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Prueba de Animagia #2


Suluk Akku
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La Universidad se encontraba más tranquila que nunca. Pero no porque hubiera menos alumnos que asistían o menos actividades, sino por la zona donde se encontraban todos: El Ateneo. Todo era enorme, todo era tranquilo, todo era majestuoso, tan mágico que en cada centímetro que uno se detuviera, podía sentir una energía extraña, como si te acariciara el rostro y te hiciera cosquillas detrás de las orejas.

Varios aspirantes a la habilidad de la animagia, fueron convocados a media tarde, donde el sol ya había llegado al punto más alto y empezaba a descender. Sus rayos iluminaban todo de un color dorado y la brisa rozaba la copa de los árboles, produciendo un hermoso sonido relajante, como si los árboles estuvieran susurrándole cosas a las personas que habían empezado a aparecer allí, a los caminos que empezaban en la Universidad y terminaban en diferentes puntos, como aquel, cerca del lago.

Cuatro columnas de humo violáceo, se elevaban en el cielo. Empezaban en cuatro puntos determinados, ascendían y se perdían hasta por encima de las nubes. En su base, no había nada extraño. Muchos seguramente se preguntarían que demonios estaría pasando, pero Suluk Akku, la Arcana de la Animagia, se había encargado de colocar algunos encantamientos para que en cuanto se acercaran a ellos, perdieran noción de lo que habían visto y se desmayaran. Solamente le interesaban pocas personas, y entre ellas no serían afectadas Juve, Felicity y Sofia.

Esas columnas eran magia en su estado más puro. Marcaban los puntos a los que las brujas debían llegar. Pero no simplemente era colocarse al lado de ellas, sino en cada una, debían hurgar dentro de los calderos que despedían ésa niebla y encontrarse con una esfera de cristal. Pero no era tan fácil como meter la mano, la Arcana había hecho algunos encantamientos. Eran obstácülos. Obstácülos que se encontraban allí para avanzar de a poco y poder llegar al mismo centro de la Sala Circular, donde se encontraban las Siete Puertas. Lo primero que escucharían las brujas sería una voz, que les murmuraba »¿Están listas? ¿Están listas para realizar la prueba de la habilidad?«

Había cuatro columnas. Cada una de éstas emergían de un caldero. Había uno pegado al lago. Otro en el borde donde los árboles rodeaban a la isla. El tercero estaba entre los altos y tupidos setos. Y el último, en la entrada de la pirámide. Y en cada uno de ellos, debían introducir un ingrediente fundamental, que haría brillar la esfera con una luz tan resplandeciente como el sol, que la niebla pasaría a un color blanco, blanco como la nieve misma. Ésa sería la señal que les permitiría seguir al siguiente punto. Suluk estaba dentro de la sala, donde también estaba la estrella de cinco puntas, el ouroboros y los aros de la habilidad. Pero para eso aún faltaba y ella vigilaría a los chicos como se desenvolvían para llegar. Aunque la verdadera prueba estaba pasando el umbral de la Puerta de la Animagia.

- Los ingredientes deben añadirlos ustedes. Algo dentro de su mente, de sus recuerdos y de su experiencia, les va a decir cuáles son. Los van a encontrar aquí mismo. Solamente deben saber donde buscar.

Ésa voz resonaba nuevamente. Pero ahora más firme.

 

 

@ @ @.

Editado por Suluk Akku
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Felicity comprobó que el sol estaba en el punto justo en el que deja de estar en el punto más alto y empieza a descender, anunciando que pronto saldrá la luna y las estrellas. Aún quedaba mucha luz, sin embargo, así que caminar por el Ateneo no le produjo ningún problema. A la muchacha no era aquel lugar lo que le preocupaba, sino hacia donde iba. Había sido citada por la Arcana de Animagia para proseguir las clases. Y, si no iba mal encaminada, seguro que sería la gran prueba de la que todos hablaban pero pocos sabían decir de qué iba.

 

La banshee no tenía miedo de nada ni de nadie, pero no podía negarse a sí misma que sentía una sensación extraña en el estómago. Algo así como hambre pero sin tenerla o la expectación que sentía cuando iniciaba el ataque a alguna mansión “presublimente” fenixiana. Aspiró el aire de forma profunda, sin frenar el ritmo acelerado con el que se acercaba al lugar de la cita, cerca del lago. Mientras se acercaba, ella sintió la magia que rodeaba aquel espacio y supo con certeza que pocos eran los llamados a cruzar aquella línea imaginaria. Sonrió enseñando unos dientes blancos, orgullosa. Lo había conseguido. Ahora estaba segura. Aquella era la gran prueba y pocos eran los llamados a efectuarla.

 

No tardó en sentir la voz de la Arcana. Suluk Akku tenía una voz potente y firme, algo que contrastaba con la edad de la anciana. Felicity nunca la había visto dudar, temblar o flaquear, algo que se podía considerar lógico o habitual en personas de edad avanzada. La Arcana no era frágil. Todo lo contrario. Tenía una fuerza en su mirada que parecía reducir a todo aquel que miraba, imponiendo su voluntad férrea. Así sonaba ahora, autoritaria, informándola a ella (y, tal vez, a algún privilegiado más que pudiera pasar la prueba) que tenían que acceder a la Sala Circular superando unos obstáculos. Hizo un pequeño gesto con la boca, un mohín de desagrado con el que mostrar su frustración por no empezar de una vez la prueba. Tal vez, la Arcana encontrara divertido el manipular a todos sus pupilos para ver lo que eran capaz de dar de sí, saber si estaban preparados para adquirir la Habilidad de Animagia.

 

Fee observó las columnas, alejadas entre sí y unidas por una bruma violácea. Eran altas a primera vista. Cuando se acercó, sin embargo, notó que salían de un caldero. Eran columnas peculiares, sin duda. De ellos salía la niebla que formaba la columna misma. Se acercó a la primera, la que estaba cerca del lago.

 

Aquel caldero no parecía especial, si no fuera porque era su primer obstáculo a superar. Acercó la mano y tuvo que retirarla. Había un frío espectral en torno al caldero que provocó una pequeña ampolla en la palma. Supo enseguida que no podía tocarlo. Y si no podía hacerlo, ¿cómo tomar aquello que contenía? Felicity había entendido eso, que algún ingrediente que ella llevaba encima le permitiría tomar lo necesario.

 

Hubiera lanzado una exclamación de enfado pero era una Malfoy orgullosa; no iba a dejar que un pequeño inconveniente la frenara en conseguir lo que ella quería. Llegaría hasta el final, aunque no estaba segura de que nada que llevara encima pudiera servir para soportar el dolor que suponía introducir la mano en el primer caldero. Estaba segura que con unos guantes de dragón, la magia de la Arcana resultaría inútil y podría meter la mano sin perjuicio de quemarla o, peor, de perderla.

 

-Pero no tengo guantes en mi capa.

 

Felicity llevaba un traje de cuero elegante que resaltaba la figura femenina de su cuerpo, del que se sentía muy orgullosa. Pero no dejaba sitio para algo más que su varita. Si hubiera sabido que necesitaba ingredientes...

 

Reflexionó. La voz de la Arcana, ahora muda, había dicho, exactamente, que sería algo dentro de su mente, de los recuerdos o experiencia. Entonces, no necesitaba nada tangible sino... ¿Qué tenía la Malfoy que le ayudaría a superar esta prueba?

 

- Astucia – se respondió a sí misma. - Valor. Determinación..

 

¿Y eso cómo la podía ayudar? ¿Cómo podía poner la mano dentro del caldero sin perderla? ¿O sería el precio a pagar por conseguir la Animagia? No podría convertirse en una loba negra coja... Sonrió levemente y miró alrededor, esperando ver a otros compañeros o compañeras que estuvieran cerca. Después, cerró los ojos y se centró en ese pensamiento. Era una loba, una gran loba negra que se movía al viento, ya no era humana, ya no le afectaban los hechizos de protección contra los humanos. Aguantó el deseo de aullar y puso las dos patas delanteras encima del caldero. No sintió dolor. Las almohadillas le protegían, su forma animal la protegía, ser loba era la protección que necesitaba para conseguirlo. Metió el hocico en el interior del caldero y encontró algo duro, que agarró con fuerza entre los dientes. Una brusca luz intensa, blanca como la nieve, amarilla como el sol, estalló a su alrededor.

 

Felicity cayó hacia atrás y puso las dos manos para amortiguar la caída. Volvía a ser humana y en la mano derecha tenía una esfera de cristal que brillaba como el puro fuego sin quemar. Se incorporó y se sacudió el polvo de su ropa. Primer obstácul0 superado. Pronto llegaría ante la Arcana y respondería a la pregunta que seguro le haría sobre la prueba de Animagia. Ya tenía la respuesta preparada: “Sí. Quiero realizar la prueba para conseguir la Habilidad.”

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En cuanto había tocado la perla esta había hecho su magia y la había transportado a aquel lugar, justo al centro de la universidad y frente a aquella extraña isla y su pirámide. De repente sintió que debía acercarse al lago y tras hacerlo la voz de la Arcana se escucho como si saliera de algún aparato muggle, de esos que usaban para hacerse oír a grandes distancias. Así que todo lo que tenia que hacer era meter un ingrediente en el caldero y sacar una esfera, aquello no parecía difícil a primera vista pero lo era. Comenzaba a cansarse de los acertijos de los arcanos y mas aun cuando las habían hecho esperar tanto para aquella prueba.

 

El primer caldero estaba cerca del lago por lo que dirigió sus pasos hacia allá, las enormes columnas le servían de guía por lo que no tardo en dar con ella y con su antigua compañera de correrías en la Marca Tenebrosa. Al parecer ningún encantamiento de modificación de memoria hacia mella en ella pues no solo no olvidaba a sus antiguos compañeros de la Orden si no que tampoco había olvidado a los de la Marca. Felicity parecía cómodamente sentada en el suelo con una esfera en la mano. Maldijo en voz baja, la bruja ya había hecho lo suyo y ella no había estado presente para ver exactamente que es lo que esta había hecho para obtenerla. Ahora tenia que pensar.

 

- El ingrediente esta dentro de mis recuerdos...- pensó mientras miraba en el caldero y trataba de dilucidar que demonios era lo que quería esa mujer que metiera en el primer caldero - Cuando me convertí por primera vez, aun era fenixiana y auror, por lo tanto defendía la luz, la verdad, lo bueno. Tal vez sea un ingrediente de una poción, veamos, que poción tiene que ver con...ya se, la poción de la paz.

 

Si mal no recordaba, aquella poción llevaba polvo de ópalo y jarabe de eléboro, el polvo seguro no iba a estar por ahi tirado en el suelo, pero por otro lado, el eléboro tal vez crecería por allí. No tardo mucho en encontrarlo, a unos pasos de donde estaba crecían unas cuantas plantas, tomo solo un poco y lo trituro con la mano para ponerlo dentro del caldero, pero apenas lo toco y tuvo que retirar la mano, el maldito caldero estaba helado, tanto que a pesar de su resistente piel, le era casi imposible mantener sus manos cerca de el.

 

-que rayos... no puedo meter la mano en esa cosa - gruño por lo bajo mientras pensaba en como meter el ingrediente que llevaba ya listo en el fondo del caldero si ni siquiera podía estar cerca de el sin quemarse. Se sentó en el suelo frente a la columna y pensó por algunos minutos como pasar aquella prueba, tenia que tener una salida, una clave de como acceder. Era una prueba de animagia, por ende requería de ciertas limitaciones, ciertas características para demostrar que podía manejar aquel poder - si es una prueba de animagia, debo superar la prueba como una animaga .

 

Rasgo una de sus mangas y se hizo una pequeña bolsa para poder sostenerla en su hocico, coloco el ingrediente dentro de ella e invoco sus poder animal, en unos segundos en lugar de un ser humano,frente al caldero se encontraba una hermosa perra dalmata con una bolsa en el hocico. Coloco sus dos patas en el caldero y pudo constatar que este no le hacia daño y dejo caer la bolsa dentro de este. En seguida la luz que emanaba cambio a blanco y una bola brillante apareció cerca de su hocico, la tomo con los dientes y sintió como el poder la envolvía, lo siguiente que supo es que estaba en el suelo, con la esfera brillante en una de sus manos

 

- oh, ya veo, por eso estaba Fee en el suelo - dijo mientras guardaba la esfera en un morral que de pronto había aparecido a su lado y se preparaba para seguir al siguiente punto

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Suluk se encontraba flotando a varios centímetros del suelo, alrededor de dos metros. La Vieja Arcana miraba a través de los cristales de una ventana, aunque era extraño, ya que dentro del Ateneo no había ventanas, menos dentro de la Sala Circular. Con la base de su bastón, se levantaba en el aire. Y con la piedra en la punta, reflejaba aquella especie de ventana. Pero no era una, sino que era una proyección que le mostraba lo que hacían sus alumnos.

 

No tenía muchas ganas de ir escondiéndose, mirando en primera persona. Asi que se contuvo para ver como ambas brujas empezaban el camino rumbo donde se encontraba. Suluk no estaba nerviosa, de hecho siempre esperaba que alguno de aquellos londinenses se equivocaran. Los consideraba crédulos, egoístas y era la única dentro del Consejo que si dependiera de ella sola, levantaría todo de allí y partiría lejos.

 

Felicity Malfoy había obtenido la primera esfera, como Sofia Elizabeth Granger. Las dos habían cruzado recién un cuarto de camino pero sabía que la verdadera prueba no eran los calderos, sino tras cruzar el umbral. La Arcana se mantuvo con los ojos entrecerrados. Los cristales eran mágicos, asi que no mostraba solamente la copa de los árboles y el cielo, sino que reflejaba lo que ella necesitaba. Lo que verdaderamente le sorprendía era Juve. Al parecer había estado lista por un momento pero ya no.

 

Suluk Akku se acomodó el cuello de su ropa, que era tan peludo como sus animales. No tenía ni frío ni calor, pero si pudiera invocar sus nieves, entonces lo haría allí mismo.

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Siguió caminando hasta donde podía verse la segunda columna, una gran pared de arboles se veía justo detrás de esta. Seguramente tras pasar la segunda prueba tendría que adentrarse en la espesura de los arboles, aquello seria mas sencillo para ella pues solia moverse en el bosque prohibido por las ramas de los arboles. Era una manera mas segura de no toparse con uno de sus enemigos naturales, los licantropos, que preferían el suelo pues ahi cazaban mejor.

 

En cuanto estuvo parada frente al siguiente caldero pudo darse cuenta que este estaba rodeado por cuatro paredes de gran tamaño, y que solo sabia que ahi estaba el caldero por la columna que salia de este hacia el cielo, vaya cosas que se les ocurrían a los arcanos. Examino aquella muralla buscando alguna manera de abrir alguna puerta secreta por donde acceder. La búsqueda había sido en vano pues las paredes parecían impenetrables. Se sentó en un tronco caído que quedaba justo enfrente de una de las paredes a meditar. Al parecer era algo que les gustaba a los arcanos que sus estudiantes hicieran, meditar, pensar, analizar y así poder seguir. Ademas tenia que pensar que ingrediente tendría que poner ahora en el caldero.

 

Sabia que todo tendría que ver con su animagia, los recuerdos debían ser sobre el uso de aquel particular poder. Cuantas veces lo había usado en otros tiempos, infinidad de veces, la mayoría para jugar con Lyra y perseguirla por todos lados. Pero dudaba mucho que la arcana quisiera que buscara la pista en aquellos recuerdos banales. Aun así no pudo evitar sonreír al recordar aquellos tiempos en los que solo debía preocuparse por no pisarle la cola a la minina. Un recuerdo le vino a la mente, uno que seguro era mas significativo, estaba de visita con los Dumbledore y había aparecido un mago que por ese tiempo solo se dedicaba a intentar asesinarla, la rubia cansada del acoso se había transformado y lo había observado desde el jardín, escondida entre unos matorrales. En ese tiempo ya no era parte de la orden del fenix por lo que pelear con el habría sido suicidio, no tenia mas que algunos de sus hechizos para defenderse y no se comparaban con los de el.

 

- pociones, pociones, diantres, no se me ocurre nada, había flores, tierra, arboles y un pedazo de hombre queriéndome asesinar - mientras intentaba recordar que tipo de plantas crecían en su antigua casa. Miro hacia los arboles donde un pequeño matorral de flores rosas, en estado silvestre se movían con el aire. - Esta isla seria un paraíso para los amantes de las pociones, estramonio, adelfa, eléboro.

 

Se quedo mirando las plantas que había nombrado por algunos minutos, no veía a Felicity por ningún lado, ni a Suluk, no tenia a quien preguntarle nada, su única ayuda debía ser su memoria, sus recuerdos y su instinto. Si esas plantas estaban por ahi era porque eran parte de una poción, solo debía recordar cual y ver si tenia que ver con sus recuerdos. Solo debía forzar a su mente a recordar, atrajo de nuevo su imagen bajo el matorral donde se había escondido. Desde luego era verde, característica de casi todas las plantas, pero tenia unas lindas flores en color rosa, no eran rosales, eran...- estas son, era un matorral de Adelfas, y vaya que se usan en pociones, de eso esto segura - dijo mientras usaba su mano para triturar unas cuantas hojas y las guardaba en un pedazo de tela.

 

Miro las paredes una vez mas, ahi si que no podía usar su animagia pero si podía usar su ingenio y sus conocimientos. Ella no se podía convertir en pájaro como Elvis y dificilmente un perro podía treparse a una cerca así de alta, lo mejor era usar una salvaguarda mágica y atravesar el concreto. Lo intento pero solo se llevo un gran golpe, así que supo que esa no era la respuesta. Si no podía por arriba, ni por en medio,que mas quedaba...

 

-por debajo - dijo para enseguida transformarse y comenzar a escarbar, la tierra parecía ceder mas fácilmente que nunca en su vida y pronto logro pasar por debajo de aquella cerca y se encontró de frente con el caldero, arrojo la bolsa soltándola de su hocico perruno e inmediatamente la esfera apareció frente a ella. De nuevo la luz exploto a su alrededor, apareció con la esfera entre las manos y fuera de la muralla que protegía el caldero. Su pequeño túnel ya no estaba y la columna había cambiado de color para ella.

 

- dos mas y luego, la gran prueba - dijo limpiándose el sudor que ya perlaba su frente y se metió rápidamente entre los arboles del espeso bosque que rodeaba la isla.

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Suluk miraba hacia el cielo, donde se elevaba aquella segunda columna de humo que había cambiado de color. Asintió. Aunque sabía que todos los magos y brujas de aquel país eran creídos, muchos mostraban que habían aprendido algo. Suluk no sabía a ciencia cierta que elementos estaban incluyendo en aquellas pociones, pero al menos estaba funcionando. ¿Acaso la Arcana aseguraba que funcionaría? Ella no lo sabía, porque cada persona funcionaban diferente, de hecho esperaba que no pudieran llegar al portal.

 

- La Sala Circular en sagrada. De verdad deben merecerlo

 

La vieja murmuraba para ella misma, mientras su voz retumbaba entre las paredes y todo quedaba quieto como siempre. Parecía como si el sitio sintiera que alguien se estaba acercando. Ahora Suluk, con un segundo movimiento de su Vara, tenía dos ventanas, ya que ambas alumnos habían tomado diferentes caminos. Y la tercera ni siquiera había llegado a los territorios de la Universidad.

 

- Hace demasiado calor aquí

 

La Arcana Akku llevó una mano enguantada a su cuello, tomando una piedra de su collar y girándola sobre si misma. El techo de la sala circular, empezó a taparse con nubes tan grises, tan espesas y tan reales, que inmediatamente empezó a caer nieve. Ésta desaparecía a medio metro del suelo pero lo que le importaba a la Arcana, no era que se invadiera todo de un manto blanco, aquello no era bueno para el Ouroboros, sino la temperatura. Ésta descendió unos cuantos centígrados bajo cero y ahora estaba mejor.

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Felicity se levantó del suelo con rapidez, sin pensar ya como un lobo oscuro. Volvía a tener figura humana y un objeto en su mano. Lo guardó con cuidado, algo le decía que era importante. No vaciló en seguir el camino hacia la segunda columna, donde otro caldero expandía aquella niebla grisácea. Sintió algo de frío y miró hacia las alturas. La Mago Oscuro se maravilló al ver nieve que, a cierta distancia mientras caía, desaparecía. Por un momento, le pareció estar en una bola de cristal con nieve mágica que alguien hubiera movido con fuerza y ésta se moviera a su alrededor.

 

La muchacha avanzó con cuidado hacia el nuevo caldero y se preguntó cómo iba a conseguir meter la mano en él. Volver a hacer lo que había hecho antes era, tal vez, una mala decisión. Seguramente había que adquirir el objeto del interior de forma diferente cada vez. En aquel momento no se le ocurría nada. Las palabras de la Arcana resonaban en sus oídos: “ Los ingredientes deben añadirlos ustedes. Algo dentro de su mente, de sus recuerdos y de su experiencia, les va a decir cuáles son. Los van a encontrar aquí mismo. Solamente deben saber donde buscar.“ De todas maneras, lo difícil sería atravesar aquel bosque para llegar al origen de la misma niebla. Felicity no tardó en encontrar un muro de árboles y hiedra que se entrelazaban para impedirle el paso. A pesar de su valor con la varita y de las veces que pronunció el Diffindo, el camino se cerró de forma tan tupida que no llegaba a avanzar más que pequeños pasos. Intentó hechizos diferentes pero parecía que allá no servía la magia.

 

Eso no la detendría. Sólo tendría que ver como pasar. Felicity se agachó y comprobó que entre los árboles había hueco, pero tendría que pasar a rastras. Lo intentó, pero el pelo se enganchaba entre las ramas y las hierbas tupidas que no dejaban ver nada. Era imposible.

 

O tal vez no lo fuera... La Banshee sonrió hacia la nieve que no caía y ante el frío que atenazaba el lugar. Sabía que la Arcana la estaba poniendo a prueba. Por segunda vez aquella noche, la muchacha se convirtió en un lobo de pelo oscuro. En cuanto sintió el suelo bajo sus patas, la situación le pareció mucho mejor. Podía escabullirse entre las raíces, las ramas, las hojas, los obstáculos naturales casi sin problemas. Cruzar hasta el caldero no era tan difícil ahora. No salió ilesa de la prueba, por supuesto. Arañazos que dejaban una marca de sangre en su pelaje indicaban donde el camino se había hecho estrecho para el paso. Pero era un animal listo, como todos los lobos. Con el olfato y el oído llegó a encontrar la forma de cruzar la barrera natural que le impedía alcanzar el caldero.

 

Cuando llegó ante él, lanzó un aullido de alegría. Allá estaba. Pero... ¿Qué tendría qué hacer ahora? ¿Qué se suponía que haría para conseguir la piedra, como la primera vez? Felicity volvió a ser humana y suspiró, algo perdida en sus pensamientos. No se dio cuenta que se sacudía las hojas que se habían atorado entre su pelo ni que unas gotas de sangre resbalaron por sus dedos hasta caer en el interior. Sin saberlo, acababa de entregar al caldero el fruto de su sacrificio para conseguir llegar a él: hojas de los árboles que le impedían el paso y la sangre propia de las heridas que le habían producido. Es decir, las muestras de su Valor para llegar a su destino.

 

Felicity cesó de respirar durante un instante al ver como una bruma salía del caldero y, entre burbujas sonrojadas por el color de la sangre derramada, flotaba al borde mismo la esfera de cristal que debía recoger. Alargó la mano herida y la tomó, con cuidado, casi temiendo quemarse. Por lo contrario, al tocar aquella luz blanca su mano sanó al instante y sobre ella quedó aquella piedra que despedía una claridad arrebatadora. La bruja sonrió, satisfecha. Ya había demostrado su ingenio la primera vez y su valor la segunda. ¿Qué más le quedaba por demostrar para que la Arcana le dejara cruzar el portal y hacer la prueba de Animagia? A su pregunta, la respuesta iba a ser la misma: “Sí, quiero hacer la prueba”

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Se había tomado su tiempo para presentarse a la prueba, jamás se le cruzo por la mente perderse en ese mar de profundas cavilaciones. Estaba preparada desde que llego a la cabaña de Sukul, no había perdido el hilo de la trama, no desde que recibió la aprobación para poder cursar esa habilidad que tiempo atrás le había costado tanto tiempo aprender y manejar a la perfección.

 

Encontrar una esfera─siseó con una media sonrisa en sus labios. Ante sus ojos un majestuoso paisaje se abría paso, deleitando sus sentidos de una forma seductora y apasionada, le fascinaba la idea de meter las garras dentro de algún caldero con un líquido burbujeante y porque no recién sacado de las entrañas del infierno.

 

Sus pasos la llevaban por la senda correcta, arrastrando con ella unas fuerzas renovadas y centradas en aprobar ese reto costara lo que costara. La presencia de un imponente Guepardo ensancho la sonrisa que se mostraba desafiante en sus carnosos labios─Llego en el momento justo─palmeando el pelaje del animal sintió una conexión con el mismo.

 

Comencemos con esto─transformándose en un hermoso Guepardo de pelaje moteado y orejas tupidas de manchitas pequeñas y coquetas. Desprendiéndose de un valioso recuerdo deposito este dentro del caldero, emanando de ella un calor que calcinaría a cualquier muggle sin dejar rastro del mismo sobre la tierra.

 

Se siente bien...─asintiendo categóricamente diviso el tesoro escondido por la arcana. Sin preverlo, siquiera una fuerte ventisca se arremolinó contra su felina anatomía, acariciando cada una de sus manchas con un receloso cauteloso y alarmante por instantes, impregnado en ella una esencia que le permitiría llegar hacia el otro punto que ya le aguardaba.

 

Sus compañeras le llevaban la delantera, aquello no le incómodo en lo más mínimo, ya que prefería manejar las cosas a su propio ritmo y hacerlo todo a su modo confiando en que al final obtendría lo que tanda deseaba, poseer la animagia como una habilidad que aprovecharía al 100%.

Editado por Juv Malfoy Croft

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El aullido que resonaba a una gran distancia de allí, hizo sonreír a Suluk. Siempre a su mente recaía el pensamiento de que los magos y brujas que vivían en Ottery St. Catchpole eran excéntricos, creídos y un poco egoístas, pero a medida que pasaban los días y los alumnos, Suluk Akku creía que había un poco de esperanza. Ella no solo les enseñaba a controlar su animal interior, sino que los cambiaba como personas. Las cosas no eran fáciles para entrar al portal, así que esperaba que eso cambiara sus vidas.

 

Las columnas colosales de humo iban cambiando de color según los aspirantes que llegaban a ellas y que lograban encontrar el ingrediente perfecto. Suluk estaba segura que si metían una roca, un poco de agua del lago o un cabello, sería lo mismo pero lo que realmente importaba era cómo habían llegado hasta allí. Asi también sería la prueba. Nadie sabia a ciencia cierta lo que sucedía para cada uno. Siempre era diferente pero en la experiencia de la Arcana, conocía que podía suceder cualquier cosa. Y era peor que esos simples obstácul0s.

 

- Un rayo de sol, vida, las nubes se renuevas a cada día. Noche, sueño. Es el paso a un nuevo comienzo.

 

La Arcana murmuraba ésas palabras pero entre medio, realizaba extraños movimientos con sus dedos. Por momentos cerraba los ojos, en otros su Cayado expulsaba diferentes tonos de luz. Las nubes empezaron a arremolinarse sobre el cielo del Ateneo. El sol parecía que se oscurecía cada vez más. La brisa se enfriaba, igual que el suelo.

 

Y la noche caía sobre la Universidad.

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La oscuridad se apodero del cielo, engullendo todo lo que le rodeaba bajo un manto obscuro e intrigante para la Bishop. Jamás había sentido temor ante nada, no era una cualidad que habitará dentro de la rubia ojiazul oscuro, simplemente estaba despertando su sentido de protección, aferrando sus patas delanteras al terreno que hasta ese momento se sentía demasiado blando.

 

─El mayor temor no es morir, sino no haber peleado para evitar una muerte innecesaria…─lamiendo su hocico movió su cola de un lado a otro con parsimonia. Su olfato de agudizaba con cada bocanada de aire helado que emanaba de sus afiladas fauces, aquel pelaje cubierto por motitas negras se endureció como una capa de acero inoxidable─Es un nuevo reto…─dos columnas de humo le avisaban que continuara con su andar, desprenderse de algo muy suyo no era sencillo, implicaba complicaciones para la rubia y ella lo comprendía a la perfección.

 

El perder un nuevo recuerdo o vivencia, no le tomaría mucho tiempo, sería como arrancarse un pelillo dorado de su lomo y lanzarlo contra el viento. El verdadero reto era aprobar esa prueba, convencerse de que era capaz de manejar su parte Animaga sin problemas, dominando sus ganas por matar con esas afiladas garras y desgarrar carne humana con sus puntiagudos colmillos. Ahí radicaba el meollo del asunto, demostrarle a Sukul que su retraso, no era intencional, sino una forma de probarse a ella misma que había tomado la decisión correcta.

 

─El viento soplará en mi contra, transformándose en un furioso huracán, uniéndose al mar para intentar ahogar mis aspiraciones de lograr mi único objetivo…─canturrió sintiendo su anatomía ligera como una pluma, flotaba en el viento como una hoja seca meciéndose al ritmo que el elemento le dictaba a su cuerpo, varios pelillos se desprendieron de su cuerpo uniéndose como los anillos de una cadena que formaban un nuevo ente.

 

Era el ingrediente que necesitaba, apartándose de esa pequeña bola de pelos silbaba con tranquilidad entre sus colmillos arrullando el trayecto de su recuerdo, enlazando las vivencias que resultaron al tomar aquella decisión tan definitiva, abandonaba todo lo que le ataba a eso sepultando al protagonista de tan desagradable suceso para ella. Estaba lista para obtener una nueva señal de la Arcana, deseaba aferrarse a la senda que esta le maraca y que tendría que caminar costara lo que costara.

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