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.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)


Mentita
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Me gustaría saber de qué forma se han criado, para que clamen con apetito por el cadáver descompuesto de un elfo.

 

Candela se apareció en medio de la sala, bajo la mirada inquisitiva de sus hijos. Tenía el cabello más despeinado que de costumbre, a pesar de que se había esmerado en adecentarlo un poco para esa ocasión. Acababa de darle de comer a Pyro y Nora, el dragón de Alyssa y la dragona que mantenía de forma ilegal en las mazmorras. Tenía la impresión de estar violando el pacto que había hecho con Orión, su cómplice en el robo al circo, al mantener a la bestia con ella. El Yaxley estaba más ocupado en sus amores, por lo que había escuchado, así que tenía un poco descuidada la parte 'delictiva' y, desde luego, la bruja no iba a desaprovecharlo.

 

Se peinó un poco la cabellera castaña, pasando los dedos entre ellos, mientras un Chuck se colocaba delante de ella y le dedicaba una mirada de súplica. La Triviani adivinaba lo que la criatura quería, se lo concedería claro; un elfo muerto significaba una par de manos menos y, aunque hubiese sido la suya la que ejecutó el acto, tenía la impresión de que, si no accedía a que le diesen sepultura, el castillo se vaciaría de sirvientes y el aspecto que tendría sería peor al que ya tenía. Asintió, sin bajar la vista hacia él.

 

Ya sabes lo que tienes que hacer. ―le dijo, cuando éste chasqueaba los dedos para arrebatarle el cuerpo a Matthew -o Patricia, a veces dudaba de con quién estaba tratando-. Chuck emitió un débil "sí, ama" y desapareció. Entonces, se decidió, por fin, a hablar con la prole.― Veo que han recibido mi recado. ―sus ojos mercurio chispearon de ansiedad, a pesar de que su rostro mantenía una expresión inescrutable.― Los elfos han decidido agasajarnos por haber tenido una victoria aplastante sobre ellos, ―mintió― es justo que probemos las delicias con las que nos esperan. Pero antes... ―les dio un frasquito a cada uno que contenía un líquido espeso y amarillento.― Seamos cuidadosos, ante una posible amenaza. ―les guiñó un ojo.

 

Caminó hacia el comedor, impecable, donde la mesa de roble estaba lista para recibirlos. Los cuadros habían vuelto a su lugar, las sillas habían sido reemplazadas por unas nuevas, que no estuvieran rotas producto de la rebelión que se había librado hacía un par de meses. Los candelabros ardían con gusto, invitándolos a disfrutar de la velada. Ella, por supuesto, desencajaba con la pulcritud y la elegancia con la que se habían preocupado en dejar la estancia.

 

No era solamente el comedor. Parecía que, cada paso de la matriarca, peinaba todo el castillo de manera tal que, el desorden, la putrefacción que habían dejado los cuerpos y miembros cercenados, desaparecían para dar lugar al hogar de antaño. Las guerras, las rebeliones, eran el pan de cada día en la familia Triviani; mas 'después de la tormenta, llega la calma' y no iba a ser diferente aquella vez. No cuando necesitaba un poco de paz para lo que estaba a punto de hacer. Para cuando le cayeran los posibles reproches, las acusaciones y, tal vez, las amenazas. Estaba segura de que nada bueno seguiría a lo quería revelar y, aunque estaba más que acostumbrada y se mostraba indiferente, muy en el fondo, le importaba. MUY en el fondo.

 

Tomó asiento la primera, en la punta de la mesa, como la cabeza de familia que era. Sus ojos sonrieron al recuerdo de las cenas en las que actuaba en el lugar en el que actuaban sus propios hijos. Cuando su madre todavía estaba en Londres y Alyssa era... Normal. Le fastidiaba tener que hacerse cargo de una casa, de gente a la que -ella misma lo decía- detestaba. No veía la hora en la que su tía volviese a lo que era o, se prometió a sí misma, la desterraría del castillo y se quedaría con las riquezas que éste mantenía. No era mucho, claro, pero algo había en las arcas y no iba a ser tonta de dejar pasar la oportunidad.

 

Bien, ¿esperamos a alguien más? Tengo hambre y no me gusta cuando la comida se enfría. ―miró a los tres chicos, expectante. Se preguntaba si los demás habían recibido la nota en donde los citaba.

 

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Lá Patri.

¿Como que la cena? preguntó Patricia. No estaba de acuerdo con las palabras del Triviani y se cruzo de brazos haciendo una mueca con su boca en forma de capricho. Ahora se había quedado sin su nuevo juguete, por una tontería del vampiro. Poco tardo en aparecer la hermana más pequeña de los Triviani, aquella por la cual ambos tenían una fascinación y cariño fuera de lo común, difícil, era entender que el gitano tuviera sentimientos por alguien, pero ahí lo veía, emocionado por verla.

 

¿Que podría ser? pensó mientras la miraba.

 

Se había puesto un vestido plisado de algodón de manga larga, sin escote, por que no tenia te**s en ese cuerpo, pero cuando había acabado de colocárselo gracias a la magia que abundaba en el castillo, nuevamente apareció aquella criatura de ojos esmeralda que se hacían llamar Chucks, Patri, le gruño al ver como arrebata el cadáver del elfo muerto y lo pateo con total desagrado por quitarle su diversión. Se inclino cerca de una maceta y saco una de las pelucas de Zoella, de por ahí, que estaba tirada tras ella y se la acerco al hocico, para comprobar que no estuviera orinada. (?) Era una de color rubio, que parecía un nido de quirquincho y se la coloco sobre los cabellos azabache del cuerpo de Matthew.

 

Dio un pequeño giro sobre si misma, para que sus volados giraran, más no su pelo, que estaba duro. ¡Estoy esplendida! comento, esperando que el joven vampiro la mirara, pero se detuvo abruptamente al ver a Candela, con aquellos harapos comprados en Madame Malkin, donde decían tener todo para la ocasión. Y salio corriendo hacia la cocina, para desaparecer de su vista, antes de que le hiciera algo.

 

Matthew Triviani.

Le dolía un poco la cabeza, parecía ser que Patricia había tomado el control de su cuerpo durante un tiempo demasiado largo, más del habitual. No le dio mucha importancia, seguramente luego sabría que estuvo haciendo y algún reproche de sus hermanos también. Apenas abrió los ojos, se encontraba dentro del almacén, ubicado a un costado de la cocina, escuchaba ruidos y todo le hacia un eco dentro. Diviso a su hermana Zoella, se alegraba de encontrarla a salvo, y fuera de la torre que Amá la había encerrado y claramente, ellos colaboraron. Se le acerco en silencio y le dio un ruidoso beso en uno de sus cachetes, con una media sonrisa, algo que no era propio de él, pero lograba encontrar sentimientos cuando ella estaba cerca.

 

Observo el interior del umbral sin estar seguro de si estaba teniendo visiones o no. Con él, solo llevaba un vestido de color fucsia y una peluca de color rubio, de quien sabe donde habrá salido y por qué lo tenia, era un misterio. La puerta que conducía al comedor estaba abierta, ¡idi***s! tengan cuidado insulto a los elfos que casi lo pasan por encima, bandejas de plata con tapa era lo que cargaban a gran prisa. Tuvo una invitación previa, y suponía que la cena estaba por llevarse a cabo...

 

Notó enseguida que lo que antes fue una plena zona de batalla, ahora relucía, el comedor de la gran familia de mafiosos volvió con todo su esplendor y la mesa de roble que estaba ahí preparada con lo que parecían ser deliciosos bocadillos era encabezada por Amá. Algo desconfiado, avanzo con precaución sin emitir ninguna palabra, hasta buscar una silla del lado izquierdo de la mesa, revisando con suspicacia el pequeño frasco que contenía la sustancia espesa, amarillento.

 

Los herederos de una venganza, estamos presentes... ¿Quienes mas fueron invitados a esta maravillosa velada? Amá. comento en modo de saludo, tocando los mechones que caían sobre su rostro Si preguntas por mi cabello, lo he teñido con algo parecido al cloro, encontrado en la cocina rodó sus orbes, estaba bromeando, pero no le desagradaba la peluca de su hermana. Y por allá, estaba él... #ElFavorito, miro la pala que estaba en la pared, y achico sus ojos mirándolo.

 

 

 

 

@@Candela Triviani @ @ @@Evedhiel @@Alondra L. Santoro @ @LáPatri.

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Tenia consigo una prenda bastante sencilla, un vestido de color blanco, que casi parecía gris por el evidente uso y paso del tiempo, estaba descalza, porque últimamente le gustaba más conectar con la naturaleza de esta manera... Y apareció en los jardines del imponente castillo, ya caía la noche, y los grillos empezaban con su canto, subió las escalerillas y empujo la pesada puerta que daba de entrada al salón y comedor en ocaciones especiales.

 

Enarco una ceja extrañada, Candela estaba sentada como todos los domingos en la mesa de Mirtha, faltaba solamente que tuviera tarjetas con preguntas sobre la mesa y podrían recrear aquel programa muggle. Matthew, con una peluca, como si le hubieran tirado lavandina y bueno... Jeremy, haciendo quien sabe qué del otro lado.

 

¿Me estaban esperando? pregunto con ironía, sabia que no la esperaba, y a decir verdad ella tampoco esperaba aparecer en un momento así. Pero, sonrió sarcástica y tomo lugar a un costado de su hermano.

 

¿Están por planear como dominar el mundo? por que tengo un par de ideas soltó

 

 

@todes. Si, la inclusiva! <.<

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-Sí, la cena -Continuó con el chiste Jeremy mientras veía posar a la Patri. ¿Porque era el único que reconocía los cambios en su hermano? ¿Nadie se daba cuenta que se volvía provocador, mal hablado y más afeminado que de costumbre? Por lo que veía si. Era el único. Patricia lejos de sentirse cohibida por la llegada de Zoella, sacó una peluca de una planta y se vistió muy molona. Con pechera y todo.

 

-Estás radiante, ese color de pelo te queda muy bien -Comentó Jeremy a Patricia, antes de a Zoe y el estado deplorable que se encontraba. Ni el poco glamour que tenía en esos momentos, hacía que se viera horrible. Se acercó a ella -Te extrañe, me alegra que ya estés aquí.

 

Beso a su hermana en la mejilla, mientras que con su varita le hacía le hacía un hechizo de limpieza y su vestido corto se transformó en una delicado color negro con lentejuelas brillantes con unos zapatos de taco del mismo color. La belleza de la Italiana volvió a ser el de siempre. Hasta no tener peluca le quedaba hermoso. Tomo su mano en señal de apoyo, cuando Candela interrumpió el momento. Vale decir que Patricia corrió a esconderse.

 

¿Sabía Candela que se habían criado en situaciones raras porque ella los habia abandonado? La mamá del año. Seguro sus motivos eran “para hacerlos fuertes al mundo cruel”. La escucho frunciendo la ceja, mientras la Gitana se paseaba dando órdenes y haciendo que a su paso todo volviera a su lugar, reflejando el esplendor del castillo. Tal era su poder, que ninguno de sus hijos se había animado jamás a contradecirla...públicamente, claro.

 

-Me llegó el recado, debo decir que me sorprendió la calidez de la invitación. -Respondió mientras tomaba el frasquito que les entregaba, con escepticismo. ¿Otro intento de homicidio?. Era probable.

 

Siguió a la Gitana hacia el comedor, llevando a zoella de un brazo y corriendo la silla para que se sentara a un lado del él. El propio Jeremy observó a Matthew que volvió al comedor, tomando haciendo al lado izquierdo de su madre, frente a él. Los escucho hablar, mientras ordenaba sus pensamientos. ¿Sería una cena normal? ¿Acaso la última cena? ¿Quién más estaba invitado?

 

- Preguntó lo mismo que Matthew. ¿Quién más está invitado? -Inquirió con suspicacia, mientras los elfos empezaban a llenar las copas con un costoso vino Británico. La pregunta no tardó en responderse por sí sola, Orianthi apareció y tomo asiento a un costado de Matthew. ¿Vendrían todos los Triviani? - Hace rato que no te veo -Le dijo guiñándole un ojo -¿Debemos preocuparnos por algún inocente?

 

 

@Oriánthi @ @@Candela Triviani @ @ @@Alondra L. Santoro @@Evedhiel @LaPatri @CandelitaComingSoon

 

 

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Editado por Jeremy Askar Triviani

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No le sorprendía el escepticismo en sus hijos, cada uno se mostraba reticente a beber del frasquito que les había repartido. Candela puso sobre la mesa el suyo, le quitó la tapa y bebió el líquido amarillento de un trago. Tenía una textura áspera, de sabor amargo, no le gustó nada; mas se obligó a esconder su el desagrado que le produjo, de otro modo, quienes la estaban observando, no se atreverían a tomar del que la matriarca les dio. Con los Chuck no podían estar muy seguros, eran bestiecillas bastante rencorosas y, si bien ya había pasado un tiempo desde la última rebelión, no quería arriesgarse a quedar sin receptores del mensaje que planeaba dar durante la cena.

 

Supongo que estamos los que debemos estar. —dijo, respondiendo a las preguntas de Jeremy y Matthew.— Y no, por ahora no corre peligro ningún inocente. — "A menos que me considere yo una", se atrevió a pensar.— Venga, ¡que traigan la comida!

 

No terminó de pronunciar las palabras que, al chasquido de dedos de los elfos, la mesa se llenó de todo tipo de aperitivos, como para empezar a abrir el apetito de los presentes. Además de fuentes de carne, cordero y pollo asados y otras de papas y ensaladas. Distintas botellas de alcohol: coñac, vino, vodka. Ginebra para la gitana, ubicada frente a ella. Se sirvió un poco y bebió. En principio lo hizo para quitarse el gusto amargo de la boca, ya después, las razones distaban de ello.

 

Candela no era alguien que hablase de sí misma. Los picos de atención sobre ella debieran ser por otros motivos, quizás su poder, su personalidad despreocupada o esa chispa que emitía con su presencia. Para nada debieran ser motivos personales, profundos, algo que se esforzaba en ocultar desde hacía muchos años. Con la práctica de tantos años, lo emotivo pasó a un plano nulo de su vida, lo sentimental dejó de tener lugar en su trato con los demás y el corazón, que ya decía no tener, se apartó de la toma de sus decisiones. ¿Cuándo había empezado a actuar de ese modo? Lo había olvidado. Quizás cuando descubrió que su familia de crianza no era la suya, de su sangre. Tal vez cuando se enamoró, eones atrás, de alguien a quien no volvió a ver. O puede ser que haya sido a causa de la traición que sufrió por parte de la única persona en la que llegó a confiar, con la cual se casó. Incluso, era posible que se haya debido a la muerte de su hijo neonato -muerte a causa de su propia mano, claro-.

 

No dejaba, a nadie, indagar en sus pensamientos, sus intenciones, sentimientos o vida privada. Y lo que estaba por hacer, no porque lo quisiera sino porque era necesario, iba en contra de todo eso que luchó por esconder. Así que no, no era nada fácil buscar aquello que había olvidado -o forzado a hacerlo-, la marea de emociones que suponía invocar los recuerdos; mismos que la sometían a la ira. Siempre la ira. La Triviani estaba enojada, quizás con la vida. Ya no estaba segura.

 

Únetenos, Orianthi. —invitó a su sobrina a la cena. Pocas eran las veces en las que coincidían, se aventuraba a creer que, en realidad, era nunca. Pero, desde la muerte de su hermano Ishaya -el padre de ella-, la había visto mucho menos. Por supuesto que a la matriarca, sus dos trabajos la consumían, mas tenía la sospecha de que era ella quien consumía sus trabajos.— Aprovechemos la comida para ponernos al día. Y, también, para aclarar algunas cosas.

 

Desvió, de manera imperceptible, la vista hacia Jeremy, lo que duró apenas un segundo. Dio otro sorbo más a su copa y la llenó nuevamente, al darse cuenta de que ésta se había vaciado.

 

Es evidente que las cosas en Londres se están caldeando un poco. —empezó, por algo tenía que hacerlo.— En el Ministerio no quieren que cunda el pánico entre magos y brujas, pero se acerca algo... Grande. —si lo que decían las cartas, que le llegaban de su contacto en MACUSA y el gobierno italiano, era cierto, la crisis dejaría de ser meramente política.— Errr...

 

Dudó, era claro que no tenía ni idea de cómo abordar el tema.

 

La pureza de sangre... —sus palabras salieron de manera casi automática. Lo escuchó, mucho tiempo atrás, y se le hizo un nudo en el estómago.— Debemos permanecer con los nuestros. Pero para ello, debemos saber quiénes son... Quiénes somos... De dónde venimos... —en esa ocasión, su mirada mercurio se detuvo en los ojos azules del mayor de sus hijos.

 

¿Y ese discurso sentimentalista? Ah, sí, no era más que el avance de su revelación. Y, siendo sinceros, a Candela le interesaba más el poder político y económico que eso le revelaría. Así que, si debía ponerle matices emocionales a su secreto para lograr sus objetivos, bien merecía la pena.

 

@Oriánthi @ @ @ @etc (?)

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Escuché los pasos impotentes y reconocibles de la matriarca Triviani, Candela, nuestra madre hacía acto de presencia en la sala, tan ella como siempre, con ese porte respetable que siempre marcaba, la admiración oculta de mi parte hacia ella se hizo presente ante un pequeño asentimiento de saludo, pasó por mi lado, tan indiferente como siempre llamándonos hacia la cocina, una cena, auspiciada por los elfos nos esperaba,pero antes nos tendió a cada uno un frasco lleno de un líquido espeso y amarillento. El terror se hizo presente en mi sistema ¿será algún veneno para acabar totalmente con su descendencia y no tener que compartir la herencia?

 

Matthew parecía estar siendo llevado por Patricia, o quizás estaba siendo llevado por los potentes efectos del hongo de aquella planta que llevamos cultivando en secreto dentro de las paredes del C.R.A.A. aquella de la cual medicamos a los diferentes psicópatas recluidos en nuestro centro rehabilitante, ¿rehabilitante, así se dirá? mi cerebro comenzaba ya a divagar, el tiempo encerrada mezclado con la dislexia no era una buena combinación.

 

El delgado cuerpo de Matthew llevaba un hermoso vestido puesto, que lucía de una manera que solo el/ella podría, una riosa algo tonta salió de mis labios al observar como intentaba colocarse una de mis tantas pelucas extraviadas, que había encontrado en una maceta, malditos elfos, sabía que jugaban con ellas. Escuché la grave voz de Jeremy halagarla, y un repentino sabor amargo se alojó en mi garganta, recordando los viejos tiempos en Rusia.

 

El beso sonoro del Triviani del medio me tomo por sorpresa, y le regalé una sonrisa y lancé un beso en su dirección, lo había extrañado bastante. Por otro lado, sentí la presencia del mayor de los hijos de Candela a mi otro lado, que al igual que el excéntrico Matthew, dejó in beso algo más delicado en mi otra mejilla, junto a un hechizo de limpieza en mi cuerpo, lo que me recordaba ¿donde habré dejado mi varita? Llevaba algunas semanas sin hacer magia, o algo por el estilo y me sentía bastante oxidada - También los extrañé - solté, por lo bajo, el apretón de confort que me dio l mayor me hizo temblar levemente, él y yo teníamos algunos asuntos pendientes, aunque no era el momento.

 

Caminamos a la mesa dondeen la cabecera La Zingara estaba sentada y a su izquierda se posicionaron a Orianthí quien nos esperaba cn ella y Matthew que se estaba sentando, por otro lado, Jeremy quien me llevaba de la mano nos dirigió a las sillas vacías del lado derecho. Todos preguntaban quienes más estaban invitados, yo por otro lado no deseaba ver a alguno de mis hijos, no aún. Sin pensarlo, quité el corcho del frasco amarillo y lo tomé de un solo sorbo, confiando un poco en mi madre, esperando que solo fuera un estupefaciente que me hiciera estar de mejor humor.

 

Segundos antes ya la matriarca había bebido del frasco, sin hacer expresión, por otro lado yo solté algunas arcadas - Que case de caca nos has dado Candela - sostuve mi estomago, sintiendo como comenzaba a revolverse. Ya llevaba algunos días con extraños síntomas, que me recordaban a mis días de embarazo de hacía muchos años. Y, cuando la gitana chasqueo los dedos, para que la comida apareciera en la mesa, fue lo que hizo explotar totalmente esos síntomas.

 

Aguanté un poco los mareos, mientras a lo lejos escuchaba un discurso distorsionado por parte de la bruja de ojos mercurio, sentía la vista nublada y las nauseas se apoderaban de mi sistema con los diferentes olores de comida. Tome con fuerza el brazo del padre de mis hijos y hermano, mientras intentaba contenerme con todas mis fuerzas, hasta que no pude más.

 

Con rapidez corrí la silla hacia atrás, levantándome agresivamente para tomar una hielera que tenía cerca y salir del comedor, pero a duras penas legué al umbral de la puerta cuando me desplomé en el piso y comencé a devolver todo lo que albergaba en mi estomago.

 

- Oh no, ahora no por favor - solté sin aliento, para seguir vomitando lo nulo de alimentos que mantenía en mi estomago.

 

@@Candela Triviani @ @Oriánthi @Matthew Triviani @@Alondra L. Santoro @ @LaPuercaPatri(?)

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Matthew Triviani.




¿Qué? pensó mirando a Candela.

¿Se estaba sacrificando por sus hijos? tuvo la iniciativa de beber aquel liquido amarillento que les entrego al principio de la velada, y al cual todos miraron dudosamente, pero ella lo bebió sin más. Seguramente el suyo estaba libre de algún arsénico, para que cobrasen confianza y pudiera matarlos a todos mientras ella se atragantaba con panecillos de canela.

Su dolor de cabeza había cesado un poco.

Levanto su diestra hacia la mesa, para tomar entre sus dedos una copa de cristal, descubriendo la petaca de acero que traía bajo el vestido, y vertiendo un poco del liquido carmín. Era un preparado a base de Ginebra, con un poco de color que le daba un sabor a frutillas. Una botella muggle que había ultrajado del ultimo bar que visito. Y sus ojos se abrieron, depositando nuevamente la copa en el canto de la mesa, cuando su hermana apareció, a su lado. Solamente la miró, he hizo caso omiso a lo que había dicho. Tenia mucho tiempo sin verla o coincidir dentro del impetuoso castillo, a veces sentía empatía por ella, tras el deceso de su querido padre. -Si a veces tenia sentimientos-

 

La voz que estaba en su cabeza había desaparecido por completo, rasco su cabeza por debajo de la peluca, su pregunta era más para saber si por fin ya todos los que conocía estaban regresando, anteriormente el castillo estaba repleto de personas, pero con el pasar de las décadas, se fue oscureciendo. Las palabras de Candela lo sacaron de sus pensamientos y los chucks comenzaron a traer los aperitivos como si fuera un desfile y un chasquido de sus dedos hicieron aparecer bebidas importadas sobre la mesa. Rodó sus ojos al ver que hizo aparecer una botella de Ginebra, -no hubiera utilizado el suyo-, pensó por dentro. Sus orbes negros estaban fijos en un lugar, donde uno de ellos era enmarcado por una ceja alzada, casi en un arco perfecto.

 

Tenia al menos diez minutos perdido en sus pensamientos

 

¿Quienes son los nuestros? soltó, perplejo a las palabras de Candela ¿Los Británicos? ¡Ja! añadió golpeando la mesa con las manos y volviendo nuevamente hacia el respaldar de su asiento... Tomo una bocanada de aire y miro a sus hermanos tras soltar un bufido. Según el futuro ministro, Inglaterra solo es para los Ingleses, y todo aquel que apoye a Bulgaria, debe ser desterrado. ¡Él es Ruso! señalo a su hermano Ella Italiana, y yo soy Rumano miro a la calva y termino apoyando sus dedos indices en su pecho.

 

Hay que matar a todos los Británicos...

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Los Chuck no tardaron de llenar la larga mesa con sabrosa comida, Jeremy aprovechó para imitar a su madre y beber del frasco como si fuera un shot de alcohol. El sabor amargo lo hizo carraspear, pero un trago de un dulce vino perfumado, calmó la sensación de hastío. Pero no los nervios que sintió al escuchar a la gitana hablar sobre que no habría ningún inocente para matar, cosa rara de por sí, y apurar la comida. Ese detalle le hizo prestar más atención que de costumbre.

 

Las palabras siguientes de Candela sobre “Aclarar algunas cosas” atrajo la mirada del vampiro, nuevamente hacia ella. ¿Estaba nerviosa su madre? Imposible. Jamás la había visto perder los estribos. Zoella en esos momentos empezó a descomponerse a la simple vista de la comida. Los olores le provocaban náuseas o alguna clase de malestar. No quiso indagar mucho… no le convenía, claro.

 

-Vuelve cuando acabes -Le dijo cuando salió corriendo.

 

Matthew con la peluca que no le quitaba seriedad empezó a contradecir las palabras de Candela sobre política. Tenía razón, cada uno de ellos habían nacido en diferentes países, por causa del Candela destino. Aquello los dejaba como extranjeros en suelo Ingles y en medio de una guerra mágica. La familia debía empezar a pensar que postura iban a tomar en medio de todo ese berenjenal.

 

-¿Que tenemos que ver con la política? -Le preguntó mirando a su madre a los ojos, notando la emoción. ¿Estaría borracha? - Creo que podemos aprovechar esta guerra para ampliar nuestros negocios familiares en el contrabando de materiales importados.

 

Asintió a las palabras de su hermano sobre matar a todos los ingleses. Realmente Jeremy consideraba que les faltaba un poco de carácter para implementar normas más duras contra la ineptitud de los ciudadanos. Aprovechó ese pie para intentar convencer a su la matriarca de los beneficios de aquella guerra. Hacía semanas que venía pensándolo y creía que era momento de tomar el toro por las astas.

 

-¿Quieres postularte de Ministra? ¿Es eso? Con tu cargo ministerial y el buen servicio que le prestas a la sociedad, por tan pocos galeones hay que decirlo, creo que sería una buena idea -Dijo intercambiando una mirada con el gitano para que lo ayudara - Creo que no estaría mal que lo pienses. Desde un puesto de poder, imagina todas las leyes beneficiosas que podríamos derogar contigo en ese cargo…. –Tomó la mano de la gitana con afecto, mientras seguía con confianza su estudiado discurso - Por eso tenía que decirte, madre, que me parece también una excelente idea que dejes los negocios de la familia en manos mías y de Matthew, ya es hora – Soltó con una sonrisa conciliadora - Mientras tú te ocupas de los temas más importantes de la sociedad mágica, nosotros podemos estar en las sombras llenando las arcas Triviani. Ninguno pierde, todos ganamos. ¿Qué dices?

 

 

 

@ @ @@Candela Triviani @Oriánthi

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Por extraño que pudiera parecer Alondra empezaba a acostumbrarse a su nueva vida, el castillo Triviani comenzaba a parecerle incluso acogedor, después de algunos días, las locuras de su nueva familia le parecían divertidas, dejando de lado que eran algo “agresivos y escatológicos” eran agradables e incluso a su modo “cariñosos”.

 

No en vano eran ahora su única familia, y le habían abierto las puertas de su casa sin pensarlo. Matthew la trataba casi como un padre, ¿O quizás como una madre? lo cual hacia que la joven bruja dejara de lado la melancolía y se uniera de vez en cuando a las locuras de la familia cuando su humor se lo permitía, tomandoles verdadero cariño aun en su extraña manera. Tras peinar sus largos y castaños cabellos se dispuso a bajar al comedor, donde se podían ya escuchar los gritos inequívoca señal de que la familia se encontraba ahí reunida.

 

Apresuro el paso apenada, llegaba tarde a la cena, y sin darse apenas cuenta tropezó con algo en el camino, su tía Zoella estaba tendida en el suelo envuelta en lo que parecía vomito acompañado de un desagradable ruido de arcadas. El primer instinto de Alondra fue ayudarle y así lo hizo, al ver que como siempre la familia seguía en lo suyo sin prestarle atención a la mujer.

 

--¿Estás bien? — aquella pregunta tras soltarla le pareció muy tonta, cuando evidentemente algo no andaba bien con ella. En la mesa Matthew en su faceta femenina, la abuela Candela, el tío Jeremy y una dama que no conocía departían mientras la manada de elfos disponía los diferentes platos para la cena.—Déjame ayudarte—musitó tomando a la mujer del brazo para que pudiera incorporarse y tomar aire, mientras pedía a uno de los elfos—Dame un vaso con agua…ahora…--exigió dejando de lado aquel tono dulce que por lo general le acompañaba, probablemente la influencia de la familia comenzaba a influirla—Buenas noches familia…-- saludó intentando llamar la atención de los presentes que parecían ignorarle también a ella.

 

 

@Matthew Triviani @Zoella Triviani Yaxley @Candela Triviani @Oriánthi @Jeremy Askar Triviani

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La reacción de Zoella a la cena le pareció un tanto sospechosa y, al ver que a poca distancia empezó a devolver todo lo que sea que haya metido al estómago antes de resultar liberta de su prisión en el piso superior, le dio un revoltijo en el propio que apaciguó con un trago de su copa. Había participado de escenas mucho más grotescas, así que el efecto que le provocó su hija -se dijo- se debía más que nada a la ansiedad que la invadía. ¿Estaba nerviosa? Probablemente, no era nada fácil la situación a la que se estaba enfrentando y, muy posiblemente, hubiese preferido evitarla. Pero ,ya puestos en el baile...

 

La voy de Matthew la sacó de su ensimismamiento. Ese espíritu combativo, la impulsividad de sus palabras y ese carácter tan peculiar... Candela dibujó una mueca ladeada, una sonrisa pugnaba por salir, pues le recordaba mucho a ella misma de adolescente. Le costó desviar la mirada a Jeremy, cuya propuesta le hubiese parecido atractiva de no ser porque, en su mente, tenía otro tipo de planes para sí y para sus actividades. Y ni qué decir de dejar a cargo de los negocios a sus vástagos, no le parecía muy mala idea; sin embargo, dudaba de que el mayor de los varones no tomase represalia por lo que estaba a punto a acontecer. ¿Lo haría?

 

-- ¡Bueno, basta! --elevó un poco la voz, y uno de los elfos que presenciaba la escena se frotó las manos con impaciencia.-- Tu padre, Matthew, es británico. --soltó con un tono mordaz.

 

Candela sabía perfectamente que el muchacho se escabullía del castillo para pasar algunos días en compañía de Aaron, le resultaba un poco hipócrita que ahora se refiriese a él en tercera persona. Aunque claro, era lo normal si llevaba sangre de la gitana en sus venas.

 

-- No pretendo postularme al cargo. Muero de aburrimiento de solo pensar que tendría que estar allí todo el día, todos los días. --largó un suspiro y se relajó en su asiento --Sin contar que tendría que soportar a toda clase de imbéciles, los que adulan por el poder y los que no, son todos iguales. Los detesto a todos. Con suerte, me despierto cada mañana dotándome de una paciencia infinita que me ayude a pasar el día aquí, a cargo de una familia. --llevó ambas manos a su rostro y se cubrió con ellas.-- Ya saben que no soy muy familiera, que digamos. --su voz sonó ahogada detrás de sus manos.

 

Al descubrirse el rostro, lo primero que hizo fue darle otro sorbo más a su ginebra. ¡mier**!¿¡Tanto le iba a costar confesar lo que tenía que confesar!?

 

-- Desde un puesto de poder... --inició nuevamente el discurso, citando las palabras de Jeremy-- Las leyes pueden... VAN a ser beneficiosas para nosotros. Nosotros no apoyamos a Bulgaria. Al menos no, hasta ahora. --escondió la risa, dejó en claro que todo podía cambiar con el pasar de los días. A pesar de que el gobierno italiano se haya mantenido silencioso, la cautela era siempre su carta más fuerte.-- No nos van a echar por extranjeros, Matthew, deberías saber que sería un escándalo para el futuro Ministro (el candidato más fuerte) deportar a sus propios hijos, y a la madre de ellos, de Inglaterra. No creo que estaría dispuesto a pasar por tal vergüenza.

 

Chuck ahogó un grito. Un sonido gutural escapó de su garganta, se dio cuenta de lo que había hecho su ama y no pudo evitar asustarse a la reacción de los muchachos. Que sí, que el elfo sabía la historia de la bruja y del Yaxley. Dos hijos, ¡DOS HIJOS!. Su ama debió darse cuenta del manojo de nervios en el que se había convertido y se cubrió, de manera automática, la cabeza con las manos.

 

-- Bien. Creo que es hora de que lo sepas... --sus ojos grises se fijaron con intensidad en Jeremy-- Tu padre es Aaron Black Yaxley.

 

Y como convocada por el destino, Alondra saludaba a la familia mientras ayudaba a Zoella, quien seguramente caería en un nuevo acceso de vómitos luego de la noticia que su madre acababa de dar.

 

-- Alondra, querida. ¿Ya cenaste? Hay mucha comida aquí y esta gente no parece tener hambre. ¡Qué desperdicio! --invitó a la muchacha mientras cortaba un poco de carne de pollo con la mano y se llenaba la boca para comer.

Editado por Candela Triviani

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~ Mosquito ~          Ianello 

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