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Brendon Ravenclaw

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Todo lo publicado por Brendon Ravenclaw

  1. La miró bajar como quien espera algo hermoso, le sonrió y en cuanto la tuvo cerca le regaló un beso delicado en su mejilla. No sabía si había sido atrevido, pero era algo que creía que Ania se había merecido. Volvió a su postura en cuanto habló con el encargado y le ofreció su brazo en cuanto tuvo de nuevo su atención. —No me lo creerás. —Comenzó a caminar junto a ella— Pero hasta hace poco tenía planeado algo de lujo, que la comida impresionara por si sola, ya no estoy seguro de eso. Rió negando con la cabeza, desde que le dijo que le gustaba la simpleza sus planes de impresionarla se habían confundido y se dispararon en varias direcciones. Ya no sabía si eso era lo correcto o algo beneficioso para su charla. Su mirada grisácea paró en la de ella por unos instantes formulando algo realmente astuto. —No lo estoy desde que me dijiste que te gustaba lo simple y rápido. —Obvio el hecho de que eso sonara tan mal después de que lo dijo, con suerte, ella no se daría de cuenta— Tal vez podemos pedir algo de comida rápida y comerla en el balcón mientras la noche sigue y me cuentas más de tu vida. Quizás con eso lograría convencerla de que no buscaba más que eso, conocerla. En un mundo lleno de estereotipos eso era lo que necesitaba, alguien con quien poder ser real y que no pidiera más de lo que él puede llegar a ser. No quería a alguien conformista, quería a alguien de verdadero valor entre tantos disfraces. Nuestros pies llegaron hasta el comedor de aquel lugar, olía a variabilidad. —¿Qué me dices? —La miró de frente— ¿Algo que brille o algo que mate? @@Ania Evans Weasley
  2. Negó con una sonrisa en el rostro, aunque quisiera hablar de temas menos incómodos él se empeñaba en saberlo. No le importaba, no tanto, las razones por las que llegó a Inglaterra eran tan tontas que al nórdico le avergonzaba. Su pueblo era tan tercermundista que jamás lo entenderían, algo de magia sin estafa o maldad. Gracias a Odin que él había crecido en ambas culturas y había madurado al respecto hace mucho. Suspiró― En el pueblo donde estaba descubrieron que era mago, no un mago común, pensaron que era brujería y magia negra que usaría contra todos. ―Soltó las palabras con amargura― Me desterraron y me obligaron a alejarme del pueblo, así que aquí me tienes. El esfuerzo que hacia por admitir un error era grande y más aún cuando se lo contaba al sujeto que más admiraba en aquella tierra. Tomó el trago que este le dio y lo pasó por su garganta de un tirón, casi llevándose la ira de sus palabras. Se impresionó de todo lo que había logrado, no de los hijos. En Suecia, en su cultura, la mayoría de las mujeres no podían pasar un año sin embarazarse. Era normal que no se considerara el único, pero le sorprendió que es cifra viniera de su padre. Soltó una risa de genuina gracia y luego le guiñó a su padre uno de sus orbes grises. Ninguno de sus hijos era mejor que él en nada, él había nacido para destacar y nunca ser opacado. Como esa marca en su antebrazo, era un símbolo de lealtad que no podía ser ignorado. Para ellos ese Lord era su líder, su amo, y seguían fieles a sus creencias hasta el final. Lo respetaba e inclusive lo admiraba. Imposible no admirar a un simple mago que algún día decidió ser casi una religión. ―Te felicito, por lo que tienes y por tu logro. ―No era bueno con tales palabras― Veo que sí te has divertido sin mí ¿Como será en adelante? Me tienes ahora, un vikingo rustico en tierras que huelen a té en por tardes ¿Crees que que estoy algo fuera de contexto? Brendon enarcó una ceja mirándolo, quería saber sus limites antes de ir por ahí haciendo lo que deseara. @@Keaton Ravenclaw
  3. Aquí, intentando no ser tan obvio y siguiendo los consejos de Aries (? me encantaría unirme a la familia. Nombre del personaje: Brendon Ravenclaw Link a la ficha de personaje: http://www.harrylatino.org/topic/111290-ficha-de-brendon/ Link a la bóveda en Gringotts: http://www.harrylatino.org/topic/111302-boveda-de-brendon-ravenclaw/ Elfos registrados: No, ninguno. Posible padre/madre: Amigo de Aries Nombre Real: César Fecha de cumpleaños: 21 de diciembre. País: Venezuela
  4. Alzó las cejas mirándola en cuanto dijo lo de la comida rápida. No había conocido a muchas damas londinenses que admitieran esa gusto. Normalmente a esas mujeres les gustaba una fina cena con ensaladas raras y bebidas sin grasas. Encontrar a una inglesa que disfrute de buena carne y gaseosa sin preocuparse por desamoldar su figura era una mina de oro. —Acabas de ganarme. —Ríe complacido— A no muchas mujeres les gusta descuidarse con tanta grasa. Sus risas se plasmaron por el lugar pero dejaron de escucharse en cuanto ella dijo que se retiraría. Era comprensible, con tanto chocolate y ese clima no era para menos. Se levantó para acompañarla y le correspondió la reverencia como un caballero de antaño, sonrió ante su promesa y la acompañó hasta la puerta de su habitación, la miró por ultima vez mientras cerraba la puerta y se dirigió a la suya. Él no tenía sueño o frío ¿Qué haría entonces? El nórdico frunció los labios mientra entraba a su habitación, tal vez beber y escribirle una carta a su madre. No había mucho que hacer. Las horas pasaron y Brendon vio la noche caer sobre los arboles. Su reloj le avisó que ya era hora de bajar, pero antes tomó el papel y una pluma, le escribió a Ania que la vería en la recepción y con mucho cuidado dobló el papel hasta convertirlo en un pájaro. El nórdico salió de su habitación y con un ligero soplo el pájaro de papel salió volando de sus manos hasta la habitación de Ania. Brendon bajó las escaleras con soltura sabiendo que el pájaro de papel se quedarían aleteando en su puerta hasta que la bruja abriera. Acomó su chaqueta y llevó las manos a su espaldo optando por una posición de guardián mientras esperaba a la ninfa. @@Ania Evans Weasley
  5. El nórdico no pudo evitar reír por su comentario, la verdad es que tenía una relación de amor y odio con cualquier tipo de ropa. En su tierra acostumbraba a usar muchas pieles y sacos pesados para protegerse del frío. Pero estando en casa con el calor de su chimenea su cuerpo rechazaba totalmente la ropa. Por suerte en su casa solo habitaban su madre y él o se habría perdido muchos placeres de la vida. —No la compre. —Negó con la cabeza y le sonrió— La mandé a buscar. Si vas a cenar conmigo tiene que ser de la forma más real posible, y no soy mucho de saco y corbata. Escuchaba detenidamente a la bruja mientras se inclinaba para posar los codos sobre las piernas. Él no era así, prefería mil veces dormir o comer algo hirviendo cuando la lluvia llegaba de esa manera. No tenía mucha paciencia con los libros, y aunque alguno le gustase siempre terminaba por dormirse, por más entretenida que estuviera la historia. A él le gustaba más cazar y beber, claro, en aquellos tiempos cuando aún podía hacerlo. Entre cerró los ojos en cuanto le dijo lo del dulce, no lo descartaba por completo pero nunca sería su primera opción. —A mí me hacen feliz muchas cosas amargas, Ania. La miró sentarse en la cama y beber rápido de su taza, de verdad no esperaba colocarle una etiqueta a su noche. Después de todo el nórdico se había cambiado por completo para evitar lo engalanado. Pero volvería a vestirse así si se lo pidiera, era la primera cena, Ania podía darse los lujos de exigir. Colocó una pierna sobre la cama y la miró. —No quisiera seguir ese orden de estereotipos. —Dirigió los orbes hasta el ventanal— Para mí ya estás perfecta para esta noche, y no importa lo que pidas. —Sonrió de forma sutil— Todo combinará contigo así pidas comida rápida. Se echó a reír sin saber si a ella le hacia gracia, no le importaba como sucediera, solo quería seguir charlando con ella y darle la mejor velada de la semana. Posó la gris mirada en sus ojos—Ya estás perfecta. @@Ania Evans Weasley
  6. Negó suave con la cabeza cuando empezó a disculparse ¿Por qué se disculpaba por lagrimas? Pero lo que la bruja dijo luego de eso le hizo fruncir el ceño. La familia imperial había sido asesinada ya hace muchísimo y era casi imposible que algunas de las princesas se conservara tan bien a pesar de los años, en todo caso de que haya sobrevivido. Luego de ello me confesó de que era la pequeña Anastasia Romanov, algo impresionante. Había escuchado de la leyenda sobre que la princesa había sobrevivido al ataque, pero jamás lo llegó a creer. Las probabilidades eran casi nulas. Escuchó detenidamente cada pedazo de su historia, lleno de intriga por lo que pasaría después. Ahora comprendía porque sufría tanto al ver el cuadro de sus hermanas. Aquello había sido un acto de hombres desalmados y sedientos de poder. Poder que no les pertenecía y que quisieron tomar a la fuerza. Frunció los labios sin saber qué hacer, ella sufría un montón de desgracias y apenas la había conocido hace un momento. No lo podía explicar pero se sentía responsable de cuidarla en ese instante, tal vez la fina Londres lo había ablandado. —No lo puedo entender, pero sé que puede ser algo muy peligroso. —Le hablo con suavidad al ver que algunas lagrimas amenazaban con salir de sus ojos— Sé que es un dolor sin medidas, pero ahora estás a salvo. Le sonrió. —No hay nadie a nuestro alrededor que te haga daño y tus padres vendrán de visita. Deberías de sonreír por lo que tienes ahora. —Miró a los lados cerciorándose de que nadie lo viese, ella realmente era un fugitiva y no quería pasar un mal rato por un descuido. —Haría una reverencia ante ti, alteza imperial —Habló con gracia— Pero sería muy extraños para los demás en esta tienda. @@Beryl Serenity Hawthorne
  7. Frunció los labios por sus palabras, aquella bruja lo había utilizado como atracción y se había enfocado en ella en todo el día. Por un instante se dio el lujo de pensar en él e ir por lo que quería. Si no hubiera hecho eso jamás habría tenido la oportunidad de conocerla y de mejorar su día. La miró erizarse y dio un paso instintivamente hacia ella, pero un acto de su parte lo dejó desnortado. Tomó su mano y dejó un par de galeones para su nuevo chocolate. El Ravenclaw frunció el ceño pero antes de que pudiera chistar ella ya se había ido. Negó con la cabeza y dejó los galeones en la mesa de noche al lado de la cama, de ninguna manera pagaría con su dinero. Era muy orgulloso y eso le daba varios limites. Salió de su habitación hacia la recepción, si iba a tener una cena con la ninfa lo haría siendo él y no algo que aparentaba. Tenía que quitarse esa ropa y estar cómodo. —¿Crees que podrías mandar una nota con urgencia? —Le preguntó al recepcionista. —Justo ahora, si le parece. —El mago se giró y le trajo una pluma y papel. Después de escribir el destinatario lo dobló y se lo pasó al mago. —Que llegue lo antes posible. —Se alejó un paso— Y manda un par de tazas de chocolate a mi habitación. Él no era amante del dulce, la otra taza también sería para ella. Subió hasta su habitación y se despojó de toda esa ropa que tenía encima. Peinó su cabello hasta que quedara bien con su rostro y tomó otro trago de whisky. Miró unos minutos el paisaje sin el miedo de que alguien lo viera ¿Quien lo vería entre tanta lluvia? Esperó su encomiendo un par de minutos hasta que un par de golpes pequeños tocaron a su puerta. —Amo Brendon, le traigo lo que me pidió. En seguida fue a la puerta y la abrió para que la elfina pasara. Esta cargaba en brazos su ropa perfectamente doblada y zapatos sobre ella. Cerró la puerta a sus espaldas y tomó la ropa. —Gracias. —La elfina se tapó los ojos mientras Brendon se colocaba el pantalón— Coge esa ropa, llevatela y quémala. La elfina asintió repetidas veces antes de tomar la ropa y llevársela. El nórdico se colocaba los zapatos cuando llamaron a la puerta provocando que este bufara. Era el encargado con los chocolates, le dio paso y en segundo ya estaba afuera. Negó con la cabeza frustrado y apenas cerró la puerta. Se miró de reojo el tatuaje de valknut en el espejo y se dispuso a colocarse el reloj. Antes de terminar de abrochárselo Ania pasó a su habitación con un plato de galletas y un abrigo. Las cejas del nórdico se alzaron de sorpresa pero Ania apenas se había inmutado de que le faltaba la camisa. Enarcó una ceja mientras tomaba el plato de galletas. —¿Quién habrá sido? —Soltó con una risa floja y con rapidez se colocó la camisa. No estaba avergonzado pero ella tal vez lo podía tomar como algo irrespetuoso. —Chocolate y galletas ¿Eso es lo que necesitas para estar completa? —Se sentó en la cama mientras la veía tomarse el chocolate— La verdad es que no me gusta tanto lo dulce. Aunque con ella podría hacer un par de excepciones, aunque claro, no se lo diría. Una media sonrisa se dibujó en su rostro. @@Ania Evans Weasley
  8. Se echó a reír ¿De verdad no aparentaba ser un aprendiz? Entonces estaba manipulando la situación muy a su favor, Brendon tenía raíces muy duras, varías veces tenía gustos muy rústicos y pensamientos inapropiados. Muy inapropiados para la fina Londres, Brendon era una maquina para cometer pecados y para ser bastante cruel si quería. Pero estando en una tierra extranjera debía cohibirse de todo aquello, de los pecados de lujuria y soberbia, de las peleas y los bares. De su comportamiento impulsivo y su falta de tacto, o en muy poco tiempo terminaría en alguna prisión mágica. Admitía que había practicado mucho para ese día, no quería espantar a la bruja con alguna tontería de su imprudencia. Pero la bruja había sido excesivamente aburrida, cuando la conoció tenía altas expectativas sobre ella pero todas cayeron por suelo cuando notó que las cosas que buscan eran banales e innecesarias en una cita. Pero Odín le había sonreído dándole una segunda oportunidad, Ania no había mostrado ni un gramo de superficialidad y hasta se había mostrado independiente. Algo así quería para su día, algo como ella. A quien había encontrado bajo la lluvia y le preocupaba si su cabello ya no se manejaba. Alguien real entre tanta finura inglesa. Enarcó una ceja y sonrío en cuanto nombró lo de la cena ¿Tan buena la había parecido la idea? ¿Tanto como para restarle importancia con su segundo comentario? No pudo evitar el descaro. —Pues haré que sea lo mejor que hagas en días. Así me aseguro de no haber pasado desapercibido. —Bajo la ceja y alzó un poco el mentón mientras la miraba. Pero su expresión cambió totalmente en cuanto preguntó sobre la bruja, estaba muy desinteresado sobre el tema. —Resultó no ser lo que esperaba pero aún así decidí cumplir mi palabra y pasar la mayor parte de mi día junto a ella. —Tomó de su cabello y lo amarró para despejar un poco su rostro— Se encontró a un par de amigos, así que sola no la dejé, además, le regalé mi saco para que se cubriera de la lluvia. De seguro lo entenderá. La miró a los ojos. —¿Eso te preocupa? @@Ania Evans Weasley
  9. Oh no, esto era muy malo. Apenas había entendido lo que había dicho sobre el cuadro, algo literalmente imposible puesto que la familia Imperial fue asesinada por los revolucionarios. No tenía idea de qué hacer cuando la vio desplomarse y llorar, nunca estuvo en una situación como esa y muchísimo menos en un lugar publico, pero debía hacer algo. No podía dejarla allí llorando aunque su llanto no tenga justificación ¿Qué haría un hombre normal en esa situación? El era un nórdico, no un fino ingles. Tal vez se ganaría una cachetada por lo que iba a hacer pero en su cabeza no había otra idea. Se acuclilló colocando las manos sobre los hombros de la bruja, no tuvo palabras para decirle, se maldijo a sí mismo pero esa carencia de compasión. —No sé que suceda pero todo va a estar bien. —El ojigris miró sus lagrimas con algo de delicadeza las fue quitando, auqnue no dejaban de aparecer. Tendría que recurrir a su idea suicida. No toleraba verla desconsolada en el suelo y no la levantaría como si estuviera enferma de algo. Pasó su brazo por debajo de sus piernas y colocó la otra en su espalda. Sin esfuerzo alguno la cargó entre brazos, tenía que apartarla de las miradas de los demás que de seguro le echarían la culpa al nórdico de esas lagrimas. Caminó con la dama en brazos hasta que vio un lugar apartado en donde estaba un sillón algo sucio y polvoriento. Pero estaba lejos del peligro de que observaran a la bruja llorar. Posó a Beryl con delicadeza en el sillón y alcanzó un pequeño banco para él. Se pasó la mano por el cuello esperando alguna reacción de la bruja, y claro, algo de respuestas. Las personas no lloran solo porque sí en una tienda. —No sé lo que te suceda, y si quieres llorar puedes seguirlo haciendo. —Brendon era pésimo para esto— Aquí estás a salvo y yo no te juzgaré si decides hacerlo. Aunque no le gustaba ver a una dama llorar y menos por algo que no tiene sentido. —También puedes coger este pañuelo y secarte esos hermosos ojos. —Tomó el pañuelo solo para ofrecérselo— Detesto ver a una bruja llorar, y más aún cuando no sé el motivo. @@Beryl Serenity Hawthorne
  10. Buenos amigos, era muy temprano para decidir aquello ¿Es que acaso no el nórdico no le parecí atractivo? El aire ingles le había quitado rudeza e interés. Desde que llegó había visto a personas de todo tipo y raza, como si la sexualidad aquí no se resumiera solo en un par de categorías. Era altamente intimidante que decidieras salir con alguien pero esta podría terminar siendo una chupa sangre o alguien que se convierte en lobo. Se miró el cuerpo mientras ella apreciaba la lluvia, era lo más pasable de Ottery teniendo en cuenta que el no se convertía en nada. Era un simple humano con algo de instinto animal que seguía las ordenes de un dios y que algún día esperaba morir en batalla e ir al Valhalla. Sus raíces eran muy latentes, pero a pesar de que Londres era un mundo lleno de diversidad no encontraba a nadie con sus ideales, inclusive podrían llamarlo loco. Dirigió su gris mirada a Ania, ella no parecía una vampiresa o alguien que se convertiría en un monstruo al llegar la noche. Mas le gustaba verla como una ninfa. Apreciando la lluvia con ese vestido y aquel rostro concentrado, lo único bestia en aquella habitación era él, que no dejaba de mirarla. Se había disculpado por ofender su caballerosidad e inclusive le había contado de su trabajo, entonces... ¿Por qué no estaba conforme? ¿Tenía impaciencia? Tal vez quería saber más de sus gustos que de su vida laboral. Brendon se levantó y metió una vez más las manos en sus bolsillos, se acercó a Ania por la espalda hasta quedar solo a dos pasos de ella. —¿Por qué no puedo pagarlo? —Miró por el ventanal por encima de su coronilla, ella era tan pequeña— Estoy aprendiendo a ser caballeroso y con eso no me ayudas. Y no era una mentira, sí lo estaba aprendiendo. Pero lo seguiría siendo aunque ella pagara su chocolate. —Mugglelandia...—Dijo la palabra con gracia y miró la nuca de la bruja— Yo nací y me crié en Suecia, ''Mugglelandia'' fue mi hogar hasta hace poco. Vivo con mi padre y él me alentó a conocer personas, invité a salir a una bruja muy indecisa y ella me trajo a este hermoso lugar. Pedí también esta habitación por una noche y no sé si haya lo que pienso, pero deberías concederme el honor de cenar conmigo esta noche. Ella le había pedido caminar junto a ella, él le pedía una cena de vuelta. Algo bastante justo. @@Ania Evans Weasley
  11. Ladeo la cabeza ante la mirada de su padre ¿Tanto le sorprendía el nórdico? Era cierto que ambos eran muy distintos y que la situación ya era bastante incomoda solo con la estatura, pero, Brendon tenía ancestros y muchas personas que lo criaron para ser un guerrero. Lo criaron para ser alguien que intimidara a las masas en cada saqueo. Era un vikingo y su padre un caballero ingles, la sorpresa ya era algo que tenía que premeditarse. Los hombros de Brendon se relajaron en cuanto su padre lo abrazó, soltó un risa floja con su comentario y lo abrazó de vuelta. No quería admitirlo, pero estaba emocionado por volver a ver a su padre, pasar tiempo como familia y conocer todo lo que le había dicho en cartas. Por un instante los ojos de Keaton apreciaron a Brendon de manera poco usual, este enarcó una ceja casi imaginando lo que sucedía. Años le costó contarle al nórdico sus diversos gustos sexuales, para un vikingo, tener un padre que se incline por un hombre es una deshonra. Pero con el tiempo maduró y entendió que el sexo y el amor eran dos cosas muy distintas. O al menos así lo quería ver. Por otro lado, era muy descarado de su parte darle una de esas miradas a su propio hijo. Los ingleses no eran tan correctos como creía. —Tienes la seguridad de que salí de ti, sin embargo... —Metió la manos en sus bolsillos bromeando— Yo no. Tal vez un chiste aliviaría la tensión del pequeño momento entre brazos. Por supuesto que creía que el Ravenclaw era su padre, y si por alguna razón no lo fuera, no lo cambiaría por el que compartiera su sangre. Brendon se acercó a un gran sillón tapizado con el emblema de la familia y se dejó caer en el. Estiró una pierna y llevo la mano a su cuello mientras escuchaba a su padre. Por supuesto que ya sabía de su naturaleza, tenía mil y un preguntas sobre ello. Cada una anotadas mentalmente junto a la intriga de por qué diablos nunca los había visitado. El ojigris lo inspeccionó en busca de alguna señal de remordimiento, pero no la encontró. —Es cierto, tengo muchas preguntas y cosas que contarte. —El nórdico tomó una mejor postura en el sillón— Pero es la primera vez que te veo en años y no pienso precisamente en tu abandono o en las cosas que me trajeron hasta aquí. Brendon vio a la elfina que su padre regañaba, casi todas se parecían. Ni siquiera entendía como las diferenciaba. Miró a la pobre criatura salir con lagrimas en los ojos. Sabía muy poco de los elfos, apenas asimilaba su existencia, por eso le daba igual el maltrato hacia ellos. —Descuida, mi recibimiento fue bueno. —Enarcó una comisura mirando a su padre— Claro, no me negaría a un buen whisky. —Brendon era mucho de estar en tabernas y de beber litros de cerveza, no le hacía honor al apellido de esa forma pero él y su padre estaban muy lejos como para que se enterara de ello. — Y dime... ¿Qué has hecho todo este tiempo sin mí? ¿Algo divertido? @@Keaton Ravenclaw
  12. Siguió abotonando su camisa mientras soltaba una risa floja ¿Gastar demás su dinero? Ignoró de forma impecable el perfil de acosador e inclusive se preocupo por la billetera del nórdico, tenía que ser un chiste. En Suecia, a pesar de vivir en una casa pequeña y humilde Brendon siempre disfrutó de lujos que los saqueos y banquetes le daban. En aquel tiempo habría gastado todo su dinero con seguridad de que al otro día saldría y haría el doble. Pero en Londres todo era distinto, pertenecía a familias a las que le sobraba tal dinero. Las que jamás caerían en banca rota o dejarían su vanguardia. Podría darse mil y un lujos y aún así le sobraría para más. —Ania. —Negó con la cabeza riendo mientras pronunciaba su nombre— El vestido era una opción, también mandé a secar tu ropa y compré eso por comodidad, si no lo querías simplemente debías de dejarlo. Creí que estarías más cómoda con uno. >>Con respecto al chocolate, tenías tanto frío allá afuera que creí que te gustaría algo como eso. —Metió las manos en los bolsillos— Es cierto que soy un desconocido y que no deberías aceptar los regalos gracias a eso, pero no tengo más deseo hacía ti que no sea conocerte y no quiero hacerlo mientras estás incomoda. El Ravenclaw se alejó de la puerta, dejándola abierta pues sería horrible espantarla. Se acercó a un sillón y se dejó caer en el, la miró con una sonrisa, se veía perfecta, aunque prefería la primera imagen que tuvo de ella. —El dinero nunca va a ser problema, tal vez te moleste, pero no permitiré que me pagues absolutamente nada de dinero. —Ladeó la cabeza— No quiero insultar tu independencia, pero tampoco insultes mi caballerosidad. Debería de contarle algo y así dejar tanta formalidad, no le molestaba ser caballeroso con la ninfa pero lo más sensato era que conociera al mago y no lo que el mago aparentaba. —La verdad es que mi día no iba muy bien hasta que te vi, estabas tan en paz en esa roca que mi pensamiento más egoísta quiso pertenecer a ella. —El nórdico bajo la mirada sin ganas de ocultar el acento— Soy nuevo en esta parte del mundo, estoy muy lejos de casa e intenté conocer a alguien, ese alguien me llevó de cierta forma a ti. —Volvió a mirarla— Y ahora solo quiero conocerte, llámame loco, pero tienes algo que realmente atrae. Con eso quizás se hacía una idea de lo que quería de ella. Estaba casi seguro que no se equivocaría al conocerla, no parecía ser de esas que obtenías fácilmente o se llenaban el ego con halagos. Podría estarse equivocando, pero hasta ahora no lo había hecho. —Por cierto, te ves preciosa. —Enarcó una comisura del labio— ¿Deseas el otro chocolate? ¿O no me dejarás comprártelo? La había escuchado perfectamente. @@Ania Evans Weasley
  13. Brendon pretendió ocultar su asombro ocultar su asombro a la bruja. Pertenecer a tal dinastía era una virtud de solo genes y mucha suerte. Eso explicaba sus finos rasgos y su acento, peculiar encontrar gente como ella en Londres, y no en la mismísima Rusia. Eran una dinastía eclipsada con el tiempo pero sus increíbles historias seguían impresionando al mago. Algo que también le sorprendió era el hecho de que leyera mentes, algo realmente desafortunado para el mago. No podía pensar nada indecente o lo timaría de loco, y eso no era lo que buscaba. En el mundo mágico se podían encontrar cosas poco usuales. —Solo un regalo, pero será luego de que encontremos lo que quieres. —Le sonrío a la bruja tratando de lucir amable. No era bueno remodelando, no tenía idea de muebles pero si de la dinastía y de sus increíbles joyas. Tesoros alguna vez quiso robar cuando estaba en Suecia siendo un vikingo, y ahora que los tenía en frente, prefería dárselos a la bruja. Como cambiaban las cosas. —¿Que tal los huevos de Fabergé de la zarina? —Tomó uno de ellos y se los mostró— No se mucho de remodelación, pero se que se ven hermosos y que combinan con tus ojos. Un halago digno de esa mirada, lo merecía. A lo lejos miró un cuadro de la familia Romanov y el nórdico se acercó hasta el atrayendo a la bruja. —Ese cuadro también es una buena opción, son los Romanov. Aunque claro, ella ya debería de saberlo. Pero no estaba demás recalcar tal apellido. @@Beryl Serenity Hawthorne
  14. Vaya que le estaba gustado la lluvia de la ducha, no quería ser maleducado con la madre naturaleza pero ya estaba necesitando algo como eso. Algo de agua tibia sobre su cuerpo. Pasó tiempo en ello, gritó un par de veces desde la ducha para que dejaran su ropa sobre la cama, aún no quería salir de allí. Aunque tenía presente que dejar esperando a Ania sería una falta de respeto de su parte y un gran error. Salió de la ducha y tomó una toalla para secarse el cabello y la cara. Miró su habitación, la posada sí tenía whisky de fuego, un alivio para el nórdico. Tomó un vaso del whisky y desnudo se sentó sobre la cama. Su ropa estaba sobre ella perfectamente puesta y sus zapatos no tenían rastro de lodo. Colocó las piernas sobre la cama y se recostó del espaldar mientras bebía. Le gustaba el lugar, tal vez volvería a venir con mejores ánimos la próxima vez, a conocerlo de verdad y no a conquistar a alguien. Miró al ventanal y notó la hermosa lluvia golpearlo. Tal vez podría conquistar a la madre naturaleza, sin duda le daría hijos a ella. Un golpe pequeño pero decidido lo saco de sus pensamientos ¿Ania? Se miró el cuerpo y maldijo por lo bajo. —Dame un segundo, Ania. —Le habló a través de la puerta. ¿Como es que ya estaba lista? No importaba, Brendon debía vestirse rápido. Con torpeza logró colocar bien su pantalón y bóxer. Se colocaba la camisa mientras trataba de meter sus pies en lo zapatos, después de varía maldiciones ya se estaba abotonando la camisa. Dejó un par de botones sin abrochar mientras miraba la corbata. Al diablo la corbata. Acomodando un poco su cabellera abrió la puerta para la bruja. —Lamento la demora, me estaba vistiendo. —Como si los sonidos y quejidos ya no le hubieran hecho saber a la bruja eso. Lejos de su pensamiento pesimista se dio cuenta que vestía un vestido morado que le sentaba bien a su figura. Se veía realmente hermosa, pero su rostro mostraba algo de disgusto. Bueno, él ya sabía que había sido demasiado, pero no pudo evitarlo. Negar el hecho de que quería consentirla solo empeorará las cosas. Y afirmarlo de seguro será un suicidio. El nórdico la miró como un penitente mientras abría la puerta para que entrara. —¿Sucede algo? No te veo muy feliz. —Brendon frunció los labios— ¿Fue lo que te envié? No quería rodeos sobre eso, si algo le disgustaba debía decírselo y él pararía de hacerlo. No le gustaba incomodarla, o hacer algo que no le gustase. Después de todo, él se conocía pero ella no lo hace. Podría dudar de lo que quisiera del nórdico. @@Ania Evans Weasley
  15. Enarcó una ceja por su peculiar nombre y miró el letrero de la sección a donde se dirigía. La gran Rusia imperial, muchos pensaban que Brendon era como los otros nórdico, llenos de cerveza e instinto animal. Pero lo cierto era que a él le gustaba el whisky y leer sobre la historia, aunque el instinto animal también lo tenía. Hacía mucho tiempo que había leído sobre la Rusia imperial pero recordaba gran parte de ella. Fue un libro que alguna vez le regaló su padre por medio de un pedido. Si esa bruja buscaba algo de allí entonces sabría encontrarlo para ella. —Mi nombre es Brendon. —Alzó una comisura— Brendon Ravenclaw. El placer es todo mío. Casi se sintió culpable por querer utilizarla para encontrar un regalo, pero se lo compensaría. Brendon estaba siendo un caballero y era obvio que era un dama de alta cuna a pesar de sus rasgos jóvenes. Le agradaba su olor y al mirada que tenía era una debilidad para el nórdico. Invitarle un café luego sería lo mejor. —Tal vez ahora no, pero pronto. —Respondió a su oferta de agradecimiento— Vi que estabas a punto de entrar a La gran Rusia imperial ¿Te gusta? Para serte franco, es una de mis dinastías favoritas. Tal vez le sorprenda que alguien como él sepa algo de esa época, o siquiera algo fuera de su país dado el concepto que todos tienen de un vikingo. Pero se había instruido lo suficiente como para hablar de Rusia todo el día. —¿Buscabas algo en específico? La Rusia imperial tuvo unos buenos años, dejó atrás mucha cultura y joyas. No quería parecer un i****** diciéndole algo que tal vez ya sepa, pero quería pasar más tiempo con la bruja. Ya tenía su nombre, ese era un progreso grande. Tal vez buscaba joyas o algún cuadro de la época. Era casi deprimente que pudiera encontrar algo para ella y no para su padre, lo que hacía una mujer. @@Beryl Serenity Hawthorne
  16. No había obtenido su nombre, pero, que lo invitara a buscar la posada a su lado eclipsaba ese hecho. Al nórdico le brillaron los ojos en cuanto sacó el mapa y sonrío con algo de malicia cuando empezaron a caminar. Claro, sin que ella lo viera. No tenía idea de lo que la ninfa pensaba de él pero no lo arruinaría por algo tan simple. Trato de guardar silencio y de tener las manos en la espalda para dejarle concentrarse en el mapa. Tenía los pies descalzos y a Brendon le picaban las manos por cargarla y no dejar que su pies se ensuciaran, pero ella lo había dejado bien en claro, es más fuerte y peligrosa que ese lindo conjunto de piel y hueso. Era un i******, estaban en una situación precaria y ella posiblemente podría estar enferma. Pero no podía evitar verla, como todo hombre inteligente y como cualquier hombre cínico. La ropa mojada podría ser una molestia, pero a Brendon no le molestaba en absoluto en ese instante. Una parte de él le decía que estaba mal, era la parte que estaba aprendiendo a ser caballerosa, pero la otra sin duda estaba encantada. Él sin embargo debe verse como todo menos alguien atractivo. Rogaba que esa posada hubiera una ducha y alguien que pudiera hacer un milagro con su ropa. En pocos minutos llegamos a la posada, abrió la puerta para ella mientras examinaba el lugar, bien hecho para tal Edén. Por lo visto ella haría lo que pensaba, se adelantó y pidió una habitación, la vio mientras se alejaba mientras el nórdico se acercaba a la recepción. Sonriendo por su nombre. Ese había sido un logro. —Una habitación por una noche. —Le dijo al mago— ¿Creen que pueden hacer algo por esta ropa? —Podemos lavarla y secarla para usted. —El mago le sonrío pero Brendon apenas se inmutó. —¿Y la ropa de esa bruja? —Brendon señaló la espalda de Ania mientras subía las escaleras. —Podemos hacer lo mismo. —El mago lo miró nervioso— También tenemos vestidos, acordes al paisaje, claro. Una ves más el perfil de maniático. Comprarle un vestido y enviárselo a su habitación era demasiado, pero era algo que quería hacer. Ya estaban ahí, ya tenía su nombre y con eso bastaba. Lo medito por un momento. —Seca su ropa y envía uno de esos vestidos, el que creas que más le guste a una dama —Frunció el ceño por un segundo—Soy pésimo con las cosas de mujeres. —El mago detrás del mostrador rió pero en cuanto vio que Brendon no le acompañaba dejó de hacerlo— Si tienen, manda a mi habitación una botella de whisky de fuego. Era un Edén, lo dudaba. Pero aún así el muchacho asintió. —Y a la de ella, chocolate caliente y galletas. Y con eso tomó la llave para subir a su habitación, se estaba arriesgando pero no podía mantenerse tan quieto por mucho tiempo. Se echó a reír mientras subía, al menos la bruja interesada le había dado la oportunidad de algo. @@Ania Evans Weasley
  17. El rubor de su mejillas le provocaron una punzada en el estomago y su ironía le dio gracia. La miró tomar el paraguas y casi ríe en cuanto preguntó si lo necesitaría. No le importaba en lo más mínimo la lluvia, la amaba desde que era pequeño y fue por eso que creo una defensa impenetrable para la gripe o enfermedades parecidas. Se había mojado tantas veces con ella que hasta el mismísimo Odín se cansó de verlo enfermo. —No, ahora es suyo. —Alzó el rostro para que algunas gotas cayeran en su rostro y volvió a verla.—No me molesta la lluvia. La miró debajo de ese paraguas y pensó que no sería suficiente. Este lugar era nuevo para él, Brendon no conocía nada del lugar, pero de seguro tendría un techo para estás ocaciones, algo que realmente de calor. Sin embargo, el hecho de haberse acercado y no apartarle la mirada de seguro lo hacían ver como un acosador, con ese perfil ya en mente ¿Como le diría que buscaran un lugar para calentarla? No fue un plan muy inteligente el solo aparecer de la nada. Entendió que lo mejor sería presentarse a pesar de que eso no cambiaría su perfil. Pero si tenía suerte, tendría su nombre de vuelta. Con eso bastaba. —Soy Brendon. —Se sobó el cuello con la mano sintiendo la manga empapada de su camisa— Te vi desde lejos, y creí que enfermarías... —Entre otras cosas— No puedo dejar que una dama se enferme si tengo la oportunidad de evitarlo. A pesar de su tamaño y sus rasgos de sueco metió las manos en sus bolsillos sintiéndose vulnerable. Hace un momento había dado su día por perdido y ahora que tenía la oportunidad de salvarlo no tenía ni la menor idea de como hacerlo. En Suecia la habría montado en su hombro si le hubiera llevado la contraria al nórdico. Pero con ella y en Londres, solo le placía ser complaciente y cambiar ciertas cosas que de seguro le traerán problemas. Notó que su vestir sencillo le estaba trayendo problemas, el frío erizó su piel y Brendon pensó que fue un error dar su saco a la persona equivocada. —Supongo que tienes frío. —Miró alrededor en busca de una respuesta— Perdóname, te sugeriría algo pero soy nuevo en Londres y es la primera vez que piso este lugar. —La miró con expresión dubitativa— Debería de haber algún techo pero solo he visto arboles. Tenía algo más coherente que decir, pero al hacerlo se arriesgaba a perder la oportunidad de conocerla. Más no podía darse el lujo de ser egoísta mientras la ninfa se enfermaba. Inhaló profundamente. —Aunque, irte a tu casa sería lo más racional. —Negó con una sonrisa en los labios, la primera de verdad en su día— Aunque eso signifique que no te conozca y deje a la suerte que algún día le plazca concederme mi capricho. @@Ania Evans Weasley
  18. Los engalanados zapatos de piel de dragón ya se había encharcado junto al dobladillo de su pantalón. Caminaba ensimismado mirando al suelo mientras sostenía el paraguas para aquella bruja que solo parloteaba, nunca pensaría que conocer a una mujer había sido un error. Pero ella le había pedido que en la cita lo quería de corbata y saco, Brendon la había logrado. Tener su cabello amarrado y lucir bien con su traje aunque lo odiara. Habían pisado unos 5 locales y ninguno eran lo suficiente para ella. Hasta que dijo que quería ir a un lugar calmado, y como castigo de esa bruja indecisa la lluvia cayó sobre ellos. Brendon le había puesto el sacó en sus hombros y gastó innecesariamente galeones por un paraguas para que ese maquillaje no se corriera de su rostro. La había conocido hace poco en situaciones comunes pero agradables, la consideraba interesante en aquel entonces y su padre lo había animado a por fin invitarle a una cita. Él no era de citas o de tener ese tacto, pero aquí era muy distinto. Las mujeres no eran guerras descaradas, son damas delicadas. Y lo menos que quería era romperla en sus manos, sin embargo, por más complaciente que fue con la bruja ella no lo había sido con él y todo el encanto del primer día se había desaparecido en cuento notó lo superficial que era. Suspiró, la lluvia lo calmaba pero tenía unas ganas insaciables de quitarse todo aquel disfraz y volver a su casa. Sus hombros ya estaban mojados por las gotas que el paraguas no paraba y su mirada no se despegaba de aquel suelo verdoso que lucía tan bien con gotas. —¿Acaso me estás escuchando? —La voz de la bruja lo sobresaltó, miró a la bruja con sus ojos grises formulando una mentira. Una mentira que lo hiciera ver educado cuando realmente no lo era, pero nada puedo hacer. —No, lo lamento pero desde que entramos en el Edén me perdí en varias cosas.—Alzó una comisura en busca de la aprobación de la bruja. —Te decía que mi hermana quiso casarse aquí una vez, pero de todas las veces que se casó todas fueron en mansiones o castillos. —La bruja rió como si eso de verdad fuera un chiste. ¿Quién cambiaría este lugar por un castillo? Miró a la bruja fijamente sin palabras para decirle, esta se ruborizó y le regaló una sonrisa al nórdico. Brendon le aparto la mirada, no encontraba algo más que hacer. Caminó a su lado cuando un silencio incomodo se formó, hasta que la bruja tocó su brazo. —¡Mira! Son mis amigos. —La bruja señaló a una pareja de magos que sonreía tomados de la mano bajo el paraguas. Brendon guió el paraguas encima de la bruja que se acercaba a sus amigos. Independientemente de que ella no fuera lo que esperaba debía cuidarla, esta abrazó a sus amigos y les hizo saber que estaba en una cita con Brendon. Por un instante se sintió como una atracción para los tres. El nórdico miró hacía otro lado disgustado, y entre tanto verde y gris de lluvia miró a una bruja sobre una piedra. Sus parpados estaban cerrados y el rostro alzado aceptando que la lluvia cayera sobre ella. Su vestir era sencillo, tanto, que ni siquiera se veía vulgar con tanta ropa mojada. Su piel pálida y la sonrisa de labios cerrados hipnotizaron al Ravenclaw, hasta el punto de dar un paso inconsciente hacia ella. Sus manos estaban tomadas abrazando sus piernas y su cabello lucía sedoso aún mojado ¿Pero quién era ella? ¿Pertenecía a este Edén? Lucía como si ese fuera el caso. Como si el Edén había sido lo suficientemente bondadoso de crear alguien como ella. Brendon no pudo evitarlo, su cuerpo no podía quedarse ese lugar mientras ella estaba allí, luciendo tan hermosa. Inconscientemente dio pasos a lo que él creía que era una ninfa. Ignoró los quejidos y llamados de la bruja mientras avanzaba con paraguas hacia ella con el paraguas. Cuando estuvo lo suficientemente cerca se quedó pasmado ¿Ahora que haría? Ella estaba tan pequeña y en paz en esa roca que casi se maldijo a si mismo por querer interrumpirla. Pero un sonido nada bueno le aviso de la realidad. Había estornudado. No pudo evitarlo. —La lluvia es hermosa, pero enferma después de un rato. —La bruja lo notó con una expresión de sorpresa. Cuando sus ojos se encontraron los orbes grises del nórdico centellaron delatando su sentir.—Por favor, ten. Estiró el brazo llevando el paraguas hacia ella tapándola de la lluvia. Le importaba ya la lluvia sobre su cuerpo, creía que ella lo merecía más que él. @@Ania Evans Weasley
  19. Si los pueblerinos y sus colegas de tragos lo vieran en esa situación dudaría si Brendon aún conserva su cordura. Un vivkingo no entraría a una tienda de antigüedades, él saquearía una tienda de antigüedades. Pero ya no estaba en su pueblo y de sus colegas solo quedaban recuerdos. Debía adaptarse a Londres lo antes posible, antes de que sus costumbres de vikingo lo hicieran ver ridículo. Divagó por todo el lugar esperando encontrar algo de su agrado. Algo de su amada religión. Pero son encontró vajillas frágiles y estatuas raras. En pocos segundos pensó que era una perdida de tiempo haber entrado. Pero se cohibió a irse, ya había invertido tiempo en el negocio, debía aprovecharlo. Tal vez podía encontrar un regalo para su padre, aunque no tenía idea de qué le gustaba al patriarca. La vanguardia y demás no se le daban bien, él era un nórdico, no un fino caballero de sociedad. Suspiró y relajó su cuerpo mientras pasaba los sombríos ojos grises por las cosas ¿Quizás una lampara? ¿O un cuadro? Aunque se decidiera por alguno tampoco tenía la seguridad de que le gustase. Rodó los ojos. Necesitaba a una mujer para este trabajo. Miró alrededor en busca de una persona encargada que lo orientara, las féminas eran las mejores cuando de regalos se trataba. Pero todos parecían en su mundo y entretenidos en sus cosas. Interrumpirlos no era una opción. Negó con la cabeza, era pésimo. Mientras Brendon se sumergía en sus decepcionantes pensamientos el perfume de una bruja le llenó las fosas nasales. Un olor encantador. La bruja había pasado atrás del nórdico con una mirada concentrada, este de reojo miró el cuerpo de la bruja en cuento lo sobrepasó. Brendon miraba fijamente su cuello cuando algo cayó de su bolso: Un delicado pañuelo. El Ravenclaw no lo pensó dos veces y tomó la fina prenda de satén antes de que esta cayera en el piso, olía a ese perfume. Se enderezó y colocó con sutileza la mano en el hombro de la bruja. —Disculpe, creo que esto le pertenece. —Y regalandole una sonrisa le regresó el pañuelo. Tal vez podía sacar ganancia de su acto de caballerosidad. @@Beryl Serenity Hawthorne
  20. El Ravenclaw pasó su mirada grisácea por donde quiso, detallando cada parte de su nuevo hogar. Brendon se preguntó para qué su padre necesitaría tanto espacio, tanta intimidación por parte de la estructura. Sabía que su familia era antigua y que su lema tenía la vanguardia como credo pero él jamás se apegó a esa idea, quizás porque en su pueblo era pequeño y cómodo, lo único que hacía que los pueblerinos temblaran de miedo era el mal genio del vikingo. Fuera de eso vivían una vida en paz. Dio unos cuanto pasos vagando por el lugar, sintiéndose extremadamente pequeño ante tantas cosas. Un cosquillo en la nuca lo incomodó hasta el punto de mirar hacia atrás para cerciorarse de que no lo seguían, pero nada estaba a sus espaldas. Rodó los ojos, ya se estaba volviendo loco. Incorporó su vista al frente justo a tiempo para que uno de esos elfos lo reverenciara, ni siquiera lo había visto venir. —El amo Keaton lo espera en la biblioteca. Bonito comité de bienvenida, no esperaba más de su padre. Hacerse esperar era uno de sus dones más atrayentes. Asintió en dirección al elfo y ese lo guió hasta la entrada del castillo. Brendon no paraba la vista en un solo lugar, tantas cosas sobresalían inclusive de su pensamiento. Su madre era humana y por ende manejaba el dinero muggle trabajando como todos los demás, no teníamos mucho pero alcanzaba para vivir en estabilidad. Su padre por otro lado dominaba grandes cantidades de dinero mágico y al parecer no le importaba derrocharlo. Siguió con paso ameno a la elfina hasta unas enormes puertas, esta se hizo a un lado y me dedico una sonrisa de confianza. Con un ligero empujón de mi mano abrí las puertas solo para encontrar la espalda de mi padre. Era solo un poco más bajo que el sueco y su vestir era mucho más acorde con la decoración, en un giro de su rostro pudo mirarlo después de tantos años de ausencia. Estaba intacto, todo favorecía su rostro y cuerpo como sí los años ya fueran solo un mito para el patriarca. Para el juicio de Brendon, aún con toda su testosterona, creía que su padre era un hombre de ensueño. Casi no se parecía en nada a él ¿Estaban seguro de que eran familia? Deseo que ninguna duda se pasara por la cabeza de su padre, comenzó a quitarse la chaqueta y a sonreírle por primera vez en mucho tiempo. —Hola... —Dio un paso hacia el patriarca con algo de escepticismo, no sabía como dar ni recibir una muestra de cariño sincera, la seguridad de que su padre correspondiera el cariño era aún más dudosa.— Es un gusto volver a verte, papá. @@Keaton Ravenclaw
  21. Observó todo paralizado en la entrada del hall. Hace poco que estaba por tierras inglesas, llegó para quedarse por un buen tiempo y no podía dejar que su padre adoptivo no lo supiera. Sus intenciones al ir al castillo eran clara, visitarlo y hablar con él todas las cosas que alguna vez le contó por cartas. Estaba preparado para la primera impresión que daría el castillo, Brendon venía de una pequeña aldea llena de nieve en Suecia. Dormía en una cama en donde sus pies quedaban a la deriva y caminaba por una casa en donde debía agachar la cabeza para cruzar por las habitaciones. Pero, ni el cambio de residencia ni aquel castillo podía contra eso. Tuvo la osadía de entrar sin permiso al castillo en el instante en que una voz conocida incitaba a rebelión, brujas y magos estaban en plena sala con intenciones de matarse ¡¿Qué diablos?! Estaban tan concentrados en sus ganas de atacar que jamás se dieron cuenta de la presencia del nórdico, y lo peor de todo es que él suponía que eran familia. Podía entenderlo de los salvajes del pueblo ¡Hasta de él mismo! Pero más lo creyó de los refinados ingleses. Uno de los magos dio el primer paso atrapando a una e inmovilizándola, era una escena tan bizarra, ya que todas parecían de porcelana, inclusive la que vestía ese traje muggle tan raro. Apenas le nació hacerles daño ya que creía que solo serían capaces de rasguñar y lanzar hechizos como locas. Pero una demostró lo contrario. La bruja de traje raro había conseguido un bate y eso le bastó para liberar a su amiga, sin magia y a lo bestia. Los orbes grises del sueco centellaron, esas no eran simples damas inglesas. La bruja con el bate amenazó a todos pero aún no se daba cuanta de la apariencia del vikingo, ya comenzaba a ofenderse. Soltó una risa casi audible, nunca fue de los que les hacia daño innecesario a mujeres pero su padre había dado una orden y ellas estaban demostrando dar la talla. Ya tenía una excusa por si se pasaba de la raya. Recogió su cabello e ignorando las miradas de todos lo demás se acercó a la bruja tal cual como lo había hecho con el mago, en un acto rápido se inclinó lo suficiente como para pasar su brazo por el cuello de la bruja y presionarlo. —¿Y a ti no te enseñaron a comportarte? Dicho eso el sueco se enderezó causando que la bruja separara los zapatos del suelo, el rostro se enrojeció mientras sus ojos lo miraban con ira. En un instante Brendon decidió quitarle el bate y dejarla tiara en el suelo jadeando.. —Le daré mejor uso. —Dijo girando el bate en su mano— Soy Brendon, hijo de Ishaya... —Paró el bate en su hombro— Nada personal, solo sigo ordenes. —Se burló. @@todos @perdonen @la @tardanza @y @la @futura @agresividad.
  22. Vengo a añadir a las dos familia donde entré. - Sanguínea: Familia Ravenclaw, padre Keaton Ravenclaw. Link de la familia: http://www.harrylatino.org/topic/101481-familia-ravenclaw-mm/ Link de la bóveda familiar: http://www.harrylatino.org/topic/101487-boveda-familia-ravenclaw/ - Adoptiva: Familia Triviani, padre (Creo, porque tiene un nick raro) Ishaya Triviani. Link de la familia: http://www.harrylatino.org/topic/95727-familia-triviani-mm/ Link de la bóveda familiar: http://www.harrylatino.org/topic/78361-boveda-familia-triviani/ Muchas gracias 0/
  23. Por supuesto, no hay ningún problema con ello. Me gusta la familia y quiero ser parte de ella y si es con un padre esta bien. Veo que ya tengo hasta una hermana así que creo que será una familia grande xD Rhaella me habló que se esta llevando en la mansión, pero no sé si entrar si esta tan avanzado.
  24. Un cuerpo en la cama de aquel hotel había sido la mejor forma que Brendon tenía desquitarse. El cuerpo de la bruja se movió entre las sabanas, el mago solo pudo sonreír desde el sillón al verla. Al principio de la velada había declaro una persona nada fácil pero a mitad de la noche demostró lo contrario. Se rascó la barba y se reclinó, nunca creyó que necesitaría algo así para volver a ver a su padre. Odiaba admitir que sus nervios de hielo se veían amenazados por el hecho, su padre era un persona importante aunque solo hubieran compartido más que papel y sangre. Su llegada a las tierras inglesas era por un propósito mucho más grande, en Suecia ya no había tiempos de paz y lastimosamente Brendon era victima de ello. Un descuido de su parte lo ató de manos y alejándose de su tierra natal. Habían descubierto que era un mago, o algo así pensaban. Brendon venia de una religión distinta a las de todo el mundo, carecían de pensamientos modernos y aunque los tuvieran preferían ignorarlos. Adoraban el ron y a un dios con martillo. Ninguno de ellos pensaría que es una magia sana, todos pensarían que Brendon era un mago que vendría a sacrificar sus gallinas. Patético. Lo habían obligado a dejar a su amada madre y huir a Inglaterra, tenía suerte de que el Ministerio aún no se hubiera dado cuenta de ello ¿Como diablos le explicaría eso a su padre? El sueco se levantó y fue en busca del puro que guardaba en su chaqueta, avivaba su furia cada vez que recordaba que tuvo que huir por tonterías. Aun recordaba el beso de su pequeña madre y la lagrima que intento ocultar, era algo más latente que los recuerdo que tenía de su padre. Lo recordaba como alguien de honor y no muy agradable con varias personas. De ahí el mal genio del vikingo. Encendió el puro y se colocó su camisa. Mientra subía sus mangas soltaba humo como una chimenea y buscaba en espejo. De pequeño, tal cual y como su padre debe recordarlo, era un enclenque de ojos lindos. Sin fuerzas y sin nada que ofrecer de trabajo. Mirando su reflejo se dijo a si mimo que se sorprendería en cuanto lo viera, ahora su cuerpo estaba lleno músculos trabajados y vellos de virilidad. Cogió de su cabello y lo ató hasta que se viera bien con su rostro para luego colgarse la chaqueta en el hombro y darle una fuerte nalgada a la bruja para despertarla. ―Fue estupendo. ―Quitó el puro de su boca― Haré que te traigan algo de desayunar, ya me tengo que ir. Y con un guiño salió de la habitación antes de que la bruja le llevara la contraría. Brendon era un patán, pero con clase, no podía dejar a una dama de esa manera sin darle las gracias. Su madre siempre había tenido opiniones cerradas de ello, vivían en un pueblo donde el hombre puede hacer lo que quiere con las mujeres, casi se muere cunado le dijo que podía ser flexible por un hombre de rostro lindo que vivía a unos metros de su casa. Aspiró de su puro y soltó una risa floja al recordarlo. ―El mejor desayuno que tengan a mi habitación. ―Entregó la llave y dejó en el mostrador galeones para luego salir al callejón. Dio una vuelta sobre si y en un instantes estaba en los terrenos del castillo. Enorme e imponente. Nada comparado a su pequeña casa en Suecia, en donde él apenas entraba en una cama. Tiró el puro al suelo y lo aplastó con el zapato mientras soltaba el ultimo humo ¿A quién debía avisarle que ya estaba aquí? @@Keaton Ravenclaw
  25. Me ha gustado la familia, pero debo RECALCAR que me manda Rhaella, y quiere su mesada por eso xD

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