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.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)


Mentita
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El vampiro no perdía la fijación que tenía en el lobo, aunque este parecía estar volviendo a la normalidad para actuar más tranquilo. Aunque eso no iba a distraerlo. Su hermano estaba perdido dentro de aquel cuerpo con aquella loca. Notó que caminaba hacia él y se tenso solo un segundo, dispuesto a atacar. Pero Matthew/Patricia solo le rozo los labios con su dedo… con sangre.

 

La sed del vampiro por un segundo al contacto de aquella delicia, casi lo desborda. Logró controlarse apenas dando un paso hacia atrás. No podía creer que a pesar de todo. Matthew tenía un sabor a ciruela. Lo observó con intensidad mientras se quedaba quieto dejando fluir sus pensamientos. ¿Quién era su hermano? ¿Cuál era la historia que lo llevó a tener a Patricia dentro de él? Escucho las palabras del gitano y apenas quedó convencido.

 

-¿Sueño maravilloso? Sí, claro. Aléjate antes de que decida usarte para hacerme una alfombra, lobo - Le dijo poniendo mala cara.

 

Pero era mucho pedir. Sabía que no iba a irse y aún debía unir fuerza con él para derrotar a los sirvientes rebeldes. El silencio que los envolvía era notorio, ya no se escuchaban los Chuck haciendo nada. ¿Acaso Candela había podido retomar el control de aquellas bestias? No era algo improbable, pero si poco común. Su madre jamás les perdonaría aquello a los rebeldes. Los mataría a todos por aquel complot.

 

-Tenemos que encargarnos de los Chuck… -Logró decir en vista a que esa noche estaba resultando de los más interesante. Ya su enojo y ganas de comerse al Triviani se habían esfumado por completo. Aún podía oler la sangre dulce sintiéndola en sus labios, aunque ya no había rastros de ella.

-Tenemos unas copas luego, Matthew. Quiero saber con más detalles de tu problema…. interno -Le comento queriendo desviar la atención. ¿Donde estaban todos?

 

 

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Patricia

Apuesto a que seria una alfombra, maravillosa. giro sobre si al escucharlo y esbozo una sonrisa divertida.

 

Eso cambio cuando menciono el problema de la plaga, si, la plaga eran los Chucks, bueno ahora que Patricia tenia el control debía encargarse y seguramente quemar algunas cosas... Luego podrían usar aquello de excusa para re-modelar toda la cocina con nuevos artefactos muggles y cosas brillantes; el dinero no era problema en esta familia, ellos eran sumamente ricos, por todos los negocios fraudulentos que poseían y las fachadas comerciales.

 

Respiró antes de cruzar de nuevo frente a él, después de haber pasado por toda la sala, esperando que no hubiera nadie del otro lado, aunque ya tenia su plan de escape por si las cosas no resultaban como quería. Se freno bruscamente y clavo sus orbes avellana en el caballero de melena dorada.

 

Me pregunto por que eres tan sexy... soltó ¿Vienes? o te quedaras ahí parado como un infante que perdió a sus padres.

 

Patricia era toda una perra, siempre jugaba con los pensamientos de los demás y le encantaba hacer que las cosas sonaran con un misterio casi imposible de resolver... Ayudaría por ahora a los jovenes con su problema de Elfos y luego dejaría que Matthew tomara aquel trago con su hermano. Estaba ansiosa por ver si el gitano era capas de contarle la verdad, le daría un empujón de ser necesario, pero lo demás... Corría por su cuenta.

 

Una leve sonrisa se apareció en su rostro mientras se dejaba la chaqueta en una de las mesas esquineras del Castillo y llenarse del aire tan característico del conflicto, el aroma a sangre recién derramada cambio completamente su manera de reaccionar, mandando a la basura todo lo que tenia planeado, cuando volvió a abrir los ojos y observo el vomito.

 

Materializo la varita en su diestra, la movió de manera rápida y golpeo con una de las sartenes al elfo por la cabeza. Busco con la mirada a Jeremy, quien estaba por divertirse, quizás su sed de sangre pudiera apaciguarse almorzando a alguno de estos pequeños de ojos esmeralda.

 

Incendio pronuncio y una llamarada salio de su varita, hizo un pequeño circulo con ella y prendió fuego la mitad de la cocina, donde los elfos estaban, mayormente, esparcidos.

 

Los cocinare a todos ¡VIVOS! grito y dio unos cuantos brincos de emoción.

 

 

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La mirada del vampiro se podría considerar glacial mientras Patricia hablaba y empezaba su camino hacia otro lado del Castillo. Jeremy jamás entendería porque compartía parentesco con aquel lobo. Lo siguió sin omitir algún comentario sobre su anterior propuesta. En algún momento lograría que le contara como aquella zo.rra se había metido dentro del cuerpo del gitano.

 

-Los Chuck parece que llevan planeando esto hace mucho tiempo, desgraciados -Comentó mientras llegaban a donde la sangre y el vómito impregnaba las fosas nasales -Inmundo.

 

El gesto de molestia cambio de repente al ver a Patricia usar un hechizo y empezar a cocinar. Sonriendo el vampiro se aventuró a sostener a un Chuck de los pelos y beber de su sangre. Él solía respetar a otras clases de seres, amaba a los animales, pero aquellas bestias se habían rebelado contra su familia y eso no tenía perdón.

 

-Uno más para enterrar -Dijo terminando de beber del cadáver fresco y lanzando el cuerpo como si fuera una cáscara de banana al suelo.

 

Se zampo tres elfos en menos de quince minutos antes de estar satisfecho. Ahora había cambiado la modalidad y tiraba los cadáveres sobre el resto de sus hermanos elfos que habían corrido la misma suerte. El fuego estaba cada vez más fuerte avivados por el combustible que dejaba la grasa de los pequeños cuerpos. Todo estaba a un pestañeo del descontrol.

 

-¡Incendio! -Secundo a Matthew, incendiando a puerta de madera por donde estaban pasando los elfos para huir hacia otro lado del castillo. Algunos lo logran y otros sucumbieron a las llamas.

 

-¡Van para ti, zoella! -Gritó esperando que su hermana se uniera a la fiesta. Ya se estaba tardando.

 

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El viaje había sido largo, o al menos eso había sentido, como si hubieran sido años y no horas. Su vida daría un giro radical, otra ciudad, otra casa, otra escuela, otro mundo. Aquella idea la hizo suspirar, jamás había sentido tanto miedo, ni en el momento en que había despertado en aquel hospital con la noticia de que sus padres habían muerto. Ahora era diferente, debía seguir con su vida sola.

 

 

La única indicación que sus padres habían dejado al respecto en su testamento era que buscara a aquel mago en Inglaterra, el nombre no le sonaba de nada, @ aunque dentro de las indicaciones estaba el ser un pariente lejano de su padre, aquello no era algo que le tranquilizara, Alondra jamás había sido una joven confiada y siempre guardaba sus reservas con los extraños. Y aquel hombre lo era, un extraño.

 

 

Detuvo su dudoso andar frete a las puertas de aquel castillo, todo parecía normal, por el momento no tenía más opciones que alojarse ahí y conocer a aquel mago, era el primero de miles de pasos que debía dar ahora que estaba en nuevas tierras. Se sentía insegura de haber tomado la mejor decisión, quizás debía volver a su zona de confort en Milán y olvidarse de todo lo demás, lo único que le detenía eran las palabras que siempre repetía su padre “El mundo es tuyo Luce Notturna y está esperando por ti”.

 

 

Respiró profundamente antes de decidirse a llamar a la puerta, su corazón latía de prisa dentro de su agitado pecho, no podía negar que estaba nerviosa y llena de ansiedad, no sabía exactamente lo que la esperaba tras aquella puerta, quizás ni siquiera querrían recibirla. Sacudió la cabeza negando, aquella idea.

 

 

-Vieni presto- escuchó aquella voz aguda que la sacó de sus pensamientos, su elfina Noah intentaba animarla a continua, Alondra giró la cabeza y asintió suavemente con una suave sonrisa dibujada en sus labios rojos, acaricio su oreja izquierda en señal de nerviosismo y llamó un par de veces a la puerta esperando la respuesta.

Editado por Alondra L. Santoro

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Patricia.

Habia sembrado el caos dentro de la cocina, las demás personas parecían tener todo bajo control por lo que solamente se limito a disfrutar con una vaga sonrisa en el rostro jovial del gitano al ver como su deseo de quemar los elfos era cumplido. Era el momento de devolver el control total a Triviani y volver a sus pensamientos, donde ahí podría también satisfacer sus necesidades con un pequeño empujón. Dio unos pasos hacia atrás e hizo sonar su cuello con un sonoro crack. Desapareció a Frida y se desvaneció.

Matthew Triviani.

Nuevamente Matthew tiene el control sobre su cuerpo.

Una media sonrisa se dibujaba en los labios de Triviani; el jugueteo entre sus personalidades y el que la cocina sucumbiera en llamas era más que suficiente para el chico. El estira y afloja entre los elfos y los magos parecía haber llegado mas lejos al sentir que todo estaba por terminar.

Mientras se reunían más y más personas, en algo que parecía una fiesta improvisada, Matthew iba dando pequeños saltos hasta subirse sobre una mesa de marmol blanco, miro a su costado y encontró una compotera con chocolates, por lo que la tomo y se mando uno a la boca. El gitano era más de dejar que los demás hicieran su desastre, le gustaba mucho los misterios y explorar lugares peligrosos y matar de vez en cuanto a alguien por mero deporte; por lo que solamente se concentro en ver que sus Familiares estuvieran bien y los malditos elfos no se salieran con la suya.

Escucho un golpe en seco, tres veces, parecía ser un llamado a la puerta: ¿En medio de esta disputa? planteo Triviani ¡Yo abro! se tiro de donde estaba sentado, junto con los chocolates y apretó paso hacia la puerta.

Creyó que alguno de sus hermanos habían ordenado pizza, por lo que confiado abrió la puerta y se encontró con una mujer de cabellos negros, de ojos que detonaban expresión, angustia y algo de incertidumbre.

 

¿En que puedo ayudarte? inquirió con la puerta en mano. No era el repartidor de pizza.

 

 

 

 

@@Alondra L. Santoro

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La joven bruja respiró un par de veces más intentando calmarse, pero parecía que no lo lograría, por su mente pasaron algunas ideas, la primera huir ahora, antes que alguien abriera aquella puerta, parecía bastante tentadora, pero la mano de Noah se encontró con la suya antes que la idea tomara más fuerza en su cabeza.

 

 

-Huir no resolverá nada- añadió la elfina mirándola a los ojos, Alondra suspiró y levantó la cabeza para responder, pero justo en ese momento la puerta se abrió dando paso a un apuesto hombre de cabellos oscuros, cargando un traste con ¿chocolates?

 

 

Alondra dio un paso atrás algo perturbada, ahora ya no podía huir, debía enfrentar a su destino, se aclaró la garganta mientras aquel mago le preguntaba la razón por la que estaba ahí parada y estática frente a su puerta.

 

 

-Buen día- saludó con un hilo de voz mientras se frotaba las manos en señal de su evidente nerviosismo.- Mi nombre es Alondra Luciana Santoro y busco a Matthew Triviani, soy hija de Gia su prima…necesito hablar con el - informó a aquel hombre esperando que pudiera darle algún dato sobre aquel misterioso mago.

 

 

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¿Alo, Policía? (?)

 

No, no se trataba de una de esas tipas que corrían en pistas de carreras de autos muggles. El auto ni siquiera era muggle, pero al menos lo era en apariencia. Aunque ese color verde, y los detalles que tenía, lo diferenciaba fácilmente de un Ford común y corriente. La dueña del auto, que estaba al volante y acababa de estacionar en la puerta del castillo, sonrió de oreja a oreja al haber frenado casi al ras de la figura de una joven que era atendida por su hijo.

 

¡Quita de ahí, niña, si no quieres que tu etapa de scout se acabe ahora! ―hizo algunos ademanes con el brazo fuera de la ventana, algo que no duró demasiado porque se desapareció del auto para aparecer entre Matthew y la chica.

 

Escudriñó con la mirada a la pequeña bruja, quien era acompañada por un elfo, y luego fijó los ojos mercurio en chico que, parecía, no querer terminar de abrir la puerta. Candela ladeó la cabeza y murmuró algún encantamiento, entonces la entrada se ensanchó, de tal manera, que podría pasar perfectamente su Ford Anglia por allí.

 

Venga, que quiero atropellar algunos elfos. La última rebelión no va a quedar impune. ―tenía el presentimiento de que estaba haciendo algo que no debía hacerse, pero le encantaba, porque eso significaba que estaba haciendo las cosas bien.

 

 

PD: OFF: ¿Dónde están mis hijos? *voz de La Llorona* (?)

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~ Mosquito ~          Ianello 

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¡Esta mujer esta loca! alcanzo a gritar mientras veía como su madre intentaba entrar con el auto al Castillo.

Tomo del brazo a la muchacha, quien se había presentado como Alondra y la empujo dentro, pensó en un Salvaguarda Mágica, y asi logro que el auto pasara de él sin hacerle daño. Lo único que faltaba y no necesitaban de momento era un cadáver dentro de la propiedad, o tal vez si... No sabia si aun su madre seguía juntando los cráneos humanos o simplemente esa obsesión por ellos desapareció.

Un dato curioso, era que la pequeña lo estaba buscando, había nombrado a su prima Gia, quien hace muchos años había dejado de ver, tenia mucho tiempo sin viajar a Italia y no sabia mucho sobre el paradero de su familia. Al parecer había tenido una hija, su rostro era similar y los ojos eran idénticos... Parecía un poco nerviosa, era entendible, luego de lo que acaba de vivir, pero aun asi esas cosas eran demasiado normales en la residencia Triviani.

Matthew se mantuvo atento y sin bajar la guardia en ningún momento, no sabia si la bruja decía la verdad o eran falacias para hacerle algo. La boca del gitano se torció y la miro de pies a cabezas, esperando que estuviera entera. ¿Te encuentras bien? esa era mi madre... Siempre haciendo locuras. le regalo una sonrisa, no quería que pensara que Triviani era más que una cara seria, a veces era amable y podía ser un poco cariñoso. Bueno, en realidad estaba fingiendo, era todo lo contrario.

Habia sacado la conclusión de que no eran personas racionales, como lo era... Nadie. Giro sobre sus talones y con un movimiento de su diestra hizo que la puerta se cerrara de un solo golpe, haciendo que la jovencita diera un brinco; tan solo era Chuck, acatando una orden de Matthew. Movió la cabeza y la busco con orbes avellana, la invito a sentarse mientras él preparaba un trago. ¿Deseas tomar algo? inquirió Te puedo ofrecer alcohol o lo que desees.

Termino con unas florituras de Frida y se sentó en un banco, que por ayuda de magia se movió hasta posar frente a ella. Dio un sorbo, carraspeo con su garganta y soltó: Yo soy Matthew Triviani. revoleo los ojos al escuchar el alboroto detrás y los gritos de guerra de Candela Sepa disculpar, estamos con pequeños problemas Familiares, en la cocina. sonrió Pero dime, ¿Como puedo ayudarte? eres hija de Gia, eres mi familia.

 

 

 

@@Alondra L. Santoro

 

 

PD: OFF: Tus hijos se fueron Amá, ( @@Candela Triviani ) los has abandonado mucho tiempo, y ahora lo has querido atropellar. (?)

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Alondra por lo general era una joven tranquila, siempre se mantenía ecuánime y no perdía jamás la compostura, así había sido educada por sus padres, siempre fuerte. Pero desde que ellos habían partido, las cosas habían cambiado, toda su seguridad se había transformado en miedo, un miedo que intentaba sofocar a toda costa para poder recuperarse a ella misma.

 

El mago frente a sus ojos le sonrió al escuchar el nombre de su madre, eso la calmo un poco, pero poco duro aquella calma, al segundo siguiente escuchaba gritos de una mujer, giró la cabeza y su mente se quedó en blanco, la bruja apareció entre la puerta y su anfitrión, apenas pudo reaccionar y dejarse llevar mientras un auto pasaba por su lado.

 

Apenas recuperó el aliento, aquello definitivamente no era normal ¿A dónde demonios la habían mandado su madre? El caballero la escudriño con la mirada antes de volver a hablarle y preguntar si se encontraba bien y le informaba que la bruja era su madre. Alondra asintió suavemente con la cabeza aun incapaz de hablar, tras la sorpresa. Un nuevo sonido la hizo ponerse nuevamente alerta, aunque solo era el sonido de la puerta al cerrarse, lo cual causo una mansa risa en el mago a su lado, para él, aquel episodio parecía cosa de todos los días. La dama recién llegada mencionó a los elfos y siguió su camino.

 

-Agua está bien…- le respondió ante la propuesta de beber algo.

 

- Yo soy Matthew Triviani- dijo el hombre a la bruja, mientras el ruido a sus espaldas se incrementaba, Alondra se removió nerviosa, aunque el saber que era el a quien buscaba la hacía tener un poco de calma -Sepa disculpar, estamos con pequeños problemas Familiares, en la cocina. Pero dime, ¿Cómo puedo ayudarte? eres hija de Gia, eres mi familia.

 

Alondra respiró profundamente al escucharle, y una suave sonrisa se dibujo en sus labios, si bien no podía sentirse feliz o menos aun tranquila tras aquel extraño recibimientos, se sintió algo más relajada, aquel hombre parecía amable y la recibía de buena manera.

 

-Un gusto conocerle- respondió con educación- Mi madre siempre me hablo muy bien de usted y ahora que ella…- respiro profundamente dándose valor para continuar- que ella ya no está, me tomé el atrevimiento de venir a buscarle . Es mi primer día en Londres, no quisiera incomodarle, tal vez podría volver otro día- admitió perturbada por el evidente lío que había dentro de aquellas paredes.

 

 

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Editado por Alondra L. Santoro

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Los pequeños cadáveres yacían en el suelo, desangrándose de a poco mientras yo terminaba de comer la carne de una pierna. La última vez que había probado la carne de elfo había sido hace muchos años, justo cuando me molesté con el pequeño elfo que mantenía de sirviente. Era jugosa, dependiendo de la edad del elfo, sin embargo, su sabor no era para nada desagradable. Lanzando el hueso junto con los demás cadáveres salí del sótano a la planta baja, donde suponía todos estaban aún.

 

El grito de Jeremy me hizo ponerme alerta y corriendo esquivé a los pequeños que venía corriendo hacia mi - ¡Me los comeré a todos! - Grité, como una desquiciada recién escapada del manicomio mientras tomaba mi varita y lanzaba algunos rayos a objetos ocasionando que estos explotaran.

 

Una joven bruja entró, para comenzar a ser atendida por Matthew, que sin prestarnos atención la llevó a no se donde. Tomé entre mis manos na silla y corrí hasta donde Jeremy estaba - Muereeeeeee - Y le partí la silla en toda la espalda. Viéndole caer al suelo. Me reí, como nunca me había reído para luego quitarle su varita y salir corriendo a esconderme.

 

PD: Off: @@Candela Triviani tus hijes están de parranda(?)

 

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