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Historia de la Magia ~ Julio 2018


Anne Gaunt M.
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El tono de voz de su mujer no pasó desapercibido para el vampiro. Aun así decidió sentarse para hacer lo que mejor le salía “Hacer de cuenta que no pasaba nada”. Tal vez le funcionara o tal vez no. Tenía muy claro que no era buena idea hacer enojar a la Gaunt, al menos que quieras morir joven y no estaba en sus planes perecer por el momento. Sonrió aparentando tranquilidad cuando escucho la respuesta de Seba.

 

-Un gusto -Dijo antes de mirar de reojo a Zoella.

 

¿Porque estaba tan callada? Si nunca se quedaba en silencio más de dos minutos al menos que sea culpable de algo. ¿De que era culpable ahora? Le hizo señas con las manos para que se metiera en la conversación que Anne mantenía con Darla. Rhaella ingreso al aula, como el aire fresco en un dia de verano.

 

-Rhae -La saludo con un ademán de cabeza, antes de agregar en tono burlón- ¿Me trajiste un regalo?

 

Siempre que se cruzaba con la peliblanca el Askar había notado que ella les regalaba a las personas objetos de todo tipo. No tenía claro porque, excepto que se quisiera comprar la aceptación de los demás. Espero a ver que le había traído a Anne para ablandarla y que le aprobara la materia sin hacer esfuerzo. Cosa que no era probable que pasara, pero ella no lo sabía, claro.

 

-Responderé primero… -Dijo cuándo la profesora terminó de hablar -Yo vuelvo a tomar la clase porque la última vez estuvo muy bien y termine más interesado en la materia. Además tengo una pregunta un poco idi.ota tal vez... ¿Se puede viajar por el portal hacia el futuro?

 

El Askar se rió con ganas a la interrupción del cuadro. Podía recordar el peligro que había vivido la última vez. Casi terminó decapitado por un soldado, y por poco tiempo había disfrutado el estar disfrazado de caballero con una espada en la cintura. Una experiencia más que divertida para su primera clase de conocimiento. Recordar aquello lo hizo sentir un poco menos tenso que hacía unos minutos atrás.

Editado por Jeremy Barton

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Acaricie los dedos de mi novia con suavidad cuando esta estrechaba mi mano, mientras ponía atención a lo que respondía mi amada a la profesora Anne, intentaría como en todas las clases aprender lo que más pudiera, al final sabia en cierto modo lo que se esforzaban por enseñar cada ramo.

 

Creo que algo estaba pasando, mire a Darla por unos segundos mientras apretaba sus dedos con suavidad, -¿Está todo bien?- susurre a esta, aunque la respuesta tendría que esperar, ella preguntaba que tanto nos iba a enseñar sobre la historia de la magia.

 

Salude a la última chica que ingresaba a la clase, como había hecho con todos los demás compañeros. -Lo mismo digo- Tras eso ya regrese la atención a Anne.

 

-Si te explicas bien Anne, haré todo lo posible por aprender lo máximo que me enseñes, soy como una esponja- señale sonriendo un poco luego que esta respondiera las preguntas que se le habían hecho, además de bromear un rato con uno de los retratos que colgaban en la sala.

 

-Creo que hay a muchos magos de nuestros tiempos a los que hay que recordarles lo que dices, se creen mucho mejores que los antiguos y aun no viven nada- insinué.

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--Todo bien --susurró Darla, sin demasiado tiempo hacia su novio, presionando con amor sus dedos, en señal de confianza.

 

Las respuestas de su novio y Jeremy la hicieron asentir. La duda del mago de hecho la dejó algo sorprendida y preocupada. Se imaginaba el riesgo que era ir al pasado y correr el riesgo de alterar algo. ¿Cuál sería el resultado de conocer cuál sería el futuro y poder regresar para luego alterarlo desde el presente? No, jugar con el tiempo era peligroso, eso lo sabía.

 

La voz del cuadro la hizo prestar atención, no sabía por qué pensó en Sir Cadogan, no tenía sentido. Igual se sintió algo inquieta, definitivamente parecía que sí tendría la oportunidad de conocer los portales en el tiempo, si el Askar que ya había cursado se preguntaba sobre el futuro y el cuadro mencionaba experiencias anteriores, lo cual le hacía sospechar que sí habían viajado al pasado, sus deseos se verían cumplidos. Se obligó a no desvariar pensando en portales temporales y prestó atención a las palabras de Anne, mientras esperaba la respuesta de las primas Zoella y Rhaella. ¿Qué habría sido la broma de los regalos?

 

--¿En verdad no podríamos volver a aprender a utilizar como los magos africanos nuestras manos para producir la magia? ¿Así como en el pasado? Nuestras varitas deberían ayudarnos a tener más control sobre nuestra magia, no limitarla, pero sí, hay muchos magos y brujas que se creen superiores pero que sin su varita no saben expresar la magia que cuando niños nos surge naturalmente --se calló, dándose cuenta que se estaba yendo de tema.

 

--Perdón la interrupción, creo que aún quedan las chicas por responder --se disculpó.

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Con la mirada fija en los cuadros después de la presentación del prometido de Darla pienso en las posibles situaciones que saldrían de este viaje. Entendía que viajaríamos por el tiempo, pero temía dañar algo con respecto a las lineas temporales y dañar el presente o algo. Mis pensamientos se vieron interrumpido por la voz de nada menos que Jeremy, con mi primo la ultima vez que nos vimos tuvimos un momento algo... extraño. Después de aquella intima mordida en el LAIC no nos habíamos vuelto a encontrar y no esperaba verlo en mi clase.

 

Manteniendome callada sin saber que decir veo a Anne algo apenada y desvío la mirada de los orbes azules del Askar. Acostumbrábamos a tener bromas entre nosotros, pero el ambiente hoy estaba algo incomodo. En cualquier momento lo encararía, quería aclarar las cosas.

 

Escuchando atentamente a Darla hablar con Anne y a Seba decir algunas melosas palabras sobre el porque del conocimiento de reojo vi a Jeremy hacerme unas señales. Frunciendo el ceño hago un movimiento con la mano en señal de que se quede quieto y sigo escuchando atentamente a la Gaunt quien se vio interrumpida por mi hermanastra, quien al entrar con su típica actitud sonreí un poco, sabiendo que junto al par Triviani esta clase seria genial.

 

Cuando Anne preguntó sobre el porque escoger su clase me tome unos minutos para pensar, sí era uno de los conocimientos del departamento donde trabajaba pero también trata sobre un tema que pica bastante mi curiosidad. Escuchando las palabras de Jeremy y la interrupción del cuadro decido contestar - Escogí historia junto a Rhaella por tres razones - Hice una pequeña pausa - primero pues es un conocimiento que necesito en mi puesto de trabajo; segundo la historia de todo es algo que siempre ha llamado mi atención, el porque de las cosas son así y como se desarrollan las cosas a través de los años; Y ultimo pero no menos importante quería fortalecer lazos con mi hermanastra y que mejor que hacer un viaje y estudiar juntas - Finalicé mientras me rascaba el cuello, justo donde los colmillos de Jeremy habían estado.

 

Las ultimas palabras de la profesora fueron contestadas con Jeremy, Darla y Sebas. A pesar de que poco sabia de la historia mágica decidí agregar algo a lo que ellos dijeron - No tengo una época fija a la cual conocer, creo que todas son parte fundamental y viajar por varias seria algo interesante por hacer. Mi duda es sobre el respeto a la linea de tiempo ¿Nuestro viaje no hará algún cambio o algo? - Finalicé mientras me removia nerviosa en mi asiento.

 

Los nervios de la presencia de mi primo me estaban haciendo temblar un poco las manos, con algo de molestia las escondí entre mis piernas apretando los muslos y concentrándome en las maquetas del fondo despeje mi mente.

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Jeremy fue el primero en hablar después de su presentación de la clase, por así decirlo. Realmente había explicado el funcionamiento respondiendo a las cuestiones de cada uno, así que solo le restaba ver si concretaban su destino... o dependía enteramente de ella. En cualquiera de los casos, le era indiferente porque no le costaba trabajo alguno.

 

Miró al Askar con gesto neutro, aún no tenía claro cómo reaccionar. Había oído tantas cosas en los últimos días...

 

Esa pregunta... —titubeó por un momento. Conocía perfectamente la respuesta, pero no sabía hasta qué punto debía hablar de ella—. A efectos teóricos sí, es posible. Pero no depende enteramente del poder del portal, sino que hay que combinarlo con otros conocimientos y... habilidades de las que yo carezco. Así que, a efectos prácticos para nuestra clase, la respuesta es no... señor Askar.

 

Mantuvo el tono neutro, pero las últimas dos palabras sonaron ligeramente más duras. De repente, sus ganas de mantenerse tranquila para no enturbiar su papel como docente habían desaparecido. Quizás por los gestos que veía dirigirse a la Triviani con el Askar. Frunció los labios tanto que estos perdieron un poco de color.

 

Habló entonces Zoella para responder sobre las motivaciones que la habían arrastrado hasta su clase. Anne se cruzó de brazos y la escuchó sin alterar su gesto facial. Cuando acabó de hablar, miró de reojo a Rhaella y luego sonrió débilmente.

 

Excelente, gracias por tu sinceridad. Espero que disfrutes la clase y puedas llevarte algo aprendido, Zoella. Pero te digo lo mismo que a tus compañeros: historia no se aprende en un día, sino a diario. Por eso os invito a acompañarme en mis clases siempre que los deseéis.

 

Se quedó pensativa entonces, sin poder concentrarse enteramente en lo que debía. Le había costado responder a la chica sin utilizar alguna frase mordaz para hacerle entender que había escuchado de sus aventuras con su novio...

 

Ay, cuánta razón tienes Seba —le concedió, agradeciendo las palabras del Granger para poder centrarse en algo distinto. Se giró hacia él—. Quizás debieran pasar más a menudo por mi clase para aprender un poco —añadió, con gesto burlesco. Pero lo suavizó rápidamente al desconocer los intereses y amistades del hombre, había magos muy malpensados que podrían hilar sus palabras en un contexto muy distinto del que ella imaginaba en aquel momento. Luego miró a Darla. Dos meses atrás habían tratado aquel mismo tema, siempre interesante e importante—. Tienes razón, nosotros no tenemos esa capacidad porque nunca lo hemos trabajado. Siempre nos han inculcado, desde niños, que hay que controlar el torrente de magia que fluye por nuestro cuerpo. De esa forma, perdemos la capacidad de manifestar esa magia al exterior sin un conductor. En este caso, la varita. O una vara o bastón, ya sabes. El caso es que precisamos del conductor para poder controlar nuestro poder. De otra forma, nuestras habilidades se debilitan... o, en la mayoría de los casos, se descontrola. Aunque eso no significa que haya hechizos que podemos realizar sin conductor alguno.

 

Hizo una pausa, mirando significativamente a la Potter Black. Acercó su mente a la de la mujer cuidadosamente, intentando proyectar en su cabeza uno de los poderes que ambas podían utilizar. Para él, no requerían varita alguna y podían realizarlo en cualquier momento y lugar, con o sin varita, pronunciando el hechizo o recitándolo solo en su mente. Pero Darla era oclumante, al igual que ella, y no estaba segura de si su pensamiento podría entrar en la mente de su ahijada. Así que volvió a contraer su mente para evitar confusiones o malentendidos.

 

Los magos africanos ciertamente conservan un poco mejor este tipo de magias. Pero es cada vez menos común, lo sé. Básicamente porque el verano pasado estuve en Egipto por asuntos ministeriales y... bueno, usan las varitas para hacer magia. Os lo garantizo —comentó, encogiéndose de hombros con gesto divertido.

 

Miró a Zoella, que parecía tener también algo que preguntar sobre la clase. Asintió.

 

Nuestro viaje no hará cambio alguno porque yo no permitiré que sea así. Y escúchame bien respecto a esto, tú y todos los demás —la mirada de la Gaunt, de repente, se había oscurecido—. Cuando atravesemos el portal, no quiero que nadie, repito, nadie se deslice fuera de mis indicaciones. Las consecuencias de cualquier desliz pueden ser fatales. Podemos alterar toda la historia del mundo mágico solo por apartar un trozo de madera tirado en un camino. Así que espero que os toméis muy en serio mi advertencia, u os veréis en un problema muy serio —les dijo, con tono tajante. «Y el problema más serio sería para mí, dicho sea de paso», añadió mentalmente para sí misma. Glanmore Peakes, en su cuadro, pareció pensar lo mismo a la vez que la Gaunt porque la miró con una sonrisa burlona y desapareció de su retrato, soltando unas carcajadas bastantes desagradables.

 

Dicho aquello, Anne se dirigió a un lateral de su escritorio, allá donde había un espacio vacío en el aula hasta llegar al ventanal. Tomó su varita y se concentró en lo que iba a hacer a continuación.

 

Fulgura Nox.

 

Las palabras fueron un sencillo murmullo que alteró el aire frente a la warlock. Éste pareció vibrar durante un instante y, de repente, una especie de corriente líquida tomó forma hasta que adoptó la forma de un portal de color blanquecino que lanzaba destellos. Parecía agua brillante, pero no mojaba. Anne se giró entonces hacia sus alumnos.

 

Aprovechando las palabras de Darla, he escogido un destino que, espero, os gustará. Viajaremos a África, concretamente a Uganda. Y vamos a visitar Uagadou a principios del siglo XX. Cambiad vuestra ropa, por favor. Túnicas largas y de manga larga, ¿de acuerdo? Intentemos no llamar la atención más de lo necesario.

 

Ella misma paseó su varita por su ropa: la túnica ceñida de color vino tinto se ensanchó y adoptó un color ocre oscuro de manga larga y sin ningún adorno especial, salvo el cinturón que la ceñía a la cintura de la bruja. Además, se echó la capa de viaje sobre los hombros, la que reposaba sobre el perchero. Señaló el portal con la cabeza.

 

Voy delante. Y os espero al otro lado, no tardéis.

 

Dicho aquello, cruzó el portal. Lo primero que notó de su destino era la diferencia climática. Corría una brisa más cálida de lo que Anne hubiera querido que le revolvió el plateado cabello. Instintivamente, se echó la capucha de la túnica sobre la cabeza y se giró, en dirección al portal, para ver si sus alumnos la seguían. Tras ella, elegante e imponente, se elevaba la Escuela de Magia de Uagadou, la más grande de todos las que había en el mundo. Estaba instalado en una montaña, las Montañas de la Luna, y parecía elevarse en el cielo y flotar en él a causa de la niebla y nubes bajas que lo rodeaban. Era una vista espectacular.

 

 

@@Darla Potter Black @@Seba Granger @ @@Rhaella Triviani @

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Sabia que algo sucedía pero lo dejaría en paz por ahora, ya con el gesto de la Potter Black era suficiente, me concentre en la clase y las distintas preguntas y argumentos de mis compañeros en sus presentaciones, como era de esperar luego venían las respuestas de Anne.


Con cada palabra de los distintos protagonistas de la clase no se por que sentía que el ambiente estaba un poco enrarecido, pero tal vez solo era sugestión mía.


Entrelazo los dedos de mis manos, me arrepentía de no haber llevado un libreta o cuaderno donde anotar las observaciones de la profesora, por suerte tenia buena memoria, pero igual no era malo tener la información en apuntes.


"Nuestro viaje" esa frase de Anne resonó en mi cabeza, ¿o sea que la clase no seria solo ahí?, de verdad es que esperaba que las cosas salieran bien, cada que había tomado una clase y nos habían llevado a otro lugar las cosas se habían descontrolado un poco.


Las advertencias de lo que podía suceder no ayudaban mucho a la confianza de lo que estaba por venir menos si a muchos de ellos no los conocía mas que de ese salón.


No había alcanzado ni a masticar la idea de que tendríamos que viajar cuando Anne ya estaba conjurando el portal por donde debías ingresar hacia el destino, lo bueno es que a África jamas había ido, serviría para conocer, lo de la vestimenta no me agradaba para nada, jamas me habían gustado las túnicas, ni siquiera capa usaba, pero no quedaba otra que acatar.


Apunte mi varita a mi ropa para cambiarla por lo que pedía Anne, la que ya había desaparecido por el portal. Una túnica gris oscuro cubría mi antigua vestimenta, mire a Darla para luego pasar el portal.


-Creo que estoy entero- fueron mis primeras palabras cuando sentía la subida de temperatura de inmediato.


-¿Iremos en busca de algún mago importante?- pregunte mirando a Anne, luego al portal.

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Su mano acariciaba a la de Seba mientras escuchaba las respuestas que iban y venían, por un momento miró por sobre su hombro, aunque estaba puesta medio de costado, para ver los rostros de los que hablaban y no. Creía que Seba también había notado el aire un poco enrarecido en el lugar. Creía que tendría que hablar con Anne luego para saber si todo marchaba realmente bien.

 

Pero por ahora era mejor dedicarse a escuchar con atención las palabras de la Gaunt, asintió al escucharla explicar sobre el uso de la varita, de los magos europeos y de los africanos e interpretó su gesto al mirarla de una manera particular. Asintió casi sin darse cuenta, y de golpe sintió la caricia, no era invasiva, había sido como si una mente hubiera intentando acercarse a la suya ¿había sido Anne? Casi por instinto se había cerrado con oclumancia y la había no rechazado pero si mantenido a raya, aunque la presencia se había replegado casi por su cuenta. Eso también tendría que consultarle luego.

 

El viaje la entusiasmó, aunque debía reconocer que aunque entendía perfectamente la advertencia, la risa del mago del cuadro no le simpatizó. Ella entendía a lo que se refería Anne, había visto los efectos en películas muggles, estaba segura que el Efecto Mariposa era una posibilidad real. Incluso había visto el tema tratado de una forma un poco más cómica, en un programa muggle, pero tampoco era lo óptimo, no quería terminar convertida en culebra.

 

Observó como la platinada invocaba el fulgura nox, con curiosidad e interés, era eso lo que quería lograr hacer. Se puso de pie y se sintió un poco orgullosa de que su comentario sobre Africa los llevara allá. Seba ya había cambiado su túnica y ella misma lo imitó, moviendo a Edelweiss y transformando su ropa en una túnica celeste clara, con un cinturón trenzado en azul marino y plata.

 

Darla siguió a su prometido tras que éste atravesara el portal siguiendo a la profesora de la clase. Respiró profundo y atravesó el portal ella también. Sus ojos pestañearon, ya que, aunque el salón era luminoso, el lugar al aire libre lo era mucho más, quizás en parte tuviera que ver que estaban en Uganda, un lugar más cálido que Inglaterra.

 

--Entero y tan bello como siempre --respondió a su novio mientras sus ojos se extasiaban con la imagen del imponente edificio tallado en la piedra y que daba la sensación de estar suspendido en las nubes. La suave neblina cubría el lugar pero aunque no era espesa daba esa mágica sensación que seguramente habría hecho pensar a muchos de que sus ojos los engañaban y estaba realmente flotando en el lugar.

 

Tras escuchar la pregunta de Seba miró a Anne esperando a escuchar la respuesta e intentando imaginar a quién iban a conocer a principios del siglo veinte.

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Después de escuchar la respuesta de la Gaunt asiento un poco y volteo a ver a mi hermanastra para regalarle una sonrisa. El ambiente se sentía algo turbio, esperaba que Anne no pensara cosas erróneas de mi a raíz de los últimos acontecimientos entre el rubio y yo. En fin, sin mucha importancia sobre eso me pongo de pie junto a todos frente al portal.

 

Uganda suena llamativo, sobretodo por las extrañas costumbres africanas. Pasando la varita sobre mi ropa me cambio por una larga túnica color ocre y me dispuse a cruzar después de la pareja.

 

Ya en suelos africanos una gran ventisca soplo sobre nosotros haciendo que un poco de arena entrara en mis ojos - Ah! - Dije mientras empezaba a refregarlos y esperaba que cruzaran los últimos. Las palabras de Anne me habían dejado pensando, los efectos que algún cambio del pasado podrían ser fuertes lo que quiere decir que debo dejar mis manos quietas o deberé atenerme a las consecuencias.

 

Volteando me encuentro con la Escuela de Magia de Uagadou, una gran edificación que se oculta entre las nubes. Una hermosa estructura nos da la gran bienvenida.

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Sí, definitivamente el vampiro se dio cuenta que el tono de la Gaunt había cambiado para peor. Ya podía sentir que las próximas horas, tendría que soportar un trato helado e impersonal de su parte. ¿Qué haría al respecto? Hacer lo que estuviera en sus manos para que no pudiera quedar indiferente. Sería un arduo trabajo, ya que llamar la atención no era algo que precisamente le saliera bien.

 

El vampiro apenas escuchó las palabras de los demás. Usaba sus voces como música de fondo mientras pensaba en lo que Anne le había dicho. ¿Había posibilidades de viajar al futuro para saber qué cosas cambiar en el presente? Era una posibilidad que le despertaba muchísimas más preguntas para hacer.

 

Estaba por empezar a preguntarlas cuando se dio cuenta que el portal ya estaba abierto y sus compañeros ya habían pasado por él. Se apresuró a cruzarlo sin cambiarse la ropa para nada. Jeremy tenía problemas serios con cumplir las consignas que le daban, hasta las más simples. Tampoco creía que pasara nada con lucir un poco distinto a las demás personas del lugar. ¿No podían ser extranjeros?

 

Los cabellos rubios del Askar se revolvieron cuando cruzó el postal. La temperatura había aumentado considerablemente, haciendo que se quitara la chaqueta de cuero y la llevara doblada en el brazo, mientras sus ojos no paraban de mirar el tremendo paisaje que los rodeaba.

 

-Dime que si recorreremos ese castillo y nos robaremos alguna cosa -Le dijo a su mujer acercándose a su lado.

 

¿Estaba tratando de hacer las paces? Claro que si. No podía vivir sin Anne y sus blinlies, sus dine y sus horas.

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Anne sonrió, escuchando la pregunta de Seba por detrás de él. No se giró para responderle.

 

Depende de cuál sea tu concepto de mago importante, Seba.

 

Al parecer, los demás también habían ido llegando. Miró de reojo, y vio que solo faltaba Rhaella. ¿Quizás temía el portal? Por si acaso, decidió dejarlo abierto con un hechizo desilusionador alrededor para que nadie lo encontrara por casualidad. Y así podría seguirles, si se decidía a cruzar. Miró a Jeremy, que acababa de ponerse a su lado.

 

Si robas algo de ahí, yo misma te cortaré la mano. Espero haberme expresado suficientemente claro, querido —le respondió con tono seco, y una fría sonrisa en los labios. Entonces se percató de su atuendo y se separó un paso, no sin antes pellizcarle en un costado—. ¿Te cambias de ropa o te dejo aquí, atado a cualquier piedra que encuentre?

 

Intentó mantenerse seria, aunque la comisura de sus labios varió lo suficiente como para indicarles que estaba a punto de sonreir. Sacudió la cabeza y se giró de nuevo hacia la escuela.

 

Vamos, no tenemos tiempo que perder.

 

Comenzó a seguir un camino de tierra delimitado a ambos lados por unas piedrecitas claras que marcaban inequívocamente el sendero a seguir. Uagadou se alzaba, imponente, cada vez más por encima de sus cabezas. De repente, aunque se veía despejado al frente, atravesaron una especie de límite invisible que los hizo aparecer en otro lugar muy distinto, una especie de patio de entrada al colegio. Un par de chicos de piel y ojos oscuros jugaban a los gobstones y los miraron, sin comprender.

 

Quisiera hablar con Amadou Bahati. ¿Es tu profesor? —preguntó, en perfecto suajili aunque con un ligero acento inglés. El niño asintió con la cabeza y se levantó del suelo de un salto, indicándole con el brazo que les siguiera. Anne le sonrió y caminó tras él, dirigiéndose ahora a sus alumnos—. Amadou es profesor de esta escuela, muy diestro en pociones. Nos conocimos accidentalmente en un viaje... no diré si suyo o mí—añadió, con gesto divertido. Tras el patio, al atravesar unas puertas de madera claras e imponentes, entraron a un pasillo fresco y donde corría una suave brisa. Había paso de aire, quizás por otro patio cercano aparte del que acababan de dejar atrás. El niño había desaparecido y, unos metros por delante, al final del pasillo, apareció un hombre fornido con algunos kilos de más y una bonachona sonrisa en su oscura cara.

 

¡Anne Gaunt! ¡Me alegro de verte, chica!

 

— ¡Lo mismo digo, amigo!

 

Ambos se abrazaron durante un par de segundos y se palmearon mutuamente los brazos. Anne se apartó para dejarles a la vista a sus alumnos.

 

Amadou, estoy en un viaje... estudiantil, ya sabes. Estos son mis alumnos de Historia de la Magia. Él es Seba, ella es mi ahijada Darla, aquí tenemos a Zoella y éste otro es Jeremy —los fue señalando uno a uno, sin perder la sonrisa—. Chicos, él es Amadou Bahati, uno de los mejores profesores que han pisado y pisarán Uagadou.

 

¡Ay, por favor! ¡Menuda exageración! Un gusto saludaros a todos. ¿Qué os trae por aquí... en estos días? —preguntó, mirando significativamente a la Gaunt con gesto cómplice. Su tono de voz era ligeramente ronco, pero a la vez sonaba familiar.

 

Qué agudo eres —respondió con mordacidad la warlock—. Bueno, estudiábamos Historia y Darla se interesó por los magos que son capaces de hacer magia sin varita. Me viniste directamente a la mente, amigo, y prefiero dar un paso al costado para que seas tú quien les explique un poco al respecto.

 

Y así lo hizo. Dejó a Amadou delante, quedando ella un par de pasos por detrás para cotillear disimuladamente el pasillo. El hombre, sin embargo, soltó una risita.

 

De acuerdo, pero éste no es lugar —hablaba inglés perfectamente, aunque arrastraba ligeramente las eses—. Seguidme por aquí, iremos a mi despacho.

 

El camino hacia la oficina del profesor africano no fue muy largo, si bien tuvieron que subir y bajar algunas escaleras tras pasillos estrechos. Parecían moverse entre torres, o algo así. Y Anne no dejaba de pensar que al final de cada escalera había una especie de portal invisible. Pero Bahati nunca le había querido hablar del tema. Finalmente, entraron a una sala amplia donde olía a flores. Al fondo, un enorme escritorio de madera clara con un sillón tapizado en verde oscuro resultaba lo más llamativo del lugar, si bien el gran caldero que bullía en el otro extremo también resaltaba bastante a la vista. El resto de la estancia estaba lleno de estanterías, libros y una pequeña mesita con tres sillas su alrededor.

 

Vaya, bonito despacho. ¿Qué cueces en el caldero?

 

— Bayas. Y raíces.

 

— ¿Para qué cueces bayas..?

 

— No recuerdo que ése fuera el tema de la visita, Anne —rió el hombre, moviendo las manos frente a él. Al instante, las sillas repartidas por la estancia, incluido su magnífico sillón, comenzaron a levitar y ocuparon un lugar en el centro de la estancia formando una especie de círculo. Anne sonrió encogiéndose de hombros y se sentó—. Bueno, bueno. Me atreveré a tomar la palabra solo porque vuestra profesora así me lo ha pedido. ¿Y bien? ¿Cuáles son vuestros intereses en la magia sin conductores? ¿Vosotros no sois capaces de hacer algo sin vuestra varita? No puedo creerlo.

 

Él tomó asiento el último, dejándose caer pesadamente y cruzándose de piernas lentamente. Se inclinó hacia adelante, adoptando una postura de quien va a confesar algo privado al resto.

 

A mi parecer... los europeos restringís mucho vuestra magia. Tenéis esa fea manía desde pequeños. Todos manifestamos la magia de la misma forma, unos antes y otros después. La media dice que todo niño con poder mágico en sus venas lo manifestará entorno a los 7 u 8 años. Aquí, cuando un infante da señales de magia, todo el mundo lo celebra y alaba. Y, de alguna forma, empieza su aprendizaje al respecto a pesar de que no vendrán a la escuela hasta unos años después. Por lo general, todos los que llegan aquí a su primer curso ya saben usar hechizos de limpieza, reparación superficial e incluso alguna que otra transformación sencilla. Los padres y hermanos mayores se encargan de ello —hizo una breve pausa para mirar a Anne durante un segundo, pero ésta seguía con la vista clavada en el caldero—. Sin embargo, en vuestro sistema se explica al niño que no debe utilizar la magia hasta que le enseñen a hacerlo. Y se mantiene ese poder tácito hasta que se llega a la escuela. Hogwarts, supongo en vuestro caso. Y ahí os enseñan. Y por supuesto, os enseñan canalizando esa magia con vuestras varitas pero... ¿acaso no podíais hacer algo de magia sin varita siendo niños? ¿Por qué luego la necesitáis? He ahí el quid de la cuestión.

 

Amadou se levantó y apartó el sillón con un gesto de la mano.

 

Aquí en Uagadou enseñamos a hacer magia sin varita, aprovechando el poder de cada uno para que pruebe sus propios límites. ¿Cómo? Muy sencillo, igual que lo aprendéis vosotros. Pero con nuestras manos —movió los dedos ante ellos, con las manos alzadas—. Es como si nuestras extremidades superiores fueran nuestras varitas. Adiós al problema de que se estropeen, pierdan o rompan. Me consta también que hay un sector aquí, en la escuela, que quieren fomentar el uso de varita... quien sabe, quizás dentro de unos años nos veamos con esas incómodas varillas de madera en los bolsillos —miró a Anne de nuevo, que esta vez sí soltó una risita—. Pero, en cualquier caso, no hay misterio en esto de hacer magia sin varita. Es solo... aprender a hacerlo, siempre que esté permitido. Sé que en vuestro caso no es así. ¿Alguna pregunta?

 

@@Darla Potter Black @@Seba Granger @ @@Rhaella Triviani @

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