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Prueba del Libro del Equilibrio -Enero 2021


Asenath
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El sol continuaba ascendiendo en aquel cielo despejado, la Uzza tuvo piedad por sus alumnos, rescatándolos de lo que podría haber sido una muerte segura. Arrojó a cada uno una pequeña piedra que al tocarla los trasladaría, quitándolos de encima de aquel nido de serpientes en que se hallaban, para llevarlos dentro de un templo, totalmente desconocido para ellos.
Al arribar al sitio en que su prueba se llevaría, se encontrarían ambos a una distancia de alrededor de 8 metros entre sí. Sobre sus cabezas un abovedado techo que daba la sensación de estar metidos dentro de una copa gigante. Antorchas iluminaban todo el interior, haciendo que el mármol blanco que formaba tanto las paredes como el suelo y el techo se tiñesen de un tinte rojizo.
No había nada más en el lugar. La guerrera apareció en medio de ambos, dando instrucciones antes de que su prueba comience.
-Ambos han demostrado ser aptos hasta aquí, pero no se confíen -dijo fríamente a ambos -Van a tener que demostrar que han comprendido lo enseñado y que pueden ser responsables en el uso de estos poderes y los adquiridos con anterioridad. No se preocupen solo por derrotar al rival, sino en utilizar todas las herramientas adquiridas -eso no era la guerra, no era necesario matar.
Esta sala funciona con magia más poderosa de la que podrán tener. Cada uno podrá escoger tres detalles en su mente, los cuales alterarán el escenario. Pueden poner objetos donde les parezca, pero cuidado que no se vuelvan en su contra.
“En el tercer turno de cada uno, les fallará uno de estos sentidos: Vista, impidiéndoles apuntar, gusto, impidiéndoles pronunciar ataques, el tacto, haciendo que sus varitas caigan y no puedan utilizarlas hasta que termine ese turno. Si se concentran podrán elegir cuál en cada oportunidad.
“Que sea un duelo justo -dijo finalmente, desapareciendo del lugar.
REGLAS
  • No existen los límites de tiempo entre respuesta y respuesta. Por tanto, la regla de hechizos impactados desaparece.
  • Duración del duelo: Del 15 de Febrero al 24 de Febrero
  • Nos guiaremos por las reglas Nuevas de duelos existentes.
  • Lista de Hechizos (con especial énfasis en el Libro del Equilibrio)
  • Están prohibidos los Off y las ediciones. Consultas, dudas o sugerencias, al topic del libro

 

@@Martin N Roses @@Kraven Von Alexandros

Editado por Niko Uzumaki
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Tan de pronto y súbitamente el castaño dejó de sentir dolor por el gas venenoso, de alguna manera Asenath los había curado para estar de nuevo sin lesiones. Karen observó que la uzza les lanzaba una pequeña piedra, con su mano la atrapó en el aire para que no se cayera. ¿Sería algun truco por parte de su mentora? ¿Los había curado mágicamente para volverlos a dañar? Se preguntaba el alemán cuando al sentir como era llevado por algo hacia la magia de un traslador que tanto conocía. Reapareció en un sitio oscuro o en ese caso pocamente iluminado, con muros y soportes de marmol en los alrededores. Parecía una especie de cueva pero con un techo avodeado, pero lo que más captó su atención era que su compañero Martin estaba frente a él, con una distancia de ocho metros.

 

 

En las anteriores pruebas para tomar o sabiduría y el poder de los libros de magia habia tenido como rivales a súbditos de sus mentores o en los casos hasta los mentores mismos, jamás contra sus compañeros. Eso para el castaño era justo ya que ambos tenían igualdad de condiciones par un duelo, y no enfrentarse contra alguien más experimentado y con más poder que él. De pronto antorchas iluminaron más aquel lugar dando a conocer que en realidad aquel lugar era una sala tal vez creada por la guerrera uzza, ya que no había nada más en el lugar.

 

 

De pronto en medio de ellos apareció Asenath, comenzó a decir unas palabras para los dos para iniciar su duelo. Sobre como deberían usar la magia a obtener más que la victoria, que su fuerza los habia llevado hasta allí y que no la desperdiciaran. Kraven no lo haria. Podrian conjurar algunas cosas de la nada en aquella sala, con ello puso mucha atención, y que después de cierto tiempo perderían uno de los sentidos básicos del cuerpo. El Von Alexandros supo cual cuando llegará su momento. Entonces iniciaba su duelo.

 

Kraven sin preámbulos alzó su varita de roble en contra de Martin, firme en su lugar y murmuró casi bajo pero entendible las palabras. Algo que desde momentos antes deseaba pronunciar.

 

 

-- ¡Cinaede!.-- Dijo Kraven apuntando a su compañero Martin frente a él, el efecto fue de inmediato, un gas impacto en su rival, un gas venenoso invisible lleno sus vías respiratorias que si no se curaba a tiempo sería mortal para el mago.

 

 

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El momento predilecto de la clase para Black acababa de llegar. Luego de tomar la piedra encantada que Asenath les había dado, tanto Kraven como Black lograron transportarse mediante la magia hasta una especie de cueva con techo abovedado. Todo lo que veía del lugar era blanco como el marfil, excepto por unas antorchas encendidas que eran en realidad el motivo para que el extraño paraje tuviera iluminación.

 

Contempló a su compañero del otro lado de la cueva, a unos ocho pasos aproximadamente de su propia ubicación. Las palabras de Asenath, quien desapareció tras decirlas, calaron hondo en el mago de cabellos negros y mirada perlada. Debería demostrar, mediante aquel combate, lo aprendido del Libro del Equilibrio. Pensó en el gas tóxico y también en las semillas de fuego; eran herramientas útiles y que debería darle prioridad en el lugar. A pesar de eso, también recordó de adecuar el sitio a su antojo con tres pensamientos.

 

De esa forma apareció una especie de columna a su izquierda, hecha de concreto, sin llegar a tocar el techo abovedado. Estaba a unos cinco metros de Black. Un segundo después, un grupito de pequeñas piedras, grandes como una pelota de golf, aparecieron a un par de pasos a su derecha. Por último, un cofre de un par de metros de largo y uno de alto, apareció a las espaldas de Kraven. Estaría a uno o dos metros de aquel mago, no más de aquello.

 

Antes de cualquier formalismo posible, Kraven ya estaba atacándolo con el gas tóxico del que Asenath los había prevenido.

 

Anapneo —pensó de inmediato, sintiendo cómo sus vías respiratorias regresaban a la normalidad. La sensación del Cinaede era demasiado desagradable, casi como la de una maldición imperdonable. Y Black de eso tenía algún que otro conocimiento.

 

Meditando sus alternativas, el mago de cabellos negros observó cada detalle de su compañero de clase. Debía buscar un punto flaco y creyó encontrarlo. Pero para el ataque que había pensado no era necesario utilizar las palabras, bastaba con el correcto movimiento de varita.

 

Flechas de fuego. —No lo había dicho, lo había pensado. Y en aquel mismo instante una serie de filamentos de fuegos salieron del extremo de su arma mágica con la intención de quemar de forma grave a Kraven. La velocidad de las flechas no le daba al otro mago tanto margen como para detenerlas fácilmente, y en caso de sufrir quemaduras, estas se irían agravando con el paso de los minutos. Si quería jugar con fuego, con fuego iba a jugar.

 

 

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Sin miramientos y aprovechando las ventajas que Asenath les había dado, su compañero Martín había más bien pensado, en conjurar sus tres objetos en aquella sala. Desde un cofre a las espaldas del castaño y piedritas por el lugar, luego una columna de concreto al lado de Martín, a unos metros de distancia. Kraven de igual manera sabía que podría realizar aquello. Una columna de concreto apareció detrás del cofre que Martín había hecho aparecer, una colunma de al menos dos metros de ancho y que llegaba a rozar el techo con sus cinco metros de largo. En cada lado, en medio de los duelistas aparecieron dos muros de metal, de tres metros de largo y tres de ancho. Todos los objetos estaban para ser usados en el fragor de la batalla, como último escape.

 

Ahora que los objetos estaban creados y observando a su rival, como se libraba de la magia del gas venenoso del anterior Cineade . Kraven sabia que utilizaría su siguiente movimiento en atacarle, debía adelantarse a ello. Con la nueva magia por aprender Kraven alzó su varita en contra del mago. "¡Maldición!" pensó Kraven en contra de Martín apuntando su varita, así con el efecto que le impacto haciendo que su ataque verbal o no verbal fuera mal pronunciado y de su varita saliera otra versión mala de la original.

 

 

De nuevo observó que era su oportunidad de atacar para ello pensó en "¡Arena del Hechicero!", así de su varita el efecto cegaria a su rival con solo la posibilidad de usar magia sin punteria.

 

 

 

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Para sorpresa de Black lo que acababa de salir del extremo de su varita no eran flechas de fuego sino unas serpentinas de color escarlata y variaciones anaranjadas y amarillentas. «Maldición», pensó entonces Black. Efectivamente, estaba seguro que Kraven acababa de utilizar aquel potente hechizo para que su ataque se convirtiera en tan sólo una parodia de lo que debía haber sido.

 

De repente un fogonazo hizo que Black no pudiera ver más que una luz blanca. Se encontraba parcialmente ciego y creía entender por qué. Había sido víctima de Arena del Hechicero. Kraven estaba aprovechando su inicio en aquel combate pero no estaba ni por asomo terminado.

 

Cinaede —dijo Black. Si bien no tenía la capacidad de la visión, para poder realizar aquel hechizo no precisaba la puntería. Bastaba con tener una leve noción de la ubicación de su rival. Pudo escuchar que había tenido éxito por lo ocurrido a continuación. El gas tóxico generado entraría a la brevedad a las vías respiratorias y con el correr de los minutos a la propia sangre de Kraven. Moriría en minutos si no reaccionaba.

 

Pero aquello no iba a ser todo. Black volvió a blandir la varita y esta vez sin necesidad de hablar:

 

«Arena del hechicero.» Bastó con su pensamiento para que los huesos cristalizados de un mago que ha sido asesinado por fuego mágico se materialicen próximos a Kraven y logren lo mismo que segundos antes él había hecho: cegarlo durante un buen rato.

 

Black sabía que en aquella prueba no importaba tomar ventajas ni dañar lo máximo posible a su rival. Lo que en realidad se evaluaba era el uso de la magia aprendida y, en ese sentido, utilizar los nuevos poderes aprendidos era sin ningún tipo de dudas un avance propio. Poder dominar y sacarles provecho a los hechizos novedosos del Libro del Equilibrio lo ponían contento y sumamente satisfecho de sí mismo.

 

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