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Idiomas


Gabrielle Delacour
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De nuevo en el salón; desde que había ingresado como profesora los días estaban más que consumidos entre el trabajo, el ateneo y sus obligaciones particulares, aun así el mantenerse ocupada era de las cosas que más disfrutaba la Black. Caminó decidida hacia el escritorio y guardó dos pequeñas cajas en uno de los compartimentos.

 

Las cosas estaban listas, había mandado a cada uno de sus alumnos una respectiva lechuza; les conocía y aquello le daba un poco más de confianza en el poder ser ella misma. Se sentó sobre el escritorio de madera y sus piernas jugueteaban al estar colgando.

 

El vestido azul que llevaba combinaba a la perfección con el zafiro de su mano izquierda y sus cabellos castaños caían sobre su costad derecho, sencilla y su pequeña cintura era marcada por un pequeño listón negro.

 

Su mirada infantil paseaba por el aula aún vacía ¿Demasiado temprano tal vez?

 

Esta vez no escribiría sobre el pizarrón, las presentaciones estaban de más, les conocía así que no necesitaría saber un poco más de trasfondo sobre su interés. Giró la mirada y soltó un suspiro ¿Llegarían?

 

Tic Toc chicos…

 

Desesperada como siempre.

 

 

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Se quitó el polvo de hombro al materializarse apenas unos pasos del acceso a la Universidad. Guardó la misiva en uno de los bolsillos de los jeans arena, y echó a correr. Gracias a las botas de siete leguas, no le fue difícil dejar atrás los jardines, que a la brevedad se convirtieron en una mancha borrosa.

 

Derrapó un poco antes de llegar a la única puerta abierta en el corredor, emitiendo una mueca ante el eco producido. Ocupó un par de minutos a acomodar el cuello azabache de la camisa, que se encargaba de opacar sus ojos grisáceos cual serpiente. Encogió los hombros, decidiéndose a entrar.

 

Buenos días. saludó a Gabs con una ligera inclinación de cabeza. Vaya sorpresa. Espero no haber llegado tarde, tenía tiempo sin frecuentar estos salones.

 

No esperó una invitación por parte de la profesora, porque supuso que tenían esa mínima confianza, así que ingresó al recinto. Apoyó sus piernas sobre uno de los pupitres. ¿Esperaban a alguien más? No tenía mucho caso tomar asiento, si es que iban a tener una clase más bien dinámica.

 

En una de esas, me equivoqué de clase, y en realidad, tendría que estar viajando a una isla remota en el Caribe, pensó, divertido, utilizando el dedo índice para acariciar su mentón. La pizarra estaba en blanco. Se encontraba en el lugar indicado.

 

 

 

@@Gabrielle Delacour

 

No me llegó la notificación, me enteré chismeando el feed ;o;

Editado por Joseph R. Black Lestrange
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Ya me tocará disculparme por mi retraso...—sentenció cubriendo sus hombros con una fina capa de viaje. El atuendo que lucia no era nada del otro mundo, pero tampoco era común y corriente, al menos no ante sus ojos. Sintiendo como le rodeaban por la cintura, no dudo en deslizar las yemas de sus dedos sobre esas cálidas manos— Lo siento, pero lo dejaremos para otra ocasión—terciando una lóbrega sonrisa en sus labios dejo que el abrazo se intensificará un poco más. Aquel par de gemas azules, si que sabían como sacarle de quicio y balance, colocándole en un serio predicamento. ¿Qué tan malo sería desistir de ir a su clase de Idiomas?, ¿Gabrielle le mataría si no daba señales de vida?, curiosas interrogantes surcaron su mente como dagas afiladas.

 

Me tengo que marchar...—alejándose con falso pesar jugueteó con un mechón del cabello de su esposo. Echaría de menos tenerlo cerca, pero ya tendrían tiempo para ponerse al día y disfrutar de su reencuentro. Saliendo de la habitación se encontró de golpe con su pequeño Espartaco, aquel cachorro que se pasaba todo el tiempo pegado a la Nigromante. Lo llevaría a su clase de conocimientos, no sabía lo que le esperaba y no estaba demás ir resguardada por tan peculiar acompañante. Enfundando su varita en la pretina de sus jeans, emprendió un viaje hacia su destino— Vayamos pues—sujetando con suavidad al pequeño ambos desaparecieron envueltos en una densa neblina verde esmeralda.

 

El viaje no sería demasiado largo, ya que había aprendido acortar distancia, solamente con el solo hecho de visualizar el sitio iría a parar al mismo de inmediato. Su cuerpo se materializo detrás de una puerta de madera, quizás delante de ella estaba su maestra y el posible mago o bruja que sería su compañero. Esperaba no tener que socializar con el, ya que no era muy adepta a entablar relación con personas que le eran desconocidas o con las que jamás en su vida tuvo el placer o desgracia de cruzar palabra.

 

Malfoy...—siseó cruzando el umbral de la puerta, no tenia que dar su nombre de pila. No ante Gabbs que le conocía a la perfección, no por nada el par de brujas tenían un pasado que les unía de una forma peculiar. Varias de las andanzas de la rubia eran del conocimiento de la Black y viceversa, pero no estaba ahí para sacar trapitos al sol o algo parecido. Apoyándose contra la pared dedicó una ligera reverencia al joven que estaba dentro del aula, no era por mal educada, solo que no le apetecía mostrar empatía por el mismo.

 

@@Gabrielle Delacour

 

 

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¡Eobard! Bienvenido...- dijo sonriendo a su alumno y ladeó la cabeza curiosa.– ¿Tarde? Si creo que hasta le jugaste carreras a la lechuza de regreso al Ateneo... Llegas más que a tiempo.

 

La puerta había cortado el momento de las presentaciones entre los chicos, reencuentros se llaman. Tal y como la Black lo imaginaba, era ella ¿Quién más tendría ese nombre y apellido? Leyendas y en cierto modo agradecía encontrar una cara familiar después de tanto tiempo, así sus apellidos fueran naturales enemigos.

 

Gabrielle respondió el saludo de la misma manera que la Malfoy y se aclaró la garganta, la clase estaba completa. Sabría que con los chicos tendría que llevar diferente metodología de enseñanza debido a sus diferentes personalidades pero al final habría que combinarles, era inevitable.

 

Giró su cuerpo hacia el pizarrón al mismo tiempo que sentía que su varita se materializaba sobre su mano, apuntó al gis y éste comenzó a escribir las preguntas que la Black tenía en mente. De nuevo regresó su mirada hacia los chicos y volvió la palabrería mientras el gis seguía escribiendo.

 

¿Qué es Lenguaje? Con sus palabras, esto no es una clase normal, no quiero que me den definiciones de la biblioteca, ustedes se quedan conmigo. Así como también ¿Qué es un idioma? Y lo mas importante para mi...

 

El gis había dejo de escribir y la última pregunta estaba escrita en el pizarrón así como las primeras dos "¿Por qué su decisión de tomar la clase?".

 

– La última pregunta del pizarrón. Mi objetivo con ustedes no es que se vayan sabiendo 50'000 idiomas, si no que tengan las bases para comprenderlos todos y que su cerebro aprenda a moldearse a las diferentes características de cada uno. Es cosa sencilla.- suspiró, aquello le emocionaba por más extraño que pareciera y meneó su cabeza tratando de no seguir con el discurso.– Eobard... Juvs ¿Quién empieza?

 

 

 

 

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Curiosa forma de iniciar una clase, pero no voy a negar que me gusta lo básico y elemental—chasqueó su lengua mirando por el rabillo del ojo el resto del salón. Concentrarse en responder una pregunta tan sencilla y simple, no le costaría el menor trabajo, pero que era lo que realmente esperaba su profesora como perorata por parte de Malfoy— Todos los seres vivos tenemos diversos tipos de lenguajes, pero no ahondaré en la parte teórica y todo eso—terció una media sonrisa en sus labios— Yo lo veo como lago practico y sin mucha complicación, por ejemplo los lobos aúllan y así se comunican con el resto de los miembros de su manada. Igual lo hacen los leones al rugir y los gatos al maullar, pero no sucede lo mismo con los complejos humanos...—entrecerró sus ojos recordando que había más de una forma de expresar lo que sentía o pensaba.

 

Las gesticulaciones surcaron su mente como dagas afiladas, si era curioso como con una simple sonrisa se podía demostrar alegría o quizás una falsa animosidad que no se poseía en lo más mínimo. Pero eso no le quitaba el sueño, desperezándose como un gato se estiraba sobre la pared. Su atención estaba centrada en la Black, detectaba que iba por buen camino, pero no era lo que esperaba escuchar la catedrática. Lamentaba falsamente a veces irse por las ramas o mostrarse esquiva de un momento a otro, pero así era ella un felino agazapado esperando el momento para lanzarse sobre la presa. Su deseo por tomar esa clase, no tenía nada que ver con aprender mil y un idiomas.

 

¿Para que ir parafraseando en francés o alemán?, si con solo saber como detectar lo que le querían decir con un gesto o palabra captaría a la perfección el mensaje. Sus ganas por aprender desde hacía mucho tiempo estaban enterradas varios metros bajo tierra, ya no le interesaba perderse entre las páginas de los libros o leer una tanda de pergaminos que siempre contaban la misma historia solo que desde diferente perspectiva sin lugar a dudas. Empero, justo eso era lo que buscaba un nuevo brío que le encaminará por una senda llena de cosas nuevas e innovadoras, no más de lo mismo que de cuando en cuando le provocaba bostezar.

 

Digamos que decidí tomar la clase por la profesora, no hay nada más interesante que tener a una persona tan especial y que me conoce dándome un poco del conocimiento que posee. ¿No te parece una razón válida?—volvía apoyarse contra la pared—Idioma como tal es la forma que tienen para comunicarse las personas, pero las que no hablan suelen usar las señas o escribir lo que desean comunicar. No creas que me leí un libro sobre el tema, porque hace tiempo que no me topo con un taquete de 1000 paginas, creo que le perdí un poco el interés o tal vez me he enfocado en algo más práctico y efectivo...—quedaba en silencio cerrando sus ojos para esperar la intervención de su compañero de clase.

 

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Esbozó una sonrisa de ironía al escuchar que se había adelantado. Más que de costumbre, tal vez. Sí, ese soy yo; siempre en movimiento, pensó, encogiendo los hombros. La aparición de su compañera no se hizo esperar, por lo que se limitó a dedicarle una cabezada protocolaria a manera de saludo. Dedicó su tiempo a leer las interrogantes que Gabbs fue dejando conforme se dirigía a sus alumnos. Aguardó a que la recién llegada tomara la iniciativa. Se la debía. O no.

 

Llegó su turno, por lo que despegó el cuerpo del pupitre, y comenzó a dar vueltas alrededor de la estancia.

 

Una definición bastante peculiar. Lenguaje. unió ambas palmas, intentando concebir la palabra con sus propias ideas. Lo vería como un mecanismo para expresar ideas, sueños, palabrería sin sentido. esbozó una mueca a medias, haciendo referencia a lo que estaba diciendo. Incluso emociones, si uno es lo suficientemente abierto; O tonto, depende. Tampoco es que se limite a la fragilidad del ser humano.

 

Continuó su recorrido, haciendo una ligera pausa para acomodarse las gafas sobre la nariz. Deslizó los dedos sobre la puerta de acceso antes de girarse hacia las damas, fingiendo haber olvidado que todavía le restaban dos preguntas por intentar responder.

 

El idioma, por otra parte, sería una especie de convención para comunicarse mutuamente y, lo más importante, que haya cierto grado de entendimiento. Puede variar, dependiendo el grupo que lo establezca, pero....Creo que eso ya le atañe a disciplinas como Historia de la Magia o Estudios Muggles.

 

Aprovechó la utilidad de su calzado para desplazarse con rapidez, de vuelta a la mesita de madera. Se limitó a apoyar su mano izquierda, pensando en la última cuestión; era más a nivel personal.

 

Originalmente, tenía planeado cursar Leyes Mágicas. concedió, ladeando la cabeza hacia ambos lados, como habría sido de tener el cuello roto. Pero, creo que el área legal puede esperar. Me interesó Idiomas por la versatilidad que le puede brindar a uno en distintas situaciones. Digo, no seré el más social, por más intentos que haga.

 

Quizá había sido demasiado técnico, aunque no podía negar que le gustaba la teoría, siempre y cuando no opacara la práctica.

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La Black escuchó atenta a la Malfoy; era más que notorio que sabía de lo que hablaba, desde que le había conocido la chica se destacaba por ser acertada y aquella ocasión no estaba del todo lejos del objetivo.

 

Asintió con la cabeza dando pie a que continuara su explicación y, al escucharle mencionar, sonrió sin poder evitarlo ¿Quién diría de la chica seria? Prefirió agradecer el comentario pasándole de largo pues las pruebas de afecto y Juv no quedaban. Gabrielle jugueteó con su varita, estaba un poco ansiosa ya que los dos alumnos tenían dos personalidades diferentes, unirlos sería todo un reto, mismo que estaba dispuesta a tomar.

 

Eobard tomó la palabra y sus ojos miel se clavaron en el joven. Asintió y con un movimiento de varita borró el pizarrón para dar paso a que el gis volviera a escribir en el mismo.

 

Vaya ¿No eres social? Pero si me sales hasta en el cereal… Bueno ese no es el punto.

 

En la pizarra se habían terminado de escribir las palabras “Signos” y “Expresiones”. Desvió su mirada por segundos hacia la pizarra y volvió hacia la clase, sus manos se apoyaron en la orilla de la mesa y sus pies aún jugueteaban en el aire.

 

— La señorita Malfoy dio en un punto demasiado importante en la clase: Expresiones. No hay persona que no haga alguna expresión al comunicar, por más seria y fría que sea una persona el lenguaje corporal es algo demasiado importante al momento de comprender un idioma, no solo te ayuda a comprender a la persona si no a entrelazar las palabras que nos faltan…

Su mirada recayó en el chico y sonrió siguiendo el hilo de la clase.

 

— ...Y entendimiento. Es lo que le sigue después de comprender lo que dijo la chica… No necesita mucho para los idiomas solo estar con los sentidos atentos para entender lo que se nos quiere comunicar.

 

De un salto la francesa se bajó del escritorio, sacó del cajón unas pequeñas cajas de madera para sus alumnos y les dejó en la mesa serían sus transladores de ida, sus transladores de regreso estaban en juego y solo quedaba que los chicos les tomaran: el de la chica era el rojo cereza y el que quedaba, un negro brillante, para el joven.

 

Malfoy, su destino es Alemania, debe decirme la minoría de idiomas que manejan. Sé que no será mucho reto pero sí será el tener que hablar con los demás para dar con ello. Al terminar vaya a Berghain, no, no tiene contenido de doble sentido.- dijo antes de ser posiblemente atacada y detuvo su risa.— Ordene una cerveza a mi nombre y ese tarro será su regreso al Ateneo. No se preocupe, no tendrá cerveza que pueda derramar en el camino.

 

Sólo faltaba el chico.

 

— Usted, señor sociable, más que hablar va a comprender lo corporal. Ese translador lo llevará a Japón, cerca de Ishizuchi Shuzo Corporation, usted va a tener que negociar que le den una botella de Sake para mí. Misma que será la que le dé el regreso aquí, me dirá que obstáculos encontró en el camino.

 

Dicho eso se sentó en la silla detrás del escritorio y sonrió a ambos.

 

— May the odds be ever on your favor… Hora de salir chicos.

 

 

 

 

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Japón, ¿eh? Enviaré una postal.

Se acercó al escritorio para poder tomar el recipiente de madera que, supuso, le correspondía, pues el rojo no era ni mucho menos uno de sus colores predilectos. Apenas rozó la caja con sus dedos, sintió un tirón por debajo del estómago, como si se encontrara en el ojo de la tormenta. El traslador hizo lo suyo, enviando al Black Lestrange al lejano Oriente.

Okay, creo que agregaré los Trasladores a la lista de náuseas. recargó el dorso de la mano derecha en un poste para recuperar la compostura; aborrecía tanta turbulencia. Abrió los ojos como platos al notar dónde se encontraba. Ay, tiene que ser una broma.

Más adelante, en aquel pequeño callejón donde se había materializado, se extendía lo que parecían ser puestos de comida ambulante. Todo lo que pudiera imaginar; había visto el mismo concepto en Europa y América, pero ahí, parecía como si hubiese stands cada centímetro del camino. Encogió los hombros y se dispuso a avanzar, intentando no gastar el limitado tiempo que poseía.

Arribó a una concurrida avenida, en donde los rostros de los transeúntes orientales lo hacían sentirse totalmente fuera de lugar. Literalmente, o un poco. Sus fracciones lo delataban como extranjero sin lugar a dudas. Observó los imponentes edificios, en búsqueda de la compañía a la que Gabbs le había enviado.

-¿Ishizuchi qué demonios? -se desesperó, intentando encontrar algún indicio en el mundo de caracteres. A la vista, todo parecía lo mismo.

Lenguaje corporal.

Encontró una empresa de aspecto elegante casi al final de la calle, de amplios ventanales a ambos lados, tras los cuales se exhibía una infinidad de artilugios que tenían pinta de facilitar la vida de los no mágicos; armatostes como espejos, de todos los tamaños y colores. Apenas puso un pie dentro del recinto, la recepcionista comenzó a hablarle con un acelerado acento japonés.

-Yo...no. Espera, sí. He venido a reunirme con el respetable dueño para tomar un poco de...Sake.

Habló con seguridad, procurando mantener el contacto visual con la mujer. No era un galán, ni mucho menos pensaba lanzarle un Imperius, por lo que debía valerse de su propio ingenio para resolver eso. La oriental pareció comprender su última palabra, por lo que, con sendas reverencias, le indicó el elevador a sus espaldas.

Luego de tener que soportar una molesta música de ascensor, se encontró en lo que podía haber sido el último piso de la edificación. Al fondo, tras una ostentosa mesa de metal y cristal, el rígido sillón de oficina le daba la espalda. Alcanzaba a notar la nuca del sujeto, que no debía medir más de un metro con setenta centímetros.

<<Ah, el gaijin. Esperaba que te rindieras a medio camino ante tanto símbolo extraño. Me dicen que vienes por este preciado líquido pero, ¿te lo mereces?

Para su gran sorpresa, el CEO hablaba un inglés más que fluido, casi como si fuese su idioma natal. De darle la espalda, se situó frente a su escritorio, analizando al Black Lestrange, mientras sostenía el envase de sake con recelo.

-Llegué hasta aquí. Me ha costado mi paciencia, que es un precio justo. -respondió, encogiendo los hombros. No tenía cabeza para los acertijos. -Quizá considere invertir en esta firma, algún día, si es que vuelvo a Japón.

Ante aquella proposición, los ojos del dueño brillaron cual galeones, como si alguien le hubiese dicho que, por cada segundo que respirara, recibiría más dinero. Rió con ganas, caminando en círculos alrededor del castaño; la botella reposaba, en calma, sobre la mesa. Volvió a llamarle gaijin entre breves mofas japonesas.

-Escucha, me están esperando. Te propongo un intercambio. El sake... -hurgó en sus bolsillos, buscando aquella ilusión que más de una vez le había sacado de apuros. -Por el oro que me dieron los duendes.

Encontró un puñado dentro de los mil y un bolsillos de su pantalón. Oro falso, producido por su miniatura de duende Leprechaun. Una vez más, el otro pareció fascinado con la idea del dinero; había dado en el clavo. Sus gesticulaciones y movimientos, como temblor de manos, delataban su obsesión con el metal.

Aprovechó el descuido, producido por el destello del oro al ser lanzado al aire, para cruzar la estancia y tomar la botella de sake. Fue sólo cuestión de tiempo, para que se encontrara de vuelta en el aula de la Universidad.

-Botella de Sake, lista. -puso en alto el envase antes de depositarlo en el escritorio de Gabbs. -Fue...educativo. La clave, no perder la calma ante tantos símbolos, y buscar patrones que coincidieran con el lugar donde tenía que ir. Además de enfrentar el ser extranjero, pues a los japoneses no les agradan mucho. Según noté en sus expresiones, el dueño de la corporación, tiene una gran debilidad por el dinero, lo cual usé a mi favor. En el caso de su recepcionista, bueno, le maravilló la idea de que un gaijin visitara la empresa.


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Alemania era como su segundo hogar, no pudo darle un mejor país para realizar la encomienda de la Black. Era como regresarle de un momento a otro a un pasaje muy importante en su pasado, aquel par de gemas ambarinas le dedicaban una mirada inquisitiva, lacerante por momentos y tortuosa en otroNo ha sido del todo malo o ¿si?—sonreía abiertamente. No se burlaba de su mejor amigo, pero tampoco le estaba diciendo que todo era miel sobre hojuelas. Alemania, Alemania era como revivir cosas que le fascinaban, torturas, muertes y una que otra noche alocada. Sería un placer beberse unas cuantas cervezas y quizás, solo quizás perderse en algún bar de mala muerte y conseguir un acompañante nocturno que hiciera más llevadera su andanza por esas tierras.

— Es hora...—rodeando sus ojos sintió como algo en su cuello le quemaba, la marca de Caín era en ese momento su traslador. El fuerte viento agitaba sus dorados cabellos provocando que su capa de viaje danzará al mismo compás, el cielo oscuro le miraba con fiereza destellando como pequeñas luciérnagas las estrellas que adornaban aquella alfombra negruzca. Sus pasos comenzaron a llevarle por las desiertas calles, le encantaba poder mutar su aspecto en algo más temido y amenazanteEsto me sentará un poco mejor...—transformándose en un guepardo de gran tamaño, desperezándose dejaba de lado su vestimenta. Ya tendría tiempo de buscar un nuevo atuendo y de esa forma le seria mucho más sencillo obtener la información que necesitaba.

Fingir ser un animalito indefenso, incapaz de lastimar al que se le cruzará por delante. Usaría ese encanto que poseen los felinos de su especie, aunque no se podía comparar con un minino casero. Le causaba gracia como ocupaba todo lo que poseía a su favor, desde el pelaje moteado hasta ese par de ojos que eran capaces de clavarse como dagas afiladas en la piel de cualquier sujeto. Avanzando con zancadas tajantes y decididas, detectó la presencia de un joven que de inmediato captó su atención de forma irremediable, destacando en este su porte elegante y varonil— Parece que la cacería comenzó sin esperarlo siquiera...—terciando una media sonrisa en su hocico cambio de forma quedando solo con una fina seda que cubría lo preciso. Dejando poco o nada a la imaginación, pero así era ella descabezada a veces.

Hallo kleines Karamell—susurró cerca de su oídoMi intención no es causarte daño o algo parecido, solo quiero que me ayudes con una pequeña tarea que tengo pendiente—agregó deslizando su mano por el hombro del castaño. Invitándolo a acompañarle al bar que estaba a pocos metros de su ubicación, perderse en una copa de bourbon no le vendría nada mal a decir verdad. Siempre era de las personas que se tomaban todo con ligereza, pero no de esa que provoca pensar que les vale o no les interesa en lo más mínimoLa pregunta es sencilla, ¿Cuántos idiomas se hablan dentro de Alemania?, deseo saber cada uno de ellos con pelos y señales...—le pidió amablemente. Ordenando un par de aperitivos, vodka para el joven y algo un poco más fuerte y candente para ella. Los ojos de este admiraban la belleza de la Animaga, saboreando la sensación que le provocaba poder probar los labios de la fémina.

—Sigo esperando—golpeó con sus dedos la mesa. Este no se demoro en responder a la demanda de Malfoy, rebuscando en su memoria todo lo que sabía sobre dicho tema. Era fácil de adivinar que era todo un conocedor sobre el tema, debido a su profesión. Maestro de idiomas muggle y experto en dialectos de varias parte del mundo—Conoces el tema a la perfección, yo lo sé—alargando la mano para tomar su copa le dio un largo trago. Observando con suma atención los ojos de aquel sujeto, le parecía divertido ese juego del gato y el ratón.

Es wird mir eine Freude sein, dir zu helfen, schöne Frau—sentenció bebiéndose de una sola su copa. Dentro de Alemania, no solo radicaban alemanes puros, sino una mezcla de diversas razas que ayudaron a enriquecer la cultura y el lenguaje que ese país pudo incrementar con el paso de los años. Pasando por polacos, austriacos, judios, franceses y algunos másExisten diversos dialectos y lenguas, no podría enumerarlos todos en una charla—se regodeó por su sabiduría ante el tema. Intentaba impresionar a la mortifaga, mostrándose exageradamente culto y presuntuoso.

Eso imagine, pensaba que eran sumamente cultos y muy muy astutos y creo que no he errado en mi apreciación—meciéndose sobre la silla pidió otra ronda. Uno a uno los dialectos escapaban de la boca de su interlocutor. El grupo alto del medio alemán estaba dividido de la siguiente forma,Bávaro (bávaro del norte, bávaro central y bávaro del sur),Fráncico renano, Nordhessisch, Mittelhessisch, Osthessisch,Fráncico ripuario, Fráncico del Mosela, Francón oriental, El Alto Sajón, Nordobersächsisch, Thüringisch, Schlesisch, Hochpreußisch, El Alemán de Pensilvania y El Alamánico, Mientras que el grupo Bajo Alemán, estaba compuesto por estos dialectos, Bajo Sajón, Westfälisch, Ostfälisch, Nordniederdeutsch, Mecklenburgisch-Vorpommersch, Brandenburgisch, Ostpommersch, Mittelpommersch, Bajo prusiano y el Bajo Fráncico.

Además de otra infinidad de idiomas, el turco destacaba entre ellos y se le unían el Kurdo, ruso, árabe, griego, neerlandés, Igbo (procedente de Nigeria), el Italiano estándar y otras lenguas italianas (sur de europa), el polaco, el serbocroata y el castellano. Ya tenia todo lo que deseaba saber respecto al tema, ahora solo le restaba irse a Berghain, ahi le estaba esperando un tarro con una deliciosa cerveza— Ha sido un placer, pero debo volver a mi hogar—chasqueando los dedos desapareció en el acto. Emprendiendo un divertido viaje, apareciendo dentro de una taberna no tardó en ordenar una cerveza a nombre de la Black, sirviéndole esta en el acto tras llevársela a los labios se sintió atraída a un remolino que le devolvió al aula donde había comenzado todo aquel trajín.

 

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Había pasado suficiente tiempo como para que la Black pensara que los chicos se habían perdido ¿Necesitaría ir por ellos? ¿Por quién iría primero? Sabía que Juv no tendría problema debido a su orgullo, primero muerta que aceptar que estaba perdida… Y el chico era demasiado simpático a lo que posiblemente terminaría metido en problemas ¿Estaba en lo correcto dudar?

 

Caminaba ansiosa de esquina a esquina, de vez en cuando daba un pequeño brinco tratando de meter un poco de dificultad en su andar y de esta manera alejar un poco la ansiedad.

 

Un clik inesperado anunció la llegada del primero. Sus ojos miel se clavaron de inmediato en Eobard y sonrió con cierto alivio, uno menos. Tomó la botella de sake y sonrió al joven escuchando atenta.

 

— Vaya que aprendiste… Y el viaje se trataba exactamente de eso, te valiste por ti solo a base de lo que tu cabeza recibía, en imágenes, estímulos, sencillo ¿Cierto?

 

Inquieta jugueteaba con la botella, caminó hasta el escritorio y le dejó ahí para evitar que sus nervios le hicieran resbalar de sus manos. Ya solo quedaba la Malfoy y otro Clik anunció su llegada.

 

— Uff, es la primera vez que me alegra tanto ver a un Malfoy.

 

Su sonrisa delataba la verdad de sus palabras, su alumna estaba de regreso y solo quedaba el proyecto final. Ambos chicos tendrían que combinar sus habilidades; el reto no sería tanto el saber comprender el idioma si no el poder convivir entre ellos, el salir del problema y llegar al mismo objetivo. Eran mortífagos, no habría problema lo sabía pero sí en cuestión de convivencia.

 

— Su último reto consiste en unir fuerzas. Ambos me han demostrado un buen avance y ahora toca nuevo destino… - de nuevo, abrió el cajón de escritorio sacando una matrioska y dejándola en el escritorio.— La segunda capa les dejará en el destino, sí Rusia por si quedaban dudas, tendrán que comprar una botella de Moskovskaya, en la tercera capa vienen billetes no se preocupen.

 

Pareciera que la Delacour intentaba el hacer alcohólicos a sus alumnos o el mantener la reputación de mortífagos ebrios pero sabía que aquello sería divertido. Posó sus manos en el escritorio y se sentó de nuevo en él ¿Silla? Para qué.

 

— La última muñequita es la que les traerá de regreso al ateneo. El ruso es demasiado complejo, su abecedario, su forma de hablar… Pero para eso tienen que hacer equipo, Malfoy es demasiado buena leyendo las intenciones de las personas y usted Eobard tiene el carácter y la habilidad para interpretar a los demás y darse a explicar. No importa si le compran en una tienda o en la misma fábrica, el punto es regresar con ese vodka.

 

Dicho eso esperó que los chicos tomaran el translador y comenzaran la búsqueda.

 

 

 

 

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