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Ludwig Malfoy ganó por última vez el día 12 Julio 2023
¡Ludwig Malfoy tenía el contenido más querido!
Acerca de Ludwig Malfoy
- Cumpleaños 14/09/1988
Ficha de Personaje
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Nivel Mágico
60
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Rango Social
Supremo Consejo de Circe
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Galeones
449928
- Ficha de Personaje
- Bóveda
- Bóveda Trastero
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Bando
Neutral
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Libros de Hechizos
Libro de Merlín (N.40)
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Familia
Malfoy
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Escalafón laboral
Sin información
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Raza
Humano
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Graduación
Graduado
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Puntos de Poder en Objetos
6970
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Puntos de Poder en Criaturas
6030
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Puntos en Mazmorras
112
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Rango de Objetos
Más de 3000
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Rango de Criaturas
Más de 3000
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Conocimientos
Artes Oscuras
Primeros Auxilios
Leyes Mágicas
Conocimiento de Maldiciones
Maestría en Escobas
Pociones
Defensa Contra las Artes Oscuras
Historia de la Magia
Control de la Energía Interna
Idiomas
Control de Energía Psíquica
Meteorología
Transformaciones
Cuidado de Criaturas Mágicas
Conocimiento de las Sombras
Adivinación
Runas Antiguas
Herbología
Estudios Muggles
Aritmancia
Poder destructivo
Encantamientos
Astronomía -
Habilidades Mágicas
Animagia (Delfín)
Legilimancia
Magia Elemental Oscura
Hablante de Pársel -
Medallas
134000
Profile Information
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Equipo de Tutshill Tornados
Quidditch -
Casa de Hogwarts
Hufflepuff
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Género
Masculino
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Location
Mexico
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Interests
Porque nada es imposible cuando se tiene un AK-47
Campos para Gringotts
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Escalafón último mes cerrado
T3
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Posteos acumulados último mes cerrado CMI
309
Contact Methods
-
Skype
lud_luis
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La voz de Ludwig resonó como un trueno en el plano astral, reverberando en la oscuridad como si los mismísimos muros del más allá se estremecieran con su clamor. Era bien sabido entre los estudiosos de la magia ancestral que los espíritus sólo pueden reaccionar verdaderamente cuando se les nombra. Y esa era parte del plan del ex Ministro: nombrar a su hija, llamarla con fuerza, con dolor, con amor. —¡Noeline Malfoy! —gritó con el alma hecha nudo—. ¡Hija mía, regresa! Este no es tu momento. Al principio, nada ocurrió. La niebla siguió danzando perezosa, cubriéndolo todo como un sudario etéreo. Pero luego… empezó a densificarse. A volverse más pesada, más viva. Era como si la misma muerte estuviera despertando ante el llamado de un padre desesperado. —Por favor… —volvió a gritar, esta vez sin autoridad, sin rabia, sino con un amor desgarrador que podía partir una montaña en dos—. Te lo suplico, vuelve conmigo. La temperatura bajó aún más. El plano astral gimió en un silencio agudo. A lo lejos, los ecos de otras almas comenzaron a responder al llamado, susurros lejanos que no pertenecían ni a vivos ni a muertos, sino al intermedio de todo. Ludwig entonces giró el rostro hacia Ada, cuyos ojos, aunque concentrados, temblaban con una emoción contenida. El alma de Toji estaba cerca, él lo sabía. Ella lo sabía. —Ada, está aquí. Toji está con nosotros. No pierdas la concentración, lo verás… muy pronto. Pero antes, debemos terminar esto. El círculo comenzó a pulsar con energía dorada, canalizando la magia antigua que emanaba de los grimorios. Ludwig pasó la página con precisión, y recitó en una lengua muerta, heredada de los fundadores y casi olvidada por el tiempo: “Anima et corpus iterum coniungantur, Quod nondum paratum est mori, In vita permaneat.” Su voz retumbó con una fuerza que no venía solo de la garganta, sino del alma misma. —“Que el alma y el cuerpo se unan de nuevo; que lo que aún no está listo para morir, permanezca con vida.” —tradujo en voz baja, mientras la energía del hechizo comenzaba a desplegarse a su alrededor. Entonces ocurrió. Una sacudida violenta estremeció el cuerpo de Noeline. Parecía convulsionar, atrapada entre mundos. Una luz blanca, pura como el primer amanecer, comenzó a brotar desde su pecho. Era el lazo. El puente entre lo que quedaba de su alma y el ancla de su cuerpo. El hilo de luz se elevó como un rayo dirigido al vacío, y al otro extremo, a lo lejos… ahí estaba ella. Noeline. Su figura espectral se veía confundida, desorientada, como si no entendiera dónde estaba. Pero lo más alarmante… era que junto a ella, como si compartieran un mismo hilo, estaba el alma de Toji. Y él no la soltaba. —¡Necesito su ayuda! —gritó Ludwig a los demás, con la varita temblando entre sus dedos—. Tenemos que jalar con toda nuestra magia, con todo lo que tengamos. Colocó el grimorio en el suelo, activando las runas del círculo, y se aferró al lazo de energía como si fuera una cuerda real. Cada músculo de su cuerpo temblaba, no por el esfuerzo físico, sino por el peso emocional que conllevaba traer de regreso a su hija… y quizás perder al otro. Apretó los dientes. —Vamos, Noe… vuelve a casa. Vuelve a mí. Pero Toji también sostenía el hilo, aferrado con una desesperación que no se parecía a la de un alma condenada, sino a la de un joven que aún no podía irse… no sin antes decir lo que tenía que decir. Y la batalla de voluntades acababa de comenzar. @ Noeline Malfoy McFarlan @ Ada Camille Dumbledore @ Cillian Haughton
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El hechizo inicial había sido exitoso. Un zumbido grave había llenado el aire justo antes del cambio de plano, y en un destello silencioso, los cuatro magos fueron trasladados a un espacio que ya no pertenecía al mundo físico. El hospital San Mungo quedó atrás, o al menos su versión tangible. Ahora se encontraban en un plano astral distinto, un umbral sombrío entre la vida y la muerte. Un eco de existencia. Era el reino de la transición, un territorio intermedio donde las almas vagaban antes de cruzar hacia su destino final: cielo, infierno… o algo aún más inefable. No era ni día ni noche, ni claro ni oscuro, pero sí cargado de una energía que estremecía los huesos del alma. Al tratarse de un hospital, el lugar estaba saturado de presencias. Se percibían cientos de espíritus atrapados entre el dolor y la resignación. Algunos lloraban, otros gritaban en silencio, otros simplemente vagaban, deshechos de lo que alguna vez fueron. Las siluetas eran translúcidas y distorsionadas, como si sus rostros se deshicieran en el aire. No podían hablar, pero su presencia era abrumadora. El frío era sepulcral, un hielo que no tocaba la piel, sino que calaba directo al alma. Y la oscuridad, como un manto inteligente, parecía moverse, alimentándose del miedo, creciendo con cada latido débil del corazón de los vivos. Ludwig observó sus propias manos. Sus dedos comenzaban a difuminarse, como si su existencia estuviera siendo borrada lentamente por el lugar —Debemos darnos prisa —advirtió con voz grave—. Cada segundo aquí nos acerca más a la separación total. Si el alma se disuelve… no habrá regreso. El primero en sentir el peso del lugar fue Cillian. Cayó de rodillas, su rostro bañado en sudor frío. Sin embargo, se sostuvo firme, y en un acto de lealtad pura, colocó su mano sobre el círculo rúnico para estabilizar su energía. Se negó a ser una carga. Ludwig apenas tuvo tiempo de volver su mirada hacia Ada, la Ministra. Sus ojos revelaban más de lo que su boca era capaz de decir: una tristeza profunda, una pérdida que aún no terminaba de comprenderse. El duelo por Toji se reflejaba en cada fibra de su cuerpo. —La muerte está aquí. Nos observa… caza… y no perdona —continuó Ludwig, mirando a cada uno de los presentes—. No se engañen, es astuta. Intentará seducirlos. Prometerá segundas oportunidades, mostrará rostros amados, palabras que siempre quisimos oír. Pero todo será una trampa. Luego se dirigió directamente a Ada, su voz cargada de advertencia: —Incluso las visiones más dulces… serán mentiras. No bajen la guardia. Dicho esto, alzó su varita y canalizó su energía. Un estallido de luz repelió a varios de los espíritus más cercanos, despejando el círculo lo justo para poder actuar. Inmediatamente volvió su atención al cuerpo de Noeline, que flotaba levemente dentro del círculo astral, su alma desprendiéndose como un hilo de plata que se deshilachaba con lentitud. —Ahora —dijo, bajando la voz a un tono más íntimo pero decidido—. Es el momento de llamar a Noe. Concéntrense. Piensen en ella, en lo que fue, en lo que es… y en lo que aún puede ser. Sacó entonces la daga de sangre, un artefacto tan antiguo como oscuro. Sin titubear, le hizo un corte delicado en la palma derecha de su hija. La sangre brotó con lentitud, y al caer sobre el suelo del plano astral, brilló como si ardiera con luz propia. El momento llegó. —¡Noeline Malfoy! —gritó, con una voz que resonó en todas las direcciones, haciendo vibrar el aire—. Te ordeno regresar a tu cuerpo. Como tu padre, y como mago de los elementos, ¡te ordeno volver! ¡Este no es tu final, hija mía! ¡Tu historia no acaba aquí! El grimorio en sus manos se encendió, y las runas en el suelo comenzaron a girar. Las páginas vibraban con una fuerza mágica ancestral, y las siluetas de los muertos comenzaron a alejarse, sintiendo el poder de un padre que desafiaba al mismísimo velo de la muerte. El hechizo… había comenzado. @ Cillian Haughton @ Ada Camille Dumbledore @ Noeline Malfoy McFarlan @tazz
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En la soledad inquietante del hospital San Mungo, mientras el mundo exterior continuaba su curso lleno de caos y esperanza, una familia luchaba contra lo inevitable: la muerte. Esa noche, la realidad había sido desgarrada por eventos que parecían salidos de una tragedia antigua. La muerte de Toji, la reunión forzada de los Malfoy tras años de distancia y rencores, y la posible pérdida de Noeline, esa niña de magia brillante y espíritu inquebrantable, amenazaban con quebrar los hilos que aún sostenían a los presentes en pie. En un rincón de la sala, Ludwig Malfoy, el otrora Ministro de Magia, ahora reducido a padre, a esposo dolido, a mago al borde del abismo, emergía poco a poco de su trance emocional. Sus ojos, todavía húmedos, se encontraron con los de Ada Camille Dumbledore. Ella no necesitó palabras para entenderlo: él estaba listo. Fue entonces que la ministra, con voz firme a pesar del temblor emocional que la embargaba, se ofreció: —Traeré el cuerpo de Toji. Será necesario… para lo que estás por hacer. —De hecho, es imprescindible. Tráiganlo, por favor —ordenó Ludwig con solemnidad, mientras extraía de su maletín encantado una colección de libros antiguos, cada uno con el emblema de una de las casas fundadoras de Hogwarts. Los grimorios. Poderosos, prohibidos, protegidos por generaciones de magos y brujas. Un compendio de sabiduría y peligro. Los libros que rara vez eran vistos juntos… y que ahora, estaban por ser utilizados en un acto desesperado. El rubio sacó su varita, y con movimientos precisos y arcanos, comenzó a trazar un círculo mágico en el suelo de piedra de la habitación. Era amplio, tallado con líneas de fuego dorado, lo suficientemente grande como para albergar los cuerpos de Noeline y Toji, y permitir que los participantes del ritual se colocaran en los extremos cardinales. Cuando trajeron el cuerpo de Toji, Ludwig lo sostuvo con delicadeza. Aún estaba tibio. Su rostro, apacible, casi parecía dormir. Una sombra de vida se resistía a desaparecer. Ludwig sintió un nudo en la garganta. —Tan joven… con ese aire melancólico, como si ya supiera que no pertenecía del todo a este mundo —pensó. Con esfuerzo, lo colocó dentro del círculo. Evitó cruzar la mirada con Ada, sabiendo que su dolor era un espejo del suyo. Luego fue el turno de Noeline. Su hija. La tomó en brazos con ternura infinita, sintiendo cómo su piel estaba más fría que la de Toji. Eso lo preocupó profundamente. Le dio un beso en la frente, como una despedida… o una promesa. —No voy a perderte —susurró. Con cuidado, la acomodó al lado del joven. Entonces, repartió los grimorios con una explicación que heló la sangre a los presentes. —Los fundadores de Hogwarts crearon estos grimorios para contener los hechizos más poderosos jamás conocidos —explicó mientras entregaba uno por uno—. Se dice que quien posea los cuatro y pueda comprender su contenido… podrá dominar la magia sin límites. Seis años lejos del mundo mágico, y aún no puedo entender completamente lo que contienen. Ada recibió el grimorio de Gryffindor. Ludwig la colocó al norte del círculo, en la cabeza. Ella era el corazón valiente, la guía. A Cillian, le entregó el grimorio de Ravenclaw. Lo colocó a la derecha, al este. Su inteligencia, su lógica, serían vitales. Tazz, su hijo, recibió el grimorio de Slytherin, y fue situado al sur, el punto más bajo del círculo. Su ambición y su sangre Malfoy eran la conexión con lo más profundo de la oscuridad y el poder. Y Ludwig… se quedó con el grimorio de Hufflepuff. El de los leales. El de los justos. Él ocuparía el oeste, el lugar donde el sol cae y los secretos se revelan. —Hace siglos, por seguridad, los hechizos de magia oscura más antiguos fueron divididos entre estos libros —continuó, su voz ganando intensidad—. Fragmentados en runas, ocultos en lenguas perdidas, sellados por maldiciones. Lo hicieron para que nadie pudiera usarlos… pero hoy, tenemos que romper esas barreras. Una sonrisa tenue, cansada, se dibujó en su rostro. —He visto cosas que desafían la razón. He vislumbrado dimensiones alternas, futuros que no existen, pasados que no ocurrieron. Desarrollé un tercer ojo. Puedo ver más allá… pero necesito de su fuerza, de su magia, de su fe. Tomó aire, luego alzó su varita. —Abran sus grimorios en la página 666. Un escalofrío recorrió la sala. Los libros se abrieron como si estuvieran vivos, y en sus páginas, símbolos antiguos comenzaron a brillar. Runas que parecían moverse, cambiar, respirar. —Concentren su magia… cierren los ojos. Vamos a abandonar esta dimensión. Viajaremos a un reino poco explorado… donde las almas aún pueden escucharnos. El círculo comenzó a arder con luz dorada. El aire se volvió espeso. Los grimorios temblaban en sus manos. El destino de dos almas estaba por decidirse.Y así, con un acto de fe, dolor y poder ancestral… el ritual comenzó. @ Cillian Haughton @ Ada Camille Dumbledore @ Noeline Malfoy McFarlan @ tazz
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La tensión en el hospital San Mungo para Heridas Mágicas era palpable. Un silencio sepulcral reinaba en los pasillos, interrumpido únicamente por el eco lejano de pasos apresurados de sanadores y el murmullo tenue de conjuros curativos. Pero dentro de aquella habitación, donde yacía Noeline Malfoy, el silencio tenía otro peso. No era un silencio cualquiera; era denso, cargado de angustia, miedo… y secretos. Ludwig Malfoy, de pie junto al lecho, apenas respiraba. Había regresado, sí, pero no era el mismo. Y lo sabía. El mundo había seguido girando durante su ausencia, los lazos se habían tensado, y aunque su regreso era urgente, no se sentía del todo natural. No era la reaparición gloriosa que había imaginado… era más bien una herida abierta. La mirada del ex Ministro se posó en el cuerpo inerte de su hija, y su corazón se quebró. Podía ver con claridad el hilo de magia oscura que unía el alma de Noe con otra… con él. Toji. Aquel joven que no llevaba su apellido, pero que había sido como un hijo más. Ese vínculo mágico residual, invisible para muchos, pero evidente para Ludwig tras años de estudio de magia antigua, era lo que sostenía su preocupación… y su orgullo. Una fugaz y amarga sonrisa se dibujó en sus labios. —Vaya, Noe… hiciste un hechizo digno de una Malfoy —murmuró, sin esperar que alguien lo oyera. Desde una esquina, pudo escuchar sollozar a Ada Camille Dumbledore. La actual Ministra, su cuñada, y una de las pocas personas que aún creía en él. Sus ojos estaban enrojecidos, su alma quebrada. Toji había muerto. Y Ludwig sintió el peso de esa pérdida como si se tratara de un verdadero hijo. Quiso despedirse, pero sabía que el tiempo era oro. Noeline aún tenía un hilo de vida, y mientras ese hilo existiera, él no pensaba perderla también. Entonces, la voz que no esperaba resonó cerca de él. —Me quedo contigo. Era Cillian. Una ráfaga cálida lo recorrió. Su corazón golpeó su pecho con violencia. Quería besarlo. Quería abrazarlo. Quería golpearlo. Quería gritarle que lo odiaba. Pero, más que nada, quería creerle. Porque en ese instante, en medio del caos, Cillian había decidido quedarse. Y eso… eso significaba más de lo que podía poner en palabras.—Qué irónico —pensó Ludwig—. Es en los momentos más devastadores cuando descubres quién está dispuesto a quedarse contigo hasta el final. El crujido de la puerta interrumpió el pensamiento. Tazz entró. Su mirada lo buscó… y lo encontró. La confusión y el reproche en los ojos del joven eran tan claros como el día. Ludwig sintió el golpe, pero no retrocedió. Dio un paso adelante y, sin pensarlo más, se lanzó a los brazos de su hijo —Hijo, yo… —la voz se le quebró, pero no importaba—. Lo siento. Siento tanto lo de tu amigo… sé cuánto significaba para ti. Me duele su muerte… a mí también me duele. Pero escúchame… su alma aún está aquí. Y está… está intentando jalar a la de Noe con él. No creo que lo haga conscientemente, pero la magia negra… la magia negra destruye sin querer. Con el rostro aún húmedo por la emoción, Ludwig se acercó al lecho de su hija y le tomó la mano con ternura. Su respiración era débil. Su piel, pálida. Le dio un beso en la frente y sacó de entre sus ropajes un viejo y desgastado grimorio de Slytherin, cargado de secretos oscuros y prohibidos. —Tenemos que revertir el hechizo —dijo con firmeza—. Y la única forma de hacerlo es… evitar que el alma de Toji continúe arrastrando la de Noe hacia el más allá. Abrió el libro, sus dedos recorrieron las páginas como si fueran viejas amigas. —La única forma de lograrlo… es jalar el alma de Toji de regreso. Traerlo. Pero eso… eso significaría que el cuerpo de Noe tendría que albergar dos almas. Cillian, Tazz y los presentes lo miraron en silencio. —Dos mentes, dos conciencias, dos esencias… luchando por un mismo cuerpo. Por supuesto, después podríamos realizar un exorcismo. Una separación mágica. Pero si queremos salvar a Noeline… tenemos que hacerlo ahora. Ludwig levantó la mirada. La determinación ardía en sus ojos verdes. —Ayúdenme… antes de que sea demasiado tarde. @ Noeline Malfoy McFarlan @ Cillian Haughton @ Ada Camille Dumbledore @ Harper @ toji
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Después de todo lo ocurrido en la mansión Malfoy, Ludwig y Cillian aparecieron de golpe frente al Hospital San Mungo para Heridas Mágicas y Enfermedades. Un destello de magia residual chisporroteó alrededor de sus botas al tocar el suelo adoquinado. Sus manos venían entrelazadas. No porque se buscaran, sino porque Ludwig lo había tomado así. Un gesto automático. Instintivo. Como si una parte de él se aferrara todavía a lo que alguna vez fue su hogar. Pero en cuanto se percató de ello, soltó la mano de su esposo —¿ex esposo? ¿todavía lo era? ni él lo sabía— como si esa conexión le quemara la piel. Dio un paso atrás, apenas unos centímetros, pero lo suficiente para marcar su incomodidad. —No puedo creer que otra vez esté enamorándome de ti —pensó con asco. Una mueca de repulsión se dibujó en su rostro, como si ese pensamiento fuera una maldición. Enderezó la espalda, tragó su orgullo y avanzó sin mirar atrás. No tenía tiempo para sentimientos. Su hija estaba en peligro. Y Toji… también. Apenas cruzó la entrada del hospital, una memoria le sacudió la mente como un rayo: Flashback Años atrás, Tazz —su hijo— le rogaba con los ojos llorosos que adoptara a su mejor amigo. “Papá, por favor… dale tu nombre. Protégelo como a nosotros.” Ludwig, con el peso del mundo sobre los hombros, trataba de explicarle que no era tan fácil. Que el propio Toji no había solicitado tal adopción. Que había leyes, procedimientos, barreras mágicas… pero, sobre todo, heridas emocionales que aún no cerraban. Pese a todo, Ludwig no se quedó de brazos cruzados. Le dio al joven japonés un hogar, estudios, sustento, y hasta una habitación en la mansión Malfoy. Aunque Toji no compartiera su sangre ni llevara su apellido, Ludwig lo quería como a un hijo. Lo había protegido como a tal. Y ahora… ambos estaban en riesgo. Fin del flashback No dudó ni un segundo en correr al mostrador y golpearlo con el puño ensangrentado —aún manchado con la sangre de Cillian, que él mismo le había provocado momentos antes—. Su respiración era agitada, su ropa seguía sucia y desalineada, y un tenue olor a encierro lo seguía como una sombra. Pero nada de eso importaba. —¡Noeline Malfoy! ¿Dónde está? ¡Necesito saber de ella, ahora! La recepcionista se sobresaltó al ver al ex Ministro de Magia fuera de control. Titubeó, temblorosa, mientras le señalaba un pasillo al fondo. Ludwig corrió. Cada paso lo acercaba más al epicentro de algo oscuro. Podía sentirlo. La magia negra se deslizaba por los pasillos como una serpiente hambrienta, fluyendo en dos direcciones: una hacia el ala de convalecencia, donde presentía el cuerpo de alguien… la otra, directa hacia su hija. Su corazón latía como un tambor de guerra. Por un momento dudó. ¿Cuál camino debía tomar? Pero no había elección. Siempre elegiría a sus hijos. La puerta del cuarto se abrió de golpe y el tiempo pareció detenerse. Allí estaba Noeline. Su piel pálida, su cuerpo quieto, pero su magia… activa. Viva. Fluyendo. Pero no en ella, sino desde ella. Un lazo invisible y oscuro salía de su pecho, extendiéndose hacia un rincón de la habitación donde reposaba el cuerpo de Toji. Rodeados de sanadores, amigos y rostros preocupados, el ambiente estaba cargado de desesperación. Solo faltaba Ashley. El alivio lo golpeó… pero también el miedo. El estado de su hija era evidente, y lo que su magia sostenía, era algo que jamás debió sostener. —¿Qué hiciste…? —murmuró con la voz quebrada, con los ojos humedecidos por lágrimas contenidas. Nadie respondió, y aun así, la verdad se reveló sola ante sus ojos. Fue entonces cuando Ludwig, con el tono de quien carga el peso de los años y el conocimiento prohibido, soltó las palabras como si fueran un decreto de muerte: —La magia oscura… siempre exige una vida por otra. Y haya pasado lo que haya pasado, la vida de Noeline está siendo drenada. Si no revertimos lo que se hizo… ella también morirá-. @ Cillian Haughton @ Ada Camille Dumbledore @ Noeline Malfoy McFarlan @ Tazz Malfoy @ toji
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❤️🔥❤️🔥Feliz Cumpleaños Querida Darla ❤️🔥❤️🔥
Ludwig Malfoy responde a Ada Camille Dumbledore de discusión en Hogsmeade
Querida Sandra (Darla), te mando un muy fuerte abrazo, te quiero mucho y aunque tiene rato que aún no platicamos quiero que sepas que te estimo de todo corazón. Espero que hoy pases un cumple muy bonito lleno de muchas sorpresas y regalos. Estoy intentando volver y aunque es difícil espero poder coincidir en esos roles que tenemos pendientes. gracias por siempre estar presente. Te mando un beso y un abrazo -
~ Mansión de la Familia Malfoy ~
Ludwig Malfoy responde a Crazy de discusión en Residencias de Familias Mágicas
El golpe le había traído una satisfacción efímera. Durante años, había soñado con ese momento, con la venganza, con hacerle pagar el abandono, la traición, el dolor. Pero ahora que lo tenía frente a él, sangrando, tambaleante, todavía con su nombre en los labios, la herida en su pecho no se cerró. Porque el amor seguía ahí. Ludwig odiaba admitirlo, pero nunca había dejado de amar a Cillian. Tal vez por eso jamás pudo aceptar su pérdida, tal vez por eso su dolor se transformó en furia. Ahora estaban ahí, frente a frente, intentando descifrar los motivos el uno del otro, como si eso pudiera cambiar lo que ya estaba roto. Pero las palabras de Cillian no bastaban. Qué fácil es desaparecer y dejar todo atrás cuando la vida que dejas se está destruyendo.Y entonces, ocurrió de nuevo. Cillian lo besó. Esta vez Ludwig no se apartó. No pudo. Apretó los ojos, luchando contra la debilidad que amenazaba con consumirlo. Pero el beso se impregnaba más y más en su piel, en sus recuerdos, en su alma. Su mente le gritaba que lo rechazara, que lo apartara con el mismo desprecio con el que había soñado vengarse. Pero no lo hizo. En su desesperación, se aferró con más fuerza a su varita. Un solo hechizo y todo terminaría. Pero, en vez de atacar, una lágrima rodó por su mejilla. —Yo te amaba tanto… —su voz se quebró, rota, cargada de todo el peso de los años que pasó esperando respuestas—. Yo te necesitaba. ¿Por qué nos dejaste? Ludwig apoyó su frente contra la de Cillian, cerrando los ojos, negando con la cabeza, como si con ese gesto pudiera rechazar la verdad, como si pudiera retroceder el tiempo y evitar este dolor. Entonces, Cillian lo dijo. San Mungo. Toji al borde de la muerte. La realidad lo golpeó con fuerza, devolviéndolo al presente. Un escalofrío recorrió su espalda. Sí, seguía odiando a Cillian. No, no lo perdonaría tan fácilmente. Pero sus hijos estaban en el hospital, y Ludwig tenía un deber mucho más grande que su propio resentimiento. Tomó aire, intentando recuperar el control. Se apartó con lentitud, sus ojos aún ardiendo por la emoción contenida. Su expresión había cambiado. Seguía serio, pero el odio inicial se había transformado en algo más… algo que ni siquiera él podía nombrar. —No sé qué pensar —admitió, la voz aún rasposa por la emoción—. No creas que te he perdonado. Ni siquiera sé si pienso quedarme en este maldito pueblo. Hizo una pausa, obligándose a mirar a Cillian de nuevo, su mandíbula tensa, sus manos aún crispadas. —Pero mis hijos me necesitan. Vamos de una vez. Dicho esto, tomó a Cillian de la mano, un gesto instintivo, reflejo de un pasado que aún lo atormentaba. Sintió su calidez, su presencia tan familiar y dolorosa a la vez. Y sin pensarlo, sus dedos se entrelazaron. No debía hacerlo. No debía permitirse esta debilidad. Pero Merlín, cómo odiaba reconocer que se moría de ganas de volver a besarlo. Sin dudar más, desaparecieron en dirección a San Mungo. @ Ada Camille Dumbledore @ Cillian Haughton @ Noeline Malfoy McFarlan @ toji @ Tazz Malfoy -
~ Mansión de la Familia Malfoy ~
Ludwig Malfoy responde a Crazy de discusión en Residencias de Familias Mágicas
El aire estaba cargado de tensión, una presión sofocante que se cernía sobre ellos como un presagio de desgracia. Ludwig Malfoy jamás había esperado volver a verlo. No así. No en este lugar. Frente a él, Cillian Haughton—su esposo, su amante, el amor de su vida—lo miraba con desesperación, con súplica, con ese doloroso arrepentimiento reflejado en sus ojos. Pero Ludwig no era el mismo hombre al que Cillian había dejado atrás. El Ludwig de antaño había muerto. La ira era todo lo que quedaba. Durante años, Ludwig había soportado un infierno personal. Había pasado por cada etapa del duelo, pero en lugar de encontrar consuelo o resignación, se había aferrado al odio como un náufrago a su última tabla de salvación. Porque la ira era más fácil que la tristeza. Porque el rencor era más seguro que la vulnerabilidad. Cillian había desaparecido cuando más lo necesitaba. Se había ido cuando el mundo de Ludwig se derrumbaba, cuando su familia se desmoronaba, cuando su propia existencia se volvía un eco vacío. Y después, cuando al fin decidió seguir adelante, llegaron las noticias. Primero, los rumores. Luego, los titulares. @ Ada Camille Dumbledore , Ministra de Magia de Francia, ahora al frente de Gran Bretaña. Y junto a ella… Cillian. El mismo hombre que le juró amor eterno. El mismo hombre que había prometido quedarse. Y que finalmente lo termino por abandonar. Era el mismo hombre que casualmente regresaba justo cuando Ludwig había desaparecido, claro para apoyar a su hermana. Se sentía traicionado y usado, de alguna manera los Dumbledore habían tramado su camino al éxito destruyendo a la cabeza de los Malfoy Ahora, tenerlo enfrente era una burla cruel del destino. Cillian lo llamaba por su nombre, pero Ludwig no reaccionó. Cada sonido que salía de su boca le resultaba venenoso. No tienes derecho a pronunciar mi nombre con tu sucia boca. Pero Cillian insistió. Claro que Ludwig sabía quién era. Llevaba años odiándolo. Alimentándose de ese rencor. Y sin embargo, ese hombre tenía el descaro de mirarlo con arrepentimiento. Pero entonces, lo imperdonable ocurrió. Cillian lo tocó. Un roce suave en su mejilla, como si aún tuviera derecho a esa intimidad. Y antes de que Ludwig pudiera reaccionar, Cillian cerró la distancia entre ellos y lo besó. Por un instante—apenas un segundo—el mundo se detuvo. La mente de Ludwig se llenó de recuerdos. No de peleas ni de reproches, sino de la primera vez que se vieron, de la pasión desbordante, de los secretos compartidos entre sábanas revueltas. Cuántas noches había soñado con este momento. Cuánto había esperado ese beso, esas disculpas, esa explicación. Pero ya no valían nada. Mentira todo era mentira, palabras al viento, tan solo un capricho que el niño tenia. Un truco barato de un hombre que solo sabía jugar con su corazón. El odio explotó en su interior. Su puño se cerró con fuerza y, sin pensarlo dos veces, impactó de lleno en el rostro de Cillian. El golpe resonó en el pasillo. Cillian tropezó hacia atrás con un gruñido de dolor, y Ludwig vio con oscura satisfacción cómo la sangre brotaba de su boca. Un diente rodó por el suelo, testimonio de la fuerza del impacto. Pero a Ludwig no le importó. Lo único que sintió fue satisfacción. —¿Crees que puedes volver a engañarme? —espetó, su voz gélida, cargada de veneno. Pero entonces, sin que pudiera evitarlo, sus ojos se llenaron de lágrimas. Maldita sea. Se relamió los labios, y el sabor del beso de Cillian todavía estaba ahí, aferrándose a él como un fantasma. El enojo, el amor, la traición, la confusión—todo se mezclaba en su mente como una tormenta incontrolable. Pero nada importaba. Solo una cosa. —¿Dónde está mi hija? —rugió, su varita temblando en su mano—. ¡Si no me lo dices, te mataré! No era una amenaza vacía. No bromeaba. Y por primera vez en su vida, Ludwig Malfoy no estaba seguro de hasta dónde era capaz de llegar. @ Cillian Haughton @ Noeline Malfoy McFarlan @ toji @ Tazz Malfoy -
~ Mansión de la Familia Malfoy ~
Ludwig Malfoy responde a Crazy de discusión en Residencias de Familias Mágicas
El viento silbaba entre los árboles torcidos, sacudiendo las hojas secas que se aferraban a sus ramas como recuerdos tercos. La cabaña en la que Ludwig Malfoy se ocultaba apenas podía llamarse un hogar. Era un refugio en ruinas, aislado de todo, donde el tiempo se había detenido junto con él. No quedaban espejos en su interior; no porque temiera lo que vería, sino porque ya no le importaba. Se pasó una mano por la barba crecida, enredada y descuidada, mientras miraba las brasas agonizantes en la chimenea. Cuántos años habían pasado desde su desaparición. Cuántos desde que dejó atrás la máscara de ministro, de líder, de padre… de hombre. Soltó un suspiro pesado y cerró los ojos. No quería recordar, pero los recuerdos siempre encontraban la forma de colarse en su mente: Recordó la primera vez que miró a @ Cillian Haughton a los ojos. La certeza de haber encontrado a alguien que podría compartir su vida. El amor feroz y absoluto que construyeron juntos. La forma en que todo se desmoronó sin previo aviso. El abandono. Recordó a @ Ada Camille Dumbledore , quien, a pesar de todo, nunca lo dejó solo. Ada, su única aliada verdadera cuando el resto del mundo se volvió en su contra. Recordó a sus hijos. @ Tazz Malfoy , @ Noeline Malfoy McFarlan , @ Ashley Emily Black Lestrange M. . Sus más grandes tesoros, la única razón por la que alguna vez pensó en regresar. Ellos le habían dado todo su amor, incluso cuando él mismo dudaba merecerlo. Y recordó su despedida. La tinta desvanecida en el viejo pergamino que había dejado atrás. El pergamino aún descansaba sobre la mesa polvorienta, amarillento por el tiempo. Se había prometido a sí mismo no volver jamás. Pero el destino nunca ha sido clemente con los Malfoy. Un crujido lo sacó de sus pensamientos. El pequeño espejo encantado que usaba para comunicaciones, aquel que había permanecido en silencio durante años, comenzó a brillar con una intensidad inusual. Primero ignoró el llamado. Luego vino un segundo. Un tercero. Frunció el ceño. Esa insistencia no era normal. Tomó el espejo con dedos temblorosos y vio los nombres grabados en la superficie: Cillian, Ada y Noe. El corazón se le detuvo por un instante. Si su hija le estaba llamando, algo terrible debía haber pasado. El cuerpo de Ludwig se movió antes de que su mente lo procesara. Se levantó de golpe, su vieja túnica negra cayendo sobre sus hombros como una sombra. No podía ignorar esto. Con un solo pensamiento, abrió el armario evanescente que había mantenido oculto en su cabaña. El pasaje estaba intacto. La magia oscura aún vibraba en su interior, llamándolo de regreso al hogar que había jurado olvidar. Sin dudarlo más, cruzó. ⸻ La Mansión Malfoy Cuando apareció en su antigua habitación, el aire denso y cargado de polvo lo recibió como un bofetón. Todo estaba como lo había dejado, pero más decadente. Oscuro. Abandonado. Un destello plateado atrapó su atención: el viejo candelabro aún colgaba del techo, cubierto de telarañas. Todo seguía igual… y al mismo tiempo, todo era diferente. Se movió con rapidez. Sus botas resonaron contra el suelo de mármol mientras recorría los pasillos familiares. Algo en el ambiente no estaba bien. Entonces, lo escuchó. Un murmullo lejano. Voces. Movimiento. Ludwig echó a correr. El sudor perlaba su frente cuando llegó a la sala principal y lo vio: Ada sosteniendo los cuerpos de Noeline y Toji. Por un instante, todo lo demás dejó de existir. —¡Noe! —su voz se quebró, pero fue demasiado tarde. Ada ya estaba desapareciendo con ellos. Su hija. Su hija inconsciente. El miedo se convirtió en rabia en cuestión de segundos. Y entonces lo vio. Cillian. Ahí. De pie. En su casa. El mundo se redujo a un solo punto. Su varita se alzó por instinto. El odio en su mirada podía haber reducido a cenizas cualquier otra cosa. —¿Qué haces en mi casa? —su voz era un gruñido bajo, cargado de veneno—. ¿Qué le hicieron a mi hija y a Toji? Silencio. —¡Responde, maldita sea! —bramó, su mano temblando sobre la varita. Cillian no dijo nada. Sus ojos azules reflejaban demasiadas emociones que Ludwig ya no quería leer. No esta vez. Porque esta vez, si Cillian no le daba las respuestas que exigía, Ludwig Malfoy estaba dispuesto a sacárselas a la fuerza. Porque esta vez, si Cillian no le daba las respuestas que exigía, Ludwig Malfoy estaba dispuesto a sacárselas a la fuerza. -
Harper empezó a seguir Ludwig Malfoy
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Holiii pues bueno he vuelto y en esta ocasión deseo ingresar a la marca. Estuve todo un año como pollito, todo un año como neutral así que lo justo es lo justo muajaja . Nick: Ludwig Malfoy Bando: La marca tenebrosa
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Mayo, 2024 El Ministro de Magia, Ludwig Malfoy, se preparaba para una de las tantas reformas que había prometido. Pese a las constantes amenazas y críticas de los conservadores y seguidores de la Marca Tenebrosa, Ludwig nunca se detuvo y continuó con su trabajo arduamente. En conjunto con la Oficina de Aurores, se preparaba para una reforma de seguridad pública que tenía como objetivo exponer a todos los miembros de la Marca Tenebrosa. Aunque había renunciado a la Orden del Fénix, aún tenía una profunda ambición de justicia y sabía que la única manera de vencer la maldad era destruir a los mortífagos. Malfoy, hijo del infame Crazy Malfoy, siempre había sentido el peso del nombre de su familia. A diferencia de su padre, Ludwig creía en un mundo mágico justo y equitativo, libre de la influencia oscura de los mortífagos. Su dedicación y valentía le habían ganado tanto admiradores como enemigos. No era un secreto que muchos deseaban verlo caer. Pero Ludwig era implacable y estaba dispuesto a arriesgarlo todo por la seguridad del mundo mágico. Una semana antes de su desaparición, Malfoy había recibido información confidencial de una fuente confiable sobre los nombres de todos los miembros actuales de la Marca Tenebrosa. Algunos de esos nombres ya eran conocidos para él, pero otros eran sorpresivos y alarmantes. Decidido a hacer lo correcto, convocó a los periodistas del Profeta para un anuncio importante. El día del anuncio, se alistó con su traje verde pistache, que combinaba a la perfección con su cabello rubio y sus ojos azules. Siempre se veía elegante y, en aquella ocasión, no era la excepción. Su apariencia deslumbrante era un recordatorio de la figura imponente y carismática que era. Despidiéndose de sus hijos, Noe, Marshe y Tazz, se dispuso a salir. Sin embargo, esa mañana sería la última vez que alguien lo vería. Ludwig Malfoy desapareció sin dejar rastro. Las especulaciones comenzaron inmediatamente. ¿Había sido capturado por los mortífagos? ¿Había huido por su propia seguridad? La desaparición de un Ministro de Magia era algo sin precedentes en la historia reciente del mundo mágico. La comunidad entera estaba conmocionada y la búsqueda de Malfoy se convirtió en una prioridad absoluta. Los aurores rastrearon cada pista, pero parecía que Ludwig se había desvanecido en el aire. A pesar de los esfuerzos, nunca fue encontrado. Hasta ahora. En la actualidad Cuando un autobús noctámbulo sin placas se detuvo frente a la mansión Malfoy, los guardias de seguridad reaccionaron de inmediato. Pero no estaban preparados para lo que encontraron. El cuerpo de Ludwig Malfoy, el ex Ministro de Magia, yacía en el suelo, moribundo y amordazado. Su rostro, una vez orgulloso y determinado, ahora estaba desfigurado por el dolor y el sufrimiento. Tenía cortes profundos en las mejillas y la frente, y sus ojos estaban hinchados y negros. Su cabello rubio estaba manchado de sangre y suciedad. Su cuerpo mostraba signos de mutilaciones y quemaduras. Tenía marcas de cadenas y grilletes en las muñecas y tobillos, y su ropa estaba rasgada y ensangrentada. Su respiración era débil y entrecortada. Los guardias de seguridad llamaron de inmediato a los servicios de emergencia mágica, y pronto llegaron los sanadores y los investigadores. Ludwig fue llevado a un lugar seguro para recibir tratamiento médico y protección. Mientras tanto, la noticia de su reaparición se propagó como un incendio forestal. La comunidad mágica estaba conmocionada y horrorizada por el estado en que se encontraba Ludwig. La prensa mágica se apresuró a cubrir la historia, y pronto surgieron especulaciones sobre quién podría haber sido responsable de su desaparición y tortura. Pero Ludwig sabía que no era un acto aleatorio. Sabía que alguien había querido enviar un mensaje, alguien que quería silenciarlo para siempre. Y estaba decidido a descubrir quién era. La investigación sobre su desaparición y tortura había comenzado, y Ludwig estaba listo para luchar por la justicia y la verdad. @ Ada Camille Dumbledore @ Darla G Dumbledore @ Mica Gryffindor @ Cillian Haughton @ Monica Malfoy Haughton @ Tazz Malfoy @ Ashley Emily Black Lestrange M. @ Noeline Malfoy McFarlan @ todos
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Dos semanas hermosas, las mejores del año... hora de volver a mi realidad u.u