Jump to content

Agnes Lynn

Magos Expertos
  • Mensajes

    378
  • Ingresó

  • Última visita

  • Días ganados

    2

Mensajes publicados por Agnes Lynn

  1. Supo que había tenido éxito con su último hechizo cuando un grito se escuchó apenas por encima del ruido de la arena. Un escalofrío recorrió su cuerpo, incluso la voz de la figura con la que peleaba pertenecía a Agnes. Intentó mirar hacia adelante, pero le era casi imposible distinguir formas.

     

    Parecía, sin embargo, que poco a poco la tormenta disminuía en intensidad, lo cual era un alivio, pero no le permitiría atacar directamente a la pelirroja por un rato más. Con su limitado campo de visión, Scavenger intentó enfocarse en lo que tenía cerca, rocas o raíces que pudiera usar a su favor.

     

    Tal cual era su suerte -porque estaba segura que de no haber estado mirando hacia sus propios pies para buscar algo útil no lo hubiera visto- un movimiento captó su vista, y sin tener mucha idea de lo que era, pensó “salvaguarda mágica” volviéndose intangible inmediatamente, dejando que la arena y el viento pasasen por ella como si no estuviese ahí. Su acción se vio justificada un par de segundos después, cuando la cabecilla de una serpiente salió de la arena dispuesta a morderla en el tobillo, pero topándose con nada más que aire.

     

    El efecto duró un par de segundos, lo suficiente para evitar el ataque. Y en cuanto pudo sentir la arena firme bajo sus pies de nuevo, no dudó en apuntar a la criatura con su varita, esta vez haciendo uso del orbis bestiarum para tomar control del animal.

     

    Un pequeño círculo plateado se dibujó en la cabeza de la serpiente, indicándole que su hechizo había sido exitoso, con un gesto de la varita, las instrucciones eran precisas; encontrar a Agnes y devolverle el ataque a ella. Apenas y tuvo tiempo de sentirse mal por el pobre animal, atrapado en un círculo de ataques entre las dos. Scavenger esperaba que una vez la tormenta de arena cediera un poco, ambas podrían empezar a usar ataques más directos, en vez de valerse de animales u otras cosas.

     

  2. El razonamiento de Richard no era del todo descabellado, la posibilidad de un espía era muy real, aunque no estaba segura de que mereciera actos tan drásticos como la destrucción tan violenta de un libro.

     

    Scavenger lo miró mientras terminaba de limpiar el piso y se deshacía de los restos del libro, mitad fascinada y mitad desconcertada. No es que fuera la persona más social, su círculo de conocidos parecía reducirse a cada día, pero el Moody era sin duda una de las personas más enigmáticas en él. Después de terminar con la limpieza, anunció que necesitaba un trago y se encaminó afuera de la trastienda.

     

    Ella se quedó mirando a la trastienda vacía por unos segundos antes de decidirse a seguirlo. Tenía bastante tiempo sin un trago decente, a lo mejor la conversación le daría un mejor contexto acerca de Richard -aunque si sus instintos eran correctos, el hombre disfrutaba la ambigüedad de su carácter. Salió de la trastienda y subió las escaleras que la llevaban al segundo piso.

     

    Ya arriba, Richard estaba sentado en una silla sirviendo una bebida en dos vasos. Scavenger se sentó en la silla frente a él y tomó el vaso más cercano.

     

    — Entonces, — comenzó. — Me imagino que no es la primera vez que alguien envía un espía a intentar robar información, ¿no? — se llevó el vaso a la nariz antes de darle un sorbo, más por costumbre que por otra cosa. El sabor dulce le indicó de inmediato que estaba tomando vino, y sintió el calor característico del alcohol viajar por su garganta cuando pasó el trago. — Oh, tenía bastante sin tomar un vino propio. Cuando estuve en Alemania y Rusia lo único que se tomaba era Vodka, bueno para mantener el calor, pero terrible para darle sabor a las cosas.

     

    No esperaba, ni quería, ningún tipo de explicación por parte de Richard. El silencio en el cuarto era, sorpresivamente, cómodo. Scavenger le dio otro sorbo a su vino y fijó la vista en la ventana más cercana, perdiéndose un poco en sus pensamientos y dándole tiempo a Richard para que pudiera relajarse de su encuentro con aquel libro.

     

    @

  3. No se sorprendió cuando Agnes (así la iba a llamar, por ahora) despareció, causando que sus flechas siguieran su camino hacia adelante, al menos dos llegando hasta la palmera que tenía en frente antes de que el resto cayera en la arena sin hacer ruido.

     

    Cuando la pelirroja reapareció frente a ella, Scavenger casi esperaba escuchar los mismos regaños de siempre: que sus ataques carecían de un objetivo, que si no aprendía a defenderse no iba a sobrevivir mucho tiempo en la ciudad. Si el ente frente a ella era en realidad Agnes, entonces debería recordar que hubo en tiempo en que ellas solían practicar hechizos juntas, fingiendo que eran mucho más poderosas de lo que eran en realidad.

     

    Silencius. — el hechizo sale de su varita tan pronto Agnes recupera completamente su forma. La mirada en sus ojos igual de penetrante que siempre, Scavenger la nota apuntando la varita hacia su pie derecho y actúa sin pensarlo. El efecto fue inmediato y aunque la figura abrió la boca, ningún sonido pudo salir de sus labios.

     

    La voz de Khufu sonó clara por todo el campo de batalla, avisándoles acerca de una tormenta de arena que, aunque repentina, se acercaba hacia ellas a una gran velocidad. Ella sabía que su visión se vería seriamente afectada en un par de segundos, su único consuelo el hecho de que Agnes enfrentaría el mismo obstáculo.

     

    Sabiendo que sería la última oportunidad que tendría de hacer un daño real a su oponente antes de que ambas quedaran cubiertas de arena, apuntó la varita hacia a Agnes, al pañuelo con el que había cubierto su rostro cuando llegó y que ahora descansaba firme alrededor de su cuello.

     

    Morphos, — la intención era que el pañuelo se transformase en una cobra del desierto negro, con la orden de morder directamente el cuello de la pelirroja, inyectando así su poderoso veneno e hiriendo a la bruja, a menos que se dedicase a curarse en vez de atacarla.

     

    Apenas y pudo ver el pañuelo empezar a cambiar antes de que una lluvia de arena cubriera el campo por completo, volviendo la figura frente a ella una mancha detrás de una densa nube de polvo. Scavenger se llevó el brazo izquierdo a la cara, protegiendo sus ojos de la arena. Aprovechó para dar un par de pasos a la izquierda, pegándose más a la palmera para evitar la peor parte del aire.

     

    No le quedaba más que esperar a que la tormenta siguiera su curso.

     

  4. » ¡Necesitamos ayuda! ¡Solas nos podremos!

     

    Por mas que le dolía admitirlo, Xell tenía razón. La fuerza de Avalon estaba en la unidad y con las sacerdotisas separadas, todas eran más débiles. Estaba a punto de decirle eso mismo a la rubia cuando sintió a Lily moverse de entre sus brazos.

     

    El fuego de Beltane había logrado sanar sus heridas, pero no parecía que a su prima le importara mucho, ya que inmediatamente reanudó su marcha hacia Excalibur. Escuchó como le pedía a Xell que le diera la espada, brazos extendidos hacia el arma y mirada atenta.

     

    — No creo que separarnos sea una buena idea, chicas, — dijo con un suspiro. — Todavía no hemos recuperado a Sagitas y a Luna. Si lo que este carmesí quiere es apoderarse de Excalibur, tiene más oportunidades de hacerlo si estamos por nuestra cuenta.

     

    Scavenger sabía que el lugar más seguro de toda la isla era la pirámide misma, y el hecho de que la corrupción las hubiese alcanzado hasta aquí era una señal clara de que toda la isla estaba comprometida. Iba a añadir que lo mejor sería esperar a Sagitas y a Luna antes de tomar alguna decisión cuando la voz de Lilian la sacó de sus pensamientos.

     

    La cara de su prima estaba contorsionada en una sonrisa amplia, una que ella nunca le había visto hacer antes, y con una voz dulce amenazó a Xell para que le diera la espada. Antes de que la rubia pudiera incluso responder, Lilian había empuñado la varita, que ahora apuntaba a Xell.

     

    — ¿Lily? — Era obvio que algo no andaba bien con su prima, no hizo ningún ademán de haberla escuchado. Tenía la mirada fija en la espada. Aprovechando la distracción, Scavenger se acercó a ella y la tomó por el brazo, para llamar su atención.

     

    Fue ahí cuando se percató del rojo en los labios de la bruja, en sus ojos sangrientos. Un escalofrío recorrió su cuerpo al ver así a un miembro de su familia y el shock la obligó a dar un paso hacia atrás. Estaba segura de que Xell, a quien Lilian había estado mirando fijamente, ya se habría dado cuenta de lo que estaba pasando, pero aún así lo confirmó en voz alta, —Hagas lo que hagas, Xell, no le des la espada. No es ella, el carmesí la ha tocado.

     

    La sonrisa en la cara de su prima fue transformándose poco a poco en una mueca de fastidio, y por un segundo, Scavenger pensó en lo terrible que se veía aquel gesto en el rostro amable de Lilian. Recordó la pantera y los demás animales que se toparon en su camino, como habían sido reducidos a seres ferales llenos de furia con el único objetivo de destruir. No podía dejar que eso le pasara a su prima.

     

    Evocando el gesto que la misma Xell había hecho antes en el bosque, Scavenger se concentró en la mujer frente a ella, y antes de que su prima pudiera reaccionar la tomó del brazo de nuevo. Diosa, pensó, no la abandones ahora. Al igual que cuando había convocado a esa flecha para defender a Excalibur, sintió una energía cálida expandirse desde su pecho, hacia sus brazos y finalmente hacia Lilian. Así que esto era una purificación espiritual. La conexión no debió de haber durado más de un par de segundos, pero era como si alguien estuviera tomando todo el calor de su cuerpo y dejándola helada, y al final una ola de desesperación y angustia le hizo soltar un gemido de dolor. Estaba consciente de que esas emociones no eran suyas, pero se sentían tan fuertes como si lo fueran. ¿Eso era lo que Lilian estaba sintiendo en esos momentos?

     

    Dejó caer la mano, más porque sentía las extremidades pesadas, como si acabara de correr un maratón, y un segundo después el rojo en los ojos de Lily empezó a desaparecer.

     

    —¿Lily? — preguntó por segunda vez, —¿Eres tú?

     

    Miró en dirección a Xell una vez más, mientras esperaba la reacción de su prima.

     

    • Me gusta 3
  5. Con las manos temblorosas, tomó el bezoar que Khufu había producido para ella y le dio una mordida, inmediatamente sintió el dolor punzante de la cabeza disminuirse. Lo había atribuido al sol y a la caminata, pero ahora se daba cuenta de que el ataque que sufrió a manos de la serpiente fue más letal de lo que había pensado.

     

    Unos minutos después, con el sol brillando alto en el cielo, se encontraban de pie en el centro de Abusir. Scavenger se desamarró la sudadera de la cintura y la echó a un lado con todas sus fuerzas, llevaba una playera de manga larga que también le cubría el cuello, su cabello recogido en una coleta y leggins. Caminó junto con su guía hasta la sombra de una palmera y lo vio hacer un gesto con la varita.

     

    Cuando una figura apareció de la sombra de la palmera frente a ella, no se sorprendió. Simplemente plantó los pies firmes en el piso y alistó la varita, mirando con atención hacia adelante. Las últimas palabras de Khufu rompieron el silencio en el ambiente, confirmándole que el extraño sería el objetivo por vencer, y recordándole que no había espacios en este lugar para debilidades.

     

    No fue hasta que estuvo cerca de ella que la figura se quitó el pañuelo que le cubría la cara y el corazón de Scavenger se detuvo por un par de segundos. El cabello pelirrojo, la piel blanca y pálida -aún en ese clima, incluso la sonrisa que tan seguido adornaba la cara de su mejor amiga, tan llena de vida, todo contrarrestaba con lo árido y vacío del desierto.

     

    No había visto a Agnes en tres años, desde la primera vez que viajó a Inglaterra, prometiéndole que volvería algún día. ¿Pero cómo era posible? Lógicamente, tenía que ser una ilusión. Una prueba, eso había dicho Khufu.

     

    — ¿Agnes? — preguntó al fin, casi un susurro, aunque en el silencio que las encubría las palabras sonaron claras y fuertes. Agnes sólo la miró, la sonrisa en su rostro tan genuina como siempre.

     

    Scavenger apuntó su varita hacia el rostro de su amiga, aún no del todo convencida de que fuera algo real, pero sabiendo que en caso de lo fuera, la pelirroja era lo suficientemente capaz para defenderse ella misma.

     

    Disparo de flechas, pensó. Una docena de flechas salieron disparadas hacia Agnes, cubriendo los dos metros que las separaban con rapidez. Scavenger sabía que no todas darían en la bruja, pero esperaba que al menos eso provocara una reacción en su ahora oponente, algo que se deshiciera de esa sonrisa que la seguía por todos lados.

     

    @Khufu

  6. — Oh. — dijo, apenada. — No sé por qué me imaginé que había otro desván. — Ridiculizar al sacerdote es lo último que deseaba, así que no hizo comentario alguno cuando la cara del hombre se enrojeció y evitó su mirada por un largo tiempo. Aprovechó para darle un trago a su té, esperando que el momento incómodo pasara.

     

    Agradeció mucho el momento en que ambos fueron distraídos por el sonido del pasar de las hojas en el libro. Escucho la explicación de Rory con atención, intentando encontrar una conexión entre todo lo que habían visto esa tarde.

     

    — Nazis… — dijo, pensativa. Sabía exactamente de quienes estaba hablando Rory, su boca se torció casi inmediatamente en una mueca de disgusto ante la sola mención de aquella corriente. Señaló una palabra en el libro, —eso significa inmortalidad, también es latín. Los nazis estaban obsesionados con alcanzar la inmortalidad, ¿no? Incluso hicieron terribles experimentos en su búsqueda.

     

    A Scavenger le gustaba mirar a la historia como una muestra de la resiliencia de la raza humana -mágica o muggle, pero la verdad es que sin importar que tan atrás uno mirase, siempre se encontraría con actos terribles que acompañaban los destellos de compasión y cooperación. En eso los magos y muggles eran exactamente iguales, aunque a estos últimos les gustara creer que no.

     

    ¿Era posible que aquel libro fuera eso, un experimento más fallido? ¿La esencia de alguien obligado a pasar la eternidad atrapado en un libro? Externó esas mismas dudas en voz alta, para poder obtener la opinión de Rory. —No me extrañaría que la orden de Gunnersbury estuviese involucrada con algo así. Ellos buscan poder. — añadió, poniendo todas las piezas del rompecabezas que tenían hasta entonces.

     

    Iba a sugerir visitar el lugar, pero su instinto le decía que aquello no iba a servirles de mucho. Cualquier evidencia que los nazis hubiesen dejado en el lugar seguro había sido eliminada en la purga que hubo en los años consecuentes a la guerra.

     

    —Si tan sólo pudiéramos hablar con el hombre en el libro. No sé que tan útil sería, pero podríamos hacernos pasar por miembros de la orden de Gunnesbury, engañarlo para que nos diga exactamente qué quiere.

     

    Era una idea un poco descabellada, y hasta cierto punto, peligrosa, pero no se le ocurría otra cosa. Miró al sacerdote, esperando a ver si se le ocurría una mejor idea.

     

    @@Rory Despard

    • Me gusta 1
  7. Siguiendo a su familia, caminó por los pasillos y escaleras del castillo rumbo a la biblioteca. Era un camino que conocía bien, pero igual se tomó su tiempo para poner atención a cada detalle. Al ver a Mel observando los cuadros, se acercó a ella.

     

    —Son maravillosos, ¿no? — le comentó con una sonrisa. —En todo el tiempo que estuve lejos, fue lo que más extrañé. La oportunidad de sentarme a tener una conversación con uno de ellos. Bueno, ya habrá tiempo. Espero.

     

    El resto de la familia se había detenido en la entrada de la biblioteca, Scavenger se giró a verlos y se acercó a ellos, intentando descifrar la causa de la aglomeración. En la biblioteca todo estaba en silencio, y por eso pudo distinguir las palabras de Matt cuando dijo que había alguien ahí adentro.

     

    Se puso de puntitas para intentar ver, ya que con los cuerpos de todos los Evans que tenía en frente no podía ver casi nada en la habitación, y fue por eso que escuchó las palabras de Mavado antes de poder ver hacia donde todos estaban mirando. Su corazón dio un vuelco de inmediato y tuvo que contener las ganas de empujar al resto de su familia para poder comprobar lo que lel elfo había dicho.

     

    Las noticias que le habían llegado respecto a su prima habían sido devastadoras, cuando las escuchó por primera vez, y en gran parte habían sido una de las razones por las cuales decidió mantenerse lejos de Inglaterra por tanto tiempo. La idea de un castillo sin Bel era simplemente insoportable. Que feliz coincidencia era, entonces, que la mujer estuviese de vuelta al mismo tiempo que Scavenger.

     

    —¿Bel? — dijo incrédula, y juzgando por la reacción de los demás presentes ellos estaban tan sorprendidos como ella. Al final no tuvo que empujar a nadie, pues los cuerpos se fueron moviendo hacia los lados, como si todos quisieran ver a la recién llegada mejor, asegurarse de que era real y no otra aparición como las que llenaban el jardín.

     

    Sintió un profundo alivio cuando al fin pudo posar ojos sobre ella, y se acercó a darle un abrazo sincero. Corto pero con mucha fuerza, porque estaba segura que los demás miembros de la familia también querrían saludar a Bel, y ella no tenía intención de acaparar la atención más de lo necesario.

     

    —¡Que gusto me da verte! — dijo después de haberla abrazado. Había tantas cosas que quería contarle. —¿Qué haces en la biblioteca? —añadió un par de segundos después, cuando su alegría se había asentado y las preguntas empezaron a surgir en su mente.

     

    ¿Por qué no había ido directamente con ellos? Si necesitaba algo, estaba segura que los demás le ayudarían. Decidió no hacer más preguntas, al menos no hasta que la propia Bel pudiese explicar qué era lo que la había traído de vuelta.

     

    @@Rory Despard @ @@Lillian Potter Evans @@Helen Evans @@Syrius McGonagall

    • Me gusta 3
  8. La velocidad a la que se reproducían las espinas era abrumadora. Xell y Lilian, ya alertas, las percibieron casi al mismo tiempo que ella. El interactuar con ellas parecía tener un efecto negativo en las sacerdotisas, al igual que las plantas y otras cosas vivas que tocaban: las marchitaba, borrando todo rastro de vida de ellas, maldiciéndolas. De reojo, pudo ver a Xell poniéndose de pie y curándose una herida provocada por las espinas, usando una magia similar a la que su prima había usado antes.

     

    La mención de Excalibur le heló la sangre, pues sus compañeras tenían razón; en el centro de la isla, el centro de la magia en ese lugar descansaba la espada mágica, ¿cómo no lo había visto antes? La maldición no tenía interés en Avalon, ni en las plantas o animales, ni siquiera en ellas, sino que quería llegar a Excalibur. Scavenger corrió hacia donde descansaba la reliquia, justo a tiempo para ver a Lilian caer al piso empujada por el guardián de esta.

     

    Una sensación terrible le llenó el cuerpo al ver a su prima caer en una zona llena de espinas, soltando un grito de dolor. Por su parte, la figura que la había lanzado al piso dio un par de pasos hacia el altar central, era obvio que su único objetivo era coger la espada.

     

    Scavenger quería correr hacia él, pero las espinas estratégicamente cubrían todo alrededor del altar, haciendo imposible el acercarse a Excalibur. Si tan sólo tuviese su escoba a la mano. La figura siguió su camino, y aunque sus facciones estaban oscurecidas por la misma maldición que rodeaba toda la isla, parecía que estaba sonriendo. Sintiendo la impotencia e ira hervir en su interior, Scavenger extendió la mano izquierda, como si con un acto tan simple pudiera detener el avance de esa cosa que deseaba poner sus manos impuras sobre la espada.

     

    La memoria del libro le llegó de manera repentina, y es que mientras le echaba un vistazo pudo ver menciones de nuevos conocimientos, de magia diseñada precisamente para purificar, para mantener el balance tan frágil de la tierra. Con la mano todavía extendida, intentó centrar sus pensamientos en aquella figura, rogándole a diosa que la ayudara a proteger su hogar. Esperaba que el estar en Avalon le ayudara a canalizar el poder de la Madre misma. Sintió un calor formarse en su plexo solar, llenándola y avanzando por su pecho y brazos hasta llegar a la misma mano que apuntaba a la criatura. La lanza de Assal era, según el libro que había leído, especialmente letal para los seres oscuros, por eso cuando la figura -a punto de tocar Excalibur- soltó un grito de dolor y se llevó las manos al pecho, Scavenger supo que había tenido éxito.

     

    Lentamente bajó la mano, al mismo tiempo que el ente caía al piso, sus manos aún aferrándose al pecho, al mismo lugar donde ella había sentido ese fuego en su interior. Recordó entonces a su prima, y se giró rápidamente para ayudarla.

     

    —¡Lilian, déjame ayudarte! — con mucho cuidado de no tocar ninguna espina, se agachó y puso el cuerpo de su prima lejos de las partes malditas. Imitando el gesto de Xell, puso su mano encima de las heridas de Lily, y probablemente era por la conexión que acaba de establecer con la diosa, pero instintivamente pudo conjurar el fuego de Beltane para ayudar a purificar los cortes que habían penetrado la piel de su prima.

     

    —Vamos chicas, — habló en voz alta. —¡Tenemos que llevar a Excalibur a un lugar seguro! Estoy segura que esas cosas —señaló a la figura en el piso, a lado del altar— van a seguir viniendo por ella.

     

    Esperaba que Sagitas y Luna llegasen pronto, porque si las cosas seguían su curso, iban a necesitar de toda la ayuda posible para proteger la reliquia.

     

    • Me gusta 1
  9. Cada vez que creía entender algo acerca de Richard, el Moody se encargaba de un modo u otro de demostrarle que no. Estaba convencida de que el misterio el libro sería suficiente para tentarlo, pero su reacción fue totalmente apuesta a lo que ella hubiera esperado.

     

    Vio sus facciones endurecerse y antes de que pudiera preguntarle qué estaba mal, había cruzado la habitación y tomado un tridente de la pared. Si la memoria no le fallaba, Scavenger recordaba haber escuchado antes que Richard era impredecible, impulsivo; este conocimiento fue la única razón por la cual, cuando el Moody empezó a arremeter contra el libro frenéticamente, ella no salió corriendo.

     

    La idea de que Richard pudiese lanzarse contra ella una vez terminado con el libro cruzó su mente, pero la descartó de inmediato, más por buena voluntad que otra cosa; tenía que creer que aún entre toda esa violencia, él era capaz de seguir algún tipo de lógica o código moral. Al final, el arranque no duró más que un par de segundos, y ahí donde el libro había reposado, ahora no había más que un manojo de hojas y sangre. El gemido de dolor que escapó del libro fue suficiente para sacarla del estupor.

     

    —Dios, Richard. —dio un par de pasos, hasta quedar a lado del Moody, y observó el desastre con atención. —Si me hubieras dicho que planeabas destruir el libro desde un principio, te habría ayudado a encontrar una manera menos… desastrosa.

     

    Aprovechando la cercanía, y siendo lo más discreta posible, se enfocó en Richard; la mirada en sus ojos era un poco histérica, y su respiración era pesada por el esfuerzo que acaba de realizar.

     

    —¿Qué fue eso? — le preguntó, y esperaba que entendiera a qué se refería. —¿Está todo bien? ¿Es por la persona que te ha dado el libro? — Richard no estaba obligado a responderle, pero igual sentía una curiosidad tremenda.

     

    @

  10. Fue el toque de Lilian lo que la sacó de su ensimismamiento. Sintió un calor fuerte recorrer su cuerpo hasta centrarse en su rodilla, borrando cualquier rastro de dolor de esta. Scavenger sonrió a su prima, y estaba a punto de preguntarle cómo había hecho eso cuando una voz llamó su atención desde el otro lado de la biblioteca.

     

    No conocía a la bruja frente a ella, pero algo en sus facciones le resultaba familiar. Sabía, de la manera en que se saben las cosas en Avalon, que si estaba dentro del templo es porque debía ser una sacerdotisa, lo que significaba que era de confiar. No fue hasta que escuchó su nombre completo que entendió la razón.

     

    Sintió un destello de culpa al escuchar ese apellido, porque desde su regreso a Inglaterra no se había dado el tiempo de ir a visitar a su familia. La culpa sólo se hizo más grande al pensar en su madre, y en cuánto deseaba tenerla ahí en esos momentos. Nadie entendía Avalon tan bien como su madre, de eso estaba segura. — ¿Lockhart? — repitió. Dejando el libro de lado se acercó a Ela, extendiendo la mano en gesto de saludo. —Mi nombre es Scavenger. Cye Lockhart es mi madre, ¿la conoces?

     

    Había temas más importantes que tratar que los lazos familiares, por supuesto. Lilian y Xell se encargaron de detallar la situación a Ela de una manera precisa.

     

    —Estoy segura que Sagitas y Luna estarán aquí en cualquier momento, —añadió cuando las brujas terminaron su relato. —Las dos son capaces de defenderse a sí mismas, y conocen la isla muy bien. —esta última parte la dijo más como un consuelo a sí misma.

     

    Señalando a los libros de nuevo, explicó, —Creemos que el objetivo de esa oscuridad es esta pirámide, y me imaginé que si algo era lo suficientemente poderoso como para poder corromper Avalon estaría presente en algún registro. Ahora que estamos aquí podemos revisar juntas, así tenemos más oportunidad de descubrir qué está pasando antes de que la maldición llegue a nosotras.

     

    Se acercó a los libros de nuevo, con la intención de regresar a su búsqueda, cuando escuchó un ruido del otro lado de la pared. Lanzó una mirada hacia sus compañeras y se asomó a la otra habitación, esperando ver a las sacerdotisas que habían quedado atrás regresando a la pirámide. Lo que vio, sin embargo, le heló la sangre.

     

    —¡No! — exclamó. Señaló hacia la pared de la entrada a la pirámide, esperando que las demás sacerdotisas vieran lo mismo que ella. Una mancha negra se extendía por la pared que daba entrada a la pirámide. Las enredaderas que usualmente decoraban las paredes parecían marchitas, secas en la zona que hacia contacto con esa mancha. — Nos hemos tardado mucho.

     

    Del centro de la mancha oscura que cubría la pared, como si de una flor se tratase, varias espinas empezaron a florecer. Como la maldición que azotaba la isla, las espinas eran rojas brillantes, del mismo color de la sangre. Se extendían poco a poco por la pared, como si se tratase de un fuego, carcomiendo todo a su alrededor.

     

    • Me gusta 2
  11. Scavenger examinó el portal frente a ella con mucha atención. No era la primera vez que veía a alguien hacer uso de esa magia, tenía la fortuna de conocer magos con conocimientos muy avanzados en áreas de la magia que ella no podía ni siquiera nombrar aún. Se estaría mintiendo a sí misma si dijera que eso no había influido en su decisión de estudiar con los uzzas; el poder en sí nunca le había llamado la atención, pero el conocimiento, el saber simplemente por saber… eso era lo que la motivaba a actuar. No había misterio que su mente no disfrutara analizando.

     

    Las instrucciones de su guía eran claras, debían cruzar la meseta de guiza y llegar hasta Abusir, pero claramente no sería fácil; empezando con el hecho de que el portal no estaba directamente en la montaña, sino a un par de metros del borde. Scavenger le lanzó una mirada a Kraven, quien después de presentarse había permanecido en silencio, y se preguntó en qué estaría pensando el mago, o que tan interesante estaría encontrando todo el asunto hasta ahora.

     

    Se levantó del pedazo de tronco en el que estaba sentada y guardó sus libros con cuidado. No había estado sentada mucho rato, pero el descanso ocasionó que los músculos de sus piernas empezaran a entumirse por el esfuerzo de haber caminado hasta la cima de la montaña. Estiró las piernas y los brazos, tratando de reactivar su cuerpo, de alistarlo para la nueva aventura.

     

    Al ver que Kraven seguía sin responder, Scavenger se acercó a la orilla de la montaña. Mirar hacia abajo fue una pésima idea, las rocas de la montaña decoraban el piso, afiladas y peligrosas. Si algo salía mal con el salto, tendría que lidiar con ellas. Trago saliva ante la idea.

     

    —Gracias por la información, — le dijo a Khufu, al tiempo que regresaba un par de metros para tomar impulso. —Nos vemos en Abusir. — Lo dijo en el tono más confiable que pudo encontrar, aunque era una pésima mentirosa y estaba segura de que el uzza podría fácilmente ver que en realidad estaba muy nerviosa.

     

    Miró en dirección a Kraven una vez más, estaba tentada a desearle suerte, pero algo en la energía del mago la desconcertaba. Se limitó a lanzarle una sonrisa que esperaba denotara simpatía y miró hacia el frente, empezó a correr hacia el borde y, cuidando de no mirar hacia abajo, saltó.

     

    Le hubiese gustado cerrar los ojos, sentir el viento en la cara y el pelo, pero tenía que poner atención o si no terminaría activando el amuleto volador muy tarde y acabaría estrellándose en la arena. Por un momento pensó que no llegaría al portal, pero el impulso que había tomado le dio la potencia necesaria para alcanzarlo. Fue ahí cuando pudo observar al fin lo que le esperaba del otro lado: desierto, por supuesto, pero también muchas rocas, edificios a medio destruir se podían apreciar a la distancia. Scavenger apenas y tuvo tiempo para tocar su amuleto volador y activarlo, haciendo su caída hacia el piso más lenta, permitiéndole también mirar a su alrededor, a todas las ruinas que rodeaban el lugar. A la distancia, sin embargo, se podía ver la silueta de una ciudad. Abusir.

     

    Una vez en el suelo, aseguró la mochila en su espalda y comenzó su camino, volvió la vista hacia atrás después de un par de pasos, pero ya no había señales del portal. Si Kraven había cruzado o no, ella no tenía idea. Recordó las palabras de Khufu acerca de las ratas del desierto y los otros peligros que llenaban la meseta, preguntándose cuál sería la mejor estrategia para llegar hasta su destino a salvo. Por un lado, la clara desventaja era su falta de conocimiento acerca del área; por el otro, la prueba estaba diseñada para probar exactamente sus habilidades contra los peligros desconocidos. Por el momento, más le valía ser discreta, cada ciertos metros se asegurada de borrar sus huellas de la arena para evitar que algo -o alguien- la siguiera.

     

    Llevaba casi 15 minutos caminando cuando un sonido la hizo detenerse. Un silbido suave que apenas era perceptible provenía de un montículo de arena a su derecha. Khufu había hablado de tesoros escondidos entre las dunas, y de intrépidos buscadores que habían muerto buscándolos. Si Scavenger fuese más ambiciosa, a lo mejor podría sentirse tentada por ellos, pero en esos momentos no sentía deseo alguno de lidiar con la fuente de aquel sonido estremecedor.

     

    Una cosa si era obvia, si ella podía escuchar el ruido, lo más seguro es que algo también pudiera oírla también. Tocó el anillo de bronce en su mano izquierda, el de salvaguarda contra los oídos indiscretos, y se concentró. Las instrucciones del libro eran claras, tenía que visualizar un campo extendiéndose aproximadamente 50 metros con ella al centro, si se concentraba lo suficiente lograría aislar cualquier sonido proveniente de ella. Esperó un par de segundos, casi un minuto hasta que el silbido despareció por completo.

     

    Poco a poco, continuó avanzando por la arena, más despacio de lo que le hubiese gustado, pero sin toparse con alguna sorpresa desagradable. A estas alturas el sol brillaba con fuerza en el cielo, y el calor comenzaba a ser asfixiante, ella se había quitado la sudadera y la había atado a su cintura. Se estaba acercando a Abusir, de eso no había duda, pero aún le faltaba un gran tramo por recorrer. Por el rabillo del ojo podía ver algo moverse, pero cada vez que volteaba no podía ver más que arena por todos lados.

     

    Siguió así por casi una hora, hasta que la fuerza del sol se hizo casi insoportable. En busca de un descanso, se acercó a unas ruinas lo suficientemente altas para generar una sombra y apoyó la espalda contra ellas. Casi instantáneamente el silbido que había escuchado antes volvió a emerger, pero con mucha más fuerza. Apenas y le dio tiempo de sujetar la varita antes de que tres figuras, como serpientes escondidas bajo la arena se abalanzaran sobre ella.

     

    Le tomó un par de segundos reaccionar, pero fue tiempo suficiente para que las criaturas impactaran contra ella, tirándola al piso con mucha fuerza. Sintió un ardor en el hombro, y una presión en el brazo con el que cargaba la varita, como si algo buscara inmovilizarla. —Vipera Evanesca, — dijo entre dientes, y un rayo salió disparado hacia su hombro, deshaciéndose de la serpiente que acababa de morderla.

     

    —¡Basta! —habló con fuerza, concentrándose en su anillo de amistad con las bestias. Si bien las dos serpientes restantes no podían entenderla completamente, al menos podrían comprender sus intenciones. —No quiero su maldito tesoro, sólo estoy de paso.

     

    Pasaron unos segundos, pero poco a poco sintió la presión en su brazo y pierna aligerarse, hasta que pudo ponerse de pie. El ardor en su hombro izquierdo empezaba a extenderse a través del brazo. Apuntando la varita hacia sí misma, pensó, episkey, hasta que el ardor desapareció, sólo quedo una mancha de sangre como prueba de lo que había pasado. Con un suspiro, se alejó de las ruinas, las serpientes ocultas bajo la arena de nuevo. Hasta ahí había llegado su factor sorpresa.

     

    No volvió a acercarse a las ruinas, aunque eso implicase quedarse bajo los rayos directos del sol. Mantuvo el ritmo constante y el anillo contra los oídos indiscretos activo todo el trayecto, se aseguró también de borrar sus huellas sobre la arena. Con la mirada fija en su destino, siguió adelante.

     

    Cuando faltaba menos de un kilómetro para llegar a su destino y la ciudad de Abisur se alzaba frente a ella, se tomó una pausa. Concentrándose en otro anillo de su mano izquierda, centró su atención sobre las ruinas. El detector de enemigos podría decirle si lo que la esperaba en Abisur quería dañarla, o al menos debería. Scavenger cerró los ojos y enfocó toda su atención, pero no pudo percibir nada fuera de lo común. Con un suspiro cansado avanzó hacia adelante. Las ruinas que la rodeaban todo el camino se habían vuelto más cercanas conforme avanzaba, y con cada paso era más difícil evitar tocar alguna.

     

    Con extremo cuidado, intentó recorrer esos últimos metros lo más discretamente posible, pero debió de haber activado algo porque un par de pasos más adelante el ruido de roca cayendo la alertó de inmediato. Mirando hacia sus pies, la fuente del sonido, se dio cuenta de que había pisado un pedazo de concreto en el piso, y de los dos pilares que se encontraban a sus lados salieron disparadas un par de flechas.

     

    Era como si alguien hubiese lanzado un disparo de flechas en su dirección, y aunque pudiese deshacerse del par que venían de un lado con un simple evanesco, las del otro lado impactarían contra ella. Cerró los ojos y encogió los hombros, se imaginó a si misma translúcida, como un fantasma. Incorpórea. Las instrucciones del libro de la fortaleza para la salvaguarda mágica eran un poco confusas para ella, pero indicaban que lo importante era la intención, y en ese momento su única intención era no ser dañada más de lo que ya había sido.

     

    Abrió los ojos después de un par de segundos sin sentir ningún tipo de impacto y se alegró al comprobar que las flechas yacían sobre la arena, habían atravesado el espacio donde estaba su cuerpo como si ella no estuviese ahí.

     

    Le hubiese gustado celebrar un poco su logro, pero a estas alturas sólo quería salir de esa meseta lo más pronto posible. Caminó los últimos metros hacia Abisur con la varita segura en su mano derecha y a paso veloz.

     

    De pie, espaldas a las primeras ruinas que marcaban el inicio de Abisur, pudo distinguir la figura de Khufu. Su expresión seria e indescifrable.

     

    —He llegado, —lo saludó, la voz rasposa por no haberla usado.

     

    Estaba llena de arena, sudada y cansada de caminar bajo el sol tanto tiempo. Pero al fin había llegado a su destino.

     

    • Me gusta 1
  12. No llevaba más de un par de pasos cuando escuchó el grito de Luna a su espalda. Se giró a tiempo para ver a la bruja salir corriendo hacia el bosque, seguida de Sagitas, que le imploraba que no fuera sola. Scavenger se mordió el labio inferior con fuerza, ¿a dónde iría Luna con tanta urgencia? La respuesta la obtuvo cuando siguió el trayecto de su compañera hacia el bosque. Casi podía jurar que era fuego por el modo que tenía de envolver lo que tocaba, como si se estuviera tragando los árboles y dejando tras de sí pedazos carcomidos de madera.

     

    Se debatió un par de momentos qué hacer; por un lado, Sagitas tenía razón y si todas iban juntas las probabilidades de sobrevivir eran mayores; pero por el otro, desde que había llegado a Avalon, hace casi una hora, la situación en la isla parecía escalar a proporciones mayores. Los animales, las plantas muertas, ahora el fuego -o lo que fuese aquello, ¿qué pasaría después?

     

    —Lo siento, — dijo al fin a Xell y a Lilian, que se había quedado ahí también, decidiendo qué hacer. — Entre más tiempo nos tardemos en averiguar qué es esto, más peligro corre la isla. Tenemos que llegar al centro.

     

    Confiaba en las capacidades de Luna, Sagitas, y de quién más quisiera unírseles para defenderse. Incluso en este estado, confiaba también en que la magia de Avalon sería suficiente para guiarlas la una a la otra, como siempre lo hacía cuando corrían peligro. Cerró los ojos por un segundo, y continuó con su camino hacia el centro de la isla.

     

    Avanzar por la isla no fue fácil, Scavenger tuvo que ser muy cuidadosa y cambiar la ruta cuando sus pasos llamaban la atención de algún animal salvaje. Con su pierna soltando espasmos de dolor de vez en cuando, no se podía permitir pelear contra algún otro animal en estos momentos. En su trayecto pudo confirmar que lo que Luna había visto no era un caso aislado, a su alrededor la misma oscuridad seguía avanzando, constante, hacia el centro. Cuando al fin llegó a la pirámide le faltaba un poco el aire por el esfuerzo.

     

    No miró atrás para comprobar si alguna de las sacerdotisas había avanzado con ella, pero esperaba que sí, porque aunque antes había visitado la isla muy seguido, el centro era un lugar demasiado sagrado, demasiado importante para ser disturbado y ella podía contar con los dedos de una mano la cantidad de veces que había estado dentro.

     

    Sintió un gran alivio al ver la pirámide intacta, aunque la atmosfera aplastante que sintió al ingresar al edificio confirmaba que el peligro era inminente. Se detuvo apenas un par de segundos para recuperar el aliento y se encaminó hacia la biblioteca -decir biblioteca era una exageración, pero así le gustaba pensar acerca del lugar que guardaba la información más importante del clan.

     

    —Voy a empezar con la historia oral, a ver si puedo encontrar registros de algo así, — dijo, caminando directamente al libro grueso que era la figura central en el cuarto. —Si algo como esto ha pasado antes, seguro que aquí hay información.

     

    El libro apenas cabía entre sus manos, lleno de la historia de Avalón, Scavenger estaba consciente de que no era algo que pudiera leer completo en un par de horas, y menos aún con el tiempo encima. Empezó a revisar las hojas frenéticamente, esperando que la Diosa la guiase en este momento también. Había otros libros disponibles, también, muchos que hablaban de los habitantes de la isla o hasta de flora y fauna. Sin saber con qué estaban lidiando, era imposible adivinar cuál de todos los libros ahí disponibles tendría la respuesta, o incluso si la respuesta se encontraría sólo en un tomo. Sólo podía espera que fueran lo suficientemente rápidas, que pudieran frenar esto antes de que fuera demasiado tarde.

     

    • Me gusta 6
  13. Se sentó ahí escuchando con atención a Rory. Si no fuese por el libro que tenían detrás, sabe que le habría hecho más preguntas. No era todos los días que se topaba con alguien cuya visión del mundo era tan diferente a la de ella, y con la curiosidad a flote, quería saber más.

     

    Pensó en su infancia, en los días que solía pasar en el bosque y en las pequeñas idiosincrasias de la gente que vivía cerca. Se imaginaba que tendrían cosas muy interesantes respecto a los comentarios de Rory. Pero tuvo que recordarse, otra vez, que estaba ahí por una razón; y quién sabe, puede que una vez terminados con el libro y su magia, pudiera darse la oportunidad de tener una charla larga y tendida con su anfitrión, y ahí entonces podrían hablar de fe y energía y magia.

     

    Cuando el hombre se levantó a servir más té, el misterio del libro regresó a ellos. Scavenger recibió la taza llena de las manos de Rory al tiempo que el hombre hablaba de la iglesia que le había ofrecido el lugar. La verdad es que ella también tenía curiosidad por esa gente, pero no lo había mencionado antes por temor a ofender alguna susceptibilidad de Rory.

     

    —El desván, —mencionó, un poco para sí misma, mientras organizaba sus pensamientos. —Bueno, pero si es que ellos sabían algo, entonces hay alguna razón específica por qué lo mandaron a usted aquí, ¿no cree?

     

    Cuando Rory le recordó que ese mismo padre había sido en encargado de darle sus datos, se estremeció. Por alguna razón había obviado el hecho antes, había asumido que el hombre conocía un poco de los círculos académicos entre los que ella se movía, pero siendo honestos, su naturaleza introvertida la frenaba de envolverse completamente en los mismos, y la gente a la que conocía era muy poca. Que un padre supiera tanto de ella la inquietaba.

     

    —Incluso aunque ellos supieran algo, — habló después de unos momentos, —no tenemos pruebas suficientes, y aún no sabemos exactamente qué hace el libro aquí. Mencionó antes el desván, y el hecho de que no estaba en renta al inicio. ¿Podríamos darle un vistazo? Puede que encontremos algo que pueda decirnos más acerca de lo que nos enfrentamos.

     

    Era un tiro al aire, lo sabía. Pero todo esto había resultado ser más complejo de lo que parecía inicialmente, y Scavenger se sentía como si estuviera a punto de descubrir qué era lo que estaba pasando, si tan solo pudiera saber un poco más. Como una gran cortina a punto de develarse frente a sus ojos, si tan sólo pudiera extender la mano y tocarla, entonces todo tendría sentido.

     

    Miró a Rory, expectante. Si el desván estaba libre podrían ir a investigarlo, si no era el caso, tendrían que planear otra manera.

     

     

    @@Rory Despard

    • Me gusta 1
  14. Escuchó una a una las opiniones de las sacerdotisas, intentando alinearlas con lo que ella misma había visto en la isla. Era obvio que algo había puesto a Avalon contra ellas, las verdaderas preguntas eran qué y por qué.

     

    —Sea lo que sea, — intervino después de su prima Lily, —está avanzando. Tenemos que detenerlo, pronto.

     

    Su calma fue interrumpida entonces por un grupo de animales que irrumpió de una de las orillas del claro directamente hacia ellas. Todos era animales que habitaban la isla comúnmente, pero al igual que la pantera en la playa, sus ojos emitían un brillo cremesino que parecía extenderse un poco sobre los párpados.

     

    Sagitas, siendo la más cercana a ellos, fue atacada primero. Scavenger la vio caer al piso con un tigre encima y estaba a punto de lanzar un hechizo para defenderla cuando sintió un dolor agudo en la pierna derecha. Un bowtruckle había clavado sus garras justo en el cartílago de su rodilla. Por instinto extendió la mano para intentar tomarlo, era un bicho sorpresivamente fuerte, considerando su tamaño, después de unos segundos sin éxito, apuntó su varita y aplicó el mismo truco que antes; un rayo impactó contra el bowtruckle y éste a su vez colapsó hacia el piso, dejándola en paz. A su lado, sus compañeras se deshacían de sus animales también

     

    Fue Xell quien llamó su atención, ya que en vez de pelear contra el animal que la atacaba, Scavenger la vio concentrarse y extender la mano hacia la criatura con un gesto cariñoso. Estaba a punto de decirle que tuviera cuidado, pero para su sorpresa pudo ver como poco a poco el rojo de los ojos del tejón desaparecía. Cuando su compañera abrió los ojos de nuevo el animal parecía haber regresado a la normalidad.

     

    Ella sabía que muchas cosas eran posibles en Avalon, que al ser un lugar lleno de poder la magia se manifestaba en maneras distintas al resto del mundo. Entendía también que la naturaleza de las sacerdotisas era la sanación, el equilibrio entre las energías que las rodeaban y regían la tierra misma, pero que una pudiera ejercer ese poder le era imposible, hasta entonces. Recordó entonces que antes del ataque Sagitas estaba hablando de unos hechizos del clan que podían usar para lidiar con esto, a lo mejor esto era uno de ellos.

     

    Le hubiese gustado ahondar en el tema, darse un momento para hablar con cada una de las presentes para descubrir qué se había perdido en esos años, pero ante la urgencia de lo que las rodeaba, ese era un lujo con el que no contaba.

     

    — Sí, estoy bien. Gracias. — le respondió a su prima. — Creo que esto es algo externo, viene de afuera de la isla. Debemos evitar que llegue al centro de la isla, si la pirámide sobrevive podremos revertir el daño hecho, como dice Sagitas, entre todas. Mientras, no creo que podamos seguir haciendo … eso— señaló a Xell, que aún sostenía el tejón entre sus manos — con todos los animales en la isla, son demasiados para nosotros.

     

    >> Tenemos que movernos, llegar a la pirámide como dice Lily, aquí afuera sólo somos blancos fáciles para los animales.

     

    Empezó a andar hacía donde ella sabía se encontraba la pirámide, esperando que a pesar de sus años lejos de Avalon el edificio siguiera en el mismo lugar. Con la varita bien empuñada en su mano derecha, dio el primer paso y sintió una ráfaga de dolor recorrer su rodilla, esa mordida que el bowtruckle le había puesto iba a causarle problemas si no la atendía pronto. Ya tendría tiempo para hacerlo, ahora lo importante era llegar al centro. Se giró para mirar a las demás sacerdotisas.

     

    —¿Vienen? — les preguntó.

     

    • Me gusta 4
  15. Su breve momento de tranquilidad fue interrumpido por la llegada del que ella asumía era su compañero de clase. Había leído la invitación y sabía que no iría sola en este viaje, y aunque no conocía a la persona, el no tener que pasar por la prueba sola le daba un poco de consuelo.

     

    Kraven, si la memoria no le fallaba, llegó con ropas elegantes y finas, y Scavenger se abstuvo de comentar que al final del día probablemente terminarían rotas o sucias. Lo escuchó preguntar a qué hora iban a dar inicio con la prueba y vio también a su tutor, Khufu, levantarse de la rama en donde se encontraba (sus movimientos eran calculados y por un momento el tintineo de la cadena en su pecho fue el único ruido en la montaña) y presentarse a ellos.

     

    Mientras Khufu hablaba, ella aprovechó para meter la mano en su mochila y sacar los dos tomos que traía con ella; el libro del aprendiz, y ahora también, el de la fortaleza. Al final de su discurso, su instructor les había hecho un par de preguntas, esperó un momento para ver si Kraven decidía empezar, pero al notar el silencio de su compañero, empezó:

     

    —Entiendo el objetivo de la fortaleza. Entiendo que es la base sobre la que nosotros vamos a empezar, si somos dignos, a recorrer el camino de los Uzzas. La espina dorsal que nos permitirá aprender, y, sobre todo sobrevivir a esta nueva magia.

     

    Recordó su tiempo en la academia, los meses que pasó como auror, su estadía en la orden. La muchacha que era al llegar a Inglaterra por primera vez no tenía mucho que ver con la mujer que era ahora, y cada uno de esos lugares había contribuido en cambiarla, adaptarla a este nuevo mundo en el que vivía ahora.

     

    —En cuanto a los elementos de nuestros libros, para el libro del aprendiz tienes el amuleto volador, — aquí aprovecho para sacar el dije del escondite entre su ropa y lo mostró a su guía. — Aunque lo diga en el nombre, no te permite volar per sé, pero sí puede ser útil cuando se tiene que bajar de algún lugar moderadamente alto. ¿Una montaña tan alta como esta? Probablemente no serviría de mucho si no se calculan bien las distancias. Pero lo uso con frecuencia cuando tengo que bajar de árboles o algo así. También, por supuesto, si alguien cae —hizo énfasis en la palabra, porque los magos no caen de muchos lugares, pero sí son lanzados — puede salvarse de una muerte segura.

     

    >>El libro del aprendiz también te da esto —apuntó con el dedo su mano derecha, decorada por un par de anillos. Éste en particular era una tira plateada, simple en presentación pero no en poder. — El Orbis Beastiarum te la oportunidad de entenderte, de controlar algún animal o criatura tan poderosa como un Hipogrifo o un Ashwinder, pero también tiene sus limitaciones. Me parece que sólo funciona con las criaturas que el departamento de criaturas mágicas ha catalogado como XXX. Para un mago que recién empieza su formación, esto puede ser una ventaja también. Volviendo al ejemplo del bosque, me ha librado de varios animales con los cuales preferiría no pelear, y me permite andar por esos lugares tranquila.

     

    Aquí hizo una pausa. Conocía el libro del aprendiz bien, había tenido el privilegio de usar sus poderes en más de una ocasión y los consideraba muy útiles, así que explicarlos no era complicado para ella. El libro de la fortaleza le era nuevo, así que aquí es donde podría cometer errores.

     

    Después de sonar la garganta un par de veces continuó, —El libro de la fortaleza viene con muchos más poderes, pero mi favorito es la curación. Aplicado a ti o a alguien más te permite curar lo mismo que un Episkey. Creo que en tiempos como este, con la guerra tan cercana como la tenemos, este será un hechizo vital. Se puede utilizar una vez por enfrentamiento, eso es lo máximo que nuestros cuerpos permiten, en estos momentos. Claro, que también puede usarse para curar alguna herida obtenida en el transcurso de la vida diaria, pero creo que es en batalla cuando en realidad resulta útil.

     

    >>Por último, el libro de la fortaleza te da acceso a la salvaguarda mágica. —pensó en su último duelo. En como si tan sólo hubiese tenido ese poder disponible se podría haber librado de las cuerdas gruesas del incarcerus que su oponente le lanzó. — Esta básicamente vuelve al mago o bruja intangible por unos segundos. No es mucho tiempo, no. Pero es lo suficiente para cruzar una pared en caso de ser necesario, o de evitar un hechizo o maldición. No requiere el poder hablar para ser usado, y puedo imaginar decenas de maneras en que podría ser usado, escapando de algún lugar que no tenga protecciones mágicas contra eso. Evitando algún rayo o invocación en el calor de batalla. Su única debilidad son los efectos, ya que al ser inmediatos, no puede hacer mucho para evitarlos.

     

    Aquí se detuvo. Después de la larga caminata que había hecho hacia la montaña, a solas, el hablar tanto le secó la garganta. Esperó a que su compañero respondiera al tiempo que daba un trago más a su botella de agua.

     

  16. Supo que algo andaba mal el instante en que posó la vista sobre la isla. Aunque podía aparecerse directamente en ella, siempre había preferido acercarse a Avalon en un bote, repitiendo el primer viaje que había tomado hacia la isla hace ya un par de años. En vez del verde que caracterizaba sus costas y los cantos de los pájaros que llenaban su aire, fue recibida por hojas caídas y troncos en el piso, completamente secos; ni un solo canto se escuchaba en toda la isla.

     

    Apresurándose a desembarcar, Scavenger caminó al tronco seco más cercano a ella y extendió la mano sobre él. Cerró los ojos por unos segundos, intentando sentir algo. Era una de sus actividades favoritas en la isla -y también lejos de ella, aunque no era tan común que fuese por toda Inglaterra intentado comunicarse con los árboles. Por la naturaleza mágica de Avalon no era de extrañarse que los árboles mismos derrocharan magia, vida, y el poder detectar la conexión de todo lo que los rodeaba con la madre naturaleza era una de las primeras cosas que aprendían cuando emprendían su camino hacia la Diosa. Resignada, después de unos momentos, separó la mano del tronco; muerto, completamente. No había un solo ápice de vida en la vegetación de la costa.

     

    Peleando contra el escozor en sus ojos causado por las lágrimas, se obligó a sí misma a adentrarse en Avalon. Tenía que llegar hasta al centro de la isla, hasta la pirámide que guardaba la vida misma, para protegerla. Sostenía la varita firmemente con su mano derecha a cada paso que daba, aunque no había señales de pájaros cerca de ella, sí podía escuchar hojas siendo aplastadas a su alrededor. Si algo había sido capaz de causar tanto daño a los árboles y plantas, no quería imaginarse lo que le podía haber hecho a los animales que habitaban la isla de manera natural.

     

    Obtuvo su respuesta un par de minutos después, cuando encontró una pantera encima de un tronco seco. Era un animal joven, y Scavenger no pudo contener su alegría al descubrir a una criatura viva aparte de ella, en medio de tanta maleza y muerte. Toda emoción desapareció de su cuerpo cuando la criatura fijó la vista en ella, pues su mirada estaba cubierta de rojo, como si en vez de ojos tuviese sólo sangre.

     

    Apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la pantera se lanzara contra ella, con sus garras extendidas como si quisiera destrozarla, como si ella fuese una presa más en la cadena alimenticia de la isla. Apuntando con la varita al tronco de buen tamaño más cercano a sí misma, invocó a un tigre adulto para defenderla. No tenía intenciones de dañar a la pantera, sólo de distraerla lo suficiente para que un desmaius pudiese encargarse del asunto. Corrompidos o no los animales aún eran habitantes de Avalon y tenían tanto derecho como ella a existir en la isla.

     

    Una vez sorteado el asunto con el animal salvaje, siguió su camino hacia el centro de la isla, y para su sorpresa, no tardó mucho en toparse con otras sacerdotisas un poco más adentro.

     

    —¿Sagitas? — preguntó. Esperaba encontrar a alguien más en el centro de la isla, y la visión de más personas ahí le dio esperanza. —Hola. Luna, gusto en verte también. No conozco a las demás, pero me da gusto verlas. Mi nombre es Scavenger.

     

    >>No sé que está pasando, pero sea lo que sea se está expandiendo por toda la isla. Matando tanta naturaleza como pueda, y volviendo a los animales en contra nuestra, al parecer. Una pantera me ha atacado en mi camino hacia acá. — Explicó a todas las presentes. —Tenemos que detenerlo, ¿pero cómo?

     

    • Me gusta 6
  17. Había olvidado lo frías que eran las noches en el desierto. La primavera estaba en pleno apogeo en Europa y aunque ésta no era la primera vez que visitaba Egipto, olvidó por completo que el calor aplastante que distinguía al desierto era reemplazado en la noche por un frío que congelaba hasta los huesos. Lo único que podía hacer para mitigar su incomodidad era seguir caminando.

     

    Scavenger alzó la vista hacia el cielo, la luz de la luna le llenó la cara al tiempo que una corriente de aire frío se estrellaba contra su espalda. Conteniendo un escalofrío, se detuvo un par de momentos. Con un par de leggins oscuros, una sudadera deportiva y una mochila en los hombros parecía una muggle normal que iba de excursión. Tuvo cuidado de elegir ropa que le cubriera los anillos mágicos o cualquier otra cosa que pudiera develar su verdadera identidad, tenía la certeza de que quién fuera a recibirla en la cima de la montaña sabría quién era y a qué iba.

     

    Después de darle un sorbo a su botella de agua y asegurase que iba en la dirección correcta, emprendió el paso de nuevo, lo más deprisa que su cuerpo le permitía sin agotarse. Esta era la primera vez que ponía pie cerca Uagadou, la curiosidad y anticipación se mezclaban en su estómago ante lo que tendría que enfrentar. El peso de los libros en su mochila era un recordatorio de lo que la estaría esperando una vez llegara a su destino.

     

    Odiaba las especulaciones, así que evito hacerse las suyas mientras avanzaba por la montaña. La lechuza que había recibido un par de días antes ofrecía sólo la información necesaria para llegar a la última prueba, nada más en términos de preparación. Scavenger había leído el libro de la fortaleza de pies a cabeza más de una vez en los días anteriores, la teoría de la magia nunca había sido un problema para ella, pero en este caso la teoría no era suficiente. Pensó en todas las razones que la habían orillado a tomar la decisión de estudiar los libros: la guerra, amenazando su país y todo lo que amaba; los mortífagos, que jamás desaparecerían sin importar lo que hiciera. Sabía que venían momentos difíciles, lo único que ella quería era estar preparada para poder proteger a los suyos.

     

    Cuando al fin alcanzó la cumbre de la montaña -un par de horas después de haber iniciado su viaje, le dolían las piernas un poco y le faltaba el aliento. La luna, majestuosa en el cielo, había empezado a ser eclipsada por el naranja de un nuevo amanecer. Un nuevo comienzo, reflexionó mientras respiraba hondo para calmar a su corazón, igual que el que tendría ella si lograba pasar la prueba y se mostraba digna de aprender la magia de los Uzza.

     

    Ahí, a unos 20 metros de ella, se encontraba una figura sentada en una rama caída. Llevaba ropas casi nativas, pero la cadena pesada que rodeaba su cuello y caía sobre su pecho, al igual que la mirada fija sobre el horizonte, casi como si la atravesara, le dejaban en claro que este hombre era todo menos un local común y corriente.

     

    —Hola, —se acercó hacia él, hasta poder sentarse en una roca no muy lejos del susodicho. —Mi nombre es Scavenger. He venido a sellar mi vínculo con el libro de la fortaleza.

     

    No sabía si era el ambiente o la simple presencia del hombre frente a ella, pero no pudo evitar verse invadida por un sentido de solemnidad. Desconocía si llegaría alguien más a parte de ella, pero ya que la figura apenas había reaccionado al verla, suponía que sí.

     

    De cualquier modo, Scavenger agradecía el momento para recuperarse de la subida a la cima de la montaña.

     

    @Khufu

  18. Entre más hablaba con Rory, más le sorprendía la honestidad con la que el hombre se manejaba. Le recordaba un poco a ella cuando recién llegó a Ottery y Hogsmeade, aislada de todos los demás e intentado no molestar a nadie; si no fuese por un puñado de personas seguiría siendo la misma persona solitaria que había sido tanto tiempo. Por eso mismo sentía el deber de ayudar a su anfitrión con su problema.

     

    —La historia acerca de la casa embrujada fue, en efecto, algo inventado para cubrir a Remus Lupin, pero no mucha gente lo sabe. Le sorprendería saber cuánta gente cree cosas sin tener un fundamento real de ellas— le dijo, sosteniendo el libro barato en la mano. —Aun así, en este lugar, no sería de extrañarse que esas mismas creencias hayan llamado la atención de algo verdaderamente maligno.

     

    Lo cierto es que la magia actúa de maneras misteriosas, y aunque la teoría siempre había sido objeto de fascinación para ella, este caso requería de medidas más prácticas.

     

    —La orden de Gunnersbury, al menos hasta donde yo sé, fue una orden de tintes religiosos homónima a ese pueblo. Buscaban la corrupción de las formas más básicas de la magia, aunque nunca fueron lo suficientemente organizados como para ser relevantes. Sin embargo, vestigios de ellos sobreviven. —Esa era, en amplios rasgos, la información más importante para el asunto con el que estaban lidiando. — Ad Altiora era su lema porque buscaban llegar más allá, utilizando la magia para transcender la existencia misma. Pero como pasa con la mayoría de las organizaciones, sin una visión clara se van desintegrando.

     

    Nada de lo que había dicho explicaba cómo había llegado al libro a manos del pobre Rory. Pero en cierto modo, eso era lo menos relevante en la situación en la que encontraban. Tenían la oportunidad de acabar con lo que sea que persiguiera a ese libro y por lo tanto debían de tomarla.

     

    —Lo que me llama la atención, —empezó Scavenger, después de un momento en silencio, —son las vestimentas de la aparición en cuestión. ¿Algún tipo de sacerdote o fraile? Debo confesar que aquí es donde me falta el conocimiento, ya que no sé mucho acerca de religión, menos aún de las diferentes sectas u órdenes que la componen.

     

    Decidió entonces aprovechar esa oportunidad para preguntarle al señor algo que le causaba mucha curiosidad.

     

    —Señor Despard, si no es intromisión, parece usted ser una persona muy religiosa, ¿es correcto? ¿Qué dice la religión acerca de estos fenómenos? Ha mencionado que intentó rezar por el alma de esta… cosa, pero ¿cuál es su postura si esto es en realidad algo maligno? Se me ocurre que puede ser esa afición para ayudar lo que ha permitido que esta aparición se manifieste tal cual con usted.

     

    Era una suposición, por supuesto, pero ante la urgencia de la situación, no hacía mal descartar nada.

     

    @@Rory Despard

  19. Scavenger se quedó callada un momento, recordando tantos detalles como pudiese de la historia que iba a contarle al Moody. Alemania había sido difícil, un puñado de recuerdos encerrados en su cabeza en los que no se permitía pensar; poco a poco, fui aislando la historia, separándola de las otras partes de su memoria que no eran relevantes. Cuando sintió que recordaba lo suficiente, habló.

     

    —George Leitner era un hombre alemán. Nacido a inicios del siglo XIX, aunque su infancia no es relevante, sino lo que hizo después. Estaba obsesionado con los objetos malditos, en especial los libros. Creía que no había nada mejor para atrapar las maldiciones más peligrosas que el papel y la tinta, así que durante su vida adulta se dedicó a coleccionar cosas como esa, — señaló el libro que descansaba tras de ella. —Siendo honesta, no creía que fueran reales. Hay registros históricos acerca de un George Leitner que vivió en Alemania en los años 20s de ese siglo, tenía una gran biblioteca, pero su mansión fue destruida en un incendio antes de que terminara la década. Para ciertas partes de Renania es una leyenda, un mito urbano.

     

    Pensó por un momento en lo que Hans, la primera persona en contarle la historia de Leitner, daría por estar ahí y una sonrisa leve paseó por sus labios. Estaba consciente, también, de que ésta no explicaba exactamente qué era el libro, o cómo había llegado hasta ellos.

     

    —La primera vez que escuché acerca de ese hombre fue precisamente por alguien que también se dedica a coleccionar objetos antiguos, se supone que los Leitner sobrevivientes al incendio son altamente codiciados, puedo ver por qué la persona que te lo dio lo quería de vuelta.

     

    Scavenger era una persona curiosa, y el prospecto de descubrir los secretos de ese libro era muy tentador. Richard podría venderlo en una muy buena cantidad, sería injusto de su parte no decírselo, pero tenía la sospecha de que el Moody preferiría enfocarse en el libro y sus misterios, en vez de ventas y transacciones.

     

    —Me temo que no te he ayudado mucho, —admitió al fin. —Por más que sepa quién fue George Leitner, eso no explica qué clase de maldición tiene este libro. Eso lo tendremos que investigar nosotros, si es que estás interesado en hacerlo.

     

    @

  20. Todo empieza a hacer sentido, después de escuchar el nombre de su oponente. Ahora puede ponerle rostro a todas las historias que ha escuchado estos meses pasados; está frente al hombre que declaró la guerra, el que eliminó el estatuto mágico. Se lamenta un poco el no haber cubierto su rostro antes de empezar el duelo, le habría ahorrado muchas preguntas incómodas.

     

    En el transcurso de los hechizos, Aaron se ha puesto de pie, quedando no muy lejos de ella. Está oscuro, y salvo la poca luz de la una que se filtra por los árboles y las chipas de los hechizos que se han lanzado no hay mucha iluminación. Tal vez es por eso que el Ministro asume que su rayo la ha impactado.

     

    Scavenger abre la boca para decírselo, para confirmarle que aún no tiene nada que curarse, pero al intentar hablar su garganta no responde. Ah, la ha silenciado. No ha dejado de apuntarlo directamente con la varita, así que sólo le vasta con mover un poco la muñeca al tiempo que piensa, disparo de flechas, y un puñado de flechas sale de su varita al mismo tiempo que un par de cuerdas salen de la de Aaron.

     

    La cantidad de flechas que vuelan hacia su oponente es mayor que las cuerdas que él le ha lanzado a ella, pero no por eso más efectiva. Scavenger sabe que por la naturaleza de su hechizo unas flechas terminarán adornando los árboles o el piso a su alrededor. Las que sí impacten, por supuesto, le provocarán al Ministro un daño grave del que tendrá que curarse.

     

    Por su parte, las cuerdas que Aaron le ha lanzado la alcanzan un par de segundos después. Una encima de la boca, otra en los antebrazos y la última en los tobillos -ésta sin fuerza suficiente para tirarla al piso, pero sí lo suficientemente fuerte como para evitar que se mueva del lugar.

     

    No le cuesta mucho trabajo el apuntar hacia ella misma, sus muñecas y manos aún son libres, así que aprovecha para ayudarse un poco.

     

    Evanesco, — la cuerda que ata sus brazos desaparece, devolviéndole la movilidad de las manos y más importante, la habilidad de apuntar. Aún quedan dos cuerdas de las que tiene que deshacerse, pero ya tendrá tiempo para eso… espera.

     

    No se olvida que Aaron le ha hecho una pregunta, “tojours purs”, pero espera que el hombre entienda que con una cuerda en la boca no le es posible responderle. Scavenger sabe cuál es su respuesta y está segura que no es la que el Black espera.

     

    @

  21. Hola, pues igual tengo dudas. Que estuve fuera del foro más de un año y recuerdo muy poco de duelos xD

     

    Duelo acá, mi duda es, Aaron rolea que el sectusempra impacta, pero según yo me había defendido. ¿Qué escenario es el correcto? No me estoy quejando o reclamando nada, simplemente no tengo idea de cuál es la situación actual del duelo/por qué y me gustaría saber antes de continuar el duelo, para corregir lo que se tenga que corregir, antes de que evolucione más la cosa, pues.

     

    Gracias, y hago cc a @@Jank Dayne también.

  22. Las palabras de P-ko, siempre útiles, les dieron información importante a considerar para sus siguientes pasos, pero cuando la elfina se puso a llorar, Scavenger tuvo que contener las lágrimas también. No se consideraba a sí misma una persona sentimental, pero entendía el sentimiento de la criatura. Si Helen no se hubiera acercado a consolarla, ella misma estaría de rodillas limpiándole las lágrimas a la pobre elfa.

     

    Ella misma estaba conmovida por las personas a su alrededor. Su familia, con la que no había convivido lo suficiente, pero por la cuál iría hasta casi el fin del mundo. Con todos ahí, presentes, no tenía duda alguna de que resolverían el misterio del relicario y los fantasmas sin problema. Siempre y cuando permanecieran juntos. No lo dijo en voz alta, por supuesto, no quería que la tomaran por cursi.

     

    Las miradas que un fantasma lanzaba al relicario no escaparon de sus ojos, aunque probablemente sí pasaron sin ser vistas por su prima, que estaba hablando con su hermano acerca de algo que Scavenger no podía oír. Con cuidado, se acercó a ella, aprovechando para estrujar suavemente el hombro de P-ko al pasar.

     

    —Lily, — le habló discretamente. —Mira ese fantasma de ahí. Cuando mostraste el relicario hizo una cara muy extraña. Estoy segura de que sabe algo. ¿Por qué no le preguntas?

     

    Le hubiera preguntado ella misma, pero ese era un asunto personal de Lily y Scavenger no quería entrometerse. Girándose para regresar por otro vaso de vino, vio a Matt -al menos creía que ese era su nombre- todavía de pie en las escaleras. Se había detenido para escuchar a P-ko, pero sus intenciones de dirigirse a la biblioteca eran obvias.

     

    Aunque sus visitas al castillo eran esporádicas por mucho, sabía dónde estaba la biblioteca a la perfección, se aseguraba de pasar por ahí para ver qué rareza había adquirido la colección familiar en su ausencia. Alzando la voz un poco, contestó a su pregunta:

     

    —¡Después de los cuadros! Si caminas hacia adelante después de los Evans ahí está la biblioteca. — Quería ir a la biblioteca con él, pero también quería saber cuál era el misterio del relicario de Lily. Dándole un trago más a su vino, añadió, —Creo que es importante ir a hablar con Mavado, pero no antes de saber un poco más del relicario, como dijo Helen.

     

    Le lanzó una mirada a Lily, esperaba que no se sintiera presionada a investigar, si es que no quería hacerlo.

     

    @@Lillian Potter Evans @@Syrius McGonagall @@Jank Dayne @ @@Rory Despard

    • Me gusta 2

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.