Más que nada lugar de pertenencia. Sin ahondar demasiado, para la edad cuando conocí la saga (7 años) yo ya me sentía un bicho raro, ajeno a la gente a mi alrededor. Y siempre había tenido una gran adoración por la fantasía y por la magia. Es por eso que, cuando vi la primera película a esa edad, quedé enganchadísimo. Todo en ella cuadraba perfectamente con lo que yo quería de mi infancia, sobretodo la fantasía de asistir a un colegio al cual sí quería ir, donde se celebrarían y entrenarían mis habilidades mágicas. Después fui creciendo y sí, obvio que aún quería ir a Hogwarts y ser mago, pero ya mis prioridades fueron cambiando. Por suerte crecí junto con Harry en las películas, de hecho casi siempre tenía la misma edad que Harry acorde iban saliendo. Me acompañó en esa etapa tan compleja y extraña del crecimiento.