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Aldaron Passim

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Todo lo publicado por Aldaron Passim

  1. Febrero 2021 APROBADOS David James Dumbledore : http://www.harrylatino.org/user/111240-david-james-dumbledore/ Mica Gryffindor : http://www.harrylatino.org/user/41347-mica-gryffindor/ Nate Weasley http://www.harrylatino.org/user/106737-nate-weasley/ SUSPENDIDOS Ellie Moody (**) Idylla Macnair T. Jank Dayne (**) Tiene opción a repetir el conocimiento sin pagar las tasas de Matriculación.
  2. El primer alumno en salir era tan escéptico como él en cuanto al Arte de la Adivinación. También notó que no le gustaban los centauros, pero eso era algo que a Aldaron no le importaba. En conjunto, a él tampoco le gustaban los humanos. Ciertos humanos. Alguno le había sorprendido lo suficiente como para permitirse incluirlo en su círculo ecuestre, como algo parecido a un "amigo". El resto de humanos le eran indiferentes, al menos que le sorprendieran con alguna observación interesante. No fue el caso. - ¿Profecía? Una sobre la guerra entre países, nada importante. Por supuesto, nada importante para él; para los centauros, lo que hicieran los magos entre ellos, no eran de su incumbencia. Sus guerras eran nimiedades comparándolas con la historia de la Tierra desde sus orígenes. - No sea iluso, muchacho, ¿cómo quiere leer nada en la planta de los pies, si los lleva calzados? - Contestó en un tono algo cansado. Era cierto que los humanos se comportaban como majaderos, pero es que, además, había olido un poco de burla en aquella pregunta. El Centauro no estaba allá para eso. - Los pies no presentan las huellas del suelo porque se cubren, se cuidan, se protegen... Nunca conocerá nada, ni bueno ni malo, de una extremidad que no toca el suelo con sus cascos. Tal vez había exagerado un poco, sobre todo porque aquellos humanos no tenían la honorabilidad de tocar el suelo y protegían sus dedos como si fueran frágiles. Tal vez lo fueran y por eso tenían vedado el conocimiento de predecir el futuro, al menos la facilidad que poseían los centauros para ver lo que ellos ni imaginaban. La muchacha parecía enfadada y no dijo nada, aunque sus gestos decían lo que su boca no se atrevía. El centauro pateó un poco en el suelo y la poca paciencia que solía tener desapareció en cuanto el otro muchacho le insultó. - Quiero dejarle claro que los centauros no buscamos formas de predecir el futuro, le ruego no cometa el desacato de comparar la Adivinación con la respetable Astronomía. Nosotros leemos el futuro, porque éste está escrito en las estrellas. No predecimos sino que sabemos. Los magos siempre tan ignorantes. Les dio la espalda a todos y se alejó despacio, haciendo ruido con sus cascos al golpear con fuerza la tierra. - Supongo que su profesora les aprobará a todos. Pero eso no es problema mío. Veo que sus cabezas son tan cuadradas como la de ella.
  3. El ruido de los cascos sobre la piedra sonó con fuerza. La cabeza de un hombre apareció de repente en la clase de astronomía y, en un gesto impaciente, separó los gruesos cortinajes que la cubrían. Cuando la luz del atardecer entró en el aula, apoyó sus brazos en el alfeizar de la ventana y oteó en el interior. - Lamento haber asustado a su profesora, muchachos. Su voz era ruda, gruesa, como se se espera de un hombre fuerte. A simple vista, su rostro y su torso desnudo, musculoso, no enseñó su naturaleza peculiar hasta que se irguió con un gesto de desagrado al husmear aquel ambiente cargado y maloliente. - ¡Qué manía tienen los profesores de Adivinación de crear ambiente oscuro y espeso para dar sus clases - exclamó, claramente en una crítica hacia aquella clase. - Muchachos, aprenderán mejor si miran por la ventana y respiran aire puro que con ese aroma de incienso quemado. La noche es hermosa. La luna se verá en plenitud en unas horas y Venus se alineará con ella durante unos minutos. Será más interesante que... Ahora, su silueta de centauro era muy visible en la ventana, su cuerpo de caballo pura sangre y su cara barbuda, que se confundía con lo que debiera ser la crin, oteaban las insinuantes estrellas de la noche que se acercaba. - ... Que unos posos de té mal hervido en unas tazas que no predicen nada. Sí, el Centauro Aldaron Passim demostraba la incredulidad que le producía aquella clase. No creía en la Adivinación. La creía una payasada, algo que no merecía tener crédito académico. Claro, que la opinión de un centauro no se tenía en cuenta en el recinto, tal vez por eso osaba interrumpir alguna que otra clase para mostrar su desacuerdo. - Veamos, chico. Sí, usted, el que ve "un árbol, una lanza, una nube..." ¿Cree que eso le dice algo sobre usted o sobre alguien que conozca? La Adivinación es incierta, depende de la interpretación que le dé a esos dibujos que usted cree ver. Pero lo que para usted es un árbol, seguro que sus compañeros ven una roca o un oso o cualquier otra forma. He aquí el gran dilema de la Adivinación: ¿Las formas que describen esos libros son exactas o dependen de sus capacidad de asociación de imágenes con su propia experiencia? Si son capaces de diferenciar eso, puede que aprendan a creer en la Adivinación. Su tono, sin embargo, les demostraba que él no creía. Su mente era demasiado racional para aceptar que los posos de un té le podían decir qué pasaría en el futuro. - A ver, otro ejemplo. Su caso, muchacha... Un sol... Una araña... ¿Cree que es presagio de algo bueno o de algo malo? Si viviera en una sociedad donde el sol es tan peligroso que mata, como en un desierto, donde necesitan protección para soportar sus rayos, ¿mantendría su lectura de que es felicidad? Dirigió una mirada algo irónica a todos, deteniéndose en el hombre que había susurrado "serpiente" como si fuera algo de lo que preocuparse. - La única sincera ha sido esa chica, la de los ojos verdes. Es difícil de leer. Podéis aprender de memoria esos libracos sobre si un escarabajo anuncia fortuna o si una piedra en forma de luna anuncia desgracias pero, la verdad, es que la Adivinación es un cúmulo de sensaciones propias reflejadas en imágenes aleatorias para todos y que cada uno interpreta según su propia experiencia. El centauro se permitió alejarse un poco de la ventana y dejar que la luz de la luna, que empezaba a imponerse en su reino nocturno, iluminara su cara barbuda. - Por eso, yo soy escéptico, no creo en ella. Sólo uno entre un millón, puede hacer una profecía que puede ser certera. Prefiero los miles de millones de estrellas. Son muchas pero todas son infalibles. Giró la cara hacia los alumnos dentro del edificio, esperando que salieran y contemplaran las estrellas y la posición de los planetas. Sin embargo, aquello no era una clase de Astronomía, sino de Adivinación. - Sin embargo... Yo he sido testigo de una real y auténtica Profecía. No puedo negar que, al menos una Adivina, acertó en ella. - Una mirada ensoñadora apagó su mirada durante unos segundos. Después, pateó el suelo con sus cuatro cascos, levantando algo de polvo. Volvió la mirada hacia aquellos alumnos y sonrió: - ¿Qué piensan de todo lo que les he dicho? ¿Saben leer las manos? ¿Creen que es más fácil que leer los posos del té?
  4. — Claro, ¿qué podría impedirme aprender de ti? —le regaló una sonrisa que ella no veía porque estaba detrás de él— Toda criatura es fascinante, y se ve en tus ojos la experiencia que ya has recorrido en la vida, en inglés, en español y en euskera si deseas. Sé libre, crea tus propios hechizos, guarda tus secretos y y usa los idiomas como mejor convengan para tu futuro, para el de nadie más. Era un consejo un tanto egoísta, como solían ser ellos, sin embargo en su tono de voz no lo denotaba, al contrario, esperaba que la joven fuera corriendo a su casa, empacara las maletas y se convirtiera en una chica de Ipanema, que conociera los templos japoneses y presentara los respetos a su culturas. La pregunta sobre las lenguas mágicas no lo cogió desprevenido, después de todo, él también quería saber más todos los días, y si pudiera, hablaría sirenio. Pero le temía un poco al agua y sus criaturas misteriosas, apenas rozaba las pezuñas algunas veces en algún estanque poco profundo. Llegó a una especie de acantilado y giró el rostro hacia la bruja. — El sirenio puede traerte problemas, pero también una alta paga en el ministerio, es difícil trabajar con los tritones, son un tanto testarudos y de mal carácter —el tono amigable le dejó permitirse otra ligereza—. si un día decides ponerme entre tus recuerdos, colócame como Aldaron, ese agradecimiento es más que suficiente. Me temo que no puedo acompañarte más tiempo y pronto se anunciará el alba, creo que este es un buen lugar para que me demuestres tu magia y desaparezcas. Ha sido un placer aprender mutuamente señorita. Sin esperar que ella le contestara se giró y se fue cabalgando suavemente, dejándole la visión de una cabellera que golpeaba en su rosada espalda, claro indicio de que el sol volvía a reinar en la tierra y él, debía descansar. ¿Cuál habría sido el destino del herido?
  5. Idiomas Septiembre 2020 Aprobados: Darla Potter Black Primeros Auxilios Septiembre 2020 Desaprobados: Zoella Triviani
  6. Sin notarlo, el centauro exhaló fuertemente, la lun se había puesto detrás de las nubes, por ponerlo en contexto, lo que le hacía perder mucha visibilidad. Las observaciones de Scarlett no eran para nada descabelladas, de hecho las anotaciones que hacía sobre las semejanzas entre los pueblos hebreo y egipcio, eran lo que necesitaba oír. Ahora, su conocimiento en las variaciones del inglés la hacían una excelente receptora para cualquiera que quisiera impartirle clases y volverla una políglota tanto muggle como mágica. — Es cierto, no estamos solos, pero hay cosas en las que debemos inmiscuirnos —encogió los hombros aunque fuera un gesto bastante vulgar para alguien con sus años—, y me temo que al menos que nos llegue un pedido formal de ayuda, será el destino quién decida sobre esa pobre alma. Por cierto, no tienes por qué llamarme maestro, crea una barrera innecesaria para el conocimiento por ambos lados, no creas que yo no aprendo de ti en esta noche que parece tocar su fin en pocos instantes. Y ese era el fastidio que quizá tenía, no sólo había desaparecido la luna, sino que el cielo comenzaba a tornarse sangriento, anunciando la llegada del sol. Aunque él podía estar perfectamente bajo los rayos solares, le gustaba considerarse una criatura nocturna. Caminó hacia los lados antes de decidirse y se colocó delante de la bruja, indicándole que con mucho cuidado la siguiera, aunque todo lo oculto ya no sería peligroso a esta hora, un poco de precaución nunca venía mal. — Tienes talento natural para las lenguas, así que te recomendaría unos libros de japonés básico y portugués, puede que te resulten extrañas mis sugerencias pero verás, —y señaló por dónde debía salir el sol— ellos no son tan lejanos como el sol, y muchas culturas ocultaron sus más grandes tesoros en esas lenguas, sobretodo en portugués, te sorprendería saber la cantidad de mitos de piratas que son realidad. Pero claro, ese acceso está limitado de momento, porque sólo dos países le brindan la importancia debida. Recuerda siempre esa frase que dice: El conocimiento te da poder. Si tienes talento para los acentos, úsalos.
  7. Aunque el centauro no lo fuera a admitir con determinación, si le causaba admiración que una bruja como la que tenía en frente supiera tanto de lenguas muggles como mágicas, avanzó lo suficiente para quedar frente a ella y alzó la mirada al cielo poco estrellado de la noche, resopló. — El rumano es complicado desde su origen, Europa se ha dividido tantas veces en guerras tan inútiles que ha quebrado los idiomas en ramificaciones que pueden emparentarse si uno afina el oído —bajó la mirada a Scarlett—, ya saber lo que dicen, es necesario escuchar con todos los sentidos que simplemente oír. Tengo algo que puede interesarte. El sexto sentido del centauro aún buscaba al personaje herido, pero se había distraído lo suficiente con lo que la noche le había colocado justo frente a él. Al destino no había que contrariarlo. Sacó de un morral de cuero unos cuantos pergaminos, separando con disimulo sus apuntes acerca de constelaciones poco conocidas, y le entregó dos a Scarlett. Uno en antiguos jeroglíficos egipcios y el otro en arameo. Aunque claramente los egipcios solían dibujar más que escribir, el período de esclavitud judía dentro del territorio egipcio los había influenciado en su idioma, usando alguno que otro elemento en sus representaciones. — Estos dos, por ejemplo, ¿si pudieras encontrarles un punto en común cuál sería? ¿De dónde crees que son? Sacó dos pergaminos más, uno en inglés, que sabía lo iba a reconocer inmediatamente y otro también en inglés, pero antigua y con las diferenciaciones que hacían los irlandeses en su lenguaje. ¿Podría reconocerlo también? Las jergas y el lenguaje popular lograban crear ramas muy diferenciadas dentro del mismo idioma, había sucedido con el latín, con el castellano, etc. — ¿De dónde son estos otros? Intenta leerlos en voz alta, y escúchate.
  8. Ingresar a terreno sagrado tenía sus consecuencias, sobretodo cuando se referían a lo mágico, dos brujas habían trasgredido los límites de lo permitido y una tercera presencia estaba desangrándose por los arbustos, aún sin poder ser auxiliada. Se acercó a ellas lo más que pudo, sin delatar su presencia, ¿Arameo antiguo? Eso podía darle la sospecha de algún ritual llevándose a cabo, por eso el llamamiento de la sangre. Cerró los ojos cuando una ráfaga de viento se levantó contra una de ellas, la que llevaba un libro enorme entre los dedos, los mismo cráneos que formaban un círculo desaparecieron junto a ella y entonces, supo que era momento de adelantarse al posible desvanecimiento de la otra persona. — Los hechizos se pueden crear en cualquier idioma, la funcionalidad de ellos, y lo que desees esconder ya depende de ti —susurró ingresando a la visión que podía tener Scarlett de ella—, el arameo no se usa hace mucho tiempo entre tu gente, se podría decir que es una lengua muerta, pero si estás involucrada en la creación de hechizos, podrías usarlo, sí. Hay conjuros por ejemplo hechos en la lengua duendigonza, para proteger sus tesoros propios y el tan afamado banco inglés de los magos. ¿Alguna vez lo has oído o visto escrito? La noche era fría pero su pelaje era grueso, se preguntó por un segundo si la joven sentía frío, si había venido por voluntad propia y si tenía que ver con las heridas que aún podían olerse en el ambiente, el olor a hierro siempre dejaba un hedor insoportable, metálico, huellas. — Los idiomas se han utilizado por siglos para dos cosas, al menos por ustedes: para comunicarse y —sonrió de lado—, para evitarlo, los códigos, los idiomas, los lenguajes permiten ocultar mensajes que sólo deben entregarse a la persona indicada en el momento indicado. ¿No te parece sorprendente? ¿Qué idiomas manejas con docilidad? No temas por tu compañera, —dijo de pronto para que entendiera que no estaba ahí para hacerle daño—, la naturaleza es sabia y supongo que no lastimaría su propia creación, la protege. De nuevo, como los idiomas con los secretos. Siempre le llegaba el feedback de hablar en círculos que a veces no tenían mucho sentido, pero era algo más de la raza que de sus intenciones, los centauros podían ser incluso crípticos al comunicarse. Este al menos, lo hacía con una semi sonrisa en lugar de sacar el arco y la flecha de la nada.
  9. El humano, Manuel, habló mientras Aldaron observaba el cielo con sus ojos color avellana. La noche anterior, Marte había brillado con mucha fuerza en el cielo. Estaba ansioso por ver si ocurría lo mismo aquel día. Desvió la mirada al escuchar las respuestas de su alumno, quien no parecía implicarse tanto como él quisiera en la clase. — Son varias. La más brillante de la Osa Mayor es Alioth. Otras que podrías haber encontrado en el mapa que te puse ahí son Dubhe, Merak y Mizar. Solo tenías que observar el mapa con un poco de atención —le explicó, señalando el objeto mencionado con la mano derecha. Caminó alrededor de la mesa para tomar un libro de un extremo. Luego volvió a acercarse a su alumno. — Ha mencionado las funciones más básicas, las que incluso los muggles saben interpretar. Nuestro estudio de la Astronomía es mucho más amplio; las posiciones de los planetas pueden indicarnos hechos que sucederán en el futuro más inmediato. O quizás no tan inmediato, hay muchas discusiones al respecto —se quedó pensativo, rozándose la barba con la punta de los dedos—. El cielo puede incluso ser un mapa para guiarnos; los horoscopos y estaciones son otros usos, muy bien, pero hay infinitos más. ¿Sabías que el estudio del cielo ayuda a aumentar el poder mágico de los magos? Toma —le dijo, estirando la mano donde portaba el libro que había tomado un poco antes. Asintió al escuchar lo que vio por el telescopio—. Así es, Marte y Venus se ven próximos. Um... Guardó silencio unos instantes. Luego le miró, comprensivo. — Quédese el libro, creo que le será muy útil para el futuro. Léelo y abre tu mente para la próxima clase, debes esforzarte un poco más si quieres aprobar este conocimiento, jovencito. Por hoy, hemos terminado. Espero verle en otra ocasión. Si alguna vez quieres consultarme algo, estaré en el Bosque que hay más allá del Ateneo.
  10. El humano no dejaba de parlotear. Porque sí, para Aldaron todo aquello era parloteo. Captó algunas de sus palabras, por supuesto, pues los directores habían hecho mucho hincapié en que debía escuchar todo lo que los alumnos dijeran y preguntaran, pero no podía evitar que su atareado cerebro, siempre deambulando entre pensamientos e ideas, se despistara de tanto en tanto. En un principio, había pensado desplazarse hasta una torre con el alumno, pero estaba cambiando de opinión al recordar las estrechas escaleras de caracol por las que debían pasar para alcanzar aque lugar. — Mejor vamos fuera, la torre es... de acceso difícil para mí. Sus cascos resonaban en la piedra que componía el pasillo mientras sentía la presencia de Manuel a sus espaldas. Le condujo hacia el exterior, a una explanada donde la hierba estaba un poco más alta y los árboles rodeaban para dar algo de sombra en aquel soleado día. En el centro había un par de mesas con diversos instrumentos astronómicos. Un poco más adelante, un enorme telescopio plateado de aspecto bastante caro y, a su derecha, una enorme pizarra con una anilla arriba sobre algo enrollado. Aldaron se detuvo y se giró hacia el alumno con gesto impasible. Aún así, había un brillo cálido en sus ojos. — Aquí estaremos más cómodos, Manuel —le indicó—. Como puedes ver, tenemos preparados varios instrumentos y materiales que se usan para estudiar el cielo. Aquí... —señaló el pizarrón y tiró de la anilla. Se desplegó ante ambos una especie de mapa llena de puntos y líneas blanquecinas sobre un fondo azul oscuro. Los puntos parecían lanzar destellos de vez en cuando, como si fuese el cielo nocturno—... tenemos un mapa de las constelaciones. ¿Puedes indicarme cuál es ésta? —añadió, señalando la Osa Mayor. Frunció el ceño—. ¿Sabría decirme cuál es la estrella principal de esta constelación? Aguardó unos instantes para que Manuel pudiera responder a su cuestión. Después, retomó la palabra para poder seguirle cuestionando. — Y ahora quiero que razones y me expliques cómo crees que podemos implementar la Astronomía en nuestra sociedad mágica. ¿Qué efectos y utilidades crees que puede tener? Y tras razonarme eso, por favor... —le señaló el telescopio—. Quiero que eches un vistazo ahí y me digas qué observas en el cielo, cuántos elementos puedes reconocer... si es que ves alguno.
  11. Aldaron ni siquiera se fijó en la sorpresa de su compañero humano cuando le vio entrar. Se centró en su saludo, y luego recordó que los humanos tenían la costumbre de presentarse entre ellos. Los alumnos llegaron cuando él intentó arreglar aquel pequeño fallo que había tenido. No conseguiría acostumbrarse nunca a tanta norma social. — Mis disculpas, humano, olvidé decirle mi nombre. Soy Aldaron Passim, uno de los profesores especiales de esta institución. La dirección recurre a mí... eventualmente. Tampoco me gusta mezclarme por aquí más de lo necesario —añadió, mientras ponía atención a las palabras de la chica que había llegado justo después de su propio alumno, que se había puesto a hacer reparaciones en el aula. Cuando el otro profesor le respondió e hizo alusión a su materia, asintió en su dirección a pesar de no estar totalmente de acuerdo con sus palabras. Pero también entendía que los humanos veían la Astronomía muy distinta de como la observaban los de su especie. Miró entonces a Justo, que no había intervenido aún. — Usted, humano, es el alumno de Astronomía, ¿cierto? Yo seré su guía durante la clase, permítame presentarme. Mi nombre es Aldaron Passim, e intentaré enseñarle lo que significa saber leer el cielo. Y ahora cuénteme, ¿quién es usted y por qué ha escogido este noble arte? ¿Tiene algún conocimiento previo de astronomía? ¿Trae algún material consigo o deberemos tomar el del Ateneo? Aguardó a que su alumno le respondiera mientras dio un par de pasos acercándose a la puerta del aula. Definitivamente necesitaba salir a un espacio más abierto. — Buscaremos un lugar más apto para mí y esta disciplina, ¿de acuerdo? Sígame, por favor. Hay una torre en este edificio que es idónea para el estudio del cielo. Cuénteme sobre lo que le he preguntado mientras nos desplazamos hasta allí —añadió, saliendo del aula y esperando que Justo le acompañase. Sin darse cuenta, había dejado al profesor y alumna de Adivinación atrás. Los centauros eran muy dados a olvidar detalles cuando se centraban en los temas que les apasionaban. La Astronomía, evidentemente, era uno de ellos.
  12. Silencio, le encantaba aquel ambiente. Sólo algunos pájaros piaban en las ramas más altas de los árboles, aunque uno especialmente atrevido daba saltitos en el suelo acercándose a sus patas traseras. Aldaron mantenía los ojos cerrados y el rostro impasible, con la respiración tranquila y los músculos relajados. Abrió uno de sus orbes color miel cuando el pajarillo se le subió al lomo y, en cuanto el ave se percató de que el objeto de su curiosidad le observaba, salió volando despavorido. Passim sonrió. Desvió la mirada hacia el cielo, aunque sabía perfectamente que era hora de irse. Había leído en las estrellas que los directores requerirían de su experiencia ese mismo día, así que cuando la señorita Gaunt se había desplazado hasta su cabaña la había esperado con una taza de té humeando sobre el alfeizar de su ventana. Se levantó pesadamente del suelo y se sacudió con estilo, sin perder la calma que lo caracterizaba. Era momento de encaminar sus pasos hacia el Ateneo, donde debía enseñar Astronomía a algún joven humano que se interesaba en ese arte. Además, Anne le había comentado que debería compartir su docencia, al menos en un principio, con otro humano que enseñaría Adivinación. Era una interesante combinación de materias. Aunque el cielo le indicaba que pasaría un mal rato al principio. Trotó la distancia que separaba su hogar, en el bosque que había cerca de la Universidad Mágica, del majestuoso edificio de conocimientos mágicos. Frenó entonces y caminó con discreción, intentando pasar lo más desapercibido posible. Pero no era muy fácil, pues un centauro caminando por los pasillos del edificio era bastante llamativo. No llamó a la puerta del aula, sino que la empujó suavemente y asomó la cabeza para pasar en cuanto comprobó que el otro profesor ya estaba en el interior de la habitación. Ésta era inquietantemente pequeña: tanto que Aldaron se sentía un gigante allí, junto a la puerta. — Buen día, humano —lo saludó, aún observando su alrededor. Un instante después clavó sus ojos color miel en Orión—. Seré el encargado de enseñar Astronomía al alumno @@justo , doy por hecho que usted es el profesor de Adivinación. La directora me habló de usted —añadió. Dio un par de pasos y se detuvo, visiblemente incómodo—. Demasiado pequeña esta sala para mí... me temo que tendré que buscar una alternativa para impartir mi docencia.
  13. — Necesita más concentración, señorita Adler. Las estrellas no estarán allí toda la noche. Cuidado... El centauro había visto a cada uno de los alumnos. No podía leer sus mentes, pero si podía distinguir sus gestos, aprender de sus facciones y movimientos. El más dudoso de los chicos ni bien empezó la clase, ahora parecía querer tomar las riendas. Parecía que se estaba aferrando a lo poco que les había enseñado Aldaron Passim. Por eso que el maestro se limitó a asentir cuando Bastian también sintió aquellos movimientos. — Las señales nos ayudaron a saber que aquí dentro hay un peligro, Bastian. El bosque contiene un malestar. ¿Será nuestro destino purgarlo? ¿Por qué no lo intentamos al menos? Varitas arriba El centauro había divisado que algo estaba a punto de ocurrir, aunque las hojas le habían murmurado algunas cosas diferentes ésta vez. Si, la brisa le hablaba como una pequeña criatura en su oído. Las estrellas titilaban fuerte y otras casi se mostraban. Más de la mitad estaban escondidas, detrás de una gran sombra. ¿O algo estaba cubriendo a las estrellas? Aldaron Passim sabía que pronto algo se les tiraría encima o se interpondrían ante ello. El Maestro levantó su largo bastón y apuntó hacia adelante. Lanzó tres esferas tan redondas y plateadas como la luna y éstas, salieron disparadas como flechas. Viajaban rápido sobre el aire, pero parecían esferas de agua con la consistencia del humo, como si fueran encantamientos patronus. Pero claramente no lo eran. O al menos cada algunos segundos, disparaban ondas de luz que iluminaban en un enorme radio. Y allí los vieron. Había un dementor, un inferi y un vampiro. ¿Qué hacían cerca de nosotros en medio del bosque? Aldaron golpeó el suelo y el áarbol más cercano estalló en llamas. Ahora la oscura noche se encendió con una luz anaranjada. Otra vez el golpe y se prendió fuego otro arbol en la dirección contraria. Aldaron estaba intentando mantener a raya a las criaturas. Aunque con aquel fuego no lograrían demasiado. Y menos que podían notar que los árboles no se quemaban. Las llamas les servían ahora de guía. Aparecían más señales. Ahora que sabían del peligro ¿Los números dirían otra cosa?
  14. — No necesita un sextante, señorita Adler. Estamos aquí para guiarnos con las estrellas. Nuevamente le digo, eso corresponde a la astrología. Aquí no veremos cómo el horóscopo afecta a la vida, sino los cuerpos celestiales y todo eso. Asi que concéntrensé, necesito que usen su mente, que dejen de pensar tantos detalles y miren los datos sutiles. Como Bastian... El joven muchacho era el único que hasta ahora había logrado hacer algo. Era el que había entrado a la clase con la idea que todo aquello eran idioteces. Tal vez aún lo seguía pensando, pero había logrado divisar las luciérnagas, Aldaron lo sabía muy bien. Le dirigió una sonrisa y asintió cuando el alumno le preguntaba si era bueno ir al este. — Si, ésa es la dirección. ¿Ven la Osa Mayor? ¡Amya, mira ésto! —Aldaron señaló el cielo con el enorme bastón, mostrando aquellas siete estrellas que formaban la constelación. Ahí se volvía a repetir el número siete, y les comentó eso a los chicos para que observaran cómo los números los rodeaban por completo, parecían escondidos y complicados, pero estaban allí a la vista—. Aquí es cuando podemos unir ambos conocimientos. Por la Aritmancia sabemos que es buen camino. Por la Astronomía sabemos que la Osa Mayor puede guiarnos con su especie de mango por el sendero que estamos caminando y sabemos que al llegar, tendremos nuestro fruto. Aldaron no quería aburrirlos con demasiada teoría. Sabía que necesitaba explicar lo justo y necesario, y más en ése caso, donde los chicos aún estaban inseguros sobre sus mismos pasos. Solamente les explicó lo más importante, que aquella constelación tenía forma de olla, donde los siete puntos brillantes marcaban el mango y el recipiente. Esperó unos segundos, asintiendo a Bastian que en caso de no creer en todo eso, no parecia, sino Aldaron estaba seguro que quería hacer todo eso para ver cuánta verdad contenía. Pero mientras estaban intentando dirigirse hacia el este, una sombra recorrió de una punta a la otra justo detrás, a unos quince metros. Aldaron sintió la presencia, se dió la vuelta y se detuvo. ¿Qué era? ¿Ése peligro era el que había visto?
  15. Aldaron Passim negó con la cabeza. No le agradaba la idea de explicar aquellas cosas de una manera detallada, porque eso lo volvía aburrido. Aldaron pensaba que los chicos iban a tener la cabeza de una manera que no lo necesitaran, que pudieran analizar todo lo que él pretendía, pero tenía que retroceder. No iba a explicarles como en la Aritmancia, cada letra era representada en un número, pero al menos tenía que darles el pie para que empezaran. — No no no, muchachito. ¿Líneas ley? La aritmancia va más allá de lo físico. Es poder analizar nuestro entorno y ver qué acciones podemos realizar. Nos encontramos con un camino... —el centauro había escuchado a la joven Romina que preguntaba sobre las constelaciones, pero primero tenía que contestar lo otro que lo puntuaba como mucho más urgente. Todos tenían muchas preguntas— pero de repente, el camino se divide en dos. ¿Qué camino tomar? ¿Me voy a encontrar con un peligro? ¿Qué debo hacer? Cada persona, cada objeto, cada cosa tiene su representación con los números y eso nos ayuda a ver. Como las constelaciones. ¿O acaso no se imagina, señorita, como las estrellas nos pueden ayudar con el futuro o con lo que pasó? El Centauro Passim caminaba lentamente, mientras sus cascos resonaban lentamente. Su cayado iba dando golpes a medida que éste se apoyaba sobre él. Iba rodeando a los alumnos, aunque no le prestaba atención a ninguno, sino que iba analizando justamente lo que les estaba haciendo ver. Las estrellas brillaban más. Algo iba a suceder. Tres murciélagos se arremolinaron en la copa más alta del árbol más alto que estaba en aquel sitio. Señales. Repitió aquella palabra. — Son señales. El nombre de una persona puede indicar muchas cosas. Lo mismo para las plumas de un pájaro o los bigotes de un conejo. Podemos representar la cantidad de piedras dentro de un río y ver cuan peligroso es. O si es buena decisión cruzarlo. Las estrellas nos sirven de guía para recorrer a ciegas casi, un desierto o un bosque espeso —anteelúltimo ejemplo, señaló alrededor. Eso tenían que hacer. Esperaba que eso le sirviera como respuesta a Romina. Aunque ahora se volvió hacia Bastian, por segunda vez—. No podemos analizar lineas, pero si que algo está por suceder. Mira. La noche se volverá más oscura. ¿Ves ésas nubes? Están tapando dos estrellas. Encontraremos el camino pero también encontraremos el peligro. Aldaron decidió que haría él todo el trabajo de explicarles. Solamente para que vieran como aplicaba él la Aritmancia y cómo las señales se mostraban ante ellos. Con su bastón raspó la tierra, reemplazando las letras de las nubes y de las estrellas. Y sumándolas de manera que sólo les quedó un número: "NUBES - ESTRELLAS" "53251 - 512953311" "16 - 30" "7 - 3" Aquellos dos números representaban dos cosas, de manera resumida. Lo brillante del siete es que había rastros de sangre. El tres le indicaba al centauro que alguien disperso lo había provocado, por eso que había dejado aquellos rastros sin que quisiera. Señaló con el cayado un hueco entre dos árboles. Había siete luciérnagas y tres hongos azulados. Las señales continuaban apareciendo y ése era el camino que teníamos que tomar. ¿Los chicos verían todo eso? Era cuestión de abrir sus mentes.
  16. Aldaron se apoyó sobre un codo en su largo bastón, donde llegaba hasta casi la altura de su pecho. Las plumas que colgaban de su cabeza se movían suavemente con la brisa nocturna, mientras los chicos habían llegado y rápidamente intentaban contestar, aunque el centauro estaba seguro que no lo lograban como él quería. Pero los escuchaba. Asentía lentamente o se quedaba mirando fijamente, aquellos ojos tan ilusos, tan inocentes a pesar de pertenecer a la comunidad mágica y hacer grandes cosas. — Joven Karkarov. ¿Le parece gracioso? Es demasiado escéptico y no le va a servir de mucho si su objetivo es aprobar éste conocimiento —la voz del Maestro Passim era más un consejo a un regaño. Era suave y lenta, pero tan profunda que resonaba en los corazones de todos los presentes—. Tiene que ver con los números, si. Y hasta podrían haber analizado la tormenta que transcurrió mientras usted nacía, para saber muchas cosas sobre su persona. Asi que cambie un poco su punto de vista. Eso es lo que estamos intentando saber aquí, joven Malfoy. Aldaron se puso un poco más derecho, notando que el joven le estaba respondiendo casi con la misma pregunta. Pero le guiñó un ojo para que no se notara tan serio. El Centauro no era alguien impaciente, si lo fuera no serviría enseñando en la Universidad. Avanzó dos o tres pasos, mientras que sus cascos resonaban sobre la tierra húmeda, por el rocío de la noche. Ésta vez se detuvo ante Amya, quien parecía más atenta que los otros dos, pero estaba cometiendo un error y tenía que repararlo. — Amya, muchacha. Éstas mesclando algunos conceptos. La Astrologia es el estudio de algunos fenómenos en relación a nuestra realidad, como los muggles lo conocen por el horóscopo —Aldaron miró las estrellas y vió algunas cosas que decidió silenciar. Volvió a fijar la vista en la alumna—. A diferencia de la Astronomía, que estudia los cuerpos celestiales y todo lo que contiene el universo. Más relacionado con "allá arriba" —le explicó el profesor con una media sonrisa, mientras asentía apenas cuando la jovencita Sherlyn, esperando que lo que le había dicho a Bastian, le sirviera para su respuesta, sobre los días—. Y eso es lo que necesito que veamos aquí. ¿Me ayudan? Aldaron se acercó un poco más a la mesa. Faltaba un ingrediente en la clase para que entendieran a lo que él quería llegar. Por eso que les señaló aquella neblina que flotaba por encima de la mesa de piedra, donde las diminutas piedritas parecían estrellas en un cielo negro, algunas viajaban tan rápido como los cometas. Luego indicó con su cayado el cielo e increíblemente, producto de la magia, brillaron las mismas estrellas que éste les había mostrado delante de sus narices. No quería extenderse demasiado porque el tiempo transcurría y no era bueno. — Podemos juntar éstos dos conocimientos para saber lo que está ocurriendo, lo que ocurrió o lo que va a ocurrir. Incluso de la manera en que va a hacerlo, aunque escondido tras muchas pistas, de maneras indirectas —aquel punto se lo daba a Bastian por no creer demasiado. Pero Aldaron estaba seguro que necesitaba pruebas para que el chico empezara a verlo. Sería mucho más fácil para él—. La Universidad necesita que encontremos lo que está ocurriendo en éste bosque. No corremos peligro, pero si lo dejamos pasar, puede pasar algo peor. Por eso que gracias a la Astronomía, podemos identificar muchas constelaciones y estrellas que tienen un nombre. Esos nombres, pueden trasladarse a números, que representan algo, eso es la Aritmancia. ¿Alguien sabe cómo? Miren... allí está Aldaron les enseño que Boötes era la constelación que más brillaba. Eso nos indicaba que éste mes era el protagonista de que sucedía algo. Pero necesitabamos más información, asi que les pidió a los chicos que observaran para ver si reconocían algo y saber por donde comenzar. ¿O tendríamos que entrar en el bosque así nomás? Aldaron les mostró un pergamino, para ayudarlos. Si aprendían a representar el nombre de las cosas en números, tal vez asi encontraran algo.
  17. La noche había caído lentamente después de un largo día. Era el momento perfecto para empezar con la clase, por eso es que Aldaron había empezado a preparar el lugar. La base de los árboles se habían vuelto oscuras, tenebrosas, como si en cada una de ellas hubiera alguien vigilando. La brisa se había enfriado, moviendo las ramas más altas, acompañando al panorama como si fuera una especie de música. El Centauro golpeó el piso con la base de su cayado y de ella saltaron algunas chispas, lo que produjo que cuatro fogatas estallaran en llamas de inmediato, cada una ubicada en un punto cardinal. Pero estaban encantadas para que iluminaran solo un poco, como para permitir divisar el rostro de una persona, sin perder el rastros de las estrellas que aquella noche parecían brillar más de la cuenta. Aldaron miró las llamas, podía conocer algunos detalles gracias al fuego. También en la brisa que parecía que le susurraba en el oído mientras éste, jugaba con las plumas azuladas que colgaban de la vincha de su cabeza. El centauro golpeó el suelo con sus cascos traseros, esperando a que los chicos llegaran rápidamente. El maestro les había enviado una carta sencilla, avisandoles el día y la hora de encuentro, en aquel bosque del lado oeste de la universidad. En medio de aquel círculo de fogatas, había media docena de esferas de cristal. También había telescopios, mapas astrales, pergaminos vacíos y algunos con un poco de información que podrían necesitar. También Aldaron había preparado cómodos lugares en vez de sillas, para que todo pareciera más natural. — Un peligro se acerca —murmuraba el instructor, mientras sus ojos se enfocaban en el fuego durante algunos segundos. Incluso parecía ignorar los chicos que iban llegando de a poco. A Aldaron no le importaba demasiado pronunciar profecías y visiones si éstas salían solas—. La sombra de la luna está más oscura, el invierno va a empeorar. Tres golpes. Cuatro heridas —el maestro Passim a veces leía los números en las cosas. Y no lograba entenderlas hasta que éstas pasaban, asi que si los chicos preguntaban, no sabría responder como se lo merecían. Cuando todos los presentes llegaron, Aldaron se tomó el tiempo de caminar por afuera de aquel círculo. La primera clase había sido Aritmancia. Y ahora era igual, nada más que tenía que recurrir a la Astronomía. ¿Por qué tenía que seguir el pedido de los y darlo por separado? Estaba seguro que los chicos iban a saber apreciar mejor un conocimiento para sumar el otro. Se detuvo y los miró. No le gustaban demasiado los protocolos y presentaciones. — Bienvenidos, chicos. Tengo el agrado de ser su profesor en ésta oportunidad. No quiero presentaciones, no las necesito —su voz era lenta y clara pero a la vez tan profunda como el océano. Las perlas que tenía decorando su cabello, brillaban a la luna, aunque de manera leve. Se dirigió justo al medio, donde había una mesa sencilla de piedra. Les hizo un gesto con la mano, mientras movia su cayado disimuladamente, aunque éste emitió una luz azulada donde portaba la piedra—. Lo que si me gustaría más, es conocer lo que saben sobre la Aritmancia y la Astronomía. ¿De qué manera podemos utilizarlas por separadas y juntas? ¿Alguno sabe? Mientras esperaba las respuestas y las escuchaba atentamente, se sacó alrededor de diez piedras que colgaban de su pelo. Las dejó en diferentes puntos de la mesa, como si fueran gotas del rocío en los primeros minutos de la mañana. Y sin preámbulos ni alerta, le pegó a cada una, haciéndolas estallar. Al principio se levanto una niebla plateada unos centímetros, arremolinándose, serpenteando y juntándose entre si. Parecía una enorme masa con vida, pero que se podía ver a través de ella. Mientras tanto, los miles de diminutos pedacitos, brillaban de tal manera que parecían estrellas, era como si se tratara de diez galaxias en tan solo una mesa de piedra, bajo la luz de la luna. Aldaron rozó apenas la niebla y ésta se movía a otro lugar, juntándose en otro sector, algunas estrellas se fusionaban con otras y otro par, se dividían formando nuestras constelaciones. _______________________________ ALUMNOS Sherlyn Stark Remus Lunatico Lupin Amya_An Romina Targaryen Bastian Karkarov Malfoy
  18. Las señales del destino estaban hablando por si solas. Los chicos al parecer no se estaban dando cuenta, pero si cada una no hubiera elegido su camino, aquella especie de clase no hubiera resultado como se la esperaba, como la había visto que pasaría. Ya dos brujas los habían abandonado, y era extraño, porque para sus premoniciones solamente era una. ¿La otra era la que portaba la sorpresa? No lo sabía. Aldaron se quedó pensativo, mirando como Sagitas tomaba la delantera como si fuera el mismísimo viento. El centauro se quedó observando la nada misma, más concentrado en analizar la situación que en preguntarte que estaba haciendo la bruja de cabello violeta. Algo tenía que pasar. Algo tenían que atravesar para recurrir a la aritmancia. No estaba haciendo mucho uso de ella, Aldaron lo sabia, pero también sabía que lo estaban intentando. De eso iba su aprendizaje. — O viață mai departe, Doi oameni ne lasă, Trei sunt stelele care ne ghideaza, Că, prin modul în care patru , au ales să le ia. Așa că creatura, spun eu, este pur și simplu arată în sus. Aldaron murmuraba aquellas palabras como un susurro, como si la brisa se cargara de toda ésa magia para moverse aún más fuerte. El centauro sabía muchas cosas. Tenía casi todos los conocimientos bajo su dominio. Por eso que al murmurar aquel gran conjuro, hizo que el peligro que los acechaba tomara forma. Tal vez era una sola o un temor por persona, pero Aldaron estaba seguro que saldrían de aquello. De momento miró al Este, Mery se había ido hacia allí y decidió que lo mejor era ayudarlos.
  19. Aldaron observó como cada alumno comenzaba a hacer uso de la aritmancia. Tal vez se había precipitado, tal vez había estado mal en no tener un poco más de paciencia, pero el tiempo transcurría y las señales le indicaba que algo estaba a punto de suceder. Si no hacía si trabajo a tiempo, los chicos serian incapaces de explayarse como debían. La primera en reaccionar había sido la joven Payasa, que hacia uso del primer número que se había cruzado en su camino. — Asi es. Eso es, chicas —murmuraba Aldaron Passim mientras la brisa corría, los árboles se movían, las hojas se caían, el césped crecía y las piedras que pendían sobre su frente, tintineaban. Aldaron se acomodó un poco mejor sobre su largo bastón. Volvió a asentir cuando Mery tomó el quinto camino y Anne el cuarto sendero. Pero el Maestro Centauro levantó el mentón y miró más allá de los árboles. Los números seguían actuando bajo su voluntad y el instructor tenía la leve sospecha que se estaba por cumplir lo único que le faltaba para la clase. Se había cumplido lo de que iban a ser seis alumnos, lo que uno de ellos iba a abandonar. Pero lo que temía era por las sorpresas. No le agradaban para nada y más si éstas eran malas. ¿Cómo sabía lo que había visto Mery? No lo había visto con sus propios ojos, pero cada chica había obtenido una señal y éstas de una manera sorprendente las habían captado. Pero para Aldaron ésos números eran diferentes, cada una tenia que pasar por algo para llegar a un objetivo grupal. Un cabello violeta cortó el verde que nos rodeaba. — Sagitas. Veo que te has dejado llevar muy bien, lo has hecho excelente. Aunque aún no lo creas... —Aldaron notaba que la bruja era un poco incrédula sobre el tema aún. Estaba seguro que todos allí creían que podían ver el futuro de manera cierta o que las plantas les dirían sobre qué hacer. Pero la aritmancia era eso, orientarse en base a las señales que nos rodeaban—. Pero la persona que tenía que encontrarse con la señal, lo acaba de hacer. Y Mery está en problemas si no la encontramos. Al centauro no le agradaba dar señales de mal augurio. Pero tal vez si estaban allí por algo. Las chicas habían logrado empezar a guiarse por ellos, ver cómo un número les podía indicar cómo era algo. Un camino no decía nada, pero ahora nos estaba alertando que la sangre que había visto Mery, no era más que de alguien que le habia hecho daño a los animales, por puro placer. — ¿Qué te parece si nos encontramos con los demás? El portal nos trajo aquí para ayudarnos a despejar nuestras mentes, pero algo se está encargando de interrumpir ésa paz.
  20. Aldaron no lo demostró en su cara. Era totalmente como si hubiera sido forjada de piedra, pero se enfadó porque sus alumnos no estaban teniendo incentivo propio. Levantó su bastón unos centímetros y le dio un golpe en seco al suelo, produciendo que sobre el impacto saltaran algunas chispas doradas y temblara el suelo. ¿Por qué los humanos buscaban tantas respuestas? ¿Por qué siempre estaban esperando a las explicaciones y teorias absurdas? Aldaron negó con la cabeza cuando Mery le preguntó sobre su hijo. Todo aritmántico sabía muy bien que las demás personas no podían saber el futuro. Los humanos solían obsesionarse tanto con eso que hasta habían causado desastres por intentar que eso no sucediera. Sagitas y Tau aprovecharon a explicar el significado de sus nombres, como si el Centauro no lo supiera. Asi que intentó enfocarse en la pregunta de Anne, aquella bruja que habia cruzado el portal con Juve. Aunque todas habían sido incapaces de responder a la pregunta del profesor. El centauro miró unos segundos al cielo despejado. ¿De verdad no conocían aquellos poderes Uzza? Aldaron había robado un poder y nadie lo sabia. Pero todos en la Universidad estaban hablando sobre las clases con aquellos extranjeros y de los geniales que eran los poderes. Los portales servían para eso, para trasladarse. — No no no no, no entienden nada. No estamos aquí para ver el futuro o para intentar solucionar un problema. Estamos aquí porque necesitábamos alejarnos de la actualidad para que pudieran despejar su mente y aprender éste arte —comentó Passim mientras se volvía a apoyar sobre su largo cayado, que al pararlo sobre el suelo llegaba justo a la altura de su axila—. Claro que eso no significa que no pueden saber cosas. La aritmancia solo los va a ayudar en ésas respuestas que necesitan saber de inmediato. No pensaba hacer aquello tan pronto. De hecho suponía que iba a hacerlo más tarde, pero ya que parecían haberse quedado petrificadas en el medio del bosque, Aldaron lo creía necesario. Murmuró algunas palabras extrañas. Movió las manos en dirección a los árboles y éstos parecía que le contestaban. La tierra tembló de nuevo, mientras el césped se alteraba un poco, permitiendo ver seis caminos, uno para cada una. Solo se separarían un poco pero se encontrarían al cabo de unos segundos. — ¿Qué camino debo tomar? ¿Hay algún peligro en él? ¿Que tipo de personalidad me sirve para para lograr atravesarlo? —preguntó Aldaron pero al aire, eran preguntas que no estaba dirigiendo a nadie, sino más bien, empezando la explicación que le estaban pidiendo. Ahora si las miró a las jóvenes, esperando que las que tenían que hacer algo al respecto eran ellas—. ¿Entienden a lo que voy? Deben usar la aritmancia para solucionar esas preguntas que pueden surgir ante un problema. Fijarse en la cantidad de estrellas de una constelación, en las flores que crecen en un arbusto o en los bigotes o plumas de los animales. El nombre de las cosas, nos ayuda a responder las cuestiones. Explicó Aldaron Passim, recuperando la compostura que había perdido. No les dijo a los chicos pero darles más teoría no iba a servirles de nada. Necesitaban practicar, recorrer, mirar, escuchar. De esa manera se daarían cuenta de las cosas. De hecho, esperaba que alguna empezara, si se encontraban algo al final del camino, ya eso iba a hacer cuestión de ellas.
  21. Aldaron miró al cielo. Los chicos estaban demasiado entusiasmados con la clase y eso le agradaba. Pero lo que no se hubiera esperado, es que quisieran enfocarse en la parte que él había omitido, justamente para que no se volviera aburrida. Las preguntas iban y venían de un lado hacia el otro, menos para Mery que parecía saber demasiado. Aldaron se tomó todo el tiempo del mundo para contestar, incluso se tomó el atrevimiento de hablarle a Anne. — Mire nada más, jovencilla. Y ustedes que necesitaban un profesor de Aritmancia. ¿Por qué no recurrieron a ella? Su voz fue pausada y grave. Cada vez que hablaba, las piedras que Aldaron tenía alrededor de su cabello brillaban como asintiendo sus palabras. El centauro golpeó una o dos veces con sus cascos y el suelo tembló. Las chicas no solo habían logrado llegar a un futuro. Un sitio que no sabían realmente donde estaban, pero tanto Taurogirl como Sagitas, intentaban enfocarse en los números. — Yo creo que lo esencial para la Aritmancia, es que despejen sus mentes, señorita Crouch. Las estrellas no se comunican con las personas que tienen sus pensamientos nublados —habló el Passim, mientras miraba el horizonte. La brisa le hablaba. Las hojas que se caían de aquellos árboles también. Esperó a que Mery terminara con su leve explicación y le dirigió una sonrisa—. Como bien explicó su compañera, hay un sistema. Pero déjenme advertirles que no todo es estructurado. Los números son la guía que utilizamos para ver el futuro, para saber qué decisión tomar o qué camino recorrer. Aldaron volvió a sacudir su mano y reapareció su enorme cayado. Empezó a dibujar algunas letras y números que le faltaban a Mery, completando las sospechas que ésta había tenido, ya que eran correctas. ¿Dónde estábamos? Al parecer no importaba, las alumnas preferían primero conocer la teoría, asi que tendríamos que dedicarle algunos segundos de más. Incluso tenía respuestas que regalar. Cuando terminó, enseñó aquellos trazos. 1 · 2 · 3 · 4 · 5 · 6 · 7 · 8 · 9 A · B · C · D · E · F · G · H · I J · K · L · M · N · O · P · Q · R S · T · U · V · W · X · Y · Z — Nos detendremos a hablar de éstas letras con sus números correspondientes, mientras averiguamos dónde estamos. ¿Les parece? Veamos. Para darles un ejemplo de cómo funciona, les explico que la Aritmancia no sólo es para ver el futuro, sino para determinar cómo va a ser una persona. O cómo va a ser su personalidad o cómo se va a comportar. Por ejemplo, Sagitas, si utilizamos tu nombre completo, el resultado de la suma de todos los dígitos nos da de 3. Según tu análisis eras alguien inestable y desequilibrado, por la cantidad de energía que posee, pero si aplicamos bien la Aritmancia y nos dejamos llevar por el 3 que nos dió como resultado, podemos ver que representás a la totalidad. Significa alguien con talento, con energía y con humor. Son personas sociales, con buen humor y mucha suerte, aunque su lado opuesto indica que pueden ser dispersos y que se ofenden con facilidad. Comentó Aldaron, despues de tomar una gran bocanada de aire y de mirar a las chicas. Esperaba que de ésa manera entendieran cómo eran los números, aunque eso no dependía totalmente de la clase. — Como habrán visto, gracias a la lectura de números pudimos viajar al futuro. ¿Pero tiene idea cómo lo logramos? ¿Saben en qué nos podemos guiar para saber cual fue nuestro destino? ¿y cómo se relaciona con las personas? Vamos, no sean tímidos...
  22. Aldaron miró con paciencia a cada uno de sus alumnos. Su rostro ni siquiera se inmutaba, parecía como si lo hubieran petrificado. Pero sus pensamientos mostraban otra cosa y le interesaba cada persona allí presente. ¿Todas sus clases serían iguales? Esperaba que si, porque particularmente Aritmancia, era bastante concurrida. ¿Acaso sería por su fama de maldita? Todo el mundo intentaba olvidar ése detalle, pero aquellas señales eran certeras y el profesor estaba seguro que siempre ocurriría algo. Tenía que estar atento. Saludó a cada presente a medida que llegaban, con una perceptible reverencia a modo de saludo. Su cabello se movía apenas como una leve brisa. Y sus piedras tintineaban como estrellas. Piedras que por cierto, recuperaba cada vez que alguien pisaba el suelo de su nueva aula. Las volvía a colocar, colgadas de su cinta alrededor de la cabeza. El Maestro Passim ignoró a propósito dos temas que surgieron allí. El motivo de su presencia y el nombre del bosque que la pelivioleta había comentado mal. — La Aritmancia no es algo de ver para creer, señorita Crouchs —expresó el Centauro, mientras daba algunos pasos alrededor de su enorme escritorio. Ninguna de las presentes había tomado asiento. Éso era algo bueno—. Es algo que nos rodea y los expertos no pueden asegurarnos porqué. Pero como bien dijo acá la directora Anne, lo desconocido nos llama la atención, y es por eso que podemos recurrir a la Aritmancia. Para ése entonces, casi todos sus alumnos habían llegado. Menos una. ¿Ésa seria la que las estrellas le habían comentado que no terminaría el curso? No estaba seguro. A Aldaron le gustaba dejarse algo para sorprenderse, algo para la imaginación. Rodeó un poco más aquella mesa, esperando que las alumnas no lo siguieran, porque cuanto más lejos, más visión tendrían. Tenía que mostrarles a los chicos ejemplos claros, ejemplos que les servía en ése momento. Tocó uno a uno aquellos números y letras que había escrito. Y su alumna también. — Prometo no aburrirlas demasiado, jovencitas —emitió una sonrisa, un gesto demasiado extraño en él. Hasta podía quedar totalmente inadecuado en él. Pero sabía que la parte teórica de las clases podía ser algo tedioso. Pero por algo tenía que empezar—. Cada grupo de letras, tiene un número que las representa. Por ejemplo, la A, J y S se le asigna el 1. Como también la M, D y V, se le coloca el 4. Todo ésto se resume a que alguien totalmente desconocido, puede ser descrito por la Aritmancia. La suma de todos los dígitos, que se suma del 1 al 9, te da un número final que te muestra como es alguien. O como puede llegar a ser. Al principio Aldaron comentaba lo de los dígitos por Sagitas, quien había sumado erróneamente de a dos números. Luego lo siguiente, lo comentó por el pequeñito que llevaba Mery en su vientre. No quiso actuar demasiado, pero en la mano del Centauro apareció un alto cayado, que lo sobrepasaba por unos centímetros, para poder utilizarlo como señalador. Si, podrían saber como sería el bebé de la bruja pero no quería aburrirlos. — Gracias a la Aritmancia, además de conocer a las personas, nos ayudan a comprender las cosas. ¿Y cómo sabemos eso? Con números. Los números nos rodean. En la cantidad de estrellas, en las ocasiones que se repiten las salidas de un pájaro en su nido. De la cantidad de veces que canta un gallo o que muerde un gnomo. Y de ésa forma, nos dirige a un futuro. Es una forma de leer lo que va a venir, lo que significa algo y cómo son las cosas. Aldaron Passim se alejó un poco del pizarrón, guiñándole un ojo a Mery que lo había hecho de una manera excepcional. Sería una buena conocedora de la Aritmancia. Eso ayudaría a todo lo que iba a pasar. Continuó caminando, por detrás de todas las mujeres. Cuando ellas quedaron entre el centauro y el pizarrón, éste movió su mano y todas las luces se apagaron en la habitación, las naturales y artificiales. Las letras de la pizarra desaparecieron. Y el Cayado del profesor se movió, invocando unos círculos raros contra la pared, algunos se unían y formaban otros. Una gran estrella los contenía a todos. Diminutas de ésta, revoloteaban prediciendo lo que iba a pasar. — Quiero que salgamos un poco de aquí. ¿Ustedes no? Me siento aprisionado y podremos ver la fuerza de la Aritmancia en el exterior. ¿Quién se anima a analizar el futuro? ¿Y quien se anima a llevarnos a él? Seguiremos al primero que hable, claramente. Allí podremos ver muchas cosas.
  23. Aldaron estiró la palma de su mano y en ella aparecieron unas runas. Pero éstas no eran letras, sino más bien números. Los hizo girar entre sus dedos, como si los diminutos objetos fueran volutas de niebla que jugaban entre si. Le mostraron seis números. Cada uno tenía un significado y ya se los sabía de memoria, aunque podía rescatar información sobre ésa tirada: que tendría ser alumnos. Que alguien no llegaría al final. Que el puesto donde estaba impartiendo la clase, continuaría maldito de por vida. Y que ante él, llegaría una sorpresa. Al Maestro Centauro no le interesaba saber demasiados detalles, ya se conformaba con tener una orientación mínima de hacia dónde iría su vida. Dos ruidos hicieron sonreír lentamente a Aldaron, primero con la bruja de pelo violeta y segundo, cuando se sumó la alumna. Sagitas y Tauro parecían alteradas. Hacían un montón de preguntas y Aldaron miró al cielo para ver si las estrellas le respondían. — Señoritas. ¿Ustedes no se anotaron en Aritmancia? Eso es ésto. ¡La clase! Las estrellas estaban esperando que llegaran. Y las piedras me contaron que algo peligroso nos rodea —Aldaron no le importó que Sagitas se le acercara demasiado. Aunque le quitó el brazo delicadamente mientras miraba hacia atrás, aquel pizarrón que aún se encontraba vacío. Tal vez hubiera ayudado que rezara el nombre de la materia, ya que el cartel de la entrada en ése momento, era innecesario—. Soy Aldaron Passin. Guardian del Bosque Perdido, Maestro del Ateneo, Conocedor de todos los Conocimientos. Algunos me conocen por otros nombres, tierras lejanas. Incluso los muggles me han nombrado "La Sombra Gris". ¿Ustedes quienes son? Exclamó el maestro, mientras caminaba un poco, retumbando sus casos en aquellos suelos de la Universidad. Según los comentarios, faltaban algunos alumnos, pero a Aldaron no le gustaba perder el tiempo. Escribió algunas letras y números mientras tanto, sobre la superficie negra de la pizarra. A L D A R O N · P A S S I M 1 3 4 1 9 6 5 7 1 1 1 9 4
  24. Aldaron Passim

    Aritmancia

    Los cascos de Aldaron resonaban en los pasillos de la Universidad. Agradecía que ésa institución fuera tan enorme porque le regalaba la libertad que requería. No podía decir que le desagradaba recibir la atención que estaba llamando en ése momento al pasar. Miraba a todos con el ceño fruncido, pero les dirigía una reverencia a modo de saludo. Los directores le habían advertido que eso podía pasar, ya que los magos y brujas de Londres eran muy curiosos. Llevaba unos rollos de pergaminos dentro de un bolso de cuero, donde éste colgaba cruzado sobre su torso desnudo. El cabello largo, de un gris ceniza caía como si fueran suaves hilos que ondeaban a cada paso. La tira que sostenia todo su pelo desde su frente estaba decorada con algunas plumas y piedras de diferentes colores. El aula parecía que nunca iba a aparecer. Había pensando que lo mejor era adaptarse a ellos, aunque no aguantaría demasiado tiempo dentro. La puerta del aula rezaba un enorme cartel, y ésta vez no decía el nombre del conocimiento, porque él sabía todos. Los directores habían insistido que su nombre quedaría mucho mejor, y que podría impartir diferentes clases, por lo que debajo de Aldaron Passim, ésta vez, brillaba un hermoso "Aritmancia" con diminutos números que bailaban alrededor, giraban, cambiaban de colores, desaparecían o se fusionaban entre si y se convertían en otros. El cuarto era amplio. Como toda la universidad, el techo, las paredes y el suelo eran de piedra gris oscuro. Colgaba una enorme araña que sostenía lámparas tan blancas que simulaban ser soles. Había antorchas en las paredes, algunas bibliotecas con libros que no seguían un tema similar, había de todo un poco. Aunque no había pupitres, sino un enorme banco, también de piedra, en forma de medialuna, donde podían sentarse sobre él, con almohadones mullidos y cómodos. Justo enfrente se encontraba un gran escritorio y un pizarrón detrás. Una piedra trasparente, irregular, con unos destellos extraños que parecían estrellas, brilló tan fuerte pero se apagó al instante. Aldaron miro y empezó a descolgarse algunas piedritas de su vincha. Cuando tuvo una por cada alumno, cerró la palma de su mano y todas éstas desaparecieron, rumbo a cada destinatario. No le gustaban las cartas, eran impersonales. Y era gracioso para el centauro ver cómo sus alumnos llegaba hasta él de una manera sorprendente. Tal vez que éstos no sabría que eran trasladores. Tal vez los directores tampoco pero eso no le importaba, ya que para cuando se enteraran, los chicos habrían tomado aquella hermosas piedritas que lo acompañaban siempre. Aldaron esperó de brazos cruzados, mientras había dejado su bolso en el escritorio. _________________________________ Sagitas E. Potter Blue Taurogirl Crouchs Anne Gaunt Mery Gaunt Karkarov Juv Malfoy Croft Romina Targaryen
  25. Nombre Aldaron Passim. "El Salvaje Guardabosques Sabio". Edad 138 años. Nacionalidad o procedencia Bosque Perdido. Desconocido. Raza Centauro. Aspecto Físico Es un ejemplar adulto. Su parte caballo es color marrón y se va aclarando en su lomo. Sus patas traseras tiene cascos fuertes. Su figura humana es como si fuera la de un viejo. Lleva el cabello largo, de un gris ceniza oscuro, que va hasta su cola. Nariz aplastada, orejas puntiagudas y algunas arrugas que marcan su experiencia. Lleva algunos adornos, como una tira de cuero en su frente, para que el pelo no le moleste sus ojos color miel. Sus bigotes, como la barba, su cuello y los cascos, están decorados por algunas plumas color azul. Viste algunos adornos más de cuero, donde se muestran runas y jeroglíficos extraños. Cualidades Psicológicas Es una centauro serio pero muy bondadoso. Puede notarse en sus ojos la cantidad de conocimientos que fue adquiriendo en diferentes sitios. Gracias a que su manada lo desterró cuando era joven, tuvo que aprender a convertirse en un forastero, que viajaba de tierra en tierra, volviéndose cada vez más solitario. Eso lo endureció aún mucho más pero fue haciéndose amigos en algunos países. Su voz es grave y pausada. Suele desconcentrarse fácilmente para caer en una especie de transe y recitar diferentes comunicados, como algunas predicciones en las estrellas, visiones en las llamas, consejos dentro del agua y largas historias que emergen de la palma de la mano los estudiantes. Siempre tiene una palabra que decir y suele ser visitado por algunos jóvenes estudiantes, por la diversidad de sus conocimientos. Se enoja fácilmente cuando alguien le pregunta sobre su origen, pero siente demasiada curiosidad en la historia de sus alumnos, queriendo ayudarlos en caso de haber estado en su misma situación. Historia Aldaron es alguien que no habla de su pasado. Los pocos datos que se conocen, fueron descubiertos por otras fuentes y jamás se pudieron confirmar, a causa del enojo que le produce y de los días que desaparece por ello. Es un centauro que perdió a su manada cuando era joven. Solo le quedó viajar a diferentes sitios para aumentar sus conocimientos y su poder. Nunca se detuvo e iba evolucionando a medida que se encontraba con expertos en las diferentes áreas. Era bien recibido por su apariencia, aunque le costaba moverse entre los curiosos muggles, que había logrado hacerse pasar por un caballo corriente cuando más lo necesitaba. Llegó a la Universidad hace algunos años, convocado por los Directores a impartir las diferentes clases de los conocimientos, a cambio de un lugar fijo donde permanecer. Fue un cambio brusco pero aceptó sin problema. Era exactamente un comodín, podía acomodarse a cualquier clase que necesitara la Institución, por lo que sus enseñanzas eran cada vez eran más seguidas y concurridas. El Ministerio de Magia aún no conoce su existencia pero suelen guardar muy bien el secreto de éste nuevo profesor. Otros datos * Posee una pequeña cabaña, pegada a un tumulto de árboles. * Suele realizar algunas reuniones con los Arcanos, se lleva misteriosamente bien con ellos. * Los Guerrero Uzza lo encuentran una criatura fascinante, feroz y poderosa, por lo que salen de caza y aventuras a escondidas. * Hubo un fuerte intercambio con los centauros que viven en los Terrenos de Hogwarts, que produjeron grandes problemas. Problemas que pudieron resolver las autoridades aunque hubo más de un herido ésa vez.

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