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Libro del Druida - Febrero 2021


Gahíji
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Nuevamente en casa. Otra vez, paz y silencio. Aunque cada mes era lo mismo. De nada servía vivir en el lugar más alejado del colegio. Aquí no debería molestarme nadie. Ni cruzarme con nadie. Cada mes, aguantaba tener que sacrificar los pocos días que quedaban de vida para instruir a muchos a los cuales ni siquiera valía la pena enseñar. Abandone el laúd. Atice el fuego. Estudie las llamas. Nkuku dormía.

 

-Debo recoger a Apophis –El dragón vino a mi pensamiento.

 

La respuesta del nuevo misterio había sido dada. Sabía a ciencia cierta el lugar al cual llevaría a los aprendices. Ahora había otra pregunta rondando la mente. ¿Capaces serian de llegar allí vivos? ¿Podía confiar en los conocimientos y capacidades de quienes estaba esperando?

 

No tenía muchas esperanzas. No confiaba en nadie.

 

Solo la fogata iluminaba mi rostro y los alrededores. Las luminarias astrales, supongo yo al escuchar lo planeado escondidas estaban. ¿Me creían capaz de desafiarlo todo para llevar a cabo mi plan? Las estrellas veían muchas cosas a través del tiempo, de las lunas que habían pasado ya. Ellas eran sabias y sabían la respuesta. Por ello, para nada me extrañó que al saber mi propósito desaparecieran.

 

-hsnana , hdha ma 'ana ealayh alan wahadha klu ma 'aerafah wayajib 'ana 'akhtar aleaysh likul ma yumkinuni taqdimuh alshararat alty tanmi alqua wasa'abqaa fi alhulm , 'iidha astataet ramz 'iimaniun bima 'ana ealayh lakunak alwahid wayajib 'an 'atabie altariq aldhy yantaziruna walan 'atruk qalbi yatahakam fi eaqli lakunak alwahid wanahn lm naqul wadaeaan wa'ana 'aelam ma kan ealayna faealah khalud sa'aqum bieamali 'iilaa al'abad sa'azul 'atadhakruk bijawari , huna min alddakhil –recite- haqaq musirik bijanib abnak ln yantahi eadhabi 'abadana qdri fi alhawa' malik alqulub aljukar almajnun lakunana lm naqul wadaeaan sa'ajeal aljamie yatadhakrni hsnana , laqad wajadat hlmana yjb 'an yatahaqaq kl juz' miniy yjb 'an yaraa dhlk lakunak alwahid samhny , lays ladaya dawr 'ahbih wa'aleabah thaq biqalbi , sajud tariqiun sa'ajealahum yatun 'iilaya khalud hadhih ruyat tswrni sa'azul 'atadhakruk bijawari , huna min alddakhil wanahn lm naqul wadaeaan nahn lm naqul wadaeaan mae kl habiyin lak wamadha yumkinuni 'an 'afeal nahn lm naqul wadaeaan

 

 

@@Mica Gryffindor

@@Maida Black Yaxley

@@Juv Macnair Hasani
@@David James Dumbledore

Editado por Niko Uzumaki
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Estaba lista. O esa idea era la que intentaba afirmar en su mente, mientras se contemplaba intensamente en el espejo. Estaba lista para emprender por fin aquel viaje en búsqueda de nuevos conocimientos, a la espera de lograr que sus poderes se diversifiquen y la volviesen más fuerte. Pero la persona que contemplaba su rostro desde el gran espejo no parecía tan segura.

Su regreso al mundo mágico era aún muy reciente y temía no estar a la altura de luchar nuevas batallas. Muchos de los hechizos habían caído en el olvido, y temía que incorporar nuevos sería una tarea casi imposible. Sin embargo, eran varios que la habían estimulado a intentarlo con la premisa de “¿Qué pierdes si no lo logras?”. Tal vez demasiado, era la respuesta que no se atrevía a darles.

Usualmente, habría escogido trenzar su largo cabello, puesto que en primera instancia se dirigiría a un sitio en pleno desierto, y además siempre es mejor tener el cabello dominado a la hora de llevar a cabo una batalla. Pero, era conocedora de que los guerreros Uzza podían tomarlo como una falta de respeto, ya que las trenzas para ellos eran un privilegio para los Guerreros. Así que, a la hora de peinarse, eligió intentar amarrarlo en una cola alta y poco exitosa. Algunos mechones no tardaron de escaparse y acomodarse entorno a su cara.

Escogió para vestir un conjunto de pantalón y blusa de lino, ambos de color blanco. Calzó sus pies con botas de viaje marrón claro y preparó un morral con el libro y objetos que el mismo acarreaba. Cuando estuvo lista, partió, rumbo al desierto, donde los guerreros Uzza aguardaban.

Al llegar, buscó el sitio en que el Uzza Gahíj aguardaba. Lo pudo visualizar a lo lejos y, al acercarse, notó cómo de sus labios surgía una especie de cántico o mantra en un idioma desconocido. Por respeto a la cultura del guerrero, permaneció en silencio, aguardando a que su rito finalice antes de continuar avanzando.

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El llamado de los Uzza era certero, aquellos que hicieran oídos sordos a tal petición, no encontrarían un solo instante de paz en su existencia. Ella recordaba poco o nada de su última visita al pueblo Uzza, sitio donde habitaban los diversos guerreros que empeñaban parte de su tiempo, para obsequiar sus conocimientos a los magos y brujas. Algunos eran fervientes creyentes que ninguno era merecedor de tal honor, pero aún así a regañadientes daban clases para comprobar dicha teoría.


Ella en su caso, no buscaba nada más que controlar el hechizo que hablaba de los portales. Invocar esa clase de magia, si que había despertado su interés al tomarse el tiempo debido para leer con calma todo lo que contenía aquel peculiar tomo. Acomodando los objetos que lo acompañaban dentro de una mochila, no olvidaba llevar consigo aquel escudo que era su amuleto de la suerte.


— Algún día te lo devolveré o quizás no—encogiéndose se hombros calzaba el escudo de Gryddindor en su capa de viaje. El atuendo que lucía estaba compuesto por unos jeans azul rey y un corsé negro ceñido a sus curvas. Echando un ojo al tatuaje que descansaba sobre su pecho, esperaba que su contraparte no olvidará que tenía la clase del libro del Druida, esperando por su presencia Pero para no arriesgarse improviso una nota que envió con su lechuza al sitio donde el Australiano habitaba, ordenándole lanzar picotazos en la ventana hasta que está le diera acceso a la habitación y entregará la misiva.


—Me debes una—riendo por debajo, sabiendo que si se ponían a competir la cosa no terminaría nunca. Calzándose unas botas de piel sintética, acomodaba su cabellera dorada sobre su hombro izquierdo, destacando en la zona cercana a su cuello una cinta roja y dorada. Extrañamente le estaba tomando apreció a esos colores, pero jamás renunciaría al plateado y verde oscuro que eran los de su casa el Hogwarts.


Sería una Sly hasta la muerte, para su buena suerte su condición como vampiro, no le daba la opción de abandonar el mundo que habitaba empleando ninguna clase de método—Es hora de partir—abrazando con su surda la empuñadura de su varita, desapareció rumbo al desierto. Ahí ya les estaba esperando el Uzza Gahíji, recitando alguna clase de cantico que era elevado a las estrellas. Le resultaba desconcertante la forma que poseían esos seres para conectarse con los elementos, aunque no estaba del todo segura si esa era la definición exacta para referirse a ellos.


Quedándose en silencio, no deseaba interrumpir la sesión del hombre. Detectando que otra figura estaba dentro de ese sitio, intentando reconocerla claudico en su intentó más tarde que temprano. Centrando su mirada en la fogata que le brindaba un poco de calor a Gahíji, sonrió al llegar la memoria de una hoguera que compartió con la persona más especial que existía en su vida en esos momentos.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Pisar nuevamente el terreno Uzza la tenía ansiosa, el aprender los hechizos del Equilibro habían sido un bálsamo, pero la verdad es que no superaba las pruebas del Libro de la Sangre, lo había tenido que cursar dos veces. Quizá con este o con cualquier otro pasara igual, más con lo que sucedía a su alrededor, con sus enlaces afectivos más significativos, cada día una amenaza nueva. Era sorprendente como Maida se había logrado colocar en la invisibilidad de todo aquello, pero no podía continuar así mucho más tiempo, eso lo tenía claro. Cómo también tenía claro que no podía ir a dar batalla, sólo con un "Expelliarmus" en el compendio de hechizos. Hacía todo lo posible por perfeccionarse, aunque no lo disfrutara y rezara continuamente para que no fuese necesario.

 

El Uzza Gahíji estaba frente a dos mujeres, a una la conocía de las reuniones en la Marca Tenebrosa, aunque ahora que se ponía a pensarlo, jamás habían tenido una conversación social o fuera del ámbito de guerra de bandos, Juv era una de las cercanas a su primo, y sin embargo, ella no sabía mucho más de ella. A lo mejor, eso cambiaba en la clase. A la otra mujer no la conocía, pero claro, el mundo era muy grande como para pretender conocerlos a todos, menos ella que usualmente no salía de los Triviani, Yaxleys o Blacks.

 

Se examinó de pies a cabeza, tenía el morral dónde llevaba sus libros, apuntes y cosas que toda alumna bien portada llevaría, la varita al cinto y las joyas de sus conocimientos en el cuello o en los dedos, todo listo. Se había vestido como siempre, con una túnica holgada que cubría toda forma femenina, de tonos turquesa, su cabello castaño oscuro se alzaba en una coleta alta dejando su cuello a la vista de todos. Iba descalza, para mayor comodidad, pero sus pies estaban limpios gracias a su siempre fiel hechizo impermeable. Recordaba tener en el morral algunas pociones hechas en casa que podrían servirle en caso de emergencias, pero esperaba no tener que usarlas.

 

No, Maida no estaba del todo lista para afrontar a un Guerrero Uzza, pero ya estaba ahí y no iba a retractarse, por muy temerosa que fuera, huir tampoco estaba en su naturaleza.

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¿Puedes darme un segundo? —le dijo enfadado a la lechuza que no dejaba de picotear en la ventana. El australiano se estaba vistiendo, se estaba preparando para comenzar una nueva experiencia en su camino hacía un poder ilimitado y desconocido. Estaba relajado, tratando de vestirse para no seguir medio desnudo, pero el animal no tenía ni una pizca de paciencia. Al final, a medio vestir, tuvo que ceder y abrirle la ventana para que la insoportable lechuza entrase. Agarró la nota y al ver de quién era sonrió.

 

Te perdono —dijo a la lechuza como si se tratase de una conocida. Se acabó de poner el pantalón deportivo y la miró detenidamente. —Siempre me he preguntando qué clase de sabor tendrá una lechuza —comentó con calma. ¿Pensaba cocinar a esa lechuza? No, a esa en concreto no. Siempre había estado predispuesto a degustar nuevos platos y algo le decía que bien cocinada no podría estar nada mal. Sí, tenía algo de hambre. Era mejor que agarrase algo de comer antes de partir.

 

Se ató las zapatillas deportivas y se miró al espejo. Llevaba un vestuario completamente deportivo, con una camiseta blanca como último componente. Después de sus experiencias anteriores tenía claro que necesitaría la ropa más cómoda posible, aquella que le permitiese realizar movimientos con facilidad, que transpirase y que fuese casi imposible de que se quedase enganchada con algo. Ropa ajustada y perfecta para hacer deporte, aunque lo que iba a tener que hacer exactamente aún no lo sabía.

 

En sus anteriores vinculaciones con los diferentes libros de hechizos había vivido todo tipo de experiencias y todas habían sido enriquecedoras. Por eso, no se había demorado más que unos días en días en comenzar una nuevas enseñanzas. No hacía mucho tiempo que había terminado de aprender todo lo necesario sobre el Libro del Equilibrio. Aún recordaba lo agobiante que había sido su duelo con el guardián del santuario. Por momentos pensó que moriría bajo la arena.

 

Llegó a su destino mientras se daba cuenta de que últimamente estaba usando una vestuario menos elegante de lo que era habitual para el australiano, pero así lo exigían los últimos compromisos que había tenido. Además siempre había pensado que un hombre elegante podía serlo en todo momento. Recorrió los metros que le separaban de las demás personas que cursarían el libro, sintiendo como su pecho empezaba a emitir un potente calor que no dejaba de resultarle agradable.

 

Con la varita en la mano, sus objetos guardados en el bolsillo de su pantalón y la mirada decidida, se paró justo al lado de la Hasani permitiéndose el lujo de rozarle la mano a modo de saludo. Miró a las demás personas presentes, a una la recordaba de la Mansión Riddle y a la otra de haberla visto en el Ministerio de Magia inglés. Esperó pacientemente a que el guerrero terminase de recitar aquellas palabras que salían por su boca y cuando terminó no pudo resistirse a preguntar. Era un hombre curioso y quería aprender todo lo posible de los Uzza.

 

¿Qué significaba todo eso, guerrero? —esperaba no tener que aprender ese idioma o lo que fuese. No era muy bueno para ello.

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La calma fue interrumpida. El crepitar de la leña al sucumbir al fuego dio paso a las pisadas de aquellos que intentarían vincularse con el libro. Esperaba que valiera la pena. Tenía cosas mejores que hacer. El plan era sencillo. Solo, podría hacerlo en un abrir y cerrar de ojos. Aunque, el terreno al que dirigirían sus destinos, era propicio para entender la utilización del compendio mágico encerrado en aquellas páginas.

 

Guarde silencio ante la pregunta del único miembro varón del grupo. Deje lo que estaba haciendo. Los estudie, sabía perfectamente el orden de llegada.

 

-Un cántico para evitar que les haga pagar el atrevimiento de estar aquí…

 

Tras más de 190 años mis movimientos eran lentos. Claro estaba, en caso de ser una batalla, era otra cosa. No apresuraba el tiempo de no ser necesario y aquellos cuatro aprendices aun no habían demostrado si quiera, que tenían lo necesario para que me dignara a prestarle mucha más atención de la debida.

 

-Espero no les moleste el calor, al lugar donde vamos les aseguro que lo van a sentir, procuren llevar agua o si son lo suficientemente listos debo suponer que la conseguirán solitos –estudiarlos fue fácil, adentrarme en sus almas aun mas.

 

Conocía ya el secreto de los aprendices, leerlos había sido sencillo. No me sorprendía aun.

 

-Lo primero que conjuraran si es que abrieron el libro será el Fulgura Nox o como muchos sueles decirle el Haz de la Noche –Conjure mi propio Fulgura Nox para demostrar ¿cómo se hacía?- Deben saber que a mayor nivel o poder del mago que lo invoca será mucho más fuerte o poderoso el portal que se pueda crear –El tono serio les obligaba a prestar atención- pueden trasladarse de un lugar a otro sin mayores problemas, solo les doy una advertencia, una vez que hayan cruzado ustedes solos, el grupo que les acompaña o la persona que decidan llevar deberían cerrar el portal.

 

Tome un pedazo de leña ardiente. Dibuje en el terreno. Escribí palabras sencillas que pudieran entender.

 

-Otro detalle que deben entender del Fulgura Nox es que pueden utilizarlo para recorrer terrenos inexplorados, ¿Qué quiero decir con ello?, si poseen la habilidad de Nigromancia podrán ir al mundo de los muertos, cosa que no les recomiendo, a menos, que sean lo suficientemente valientes o tontos para pagar el precio de molestar a los muertos –recorrí a cada uno- con la habilidad de Videncia pueden viajar al futuro –¿debía advertirles sobre lo contra producente y peligroso que era saber más de la cuenta y que lo mejor era no jugar con ese detalle o intentar cambiar algo en el presente para evitar lo que habían visto?. Podría advertirles pero si ellos preferían obviar mis palabras o advertencias no era mi responsabilidad- Muchas veces, si conocen demasiado del futuro y lo cambian todo puede salir mucho peor –terminé de escribir sobre el terreno mientras dejaba aquella vara nuevamente en el suelo- si utilizan el conocimiento de Historia de la Magia y Runas Antiguas, pueden dirigirse al pasado –finalice.

 

Hice señas para que me siguieran.

 

-Es hora de cruzar hacia lo desconocido, solo espero que salgan vivos –me burlee.

 

Cruce el portal que había conjurado, luego, obligaría a los alumnos a realizar sus propios portales.

 

~ 0 ~ 0 ~ 0 ~ 0 ~ 0 ~

 

El calor era mucho peor de lo que recordaba. El aire estaba lleno de cenizas volcánicas. No me importaba nada de aquello. Era una simple brisa para mí. Sin embargo, seguro que los aprendices no estaban acostumbrados a un clima tan inclemente y un lugar tan inhóspito y alejado. El volcán se levantaba ante los ojos.

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Las palabras del Uzza eran una sentencia dictada antes de tiempo, infundir el miedo en una persona como la Nigromante no era sencillo. Pero al escuchar su mención sobre las habilidades y conocimientos que se debían poseer, para la creación de un Fulgura Nox. No pudo evitar que un exceso de confianza inundará su anatomía, desde siempre había sido una mujer sumamente competitiva, yendo un paso adelante en lo que se refería a su preparación de carácter educativo.


— Interesante dato—comentó sintiendo la presencia de su pareja a su lado—Justo a tiempo—siseó para que solo el pudiera escucharle. Prestando atención a las instrucciones del hombre. Ella conocía el mundo de los muertos y la clase de pagos que esos seres exigían, no era sencillo jugarles una trastada buscando obtener un regateo a cambio de los favores que prestaban—Me han dejado un grato recuerdo—recordaba la cicatriz que le ardía siempre en el centro del pecho. Estaba cercana al tatuaje que compartía con James, pero la belleza de este solía opacar por momentos esa marca.


¿Podemos volvernos locos, si creamos un portal hacia una época que no corresponda a nuestra vida?—no pudo evitar formular esa pregunta. Quizás ir a meter las narices en sitios ajenos a su historia de vida, provocaría un choque de generaciones que derivaría en un caos. La actualidad mezclada con el pasado y sobrepasada por el presente— Aunque el reto es tentador—mirando al Australiano, ya comenzaba a planear esa aventura en su compañía. El clima era molesto, pero no tanto para una persona como ella, al ser vampiro podía aumentar o disminuir su temperatura a placer.


El portal fue abierto por su instructor, curioso era ver como estando en un paraje plagado de arena y un sol abrazador. Pasaban a un ambiente muy parecido al que predominaba en el Inframundo, ventiscas ardientes que impedían respirar con libertad, aunque en eso caso eso no era del todo necesario. Bastaba cerrar sus fosas nasales y no permitir que ese aire le quemará por dentro, aunque no era del todo malo imaginarse esa sensación de se devorada por la lava ardiente de un volcán.


Y ahí estaban delante de ese imponente cuerpo de roca, elevándose como si se tratará de un silencioso guardián. El ver que algunas zonas eran cubiertas por la lava, no le causó mayor preocupación, si necesitaban salir apresuradamente, ya se visualizaba creando un Haz de la Noche. Si o si, llevaría al mortifago con ella, al contar con el set de conocimientos y habilidades sin duda su portal sería mucho más eficaz que el de su pareja una vez creado.


— Puede ser insoportable, pero...—se quedó en silencio de forma abrupta. Las cenizas que flotaban en el aire nublaban de forma parcial su visión y por si fuera poco, el cerrar sus vías respiratorias no sirvió de nada. Era como si el sitio anulará esa clase de defensa improvisada por la Vidente— ¡¡¡ Maldición !!!—murmuró para sus adentros. Sin soltar la mano del castaño, avanzarían al mismo ritmo a menos que el Uzza dispusiera que cada uno se encaminará por una senda diferente.


No le desagradaba la idea de perderse en las falsas de ese volcán, pero a veces la prudencia solía ser una buena amiga y consejera— Me muero por ver que nos ha preparado—fijando su mirada en el cráter se imaginaba como sería inspeccionarlo desde su centro mismo. Arriesgada visión, pero ella jamás le rehuía a ninguna clase de reto o desafío.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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El resto del grupo fue llegando y posicionándose cerca de donde ella aguardaba. Los observó en silencio, todos hicieron lo mismo, guardando silencio para permitirle al Guerrero terminar su ritual. Una vez se detuvo, el único hombre del grupo se dispuso a preguntar respecto a lo que hacía su ahora profesor. La respuesta lograda le dio a Mica la sensación de que tal vez era mejor no preguntar demasiado, sin embargo, no dudaría en emitir las dudas que surgiesen respecto a la clase.

Entornó los ojos, un poco molesta, si iban a pedirles llevar agua debería haber sido antes de llegar hasta el desierto. No le agradaba en absoluto la forma que tenía de dirigirse a ellos, no obstante, se había asegurado de conocer la cultura Uzza en sus tiempos de directora de la Universidad, cuando todos los conocimientos se impartían aún en un mismo territorio, y sabía que no estaban del todo contentos con el hecho de tener que enseñarles. Así que, en el fondo, comprendía el destrato que podrían llegar a proporcionarles.

Entornó los ojos cuando el profesor insinuó que deberían haber leído el contenido del libro, no dijo nada para refutarlo por respeto, sin embargo, era conocedora de que solo lo decía con sarcasmo ya que los libros permanecían “vacíos” hasta ser llenados con los conocimientos a final del curso y tan solo por el profesor a cargo. De seguro, muchos mentirían ante una insinuación así, creyendo que el Uzza estaba tan solo intentando saber si estaban dispuestos a mentir para complacerlo.

Observó cómo invocaba aquel Fulgura Nox, siendo el primero que veía, y sintiéndose de inmediato maravillada por el mismo. Le intrigaba aquellas combinaciones con otros conocimientos y habilidades, y sentía la necesidad de experimentarlos. Todos exceptuando el hecho de poder trasladarse al mundo de los muertos, puesto que sabía que había cuestiones que no eran un juego. Prefería recordar a sus muertos con respeto y llorarlos las veces necesarias, más no se sentía capaz de intentar a como de lugar lograr un encuentro con ellos, puesto que lo que podía encontrar “en el camino” no sería para nada agradable.

Escuchó la pregunta de su compañera, la cual no tuvo respuesta previa al momento de traspasar aquel portal. ¿Qué habría del otro lado?

La respuesta llegó casi como un golpe en su rostro, y en todo su cuerpo. El cambio de temperatura fue violento. Las cenizas que se arremolinaban se instalaban en su ropa, cabello y piel, y hasta las sentía ingresando un poco en sus pulmones. Respirar era hasta molesto. Pero no iba a mostrar debilidad, eso nunca. Se mantuvo erguida, siguiendo los pasos de su profesor, ignorando que el hecho de estar tan cerca de un volcán activo le producía bastante temor.

No supo bien qué era lo que había llamado la atención de la dama que iba tomada de la mano de otro de sus compañeros de clase, pero ya lo sabrían. Esperó en silencio las siguientes indicaciones. Por el momento, deseaba demasiado adquirir lo que el Uzza les podría enseñar.

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Me cae bien —dijo con una leve sonrisa a nadie en particular acerca del Guerrero Uzza. El australiano siempre se había sentido cómodo con las personas así, directas, que parecían demasiado amenazantes como para atreverse a mirarlas. Nunca le había dado miedo la muerte y siempre lo demostraba tratando con más confianza de la que debería a aquellos que podían acabar con su vida en un abrir y cerrar de ojos. Tal vez algún día un sanador de San Mungo debería hacerle un chequeo para comprobar si era normal o un loco.

 

Prestaba atención a cada una de las palabras que salían de su boca, dejando escapar una exclamación cuando vio el hechizo que realizaba delante de ellos. Se moría de ganas por poder probarlo y utilizarlo. La de posibilidades que le daba poder crear un portal de esas características, sólo con imaginarlo se le iluminaba el rostro con una amplía sonrisa. Estaba convencido de que lograría vincularse con el libro y cuando lo hiciese, ese sería el primer encantamiento que realizaría. Ya estaba pensando cuál podría ser el primer lugar al que acudir junto con la persona que tenía al lado.

 

¡Merlín! ¡Merlín! —repitió en voz baja sin quitarle los ojos de encima al guerrero. Según lo que decía, los conocimientos que poseía el australiano mezclados con la capacidad para realizar ese hechizo podrían hacer que viajase al pasado. Su pregunta en esos momentos era saber si sería un viaje similar al que podría lograrse con un pensadero o, por el contrario, si la experiencia era más próxima a la que podía vivirse con un giratiempos. Ya sabía que sería lo primero que intentaría una vez que finalizase aquella clase. No había duda.

 

Ser un mero espectador de cosas pasadas o ser alguien que pudiese cambiar el pasado... La diferencia era muy grande. Lo mejor de todo aquello es que su pareja parecía estar pensando en cosas similares, ni siquiera tenía que hacer ninguna pregunta pues aquellas que pasaban por su cabeza las estaba realizando la rubia. El Libro del Druida iba a acabar siendo el más interesante de todos los que había cursado hasta ese momento.

 

Era hora de cruzar el portal. ¿Qué tendría preparado el guerrero para ellos?

 

Una palabra mal sonante salió de su boca una vez que llegó al otro lado. ¿Acaso estaba loco? Llevarlos ahí era una locura. Apretó con fuerza la mano de su pareja, asegurándose de que hasta que no fuese estrictamente necesario ambos estarían todo lo juntos posibles. Aquel lugar no era el mejor del mundo para morir. Había tenido experiencias con climas extremos a lo largo de su vida, pero nada cercano a aquello. Tanto calor comenzaba a agobiarle. ¿Cuál era el propósito de llevarlos hasta allí?

 

Manteniendo su varita en la mano que tenía libre pensó en un Casco-Burbuja. Si aquello funcionaba debajo del agua y contra los gases de la Torre del Dragón, debía de funcionar para respirar mejor en una tormenta de ceniza. Y si no se lo quitaría, pero nadie le iba a impedir que lo probase. De todas formas sí que serviría para mantener su pelo y su rostro libre de la ceniza, a diferencia del resto de su cuerpo. Los volcanes parecían mucho más bonitos vistos en imagen que desde tan cerca.

 

Centró sus ojos en el guerrero, esperaba que no tardase demasiado en decirles qué hacer, no quería pasar todo el día allí pero el reto que tenían por delante era demasiado estimulante como para no querer rendirse. Nunca se rendía por muy difícil que pudiera parecer una misión.

 

Podrás quejarte de lo que quieras, Hasani, pero nunca de monotonía en la relación. —bromeó en un susurro ahora que se encontraba ligeramente más cómodo. Pronto se dio cuenta de que no tendría que tardar en hacer alguna clase de hechizo impermeable a su casco si quería seguir viendo con claridad, la ceniza comenzaba a quedarse pegada en el. Había sido una buena idea a medias.

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Todos cruzaron el portal, o al menos la mayoría, de 4 solo quedaban 3, pronto serian 2 seguramente. ¿Equivocarme?, quizás. Solo los aprendices me harían pensar lo contrario. Si es que sobrevivían.

 

-No se volverá loca, solamente perderá la cabeza –una burla para romper el hielo- solo debo advertirle que debe tener mucho cuidado con lo que piensa o lo que desea, puede cambiar una cosa sencilla o toda una existencia, el tiempo es muy delicado como ya se lso explique –penetre sus ojos- ¿Qué hará si se encuentra con usted misma?

 

El firmamento presagiaba nada bueno. Las cenizas volcánicas eran diferentes. Muy diferentes a aquellas que pudieran conocer. El aire enrarecido envenenaba lentamente cada célula de quien no estaba preparado, pronto las alucinaciones, minutos después la vida. Hice aparecer una flor en mis envejecidas manos.

 

-Este es un lirio de fuego –mostré haciéndolo levitar cerca de ellos- como ven se parece a un lirio común, sin embargo –otro movimiento hice que este brillará aun mas como la lava ardiente- Su color es tan similar a la lava que se confunden con ésta. Crecen en espacios grandes, Para ello debe haber altos niveles de calor, como en el núcleo de los volcanes. Su polen sirve para resistir temperaturas extremas o fuentes de calor.

 

La mirada fue a la parejita. Observe sus manos entrelazadas.

 

-Usted –dije a Juv Macnair Hasani- veamos si a entendido algo de lo que explique y no termina en algún punto destrozando todo lo que conocemos –el tono serio no era necesario. Yo no hacia bromas. Demasiado directo era. ¿Importarme lo que pensaran?, Jamás- Concéntrese si es que la dejan –el veneno salía de mi boca- y cree un Fulgura nox hasta dentro del volcán - Voltee para observar lo que sería la entrada, pero me había jurado a mi mismo que los obligaría a usar el Haz de la Noche- Concéntrese en una habitación llena de estalactitas y estalagmitas, cuya salida de al centro del volcán.

 

Observe a los demás aprendices quienes creían ser dignos del conocimiento.

 

-Todos cruzaremos el portal de la señorita… -Ni nombre, ni apellido sabia- si lo hizo bien buscaran los lirios de fuego, y deben esparcirlos por la piel para que el fuego no haga daño alguno.

 

Medite si debía continuar con la explicación de los lirios. Decidí que debía concluir ese punto.

 

-El lirio se usa también para elaborar vestimentas resistentes al fuego. También puede ser "soplado" sobre una persona, donde el polen se adentrará por los poros y las rendijas de las telas de la vestimenta, pero su duración será de sólo de tres horas. Si se aspira, protege los órganos internos y ayuda a elevar la percepción olfativa y sensible (tacto) con respecto a las fuentes de calor más cercanas –esperaba que estuvieran entendiendo, de no ser así pronto quemados estarían- Puede usarse también como ingrediente para fabricar una pomada de manos que permite que éstas se adhieran a cualquier superficie. Se guarda en un frasquito con forma de colgante –hice levitar frasquitos hasta ellos para que colocaran el polen allí- debo advertirles otra cosa, el polen se agota si se usa muy seguida, pero se va reponiendo conforme pasan las horas.

 

La pregunta sencilla era. ¿Seria capaz o digna la aprendiza para crear el Fulgura Nox?, sorprenderme no esperaba, debía con centrarse en ello, dudaba que lo hiciera.

 

-Una última cosa, una vez allí no saben lo que encontrarán, que o quienes los pueden estar esperando, utilicen el Anillo Salvaguarda contra miradas indiscretas

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