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Valeskya Granger

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Mensajes publicados por Valeskya Granger

  1. ¿Cuándo había sido la última vez que había estado allí? La ojivioleta ya había perdido la cuenta de las veces en que se había ausentado, sin decirle nada a nadie, durante semanas; estaba segura que su familia poco o nada se enteraba de sus andanzas y por una parte eso era algo que le beneficiaba mucho, pues no tenía que rendirle cuentas a nadie de lo que iba a hacer. ”Esta vez no es la excepción”, pensó la Granger al mismo tiempo que soltaba una risita; una pequeña ráfaga de aire helado agitó su negra cabellera, alborotándola ligeramente. Con un rápido movimiento, acomodó su túnica violácea y comenzó su andanza hacia el interior de la mansión.

     

    La expresión en las delicadas facciones de la joven, era indescriptible: aquellas risas, los nervios, la tristeza y un sinfín de emociones más, se hubieran esfumado junto con Luna. Sentía que algo faltaba en su vida, algún motivo que la llevara a seguir adelante…. O tal vez era alguien; ”qué ridícula eres”, se reprochó a misma mientras sus tacones pisaban el verde césped que conformaba el amplio jardín de la mansión. Su mirada violácea giraba continuamente, esperando que en cualquier momento apareciera Kotaro para recibirla; tenía que reconocer que abandonaba continuamente a su pequeño tigre blanco, pero esperaba que sus continuas ausencias cesaran por completo.

     

    Inevitablemente, los recuerdos llegaron a la mente de Val: la última vez que había estado ahí, su prima Sophie había tenido un comportamiento extraño, pero no había logrado descubrir la causa. ”No descansaré hasta que me digas qué era lo que estabas ocultando”, dijo la bruja ojivioleta para sus adentros; quizá su hermana y la rubia ya lo habían olvidado, pero ella no. Sus pensamientos se vieron interrumpidos con el cantar de las aves que anunciaban el comienzo de un nuevo día; al alzar la mirada, se dio cuenta de que cada día la mansión lucía cada vez más vacía, aunque tenía un fuerte presentimiento de que las cosas cambiarían muy pronto.

     

    Empujó la puerta principal con fuerza, haciéndose notar así como los viejos tiempos (?). Aunque en realidad no lo aparentaba, tenía ganas de hablar con alguien, aunque fuera solo para molestar un rato; se dirigió rápidamente hacia la sala, esperando encontrarse con su prima en cualquier momento. Las cortinas aún se encontraban cerradas, aunque los rayos del sol comenzaban a filtrarse por aquella delicada tela; sin decir nada, se situó en el centro de aquella instancia y tomó aire:

     

    - ¡Sophie! ¡Sophie! ¿Dónde rayos estás? – Gritó con fuerza, al mismo tiempo que se sentaba en uno de los blancos muebles.- ¿Porqué no hay nadie que me reciba? ¿Acaso estoy pintada, o qué? – Cruzó los brazos bastante malhumorada.

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  2. ”Si todo sale bien, esto no durará ni diez minutos”, pensó la Granger algo exasperada, mientras caminaba con paso seguro hacia el lugar que tenía tantos meses sin visitar. ¿Acaso la nota que había recibido era cierta? Estaba segura que se trataba de una broma de mal gusto, incluso pensaba que alguien había enviado la nota con tal de fastidiarla y hacer que acudiera al Cuartel General de Aurores; había tenido la opción de hacer caso omiso, pero por alguna razón, se dirigía hacia allá. ¿Le preocupaba? No se trataba de eso, simplemente tenía que cerciorarse de que todo estaba bien, pues su trabajo también se encontraba en juego y después de su inexplicable ausencia, cualquier pretexto le vendría bien a su jefa para despedirla.

     

    El pasillo solía estar tan solitario como la última vez que había estado allí: solo podía escucharse el ruido ocasionado por sus botas negras. Las manos las llevaba ocultas dentro de su larga gabardina de color rojo, su negro cabello se agitaba con gracilidad al compás de sus pasos. ”¿Cuántos nuevos aurores habrán ahora?” Se preguntó inevitablemente la ojivioleta, recordando sus visitas anteriores, en donde siempre tenía que encontrarse con caras nuevas. No sabía a qué se debía, pero ese departamento siempre parecía estar movido, tanto en actividad, como en el personal que trabajaba allí.

     

    De cierta forma extrañaba aquellas pequeñas, pero amenas charlas con sus primos y en el fondo le preocupaba que algo les hubiera pasado. Se detuvo en seco al llegar a aquel departamento y vio que el panorama lucía desolador: había polvo, escritorios y documentos esparcidos por todo el lugar. Enarcó una ceja mientras pensaba que todo era real, que el cuartel de aurores había sufrido un ataque; el lugar lucía mucho más silencioso de lo habitual ¿en realidad había sido tan devastador aquel ataque? ¿Qué consecuencias había traído? ¿Dónde rayos estaba Elvis y Sophie? Se llevó una de sus pálidas manos a la cabeza, para intentar pensar con claridad qué era lo que haría a continuación.

     

    - ¿Acaso no hay nadie en esta oficina? – Exclamó en voz alta, tratando de llamar la atención de cualquiera que estuviera presente. - Necesito hablar con alguien ¡rápido! – El tono de su voz era autoritario, sin preocuparle si los demás pensaban que era una grosera. - ¡Elvis! ¡Sophie! ¡Alguien! – Dijo impaciente la Granger, ignorando si algo les había ocurrido a ellos. Se quedó de pie, observando con desinterés el lugar.

     

    Off:

     

    Holis :3 aquí vengo a molestar un rato xD

  3. La ojivioleta se llevó una sorpresa al ver que antes de ir a Gringotts, tendría que acudir primeramente al departamento de misterios, a realizar una investigación acerca de la identidad del cadáver encontrado. No hizo comentario alguno, aunque la expresión de su rostro manifestaba una clara decepción y molestia acerca del rumbo que había tomado su idea inicial. Muy a su pesar, tenía que realizar primero aquella entrevista y de ahí continuar con el resto de la investigación. Observó a las personas que se encontraban presentes, mientras sus brazos permanecían cruzados, en una clara señal de que esperaba que aquella reunión terminara lo más pronto posible.

     

    Asintió levemente cuando Alicia finalizó la explicación y al ver que Tazz salía de la oficina, para comenzar con su deber, o por lo menos fue lo que la Granger supuso. Ahora solo tenía que cumplir con su trabajo, tal y como Evarela le había indicado; Cuartel de Aurores, Departamento de Misterios ¿Después qué vendrá? Pensó la pelinegra, mientras se ponía de pie lentamente y lista para abandonar aquella junta que, a su parecer, había sido algo de emergencia. Ahora tenía que programar una visita en ambos lugares, para cerciorarse que los aurores no tenían nada interesante qué reportar y la segunda, para averiguar más acerca de lo que se había enterado.

     

    - Bueno, en vista de que ya no hay nada más que me detenga, comenzaré con mi labor.- Se excusó, mientras hacía una seca reverencia a las personas presentes. – Volveré lo más pronto posible, con permiso.- Y sin más, se dirigió a su oficina.

     

    Tenía que reconocer que no todo había resultado tan mal: primeramente, ya no tenía que dar excusas para justificar su ausencia. Con una sonrisita de satisfacción, abrió la puerta de su pequeño lugar de trabajo y vio que todo lucía tal cual lo había dejado la última vez: algunos documentos se encontraban esparcidos por su escritorio, acompañado de un par de pergaminos que lucían cuidadosamente doblados. ¿Y ahora? Dijo la joven para sus adentros, mientras tomaba el primer documento al azar para leerlo; en su hermoso rostro se podía observar la sorpresa, pero que casi al mismo tiempo se transformaba en una risa burlona.

     

    - ¿Así que tienen problemas, eh? – Dijo en voz alta, mientras arrugaba el pergamino. - Es como si hubieran esperado a que yo apareciera. Pero bueno… qué más me queda.- Últimamente se fastidiaba con suma facilidad. - Supongo que tendré que ir a verlos.- Y sin más, aventó el papel al cubo de basura. Rápidamente, apiló todos los documentos en una de las esquinas, sacó un par de pergaminos, una elegante pluma negra. Se cercioró de que todos sus cajones se encontraran debidamente cerrados y salió de la oficina rápidamente.

  4. La Granger cruzó los brazos al escuchar la respuesta de Sophie, la cual no había sonado nada convincente en comparación de otras veces. La conocía lo suficiente como para saber cuándo decía la verdad y cuándo ocultaba algo, como era esa la ocasión. Nunca la había visto en sus cacerías, ni sabía qué olor traía cuando regresaba de ellas, pero estaba segura que esa vez era diferente; se mantuvo en silencio durante algunos instantes, en lo que trataba de ver algún titubeo por parte de la rubia, para descubrir la verdad. Se sorprendió un poco por la pregunta que le acababa de hacer su prima ¿qué debía responderle para que le dijera la verdad?

     

    La ojivioleta le hizo una señal a Polo para que se retirara en cuanto terminara de servir aquel espumoso y humeante chocolate. Tomó entre sus manos aquella taza y le dio un pequeño sorbo, dándose cuenta que estaba siendo observada por Sophie; ¿Qué es lo que tramas? Pensó la bruja, tratando de meditar una respuesta adecuada. La rubia había cambiado mucho desde que había salido de la Orden y no podía culparla, pues suficientes motivos tenía para no saber nada que tuviera que ver con ese bando; antes le preocupaba eso, pero ahora las cosas habían cambiado para ella también, así que por ahora le daba igual lo que su prima tuviera que hacer.

     

    - ¿Divertirte de otra manera? – Exclamó y se echó a reír, recordando el comentario que le había hecho a Sophie. - Te diría que eres una egoísta que no me invita a sus “excursiones” nocturnas.- Le dio un par de sorbos al chocolate, esperando haber dado la respuesta adecuada. No había terminado de pronunciar eso, cuando alguien más apareció en la cocina; se quedó un poco extrañada al ver a Annick, pues era de las pocas personas a las que no había visto desde el momento en que las cosas habían cambiado para ella.

     

    - Hablan de mí, hermanita.- Respondió secamente la Granger, mientras se preguntaba si su comentario había sido escuchado o mínimo se había percatado de su presencia, pues la pelirroja enseguida preguntó por el chocolate que estaba sobre la mesita. Sus sospechas fueron confirmadas cuando su hermana soltó el grito acusador, dirigiéndose a ella; actuó casi por instinto al ver que era apuntada con la varita, así que se levantó con brusquedad y retrocedió un par de pasos, mientras su mano se escondía entre su túnica. Sabía que era algo absurdo el hecho de ser atacada por alguien de su familia, así que para disimular, hizo lo que podía esperarse: acercarse a saludar a Annick.

     

    - No me culpes por este frío recibimiento, pero sinceramente no esperaba verte por aquí… Últimamente pasas más tiempo con los Gryffindor y no te culpo hermanita, aprovecha a Elvis todo lo que puedas, no te vaya a pasar como a mí.- Soltó amargamente la ojivioleta, mientras la abrazaba brevemente; la había extrañado, solo que le costaba demostrarle todo el afecto de antes. Creyó escuchar unos gritos provenientes del sótano y volteó a ver a su prima; sonrió maliciosamente, pero no hizo ningún comentario frente a la pelirroja. Tal parecía que Sophie también había escuchado aquel sonido, por lo que le hizo una pregunta que provocó que estuviera a punto de escupir el chocolate. - Vaya Annick, creo que ya te han descubierto.- Y rió.

  5. Este...

     

    Buenas noches ^^

     

    Mucho tiempo sin pasar por aquí, e.e la verdad no esperaba adoptar tan pronto xD.

     

    En fin, he agregado a James en el árbol y solo queda Jose y Bella: chicos, necesito por favor que me aclaren el parentesco que quieren tener y con quien :3

     

    Está de más que diga que han sido aceptados verdad? Cuando quieran pueden pasar a rolear y si tienen dudas, no duden en acudir con cualquiera de nosotras: vía mp, por msn (está en mi perfil)o pasándose por aquí.

     

    Saluditos n.n

  6. Había hablado rápidamente y apenas se había percatado que la directora del departamento se encontraba allí; ”seguramente es algo importante”, dijo la Granger para sus adentros, pues eran pocas las veces en las que había visto a Evarela fuera de su oficina. Estaba a punto de cerrar la puerta, cuando le hicieron el ofrecimiento a pasar; ”no digas nada”, pensó con rapidez mientras decidía que no haría alusión alguna a su ausencia a menos que alguien volviera a sacar el tema. ¿Tendría tanta suerte de que nadie se hubiera dado cuenta? Las posibilidad de que eso ocurriera, era una en un millón.

     

    La bruja ojivioleta asintió lentamente con la cabeza, al mismo tiempo que entraba al despacho; tuvo la impresión de que el olor parecía originarse desde allí, pero ya no volvió a hacer ningún comentario y se sentó lentamente en el primer mueble vacío que encontró. Cruzó la pierna y posó los brazos sobre el escritorio, escuchando todo lo que la banshee tenía que informar. No pudo evitar arquear una ceja, debatida entre el asombro y la curiosidad por lo ocurrido; ”un cadáver dentro de la bóveda de un banco”, repitió para sí misma. No hizo ningún comentario y esperó a que Eva terminara de hablar, para poder hacer unas cuantas preguntas, como era su costumbre:

     

    - Para empezar, creo que hace falta aclarar que el enlace con el Escuadrón es el señor Malfoy.- Hizo una breve pausa antes de continuar. - Mi trabajo va enfocado principalmente con los aurores del Ministerio.- Le hubiera gustado añadir las palabras: ”por ahora”, pero se contuvo. - Aunque como lo mencionó en el momento de que abrí esa puerta, esta situación es algo que nos concierne a todos. Así que por mi parte, estoy a su disposición para cualquier cosa que necesiten.- Dijo con tranquilidad, pensando en que no le apetecía en lo absoluto salir de la oficina.

     

    - Aunque… si a nadie le molesta, creo que lo mejor es que los acompañe.- Dijo la Granger, cambiando de opinión drásticamente, pues quería asegurarse de que los bienes de su familia y su negocio, se encontraran intactos, pues cabía la posibilidad de que pudiera tratarse de algún robo. - Creo que para una situación como ésta, necesitarán más ayuda de la necesaria.- Fingió una sonrisa, mientras aguardaba la respuesta de las presentes. - ¿Y bien? – Preguntó un poco desesperada.

     

    Off:

     

    Menshuuu :rolleyes:

  7. Se encontraba sentada en aquel pequeño parque que se encontraba detrás de la mansión Granger. Acompañada nada más por aquellas estatuas de piedra que yacían a su alrededor, contemplando a la bruja ojivioleta en silencio, como si estuvieran burlándose de ella; llevaba varias horas ahí, sin hacer absolutamente nada, salvo contemplar aquella fuente que lucía en medio de aquel improvisado lugar. El sonido del agua al caer continuamente, le resultaba algo tranquilizador; estaba molesta y sentía que toda su vida no era nada más que un absoluto fraude.

     

    La noche había caído ya y la joven podía escuchar el cantar de los grillos; levantó su mirada violácea hacia el cielo y se dio cuenta que se encontraba totalmente despejado: miles de estrellas atravesaban el firmamento y había una espectacular luna llena. ”Magnífica”, pensó la Granger al mismo tiempo que cerraba los ojos y esbozaba una leve sonrisa, mientras sus pensamientos comenzaban a agitarse. Sacudió la cabeza con firmeza, para quitar a aquella persona de su mente: ”¿Qué hago pensando en él? ¿Acaso él se ha preocupado por decirme dónde rayos está?”

     

    Claramente se refería a su esposo, el cual llevaba algún tiempo desaparecido; la bruja no sabía lo que estaba haciendo, pero sí sabía para quién estaba trabajando. Al principio no le molestaba en lo absoluto tal cosa, pero con el paso del tiempo, solo le había servido para darse cuenta que estar en ese bando solo lograba apartarlo de ella; ”bah”, resopló la ojivioleta, un tanto fastidiada por estar dándole vueltas a la situación. Después de tanto pensar, había decidido dejar a un lado todo eso: ”bye, bye pasado… bienvenida nueva vida”, sentenció la joven mientras que se ponía de pie y se disponía a entrar a la mansión.

     

    Con un ademán, hizo su cabello hacia atrás, al mismo tiempo en que sus pasos la guiaban; estaba cerca de la entrada cuando vio algo que la hizo detenerse en seco: era la imagen de dos personas y una de ellas iba levitando detrás de la otra. ”¿Pero qué rayos?” Se preguntó la Granger, un tanto extrañada y se apresuró hacia el interior. Había sido una escena bastante inusual, incluso se llegó a imaginar que algún miembro de la familia había resultado herido o algo parecido. Se apresuró a entrar a la mansión y volteó inconscientemente hacia la sala. Se dio cuenta que no había nadie de la familia, algo que comenzaba a hacerse habitual.

     

    Todo estaba en silencio, lo cual no era ninguna novedad, pues a esa hora de la noche era normal que los demás estuvieran durmiendo, salvo unas cuantas personas. Se disponía ir a su habitación cuando vio que su prima regresaba de la cocina. Tenía un aspecto un tanto extraño y parecía distraída ¿o preocupada? A la ojivioleta le dio la impresión de que algo escondía y al verla que iba hacia su habitación, decidió hablarle.

     

    - Sophie ¿Qué haciendo en la cocina a esta hora? ¿Acaso decidiste prepararte un refrigerio?- Exclamó mordazmente la joven, al mismo tiempo que percibía algo extraño en la rubia. - Hueles… distinto ¿has estado divirtiéndote? No hace falta que sea más específica ¿verdad? – [XD] Replicó la joven, entre la burla y la diversión.

  8. - Hace falta cinismo para que vayas a hacer eso, Val…- Repetía la ojivioleta con su fría voz, mientras sus pasos la guiaban por un lugar que, con el paso del tiempo se había vuelto algo desconocido para ella.

     

    El interés que tenía por su trabajo, poco a poco iba desapareciendo y no era algo que ella hubiera hecho con premeditación, sino que todo había ocurrido tan repentinamente: su vida se había vuelto un desorden de la noche a la mañana, tanto así, que había optado por alejarse de todo, y eso claramente incluía su trabajo. Nada, ni un solo aviso o alguna señal que indicara que estaría ausente durante más tiempo del que ella misma había esperado. ¿Qué iba a hacer? ¿Con qué cara se iba a presentar después de tanto tiempo de ausencia? No lo sabía y ni siquiera estaba segura que le importara; en el fondo tenía una mínima esperanza de que ya no tuviera volver otra vez.

     

    Saludó con desgana a aquellos empleados con los que iba chocando en el Ministerio; apenas dirigía una mirada siquiera a sus conocidos. Los pasos rápidos de la ojivioleta, provocaban que su túnica roja hiciera unas ligeras ondas, como si el aire estuviera agitándolo; presionó con fuerza el botón del ascensor, rumbo a la planta del Ministerio donde se encontraba la oficina del Ministro. Al cabo de unos instantes, aquella voz femenina que comenzaba a detestar, anunciaba que se encontraba en el lugar correcto. La Granger apartó con rapidez un mechón de su negra cabellera y comenzó a andar.

     

    Todo parecía lucir tal cual y como lo había visto la última vez que había estado allí. El pasillo lucía tan calmado, que cualquiera podría dudar de que hubiera gente laborando en aquellas lujosas oficina. La mirada violácea de la joven se desvió inconscientemente hacia el departamento de aurores, en donde seguramente se encontraba Sophie, Annick, Elvis y los demás; si después de ver a Alicia, continuaba con su trabajo, seguramente pronto iría a visitarlos. Finalmente llegó a la Oficina del Ministro y antes de llegar a lo que era su lugar, se dirigió directamente al lugar donde seguramente estaba la Jefa de Seguridad.

     

    -¿Se puede? – Exclamó Valeskya en voz alta, tocando un par de veces la puerta. No esperó una respuesta y abrió cuidadosamente la puerta. Se llevó una sorpresa al ver que no se encontraba sola. No fue hasta que estuvo parada durante unos instantes, que había un desagradable olor proveniente de algún lugar de la oficina; hizo una mueca de asco y exclamó.- Veo que estás ocupada Alicia, volveré después si no tienes inconvenientes. ¡Por Merlín! ¿Porqué no llaman a alguien del mantenimiento mágico para que haga algo con ese olor? –

     

    Off:

     

    Emm.. espero no haberme salido del rol que llevaban xD.

  9. La joven observó con atención la escena: tal y como lo había sospechado, uno de los elfos había servido el té a la visita que estaba ahí. Volteó hacia la entrada de la salita y vio a la criatura que la miraba con sus ojos expresivos, claramente esperando a que le pidiera algo; con un ademán, la pelinegra indicó que no le apetecía nada. Inmediatamente pensó que su intervención había sido un poco brusca, pero ya no había marcha atrás, pues ahora se encontraba en la salita, escuchando lo que aquel trabajador del Ministerio tenía que informar. Se sentó cómodamente en un mueble de color blanco como la nieve, haciendo contraste con su túnica.

     

    ”Departamento de Misterios”, pensó la ojivioleta mientras acariciaba su cabello. Había escuchado hablar de ese departamento, incluso había solicitado trabajar allí cuando recién se había graduado de la Academia, sin ser aceptada. Muchas historias rondaban acerca de aquel lugar, cada una más loca que la anterior; nadie sabía con exactitud lo que hacían allí, salvo los que tenían la oportunidad de trabajar allí. ”Curioso, muy curioso”, dijo para sus adentros, al terminar de escuchar el motivo de aquella inusual visita. Antes de responder, los ojos de la bruja se posaron en el inefable, quien lucía algo agotado y daba un sorbo al té.

     

    Contuvo las ganas de decirle que tuviera cuidado de las cosas que su prima solía ofrecer, pues nunca se sabía cuándo podían resultar envenenadas (?), ya fuera intencional o no. Rió lo más discretamente que pudo y su mente comenzó a analizar lo ocurrido. Sabía perfectamente qué era una profecía, pues había tenido la oportunidad de escuchar dos en algún momento de su vida; sin embargo, desconocía el hecho de que en el Ministerio contara con un acervo especialmente para eso. La curiosidad comenzaba a invadirla y no pudo evitar inclinarse ligeramente hacia adelante, como si con ello pudiera informarse más.

     

    - Dígame… Señor.- Exclamó la Granger, arrastrando las palabras, tratando de recordar si en algún momento había escuchado el nombre de aquel personaje del Ministerio. - ¿Se puede saber con qué fin desean obtener profecías? – Estaba casi segura que no obtendría una respuesta, pero nada perdía con intentarlo. - Es decir: en esta familia poseemos una que nos fue confiada hace algún tiempo y la cual involucra a las matriarcas, dos de las cuales tiene frente a usted en este momento.- La joven ojivioleta sonrió y continuó hablando. - Es evidente que cuidamos celosamente su contenido. ¿Qué garantía tenemos de que estará a salvo con ustedes? – Preguntó con cierta brusquedad.

     

    - Disculpe si he hecho demasiadas preguntas, pero tiene que comprender que ese tipo de cosas no se confían a cualquier persona.- Dijo al cabo de un rato, con un tono de voz exageradamente educado y observó a Sophie, mientras esperaba a que ella tuviera algo que decir. Estaba segura que ella también tenía algunas dudas acerca de eso; su mirada violácea se perdió en el jardín que se mostraba en la ventana que estaba justamente atrás del inefable.

  10. Su aparición dentro de los jardines de la mansión Granger había sido tan repentina como la última vez que se le había visto por allí. Nadie sabía lo que había sucedido con ella y no estaba de humor como para darles explicaciones a todos de sus movimientos: ”¿Qué más da?” Pensaba la joven ojivioleta, mientras su rostro mantenía aquella expresión gélida que parecía a ser algo habitual en ella. ”Nadie a quien rendirle cuentas, cada quien sigue su propio camino… En fin,” repetía monótonamente, como para intentar convencerse a sí misma de que las cosas eran así. Aunque en su interior, aún contenía aquella parte de su alma que continuaba rebelándose contra aquel ser maligno que intentaba apoderarse completamente de la Granger.

     

    Sentía aquella opresión en el pecho, esa que le decía que extrañaba a su hermana, que ansiaba hacer locuras con Sophie, que extrañaba a Pakami y que deseaba ver a sus hijos. Todas esas emociones que comenzaban a acumularse poco a poco, sin poder externarlas o platicarlas con alguien más ¿Qué había sido de ella? ¿Dónde había quedado aquella joven? Valeskya movió negativamente la cabeza, mientras aquella actitud sombría hacía lo posible por opacar lo que quedaba de Luna, cosa que por momentos no podía evitar. Se llevó una mano a la cabeza, como si quisiera disipar todos aquellos pensamientos con su simple tacto.

     

    Se mantuvo de pie, inmóvil, durante algunos instantes, contemplando la majestuosidad de la mansión Granger: tan grande, tan solitaria y con tantos recuerdos guardados que, muy a su pesar, obligaron a la bruja a esbozar una forzada sonrisa. Acomodó con suavidad su túnica carmesí, mientras que una refrescante brisa matutina agitaba su negra cabellera; comenzó a caminar hacia el interior de lo que era su hogar, temiendo lo que pudiera encontrarse. Recordaba el ataque de la última vez y se preguntaba si alguien se había tomado la molestia de reparar las cosas; hizo una mueca de desdén y suspiró un tanto exasperada.

     

    Lo primero que escuchó al entrar, fue el chillido por parte de Polo, uno de los elfos domésticos; la ojivioleta podía ver que aquella criatura parecía debatirse entre la felicidad y el desconcierto por verla allí. Rápidamente se dio cuenta que había gente en la casa, al ver la bandeja de plata que llevaba en sus manos; antes de preguntar, escuchó la voz de la rubia Sophie y se dirigió a la sala de estar. Se dio cuenta que su prima estaba acompañada por alguien del Ministerio de Magia; la bruja enarcó una ceja, sorprendida por tener una visita de ese tipo. ”¿Habrá sido otro ataque?” Fue lo primero que se le ocurrió pensar.

     

    - Buen día.- Exclamó la joven Granger, observando significativamente a la rubia e inmediatamente, al invitado. - Disculpen mi aparición tan repentina, no esperaba que hubieran visitas… Valeskya Granger, un gusto.- Extendió su blanca mano para saludar al joven que se encontraba allí. - Prima, cuánto tiempo. – Finalizó la ojivioleta con una sonrisa.

  11. Era un sorpresivo y agradable atardecer para la ojivioleta, la cual se encontraba en el salón principal de la mansión, observando fijamente hacia el jardín, como si estuviera esperando a que alguien apareciera. ”¿Pero quién?” Se preguntó amargamente, recordando que la última visita que habían tenido, no había sido de lo más agradable; formó una mueca en su rostro, tratando de olvidar todo lo ocurrido. Se encontraba sola, contribuyendo al silencio que día con día parecía hacerse más habitual en aquella familia; ¿qué era lo que había sucedido para que todo terminara así? La Granger no tenía ni la más remota idea, pero confiaba en que todo cambiaría muy pronto.

     

    Las cosas habían cambiado, tanto para la familia como para ella y su prima principalmente: la forma de pensar de ambas era distinta, ahora veían las cosas diferentes. La pelinegra solo podía pensar en todo lo que el destino le tenía preparado; una sonrisa maliciosa apareció en su pálido rostro, la cual quedó oculta entre las sombras. Observó de reojo a su elfina, Breena, quien parecía estar disfrutando de aquellos instantes con el pequeño Seishiro, quien balbuceaba al ver una pequeña snitch de juguete que volaba sobre él. ”Pronto terminará todo”, pensó amargamente, al recordar que Joacoo estaba a punto de llegar a su hogar; solo ansiaba el momento en que pudiera quitarse de esa responsabilidad. Se encontraba pensando en todo eso, cuando escuchó un estruendo en la planta baja de la casa, seguido de un chillido.

     

    - Mortífagos.- Exclamó la joven sin demostrar emoción alguna. El bebé comenzó a llorar y la elfina la observó asustada. - ¡Brena! ¿Qué esperas? Carga a Seishiro y trata de mantenerlo callado, mientras pienso qué hacer.- Comenzaba a sentir dolor de cabeza, provocado por el llanto del niño; para su fortuna o desgracia, unos minutos después, bastaron para que´todo volviera a quedarse en silencio. - Parece que se han marchado ya.- Murmuró más para sí misma. - Quédate aquí con el niño, bajaré a investigar.- Dijo con tono autoritario, haciendo caso omiso ante los desesperados intentos de su elfina para que no saliera de la habitación.

     

    Su mente era un remolino de emociones: el imperioso deseo de Luna por querer defender su hogar y aquella extraña necesidad por parte de Valeskya, por querer acercarse más a aquellos atacantes que durante tanto tiempo había repudiado. Bajó con rapidez las escaleras, más dominada por la curiosidad que por otra cosa, y al llegar a la sala se topó con una escena que podría haber resultado escalofriante para ella en el pasado. Selene yacía casi [?] muerta en el suelo, justo al lado del que parecía ser su hijo; la mirada violácea de la joven se desvió hacia el desastre que yacía en la sala y, finalmente, se topó con la mirada de su hermano.

     

    - Solo Merlín sabe cuánto costará el remodelar todo esto.- Dijo fríamente, sin hacer alusión alguna hacia los heridos. - Vaya, vaya... – Dio un par de aplausos mientras se dirigía hacia Joacoo. - Finalmente te has acordado de que tienes una responsabilidad aquí. En lugar de preguntar por otros niños que apenas conoces, deberías preocuparte por el que me dejaste hace unos meses.- Exclamó, mientras observaba a su prima y a un tiburón que se retorcía [?].- Lo que sea que vayas a hacer, que sea rápido... No creo que "eso" aguante mucho tiempo.- Finalizó.

  12. No le apetecía en lo absoluto salir a investigar sobre un cateo en esos momentos, por eso comenzó a revolotear los papeles que tenía cuidadosamente acomodados en su escritorio, en busca de algún pretexto para poder retrasar su partida de la oficina. Después de algunos minutos y de leer varias hojas, dejó todo tirado y resopló fastidiada; sujetó su elegante pluma negra, atrajo un pergamino hacia sí y comenzó a garabatear unas cuantas palabras. ”Esto será un buen inicio”, pensó la Granger, mientras su mirada estaba puesta sobre aquella nota, pero sus pensamientos se encontraban en otro lado.

     

    Unos golpes en la puerta de su oficina, ocasionaron que la ojivioleta levantara apenas la vista para ver de quien se trataba; vio a una joven que se asomó y preguntó por el enlace con aurores. Enarcó una ceja al mismo tiempo que pensaba de quién se trataba: ”¿nueva aprendiz? Es probable”, concluyó finalmente mientras hacía una señal, invitando a la chica a pasar y sentarse. Estaba segura que con ese gesto confirmaría que ella era la persona a la que buscaba. - Enlace con aurores… aún.- Repitió en voz baja y arrastrando las palabras, mientras trataba de acomodar aquel desorden de documentos que había provocado.

     

    - Soy Valeskya Granger.- Murmuró apenas, sin apenas alzar la vista.- ¿Y tú eres…? – Inquirió con brusquedad, al mismo tiempo que se escuchaba el golpe seco que había provocado el montón de papeles al caer sobre el escritorio. - Emm… He de suponer que eres nueva por aquí ¿o me equivoco?- La pelinegra suavizó peligrosamente el tono de su voz y miró fijamente a la visitante. - Dime ¿qué es lo que se te ofrece? – Preguntó educadamente.

     

    ”Con esto podré retrasar mi llegada hasta aquella mansión”, pensó la Granger: el pretexto para no salir tan pronto de aquella oficina había llegado voluntariamente hacia ella y por esa razón su actitud hacia la invitada había cambiado rápidamente. Rebuscó entre sus cosas, hasta encontrar su varita, la cual fue objeto del embelesamiento de la ojivioleta durante un fugaz instante; volvió a centrar su atención hacia la conversación:

     

    - ¿Gustas algo de tomar? No soy la mejor cocinera, pero creo ser lo suficientemente capaz de preparar un buen té.- Finalizó.

  13. Ya ni recordaba cuándo había sido la última vez que había estado en aquella oficina; el recorrido habitual por los pasillos que conformaban el Ministerio de Magia le parecía cada vez más ajeno, como si todo aquello correspondiera a un mundo diferente: las personas, el inmobiliario e incluso el ruido provocado por los murmullos ocasionales. El trabajo formaba parte de su vida, solo que comenzaba a verlo de forma distinta; algunos rayos solares se filtraron a través de unas de las ventanas y la ojivioleta no pudo disimular una mueca de desagrado: odiaba los días calurosos.”A esos del mantenimiento mágico parece que les gusta vivir en una eterna primavera”, pensó con cierto desagrado.

     

    Acomodó su cabellera negra de tal forma que caía en cortina sobre sus hombros y comenzó a caminar con desenvoltura, como si apenas tocara el suelo con sus elegantes zapatillas negras. Cualquiera podría pensar que se encontraba guardando luto, debido a que llevaba un pantalón negro ajustado y una blusa de tirantes del mismo color; le agradaba darse cuenta que su blanca piel contrastaba con aquel color. ”¿A qué vengo? Seguramente no habrá nada por hacer”, pensó la Granger con desdén, recordando que las últimas ocasiones solo habían sido para hacer acto de presencia en la Oficina del Ministro.

     

    Casi como si lo hubiera esperado, la joven se dio cuenta que todo parecía estar en calma; no veía rastro de Lunita Evil, ni de nadie conocido. No pudo evitar dibujar una sonrisa maliciosa en los labios: ”¿Acaso habrán cambiado mucho las cosas durante mi ausencia?” Dijo para sus adentros, sintiendo por un instante, el fugaz deseo de dar media vuelta y retirarse de allí. Le fastidiaba darse cuenta que su estado de ánimo cambiaba constantemente. ”Luna, Luna ¿hasta cuándo me dejarás en paz?”, se preguntó, mientras su rostro permanecía inexpresivo; ¿quién más podría enterarse de lo sucedido? ”Nadie”, pensó fervientemente, para tratar de convencerse a sí misma.

     

    Un inusual silencio en la oficina de la Jefa del Gabinete de seguridad, le hizo concluir a la ojivioleta que no había nadie allí. ”¿Y los demás enlaces?” Se inclinó de hombros, mientras veía la pequeña oficina donde tenía un letrero que rezaba: enlace con aurores. Abrió la puerta, pensando en lo irónico de aquella situación, y vio que todo permanecía en el orden que había dejado todo la última vez (?); se acomodó en su lugar, notando que había un sobre dirigido a ella y vio que era de parte de Sophie, su prima.

     

    - ¡Merlín! Acaba de verme y no puede vivir sin mí.- Dijo en voz alta, mientras extendía el pergamino. - ¿Así que un cateo, eh? Las cosas se vuelven interesantes.- Susurró, mientras doblaba el papel y lo metía en uno de los cajones de su escritorio.

  14. Buenas noches:

     

    Años teniendo a la familia abandonada xD.

     

    Caro, ya habíamos hablado antes de todo esto, solo que no me había animado lo suficiente como para pasarme por aquí jajaja. Mi respuesta sigue siendo la misma que te di hace tiempo: sabes que siempre serás bienvenida en la familia; entiendo tus razones y no me enojo por algo tan simple como eso xD.

     

    No es un adiós, pues siempre me tendrás en el msn para cualquier cosa que necesites. Suerte con tu nueva familia n.n, te voy a extrañar :3

     

    Ahorita edito el árbol e.e

  15. Su despertar fue lo menos glorioso que se pudo imaginar, solo sintió el agua helada que caía sobre su rostro, pensando en que quizás se encontraba al aire libre. Abrió los ojos con rapidez y se sentó en lo que parecía ser un cómodo mueble; inmediatamente sintió que todo le daba vueltas, aunque seguramente era un pequeño contratiempo que tenía que sufrir por tener que adaptarse a ese nuevo cuerpo. Miró a su alrededor: podía reconocer los rostros de las personas que estaban ahí, los cuales demostraban cierta preocupación; ”supongo que no se me dificultará acostumbrarme a esto” pensó la joven, sin mostrar emoción alguna y dirigiendo su mirada hacia Sophie.

     

    - ¿Se puede saber qué te pasa? – Le preguntó con agresividad mientras la fulminaba con la mirada. Inmediatamente se dio cuenta que aquel enojo pasaba con inusual rapidez y supuso que Luna tenía algo que ver con eso; ”tonta” se dijo a sí misma, y tratando de calmarse, respondió como habitualmente lo hacía, cosa que no le costó mucho trabajo. - Pude haber muerto ahogada y tú te pudiste haber convertido en homicida.- Movió la cabeza, en señal de negación mientras una sonrisa algo forzada aparecía en su rostro.

     

    - ¡Cuidado! – Exclamó en voz alta, al mismo tiempo que sacudía su negra cabellera, así tipo perro (?), para mojar a su prima y a todo aquel que estuviera a su alcance. Le hubiera parecido divertido, de no ser porque sintió la presencia de alguien totalmente extraño; se levantó y vio que Selene había llegado a la mansión. ”Así que ella es…”, dijo para sus adentros la Granger mientras la quedaba observando con desconfianza; le bastó un instante para darse cuenta que ella también había albergado a un ser tan similar como ella.

     

    - Selene…- Dijo tras una larga pausa. - Qué gusto verte por aquí.- El tono de su voz dejaba ver que no era cierto. La expresión en su rostro mostraba frialdad a pesar de que la veía un poco triste. - Dinos ¿a qué se debe tu visita? No te ves muy bien que digamos.- Se volvió a sentar en su lugar, sin invitarla siquiera a que la nueva visitante hiciera lo mismo. Su mirada violácea se posó sobre Natalie, quien parecía haber llegado recientemente y le extendió la mano para que se acercara a ella.

     

    - A veces las bienvenidas no son como una quisiera… Pero no se preocupen, me encuentro mejor que nunca.- Exclamó, dirigiéndose a su hija y a su hermana.

     

    Off:

     

    Maldeta Sopa -.- xD

     

    Selenita e hijita, bienvenidas :3

  16. ”Retomando de nuevo las responsabilidades… solo espero que no sea demasiado tarde”, dijo la ojivioleta para sus adentros, bastante contrariada por todo lo que estaba viviendo; suspiró, tratando de hacer que los pensamientos que no tuvieran que ver con su trabajo, se hicieran a un lado. Había tenido los días suficientes como para tratar de poner todo en orden y aun así parecía que apenas habían transcurrido solo unos cuantos segundos, en los que solo había logrado hacer todo más confuso. ”Nueva familia, nueva vida, nuevas costumbres”, repetía mentalmente una y otra vez, volviendo a caer en lo mismo.

     

    Las oficinas del Ministerio de Magia lucían tan abarrotadas de gente como siempre: magos y brujas corriendo de un lado a otro, memorándums interdepartamentales sobrevolando las instalaciones y, hasta el fondo de la entrada principal, se encontraba el ascensor que la llevaría a su oficina. La Granger estaba segura que el volver a sus actividades habituales, sería beneficioso para ella, además que estaba segura que el trabajo pendiente se había acumulado seguramente en cantidades industriales.

     

    La bruja se llevó una mano a la cabeza, llevaba varios días con aquel dolor que comenzaba a hacerse insoportable; ”seguramente el absurdo remordimiento de conciencia”, pensó fríamente mientras escuchaba que la voz femenina del elevador, anunciaba que había llegado a la primera planta. El pasillo que la llevaba a la Oficina del Ministro lucía vacío, el silencio solo era roto por el sonido de sus tacones; sacudió los restos de polvo de su impecable traje negro y no pudo evitar pensar que llegando a su oficina, enviaría una queja por el poco aseo que se hacía en aquel lugar.

     

    - ¿Qué pensarán las personas que nos visitan al ver polvo por donde sea? – Hablaba en voz alta, sin importarle que alguien pudiera escucharla. - Buenos días – Saludó secamente a los presentes, sin detenerse a ver quiénes estaban ahí y pasando directamente a su oficina.

     

    Se detuvo en seco al escuchar unas voces que le resultaban familiares: ”Espero que no sea otra junta”, pensó inmediatamente la ojivioleta, mientras que sus labios se curvaban en una misteriosa sonrisa. Se acercó hasta la oficina del Jefe de Seguridad, pero se dio cuenta que el murmullo no provenía de ahí, sino de la oficina en donde uno de los enlaces laboraba; decidió que lo mejor era pasar a saludar, sobretodo para que vieran que ya había llegado. Pasó una de sus manos sobre su negra cabellera, la cual caía en cortina sobre su espalda y tocó un par de veces la puerta:

     

    - Buenos días – Saludó al mismo tiempo que entraba a la oficina y viendo que Alicia estaba hablando con Tazz. La Granger logró disimular bien su sorpresa y exclamó: - Pasaba a ver si no necesitaban algo o tienen algún pendiente que haya que atender pronto.-

     

    Off:

     

    Sigo viva :unsure: (?)

  17. - ¿Qué pasa aquí? –

     

    Se encontraba de pie, en algún lugar que no era su mansión; miró a su alrededor y todo estaba cubierto de una espesa niebla blanca. Al principio tuvo la est****a idea de pensar que se encontraba rodeada de nubes, aunque no pudo evitar reír de lo que hubiera dicho su prima si la hubiera escuchado imaginarse eso. ”Sophie… Caro… Kia…”, repetía mentalmente los nombres a medida que trataba de recordar qué era lo que había pasado antes de encontrarse allí. Cayó en la cuenta acerca de la última acción que había hecho, e inmediatamente una de sus manos fue a parar directamente hacia su cabeza.

     

    - ¿Buscas la tiara? – Exclamó una voz femenina, la cual provenía de algún sitio cerca de donde ella se encontraba. - Pues te informo que no está aquí… Seguramente cayó por ahí cuando hiciste tu acto cómico de tirarte al suelo.- Terminando de decir eso, soltó una risa divertida, que tuvo un efecto contrario en la ojivioleta, quien se cruzó de brazos intentando ocultar un escalofrío que recorrió su piel.

     

    Inmediatamente recordó lo que había pasado: solo se había puesto la tiara y todo se había oscurecido. ”¿Cómo terminé aquí?” Se preguntó, al mismo tiempo que intentó dar un paso pero sintió que algo la detenía en el suelo. Al mirar hacia abajo se dio cuenta que habían como unas enredaderas que se entrelazaban en sus piernas, impidiéndole moverse; inmediatamente comenzó la angustia por saber qué era lo que estaba ocurriendo en ese lugar. Trató de zafarse de ahí, pero fue en vano, hasta que buscó su varita entre su ropa y escuchó nuevamente aquella voz:

     

    - No la encontrarás, pues todo lo que hay aquí no es real… tu y yo somos la excepción.- Escuchó el sonido de pasos que parecían acercarse cada vez más, a espaldas de ella; finalmente todo quedó en silencio. Sabía perfectamente que aquella joven estaba ahí y no podía verla.

     

    - ¿Quién eres? ¿Y cómo acabé aquí? – Alcanzó a decir la Granger, mientras trataba de girar su cuerpo tratando de escapar de ahí; consecuencia de eso, recibió una risa gélida como respuesta.

     

    - ¿Acaso nunca te han dicho que tengas cuidado con aquellos objetos antiguos que te regalan? Nunca se sabe cuándo pueden albergar extrañas maldiciones o… personas como yo.- Hizo una breve pausa hasta situarse cerca del oído de Luna. - Tanto tiempo esperando a ser liberada… no esperaba a que fuera alguien como tú – Dijo desdeñosamente. - Aunque tendré que conformarme contigo, mientras tanto, tu alma se quedará guardada aquí… hasta que encuentre la manera de expulsarla de aquí y solo me quede yo.-

     

    Todo resultaba tan confuso para la ojivioleta, pues apenas entendía la mitad de lo que aquella voz le susurraba. Quería susurrar algo y decir que no lo dejaría, pero la voz no le salía: solo sabía que fuera quien fuera, no tenía buenas intenciones. ”No les hagas daño…” Alcanzó a pensar Luna, antes de cerrar los ojos y sumirse en un profundo sueño…

     

    Off:

     

    Como que se me cortó la inspiración -.- :sad:

  18. La ojivioleta continuaba jugando con la tiara, olvidándose por un momento el motivo por el cual estaba sentada en ese lugar. De repente todo le parecía tan extraño: un clima diferente, una casa diferente y la gente que la rodeaba parecían ser desconocida para ella; por un momento, se quedó con la mirada perdida y finalmente movió con suavidad la cabeza, para tratar de salir del pequeño trance del que se había sumergido, para volver a la expresión habitual que tenía en el rostro. Apenas le dio tiempo de asentir con la cabeza ante la disculpa de Sophie y la vio partir hacia algún lugar.

     

    - ¿El brillo de este cielo algún día podrás alcanzarlo? Aquella melodía que soñé es muy pacífica para mi…- Comenzó a cantar la joven bruja, mientras veía por ratos a su sobrina, quien permanecía callada. -Ni siquiera las lágrimas se pueden conservar en este mundo... – Su voz apenas se podía escuchar; de repente el ruido de un disparo hizo que se levantara alarmada. - ¿Qué fue eso? ¡SOOOPHHHHIIIIEEEE! – Gritó, como solo ella podía hacerlo.

     

    Antes de que pudiera gritarle a la rubia nuevamente, apareció en la sala y se volvió a acomodar en el sillón como si nada. La Granger miró a su prima de forma extraña, mientras permanecía de pie y veía que el elfo doméstico aparecía para anunciar la llegada de alguien; tras él, apareció una joven cuyo rostro se le hizo bastante familiar. La joven esbozó una amplia sonrisa al conocer a su hermana: Caroline. Las circunstancias en las que se habían conocido, resultaban un poco extrañas e incomprensibles para algunos, incluso para ella misma (?).

     

    - ¡Carooooooo! – Exclamó mientras se acercaba a ella para recibirla con un abrazo; tal vez su efusividad resultaba un poco inquietante para algunos, pero estaba segura que pronto se acostumbraría a ellas. - ¡Bienvenida a la mansión fantasma! (?) – Su mirada violácea se desvió hacia las cosas que estaban a un lado de ella. - Ven, ven, te presento a dos miembros de esta linda familia: la prima Sophhie y mi sobrina Kia… - Señaló a ambas chicas y miró al elfo. – Y él es Polo, uno de los elfos familiaraes.-

     

    - Me gustaría dar un discurso algo más conmovedor que las torpes palabras que acabo de decir, pero la verdad es que esas cosas conmovedoras no se me dan.- Se inclinó de hombros y se dio cuenta que aquella misteriosa tiara aún continuaba en su mano. - Miren.- Dijo en voz alta y sin más, se puso el objeto sobre la cabeza. Inmediatamente, la cabeza la dio vueltas, todo se volvió negro y se desvaneció.

     

    Off:

     

    Drama >_>

     

    Caro, bienvenida! :rolleyes:

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  19. Hola, buenas noches:

     

    Bueno, después de tanto tiempo, el árbol de la familia ha sido actualizado. Hijita preciosa, ya puedes pasarte a la mansión cuando quieras :3 bienvenida a la familia y disculpa la tardanza.

     

    Oliver, ya estás en el árbol genealógico también, eres primo de Caro y por consiguiente, nuestro primo también. Solo tengo una duda con lo de tu ficha: necesito el link de tu bóveda para pasarlo a Gringotts, pero no lo encontré :unsure: será que me puedas dejar por aquí, por favor?

     

    Y listo los cambios. Cualquier cosita me avisan, vale?

     

    Besos :ninja:

  20. Había sido una decisión un tanto radical, sobretodo para ellas, que habían sido las matriarcas y que habían apoyado con tanto ahínco a la Orden del Fénix, que incluso pertenecían a ella… o eso había sido, pues Sophie había dejado de ser fenixiana e incluso la ojivioleta, que faltaba poco para dejarla; habían sido los mejores años de su vida pertenecer a ese bando, cuidar a la gente, a la familia, luchar por ideales y sin embargo, ahora lo dejaba todo a un lado de una forma tan repentina. Eso lo dedujo al ver la sorpresa en el rostro de su sobrina, aunque ese gesto hizo que la bruja se sintiera un poco triste por su reacción.

     

    Era una de las decisiones más difíciles que había tomado, pero las circunstancias la habían llevado a elegir su retirada de forma tan prematura. De todas las cosas que hubiera querido, ésa había sido la última en la que había pensado, pero estaba tan decepcionada de todo, de que las cosas se hubieran dado así; no era el bando, eran algunas actitudes y personas que la habían llevado a tomar esa decisión. Suspiró profundamente, pues no podía notar que estaba triste por ello, pero ya no había marcha atrás; el destino era caprichoso y nunca se podía saber con exactitud qué era lo que iba a pasar más adelante.

     

    Desde el inicio no habían tenido problemas en aceptar a chicos en la familia, independientemente de los intereses que tenían y si las cosas salían bien, una de las intenciones de ellas como matriarcas, era que todo se mantuviera igual. Probablemente habrían miembros que pertenecerían a la Orden, otros a la marca o simplemente quedarse en la neutralidad; la Granger estaba visiblemente triste por el giro que estaba dando su vida, pero tal vez un poco de tranquilidad haría que su estado de ánimo mejorara con el paso del tiempo. No supo cuánto tiempo estuvo reflexionando, pero cuando volvió a la realidad, vio que su sobrina la observaba:

     

    - Siempre estaremos bien Kia, de eso no tienes que preocuparte… La familia siempre estará primero – Soltó como respuesta, tras una larga pausa. - Teóricamente, las cosas no tienen porqué cambiar; aunque no descartemos la posibilidad de que más adelante, nuestros intereses cambien. Aunque como siempre, no obligaremos al resto de la familia a seguir nuestras locas doctrinas filosóficas - Intentó bromear mientras veía a Sophie. - ¿No es así, primita? –

     

    No hacía falta mencionar el hecho de que la rubia había cambiado mucho desde su partida de la Orden; las pocas pláticas (?) que había tenido con ella, le habían servido para darse cuenta que no quería saber nada de aquel bando. Tenía ciertas sospechas de que se estaba yendo hacia un camino equivocado, pero no había nada que lo confirmara; sus actitudes cambiaban y no podía determinar con exactitud qué era lo que ocurría con ella. Finalmente, su mirada violácea se concentró en la cajita que tenía en las manos, el regalo de su ahijado; sonrió ante la curiosidad de Kia y sin soltar el objeto, lo mostró:

     

    - Una tiara, según Enrick, pertenece a un antepasado mío ¿a que es linda? – Susurró, mientras veía el regalo con especial embeleso, mientras volvía a tener nuevamente esa sensación de no querer desprenderse ese objeto jamás. Una sombra cruzó por el rostro de la joven, quien se quedó aturdida por unos momentos, para después, volver a su sonrisa habitual.

  21. La ojivioleta dejó a Kotaro en el suelo e inmediatamente éste salió corriendo con dirección hacia las cocinas. ”Seguramente irá a saludar a los elfos”, pensó sonriente mientras lo veía desaparecer entre las habitaciones. Ya había dado el tema principal de la conversación y ahora solo tenía que comunicarlo al resto de la familia; suspiró, dejándose llevar momentáneamente por la nostalgia: ”¿Qué somos ahora?” se preguntó, mientras pensaba que la familia ya no era lo mismo de antes. Todo había cambiado, empezando por la partida de Robin y ahora, solo unas cuatro o cinco personas que habitaban la mansión; los demás, seguían el rumbo de sus vidas, a veces haciendo apariciones esporádicas y otros sin dejarse ver siquiera.

     

    Una sonrisa triste apareció por su rostro, teniendo la extraña sensación de que pronto ocurriría algo ¿qué era? Eso no lo sabía, pero su vida estaba a dar un giro radical, ya fuera para bien o para mal. La joven se dirigió hacia la sala, haciéndoles un gesto a su prima y a su sobrina para que ambas pudieran seguirla; de entrada, había conseguido que Kia preguntara con cierta preocupación, aunque por otro lado Sophie parecía hasta contenta. La ojivioleta no sabía qué pensar con respecto a la decisión que se había tomado, el camino que iba a seguir, solo quedaba confiar en que había sido lo mejor para ella. Por primera vez, estaba pensando en sí misma y dejaba a un lado los intereses de los demás.

     

    - Tomen asiento por favor.- El tono de seriedad era algo poco usual y hasta podría parecer un chiste la forma en que se dirigía a las chicas. - ¿Quieren algo de tomar? ¿Té? ¿Café? ¿Sangre? ¿Alcohol? – Sonrió y vio que Polo había aparecido de la nada, dispuesto a tomar el pedido de las jóvenes. Esperó el tiempo que consideró prudente y un ruido proveniente de la cocina, provocó que se sobresaltara; vio al elfo doméstico que salía corriendo de ahí, visiblemente alarmado. - Amm… Como les decía… Mejor dicho: Kia, has de saber que hemos tomado la decisión de retirar la bandera de apoyo a la Orden del Fénix.-

     

    - Debido a ciertas circunstancias – Murmuró la bruja ojivioleta en voz baja, dando apenas una pequeña pausa para que su sobrina principalmente pudiera asimilar la noticia. - La familia Granger quedará neutral por un tiempo, hasta que las matriarcas puedan definir sus… intereses.- Miró de reojo a Sophie y su extraño deseo de matar a un pájaro que andaba por ahí; ella solo movió la cabeza negativamente. – Mientras tanto, Kia, me gustaría saber qué piensas acerca de esto. No le pregunto a mi prima, porque es de las más contenta con la noticia.- Hizo una larga pausa y aguardó a que su sobrina le diera su opinión. Al final, sacó una cajita de terciopelo entre sus ropas y mostrándosela a ambas chicas, murmuró. - Miren, un regalo de mi ahijado Enrick.- Finalizó.

  22. - Esta gente, esta gente…- Murmuraba la joven ojivioleta, al mismo tiempo en que movía la cabeza negativamente en señal de desaprobación.- Cuando crezcas, te mandaré a despertar a Sophie con una mordida.- Susurró con ternura, mientras acariciaba cariñosamente a su mascota. La expresión en el rostro de la Granger era casi maternal, pues tenía tiempo que no tenía un bebé en sus brazos; ese simple pensamiento hizo que todo su cuerpo se estremeciera, pues de todas las cosas que tenía planeado hacer, el ser madre nuevamente era algo que quedaba completamente descartado.

     

    - ¡Ay! – Soltó un grito, al ver que el cachorro le había mordido la mano con más fuerza de la debida. - No tendrás hambre ¿verdad? – Preguntó un poco sorprendida, mientras veía fijamente los ojos de Kotaro, los cuales eran de un intenso color azul. - Eres una cosita hermosa y estoy segura que todos te van a querer mucho.- Estuvo durante algunos minutos mimando al tigre, esperando a que alguien hiciera acto de presencia.

     

    ”¿Porqué siempre tengo que gritar?” Pensó la pelinegra, pues teniendo a los elfos para comunicarse entre miembros de la familia, siempre pasaba de ellos y prefería armar alboroto para hacer que el simple hecho de reunirse se convirtiera en un asunto de vida o muerte. Tomó un poco de aire para hacer la segunda llamada (?), pero en ese momento apareció su prima, quien cargaba un artefacto que había visto en alguno que otro libro. Y por si eso fuera poco, el atuendo que portaba, era un tanto exótico para lo que la ojivioleta estaba acostumbrada a ver en Sophie:

     

    - ¿Y… eso es…? – Preguntó, mientras la señalaba. - Y no me refiero a la vara de metal que traes en la mano.- No pudo evitar soltar una risita tonta al escuchar la forma en que se dirigía a su mascota. Dio media vuelta, como tratando de que no lo viera, aunque no tuvo mucho éxito, ya que el cachorro comenzó a moverse, para olisquear a la rubia. - Te presento al nuevo Granger, el cual se encargará de jugar con Oscurus y Mith, mientras se devora a la mamá.- Exclamó como si nada. - Hasta eso, parece que le simpatizas.- Finalmente, soltó una carcajada al escuchar la última pregunta.

     

    - Te aseguro que esto es un tigre de BBBBengala, de esos que viven en el mundo muggle.- Trató de responder con seriedad, aunque la amplia sonrisa que estaba dibujada en su rostro no podía aportar el dramatismo que hubiera querido. - Esos de VVVVVVengala, deben ser una nueva especie exótica ¿son de esos que escupen luces? O a lo mejor están en peligro de extinción… En el magic mall nunca me hablaron de esos tigres– El cachorro comenzaba a pelear para que la joven lo soltara. - ¡Kiiiaaaaa! ¡Qué grata sorpresa! ¿Cuándo volviste? –

     

    Su sobrina había aparecido en la entrada del vestíbulo y respondió a su abrazo; en el fondo estaba contenta de encontrarse con un miembro de la familia. Verla nuevamente, le hizo recordar el motivo principal por el cual había roto con la tranquilidad de aquella mansión; sonrió al ver que el tigre le había dado un zarpazo a la joven, y en lugar de asustarse como cualquier persona normal, solo se le ocurrió pensar que era una de las formas en que el animal expresaba su afecto (?).

     

    - Sophie y Kia, les presento a Kotaro.- Exclamó orgullosa mientras extendía las manos, cargando al cachorro. - No es tan malo como se ve, solo que a veces se le pasa la mano… o mejor dicho, la garra. - Dijo con tranquilidad, mientras veía el rasguño que tenía su sobrina. - Chicas, necesito comunicarles algo muy importante… aunque, Sophie creo que ya sabe de qué se trata.- Finalizó.

  23. Hola!

     

    Buenas noches:

     

    No se si es el lugar correcto para preguntar esto e.e así que no me peguen si me equivoqué xD. Verán, por cuestiones de la vida (?), Silverlyn ya no podrá ser mi socia en el negocio que ambas tenemos en el callejón, así que tenía planeado asociarme con otra persona. Mi pregunta es ¿cuáles son los trámites que tengo que realizar? Tanto para quitar a Sil, como para agregar a otra dueña. Es obvio que tengo que modificar la bóveda, pero de ahí ya no se qué mas hacer y la verdad es que soy nueva en esto xD.

     

    Muchas gracias desde ya a quien me responda.

     

    Besos :ninja:

  24. Varios días habían transcurrido desde que la Granger había pisado por última vez aquella mansión que pertenecía a su familia. ”Nueva vida, nuevos cambios”, repetía mentalmente, mientras su figura se hacía notar a través del extenso jardín. Contrario a muchas otras ocasiones, esa vez iba acompañada de lo que era su nueva mascota: un hermoso tigre de bengala blanco; solo de imaginarse las reacciones de su hermana y prima respectivamente, hacía que una extensa sonrisa se dibujara en el rostro de la ojivioleta. Los rayos solares se colaban en los árboles más cercanos y las hojas caían despacio, debido a la fresca brisa mañanera; por la mente de la joven pasaban muchas cosas, de las cuales tenía que hablar con las otras matriarcas.

     

    - Kotaro, bienvenido a tu nuevo hogar.-

     

    Exclamó la joven mientras veía al aún cachorro, que daba vueltas alrededor de ella, como si entendiera lo que acababa de decirle; sabía que ese comportamiento que mostraba, era debido a la temprana edad del felino y que probablemente con el transcurrir del tiempo, éste se volvería mucho más agresivo, aunque estaba segura que lograría domesticarlo lo suficiente como para que pudiera dejarse consentir por el resto de la familia. A lo mejor más de uno se preguntaría el porqué había elegido ese nombre y eso era algo que solo respondería con un: “su significado lo dice todo”, tras lo cual quedaría callada y cambiaría el tema de la conversación, como era su costumbre.

     

    Le costó un par de minutos sujetar a su nuevo compañero, pues éste no dejaba de dar vueltas, síntoma de que estaba feliz y ansioso de comenzar su recorrido por toda la casa; ”muy pronto podrás hacer de esta mansión tu hogar”, pensó la ojivioleta mientras acariciaba la oreja de Kotaro y sonreía. Era curioso que mostrara un comportamiento casi maternal con un cachorro de tigre, pero necesitaba un cambio en su vida, y su nuevo compañero formaría parte de ella. Tal y como se esperaba de Luna, pateó la puerta principal para abrirla de golpe y lo primero que se hizo notar fue un chillido de su elfina doméstica, Breena, quien corría hacia ella para saludarla. No pudo evitar reírse al ver que frenaba bruscamente y su mirada se centraba en lo que traía en sus brazos.

     

    - Dime si no es una ternura, Breena.- Exclamó la Granger sin dejar de acariciar al cachorro. - Te presento a Kotaro, y … Kotaro, ella es Brenna.- Dijo, mientras le sujetaba una de las patas y se acercaba a su elfina personal para que ésta le tomara la mando. - No te preocupes linda, no muerde… al menos por ahora.- Al terminar de pronunciar eso, su mirada violácea se desvió a su brazo para ver que aún tenía el brazo enrojecido, provocado por un zarpazo propinado por el tigre.

     

    - Eeeeen fin….- Murmuró, soltando un suspiro y haciendo caso omiso a la mirada de alarma que aún permanecía en la elfina. - ¡SOPHIE! ¡ANNICK! ¿Qué se creen? ¿Acaso no vienen a saludarme? – Comenzó a hablar en voz alta, completamente segura de que nadie más aparte de ellas estaría en su casa. - Tengo que presentarles a alguien.-

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