Mahia Hessings
Se encontraba desempacando en su habitación luego de pasar una temporada con su familia, aún cuando ya era algo mayor apenas se encontraba en su segundo año en la Residencia Beckford, su madre lo había dispuesto así y a diferencia de muchas chicas Mahia no había empezado su educación formal hasta los 15 años, "Es lo mejor, explotaras al máximo tu potencial si eres un poco mayor" Le había dicho su madre cuando tomó la decisión de esperar un par de años antes de matricularse.
Desde que tenía memoria la chica sabía que su destino era asistir a Beckford y que durante su estancia ahí tendría que cubrir altas expectativas, su madre y su hermana habían egresado de la residencia siendo excelentes brujas, dominando su magia por completo sin necesidad de varitas y además comprometidas con los mejores partidos posibles. Su familia no esperaba menos de ella, por lo que se esforzaba al máximo en todas las clases tanto para ser una gran bruja como para ser una excelente novia.
Mahia no entendía por completo porque muchas chicas eran enviadas ahí como castigo, había sido criada para asistir a Beckford, nunca tuvo una varita cuando estaba en casa y veía a su padre usarla no podía evitar pensar que aquello tan preciado para la mayoría de magos y brujas era un limitante y que ella como su madre y su hermana tenía la oportunidad de explotar al máximo su poder mágico sin depender de un simple objeto.
Terminó de desempacar y de arreglar su habitación en el ala oeste, luego salió a recorrer los pasillos de la residencia, camino sin rumbo hasta llegar hasta el ala contraria de la residencia.