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Matthew Black Triviani

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Mensajes publicados por Matthew Black Triviani

  1. Matthew Black Triviani

    ¿Tribunales? ¿Juicios Mágicos? —inspiró y desapareció cuando traspaso el umbral de su habitación. 

    Brasil - Castelobruxo

      No entendía muy bien lo que estaba haciendo en aquel salón repleto de personas jugando con sus varitas a ser magos diestros en el arte de la magia, no disfrutaba tampoco el estar rodeado de personas que no conocía, prefería hacer las cosas en solitario, pero, aquello parecía ser interesante, la directiva que tenia el gitano sobre uno de los conocimientos impartidos era observar con delicadeza lo sucedido y determinar que tipo de maldición había sido empleada y determinar si era culpable o inocente. ¿Si lo declaran culpable, lo ahorcarían? en ese caso ¡CULPABLE! gritó en su mente al mismo tiempo que su cuerpo se tenso. 

      Aún recordaba algunos hechizos que podían ser de utilidad para la clase. —Cistem aperio—prenunció y un destello de luz blanca emanó de su arma mágica, abriendo el cofre que estaba a un costado, ahí donde encontraría pergaminos con los Conocimientos de Maldiciones necesarios. No recordaba que alguno de los presentes se hubiera presentado, conocía a sus dos profesores, no recordaba muy bien de donde, pero solo esperaba que los hubiera conocido en buenos términos y no en algún lugar a punto de asesinarlos con un objeto punzante a causa de sus problemas con el alcohol. 

      Con cada paso que daba arrastraba su pesada túnica negra, adornada con cadenas de hierro en los hombros que simulaban ser plata, fastidiado pisaba sus talones en todo momento, esperando hasta sentir una verdadera amenaza en el tribunal, pero Matthew parecía ser el único que sentía algo raro, además de lo evidente. Obvio, su cara de desquicia en todo momento, incluso cuando fingió que no había corrido por medio tribunal en boxes y sin calzado, pero otra vez se vio interrumpido por un comentario de quien parecía ser el abogado defensor. ¿Macnair? entrecerró sus ojos y lo analizo visualmente, sabia que un Mortifago en esa sala era malo, pero, ¿dos? si se trataba de una misión suicida, no estaba enterado, debía tener cuidado, el objetivo de Black era aprobar los conocimientos, no un enfrentamiento, aunque... La diversión jamás estaba de más. 

    ¿Cuál es el delito que presuntamente cometió el acusado?—interrumpió toda conversación sin importarle nada—. No puedo comenzar con mis directivas si no mencionan lo que esta pasando, solo veo que entregan... —observó la mano de Macnair—Piedritas. 

      Parecía que de un momento a otro se había convertido en un fiscal. Se acercó hacia el acusado y dejo caer bruscamente sus manos en la mesa laqueada, intentando que éste temiera por su actitud, —¿Acaso mataste a alguien?—inquirió, con una maquiavélica sonrisa en su sombrío rostro. Se acercó un poco más hacia él —Te felicitaría, pero la verdad es que acá tengo que jugar el papel del bueno—le susurró y volvió a si, mientras acomodaba el traje que traía bajo su capa. 

      Materializo su extensión mágica y por lo bajo invocó el Aura del Escudo Fantasmal, brujas incineradas en la antigua casa de brujas de Salem aparecieron por los rincones del tribunal, posicionándose en diferentes puntos de la habitación, para proteger a los presentes de ataques y eso, serviría como una Defensa contra las Artes Oscuras, al menos por un rato. 

     

    Primer post del conocimiento Conocimiento de Maldiciones.

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    • Nombre del Negocio: Hell Moon
    • Link a la Bóveda del Negocio: Bóveda Nº110639
    • Trámite a Realizar: Modificación de bóveda.

    Actualizar nick de dos propietarios:

    1.- Link del tópico de la ficha del o los dueños y links a sus respectivas bóvedas personales:

    Gracias. 

  2. Matthew Black Triviani

    —Simplemente no lo hago, una parte de mi solo desea poder arrancarte las extremidades sin algún tipo de remordimiento. —dibujo una media sonrisa mientras acariciaba su cuello, estaba seguro de que en sus oscuros ojos podía verse reflejada la piel nívea de Alexander—. Pero algo dentro me detiene, y solo me hace protegerte, cuidarte e incluso, esperarte...

    —¿Egoísta, dices?— soltó una carcajada y dejo caer su cuerpo en totalidad en la cama.

    Estiro su azabache cabellera hacia atrás con ambas manos, acompañando aquel gesto de un suspiro. ¿Por qué se había quedado? aquella pregunta que recurría a su mente a diario, nunca había tenido una respuesta, simplemente no quería encontrarla, solo sentía algo, y hacia mucho tiempo que eso no sucedía, por lo que solo decidió conservarlo, quizás por el mero hecho de sentir que pertenecía, que tenía... Afecto. 

    Mientras expresaba sus sentimientos, Matthew recorría con sus labios la mejilla de él, disminuyendo la velocidad al llegar a la comisura de sus labios, su respiración se había acelerado y su mano izquierda rozaba de nuevo el abdomen; levantó la mirada, misma mirada que ahora estaba cargada de deseo y travesura; sonrió y rozo sus labios con los de él mordiendo ligeramente la línea de su labio inferior. 

    —¿Seguro que huyes de mí, y no de tí?—preguntó en un susurro al alejarse unos centímetros de sus labios para luego morderle el labio inferior. —Me genera orgullo que pudieras aceptar quien eres en realidad, lo que sientes y aprendas que tu independencia no depende de nadie, más que de tí. —justo, cuando estaba por decirle cuánto lo deseaba, se percato que Termidor seguía allí, por lo que con un ademan de su mano izquierda lo despachó. 

  3. Hess era un muchacho algo peculiar. Aún lo recordaba cuando fue su alumno en una clase de hace mucho tiempo...

    Estaba seguro, que el encantamiento les mostraría caminos diferentes.

    No obstante, logro mantenerse tranquilo por lo que quedaba de arena. Dentro del bosque, los arboles frondosos adornaban su camino y dejaban respirar incluso mejor a sus pulmones, como si estuvieran exhalando todo el oxigeno que el y su cerebro necesitaban en ese momento. La bifurcación no estaba muy lejos de donde habían empezado a andar y cuando la diviso, hubo un extraño silencio mucho mñás pesado que el que habían estado manejando hasta entonces. Las pupilas de Black pasaron primero en el camino de la izquierda, donde habían luces y plantas de colores, y luego hacia el camino de la derecha, donde todo era oscuro y mucho menos agradable que el primero. 

    Cuando se detuvo, creyó saber lo que Ollivander estaba pensando, por lo que decidió robarle la idea al instante. Apretó sus dientes, sonriendo, dejando relucir algunos de ellos chapados en oro. Después de guiñarle un ojo, renuente a dar un discurso de despedida porque se encontraría en cuanto pasaran el segundo tramo hacia la pirámide, se adentro en el camino oscuro y tétrico de la derecha, metiendo su mano entre los tapujos de su túnica, buscando la varita como un reflejo automático a lo desconocido, pero... ¡SAUDA! gritó en su mente, ella la había tomado.

    El sol parecía haberse apagado ahí dentro. Las hojas de los arboles y sus largas ramas parecían unirse como un pesado nido de algún arácnido fantástico hecho de madera, cerrando el paso de la luz y el aire que había estado apreciando en un principio. Y por supuesto, más que asustada parecía maravillado. Aquello era una expresión de cólera en la misma naturaleza y le encantaba. Pero pronto algo se interpuso en su camino y perdió la sonrisa, un poco de calor que portaba orgulloso en sus mejillas y la seguridad de quien sabe todo va a salir bien; una baúl de cuatro cajones, blanca como para que la viera incluso en la penumbra, se sacudía ligeramente cada cierto tiempo mientras que una de las gavetas amenazaba con abrirse una y otra vez.  

    —Un Boggart...

    Entrecerró los ojos y, hizo uso de su metamorfomagia, Aailyah no había prohibido la utilización de sus habilidades aprendidas, simplemente, el uso de artefactos mágicos, los cuales Matthew se había despojado. Su cuerpo adopto la figura de una pequeña niña de diez años aproximadamente, sus ojos se tornaron color verdes, grandes, como los de un elfo, su piel extremadamente nívea y una voz melodiosa para intentar engañar a aquel No-ser. 

    Se quedó observando cada sacudida como hipnotizado, escondiendo sus ahora pequeñas manos detrás, haciendo que de sus extremidades crecieran las características garras negras que su Licantropía le proporcionaban. No tenia miedo a un Boggart, sino a lo que pudiera ver en él en un principio. Era una persona que se caracterizaba por conocer tanto sus debilidades que las evitaba constantemente, casi olvidando que existían. Pero, ¿realmente estaba listo para saber cual era el peor de sus miedos? Tragó saliva, lanzando un pequeño insulto inofensivo a Sauda con el muro mental alzado, sabia que ella podía oírlo, incluso, estaba seguro que se encontraba escondida entre los arbustos observándolo como una acosadora. 

    Conforme se aceraba, los movimientos eran más violentos, se notaba que la criatura lo sentía. Y sin más abrió el baúl. 

    La potencia de la magia lo mandó hacia atrás unos cuantos pasos, los que tuvo que maniobrar con manos y pies para no caer preso del viento que había salido de la gaveta. No había nada flotando, ni al frente, sino más bien abajo, ante sus pies. Como si alguien hubiera succionado la vitalidad que movía su cuerpo, el color de su piel bajó hasta darle un parecido bastante grande con una hoja de pergamino, acompañando los temblores que pronto sacudieron su cuerpo tanto o más que la cómoda segundos atrás.

    A sus pies, tendido en una posición anómala, Keaton miraba al infinito con la expresión de horror aún plantada en su rostro. Sangre, aquí, allá, por todos lados.

    —No, no —murmuró, ya sin demasiado equilibrio, al tiempo en que sus extremidades fallaban y lo hacían descender el nivel hasta quedar sentado en la tierra. 

    Sus ojos reflejaban el pánico que estaba sintiendo, aun cuando algo muy en el fondo de su cabeza le recordaba de forma constante que todo era una jugarreta del No-ser. Pero, ¿por qué era tan real? no podía dejar de mirarlo, ni pensar en nada mas que el terror que le provocaba haberlo perdido. Cerro los ojos con fuerza, aspirando por la nariz todo el oxigeno que le faltaba y soltando el carbono como un bufido desesperado, antes de abrir los ojos. No, no lo había perdido, él estaba bien, en algún lugar... Tomo impulso y se levantó, observando aquella situación, pensando en una totalmente distinta, en un viejo miedo, que logro superar, una Acromántula se había formado intentando atacarlo. 

    Simplemente la miró y continuo su camino.

    El efecto fue inmediato en la criatura y pronto, lo que era horrible, paso a ser la cosa más risible de la vida. Avanzando a paso veloz por el bosque. Tardó mucho menos de lo que hubiera tardado caminando y llegó agitado al otro lado, donde aún no había nadie. 

    —¿Ollivander?—dijo en voz baja, atreviéndose a mirar hacia el otro camino.

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  4. Matthew Black Triviani

    —Hay cosas que se escapan de tí, aunque seas mi esposo. 

    Rendido en sus brazos, luego de aquel beso, sus labios se movieron al unísono de aquella palabra. Matthew simplemente sonrió y se dejo golpear por la maldición que su amado durante tantos años, expulsó contra el. Pudo sentir el escozor por cada parte de su cuerpo, sus puños se habían cerrado y sus garras habían aflorado, generando cortes en ambas palmas por la fuerza ejercida, para intentar así, soportar el dolor de aquel fugaz rayo escarlata. 

    Su cuerpo había chocado violentamente contra la pared, haciendo que varios cuadros de la habitación se cayeran al piso, una mofa se figuro en sus facciones mientras tocaba su abdomen y quejidos involuntarios emanaban de el. Cerro los ojos por unos segundos y se dejo caer completamente, regresó las pupilas a Keaton. Le gustaba pensar que aquella personalidad perduraría.

    Lo vio. Una persona como Black sabia reconocer la desesperación, porque solía causarla una y otra vez en sus enemigos, en los que le temían. Pero la expresión de Alexander no se parecía en nada a ese tipo de desesperación. Él pedía a gritos ayuda, su ayuda. Era curioso pensar como se había reído hacia unos años de aquella expresión, en todos los comentarios punzantes que se le habrían ocurrido en un segundo a raíz de aquellos ojos vidriosos y en como, ahora era incapaz de verlo a los ojos sin sentir la necesidad de ayudarlo. 

    Se levantó entre el pequeño alud de polvo que la descarga de magia había generado y como pudo se acercó hacia sus aposentos, para caer a un costado del pelinegro. Suspiró. 

    —Cuanto aumenta tu poder se desata el verdadero Keaton, que paradójico —chasqueó los dedos y de pronto el vaso de Ginebra fue remplazado por el elfo domestico personal de Matthew, en silencio—. También te amo, Alexander... De lo contrario, no estaría aquí, no hubiera dejado que me ataques... Pero me haz hecho vulnerable, perdí la magia y la razón. 

    Regresando la bebida a sus labios, ésta vez se permitió saborear. La primera acción fue casi como quemar su garganta para que las palabra duras emergieran, ahora tocaba relajar sus cuerdas vocales para el relato que seguiría a continuación; el lema de la familia por algún motivo siempre hacia retumbara la voz de su padre en las paredes del cráneo. 

    Se giro apoyando su cabeza en el brazo derecho, mientras acomodaba sus cabellos alborotados y secaba las lagrimas de Triviani, como él, había jurado nunca amar a nadie, pero en el fondo de su oscuro corazón, Alexander pudo hacerlo sentir y por consecuencia, prometió protegerlo, amarlo y siempre esperarlo, aun si fuera el fin del mundo, siempre lo esperaría en la terraza donde se habían conocido, en aquella sombría y bella torre.  

    —Te ves tierno cuando lloras. Aunque para serte sincero, tu personalidad malvada me agrada más. —rodeo su rostro con la gema de sus dedos hasta llegar al mentón para proporcionarle un suave beso en la comisura de los labios. —Creo que me he acostumbrado a tu abandono, pero ¿volverás a irte? siempre regresas, nos amamos, y vuelves a desparecer, como si estuvieras huyendo de alguien—hizo una pequeña pausa— Ha pasado tanto tiempo, y tantas cosas con el. 

     

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  5. Matthew Black Triviani

    Sus pasos seguros lo guiaban a través de los terrenos Ravenclaw, donde el rumor de amenas conversaciones lejanas lo tenían sin cuidado, así como todo lo demás. Tenia los ojos fijos en aquel papel, un pergamino extendido entre sus elegantes manos donde la tinta brillaba tanto que era imposible ver algo más que el mismo nombre de Alexander. Black veía perfectamente, su tinta era mate, y el contenido insignificante, pero dentro de sus prioridades, se encontraba el saber si realmente era verídico aquel mensaje o se trataba de una juerga de Hawthorne.

    Anhelaba con todo su podrido corazón, encontrarlo nuevamente.

    Apareció en la sala de los Ravenclaw, en un abrir y cerrar de ojos, como era su costumbre. 

    Suspiró después de un rato de silencio, no tendría mas remedio que comunicarse con el elfo. De reojo, miró al sirviente, aún encorvado en una reverencia, y una mueca de disgusto se dibujo en sus facciones bonitas. Detestaba a aquellas criaturas, tal vez demasiado, razón por la que él y sus primos habían optado por tener Squibs en su lugar; inservibles en igual medida, pero al menos no tan desagradables. 

    —Busco a Keaton, ¿dónde puedo encontrarlo?

    El elfo balbuceó un par de sugerencias y el pelinegro asintió, sin darle tiempo a más explicaciones. No obstante, se detuvo al pie de las escaleras y solicito una ultima cosa, antes de aparecer arriba. 

    —Tráeme un poco de Ginebra en cuanto lo encuentre, tal vez dos —subió sin decir nada más y la mueca de su rostro desapareció al tiempo en que un estruendo proveniente de la partida del elfo retumbo en la sala—. Esplendido. 

    Una leve brisa llegó hasta él, y al parecer en un descuido Alexander dejo escuchar sus pensamientos, por lo que rápidamente pudo saber donde se encontraba, en la vieja habitación que compartían, apretó sus pasos hasta llegar a ella, y con una floritura de su varita hizo que se abriera violentamente... Frente al gitano, estaba él, con su estilo tan muggle, sus ojos oliva resaltaban con la escasa luz de las velas, su cabello perfectamente desordenado. 

    —¿Debería asesinarte acá mismo? —apretó con fuerza a Frida.

    Se mordió el labio, tomó el vaso que el elfo posaba en una bandeja de hierro símil plata, recurrió al alcohol y ahogo cualquier quiebre que podría haber tenido. Secó sus lagrimas, adoptó un semblante sombrío y trató de comportarse como el hombre que era entonces. Se acercó hacia su en aquel tiempo esposo, lo rodeo por la cintura y simplemente lo beso sin darle tiempo a una explicación. 

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  6. En cuanto la anciana desapareció, también lo hizo su sonrisa. Estaba adolorido de fingir amabilidad, sus facciones le dolían. Un gesto parecido a un berrinche se figuro en su rostro mientras sacudía las manos como un demente intentando sacar lo que estaba volando, una nota, ¿de quien? de Sauda, siempre tan... Oportuna. 

    ¿Un muelle?—hizo sonar el taco de su zapato con un fuerte golpe.

    -*--*--*--*--*--*-

    Cada pisada lo acercaba más al lago y lo sabia, sobre todo por el olor a agua que llegaba a sus fosas nasales. Sus ojos lo divisaban a lo lejos, mientras su mente se debía en varios puntos que debía tomar a consideración al momento de avanzar hacia la isla. Seria algo difícil a la primera, lo presentía y tenia que recordar el tema de la muralla, mental, alzarla rápidamente y no caer. Sus dedos tamborileaban de forma inconsistente en la mano de Black, inquietos, sin sentir la presión que esta ejercía debido a su nerviosismo. 

    Había algo que llamó más su atención, aquel hombre de su misma estatura. Su cabello y su contextura. Instintivamente, su lengua paseo por sus caninos, tragó saliva y solo se acercó hacia él y Sauda para regalarles un saludo con una mueca seca. Sus ojos oscuros se posaron en ella para escuchar el pequeño discurso cliché que siempre tenia con sus alumnos. 

    ¿Podrían entrar ambos en la barca? pensaba mientras analizaba la estabilidad de aquella barca, parecía no ser del todo segura, y para su infortunio, tenia mala experiencia en ese maldito lago... O podría sentarse sobre él, también era una buena opción. 

    Con un movimiento fugaz, Sauda los despojo de sus artefactos mágicos, para dejarlos proceder con su prueba e intentar culminarla con éxito. 

    Estoy listo —repitió, mirando a Sauda con los ojos perturbados y una ligera sonrisa maquiavélica. 
     

    *-*-*-*-*-*

    Tan sólo sentarse, sintió algo extraño en el interior de su cabeza, como si estuviera oscilando en una barrera invisible de control debido al movimiento del agua. Cuando Black tomó asiento, se estiró hacia sus remos y empezó a moverlos en conjunto, al mismo ritmo, centrando su atención en un punto en blanco en medio del barco. Nada pasaba. Sólo por eso, alzó la mirada hacia su el desconocido de cabellera plomo para intentar descifrar en que estaba pensando, parecía ser un joven algo paranoico, y Matthew no era de aquellos magos que le gustaba ayudar a los demás, pero intentaría ser amable, y quizás, juntos podrían llegar al final del desafío. 

    Aquel escenario le recordaba mucho a su prueba de Nigromancia, cuando Baleyr lo hizo conocer a Caronte, aquel ser que decía llevarse las almas hacia el inframundo, acompañándolas solo por una moneda de oro. Era un paisaje por sobre todo bello para el gitano, pero no sabia si su compañero de ocasión corría con la misma suerte, solo podía oír murmullos provenientes de él, como balbuceos, quizás eso ayudaba a que no perdiera el norte, y pudiera seguir remando a paso de hombre por el lago y la densa niebla.

    La muralla mental se alzó casi al instante, como una firme pared invisible que impediría al muchacho adentrarse a sus pensamientos, modificándolos a su gusto. Estaba en el lago porque debía llegar a la isla, donde deberían internarse en el bosque, terminar de pasar las pruebas y llegar con Sauda, a enfrentarse al portal.

    Sí. Inhaló profundo, renuente a hacerle algún comentario a Patricia -tenia una conexión psíquica con la loba- por miedo a interrumpir de alguna manera el escudo mental que el, posiblemente, estaba haciendo para protegerse de lo mismo. Siguió remando, consciente de que se había detenido de un momento a otro y que ahora estaba dudando.

    Pero todo no terminó ahí. Tuvo que alzar el muro una y otra vez mientras remaba, cada vez sintiendo aquello como una intromisión más directa y no como una confusión total. Sólo sentía que alguien quería entrar y lo frenaba al instante, para que no lograra meterle la idea de que no sabía lo que hacía. Sus brazos se movían a un ritmo pausado y el resto de su cuerpo también, pero tenía la mente ocupada únicamente en no perder el norte.

    Estaba junto a él, y lanzó un comentario al aire esperando no irrumpir su concentración. —Aún podemos ir juntos hasta el bosque ese. ¿Qué dice, le gustaría compartir ésta aventura conmigo?

    Fue entonces cuando de pronto, sin notarlo, algo los detuvo y notó que, en realidad, había sido la orilla de la playa. Dejó los remos lentamente y volvió a mirar a su compañero, de quien se había olvidado por unos segundos, esperando a que algo intentara entrar a su psiquis, pero no fue así.

     

     

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  7. Matthew Black Triviani

    No solo ella, si no que mucho de nosotros encontraríamos la solución a las incógnitas que muchas veces nos carcomen por dentro... —forzó una sonrisa ante su respuesta

    Sus manos habían permanecido inmóviles hasta que Aailyah se acercó hacia él y tomo sus ásperas manos, juntándolas con la de ella, Matthew solo levanto la mirada luego de hacer un rápido examen a las manos morenas y arrugadas de la Arcana, su respiración se detuvo por unos instantes, aquel contacto físico era totalmente innecesario, no le gustaba que otros tocasen su cuerpo, así como la extensión del mismo. Su pregunta, se respondía por si sola.

    Separo sus manos de ella, y Sauda torno de espalda para a paso lento esperando que Black respondiera.

    Claro—contesto en seco—, empezaremos cuando usted diga. 

     

     

  8. Nombre con link de Bóveda Familiar que permite la donación: Familia Riddle
    Nombre con link a la Ficha: Matthew Black Triviani 
    Bóveda con link de la que se extraerá la donación: Bóveda
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    Beneficiario de la donación: Arya Macnair

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    • Nombre con link a Ficha: Ficha de Arya Macnair
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    • Cantidad de galeones: 1,000 Galeones

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    • Nombre con link a Ficha: Ficha de Azlaer Lycan
    • Número con link a Bóveda Personal: 108589 (no dice que numero es en el primer post, no sé cual será).
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