, era ingenuo de su parte el pensar que en algún momento de la historia pudo haber sido diferente.

     

    La pelivioleta le hizo un gesto con la mano, para indicarle que podía entrar a ver las otras salas en esta parte de la exhibición y sin perder tiempo alguno, Scavenger se encaminó hacia ellas.

     

    Las culturas antiguas tenían características muy propias de cada región, pero las personas que las conformaban no eran muy diferentes las unas de las otras, eso hacía que, aunque fueran culturas diferentes, todas tuvieran similitudes en su historia.

     

    Cuando se adentró a la habitación mesopotámica se encontró con un escenario muy similar. La gente plasmaba sus ideas en rocas, lo más resistente que conocían en aquel entonces, pero sólo un grupo muy reducido de personas tenían acceso a esos registros. Los hechizos en sí no eran muy diferentes, la mayoría centrados en la protección de sus cosechas, de sus hogares y de sus seres queridos. Scavenger sonrió, miles de años y las prioridades de la gente no habían cambiado mucho.

     

    Caminó bajo el sol de la antigua Persia y observó a los aprendices (o ayudantes, o sacerdotes, o niños, en su mayoría) intentar entender la magia que los rodeaba y plasmarla en concreto para que las generaciones futuras pudieran entenderlo. Con un poco de culpa, pensó en los muggles que caminaban por el museo al mismo tiempo que ella, y en como lo único que ellos tenían que ver eran rocas incompletas y pinturas gastadas. El tiempo no es gentil con nada, pero era una pena que no tuvieran acceso a sus memorias de la misma manera en que ellos podían tenerlo.

     

    En cierto modo es la misma historia, se recordó a sí misma. Lo importante es que no fuera olvidada, ese era su trabajo ahí. Aprender y recordar tanto como fuese posible.

     

    Intentar descifrar el cómo funciona la magia implicaba esa otra parte, de la que a nadie le gustaba hablar. Sin ningún tipo de experiencia, la única manera era la prueba y error. En cada una de las civilizaciones había vestigios de grandeza, pero si uno miraba lo suficiente, si uno miraba con atención podía ver los intentos fallidos, las practicas inhumanas que algunos magos o brujas habían llevado en práctica. La piel se le hacía de gallina cada vez que se topaba con alguno de esos rituales, pero en realidad no estaba sorprendida. Por más que intentara ver siempre lo mejor de las personas, sabía que este tipo de cosas existían. Negarse a reconocerlas era irresponsable de su parte, no sólo como miembro de la Orden, sino como Auror.

     

    Le hubiese gustado quedarse en el lugar más tiempo, y aunque Sagitas no la estaba apresurando para nada, sabía que había más lecciones que aprender, más lugares que visitar. Se dirigió hacia donde su tutora se encontraba sentada.

     

    — Es muy sorprendente, que aunque estas culturas estaban separadas por cientos de kilómetros, tuvieron tantas cosas en común en su desempeño. ¿Crees que la magia tuviera algo que ver con eso? — le preguntó a su profesora.

     

    — Si me preguntas a mí, creo que sí. Creo que al existir en todo, la magia dictamina de una manera muy sutil nuestras acciones. Nos lleva a ciertos lugares, aunque nosotros no lo sepamos. Nosotros lo sabemos ahora y por eso podemos seguirla, la magia, o moldearla. Pero ellos no lo sabían — señaló el cuarto de donde acaba de salir — por eso fueron más o menos por el mismo camino. Hasta que aprendieron más y más a dominarla.

     

    A lo mejor eran ideas suyas, pero era la mejor explicación que se le ocurría. A lo mejor lo entendería mejor en cuanto más avanzara con la clase. Siguió a Sagitas hasta la sala donde hablaban de los antiguos griegos, lista para el siguiente paso en su exploración.

  11. Estaba acostumbrada al frío, pero no a este grado. Llevaba el abrigo más grueso que tenía, bufanda y guantes que le protegían la piel. Sabía que irían con un guía muggle así que nada de ropa extravagante, incluso su varita yacía escondida y respaldada en uno de los bolsillos escondidos de su abrigo. Aun así, le temblaban un poco las extremidades.

     

    El llegar al punto de reunión no fue difícil, pero le hubiese gustado tener un par de horas más de sueño. Para su suerte, ya había varios miembros de la orden en el lugar y pudieron empezar a moverse. La montaña Braeriach era una de las más altas de Escocia, pero también una de las más peligrosas por lo difícil que era su ascenso.

     

    Por primera vez, sus compañeros no estaban hablando entre ellos, sino que todos se encontraban enfocados en el camino a seguir. Por su parte, Scavenger tenía la vista casi fija en el suelo, para asegurarse que estaba pisando un lugar seguro, los guantes que traía le permitían apoyarse contra la fría montaña si era necesario. Era un recorrido largo, pero si tenían cuidado, llegarían a su destino.

     

    Apenas empezaba a distinguir, a la distancia, un sonido que le parecía familiar. No porque lo hubiese escuchado antes, sino por la emoción que transmitía. Nunca había visto a un fénix en persona algo en su interior de decía que así era como sonaba uno. El sonido se vio interrumpido por otro más conocido, y uno que le heló la sangre. Al mirar hacia arriba, pudo ver como un gran pedazo de hielo se desprendía de la montaña. Usualmente, no sería problema para un grupo de magos como ellos, pero su mente viajó inmediatamente a su guía, el hombre muggle que definitivamente no esperaba ver a alguien mover la nieve a fuerza de voluntad.

     

    — ¡Cuidado…! — empezó a decir al tiempo que estiraba la mano para tomar a la persona que tenía enfrente cuando escuchó a alguien detrás de ella promulgar un hechizo.

     

    Sintió un poco de nieve caer sobre ella como si fuera granizo, pero nada más. Miró con sorpresa a Lestat, que sostenía la varita en alto y los saludaba como si nada. Buscó con la mirada a su guía, quería saber qué tanto había visto. Para su suerte, el hombre había alzado los brazos, en un gesto para protegerse de la nieve.

     

    Después de unos segundos, se descubrió la cara y miró a su alrededor, confundido. Ella sabía que al final del camino tendrían que hacerlo olvidar que había estado con ellos, y aunque nunca le había gustado meterse con la memoria de la gente, entendía por qué era necesario. Simplemente no quería tener que hechizar al hombre más veces de las que fueran necesarias. Antes de que pudiera empezar a preguntarse qué había pasado, Scavenger se encaminó hacía él.

     

    — ¿Vio eso? — le dijo, con exageración. — ¡Que suerte tuvimos! Unos centímetros más y esa nieve nos hubiera aplastado, que horror. Mejor sigamos avanzando, que quedarse aquí puede ser peligroso.

     

    Movió la mano hacia adelante, esperando que el pobre hombre siguiera avanzando y para su alivio, así lo hizo. Con los nuevos integrantes, siguieron avanzando. El camino bajo sus pies cada vez más y más estrecho.

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  12. Viendo a todas las mujeres a su alrededor sonreír y aplaudir, no pudo evitar hacer lo mismo. Era difícil para ella, ver un mundo donde la magia no fuera tan común como lo es ahora, pero la gente parecía feliz, eso tendría que ser suficiente.

     

    Con un gesto, Sagitas le indicó que era hora de continuar con su viaje. Scavenger lanzó una última mirada al grupo de personas todavía sentadas en el suelo y sonrió un poco al escuchar el comentario de la pelivioleta. La historia era importante, sí. Pero no por eso tenía que ser totalmente seria.

     

    — La piedra Rosetta, sí. —Respondió a la pregunta de Sagitas antes de llegar al siguiente paso de la exhibición. — Lo leí alguna vez en un libro de Historia, uhm, muggle. Es uno de los escritos más antiguos de los que se tiene registro. Es a Egipto lo que el Código de Hammurabi es a Mesopotamia.

     

    Escuchó a la grabación presentar el siguiente módulo, y un detalle en particular llamó su atención.

     

    — ¿Atlántida? ¿Es real? — Como la mayoría de las personas, la bruja era familiar con la historia del continente perdido. Al menos con la versión muggle del relato, la idea de que pudiese haber más acerca del mítico lugar le enchinaba la piel.

     

    Todo a su tiempo, pensó al caminar directo hacia la imagen. Su abrigo y bufanda desaparecieron de nuevo y en su lugar vestía una especie de túnica blanca, la escena frente a sus ojos era impresionante. Se encontraba en un cuarto mediano, no podía distinguir la hora porque la única fuente de luz eran un par de antorchas pegadas a la pared. Sentados en el piso, había un grupo de jóvenes -todos hombres- mirando fijamente hacia el muro frente a ellos.

     

    Si sus sentidos no la engañaban, la Lockhart estaba convencida de se encontraban en Egipto, y a juzgar por los símbolos en las paredes y la atención con la cuál los jóvenes los miraban, de vez en cuando repitiendo algo en voz baja que ella no podía entender, se encontraban frente a un tipo de hechizo escrito. Le externó sus pensamientos a Sagitas.

     

    — Uso la palabra hechizo muy a la ligera, por supuesto. Cuando dices que la escritura permitió que la magia se propagase, me imagino que fue porque permitía que la gente tuviera un registro de lo que estaba pasando, o de las cosas que hacía.

     

    >> No sé a dónde voy con esto, sólo me da curiosidad. Egipto siempre ha sido un lugar lleno de mitos y supersticiones para los muggles, el pensar que la magia tuvo mucho que ver con su desarrollo es… interesante, a falta de una mejor palabra.

     

    Tampoco quería atosigar a la pobre de Sagitas con preguntas, su compañera no tenía la culpa de que ella fuese curiosa. Mordiéndose el labio inferior para evitar seguir hablando, miró hacia las paredes que las rodeaban, todas llenas de símbolos. Gracias a la magia del museo, ninguno de los ocupantes de la habitación donde se encontraban las notaban, Scavenger aprovechó para acercarse a la pared y pasar los dedos encima de los jeroglíficos en las paredes, como si así fuese a absorber su significado, de pronto.

     

    Así, con los dedos rozando la escritura, esperó a que Sagitas le hablara.

  13. Últimamente sentía que sólo estaba consiente en las madrugadas. Era una parte el insomnio y otra el hecho de que el inverno estaba cerca y con él las noches más claras del año, esas en las que uno podía ver al cielo y contar todas las estrellas allá arriba, las que siempre le ayudaban a sentirse un poco mejor.

     

    La mayoría de las personas en el castillo Lockhart dormían, no podía asumir que era la única de pie a esas horas de la noche, cada uno cargaba sus propios demonios y a ella no le tocaba juzgar. Lo que si agradecía era que la biblioteca estaba desierta, ni un elfo ni algún familiar se habían acercado a la habitación en horas, le ahorraba la pena de tener que explicar por qué estaba en el piso a alguien - Scavenger se encontraba sentada a lado de una ventana, mirando a la luna. Usualmente la biblioteca era el lugar a donde iba para limpiar su mente, tomar un libro y perderse en él, pero esta noche no estaba funcionando.

     

    Acababa de recibir la noticia de que había sido aceptada en el cuartel de Aurores, lo que marcaba un paso más en la meta que se había propuesto al llegar a Londres, y a lo mejor había sido esa la razón de su inquietud, ya que no podía evitar ponerse nostálgica cada vez que recordaba la razón de su llegada a la ciudad. Una corriente de aire le revolvió el cabello y con un escalofrío se ajustó el chat que traía encima.

     

    Estaba perdida en sus pensamientos cuando sintió una onda cálida a su lado, la energía del hechizo le era familiar, pero aún así no estaba preparada para encontrarse con un patronus cuando dejó de mirar por la ventana. La voz de Madeleine llenó la biblioteca, firme pero cansada.

     

    “… Escalaremos la montaña Braeriach. Y se trata de una misión oficial de la Orden del Fénix. Nos veremos allí al amanecer.”

     

    Scavenger parpadeó un par de veces. Aún se estaba haciendo a la idea de que, como miembro de la orden, no podía darse el lujo de no estar disponible si hubiese alguna emergencia. Alerta Constante, se repetía una y otra vez esperando a que algo pasara. Ver ese mensaje era casi… ¿reconfortante? Odiaba la idea, pero no podía dejar de pensar que había algo que no estaba viendo. Una llamada a acción era justo lo que necesitaba para sacudirse un poco la ansiedad que llevaba dentro.

     

    No necesitaba un mapa para saber a donde irían, una suave sonrisa se plantó en su cara cuando escuchó el final del mensaje. Escocia, su tierra natal. Su corazón latía fuerte con anticipación, extrañaba los bosques y hasta la gente. Con un respiro hondo se puso de pie, si iba a madrugar era importante que intentara conciliar el sueño, le pasó por la cabeza el ir a checar a su hermano o a su madre, para ver si ellos también habían recibido el mensaje, pero al final decidió que lo mejor para no levantar sospechas era dejarlos solos. Irían los que tenían que ir, de eso estaba segura. Salió de la biblioteca directo hacia su habitación, dispuesta a tener al menos un par de horas de sueño.

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  14. Mis primeros premios. He tratado de llenar todos los campos, pero disculpas adelantadas si no puse tres candidatos, porque no conozco a muchos y esto me tomó mucho más tiempo del esperado.

     

    PREMIOS PARA ASPIRANTES

     

    Más aplicad@ en Hogwarts:

    — Amit Lockhart

    — Noah Lockhart

    — Kho Wesley

     

    León/Águila/Serpiente/Tejón más activo:

    — Noah Lockhart

    — Amit Lockhart

     

    El/a más activo:

    — djvash

    — Noah Lockhart

    — Amit Lockhart

     

    Dueñ@ de "La Madriguera":

    — djvash

    — Dylan Dogg

    — Amit Lockhart

     

    El/la más perver:

    — Alexandros Mcnair

     

    El/la Más despistad@:

    — Dylan Dogg

    — Scavenger Weatherwax,

     

    El/la Más timid@:

    — Dagonet

    — Samantha Sokal

    — Kho Weasley

     

    El más sexy:

    — Noah Lockhart

    — Alexandros Mcnair,

     

    La más sexy:

    — Samantha Sokal

    — Scavenger Weatherwax

     

    Mejor espíritu OdF:

    — Samantha Sokal

    — djvash

    — Amit Lockhart

     

    Aspirante por Siempre:

    Alexandros Mcnai

    — Dylan Dogg

    — Samantha Sokal

     

    Premios Especiales para Aspirantes:

     

    Mejor Aspirante:

    Amit Lockhart

    — Samantha Sokal

    — David Rambaldi

     

    Mejor roler@:

    — Samantha Sokal

    — David Rambaldi

     

    Mejor duelista:

    Amit Lockhart

     

    El/la más Fenixian@:

    — Amit Lockhart

    — Samantha Sokal

    — Noah Lockhart

     

    Futura Promesa de la Orden del Fénix:

    — Samantha Sokal

    — David Rambaldi

    — Amit Lockhart

     

    PREMIOS DE LA ORDEN DEL FENIX

     

    La más sexy:

    Junnyco Wright

    — Cye Lockhart

    — Kassandra Weasley

     

    El más sexy:

    Noah Lockhart

     

    La mejor pareja:

    Athena Rouvas& Thomas E. Gryffindor

     

    Pareja shipper:

    — Noah Lockhart & Junnyco Wright ( :perv: )

     

    El/la más desead@:

    Bel Evans McGonagall

    — Kassandra Weasley

     

    El/la Más enamoradiz@: -

     

    El/la más loc@:

    — Junnyco Wright

    — Zahil Granger

     

    El/la más vag@:

    — Melrose

    — Arcanus

    — Undefined

     

    El/la más Perver: -

     

    El/la más tiern@:

    — Junnyco Wright

    — Athena Rouvás

    — Cye Lockhart

     

    El/la más egocéntric@:

    — Undefined

     

    El/la más activ@:

    — Madeleine.

    — Noah Lockhart

    — Junnyco Wright

     

    El/la más creativ@:

    — Lestat Rambaldi

    — Madeleine.

    — Bel Evans McGonagall

     

    El/la más gruñón(a):

    — Kytta Gryffindor Rambaldi

    — Undefined

     

    El/la más divertid@:

    — Junnyco Wright

    — Zahil Granger

     

    El/la mejor compañer@:

    — Noah Lockhart

    — Junnyco Wright

    — Kassandra Weasley

     

    El/la más compulsiv@:

    — Lestat Rambaldi

    — Junnyco Wright

    — Noah Lockhart

     

    El/la más despistad@:

    — Lunática Lupin Evil Black

    — Albus Severus Black

     

    El/la más suicida (HUELGA): -

     

    OdF meteoro:

    — Patri Gryffindor L

    — Elizabeth Tonks

     

    Noctámbul@ de la OdF:

    Junnyco Wright

    — Noah Lockhart

     

    El/la más "querid@" por los Mortífagos:

    — Lisa Wesley Delacour

    — Mei Black Delacour

     

    El/la Más Omnipresente:

    — Lestat Rambaldi

    — Junnyco Wright

     

    El/la más responsable:

    — Lisa Weasley Delacour

    — Madeleine.

    — Noah Lockhart

     

    Luz más resplandeciente:

    — JunnyCo Wright

    — Kytta Gryffindor Rambaldi

    — Lestat Rambaldi

     

    Llama más ardiente:

    — Bodrik

    — Madeleine.

    — Sagitas E. Potter Blue

     

    Alma más presente:

    — Lisa Weasley Delacour

     

    Premios Especiales Orden del Fénix:

     

    Leyenda OdF:

    — Elodia Riddle

    — Mei Black Delacour

     

    Mejor OdF:

    — Madeleine.

    — Cye Lockhart

     

    Revelación OdF:

    — Noah Lockhart

     

    Promesa de la OdF

    — Noah Lockhart

    — Junnyco Wright

     

    Mejor Perfil OdF:

    — Elodia Riddle

    — Mei Black Delacour

     

    Mejor Roler@:

    — Madeleine.

    — Melrose

    — Sagitas E. Potter Blue

     

    Mejor Duelista:

    — Lisa Weasley Delacour

    — Arcanus

     

    El/la Mejor Firmer@:

    — Bel Evans McGonagall

    — Athena Rouvás

     

    El/la Mejor Blinker@:

    — Aimé

    — Seba Granger

     

    El/la Mejor Padrino/Madrina:

    — Junnyco Wright

    — Kytta Gryffindor Rambaldi

    — Lestat Rambaldi

     

    Mejor Dama/Caballero de la noche:

    — Madeleine.

    — Melrose

    — Zahil Granger

     

    Mejor Paladín:

    — Bodrik

     

    Mejor Sacerdotisa/Sacerdote:

    — Cye Lockhart

    — Sagitas E. Potter Blue

    — Lestat Rambaldi

     

    Mejor Cazador(a) de Mortífagos (HUELGA): -

     

    Mejor Proyecto:

    — Alas Del Fenix

    — InfODF

     

    Mejor negocio OdF:

    — Moon River

    — The Hunters

     

    Mejor familia OdF:

    — Familia Lockhart

    — Evans McGonagall

    — Delacour

     

    Destacad@ en el rol del MM:

    — Junnyco Wright

    — Madeleine.

    — Noah Lockhart

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  15. La idea de un museo dentro de otro museo le parecía muy divertida. Siguió a Sagitas por el museo, mirando de vez en cuando las obras en los pasillos. Tenía que asegurarse de volver otro día, para poder admirar el museo como era debido, en estos momentos, no podía perder tiempo en el resto del lugar.


    La zona mágica del museo -escondida a los ojos de los muggles- no tenía obras en las paredes, o esculturas a la vista, los cuartos mostraban gente en movimiento, sin percatarse de que estaban siendo observados. Apenas entraron al pasillo, su profesora y compañera de bando se encaminó hacía una habitación a su derecha.


    Scavenger reflexionó ante la pregunta de la peli violeta. — La magia existe en todos lados, incluso ahora, ¿no? La gente de antes no tenía la destreza que tenemos nosotros ahora, pero el instinto debía de haber estado ahí. La intención.


    Miró las pinturas en las paredes con atención. En su mayoría eran cuadros de caza, animales grandes contra las manos y herramientas rústicas de los humanos, — Imagina nada más el esfuerzo que todos pusieron en hacer esos dibujos, y durante todo ese tiempo, todos pensaban exactamente lo mismo, que los cazadores tengan éxito. Es su única misión. Al final, eso es lo que es la magia, ¿no? Acción con una intención.


    Se sentó a lado de su profesora al tiempo que las mujeres a su alrededor -que parecían no notarlas, y si lo hacían, no les daban mucha atención- compartían una bebida, la morena vio a Sagitas beber del vaso sin ningún problema y pasárselo a ella. Después de olfatearlo rápidamente, le dio un ligero sorbo. No sabía nada mal. De su ropa mejor ni hablaban, la magia del museo parecía acoplar la ropa al escenario donde se encontrasen para que ellas no se sintieran fuera de lugar. Era todo muy impresionante.


    La persona de pie en la cueva hablaba en un idioma que ella no podía entender y sostenía un bastón entre sus manos. De vez en cuando señalaba la pintura a sus espaldas, la que mostraba a los hombres cazando y musitaba algo hacia los que estaban sentados en el piso. Scavenger se percató de que varias mujeres llevaban consigo varias cosas, algunas sostenían pedazos de tela, otras llevaban pulseras -muy improvisadas, eso sí. Y todas se aferraban a ellas con pasión. Después de que todas tomaran del líquido, el chamán dijo otra cosa que ella no pudo entender pero que pareció avivar la atención de todos los presentes.


    — Creo que esa bebida que nos dieron me está haciendo algo — le dijo a su acompañante. Y en efecto, a su alrededor pudo sentir un cambio en el ambiente, casi como si la concentración de todos los presentes se estuviese enfocando en un sólo lugar: la pintura rupestre en las paredes de la cueva. Parecía una oración, con todos haciendo pequeños ruiditos y aferrándose a los objetos que traían consigo. Scavenger entendió entonces, que los objetos pertenecían probablemente a los cazadores.


    La electricidad parecía llenar el aire, y durante un par de segundos, era como si la bruja pudiera ver toda esa energía concentrarse en un solo lugar de la sala. Fue ahí cuando el chamán a cargo tomó el bastón y lo dirigió hacia la pintura.


    — Claro — dijo Scavenger en voz baja— toda esa energía no es nada si no se dirige a un lugar en específico. Que impresionante.


    Se quedó callada contemplando lo que sucedía a su alrededor. Llena de asombro.

  16. Iba de prisa por un callejoncito de Londres, en parte porque ya se le hacía tarde y en parte porque el movimiento le ayudaba a que sus músculos no se engarrotaran por el frío. Llevaba un abrigo grueso y una bufanda que le cubría la nariz y el pecho, pero aun así temblaba cada vez que el viento arreciaba contra ella.


    Había recibido la lechuza un día antes indicándole que su clase de Historia de la Magia se llevaría a cabo en el British Museum y estaba muy emocionada por ello, había planeado su día de modo en que pudiera pasar un par de horas recorriendo los lugares cercanos al museo antes de su clase; Londres estaba plagada de historia en cada casa, en cada calle, Scavenger sentía a veces que se podía perder dentro de la ciudad y su pasado. Y en efecto, entre tanto caminar terminó perdiéndose entre las calles.


    — Disculpe, para llegar al museo es por esta calle, ¿verdad? — le preguntó, por segunda ocasión, a una señora que caminaba por la calle en contra sentido de ella. La mujer asintió y apuntó hacía su derecha sin muchas ganas. Scavenger apresuró el paso, esperando que no fuera muy tarde.


    Eso te pasa por querer turistear antes de clases, se reprochó a sí misma. Lo cierto es que, aunque ya llevaba un par de meses en la ciudad, sentía que aún le faltaba mucho por conocer. Hizo una nota mental de regresar a esa parte de la ciudad un día que no tuviera nada más que hacer.


    Al dar la vuelta en la calle indicada, la morena pudo ver el edificio que conformaba el Museo en todo su esplendor, las largas columnas de concreto que marcaban la entrada al lugar eran impresionantes, y en la plaza de la entrada se podía ver a mucha gente admirando el edificio, o simplemente preparándose para iniciar su recorrido por el lugar. Le hubiese gustado mirar un poco más, pero tenía que reunirse con su profesora ya, así que se dirigió hacia las escaleras principales, donde su carta le había indicado que se encontrarían.


    No le tomó mucho tiempo encontrar a @, el cabello violeta era inconfundible, la vio decirle algo a lo que parecían ser una madre y a su hijo no muy lejos de ella y cerrar lo que tenía en las manos. Se acercó a ella, emocionada por empezar el recorrido.


    — Hola, perdón si llegue un poco tarde. Todavía no estoy acostumbrada a viajar por esta ciudad. ¿Tienes mucho tiempo esperando? — Le preguntó a su profesora, esperando que no llevara mucho tiempo ahí, no quería empezar la clase haciendo esperar a su maestra. — Soy Scavenger — agregó, siempre se le olvidaba presentarse antes de empezarle a hablar a la gente.


  17. Iba caminado por el pasillo cuando un fuerte jo, jo, jo resonó por toda la casa. Scavenger miró a su alrededor, buscando el origen del sonido, pero no podía ver nada. Lo que sí escuchaba, era el familiar sonido de voces y risas provenir de la cocina. Al llegar las escaleras pudo ver copos de nieve cayendo desde el techo, obviamente era un truco de magia ya que el lugar se sentía igual de cálido que siempre.

     

    Con una sonrisa, bajó corriendo las escaleras. Era obvio que la navidad en su familia era muy importante, y siendo la primera navidad que pasaría con ellos, quería que fuese lo más memorable que se pudiera. A veces se le olvidaba, pero todavía había gente a la que no conocía del todo bien dentro de su misma casa, tenía que remediar eso lo más pronto posible. En su camino hacia el comedor se percató de que a parte de la nieve, el fogón de la chimenea estaba encendido.

     

    La cocina olía a comida y cosas dulces, Scavenger sospechaba que en Navidad habría chocolate en abundancia, ya que su madre lo adoraba. Ahí dentro se encontraban ya algunos de sus hermanos y un par de personas a las que todavía no tenía el placer de conocer, todos llevaban con ellos una bufanda igual que la de ella -algunos verdes y otros rojas- lo cuál confirmó su sospecha de que algo se estaba tramando para navidad.

     

    Con una sonrisa, saludó a los presentes.

     

    — Buenos días, familia, ¿cómo están? — habló al tiempo que se servía un poco de café, para terminar de despertar. Todos en la cocina se veían felices, algunas con la pijama puesta todavía. Para ser la primera navidad que pasaba en familia, no pintaba nada mal.

     

    Con un gesto, señaló las bufandas que todos llevaban encima.

     

    — ¿Todos tenemos una, eh? Disculpen la pregunta, pero, ¿qué se hace en estas fechas? Como familia, digo. ¿Tienen alguna tradición?

     

    La morena esperaba no atosigarlos con preguntas, pero entre la emoción y la curiosidad que sentía, no se pudo contener.

     

    @@Bodrik @@Alexander Fox @@Mikaela Fox

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  18. Había sido una noche larga. Scavenger se había quedado -como ya era su costumbre- dormida en un rincón de la Biblioteca del Castillo, con un libro acerca de historia en su regazo. En su defensa, la biblioteca estaba llena de sillones suaves y cómodos, y para ella era tan fácil perderse entre los libros por horas y horas.


    Giró la cabeza, estirándose y sintió un ligero dolor en la base de la cabeza; por más cómodos que estos sillones fueren, no podían reemplazar a una buena cama. La bruja hizo una nota mental de dormir en su propia habitación pronto. El peso del libro que leía la distrajo de sus pensamientos, y grata fue su sorpresa al mirar a su regazo y ver un pedazo de tela roja. Al tacto, el material era suave y cálido. ¿Quién podría haber dejado eso ahí? Pensó mientras se levantaba del sillón.


    La luz del sol se filtraba por la ventana, y mirando hacia afuera, Scavenger se percató de dos cosas. La primera, es que el invierno en Londres era algo que ella nunca había visto. La nieve lo pintaba todo de blanco, y el sol -todavía rojizo por el amanecer- le daba un brillo especial a todo. La segunda, que no tenía ni idea de cómo eran las celebraciones de Invierno en familia, los Lockhart eran amorosos y leales, sabían disfrutar de una buena fiesta, así que se imaginaba que una Navidad con ellos sería muy entretenida.


    Con una sonrisa, se dispuso a bajar al comedor, a ver qué había de comer. Tomó la bufanda roja y se la enroscó en el cuello, sintiendo de inmediato el calor concentrarse en su cuerpo. Iría a buscar a su madre o algún otro miembro de la familia, para preguntarle exactamente cómo se celebraban las fiestas allí.

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  19. El lugar no era muy grande, pero había espacio suficiente para toda la gente que se acomodaba en él, @@Junnyco Wright y ella se encontraban en una mesita en una de las esquinas del lugar, lo que les permitía ver a todos los que rodeaban el lugar sin tener que participar necesariamente en otras conversaciones.

     

    Le hubiese gustado que su hermano se quedara con ellas un momento más, desde los sucesos en Halloween -y aquí Scavenger tuvo que contener un escalofrío- se sentía muy cercana a esos dos. Y a Kassandra, pero con ella no tenía el placer de coincidir tan seguido.

     

    — Estoy segura que Patri aparecerà en algún momento, — comentó, si bien no conocía a su hermana tanto como quisiera, sabía que le gustaba desaparecer de vez en cuando. Ella entendía, a veces también le daban ganas de alejarse un poco de todos por un par de horas, para relajarse. Al menos la compañía de la Wright frente a ella le resultaba familiar, fácil.

     

    La voz de la joven la sacó de sus pensamientos, lentamente tomó la taza de té que tenía frente a sí. La temperatura del líquido era lo suficiente para calentar sus dedos fríos, y Scavenger sostenía la taza como si fuese una pequeña bola de fuego. Con delicadeza, le dio un sorbo al té, sonriéndo al distinguir el sabor tan particular que su hermano ponía en sus infusiones.

     

    — Apliqué para el cuartel de Aurores hace un par de semanas, — le confesó a la bruja después de un momento. Sabía que Junny también era Aurora, su decisión había sido tomada en parte por eso. No conocía a mucha gente en Londres y la oportunidad de trabajar con alguien conocido era muy tentadora. — Ahora sólo me queda esperar que me acepten. Ya tendrás que guiarme por los altos y bajos del trabajo, — agregó al final, en broma. Junny seguía lanzando miradas furtivas hacia el mostrador del local, donde un grupo de gente se reunía, entre ellos una figura alta y rubia que Scavenger conocía muy bien.

     

    Sonrió ligeramente, por supuesto que había notado algo extraño entre esos dos, pero eran adultos y ella no tenía que meterse en asuntos ajenos. Decidió no decir nada al respecto, más para evitar que su acompañante terminara más nerviosa de lo que ya estaban.

     

    — ¿Y tú? ¿Qué haces cuando no estás trabajando? He visto muchos lugares donde la gente puede reunirse por aquí, pero la verdad es que nunca he entrado a alguno que no sea de mi familia. — Eso último era cierto. Aunque pasaba mucho tiempo en el callejón, la mayor parte del tiempo se dividía entre la mansión y algún local familiar. En algún momento tendría que empezar a socializar más con la gente, pero nada más no podía juntar las ganas para hacerlo.

     

    Mientras esperaba a que la chica le respondiera, Scavenger se tomó la oportunidad de contemplar a su alrededor.

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  20. Para cambios de nick

    ID de usuario: 121148
    Nick Actual: scavenger
    Nick Nuevo: Scavenger Weatherwax
    Premio obtenido: Mejor Hoguera Gala de Halloween 2017

     

     

    Cambios de subnick

    Subtitulo deseado: Corazón Salvaje
    Premio obtenido: Mejor Hoguera Gala de Halloween 2017

     

     

    Y por último, la llave

    Llave (Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw, Slytherin o maestra): Maestra

     

    Muchas gracias, de antemano :)

  21. Scavenger sonrió al escuchar las palabras de su hermano. Si lo recordaba bien, Noah preparaba excelentes tes, y ella no dejaría pasar la oportunidad de saborear uno.

     

    — Muchas gracias, corazón. Y muchas felicidades por la apertura, es todo muy hermoso y lleno. — aprovechó la oportunidad para felicitar a su hermano -ya después lo haría con la demás familia, pues aunque era la primera vez que llegaba al local no podía negar que el lugar tenía una vibra muy cálida y familiar, como todas las cosas que los miembros de su familia tenían.

     

    Comenzando a avanzar hacia le mesa que @@Noah Lockhart le había señalado, se percató de que Junny seguía sin moverse de donde estaba. Scavenger se rió un poquito, la chica era una amiga de la familia y aún no se acostumbraba a lo ruidosos que podían ser.

     

    — Oye, @, ¿quieres ir a sentarte? Parece que necesitas un descanso.— Se dirigió hacia un rincón del local, dándole espacio a su amiga por si prefería ir a algún lado.

     

    En la mesa, había dos tazas rústicas con un líquido color rojizo, la morena sonrió al tomar una entre sus manos, respirando la escencia del te y los frutos roos que la adornaban.

     

    —Mmm, muy rico,— musitó, antes de llevarse la taza a la boca y empezar a beber.

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