Circe Atkins C.

Matt Malfoy Se mordió el labio arrascandose la nunca con nerviosismo. El haber escuchado esas palabras y la mirada que le lanzaba la Gryffindor le decía todo... Le había cagado a lo grande, demasiado, capaz que ni oportunidad tenía pero no se iba rendir así de fácil, no si se trataba de la persona por la cual había jurado seguir viviendo. —Sí, me casaré aunque aún queda pendiente la fecha pero sé donde... En Las Vegas, ¿no te parece lindo? una boda a lo grande como lo merece mi prometida. —Sonrió con un tinte de tristeza y dulzura a la vez. Titubeó un rato en si acercarse o no pero al final lo hizo, camino unos pasos hasta la rubia, la tomó de una mano besándola con suma delicadeza.— Aunque, no sé si mi prometida querrá, de seguro ahora me debe de odiar, ¿verdad? —Más que pregunta fue una afirmación cosa que siendo sinceros, le dolía pero se lo merecía. Sin soltarle la mano agarró la otra y le depositó el ramo en ambas. Estaba bastante nervioso y no mentiría, con mucho miedo al esperar la respuesta de Alessandra y es que, ¿qué haría si lo dejaba? no es que no tuviera muchas opciones pero venga, estuvo enamorado desde hace mucho tiempo, siglos tal vez y no deseaba que se alejara de su vida, eso sería como si le clavasen algo en el corazón si es que poseía. Cerró los ojos con fuerza, tomó una bocanada de aire y la soltó. Necesitaba pensar con claridad si quería recuperarla aunque sabía a la perfección que no iba a ser tarea fácil porque esa mujer si que era terca pero no podía quejarse, era algo que le gustaba de ella. —No meteré excusa porque no las tengo, no me defenderé porque es indefendible pero si te diré que te amo como en el primer momento que te vi. No cambiará ese sentimiento aunque me odies y te alejes de mi. —Susurró cada palabra con sinceridad y seriedad en su oído.— Perdona a este idi*** que lo único que sabe hacer es preocuparte. —Se alejó no sin antes dejar un beso en su mejilla. @

Matt Malfoy. Miró su reloj por quinta vez en el día, suspiró, se dio media vuelta para irse pero al dar tres pasos volvió al lugar que estaba anteriormente. Ya se estaba cansando de eso, ¿tantos nervios tenía? y la respuesta era obvia de tan solo verlo indeciso de si pasar o no a ese negocio pensando en quien podría estar ahí dentro. Hacía ya tres horas, ¡tres malditas horas en la que no podía decidirse de si entrar o huir cual cobarde! Le estaba molestando su propia actitud ante la situación pero es que, venga, ¿qué podría hacer? llegar y decir como si nada "Hola mi amor, regresé" ¿o cosas así? no, eso no era posible. —Vamos, tu puedes. —Se dijo a si mismo. ¡Cobarde, cobarde, cobardeee! gritaba su mente con una risa burlesca, estaba seguro de que si alguien lo viera en esos momentos lo tacharían de raro o loco. ¿Y quién no lo haría? Estaba en frente de un negocio hacía tres horas, con un traje de bodas recién comprado puesto y un ramo de rosas azules, el cual, por cierto, fue un gran trabajo conseguirlas y todo porque le quería dar una sorpresa a esa mujer que lo volvía loco con tan solo una mirada, de seguro parecía un tonto adolescente enamorado pero es que realmente, amaba a esa mujer más que a su propia vida. — De acuerdo, no retrocederé. —Decidió abrió la puerta carraspeando la garganta para llamar la atención de los presentes.— Disculpen, ¿se encuentra Alessandra? —Murmuró con un pequeño sonrojo en las mejillas notable para el que lo conociera. ¡Madre sana! quería que la tierra se lo tragase si era posible. @

La Atkis despertó al escuchar unas voces conocidas. Miró a su al rededor intentando recordar e hizo una mueca de disgustó cuando se dio cuenta en la situación que se encontraba. -Maldición, me hubiesen despertado. -Soltó la rubia con enfado. Ya recordaba todo, se había sentado en el sofá parapara hablar con su hermano hasta que vino dos personas más, habían comenzado a hablar pero la ojiazul se aburrió y terminó durmiendose. Se levantó con cansancio y se colgó del cuello de su hermanito.- Nee, ¿quién son estos mocosos? Creo que los he visto.. -enarcó una ceja viéndolos y sonrió con maldad. Era hora de divertirse un poco viendo las reacciones de dos niños. La Atkins ideó un plan en su cabeza y en seguida lo puso en acción. -Oye hermano, no sabes las ganas que tengo de jugar -Dijo guiñandole un ojo.- Vamos a demostrarle a estos mocosos lo que interrumpieron -Inquirió entre risas lamiendo el cuello del Ragnarok. Hacía tiempo que no bebía de aquel líquido carmesí y se le estaba antojando con muchas ganas. Cirse reparó más en la cara del joven que estaba delante de ellos dándose cuenta de quién era y de quien era hijo. Mostró sus colmillos al chico pero sin apartese del dueño de la mansión. -Ya veo, eres hijo de mi nieta y cuañada. ¿Acaso Alessandra anda revolcándose con el torpe de mi hermano antes de la boda? Já, como si fuera aceptar tal relación... -chasqueó la lengus y continuó con lo suyo, sólo esperaba que Hades le siguiera el juego. @ @@Hades Ragnarok

Espereeeeeen! *entro y empujo a Alessandra* jajajajja holaaa por acá *-* *le dejo mimos a Sagitas* Pues vengo a lo mismo que Memi *-* me encantaría pertenecer a la familia e.e tendré que ver que familia dejar y será algo difícil pero bueno u.u un cambio de aire es bueno además me parece injusto estar en una familia que me gusta pero no ser activa D: En fin, hablé con Pere y me aceptó como su hija en WA pero si Sagitas quiere ser mi madre no me niego(? Ya, si igual las quiero a las dos jeje Saludos y espero haber completado las lineas xD @ @@Perenela Arya Grindewald Potter Blue

Apareció a las afueras de la Mansión Ragnaventus con tranquilidad. Se había enterado de una carta que le mandó su hermanito gracias a aquellos seres que habían osado atacarla en un negocio, aún tenía sus dudas de como se arrebataron aquella carta pero tampoco iba a meterse tan hondo en el asunto. Se miró por un segundo para fijarme como estaba. Llevaba puesto un short blanco con algunas cadenas colgando, una remera negra suelta, en ella colgaba algunos flecos y tenía una cruz dorada en el medio y unos tacos del mismo color; su cabello estaba suelto cayendo en cascada por su espalda y con una pequeña flor sosteniendo su flequillo. —¡Ah! Hubiese venido con una pequeña maleta, no sería malo quedarme aquí por un tiempo. —Se encogió de hombros pensando en voz alta y se decidió a tocar para ver si alguien te atendía. La Atkins respiró hondo y algo no le gustó... Había un olor que no le agradaba, era la esencia de una mujer y un hombre pero sentía que no eran muy bienvenidos a este lugar. Cirse entró a la Mansión sin esperar contestación y con su voz cantarina comenzó a llamar a su hermano un poco preocupada viendo que, no hacía mucho hubo alguna clase de pelea. —¿Hermano? ¿Dónde estás? Tch, maldición. —Chasqueó la lengua molesta avanzando por la sala principal.— Si no apareces destruiré tu mansión y sabes que soy capaz... —Amenazó con poca paciencia. @@Hades Ragnarok

La elfina siguió a la Gryffindor sin siquiera decir algún comentario, después de todo ya sabía el porque de la visita tan repentina de su ama como también sabía lo de la boda del hermano de la misma. Llegaron a la primera planta y la elfina desapareció en seguida dejándolos solos, no deseaba estar en aquel futuro mar de sangre. Cirse enarcó una ceja al verlos, hacía muchísimo que no veía a su nieta y antigua socia. Se bajó del mostrador con su sonrisa característica de diversión y maldad mezclada, y se acercó a Alessandra hasta estar a dos metros de distancia; río divertida ante la pregunta tan obvia que le había lanzado. —Me parece irónico que me preguntes tal cosa, creo que ya lo sabes. —Sus orbes celestes desprendían un poco de molestia y celos porque, algo que jamás admitiría era el que su hermano era tan importante que odiaba que las chicas se acercaran a él.— Oh bueno, venía a preguntarte la fecha de la boda. ¿Tendré que ir formalmente? Espero que, por lo menos den sangre. —Sonrió mostrando sus colmillos y cruzándose de brazos. Por supuesto quería a la Gryffindor pero eso no significaba que le fuera a dejar vía libre con Matt, iba a hacerla sufrir un poquito al fin y al cabo, nunca se iría esa parte de la Atkins ni con sus familiares. —¿Y bien? ¿Cómo hiciste para engatusar a mi pobre hermano? No me lo puedo imaginar. —Inquirió con sarcasmo entrecerrando los ojos. Já, esto apenas había comenzado... @

—Jé, no ganarán nada matándome. —Susurró antes de ser callada. Uno tras otro hechizo venía a su dirección sin siquiera tener tiempo de defenderse. La Atkins ahora estaba casi muerta, si de verdad querían tener piedad sobre ella estaba fallando y bastante. Internamente chasqueó la lengua con molestia, no es que estuviera molesta en perder tan rápido, sabía a la perfección que era débil y por ello jamás andaba metida en alguna pelea pero le molestaba el hecho de ser asesinada por ellos o mejor dicho, por ella... Aquella mujer que siempre admiró y que luego todo perdió valor aunque claro, jamás admitiría que seguía teniendo algunos sentimientos para con ella. Miró o por lo menos intentó mirar a las figuras que tenía delante de ella, a pesar de que no podía ver sus caras podía reconocerlos por sus figuras al menos a dos de ellos. No podía moverse y menos podía pronunciar algún hechizo, tampoco tenía planeado defenderse ni llamar a sus compañeros. No valían la pena, no ahora, pues algo que estaba segura era de que ellos se iban a vengar de su muerte. Era bastante gracioso ver la posición en la que estaba la rubia considerando que odiaba sentirse inferior y más odiaba ser ridiculizada pero viendo como estaban las cosas no podía hacer mucho al menos que un milagro ocurriera.

Bien, esto la estaba agotando más de lo que ya estaba. Volvía de un largo viaje y lo que recibía era una acusación que sinceramente, para ella, no tenía fundamentos. —Por lo menos, cuando vayas a lanzar un hechizo fíjate si tengo el objeto en mano. —Se burló viendo el fallido intento de su expelliarmus. La Atkins sacó en seguida su varita de su cabello y apuntó a las cuerdas que venían directamente a ella.— Evanesco. —Aquellas cuerdas desaparecieron antes de siquiera tocarle un pelo. Cirse bajó del mostrador con enfado.—Niño, si crees que me interesa tus acusaciones estás equivocado, además, él es él y yo soy yo, porque estemos relacionados no significa que sepa de su vida privada. —Y no mentía en cierta parte, después de todo, apenas si tenía contacto con Hades. Aunque admitía que era cierto en algunas cosillas más oscuras pero obviamente no iba admitir nada, eso era como sentenciar su propia muerte. Miró el brazo que señalo el joven y se río a carcajadas. Si realmente esperaba que alguien apareciera le iban a aparecer canas verdes, de eso estaba más que segura. —Bueno, si deseas esperar hazlo pero por favor, no me agredas cuando yo no lo he hecho. Atacar a un civil indefenso, que horror. En fin, ya pueden irse, shú shú. —Hizo un ademán con la mano para echarlos como perritos.

La Atkins enarcó una ceja viendo al joven que entraba todo sudado a la tienda y ademas parecía.... ¿Enfadado? Sí, era exactamente eso. No comentó nada, simplemente abrió la carta y la leyó sin prestar mucha atención. —¿Qué deseas que te explique? ¿Qué un amigo que considero hermano me pida que lo visite? —Ironizó con una risa guardando la carta y mirando atentamente los movimientos de aquel chico que, si mal no recordaba, ya lo había visto un par de veces. No se movió de donde estaba y ni siquiera se gastó en sacar su varita, ¿por qué lo haría? nada malo había hecho, al menos no en esos momentos... —En serio, venir aquí exigiendo explicaciones que no tienen sentido, ¿acaso no tenéis otras cosas mejores que hacer? —suspiró frustrada acomodándose el cabello; realmente aquellas personas tenían tiempo libre al cien por ciento. Hizo una mueca de desagrado al escuchar la palabra "sospechoso".— Son como una plaga de cucarachas, maldición. —Chasqueó la lengua molesta. No tenía planeado continuar aquella tontería pero si venían más "intrusos" a acusarla de a saber que cosa no se quedaría de brazos cruzados y tendría que jugar su última carta en caso de estar en aprietos, cosa que esperaba no sucediera.

Entró de un sopetón al local Moco de Troll. ¿Hacía cuanto que no visitaba dicho negocio? Bastante, desde la vez que había disuelto su sociedad con su nieta y su ex ahijada, desde esa vez jamás había pisado nuevamente el suelo de aquel lugar, principalmente porque la Atkins había desaparecido cuatro largos años del mundo mágico para irse al mundo muggle, cosa sorprendete hasta para ella misma. —Si que se volvió un loquero esto, ahora pasáis viniendo solo para pelear o discutir por boberias. —Comentó enarcando una ceja a los presentes.— ¿Dónde está Alessandra? Quiero hablar con ella y la necesito aquí. ¿O acaso vais a perder el tiempo en su charleterio? —Esa parte de la Atkins jamás cambiaría, siempre trataría a los demás como insectos aunque intentaba no hacerlo de vez en cuando. Avanzó hasta el mostrador y se sentó arriba de este con las piernas cruzadas. Hizo un chasquido de dedos haciendo aparecer a su elfina Syna aquella que nunca le fallaba y estaba con ella desde que tenía uso de razón. La elfina la miró asombrada de verla después de tanto tiempo y sonrió a su amita esperando una orden. La rubia tan solo agarró una pluma con un pergamino comenzando a escribir a gran velocidad; le entregó el pergamino doblado a su elfina y le sonrió. —Dásela a Alessandra Gryffindor Delacour, no te demores mucho por favor. —Syna asintió y desapareció en seguida. La Atkins suspiró nuevamente cansada, realmente estaba agotada. Al principio pensó que al regresar al país iba a tener descanso pero no fue así, al contrario, las cosas comenzaron a complicarse y muchas cosas debían ser puestas en orden.— Por cierto, me enteré que ahora solo Ale es dueña de la tienda, ¿acaso pasó algo malo? —Preguntó con cierta duda. Se quedó pensativa, ¿la Gryffindor leería a carta? Esperaba que si, pues necesitaba arreglar unos asuntos con ella, después de todo, se había enterado que se casaría con su hermano ¿acaso estaban locos? por supuesto que no permitiría tal aberración al menos que, claro, le dieran un justificativo del porque debería aceptarlo. Aunque en la carta no decía mucho, sólo algo de: Sencillo pero que remarcaba que algo importante era y sabía a la perfección que la Gryffindor no era tonta ni por asomo.

La Atkins volvió su atención a Lyra en cuanto supo que todo había salido bien. Era cierto que no había elegido una buena venganza pero era necesario si quería echarles a todos y que no destruyeran nada, por el bien de ella y del negocio, claramente. ―De acuerdo, entonces serán esas tres. ―Dijo mientras que agarraba las tres plantas indicadas y las separaba del resto para que no se entreverarán.― Uhm... Claro, en estos días me pasaré para llevártelas ¿si? ―Luego de meditar unos segundos le sonrió con un poco de pena sabiendo que Lyra mentía. Algo que aprendió a las malas después de tantos siglos de vida era el percibir las mentiras aunque fueran pequeñas. Lo más seguro era que la Ryddleturn había oído y sentido todo el revuelto que estaba sucediendo abajo y se sentía incomoda, no la iba a culpar ¿quién no se sentiría igual ante semejante cosa? Negó con la cabeza sacándose las ideas innecesarias que recorrían dentro de sus sistemas y suspiró con cansancio. ―Por supuesto, ya pronto nos veremos. ―Sonrió calidamente.― Sería genial verte por ahí, prometo pasarme por alguno de tus negocios. Cuídate. ―Se despidió con felicidad. En cuanto sintió que Lyra se había marchado se encaminó a arreglar las plantas para su futuro hogar y para el viaje que darían hacía dicho lugar. @

Rodó los ojos al sentir la voz de su hermana en su oído y para colmo toda melosa, puaj, eso realmente le daba asco. Enarcó una ceja ante sus comentarios suspirando, ¿acaso no podía tener una hermana normal? parecía que la respuesta iba a ser siempre no pero no quería perder las esperanzas aunque con Isabella y Juliene se había ganado el premio mayor. ― Humilde va a quedar si no dejas de ***erme la existencia. ―Sentenció con enfado mientras la miraba a los ojos.― Joo. ¿De verdad lo parezco? ¿y no se te hace una idea del porque me han dejado a media? ―Preguntó con ironía. ¿De verdad le encantaba molestar a la Atkins? Si bien sabía que su "hermanita" era fanática de molestar a las personas de ahí a molestarle a ella, su propia sangre, puff, eso ya era pasarse. No pudo evitar sonreír con cierta maldad ante la propuesta de la Black Lestrange. Se relamió los labios abrazándola por el cuello cual gata en celo, si su bella y querida hermana quería jugar con fuego lo haría con mucho placer, no es que fuera afán de estar con mujeres o mismo hacer incesto pero ¿por qué no servirse cuando le daban el plato en bandeja de oro? ―No me tienes Juliene porque he aprendido mucho de mi madre, ya sabes, la sangre tira. ―Le dio un pequeño beso mordiendo su labio inferior dejandole sangrando.― Pero ya sabes, me gusta... Salvaje, apasionado.... Intenta excitarme y tal vez lo pruebe contigo. ―Se carcajeó sentándose en una silla.

Syna elfina de Circe. Suspiró con cansancio al ver el desastre que quedó en toda la primera planta. Admitía que la idea de su amita no era la gran cosa pero también comprendía que lo hacía para no destruir nada pero aún así... Ella era la que tenía que limpiar y eso no le agradaba mucho que digamos. Si bien respetaba a su ama, a veces creía que tenía mentalidad de una niña de 10 años para hacer tal travesura pero claro, Syna no podía decir nada, además la conocía de sobremanera después de todo la conocía desde que era una bebé. Tomó una escoba y con un chasquido hizo desaparecer todo el agua quedando seco el lugar. Caminó por toda la sala limpiando los "cadáveres" de los insectos. No demoró mucho en terminar y dejar todo el lugar como nuevo, parecía como si nunca hubiese llegado gente o que lloviese y apareciera insectos de todo tipo. Un escalofrío apareció en su cuerpo al pensar lo que iba a hacer la hermana de su ama Circe como venganza. Se mordió los labios con miedo de tan solo pensarlo... Solo esperaba que no fuera tan grave o sino explotaría una guerra.

Apareció en la entrada de aquel bar y restaurant enfurecida, estaba que echaba chispas si alguien se acercaba de seguro no terminaba bien parado. Quería y deseaba matar a alguien pero principalmente quería decir unas cuantas maldiciones a su querida y linda hermana Juliene. Entró dando una patada (?) a la puerta revisando a gran velocidad todo lo que estaba dentro del local pero ni rastros de aquella mujer que quería pero a la vez odiaba con todo su corazón, ¿cómo no lo haría? Le había interrumpido su sesión de sexo y para colmo casi destruye su negocio ¿acaso estaba loca? Bien, esa pregunta era obvia. ―¿Dónde está? ¿Dónde se encuentra Juliene? Si no aparece juro que quemaré este lugar. ―Siseó con enojo cruzándose de brazos. De verdad iba a hacer algo si no aparecía la Black Lestrange.― Juliene Black Lestrange Ravenclaw, aparecé que tu linda hermanita te vino a visitar. ―Canturreó mientras que revisaba cada centímetro del lugar. Si tenía que dar vuelta todo para encontrarla lo haría, aunque lo más seguro era que estuviera haciendo una de sus tantas "travesuras" en algún lugar o revolcándose con cualquiera, después de todo así era Juliene.

Le sonrió a Lyra con cariño. —La mayoría de las veces si, hay otras que mejor no acercarceles. —Un escalofrío se hizo presente en el cuerpo de la Atkins al recordar como esos cuadros le habían hecho la vida imposible porque estaba enojado por los gemelos de Alessandra. ¿Qué tenía la culpa de que esos eran fantasmas endemoniados? En todo caso, deberían haberle castigado a la madre de esas criaturas y no a ella. Negó con la cabeza quitándose esos pensamientos y le puso suma atención a su invitada más cuando escuchó que alguien le había informado mal sobre sus negocios. —En realidad, Lyra, nadie sabe que dejé de ser dueña. Después de todo fue hace un par de días que lo abandoné. —Se encogió de hombros, no tenía muchas ganas de ahondar mucho en el tema, sus razones eran muy personales y no quería que alguien la oyese y se armara jaleo innecesario.— Me alegra saber que quisieras verme, justo estaba recogiendo algunas de mis cosas. —Río un poco.— En eso somos iguales, odio la seriedad aunque claro, hay veces que se amerita ser un poco serio. Se quedó boquiabierta al recibir tal noticia. ¿Renunciar al ministerio? Eso si que no se lo esperaba, pensaba que le estaba yendo bastante bien en su trabajo. Carraspeó la garganta y la miró enarcando una ceja.— ¿Por qué haz renunciado? Y yo que pensé que estabas de regreso en el Ministro como antaño. —Desvió su vista a las plantas parlanchinas y no pudo evitar soltar una carcajada.— No, hablan solo cuando hay gente presente o cuando tu lo deseas. Estaba a punto de decir algo más cuando oyó voces desde la planta baja, sonaba como a una pelea o algo por el estilo. La Atkins entrecerró los ojos con molestia, tenía un buen oído y sabía quienes eran las personas que estaban a punto de destruir el negocio; si bien ya no era dueña era fundadora y lo protegería. Llamó en seguida a Syna su elfina y esta apareció en seguida. Cirse le indició lo que tenía que hacer sonriendo internamente, se vengaría de Juliene por lo que le había hecho en su habitación; la elfina asintió desapareciendo del lugar en seguida. —Disculpa, necesitaba sacar unas... cucarachas... —Fingió dolor.— ¡Cierto! ¿Quieres llevarte algunas? Deberías aprovechar que aún no salen a la venta, además podrías hacernos publicidad. —Guiñó el ojo con diversión, no le molestaría darle algunas a su madre pues veía que le gustaban bastante. @ Snya elfina de Circe. Luego de que su amita le indicara lo que tenía que hacer se dispuso a conseguir lo necesario. Entró a la ex oficina de su amita, agarró unas cosas que estaban dentro de un cajón y bajó hasta la primera planta donde se encontraban el hijo de una de las dueñas, la hermana de la señorita Cirse y un joven que no conocía en lo absoluto. Se escondió esperando la oportunidad exacta para lograr su cometido aunque no podía evitar estar boquiabierta por todo lo que veía y oía de esos jóvenes, ¿de verdad eran familiares de su amita linda? eso no podía ser posible. Se encogió un poco pero no se acobardó, salió del lugar antes de que se fueran del local carraspeando la garganta para llamar su atención. —¡Tengo un mensaje importante para todos ustedes! Es de la señorita Circe quien se encuentra arriba. —Los miró a todos seriamente.— Ella dijo: "¡Escuchen malditos parásitos mal nacidos! Si llegan a destruir UN solo objeto o encuentro un rasguño en MI negocio juro que lo lamentaran el resto de sus malditas vidas. Pudranse y váyanse." —Imitó a la perfección la voz, el enojo y burla de su ama Cirse. Se alejó unos cuantos metros y con un chasquido todo el lugar comenzó a llover, les tiró bombas fétidas a los presentes y para rematar dejó libre muchísimas arañas, serpientes y cucarachas quienes comenzaban a subirse por los cuerpos de los presentes. @@Andrew Potter333 @ @@Juliene Black Lestrange