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Elizabeth Tonks

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Todo lo publicado por Elizabeth Tonks

  1. Goob, El fraile gordo y Elizabeth Tonks. Aunque el regaño no había sido exclusivo para él, el fraile gordo no pudo evitar sentirse mal por la situación, bajando la cara y mirando hacia el piso mientras jugueteaba con los dedos entrelazados en su espalda. -Tiene razón Milady.- El fraile hizo una breve reverencia hacia Annick a manera de disculpa, se enderezó y agregó.- No se preocupe, que no volverá a pasar.- A continuación hizo un segundo ademán para retirarse, empujando consigo al fantasma de Alberta que continuaba allí con ellos. La mujer no protestó, y en cambio ambos atraveraron las paredes rumbo a otro pasillo del hotel para arreglarse rápidamente para la fiesta, puesto que ya era bastante tarde para la misma y aún debían afinar detalles antes de que la mayoría de los invitados llegaran. Al ver menos gente alrededor Goob no pudo contenerse más y replicó a Annick.-Espero que de verdad sean solo un par de días.- Dijo dignamente, levantando el cuello como para hacerse oír claramente.-La condición que tengo a esto es que no pueda usar el armario. Bloquéenlo con magia o algo... Tal vez un hechizo que le haga pensar que hay algo terrible dentro y simplemente ni se le ocurra abrirlo.. Aunque bueno, si lo viera no sería del todo irreal y no lo volvería a hacer...- Agregó eso último como para sí mismo, bajando un poco la voz y olvidando momentáneamente que hablaba con alguien. Elizabeth no dijo nada, esperaba la respuesta de Annick para la única peticición realizada hasta entonces por el fantasma a cambio de que el muggle desconocido pasara su estancia en esa habitación, deseando averiguar, seguramente igual que su socia y amiga, qué era lo que se ocultaba detrás de aquellas puertecillas de madera tallada.
  2. Goob, El fraile gordo y Elizabeth Tonks. -¡Silencio todos!- Elizabeth no había alzado el volumen de su voz, sino que había empleado un sencillo hechizo amplificador para hacerse oír sobre las voces de todos los allí presentes. Annick hablaba con el preocupado Babbling, haciéndose cargo del muggle desmayado y encontrando mirada con la Tonks, pues ambas solían entenderse a veces únicamente de esa manera. Por su parte, Goob continuaba su discusión con Alberta, ignorando la presencia de ambas brujas que tenía detrás, y el fraile gordo interpuesto entre ellos intentando calmarlos. Éste último se dio la vuelta sin dejar de hablar, ahora intentando explicar lo ocurrido a las dueñas del hotel, quienes le hacían poco caso. Al escucharse la voz de Elizabeth el pasillo quedó en silencio; Goob se había dado la vuelta y su rostro había tomado un tono aún más pálido de lo que era, si es que aquello era posible; juntó ambas manos por la espalda, bajó el rostro e intentó esfumarse lentamente mientras todos se encontraban aparentemente distraídos con aquél muggle. -¿A dónde crees que vas?- Lo detuvo el fraile, quien creía que todos debían enfrentar sus problemas independientemente de su gravedad. -Yo me encargo de él y tú de este par...- Dijo Elizabeth a Annick, señalando a Alberta y Goob quienes, separados aún por el fraile, intercambiaban miradas asesinas. La bruja creía que su amiga arreglaría mucho mejor el problema, además que prefería lanzar hechizos que discutir con ellos. La bruja miró dentro de la habitación, con otro hechizo acomodó la cama y entonces dirigió la varita hacia el hombre desmayado en el suelo. -¡Obliviate!- El hombre dio una sacudida pero continuó desmayado, lo cual sería útil; al recuperar el estado de conciencia creería haberse quedado dormido. Otro movimiento de varita y el hombre levitó, avanzó lentamente y se golpeó la cabeza con la puerta entreabierta. -¡Ups!- La bruja hizo una mueca de sorpresa y culpa a la vez, y apuró el hechizo para dejarlo acostado sobre la cama. -Mi habitación...- Susurró Goob a Annick con aire derrotado. -Ustedes lo prometieron...- Agregó, mirando al muggle aún inconsciente.
  3. Goob y El fraile gordo. -¡Mira lo que has provocado!- Inconscientemente Goob cerró los ojos y levantó los hombros, como si aquella posición disminuyera el retumbar en sus oídos de la voz de Alberta. -No desalojaré nada.- Dijo desafiante al fantasma de la bruja cuando ésta terminó su oración, a pesar que por dentro le temía. La discusión fue interrumpida por Otto, quien desesperado gritaba por agua en lugar de crear un chorro con un sencillo aguamenti. -¡No! ¡No se les ocurra despertarlo aún!- Agregó sensatamente el fraile.-¿No ven que armará lío nuevamente? ¿Qué le diremos a este pobre hombre?- Había hecho un accio a una de las almohadas dentro de la habitación y en ese momento la acomodaba debajo de la cabeza del muggle, con la mirada de desaprobación de Goob. -Espero que me la devuelvan tan limpia como estaba.- Comentó éste último, pues de lo contrario la almohada tendría "aroma a muggle". Segundos después la discusión entre Alberta y Goob subió de volumen, cada cual dando sus argumentos y defendiendo su postura. Otto y el fraile se miraban una y otra vez, buscando algún momento en el cual intervenir sin salir también involucrados. Elizabeth Tonks. -¿A quién esperas?- Elizabeth se había aparecido dentro del Hotel, justo detrás del mostrador. Observaba a su socia (?) con pose despreocupada, apoyando los brazos y el peso de su cuerpo sobre el mostrador; de espaldas a ella Annick miraba hacia el sendero. La bruja se sobresaltó un segundo, logrando con ello que la Tonks sonriera satisfecha de su travesura. -¿Invitaste a Elvis? ¿O quizás a alguien diferente? xD Annick separó los labios para replicar, pero entonces se escucharon unos gritos provenientes de algún piso superior. Las brujas intercambiaron miradas sorprendidas y extrañadas, a lo que Elizabeth respondió saliendo de detrás del mostrador y dirigiéndose hacia el origen del sonido, siguiendo de cerca a Annick que había tomado la delantera. A su paso junto a la puerta principal Tonks vio llegar un documento al local, el cual al instante se multiplicó y cuyas replicas volaron en todas direcciones del Hotel, sin duda con el objetivo de informar a toda la comunidad ahí concentrada de algo importante. -Deberían de dejar de hacer eso...- Comentó Elizabeth a Annick, no muy segura de que ésta la escuchara hasta donde se encontraba. -Es decir... hospedamos muggles, ¿no habrán leído el letrero?- Se preguntó a cuánta gente tendrían que desmemorizar o convencer de que aquello era un simple truco, abriendo a su vez -y mientras continuaba su camino- el pergamino. -¿Pero cómo? ¿Ya encenderán el Árbol Navideño? ¡Pero si apenas celebraremos Halloween!- Definitivamente no sabía si su amiga la escuchaba, pues había incluso desaparecido al dar la vuelta a un pasillo. Rápidamente rompió en pedacitos el mensaje, pensando en que su líder debería de haber leído y corregido el mensaje antes de firmarlo. La próxima quizás la estafarían en lugar de solo dejarla mal con aquella ortografía; una lástima, siendo un mensaje oficial del Ministerio. -¿Qué fecha estamos?- Agregó confundida, dándose cuenta de que con los preparativos de la fiesta y otros pequeños compromisos, había perdido la noción de los días.
  4. Goob y El fraile gordo. Hasta ese momento todo había salido conforme a lo "planeado" para Goob, pues ya tenía la habitación para él solo, con el muggle fuera y seguramente inconsciente -según había escuchado- por algunos minutos u horas. Él, como el resto de los habitantes e invitados del hotel deberían estar ya preparándose para la fiesta... -¡Pero nooooo!- Se dijo Goob, en cambio algunos estaban detrás de aquella puerta intentando "hacerlo entrar en razón". Acomodó sus traslúcidas ropas, alisó sus alborotados cabellos y pronto estuvo listo para salir a enfrentarlos, con el plan de cambiar drásticamente el tema, hacer las cosas "por las buenas" y acabar con el asunto de una vez para poder irse a la fiesta. ¿Acaso costaba mucho tomar la varita, hacerle un encantamiento desmemorizante al muggle y cambiarlo de habitación? -¡Bah! Alguien debería darle una lección a ese gruñón.- Eso no lo esperaba. Los cabellos recién acomodados de Goob parecieron estremecerse debajo del sombrero junto con el resto de sus poros, si es que esto podía aún sucederle a los fantasmas. Se tapó inconscientemente los oídos, esperando que aquella voz desapareciera del aire y solo hubiese sido imaginación suya. ¿En verdad era Alberta? Ella no tendría piedad, después de todo era quien en un duelo amistoso mal planificado había acabado con su vida (?) El fantasma con sombrero intentó calmarse, pues de nuevo, no podía cambiar de actitud y dañar su reputación. Debía ser valiente y aceptar sus actos, después de todo había sido un Gryffindor igual que Annick. Aunque seguía pensando en que la culpa la tenía Otto por dar a un muggle aquella habitación, que perfectamente sabía no se daba a nadie más que él, aún cuando no se encontrara en las cercanías del hotel. Era un trato al que había llegado con Elizabeth y Annick hacía tiempo. Del otro lado de la puerta el fraile gordo se las había arreglado, ayudado por Otto, para acomodar al muggle en una silla que alguien había aparecido de la nada, sin embargo éste no parecía dar señales de despertar en poco tiempo. -¿Habrá muerto?- Preguntó el fraile, temiendo que en adelante el hotel tuviera que albergar el fantasma de un muggle -si es que los muggles podían convertirse en fantasmas- que además ya tenía conocimiento del mundo mágico. Otto parecía querer decir algo, pero el temblor en su mandíbula había aumentado. -Hey, Goob, aún no respondes qué se supone que harás. ¿Es que acaso piensas ahuyentar a toda la clientela del hotel? Elizabeth y Annick no estarán nada contentas…- Entonces, la puerta se abrió...
  5. Goob y El fraile gordo. El muggle cuya habitación se encontraba cerrada e intentaba abrir estaba a punto de lograrlo cuando por el rabillo del ojo vio una figura humana, conocida, del hombre que le había entregado la llave de aquella habitación "maldita", oportunamente para reclamarle por los inconvenientes. -¿Podría decirme lo que...- Pero la pregunta que el no-mago quería formular no la supieron, pues el hombre cayó de lado, escurriéndose junto a la pared, tras ver las dos figuras etéreas que flotaban detrás del recepcionista. El fraile gordo, asombrado, dejó escapar un pequeño grito ahogado por sus propias manos al llevárselas a la boca. -¡Santo cielo!- Exclamó el fraile, avanzando el pasillo rápidamente y atravesando a Otto, quien se estremeció al sentir el inesperado frío provocado por la esencia del fantasma de Hufflepuff. -¿Deberíamos hacer algo?- Continuó, intentando acomodar al muggle en el suelo en una posición más cómoda, pues ignoraban cuánto tiempo permanecería allí. -¡Váyanse! ¡Se los advierto!- La voz de Goob se escuchó desde el otro lado de la puerta, seguido de un cerrojo que acaba de ser cerrado nuevamente. La llavecita metida en la cerradura cayó al suelo empujada desde el otro extremo, ocasionando un leve ruido metálico. Del otro lado, dentro de la habitación, Goob verificaba que su preciado secreto continuara en su sitio, tras lo cual se sintió más relajado aunque preocupado por lo que Annick y Elizabeth dirían; a final de cuentas lo que dijeran Otto y el fraile le tenían sin cuidado. No recordaba hasta entonces a Alberta...
  6. Segundo piso, ala este, última puerta a la izquierda. Ignoraba cuánto tiempo había transcurrido desde su última visita a la Hacienda. "Un par de años" se dijo, aunque estaba segura que tal vez eran más, muchos más. Las cosas habían cambiado drásticamente, ya no era aquella niña que solía tener batallas de práctica en el jardín con su hermana, ni la joven bruja que había asumido el cargo legado de su padre. No, ahora -aunque seguía siendo joven- consideraba que había madurado. Ello lo atribuía a todas las experiencias vividas en su corta vida, desde su educación en la Academia de magia, pasando por el Ministerio, Orden del Fénix y su retiro parcial posterior. Apareció en la que seguía siendo su habitación dentro de la Hacienda Tonks. Afortunadamente, al ser matriarca de la familia podía hacerlo sin problemas, aunque ésto era prácticamente lo único que había hecho desde su nombramiento como tal. Tiempo atrás su padre, Ishaya, había desaparecido sin dejar mucho rastro de su paradero, por lo que la bruja había sido nombrada como Matriarca de la familia, sin embargo, nunca había cumplido sus funciones como tal. Esperaba que en un futuro fuera diferente, ya que pesar de todo lo consideraba su responsabilidad, pues seguía siendo la primogénita Tonks. Los elfos domésticos continuaban haciendo su trabajo como siempre, manteniendo la habitación limpia y ordenada a pesar de que nunca fuera usada, pues era bien sabido que en el pasado solía aparecerse inesperadamente. La cama, bien tendida y arreglada, despedía un fresco aroma a flores recién cortadas, lo que indicaba que las sábanas se encontraban limpias y recién cambiadas. La ropa ordenada, los libros sin polvo y una vieja fotografía en la mesita de noche continuaban todo en su sitio, como si el tiempo se hubiese congelado años atrás. Se quitó la capa de viaje y cambió sus ropas por algo más cómodo, sin perder el estilo de la vestimenta negra; arregló sus alborotados cabellos, guardó la varita en un bolsillo y abrió la puerta de la habitación en dirección al pasillo, dispuesta a dar una vuelta para ver quién se encontraba en casa. Sospechaba que seguramente ya no conocía a la mitad de sus familiares, ni ellos habrían escuchado hablar de la Tonks. -¡Thaffy!- Exclamó, pues al abrir la puerta la pequeña gata se había colado y enredado su cola entre las piernas de Elizabeth. -Me da mucho gusto verte, ¿te han cuidado bien, eh?- Dijo a la criatura, acariciándole la barbilla mientras ésta ronroneaba. -Acompáñame...- Dio unos pasos, cerrando tras ella la puerta de la habitación y alejándose, seguida por Thaffy a pocos centímetros de distancia.-... Veamos quién anda en casa.-
  7. Goob y El fraile gordo. El fraile gordo retrocedió un paso al escuchar los gritos de Otto, quien desesperado empezó la búsqueda de Alberta, otra de los fantasmas que solían habitar el Hotel. -Ohh vamos Señor Otto, esto no puede ser para tanto... No ahora que la celebración de Halloween...- Y se detuvo, pues Otto no le prestaba el menor de los casos y en cambio, caminaba en la misma dirección que Goob para seguirlo hasta la habitación. El fraile acarició sus escasos cabellos, claramente preocupado por lo que pudiese ocurrir en los próximos minutos. Debía intervenir de alguna forma, aunque en realidad no tenía idea cómo. -¡Esperad!- Fue lo único que pudo gritar, flotando a toda prisa tras el mago. *~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~* -¡Una habitación con ciertas características! ¡Já!- Goob parloteaba solo camino a la habitación #170786, parándose en seco al frente de la puerta de entrada. ¿Debía hacerlo? ¿Recuperaría "su territorio" así sin más? No podía echarse para atrás, pues la amenaza que había lanzado a Otto sugería otra cosa. Eso dañaría claramente su reputación y credibilidad, algo que lo caracterizaba. Observó al rubio hombre tras atravesar la pared, dormitando con la cabeza baja sobre una silla junto a un rincón. Observó su cama, desecha en todos sus ángulos. ¿Cómo podía alguien levantarse de allí y no acomodar nuevamente las sábanas? Él no dormía, pero cuando usaba la cama las sábanas quedaban perfectamente alineadas. Eso terminó de decidirlo, dándole el valor que necesitaba para hacer lo que debía. -¿Qué acaso las demás habitaciones no tienen cama? ¿Baño? ¿Closet? ¿Qué tantas necesidades puede tener un simple muggle como este?- Al mencionar la palabra "closet" había vuelto la mirada instintivamente hacia el mismo, en cuyo fondo oculto guardaba algunos de sus más preciados secretos. Solo dos personas en el Hotel sabían de ello, motivo por el cual no lo echaban de la habitación. Si ellas se encontraran allí seguramente le darían la razón. El muggle parecía haberse dejado vencer por el sueño, pues apenas se había movido con la voz del fantasma del sombrero. Éste pareció disgustado al notar que sería un trabajo duro intentar despertarlo, por lo que pasó al siguiente plan sin intentar mucho más el primero. Abrió la puerta y liberó el camino, y sin mucho esfuerzo de su parte logró colocar al muggle y su silla fuera de la habitación, pegado a una de las paredes del pasillo principal. -Así está mejor.- Susurró, limpiándose las manos como para sacudir el polvo. Entonces se sorprendió al ver al final del otro lado del pasillo la figura de Otto que se dirigía a toda velocidad hacia a él. -¡No lo hagáis!- Gritó de pronto el fraile, quien surgió desde el suelo frente a él y fue atravesado unos segundos después. Goob no pensaba discutir, había dicho que recuperaría su habitación y era justo lo que hacía. A toda prisa volvió hasta el cuarto, tiró fuera la maleta y pertenencias del muggle y cerró de un portón, pasándole los cerrojos por dentro para evitar que alguien corpóreo se introdujera en ella.
  8. Hotel Transylvania. Goob y El fraile gordo. El fantasma de sombrero puntiagudo escuchaba atentamente las palabras del encargado de la recepción, un mago castaño y bien peinado que parecía irritado por la situación. A pesar de encontrarse a unos metros por detrás del fraile las palabras le llegaban claramente a sus perlados oídos, frunciendo cada vez más el entrecejo tras cada palabra. -"..solicitó una habitación con ciertas características, y ésa era la única habitación que las cumplía."- Resultó la gota que derramó el vaso. El fantasma flotó rápidamente hasta el mostrador, situándose a la izquierda del fraile gordo que permanecía allí escuchando el resto de la explicación referente a la celebración de Halloween. -¿La única que qué?- De haber sido posible las fosas nasales del fantasma hubieran despedido humo. -¡Claro que mi habitación es única! Es por eso que Annick me la ha cedido indefinidamente.- Tosió, dándose importancia. -Annick es una de las dueñas del Hotel, ¿sabía usted?- Era evidente que trataba de controlar su explosivo carácter con el encargado. -Todos aquí lo saben...- Comentó el fraile, intentando romper el incómodo segundo de silencio que siguió a la pregunta. -¿Es que en verdad es tan importante? No tengo problema en compartir mi habitación...- El fraile comenzaba a impacientarse, pues apenas faltaban unos minutos para que la fiesta de Halloween diera inicio y todavía no preparaba su disfraz. -¡Bah! ¡Nadie lo entiende!- "El del sombrero" dio media vuelta para retirarse en dirección a la habitación #170786, donde todavía se encontraba el muggle seguramente teniendo un sueño inquieto. -Prepare la varita Señor Otto, tal vez necesitará un obliviate para después de que yo recupere mis territorios.-
  9. Hotel Transylvania. El fraile gordo. -¿Què rayos ha sido ese escándalo?- Un hombre regordete color blanco perlado miraba con anhelo a una joven bruja junto a èl, quien con entusiasmo untaba mantequilla con un cuchillo a su trozo de pan. Durante sus visitas al hotel, el fantasma solía acompañar en las comidas a los visitantes solitarios si éstos se lo permitían; èl les hablabla del lugar, de Hogwarts (el lugar donde vivía) y por supuesto de cualquier tema que al comensal le interesara. A cambio de esto disfrutaba de los aromas de las comidas que ya no podìa saborear. -Ohhhh, no os preocupèis.. No será nada grave.- Respondió el hombrecillo, siguiendo con la mirada a otro fantasma que atravesaba rápidamente la pared en dirección a la recepción. Una ráfaga de viento colada por la ventana le moviò ligeramente el puntiagudo sombrero, que el hombre apenas se molestó en acomodar. -Discúlpeme... necesito al fraile unos minutos.- Dijo educadamente a la bruja al pasar y detenerse apenas junto a ellos. A la chica no pareció importarle, dio un sorbo a su jugo de calabaza y miró a ambos fantasmas alejarse sin tocar siquiera el suelo. -¿Hay muggles?- Habían llegado a la recepción, ambos fantasmas discutían a unos metros del mostrador, donde un mago los observaba juiciosamente. -¿Quièn fue el genio al que se le ocurrió hospedar muggles la noche que celebraremos Halloween? ¡Y además le han dado mi habitación! -Ohhh estoy seguro que esto ha sido un error...- Comentó el fraile, rascándose el cuello por debajo del hábito. Había acudido allì invitado por las dueñas del lugar para la celebraciòn de la noche de brujas, a pesar de que ésta habìa ya pasado hacìa apenas unos días. Para el fraile resultó muy conveniente, pues de haberse celebrado la fecha correcta no habría podido dejar Hogwarts y asistir. El fantasma de sombrero puntiagudo resoplaba por lo bajo, claramente enfafado por la situación. -Esperad... Yo lo arreglo.- El fraile hizo un ademán con la mano para indicarle a su compañero esperara un poco apartado. Acomodó sus perladas ropas, carraspeó levemente y al llegar junto a él hablò al encargado. -Disculpadme buen hombre, creí escuchar que hospedaron muggles el dìa de hoy, ¿es correcto?- Tosió, intentando parecer indiferente. -¿Acaso se ha suspendido la celebración? Mi amigo se ha llevado una gran sorpresa mientras se alistaba, pues además lo han alojado en su habitación.- El tono siempre amigable del fraile era ahora un poco menos, pues se esforzaba por mostrar seriedad ante el asunto para defender a su compañero, a pesar de la gracia que lo ocurrido le producía.
  10. El mago alardeaba demasiado, algo que la bruja no toleraba. Su madre habría tenido fuertes palabras para describirlo, palabras que difícilmente ella repetiría, aunque las consideraba ciertas. Segundos antes lo había visto defenderse del hechizo desarmador -grave error- y ahora era su turno de aprovecharse. -Ardius...- Susurró, observando a Darius pasarse la varita por el rostro, meditando rápidamente el hechizo a utilizar. -¡Expelliarmus!- Repitió, buscando con ello ganarle de una vez por todas sin hacerle daño. De esa manera sería más fácil llevárselo para interrogar. Un nuevo destello escarlata surgió de la varita de la bruja en dirección al pecho del mago, justo unas milésimas de segundos antes de que de la varita de èl saliera un rayo tan verde como el pasto fresco. Inevitablemente ambos rayos impactaron en sus objetivos. Por un lado la varita de Darius había volado tres metros hacia adelante, y por el otro, gruesas heridas borboteaban chorros de sangre en el cuerpo de Elizabeth. -¡Accio varita!- Agregó la Tonks sin perder tiempo, abriendo la mano libre para recibir la varita del mago. En esta situación no era necesario especificar de qué varita se trataba, tal como sucedía en las batallas, puesto que era una sola varita extra la que había en el lugar. -Se acabó tu calentamiento...- Le dijo, acercándose un par de metros. Guardó la varita extra en un bolsillo y agregó: -Te convendría más no usar magia oscura.- Señaló, haciendo evidente que notaba sus intenciones. -¡Aqueora!- El tercer y último hechizo de la bruja apareció sin problemas, brindándole curación inmediata y protección contra algunos ataques, aunque al encontrarse desarmado ya no hacía falta. -¿Ahora sí responderás mis preguntas? ¿O prefieres que te obligue?- Esperaba que ahora cooperara, pues no deseaba usar conjuros o pócimas para hacerlo hablar. ------------------ No pensaba usar más que hechizos neutrales, pero ya que te vas pronto, terminè de una vez el duelo para que no quedara inconcluso. Cuando regreses si quieres jugamos otro, espero ya estés graduado y jugamos solo con esos hechizos. Saludos!
  11. xDDDD Conozco bien los hechizos, ntp ---------------------------------- El daño estaba hecho. Ambos magos cayeron al suelo, afectados por los distintos hechizos que habían impactado en sus cuerpos. Darius estaba inmóvil e inconsciente, y por su parte, Elizabeth estaba simplemente petrificada. Esto significaba que, a diferencia del mago sus funciones mentales seguían funcionando, aunque no pudiese mover un solo músculo de su anatomía. Observó con cuidado lo que sucedía a su alrededor. El chico se recuperaba de la inmovilización y levantaba la varita, que por algún motivo había dejado caer durante el impacto y efecto del hechizo. "Mala suerte" se dijo Tonks, pues de no haberse encontrado petrificada habría podido hacerse con la varita del mago fácilmente. Se sintió recuperar, por lo que enseguida se puso de pie. Sacudió levemente sus ropas y agradeció portar como siempre de vestimenta negra, en la cual la suciedad adquirida del suelo lograba pasar desapercibida. -Error de novato..- Le dijo, guardando para sí una ligera sonrisa, pues para los más experimentados perder la varita era un error fatal que no podía permitirse en batallas. Mantenerla consigo a pesar de los hechizos era un arte sencillo de dominar, siendo la única excepción los hechizos de desarme. -¿Crees que puedes distraerme hablando otra lengua?- Esta vez no contuvo la sonrisa. Le parecía realmente gracioso que quisiera burlarse de ella. Definitiva, y aparentemente, no tenía idea de con quien trataba. -¡Expelliarmus!- Exclamó la bruja, apuntando de nuevo la punta de su varita hacia el pecho del mago. En esta ocasión se trataba de un rayo escarlata, que salió rápidamente con el objetivo de desarmarlo nuevamente, sin embargo esta vez la varita del chico volaría al menos un par de metros a su izquierda, teniendo que perder algo de tiempo para recuperarla.
  12. @Darius Disculpa el retraso, problemas con mi compu (murió el teclado ) Ando de la lap de mi hermana xD así que intentaré ser constante durante el fin de semana para jugar lo más posible ----------------------------------------- -¡Evanesco!- Con un sencillo movimiento de varita, la bruja hizo desaparecer en el aire las tres gruesas cuerdas que se dirigían hacia a ella, sin duda con el objetivo de atarla y limitarla de las peores maneras posibles. Un excelente hechizo, si se usaba adecuadamente. -¿Acaso no piensas decir palabra? Aceptas lo aparentemente evidente...- Tanteó, esperando sacarle las palabras, pues el mago parecía indiferente a su conversación. "Al menos ha respondido a la insinuación de duelo", pensó Elizabeth, pensando a la vez en su siguiente movimiento. Dio un par de pasos al frente, disminuyendo apenas unos centímetros la distancia que los separaba. La lluvia había cesado, y ahora únicamente caían algunas gotas provenientes de los tejados. La bruja acomodó su cabello con la mano libre, sin perder de vista los movimientos de su rival. Si bien era cierto que estaba oxidada, duelísticamente hablando, también era cierto que en su tiempo había desarrollado una gran habilidad en los duelos, habilidad que parecía ser innata al tomar su varita entre los dedos. -¡Desmaius!- Un rayo naranja salió de la varita de ébano tras pronunciarlo, viajando rápidamente en dirección al pecho del mago, sitio al que había sido dirigido. De impactarle, el rayo ocasionaría que el mago cayera al suelo inmóvil e inconsciente, necesitando algo de tiempo para recuperarse. Entonces aguardó, atenta a cada gesto y movimiento que su rival realizara, pues si no quería intercambiar palabras con ella, tendría que descifrar el enigma apoyada con el arte de la observación y deducción.
  13. -¿Qué buscas por estos sitios?- La bruja miraba fijamente a aquél mago, intentando escudriñar su rostro. "Legeremancia" pensó, recordándose a sí misma lo útil que le resultaría en algunas ocasiones aprender aquél arte de la magia. Sin embargo no lo sabía, y por ello siempre hacía uso de su -en ocasiones acertada- intuición. Varita en mano, con el cabello corto, revuelto y húmedo por la lluvia, salía del Callejón Knockturn, donde ocasionalmente brindaba la guardia. El objetivo no era cazar ahí mortífagos o algún otro mago vinculado con la magia oscura, sino simplemente mantener el orden en los alrededores y vigilar que ningún adolescente se perdiera entre el Callejón y sus tiendas, pues en aquella época muchos alumnos de los colegios de magia acudían al Callejón Diagon en búsqueda de sus materiales escolares. El agua escurría lentamente por sus ropas, siempre negras. Traía una gabardina ajustada que cubría su blusa y parte de sus pantalones y, calzando sus pies, unas hermosas botas de cuero. La bruja hizo ademán de acercarse, pero entonces notó que el mago sacaba la varita. Elizabeth dio un vistazo rápido por el lugar. Únicamente un gato extraño pareció dar vuelta en la esquina y perderse de vista, después de eso el lugar quedó afortunadamente desierto. El espacio era amplio, dejando a la bruja un aproximado de tres o cuatro metros a cada lado y otro tanto de siete entre su ahora rival y ella. -¿Dirás algo?- Preguntó, levantando su varita y aceptando así el desafío. -Pues bien, soy Elizabeth Tonks. Te concedo los honores.- Agregó, esbozando una ligera sonrisa.
  14. Me paso brevemente. Quisiera agregar, o quizás aclarar, parte de lo que ya expuso Elsa. Desde tiempos inmemorables, la Marca y la Orden han tenido múltiples acuerdos -y desacuerdos-, miles de cosas discutidas cuyos resultados finalmente se dan a conocer a los miembros del foro (y principalmente a la gente de los bandos). Casi siempre, con el visto bueno de administración, eso sin duda. Entonces, si eso siempre ha sido así, ¿porqué es que ahora hacen caso omiso a un acuerdo de hace tiempo? Me parece que el problema en sí no es haberlo abierto, sino no haber consultado a las líderes de la OdF, puesto que es un tema que compete a los bandos. Y sí, a ambos bandos, porque es bien sabido también que todo lo que competa a los bandos fuera de sus subforos tiene que ser por mutuo acuerdo, llámese clubes, familias, roles en la universidad e incluso listas de hechizos. La Orden tiene un GP dentro de su subforo, ¿sabían? Pero como he dicho, dentro de su subforo, donde líderes pueden hacer y deshacer tópicos como éste sin tener que consultar al bando contrario. ¿Solución? Creo que abrir un GP en las Tres Escobas no lo solucionará, porque como he dicho, aquí el problema ha sido hacerlo sin siquiera "hacer gente", como dicen en mi rancho xD, a nuestras líderes. ¿Les han preguntado qué opinan? Creo que ahora la respuesta es clara, pero de haberlo hecho antes, las cosas serían diferentes. Y sobretodo que, como menciona Elsa, esta "pequeñez" ha sido ahora, ¿qué pasaría si rompen algún otro acuerdo más importante? ¿Algo sobre hechizos, intercalaciones, reglas de rol, etc etc..? Lo importante aquí es la comunicación, que según dejan ver, no existe dentro de la oficina de líderes. Y finalmente, respondiendo a Cissy, sí que parece ser un club exclusivo, ¿acaso no has leído el post? Parece ser así, y parece más que quiere ser disfrazado con "cotillas en general". Entonces, si de hecho no es así, edítenlo, y asunto arreglado. Y sugiero, editen también el nombre del club, pues "Knockturn" es alusivo a la marca y al club cerrado hace años, que como se dijo antes, quedó vetado. Y para quien no se enteró del asunto, dejo el post de Elodia, de hace ya casi 5 años cuando hicimos el acuerdo. Como bien se señaló al principio, estos lugares son idóneos para desarrollar mejor tanto nuestros personajes como tramas rolisticas donde el espíritu OdF luzca con todo su esplendor. Bóveda y Bolsa de Bando Tras largas charlas y ajustes de detalles para el tema de los centros, una cosa nos llevó a la otra hasta que finalmente hemos matado dos pájaros de un tiro. Muchos habrán visto las cuentas de bandos, las cuales estarán destinadas para el “papeleo” concerniente a las familias, y para la transparencia de los galeones ahora que por fin se ha zanjado los detalles finales de la bóveda y la bolsa de bando. Bóveda de Bandos: Aquí irán a parar todos los ingresos que ganemos tanto de los negocios como de la familia. Por ende su distribución dependería netamente de los líderes para sus actividades internas, ya sea concursos, torneos, bonus por participación en algún evento global, etc. Bolsa de Bandos: El concepto cambia rotundamente, pues está destinada al apoyo del bando al MM y sus actividades, consta de un monto tope por número de integrantes y según la actividad en la que participe. Es un poco más complejo puesto que debe de haber equivalencia en la asignación pactada, y varios detalles más que varían bastante según las circunstancias que se den para hacer uso de ella. No podemos extendernos demasiado pero queríamos que ambas nociones quedaran claras para todos y lo más transparente posibles. Y bueno, ya para ir culminando esperamos que digieran la información con tranquilidad porque es bastante, así que analícenla con calma. Cualquier duda o pregunta dejaremos abierto el anuncio para aclarar sus inquietudes. Atentamente: La Nibble de la Orden del Fénix. Coyo-t, Elizabeth Tonks, Elodia Riddle y Sally Sigel. Mi humilde opinión xD Ahora, insúltenme si quieren, no pasaré de nuevo y menos ante provocaciones. Parece que mucha gente todavía no ha aprendido a discutir temas con madurez y sin lanzarse "indirectas".
  15. Una suave y fría brisa sopló los alrededores del bosque, haciendo que Elizabeth se estremeciera al sentirla rozar su pecho casi desnudo. Entonces se arrepentía de haber transformado su blusa en un bezoar en lugar de ponérsela de nuevo y convertir cualquier otra cosa, al menos ella la protegería más que su corpiño. Catherine había preferido atacar a Tonks en lugar de defenderse, recibiendo el impacto del expelliarmus que ésta última le había enviado. Elizabeth por su parte, tenía tiempo suficiente para defenderse del rayo tras percatarse de él, después de meterse el bezoar a la boca. Tragó casi sin masticar, de lo contrario el hechizo le ganaría en tiempo. Levantó firmemente su varita y dijo.-¡Protego!- El hechizo se desvaneció de inmediato gracias al escudo invisible. Elizabeth bajó entonces la varita, sintiendo la garganta seca y deseando en ese instante tener un poco de agua para beber. Mientras tanto, Catherine ya había caminado hasta donde su varita para recogerla y se encontraba lista para lo que viniera. La miró mientras hablaba, prestando demasiada atención a sus palabras. Parecías ser que la pregunta de Elizabeth la había inquietado. -Verás... yo conocí primero a Richard y luego, a Pandora. A ambos en Rusia, cuando era aun mucho más joven y es una historia larga- Hizo una pausa durante la cual Tonks se enderezó, levantando a su vez la varita. Definitivamente, no era la respuesta que esperaba. -¿Qué puede interesarte de ese asunto? No me lo explico.- -¡Petrificus totalus!- Rugió, apuntando la varita al pecho de la Stark. Deseaba que el rayo le impactara y así inmovilizarla por unos segundos, los cuales le darían oportunidad de ordenar sus pensamientos. Sin embargo, muy en el fondo, luchaba por aceptar su realidad. -Tengo tiempo para escuchar la historia completa...- Se detuvo, tragando la poca saliva que había logrado juntar en la boca mientras tomaba valor para su siguiente confesión. -La verdad es que... quien me interesaba era... Pandora.- No pudo evitar el nudo en la garganta. Bajó la mirada un segundo y nuevamente miró a Catherine, con los ojos cristalinos por las lágrimas que no dejaba fluir.
  16. @ ------------------- Elizabeth se encontraba aún en el suelo, preparándose para realizar el hechizo que la libraría de la última de las cuerdas cuando sintió un roce frío y húmedo descender por su pecho; ello, y el susurro de Catherine la habían advertido enseguida de lo que se trataba. Un dolor agudo le hizo confirmarlo antes de mirar a la criatura muerta en el suelo, convirtiéndose lentamente en aquella blusa negra otra vez. Estaba envenenada, y no podía hacer mas que un solo movimiento para cortar con los efectos producidos por el roce de los tentáculos de la avispa marina. Se incorporó, ya libre de las cuerdas pero ahora presa del veneno de la criatura. Era una fortuna que aún tuviera a su disposición aquél gran oso para protegerla mientras curaba sus heridas, de lo contrario habría sido una gran dificultad. El sectumsempra lanzado por Catherine impactó sin piedad en el pecho de la criatura, ocasionándole severas heridas que lo desangrarían hasta la muerte en caso de que alguna de las brujas no hiciera algo para ayudarlo. Pronto estaría bajo las órdenes de la Stark nuevamente, por lo que Elizabeth no se encargaría de salvarlo, ya no lo necesitaba más, sin embargo le dio una última orden y el oso obedeció alejándose de ellas para morir hasta finalmente ser la piedra original. -Siempre hace falta un momento a solas para meditar...- Comentó Elizabeth, mirando fijamente a los ojos a la bruja e intentando descifrar los secretos que éstos ocultaban celosamente. Tonks finalmente levantó su varita, apuntó al pecho de su rival y con firmeza invocó un "¡expelliarmus!". El rayo escarlata salió de la varita de la bruja sin perder tiempo, buscando con su impacto hacer que la varita volara 3 ó 4 metros hacia su izquierda, quedando así desarmada. -¡Morphos!- Sin necesidad de apuntar, la blusa que yacía en el suelo se transformó nuevamente, ahora en un bezoar que salvaría la vida de Elizabeth del efecto del veneno. Lo puso con rapidez en su boca y lo tragó tras apenas un par de mordiscos. Hubiera deseado un poco de agua o vino para bajarlo fácilmente, pero tuvo que conformarse con un poco de saliva. El pecho de Elizabeth se encontraba ahora expuesto a la fría brisa, siendo su única protección su corpiño negro con encajes que ahora modelaba. Muchas otras veces había pasado por alguna situación similar, sin embargo en pocas ocasiones como ésta, había sido consciente de su desnudez. Se ruborizó un segundo sin saber porqué, esperando que Catherine no lo hubiera notado y, fingiendo indiferencia, prosiguió. -Es curioso.. también venía a pensar...- Comentó, respondiendo así a la pregunta realizada. Lo que nunca dijo es que acudía para pensar en el pasado, recordar aquella hermosa época que había ya quedado tan atrás. Hacía tiempo que tenía una gran duda y que, estando frente a ella no dejaba de tortutarle los pensamientos. Respiró profundo y tomó valor para su siguiente pregunta. -¿Qué relación tenías con Pandora? O mejor dicho, ¿qué relación tienes con los Stark?- Elizabeth desconocía la historia de la bruja y pensó que tal vez ésta oportunidad de aclararlo no se volvería a presentar en mucho tiempo.
  17. Disculpas, posteo de nuevo ya que, no tengo idea porqué, esta cosa no me deja editar Al hacerlo me quedaba diferente, si pueden arreglarlo lo agradeceré. Debía quedar así: http://i66.tinypic.com/68e9nc.jpg Solo era eso y el premio meteoro 2015 lo que había editado. Gracias otra vez
  18. Edición para agregar mi premio por meteoro 2015 Y aprovecho para meter imágenes. Gracias!!
  19. Mensa, me hiciste reír xD -------------------------------------- Por debajo de ella podía sentir lo que tal vez era una pequeña piedra incrustándose en su muslo derecho a pesar de tener como barrera y protección sus pantalones. La bruja hizo un rápido movimiento de cadera, acomodándose entre la tierra ya que no podía ponerse de pie sin tal vez caer apenas lo haya logrado debido a la cuerda que aún mantenía juntos sus tobillos. Pudo ver y escuchar, justo antes de deshacerse de la cuerda que se enrollaba cubriendo su boca, el nuevo hechizo realizado por Catherine, quien sin la necesidad de apuntar hacia su objetivo, había convertido la roca detrás suyo en un oso grizzly, el cual emitió un ruido feroz antes de encaminarse hacia donde ella se encontraba aún sentada. Recordó fugazmente una película del mundo muggle, donde tanto tiempo había pasado los últimos meses. ¿De verdad para ellos resultaba imposible que un humano pudiera convertirse en un oso? Nada que la animagia o algún otro conjuro no resolviera, aunque para eso se necesitaban un par de años de estudio. La segunda cuerda había ya desaparecido. Levantó la varita en dirección al animal, aunque en realidad no hacía falta. -¡Oppugno!- Sus palabras salieron fuerte y claro, haciendo efecto inmediato en la criatura. Ésta se detuvo a escasos centímetros de Elizabeth, disminuyendo en el último momento la intensidad de su zarpazo, el cual apenas alcanzó a rozar a la bruja sin hacerle mayor daño que destruir su blusa con las garras. -Era mi favorita...- Comentó la Tonks en tono sarcástico, pues ésto no era del todo cierto. De haberse tratado de aquella vieja y ya delgada blusa edición especial de las brujas de Macbeth, otra cosa habría pasado. El animal giró, quedándose frente a Elizabeth con el fin de defenderla de cualquier cosa que Catherine pudiese enviarle; mientras tanto, la bruja aprovechó el momento para pensar en otro evanesco que deshizo por fin la tercera y última cuerda que todavía la mantenía atada. Pudo estirar sus tobillos y sin perder tiempo, ponerse de pie. Un paso a la izquierda bastó para que pudiera ver a su contrincante sin el oso de por medio. Escuchó a Catherine y esperó, pensando que quizás realizaría un nuevo hechizo o la primera de sus preguntas, pues ahora tenían un mutuo acuerdo. Ninguna de las dos cosas sucedió, lanzando entonces Elizabeth la primera interrogante. -Bien...- Empezó a decir. -¿Qué es lo que estabas haciendo aquí?- Repitió.
  20. -¡Vaya...!- Pensó Tonks ante la visión de los rápidos movimientos de su rival, frotando su frente con la mano libre de la empuñadura de su varita. Tenía tanto tiempo de no enfrentarse a un mago o bruja que sentía que había perdido demasiada habilidad, la cual estaba dispuesta a recuperar. Levantó con firmeza su varita hacia Catherine, buscando atacarla con algún otro hechizo cuando en su pecho impactó un rayo escarlata que hizo volar su varita. De no haber tenido la boca amordazada con una de las cuerdas, habría dicho unas cuantas palabras a la bruja, no solo en respuesta a las preguntas realizadas previamente, sino incluso de la manera en que estaba poniéndola a prueba. Era clara la ventaja que había conseguido con apenas un par de movimientos. Elizabeth se encontraba prácticamente entre la espada y la pared. Necesitaba recoger su varita antes de que Catherine intentara obtenerla, pero al mismo tiempo se encontraba físicamente limitada por la cuerda que rodeaba sus tobillos. Observó cómo las uñas de la bruja crecían a una velocidad sorprendente, limitando su puntería; ella no perdió mucho tiempo y formuló un inaudible hechizo que hizo regresar el tamaño de las uñas a la normalidad. Fue entonces, mientras Catherine formulaba su hechizo y las uñas reducían su tamaño cuando Tonks resolvió el problema de su varita. La necesitaba para librarse de las cuerdas y poder vencer a la bruja Stark. A su derecha, a unos cinco metros de distancia, se encontraba aquella hermosa varita de madera de ébano con centro de unicornio, vibrando lentamente contra el suelo. Lo que haría tal vez dificultaría un poco los siguientes instantes, pero no tenía otra alternativa. En el trayecto que la separaba de su arma no había más que tierra y poco pasto creciendo alrededor. Elizabeth giró, flexionó las rodillas no limitadas por las cuerdas y saltó cual canguro, estirando los brazos lo más que pudo para intentar coger la varita. Cayó sin embargo aún a metro y medio de ella, arrastrándose con las manos hasta por fin, hacerse con ella. Sintió que aquellos movimientos habían durado largos minutos, pero no habían pasado más que algunos segundos. Stark aún se miraba las uñas asegurándose de que no crecían más, aferraba su varita y apuntaba con ella a Elizabeth que yacía en el suelo. Tonks levantó su varita en dirección a Catherine, decidida a lanzar un nuevo ataque. Realizó una floritura de varita, y sin embargo, al último instante desistió. En su lugar pensó en un nuevo hechizo seguido de un movimiento de varita diferente, el cual hizo desaparecer la cuerda que la amordazaba. Sin duda aquél hechizo había sido un silencioso evanesco. -¿Preocupada Tonks?- Escuchó decir a Catherine. -Ni un poco...- Agregó Elizabeth, sin dejar de apuntar con su varita a la bruja mientras que con la mano libre se apoyaba contra el suelo para sentarse y mirarla de frente. Estaba segura que no saldría bien librada de aquél encuentro, pero debía aprovechar aquella oportunidad. -Juguemos un juego...- Se aventuró a proponer, de esa manera tal vez ambas obtendrían algo de lo que buscaban. -Preguntas y respuestas. Contestaré tus preguntas si respondes las mías, ¿te parece?-
  21. No problem negri o/ ------------------------------------- El duelo había dado inicio rápidamente, más de lo que la bruja hubiese imaginado. No era del todo malo, después de todo anhelaba practicar desde mucho tiempo atrás. Lo que nunca había imaginado es que aquella "práctica" sería justo con Catherine Stark. -¿Porqué debería contestar a tus preguntas si tú no lo haces con las mías?- Tras evitar el hechizo enviado a hacerle daño, hubo un inesperado contra-ataque, el cual dejó a Elizabeth atada con tres gruesas cuerdas. La primera de ellas impedía que la bruja pronunciara palabra alguna, la segunda ataba sus brazos, impidiendo que apuntara efectivamente a su contrincante, y finalmente la última cuerda que ataba sus tobillos, un movimiento en falso y Tonks caería de bruces. Después de ello Elizabeth tuvo unos breves segundos para reflexionar, segundos que Catherine utilizaba para recuperarse del desmaius recibido. La bruja pensó en la buena suerte de la Stark, pues un centímetro más a la derecha y su varita se habría partido en dos o tres pedazos. -¡Evanesco!- Pensó Tonks, aferrando la varita en la zurda. La cuerda que ataba los brazos al tronco de su cuerpo desapareció inmediatamente, dejándola libre para apuntar con precisión a su rival. Deseaba contestar a la pregunta de Catherine, sin embargo con la primera cuerda amordazándola no había mucho que pudiera intentar decir que no sonara como simples quejidos. La bruja tendría que esperar tras recuperarse para escuchar la réplica a su interrogante. -¡Crece-uñas!- Pensó nuevamente Elizabeth, apuntando ésta vez su varita hacia el pecho de Catherine. De impactarle este nuevo rayo, sus uñas empezarían a crecer tan rápidamente que le dificultaría apuntar y posteriormente sostener adecuadamente con su varita. Seguidamente la primogénita de los Tonks perdió levemente el equilibrio, balanceándose un poco hacia adelante. Estiró los brazos hacia ambos lados para controlarse y no caer, sin perder de vista los movimientos de la chica Stark.
  22. ¿Sabes hace cuánto tiempo que no hago ni el intento de un rol? xD No esperes algo decente hahahah ¿Con qué rango jugamos negri? ---------------------------------------- No recordaba con exactitud la última vez que había ido a aquél lugar. El tiempo transcurría demasiado rápido a su percepción, haciéndola perder la noción del mismo. Recordaba la compañía, y escasamente las palabras que ésta le decía. No podía olvidar, sin embargo, el dolor que sintió después, al verse sola en el bosque y sabiendo de antemano que no volvería a verla. Fue entonces cuando nuevamente desapareció. Se marchó lo suficientemente lejos para pensar, olvidar e intentar cambiar los aspectos de su vida que odiaba. Pero ahora, al regresar, notaba que todo seguía como lo había dejado tiempo atrás. La herida nuevamente se abría y empezaba a sangrar. El día casi llegaba al crepúsculo, dejando que la luna se llenara de luz para iluminar el sendero. El frío viento despeinaba algunos cabellos de la bruja, meciéndolos frente a sus ojos. Los apartó y miró al frente, a escasos metros desde el punto en que ahora se encontraba. Supo de inmediato de quién se trataba y quiso dar marcha atrás, pero entonces la otra bruja se percató de su presencia y fue demasiado tarde para irse. No era nada personal, simplemente que era precisamente con quien menos relación tenía y cuya presencia más le hacía recordar. -¿Me buscabas, Tonks?... Si querías verme podrías haberme mandado una lechuza.- Elizabeth la observó en silencio por unos segundos. Tiempo atrás había escuchado rumores de que Catherine servía del lado de los mortífagos, algo que ella no había comprendido nunca. En el momento actual desconocía sus aspiraciones, y más aún, si se atrevería a atacarla realmente. Por debajo del bolsillo izquierdo de su túnica empuñó su varita, esperando no tener que usarla y mucho menos, matarla. Todo dependía de lo que sucediese a continuación. -Las lechuzas son cada vez menos seguras, el Ministerio las intercepta constantemente...- Balbuceó, aventurándose a dar algunos pasos al frente para que pudieran observarse mejor y bajar el tono de la voz. Por debajo de la negra túnica de la bruja su corazón empezó a palpitar con fuerza y a un ritmo bastante más acelerado de lo usual. Respiró profundo, intentando controlar aquellas emociones que no comprendía y esperó. -Viajaste... o eso me dijeron.- -La gente dice muchas cosas.- Agregó, evitando dar detalles explícitos de lo que había hecho durante su ausencia. Catherine descendió de la roca sobre la cual se encontraba, acercándose lentamente hacia Tonks y sin hacer ningún otro comentario del tema anterior, lo cual agradeció. Era mucho más alta de lo que ella recordaba, fuera de eso, no había cambiado aparentemente en nada. Elizabeth por el contrario estaba mucho más delgada y ojerosa que nunca, con el cabello medianamente largo y alborotado. Sus ropas eran tan sencillas como siempre, con botas de cuero bajo los pantalones y la playera negros que vestía bajo la túnica, algo que no le favorecía en absoluto. Estaba decidida a regresar a los vestidos, múltiples pares de zapatos y accesorios para el cabello, pero recién llegaba y no había aún ni visitado a sus familias. Escuchó con atención sus palabras, sorprendiéndose de que aún existieran magos y brujas con algo de respeto por los encuentros, pues hoy en día muchos de ellos se olvidaban de los valores y se saltaban la reverencia y saludo que daba inicio oficialmente a un duelo. Entendió el mensaje, sacando la varita del bolsillo en que la mantenía oculta y ofreciendo a su vez respuesta con una segunda reverencia hacia su ahora oponente. -No me vendría nada mal "un poco de acción".- Respondió, observando su actitud y tratando de adivinar nuevamente sus aspiraciones. ¿Intentaría acaso matarla o capturarla? Actualmente matarla o capturarla tenía poco valor, pues no ofrecía sus servicios a la Orden como en algún tiempo llegó a hacerlo. Aquellos "años de gloria" parecían ya realmente lejos. -¡Avis!- Una pequeña bandada de aves apareció oportunamente, recibiendo el daño del rayo lanzado hacia su invocadora. Elizabeth por fin sonrió. Hacía tanto tiempo que no empuñaba de aquella manera su varita, pues en el mundo muggle, donde había estado algún tiempo los últimos meses, prácticamente no se batía a duelo contra nadie, algo que sin duda continuaba amando. Era su turno, ahora desahogaría toda esa energía guardada por meses. Levantó su varita apuntando hacia Catherine, una floritura y un "desmaius" pronunciado claramente bastaron para que un rayo anaranjado viajara con rapidez hacia el pecho de la bruja, buscando con ello hacerla caer inmóvil e inconsciente por unos segundos. Era un movimiento sencillo, pero le daría tiempo y oportunidad de calentar y estudiar los movimientos de su oponente. Esperaba continuar con la destreza que le caracterizaba. -¿Qué es lo que estabas haciendo aquí?- Quiso saber la Tonks, esperando obtener respuesta a algunas de sus otras preguntas sin tener que formularlas.
  23. Sin perder tiempo, el joven mago del que aún no conocía ni el nombre levantó nuevamente la varita hacia Elizabeth, apuntándole a las manos mientras realizaba un nuevo ataque, el cual ocasionaría que sus uñas crecieran incontrolablemente en caso de llegar a impactarle, sin embargo la bruja no tenía planeado que aquello ocurriera. -¡Corpus Patronus!- Conjuró, acompañado de un rápido y delicado movimiento de varita tras el cual un gran tigre blanquecino apareció frente a ella, interceptando el hechizo. La criatura hizo un ruido extraño al recibir el impacto del rayo a pesar del poco daño recibido. Las uñas del tigre empezaron a crecer tan rápido que la bruja pensó que quizás se le dificultaría demasiado moverse y atacar con zarpazos al mago, por lo que únicamente le ordenó quedarse quieto frente a ella en defensa de cualquier otro rayo o invocación que el mago pudiera realizar, aunque aquello era prácticamente imposible gracias al limitate. Mientras tanto, las heridas aún abiertas del chico cerraban definitivamente con un segundo episkey. Elizabeth lo escuchó, levantó la varita y ya demasiado enfurecida como para continuar la conversación; al menos por el momento. -¡Silencius!- Susurró, en parte para callarlo y sobretodo, para limitar aún más sus ataques, pues afectado con el limitate y el silencius su lista de hechizos a utilizar se reducía drásticamente. Presentía su siguiente movimiento, y no pudo más que esperar a que ocurriera.
  24. En lugar de defenderse de mi ataque el (al parecer) joven mago había realizado otro hechizo antes de que Elizabeth conjurara el morphos, haciéndola reaccionar más a prisa para no verse afectada por aquél rayo. -¡Protego!- Casi gritó, aún con la sensación del bezoar en la garganta tras tragarlo casi entero. Gracias al tipo de hechizo mandado, la bruja había salido bien librada del impacto del rayo en su pecho, logrando con ello conservar su varita firmemente en su mano izquierda. La extraña sensación producida por el veneno de la avispa marina casi había desaparecido gracias al bezoar, la Tonks se encontraría en perfectas condiciones en apenas unos segundos más. Levantó la varita en dirección al chico, quien ya realizaba un aqueora que le protegía momentáneamente y además curaba de emergencia sus sangrantes heridas. -¡Limitate!- Dijo, logrando con ello un efecto instantáneo. Ahora, y durante los siguientes movimientos, el mago no podría conjugar ningún rayo o invocación hacia Elizabeth, teniendo así limitados sus ataques y defensas. Escuchó sus palabras, poniéndose aún más furiosa le respondió: -¿Vacaciones? ¿Crees que esto eran vacaciones? ¿Acaso no ves la cantidad de muertos?- Elizabeth también creía que aquél encuentro era más de lo que había esperado para aquél día, sin embargo no podía dejar de pensar en el siguiente pueblo que seguramente aquellos extraños magos estarían por atacar. ------- Regla 10, lo podemos platicar por mp, GP o donde quieras xD O si prefieres, que lo aclaren en el tablón Saludos!! Y gracias por responder rápido
  25. -En ese caso deberías informarte.- El tono en las palabras de la bruja demostraban que seguía tan enfadada como el primer instante, cuando el mago había lanzado aquél primer ataque. Ella realizó un rápido movimiento que fue interceptado por el hechizo lanzado previamente por el chico, haciendo que de la punta de la varita de la bruja saliera un pequeño racimo de margaritas que cayeron al suelo tras sacudir levemente la muñeca. -No son necesarias las flores para una disculpa sincera.- El sarcasmo fue claro en su voz, frustrada con que además el mago tuviera el descaro de responderle los ataques y, además, estar dispuesto a llevar a cabo un verdadero enfrentamiento. Entonces, antes de que la bruja pudiera levantar su varita y hacer algún movimiento, él ya la había envenenado con el roce de una avispa marina que antes sería su bota. A falta de agua el animal murió enseguida, regresando a su forma original de bota que Elizabeth se calzó en cuanto pudo. -¡Sectumsempra!- El verde rayo dirigido al pecho del mago haría que éste se desangrada hasta la muerte en caso de no realizar nada para defenderse del mismo. Sabía de antemano que eso difícilmente pasaría, pero era tal vez una de las pocas formas de ganar tiempo. Elizabeth esperó un segundo esperando la reacción de su oponente, dirigiendo su atención hacia el ramo de margaritas que yacía en el suelo. -¡Morphos!- Dijo, sin detenerse a pensar ni un segundo más. El pequeño ramo de flores se convirtió enseguida en un bezoar del tamaño de una cápsula, el cual la bruja metió en su boca y tragó casi sin masticar, quedando así libre del efecto de cualquier cantidad de veneno corriente por sus venas a causa de la ya desaparecida avispa marina.

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