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Valeskya Granger

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Mensajes publicados por Valeskya Granger

  1. Tropezó al intentar bajar del armario, para su fortuna estaba sujetándose con la puerta cuando había sucedido y eso impidió que terminara de estrellarse contra el suelo. Todo lo ocurrido solo servía para incrementar el malestar que estaba reuniendo desde la aparición de aquel ente. Valeskya se sentía hasta mareada, pero solo lo atribuyó a la descarga de adrenalina de todo lo que había pasado en el negocio y de cómo era que habían acabado en otro lugar. Se quedó de pie junto al armario, mientras su mente intentaba asimilar las cosas de una manera más lenta.


    No le gustaba haberse metido en una situación así, odiaba eso de tener que lanzar hechizos a diestra y siniestra. Era como tener una especie de duelo con algo que no se sabía cómo iba a reaccionar o sin tener la certeza de qué tan peligroso podía ser. Era casi un hecho de que, en caso de que ella no lo hubiera logrado, seguramente Eileen hubiera aportado a la situación y mucho mejor sin dudas. De todas formas la Granger jamás reconocería que las cosas no terminarían bien si se hubieran quedado allí.


    Suspiró mientras su mirada recorría el lugar, solo para terminar de darse cuenta de dónde estaba en realidad. Había escuchado a la bruja mencionar que el lugar era seguro y por el tono de voz que había empleado, seguramente no era la primera vez que llegaba allí. Como siempre, la ojivioleta no tenía ni la más remota idea de qué negocio podría tratarse, ya que al menos al echar un vistazo hacia las ventanas, se dio cuenta de que continuaban en algún lugar dentro del Callejón Diagon.


    Habían casi tantas cosas como en el negocio del que ellos venían huyendo, solo que tenían un toque algo más excéntrico, desde el punto de vista de la ojivioleta. Le dio la espalda a Eileen y a Ollivander, cuando ésta preguntó sobre lo que había ocurrido; le fue inevitable a la bruja resoplar con fastidio y sin disimulo. Fingía ver un jarrón que parecía ser costoso mientras escuchaba lo que el mago tenía que decir al respecto; definitivamente todo había sido por andar de curiosos jugando a los exploradores, aunque evidentemente para la Granger, toda la culpa era de él.


    - Algo como eso pasó…- Repitió arrastrando las palabras. Siguió examinando el jarrón como si fuera lo más interesante del mundo, aunque claramente se daba cuenta de que Garry esperaba a que ella dijera algo. - Ya está todo dicho. Se debía suponer que un baúl que abre tan fácil, no tendría que guardar algo como eso… a menos, que claramente fuera colocado ahí con toda la intención. –


    No había pensado en esa última posibilidad, todo lo había soltado de repente y como si las ideas fueran apareciendo rápidamente tras cada palabra que la joven pronunciaba. Ignoró a propósito la pregunta de Ollivander porque, era evidente que no se encontraba bien; se sorprendió al ver que sus manos aún parecían temblar un poco. Giró sobre sí misma y miró a ambos como si fuera la primera vez que se los encontraba allí; trató de que su voz sonara firme.


    - Lo que haría evidente que alguien quería dañar a Eileen, ya que quien fuera que haya dejado ese baúl, no lo hizo pensando en que alguien curioso llegaría a forzar la cerradura ¿cierto? – Se encogió de hombros, solo soltaba ideas vagas de lo que podía haber ocurrido. - Otra cosa, es que “eso” no puede quedarse deambulando por el negocio... hay que hacer algo o podría escaparse, no se… - Esas últimas palabras las había soltado sin mucha convicción.


    - En lo que a mí respecta, francamente no me atrae para nada la idea de regresar. Aunque me siento algo responsable de lo ocurrido, ciertamente en un grado mucho menor comparándolo con él.- Señaló al joven. - Lo que sea que haya que hacer, que sea de una vez… Ha sido un día con demasiadas emociones, diría yo.- Dijo con resignación y aguardó respuesta.



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  2. Era extraño, después de semanas de no haber tenido una gran cantidad de clientes, ahora aparecía alguien a solicitar trabajo. Al menos para ella, era la primera vez que se veía en una situación de tener que emplear a alguien. Generalmente ella solía atender sus negocios y en todo caso, explotar la capacidad de su elfina para que la ayudara, aunque muy pocas veces sucedía eso. Extendió una de sus pálidas manos para tomar el CV que le ofrecía el mago y revisarlo; no sabía exactamente qué decir, al menos él tenía bastante claros sus objetivos. Aguardó a que terminara de hablar y tras una larga pausa, dijo:

     

    - En primer lugar, me extraña que alguien te hable bien de este lugar. – Era inevitable el comentario, la ojivioleta esbozó una breve sonrisa. No iba a explicarle las causas por las que ella tenía la creciente sensación de que tanto ella como su familia, no eran muy bien vistos por la mayoría de la comunidad. - Es broma – Mintió descaradamente.

     

    - Por otro lado, Ottery Fitness es un negocio cien por ciento familiar. En todo caso, no es algo que me corresponda a mí directamente tomar una decisión tan importante.- Se quedó pensativa unos instantes antes de mirarlo y hacerle una invitación a caminar por el lugar. - Si bien es cierto que soy una de las encargadas del lugar, considero correcto que exista una votación por parte del resto para saber si es necesaria tu ayuda… aunque francamente dudo que se nieguen. –

     

    Mientras hablaba caminaba despacio, para que el joven de ojos azules conociera el lugar y así mismo se terminara de convencer si estaba haciendo bien en tener que quedarse allí. Sin embargo, la mente de la Granger repasaba las palabras, tanto las que había leído en el CV, como las que había resumido. Conocía pocas personas tan entusiastas como aquel chico, lo que en parte le recordaba a ella cuando había llegado por primera vez al Callejón Diagón. Trató de hacer a un lado el mal pensamiento sobre lo mal que le había ido y no le haría mención de ello.

     

    - Sinceramente, tampoco podemos ofrecerte muchos galeones, al menos al inicio. Es algo que podríamos negociar... si quieres, claro está. – Suspiró, no entraría en detalles acerca de la mala situación económica por la que estaban atravesando. - Solo es cuestión de esperar en lo que aparece algún otro Granger que te de su voto de confianza y con eso estarías en el negocio ¿qué te parece? Serán un par de horas si acaso, la mayoría suele rondar por acá de manera habitual. – Dicho esto, su mirada violácea recorrió el lugar, esperando ver a alguien.

     

    - Con respecto a tus habilidades, contamos con una clientela bastante fuera de lo común, así que tampoco tendrás mucho trabajo… ya sabes, la mayoría siendo magos, hay que ser bastante torpe para tener un accidente grave. – Dijo pensativa mientras lo guiaba hacia la alberca techada y el lugar se iluminaba ante la presencia del mago y la bruja. - Lo cierto es que me causa mucha curiosidad lo de la cultura deportiva en Ilvermorny… tendrás que platicarme sobre eso.- Estas últimas palabras eran simplemente por querer saber, aunque de repente tuvo una idea, al ver las aguas cristalinas de aquella piscina.

     

    - ¿Sabes? Dices que tomaste un curso de guardavidas. Tal vez si pudiéramos ofrecer un curso de natación y primeros auxilios en caso de ahogamiento sería ¡GENIAL! – La idea había llegado a ella de repente y de inicio le encantaba. - ¿Qué te parece? Obviamente tú serías el instructor. – La ojivioleta quedó expectante a la respuesta del joven.

     

    @@Ares Summers

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  3. Los días transcurrían lentamente y la bruja observaba cómo las cosas parecían transcurrir sin sentido alguno para ella: los días iguales, la gente yendo y viniendo por los diversos locales del Callejón, aunque con menos frecuencia de la habitual. No sabía si se trataban de vacaciones, o simplemente era la percepción de ella, de la desgana que sentía por todo. Quizás necesitaba un cambio de aires o un poco más de actividad de la que tenía en ese momento. Permanecía en la planta alta de la chocolatería, pensando en qué podía hacer para poder hacer que el negocio prosperara un poco más.


    Pensó enseguida en la extraña conversación que había tenido meses antes. “La chica asiática ¿qué habrá sido de ella?”, se preguntó a sí misma; le costaba imaginársela enfrascada en una situación tan… muggle. ¿Huir de un matrimonio arreglado? Sin duda era un buen motivo para burlarse, era demasiado arcaico pensar de esa manera en los tiempos en los que se encontraban. Bodas y divorcios ¿qué más daba eso? Al final de cuentas, la misma sociedad era la que imponía las cosas y a la vez servía para juzgar a todo aquel que fuera contra todas aquellas leyes y creencias.


    Suspiró. Otra cosa más en qué pensar. No, definitivamente no era como dejaría pasar otro día más. Para su fortuna o desgracia, su elfina doméstica siempre estaba allí, pendiente de todo lo que pudiera pasar en el negocio; si la memoria de Valeskya no fallaba, parecía que días atrás le había hablado algo acerca de un “paraíso de chocolate”, o al menos así le había entendido ella, quien solo se había limitado a asentir con la cabeza mientras estaba acostada, con los brazos extendidos y mirando hacia el techo.


    - Breena ¿De qué va exactamente el “paraíso de chocolate que me decías? –


    Habló en voz alta, mientras veía que la elfina la observaba con los ojos entrecerrados, esperando a que la ojivioleta se dignara a hacer algo más que quedarse acostada. Había aprendido a no debatir acerca de ese tema, ya que solo eran por temporadas, aunque en esta ocasión la Granger ya estaba extendiéndose más de la cuenta. Los ojos de la bruja se posaron el a criatura y le sonrió amablemente, como pocas veces; finalmente se sentó y aguardó una respuesta.


    - Es simple – Contestó la elfina con una voz aguda. - Es hacer un escaparate especial, para los chicos se encuentran de vacaciones. Es representar una playa, sol, palmeras y unas personas… todo hecho con chocolate, claro ¿qué le parece? – Preguntó, expectante a lo que la joven tenía que decir.


    - ¿No estarán esperando a que yo apruebe algo así verdad? – Arqueó una ceja. - Es excelente ¡Me encanta! Lo suficiente como para que yo baje a revisar si podemos hacer espacio.-


    Sin decir más, se levantó de un brinco y llevó las manos a su cintura: andaba con jeans, tenis y una playera en color rojo. Acomodó su cabello en una coleta y con un ademán apresuró a su elfina para que bajara y fue tras ella. Al traspasar la barrera que dividía a ambas plantas del local, pudo distinguir a una persona que parecía buscar algo, o bien, que parecía estar perdido. Antes de que pudiera acercarse a preguntar si se le ofrecía algo, la ojivioleta arqueó una ceja al ver de quién se trataba.


    - De todos los lugares, este sin duda es el lugar más extraño para encontrar a Ollivander deambulando por aquí. – Dijo a manera de saludo. - No pensé que gustaras del chocolate… ¿Cómo has estado? – Contuvo las ganas de comentarle que en realidad dudara que pudiera gustarle algo, aunque recordó que todavía no lo conocía para afirmar o negar algo. Tomó una de las cajas que estaba detrás del cristal y se la ofreció, aunque tenía ciertas dudas de que accediera.


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  4. Valeskya asintió con la cabeza al escuchar las palabras de Seba; sin duda no lo había podido decir de una mejor forma. Pero amargarse con todo lo ocurrido ya era algo que haría en vano, las cosas habían pasado y cada quien había tomado rumbos distintos; al menos para ella, lo último en lo que quería pensar es en “¿Qué hubiera pasado si…?”. Suspiró al recordar en todo lo que había perdido y en el dolor que esto le había provocado, pero al final sabía que había tomado la mejor decisión en alejarse.


    Su mirada se posó en la taza de té que estaba frente a ella, sonrió al ver que todavía despedía ese suave y a la vez refrescante aroma a menta que tanto solía gustarle. De alguna forma sentía que ese sabor en particular solía traerle paz, aunque no sabía asociarlo con exactitud si era por un recuerdo hacia alguien o algo en particular. De cualquier forma que se tratara, estaba disfrutando mucho de ese rato; bebió un sorbo y se dio cuenta que el Granger pensaba de forma similar a ella en lo que al trabajo ministerial se refería, lo cual la sorprendió más de lo que hubiera esperado.


    Sonrió amargamente, sin duda para muchos el trabajo de auror en el ministerio era el ideal para muchos, incluso ella misma en algún momento deseó con todas sus fuerzas formar parte de ellos, hasta que se dio cuenta que no compartía sus ideas; todo había comenzado en sus andanzas por diversos departamentos y la mayoría funcionaban de forma bastante similar a la que el mago había acabado de describir. Esa había sido una de las razones por las cuales ella había desistido de seguir adelante.


    Aunque finalmente se había concluido que tenía problemas para obedecer órdenes y al parecer esa era el mayor defecto y lo que le impedía tener permanencia en algún lugar. Lo que fuera, ya no estaba allí para seguir reafirmando sus sospechas con respecto a eso. Casi esperaba a que el joven de cabello castaño cambiara el tema cuando ella mencionó lo de la adivinación, pero al ver que lo había tomado con humor, se quedó un poco más tranquila. “Al menos no se pone loco, como la mayoría”, pensó la ojivioleta


    - Creo que me faltó añadir algo a lo del trabajo del ministerio como adivina.- Sonrió. - Como todo había quedado como un sueño, al final decidí abrir un negocio con Fiamma… a que no adivinas de qué es. – Ciertamente, volvió a tomar nota mental (otra vez) de que le faltaba darle más promoción al negocio. - Hacemos amarres, limpias, lectura de cartas, vendemos muñequitos vudú, de los cuales le haces cosquillas y se retuercen, entre otras curiosidades. Está de más decir que estás invitado a visitarnos cuando gustes. Se llama Catemaco’s Magic. –


    - Y esto responde a tu otra pregunta, el negocio que tengo en común con mi hermano es Ottery Fitness, pero también tengo a Catemaco’s con Fiamma y tengo uno propio, el cual es Chocolate Paradise… está de más que te diga de qué va – Bromeó un poco. - Así que bueno, me ocupé bastante con eso de los negocios una vez que dejé el Ministerio… aunque tú tampoco te quedas corto ¿eh? –


    - Sinceramente, hoy acabo de descubrir que este negocio es tuyo ¿el otro cómo se llama? – Preguntó con curiosidad, quizás en una de esas ya había acudido allí, como muchas veces solía hacer durante sus andanzas por el callejón. - ¿El banco? Creo que por mucho, es el trabajo más difícil de todos ¿o me equivoco? – Aguardó la respuesta, no sin antes estirar la mano para sujetar uno de los libros que estaba en la estantería más cercana para poder revisarlo.


  5. Estaba sumamente curiosa ante la respuesta que su hermano tenía para dar; se dio cuenta que el Granger era de las poquísimas personas con las que podía tener conversaciones, de las cuales muchas de ellas no solían terminar bien, pero en esta ocasión era diferente. No es que tuviera algo en mente, salvo molestarlo un poco y de paso satisfacer un poco su curiosidad con respecto a la opinión que tenía de ese tema que solía ser tan delicado. Tenía serias dudas con respecto a obtener una respuesta que la bruja pudiera considerar como “buena”, ya que lo más seguro, es que adoptaría una postura bastante neutral, como en casi todas las cosas que no concernían a su modo de vida.


    La ojivioleta, claramente tenía la respuesta preparada para el probable caso en que él quisiera preguntarle lo mismo. Las mismas palabras que siempre decía a alguien que ella no conocía; el bando y solo con las personas que lo integraban, habían sido una parte muy importante de su vida, pero hasta ese punto, sentía que ya había dado todo lo que tenía que dar. En esos momentos, lo que ella consideraba, es que ya no había guerra, ya no había motivos de discordancias entre mortífagos contra el resto de las personas o al menos es lo que ella creía.


    “Me da lo mismo lo que ocurra, si hay bandos o no, que se maten entre ellos si quieren y que nos dejen a mí y a mi familia en paz”, pensó rápidamente la joven de negro cabello. Era básicamente la respuesta rápida a cualquier pregunta relacionada y al menos en ese momento, no era ninguna mentira. Resopló, aunque procuró darle la espalda al Granger para que no viera la reacción de ese momento. Comenzó a caminar desde la cocina, hacia el área del restaurante, con la clara intención de alejarse de ese lugar en donde acababan de pasar un mal rato, después de una poción fallida.


    Por alguna razón, volteó hacia el recibidor y vio a un joven que parecía estar interesado por entrar al local. Pensó en dejar que alguno de los elfos se hiciera cargo de atenderlo y seguir hablando con Joaquín, aunque claramente no era la opción correcta; cuando habían decidido abrir aquel negocio familiar, claramente todos habían quedado en dar lo mejor de ellos y tratar de aportar cada uno. Miró a su hermano, que parecía estar absuelto en su mundo, o al menos eso creyó.


    - Es un cliente, creo que lo adecuado es que alguno de los dos lo atienda.- Dijo algo impaciente. - Aunque supongo que dejarás que yo lo haga ¿Cierto? – Entrecerró los ojos y añadió. - Aunque claro, es evidente que la poción te ha dejado peor que a mí. –


    Aunque había intentado mantener el tono de sarcasmo, ciertamente no había sido una burla; era evidente que lo que había visto lo había dejado perturbado. En cambio ella, aún intentaba no pensar mucho en eso; sin duda tendría una eternidad de sobra para poder hacerlo. Le hizo un ademán al Granger, para que la esperara mientras encaminaba sus pasos hacia la recepción; pensó en que sería muy complicado poder hablar de lo que vio con alguien. Era algo difícil de entender sin duda, y encontrar a alguien que pudiera creerles, sería peor.


    - ¡Hola! Bienvenido a Ottery Fitness – Interrumpió al elfo antes de que pudiera responder e intentó sonar cordial ante el joven que ahora se encontraba frente a ella. - Negocio de la Familia Granger ¿Necesitas ayuda con algo? ¿O buscas a alguien de la familia? De una forma u otra, no estaría de más que probaras todos los servicios que este lugar puede ofrecer. – Sonrió. Sin duda su hermano hubiera reído al ver su intento de querer parecer amable.


    Había sonado breve, pero ciertamente no sabía qué más decir o hacer, hasta que el invitado le dijera qué era lo que estaba buscando. Aguardó respuesta.


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  6. La ojivioleta se encontraba sorprendida al darse cuenta lo pequeña que podía ser la comunidad mágica. “Así que Selene es la madre de Seba”, pensaba con rapidez, mientras realizaba conjeturas acerca de que en el negocio de varitas era donde había conocido a su hermano. ¿Acaso el mago estaba enterado que había una hija de por medio entre Joaquín y Selene? La posibilidad de un alboroto familiar le resultaba bastante atractiva a la joven, sin embargo dudaba que Selene fuera alguien que ocultara secretos y menos a sus hijos. Dicha posibilidad se desvaneció casi al instante.


    - Un héroe casi es como una historia para niños.- Exclamó la bruja, sin poder disimular una sonrisa. - A muchos les gusta creer que en una guerra hay héroes y villanos, pero la verdad es que al final todos salimos perdiendo.- Dijo pensativa, mientras le bebía un sorbo a su té. - Lo lamento si suena algo confuso... Cada quien decide qué rumbo tomar con su vida ¿cierto? –


    La verdad es que al menos para la Granger, no le sonaba para nada atractiva la idea de volver a un bando. Solo lo haría por su familia y esperaba con todo su ser que no hubiera necesidad de eso; suspiró y asintió con la cabeza, mostrando total acuerdo con el mago de cabello castaño cuando dijo que esperaba que todo fuera para mejor, aunque la verdad tenía muy serias dudas. Sin embargo ella no sería la que le llevaría la contraria al mundo; vio cómo despedía a un par de clientes que se retiraban de la librería.


    - No te preocupes, yo también debí despedirme de ellos.- Bromeó un poco. - La verdad es que siempre se espera que los cambios sean para bien. Yo solo deseo que el resto de los mortales no paguemos las consecuencias de los actos malos que se hagan “por un bien mayor”. No sé si me explico.- Cortó el tema con cierto desagrado.


    - Por cierto, gracias por el té, es delicioso. Está en el punto perfecto, las hojas se dejaron reposadas en el agua el tiempo exacto… preparar el té es todo un arte, del cual podríamos pasar horas hablando y morirías de aburrimiento.- Exclamó mientras que reía, aunque el gusto le duró solo unos instantes hasta que mencionó algo que ocasionó que dibujara una mueca de disgusto.


    - ¿El Ministerio? – Parecía que el té había cobrado un sabor muy amargo. - Lo dejé hace tiempo, si me permites decírtelo… acabé muy decepcionada de ese lugar. Un completo caos. – Suspiró mientras dejaba la taza sobre la mesa. - Estuve muy poco tiempo, tenía grandes expectativas y resultó casi tan falso como las promesas de amor que nunca se cumplen. – Intentó bromear para suavizar las cosas. - Tal vez creas que soy una rebelde del sistema, pero lo cierto es que al final me di cuenta de que no me gusta estar por la fuerza en un lugar donde no me siento a gusto. Quizás con ciertos cambios, volvería… si hubiera un trabajo de pitonisa, sin duda me anotaría de tiempo completo. –


    ¿Qué cosa haría alguien como ella en el Ministerio? Se imaginó de repente vaticinando un peligro que pudiera atentar contra la seguridad del Primer Ministro; sería un trabajo sumamente interesante para ella, aunque a muchos les disgustara la probable idea de que alguna estafadora solo quisiera un poco de atención.


    - Aunque claro, si alguien me contratara, tendría que tratarse de alguien que crea que hay personas que tienen ese don. Y tú debes saber de la poca credibilidad que tienen las artes adivinatorias hoy en día.- Suspiró antes de continuar. - Tú debes tener más estabilidad que yo en muchos sentidos. Me imagino que aparte de este negocio, estás en el ministerio ¿o me equivoco? – Preguntó con curiosidad y aguardó la respuesta.



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  7. “Qué raro es este tío”, volvió a repetir la joven en su mente por décima vez. Sin duda el Ollivander era una de las personas más extrañas que había conocido, o al menos hasta donde su mente le permitía recordarlo. La forma en la que algunas personas reaccionaban siempre era diferente, pero no al punto de la indiferencia; Valeskya no estaba segura de que se tratara de eso o simple exceso de confianza porque creía (erróneamente) que ella podría salvarlos a los dos de un ataque de ese tipo.


    Lo que sea que fuera la causa, no se trataba de algo que hiciera sentir cómoda a la Granger; nunca se había dado a la tarea de defender a alguien más que no fuera ella misma. Solo se atrevería a arriesgarse por su familia y para su fortuna, ellos solían arreglárselas bastante bien sin ella, así que estar en una situación como esa, solo empeoraba su estado de ánimo. Al menos ya no estaba tan sola, ya había alguien más en escena y así veía una oportunidad con quién repartir responsabilidad si alguien resultaba herido [?].


    Ignoró a Garry cuando hizo el comentario acerca de que podría ir a visitarlo a casa de todas formas, aún con el baúl allí. No quería ni imaginar lo que podía ocurrir si algo así llegara a cumplirse y evitó volver a hacer el comentario acerca de la varita olvidada en solo Merlín sabía dónde. La Granger se conocía lo suficiente como para darse cuenta que no dejaría vivir al mago, echándole en cara a cada rato la situación por la que estaban pasando. Suspiró casi con resignación y le lanzó una mirada a Ollivander, transmitiéndole telepáticamente un “no tienes remedio”.


    Creyó oír un tintineo de frascos, pero no tuvo tiempo de prestar la atención suficiente como para ver de qué se trataba. La mirada de la bruja estaba totalmente concentrada en la criatura, a la cual Eileen había bloqueado con una especie de barrera o algo similar. Antes de que pudiera preguntar si al fin todo había terminado, unas palabras de alerta a seguir a la otra bruja le dieron la clara señal de que solo se trataba de algo temporal. Un armario evanescente que se encontraba ahí, esperando a ser utilizado; Valeskya solo había leído ciertas cosas sobre ellos y no tenía idea de cómo funcionaban, así que la idea de pasar al interior, no le agradó al inicio: comenzó a correr y se detuvo frente a él.


    - Estoo…. ¿Quién pasa primero? – Preguntó, haciéndose la desentendida, mientras hacía un gesto a Eileen para que pasara antes que ella. Era eso o no entraría sola.


    ¿Sería igual que aparecerse? Lo dudaba muchísimo, al menos para eso no tendrían que entrar los tres en un espacio reducido. Esperó a la otra bruja para entrar, mientras vio a la criatura emitir un alarido que indicaba que falta poco para liberarse de aquella prisión mágica improvisada. Contuvo las ganas de darle un empujón a Eileen para que se apresurara y dudosa, puso un pie en el armario, hasta que escuchó a un rígido Garry alegando que se quedaría para esperar. Eso fue más de lo que la Granger pudo tolerar.


    - ¿Piensas esperar el próximo viaje? – Le dijo con todo el sarcasmo que pudo. - A menos de que tu idea sea agarrarte a puñetazos con una criatura, ente o coso mágico… está de sobra decir que dudo que tengas oportunidad alguna SIN TU VARITAAAAAA. – Acto seguido, lo sujetó con fuerza y comenzó a jalarlo hacia el armario. - Si no entras y esa cosa se libera, serás el culpable de que pasemos a la historia como el trío que murió porque uno de ellos se negó a entrar a un armario que pudo haberlos salvado. – [?]


    Tal como era de esperarse, el mueble apenas daba espacio para tres personas, apuró a Ollivander para que cerrara la puerta. La ojivioleta alcanzó a ver a la criatura liberarse completamente y arremeter hacia ellos; un rayo salió en dirección hacia la puerta del armario, justo cuando esta se cerraba y antes de quedar todo a oscuras, tuvo la sensación de que algo chocaba contra ellos y que caían de espaldas, a pesar de que aún continuaba de pie. Dedujo que era por el impacto de aquel hechizo en el momento justo en el que se transportaban a donde se encontraba el otro armario evanescente.


    - Anda, Ollivander.- Incitó al mago para que abriera un poco la puerta. - Esto… ¿A dónde se supone que llevaba esto? – Dejó la pregunta en el aire, mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad.


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  8. Nick: Valeskya Granger

     

    Link a la bóveda: Bóveda

     

    Rol de personaje: Asistente ejecutiva de la Líder Vitalicia del Congreso de Adivinación // Aritmántica de tiempo libre.

     

    Información adicional: Debido a que el Congreso de Adivinación no suele darse a basto con el trabajo de identificar a las personas que verdaderamente poseen el don, Valeskya es el filtro a superar antes de pasar a la prueba final y que la líder autorice la entrada a dicho congreso. También aprovecha el puesto de su prima para no llegar muchas veces a trabajar y dedicarse a realizar trabajos de aritmancia desde la comodidad de su hogar.

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  9. Estaba segura que había escuchado a la perfección lo que había dicho Ollivander; decir “él”, cuando aparentemente no había nadie más allí más que ellos dos. Valeskya se quedó con las palabras a punto de salir de sus labios, al ver el intento del joven para arreglar su frase, cosa que la dejó confundida ¿Se había equivocado? ¿O solo había cambiado las palabras para que ella no se atreviera a hacer preguntas incómodas? Cualquiera que hubiera sido la causa, sería suficiente para poder mantenerla más atenta a las acciones del mago que estaba frente a ella.


    El contenido de aquel baúl era lo suficiente llamativo como para que la bruja se olvidara por unos momentos de tener que hacer cuestionamientos que seguramente molestarían a Garry. Aunque la curiosidad era mucha, se mantuvo con cautela, lo suficiente como para hacerse a un lado y fingir que daba una vuelta por la estantería, sin que su mirada violácea se desviara del mago, hasta que vio una señal de alarma al darse cuenta que se alejaba del baúl y la observaba con asombro. “¿Habrá sido alguna clase de bicho?” Se preguntó la ojivioleta mientras se acercaba a él, algo alarmada.


    - Est... - Las demás palabras quedaron en el aire, pues cosas extrañas comenzaron a transcurrir muy rápido: alcanzó a ver un grimorio, unas palabras escritas que no alcanzó a leer, lo que parecía un ente bastante furioso que los atacó, un hechizo defensivo que lanzó por puro instinto, sentir que la sujetaban del brazo, escuchar ruido provocado por disparos y por una risa demente. La Granger sintió que volvía a su realidad al ver que el espacio a su alrededor se reducía considerablemente: se encontraban escondidos, mientras que Ollivander parecía que buscaba algo.


    - ¡¿Se puede saber QUÉ RAYOS HICISTE?! – Le costaba muchísimo mantener la compostura en una situación así. Lo único que podía hacer, era mantener a raya a lo que sea que los estuviera atacando, lanzando hechizos a diestra y siniestra, sin saber con exactitud qué era lo que intentaba hacer en realidad. - ¿Cómo se supone que vamos a controlar esto? –


    No se percató que había un par de personas más en aquella tienda: una chica que había entrado después que ellos y que Valeskya por andar husmeando, no había reparado en su presencia y el haber escuchado una voz que parecía denotar enfado y lo que hizo suponer a la bruja, que se trataba de la dueña del negocio. De todo lo que era posible escuchar en ese momento, el ver a Garry intentando negociar la compra de un baúl con todo lo que contenía y que estaba atacándolos en ese momento, era lo más insólito.


    - ¿ES EN SERIO? – Exclamó la ojivioleta, bastante enfadada. - Explícame cómo pretendes dominar a un fantasma si sueles olvidar tu varita por cualquier lado. – Contuvo las ganas de echarle en cara que seguramente él ya estuviera formando parte del mundo espectral si no fuera por ella. Un rayo verde lanzó hacia atrás al ente, perdiéndolo de vista durante varios minutos, los suficientes como para que Ollivander intentara mantener una conversación.


    - Yo solo debo añadir que fue culpa del chico aventurero. – Exclamó con cierto tono de enfado en su voz, señalando al mago que estaba a su lado, sin saber si la vería. - Aunque tampoco vendría mal un letrero de “no tocar los objetos, pueden salir seres oscuros de su interior”. –


    La realidad es que en el fondo, la Granger se encontraba asustada, mucho más de lo que había estado en mucho tiempo. Ella no era buena en duelos, siempre se encargaba de decirlo y ahora no sabía cómo describir lo que había pasado. De lo único que estaba segura era de que, al menos había ganado unos minutos más de vida y confiaba en que Eileen pudiera ayudarlos a resolver ese problema.


    - Una cosa más: si te quedas con ese baúl, recuérdame nunca ir a visitarte.- Exclamó mientras veía con furia a Garry.


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  10. La mirada de la Granger se desviaba de vez en cuando hacia los estantes que estaban a su alrededor, suponiendo que seguramente encontraría alguna novela interesante para leer en sus ratos libres. Cualquier cosa le vendría bien para distraerse, ya que los últimos meses sentía que transcurrían en cámara lenta; a pesar de todo eso no podía quejarse, pues la familia siempre se las arreglaba para poder sacarla de sus actividades rutinarias. No pudo evitar soltar una pequeña sonrisa al pensar en eso último.


    Con un gesto, agradeció al elfo que había regresado con una bandeja humeante de té y unas galletas. Valeskya se dedicó solamente a agitar con la cucharilla un par de veces y esperó unos instantes para poder beber algo. Pudo notar que el semblante de Seba cambiaba a algo que ella interpretó como diversión, agradecimiento, o quizás ambos. Antes de poder responder a sus comentarios, se llevó la taza de té a los labios y bebió un sorbo, percibiendo un fresco sabor a menta, uno de sus favoritos sin duda.


    - Joaquín es bastante ajeno a lo que ocurre a su alrededor, es decir, solo se centra en su vida y en la de su familia. Así que, si alguna vez te has topado con él, habrá sido en alguna reunión… pero tampoco es muy sociable que digamos.- Exclamó pensativa. No podría tampoco asegurar que tuviera ideales que se inclinaran hacia un bando u otro, pero no era algo que ambos pudieran conversar abiertamente.


    - Y bueno, nosotros atendemos Ottery Fitness por supuesto, y también disfrutamos de los servicios que el negocio ofrece. Déjame decirte que el spa es la mejor parte, aunque creo que Zahil tiene preferencia por el nado.- Observó las galletas de reojo y discretamente tomó una, dejando la taza de un té a un lado. - Ahora que lo dices, yo creo que Zahil por eso se esfumó cuando hablamos de la idea de hacer la poción… sabia decisión, debo decir.-


    Haciendo memoria de lo que había dicho, recordó que Zahil se había mostrado más entusiasmada ante el hecho de tener que hacer un casting para poder reclutar a un modelo que pudiera ser la imagen del negocio, y que lamentablemente ella no había podido estar presente, todo por andar preparando las dichosas galletas del mal. Miró con desconfianza lo que quedaba de la galleta que tenía en su mano, antes de terminarla; dudaba que los dueños de la librería tuvieran que recurrir a galletas con pociones para motivar a sus clientes.


    Escuchó con atención las palabras que Seba tenía que decir con respecto al bando. La ojivioleta al menos podía percibir que no había alguna nota de rencor en su voz, lo cual le alegraba de sobremanera, pues al menos recordaba que siempre había tenido al Granger en un concepto de persona tranquila y que no le gustaba meterse en problema. “Ojalá pudiera hacer lo mismo”, pensó de forma rápida, ya que sus pensamientos acerca de la Orden se habían distorsionado mucho a través de los años.


    - No me gusta afirmar o negar cosas de las cuales me puedo arrepentir después. – Dijo con cierta brusquedad, a manera de respuesta al hecho de que pudieran encontrarse dentro del bando una próxima vez. - Es decir, si me preguntaras ahora si quisiera volver, la respuesta sería un “no” rotundo. – Añadió esas palabras, para intentar suavizar lo que había dicho al inicio. - Tal vez más adelante pueda cambiar de opinión… aunque tampoco me gusta mucho eso de tener que retractarme de mis decisiones. –


    - Aunque claro, estamos hablando de un caso hipotético ¿cierto? – Exclamó la Granger, mientras observaba a su alrededor. - Nunca se sabe cuándo el mal volverá a acechar.- Un susurro con el suficiente toque de dramatismo, fue suficiente para sonreírle al joven de cabello castaño. - Yo no estoy segura de querer jugar un papel de heroína ¿y tú? – Preguntó con curiosidad. - Pero claro, no estás obligado a responderme. Si quieres cambiar el tema, estaré totalmente de acuerdo con eso. – No quería parecer fastidiosa con lo mismo, por eso aguardó expectante a la respuesta del mago.




    ¡PLOP! Jajaja
  11. La bruja sonrió, le divertía solo el imaginarse a su hermano con algún efecto secundario que afectara su apariencia. Conocía suficiente al Granger como para saber que eso lo pondría de tan mal humor que poco le faltaría para escupir fuego como un dragón (?). Se quedó pensativa durante unos instantes, mientras seguía a Seba hacia una mesa apartada para poder conversar sin interrumpir a las personas que estaban presentes y enfrascadas en la lectura. No sabía por dónde comenzar, todo le resultaba bastante vergonzoso: dos personas que no lograron hacer una simple poción como la gente.


    - Verás, - Exclamó mientras dejaba su gabardina a un lado de la mesa, tratando de que estorbara lo menos posible. - Creo que debo comenzar por la parte en que sí, tengo un hermano y es mucho mayor que yo. – Cierto ¿cuántas personas sabían acerca de ella o su familia y cómo estaba conformada? Muy pocas, de hecho. - Es una historia bastante extraña, no crecimos juntos y bueno, gracias a eso nuestra relación no es ni buena ni mala, por decirlo de alguna forma. –


    Claramente la Granger iba a omitir los detalles de cómo de ser una relación excelente entre hermanos, pasó a ser casi violenta, con agresiones verbales y físicas, peleas por cualquier cosa; también no diría que gran parte de las discusiones las comenzaba ella solo por tener a quién fastidiar. Aunque a pesar de todo, platicaban las cosas como gente civilizada de vez en cuando, hasta llegar al punto en el que ninguno de los dos cedía y los agradecimientos a los consejos se daban en ocasiones excepcionales.


    - Tenemos un negocio familiar, se llama Ottery Fitness, al cual puedes ir cuando gustes a ponerte en forma y claro, con un considerable descuento. – Valeskya hizo nota mental de volver a la librería con un regalo especial, para invitarlos a pasar a sus negocios y que conozcan lo que los Granger solían hacer. Y de paso sería una excelente excusa para volver a visitarlos, así no se volvía a repetir la situación de la última vez que se habían encontrado, tal y como el joven de cabello castaño se lo había recordado amablemente.


    - Digamos que Zahil, Joaquín y yo nos pusimos de creativos con eso de atraer a los clientes y se nos ocurrió que sería lindo ofrecer galletas que contuvieran una pizca de poción vigorizante.- Contuvo las inmensas ganas de poner los ojos en blanco. - Digamos que se trataba de una cuestión de resistencia al ejercicio, ya sabes… - Se inclinó de hombros. - La cuestión es que Zahil se fue y nos dejó a cargo de la poción, que gracias a Merlín solo ocasionó que cayéramos inconscientes durante algunos minutos… como acabas de decir, imagina que nos hubiera salido un tercer ojo o algo así.- Sintió un horrible escalofrío solo de imaginar esa situación, sería un golpe al ego de los Granger, que dicho sea de paso, muchas veces solía desbordarse.


    - En fin, despertamos y sin probar esas galletas, - Sonrió, respondiendo a la broma de su amigo. - Así es como terminé acá, tratando de pedir ayuda por telepatía y tal vez funcionó – Lo señaló, haciendo una clara referencia a su encuentro.


    Había algo en las palabras del ojiazul, que indicaba que quizás su vida había cambiado más de lo que esperaba, o al menos eso fue lo que percibió la pelinegra al escuchar la palabra “bando”. No estaba segura de querer abordar ese tema, pues temía dar una opinión que pudiera molestar al Granger que no era de su familia (?). Eso de andar debatiendo acerca del “mejor lado” o que quizás el final de la guerra mágica en realidad no lo era, solía ser un tema demasiado sensible para muchos; la bruja concluyó en que lo mejor sería comentar las cosas con cierta cautela.


    - Lamento mucho que te hayas retirado de “ya-sabes-dónde”.- Sonaba gracioso el modo en que había mencionado a la Orden. - Desde mi punto de vista, eras parte muy importante, muchos años y todo eso. Aparte de que es difícil dejar todo eso atrás. – Dijo con real sinceridad. - Aunque, si me permites opinar… si alguna vez regresan, considero que sería buena idea que volvieras a formar parte de eso, serías un excelente profesor para enseñar amor y lealtad hacia un bando. – Las últimas palabras las dijo en un susurro apenas audible.


    - Y bueno… creo que te puedo aceptar un té, como castigo a tu descortesía. – Dijo en broma, y sonrió.


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  12. Nick: Valeskya Granger


    ID: 73699


    Libro de Hechizos: Libro de la sangre


    Justificante de compra del libro (Link al post del concilio de la bóveda trastero): Acá


    Rango social: Dragones de bronce


    Nivel de Magia: IX


    Fecha aproximada de aprobación EXTASIS o de salida de la Academia (versión anterior): Septiembre 2009.


    Link a la bóveda: Bóveda


    Link a la ficha: Ficha


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  13. Valeskya respondió al saludo de su amigo con un abrazo, pocas veces solía hacer eso con las personas que conocía, aunque claramente tenía que ver con que ella no solía hablar mucho con la gente, salvo con su círculo más cercano, que era su familia. El hecho de tener que socializar con alguien ajeno a ese entorno en el que estaba acostumbrada a estar, la ponía en una situación de apatía. Había sentido un enorme alivio el ver a un rostro conocido, era como si se encontrara con parte de su pasado, era de los pocos recuerdos agradables que podía rescatar de aquella época y por eso había reaccionado de esa forma.


    - Gracias – Respondió a la bienvenida, ya con un tono más natural en su voz. - Perdona el escándalo, no estoy acostumbrada a guardarme las cosas que pienso y olvidé que estamos en un lugar tranquilo.–


    Se sintió algo avergonzada, al darse cuenta que, a pesar de vivir dentro de la misma comunidad, se habían frecuentado tan pocas veces, que justamente había tratado de disimular lo mejor que había podido, el hecho de enterarse que tenía un local en el callejón. “…Y uno muy bueno”, dijo la ojivioleta para sus adentros, mientras echaba un vistazo a todo su alrededor. Sintió un impulso de comenzar a revisar cada libro y devorar con avidez el contenido de cada uno. Sacudió con brevedad la cabeza, tratando de recordar el motivo por el cual se encontraba allí.


    - Estoy bien, gracias por preguntar. – Respondió la Granger casi de forma automática, a pesar de que decir la palabra “bien”, era demasiado poco como para todo lo que le hubiera gustado decir y que se contenía para no asustar al joven que estaba frente a ella.


    Sintió la necesidad de comenzar a contar todo lo que había pasado desde la última vez que se habían encontrado; habían transcurrido varios años, aunque para la ojivioleta sentía que todo había sido en un abrir y cerrar de ojos. Suspiró casi de forma inconsciente, casi sintiéndose liberada; agradeció internamente el tener que encontrarse con él, aunque en un lugar algo extraño para poder socializar. Desde que había vuelto a Ottery, casi todo le resultaba vacío, no solo hablando en un sentido físico, sino que era algo más profundo para la bruja.


    Sentía que desde que había dejado la Orden la primera vez, todos los recuerdos y las personas que habían formado parte de eso, se habían esfumado por completo. ¿Por qué? No estaba segura de que fuera algo cierto, pero era así como ella lo percibía. Se dio cuenta que ese pasado había sido algo muy importante para ella y estaba segura de que Seba sería de las pocas personas que podían entender ese sentimiento. Aunque no estaba allí para hablar de todo eso, no sabía si él estaría ocupado o simplemente no tendría ánimos para platicar; se centró en hablar sobre el motivo de su visita.


    - De verdad no sabes cuánto me alegra encontrarte – Dijo al cabo de unos instantes. - Yo estoy aquí porque… eh… - ¿Qué sería más vergonzoso? ¿Reconocer que no sabía que él era uno de los dueños del local o aceptar que era pésima en pociones? - Verás, hace poco mi hermano y yo quisimos preparar unas galletas que llevaran una poción y todo salió mal. – Inconscientemente, se llevó la mano a la cabeza. - Solo nosotros la probamos y hubo consecuencias… espero que no tan graves. –


    - El punto de la historia es que pensé que quizás habría algún libro que tuviera mejores explicaciones y que no sea tan antiguo, ya que gracias a eso, acabamos por confundirnos más. Y por eso estoy aquí, aunque francamente esta visita sirvió para encontrarte. – Sonrió brevemente y añadió. - También conté todo esto, para dejar la pregunta más importante a lo último y así puedas contarme primero: ¿Cómo has estado? – Finalizó, contenta de tener la oportunidad perfecta para poder salir de su rutina por unos instantes y quizás poder tener una conversación agradable.


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  14. Tantos años transcurridos, tantas veces que había pasado por allí y aun así, tenía una sensación de extrañeza al estar de pie frente aquella edificación. House of books sin duda era el mejor lugar para pasar un grato momento de lectura y seguramente tenía lo que Valeskya estaba buscando, o eso era lo que esperaba. Solo de recordar lo que había pasado con su hermano mientras estaban experimentando con una simple poción, encendió las alarmas para ambos. Tenía que buscar algo adecuado para las pociones y que estuviera explicado a detalle, como para la comprensión de un niño de ocho años.


    Todavía le daba vueltas la cabeza, consecuencias de haber tomado aquella poción; “esto pasa por andar de arrogantes creyendo que todo saldría bien”, pensó la ojivioleta con amargura, mientras entraba al local, al tiempo que en su rostro se dibujaba una mueca de asombro: todo se veía espectacular, los libros acomodados de forma que resultaba atractiva y sobretodo, la tranquilidad que solía haber ese día, ya que las últimas veces que había pasado por allí, solía estar atestado de gente.


    Un embriagante aroma a café, llegó hasta ella, como si fuera una clara invitación a pasar un rato agradable de lectura. La Granger se quitó la gabardina color miel que llevaba puesta ese día, dejando al descubierto un conjunto de pantalón, blusa y botas largas, todo en un color negro. Sintió enseguida aquel calor provocado por una chimenea que estaba en algún lado que ella no alcanzaba a ver. “¿Será una chimenea, o se tratará de algún hechizo?” Se preguntó la joven, al recordar que había magos que podían cambiar las condiciones climáticas en interiores. Tomó nota mental de que sería un nuevo libro en qué buscar.


    - Ahora… ¿por dónde debo empezar? –


    Más allá, vio a unas pocas personas sentadas, demasiado concentradas en lo suyo; la ojivioleta tuvo ganas de hablar en voz alta, para preguntar si había alguien atendiendo o al menos para conocer la dinámica del negocio, para no hacer algo erróneo y pasar alguna vergüenza innecesaria, pero contuvo sus ganas de llamar la atención y que la pudieran echar por algo así. Caminó, mientras veía algunos textos que parecían ser obras de arte escrita por muggles, o eso supuso al ver títulos como: “cocina fácil”, “cómo manejar tus finanzas”, entre otros.


    Al final, vio una escalera y vio que uno de los asistentes al negocio subió sin dudarlo, cosa que hizo suponer a la joven que el negocio era mucho más amplio de lo que se había imaginado. No pudo evitar esbozar una breve sonrisa al ver que sin duda House of books se trataba de un paraíso para los lectores. ¿Pero cómo saber dónde tendría que buscar entre todos aquellos libros? Con resignación, se dio cuenta de que tendría que preguntarle a aquel extraño que se encontraba de pie, revisando algo en las estanterías.


    - Esto… hola… - La joven Granger habló casi en un susurro. No pudo evitar poner cara de sorpresa al ver de quién se trataba. - ¡SEBAAAAAAA! ¡QUÉ SORPRESA VERTEEE! – Olvidó que se debía guardar silencio e hizo caso omiso a las miradas de furia que las pocas personas que estaban allí, le habían dedicado. No le importó, se sintió aliviada de ver al menos un rostro conocido, cosa que tenía mucho tiempo que no sucedía.


  15. - ¿Estás dispuesto a dejarme la custodia del niño ese durante un fin de semana? –


    Sonrió divertida, y con esto vino una sensación de liberación, sobre todo por lo que había pasado minutos antes. No tenía mente para torturar a sus pensamientos con algo como eso, y su hermano le estaba proporcionando un cambio de tema bastante oportuno, al menos para ella. La expresión en el rostro del Granger, era algo que Valeskya conocía lo suficientemente bien como para darse cuenta lo que iba a ocurrir. No pretendía cuestionarlo acerca de lo que él había visto, sin embargo, era bastante evidente que le provocaba preocupación, curiosidad o quizás ambas.


    - Veo que olvidaste el incidente con Seishiro en aquella fiesta… No quiero ni imaginar en qué te vas a convertir en cuanto regreses y no lo encuentres en una pieza.-


    Había pensado en voz alta y de manera inconsciente, aunque lo cierto era que no pretendía ser la niñera de un fin de semana. Lo más que podía hacer, sería escuchar a su elfina sufriendo al cuidar de aquel pequeño. De repente hubo algo que asaltó su mente, mientras que su mirada violácea estaba fija en el hombro de su hermano. Muchas veces habían hablado del afecto y sobreprotección extrema, al menos para ella, que Joaquín demostraba hacia ese niño. Tal vez porque ella estaba segura de que carecía del instinto maternal, es que le resultaba molesto toda esa situación.


    - Joaquín ¿te has preguntado qué será de Seishiro para cuando le toque aprender todo sobre la magia? Me he preguntado si en el futuro será un mago promedio o algo extraordinario. ¿Te imaginas que se convirtiera el próximo Señor Oscuro? –


    La Granger lo había dicho con toda la seriedad que era posible reunir; casi nadie solía hablar de lo ocurrido en esas épocas y, en el presente en el que ambos estaban, ya casi no quedaban rastros de aquella guerra mágica, pero… nunca se sabía, quizás los mortífagos solo estaban esperando el momento adecuado para volver, tal vez esperaban un líder, un pretexto por el cual luchar. No sabía si el ojiazul se lo tomaría por una broma bastante pesada y se burlaría o molestaría con ella, quien se sorprendió a sí misma al darse cuenta de que la posibilidad de que Seishiro se convirtiera en alguien malvado no la incomodaba en lo más absoluto.


    - Disculpa el cambio abrupto de tema, pero… es una duda que me asaltó de repente…- La bruja se quedó pensativa durante algunos instantes y añadió. - En la comunidad mágica, hubo gente que aunque no participó de forma activa en la guerra, siempre tomaban partido por un lado: ¿Los buenos o los malos? ¿A quién apoyabas, Joaquín? –


    Quizás sería algo mucho más inesperado para el vampiro, pero Valeskya ya se había olvidado del desastre que habían provocado en las cocinas del restaurante de Ottery Fitness. Por supuesto, ella no externaría que había sido parte de la Orden del Fénix, pues aunque seguramente si fuera Luna, no habría cuestionamientos al respecto; solo ella sabía los motivos que la habían llevado a tomar la misma decisión por segunda vez. Lo cierto es que ya le daba lo mismo, pero ¿qué haría si llegara a suscitarse otro enfrentamiento similar? ¿Tomaría partido por alguien? Lo dudaba, pues a medida que pasaba el tiempo, sus prioridades iban cambiando.


    - Las guerras suelen alejar a las personas que llegan a formar parte de nuestra vida…- Dijo al cabo de unos instantes, sin poder ocultar cierto toque de amargura en su voz. - En fin… Es difícil que alguien pueda mantenerse neutral y alejado de todo lo que sucede a nuestro alrededor y la verdad dudo mucho que tú seas la excepción.- Finalizó.
  16. Valeskya no pudo evitar soltar una risotada al ver la forma en que su hermano se expresaba del negocio de varitas, de lo que no le gustaba atender al público y demás cosas. “Otra cosa en la que somos distintos”, pensó la bruja mientras miraba a su hermano beber casi con el mismo entusiasmo con el que ella lo hacía. Era más que evidente que a él le gustaba disfrutar de lo mejor y que estaba acostumbrado a que lo atendieran, no a hacer todo lo contrario. En cambio a ella, a pesar de que no le gustaba hablar mucho con la gente, cuando se trataba de algo que ella disfrutaba, no le molestaba en poder compartirlo.

    - ¿Sabes, Joaquín? Quizás más pronto de lo que te imaginas, te haga una visita. No me gustaría que mi varita mágica se rompiera y tener que cambiarla, y además he escuchado que Ollivanders es lo mejor en cuanto a varitas mágicas se refiere. Así que bueno, confiaré medianamente en ti y más en el trabajo que allí realizan. –

    Miró a través del cristal de la botella que ya estaba a punto de terminarse, el líquido se movía lentamente dentro del envase. Observó vagamente hacia el escenario, donde una de las brujas que había pasado a cantar, empezó a lanzar fuegos artificiales con su varita mágica. La Granger soltó una risita al ver cómo la sacaban de lugar: “Sin duda, nosotros estaríamos en su lugar de no ser por la generosidad de Fiamma”. Miró por todos lados, desde que había llegado, no había visto a su prima ¿qué le había pasado?

    El Granger de ojos azules inmediatamente se levantó a ocupar el lugar que había quedado vacante en el escenario. Sonrió al escuchar la canción, no sabía si era el ambiente, el alcohol, la conversación que tenía con él o todo en conjunto, era una invitación a cantar algo diferente, o quizás solo se trataban de una de tantas cosas que su hermano solía ocultar bajo una capa de sobriedad y elegancia.

    Aplaudió muy fuerte al terminar la música y se levantó, para tomar su turno en el escenario. La gente comenzaba a irse, así que cada vez importaba menos que se pusieran sentimentales o locos.

    Háblame de ti

    Me dijiste hola
    con una sonrisa por cierto tan linda
    como el mismo cielo
    te puse nervioso cuando
    por traviesa te toqué tu pelo
    era la primera vez que te miraba
    todo fue tan tierno
    nunca lo olvidé...

    Te dije mi nombre
    me dijiste el tuyo
    y después charlamos
    unas cuantas horas
    hubo conexión
    desde el primer instante
    te veías hermoso
    eras como un ángel
    y de puro gusto yo te di una rosa...

    Y te pregunté
    "Háblame de ti"
    de todos tus gustos
    cuántos años tienes
    y a qué te dedicas
    si sales con alguien
    igual y con suerte
    te encuentro solito
    y dime qué opinas
    crees que existe
    el amor a primera vista
    la verdad yo sí...

    "Háblame de ti"
    cuéntame tus penas
    o si alguna vez
    alguien te ha lastimado
    si tu corazón por el momento es libre
    o ya está ocupado
    porque el mío creo que a partir de hoy
    alguien me lo ha robado
    y ese eres tú
    "Háblame de ti"
    ojalá y me digas que estas disponible
    solo para mí...

    "Háblame de ti"
    de todos tus gustos
    cuántos años tienes
    y a que te dedicas
    si sales con alguien
    igual y con suerte
    te encuentro solito
    y dime qué opinas
    crees que existe
    el amor a primera vista
    la verdad yo sí...

    "Háblame De Ti"
    cuéntame tus penas o si alguna vez
    alguien te ha lastimado
    si tu corazón por el momento es libre
    o ya está ocupado
    porque el mío creo que a partir de hoy
    alguien me lo ha robado
    y ese eres tú

    "Háblame de ti"
    ojalá y me digas que estas disponible
    solo para mí...


    Era inevitable, lo había vuelto a recordar. Ni siquiera la cantidad de alcohol que había consumido le había sido suficiente como para no traer a tema eso. Ya no le preocupaba que su hermano le hiciera preguntas incómodas, ya se estaba aburriendo de estar en plan hermético. Se acercó a su hermano y se sentó en la mesa mientras tomaba una botella para brindar:

    - Por estas y muchas otras canciones que vendrán, hermanito. –

  17. - ¡Qué viejo! – Repondió Valeskya con cierto tono de burla en su voz, al escuchar la fecha de nacimiento de su hermano.

     

    Sintió cierta incomodidad, como si el simple hecho de saber la fecha de nacimiento de su hermano, fuera como un acercamiento más a su relación que tenía catalogada como tóxica. Cualquiera que se diera cuenta, podía notar lo ridículo en esa situación: se supone que eran hermanos y como tal, no debía haber secretos, mucho menos algo tan trivial como la fecha de nacimiento; aunque la razón por la cual ocurría eso era obvio: el no haber crecido juntos, había abierto una brecha muy grande entre ambos y a pesar de todo, ambos hacían lo que podían con eso.

     

    - El Secreto Mágico… se oye tan, pero taaan aburrido.- Exclamó la bruja de manera aburrida, al escuchar que a Joaquín no le parecía tan descabellada la idea de tener que adivinar el futuro para gente muggle. - ¿Te imaginas? Que llegue un chico o una chica obsesionados con su gran amor, y que yo les diga que esa persona no está destinada a estar a su lado. ¿Qué es lo más común que hace un mortal cuando se les dice que algo no es para ellos? La lógica dicta que harán lo posible para poder cambiar ese final, el intentar forzar a que las cosas salgan como ellos quieren, y eso se traduce en un constante acoso…no, gracias, paso de eso.-

     

    La Granger de repente se sintió agobiada de solo imaginar esa situación. Suspiró con desgana y se dispuso a hacer las anotaciones en el pergamino que permanecía flotante. Dejó que el ojiazul se perdiera en sus pensamientos y así ella podría concentrarse mejor. Por alguna razón, agradecía internamente que él se encontrara allí; jamás le diría que últimamente su compañía la obligaba a permanecer alejada de pensamientos desagradables. La bruja dibujó una enigmática sonrisa en su rostro y exclamó con fingida sorpresa:

     

    - Hermético y enigmático… ¡Qué inesperado! – Lo miró a los ojos mientras el pergamino se enrollaba mágicamente. - El número 7 es el que rige tu nacimiento. La persona más extraña, hermética y enigmática de todos los números. Según lo que se, es que el misterio te rodea, eres obsesionado en general: el conocimiento, un espíritu cultivado. Según esto, dice que eres un candidato apto a la clarividencia. – No pudo evitar soltar una risa breve. - Joaquín Granger “El Iluminado” ¿A que suena bien? – Dijo con tono de burla. - Analítico, de enorme curiosidad, desconfiado, siempre en desacuerdo con la opinión ajena… uff, montones de cosas. Dime al menos que hay algo que no concuerde que con lo que te estoy diciendo.-

     

    - Distinguido, elegante, de gustos exquisitos… también tienen problemas para encajar en la sociedad, con apariencia seria y distante.. y si me preguntan a mí, añadiría gruñón. – A la ojivioleta le resultaba asquerosa la forma en la que un simple número podía describir tan a la perfección a alguien. - Y claro, hay que añadir que estás en busca de un mundo perfecto e irreal.. digamos que en el fondo eres un soñador. Debo añadir también que un mundo ideal es una clara referencia para lo que tú buscas, no para los demás.-

     

    - Hay tantas cosas que decir… pero seguramente todo esto debe resultar abrumador, interesante… o quizás aterrador. – Dijo Valeskya mientras soltaba un suspiro. No pudo detener sus pensamientos que parecían volar hacia un mundo donde ella estaría enseñando todo sobre aritmancia o adivinación. Quizás un día de estos volvería a intentarlo, así como en el pasado.

  18. La ojivioleta asintió a manera de saludo al ver la llegada de Juve, aunque era evidente que ella estaría en una clase aparte. De cierta forma seguía preguntándose la finalidad de visitar aquel lugar. Le traía ciertos recuerdos, no tan incómodos, pero de repente pensó en la posibilidad de aplicar el conocimiento sobre leyes mágicas de una forma práctica. ¿Qué otra cosa podría ser más efectivo que estudiar los casos de todos aquellos que habían terminado en Azkaban? Nunca se había preguntado qué tan efectiva resultaba ser la aplicación de las leyes mágicas, aunque después de haber vagado durante varios años en el mundo muggle, tenía dudas y esa había sido una de las razones por las cuales se había inscrito nuevamente.


    Escuchó las palabras de su prima, las cuales rompieron aquel silencio desde que habían llegado; no pudo estar más de acuerdo con lo que había dicho, aunque no estaba del todo segura si debía opinar algo al respecto. Muchas veces se había preguntado algo similar y como siempre, solo se había formado teorías relacionadas con eso; a Valeskya poco y nada le preocupaba saber más sobre la naturaleza vampírica, aunque pudo darse cuenta que Zahil parecía estar más informada y por supuesto, más interesada al respecto.


    - Muertos o no, seguimos teniendo emociones tales como desesperanza o el creer que la felicidad nunca más llegará a nosotros. Por lo tanto creo que de una forma u otra, podemos percibir a nuestra manera los efectos de un dementor.- Exclamó, inclinándose de hombros. - Por otro lado, la cuestión del alma es algo más teológico, supongo que este lugar tendrá sus propios métodos de tortura para otro tipo de seres que no sean humanos… aunque claro, solo son suposiciones mías. –


    Lo cierto es que la Granger no solía externar mucho sus opiniones acerca de la tortura o de ver sufrir a otras personas. Quizá en el pasado se había considerado buena persona, pero había cambiado mucho desde aquel tiempo; ahora solamente pensaba en ella, en su familia y todo lo demás le resultaba casi indiferente y por esa razón no hacía ningún tipo de comentario cada vez que pasaban por el calabozo de la mansión, donde claramente más de uno había encontrado su final allí.


    - Tal parece que en tus preguntas planteas la posibilidad de librarte de algo que estás a punto de hacer, querida prima. – Dijo Valeskya mientras dibujaba una breve sonrisa en el rostro. - Quizás Kytta pueda ilustrarnos al respecto, aunque supongo que si somos seres capaces de poseer una varita y hacer magia con ella, nos hace responsables de nuestros actos y por lo tanto, podemos estar sujetos a juicios mágicos. Alguna vez leí algo sobre criaturas como los centauros, que a pesar de tener una inteligencia y habilidades sorprendentes, no son considerados por el Ministerio de Magia… - Se quedó en silencio por unos instantes. - Lo cual se me hace totalmente absurdo, aunque claro… solo es mi opinión sobre el tema.-


    - Yo pienso que al final las leyes necesitan estar sujetas a una revisión exhaustiva… lo poco que vi del tema, hace varios ya, solo hablan de cosas que ya no pasan en la actualidad. – Quizás en otra situación, hubiera cuidado más sus palabras, pero se sentía en confianza de decir lo que pensaba, cosa que solo sucedía cuando había alguien de su familia presente. - Es decir, creo que no he visto en ningún lado la manera en que las leyes y sobretodo la clase de castigos que se pueden aplicar a criaturas como nosotros. Incluso revisar e incluir a criaturas que aunque no utilicen varitas, tengan el intelecto suficiente como para actuar con buenas o malas intenciones ¿no crees? –


    - Por otro lado ¿cómo crees que en un juicio puedan cerciorarse de que alguien pueda ser inocente o culpable de sus actos? Podrían ser manipulados por un imperius ¿o aplicarán poción de la verdad con todos? – La pelinegra se pasó una mano por la barbilla, mientras miraba a su prima.


    @
  19. No pudo evitar retroceder un par de pasos al escuchar las palabras que indicaban que ese lugar, mucho menos los objetos, pudieran catalogarse como seguros; a pesar de que había muchas cosas para ver y aunque según el letrero de la tienda indicaba que eran objetos de segunda mano y que encima estaban a la venta, eso no era ninguna garantía para la ojjivioleta. Era inevitable el pensar en todos los magos y brujas que solían desechar objetos y no siempre eran de lo más inocentes; pensó en algunas cosas que ella poseía en su habitación y aparte los que estaban esparcidos por la mansión, como el jarrón con runas grabadas y que ellos solían utilizar como florero.


    - Nunca has tocado un objeto maldito ¿cierto? – Preguntó la joven con cierto desdén tras un largo silencio y cruzó los brazos mientras observaba a Garry. - Lo peor que puede pasar es que te mueras con tan solo tocarlo, aunque acá dudo que ese sea el caso… sin embargo, nunca se sabe qué clase de conjuro antiguo puede guardar un objeto tan simple, como aquel estante con trofeos de quidditch, las cajas que están allá en el fondo… ESE BAÚL… solo por citar varios ejemplos.-


    La pelinegra hizo especial énfasis al mencionar aquel cofre, solo por cuestión de fastidiar y ver la reacción del brujo; de alguna manera se sorprendió a sí misma al darse cuenta que le gustaba hablar con él, a pesar de que no tenía pinta de ser una persona amigable, aunque desde el principio le había quedado más que claro que Ollivander solo generaba desconfianza como primera impresión, pero solo era una cuestión de apariencia; al menos hasta donde ella se había dado cuenta, le daba la impresión de que era tranquilo… demasiado.


    Desde que lo había conocido, nunca se había detenido a analizar qué era con exactitud lo que había ocasionado que hablara con él, incluso con más familiaridad de la que ella esperaba. Sabía que al inicio había mucha curiosidad, pues no creía en que alguien pudiera ser tan tranquilo; ella no le compraba ese papel, mucho menos al ver la serie de cicatrices que cubrían parte de su rostro. Le resultaba más que obvio que, al igual que todos, tenía un pasado, aunque seguramente mucho más tormentoso que el de muchos.


    Pero había algo, no estaba segura de qué, que de cierta forma la detenía a hacer preguntas que seguramente serían incómodas. El hacer un análisis en busca de cuál sería el momento adecuado para hablar de cosas más personales, era algo que resultaba particularmente difícil, más en ese momento en el que Garry llamó su atención en el momento que parecía darle a ella la última palabra sobre abrir aquel baúl que no parecía ser de lo más común. “¿Qué podría pasar?”, esa pregunta rondó por la mente de Valeskya, pero no como en otras ocasiones, sino que podía imaginar aquel tono de voz cargado de sarcasmo, ése que siempre parecía advertirle que seguramente nada bueno podría salir de eso.


    - Vale, te protejo desde donde estoy… sigo negándome a tocar ese baúl y mucho menos ahora que veo que emite destellos extraños. – Levantó su varita y lo miró desde donde ella se encontraba. - No pienso dar ni un paso más adelante… aunque si lo miramos desde el lado en el que tú eres el que anda desarmado… suele resultar una buena estrategia después de todo ¿no crees?-


    Hasta ese momento, la ojivioleta había olvidado ese gran detalle. Fue inevitable mirar a Garry a los ojos con la incredulidad dibujada en su rostro ¿de verdad había olvidado su varita al salir? Movió la cabeza en señal de desaprobación, cerciorándose de que el joven la mirara. En ese momento llegó a su mente la posibilidad de que quizás él pensaría que era una cobarde, aunque en el fondo tenía firmes razones para no arriesgarse a más.


    - Es posible qué... – Dejó la frase en el aire y apuntó con su varita hacia el baúl. - Alohomora… - Dijo en un susurro y con una incredulidad que se quedó a un lado al ver que extrañamente se abría. - ¿Estas cosas no se suponen que son súper seguras? Podemos entender entonces por qué el dueño lo dejó acá. –


    Se acercó al ver que no había salido algún ser vivo o muerto de aquel enorme cofre. Vio que había una serie de pergaminos, aunque mucho más antiguos de los que se solían utilizar habitualmente. Pudo ver que había muchos símbolos que ella no reconoció en el momento y al fondo de aquel baúl, había un libro, de pasta negra y sin ningún título en la portada, pero parecía estar sellado.


    - Es extraño… por un momento creí que había alguna clase de criatura encerrada. ¿Qué crees que sea esto? – Preguntó.


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  20. Escuchar la respuesta de Ollivander a la pregunta que había hecho la joven, solo había logrado que se desconcertara un poco. Miró a su alrededor: sin duda en ese lugar había de todo, menos cosas nuevas y ella en particular no era muy aficionada a los objetos de segunda mano, le traía el recuerdo de algo que había cambiado su vida de forma radical. Recordar esa situación solo ocasionó que retirara la mano inmediatamente del libro que estaba a punto de tomar. Comenzó a caminar con brazos cruzados, mientras parecía que había una montaña de objetos apilados en una forma tan peligrosa, que no dudó que se mantuviera en pie gracias a la magia.


    A medida que sus pasos y los de Garry recorrían el lugar, haciendo un eco que sonaba casi tenebroso, las preguntas se iban agolpando una a una dentro de su mente. El hecho de que conociera el nombre de la dueña, no había logrado calmar esa dosis de adrenalina que se había elevado al punto de querer regresar el tiempo para buscar otra entrada que no hubiera tenido que ser forzada. Aunque el rostro de la ojivioleta permanecía impasible, siempre tratando de que sus emociones no la superaran y menos ante cualquier persona que no perteneciera a su familia… aún (?).


    Observó que había lo que parecía un juego de té, estaba cubierto de polvo, pero pudo notar que había unos símbolos extraños, pintados o quizás con una leve marca en relieve. Acercó el rostro para examinarlo mejor y pudo notar que era una secuencia de dibujos, tan diminuta que lo había confundido con símbolos; parecía como si tratara de contar una historia y no pudo evitar recordar que en alguna ocasión había visto algo similar, pero no lo recordaba con claridad en ese momento. Tuvo que hacer un esfuerzo para no dejarse dominar por la tentación de tomar aquella taza para poder continuar viendo. Era un lugar desconocido, con cosas desconocidas y un dueño desconocido, al menos para ella.


    La voz de Garry la sacó de sus pensamientos, siempre retomando la conversación después de varios minutos, como si éstos nunca hubieran pasado. La ojivioleta se irguió, tratando de buscar el origen de la voz de él para poder aproximarse; dio unos cuantos pasos y giró hacia la derecha, justamente para ver más cosas; le llamó la atención ver unos cofres de diversos tamaños y colores, particularmente había uno que había visto en el magic mall: un baúl de siete cerrojos, lo cual llamó su atención, ya que no era un objeto ni muy común ni muy barato. El terminar de escuchar las palabras del mago, hizo que la joven de cabello negro levantara la vista, como si pudiera verlo a lo lejos,


    - ¿Un regalo…Para ti? – El tono de incredulidad en su voz hizo que se preguntara si había entendido bien. - En realidad cualquier negocio, en Diagon o Knockturn, puede resultar bien. Aunque no puedo asegurar si el tipo de clientela será la misma, como debes saber, no cualquier persona suele pasar por acá. Entonces… - Dejó la frase en el aire, justo para que Garry pudiera sacar sus propias conclusiones al respecto. - Y no te preocupes, no pensaba decir nada malo del hecho de que supieras de los negocios familiares.- Por alguna razón desconocida, sintió la necesidad de aclarar que la familia también estaba involucrada en esos locales.


    - Al final, un negocio se trata de eso, chico Ollivander… de que todos sepan que existe. – Inevitablemente, le dio una patadita al baúl, para cerciorarse si aguardaba algo dentro. - Y con respecto a emprender… personalmente prefiero hacer cosas que me gustan, el trabajo de llevar a cabo un negocio se hace mucho más ligero. Así que, siempre es buena temporada para emprender… aunque.- Hizo una pequeña pausa antes de continuar. - Siempre dependerá de tus ganas de permanecer, así que deberías preguntarte si de verdad quisieras hacer algo nuevo y claro, también me gustaría saber más detalles acerca de tu local… –


    - Por cierto ¿no te gustaría tener un baúl? Así podrías guardar cosas del negocio, o bien, empacar tus cosas personales… aunque tendrías que averiguar qué es lo que tiene dentro. –Por un breve instante, creyó escuchar un golpecito proveniente del interior, pero no estaba del todo segura. - Esto…. ¿Todo lo que está aquí es seguro? – Preguntó finalmente, solo para poder asegurarse de que podía explorar y revisar todo lo que había con detalles.


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  21. La situación en la que se encontraba en esos momentos le resultaba un tanto extraña; no recordaba la última vez que caminaba con compañía en el callejón. Había accedido a acompañar a Garry, quien parecía mostrar un leve interés en ir hacia aquel local localizado en Knockturn; para ella era una oportunidad de ver esa sección en donde había negocios, en el que la mayoría solían ser de cuidado, ya que albergaban cosas que muchas veces traspasaban el límite de lo legal y por supuesto, de lo peligroso.


    Esa era una de las razones por las cuales la ojivioleta amaba sus andanzas por el Callejón Diagon, siempre había algo que lograba captar su atención, ya fuera para bien o para mal; no había entendido bien qué clase de negocio era el que Ollivander pretendía visitar, pero solo el escuchar la ubicación, había sido suficiente para que ella solo dijera: “¡Claro, vamos!”, con más entusiasmo del que hubiera querido mostrar. Con un ademán, Valeskya había minimizado las palabras en las que el mago parecía dudar de que pudiera no gustarle o que incluso se negara a hacerle compañía.


    Lo cierto era que, Garry era una persona que solía llamar la atención a donde quiera que fuera, su aspecto era bastante peculiar y obviamente tenía una historia de la cual la joven hubiera deseado preguntar descaradamente y por una razón u otra, no había tenido oportunidad de hacerlo. Lo que sí, es que no estaba acostumbrada a que la gente que caminaba, de repente lanzara miradas furtivas hacia donde ellos se encontraban; hizo un intento por no poner los ojos en blanco, ante esos intentos pocos sutiles de mirar. Cuando la gente se empeñaba a mostrarse más sutil, era cuando menos lo lograba y ella era una prueba viviente de eso (?).


    - Vaya, vaya… - Exclamó mientras alzaba una ceja con incredulidad al ver que Garry parecía conocer todo, menos el nombre que tenía anteriormente ese negocio; tanto misterio en todo eso, le daba más curiosidad.


    Poco a poco, Valeskya se iba rezagando, aunque no lo suficiente como para perder de vista al joven; vio un local que tenía en exposición un juego de runas, las más extrañas que había visto, eran de color negro y las runas dibujadas parecían emitir un destello verde. Tuvo la intención de detenerse a curiosear, de no ser porque vio a una bruja de aspecto tenebroso que se encontraba observándolas también, le lanzó una mirada retadora, lo que hizo que la Granger solo siguiera caminando, sin dejar de ver aquel curioso objeto en el aparador. Estaba tan distraída que no notó a Ollivander que se había detenido y chocó con él, empujándolo un poco hacia adelante.


    - ¿Hemos llegado al fin? – Preguntó con curiosidad y olvidándose de momento de la disculpa, mientras veía el local con atención y se dio cuenta de algo. - Pudimos tomar un camino más transitado en lugar de andar por Knockturn como si nada. Ya sabes… pensarán que andamos en malos pasos.- Se quedó en silencio unos instantes y volvió a decir. - Bah ¿a quién le importa? ¡Vamos! – Y se dispuso a dar unos pasos en dirección hasta la entrada hasta que vio que el negocio aparentemente estaba cerrado.


    - No vine hasta acá para nada – Dijo la pelinegra en voz muy alta al ver el leve intento de Garry por intentar entrar a aquella edificación. Miró hacia ambos lados de la calle, para cerciorarse de que no estuvieran viéndolos. - Nada de salida auxiliar, no veo un letrero que diga que está cerrado, así que… -


    Dejó la frase a medio terminar e hizo lo que habitualmente era en ella cada vez que llegaba a su casa. Dio un par de pasos para alejarse de la entrada y le dio una fuerte patada justo en el cerrojo principal de la puerta; tantas veces haciendo lo mismo, había ocasionado que aprendiera a perfeccionar su técnica (?), aunque tenía que reconocer que era la primera vez que hacía algo así en un lugar que no fuera su casa.


    - ¡Listo! ¡Puerta abierta!. – Exclamó como si nada, con una breve sonrisa en el rostro. - No te preocupes, al final la puerta debe arreglarse con magia ¿no crees? Aunque… - Echó un vistazo rápido al lugar. - Si soy sincera, no soy muy buena reparando cosas. – Se inclinó de hombros y se acercó hacia una estantería que contenían diversas clases de libros, aunque por lo que pudo juzgar a primera vista, ya tenían algo de polvo y seguramente ya habían sido utilizados.


    - ¿Buscas algo en especial? – Preguntó, mientras se acercaba a la estantería y enseguida pensó en otra posibilidad, mucho más vergonzosa para la joven. - ¿Conoces a los dueños? Podemos decir que lo de la puerta principal fue un terrible accidente y que nosotros solo veníamos pasando por aquí. – Aguardó la respuesta del joven, sorprendiéndose a sí misma de lo rápido que se había inventado algo para excusarse por lo que había hecho, como si fuera una niña pequeña.

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  22. - Preparada para la aventura… -


    Repitió Valeskya en voz baja, mientras leía la nota una y otra vez y se preguntaba qué clase de aventura podrían vivir. Su imaginación estaba rebosando sus límites: quedarse atrapadas ahí, que las atacara un dementor, que cayeran “accidentalmente” de la parte más alta de aquella fortaleza o que hubiera una fuga de presos, aunque esto último no le resultaba tan probable. Primero, dudaba que aún hubiera gente encerrada cumpliendo algún tipo de condena. Después de los últimos acontecimientos ocurridos, dudaba que hubiera alguien malvado a quien pudieran encerrar.


    La joven sabía que el mundo no se dividía solo en un par de bandos, siempre había algo más allá de todo, así como también que no solo había gente buena y mala, el mundo y las personas poseían diferentes matices, no se podía ser completamente bueno o completamente malo, seguramente había quien que detrás de su apariencia y vida perfecta, tenía algún secreto oscuro que esconder, como todos seguramente. Todos esos pensamientos le provocaban cierto conflicto, aunque seguramente todo se trataba de algo mucho más simple.


    Como fuera, no sabía cómo interpretar las palabras que venían escritas en aquella nota; le provocaba curiosidad y a la vez no estaba segura de querer acudir a aquella clase. Entonces recordó que el elfo no solo había llegado con la nota, sino también con un aviso de Zahil para que llegaran; tenía tantos años que había cursado leyes mágicas, que era casi una obligación el tener que actualizarse, pues nunca estaba de más el refrescar el conocimiento, como buena Ravenclaw que era (?).


    Había elegido algo cómodo, por si tenía que huir (?): unos jeans, tenis con brillos de color azul y una playera casi tan llamativa como su calzado. Llevaba suelto el cabello, cosa de la cual se arrepintió en el momento de aparecer en la isla. El aire y una tormenta a punto de desatarse, la recibieron alborotándole el cabello de una forma horrible; maldiciendo y todo, se concentró en buscar alguna señal de sus primas o de Kytta, quien era la que les impartiría clase.


    No pudo evitar sentir algo de extrañeza, debido a que por alguno de los tantos lazos mágicos familiares, resultaba ser su sobrina y que, a pesar de todo, no había tenido oportunidad de tratar, así como seguramente pasaba con la gran mayoría de su familia. Para la ojivioleta, los Granger siempre resultaban ser su única familia, aunque esto no se debía a que odiara al resto, sino más bien creía que eran los únicos con los cuales podía ser ella misma a pesar de todo y los que quizás podían tolerar aquellos cambios radicales en su carácter, acompañado de sus constantes discusiones con su hermano.


    “Tal vez sea el momento de conocer a la familia…” repitió la voz dentro de su cabeza, mientras que avanzaba lentamente por el lugar, y preguntándose si el escalofrío era debido a la tormenta o se trataba del efecto producido por los dementores que seguramente estaban en algún lugar, esperando el momento para alimentarse. Intentó acomodar su cabello, sin mucho éxito, lo cual ocasionaba que continuara maldiciendo, cada vez en voz más alta, hasta que logró percibir lo que eran unas voces conocidas.


    - ¡HOLAA! – Exclamó, mientras alzaba la mano en señal de saludo. Alcanzó a notar que había más gente de la que hubiera esperado, lo que provocó que se sintiera ligeramente incómoda: no se le daba muy bien el entablar conversación. - ¿Quién osa traerme a este lugar? ¿Es que acaso es un pecado apellidarse Granger? ¿Tan desagradables nos hemos vuelto? – Se llevó una mano hacia el pecho, fingiendo demencia.


    Lo que sí era cierto, es que ver a Bodrik y a Kytta, era como una punzada de realidad: el observarlas era como recordar nuevamente que la Orden del Fénix ya no estaba, de que su lealtad, al igual que la de la mayoría de los odefos, seguramente aún permanecía, a pesar de que el bando ya no estaba ahí para reunirlos físicamente. Quiso preguntar cómo estaban, si tenían noticias… si había alguna esperanza de que las cosas iban a cambiar; pero todo eso no era necesario, la realidad era la que todas las presentes ya sabían: las cosas ya no volverían a ser como antes, jamás.


    - Supongo que estamos esperando a alguien más. – Dijo tras unos segundos de incómodo silencio.
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  23. Llevaba varios días sin ver a Joaquín, lo cual no era extraño, ni para ella ni para el resto de los Granger: ellos así eran y eso les funcionaba bastante bien. El hecho de que para ninguno de ellos le era relevante le convivir a todas horas, les daba buen resultado, más cuando varios de ellos solían ser seres nocturnos; sabía que tanto su hermano como su prima, solían ir de cacería de vez en cuando, aunque nunca se había dado la tarea de investigar en qué horarios. El punto importante para la ojivioleta es que ninguno de ellos dormía y por lo tanto, tenían tiempo de sobra para andar haciendo cosas y distraerse.


    Valeskya andaba con paso lento por el callejón Diagon, aunque a diferencia de otros días, éste lucía mucho más desolado, lo cual obviamente se debía al hecho de que ya era de noche y la mayoría de los negocios se encontraban cerrados. Algunos bares y otros lugares de los cuales se podía deducir a la perfección que eran atendidos por más seres como ellos, lo que era bastante habitual en esa parte de Inglaterra. Había una preciosa luna, el cielo estaba completamente despejado y había muchas estrellas, lo que anunciaba que no era una hora temprana.


    Llevaba una túnica oscura, lo cual era poco habitual en ella, que ondeaba solamente a la par de sus pasos. Su negra cabellera iba recogida en una trenza y el rostro llevaba solo una cantidad mínima de maquillaje, lo suficiente para no llamar la atención. No sabía exactamente el por qué había elegido ese día y mucho menos el horario para buscar el negocio de venta de varitas de Joaquín: Ollivanders. Recordó que tiempo atrás le había dicho que pronto le haría una visita para hablar sobre el arte de la fabricación y mantenimiento de varitas.


    Habían transcurrido varios meses desde que había pasado eso y por una causa u otra, no había cumplido esa especie de “promesa”. No recordaba si alguna vez le había dado mantenimiento a su varita mágica, que aunque la utilizaba relativamente poco, era un hecho definitivo que necesitaba ser revisada. Solo de pensar en la posibilidad de que ésta se pudiera romper, le provocaba cierta ansiedad; a diferencia de épocas pasadas, en la actualidad sabía que existían más locales dedicados a la venta de varitas, pero al final siempre era una cuestión de tipo sentimental el tener que mantenerla o depositar la confianza en que alguien más se encargara de darle cuidado.


    A pesar de todo, la ojivioleta solo confiaría en alguien de su familia para que cuidara de su varita mágica. De todas formas, tenía varias cosas planeadas para esa visita, aunque lo primero era ver si su hermano se encontraba trabajando, cosa que dudaba muchísimo en realidad; lo peor que podía pasarle a la Granger, es hacer toda la travesía para nada. Miró el nombre del lugar y notó que de cierta forma, la puerta se veía algo empolvada. Tocó un par de veces e intentó abrir, sorprendiéndose de ver que a pesar la hora, el negocio aún se encontraba abierto.


    - ¿HOLAAAA? – Exclamó en voz alta, sin pensar en que quizás había elfos descansando. - ¿HAY ALGUIEN POR ACÁ? –

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