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Crisis en Ballycastle


Ky.
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¡Eso era! Los dos jóvenes que esperaba que me apoyaran con ésa idea, fueron los primeros en reaccionar. No entendía muy bien cuál era el objetivo de la clase y a qué se habían referido con “fijarse si necesitan ayuda”, porque ahí todo era un caos y muchas cosas nos necesitaban. Una de ellas era la persona que a ésta altura, hasta quizás se habían ido. Pero teníamos tres cosas que hacer: una, averiguar quiénes se llevaban a ésa persona. Dos, averiguar quién era ésa persona y porqué la estaban secuestrando. Y tres, regresar para terminar con las personas allí. Aunque tenía que admitir que no eran muchas.

 

¡Vamos! —comenté, asistiendo tanto a Jank como a Melrose. De un salto me monté en la escoba y ésta tomo vuelo. Prefería mil veces y prefería mil veces más, convertirme en búho. Era mucho más rápido y eficaz y estaba seguro que se me podría complicar hacer algo desde aquella altura. Pero si la dificultad estaba en utilizar la escoba, entonces teníamos que hacer. Escuché a las otras dos personas que también levantaban vuelo—. Era por allí.

 

Le señalé por si alguno de los dos quería adelantarse o hacer alguna otra cosa que ayudara. Recordaba que justo había sido del lado opuesto de los aros donde habíamos partido, incluso era pasando las tribunas, en una de las primeras esquinas que doblaba a la derecha. No entendía si eran magos o muggles pero algo estaba pasando tras la situación que al parecer, se había desbordado.

 

Aproveché a resguardar mi varita entre los dedos, esperando utilizarla pronto. Capaz que esas personas encapuchadas eran culpables de todo aquel desastre. O tal vez la que se estaban llevando había sido encontrada realizando alguna maldad. Pero cualquiera de las dos nos servirían. Nos fuimos elevando en el aire hasta masomenos quedar a la altura de las gradas y le dijimos a niko que no tardaríamos más que unos minutos, que ya volvíamos.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Los aros activaron otra memoria.

 

Esta se trataba de un partido en Hogwarts, uno importante. De cuando cursaba cuarto o quinto año, no atinaba al detalle. Lo que sí rememoraba con claridad era la bochornosa desventaja que Ravenclaw llevaba contra Gryffindor, por lo que solo dependían de su buscador para salvarse el pellejo. Jank, como cazador, había fallado casi todos los tiros, incluso cuando recurría al Cobbing para posicionarse mejor. Sentía la presión en los brazos, la frente y el pecho, pero en ningún momento sintió miedo o frustración. El resto de su equipo, pese a estar concentrados, tampoco parecían tomárselo demasiado enserio. Solo se estaban divirtiendo, y las risas ocasionales entre los golpeadores o los insultos en galés que se lanzaban los guardianes no hacían más que confirmarlo. Incluso siendo tan joven tuvo el chance de apreciarlo. El resultado del partido se presentaba borroso en su mente; tal vez porque la celebración había sido en las Tres Escobas y, al igual que de adulto, siempre se pasaba de cervezas.

 

Volvió a la realidad cuando escuchó la indicación de Elvis. Movió la varita para enviar una estela de luz celeste que al cabo de unos segundos se dividió en tres, formando pequeñas esferas que ofrecían mayor visibilidad y dispersión del humo. A medida que avanzaba se fue percatando de lo distinto que resultaba manejar una escoba como instrumento de investigación y supervivencia que volar en calidad de jugador. Ambas perspectivas exigían un alto grado de equilibrio físico y emocional. Aunque debía admitir que la magia de un partido no se hallaba en cualquier sitio..

 

De repente, una de las esferas se hinchó y emitió un relámpago alarmante. Detrás de una de las tarimas, entre los escombros de madera y telas, podía detectarse la figura de unos encapuchados saliendo o entrando de lo que a la distancia parecía tratarse de un túnel. Jank se dirigió a ellos tan rápido como pudo y les apuntó con su varita desde las alturas. La distancia que los separaba le impedía descifrar sus identidades. Tendría que hacerlo por sí mismo.

 

- ¡Alto ahí!

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- ¿Qué hacemos? - Repitió el Tonks sin saber muy bien qué decirle a su alumno. No deseaba ser descortés pero era la primera vez que un alumno se presentaba ante él para informarle de una posible situación ilegal sin haber hecho nada. Niko habría intentando perseguirlos al menos y traer un poco más de información sobre lo que estaba sucediendo. Sin embargo, tendría que tomar una decisión rápido sobre cómo proceder.

 

- Eso es justo lo que yo haría - Jank había tenido una gran idea. El Tonks deseaba conocer un poco más sobre los detalles del caos que estaban viviendo en Ballycastle. No era nada normal lo que estaba ocurriendo y tenía claro que alguna razón tendría que haber. Tal vez la conexión estaba en dichas personas y esperaba que sus alumnos tuvieran buenas habilidades para no ser detectados. Además, tendrían que volar muy rápido.

 

- Usen todos sus conocimientos para que no los vean y sí los ven no duden en defenderse - Dejaría a su propia creatividad y decisión lo que tendrían que hacer - Toma esto te va a ayudar con la tos - Antoni tenía un maletín lleno de cosas utilizadas para proveer Primeros Auxilios así que Niko le quitó uno de ellos para ayudar a Jank con su tos. No deseaba perder un alumno de su clase y menos cuando eran los únicos que estaban ayudando de alguna manera.

 

- Antoni, creo que ya casi terminamos por este lado - Los heridos de mayor gravedad habían sido evacuados y solo tendrían que terminar de curar a los menos graves y que no necesitaban ser enviados a San Mungo - Por favor, ayuda a estas personas. Creo que van a necesitar un par de ajustes en los huesos pero eso seguro lo dominas fácilmente - Niko movió su varita para comenzar a reconstruir las casas y todo lo que estaba dañado. Sabía que tendrían que venir más magos a ayudarlo pero al menos podría empezar.

 

- Creo que también vamos a necesitar un par de remedios contra quemaduras - Algunas personas tenían heridas producidas por el fuego. Confiaba en que el pequeño maletín de Antoni tuviera todo lo necesario, seguramente como buen mago tenía montones de cosas ahí adentro. Niko se dedicó a seguir arreglando los daños, mientras Antoni con su ayudante terminaban todas las curaciones - Espero que nadie salga herido - Pensó, no quería que uno de sus alumnos saliera herido. Sin embargo, no sabía a qué se estaban enfrentando.

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Asentí al ver a Jank que tomó las riendas del asunto. Tenía que admitir que me hinchaba el pecho de orgullo al verlo de ésa forma, encarándose con su escoba directamente dónde había señalado. Incluso adelantándose mucho más que yo, lo que eso me volvía a recordar que los años me jugaban mucho más pesados. Aun así, tener a Jank como compañero me hacía seguro y hasta quería abrazarlo cuando gritó a los sospechosos.

 

Iba detrás de él, para brindarle todo el apoyo que necesitara. Aquellas esferas pequeñas eran magia sensacional y cuando nos indicó que estábamos haciendo bien las cosas, me aseguré de llevar mi varita. Pero acercándonos a los sospechosos, a la entrada de aquel túnel, el último de ellos que estaba justo en el umbral de la entrada, se metió la mano entre sus vestimentas y agitó su varita.

 

¡Eran magos! Estaba en lo correcto.

 

Era algo casi lógico al pensar que mucha gente estaba sufriendo con aquello del estatuto. Pero muchos otros se estaban aprovechando de la situación y al parecer, Castellobruxo había elegido 8º su profesor) un sitio donde estaban realizando aquello. Tomé la escoba y la tiré de golpe hacia la derecha, para esquivar aquel encantamiento que me habían lanzado como si se tratara de una bala. De haberme dado, seguro que como mínimo, me habrían tirado de aquella escoba.

 

No lo dudé ni un segundo. Aprovechando aquella curva hacia la derecha (pasando por detrás de Melrose), saqué mi varita.

 

Una, dos, tres, cuatro, cinco veces, dirigía mi varita por detrás de mi cabeza y de un latigazo iba despidiendo luces azuladas que salían como flechas, todas directamente contra los sospechosos. Claramente que no eran encantamiento fatal pero las intenciones eran dos opciones: o los desmayaba o los distraía para que no pudieran atacarnos libremente. O al menos darle una mano a Jank para que tuviera un panorama más descubierto. Por eso le grité.

 

— ¡Te cubro, amigo!

 

Ésta vez, viré hacia la izquierda, acercándome hacia la entrada pero ésta vez por el flanco izquierdo. Pasé por detrás de Jank, ésta vez haciendo unos espirales y estirando el brazo hacia los sospechosos encapuchados (ésta vez uno de ellos ya se había puesto al recubierto). La estela ésta vez no era de luz, sino de fuego. Aquellas Flechas de Fuego iban como águilas flameantes que casi ni se veían de lo rápido que iban. Una de ellas pegó en una de las tablas sueltas, rebotó y empezó a incendiar unas telas.

 

@@Jank Dayne @

Editado por Elvis F. Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Anthony Ryvak Dracony & Asrael

 

 

Imponía mi mano sobre uno de aquellos heridos, usaba mi Amuleto de Curación , pues sus heridas eran de cuidado, lo mismo tenía yo que hacer... irme con cuidado, puesto que gastaba energías al usar mi amuleto. Atendí a otro mago que requirió una férula en su pierna izquierda, pase su brazo por encima de mi cuello para ayudarle a llegar donde se encontraba el portal que llevaba a San Mungo y ahí el mago me dijo que podía llegar solo hasta uno de los boxer, claro que un elfo llego a auxiliar y yo me marche a atender más personas.

 

Caminaba con prisa hacia algunas casas donde se veía salir humo del interior, podía haber gente desmayada a causa del humo, por lo que colocaba un trapo que moje usando un Aguamenti de esa manera no me afectaría las vías respiratorias y logre evacuar algunos de ellos que coloque a resguardo de aquel elfo que nos prestaba ayuda, en eso observe que salían chispas rojas de las ruinas de una de aquellas viviendas hechas pedazos, fui ahí preguntandome si sería alguien más que ayudaba a rescatar personas, me lleve la sorpresa de hallar a un joven y una niña que lloraba sujetando el brazo del muchacho, la niña no era mayor a unos siete años, por lo que supuse que no había podido ayudar, en cuanto me vio grito suplicante -- ¡Por favor, ayuda a mi hermano! ¡por favor!-- El muchacho castaño estaba muy pálido, la varita empezaba a resbalar de su mano, me acerque a él, una parte del marco de la puerta, le atravesaba el tórax, sangraba tanto que su playera tenía una extensa mancha, al verlo mover sus labios, pensé que se esforzaba mucho para soportar el dolor que seguramente sentía pero de seguro no deseaba asustar a la niña, le revise, por la postura, pude descartar una perforación a órganos vitales, pero debía actuar con sumo cuidado para que no complicara su estado grave.

 

Primero que nada, tome a la niña de los hombros y le pedí se calmara-- Necesito tu ayuda, tu hermano necesita ser llevado al hospital, es urgente que lo atiendan, sal de la casa y busca a el joven pelinegro que conduce una camilla de hospital, dile que Ryvak esta con tu hermano, que el tiene traumatismo penetrante del tórax, repite lo... -- la escuche hacerlo y entonces le ayude a incorporarse -- Bien, muy bien, ahora ve ahora, toma la calle arriba luego acercate al estadio, por ahí lo veras, no tardes, ok? yo ayudaré a tu hermano mientras llegan con la camilla ¡corre! -- esperé a que ella saliera, oprimí el hombro del chico-- Muy bien, ya se marchó, tengo que sacar esa madera... parece que será mejor hacerlo por la espalda, ten coloca esta gasa y venda sobre tu herida cuando la extraiga, si puedes hacer presión, mucho mejor, aguanta un poco, no te desmayes aún, ok? -- Me sitúe en una mejor posición, debía usar mi varita pero no tan bruscamente retirar aquello, en mi otra mano tenía lista una cataplasma para aplicarla en la herida... fue una maniobra lenta tratando de no desgarrar más el tejido, cuando al fin estaba libre de aquel objeto le vende, era una lesión debajo de las costillas en la altura cercana del estomago, escuche a Asrael preguntarme donde estábamos y grite para que nos ubicará -- ¡Aquí! Ven rápido, estamos aquí!!-- Apenas llegó mi amigo, me ayudo a terminar de para el sangrado, darle la poción rebastedora de sangre y sacarlo de aquellas ruinas para colocarlo sobre la camilla, encomendé a Asrael llevarlo a San Mungo, los nedimagos ayudarían a un tratamiento más especializado en ese delicado y serio caso...

 

Cuando fui a encaminar a otro herido al portal, me encontré de nueva cuenta con aquel rubio mago que abrió el portal, en cuanto me acerque dijo:

 

--Anthony, creo que ya casi terminamos por este lado. Por favor, ayuda a estas personas. Creo que van a necesitar un par de ajustes en los huesos pero eso seguro lo dominas fácilmente.

 

El mago hablaba con aquella certeza puesto que aquellos magos hablaban entre ellos y se les veía con animo hasta de bromear, lo cual era un buen indicio.

 

-- Si, claro, por supuesto.-- respondió el peliverde, que de inmediato saco los medicamentos necesarios para aquellos casos, tanto la poción revitalizante como la poción crecehuesos, la que ayudaría con aquellos fragmentos faltantes...también fue necesario acomodar en forma adecuada algunos huesos de hombros, brazos y piernas, en algunos hasta colocar la útil Férula...

 

Tras un rato, volvió el mago rubio y le solicito al ojimiel, atender a un número más de pacientes -- - Creo que también vamos a necesitar un par de remedios contra quemaduras -- El mago asintió al hombre y diligente limpio aquellas heridas usando la poción para heridas, usaba una "muñeca" de algodón que sujetaba con pinzas médicas, la poción de color purpura hacía burbujas al contacto con la piel, después agregaba la esencia de Murtlap.

 

Con justa razón se sentía algo agotado pero continuó con los magos que tenían quemaduras en su cuerpo, a ellos les vertió la poción para heridas para evitar tocarles aquella parte dañada por el fuego, lo que si tuvo que untar fue la pasta naranja para quemaduras, con el fin de que la piel se restaurara eficazmente.

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De una fuerte patada, Mel se eleva en el aire y el recorrido, a medida que cierra la marcha, se hace más y más acelerado. La magia de Jank la ayuda a abrirse paso sin tener que usar los googles que trae en el bolsillo de los shorts y le permite también tener la varita en ristre pero se los cala de todas formas, solo por si acaso. Vuelan en formación todavía un rato, antes de que alcancen el lugar. Mel, que no estaba muy acostumbrada a jugar Quidditch, se encontró sorpresivamente cómoda en la saeta de fuego. Era una escoba que, a pesar de que se notaba que tenía ya algo de uso, obedecía hasta la orden más sutil de sus manos y le permitía concentrarse más en lo que tenía alrededor. Sus sentidos, incrementados por la licantropía, parecían ensamblarse a la perfección con una escoba de ese calibre, pues ésta reaccionaba casi a la misma velocidad que sus propios reflejos.

 

Fue eso lo que le permitió hacer un zig zag para esquivar los hechizos que los ahora atacantes le habían lanzado a Elvis y también adelantarse al mago para ver desde el otro lado. El tunel, no era en realidad tal cosa si no algo hueco, que tenía un boquete de salida del otro lado, aunque debido a la distancia no era muy distinguible si no doblaba un recodo...

 

Todavía estaba intentando averiguar eso cuando notó la luz que parecía querer colarse por el rabillo de su ojo: se volvió justo a tiempo para ver a Elvis con la varita alzada, frente a los individuos que habían estado intentando detener, lanzando unas águilas de fuego. El fuego empezó a prender demasiado rápido.

 

—¿Qué diablos? ¿Enloqueciste, Elvis? —gritó Mel por encima del fuego para hacerse oír— ¡NO le prendas fuego a este lugar inflamable!

 

Mel se obligó a destapar el pequeño frasco que traía al cuello con dificultad, mientras apretaba los muslos en torno a la escoba para tener mejor equilibrio, todavía sujetando el mango y su varita con una mano. Cuando hubo regado las semillas de hielo por encima del fuego (y vio como el fuego era sofocado por la capa de hielo que empezaba a cubrir el suelo), notó también que los atacantes la habían oído, por lo que habían aprovechado para lanzarle una serie de hechizos. Por lo menos cinco de ellos se dirigían hacia ella, de la forma en que por poco habían caído también sobre Elvis. Mel no alcanzaba a ver de qué índole eran, así que solo se concentró todo lo que pudo, hasta que una daga con empuñadura de plata apareció en la mano con que poco antes había manipulado las semillas. Estaba mezclada con oro blanco y dorado, con diamantes y esmeraldas incrustados. Fue así como desprendió ambas manos de la escoba y el kansho absorvió los hechizos. Fue un momento de segundos, en donde solo se condujo de esa forma por el aire, dando un sendo tajo para enviar los hechizos de vuelta y luego haciendo una floritura para hechar protecciones al espacio alrededor. Luego, la daga había desaparecido y ella volvía a sujetar el mango de la escoba con ambas manos aunque una de ellas sujetaba también su varita.

 

Dos de los hechizos impactaron en los costados del tunel. Mel se las arregló para esquivar el desastre y alcanzó a ver como los otros dos alcanzaban a los magos que habían estado persiguiendo. Lanzó un grito de celebración al verlos caer inconscientes, todavía con la adrenalina a tope poco antes de estrellarse contra un grupo de tablones desplomados que se habría en su camino y que no había visto por estar concentrada en el par de magos.

 

Por un momento, fue como si alguien hubiera apagado la luz. El aire escapó de sus pulmones y sintió un golpe horrible en la cabeza. La sangre comenzó a manar pero eso le dio también otra idea, que hizo que se incorporara de un salto, con una mezcla de angustia y dolor. Angustia, por la idea que acababa de ocurrírsele y dolor, porque ni siquiera alcanzó a curarse el golpe o la herida de la que la sangre manaba manchando su sien, mejilla y parte del cuello, antes de comprobar que la saeta de fuego no había sufrido daños (mango entero, cola sin daños, viraje... no, sería demasiada mala suerte). Una vez lo hubo hecho, se desplomó, todavía respirando con dificultad y cerrando los ojos, intentando que el dolor remitiera antes de intentar hacer algo al respecto.

 

Elvis y Jank seguro se encargarían de esos tipos, total, sin duda eran mejores que ella para cuestionarlos, apresarlos o lo que fuera que era lo que debían hacer con ellos ahora.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Más tranquilamente continuaron atendiendo magos con heridas más leves, los casos graves los llevo Asrael a san Mungo tras haber efectuados los primeros auxilios necesarios, aquel mago Rubio había pedido a los magos que poseían escobas, realizaran hechizos de protección en el lugar del desastre para evitar que los muggles acudieran a dificultar ls acciones de ayuda. Anthony se pregunto se los compañeros habían ya terminado con aquella tarea, por lo que aprovechando que Asrael atendía a uno de los últimos pacientes, se incorporó y busco en el cielo la ubicación de aquellos compañeros.

 

Había algo en su vuelo que evidenciaba problemas, uno de ellos lanzaba fuego en forma de águilas... ¿pensaba terminar de quemar algo? pero... ¿no estaban tratando de terminar con el fuego provocado? Si que era preocupante, aunque una de las compañeras lo apago usando hielo y Ryvak entonces noto que de alguna parte del estadio salían hechizos en contra de los magos que volaban en sus escobas... era un ataque entre los dos grupos y si no fuera por la destreza de los compañeros en las escobas, hubiese habido bajas.

 

El peliverde admiró la habilidad de los dos magos y la bruja, al parecer habían vencido a sus enemigos, se escucho un grito de jubilo ante su victoria, pero la bruja no miraba al frente suyo, sino a los oponentes más allá de su posición... Ryvak no podía creer lo que ocurrió : Ella se había estrellado directamente sobre aquellos tablones, Ryvak no tenía que retrasarse, se concentro para levantar su varita mágica, con el maletín que le dio el profesor en su mano izquierda, corto el espacio tiempo con una línea imaginaria y abrió un portal mágico para llegar hasta @

 

Atravesó aquella oscuridad y el peliverde se encontró con la compañera que yacía sobre el suelo, sus ojos están cerrados, la sangre en su cabeza corría también por su sien, la mejilla y algo de sangre en su cuello. Las heridas en la cabeza y cara suelen muy llamativas, el joven se acerco a ella y poniendo una rodilla en el suelo le tomo el hombro:

 

-- Mel, ¿me escuchas? soy Ryvak... Anthony, dime, ¿te sientes mareada? voy a limpiar tu herida, por fortuna no se me ha agotado la poción para limpiar heridas. -- El ojimiel saco aquel frasco con la poción púrpura, utilizo algodón para aplicar la poción, hubo de usar varias veces para localizar bien la herida abierta, era necesario ver que tan profunda era y su longitud, para determinar si debía realizar algunas puntadas. La sangre manaba bastante, así que necesitaba ayudarse para inspeccionarla mejor. Rebusco entre los medicamentos, tras localizar un paquete con un par de guantes de latex, los saco con cuidado y se los coloco enseguida, necesitaba evitar una infección al palpar cerca de la herida, las burbujas que surgían al contacto de la poción con la piel, hacen que tarde un poco en hacer la revisión. Mientras Anthony habla con la compañera para calmarla durante la atención que le está prestando.

 

-- No te preocupes por las manchas que tienes en tu rostro, en cuanto logre ver que tan seria es la herida en tu cabeza, las limpiaré también, pero primero lo más importante, atender está herida de la que mana la sangre.

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— ¡Mel!

 

Grité al ver caer a la bruja.

 

Aquella clase, que hasta el momento de recibir la carta había pensado que era una clase común y corriente, había dado un giro brusco y nos había golpeado la realidad de un solo tirón. No solo que aprenderíamos lo relacionado con las escobas, sino que claramente teníamos que poner en práctica todo lo que habíamos aprendido. Los atacantes se habían parado en el suelo, reaccionando a nuestra intencion de frenarlos. Mel gritó algo sobre el fuego ¿Pero qué había más para perder?

 

Volví a virar nuevamente la escoba para esquivar un par de hechizos. Pero en ésa oportunidad tuve que defenderme de dos con la varita y uno impactó en la paja de la escoba provocándo un fuerte jaleo que hizo que me corriera unos dos metros hacia un lado. Estaba seguro que si aquello me impactaba en el pecho, me hubiera lanzado contra el suelo. Y ahora estaba mirando el punto donde Melrose había caido en picada. No me había dado el tiempo para llegar a evitarlo, pero si podíamos hacer de ahí en adelante. Le grité a Jank:

 

— ¡JANK! Ocúpate de esos. Yo voy con Melrose.

 

Esperaba que mi joven amigo nos supiera cubrir las espaldas, porque al ir directamente contra la bruja, y aterrizar a su lado, quedábamos totalmente al descubierto. Tenía que ver que estaba bien y tenía que curarla. Estaba desmayada. Y tenía un golpe en la cabeza, por la sangre que se le había agolpado en la nuca. Tiré la escoba a un lado mientras me aferraba a mi varita. Y rebuscaba entre mis ropas. ¡Malditos accesorios extranjeros! La magia Uzza era genial pero tenía miles de amuletos y botellas. (que por cierto, encontré allí el frasquito que Melrose había utilizado para apagar las llamas y se lo guardé)

 

— Mel Mel... ya estoy aqui... despierte señorita, vamos

 

Me arodillé a su lado y sostuve su cabeza. Con un par de movimientos de mi varita se cerraron las heridas más graves como la cabeza. Luego continué con aquel poder de la Curación, el cual era igual de regeneradora. Melrose tendría que descansar y tendría que recuperar toda la sangre que acababa de perder, pero no podía permitir que se perdiera aquella clase, era primordial que estemos juntos. Le di algunas palmaditas en sus cachetes y me acerqué un poco más a ella para apoyar el peso de su cuerpo en mi, así liberaba la mano (la única que tenía en realidad). No encontraba y no tenía alli la poción para reabastecer sangre. Hubiera sido genial. Pero pude sentir que Melrose recuperaba el conocimiento porque sus dedos empezaron a moverse.

 

— ¿Melrose? ¿Mel, estás bien? Soy Elvis, vamos, no podemos quedarnos aquí

 

@ @@Jank Dayne

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