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Prueba de Oclumancia


Aailyah Sauda
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Dolor.

 

Mel está acostumbrada al dolor. Al fin y al cabo, es un licántropo que se transforma cada luna llena. Por eso, es aún más humillante darse cuenta de que se está sintiendo ablandada, débil, derrotada. Los magos que la rodean son magos cualquiera, ni siquiera son una eminencia física y mental pero rodearla en grupo y usar una estrategia que ella desconoce ha sido suficiente para que se derrumbara. Se siente defraudada consigo misma.

 

Intenta poner la mente en blanco, seguir las instrucciones de Sauda que recuerda pero no solo es difícil, si no que hasta parece imposible. El hombre hace preguntas sobre Richard sin cesar: quién es, para quién trabaja, qué es lo que sabe sobre él. No lo pregunta esperando una respuesta si no para estimular la mente de forma que pueda bucear en ella en busca de respuestas. Mel se siente débil pero el laberinto blanco que refleja aguanta las embestidas. Es agotador y poco práctico. Hace rato ya que suda y éste sudor en su rostro parece estar mezclado con algo que nunca derrama: lágrimas.

 

Es eso lo que hace que reaccione de forma repentina. Ella nunca llora, nunca lo hace. No importa la situación, ni la circunstancia. Ella nunca llora. Así que, a pesar de que tiene un brazo roto y podría jurar que varias costillas dañadas y montón de cabello se encuentra esparcido por el suelo, Mel cierra los ojos con fuerza, negándose a abrirlos a pesar de las diatribas. Ella nunca llora. Siente un golpe en la mejilla y también piensa en el cuerpo de Richard, en cómo se encuentra tendido e inconsciente apenas a unos metros. Si tan solo pudiera alcanzarlo y...

 

¿Pero en qué está pensando? ¿Alcanzarlo? ¡Puede ella sola!

 

Su energía es como un golpe seco. Su brazo roto se abre camino, porque al caer como un peso muerto le permite movilizarse a pesar del agarre que tienen sobre ella. Se lanza hacia adelante y su fuerza netamente física le ayuda a librarse del círculo que la encierra. Una vez eso está hecho, lo demás es fácil. Tomar su varita con la mano que no está herida, empezar a lanzar los hechizos prudentes. Los magos que la enfrentan forman una vez más un círculo pero esta vez en torno al legilimante que sigue intentando colarse en sus pensamientos. La gran puerta de su mente no tiene todos los pestillos aseguraos pero el laberinto que se encuentra detrás lo pierde y las pequeñas puertas no ceden. Una y otra vez, el mago cae en las trampas de puertas entreabiertas que Mel le tiende, mientras los recuerdos modificados que se encuentran dentro lo guían hacia un sentido equivocado de la realidad.

 

Es un punto muerto.

 

Sin embargo, hay algo que cosquillea en el fondo de su mente. Esa fiesta, el viento frío que ingresa por los ventanales rotos, los invitados que han huido... nada de eso tiene sentido. Ella estaba allí sin duda por otro motivo, algo que nada tenía que ver con Richard o con grandes reuniones arruinadas por magos malvados. Mel se detiene un instante, intentando pensar mientras resiste las embestidas de esa mente poderosa y sin escrúpulos: se da cuenta de que todo eso no es más que algo que ha sido montado a la perfección y ella se ha dejado llevar sin remedio.

 

Su mayor miedo, en realidad, no era el muro que su familia pudiera trazar para con ella; tampoco dudaba de su capacidad para la lealtad, puesto que la había puesto a prueba un sinnúmero de veces con éxito. No, su verdadero temor, radicaba en el miedo a no ser lo suficientemente buena como para protegerlos... en que siendo una ignorante con buenas intenciones, pudiera hacer prácticamente el mismo daño que una persona capaz y malvada, puesto que ambos dañaban a los individuos a su alrededor por igual, uno sin intención y otro con la saña de hacerlo.

 

Ese pequeño instante en que el mundo a su alrededor parece congelarse le es suficiente. No es más que una señal fina que su propia mente crea, de milésimas de segundo, para darse cuenta de que tiene que salir del engaño en que Sauda la mantiene. Eventualmente, es cierto que tendrá que enfrentarse a individuos hostiles, quizá en grupo como la arcana los representa, pero eso no es lo más importante. Ahora, lo que tiene que hacer es cerrar su mente de manera adecuada y, qué decir, no solo adecuada si no sobresaliente, de cara a Sauda. Tiene que romper esa ilusión que le ha recreado, dentro de la cual se defiende, pero que es al fin y al cabo un engaño que es capaz de reproducir en su cabeza porque ha ingresado a cierto nivel en ella.

 

"Cierra tu mente".

 

Sabe que sería más fácil pensar en la palabra "oclumens" para concentrarse pero no la utiliza. En una situación como la que la arcana le ha planteado, no tendría el tiempo ni la oportunidad para hacerlo y tiene justamente que prepararse para esas situaciones que podrían llegar a pasarle, más allá de si Sauda estará satisfecha con lo que haga en esa sala o no. Mel no cierra los ojos esta vez si no que los fija en los individuos que la rodean y en su cabeza, es casi como un si un rompecabezas encajara de pronto: no sabe si es la adrenalina o solo el fruto de los pasos que ha seguido hasta ese momento, el esfuerzo realizado que ahora da eso como resultado. Sea como sea, Mel se encuentra a sí misma, cerrando ese enorme portón que hasta ese momento se había negado a cerrar del todo, con cerrojos de un metal impoluto, que no se dobla ni se mancilla, cuya puerta encaja a la perfección, para no dejar dentro ni siquiera una brizna de aire o niebla.

 

Apenas ha terminado de hacerlo, la ilusión a su alrededor se rompe. No más Richard en el suelo, ni hombres astutos y violentos. No más brazo roto ni costillas dañadas. El anillo que la conecta con Sauda brilla, haciendo que el símbolo que posee se destaque más que nunca. Mel sonríe, incrédula, porque a pesar de que todo lo que pasa a su alrededor sucede en rápida sucesión, ella ni siquiera pestañea y puede mantener las defensas de su mente como una tarea en segundo plano, sin siquiera un momento de debilidad o error. Es casi como si... como si fuera otra persona la que lo estuviera haciendo por ella. Mel sabe que esto es especialmente complicado debido a la bestia pero es casi como si la bestia estuviera de acuerdo y la apoyara. No se lo impide, permite que eso suceda en su mente para protegerlos a ambos.

 

No importa ya: su mente, sus pensamientos, están a salvo, dentro de su propia cabeza y para nadie más. La luz le llega de pronto de unas puertas que se abren y Mel suspira. Todo ha terminado.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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El hijo de la noche observaba el rostro de la Sauda preguntándose que estaba en la mente de la mujer. Había un cambio extraño en ella, pero no era el momento de indagar en ese asunto, más aun, obviamente no podía intentar entrar en la mente de la mujer. Observo la pirámide expectante. No tenía miedo, sino respeto ante aquella fuerza que de una u otra forma iba a probarlo y a decidir si era digno. Ya había pasado 4 veces por aquel sitio y aun así, cada una d ellas había sido diferente y tan real que aun recordaba como si fuera ayer cada una de ellas. Las pruebas habían simple y sencillamente marcado su vida.

 

Asintió cuando la arcana pregunto si estaba preparado. ¿Lo estaba en realidad?, la ultima vez no le había ido muy bien, ahora, iba a enfrentarse a otra prueba vital y crucial, aun así, el hijo de la noche iba a continuar. Siguió a la Sauda hasta la sala de las puertas. Miro de reojo a Benjamín quien lo había alcanzado justo al final. Volvió a mirar hacia adelante y fue en ese momento que observo lo que la arcana le estaba ofreciendo. Tomo con cuidado aquel anillo y se lo coloco. Con aquello, el Ragnarok había sellado ya su compromiso de darlo todo por aprobar y por vincularse a la habilidad.

 

Las últimas instrucciones llegaron. Hizo una ligera reverencia tanto para Benjamín como una “despedida” como con la Arcana. Suspiro y dio unos pasos hacia adelante. Al fin, sin mirar atrás cruzo el portal.

 

***************

 

La blancura lo atrapo por unos segundos. Parecía como si solo hubiera luz y como si hubiera llegado a la nieve, aunque el ambiente era fresco y el viento era agradable. Poco a poco las imágenes fueron formándose. Una que otra iba pasando rápidamente por lo que solo llego a ver vestigios. El Ragnarok no sabía a donde el portal quería llegar o a donde lo estaba llevando. Un segundo después, ya todo había acabado.

 

Reconoció aquella mansión. No era la mansión Ragnaventus en Londres, aquella hermosa casa era una vieja mansión que había dejado atrás en su Grecia. Observo el paisaje, los arboles que rodeaban la instalación, la casona se veía majestuosa pero triste y vacía. El cielo estaba claro, de eso no había dudas, aunque en la lejanía nuevamente comenzaba a formarse una tormenta. ¿Por qué el portal lo había llevado allí?, no había ninguna razón para regresarlo a aquel pasado o quizás sí y no se había dado cuenta de ello.

 

Dio unos cuantos pasos y pudo observar todo mucho mejor, grabadas en las puertas y en el jardín las palabras “idi***”, “Cobarde” y algunos que otros insultos estaban reluciendo mágicamente, con pintura, con marcas, con todo lo que el vampiro hubiera podido imaginar en sus sueños y pesadillas. Las ventanas estaban rotas, a cada paso que daba la majestuosidad y hermosura de la mansión la iba perdiendo. Cruzo la puerta y llegó al hall. La estancia estaba sucia y polvorienta. Destruida, los muebles irreconocibles y la chimenea se notaba que hacía siglos que no se utilizaba, solo existían unas cenizas que tristemente estaban en el lugar. Nadie había ido allí en muchas lunas. Observar el lugar aun le dolía, pero había aprendido a vivir con el dolor.

 

El vampiro seguía sin entender ¿Qué hacía allí? hasta que escucho unos pasos bajando por las escaleras. Por instinto saco la varita y apunto. Observo a la mujer que le devolvía la mirada con sonrisa sádica y un brillo de maldad en sus orbes.

 

-Pensé que estabas muerta –dijo el cainita.

 

-No Ragnarok, aquí el muerto eres tú, vine por ti, quiero que veas en que se convirtieron tu prometida y tu hija después de tu cobardía y que te fuiste –dijo la lestrange- después te aseguro que no hará falta que te mate, tú mismo me entregaras tu cabeza.

 

La mujer se acerco mucho mas mientras el vampiro bajaba la guardia y la varita.

 

-Así me gusta, se que tienes curiosidad, sed de saber ¿Qué paso después? –la mujer caminaba ágilmente, con un movimiento tan ágil como el que tiene un depredador antes de atrapar a su presa, como si estuviera a punto de saltarle encima y acabar con el de una vez por todas.

 

-Siempre pudiste conmigo, eras mucho más lista que yo, debo reconocerlo pero no ahora, no hoy –dijo el vampiro serio.

 

-Oh, ¿es un reto Ragnarok?, sabes lo mucho que me gusta jugar contigo y con tu mente, ¿quieres una última batalla antes de morir? –dijo burlona mientras parecía no parpadear, ya que, mantenía la vista fija en el cainita, ella deseaba entrar a su mente. El vampiro sabía que no solo estaba allí para acabar con él, ella deseaba algo más. Información.

 

La lestrange quizás buscaba sus debilidades, aquello que pudiera utilizar para destruir de una vez por todas al hijo de la noche. Aquello, ya no era una cuestión de guerra de bandos o de clanes o por la supremacía y dominación del lugar, era mucho más que personal. Aunque él sabía que ella odiaba a su tía y deseaba verla muerta, la mujer había desarrollado un gusto sádico y culposo en también intentar torturar y destruir al vampiro. Quizás, aquello se había convertido en una de sus actividades favoritas.

 

-Ya no tengo nada que perder –dijo el vampiro.

 

-¿Estás seguro? –Se burlo la mujer- te aseguro que tienes mucho más que perder de lo que te imaginas –la risa macabra resonó por toda aquella soledad- y voy a descubrir ¿Qué es?

 

Tanto el Ragnarok como el demonio se miraron fijamente. Él, intentaría por todos los medios entrar, él, perdería la vida si era necesario para evitarlo. El vampiro no podía permitir que ella viera a la Macnair y a su hija, que entrara en su mente y obtuviera imágenes de su nueva vida. Intento poner la mente en blanco, al menos aquella parte era lo que más fácil se le daba, ya que, muchas veces el se solía perder en su propio mundo. Sonrió cuando recordó que Emilia Malraux le había dicho alguna vez que el solía poner su propio salvapantallas mental.

 

La intromisión de la mujer no fue nada sutil como lo habían hecho la Sauda, Benjamín o Mel, aquello se sentía como un torrente inevitable de fuerza queriendo derribar todo lo que estuviera a su paso. Mientras mas rápido legara a su mente, mas rápido tendría muchas más cosas para torturarlo eternamente y para obligarlo a dar su vida. El golpe de fuerza era demasiado y podía sentir como poco a poco aquel muro, iba cediendo.

 

-<<Se fuerte Ragnarok, no lo permitas, maldición lucha>> –se decía así mismo

 

-Sigues siendo tan débil y patético como cuando conociste a mi sobrina –dijo la mujer haciendo que el Ragnarok recordara la primera vez que había visto a la Ventus y como se habían enamorado, ella era la razón por la cual el vampiro había dejado Londres y se había ido a instalar a Grecia.

 

Aquello había sido un golpe bajo y certero para la resistencia del vampiro. La demonio lo sabía. El cainita no entendía como la mujer encontraba los puntos frágiles de su resistencia o sabia exactamente que decir para causarle daño. La verdad, es que la Lestrange lo conocía bien, era una maestra en el arte del espionaje y por ello conocía muchas cosas que podrían hacer que desistiera de su intento de vivir o resistir.

 

El cainita intentaba “respirar” si es que en verdad hubiera sido necesario y posible. Había aprendido a acompasar su respiración con la concentración necearía para mantener su mente en blanco o levantar el muro con algún tipo de imagen que pudiera ver la otra persona. Aun así la mujer no satisfecha con el intento anterior iba a atacar de vuelta.

 

-Y que me dices cuando te hice creer que tu mentora los había traicionado y se había cambiado de bando, fue hermoso verdad?, tú que decías que ponías las manos en el fuego por ella, y aun así, logre sembrar en ti la duda necesaria como para que cometieras el error que sabía que cometerías y todo fuera un completo caos –dijo burlona, ya no por su propia voz, sino que el sonido ya estaba dentro de su mente- ¿Qué sucedió después, lo recuerdas?

 

Claro que el vampiro lo recordaba y nuevas imágenes de aquella época golpearon con tal fuerza que de no haber estado concentrado hubiera hasta caído de rodillas rendido, aquello había sido un segundo golpe certero para su moral y su resistencia. Su mentora lo había odiado desde aquel entonces y desde allí había hecho lo posible por vencer una y otra y otra vez al cainita y humillarlo. La había hecho llorar, le había roto el corazón, la había herido en el alma y el obviamente se lo merecía. Claro estaba, él aunque le había pedido perdón una y otra y otra vez no lo había logrado, y aun así, sabiendo que no podía arreglar lo que había hecho y debía vivir con las consecuencias de sus acciones hizo todo lo posible por redimirse y le había hablado con el corazón a su mentora haciéndole ver y entender que la respetaba y que deseaba lo mejor para ella, aunque no le perdonara el hijo de la noche se estaba redimiendo.

 

Sin saberlo, sin quererlo, gracias a aquellas últimas imágenes de él intentando redimirse logro tomar muchas más fuerzas para mantener aquel muro y pujar un poco para sacar a al demonio de su mente, mas bien, intento contraatacarla aprovechando su habilidad de legilimancia, si aquello iba a ser una batalla, pues que corriera la sangre. Alguno de los dos a la final terminaría por perder, tanto aquella guerra como la cordura.

 

-<<Muy bien Ragnarok, ahora lucha, sabes que puedes, hazlo por tu pasado, por tu presente, por tu futuro, se valiente>> -se dijo así mismo dándose valor- <<más bien Ragnarok, haz lo por ti>>

 

Sabía que tenía razón, debía hacerlo por él, por todo aquello que siempre había querido ser. Empujó un poco aquella resistencia lo cual tomo a la mujer por sorpresa mientras el dibujaba una sonrisa. Ella no se había esperando en ningún momento que el hijo de la noche contraatacará y ese había sido su error, lo había subestimado, sin embargo, la demonio no iba a dejar de luchar y ya buscaba una nueva imagen o una nueva forma de torturarlo. Y a la final la encontró, le mostro algo que él jamás había visto, le mostro a quien había sido su prometida, la madre de su primogénita siendo torturada sádicamente por quien él había considerado alguna vez su amigo. Aquello, había sido el golpe más bajo y fuerte para la resistencia del Ragnarok. La Lestrange había guardado aquello para el final.

 

El vampiro sintió como sus defensas y el muro se desquebrajaban y estaban a punto de ceder, sin embargo, sabía que no podía cambiar el pasado, que debía seguir viviendo con el dolor, por lo que aceptando aquella realidad que poco a poco había ido aceptando con el pasar de las lunas hizo las paces consigo mismo.

 

-Esta vez no –dijo el cainita- no voy a fallar esta vez lestrange, - “respiró”, comenzó a cantar su propio mantra, un réquiem de muerte,

 

Aquello era lo que necesitaba para tener las fuerzas necearías y suficientes, poco a poco, al hacer las paces con lo que una vez fue y ahora era el muto se intensifico y se hizo más fuerte obligando a la mujer a retroceder, tanto así que una vez que la había logrado sacar de su mente logro entrar en la de ella, descubriendo el pasado de la demonio que tanto daño le había querido hacer, la vio en su niñez, como crecía y todas aquellas cosas que habían pasado y provocaron que ella fuera lo que había sido, a la final la entendió y descubrió que de una u otra forma, el molestarlo, el buscar hacerle la vida imposible y obtener su cabeza, era su forma de pedir auxilio muy en el fondo.

 

-gane… -dijo tranquilo.

 

El hijo de la noche no sabía cómo sentirse. El vampiro no sabía en realidad que había sucedido con él, quizás, era valeroso o como había dicho la Sauda estaba preparado para aquello, El hijo de la noche ahora se sentía mucho más confiado y completo. Había logrado su misión inicial, la demonio nunca se habia enterado de su hija y de la Macnair. Lo había visto la arcana oclumantica?, se lo había probado al portal?

Editado por Hades Ragnarok

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