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Aritmancia - Octubre 2017


Mentita
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Se tiró rendida en la silla. No era la primera vez que tenía que hacer todo corriendo y realmente la dejaba agotada, sólo esperaba que la clase no resultara un tedio para los dos únicos alumnos a los que pondría a trabajar apenas llegasen. Intentó recordar cómo había sido la clase en la que fue alumna del mismo conocimiento pero una nebulosa se sentó sobre su memoria y le impidió evocar los hechos.

 

Sí, recordaba a Felias peleándole por un asiento y tratando de ligarse a un muchacho que les había tocado de compañero; también el momento en el que llegó Gyvraine a hacer, literal, nada. ¿Y la profesora? Ah, sí, a ella no la recordaba. En fin, los alumnos habían sido notificados ya del inicio, aunque tardío, de la clase y lo único que quedaba de ella era la espera. Y no hablamos precisamente de un niño, no, era la espera por los dos magos (o mago y bruja, en este caso) que debían hacer acto de presencia en la última aula del lado este del Ateneo.

 

¿Y por qué estaba rendida Candela, si lo único que había hecho era llegar a la dichosa aula? Ah, pues, es algo muy curioso, porque había llegado corriendo. No tenía ganas de ser la última en llegar y, además, pretendía dejar un par de trabas al ingreso del curso. ¿Y por qué no aparecerse? Porque su experiencia en apariciones en los terrenos del Ateneo le han dejado un gusto amargo. La Triviani tenía la sospecha de el Ateneo guardaba algún tipo de relación con sus intentos de aparición y desaparición tan bochornosos.

 

Ah, sí, el ingreso de los alumnos. Resulta, que Candela había ideado un método para que únicamente entrasen sus alumnos al aula en donde ella los esperaba. Bueno, no es que lo hubiese ideado ella, lo copió en realidad de un mago al que vio hacer exactamente lo mismo en su hogar, con la intención de que no llegase ningún intruso a invadir la casa. Tampoco es que alguien quisiera invadirle o robarle nada, realmente no tenía muchas cosas de valor y era ensuciarse las manos por nada. Sí, sí. Candela husmeó allí.

 

Como sea, en la puerta del aula, estaba la siguiente tabla:

 

1= A J S Sh

2= B K T Ch

3= C L U

4= D M V

5= E N W Ñ

6= F O X

7= G P Y LL Gu

8= H G Z Qu

9= I R Rr

Con ella, ambos dos debían descubrir cuál era su Número de la mente. Esto era, para determinar los intereses y aspiraciones en la vida. Y, quizás, para saber si realmente querían estar allí y no en otro lado. Lo único que debían hacer era sumar los números correspondientes a las vocales de su nombre y apellido completos, y simplificarlo hasta obtener un solo número.

 

Ese número resultante había que que clicar en la tablita electrónica que se encontraba a lado del picaporte y la puerta se abriría.

 

@@Beltis @@Pik Macnair

Editado por Candela Triviani

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~ Mosquito ~          Ianello 

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La lechuza la sorprendió a mitad de camino de las oficinas de los directores. Iba tan resuelta y ensimismada que no se dio cuenta de que la lechuza llevaba un rato ululando a su lado hasta que el ave le picoteó la oreja. Maldijo con un grito seco y le lanzó un manotazo para quitársela de encima. Las plumas volaron y más de un arañazo cayó sobre las manos de la bruja. Cuando al fin obtuvo la nota y la leyó, dio media vuelta refunfuñando entre dientes, haciendo que la lechuza desapareciera enfadada por una de las ventanas. A esa altura había olvidado la clase de Aritmancia casi por completo. Si estaba a esa hora en la Universidad era mera casualidad. Niko y Anne se habían librado de su amable visita por los pelos.

 

Cruzó de regreso la universidad para ir hasta la clase. Para una bruja tan pragmática como ella, la noción de que la naturaleza y la magia se ordenaban según unas leyes que podían ser traducidas a un lenguaje tan exacto como el de los números tenía no solo sentido, sino que era un concepto fundamental para entender el mundo. Incluso la magia, aquella fuerza que los convertía en seres tan especiales, tenía un comportamiento propio que podía ordenarse según unas leyes. En el universo todo era materia en constante transformación, movimiento. No eran más que polvo de estrellas.

 

Cuando llegó al aula, sus cavilaciones desaparecieron ante la nota que se encontraba sobre la puerta. Leyó en silencio y miró con cierto recelo el extraño objeto que le impedía entrar. Podía usar un portal o hacer explotar la puerta en mil pedazos para no tener que utilizar aquella caja con una extraña pantalla. Tal vez hasta un simple alohamora funcionara sobre esa monstruosidad. Pero no, evitaría usar la varita ¿Qué daño podía hacer? No es que se fuera a convertir en muggle solo por teclear unos números ¿No?. Beltis Malfoy. Un nombre que se había convertido en parte de su identidad desde hace muchos años, una de sus caras y por lo tanto, ligado de alguna forma a su ser. Sumó los número correspondientes al número de la mente, aquel que debía mostrar sus intereses y aspiraciones. Le dio 28. Lo convirtió en un número de un solo dígito.

 

Con ciertas aprehensiones acercó la mano al cerrojo y marcó solo un número, el uno. Un sonido de lo más divertido le advirtió que la puerta estaba abierta. La empujó y entró para darse cuenta que era la primera en llegar.

 

- Buenos días

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-¿Que mier** es esta?

 

Miré con disgusto e incomprensión la tablilla con números brillantes sobre la puerta, sin llegar a entender a simple vista la funcionalidad del artefacto. Sujeté el picaporte e intente abrirlo, logrando que un molesto pitido surgiera del objeto y un brillo rojo en tono reprobatorio desprendiera desde los números.

 

-Me he inscrito en Aritmancia, no en Estudios Muggles.

 

Refunfuñé maldiciones en sueco, leyendo la tabla y acordándome del primer intento fallido del conocimiento con Mery. El principio era el mismo, la única diferencia el artefacto que impedía el paso al salón. Los profesores inventaban cada día mas y sus métodos de aprendizaje sin duda eran curiosos, pero llegar a este nivel era algo totalmente distinto.

 

-Pik Macnair Malfoy -hice una suma mental que duró más de lo que debía y apreté el botón del medio- 5.

 

Una luz verde surgió del artefacto y un sonido casi alegre la acompañó, volví a empujar la puerta y cedió, mostrándome a una de las mujeres que más apreciaba sobre la tierra.

 

-Beltis, cariño mío -dije en forma de saludo, contento-. Si no estuviera casado con Alyssa te diría que ojalá te viera cada vez que abro una puerta. Las probabilidades de verte acá es tan incomprensible que ni la magia ni los números serían capaces de hacer.

 

Pero en realidad era la segunda vez que tomaban una clase juntos, quizás si existía una probabilidad que la viera en algún futuro de nuevo en la academia.

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Una voz la sorprendió a pocos segundos de entrar. Reconoció al instante al dueño de aquella voz, después de todo, últimamente se lo encontraba en casi todas sus clases y por la fortaleza. Una media sonrisa coqueta apareció en su rostro y pestañeó divertida ante el encuentro fortuito. Tal vez tendría que plantearse contactar con él antes para, de ahora en adelante, tomar las clases juntos a sabiendas. Extrañaría, eso sí, sorprenderse con su visión y recrear la vista sin planificación.

 

- Casado ni significa muerto -giró la cabeza para ver al Macnair y elevó una ceja.

 

Beltis no era una fiel creyente del matrimonio, aunque se había casado muchos años atrás y todavía no había logrado obtener el divorcio. Para ella solo era un contrato que nada tenía que ver con el amor. Y el amor tampoco tenía que ver con la fidelidad carnal.

 

- La monogamia es un atraso, no hay nada de malo en soltar una cana al aire de vez en cuando y dejar la fidelidad para otros asuntos más importantes -sentenció con una media sonrisa.

 

Volvió el rostro a la profesora y se fue a sentar a uno de los pupitres. Se desató la capa y la dejó caer sobre el respaldo mientras hacía aparecer una pluma entre sus dedos. Esperó a que el ángel caído se fuera a sentar junto a ella mientras esperaba a que la clase diera comienzo. No sabía que esperar de la clase, pero al menos tendría a Pik para hacerla más llevadera, aunque pudiera ser contraproducente para la pobre mujer que tendría que sufrirlos.

 

- Pareciera que me estás siguiendo Macnair, ¿no te "regicnas" a no verme? -susurró acercándose para que solo él pudiera escucharla-. Cualquiera diría que te encanta mi compañía y que me echas de menos.

 

Sonrió y se enderezó en la silla ordenándose el cabello a un costado dispuesta a esperar el silencio a que comenzaran a hablar de números, que era para lo que había venido. Si no estuvieran acompañados, tal vez quién sabe lo que podría haber ocurrido en ese rincón del Ateneo. Aprender, aprender, igual no mucho. O tal vez sí, quién sabe.

Editado por Beltis

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-En eso tienes razón -Beltis era una mujer inteligente y maravillosa, sabía sobre las virtudes de la vida y como aprovecharlas al máximo-. He llegado a un acuerdo con Alyssa para poder disfrutar del placer ajeno siempre y cuando los dos nos contemos con quien fue o los dos participemos con ese tercero. La idea fue mía, debo confesar -solté una risita y crucé la mirada con la Malfoy- en vez de cambiar mi forma de ser, le enseñé una forma de vida a Alyssa más... entretenida, sí, esa es la palabra. Entretenida.

 

Estaba orgulloso de nuestra relación y cómo habíamos avanzando en ella. Al comienzo Alyssa se mostraba en contra de la idea y de la mentalidad abierta que le ofrecía, pero luego de muchas charlas y hacerla entender mi punto de vista, cedió tras descubrir que nuestro matrimonio no debía seguir las estrictas reglas impuestas por la ley mágica y la sociedad.

 

-Así que si un día buscas como distraerte, puedes contar con alguno de nosotros o con ambos -ofrecí con sinceridad, siempre acudía a la ayuda de amigos. La seguí y me senté a su lado, sin poder ocultar la sonrisa ante lo que decía-. Me conoces de sobra, Beltis -me acerque a ella de la misma forma que lo hizo- extraño cada noche en la Fortaleza en tu compañía y es por eso que te sigo a cada clase que vas, ¿te has puesto a pensar todo el trabajo que hago para saber a cual irás? Los directores deberían cuidar mejor sus archivos.

 

Me recosté de la silla y miré al frente, compadeciéndome de la profesora que tocó para la clase. Solo hacia falta Taurogirl para que la reunión estuviera completa y todo se saliera de control.

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Sonrió cuando sintió pasos dudosos del otro lado de la puerta, tenía la impresión de que el aparato electrónico que había colocado en la entrada no caería muy bien. Londres estaba plagado de magos y brujas soberbios y orgullosos que tomaban el uso de la magia bastante superior. ¿Y quién podía culparlos? Candela estaba en búsqueda de objetos y magia que le diesen mucho más poder, así que, de cierta manera, entendía un poco ese sentir. Se sorprendió un poco cuando se puso en pie para recibir a su primer alumno y vio a la mujer, supuso que se trataba de Beltis -esta vez se tomó la molestia en leer la lista de alumnos-. La recordaba de algún lado, aunque dudaba realmente de dónde y no tuvo mucho tiempo para cavilar en el hecho, pues un instante después apareció Pik.

 

― Buenos días. ―saludó Candela, haciendo uso de la poca educación que conservaba.

 

Rodó los ojos y volvió a sentarse mientras les daba tiempo a ambos para que se saludaran entre sí. Es que no entendía mucho esa fascinación en el trato confianzudo que tenían algunos magos, lo había visto también en otras ocasiones y le causaba repelús. Aunque quizás se debía a que no conocía a ninguno, entonces allí el desagrado era un poco más profundo. No lo demostró, por supuesto, sólo se limitó a repasar los apuntes que tenía sobre su escritorio.

 

― Genial. ―habló al ver que habían terminado los saludos cordiales― Mi nombre, como pueden o no saberlo, es Candela Triviani. Están aquí para adquirir el conocimiento de Aritmancia pero, ¿qué es la Aritmancia? ―mejor empezar por lo básico― Es el estudio que nos permite explicar el comportamiento y el origen de la magia en la naturaleza y en el flujo mágico individual. Para hablar de Aritmancia, debemos hablar también de Aritmomancia y Alquimia, pues ambas son pilares fundamentales del conocimiento que vamos a estudiar.

 

>> Al hablar de Aritmomancia, nos referimos a lo que comúnmente llamamos Numerología. Uhm, muchos en el mundo mágico confunden ésta última con la Aritmancia en sí y no relacionan el hecho de que, la Numerología, está englobada dentro de la Aritmancia.

 

La Triviani hizo una pausa para beber un poco de agua, tomó el vaso que estaba sobre el escritorio y aprovechó para echarle un vistazo a las anotaciones que tenía. Es que, a pesar de que intentaba parecer una experta en el tema, recordaba poco y nada de sus clases; razón por la cual tuvo que valerse de sus investigaciones y de libros que y artículos que trataban del tema. Así que, ella los iba asimilando e iba explicándolo conforme lo entendía.

 

― La Alquimia, por otro lado, es la ley de todo lo existente. Es lo que nos dice, en este caso de estudio, que las cosas son así y no de otra manera. Podemos decir, entonces, que por la Alquimia sabemos que los números que obtenemos del análisis que nuestros nombres y fecha de nacimiento, por ejemplo, son exactos y no hay equivocación. ―¿Hablaba demasiado? Quizás.

 

En ese momento, escribió en el pizarrón las palabras: Esencia, Materia y Flujo Mágico.

 

― La esencia es el conjunto de entes de dan forma a un objeto o ser de una u otra forma, es permanente e invariable. En el caso de los seres sería su alma y en el de los objetos, su materia prima. La materia, en este caso, sería la realidad secundaria de la que están hechas las cosas; es espacial y perceptible a los sentidos y, junto con la energía, constituye el mundo físico. ―caviló unos momentos lo que acababa de decir.― Entonces, es correcto decir que todos los objetos que vemos tienen una esencia y materia. ¿Me siguen?

 

Fijó la mirada en ambos. Ah, es que aveces la teoría de los conocimientos podía resultar bastante aburrido.

 

― Bien, ¿alguno sabe, ahora, lo que es el Flujo Mágico? Les creo si me dicen que no. Yo no tenía idea porque, pues, generalmente las cosas algunos las aprendemos por la práctica y no por la teoría pero, lamentablemente, en esta materia es primordial también entender la parte teórica o sino, no sabremos qué estamos haciendo realmente.

 

>> Muchos hacen utilización de la magia sin pensar en la canalización de ésta, dan por hecho que, al ser magos o brujas y poseer una varita, la magia simplemente se da; y no, no es así. Hay muchos magos aritmánticos, que están haciendo estudios e investigaciones para que esa "canalización" deje de depender de la varita y "hacer magia" directamente. ―pestañeó al caer en sus propias palabras, una vez más― Esto sería, volver a sus orígenes como mago o bruja, pero con mucho más conocimiento y poder. ¿Saben a lo que me refiero?

 

Se dio media vuelta y empezó a dibujar la misma tabla de número y letras que había en la puerta, en la pizarra, de modo que quedase a vista a paciencia de sus alumnos para los próximos ejercicios.

 

― ¿Han escuchado hablar de la distancia somática y el número áureo?

 

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Editado por Candela Triviani

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Cuando la profesora empezó a hablar hice silencio, después de todo había invertido una parte de mis riquezas en ver la dichosa clase por segunda vez. Había escuchado gran parte de lo que contaba sobre la alquimia y numerologia con anterioridad, pero escucharlo de otra forma hizo que no me distrajera ni cayera inconsciente del aburrimiento. Bien.

 

Lo que más captó mi atención fue la ultima parte: esencia, materia y flujo mágico. Si bien era consciente de lo dicho, nunca lo pensé como tres cosas distintas y como una tenía que ver con la otra. No tomaba nota, era algo que simplemente no me gustaba hacer, prefería prestar atención a lo que decía. Cuando hizo la pregunta me adelante a Beltis.

 

-El flujo mágico vendría siendo lo que conecta la esencia con la materia, se podría decir como un ejemplo, la varita. Es el medio mediante el cual, nosotros como magos, hacemos que la magia pueda fluir y sea más fácil de manejar. Más moldeable, por así decirlo -especifiqué, colocando mi varita sobre la mesa-. Es verdad que muchos magos hacen esto por inercia y no piensan todo lo que hay por detrás, pero supongo que luego de que llagas años estudiando... simplemente llega a un punto donde ves todo con más lógica, ¿no?

 

Sobre su última pregunta me limité a negar con la cabeza.

 

-He visto menciones sobre el número áureo en algunos libros, pero nunca he investigado sobre este.

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Candela se sorprendió de ver que uno de ellos le prestaba atención, la verdad era que esperaba que ninguno la tomase en cuenta y terminase una clase con participación nula. Pero ver que alguien le respondía y que, además de todo, parecía saber de lo que estaba hablando, la descolocó un poco. Y pues ya, que ya no tenía idea de cómo seguir con lo que debía.

 

― No sé si uno ve la lógica en lo que hace. Mas bien creo que es todo por inercia, es el hecho de pensar en "Tengo una varita, puedo hacer magia". Pero no es así realmente. Un claro ejemplo de ello, los squib. ¿Por qué no pueden realizar magia? Porque no están íntimamente relacionados con su propia esencia y no saben cómo manejarla. ―suspiró.

 

Le echó un vistazo más, disimulado, a sus anotaciones y continuó.

 

La distancia somática es la distancia por la que actúan todas las energías. Y está determinada, justamente, por el número áureo, o también llamado "número de oro". ―seguido, escribió "1,61538461..."― Verán que es un número irracional que, desde siglos pasados, ha sido comprobada su existencia en la naturaleza y, por tanto, en la realización de la magia. Les diré que, ―sacó su propia varita para hacer una demostración.― aunque no lo notemos, la distancia entre el hechizo que lanzamos -hablemos de las invocaciones y los rayos, los efectos... es bastante más difícil de determinar- y la punta de nuestra varita es de ese valor, el número áureo.

 

>> La distribución y la cantidad de pétalos de flores, la distancia entre las las ramas, las hojas, los tallos, todo está determinado por ese valor numérico. ―hizo una pausa para beber un poco de agua― Tengo que decir que, para hablar de Aritmancia, nos haría falta muchas más clases. Aveces en una sola no se puede abarcar todo el conocimiento que nos gustaría. Peeeeeeero, vamos a hacer un ejercicio simple, antes de que se vayan... O de que tú te vayas...

 

Observó lo distraída que había estado Beltis desde que había empezado a hablar, así que asumió que se debía a la falta de creatividad de su parte por realizar la clase, o a la falta de interés de ella como alumna. Fuere cual fuere la razón, sintió pena por Mery, a quien había tenido que suplir en esa ocasión. ¡Si se enteraba que un alumno perdió el hilillo, la mataba! O bueno, haría el intento. Que la Triviani es dura de roer (?).

 

Quiero que, por favor, me digas cómo se obtiene el número de la mente. Y claro, haciendo uso de mi nombre, me digas qué número me correspondería. ―dicho esto, tomó asiento y esperó.

 

Era fácil, pues era todo lo contrario al número de la voluntad.

 

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Asentí ante las palabras de Candela, haciendo como si entendiera. No era muy dado para los números y sentía como cada dígito que decía la Triviani ofendia mi intelecto y la poca compresión con ellos. Aún me preguntaba porqué decidí tomar ese conocimiento entre los demás. Maldeci a Mery por no estar ahí y ayudarme mejor en todo el tema.

 

Lo que me había mandado a hacer sería toda una proesa, pero al no saber a ciencia cierta a que se refería con el número de la mente tuve que pensar. De nuevo.

 

-Vale -hablar en voz alta me ayudaba a tener un debate interno y llegar a conclusiones más rápido-. El número de la mente debe estar relacionado al número áureo ya que, como dices, el número se presenta en todo aunque mucho desconocen de esto. Si el número se presenta en la naturaleza debe presentarse en nosotros. En nuestro cuerpo. También en nuestros nombres. Entonces si nuestros nombres son números...

 

La puerta. Los números de la puerta.

 

-¿Que cada letra tiene un número y mediante este descubrimos el número de la mente? -la pregunta más que para Candela era para mi-. Si es así -me levanté y abrí la puerta, mirando de nuevo la tabla mientras sacaba cuenta-. Si no me equivoqué sumando, que podría ser, tu número sería el 7.

 

Se sintió más pregunta que respuesta mis palabras, pero cuando de números se trabaja dudaba de mi mismo más de lo normal.

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Se acomodó en el asiento en cuanto Candela comenzó a hablar. Poco a poco fue entrando en un estado de completa apatía. La voz de la Triviani se fue apagando y su mente se transportó a otro lugar muy alejado de la sala de clases. De vez en cuando se quedaba con alguna definición o escribía algo en el pergamino debajo de "esencia, materia y flujo mágico". Aún así, sus cavilaciones seguían la idea de canalizar la magia.

 

No era la primera vez que escuchaba esa noción y probablemente no sería la última. La recordaba atizando el fuego, baja y rechoncha con el pelo negro canoso. Los ojos rasgados, el rostro redondo y la nariz gruesa, rasgos propios de su pueblo del norte. Cantaba algo con una voz dulce. ¿Qué le había dicho? No lo recordaba muy bien, era una niña en ese entonces y su madre aún vivía. Aquella fue la primera vez que vio magia sin varita.

 

Volvió la vista al frente como acto reflejo, como si estuviera siguiendo la clase, sin embargo, apenas ponía atención; lo justo como para no perder el hilo. Después de aquella vez, como niña curiosa, no dejó de preguntar a la anciana qué, cómo, por qué y si le iba a enseñar. Se ilusionó, claro, como la pequeña boba que era pensando que sería algo fácil de dominar, como un truco más. Pasó noches enteras intentando levantar aquello, doblar eso otro y desaparecer lo de más allá. No lo lograba, y eso que alguna vez había hecho cosas de manera involuntaria. ¡Qué decepción se llevó! No era tan fácil. La anciana se lo había advertido.

 

En un arranque de enfado y frustración infantil le contó a su madre lo que había estado intentando practicar en la casa de invierno. Cerró los ojos. Las palabras entrañaban magia, y estaban ligadas a la naturaleza, por lo tanto a los números. Todavía recordaba los esquemas, las runas y los números grabados en todo su cuerpo. Volvió a abrir los ojos y escuchó a Pik resolver un ejercicio con bastante facilidad.

 

¿No habían hecho un ejercicio ya con ese número? Hizo una señal con la mano que sostenía la pluma.

 

- ¿Hay más números determinantes de la magia, números determinantes de un mago?

 

Antes de que respondiera, volvió a lanzar otra pregunta:

 

- He escuchado sobre el triedro mágico ¿qué es?

 

Ahora sí guardó silencio.

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