Rachel Ravenclaw

Increiblemente el dolor de sus huesos quebrándose comenzaba a dejar de sentirse, pero no porque se estuviera curando precisamente. Más bien porque iba camino a inutilizarse como no hiciera algo. ¿Lo haría? Lo dudaba. Tenía otras cosas urgentes que tratar. Por un momento, el duelo le trae reminiscencias de los primeros minutos de combate. Era como si hubieran vuelto al pasado, pero con los papeles invertidos.

 

Escuchó otro crack sobre su muñeca, ahora en la mano sana, un dolor que rajaba la tierra. Aún así tenía un leve plan (?) Y aguantándose todo el dolor del mundo, al ver que Anne quería pronunciar otro hechizo se adelantó a ella diciendo: Silencius. Su hechizo quedó en un, ¿quizá Morphos? Incompleto. Si no hubiera esperado a que Rachel hubiera terminado de curarse del Cinaede, quizá si podría haberla atacado.

 

Teniendo ahora una leve posibilidad, decide mover su varita y probar un hechizo nuevo que solo había leído en unos cuantos libros de magia. No estaba segura qué tan útil sería con magia blanca, mas todo era probar.

 

—Corpus Patronus –susurra

 

En ese momento de su varita sale un patronus que se vuelve poco a poco corpóreo. Era una criatura brillante que tenía la forma de un tigre que nada más de ser invocado apareciendo junto a ella recibe la orden de ir hacia Anne y lastimarla gravemente con sus garras y colmillos provocándole unas heridas que necesitarían curación necesaria. Como el animal corría por su cuenta, no requeriría de la total antonomasia de su mano.

¿En dónde tenía la cabeza?, ¿quizá era el efecto del Cinaede que la estaba aturdiendo de más? Su repulsor poco había conseguido y para colmo sus Necrohands llegaban a su fin. Para mejorar la situación, sintió el doloroso crack en su muñeca. Anne se estaba vengando sin lugar a dudas. Pero no pensaba rendirse en ningún momento. Quizá perdiera, sí, pero sería luchando. No le quedaría otra a la bruja que terminar por matarla o arrebatarle la varita a la fuerza.

 

Rachel cambia su varita a la mano sana y con rapidez y susurra: Detritus imitando a la Gaunt, una fina capa gaseosa de magia de un color marrón oscuro rodea a Rachel protegiéndola de casi cualquier tipo de ataque. Por lo que tanto el Vitae como el rayo que su oponente le lanza no tienen ningún efecto sobre la Askar al estar protegida de esa manera. Pudo suspirar tranquila por un momento. Luego de ello se toma un momento para ordenar sus ideas y piensa en un “Episkey” En ese momento, su cuerpo sana sus vías respiratorias y todas las zonas afectadas por la maldición Cinaede.

 

Estaba bastante acorralada ciertamente. Si bien por el momento no estaba grave de salud, sabía que poco a poco se iba quedando sin muchas opciones para derrotar a su rival.

La bruja comenzaba a cansarse; no de manera metafórica de querer acabar con todo de una vez. Sino que literalmente comenzaba a sentirse agotada. No sabía por qué; más allá de lo que pudiera saber de su varita o no ella era una paladín. Y si bien había tardado en descubrirlo, había pasado muchos años de su vida entrenando su cuerpo en otro tipo de combates. No obstante, sentía que sus músculos comenzaban a entumecerse y sus huesos vibraban.

 

La bruja aritmántica se concentró una vez más para ordenarle a sus dos manos fantasmales del Necrohand que salieran de delante de ella y atraparan con fuerza al hipogrifo que inicialmente la había querido atacar. No les ordenó solo que la atraparan, sino más bien que tomaran al animal empujándolo con fuerza contra el suelo para que quedara inconsciente o quizá muerto por el golpe craneal.

 

Poco después de ello, la Askar se dio cuenta que Anne comenzaba a luchar en una situación similar, ¿de dónde rayos habían salido aquellas aves enturbiando su duelo? Era francamente frustrante. La castaña vio el nacimiento del ser de piedra hecho con el Vitae y se preocupó ligeramente por lo que ordenó a las manos del Necrohand que capturaran al Vitae entre sus manos teniéndolo paralizado.

 

Antes de que la Gaunt pudiera realizar algún hechizo, Rachel movió su varita y aún teniendo la garganta quebrada de la deshidratación, pensó: Seccionatus Entonces unas doce medialunas cortantes y brillosas recorrieron la distancia que las separaba para impactarse una por una en el cuerpo de Anne y provocarle unas heridas bastante severas. Era en esos momentos justo cuando ella se terminaba de curar su mano quebrada.

 

Detestaba el no poder hablar… Pero finalmente logrando concentrarse, apunta a los ojos de Anne y pensó: Conjuntivitis Un rayo salió de la varita de Rachel hacia el rostro de Anne y si lograba impactar provocaría una dificultad en la visión importante para la Gaunt impidiéndole atacar a la egipcia con facilidad.

 

El pelinegro no pudo responderle a la chica, pues vio llegar a Jeremy al local. Disfrutaba de clavar su mirada siniestra en él sin decir una palabra. Ninguno se dijo ninguna palabra, no hacía falta. Ambos tenían una relación de hostigación en la que el Askar marcaba distancia para evitarse problemas.

 

—Selk se está aprendiendo los protocolos de este país se reincorporará pronto –le dijo solo.

 

Dejó que el vampiro se la llevara para poder atender la lechuga sorpresiva que había entrado. Tomando el sobre para mirar la publicidad se llevó una mano al mentón mientras leía. ¿Era una discoteca?, ¿o una agencia de diseño real?, ¿o una discoteca en la que bailabas mientras te retrataban? No entendía bien el punto… Fighter guardó la hoja con otros papeles tras la barra que luego le daría a Rachel.

 

Vio a Jeremy marchar con la joven esperando que fuera sutil con la mercancía. Rachel y Selk los asesinarían si descubrían que habían dejado al descubierto el local, o peor, algo le pasaba a los ingredientes que estaban abovedados en la planta baja.

 

Porque era muy londinense hablar de la vida y filosofar de la existencia temporal cuando se estaban matando (?) Rachel agradeció la ligera carisma y que el mago quisiera romper el hielo. Hacía la situación más digerible para la castaña. Después de todo, a pesar de lo mucho que había mejorado en su perfil Mortífago, estaba muy lejos de ser una psicópata sin escrúpulos que disfrutaba de hacer ensaladas con vísceras.

 

El sitio era extraño; en parte daba miedo por el abandono total del lugar y lo poco comprensible que era. Pero al mismo tiempo le resultaba de lo más místico. Vio cómo Joseph cambiaba la varita de lugar en su mano para proceder a sanársela mientras algunos relojes emitían extraños sonidos de fondo.

 

—Siento que si no soy la primera en atacar voy a morir al segundo siguiente –le confiesó- Supongo que todavía no termino de acostumbrarme a esto de los duelos.

 

Pensando qué podría ser de utilidad en su pleito y estando muy dudosa, decidió mover su varita y susurrar —Séneca— En ese momento la garganta de Joseph comenzaría a secarse dificultándole el habla. Momentos después vio como justo comenzaban a salir unas manos fantasmales que daban bastante mal rollo, eran las llamadas Necrohands.

 

Eso ***ía bastante la situación (?)

 

—Ese es el misterio… Creo que no era no mágico. Un Inefable me pasó está información. Nadie sabe qué ocurrió aquí y qué oculta –aquello daba para una interesante historia la verdad.

 

Rachel apuntó hacia la playera de Joseph y susurró —Morphos— provocando que la prenda comenzar a mutar y sobre su hombro se creara un pequeño alacrán venenoso que le picó la piel inmediatamente.

La bruja escuchó la casi maldición de Anne sintiéndose culpable. Le era profundamente difícil a la castaña combatir contra sus compañeros y no sentir un ápice de culpa, a pesar de que su carácter se había endurecido un montón con el tiempo.

 

Anne tenía graves problemas, con los huesos rotos y comenzando a sufrir de gangrena, podría llegar a perder sus manos dando por finalizado el combate al no poder continuar realizando hechizos con la varita. Bueno, alguno podría hacer, pero a la larga era una muerte asegurada.

 

Mientras la arena entorpecía su vista, sus oídos interceptaron aquel Séneca y comenzaba a sentir algo rasposa su garganta. ¡Detestaba ese hechizo! La primera vez que lo había sufrido había sido a manos de su primo.

 

El problema es que Rachel en ese momento no sabía cómo proseguir con cautela sin matarse… Por lo que decide sacrificar cierta ventaja que había conseguido al principio. Luego de que Anne terminara de curarse los huesos de la mano izquierda, cosa que notó al verla poder aferrar la varita con más fuerza, Rachel aprovechó su último aliento para decir un último: Absorvere

 

Los huesos de la muñeca izquierda vuelven a romperse una vez más con peligro de putrefacción; cosa ya que le estaba comenzando a suceder en la derecha. Necesitaba tiempo. Luego de aquello, la castaña se lleva un sobresalto cuando un Hipogrifo salta sobre el islote con una actitud violenta y apuntando hacia la Askar. Apenas podía verlo por la arena, pero era bastante evidente.

 

¿De dónde…?

 

“Necrohands” pensó concentrando su poder. Y de la tierra, delante de ella, emergen unas manos fantasmales que la cubren impidiendo que el animal pudiera atacarla. El duelo parecía reñido… Todo podía pasar.

La bruja sentía el corazón a mil por hora, pero no estaba asustada. Quizá lo estuviera si fuera una batalla real. Pero cerca de la Gaunt solo podía sentirse una chica con suerte. Podría ponerse a prueba con una Maga Oscura. Rachel prefería verlo como buenas oportunidades para demostrar que sus compañeros no perdían tiempo con ella al intentar explicarle cómo defenderse y atacar. Había llegado como una inútil y quería borrar ese pasado.

 

El viento marino soplaba y se oían las olas del mar choca con fuerza contra los picos de roca del islote. Se sentía la salitre con intensidad. El escenario sería perfecto si no fuera por cómo había decidido venir su oponente. Un ligero rubor apareció en sus mejillas mostrando su fuerte pudor. Los Askar en general no eran precisamente las personas más pudorosas de todas, sino todo lo contrario. Pero Rachel era la excepción a esa regla.

 

—Oh por favor, señorita Gaunt. ¿Tenía que venir así? –cuestionó- No le voy a mentir; prefiero mi apellido. Pero supongo que las familias no se eligen.

 

O sí (?) Como poder… Pero no era una opción muy feliz. La bruja vio como Anne se defendía creando un eficaz Detritus que deshacía su Sectusempra con facilidad. Iba a ser muy difícil para la bruja aritmántica… Aun así no pensaba rendirse y antes de que a Anne se le ocurriera hacer otro hechizo, apunta a la muñeca con la que sostenía su varita y susurra: Absorvere En ese momento los huesos de la muñeca de Anne se rompen dolorosamente provocando que no le fuera fácil a continuación lanzar hechizos, además de comenzar a iniciar una infección peligrosa.

 

—Soy su prima –le dice por el tema de antes- Tampoco quiero generar asperezas por esto. Demos lo mejor de nosotras. Ya Arya se ocupará de la que caiga primero (?)

 

Parpadeó un momento al comenzar a ver aquel polvillo dando vueltas delante de ella emborronándole la visión, luego de que ella lanzara el Absorvere. Era la asquerosa Arena del Hechicero que comenzaba a entorpecer su rango de actuación al no ver a Anne con claridad, estaba segura que cualquier rayo o invocación saldría para Cuenca si lo intenta, ignorando el hecho del Detritus. Por lo que aprovechándose de la gran eficacia de los efectos, dice:

 

—Absorvere

 

En ese momento la otra muñeca de Anne, la sana, también se parte de golpe con un sonido desagradable comenzando a generarle una infección. Si no se la curaba rápido comenzaría a agravarse hasta perder la movilidad de su mano por completo.

 

—Soy más de climas secos y calurosos. Pero no me gusta torturar a mis oponentes si son compañeros.

 

Hasta que algún día le toque con un talasafóbico sin que ella lo supiera (?)

¿Por qué de todas las personas le tenía que luchar con él? Hubiera preferido que fuera Jeremy, no hubiera tenido reparo en machacarlo. Pero no quería lastimarlo a él. Estaba muy disgustada, pero no se atrevía tampoco a contradecirle a Arya por la encomienda que se les había asignado. Solo le quedaba, si eso, elegir un lugar bonito para los dos. Habitualmente solía elegir terrenos extremos, desagradables tanto para ella como para el otro, llevando las cosas al límite.

 

Se había puesto a investigar con documentos que le había facilitado su amiga Cindy, descubriendo entonces un lugar idóneo. Se trataba de unas ruinas; pero no de un templo sagrado o un poblado abandonado. Antes de marcharse de la Mansión Black Lestrange, le había dejado en la habitación de su padre una carta con un bollo de papel adjunto que actuaba de traslador.

 

“No te creerás lo que acabo de encontrar”

Rachel

Corto, conciso e intrigante. La Askar apareció primero en el lugar para asegurarse de que todo seguía en orden. Se había recogido el cabello en un moño ajustado dejando apenas dos mechones sueltos a los lados de su rostro. Llevaba un vestido de terciopelo negro de falda hasta las rodillas, sin escote y mangas hasta las muñecas. Eso más unas botas negras eran su única indumentaria. Había dejado hasta su collar, anillos y bolso en la casa.

 

Había aparecido en un territorio desconocido en Republica Checa, en alguna parte de Bohemia. El lugar en general era muy famoso por el reloj astronómico de Praga; pero Rachel había sido informada de un descubrimiento más misterioso. En alguna estepa de coordenadas dudosas, se encontraba una enorme cúpula geodésica, algo empolvada y con varias hiedras comenzando a cubrirla por el abandono.

 

Esta cubría un centro olvidado al cual la bruja aritmántica no dudó en acceder. El interior era un complejo enorme en el que podían encontrarse numerosos relojes sin explicación alguna. Incluso el suelo de la sala redonda mostraba un enorme reloj dibujado. Había varios archivadores con papeles humedecidos en su interior y en idioma checo. Relojes de arena, relojes de péndulo… Solo eso era la sala principal y la castaña no había tenido tiempo de explorar el resto. Parecía un museo… pero tenía mesas de trabajo a su vez.

 

¿Quizá un centro de investigación?

 

La bruja se situó a cinco metros de todo mueble u objeto mientras lo esperaba. Sus dedos rozaban su varita con nervios cuando lo vio llegar, esperaba que le gustara el sitio, era cuanto menos, curioso.

 

—Es asombroso, ¿verdad? –le dice- Quizá podríamos investigar luego.

 

Esperaba que ninguno tuviera que acabar en San Mungo e interrumpiera esa idea (?) Pero tampoco podía decepcionar a su profesora, así que iba a dar lo mejor de ella. Dejando que su padre se acomodara, Rachel se sitúa a nueve metros de él para luego apuntar a la muñeca en la cual sostenía Joseph su varita- Absorvere –susurró al tiempo que la muñeca se le partía dolorosamente al margen que comenzaba a provocarle una infección.

Rachel inhaló fuertemente aire mientras tenía los ojos cerrados y las manos unidas, sentada con las piernas cruzadas. Tenía el cabello sujetado fuertemente haciendo un moño con el mismo pelo tras su cabeza, no queriendo estorbos. Incluso se había tomado la molestia de humedecer sus cabellos con un gel para dejarlos impecablemente brillantes y lisos. El viento marino era muy fuerte y podía jugarle malas pasadas con su melena si no se la cuidaba.

 

Llevaba un vestido muy fino color blanco estilo celta. Este tenía mangas largas y ningún escote, acabando la falda hasta sus pies. No llevaba medias y estaba descalza. Aquel atuendo tribal en la Askar no era normal y pocos la habían visualizado así, pero el lugar lo ameritaba. Sentía que las rocas del norte de aquel país encerraban una larga historia mágica celta. Sin guantes, ni medias, ni accesorios, ni calzado, se había aventurado allí.

 

Abrió los ojos para luego acariciar su varita palpando la rugosidad de la madera. A veces juraba poder sentir la esencia del interior de su arma mágica, aunque solo era una ilusión suya. A veces meditaba la cuestión de si dejarle una marca a su varita; alguna especie de adorno tallado. Quizá algunos escarabajos alados, o quizá algunos números que simbolizaran algo más.

 

Su oponente sería mucho más fuerte que ella así que sería toda una experiencia. Le había enviado a Anne una carta con un traslador para citarla en el Islote del Castro de Ballota, Asturias. Había conocido el lugar luego de que fuera con los Askar de vacaciones a España. Habían estado solamente en el norte buscando la playa perfecta, y aunque la Playa de Ballota no había sido la elegida, Rachel la había testado. Había estado lo suficiente como para percatarse del llamativo pedrusco clavado en medio del mar.

 

Habían quedado, por lo menos bajo su punto de vista, con una revancha pendiente desde uno de sus antiguos simulacros. Rachel había pasado mal contra la Gaunt porque dominaba muy bien la magia. No estaba muy segura de salir muy victoriosa del encuentro, pero al menos esperaba poder demostrarle a ella que había mejorado.

 

Al llegar primero podía asegurarse de que no había nadie. Era prácticamente imposible que un muggle se encontrara allí, pero nada quitaba que algún curioso estuviera jugando con un catalejo en la playa y se encontrara a lo lejos a los dos magos luchando... Por eso se había asegurado de poner algunos sortilegios.

 

El islote era un enorme pedrusco de perfil plano que tenía en todo su perímetro unos acantilados tajados a pique. Separado del continente unos 200 m deja una canal navegable con fondos de unos 9 m (más pegado a la isla ya que se puede atracar a ella). Sus aguas eran limpias y de cierto verde esmeralda que recordaban al Caribe.

 

Rachel decide ponerse de pie por fin y se posiciona en una de las zonas de relieve más liso para evitar futuros tropiezos. No tenía nada voluminoso a cinco metros a la redonda y tampoco el precipicio más cercano que tenía hacia la izquierda lo permitía. Aunque si había varias piedritas sueltas por el camino. Había que tener cuidado con el liquen que cubría algunas de las zonas y de la humedad de las rocas. Aprieta su varita con fuerza hasta que ve a Anne llegar, teniéndola a nueve metros de distancia.

 

Le hace una reverencia educada estando muy nerviosa por lo que podría llegar a pasar y luego extiende los brazos.

 

—Señorita Gaunt, ¿ha venido a pulverizarme? –dice socarronamente intentando tomarse el desafío de la manera más optimista posible (?)- Sé que es un lugar extraño, pero es tranquilo e inspirador. ¡Sectusempra! —vocifera para provocar que un rayo se despegara de su varita y saliera volando hacia Anne. Iba directo hacia su abdomen así que de asestarle iba a recibir muchas heridas graves por cortes sangrantes.

Desde la oficina de los Servicios Administrativos del Wizengamot pasamos a dejar constancia del hijo adoptivo de Shena Cindy de Ryvak M., como registrado en el MM y totalmente legal. Sus datos a continuación:

 

 

Padre y madre biológicos: Antoni Ryvak Dracony y Shena Cindy de Ryvak M.

Nombre del hijo: Aydín Ryvak Dracony

Familia a la que pertenecerá: Karkarov

Fecha de nacimiento: 04 de agosto de 2002

Raza: Paladín

 

Muchas Gracias

Jefa de los Servicios Administrativos del Wizengamot

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Padre y madre biológicos: Antoni Ryvak Dracony y Shena Cindy de Ryvak M.

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Familia a la que pertenecerá: Karkarov

Fecha de nacimiento: 04 de agosto de 2002

Raza: Paladín

 

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La bruja echó un vistazo a su reloj. Esperaba que las chicas estuvieran bien. El traslador en caso de emergencias las dejaría en el aula, pero eso no quitaba que se preocupara. Quizá debería haberles dado algún tipo de comunicador con la universidad. Igual eran países tranquilos, no las había enviado a territorios orientales o sitios con insectos venenosos. Bebió un poco de agua de una botella mientras hacía un repaso a las leyes que Rachel había recopilado de cada país, a sabiendas de que las chicas les traerían alguna de ellas.

 

-Y pensar que tenemos una reunión de redacción de leyes la semana que viene -pensó.

 

Iban a discutir temas interesantes como la reforma de la ley matrimonial de Londres; temas como la poligamia y la poliandría. Entre otras cosas. Esperaba a ver a las estudiantes de Leyes por allí si era que les interesaba el tema. Se podía aprender bastante.

—Diga la verdad, señorita Delacour. Estaba desesperada por su vodka. –le dice con una semi sonrisa.

 

Al menos se lo habían traído y confiaba que ello aplacara su mal genio. No sabía cuánto se habían tardado porque había perdido la noción del tiempo con tanto revuelo… Pero por la expresión de Gabrielle, llevaban un largo tiempo fuera. Alzando la mirada levemente hacia el reloj del aula comprueba que habían estado como más de dos horas fuera…

 

Muy bien.

 

La bruja a pesar de todo decide ir directamente al tema de las conclusiones de la tarea en vez de cuestionar los procedimientos. Rachel se queda pensando un rato qué responderle, no le pareció algo sencillo de expresar. Su mirada recae levemente en el paraguas rojo que se había llevado consigo mientras este goteaba agua en el suelo.

 

—Nadie hablaba inglés prácticamente –responde- Y nosotras no entendíamos nada. Pero al final; la gente entiende, si tiene voluntad, de todas formas lo que el otro necesita decir. Creo que es una cuestión de empatía y voluntad, que hace que el contexto sea más fuerte que las palabras y los gestos. Una mujer rusa nos regaló un paraguas para protegernos de la lluvia. Pero no fuimos capaces de mantener una conversación fluida. Simplemente ella lo sabía.

La bruja sonrió de lado al ver la sorpresa de su oponente por el lugar que había escogido. Sin duda alguna el cenote era precioso y realmente imponente. No creía que les fuera caer a algún muggle de sorpresa por los sortilegios… Pero sino, a nadie le importaría que desapareciera mágicamente, ¿no? Quién se iría a imaginar que la ejemplar jefa coordinadora de tan noble departamento tenía una actitud oculta tan cruel. Ni si quiera su fiel compañero, el Luxure, lo sospechaba.

 

Fijándose atentamente en la bruja de cabello chocolate comenzando a sentir que quizá la recordaba de algún sitio. De ser así; sería del Ministerio de Magia sin dudarlo. Ya que Rachel no era muy dada a socializar en la calle, ella prefería las fiestas privadas. Pero era mala para recordar nombres o rostros si estos no habían hecho nada que llamara la atención de la aritmántica.

 

Abrió los ojos ligeramente al ver como su Sectusempra impactaba de lleno en Heliké antes de que pudiera realizar alguna defensa. Se había dormido por unos momentos al parecer y en pocos segundos su cuerpo se había llenado de heridas sangrantes. Sonrió de lado al escuchar sus palabras.

 

—Previsible; pero seguro. –contesta a su observación- Ehm… Su rostro me suena –le comenta- Bonjour, yo soy Rachel Askar Black Lestrange. Me alegro que le guste el lugar, mi marido me había hablado de él hace tiempo… ¡Silencius!

 

Había exclamado rápidamente antes de que Heliké pudiera pronunciar su segundo hechizo. Su oponente había querido conjurar un Silencius en su contra, pero Rachel había ahogado sus palabras primero impidiendo que pudiera pronunciar el hechizo completo. No permitiría que ninguna clase de maleficio o conjuro la afectara.

 

—Deberías curarse esas heridas. ¿Cómo se llama?

 

Antes de proseguir con la conversación, la castaña hace un círculo con su varita y apunta hacia uno de los pies de Heliké.

 

—Morphos –susurra. En ese momento su sandalia romana izquierda comienza a mutar hasta convertirse en un pequeño alacrán venenoso de un color amarillo con un apéndice en el telson. Este inmediatamente al segundo de ser creado había clavado su peligroso aguijón en el pie de Heliké para transmitirle un veneno letal.

 

Las estalactitas dejaban caer pequeñas gotas de agua al suelo y el estanque. Algunos pájaros piaban desde fuera. Todo el panorama era hermoso; incluso la brisa fresca de la naturaleza impedía que los calores de la batalla la sofocaran. Pero la figura de una Heliké que comenzaba a desangrarse completamente. Lamentaba que la batalla no pudiera alargarse más tiempo.

 

—Siento que esto no pudiera ser más largo. Me aseguraré de que nuestras medimagas te atiendan bien luego.

 

Una última gota de agua cae sobre el estanque del note siendo el último sonido reverberante del lugar cuando las dos brujas callan al finalizar el duelo.